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Opiniones y ensayos Desarrollo turistico: de la etica de los principios a la practica del turismo responsable. Mg. Juan Carlos Mantero* Universidad Nacional de Mar del Plata Resumen: La presente contribución aspira a presentar una serie de reflexiones, producto de la diversidad de actividades que confluyen en la responsabilidad universitaria: la investigación y la docencia, la transfe-rencia y la consultoría, en el ejercicio cotidiano de los modos del conocer: la teoría, la crítica y la práctica respecto del devenir de la actividad turística. Tales reflexiones, planteadas en el transcurso del tiempo, se centran en la consideración de diferentes cuestiones relevantes de la problemática turística que pueden identificarse en la dialéctica que postulan ciertas nociones: consumo y usufructo, crecimiento y desarrollo, global y local, acción y responsabilidad y que en el ejercicio de la actividad implican postular los principios que generen un turismo diferente y mejor. Palabras claves: turismo, desarrollo, ética, responsabilidad Title: tourism development: from the ethical principles to the responsible exercise of tourism Abstract: This contribution aims to present a series of reflections, due to the diversity of activities that shaped our university responsibility: research and teaching, transfer and consulting in the daily exercise of the ways of knowing: theory, review and practice regarding the future of tourism. These reflections, arising in the course of time, focus on the consideration of different issues relevant in the tourism problem that can be identified in the dialectic that posit some notions: consumption and enjo-yment, growth and development, global and local action and accountability and in the conduct of business apply the principles imply that generate tourism different and better. Keywords: tourism, development, ethics, responsibility. * Arquitecto graduado en la Universidad de Buenos Aires, Diplome d’ Etudes en Desarrollo Integral y Ordenación Territorial en el IRFEDH de Paris y Magister en Gestión Ambiental del Desarrollo Urbano de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Director del Centro de Investigaciones Turísticas de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata, a partir de 1992. Director de la Maestría en Desarrollo Turístico Sustentable, acreditada en CONEAU, a partir de 2005. Profesor Titular de Política Turística y Recreativa, de Planificación del Turismo y la Recreación y de Investigación Aplicada al Turismo. E-mail: jcmantero@yahoo.com.ar Vol. 11 N.º 1 págs. 217-227. 2013 © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Revista de Turismo y Patrimonio Cultural PAS S www.pasosonline.org PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 218 Desarrollo turistico: de la etica de los principios a la practica del turismo responsable. 1. Prólogo La expansión de la actividad turística en Argen-tina y la consecuente significación que adquiere en relación al devenir socio cultural de habitantes y visitantes, de próximos y distantes, cuanto la gené-rica expectativa y la sensible inquietud respecto de sus alcances e implicancias, nos induce a actualizar reflexiones realizadas y ya comunicadas en ámbito universitario, tributarias de aquellos que se identi-fican al ser citados y que justifican su más reciente y amplia puesta en difusión. Aquellas comunicaciones que se estiman vigentes asumen la dimensión ética y la dimen-sión formativa de la actividad turística en su relación con el desarrollo y la aspiración de res-catar el sentido personal y social de la actividad turística en nuestros países y su trascendencia a través de los flujos generados más allá de lími-tes y fronteras. Frente a la multiplicación de documentos que aspiran a incidir en la práctica del turismo a partir de normas y directrices destinadas a los incluidos en los beneficios de la actividad, en tiempos de auspicio de conductas innovadoras y de arraigo de conductas establecidas, se estima oportuno ratificar y actualizar una secuencia de reflexiones que trascienden la concepción de la ética en relación a la actividad turística, al asumir la realidad en su integridad y el desar-rollo en su concepción integral, y así incluir a los excluidos de la actividad, no por ello menos destinatarios de los potenciales beneficios de la actividad turística y recreativa. No se trata tan solo de evitar la presencia de satisfactores patológicos de las aspiraciones turísticas, citados con recurrencia en las delibe-raciones institucionales al remitirse a las trans-gresiones éticas, tal como suelen presentarse en la OMT, cuanto de ponderar la presencia de la actividad en el territorio y su incidencia en la sociedad promoviendo satisfactores plausibles y sinérgicos que, disuadiendo y excluyendo perjui-cios, multiplique beneficios para la afluencia que se traslada cuanto para la sociedad de acogida. En tal sentido, es pertinente advertir que los flujos del turismo de nuestros días pueden per-mitir prospectar los flujos de la migración futura y, aunque el tema resulte de consideración dife-rida, no es obviable ratificar la incidencia que los valores juegan y han de jugar en la relación entre las personas y la confluencia y la conviven-cia en sociedad. Singular apreciación merece la creciente fluidez de la actividad turística en los países del sur de América y no menos incidencia adquieren aquellos factores que inciden en el ejerció de una práctica turística responsable. 2. Introducción La presente contribución aspira a presen-tar una serie de reflexiones, producto de las actividades que confluyen en nuestro quehacer universitario: la investigación y la docencia, la transferencia y la consultoría, en el ejercicio cotidiano de los modos del conocer: la teoría, la crítica y la práctica respecto del devenir de la actividad turística. Tales reflexiones se centran en la considera-ción de diferentes cuestiones relevantes de la problemática turística que pueden identificarse en la dialéctica que postulan ciertas nociones: consumo y usufructo, crecimiento y desarrollo, global y local, acción y responsabilidad. El discurso persuasivo y a‑crítico del aporte al crecimiento por parte de la actividad turís-tica con prescindencia de sus implicancias res-pecto del desarrollo plausible de la comunidad, requiere una necesaria reflexión a propósito del turismo que se propicia, el desarrollo que se aus-picia y la responsabilidad que se asume. A tal reflexión aspira a contribuir el breve ensayo que se presenta a consideración. La reflexión es tributaria de aquellos que con precedencia se han ocupado del tema cuya con-tribución ya se reconocía en la identificación de la problemática y en la concepción de los temas en el aporte realizado a mediados de la década (Mantero 2005) y que en el presente se ratifica y actualiza sin resignar lo perdurable de los valo-res asumidos. De tal modo, la problemática se desarrolla en un secuencia que comprende los temas a nuestro criterio relevantes: turismo y usufructo, devenir: crecimiento y desarrollo, territorio: globalidad y localidad, desarrollo local: oportunidad y desafío, la potencialidad ética del turismo y responsabili-dad: ética y desarrollo, sin omitir in‑conclusiones de un planteo que propicia aperturas y proyec-ciones. En tal sentido, el epílogo para latinoa-mericanos plantea la significativa incidencia que la concepción ética del desarrollo turístico que adquiere en procesos de integración regional. 3. Turismo: consumo y usufructo El devenir de la actividad turística ha impli-cado aproximaciones sucesivas tendientes a defi-nir sus atributos y alcances que en la definición de la OMT se expresa una visión genérica con pretensión universal: “el turismo comprende las actividades que realizan las personas durante sus viajes y PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Mg. Juan Carlos Mantero 219 estancias en lugares distintos al de su entorno habitual, por un período de tiempo consecu‑tivo inferior a un año con fines de ocio, por negocios y otros.” Tal definición pareciera agotarse en el des-plazamiento espacial en una fracción de tiempo, reduciendo su alcance a las actividades gene-radas por el flujo de las personas a diferentes lugares. La definición da cuenta de la actividad con prescindencia de la finalidad, de la función con prescindencia del sentido, que en considera-ción de unos hace del turista un número (seme-jante al ticket de su traslado) y en consideración de otros hace del turismo el equivalente de un itinerario (semejante al trayecto de un misil). estro criterio y en función de una mejor com-prensión de la actividad es menester asumirle como una práctica social signada por el tiempo libre que, en definición de Frederic Munné, per-mite dar cuenta del sentido: “el tiempo libre es aquel modo de darse el tiempo personal que es sentido como libre al dedicarlo a actividades auto‑condicionadas de descanso, recreación y creación para compen‑sarse y, en último término, afirmar la perso‑nalidad individual y socialmente.” En tal contexto es apropiado definir al turismo como oportunidad de uso y goce del tiempo libre que trasciende la operación de desplazarse y la excluyente consideración económica. En conse-cuencia optamos por definir la actividad turís-tica en el tiempo libre: “desplazarse para descansar, recrearse y cre‑arse: el descanso: la oportunidad de la disten‑sión, la recreación: la ocasión del encuentro, el juego y la aventura, la creación: el tiempo de hacerse a si mismo, haciendo sociedad.” Al construirse en la actividad, se construye una práctica social, que más allá de lo efímero y de lo fugaz, conforma un tiempo social diferente: tiempo de usufructo, de uso y fruición, de descu-brir, de conocer y de darse a conocer. La definición planteada no excluye aquella noción de la OMT sino que le incluye y tras-ciende, al plantear que la actividad turística se inscribe en el ámbito social, sin perjuicio de su inscripción probable en el ámbito económico, ámbito que no agota su realización en términos de mercado, al reivindicar el incluyente valor de uso respecto del excluyente valor de cambio que se reconocen en la actividad. La más plena comprensión de la actividad implica rescatar la persona que se oculta en el turista, trascender del consumidor al usuario, del mercado a la sociedad. El alcance de la defi-nición se aprecia al advertir que la demanda no se agota en la oferta, sino que las necesidades y las aspiraciones de las personas realizables en tiempo libre exceden las demandas reconocidas y tipificadas, los ocio‑tipos de consumidores, y los satisfactores y las actividades exceden las ofertas instituidas y tipificadas, los merco‑tipos de productores. Las aspiraciones y los usos de las personas en un contínuo proceso de innovación en las prác-ticas sociales en tiempo libre, en la espontánea finalidad de generar una más plena satisfac-ción en el descanso, la recreación y la creación, irrumpen de un modo incesante en la sociedad, acreditando y propiciando la presencia de satis-factores originales e inéditos, gradualmente asu-midos por el mercado a través de emprendedores sensibles e innovadores. Cuenta del proceso incesante de innovación social y de asimilación productiva puede apre-ciarse en la aventura como aspiración y activi-dad de personas inquietas y creativas en uso y goce de su tiempo libre, generando una genuina práctica social que el mercado hace suyo a tra-vés de emprendedores, institucionalizando el producto turismo de aventura, articulación de recursos y servicios que procuran responder al ocio‑tipo del turista de aventura con el merco‑tipo de la oferta de aventura. La dialéctica usufructo – consumo que subyace en la actividad turística nos permite reivindicar la primacía de la satisfacción de la persona en el uso del tiempo libre respecto de la prioritaria utilidad en la prestación del servicio que contribuye a su realización. En tal sentido, es menester apreciar la pluri – dimensionalidad de la actividad y la pluri – utilidad aspirada por el turista en el uso y consumo de los servicios: funcional, significativa y vivencial. Si la satisfacción de la persona en la interac-ción de visitante y habitante resulta constitu-tiva en la disposición y aspiración turística, la dimensión social que adquieren flujos y acogidas que se verifican en la actividad permiten afir-mar el tiempo social que en el descanso, la recre-ación y la creación comparten unos y otros. Rei-vindicar el tiempo social cuya secuencia alterna ocio y negocio permite comprender la necesaria reciprocidad que en la periódica confluencia su práctica promueve en las conductas de sus pro-tagonistas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 220 Desarrollo turistico: de la etica de los principios a la practica del turismo responsable. 4. Devenir: crecimiento y desarrollo El devenir de la actividad turística y las expectativas suscitadas en torno a las utilidades y los beneficios generados trona necesario refe-rirse a un tema que le trasciende y obviamente le incluye y que radica en la problemática defi-nida por las nociones de crecimiento y desarrollo. Constituido en slogan y en ideología la con-cepción del progreso indefinido del siglo XIX y del crecimiento sostenido en el siglo XX, susten-tadas y acreditadas en el contínuo incremento de los bienes y servicios y incesante aumento del volumen de negocios, producto de las mutacio-nes producidas en la tecnología y en la econo-mía, encubren la incierta contribución de bienes y servicios producidos, apreciados e imputados respecto del ser humano y del ser social, y la inequitativa distribución de las utilidades y los beneficios generados, incluso internalizando sus beneficios en la empresa y externalizando sus costos en la sociedad. (Mantero 2004) La noción del crecimiento se transparenta en la expresión de Castoriadis ... más y más grande ya no equivalen a diferente y el más se vuelve cualitativamente indiferente ... un incremento de producto bruto no implica diferencia cualitativa del estado precedente, tanto incide la producción de armamentos cuanto la producción de alimen-tos, incremento de magnitudes con prescinden-cia de su contribución a la satisfacción de las necesidades primordiales, identificables con el desarrollo de las facultades de la persona y las potencialidades de la sociedad. Tal concepción alcanza con frecuencia a la actividad turística y se advierte cuando el desarrollo (de la afluencia y de la comunidad) se confunde con el crecimiento y el crecimiento con aquel que reportan las estadísticas de afluencia (personas, ingresos, inversiones), ponderando el desarrollo a partir de la premisa del más es mejor, apelando a las estadísticas para persua-dir de los beneficios de la actividad, con prescin-dencia de sus alcances. No menos significativo es advertir los efectos indeseados producidos cuando se proponen tecnologías impropias o ina-propiadas en relación a la actividad. El crecimiento extraviado exclusivamente en lo cuantificable, se dirige hacia el más y más, que no necesariamente significa hacia el bien y mejor, postulado por la seducción de las magni-tudes, adoptando los indicadores que en su espe-cificidad encubren sus limitados alcances socia-les y las distorsiones ambientales con frecuencia producidas. El desarrollo tiene implicancias y postula valores que trascienden al mero crecimiento: ... el desarrollo es un problema de civilización y la civilización es un estado de la sociedad que garantiza a todos el máximo de facilidades para más valer en la elocuente expresión de J.‑L. Lebret al plantearlo, ya en su momento, como un problema de valorización de los hombres en un régimen de economía humana y de desarrollo integral equi-librado, el tránsito de una fase menos humana a una fase más humana, indivisible respecto de la persona e incluyente respecto de la sociedad, al ritmo más rápido posible y al costo menos ele-vado, que varias décadas después, y no menos paradigmas, reivindicarán las concepciones del desarrollo a escala humana, sustentable, soste-nible, responsable. Auténtico desarrollo cuyos atributos se con-signan en términos de finalidad (al trascender el mejor estar y procurar el más ser, el más valer), congruencia (en la interacción de la diversidad de dimensiones y utilidades culturales), con-tinuidad (en su tránsito del ayer al mañana), auto‑propulsividad (en su garantía de impulsión motriz), indivisibilidad (en su inclusión e inte-gración social). Tal concepción se torna necesaria cuando se plantean procesos de puesta en acción y en desarrollo de la sociedad, donde diferentes insti-tuciones, incluso la Universidad, se constituyen en agente de promoción y desarrollo, sea en la formulación de proyectos integrales, sea en proyectos que remiten al diagnóstico y la pro-posición respecto de una actividad singular, tal el caso de la actividad turística, donde la con-tribución a su puesta en valor o en desarrollo turístico es menester que trascienda el recurso, el producto y el destino, se centre en lo primor-dial: la persona (usuario, habitante y visitante) y la sociedad (local y global). (Mantero. 1997) El turismo, evocado y apreciado casi exclu-sivamente en su dimensión económica, puede y debe contribuir al desarrollo integral, de todo el hombre y de todos los hombres involucrados y concernidos en la actividad, de acceder : –– de la imagen a la realidad –– de la oferta a los satisfactores y posibilidades –– de la demanda a las necesidades y aspiracio-nes –– de la comercialización a la articulación y la cooperación –– de la meta de crecer al proceso de desarrollar Construir turismo supone provocar flujos y generar destinos a través de concebir productos atrayentes que consulten las diferentes aspira-ciones y propicien las más diversas actividades PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Mg. Juan Carlos Mantero 221 que les compensan y tal finalidad tiene para el convocado y el convocante el desafío de trascen-der los estereotipos de la imagen, de la oferta, de la demanda, de la comercialización y del cre-cimiento reproductivo. La secuencia realidad – producto – imagen supone instancias comunicacionales de persua-sión y convocatoria que con frecuencia producen distorsiones a través de la difusión de imágenes que desvirtúan el producto y de productos que ficcionalizan la realidad, por inconciencia y/o negligencia de los agentes y operadores turísti-cos con el correlato de defraudar las expectati-vas y de producir insatisfacción en el turista. La demanda y la oferta estereotipadas de consumos turísticos reducen las necesidades y los satisfactores de la actividad turística al con‑sumo – tipo de objetos – tipo que realizan sujetos – tipo, con prescindencia de la multiplicidad de opciones que se expresan a través de la diversi-dad de sujetos singulares susceptibles de satisfa-cerse mediante objetos diferentes. La aspiración del turista no se limita a lo inmediato de la actividad realizada y a lo básico del servicio requerido, objeto tipo de consumo, sea trasladarse en el transporte, alojarse en el hotel, alimentarse en el restaurante o distraerse en la recreación, sino que comprende las calida-des y las utilidades ambientales, significativas y vivenciales propias de una más plena satis-facción, acorde el nivel aspirado y el costo asu-mido, ya que en tanto persona y usuario excede el sujeto tipo de consumo, pasajero, huésped o comensal, y aspira a usufructuar de una expe-riencia integral. La comercialización se concibe con frecuencia en acciones que o bien se limita a introducir una mera instancia de información y comuni-cación entre el demandante y el oferente, tal el pequeño agente de viajes, o se excede a instalar una deliberada instancia de sustitución de uno y de otro, al definir y promover el objeto tipo de consumo mediante una reducción tipológica de la diversidad de unos y otros, tal el mega ope-rador turístico. De uno u otro modo, más allá de estudios de mercados invocados, se empaquetan demandas y servicios en productos susceptibles de oferta que, con similar frecuencia, reducen las oportunidades del oferente y las opciones del turista. Menos frecuente es apreciar la mediación necesaria, en su sentido mas eficiente de gene-rar cauces mas fluidos y apropiados a la nece-sidad de informarse y a comunicarse entre demandantes y oferentes, sin mengua de las aspiraciones de los unos y de las proposiciones de los otros, en alternativa que rescate la flexibi-lidad de la comercialización directa y el alcance de la comercialización indirecta 5. Territorio: globalidad y localidad En estudios y comunicaciones realizadas se ha procurado plantear la relevante incidencia que adquiere la tensión de lo global y lo local en relación al turismo, consecuencia de un impacto mas incluyente del proceso de globalización cuando se desarrolla a expensas del necesaria-mente dialéctico proceso de localización. Resultan sugerentes, en tal sentido, las reflexiones y advertencias de Bernard Vachon cuando da cuenta de los procesos de exclusión y des‑vitalización implicados en el devenir actual de las relaciones económicas y sociales entre los países y las gentes según sea su inserción en las tendencias actuales del crecimiento económico y del desarrollo tecnológico. Impacto cuya inciden-cia excede las posibilidades de los países y de las gentes signadas por condiciones de vulnerabili-dad social y económica. La inclusión – exclusión que se opera en el territorio se consuma y se advierte en la contrac-ción del espacio para la producción, la concentra-ción del crecimiento inducido y la esclerotización de las mentes políticas, en tanto la producción se dispone en el territorio en función de su eco-nomía, con indiferencia respecto de implicancias sociales, el crecimiento producido tiene destina-tarios en sectores de los países de las economías promotoras y la concepción política de unos y otros países declina responsabilidades ante el asimétrico devenir de benéficos y perjuicios de una globalización desbocada. El correlato de la exclusión es la des‑vitalización que bien define B. Vachon al expresar: la des‑vitalización de una comunidad se genera cuando: se la despoja de su vitalidad demográfica, económica y social por su exclusión de los espacios del crecimiento económico y de las consecuentes repercusiones en el ámbito de los servicios, de los equipamientos y del bienestar. La des‑vitalización refuerza el ciclo perverso de carencias que generan carencias en proceso recurrente de creciente incidencia en la comu-nidad que pierde los atributos mínimos y nece-sarios para afrontar el proceso de degradación diluyendo las energías requeridas para garanti-zarse un umbral apropiado de equilibrio y des-pegue que permita la gradual reversión de la situación planteada. Ya en la década del 60, J.‑L. Lebret y J.‑M. Albertini planteaban los mecanismos del sub desarrollo que décadas sucesivas de crecimiento PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 222 Desarrollo turistico: de la etica de los principios a la practica del turismo responsable. de la economía han obviado con resultados que permiten apreciar efectos asimétricos, efectos que no obstante ser indeseados se han tornado casi sustanciales en la modalidad de crecimiento adoptado. En tal sentido, el proceso del devenir de la actividad turística, de intenso crecimiento en tal período, no es ajeno a similar impacto territo-rial, en tanto se sustenta de la aptitud emisora de territorios desarrollados y se apropia de la aptitud receptiva de territorios no desarrollados, sede de atributos naturales y culturales diferen-tes promovidos en el territorio imaginario de las opciones turísticas. La diferencial disposición emisora y receptora de los países en tal sentido se advierte también en la diferencial disposición turística en cada uno de los países, reforzándose así la tendencia descripta, encauzando los beneficios atribuidos a la actividad turística a partir del imperio de la demanda o de la mediación de los agentes y operadores que la canalizan. A nivel social y económico de los países y de las gentes concernidos, excluidos y des‑vitalizados, es menester asumir el alcance político de la dimensión territorial y procurar el despegue a partir de la generación de procesos de inclusión y revitalización que permitan la reversión gradual y sostenida que posee en el desarrollo local y regional una opción apropiable. El desarrollo local excede la referencia a la posición en el espacio y remite a la localización en el territorio de las actividades... el desarrollo local es producir y consumir de modo tal que las actividades de producción y consumo con‑tribuyan a mejorar la calidad de las relaciones sociales... relaciones que se generan y se poten-cian cuando se comparte una definida vocación territorial a escala humana. Si algo hace diferir del eufemístico desar-rollo global y define intrínsecamente el desar-rollo local es su ajuste a las características y singularidades de cada territorio y comunidad, en tanto es una estrategia cuyos promotores y actores son los destinatarios, que integra aper-turas e innovaciones en las prácticas conocidas y que permite actuar en tiempos apropiados a las aspiraciones planteadas. Sin perjuicio de la necesaria condición de dis-poner de atributos naturales y culturales, apro-piados para la actividad turística que le singu-laricen, la posibilidad de hacer del turismo una actividad de inclusión territorial y de re‑vitaliza-ción social, radica en su concepción a partir de local en función de lo global. Más allá de proba-ble y viable, se trata de que los otros afluyan al destino generado y proyectado pensado por los convocantes ya localizados y no tanto al destino concebido por terceros que se benefician de unos y otros, probablemente a expensas de los benefi-cios del habitante a globalizar y de las expecta-tivas del visitante a localizar. El turismo se sustenta en flujos entre orígenes y destinos y, aunque los flujos que se identifican y cuantifican son las personas que se trasladan, los flujos que le sustentan son los mensajes que comunican orígenes y destinos, habitantes – visi-tantes, visitantes – habitantes, trascendiendo la expectativa promovida en el discurso político y en la prescripción publicitaria, Si en términos de desarrollo local se reivin-dica la premisa de pensar global actuar local, planteada por Jordi Borja en no pocas de sus contribuciones, a nuestro criterio en turismo, atento la interacción y la dialéctica que le hace posible, le compete más pensar global actuar local – pensar local actuar global, en tanto in‑vocar el atributo local de destino supone con‑vocar al destino global, sin obviar las singulari-dades que permitan articular el atributo propio con la aspiración ajena. En consecuencia, al propósito de desarrollo turístico local le compete hacer suya la consigna dialéctica: pensar global actuar local – pensar local actuar global, en tanto el atributo local del habitante adquiere valor global en función de la presencia del visitante. 6. Desarrollo local: oportunidad y desafío Si algo define la potencialidad que adquiere el desarrollo local para el territorio es la pluri‑ dimensionalidad de su concepción, de su realiza-ción y de su proyección, en tanto implica, invo-lucra y articula espacio y sociedad y reivindica e integra dimensiones: territorial, social, econó-mica, política, cultural e integral, en síntesis, sistémica. Cada una de las dimensiones permite dar cuenta del atributo que el desarrollo local res-cata y plantea, atributos que se tornan indis-pensable a la ruptura del círculo vicioso de la exclusión y de la des‑vitalización y a la gene-ración de un ciclo virtuoso de la inclusión y la re‑vitalización. Al desarrollo local dichos atri-butos permiten plantearse un proceso resiliente, haciendo potencia de la carencia, proyecto de la necesidad, en procura de su satisfacción a partir de los recursos disponibles y concebibles. dimensión territorial el escenario dimensión social la integración dimensión económica la proyección PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Mg. Juan Carlos Mantero 223 dimensión política la participación dimensión cultural la identidad dimensión sistémica el tejido El turismo, más allá de lo publicitado, no necesariamente es factor suficiente de desarrollo local, aunque concebido y planteado a partir de tal concepción, puede constituirse en actividad convocante visto y atento su aptitud cierta de rescate de realidades y potencialidades subesti-madas. Reconocer el escenario en el territorio supone trascender su condición de soporte y de paisaje, apreciar la integración de la sociedad implica concebir inéditas y propicias articulaciones, entender la proyección de la economía significa apreciar su incidencia y alcance social, asumir la participación en la política indica comprender la energía que subyace en el consenso, comprender la identidad en la cultura nutre el sentido de pertenencia y compromiso, conformar el tejido de personas e instituciones rescata la entidad eficiente, producto de asociar e integrar. El turismo conforma una práctica social que se apoya en atributos naturales y culturales del territorio cuya puesta en valor les confiere cali-dad de recursos para el sustento de actividades y la generación de utilidades y beneficios a tra-vés de su uso y su goce, de su producción y su consumo. Utilidades y beneficios de visitantes y habitantes, en tanto su puesta en desarrollo resulte primordialmente del aporte endógeno de la comunidad local y de la endogeneización del aporte exógeno de la acción extra local. A tal fin es necesaria la presencia y la actu-ación de los actores locales y el rol protagónico del agente de desarrollo, el portador de aquellas propuestas que mejor capitalizan las oportunida‑des locales. 7. Responsabilidad: ética y desarrollo más ética es más desarrollo Bernardo Klicksberg La actividad turística no escapa a efectos indeseados y previsibles del impacto de las prácticas inadecuadas e impropias, producto de su espontánea expansión y su incontrolado cre-cimiento, en perjuicio de su integral desarrollo. Tal situación sustentada en la ingenuidad de las expectativas planteadas y en la obstinación de las realidades consumadas, no admite la inocen-cia de aquellos que tiene la responsabilidad de su devenir. Incluir la problemática turística en el con-texto de la ética no puede limitarse a la adopción de un código ético por parte de la Organización Mundial de Turismo que el concibe a partir del interés del sector sino que requiere su conside-ración en función del interés de la sociedad en propiciar la actividad turística como contribu-ción al más pleno, plural e integral desarrollo de las personas y de la sociedad. El Código constituye un standard de actua‑ción aceptable que ayuda a establecer y mantiene niveles de profesionalidad (Randall Upchurch 2000) prescribiendo conductas que debieran seguirse y aun de la referencia en códigos de ética medioambiental a reglas a las que se han de regir el desarrollo y/o la gestión del turismo … dirigidos a turistas, promotores, negocios, operadores y países (id) centrados en criterios y directrices destinados a afrontar y encauzar los impactos producidos o susceptibles de produ-cirse. Sin perjuicio de ello, es menester delinear los principios que rescatan la entidad de la natu-raleza y la sociedad en relación a las implican-cias e incidencias que con frecuencia producen las acciones del mercado y a las omisiones del estado, propiciando las conductas consecuentes. En tal sentido, Bernardo Klicksberg, a propó-sito de las implicancias de proyectos y realizacio-nes que invocan el desarrollo en nuestros países, señala urge construir un modelo de desarrollo integral, productivo y equitativo orientado por valores éticos básicos. Etica viene del griego ethos, lugar donde uno habita (lugar: primera naturaleza) y modo de ser (carácter, segunda naturaleza) y quien vive respetando y plenificando ese ethos así como el de las demás gentes lleva una vida ética, en elo-cuente expresión de Carlos Diaz Hernández. Actuar éticamente significa no sólo hacerlo con dignidad, sino con responsabilidad respecto de las consecuencias de su ejercicio, con compro-miso respecto de las situaciones planteadas, las actividades realizadas y las proyecciones gene-radas, con respeto por la naturaleza y la cultura que confieren sentido al devenir compartido. Valores éticos tales como la integridad, soli-daridad, la cooperación, la responsabilidad, actitudes tales que inspiren y contribuyan a un desarrollo plural e integral, en condiciones que concilien crecimiento y equidad, signan el perfil de una comunidad y la concepción y el devenir de la actividad turística no puede ser ajena a tales principios. De los efectos ambientales y culturales, socia-les y económicos, indeseables de la actividad turística dan cuentan diferentes estudios a pro-pósito de las modalidades adoptadas cuando se PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 224 Desarrollo turistico: de la etica de los principios a la practica del turismo responsable. privilegian alternativas de ocio ajenas a los valo-res primordiales o cuando la utilidad del turista o el beneficio de la empresa se realizan en per-juicio del habitante o en disvalor de la sociedad. La actividad turística no excluye las distor-siones que introduce la carencia de valores éti-cos cuando el turismo adopta modalidades que se realizan a expensas de la naturaleza o de la cultura degradando condiciones o atributos del ambiente, canalizando adicciones o generando espectáculos que afectan la dignidad de las per-sonas, en síntesis afectando creencias o valores de la comunidad, paradójicamente haciendo del lugar de destino sede de actividades impropias del lugar de origen. La alternativa se plantea entre la responsa-bilidad y la insolidaridad y ello adquiere sentido cuando es menester realizar las opciones que preceden a las decisiones y consecuentes accio-nes que, acorde reflexiones de Klicksberg, plan-tean arbitrajes al ponderar si las acciones: –– integran o desarticulan el territorio –– conducen a impactos regresivos o progresivos –– debilitan o fortalecen el tejido social –– propician la solidaridad o la insolidaridad –– encauzan o bloquean la proyección económica –– acreditan la eficiencia y la transparencia Si los valores éticos de los actores sociales claves son parte de los recursos productivos de un país, se impone plantearse la agenda de las cuestiones que es menester contemplar al plan-tearse el desarrollo y la contribución del turismo al desarrollo, contemplando: –– la coherencia de las políticas con los valores éticos –– la responsabilidad social de la empresa –– la eticidad de la función pública –– el fortalecimiento de las organizaciones volun-tarias –– el desarrollo de la solidaridad general sin perjuicio, en relación a la actividad turística, de asumir: –– la proyección plural e integral de la actividad –– la sustentabilidad cultural, social y económica –– la sustentabilidad ambiental en tiempo y espacio La ética nos interpreta y nos interpela en relación a nuestras acciones y realizaciones, en tanto a través de nuestras opciones damos y rendimos cuenta de los valores asumidos. La construcción de un turismo responsable es el modo de traducir los valores éticos en la acti-vidad específica, tal premisa no puede estar ausente del saber y del hacer turismo y ha de estar presente al concebir la política, al gestio-nar la acción, al usufructuar el recurso, al pres-tar el servicio, en fin no puede desconocerse que ejercer profesión es realizar valores. 8. La potencialidad ética del turismo Al producir un aporte para la formulación de un módulo de tiempo libre en un trayecto forma-tivo, luego de reconocer que si la escuela forma mejor para aprender a utilizar el conocimiento, adquirir una profesión interesante, devenir un ciudadano responsable, expresarse y comunicarse en la sociedad, cabría reivindicar que en tiempo libre se forma mejor para utilizar su tiempo, estar bien físicamente, ser creativo y pragmático, conocer la amistad y valorar la solidaridad, saber aquello que cuenta en la vida… en tiempo libre se produce la simultánea triple renovación de los valores sociales, en tanto cambia la rela‑ción con uno mismo, en tanto tiempo de auto‑nomía, cambia la relación con el otro, en tanto tiempo de convivencia, cambia la relación con la naturaleza, en tanto tiempo de aproximación a lo natural. (Mantero 2000) El turismo, definido por el desplazarse para conocer y conocerse en el descanso, la recreación y la creación, se torna formativo. Cualquiera sea el rol que en el conocer juegue la persona, sujeto cognoscente o sujeto conocido, si huésped o anfi-trión, si visitante o habitante. El turismo se sustenta en la naturaleza y en la cultura, se práctica por el individuo en la sociedad, permite confrontar el saber adquirido con el saber vivencial, conocer por inmersión en la vida, en la naturaleza y en la sociedad; a veces por el turismo institucionalizado, a veces a pesar del turismo institucionalizado, a veces por el tour, a veces a pesar del tour. Las unidades susceptibles de apreciación y puesta en valor turístico se identifican como recursos, recursos naturales y culturales, recur-sos rurales y urbanos, recursos tangibles e intan-gibles, lugares y aconteceres, gentes y paisajes. Sin embargo, para mejor gozar es necesario más saber y para mejor saber es necesario más gozar y el goce adquiere su más pleno sentido cuando realiza valores. En rigor nuestra actividad, la vida, nos incluye en el proceso de inter – comunicación, de inter – locución, de inter – acción, de com-prensión, donde alternativa, sucesiva o simultá-neamente somos emisores – receptores, actores – contempladores, productores – consumidores, en suma artífices, usuarios y destinatarios. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Mg. Juan Carlos Mantero 225 Tanto aquí donde nuestro territorio, nuestro paisaje y nuestra escena, se constituyen en país y nos define anfitrión, destino de la apreciación de los otros, cuanto allí donde el territorio de los otros, su paisaje y su escena, se constituyen en país, destino de nuestra apreciación. y nos define huésped, en vital y creativa alternancia al definir nuestro lugar de habitante o de visitante. Si es así, en nosotros anfitriones radica el darnos a conocer y por tanto tenemos que cono-cernos en nuestra identidad, conocer nuestro país, nuestro territorio, nuestro paisaje y escena, nuestra geografía y nuestra historia. Si es así, en nosotros turistas radica el disponernos a conocer y por tanto tenemos que conocer en la diferencia, conocer el otro país es conocer nues-tro país. En rigor una actitud ética nos impone cono-cernos para conocer, de aquí y de allá, en el habitar y en el visitar, hacer de la naturaleza y de la cultura destinos de nuestra mirada y com-prensión, y del otro objeto de nuestro respeto y apreciación. La ética tiene en la mirada del turista la posibilidad del aprendizaje y la vivencia de la naturaleza, de la cultura ajena, de la obra y del acontecer del hombre, en suma, acceder al objeto de las ciencias naturales y de las cien-cias humanas. La interacción turística propicia en la mirada del habitante la posibilidad de la enseñanza y de la vivencia de la naturaleza, de la cultura, de la obra y del acontecer, en suma, la opción de acceder al objeto de las ciencias naturales y de las ciencias humanas. Generar en el turista inquieto e interrogativo, al ser humano dialógico con la naturaleza y la cultura, la geografía y la historia, la persona y la sociedad, es, precisamente, atributo y consigna de la interacción entre turismo y re‑creación, entre re‑creación y turismo. Más aún, permite adquirir los saberes necesarios para vivir nuevos espacios en nuevos tiempos, aquellos que nos ha de deparar el futuro. 9. In‑conclusiones El propósito de generar o incentivar opciones turísticas instala necesariamente la cuestión del desarrollo, plantea a al agente de desarrollo y a la comunidad el desafío de asumirse y asumir los atributos que en su territorio acreditan la naturaleza y la cultura, para conocer, conocerse y darse a conocer, en la premisa de que proyec‑tar el destino exige saber para actuar. A nuestro criterio, contribuir al mejor deve-nir de la actividad turística implica compren-der que ubicar no es localizar y crecer no es desarrollar y entender que incluso en turismo el desarrollo local constituye modo idóneo de desarrollar y localizar, endogeneizando propo-siciones, acciones e inversiones interesadas en hacer objeto de producción y consumo los atri-butos de la localidad. La ética no es un discurso, la ética es una práctica social. La libertad implica ser respon-sable, creando ámbitos que posibiliten la acción e interacción conformes a valores que nos permi‑tan acercarnos cada vez más a todo lo que con‑sideramos necesario, conveniente o deseable, en atinada reflexión de Díaz Hernández. La cultura es el ámbito básico donde una sociedad genera valores y los transmite genera-cionalmente. De aquí en adelante, en elocuente expresión de Edgar Morín, el futuro se nomina incertidumbre... por tanto la educación se ve obligada a proporcionar cartas náuticas de un mundo complejo y en perpetua agitación y al mismo tiempo la brújula para navegar en él, en original proposición de Jacques Delors. El modelo de acción social implícito en nues-tra opción por el desarrollo local, en congruente y sugerente definición de J. García Roca se iden‑tifica con el arte de la navegación, que determina su trayecto en función de las señales que se perci‑ben en el propio camino, hay puerto (finalidades) pero no se sabe el camino... el saber nos da la cartografía, los valores constituyen la brújula, la acción nos exige inventar posibilidades que la realidad admite para mejor acceder al desarrollo plural e integral. Asumir la ética en relación al desarrollo turístico trasciende la concepción de la política y se torna premisa estratégica que propicia valo-res inclusión y re‑vitalización a través la puesta en curso y en cauce de la actividad a través de asumir las necesidades como potencialidades confiando la agencia de su devenir a los propios sujetos organizados, acudiendo a profesionales que asumen el problema o el desafío como pro-pio, apelando a un modelo de concepción y ges-tión social del desarrollo. 10. Epílogo para americanos del sur En tiempos en que los países de América del Sur plantean modelos nacionales de desarrollo económico con inclusión social, acordes a sus realidades en función de las aspiraciones y nece-sidades de sus pueblos, reivindicando para sí la definición de sus destinos y promoviendo simul-táneamente la integración de los países de la región en la aspiración compartida de propiciar PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 226 Desarrollo turistico: de la etica de los principios a la practica del turismo responsable. una fructífera interacción, el turismo adquiere una potencialidad que trasciende las fronteras signadas en otros tiempos como hipótesis de conflicto para conferirles sentido de espacios de articulación y cooperación. La unidad en la diversidad cuya instituciona-lización se postula en relación a la economía a fin de adquirir presencia regional a nivel global concita el interés prioritario de los estados y los mercados cuya realización solo podrá alcanzarse de postular en relación a la sociedad el interés primordial en su contribución a la calidad de vida de los pueblos involucrados. Asumiendo el turismo en su pluralidad dimensional se advierte que es una actividad que en un proceso de integración regional adquiere un sentido múltiple propósito ya que asumido en su dimensión económica no puede obviarse su dimensión social y la potencialidad trascendente que le confiere la apertura al dialogo de culturas generada en la interacción turística en la compe-tencia y en la cooperación. La recurrencia a restringir la visión de la actividad turística a los actores visibles de la operación y gestión de traslados y presencias reduce el sentido de los flujos de imágenes, men-sajes y personas generados entre las expresiones culturales de las sociedades en contacto sustento y nutriente de relaciones más trascendentes y perdurables, necesarias a la aspirada integra-ción regional. Permeabilizar fronteras y generar cauces a la fluencia de las personas ha de permitir asumir umbrales de integración sucesivos, en principio a través de territorios adyacentes de países limí-trofes capitalizando la contigüidad y más allá de lo inmediato a través de la conectividad delibe-rada a partir de las vías y medios necesarios y accesibles. Los espacios de la proclamada integración económica y en curso de los países del sur podrán articularse y tornarse sustentables en su interacción de mediar la fluidez y la inten-sidad de la convivencia actual y la confluencia futura de sus habitantes. Tal proyección es la que confiere un sentido más pleno y pertinente a la actividad turística requiriendo de sus prota-gonistas adoptar los valores que, en tiempos de globalidad que fracciona, asuman un umbral de localidad regional compartida. La relación estratégica entre los países del sur es simultáneamente natural, multidimen-sional y extravertida sustentada en la geografía y en los valores. La comunidad de valores tiene entre los países que han comenzado el proceso de integración además el sentido de una convocato-ria al resto donde la fluencia de las personas que se expresa en el turismo tiene la singularidad de una apuesta y la potencialidad de un desafío que trasciende circunstanciales asimetrías. En el gradual proceso de trascender del merco‑sur al socio‑sur confiere un significativo rol a los agentes públicos y privados del desar-rollo turístico en su aspiración y prospección de de impulsar una integración plausible y necesa-ria. Tal integración implica una opción compar-tida de los principios éticos, induciendo el ejerci-cio responsable de la actividad, generando una construcción inédita y perdurable. Bibliografía Albertini, J.‑M. 1967 Les mecanismes du sous‑developpement. Paris: Economie et Humanisme. Editions Ouvrieres. Arocena, José. 1995 El desarrollo local. Un desafío contemporá‑neo. Editorial Nueva Sociedad, Caracas. Balastreri Rodríguez, Adyr. “Patrimonio , territorio y emprendedorismo: pilares del desarrollo del turismo con base local”. Aportes y Transferencias, CIT. Univer-sidad Nacional de Mar del Plata 7 (2). Borja, Jordi – Castells, Manuel 1997 Local y global. La gestión de las ciudades en la era de la información. Taurus, Madrid. Díaz Hernández, Carlos. 2004 Pedagogía de la ética social. Para una for‑mación de valores. México: Editorial Trillas. Etkin, Jorge. 1993 La doble moral de las organizaciones. Los sistemas perversos y la corrupción institucio‑nalizada. Madrid: Mc Graw Hill. Kisnerman, Natalio. 2001. Etica, ¿ un discurso o una práctica social ? contribución Etica, ¿ para qué? Paidos. Bue-nos Aires, Tramas Sociales. Klicksberg, Bernardo. Más ética, más desarrollo. Temas Grupo Edito-rial Buenos Aires, Argentina. Garcia Roca, Joaquín. 2001 La navegación y la fisonomía del naufra‑gio. El aspecto moral de las profesiones socia‑les. en Kisnerman, Natalio. Compil. Lebret, Joseph Louis. 1967 Dinamique concrete du developpement. Economie et Humanisme. Editions Ouvrieres, Paris. Madoiery, Oscar. 2008 Otro desarrollo. El cambio desde las ciuda‑des y las regiones. San Martín PBA: UNSAM Edita. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Mg. Juan Carlos Mantero 227 Mantero, Juan Carlos 2000 Problemática del tiempo libre, la recrea‑ción y el turismo. Contribución al desarrollo de un trayecto técnico formativo. en Realidad, enigmas y soluciones en Turismo. Neuquén: CONDET. Mantero, Juan Carlos 2004 “Desarrollo local y actividad turística”. Aportes y Transferencias, Universidad Nacio-nal de Mar del Plata, 8 (1). CIT. Mantero, Juan Carlos 2005. “Turismo: ética y desarrollo”, ALCUTH, ed. ALCUTH. Mar del Plata (4). Mantero, Juan Carlos 2008 Desarrollo y turismo: la opción necesaria. en Arnaiz Burne – Cesar Dachary Compil. Turismo y Desarrollo. Crecimiento y Pobreza. Universidad de Guadalajara. Universidad de Buenos Aires. Universidad de Mar del Plata. Max Neef, Manfred 1993 Desarrollo a escala humana. Ed. Nordan Icaria. Montevideo. Morín, Edgar; Munne, Frederic. 1980 Psicosociología del tiempo libre. Un enfoque crítico. México, Editorial Trillas. OMT 1999. Código ético mundial para el turismo. Madrid, OMT. Tello Rozas, Sonia 2002. “Turismo, pobreza y desarrollo”. ALCUTH Ed. ALCUTH Universidad San Martín de Porres (1). Upchurch, Randall “Código de ética” Jafari, Jafar editor (Ed.) Enci‑clopedia de Turismo. Editorial Síntesis Vachon, Bernard 2001 El desarrollo local. Teoría y práctica. Rein‑troducir lo humano en la lógica de desarrollo. Gijón: ediciones Trea. Recibido: 28/08/2012 Reenviado: 20/10/2012 Aceptado: 25/10/2012 Sometido a evaluación por pares anónimos
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Calificación | |
Título y subtítulo | Desarrollo turistico: de la etica de los principios a la practica del turismo responsable |
Autor principal | Mantero, Juan Carlos |
Publicación fuente | Pasos. Revista de turismo y patrimonio cultural |
Numeración | Volumen 11. Número 1 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | 2013-01 |
Páginas | pp. 217-227 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web: http://todopatrimonio.com/revistas/101-pasos-revista-de-turismo-y-patrimonio-cultural |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 172031 Bytes |
Texto | Opiniones y ensayos Desarrollo turistico: de la etica de los principios a la practica del turismo responsable. Mg. Juan Carlos Mantero* Universidad Nacional de Mar del Plata Resumen: La presente contribución aspira a presentar una serie de reflexiones, producto de la diversidad de actividades que confluyen en la responsabilidad universitaria: la investigación y la docencia, la transfe-rencia y la consultoría, en el ejercicio cotidiano de los modos del conocer: la teoría, la crítica y la práctica respecto del devenir de la actividad turística. Tales reflexiones, planteadas en el transcurso del tiempo, se centran en la consideración de diferentes cuestiones relevantes de la problemática turística que pueden identificarse en la dialéctica que postulan ciertas nociones: consumo y usufructo, crecimiento y desarrollo, global y local, acción y responsabilidad y que en el ejercicio de la actividad implican postular los principios que generen un turismo diferente y mejor. Palabras claves: turismo, desarrollo, ética, responsabilidad Title: tourism development: from the ethical principles to the responsible exercise of tourism Abstract: This contribution aims to present a series of reflections, due to the diversity of activities that shaped our university responsibility: research and teaching, transfer and consulting in the daily exercise of the ways of knowing: theory, review and practice regarding the future of tourism. These reflections, arising in the course of time, focus on the consideration of different issues relevant in the tourism problem that can be identified in the dialectic that posit some notions: consumption and enjo-yment, growth and development, global and local action and accountability and in the conduct of business apply the principles imply that generate tourism different and better. Keywords: tourism, development, ethics, responsibility. * Arquitecto graduado en la Universidad de Buenos Aires, Diplome d’ Etudes en Desarrollo Integral y Ordenación Territorial en el IRFEDH de Paris y Magister en Gestión Ambiental del Desarrollo Urbano de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Director del Centro de Investigaciones Turísticas de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Nacional de Mar del Plata, a partir de 1992. Director de la Maestría en Desarrollo Turístico Sustentable, acreditada en CONEAU, a partir de 2005. Profesor Titular de Política Turística y Recreativa, de Planificación del Turismo y la Recreación y de Investigación Aplicada al Turismo. E-mail: jcmantero@yahoo.com.ar Vol. 11 N.º 1 págs. 217-227. 2013 © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Revista de Turismo y Patrimonio Cultural PAS S www.pasosonline.org PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 218 Desarrollo turistico: de la etica de los principios a la practica del turismo responsable. 1. Prólogo La expansión de la actividad turística en Argen-tina y la consecuente significación que adquiere en relación al devenir socio cultural de habitantes y visitantes, de próximos y distantes, cuanto la gené-rica expectativa y la sensible inquietud respecto de sus alcances e implicancias, nos induce a actualizar reflexiones realizadas y ya comunicadas en ámbito universitario, tributarias de aquellos que se identi-fican al ser citados y que justifican su más reciente y amplia puesta en difusión. Aquellas comunicaciones que se estiman vigentes asumen la dimensión ética y la dimen-sión formativa de la actividad turística en su relación con el desarrollo y la aspiración de res-catar el sentido personal y social de la actividad turística en nuestros países y su trascendencia a través de los flujos generados más allá de lími-tes y fronteras. Frente a la multiplicación de documentos que aspiran a incidir en la práctica del turismo a partir de normas y directrices destinadas a los incluidos en los beneficios de la actividad, en tiempos de auspicio de conductas innovadoras y de arraigo de conductas establecidas, se estima oportuno ratificar y actualizar una secuencia de reflexiones que trascienden la concepción de la ética en relación a la actividad turística, al asumir la realidad en su integridad y el desar-rollo en su concepción integral, y así incluir a los excluidos de la actividad, no por ello menos destinatarios de los potenciales beneficios de la actividad turística y recreativa. No se trata tan solo de evitar la presencia de satisfactores patológicos de las aspiraciones turísticas, citados con recurrencia en las delibe-raciones institucionales al remitirse a las trans-gresiones éticas, tal como suelen presentarse en la OMT, cuanto de ponderar la presencia de la actividad en el territorio y su incidencia en la sociedad promoviendo satisfactores plausibles y sinérgicos que, disuadiendo y excluyendo perjui-cios, multiplique beneficios para la afluencia que se traslada cuanto para la sociedad de acogida. En tal sentido, es pertinente advertir que los flujos del turismo de nuestros días pueden per-mitir prospectar los flujos de la migración futura y, aunque el tema resulte de consideración dife-rida, no es obviable ratificar la incidencia que los valores juegan y han de jugar en la relación entre las personas y la confluencia y la conviven-cia en sociedad. Singular apreciación merece la creciente fluidez de la actividad turística en los países del sur de América y no menos incidencia adquieren aquellos factores que inciden en el ejerció de una práctica turística responsable. 2. Introducción La presente contribución aspira a presen-tar una serie de reflexiones, producto de las actividades que confluyen en nuestro quehacer universitario: la investigación y la docencia, la transferencia y la consultoría, en el ejercicio cotidiano de los modos del conocer: la teoría, la crítica y la práctica respecto del devenir de la actividad turística. Tales reflexiones se centran en la considera-ción de diferentes cuestiones relevantes de la problemática turística que pueden identificarse en la dialéctica que postulan ciertas nociones: consumo y usufructo, crecimiento y desarrollo, global y local, acción y responsabilidad. El discurso persuasivo y a‑crítico del aporte al crecimiento por parte de la actividad turís-tica con prescindencia de sus implicancias res-pecto del desarrollo plausible de la comunidad, requiere una necesaria reflexión a propósito del turismo que se propicia, el desarrollo que se aus-picia y la responsabilidad que se asume. A tal reflexión aspira a contribuir el breve ensayo que se presenta a consideración. La reflexión es tributaria de aquellos que con precedencia se han ocupado del tema cuya con-tribución ya se reconocía en la identificación de la problemática y en la concepción de los temas en el aporte realizado a mediados de la década (Mantero 2005) y que en el presente se ratifica y actualiza sin resignar lo perdurable de los valo-res asumidos. De tal modo, la problemática se desarrolla en un secuencia que comprende los temas a nuestro criterio relevantes: turismo y usufructo, devenir: crecimiento y desarrollo, territorio: globalidad y localidad, desarrollo local: oportunidad y desafío, la potencialidad ética del turismo y responsabili-dad: ética y desarrollo, sin omitir in‑conclusiones de un planteo que propicia aperturas y proyec-ciones. En tal sentido, el epílogo para latinoa-mericanos plantea la significativa incidencia que la concepción ética del desarrollo turístico que adquiere en procesos de integración regional. 3. Turismo: consumo y usufructo El devenir de la actividad turística ha impli-cado aproximaciones sucesivas tendientes a defi-nir sus atributos y alcances que en la definición de la OMT se expresa una visión genérica con pretensión universal: “el turismo comprende las actividades que realizan las personas durante sus viajes y PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Mg. Juan Carlos Mantero 219 estancias en lugares distintos al de su entorno habitual, por un período de tiempo consecu‑tivo inferior a un año con fines de ocio, por negocios y otros.” Tal definición pareciera agotarse en el des-plazamiento espacial en una fracción de tiempo, reduciendo su alcance a las actividades gene-radas por el flujo de las personas a diferentes lugares. La definición da cuenta de la actividad con prescindencia de la finalidad, de la función con prescindencia del sentido, que en considera-ción de unos hace del turista un número (seme-jante al ticket de su traslado) y en consideración de otros hace del turismo el equivalente de un itinerario (semejante al trayecto de un misil). estro criterio y en función de una mejor com-prensión de la actividad es menester asumirle como una práctica social signada por el tiempo libre que, en definición de Frederic Munné, per-mite dar cuenta del sentido: “el tiempo libre es aquel modo de darse el tiempo personal que es sentido como libre al dedicarlo a actividades auto‑condicionadas de descanso, recreación y creación para compen‑sarse y, en último término, afirmar la perso‑nalidad individual y socialmente.” En tal contexto es apropiado definir al turismo como oportunidad de uso y goce del tiempo libre que trasciende la operación de desplazarse y la excluyente consideración económica. En conse-cuencia optamos por definir la actividad turís-tica en el tiempo libre: “desplazarse para descansar, recrearse y cre‑arse: el descanso: la oportunidad de la disten‑sión, la recreación: la ocasión del encuentro, el juego y la aventura, la creación: el tiempo de hacerse a si mismo, haciendo sociedad.” Al construirse en la actividad, se construye una práctica social, que más allá de lo efímero y de lo fugaz, conforma un tiempo social diferente: tiempo de usufructo, de uso y fruición, de descu-brir, de conocer y de darse a conocer. La definición planteada no excluye aquella noción de la OMT sino que le incluye y tras-ciende, al plantear que la actividad turística se inscribe en el ámbito social, sin perjuicio de su inscripción probable en el ámbito económico, ámbito que no agota su realización en términos de mercado, al reivindicar el incluyente valor de uso respecto del excluyente valor de cambio que se reconocen en la actividad. La más plena comprensión de la actividad implica rescatar la persona que se oculta en el turista, trascender del consumidor al usuario, del mercado a la sociedad. El alcance de la defi-nición se aprecia al advertir que la demanda no se agota en la oferta, sino que las necesidades y las aspiraciones de las personas realizables en tiempo libre exceden las demandas reconocidas y tipificadas, los ocio‑tipos de consumidores, y los satisfactores y las actividades exceden las ofertas instituidas y tipificadas, los merco‑tipos de productores. Las aspiraciones y los usos de las personas en un contínuo proceso de innovación en las prác-ticas sociales en tiempo libre, en la espontánea finalidad de generar una más plena satisfac-ción en el descanso, la recreación y la creación, irrumpen de un modo incesante en la sociedad, acreditando y propiciando la presencia de satis-factores originales e inéditos, gradualmente asu-midos por el mercado a través de emprendedores sensibles e innovadores. Cuenta del proceso incesante de innovación social y de asimilación productiva puede apre-ciarse en la aventura como aspiración y activi-dad de personas inquietas y creativas en uso y goce de su tiempo libre, generando una genuina práctica social que el mercado hace suyo a tra-vés de emprendedores, institucionalizando el producto turismo de aventura, articulación de recursos y servicios que procuran responder al ocio‑tipo del turista de aventura con el merco‑tipo de la oferta de aventura. La dialéctica usufructo – consumo que subyace en la actividad turística nos permite reivindicar la primacía de la satisfacción de la persona en el uso del tiempo libre respecto de la prioritaria utilidad en la prestación del servicio que contribuye a su realización. En tal sentido, es menester apreciar la pluri – dimensionalidad de la actividad y la pluri – utilidad aspirada por el turista en el uso y consumo de los servicios: funcional, significativa y vivencial. Si la satisfacción de la persona en la interac-ción de visitante y habitante resulta constitu-tiva en la disposición y aspiración turística, la dimensión social que adquieren flujos y acogidas que se verifican en la actividad permiten afir-mar el tiempo social que en el descanso, la recre-ación y la creación comparten unos y otros. Rei-vindicar el tiempo social cuya secuencia alterna ocio y negocio permite comprender la necesaria reciprocidad que en la periódica confluencia su práctica promueve en las conductas de sus pro-tagonistas PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 220 Desarrollo turistico: de la etica de los principios a la practica del turismo responsable. 4. Devenir: crecimiento y desarrollo El devenir de la actividad turística y las expectativas suscitadas en torno a las utilidades y los beneficios generados trona necesario refe-rirse a un tema que le trasciende y obviamente le incluye y que radica en la problemática defi-nida por las nociones de crecimiento y desarrollo. Constituido en slogan y en ideología la con-cepción del progreso indefinido del siglo XIX y del crecimiento sostenido en el siglo XX, susten-tadas y acreditadas en el contínuo incremento de los bienes y servicios y incesante aumento del volumen de negocios, producto de las mutacio-nes producidas en la tecnología y en la econo-mía, encubren la incierta contribución de bienes y servicios producidos, apreciados e imputados respecto del ser humano y del ser social, y la inequitativa distribución de las utilidades y los beneficios generados, incluso internalizando sus beneficios en la empresa y externalizando sus costos en la sociedad. (Mantero 2004) La noción del crecimiento se transparenta en la expresión de Castoriadis ... más y más grande ya no equivalen a diferente y el más se vuelve cualitativamente indiferente ... un incremento de producto bruto no implica diferencia cualitativa del estado precedente, tanto incide la producción de armamentos cuanto la producción de alimen-tos, incremento de magnitudes con prescinden-cia de su contribución a la satisfacción de las necesidades primordiales, identificables con el desarrollo de las facultades de la persona y las potencialidades de la sociedad. Tal concepción alcanza con frecuencia a la actividad turística y se advierte cuando el desarrollo (de la afluencia y de la comunidad) se confunde con el crecimiento y el crecimiento con aquel que reportan las estadísticas de afluencia (personas, ingresos, inversiones), ponderando el desarrollo a partir de la premisa del más es mejor, apelando a las estadísticas para persua-dir de los beneficios de la actividad, con prescin-dencia de sus alcances. No menos significativo es advertir los efectos indeseados producidos cuando se proponen tecnologías impropias o ina-propiadas en relación a la actividad. El crecimiento extraviado exclusivamente en lo cuantificable, se dirige hacia el más y más, que no necesariamente significa hacia el bien y mejor, postulado por la seducción de las magni-tudes, adoptando los indicadores que en su espe-cificidad encubren sus limitados alcances socia-les y las distorsiones ambientales con frecuencia producidas. El desarrollo tiene implicancias y postula valores que trascienden al mero crecimiento: ... el desarrollo es un problema de civilización y la civilización es un estado de la sociedad que garantiza a todos el máximo de facilidades para más valer en la elocuente expresión de J.‑L. Lebret al plantearlo, ya en su momento, como un problema de valorización de los hombres en un régimen de economía humana y de desarrollo integral equi-librado, el tránsito de una fase menos humana a una fase más humana, indivisible respecto de la persona e incluyente respecto de la sociedad, al ritmo más rápido posible y al costo menos ele-vado, que varias décadas después, y no menos paradigmas, reivindicarán las concepciones del desarrollo a escala humana, sustentable, soste-nible, responsable. Auténtico desarrollo cuyos atributos se con-signan en términos de finalidad (al trascender el mejor estar y procurar el más ser, el más valer), congruencia (en la interacción de la diversidad de dimensiones y utilidades culturales), con-tinuidad (en su tránsito del ayer al mañana), auto‑propulsividad (en su garantía de impulsión motriz), indivisibilidad (en su inclusión e inte-gración social). Tal concepción se torna necesaria cuando se plantean procesos de puesta en acción y en desarrollo de la sociedad, donde diferentes insti-tuciones, incluso la Universidad, se constituyen en agente de promoción y desarrollo, sea en la formulación de proyectos integrales, sea en proyectos que remiten al diagnóstico y la pro-posición respecto de una actividad singular, tal el caso de la actividad turística, donde la con-tribución a su puesta en valor o en desarrollo turístico es menester que trascienda el recurso, el producto y el destino, se centre en lo primor-dial: la persona (usuario, habitante y visitante) y la sociedad (local y global). (Mantero. 1997) El turismo, evocado y apreciado casi exclu-sivamente en su dimensión económica, puede y debe contribuir al desarrollo integral, de todo el hombre y de todos los hombres involucrados y concernidos en la actividad, de acceder : –– de la imagen a la realidad –– de la oferta a los satisfactores y posibilidades –– de la demanda a las necesidades y aspiracio-nes –– de la comercialización a la articulación y la cooperación –– de la meta de crecer al proceso de desarrollar Construir turismo supone provocar flujos y generar destinos a través de concebir productos atrayentes que consulten las diferentes aspira-ciones y propicien las más diversas actividades PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Mg. Juan Carlos Mantero 221 que les compensan y tal finalidad tiene para el convocado y el convocante el desafío de trascen-der los estereotipos de la imagen, de la oferta, de la demanda, de la comercialización y del cre-cimiento reproductivo. La secuencia realidad – producto – imagen supone instancias comunicacionales de persua-sión y convocatoria que con frecuencia producen distorsiones a través de la difusión de imágenes que desvirtúan el producto y de productos que ficcionalizan la realidad, por inconciencia y/o negligencia de los agentes y operadores turísti-cos con el correlato de defraudar las expectati-vas y de producir insatisfacción en el turista. La demanda y la oferta estereotipadas de consumos turísticos reducen las necesidades y los satisfactores de la actividad turística al con‑sumo – tipo de objetos – tipo que realizan sujetos – tipo, con prescindencia de la multiplicidad de opciones que se expresan a través de la diversi-dad de sujetos singulares susceptibles de satisfa-cerse mediante objetos diferentes. La aspiración del turista no se limita a lo inmediato de la actividad realizada y a lo básico del servicio requerido, objeto tipo de consumo, sea trasladarse en el transporte, alojarse en el hotel, alimentarse en el restaurante o distraerse en la recreación, sino que comprende las calida-des y las utilidades ambientales, significativas y vivenciales propias de una más plena satis-facción, acorde el nivel aspirado y el costo asu-mido, ya que en tanto persona y usuario excede el sujeto tipo de consumo, pasajero, huésped o comensal, y aspira a usufructuar de una expe-riencia integral. La comercialización se concibe con frecuencia en acciones que o bien se limita a introducir una mera instancia de información y comuni-cación entre el demandante y el oferente, tal el pequeño agente de viajes, o se excede a instalar una deliberada instancia de sustitución de uno y de otro, al definir y promover el objeto tipo de consumo mediante una reducción tipológica de la diversidad de unos y otros, tal el mega ope-rador turístico. De uno u otro modo, más allá de estudios de mercados invocados, se empaquetan demandas y servicios en productos susceptibles de oferta que, con similar frecuencia, reducen las oportunidades del oferente y las opciones del turista. Menos frecuente es apreciar la mediación necesaria, en su sentido mas eficiente de gene-rar cauces mas fluidos y apropiados a la nece-sidad de informarse y a comunicarse entre demandantes y oferentes, sin mengua de las aspiraciones de los unos y de las proposiciones de los otros, en alternativa que rescate la flexibi-lidad de la comercialización directa y el alcance de la comercialización indirecta 5. Territorio: globalidad y localidad En estudios y comunicaciones realizadas se ha procurado plantear la relevante incidencia que adquiere la tensión de lo global y lo local en relación al turismo, consecuencia de un impacto mas incluyente del proceso de globalización cuando se desarrolla a expensas del necesaria-mente dialéctico proceso de localización. Resultan sugerentes, en tal sentido, las reflexiones y advertencias de Bernard Vachon cuando da cuenta de los procesos de exclusión y des‑vitalización implicados en el devenir actual de las relaciones económicas y sociales entre los países y las gentes según sea su inserción en las tendencias actuales del crecimiento económico y del desarrollo tecnológico. Impacto cuya inciden-cia excede las posibilidades de los países y de las gentes signadas por condiciones de vulnerabili-dad social y económica. La inclusión – exclusión que se opera en el territorio se consuma y se advierte en la contrac-ción del espacio para la producción, la concentra-ción del crecimiento inducido y la esclerotización de las mentes políticas, en tanto la producción se dispone en el territorio en función de su eco-nomía, con indiferencia respecto de implicancias sociales, el crecimiento producido tiene destina-tarios en sectores de los países de las economías promotoras y la concepción política de unos y otros países declina responsabilidades ante el asimétrico devenir de benéficos y perjuicios de una globalización desbocada. El correlato de la exclusión es la des‑vitalización que bien define B. Vachon al expresar: la des‑vitalización de una comunidad se genera cuando: se la despoja de su vitalidad demográfica, económica y social por su exclusión de los espacios del crecimiento económico y de las consecuentes repercusiones en el ámbito de los servicios, de los equipamientos y del bienestar. La des‑vitalización refuerza el ciclo perverso de carencias que generan carencias en proceso recurrente de creciente incidencia en la comu-nidad que pierde los atributos mínimos y nece-sarios para afrontar el proceso de degradación diluyendo las energías requeridas para garanti-zarse un umbral apropiado de equilibrio y des-pegue que permita la gradual reversión de la situación planteada. Ya en la década del 60, J.‑L. Lebret y J.‑M. Albertini planteaban los mecanismos del sub desarrollo que décadas sucesivas de crecimiento PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 222 Desarrollo turistico: de la etica de los principios a la practica del turismo responsable. de la economía han obviado con resultados que permiten apreciar efectos asimétricos, efectos que no obstante ser indeseados se han tornado casi sustanciales en la modalidad de crecimiento adoptado. En tal sentido, el proceso del devenir de la actividad turística, de intenso crecimiento en tal período, no es ajeno a similar impacto territo-rial, en tanto se sustenta de la aptitud emisora de territorios desarrollados y se apropia de la aptitud receptiva de territorios no desarrollados, sede de atributos naturales y culturales diferen-tes promovidos en el territorio imaginario de las opciones turísticas. La diferencial disposición emisora y receptora de los países en tal sentido se advierte también en la diferencial disposición turística en cada uno de los países, reforzándose así la tendencia descripta, encauzando los beneficios atribuidos a la actividad turística a partir del imperio de la demanda o de la mediación de los agentes y operadores que la canalizan. A nivel social y económico de los países y de las gentes concernidos, excluidos y des‑vitalizados, es menester asumir el alcance político de la dimensión territorial y procurar el despegue a partir de la generación de procesos de inclusión y revitalización que permitan la reversión gradual y sostenida que posee en el desarrollo local y regional una opción apropiable. El desarrollo local excede la referencia a la posición en el espacio y remite a la localización en el territorio de las actividades... el desarrollo local es producir y consumir de modo tal que las actividades de producción y consumo con‑tribuyan a mejorar la calidad de las relaciones sociales... relaciones que se generan y se poten-cian cuando se comparte una definida vocación territorial a escala humana. Si algo hace diferir del eufemístico desar-rollo global y define intrínsecamente el desar-rollo local es su ajuste a las características y singularidades de cada territorio y comunidad, en tanto es una estrategia cuyos promotores y actores son los destinatarios, que integra aper-turas e innovaciones en las prácticas conocidas y que permite actuar en tiempos apropiados a las aspiraciones planteadas. Sin perjuicio de la necesaria condición de dis-poner de atributos naturales y culturales, apro-piados para la actividad turística que le singu-laricen, la posibilidad de hacer del turismo una actividad de inclusión territorial y de re‑vitaliza-ción social, radica en su concepción a partir de local en función de lo global. Más allá de proba-ble y viable, se trata de que los otros afluyan al destino generado y proyectado pensado por los convocantes ya localizados y no tanto al destino concebido por terceros que se benefician de unos y otros, probablemente a expensas de los benefi-cios del habitante a globalizar y de las expecta-tivas del visitante a localizar. El turismo se sustenta en flujos entre orígenes y destinos y, aunque los flujos que se identifican y cuantifican son las personas que se trasladan, los flujos que le sustentan son los mensajes que comunican orígenes y destinos, habitantes – visi-tantes, visitantes – habitantes, trascendiendo la expectativa promovida en el discurso político y en la prescripción publicitaria, Si en términos de desarrollo local se reivin-dica la premisa de pensar global actuar local, planteada por Jordi Borja en no pocas de sus contribuciones, a nuestro criterio en turismo, atento la interacción y la dialéctica que le hace posible, le compete más pensar global actuar local – pensar local actuar global, en tanto in‑vocar el atributo local de destino supone con‑vocar al destino global, sin obviar las singulari-dades que permitan articular el atributo propio con la aspiración ajena. En consecuencia, al propósito de desarrollo turístico local le compete hacer suya la consigna dialéctica: pensar global actuar local – pensar local actuar global, en tanto el atributo local del habitante adquiere valor global en función de la presencia del visitante. 6. Desarrollo local: oportunidad y desafío Si algo define la potencialidad que adquiere el desarrollo local para el territorio es la pluri‑ dimensionalidad de su concepción, de su realiza-ción y de su proyección, en tanto implica, invo-lucra y articula espacio y sociedad y reivindica e integra dimensiones: territorial, social, econó-mica, política, cultural e integral, en síntesis, sistémica. Cada una de las dimensiones permite dar cuenta del atributo que el desarrollo local res-cata y plantea, atributos que se tornan indis-pensable a la ruptura del círculo vicioso de la exclusión y de la des‑vitalización y a la gene-ración de un ciclo virtuoso de la inclusión y la re‑vitalización. Al desarrollo local dichos atri-butos permiten plantearse un proceso resiliente, haciendo potencia de la carencia, proyecto de la necesidad, en procura de su satisfacción a partir de los recursos disponibles y concebibles. dimensión territorial el escenario dimensión social la integración dimensión económica la proyección PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Mg. Juan Carlos Mantero 223 dimensión política la participación dimensión cultural la identidad dimensión sistémica el tejido El turismo, más allá de lo publicitado, no necesariamente es factor suficiente de desarrollo local, aunque concebido y planteado a partir de tal concepción, puede constituirse en actividad convocante visto y atento su aptitud cierta de rescate de realidades y potencialidades subesti-madas. Reconocer el escenario en el territorio supone trascender su condición de soporte y de paisaje, apreciar la integración de la sociedad implica concebir inéditas y propicias articulaciones, entender la proyección de la economía significa apreciar su incidencia y alcance social, asumir la participación en la política indica comprender la energía que subyace en el consenso, comprender la identidad en la cultura nutre el sentido de pertenencia y compromiso, conformar el tejido de personas e instituciones rescata la entidad eficiente, producto de asociar e integrar. El turismo conforma una práctica social que se apoya en atributos naturales y culturales del territorio cuya puesta en valor les confiere cali-dad de recursos para el sustento de actividades y la generación de utilidades y beneficios a tra-vés de su uso y su goce, de su producción y su consumo. Utilidades y beneficios de visitantes y habitantes, en tanto su puesta en desarrollo resulte primordialmente del aporte endógeno de la comunidad local y de la endogeneización del aporte exógeno de la acción extra local. A tal fin es necesaria la presencia y la actu-ación de los actores locales y el rol protagónico del agente de desarrollo, el portador de aquellas propuestas que mejor capitalizan las oportunida‑des locales. 7. Responsabilidad: ética y desarrollo más ética es más desarrollo Bernardo Klicksberg La actividad turística no escapa a efectos indeseados y previsibles del impacto de las prácticas inadecuadas e impropias, producto de su espontánea expansión y su incontrolado cre-cimiento, en perjuicio de su integral desarrollo. Tal situación sustentada en la ingenuidad de las expectativas planteadas y en la obstinación de las realidades consumadas, no admite la inocen-cia de aquellos que tiene la responsabilidad de su devenir. Incluir la problemática turística en el con-texto de la ética no puede limitarse a la adopción de un código ético por parte de la Organización Mundial de Turismo que el concibe a partir del interés del sector sino que requiere su conside-ración en función del interés de la sociedad en propiciar la actividad turística como contribu-ción al más pleno, plural e integral desarrollo de las personas y de la sociedad. El Código constituye un standard de actua‑ción aceptable que ayuda a establecer y mantiene niveles de profesionalidad (Randall Upchurch 2000) prescribiendo conductas que debieran seguirse y aun de la referencia en códigos de ética medioambiental a reglas a las que se han de regir el desarrollo y/o la gestión del turismo … dirigidos a turistas, promotores, negocios, operadores y países (id) centrados en criterios y directrices destinados a afrontar y encauzar los impactos producidos o susceptibles de produ-cirse. Sin perjuicio de ello, es menester delinear los principios que rescatan la entidad de la natu-raleza y la sociedad en relación a las implican-cias e incidencias que con frecuencia producen las acciones del mercado y a las omisiones del estado, propiciando las conductas consecuentes. En tal sentido, Bernardo Klicksberg, a propó-sito de las implicancias de proyectos y realizacio-nes que invocan el desarrollo en nuestros países, señala urge construir un modelo de desarrollo integral, productivo y equitativo orientado por valores éticos básicos. Etica viene del griego ethos, lugar donde uno habita (lugar: primera naturaleza) y modo de ser (carácter, segunda naturaleza) y quien vive respetando y plenificando ese ethos así como el de las demás gentes lleva una vida ética, en elo-cuente expresión de Carlos Diaz Hernández. Actuar éticamente significa no sólo hacerlo con dignidad, sino con responsabilidad respecto de las consecuencias de su ejercicio, con compro-miso respecto de las situaciones planteadas, las actividades realizadas y las proyecciones gene-radas, con respeto por la naturaleza y la cultura que confieren sentido al devenir compartido. Valores éticos tales como la integridad, soli-daridad, la cooperación, la responsabilidad, actitudes tales que inspiren y contribuyan a un desarrollo plural e integral, en condiciones que concilien crecimiento y equidad, signan el perfil de una comunidad y la concepción y el devenir de la actividad turística no puede ser ajena a tales principios. De los efectos ambientales y culturales, socia-les y económicos, indeseables de la actividad turística dan cuentan diferentes estudios a pro-pósito de las modalidades adoptadas cuando se PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 224 Desarrollo turistico: de la etica de los principios a la practica del turismo responsable. privilegian alternativas de ocio ajenas a los valo-res primordiales o cuando la utilidad del turista o el beneficio de la empresa se realizan en per-juicio del habitante o en disvalor de la sociedad. La actividad turística no excluye las distor-siones que introduce la carencia de valores éti-cos cuando el turismo adopta modalidades que se realizan a expensas de la naturaleza o de la cultura degradando condiciones o atributos del ambiente, canalizando adicciones o generando espectáculos que afectan la dignidad de las per-sonas, en síntesis afectando creencias o valores de la comunidad, paradójicamente haciendo del lugar de destino sede de actividades impropias del lugar de origen. La alternativa se plantea entre la responsa-bilidad y la insolidaridad y ello adquiere sentido cuando es menester realizar las opciones que preceden a las decisiones y consecuentes accio-nes que, acorde reflexiones de Klicksberg, plan-tean arbitrajes al ponderar si las acciones: –– integran o desarticulan el territorio –– conducen a impactos regresivos o progresivos –– debilitan o fortalecen el tejido social –– propician la solidaridad o la insolidaridad –– encauzan o bloquean la proyección económica –– acreditan la eficiencia y la transparencia Si los valores éticos de los actores sociales claves son parte de los recursos productivos de un país, se impone plantearse la agenda de las cuestiones que es menester contemplar al plan-tearse el desarrollo y la contribución del turismo al desarrollo, contemplando: –– la coherencia de las políticas con los valores éticos –– la responsabilidad social de la empresa –– la eticidad de la función pública –– el fortalecimiento de las organizaciones volun-tarias –– el desarrollo de la solidaridad general sin perjuicio, en relación a la actividad turística, de asumir: –– la proyección plural e integral de la actividad –– la sustentabilidad cultural, social y económica –– la sustentabilidad ambiental en tiempo y espacio La ética nos interpreta y nos interpela en relación a nuestras acciones y realizaciones, en tanto a través de nuestras opciones damos y rendimos cuenta de los valores asumidos. La construcción de un turismo responsable es el modo de traducir los valores éticos en la acti-vidad específica, tal premisa no puede estar ausente del saber y del hacer turismo y ha de estar presente al concebir la política, al gestio-nar la acción, al usufructuar el recurso, al pres-tar el servicio, en fin no puede desconocerse que ejercer profesión es realizar valores. 8. La potencialidad ética del turismo Al producir un aporte para la formulación de un módulo de tiempo libre en un trayecto forma-tivo, luego de reconocer que si la escuela forma mejor para aprender a utilizar el conocimiento, adquirir una profesión interesante, devenir un ciudadano responsable, expresarse y comunicarse en la sociedad, cabría reivindicar que en tiempo libre se forma mejor para utilizar su tiempo, estar bien físicamente, ser creativo y pragmático, conocer la amistad y valorar la solidaridad, saber aquello que cuenta en la vida… en tiempo libre se produce la simultánea triple renovación de los valores sociales, en tanto cambia la rela‑ción con uno mismo, en tanto tiempo de auto‑nomía, cambia la relación con el otro, en tanto tiempo de convivencia, cambia la relación con la naturaleza, en tanto tiempo de aproximación a lo natural. (Mantero 2000) El turismo, definido por el desplazarse para conocer y conocerse en el descanso, la recreación y la creación, se torna formativo. Cualquiera sea el rol que en el conocer juegue la persona, sujeto cognoscente o sujeto conocido, si huésped o anfi-trión, si visitante o habitante. El turismo se sustenta en la naturaleza y en la cultura, se práctica por el individuo en la sociedad, permite confrontar el saber adquirido con el saber vivencial, conocer por inmersión en la vida, en la naturaleza y en la sociedad; a veces por el turismo institucionalizado, a veces a pesar del turismo institucionalizado, a veces por el tour, a veces a pesar del tour. Las unidades susceptibles de apreciación y puesta en valor turístico se identifican como recursos, recursos naturales y culturales, recur-sos rurales y urbanos, recursos tangibles e intan-gibles, lugares y aconteceres, gentes y paisajes. Sin embargo, para mejor gozar es necesario más saber y para mejor saber es necesario más gozar y el goce adquiere su más pleno sentido cuando realiza valores. En rigor nuestra actividad, la vida, nos incluye en el proceso de inter – comunicación, de inter – locución, de inter – acción, de com-prensión, donde alternativa, sucesiva o simultá-neamente somos emisores – receptores, actores – contempladores, productores – consumidores, en suma artífices, usuarios y destinatarios. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Mg. Juan Carlos Mantero 225 Tanto aquí donde nuestro territorio, nuestro paisaje y nuestra escena, se constituyen en país y nos define anfitrión, destino de la apreciación de los otros, cuanto allí donde el territorio de los otros, su paisaje y su escena, se constituyen en país, destino de nuestra apreciación. y nos define huésped, en vital y creativa alternancia al definir nuestro lugar de habitante o de visitante. Si es así, en nosotros anfitriones radica el darnos a conocer y por tanto tenemos que cono-cernos en nuestra identidad, conocer nuestro país, nuestro territorio, nuestro paisaje y escena, nuestra geografía y nuestra historia. Si es así, en nosotros turistas radica el disponernos a conocer y por tanto tenemos que conocer en la diferencia, conocer el otro país es conocer nues-tro país. En rigor una actitud ética nos impone cono-cernos para conocer, de aquí y de allá, en el habitar y en el visitar, hacer de la naturaleza y de la cultura destinos de nuestra mirada y com-prensión, y del otro objeto de nuestro respeto y apreciación. La ética tiene en la mirada del turista la posibilidad del aprendizaje y la vivencia de la naturaleza, de la cultura ajena, de la obra y del acontecer del hombre, en suma, acceder al objeto de las ciencias naturales y de las cien-cias humanas. La interacción turística propicia en la mirada del habitante la posibilidad de la enseñanza y de la vivencia de la naturaleza, de la cultura, de la obra y del acontecer, en suma, la opción de acceder al objeto de las ciencias naturales y de las ciencias humanas. Generar en el turista inquieto e interrogativo, al ser humano dialógico con la naturaleza y la cultura, la geografía y la historia, la persona y la sociedad, es, precisamente, atributo y consigna de la interacción entre turismo y re‑creación, entre re‑creación y turismo. Más aún, permite adquirir los saberes necesarios para vivir nuevos espacios en nuevos tiempos, aquellos que nos ha de deparar el futuro. 9. In‑conclusiones El propósito de generar o incentivar opciones turísticas instala necesariamente la cuestión del desarrollo, plantea a al agente de desarrollo y a la comunidad el desafío de asumirse y asumir los atributos que en su territorio acreditan la naturaleza y la cultura, para conocer, conocerse y darse a conocer, en la premisa de que proyec‑tar el destino exige saber para actuar. A nuestro criterio, contribuir al mejor deve-nir de la actividad turística implica compren-der que ubicar no es localizar y crecer no es desarrollar y entender que incluso en turismo el desarrollo local constituye modo idóneo de desarrollar y localizar, endogeneizando propo-siciones, acciones e inversiones interesadas en hacer objeto de producción y consumo los atri-butos de la localidad. La ética no es un discurso, la ética es una práctica social. La libertad implica ser respon-sable, creando ámbitos que posibiliten la acción e interacción conformes a valores que nos permi‑tan acercarnos cada vez más a todo lo que con‑sideramos necesario, conveniente o deseable, en atinada reflexión de Díaz Hernández. La cultura es el ámbito básico donde una sociedad genera valores y los transmite genera-cionalmente. De aquí en adelante, en elocuente expresión de Edgar Morín, el futuro se nomina incertidumbre... por tanto la educación se ve obligada a proporcionar cartas náuticas de un mundo complejo y en perpetua agitación y al mismo tiempo la brújula para navegar en él, en original proposición de Jacques Delors. El modelo de acción social implícito en nues-tra opción por el desarrollo local, en congruente y sugerente definición de J. García Roca se iden‑tifica con el arte de la navegación, que determina su trayecto en función de las señales que se perci‑ben en el propio camino, hay puerto (finalidades) pero no se sabe el camino... el saber nos da la cartografía, los valores constituyen la brújula, la acción nos exige inventar posibilidades que la realidad admite para mejor acceder al desarrollo plural e integral. Asumir la ética en relación al desarrollo turístico trasciende la concepción de la política y se torna premisa estratégica que propicia valo-res inclusión y re‑vitalización a través la puesta en curso y en cauce de la actividad a través de asumir las necesidades como potencialidades confiando la agencia de su devenir a los propios sujetos organizados, acudiendo a profesionales que asumen el problema o el desafío como pro-pio, apelando a un modelo de concepción y ges-tión social del desarrollo. 10. Epílogo para americanos del sur En tiempos en que los países de América del Sur plantean modelos nacionales de desarrollo económico con inclusión social, acordes a sus realidades en función de las aspiraciones y nece-sidades de sus pueblos, reivindicando para sí la definición de sus destinos y promoviendo simul-táneamente la integración de los países de la región en la aspiración compartida de propiciar PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 226 Desarrollo turistico: de la etica de los principios a la practica del turismo responsable. una fructífera interacción, el turismo adquiere una potencialidad que trasciende las fronteras signadas en otros tiempos como hipótesis de conflicto para conferirles sentido de espacios de articulación y cooperación. La unidad en la diversidad cuya instituciona-lización se postula en relación a la economía a fin de adquirir presencia regional a nivel global concita el interés prioritario de los estados y los mercados cuya realización solo podrá alcanzarse de postular en relación a la sociedad el interés primordial en su contribución a la calidad de vida de los pueblos involucrados. Asumiendo el turismo en su pluralidad dimensional se advierte que es una actividad que en un proceso de integración regional adquiere un sentido múltiple propósito ya que asumido en su dimensión económica no puede obviarse su dimensión social y la potencialidad trascendente que le confiere la apertura al dialogo de culturas generada en la interacción turística en la compe-tencia y en la cooperación. La recurrencia a restringir la visión de la actividad turística a los actores visibles de la operación y gestión de traslados y presencias reduce el sentido de los flujos de imágenes, men-sajes y personas generados entre las expresiones culturales de las sociedades en contacto sustento y nutriente de relaciones más trascendentes y perdurables, necesarias a la aspirada integra-ción regional. Permeabilizar fronteras y generar cauces a la fluencia de las personas ha de permitir asumir umbrales de integración sucesivos, en principio a través de territorios adyacentes de países limí-trofes capitalizando la contigüidad y más allá de lo inmediato a través de la conectividad delibe-rada a partir de las vías y medios necesarios y accesibles. Los espacios de la proclamada integración económica y en curso de los países del sur podrán articularse y tornarse sustentables en su interacción de mediar la fluidez y la inten-sidad de la convivencia actual y la confluencia futura de sus habitantes. Tal proyección es la que confiere un sentido más pleno y pertinente a la actividad turística requiriendo de sus prota-gonistas adoptar los valores que, en tiempos de globalidad que fracciona, asuman un umbral de localidad regional compartida. La relación estratégica entre los países del sur es simultáneamente natural, multidimen-sional y extravertida sustentada en la geografía y en los valores. La comunidad de valores tiene entre los países que han comenzado el proceso de integración además el sentido de una convocato-ria al resto donde la fluencia de las personas que se expresa en el turismo tiene la singularidad de una apuesta y la potencialidad de un desafío que trasciende circunstanciales asimetrías. En el gradual proceso de trascender del merco‑sur al socio‑sur confiere un significativo rol a los agentes públicos y privados del desar-rollo turístico en su aspiración y prospección de de impulsar una integración plausible y necesa-ria. Tal integración implica una opción compar-tida de los principios éticos, induciendo el ejerci-cio responsable de la actividad, generando una construcción inédita y perdurable. Bibliografía Albertini, J.‑M. 1967 Les mecanismes du sous‑developpement. Paris: Economie et Humanisme. Editions Ouvrieres. Arocena, José. 1995 El desarrollo local. Un desafío contemporá‑neo. Editorial Nueva Sociedad, Caracas. Balastreri Rodríguez, Adyr. “Patrimonio , territorio y emprendedorismo: pilares del desarrollo del turismo con base local”. Aportes y Transferencias, CIT. Univer-sidad Nacional de Mar del Plata 7 (2). Borja, Jordi – Castells, Manuel 1997 Local y global. La gestión de las ciudades en la era de la información. Taurus, Madrid. Díaz Hernández, Carlos. 2004 Pedagogía de la ética social. Para una for‑mación de valores. México: Editorial Trillas. Etkin, Jorge. 1993 La doble moral de las organizaciones. Los sistemas perversos y la corrupción institucio‑nalizada. Madrid: Mc Graw Hill. 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