© PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121
Vol. 10 Nº 4. Special Issue. págs. 71-82. 2012
www.pasosonline.org
Escenario discursivo y signifi cados implícitos en una guía
‘para los verdaderos viajeros’: el caso de la Guía Azul de Zaragoza
Giovanni Garofaloi
Università di Bergamo (Italia)
i E-mail:giovanni.garofalo@unibg.it
Resumen: El presente estudio se centra en las estrategias manipulatorias empleadas en la ‘construcción’ del destino turísti-co,
poniendo en evidencia la evolución de algunos mitos señalados por Barthes (catolicismo, pasado imperial, concepto de
‘nación española’). En efecto, en algunas guías más recientes se vislumbra la afi rmación de una nueva mitología, en la que
ocupa un lugar privilegiado el particularismo local y el anhelo de autogobierno. Como muestra de este enfoque crítico, se
describen los procedimientos discursivos de la Guía Azul de Zaragoza. Tras esbozar la ‘escenografía’ o modelo de repre-sentación,
el análisis propuesto apunta a demostrar que la imagen del lugar y la memoria discursiva se refl ejan en el texto
mediante signifi cados implícitos como las presuposiciones y la ironía.
Palabras clave: guías turísticas, análisis crítico de género, ideología, identidades discursivas, presuposiciones, ironía
Title: Discursive scenery and implicit meanings in a tourist guide for ‘die-hard travellers’: the case of the Spanish Blue
Guide of Zaragoza
Abstract: This study focuses on the manipulation strategies used in the ‘construction’ of the tourist destination, emphasiz-ing
the evolution of some myths indicated by Barthes (catholicism, the imperial past, the concept of ‘Spanish nation’). Ac-tually,
some recent guides hint at the rising of a fresh mythology in which local particularism and the century-old desire for
self-governance plays an essential role. After outlining the ‘scenography’ or representation model, the suggested analysis
aims to prove that both the image of the place and the discursive memory are refl ected in the text through implicit meaning,
such as presupposition and irony.
Keywords: travel guides, critical genre analysis, ideology, discursive identities, presuppositions, irony
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Introducción
A mediados del siglo pasado, Barthes (1957 / 1999)
publicó un breve ensayo sobre la Guía Azul, en el cual
desenmascaraba las mitologías burguesas que subyacen
en la descripción de los destinos turísticos. Dicho estudio,
que se convertiría en piedra de toque para la investigación
posterior, dedicaba un amplio espacio a las mistifi caciones
de los atractivos turísticos de España, donde el paisaje
solo existe bajo sus connotaciones más pintorescas, que
salen a relucir “cada vez que el suelo aparece accidentado”
(Barthes, 1957 / 1999: 68). El resultado de este afán de-formador
de la realidad española es la total ausencia del
elemento humano, que desaparece en provecho exclusivo
de los monumentos. En las páginas de la Guía Azul todo el
país, en opinión de Barthes, no es nada más que una colec-ción
de edifi cios religiosos, que exaltan el papel primario
que la ideología burguesa atribuye al cristianismo como
elemento constitutivo de la ‘identidad española’ y motor
de la economía turística, ya que “desde el punto de vista
burgués resulta poco menos que imposible imaginar una
historia del arte que no sea cristiana y católica” y “solo se
viaja para visitar iglesias” (Barthes, 1957 / 1999: 69). Así
pues, la omisión del presente, de la vida cotidiana y de la
geografía humana del país hacen que el monumento se
vuelva opaco, indescifrable y hasta estúpido. Como con-secuencia
de este proceso de mistifi cación, la guía acaba
traicionando su función – sintetizada por Moirand (2004)
en la fórmula “dar a conocer, hacer ver, decir cómo hacer”
– y se convierte en un medio de ofuscamiento del desti-natario.
En el presente trabajo se procura averiguar en qué
dirección han evolucionado dichos mitos en el proceso
de creación de la identidad del destino turístico, presu-poniendo
que el texto no es únicamente un conjunto de
signos (o elementos signifi cantes que remiten a conteni-dos
o representaciones), sino que constituye más bien una
práctica que plasma sistemáticamente los objetos de los
que habla (Foucault, 1969: 66; Fairclough, 1995: 22-28).
Esta noción de texto como proceso dirigido a la producción
de sentido, pone de manifi esto el íntimo nexo entre la len-gua
y la ideología del emisor, que se concretiza en la guía
determinando la imagen del lugar. La crítica realizada
por Barthes se refería a la visión de la España franqui-sta
de los años cincuenta del pasado siglo: la evolución
sociopolítica de los últimos sesenta años ha producido en
las guías contemporáneas nuevas representaciones de
la realidad española, basadas en manipulaciones y mar-cos
discursivos de otro tipo. En los siguientes epígrafes
se observará, en concreto, la transformación de algunos
mitos burgueses – principalmente la tradición cristiana,
la nobleza de los progenitores de la nación española y la
visión unitaria de España – y la aparición de un nuevo
repertorio mitológico, tal como este se refl eja en la Guía
Azul de Zaragoza (en lo sucesivo la GAZ), publicada en
2008-09 por la editorial Gaesa. Como se apreciará, en la
modelización de la ciudad y de sus alrededores intervie-nen
de manera determinante algunas formas de la comu-nicación
implícita (Sbisà, 2007), como las presuposiciones
informativas o la ironía verbal, que añaden información
a los marcos prediscursivos colectivos (conocimientos
enciclopédicos, creencias, emociones, percepciones) que
comparten el emisor y el destinatario, transmitidos sin-crónica
y diacrónicamente y que se han dado en llamar
‘memoria discursiva’ (Paveau, 2005; Antelmi, 2011). De
manera preliminar, será oportuno detenerse en los rasgos
caracterizadores de la guía y en el posicionamiento del
enunciador y del destinatario, a saber, en la ‘escenografía’
y en el ethos discursivo del autor (Antelmi, 2010).
Características de la GAZ, escenografía y ethos di-scursivo
Por su variedad de secuencias textuales descriptivas,
narrativas y prescriptivas y por su mezcla de elementos
procedentes de múltiples sectores especializados como son
la historia, la historia del arte, la geografía, la economía o
la gastronomía, la GAZ se confi gura como un macrogénero
(Calvi, 2011: 21), resultado de la combinación de varieda-des
textuales dotadas de un formato independiente. Con-sideradas
aisladamente, algunas secciones que componen
la guía podrían confi gurar, de hecho, auténticos géneros
autónomos:
1. Una breve introducción;
2. Una sección denominada Antes del viaje, que recoge
información práctica sobre los medios de transporte
que llegan a Zaragoza, destinada a los viajeros que
deseen planear con antelación su desplazamiento;
3. Una sección dedicada a la Información general, que
presenta el formato de un ensayo e incluye un esbozo
histórico-geográfi co de la zona, con referencias esen-ciales
a la cultura, a la lengua y a la gastronomía ara-gonesa;
4. Un apartado titulado Zaragoza imprescindible, asimi-lable
a una breve folleto que, siguiendo el criterio de la
economía en la planifi cación del viaje, se reduce a un
listado comentado de los ocho monumentos más céle-bres
de la ciudad, al cual se añaden elementos gráfi -
cos. Así pues, la GAZ procura optimizar la estancia del
potencial viajero, para que este pueda sacar el mayor
provecho del tiempo que pase en la ciudad;
5. Una sección consagrada a la visita de la capital maña,
que en su parte inicial ofrece un mapa de la ciudad de
fácil consulta, adscribible al género itinerario. Se trata
de la parte más descriptiva, en la que el orden de pre-sentación
de los lugares no sigue un criterio alfabético
sino topográfi co: el punto de partida es la Plaza del Pi-lar,
el corazón palpitante de la ciudad con su Basílica,
y a continuación se reseñan los demás monumentos,
en rutas alternativas que se despliegan alrededor de
ese núcleo;
6. Unos apartados que facilitan información útil durante
el viaje (transportes, alojamiento, tapas, copas, com-pras,
cultura, ocio y espectáculos, fi estas y festivales)
que, junto con la información que se proporciona en el
apartado 1, podría confi gurarse como una breve guía
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práctica;
7. Una sección dedicada a los alrededores de Zaragoza,
subdividida en seis itinerarios principales (Comarca
de las cinco villas, Ribera baja del Ebro o Ruta de Ca-spe,
La tierra del vino o ruta de Goya, Ruta del río
Jalón o ruta de Calatayud, La ruta del Cid, Ruta del
Moncayo);
8. Un apartado fi nal sobre la Expo de Zaragoza 2008,
temporalmente relevante en la edición de la guía obje-to
de este estudio.
La organización tipográfi ca (uso del subrayado y de la
negrita para señalar los lugares más interesantes) y la ri-queza
de ilustraciones facilitan la percepción y la descodi-fi
cación del texto por parte del lector, quien se acostumbra
rápidamente a identifi car los caracteres que señalan los
lugares más relevantes, o a seguir las remisiones internas
a la guía cuando desee profundizar en algún aspecto de
su visita. Dicha codifi cación de los rasgos tipográfi cos, por
tanto, otorga ribetes de multimodalidad al texto impreso
e infl uye efi cazmente en la elaboración del mensaje por
parte del destinatario (Santulli 2009a: 99-100).
Pese a la identidad del nombre comercial, la Guía Azul
española se parece poco a su homóloga francesa (Guide
Bleu), que goza de un afi anzado prestigio internacional y
se caracteriza como ‘guía seria’, aledaña a los relatos de
viaje y destinada a un público culto, amante de la litera-tura
y de las bellas artes y no desprovisto de cierto gusto
por la erudición (Margarito, 2000: 12). Como sus propios
editores admiten, la Guía Azul pretende ser en cambio
una guía ‘turístico-práctica’, una variedad híbrida y origi-nal,
de producción netamente española1:
(1) GUÍAS AZULES es la editorial que lleva más años
en el mercado publicando guías turístico-prácticas de
producción propia en español […]. La comercializa-ción
de nuestras guías corre a cargo de COMERCIAL
GRUPO ANAYA, la mayor y más moderna organi-zación
de distribución del sector editorial español, lo
que permite que nuestras guías se puedan adquirir
en infi nidad de puntos de venta, librerías y grandes
superfi cies de España. También se pueden adquirir
en algunas librerías de Hispanoamérica y Europa
(http://www.guiazuldeltrotamundos.es/empresa.asp).
Así pues, la Guía Azul se instala en la senda de la pre-stigiosa
tradición francesa de la Guide Bleu (de hecho, la
editorial Gaesa pertenece al grupo Anaya S.A., integrado
desde 2004 en el grupo Hachette Livre2), aunque asume
el tono discursivo de la Guide du Routard o de la Guía del
Trotamundos3, como indican claramente las coletillas que
se añaden a su nombre comercial “el mundo a tu aire” y
“las mejores guías para los verdaderos viajeros”. Como es
sabido, esta última variedad de guía turística se dirige al
viajero y no al turista4, principalmente a un público joven,
capaz de arreglárselas en un país extranjero, encontrando
soluciones baratas y desplazándose con el mínimo equipa-je
indispensable. Asimismo, se trata de una guía que otor-ga
importancia al contacto con los lugareños y a la cultura
del país (Margarito, 2000: 16) y que renuncia a menudo
a la fría impersonalidad, recurriendo con frecuencia a un
registro coloquial y a un tono chistoso (Antelmi, 2010: 38),
sobre todo cuando se trata de amenizar la narración de los
avatares históricos, adecuando el texto al gusto y al hori-zonte
de espera de esta tipología de destinatario. Obsérve-se,
por ejemplo, el recurso a los verbos zumbar y enchufar,
diafásicamente marcados como informales:
(2) [La caída del imperio romano] El cristianismo es ya
la religión ofi cial de un Imperio que se encuentra en
franca decadencia [...] acosado por la presión fronteri-za
de los pueblos bárbaros – les urgía una salida ha-cia
Occidente porque los hunos les zumbaban por la
retaguardia – y las disputas intestinas […] (GAZ, 32).
(3) [Francisco Goya] Una vez casado con la hermana
de Francisco Bayeu, renombrado pintor de corte,
su cuñado lo enchufa en la Real Fábrica de Tapices
(1775) […] (GAZ, 55).
Estas elecciones lingüísticas revelan el tipo de ‘esceno-grafía5’
o situación que el texto pretende poner en escena
y los papeles que el género de referencia asigna respecti-vamente
al emisor y al destinatario (Maingueneau, 2004):
entre ellos se establece una cómplice empatía, el redactor
abandona el tono didáctico e impersonal y prefi ere esta-blecer
una relación simétrica con su destinatario, tratan-do
con él de igual a igual. El acercamiento funcional entre
los actores implicados no va, obviamente, en detrimento
de la autoridad de la voz del emisor, quien tiende a elevar
el registro en la quinta sección dedicada a la descripción
de los atractivos de la ciudad, recuperando un tono más
‘pedagógico’ y un estilo más ampuloso, propio del tratado
histórico-artístico, vislumbrándose en ciertas ocasiones
un estilo más afectado. En la referida sección, por ejem-plo,
se observa un empleo reiterado de la forma cantase6
en lugar de cantara7 como ‘pasado de indicativo’, una su-stitución
forzada y artifi ciosa que, aunque esté documen-tada
en el uso literario tanto peninsular como americano,
“no deja de constituir un rasgo afectado propio de ciertos
estilos de lengua, totalmente ajeno a la realidad del fun-cionamiento
del sistema verbal de la lengua viva” (Rojo /
Veiga, 1999: 2925). Curiosamente, esta forma verbal apa-rece
sobre todo cuando se señala la autoría, la procedencia
o el material del que resulta compuesta una determinada
pieza o un monumento:
(4) [Basílica de Nuestra Señora del Pilar]. A medio ca-mino
entre la Santa Capilla y el Coro Mayor encon-traremos
el Altar Mayor de la basílica, con su corre-spondiente
retablo de alabastro que tallase de forma
magnífi ca Damián Forment (GAZ, 75).
(5) […] Junto a las murallas veremos el Mercado de
Lanuza o Mercado Central, construcción moder-nista
que realizase en piedra, hierro y cristal Félix
Navarro entre los años 1901 y 1903 (GAZ, 78).
(6) [Iglesia de San Pablo]. En el interior sobresalen el
retablo mayor que naciese del cincel de Damián For-ment
(siglo XVI) (GAZ, 82).
(7) Reparad en el coro, al pie de la nave central, cuyas
esculturas dorase José Goya, padre del genial pintor
aragonés (GAZ, 82).
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intervenciones urbanísticas, antiguas o contemporáneas
(12, 13, 14) y avisa de algunos aspectos molestos (como las
bandadas de palomas que cubren la Plaza del Pilar, ame-nazando
a los turistas con su vuelo rasante) o de la falta
de interés de algunos lugares (15), incluso cuando se trata
de edifi cios que fueron marco de acontecimientos históri-cos
solemnes, como el Castillo-Palacio de los Caballeros
Hospitalarios, donde en el año 1412 se fi rmó el Compro-miso
de Caspe10, en la localidad homónima (16). Lo que se
desprende es una actitud realista y antirretórica, que va a
contrapelo del mito bartesiano de la exaltación del paisaje
español en términos pintorescos11:
(12) [Nuevo Barrio de San Bruno] Ubicado frente al ábsi-de
de la Seo: un conjunto de 150 viviendas sociales de
alquiler, en cuyo subsuelo se han rescatado yacimien-tos
de la ciudad romana […]. Varios bloques de ladril-lo
rojo pretenden emular las formas tradicionales de
la vivienda zaragozana de épocas pasadas; la torre
del reloj que preside el conjunto es un lejano calco
de los torreones mudéjares de planta cuadrada del
Bajo Aragón. Con independencia del valor social de la
obra, el resultado urbanístico – especialmente por su
vecindad con la Seo – es más bien dudoso (GAZ, 81).
(13) [Plaza del Pilar] Un proyecto urbanístico caracteriza-do
por su aversión a lo vegetal, como demuestra la ac-tuación
en la contigua plaza de la Seo. La estampa de
las palomas alfombrando la plaza es ya indisociable
de la plaza misma. Cabe prevenir contra sus vuelos
rasantes (GAZ, 70).
(14) [Basílica de Nuestra Señora del Pilar]. La construc-ción
actual […] ocupa el mismo emplazamiento que
las antiguas iglesias románica y gótica de Santa
María la Mayor, ambas demolidas sin piedad (GAZ,
71).
(15) [Iglesia de Santa Engracia]. El interior del templo,
fruto de la reconstrucción de 1899 […] no tiene gran
interés (GAZ, 88).
(16) [Caspe. Castillo-Palacio de los Caballeros Hospitala-rios].
Se podría decir que apenas son un montón de
escombros (GAZ, 194).
Otro elemento textual que realza la subjetividad de
algunos enunciados y contribuye a esclarecer el tipo de
‘puesta en escena’ es el recurso por parte del emisor al “in-fi
nitivo enunciativo” (Hernanz, 1999: 2341), inicialmente
circunscrito a la lengua hablada del discurso periodístico,
pero que hoy se ha extendido también a otras variedades
diafásicas, incluso escritas:
(17) Finalmente deciros que Goya trabajó en varios lugares
concretos de la Basílica […] (GAZ, 76).
(18) Como originalidad, deciros que, esta de Zaragoza, fue la
primera plaza de toros cubierta de España (GAZ, 88).
La función discursiva desempeñada por esta estruc-tura
es “su inscripción en el hic et nunc de la enunciación:
posee un claro valor realizativo […], por cuanto la emi-sión
del infi nitivo equivale al acto correspondiente a su
denotación” (Hernanz, 1999: 2341). De ahí que enuncia-dos
como los de (17) y (18), se refi eran forzosamente a una
primera persona (la voz de la guía) anclada en el presente
Dicho recurso, ausente en la lengua estándar, tal vez
se deba a la necesidad de variatio en la sección descripti-va,
en la que los autores intentan rehuir el tono monocor-de
alternando varias formas verbales de pasado8.
Pese a estos melindres estilísticos aislados, el tenor ge-neral
de la guía sigue la pauta de la informalidad heredada
de la Guide Routard y procura crear un terreno común en-tre
los actores de la situación comunicativa. La confi anza
que se establece de este modo permite al emisor exhibir en
la enunciación su propia identidad y su posicionamiento (o
ethos discursivo) mediante marcas de primera persona, sin
escatimar evaluaciones personales, revalorizando de este
modo “la dimensión autobiográfi ca, experiencial y la mira-da
subjetiva” y “rechazando la descripción pretendidamen-te
objetiva y científi ca” (Calvi, 2011: 38), propia de la guía
turística convencional (Santulli, 2009a: 91-92).
Entre las marcas que revelan la identidad del emisor,
cabe diferenciar las múltiples voces asociadas a la pri-mera
persona del plural, que puede desempeñar varias
funciones discursivas (Calvi, 2000: 101-105): indicar la
autoría colectiva9 de la guía; dar a conocer la procedencia
geográfi ca del autor – individual o colectivo – que se reve-la
vecino de Zaragoza y profundo conocedor de la ciudad y
de sus tradiciones, autolegitimándose de esta manera en
su papel de acompañante de confi anza (9); usarse de ma-nera
participativa, para implicar tanto al emisor como al
destinatario (10). Las proformas de primera persona del
singular, en cambio, identifi can de manera incontroverti-ble
a un único emisor, que aventura juicios de valor (11):
(8) Sus especulaciones místicas [de Baltasar Gracián]
concluyeron en una celda de la Inquisición romana,
donde falleció, suponemos – con respeto – que impasi-ble
ante la desgracia (GAZ, 39).
(9) Templos Mudéjares. – Con este nombre conocemos
en Zaragoza un conjunto de iglesias formado por la de
San Gil Abad […]; Santa María Magdalena […] y
San Miguel de los Navarros […] (GAZ, 82).
(10) Si bien el centro urbano es fácilmente transitable a
pie, Zaragoza nos ofrece un buen servicio de autobu-ses
urbanos que nos permitirán movernos a cualquier
punto de la ciudad (GAZ, 102).
(11) [Algunos] estudiosos se distraían así con ejercicios
de metafísica aplicada y contribuían a justifi car
académicamente el cerrilismo de los españoles de an-taño
– ¿y de ahora? – que mi modesta opinión atri-buye
tan solo a la ignorancia secular (GAZ, 30).
Como se aprecia en el ejemplo (11), la sinceridad,
incluso en las apreciaciones negativas, es la estrategia
activada por el emisor para granjearse la confi anza del
destinatario. Así pues, a pesar de que la sección descrip-tiva
se caracterice en general por su tono eufórico (Dann,
1996: 65, en Calvi, 2011: 38) y por un recurso acusado
a un léxico evaluativo-incitativo encaminado a seducir al
potencial viajero, no son raros los casos en los que asoman
elementos disfóricos (Kerbrat-Orecchioni, 2004: 135-138)
o se pronuncian juicios tajantemente negativos. Repárese
en los siguientes fragmentos, en los que el emisor pone
en tela de juicio la sensatez y el buen gusto de algunas
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de la visita, como si, por efecto de un trastrueque tem-poral,
el autor trasladara la enunciación al momento del
viaje y estuviese físicamente allí, delante del monumento,
escoltando a su público. Al igual que los indicadores de
recorrido o los enunciados orientadores (“pasamos bajo…,
entramos en…, nos dirigimos a…”), este uso realizativo
del infi nitivo enunciativo parece más bien propio del iti-nerario,
“que dinamiza las descripciones más estáticas de
las guías tradicionales” (Calvi, 2011: 39-40) o de la visita
guiada.
La personalización del discurso del emisor12 contribuye
a construir la correspondiente imagen del lector implicado
en la guía (Antelmi, 2010: 38), ya que – recurriendo a una
célebre expresión de Lotman (en Lozano, 1999) – el texto
“crea a su público a imagen y semejanza” y se confi gura
como intersección de las actitudes y del punto de vista del
autor y de su público. Así pues, a la exposición de las mar-cas
deícticas del emisor se corresponde la implicación del
interlocutor en el discurso mediante formas de segunda
persona del plural (Calvi, 2000: 105-107), particularmen-te
evidentes en las partes más prescriptivas del texto, en
las que se recurre a formas imperativas13 dirigidas con-fi
dencialmente al viajero, a modo de amistosa recomen-dación
(19 y 20), o se anticipan sus futuras reacciones,
cuando por fi n se encuentre frente al lugar descrito (21):
(19) No paséis por alto el maravilloso trascoro, de estilo
renacentista […] (GAZ, 80).
(20) San Miguel de los Navarros. De traza mudéjar y
portada barroca. Reparad en su airosa torre estética
(GAZ, 82).
(21) Palacio de los condes de Morata (Audiencia ter-ritorial):
[…] Os llamará la atención la fachada con
decoración en piedra y dos enormes fi guras de guer-reros
[…] (GAZ, 84).
Si el emisor se revela experto conocedor y vecino de
Zaragoza (véase ej. 9), los datos textuales parecen indi-car
que el lector modelo de la Guía Azul es español y con
un nivel cultural elevado, pese a lo que la misma edito-rial
declara en su portal de Internet, donde informa que
las Guías Azules “también pueden adquirirse en algunas
librerías de Hispanoamérica y Europa” (véase ej. 1). Tal
destinatario modelo comparte con el emisor una extensa
enciclopedia de conocimientos históricos, artísticos y cul-turales
y es capaz de procesar una amplia gama de si-gnifi
cados implícitos, referencias intertextuales, citas y
de autor, alusiones, refranes y canciones que – como se
verá en el siguiente párrafo – forman parte de la memoria
discursiva del viajero de referencia. Entre los numerosos
casos, valgan los siguientes tres ejemplos:
(22) Con el tiempo la fi gura del Justicia habría de con-vertirse
en el símbolo de las libertades nacionales
de Aragón. Libertades de las cuales bien orgullosa
estaban las Cortes de 1451: “Siempre habemos oído
decir antiguamente e se trova por experiencia, que
atendida la gran esterilidad de aquesta tierra e po-breza
de aqueste Regno, si non fues por las libertades
de aquél, se irían a vivir y habitar las gentes a otros
Regnos e tierras más fructíferas” (GAZ, 35).
(23) Comprobaréis la idoneidad de estos vinos al degu-star
algunos de los platos rurales […] Porque la mor-cilla
que en el asador revienta de Góngora y el vaso
de bon vino berceano y campesino, en su unión […]
pueden representar la mejor idea de la hospitalidad
concebida por [este] pueblo (GAZ, 63)
(24) Quién no conoce la popular coplilla: “Si vas a Cala-tayud
/ pregunta por la Dolores / que es una chica
muy guapa / y amiga de hacer favores”… Esta copla
ha sido siempre el carné de presentación universal
de esta localidad aragonesa (GAZ, 241).
Los contextos anteriores se pueden interpretar como
un ‘guiño al lector’, conocedor de la cultura española (o
fuertemente hispanizado), que sabe identifi car la fuente
intertextual de la cita o tiene sufi cientes instrumentos
culturales para averiguarla, si le despierta curiosidad o
algún recuerdo. En los ejemplos (22) y (23) parece evi-dente
el esfuerzo del autor por ennoblecer la descripción
del lugar, introduciendo citas y alusiones literarias que
el lector experto probablemente sea capaz de reconocer
(Santulli, 2009b: 119), mientras que es menos probable
que un viajero nacido fuera de la península reconozca
los versos de la copla del ejemplo (24). Cabe señalar al
respecto que las numerosas citas de autor, estereotipos
y clichés de denominación (Margarito, 2000) que contri-buyen
a confi gurar la identidad de Zaragoza (p. ej., los
títulos que lució a lo largo de su tumultuosa historia –
cabeza de reino durante la reconquista o la Heróica du-rante
las sublevaciones populares del 1808-1809 – o bien
las denominaciones metafóricas de sus alrededores, como
“la ribera baja del Ebro, conocida como mar de Aragón”
etc. ) representan una convención de género interpretable
como estructura iterativa basada en la repetición–recono-cimiento
de esquemas difundidos recurrentes (Eco 1964:
245-249). Como al niño le resulta agradable volver a escu-char
miles de veces el mismo cuento sin variaciones, de
igual manera el destinatario de la guía se complace14 en
volver a encontrar en el texto módulos expresivos, tópicos,
alusiones y tics discursivos almacenados en su memoria,
que constituyen uno de los fundamentos de la evasión,
creando hábitos mentales en la aprehensión de la reali-dad.
Obviamente, el placer de la repetición implica el re-conocimiento
previo de la estructura iterativa, p. ej., del
refrán (“las criadillas rebozadas con leche, huevo y harina
[…] gozan de general aceptación, tal vez por aquel refrán
que anuncia: de lo que se come se cría” GAZ, 60). En cam-bio,
más trabajosa puede resultarle al viajero común de
escolarización medio-baja (tanto español como americano)
la interpretación de algunos signifi cados implícitos que se
analizan en el párrafo siguiente.
Memoria discursiva, identidad, signifi cados im-plícitos
Existe un vínculo muy estrecho entre la noción de mar-co
prediscursivo – anteriormente identifi cada como memo-ria
discursiva (Paveau, 2005), que “elabora, precisándolo,
lo que en ámbito pragmático se entiende globalmente por
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contexto” (Antelmi, 2011: 4) – y el concepto de presuposición
pragmática defi nido por Stalnaker (1973, 1974 en Sbisà
1999: 492) como “los presupuestos compartidos por los in-terlocutores,
que constituyen el telón de fondo de su discur-so15”
(“assumptions shared by the interlocutors, which form
the background of their ongoing discourse” trad. mía). A
nivel textual, las presuposiciones pragmáticas vienen in-ducidas
por algunos marcadores lingüísticos o activadores
(triggers), minuciosamente descritos por Levinson (1983 /
1993) y Sbisà (2007). Abreviando al máximo, según el tipo
de activador que la introduce, es posible clasifi car la presu-posición
lingüística en una de las tres siguientes categorías
(Portolés, 2007: 131):
• Presuposiciones existenciales – Dependen de unas ex-presiones
referenciales (sintagmas defi nidos e indefi -
nidos) que dan por sentada la existencia de lo denota-do,
p. ej., “el tono aragonés es muy peculiar” >> “existe
un tono aragonés”, que difi ere en algo de la entonación
del español estándar;
• Presuposiciones léxicas – Activadas por el signifi ca-do
de algunos predicados, como los verbos factivos16
(lamentar, asombrar, molestar, descubrir, saber, ad-vertir,
darse cuenta, ser consciente etc.); verbos im-plicativos17
(lograr, conseguir, olvidar, evitar, suceder,
etc.); verbos de cambio de estado18 (descubrir, dejar
de, volver, etc.); verbos de juicio19 (recriminar, criticar,
censurar, etc.); elementos de signifi cado iterativo20;
comparaciones y contrastes21, etc.
• Presuposiciones focales – Activadas por ciertas formu-laciones
prosódicas o sintácticas. En los textos escri-tos,
se señalan las frases escindidas que destacan un
elemento oracional tematizándolo, o los adverbios
focalizadores (hasta, incluso, ni siquiera, etc.) que
actúan como partículas que evidencian otra unidad
lingüística22.
La presuposición inducida por dichos activadores pue-de
tener un valor informativo (Sbisà, 1999, 2007) cuando
no resulta previamente incluida en las creencias compar-tidas
por los actores. En concreto, la presuposición puede
vehicular información totalmente nueva para el destina-tario,
quien tendrá que ‘acomodar’ el contenido presupue-sto
por el emisor, agregándolo al conjunto de los conoci-mientos
compartidos. En este caso, el uso de activadores
presuposicionales permite compactar la información para
agilizar la exposición, sin tener que proporcionar informa-ciones
prolijas; el destinatario que no esté al corriente de
algún dato presupuesto tendrá simplemente que ‘acomo-darlo’
al telón de fondo del discurso:
(25) Goya pintó varios óleos para la Cartuja de Aula Dei,
el año 1774. Cuatro de estas obras se perdieron tras
la desamortización, pero siete piezas originales […]
se pueden ver y admirar en las paredes de la iglesia
(GAZ, 89-90).
En este contexto, la expresión referencial la desamorti-zación
activa una presuposición de existencia y de unicidad
(“se produjo una desamortización concreta, después del año
1774”), que sin embargo no tiene por qué formar parte ne-cesariamente
del saber enciclopédico del destinatario, ya
que ningún elemento del cotexto inmediato23 permite re-cuperar
la información de que las citadas obras de Goya se
hallasen en algún momento ‘en poder de manos muertas’
y por qué razón. Semejante uso de la presuposición, que
apela a la memoria histórica colectiva de un público culto,
constituye un recurso económico mediante el cual el emisor
se ahorra soporíferas digresiones académicas, sin mermar
la función ‘informadora’ del texto.
Cuando, sin embargo, lo que se presupone tiene que
ver con valores como la identidad, la religión, los modelos
de organización social o las visiones del mundo propias
de un agente específi co, entonces la presuposición puede
desempeñar, incluso en la guía turística, una función no
solo informativa sino también persuasiva (Sbisà, 2007:
90), contribuyendo a forjar una determinada identidad
del lugar (la que se tiene interés en fomentar) y añadien-do
piezas a la memoria discursiva de los destinatarios. Se
trata de una operación ideológica nada inocente, ya que
obliga al lector a ver una determinada imagen de la ciu-dad,
según el baremo de evaluación del emisor. De hecho,
un contenido introducido solapadamente como presupue-sto
no requiere la adhesión explícita y consciente del de-stinatario,
sino que se ‘impone’ en el marco prediscursivo
y se agrega automáticamente al trasfondo del intercam-bio,
convirtiéndose en una verdad incontrovertible. Las
evidencias textuales observadas en la GAZ demuestran
que las presuposiciones informativo-persuasivas – junto
con los demás signifi cados implícitos como las implica-turas
conversacionales y la ironía – subvierten los mitos
burgueses del nacionalismo y del catolicismo que connota-ban
la Guide Bleu de bartesiana memoria y atestiguan en
cambio el fuerte arraigo de los nuevos mitos del localismo
y del laicismo, propios de amplios sectores de la sociedad
española contemporánea. Asimismo, para la identifi ca-ción
del carácter de la ciudad, el componente humano pa-rece
jugar un papel determinante en el plano discursivo,
a diferencia de lo que Barthes notó en la edición francesa
de la guía que nos ocupa. Concentrando el análisis en la
sección información general, que por su carácter argu-mentativo
y ensayístico deja entrever el posicionamiento
ideológico del autor, se aprecia de entrada la confutación
del mito de la prístina nobleza y del esplendor cultural de
los primeros habitantes del solar aragonés, que constituye
un cliché de muchas guías de países mediterráneos (p. ej.,
de la isla de Chipre, véase Kerbrat-Orecchioni, 2004). Los
actos veredictivos que se observan en los fragmentos si-guientes
no dejan dudas acerca de la actitud crítica y para
nada celebradora del autor al respecto:
(26) Vascones, iacetanos, suessetanos, ilergetes, ilercavo-nes,
sedetanos, titos, belos, lusones, turboletas, lobe-tanos.
Tales fueron las tribus que poblaron el solar
aragonés antes de la instauración del poder romano.
Muchos y mal avenidos. Pueblos pastoriles y belico-sos,
de los cuales dice Estrabón que andaban siempre
a la greña unos contra otros. Algunos historiadores
– por ejemplo Sánchez Albornoz – olvidaron el fun-damento
científi co de su disciplina y cuatro nociones
nada superfl uas de economía y sociología para decla-
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rar que, del individualismo aguerrido de estas tribus
pervive cierto “talante secular de los pueblos hispa-nos”,
patente aún en nuestros días: tales estudiosos
se distraían así con ejercicios de metafísica aplicada
y contribuían a justifi car académicamente el cerrili-smo
de los españoles de antaño – ¿y de ahora? – que
mi modesta opinión atribuye tan solo a la ignorancia
secular. El caso es que los antiguos habitantes de Ibe-ria
combatían por igual a los romanos y a sus vecinos
[…] (GAZ, 30).
La condición de éxito de los actos veredictivos conte-nidos
en este ejemplo prevé que el emisor sea competente
para pronunciarse con imparcialidad sobre temas históri-cos
y que posea criterios de juicio fi ables. La presuposi-ción
asociada a estos enunciados, por lo tanto, es que el
autor dice la verdad y está en lo justo, lo cual le permite
imponer su lectura de la historia entre los presupuestos
prediscursivos del destinatario como dato incontestable.
Obsérvese, además, el modulador mi modesta opinión
que no solo expone la imagen de un emisor irónico, sino
que sirve para suavizar de alguna manera sus invectivas
contra los historiadores que preconizaban una lectura en-noblecedora
del pasado prerromano aragonés, donde los
incondicionales del españolismo pretenden encontrar los
gérmenes de un hipotético talante bravío de los pueblos
hispanos. El autor no duda en tildar de “ignorancia secu-lar”
esta visión dignifi cadora de las tribus que poblaron
originariamente la comarca zaragozana y para apuntalar
su ethos discursivo esgrime un argumentum ad auctori-tatem,
citando al geógrafo e historiador griego Estrabón.
Tal interpretación – necesariamente sesgada e ideológica
– es funcional para los propósitos discursivos de la guía:
derribar los tópicos del nacionalismo español más rancio
(una sola nación, católica y de ilustres orígenes, talante
bravo de los españoles) para afi rmar los mitos del loca-lismo
nacional (nobleza de las antiguas leyes de Aragón,
temperamento democrático y solidario de sus habitantes,
belleza de su entorno natural, exquisitez de su cocina,
etc.). Los romanos, por supuesto, civilizaron Aragón, po-blada
a la sazón por gente ruda pero ya versada en los
negocios (este sí un rasgo positivo heredado por los actua-les
aragoneses). En el ejemplo siguiente, la presuposición
de existencia activada por las descripciones defi nidas y
por la estructura concesiva24 desempeñan una evidente
función informativo-persuasiva, dirigida a presentar una
determinada visión de los colonizadores y de los coloni-zados
como dato indiscutible. Entre dichas descripciones,
destaca la expresión referencial aquellos salvajes no tan
buenos, que establece una comparación irónica entre los
antiguos habitantes de Aragón y el topos del buen salva-je
de Rousseau, almacenado en la memoria histórica del
lector:
(27) Pese a la tenaz resistencia opuesta contra el invasor,
pudo más la organización romana que el caos ibérico.
Bajo el estandarte del SPQR llegaron las humanida-des,
las obras públicas y un acelerado proceso de ur-banización
del Valle del Ebro. No así la moneda que
aquellos salvajes no tan buenos ya empleaban (GAZ,
30).
Pese a la romanización, la imagen de los antiguos ha-bitantes
de Zaragoza y de su monarquía no sale bien pa-rada
de la narración selectiva de las efemérides históricas
posteriores. Al aludir a la invasión árabe de la comarca,
el autor se regodea en referir una anécdota que mortifi ca
la secular pujanza de los pueblos hispanos, evocada por
Sánchez Albornoz en el ejemplo de (26), mofándose tam-bién
de la opinión de los historiadores clásicos, quienes
intentaron enmascarar de patriotismo los auténticos pico-res
del rey don Rodrigo de Aragón (28). También en este
caso, las condiciones de éxito de los actos indirectamente
veredictivos presuponen la fi abilidad del autor, quien se
complace en enfatizar el oportunismo y la cobardía de los
zaragozanos de antaño, generalizando esa conducta (ex-presada
mediante el verbo de cambio chaquetear) hasta
considerarla práctica común de los españoles contem-poráneos,
recurriendo a una comparación ideológicamen-te
sesgada, fundada en el antiguo tópico nihil novo sub
sole:
(28) La invasión agarena tomó por sorpresa al rey don Ro-drigo
mientras folgaba con la hija del conde don Ju-lián
[…] – según los historiadores, estaba guerreando
contra los indómitos vascones – y alcanzó las mural-las
cesaraugustanas el año 714. Cuentan que la ciu-dad
no opuso excesiva resistencia a las fuerzas del
Islam, como vino a ocurrir en la práctica totalidad del
hoy denominado territorio nacional. Cambio de poder
y cambio de nombre: donde antes ponía Avenida del
Generalísimo hoy pone Avenida de la Constitución, lo
antes se llamaba Caesaraugusta pasó a conocerse por
Saraqustat. La población chaqueteó en su inmensa
mayoría, adoptando el islam. (GAZ, 32).
Cabe destacar que en la reconstrucción histórica del
autor – apenas mitigada por un modulador evidencial
(cuentan que) – el mito fundador de la identidad local em-pieza
a forjarse a partir de la creación del primer núcleo
estatal aragonés, gracias a los héroes que se sustrajeron a
la dominación agarena. Ese ‘prístino’ embrión político fue
la cuna de la lengua aragonesa, otro factor de identidad
cuya pérdida, debida a la penetración de la lengua del im-perio,
el autor lamenta reiteradamente:
(29) Los más irreductibles emigraron al Pirineo […] don-de
aparecerá el prístino Condado de Aragón, que
debe su nombre al río homónimo y en cuyo territorio
se forjó la lengua romance aragonesa, hoy apenas co-nocida
[negrita en el texto] (GAZ, 33).
(30) La historia demostrará que su acceso al trono [de los
Trastámaras] sería perjudicial para los intereses de
Aragón. Empezando por el debilitamiento y la discri-minación
de la lengua aragonesa, marginada por una
nueva administración castellanizada (GAZ, 36).
Informa el autor que las desgracias para la supervi-vencia
de la identidad aragonesa empiezan a perfi larse
con el compromiso de Caspe (1412) y con el ascenso al tro-no
de la dinastía de los Trastámaras, cuyos soberanos se
dejarían colonizar culturalmente por la vecina Castilla.
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Nótense en (30) el uso de los sustantivos determinados
debilitamiento y discriminación, derivados de los verbos
de cambio de estado debilitar y discriminar que, como
marginar, presuponen una situación anterior más favora-ble
y añorada. Así pues, la dicotomía irreconciliable entre
centralismo y localismo político connota toda la narración
de los avatares históricos en la GAZ, desde la época impe-rial
hasta nuestros días, con un evidente posicionamiento
de la voz narrante a favor de los autonomistas aragoneses
antiguos y contemporáneos:
(31) En el imperio de los Austrias no se ponía el sol, pero
sobre Aragón planeaban las brumas de la bancarro-ta
de la hacienda pública, el hambre y las epidemias
(GAZ, 36).
(32) Las Cortes de Tarazona de junio de 1592 recor-tarían
los privilegios aragoneses, hasta reducirlos a
niveles casi simbólicos para incrementar el poder real,
especialmente en su jurisdicción legal y económica
(GAZ, 37).
(33) Los partidos republicanos y de izquierda redactan en
mayo de 1936 un proyecto de estatuto de autonomía,
el Estatuto de Caspe, a semejanza de los estatutos
vasco y catalán. […] La sublevación militar de junio
de 1936 da al traste con los renovados sueños de liber-tad
aragoneses (GAZ, 44).
(34) La postrera jugarreta del franquismo al pueblo ara-gonés
consistió en el proyecto de trasvase de las aguas
del río Ebro a Cataluña, con el subsiguiente peligro
para la integridad de los regadíos aragoneses. Corría
el año 1973 y más de 250.000 fi rmas contra el tra-svase
lograron reunirse en Aragón, pudiéndose frenar
con esta presión social la arbitrariedad del gobierno
central (GAZ, 46).
(35) Muerto Franco, los aragoneses han dado cumplidas
muestras de su talante democrático y fi rme voluntad
de autogobierno […] Cien mil personas habían pedido
la autonomía de Zaragoza el año 1978 […]. La lucha
pacífi ca y democrática por la mayor profundización
de las competencias autonómicas sigue viva entre los
aragoneses. Más de 130.000 personas se manifesta-ron
con este motivo en Zaragoza en el mes de abril
de 1992. Unos cuantos miles se desplazaron hasta
Madrid para efectuar allí idéntica reivindicación en
noviembre del mismo año, desplegando una inmensa
bandera cuatribarrada frente al Congreso de los Di-putados
en Madrid (GAZ, 46).
Todos los contextos anteriormente indicados expre-san
juicios de valor cuanto menos personales más que
evidencias científi cas objetivas, es probable que otra guía
presentaría un esbozo histórico de Zaragoza bajo un sesgo
ideológico diferente. Es el recurso a presuposiciones per-suasivas
lo que convierte la lectura ‘fi loaragonesa’ de los
acontecimientos en ‘información de fondo’ irrefutable, ac-cionando
un repertorio de mitos opuestos a los del españo-lismo,
que sin embargo dejan evidentes huellas textuales.
En los fragmentos 31-35, por ejemplo, activan presupo-siciones
persuasivas las descripciones defi nidas (las bru-mas
de la bancarrota de la hacienda pública, el hambre
y las epidemias; los privilegios aragoneses, los renovados
sueños de libertad aragoneses, peligro para la integridad
de los regadíos aragoneses, etc.), los verbos de cambio de
estado (recortar, reducir, incrementar, dar al traste, fre-nar),
los verbos de valor implicativo (lograr) o los actos
lingüísticos que expresan infl uencia y reclamación (ma-nifestarse,
reivindicar, con sus respectivos sustantivos
deverbales), cuyas condiciones de éxito entrañan que el
emisor ha visto vulnerados sus derechos legítimos (Sbisà,
2007: 66; Escribano, 2009: 26).
El complemento natural de la retórica antiespañolista
de la GAZ es la actitud anticatólica manifestada por sus
autores, quienes describen con sorna irreverente la evan-gelización
de Iberia, buscando la complicidad de un lector
laico, capaz de reírse de los pasados desmanes religiosos
de su país:
(36) Y fue en tiempos de la paz romana cuando un oscuro
hijo de Israel llamado Iago – o Santiago para en-tendernos
– arribó a Iberia para relatar cierta buena
nueva a sus tercos pobladores. Al menos eso dice la
leyenda […]. Más probable parece la hipótesis de la
llegada de algún converso […] al que se encomendó la
evangelización de este extremo – hasta hace poco se
le denominaba trasero – de Europa. Pero la católica
España no podía conformarse con la triste posibili-dad
de haber recibido el cristianismo de algún di-scípulo
anónimo de los apóstoles de Jesús. No, ¡por
favor!, tuvo que ser uno de los doce y el más farruco
y militaroide de todos, Santiago Matamoros, quien
evangelizó al Faro de Occidente. Y puesto que Jesús
ya había ascendido a los cielos, vino en persona la
Virgen María para ratifi carlo en tan santa empresa
y reconfortar su ánimo atribulado por la cazurrería
de los iberos, apareciéndose sobre un pilar a la orilla
del Ebro en la noche del 2 de enero del año 40 D.C.
(GAZ, 31).
El ejemplo (36) constituye un enunciado irónico que
vehicula un signifi cado implícito interpretable como men-ción
ecoica: no recurre solo a mecanismos presuposicio-nales
(como las descripciones defi nidas, p. ej. sus tercos
pobladores, la cazurrería de los iberos), sino que implica
la mención o repetición de una opinión contraria conside-rada
inadecuada (Ruiz Gurillo, 2006: 121-135). En este
caso, el blanco de la burla desacralizadora son los tópicos
de la tradición católica española, con su altisonancia alia-da
de los antiguos delirios imperialistas (No, ¡por favor!,
tuvo que ser uno de los doce y el más farruco y militaroide
de todos, Santiago Matamoros, quien evangelizó al Faro
de Occidente), que se dan de bruces con la presupuesta
ignorancia de los iberos y con lo que fue el papel real de
España en el mundo según el autor (hasta hace poco tra-sero
de Europa). Este uso interpretativo del lenguaje es
posible gracias al entorno cognitivo compartido (que da
por sentada una sensibilidad laica) y gracias al rasgo co-loquializador
de la relación vivencial de proximidad (Briz,
1996: 31), mediante el cual el emisor procura involucrar
a su destinatario (§ 2). La evocación de la opinión contra-ria
representa, por tanto, un estímulo altamente ostensi-
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vo para el lector, quien interpreta el implícito apelando a
la presunción óptima de relevancia del enunciado en su
contexto discursivo (Sperber / Wilson, 1978). Desde la ver-tiente
de la teoría de la polifonía (Ducrot et alii, 1980, Du-crot
1986), el locutor presenta aquí su enunciación como
la expresión de un punto de vista de un enunciador E del
cual se distancia, de manera que el locutor se responsa-biliza
de la enunciación, pero no de la voz de la tradición
católica, objeto de mofa. La actitud de los autores frente al
catolicismo se refl eja también en la sección descriptiva de
la guía, dedicada a la visita, donde prevalece un tono im-personal
de falsa objetividad (Santulli, 2009b: 116-119),
caracterizado por un uso partidario de la adjetivación.
En general, en la descripción de los monumentos de la
cristiandad prevalece un vocabulario axiológico positivo
(Kerbrat-Orecchioni, 2004: 140-143) que exalta la calidad
artística y el tamaño de las piezas:
(37) Sobre el Altar Mayor y acrecentando la grandiosi-dad
del conjunto se contempla la cúpula central de la
basílica, decorada al fresco […] (GAZ, 76)
(38) El retablo del Altar Mayor es un impresionante con-junto
de alabastro labrado en proporciones mastodón-ticas
[…] (GAZ, 79).
No obstante, no son nada raros los adjetivos implíci-tamente
negativos que refl ejan un punto de vista crítico
acerca de los excesos del arte barroco, entre los cuales
destaca, en orden de frecuencia, abigarrado. Los autores
focalizan su juicio estético en el derroche de elementos
embriagadores para la vista, que aparecen tematizados,
relegando en segundo plano el efecto de compensación
axiológica:
(39) Iglesia de San Carlos Borromeo […]. Encierra un
delirio de imágenes, escorzos, volutas, oropeles, co-lumnas
salomónicas … todo ello tremendamente abi-garrado.
La vista se extravía entre tanto ornamento.
Una “barroquísima exageración”, pero sin duda bella
y de trabajosa factura (GAZ, 88).
Otro adjetivo que entraña un juicio intrínsecamente
negativo es grandilocuente:
(40) Catedral del Salvador (La Seo) […] El conjunto
es de proporciones mucho menores a la grandilocuen-te
Basílica del Pilar, aun siendo mayor su riqueza
estilística (GAZ, 79).
Asimismo, al mencionar las numerosas tradiciones
relacionadas con el culto de la ‘Pilarica’, la actitud del
emisor no manifi esta ninguna implicación emotiva. De
esta manera, el autor asume el papel de antropólogo,
quien se limita a observar datos etnográfi cos desde una
perspectiva externa, aunque al fi nal no renuncie a intro-ducir
formas evaluadoras, p. ej., el adjetivo peculiar:
(41) Otra [tradición] es el beso al “pilar” que, en realidad,
no es un pilar sino una columna sobre la que se apare-ció
la Virgen y que ha permanecido en el mismo lugar
desde aquella legendaria madrugada. Un fragmento
de la columna puede verse y besarse a través de un
pequeño ventanuco […] Gentes de todas las edades,
sexo y condición acuden a depositar un beso sobre tan
peculiar objeto de culto (GAZ, 74).
Dicha actitud ante la tradición católica explica por
qué los autores, aun reconociendo el inestimable valor
artísticos de los monumentos religiosos zaragozanos, no
se extienden nunca en recomendaciones y dejan al desti-natario
la elección de detenerse o no delante de una pieza:
(42) [Retablo del altar mayor de la basílica]. Una deli-cia
para los amantes de la escultura, también para
aquellos que tengan tiempo y ganas de escudriñar las
escenas esculpidas para averiguar su sentido (GAZ,
76).
Conclusiones
La Guía Azul de la editorial Gaesa, heredera de la tra-dición
y del prestigio cultural del Guide Bleu de Hachet-te,
se confi gura como producto híbrido, a medio camino
entre la guía culta y la guía práctica. Los mecanismos
lingüísticos que actúan en el texto contribuyen a confi gu-rar
la ‘escena de enunciación’ (Maingueneau, 2007), es de-cir,
el mundo que se defi ne mediante el acto enunciativo,
que se concretiza en la imagen de Zaragoza ofrecida por
los autores. Analizando el posicionamiento de los actores
implicados en la enunciación (o escenografía), se entrevé
la identidad discursiva del autor colectivo, quien renun-cia
al tono didáctico e impersonal para tejer una relación
empática y simétrica con su lector modelo, un visitador
joven, dinámico e informado, de cultura laica y capaz de
confeccionar su itinerario en autonomía.
La identidad zaragozana que surge de tal puesta en
escena se negocia en el texto durante la interacción y
estriba en la memoria discursiva compartida (Paveau,
2005), a saber, en marcos prediscursivos colectivos – co-nocimientos
enciclopédicos, creencias y mitos – propios
de la cultura española. El análisis realizado, además de
comprobar una atenuación del propósito didáctico y proce-dural
de la guía en cuestión, ha puesto de relieve la íntima
relación entre la memoria discursiva y algunas formas de
la comunicación implícita, como las presuposiciones in-formativas
usadas con una fi nalidad persuasiva (Sbisà,
2007) y los enunciados irónicos, interpretables como casos
de mención ecoica de enunciados previos (Sperber / Wil-son,
1978), de los que el emisor pretende distanciarse. Las
evidencias textuales permiten destacar una clara evolu-ción
en el repertorio de mitos que sustentan el andamiaje
ideológico de la Guía Azul desde 1957, fecha en la que
Barthes publicó su famoso ensayo, hasta nuestros días.
De hecho, los aspectos pintorescos del paisaje español y la
celebración del espacio arquitectónico ocupado solo por los
monumentos de la cristiandad – totalmente al margen de
su geografía humana – ceden la escena a una visión laica
y localista del territorio, poblaba por los mitos del autogo-bierno
y por el síndrome de la ‘periferia’ históricamente
vejada por el poder central. En este nuevo sistema de si-gnifi
cación, el componente humano asume un papel más
central y la tradición cristiana se convierte en el blanco de
críticas indirectas, cuando no de auténtico escarnio.
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Notas
1 De ahora en adelante, la cursiva en los ejemplos es mía, mien-tras
que la negrita fi gura siempre en el original.
2 Información tomada del portal Wikipedia, en la dirección http:
//es.wikipedia.org/wiki/Grupo_Anaya (12/11/2011).
3 No parece una coincidencia que la dirección internet de ‘Guías
Azules de España’ sea www.guiazuldeltrotamundos.es
4 La conocida oposición antinómica entre turista – identifi cado
con el denostado turista de masas – y viajero – protagonista
activo y autónomo de la experiencia del viaje – (Calvi, 2011:
11) ha sido sometida recientemente a una revisión que ha di-fuminado
las fronteras entre los dos conceptos. Al parecer, en
este ámbito discursivo el término turista se va despojando de
las connotaciones negativas que constituyen una herencia deci-monónica
y se carga de otros matices diferenciadores que, por
adjetivación, atribuyen nuevos rasgos positivos y diversifi can
la identidad del turista en infi nitas tipologías, como “turista re-sponsable”
o “turista concienzudo” (Antelmi, 2010: 41; Calvi,
2011: 12).
5 El concepto de ‘escenografía’ empleado aquí fue desarrollado
por Dominique Maingueneau, quien lo defi nió como ‘puesta
en escena de la enunciación’ que justifi ca y legitima la inser-ción
del autor en la narración literaria (véase Maingueneau,
2004 : 70-223).
6 Siguiendo la tradición gramatical (véase RAE 2010: 428), se
usa el verbo cantar a modo de comodín para identifi car fácil-mente
el tiempo verbal, distinguiendo las formas del pretérito
imperfecto de subjuntivo en – ara y en – ase/–ese.
7 El empleo del pretérito imperfecto de subjuntivo en - ara como
tiempo pasado de indicativo (sobre todo como pluscuamper-fecto
de indicativo) se debe al valor etimológico de cantara
(< lat. cantaveram, ‘pluscuamperfecto de indicativo’) y sigue
siendo característico del español peninsular noroccidental,
conservándose, p. ej., en el sistema verbal del gallego. Véanse
Rojo y Veiga (1999: 2924-2927) para mayor profundización
en esta alternancia y en algunos usos marginales de formas
verbales simples.
8 De hecho, la forma cantara alterna con cantase – aunque con
menor frecuencia – en contextos parecidos de la mencionada
sección, p. ej.: “[Plaza de los Sitios] Está presidida por el Mo-numento
a los Sitios que realizara en 1908 Augustín Querol”,
“La estatua del emperador Augusto […] es una copia en bron-ce
del original que en 1940 regalara Mussolini a la ciudad de
Zaragoza” (GAZ, 86 y 77).
9 Según se indica en la portada interna de la guía que nos ocupa,
el texto fue escrito por un grupo de redactores formado por
Paloma Legrado Villafuertes, Ignacio González Orozco, Isabel
Aizpún, Enrique Yuste del Real. No se especifi ca, sin embar-go,
cuáles secciones fueron redactadas por quién.
10 Acuerdo establecido en 1412 por representantes de los reinos
de Aragón, Valencia y el principado de Cataluña para elegir
un nuevo rey, tras la muerte en 1410 de Martín I de Aragón,
quien no dejó descendientes ni a un sucesor designado. Supuso
la entronización de Fernando de Trastámara en la Corona de
Aragón.
11 En contextos eminentemente disfóricos, no faltan (aunque no
pueda decirse que abunden) los casos de compensación axiológi-ca
del negativo al positivo (Kerbrat-Orecchioni, 2004: 144),
que suelen ir introducidos por un conector contrargumentativo
(Montolío, 2001), p. ej.: “Un problema destacable en algunas
zonas como es el casco antiguo es el tráfi co que impide un paseo
sosegado y atento. Pero no hay que desanimarse en absoluto
por ello. Ni el tráfi co, ni los “delirios” posmodernos privan a
Zaragoza de su riqueza y variedad monumental y artística […]”
(GAZ, 53).
12 A este respecto, véanse también los estudios de Mapelli/Piccioni
(2011) y de Mapelli/Santos 2010 que profundizan en la mayor
personalización del discurso en las guías contemporáneas usadas
por los viajeros, que se apartan del modelo de la descripción
impersonal de las guías tradicionales (Santulli, 2009a: 104-105).
13 En los ejemplos que se ofrecen no se produce el así llamado
desembrague (débrayage) actancial que sí se realiza cuando se
seleccionan actos directivos con formulación impersonal, que
no implican directamente al destinatario. Dicho desembrague,
característico de la guía tradicional, desempeña una función
PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 10(4). Special Issue. 2012
Escenario discursivo y signifi cados implícitos en una guía...
ISSN 1695-7121
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pragmática, ya que esconde la fi nalidad pedagógica-impositiva
de la guía, relegándola a un segundo plano (Santulli, 2009a:
104).
14 Desde la perspectiva epistemológica preconizada por Eco
(1979), el destinatario más ingenuo de la guía reacciona como
el típico lector modelo de primer nivel. Este goza del texto en
cuanto dispositivo semántico y es víctima de las estrategias
del autor, quien lo va conduciendo a lo largo de una serie de
expectativas y previsiones. El viajero más avisado, en cambio,
recibe el texto como lector crítico de segundo nivel, siendo
capaz de disfrutar de los mecanismos seriales y de apreciar las
eventuales variaciones.
15 Como se sabe, estos presupuestos de fondo, compartidos por
los hablantes, se dan por sentados y no son cancelables por de-fi
nición. Por este motivo, la presuposición permanece aunque
se niegue el enunciado en el que aparece: Juan ha dejado de
fumar >> Juan fumaba; Juan no ha dejado de fumar >> Juan
fuma. La no cancelabilidad de las presuposiciones se debe al
hecho de que son implicaturas convencionales y no conversa-cionales
(Portolés, 2007: 130).
16 Presuponen la verdad de lo representado en la subordinada que
rigen, p. ej., “sintió mucho marcharse” >> “se marchó” (Kipar-sky
/ Kiparsky, 1971; Sbisà, 2007: 81).
17 Introducen una implicación lógico-pragmática acerca de la
subordinada que rigen (Karttunen, 1971 citado en Levison,
1983/1993: 188). Se diferencian en: 1) implicativos del tipo
A (lograr, conseguir, etc.), que presuponen que la subordinada
es verdadera si dichos verbos son afi rmados y falsa si son ne-gados
(logró/ consiguió llegar a tiempo >> llegó a tiempo; no
logró/ no consiguió llegar a tiempo >> no llegó a tiempo); 2)
implicativos de tipo B (evitar, impedir, etc.) que representan la
situación opuesta: suponen la verdad de la subordinada si son
negados y al revés (no evitó / impidió que su marido se fuera
de casa >> su marido se fue de casa; evitó / impidió que su
marido se fuera de casa >> su marido no se fue de casa).
18 Presuponen la existencia de un estado anterior diferente, en
el cual no se realizaba lo que predica la subordinada (Sellers,
1954 y Karttunen, 1973 citados en Levinson, 1983/1993: 189).
19 Presuponen que el hablante satisface las condiciones de éxito
del acto veredictivo que dichos verbos realizan, a saber, que es
competente con respecto de lo que juzga y que su criterio de
juicio es justo y verdadero (Fillmore, 1971 citado en Levinson,
1983/1993: 189; Sbisà, 2007: 65-66).
20 Presuponen la repetición de algo que se ha producido también
anteriormente (Sbisà, 2007: 69-70).
21 Las comparaciones y los contrastes incluyen también el caso
del superlativo relativo, sumamente presente en los textos
turísticos, que presupone la existencia de una pluralidad de
objetos, comparables según una propiedad determinada (La-koff,
1971 citado en Levinson, 1983/1993: 190-191; Sbisà,
2007: 79).
22 Tanto las frases escindidas como los elementos focalizadores
activan presuposiciones cuyos elementos léxicos aparecen en
la superfi cie del texto, aunque no como enunciados completos.
Es necesario un mínimo de restructuración para explicitarlas,
p. ej., Fueron los Aragoneses quienes se llevaron la victoria
>> Alguien se llevó la victoria.
23 La guía explica en qué consistió la desamortización de los bie-nes
eclesiásticos treinta y nueve páginas antes del contexto in-dicado.
Por razones de economía, la sección descriptiva presu-pone
que el lector comparte esa información histórica esencial.
En realidad, sin embargo, el turista común realiza una lectura
selectiva del texto y no procesa fácilmente la información que
no esté inmediatamente disponible en el cotexto.
24 Con respecto a las subordinadas concesivas, “se puede con-siderar
como presupuesto el contenido de todas aquellas que
no implican hipótesis contrafácticas claramente reconocibles
como tales” (Sbisà, 2007: 83).
Recibido: 8/1/2012
Reenviado: 16/2/2012
Aceptado: 20/2/2012
Sometido a evaluación por pares anónimos