© PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121
Revista de Turismo y Patrimonio Cultural
PAS S
www.pasosonline.org
Vol. 11 N.º 2 págs. 471-481. 2013
Notas de investigación
Patrimonio y turismo en dos ciudades intermedias
de la provincia de Buenos Aires, Argentina:
construcciones históricas ancladas en la naturaleza
Lorena Marina Sánchez*
Gisela Paola Kaczan**
Universidad Nacional de Mar del Plata (Argentina)
Resumen: La amalgama entre historia y naturaleza en las ciudades de la provincia de Buenos Aires,
Argentina, permite comprender el origen y el progreso de las relaciones entre patrimonio y turismo. En
particular, Mar del Plata y Tandil ostentan dos caras diferentes desde sus condiciones costeras y medite-rráneas.
La transformación de las condiciones naturales en características turístico-patrimoniales, ame-ritan
un análisis histórico para comprender la modificación de los lugares y sus usos desde las prácticas
de ocio y su promoción. Desde una investigación bibliográfica y fotográfica junto al análisis de imágenes
textualizadas y discursos ilustrados en medios gráficos de difusión local y nacional, se exploran las cons-trucciones
valorativas que impulsarán las principales condiciones patrimoniales-atractoras de cada urbe,
para así reflexionar sobre las acciones a fomentar.
Palabras clave: patrimonio- turismo- historia- naturaleza
Heritage and Tourism in two middle-sized cities of the province of Buenos Aires, Argentina:
historical constuctions fit in the nature
Abstract: The blending between history and nature in the cities of the province of Buenos Aires, Argen-tina,
allows understanding the origin and progress of the relations amidst heritage and tourism. In par-ticular,
Mar del Plata and Tandil, boast two different faces from their coastal and mediterranean condi-tions.
The transformation of the natural circumstances into touristic-patrimonial characteristics, deserve
a historical analysis to understand the modification of places and its applications from leisure practices
and their promotion. From a bibliographic and photographic investigation, along with the research of
written images and speeches illustrated in graphical media of local and national diffusion, are explo-red
the appraisal constructions that will drive the main conditions of heritage -attraction of each city, to
so reflect on actions to promote.
Key words: heritage- tourism- history- nature
* Investigadora Asistente del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas/ Centro de Estudios Históricos,
Arquitectónicos y Urbanos – Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño – Universidad Nacional de Mar del Plata
(Argentina). E-mail: lorenasanchezarq@yahoo.com.ar
** Becaria Posdoctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas/ Centro de Estudios Históricos,
Arquitectónicos y Urbanos – Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Diseño – Universidad Nacional de Mar del Plata
(Argentina). E-mail: gisela.kaczan@gmail.com
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472 Patrimonio y turismo …
1. Introducción
“Había que mandar a los niños necesitados de
aire y de sol a las orillas del mar, unos, a las
faldas de las sierras, a otros. ¡Calafatearlos!
Meterles en los pulmones el aire grueso del
Atlántico o el aire seco y suave del Tandil,
según lo necesitaran. (…) El sol, el agua y
la arena en las playas: el sol, la tierra y las
piedras en las serranías, operan el conocido
milagro”. (González Arrili, 1935: 6)
Las relaciones entre turismo y patrimonio
constituyen una realidad que se afianza, cada
vez más, en las ciudades intermedias argenti-nas.
1 Comprender que el turismo es una activi-dad
socioeconómica que implica la participación
de múltiples aspectos culturales (Borrega Reyes,
2009), resulta una vía que contribuye al rescate
y la preservación de los bienes histórico-cultura-les.
Así, la satisfacción de conocer nuevos lugares
junto a sus bienes patrimoniales, se convierte en
un atractivo turístico que permite ampliar las
ofertas. Esta asociación entre turismo y patri-monio,
compleja, se vislumbra como un camino
para el desarrollo socioeconómico local y regio-nal.
La provincia de Buenos Aires cuenta con un
potencial de alternativas turísticas asociadas a
su diversidad natural, social e histórica. Esta
riqueza ha fomentado estrategias de promoción
en base a los recursos de cada ciudad o bien,
a través de la articulación de diferentes urbes
(Mantero, 2001; Mantero, Barbini y otros, 2010).2
De esta forma, se ha procurado promover, singu-larizar
e integrar características socioculturales,
económicas y turísticas desde una perspectiva
que promueva la preservación y revalorización
del patrimonio.
El sudeste bonaerense, en particular, posee
ciudades con un rico patrimonio factible de ser
preservado de la mano del turismo. Por ello y
Imagen 1. Ubicación de las ciudades de Mar del Plata y Tandil en la provincia de
Buenos Aires de la República Argentina.
Fuente: Composición sobre una figura desarrollada en el Centro de Investigaciones Ambientales de la Facultad de Arquitectura, Urbanismo
y Diseño de la Universidad Nacional de Mar del Plata.
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en un marco de desarrollo sustentable, se han
orientado las acciones hacia un turismo cultu-ral
en sintonía con el turismo de sol y playas
(Fernández y Ramos, 2010). Dentro de este
recorte, Mar del Plata y Tandil resultan sinóni-mos
del vacacionar.3 Estas urbes ostentan dos
caras diferentes desde sus condiciones costeras
y mediterráneas. Mar del Plata encabeza el más
tradicional destino de sol y playas de la costa
atlántica, mientras que Tandil se distingue por
su ambiente serrano y las actividades de des-canso
y aventura que propone. (Ver Imagen 1)
La transformación de las condiciones natu-rales
en características turístico-patrimoniales,
ameritan un análisis histórico para comprender
la modificación de los lugares y sus usos desde
las prácticas de ocio y su promoción. Es necesa-rio
observar que en los sitios propuestos, durante
el tiempo de entreguerras, los tradicionales via-jes
a Europa realizados por las elites nacionales
quedaron temporalmente paralizados y se optó
por dar impulso a los atractivos naturales del
país. En paralelo, la progresiva oportunidad de
ascenso social animó el surgimiento de capas
medias, situación que modificó la posición tradi-cionalmente
detentada por los grupos nacionales
más influyentes y amplió el elenco de viajeros.
En especial hacia 1930, resultó sustancial
el diseño estatal de nuevas políticas turísti-cas
para todo el territorio argentino, junto a
la promoción de obras públicas (Ospital, 2005).
La idea de fomentar el turismo nacional avivó
el desarrollo de los programas de veraneo y
tiempo libre con el fin de diversificar las ofertas
destinadas a paseantes cada vez más plurales.
Mediante el diseño gráfico de folletos y boletines
institucionales, se dieron a conocer las ciudades
más destacadas mediante la información de sus
valores patrimoniales y culturales. Por ejemplo,
el Boletín de Turismo Social, publicación oficial
bonaerense, destacaba a Mar del Plata (por su
carácter balneario), San Antonio de Areco (como
pueblo tradicional), Tandil (por su historia),
Luján (por su valor religioso) y la República de
los Niños de La Plata (por su valor arquitectó-nico)
(Pastoriza y Piglia, 2012).
En el caso de Mar del Plata, fundada en
1874, su intensa historia turística se ha deba-tido
y ha progresado entre un comienzo elitista
y el desarrollo de un turismo estival masivo.
Sus ciclos de mutaciones al compás de los vera-neos
y las especulaciones inmobiliarias, han
sido importantes factores para la generación de
una tradición de riquezas y pérdidas. Su prin-cipal
patrimonio desde lo ambiental -centrado
en la particularidad costera-, desde lo histórico
-centrado en su caracterización como balneario
nacional- y desde lo arquitectónico -centrado en
la arquitectura chaletera junto a las edificacio-nes
de las ramblas-, se ha visto, especialmente
en las últimas décadas, en permanente riesgo.
Asimismo, el actual acortamiento de las estadías
con una mayor afluencia de visitantes a lo largo
de todo el año, ha propiciado, aún más, los con-flictos
patrimoniales. Construcciones sobre las
playas y privatizaciones de las mismas, junto
a la sustitución urbana de tradicionales chalets
“estilo Mar del Plata” por edificios en altura,
constituyen sólo una parte de las alteraciones
acontecidas (Dadon, Chiappini y Rodríguez,
2002; Novacovsky, 2010). Si bien la preserva-ción
de los diversos patrimonios marplatenses
se comenzó a revelar como una necesidad y un
atractivo turístico desde hace aproximadamente
dos décadas atrás, la influencia de factores eco-nómicos
por sobre los culturales sigue marcando
la tendencia de la ciudad.
En el caso de Tandil, creada en 1823, desde
sus primeros pasos como ciudad turística mode-rada
–salvo la excepción constituida por los fes-tejos
de Semana Santa–, se ha alcanzado, actual-mente,
un relevante turismo en ascenso. Este
reciente posicionamiento se percibe en la viven-cia
de la ciudad, reflejándose en el incremento
de notas temáticas aparecidas en los principales
diarios nacionales (Calvento y Ochoteco, 2009).
Su principal patrimonio desde lo ambiental –
centrado en la particularidad serrana-, desde
lo histórico –centrado en su surgimiento como
fortín de frontera- y desde lo arquitectónico –
centrado en las casas “chorizo” junto a una des-tacada
área fundacional-, se encuentra en plena
transformación debido a las nuevas oleadas
turísticas y poblacionales. La migración de fami-lias
seducidas por la cercanía con Buenos Aires
y la tranquilidad de la ciudad, el crecimiento de
la población estudiantil y la tendencia hacia una
vida más vinculada con la naturaleza, resultaron
factores que afectaron –y afectan- gravemente
su corpus patrimonial, en especial el ambiental
(Castronovo y Valenzuela, 2010; Mantero, Bar-bini
y otros, 2010). Así, se han construido resi-dencias
familiares de lujo sobre las estribaciones
serranas y edificaciones dedicadas al turismo
en su cercanía, junto a la sustitución urbana de
las tradicionales “casas chorizo” por edificios en
altura, por sólo citar algunos ejemplos. Sólo muy
recientemente, en especial a partir del Plan de
Desarrollo Territorial de 2005, se ha procurado
la preservación de los diferentes tipos de patri-monio,
reconociéndolos y fortaleciéndolos como
atracciones turísticas (Endere y Prado, 2009).
De acuerdo a lo planteado, se entiende que
conocer la génesis turístico-patrimonial de cada
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ciudad, ser conscientes del sustento procesual
histórico, permitirá adoptar una nueva visión
reflexiva hacia las acciones a fomentar en vías
de evitar los desequilibrios y proteger los paisa-jes
que aún subsisten. Por ello, el principal obje-tivo
de este trabajo se ha centrado en desandar
la construcción histórica que posicionó a la costa
y a las sierras como las principales condiciones
patrimoniales-atractoras de cada urbe. De esta
forma, se busca explorar las construcciones
valorativas para reflexionar sobre las acciones a
fomentar.
Para ello, se trabaja desde una lectura inter-pretativa,
basada en una nueva forma de hacer
historia mediante una “historia viva” que señala
el interés por conocer los vínculos entre cul-tura
y sociedad, con hincapié en todos los tipos
de fuentes (Burke, 1994; Le Goff , Chartier y
Revel, 1998; Samuel, 2000). En este sentido,
se han cotejado documentos en la escala local y
nacional, desde una exploración de fuentes tra-dicionales
y no tradicionales. Se ha centrado el
foco en una investigación bibliográfica y se ha
profundizado el análisis con la indagación de las
imágenes textualizadas y los discursos ilustra-dos
de los principales medios gráficos durante
la primera mitad del siglo XX. Las imágenes
textualizadas examinadas han comprendido a
aquellos objetos visuales que presentaron tex-tos
como complemento del sentido del mensaje,
entre los que se han destacado afiches promo-cionales,
postales, folletos, avisos publicitarios y
fotografías. Con la misma lógica, los discursos
ilustrados en observación consistieron en los
textos que han acompañado las imágenes para
completar su significado, en especial los publica-dos
en diarios y revistas de amplia difusión. El
material documental empleado ha sido relevado
en las principales bibliotecas, municipalidades
y archivos históricos de las ciudades selecciona-das,
junto a los principales archivos nacionales.4
2. Mar del Plata: “el sol, el agua y la arena
en las playas”
Mar del Plata resulta el ícono argentino del
turismo de sol y playas. Desde la denominación
más popular que se le ha asignado; “La Feliz”,
hasta el actual desarrollo de una marca-ciudad
bajo el lema “Amardelplata”, quedan implícitos
aspectos subjetivos de su devenir. En este sen-tido,
la historia permite explicar los imaginarios
presentes en estas representaciones, donde los
valores patrimoniales y los atractivos turísticos
se enlazan para dar forma al progreso de la ciu-dad.
Dentro de la zona pampeana argentina y
sobre el borde costero atlántico, Mar del Plata
se encuentra a poco más de 400 km. de Buenos
Aires. Desde su fundación en 1874, el paisaje
dominado por el mar resultó el principal motiva-dor
para su desarrollo, junto a pequeñas lomas,
lagunas y sierras. En sus orígenes, las rela-ciones
entre pampa y mar sólo se concebían a
través de una posible vinculación portuaria. El
placer de la playa, de acuerdo a lo analizado por
Corbin (1993), debió ser “inventado”. Así sucedió
inicialmente en Mar del Plata y luego de varios
emprendimientos infructuosos, en 1877 se incen-tivó
el desarrollo balneario de la ciudad a través
de iniciativas privadas en asociación con los sec-tores
políticos y económicos nacionales más rele-vantes.
Junto a los nuevos visitantes principal-mente
provenientes de Buenos Aires, la ciudad
recibió inmigrantes de diversas nacionalidades,
destacándose, en un breve lapso, los españoles
e italianos. En este sentido, el marco natural
fue el principal eje del crecimiento turístico de
la ciudad, como se ha explicitado en su denomi-nación.
5
Para consolidar la perspectiva turística, fue
necesario implementar nuevas redes de infra-estructura
mediante la acción mancomunada de
la nación, la provincia y el municipio. En forma
paralela, la construcción y el acondicionamiento
de lugares para la diversión y el alojamiento
resultaron fundamentales. Estos desarrollos se
facilitaron debido a la temprana caracterización
de la ciudad como centro estival de las élites de
Buenos Aires, situación promovida por la lle-gada
del Ferrocarril Sud en 1886;
“…las idas a Mar del Plata comenzaban cuando,
al final del año, cada dormitorio se llenaba de
baúles, el piso chirriaba con la arena guardada
en el fondo de algunas valijas y en los repliegues
de los trajes de baño; los roperos permanecían
abiertos, se intensificaba el ir y venir, y entre
tintineo de llaves y cajones que se abrían y cer-raban,
voces impacientes discutían quién había
guardado los billetes del ferrocarril…”. (Oliver,
1970:72)
Entre otros factores, el tren permitió un mejor
desarrollo de la actividad portuaria y las opor-tunidades
laborales en general, como sucedió
con la construcción, iniciando la marcada dua-lidad
estacional-laboral entre los residentes de
todo el año y los veraneantes. Las edificaciones
que hasta el momento acogían a los visitantes
se incrementaron. Entre ellas, el Bristol Hotel,
las villas pintoresquistas frente al mar, el Club
Mar del Plata, la Rambla Bristol a la vera de la
playa homónima y el Paseo General Paz, atesti-
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guan el marcado sesgo selecto de los visitantes
en el inicio del balneario. La prensa, atenta a la
curiosidad que provocaban las crónicas munda-nas
costeras, en especial desde noviembre hasta
Semana Santa, daba a conocer periódicamente
la nómina de las familias que arribaban y su
intensa vida social. En una breve semblanza,
se registraba cómo las mujeres seguían los ritos
tácita y explícitamente establecidos para los
paseos por la Rambla, los bailes en el Ocean
Club, los cotillones del Bristol o la asistencia a
los biógrafos –cines- Splendid o Palace. Parale-lamente,
los hombres mantenían reuniones para
debatir el destino del país y establecer negocios,
dedicaban horas al juego y a las apuestas –ya
sea en el Casino del Bristol o en el Hipódromo-,
asistían al Club Mar del Plata, practicaban el
tiro a la paloma en el Pidgeon Club –Torreón- y
realizaban excursiones ribereñas diversas (Da
Orden y Pastoriza, 1991). En este comienzo, la
playa no se destacaba por los baños de mar, sino
por el encuentro de cuerpos vestidos. Los medios
escritos que circulaban entre la sociedad porteña
subrayaban este destino, como puede observarse
en uno de los primeros afiches para su promo-ción,
desde 1899, en el semanario Caras y Care-tas
Nº13. (Ver Imagen 2)
La actividad turística se potenciaría con la
apertura del espectro social veraneante hacia
1920. Una de las vías para su realización fue-ron
las propuestas del Ferrocarril Sud junto a la
Asociación de Hoteleros mediante la instrumen-tación
de “boletos combinados” que reducían los
costos y ofrecían estadías más cortas en hoteles
de menor categoría. A esta situación se sumó al
auge de los medios automotores, individuales o
colectivos, junto a la pavimentación de la Ruta
Nº 2 en 1938, facilitando la unión entre Buenos
Aires y Mar del Plata.
Hacia el final de la década de 1930, diarios
y revistas de influencia nacional6 anunciaban
que Mar del Plata se imponía como una necesi-dad
para la República, con “…todos los sports,
todas las elegancias, reuniones danzantes,
conciertos, cinematógrafo, salas de entreteni-mientos…”
(Diario La Nación, 10/12/1938:7).
Cronistas, publicistas y editores se encargaron
de estimular la elección de la ciudad mediante
la difusión de una multiplicidad de atractivos
y nuevas infraestructuras, erigidas bajo el
lema de “un lugar para todos”, que habrían
de modificar las costumbres y los íconos que
caracterizaban a los veraneantes más elitistas
de principio de siglo. Entre ellas, se destacó la
obra del Casino y el Hotel Provincial, junto a
sus playas, construidos sobre el anterior Paseo
General Paz y la Rambla Bristol.7 En paralelo,
se definió el perfil cotidiano de la ciudad a tra-vés
de la diseminación de un tipo de patrimo-nio
modesto que albergó a la población estable
y caracterizó el paisaje urbano, los pequeños
chalets “estilo Mar del Plata”. Así, las orga-nizaciones
gubernamentales y sociales junto a
la iniciativa privada, marcaron un apogeo en
el facilitamiento y la promoción de viajes a la
ciudad valiéndose de folleterías y avisos publi-citarios,
entre otros recursos, para detallar los
puntos turísticos y los principales atractivos de
recreación. (Ver Imagen 3)
Desde la promoción de nutridas actividades,
se evocaba a la naturaleza como un patrimonio
irremplazable para aportar al bienestar y la
salud mental y psíquica, especialmente a través
del “aire grueso del Atlántico” mencionado en la
cita inicial. Como se explica en un folleto pro-pagandístico
de la temporada 1937-38, generado
Imagen 2. Primeras promociones de Mar
del Plata como balneario.
Fuente: Caras y Caretas, Nº 13, 01/1899, s/p, del Archivo Museo
Histórico Municipal Barili de Mar del Plata.
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por la Asociación de Propaganda y Fomento y la
Acción Colectiva Turismo de Mar del Plata;
“Las condiciones meteorológicas del ambiente,
por su presión barométrica elevada, la hume-dad
relativa, la pureza del aire y la limpidez
de sus rayos solares, unido ello al yodo y al
cloro que son características propias de esta
costa marítima, hacen de él el lugar insusti-tuible
para el descanso reparador. Las playas
limpias, el mar abierto, el sol vivificante le
dan al primer balneario argentino, la cate-goría
del solar alegre y reconfortante de los
mayores y de paraíso para los niños que
encuentran aquí las mejores expresiones para
su incontenible alegría de vivir”.
De esta forma, la actividad turística marpla-tense
se concentró en la estacionalidad marcada
por el balneario y fue receptora de disímiles
grupos sociales. En medio siglo, Mar del Plata
surgió como una villa distinguida que en un
breve lapso dio lugar a una ciudad turística con
un espectro social más amplio, convocando a un
numeroso y heterogéneo público.
De lo elitista a lo masivo, el mar constituyó el
ícono de la ciudad y el horizonte de las prácticas
orientadas al desarrollo. La principal condición
atractora de Mar del Plata, el mar, motivó los
valores sociohistóricos, arquitectónicos y ambien-tales
que forjaron sus diversos patrimonios, a
través de diferentes ciclos, durante la primera
mitad del siglo XX.
3. Tandil: “el sol, la tierra y las piedras en
las serranías”
De acuerdo con Gravano (2001), el carácter
distintivo de Tandil se enlaza a una imagen
emblématica sintetizada en “ciudad de la natu-raleza”.
8 Asimismo, el actual desarrollo de la
marca-ciudad se ha centrado en el eslogan “Tan-dil:
un lugar soñado”. En estas construcciones,
la historia juega un papel fundamental para
comprender los valores patrimoniales trocados
en atractivos turísticos.
Emplazada en la zona pampeana argentina,
Tandil se ubica a poco más de 350 km. de Bue-nos
Aires, dentro del sistema serrano de Tan-dilia.
Su naturaleza mediterránea con arroyos
y una particular perspectiva dominada por las
sierras, junto a su origen como fortín de fron-tera,
guiaron su crecimiento desde 1823. Los
primeros viajeros que transitaron por Tandil
resultaron oficiales al servicio de los gobiernos
nacionales de acuerdo a la necesidad de marcar
límites con los aborígenes. Recién a mediados de
1850 con la expansión de la actividad ganadera,
se comenzó a perfilar un poblado independiente
del Fuerte Independencia de 1823 (Velázquez,
1998). La llegada de la inmigración, desde
diversas procedencias, fue casi simultánea con
la construcción del fuerte. Si bien las condicio-nes
histórico-políticas signaron el comienzo de
la ciudad, tempranamente el marco natural se
estableció como acicate turístico. Asimismo, los
debates sobre la toponimia indican una relación
Imagen 3: Composición en la que se observan veraneantes marplatenses de principios
del siglo XX (1908), junto a la amplia oferta asociada al turismo sobre mediados del
mismo siglo (1938) y el cambio social acontecido (circa 1938-39, nótese la convivencia de
la Rambla Bristol, a punto de desaparecer, con la edificación del Casino).
Fuentes: Postal social Nº 5982 de “Fotos de Familia” del diario La Capital, disponible en: http://www.lacapitalmdp.com/contenidos/fotosfa-milia/;
aviso publicitario del diario La Nación, 10/12/1938, p. 7, de la Hemeroteca de la Universidad Nacional de La Plata y fotografía Nº
5503 de “Fotos de Familia” del diario La Capital, disponible en la dirección citada.
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directa con las sierras, ya que desde 1707 el
nombre se define en relación con las mismas.9
El avance de los medios terrestres de comuni-cación
fue sustancial en la metamorfosis hacia el
mundo turístico. Ya en 1869 se publicaba en un
Handbook informativo;
“…el gran desiderátum es el ferrocarril, que
se espera llegará a Tandil puesto que es la
ciudad central de los campos colonizados en
el sud, y toda la producción del campo en una
superficie de 15 leguas alrededor canalizaría
sus productos, hacia él; además existe poca
duda de que tan pronto como Tandil con sus
hermosos paisajes y clima templado sea cono-cido
y la gente de Buenos Aires tenga un fácil
acceso a él, se pondría de moda como residen-cia
veraniega”. (Pérez, 2010: 237)
De esta forma, se pronostica incipientemente
el destino turístico de Tandil enlazado a su geo-grafía
y dirigido, principalmente, a los verane-antes
porteños, al igual que lo sucedido en Mar
del Plata. Como se auguraba, el turismo de élite
se vio beneficiado por la llegada del ansiado tren
en 1883, a través del Ferrocarril Sud.
Este acontecimiento potenció las posibilida-des
laborales –desde el trabajo en las canteras,
especialmente entre 1900 y 1930, hasta el desa-rrollo
de la metalurgia desde 1920- y motivó la
construcción de los edificios más significativos
e imponentes, como el Palacio Municipal, el
Palace Hotel y el Banco Hipotecario.10 En para-lelo,
se definió el perfil cotidiano de la ciudad a
través de la generación de un tipo de patrimo-nio
modesto que albergó a la población estable
y caracterizó gran parte de su paisaje urbano;
las casas “chorizo”. Los medios escritos que cir-culaban
entre la sociedad porteña, comenzaron
a incluir el destino. En el semanario Caras y
Caretas Nº 83 de 1900, la “piedra movediza” ya
resultaba una novedad, presentándose como un
curioso y atrayente ejemplar del lugar. Caída
el 29 de Febrero de 1912, esta piedra seguiría
siendo, hasta la actualidad, el ícono de la ciu-dad.
(Ver Imagen 4)
Hacia la década de 1930 y como parte de una
tendencia creciente que valoraba la cultura física
y el aire libre, se eligieron las zonas aledañas a
Buenos Aires para relacionarse con la natura-leza
y encontrar los estados de equilibrio perdi-dos
por la rutina de la vida cotidiana (Armus,
1996 y 2006). Como se refleja en los periódicos;
“¿Qué se les dice a la bañista, al empleado
y al obrero hartos del claustro de cemento y
a todos los seres que quieren olvidarse de la
lucha diaria de la existencia? ¿Qué fórmula
se recomienda para los cuerpos y las mentes
cansados? (…) Olvidar la ciudad, reconquis-tar
el campo, hartarse de horizontes de aire
puro”. (Diario La Nación, 31/12/1938: s/p)
Tandil resultó uno de los destinos elegidos,
especialmente para el “turismo chico” (Alma-naque
de la mujer, 1930: 262) y las rutinas de
week-end. Prosperaron pequeños hoteles en
chacras para albergar semanalmente a quienes
quisieran acercarse a la tierra, matizando las
costumbres porteñas con los hábitos europeos
y norteamericanos. Secciones en magazines
promovieron salidas, picnics y prácticas de cam-ping.
Asimismo, una gran afluencia de visitantes
se alojó en los hoteles céntricos disponibles y/o
en casas y estancias de familiares, por lo que no
fue usual la inversión en construcciones para el
Imagen 4. Primeras noticias sobre la
“piedra movediza” de Tandil.
Fuente: Caras y Caretas, Nº 83, 05/05/1900, s/p, del Archivo
Museo Histórico Municipal Barili de Mar del Plata.
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478 Patrimonio y turismo …
veraneo ni el alquiler de viviendas particulares
con este fin, a diferencia de lo sucedido en Mar
del Plata (Nario, 1996). La vida turística hacia
1935-40, cuando Tandil queda indirectamente
unida con Buenos Aires por la Ruta Nacional Nº
3 y se comunica directamente con Mar del Plata
mediante la Ruta Nacional Nº 226, se caracte-rizó
mediante la estancia de distinguidos visi-tantes
porteños que buscaban un descanso más
campestre.
En las estadías, al igual que lo acontecido en
la costa, hombres y mujeres diferenciaron sus
actividades hasta convertirlas en ritos sociales.
Los primeros viajaban a las canteras, cazaban,
cabalgaban y visitaban estancias de amigos y
clubes como el Hípico o el Social. Las damas se
instalaban en las suites de los hoteles Roma o
Palace, visitaban la tienda de Gath & Chaves,
acudían al baile en las quintas, participaban del
carnaval y las asociaciones benéficas, y posaban
ante los fotógrafos, usualmente entre las rocas
y cerca de los manantiales, para conformar las
páginas sociales en los medios gráficos más reco-nocidos.
En paralelo y progresivamente, se generó un
turismo menos exigente que disfrutaba de las
sierras de forma poco onerosa, para el cual se
fueron propiciando otras ofertas, como los mini-tours
internos organizados por las entidades
municipales o el desarrollo de piscinas públicas
(Nario, 1996). La visita a la “piedra movediza”
siguió constituyendo una excursión infalta-ble
para todos los grupos sociales desde 1886,
cuando el cerro es donado a la Municipalidad, a
la que se sumó la visita al Parque Independen-cia,
desde 1923, como otro de los atractivos. (Ver
Imagen 5)
Además de las actividades de descanso y
recreo, se promocionaban los “viajes de salud”
por razones terapéuticas, con un carácter dife-rente
al aire marino publicitado para Mar del
Plata. Si bien la región serrana de Córdoba, en
la zona central del territorio argentino, era la
elegida para aliviar las afecciones del sistema
respiratorio, una temporada en Tandil era una
alternativa posible. Como se desprende de la
cita transcripta en el inicio del trabajo y del
texto de la Imagen 5, el paisaje y el clima de
las serranías operaban a favor de mejorar el
estado general del cuerpo gracias al aire tandi-lense
seco, suave, puro y vivificante. Las reco-mendaciones
se destinaban especialmente a los
niños y, debido al fomento gubernamental, estos
itinerarios se incrementaron hacia la década de
1920.
En este sentido, la actividad turística, desde
un comienzo, no se limitó a la temporada vera-niega;
las visitas de los viajeros se mantuvieron
activas a lo largo del año. Sin embargo, Tandil
nunca fue receptora de un turismo masivo, salvo
en la celebración de Semana Santa desde 1948,
cuando comenzaron las procesiones y escenifica-ciones
en el Calvario.
De acuerdo a lo visto, la principal condición
atractora de Tandil centrada en sus valores
ambientales naturales, con las sierras como pro-tagonistas,
se imbricó con los valores históricos
y fomentó el desarrollo de los valores arquitec-tónicos,
conformando sus diversos patrimonios
durante la primera mitad del siglo XX.
Imagen 5: Composición en la que se observan veraneantes tandilenses de principios
del siglo XX (circa 1900), junto a la promoción del ferrocarril como medio destacado de
acceso turístico (1923) y el renovado espectro social veraneante cerca de mediados del
mismo siglo (1939).
Fuentes: Fotografía social del Archivo Histórico-Patrimonial de la Municipalidad de Tandil; aviso publicitario del Álbum Histórico Biográ-fico
de Tandil – 1º centenario 1823-1923, 1923, p. 42, de la Biblioteca Popular Rivadavia de Tandil y página social de Caras y Caretas, Nº
2104, 28/01/1939, p. 66, del Archivo Museo Histórico Municipal Barili de Mar del Plata.
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4. Notas finales
Las principales atracciones de Mar del
Plata y Tandil se basaron en sus condiciones
costeras o serranas, transformadas en patri-monio
mediante el desarrollo de prácticas de
ocio durante la primera mitad del siglo XX. La
formación de ámbitos vacacionales generados
mediante construcciones históricas sociales y
materiales, asentadas en una naturaleza origi-nal,
han pergeñado los valores y los consecuen-tes
bienes ambientales, históricos y arquitectóni-cos
de cada caso.
En lo que respecta a Mar del Plata, el origi-nario
paisaje que presentaba una escisión entre
pampa y mar, fue convertido en un balneario
que promovió la germinación, el desarrollo y la
caracterización de la ciudad. La construcción de
una representación como territorio privilegiado
para el veraneo, se forjó desde la imbricación de
los valores naturales con los histórico-sociales
y los arquitectónicos. Con características más
complejas y móviles que las acontecidas en otras
ciudades, como Tandil, la primera mitad del
siglo XX imprimió su destino turístico que se
debate, desde entonces, entre los grupos sociales
más disímiles. El mar constituyó el eje de sus
diversos patrimonios en una comunión con un
turismo de corte nacional.
En lo que respecta a Tandil, el originario
paisaje pampeano agreste, de límites indefinidos
y vulnerable a la ofensiva aborigen, fue progre-sivamente
concebido, a partir de su legitimiza-ción
como territorio seguro, como el principal
patrimonio ambiental e histórico. Esta concep-ción
resultó posible desde su cultivo vacacional
mediante el desarrollo de prácticas sociales,
materiales y económicas. El comienzo del siglo
XX imprimió su carácter turístico principal-mente
de corte provincial y, en forma mancomu-nada,
forjó sus diversos patrimonios alrededor
de su característica serrana.
Actualmente, estos destinos se han modi-ficado
a partir de nuevas demandas y ofertas,
pero las principales atracciones de cada ciudad
aún se asientan en el umbral gestado durante
la primera mitad del siglo XX. Por ello, Mar del
Plata con una costa inutilizable, una caracteri-zación
como centro balneario secundario y un
paisaje urbano dilapidado, habrá perdido sus
principales patrimonios y atracciones turísti-cas.
De igual manera acontecerá en Tandil con
las sierras edificadas, un comienzo histórico
relegado y un paisaje urbano en plena muta-ción.
Perder los diferentes tipos de patrimonio
implica perder los valores atractores y las con-secuentes
condiciones turísticas que cimentaron
el impulso de las ciudades. Por ello, es preciso
insistir sobre un progreso turístico pensado a
largo plazo, en el marco de un desarrollo sus-tentable,
en vías de impedir la pérdida identita-ria
de cada ciudad y el consecuente decaimiento
de su prosperidad.
En este sentido es relevante reflexionar y vol-ver
a recordar que los principales patrimonios
asentados sobre los valores de la naturaleza ori-ginal
y la construida, deben ser preservados y
aprovechados como sustento de las nuevas ideas
turísticas a desarrollar. Esta reflexión, a priori
obvia pero sustancial al visitar las ciudades y
apreciar su estado, merece ser repasada como la
clave de la ideación de acciones responsables. La
conciencia de preservación que enlaza lo turís-tico
con lo patrimonial existe en ambas urbes,
pero el paso de la conciencia a la concientiza-ción,
donde se materializan las acciones nece-sarias
para llevar a cabo las intenciones, aún
resulta un desafío.
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Lorena Marina Sánchez; Gisela Paola Kaczan 481
Notas
1 Este tipo de ciudades que poseen entre 50.000 y
1.000.000 de habitantes (Vapñarsky y Gorojovsky,
1990), conforman importantes centros de crecimiento y
movilidad socioeconómica que incrementan las dificul-tades
y las potencialidades para la preservación de sus
diversos patrimonios.
2 Un ejemplo tradicional lo constituye el “Circuito de
Mar y Sierras”, impulsado desde la década de 1930
como unión entre las principales ciudades turísticas
de la provincia de Buenos Aires (especialmente Mar
del Plata, Miramar, Necochea, Balcarce, Tandil, Azul
y Olavarría). Asimismo y en forma más actual, se ha
desarrollado otra organización regional basada en la
creación de un circuito cultural-turístico conformado
por cuatro municipios del centro de la provincia de
Buenos Aires (Tandil, Olavarría, Azul y Rauch; TOAR,
ideado desde 1991).
3 En este sentido, parece apropiado mencionar el origen
de este término, proveniente de feriae, vocablo que
implicaba una especie de licencia de tres meses para
los romanos que desarrollaban funciones administrati-vas
lejos de sus hogares.
4 Dentro de las fuentes locales marplatenses, es rele-vante
mencionar las siguientes: diarios La Capital
(década de 1930, relevados en el Archivo Museo His-tórico
Municipal “Roberto T. Barili”) y fotografías de
su sitio “Fotos de Familia” (primera mitad del siglo
XX, disponible en: http://www.lacapitalmdp.com/con-tenidos/
fotosfamilia/), folletos propagandísticos de Mar
del Plata de la Asociación de Propaganda y Fomento y
Acción Colectiva Turismo de Mar del Plata (década de
1930, relevados en el Archivo Museo Histórico Munici-pal
“Roberto T. Barili”). Dentro de las fuentes locales
tandilenses, se analizaron: diarios El Eco de Tandil
(ediciones aniversario) junto al Álbum Histórico Bio-gráfico
de Tandil- 1º centenario 1823-1923 (en ambos
casos, relevados en la Biblioteca Popular Rivadavia).
Las principales fuentes nacionales trabajadas, difun-didas
desde Buenos Aires, fueron: diarios La Nación,
en especial los suplementos La Semana (década de
1930, relevados en la Hemeroteca de la Universidad
Nacional de La Plata), revistas Caras y Caretas (entre
1898 y 1939, relevadas en el Archivo Museo Histó-rico
Municipal “Roberto T. Barili”), revistas El Hogar
(entre 1920 y 1940, relevadas en la Hemeroteca de la
Biblioteca Nacional de Buenos Aires), Almanaque de la
mujer (1930, relevado en la Hemeroteca de la Biblio-teca
Nacional de Buenos Aires) y Boletín de Turismo
Social (circa 1949, relevado en el Archivo Museo His-tórico
Municipal “Roberto T. Barili”)
5 La palabra “mar” estuvo presente desde un principio.
De acuerdo con Cova (1968), una de las versiones atri-buye
el nombre a un parentesco con “vivoratá” entron-cado
con “iberá”, originario de los guaraníes que llega-ron
al lugar con los jesuitas, lo que se podría traducir
como “aguas brillantes”. Otra de las versiones, más
romántica, se relaciona con la esposa del fundador,
Cecilia Robles de Peralta Ramos, quien en las noches
observaba el océano y repetía “es un maravilloso mar
de plata”. Asimismo, también se estima que al ser el
primer contacto de los hombres del Río de la Plata con
el mar, se produjera la denominación “Mar del Plata”.
6 En especial los diarios La Nación y sus suplementos
La Semana (década de 1930), las revistas Caras y
Caretas (entre 1898 y 1939) y las revistas El Hogar
(entre 1920 y 1940).
7 El análisis de las fotografías panorámicas y las recons-trucciones
gráficas de la ciudad desde 1874 hasta 1950,
exhibe las diferentes ampliaciones urbanas y las susti-tuciones
de lo construido.
8 Es relevante mencionar que el trabajo elaborado por
Gravano se ha basado, principalmente, en la realiza-ción
de entrevistas in situ.
9 Sólo por mencionar dos de las posibles acepciones y de
acuerdo con Pérez (2011), el significado de Tandil se
interpreta de las lenguas indígenas originales, princi-palmente,
como “peñasco al caer” en asociación con la
“piedra movediza” de la que se hablará más adelante,
o como “lugar de roca para la reunión” en relación con
los corrales de piedra de la región.
10 El análisis de las fotografías panorámicas y las recons-trucciones
gráficas de la ciudad desde 1823 hasta
1970, exhibe las diferentes ampliaciones urbanas y
una importante permanencia de lo construido, espe-cialmente
en la zona céntrica fundacional y en relación
con el patrimonio monumental.
Recibido: 01/11/2012
Reenviado: 04/02/2013
Aceptado: 20/02/2013
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