Vol. 4 Nº 2 págs. 279-285. 2006
www.pasosonline.org
© PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121
Reseñas de publicaciones
Trofei di viaggio. Per un'antropologia dei souvenir.
Canestrini, Duccio. Torino: Bollati Boringhieri Editore. 2001
ISBN: 88-339-1327-9
Saida Palou Rubio
saidapalou@ub.edu
Souvenirs, viajes y símbolos
El objeto recuerdo es un ingrediente in-discutible,
aunque no exclusivo, del paisaje
turístico tanto presente como pasado; de
hecho, el producto souvenir está univer-salmente
asociado al turismo. Es bien sabi-do
que el consumo de souvenirs es un acto
muy generalizado en la actividad turística
y, por lo tanto, puede ser analizado desde
sus dos dimensiones principales: la que
tiene que ver con el consumo económico y la
que tiene que ver con el consumo simbólico.
Viajero y antropólogo, Duccio Canestrini
nos invita a pasear por la Italia de los sou-venirs.
El autor de Trofei di viaggio mira a
su país con ojos de turista al mismo tiempo
que traza un recorrido sincrónico que le
permite relacionar y explorar tanto los sou-venirs
del presente como aquellos más leja-nos,
aquellos objetos recuerdo propios del
viajero del Gran Tour, del peregrino de la
Edad Media e incluso del hombre de las
Cavernas. Partiendo de su interés como
etnógrafo, Canestrini nos propone un análi-sis
de los souvenirs (que reconoce como
trofeos de viaje) basado en una aproxima-ción
muy personal al tema. En efecto, lejos
de mostrar un análisis exhaustivo sobre
dichos artículos de recuerdo, el autor tran-sita
hacia las formas y conceptos del pasado
y del presente librándose de construcciones
disciplinarias así como absteniéndose de la
voluntad de edificar un discurso teórico
sobre el tema. Con el fin de explorar la Ita-lia
de los souvenirs, el autor recurre a ins-trumentos
y materiales heterogéneos que
proceden de la Historia, del Cine, de las
Ciencias Naturales, de la Psicología del
Turismo, de la Etimología, de la Semiótica
y de la Antropología. Dado que plantea un
estudio sincrónico de las diversas formas de
souvenir, Canestrini presupone, de entra-da,
que la tan discutida distinción entre
turista y viajero no es sostenible ya que, de
acuerdo con sus observaciones, se pueden
reconocer una serie de intereses y compor-tamientos
similares entre ambas figuras;
sin profundizar en ella, el autor de Trofei di
viaggio opina que la verdadera discusión
que reside en este intento de distinción
entre turistas y viajeros es aquella que
remite al análisis de los factores que hacen
que, en un determinado espacio-tiempo sea
bien considerado el hecho de viajar por
placer, mientras que en otro espacio-tiempo
el viaje turístico conlleve asociados otro tipo
de valores con connotaciones peyorativas.
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Otra consideración esencial que el lector
puede captar ya en las primeras líneas del
libro, se refiere a cómo el autor entiende y
trata el souvenir: lo comprende como objeto
de atención eminentemente etnográfica y lo
sitúa, decididamente, en el campo de la
imaginación, un terreno sin límites, un
universo de especulaciones, deseos, suge-rencias
y evocaciones especialmente rela-cionadas
con un pasado mítico. Precisa-mente
la ubicación del souvenir en el cam-po
de la imaginación impide al antropólogo
italiano poder edificar una clasificación
segura y consistente de los objetos recuer-do.
El lector no encontrará definiciones ni
clasificaciones de los souvenir ya que, se-gún
el autor, estos se escapan de reglas y
categorías; de hecho, Canestrini declara
que precisamente aquello que tienen de
bello los souvenirs es que nos abren las
puertas de la imaginación y a todo tipo de
asociaciones mentales, estimulan discursos
tangenciales y nos reenvían a varias disci-plinas
y corrientes de pensamiento. No
obstante, el autor opta por clasificar a modo
funcional los objetos recuerdo entre souve-nirs
de ayer y souvenirs de hoy, una distin-ción
que puede decirse que, en buena medi-da,
acaba estructurando su mirada y su
paseo por los recuerdos turísticos de Italia
a lo largo del libro. La distinción entre sou-venirs
de ayer y souvenirs de hoy (o sea,
productos artesanales y productos indus-triales)
permitirá a Canestrini reflexionar
sobre las formas de viaje turístico presentes
y pasadas y plantear una serie de preocu-paciones
derivadas de estas transformacio-nes.
Aceptando que todo acto de clasificación
depende de principios arbitrarios, otros
autores dedicados al estudio de los objetos
recuerdo han trazado clasificaciones de
dichos artículos; las categorías y criterios
de distinción son varios; Cohn (1992), quien
sostiene que la satisfacción del turista está
significativamente correlacionada con la
propia imagen y la imagen del destino, es-tablece
la línea de división de los artículos
recuerdo en función de su imagen simbólica
y su utilidad: distingue entre souvenirs que
evocan estereotipos de la población visitada
y souvenirs que contienen beneficios, que
son útiles. Simonicca (1997), quien conside-ra
que no puede trazarse una separación
exacta entre los souvenirs dado que existe
una continuidad entre ellos, acaba apos-tando,
a nivel funcional, por una clasifica-ción
dicotómica entre souvenirs comerciales
y souvenirs recogidos directamente del pai-saje,
a los cuales se les nutre de un signifi-cado
más personal. La norteamericana
Swanson (2004), que parte de la premisa de
que todas las curiosidades son souvenirs,
pero no todos los souvenirs son curiosida-des,
clasifica dichos productos según cinco
características principales: imágenes pictó-ricas
(postales o libros), trozos extraídos de
la naturaleza, artículos que evocan aspec-tos
propios del área, productos en los cuales
aparece el nombre del destino y productos
locales (alimentación o prendas de vestir).
En su estudio Canestrini se sirve de otra
idea básica, latente a lo largo del texto y
sólo explícita de forma directa en alguno de
los dieciséis capítulos que estructuran el
libro: se trata de la idea fundada en la
comprensión del espacio y tiempo de viaje
como unos instantes y lugares sagrados en
la vida del individuo. Canestrini se sirve
del discurso propugnado por el antropólogo
americano N. H. Graburn (1992) [1989],
quien estableció las categorías durkheinia-nas
de sagrado y profano a los diversos
estados comprendidos en la estructura del
viaje turístico, atribuyendo al periodo de
vacaciones la categoría de espacio extraor-dinario
y sagrado y, por lo contrario, defi-niendo
el tiempo ordinario de trabajo como
un estado profano de la vida de la persona.
Siguiendo a N. H. Graburn, Canestrini
desarrolla la idea de souvenir como la
prueba tangible del viaje, que permitirá al
individuo que ingresa a la esfera ordinaria
y vulgar de la vida, poder evocar y recordar
el tiempo excepcional de las vacaciones.
Canestrini empieza fijándose en las formas
más primitivas de viaje para explorar la
función simbólica del souvenir. Según el
autor, que se basa en la obra del paleo-antropólogo
francés Leroi-Gourhan (1993),
es a partir del Paleolítico Superior cuando
tiene lugar la génesis de lo que hoy deno-minamos
souvenir; los estudios de Paleon-tología
constatan que el comportamiento de
recoger objetos inútiles ha estado siempre
difuso: en efecto, el gesto de la exposición y
exhibición de un objeto de viaje (objeto sin
aparente utilidad) es un comportamiento
habitual ya en el hombre de las Cavernas.
A juicio de Canestrini, el hecho de apro-
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piarse de artículos de viaje es una pulsión
común en el hombre. Otros autores también
defienden la idea que la naturaleza de los
humanos es regresar de un viaje con un
souvenir, en tanto que éste permite validar
la experiencia ante la comunidad (Swan-son,
2004). Así mismo coincide Simonicca
(1997: 142), que afirma que la presencia
física del souvenir ayuda a localizar, definir
y congelar en el tiempo una experiencia
transitoria y momentánea. Simonicca man-tiene
que el producto souvenir contiene las
propiedades de condensar, de forma casi
totémica, la ciudad y grupo social visitado,
o sea, que dicho artículo logra convertir en
palpable lo que en un principio es intangi-ble.
También el francés M. Augé (1998)
[1977] apunta que estos productos cobran
su sentido una vez finalizado el viaje y el
turista regresa a casa. Finalmente, L. D.
Loeb (1992) [1989] recuerda que el souvenir
conlleva cierto punto de exhibicionismo.
El término francés souvenir, en su acep-ción
de objeto recuerdo, deriva del latín
subvenire, que significa acudir en ayuda,
socorrer; la idea fuerte del souvenir y su
definición más elemental nacen del vínculo
existente entre el propio objeto con la expe-riencia
del viaje: en los artículos souvenir
convergen la fuerza del icono y del panora-ma;
Yates (1974), en su tratado sobre El
arte de la memoria, estableció que para
recordar las cosas que en principio son de
carácter ininteligible la creación de notas
deviene una ayuda fundamental. De acuer-do
con Halbwachs (2004: 115), reproducir
no significa reencontrar, sino que significa
reconstruir, o sea, el souvenir intenta evo-car
una imagen que tenga relación con el
marco al que pretende evocar. Así, la razón
de ser de todo objeto souvenir es una cues-tión
indiscutiblemente simbólica, tiene un
componente de ritualidad: a través del pro-ducto
uno puede comunicarse con la expe-riencia
de viaje y puede certificar y declarar
ante los otros su vivencia extraordinaria, lo
cual confiere prestigio, aporta éxito. El sou-venir
obtiene valor de testimonial al mismo
tiempo que simboliza un pasado idealizado;
Canestrini defiende la idea que el souvenir
es un trofeo ya que tiene la potencialidad
de demostrar una victoria: aquella de haber
gozado de un viaje. Es sumamente intere-sante
la relación que Canestrini establece
con los postulados de M. Mauss (1979)
[1925] acerca del don y el souvenir. Canes-trini
entiende el souvenir como un elemento
dotado de un cierto contenido mágico que
habla de la identidad y estatus del donador
y exige, al mismo tiempo, una obligación.
En efecto, el regalo de un souvenir no es
una forma tranquila de altruismo, sino que
comunica un discurso, exige cierta recipro-cidad.
De todas formas, el lector puede
echar en falta un tratamiento más elocuen-te
y profundo de esta dialéctica inherente al
souvenir en el seno de las relaciones turís-ticas.
Si bien a lo largo de la obra Canestrini
plantea con elocuencia y claridad la dimen-sión
del objeto recuerdo como elemento
ligado al campo de la imaginación, de los
símbolos y su poder como mensajero en el
seno de las relaciones turísticas, trata con
escasa profundidad y menos trascendencia
el papel del objeto recuerdo en las relacio-nes
de consumo económico turístico. Igual-mente,
se echa en falta una valoración y un
examen más exigente del papel activo y
esencial del souvenir en el complejo proceso
de formación de la imagen de destino turís-tico.
Mackay (1997: 538), refiriéndose a las
imágenes, apunta que no sólo presentan el
producto sino que también comunican atri-butos,
características, valores, ideas. En
este punto hay mucho que decir: el souve-nir,
condensando gran cantidad de estereo-tipos,
permite al turista elaborar la imagen
del área de destino, pero a su vez reformula
también la mirada del local. Dichos estereo-tipos
contienen gran capacidad para estig-matizar
y además vienen incluidos en las
estrategias económicas a la hora de vender
productos turísticos.
Así, lejos de explorar la dimensión eco-nómica
y de consumo de los artículos sou-venir
y lejos también de atender a su pro-tagonismo
en el seno del escenario de la
construcción de la imagen de las áreas de
atracción, la propuesta de Canestrini es la
de un estudio que, a través de la inevitable
relación entre souvenirs de ayer y souve-nirs
de hoy, plantea reflexiones sobre las
principales formas y conceptos de dichos
artículos y defiende su dimensión simbólica
y funcional. En este sentido, Canestrini
ofrece un rico y extenso repaso de los sou-venirs
de Italia; detecta una considerable
diversidad de objetos recuerdo que comenta
mediante un oportuno abanico de ejemplos,
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curiosidades y anécdotas: souvenir ligado a
un suceso concreto, souvenir erótico, souve-nir
duty free, souvenir de la naturaleza,
souvenir devocional (propio de los viajes de
peregrinación), souvenir robado del paisaje
(como las piezas de un conjunto arqueológi-co),
souvenir kitsch, souvenir clásico, sou-venir
híbrido, souvenir comprado a través
de internet, souvenir utensilio, souvenir
ligado al sentido de la vista, etcétera. Con
la lectura de Trofei di viaggio, Canestrini
acerca al lector interesado en las imágenes
turísticas a los imaginarios de los viajeros,
al mismo tiempo que replantea los meca-nismos
que en el mundo del turismo indu-cen
a la creación de símbolos.
Vulgarización de souvenirs, viajes y símbo-los
La lectura de Trofei di viaggio, además
de presentar interesantes reflexiones acer-ca
de los usos, las formas y la evolución de
los objetos recuerdo en el área mediterrá-nea
en general y en el caso de Italia en par-ticular,
introduce elementos de debate y
plantea cuestiones que están al orden del
día en las discusiones y estudios relaciona-dos
con el turismo desde una óptica social y
cultural. Si bien Canestrini apunta algunas
preocupaciones fundamentales, no alcanza
elaborar una discusión con profundidad del
tema ni a tratar tales preocupaciones con la
debida exigencia. En el capítulo tercero,
Canestrini apunta que los deseos y perspec-tivas
de turistas y productores de souvenirs
se cruzan y se definen en base a una ley de
oferta y demanda. Canestrini considera que
la voluntad de los productores artesanales
es elaborar objetos que expresen una cultu-ra
material, que de forma más o menos
consciente, pueda contribuir a la definición
del perfil histórico-cultural de los mismos
autóctonos. Por otra parte, lo que busca el
comprador es familiarizarse con una reali-dad
a través del artículo recuerdo, el cual
condensa, en cierto modo, dicha identidad.
Obviamente, una identidad reducida al
estereotipo. Pero con esta esquemática re-lación
de perspectivas que nos ofrece Ca-nestrini,
queda marginado el componente
económico que funda dicho intercambio;
tampoco prosigue a discutir acerca de la
exigente adaptación que se da entre unos y
otros (turistas y productores), los cuales
intercambian sus intereses y modifican las
formas, símbolos e imágenes asociadas al
souvenir turístico y al área de destino. En
esta línea existen estudios que se preocu-pan
del análisis de la adaptación de los
souvenirs y la mirada y deseos del visitan-te;
también existen numerosos estudios que
se fijan en los motivos de compra y los atri-butos
generales según los cuales el turista
decide adquirir el souvenir (para K. Swan-son,
2004, el turista internacional busca
que el souvenir sea fácilmente transporta-ble,
relativamente económico, comprensi-ble,
limpio y útil; para Littrell et alt, 1994,
el turista se fija en su diseño, la calidad y el
atractivo y características generales; para
Turner y Reisinger, 2001, los motivos fun-damentales
que orientan la compra son la
calidad, la exclusividad y la exposición).
En el capítulo quince, el autor se pre-ocupa
por la vulgarización que actualmente
sufren los artículos recuerdo (vulgarización
entendida como la producción industriali-zada
y despersonalizada de los recuerdos y
esa transformación de dichos objetos en
artículos kitsch); el autor sospecha que el
empobrecimiento de su calidad avanza pa-ralelamente
a la vulgarización del propio
viaje heroico. De nuevo, se puede captar esa
concepción de tiempo sagrado que para
Canestrini define invariablemente el viaje
turístico. El antropólogo italiano considera
que el viaje ha dejado de ser una experien-cia
de tipo extraordinaria, estética y cogni-tiva,
para convertirse en conformismo, lo
cual considera preocupante en tanto que
acaba condicionando las formas de los sou-venirs;
o sea, el turismo y el souvenir se
industrializan y se convierten en productos
estándar: la cantidad, apunta, destroza la
calidad. Aludiendo a la masificación turísti-ca,
Smith (1992) también señala la existen-cia
de dichos procesos de despersonaliza-ción
de unos frente a otros (anfitriones e
invitados). En este mismo sentido, Santana
(1997) ha apuntado que, en los espacios
turísticos, las visiones estigmatizadas que
se elaboran del otro (sea turista o local)
obedecen a una razón de clasificación fun-cional,
o sea, sirven para poner cierto orden
en entornos aparentemente caóticos. De
hecho, con su apreciación sobre la estanda-rización
de los artículos de recuerdo, Ca-nestrini
contribuye a los frecuentes análisis
sobre los llamados procesos de masificación
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y globalización del turismo que pueden
implicar la vulgarización o estandarización
de productos, personas y símbolos. Si bien
la principal responsabilidad de esa situa-ción,
de acuerdo con Canestrini, está en
manos de las empresas Tour Operadoras y
de los fabricantes y distribuidores de sou-venirs,
le pertenece a la etnografía com-prender
y estudiar dichos procesos de
transformación. En este sentido, comparto
la postura de Canestrini que sugiere que,
con el fin de estudiar los procesos de cambio
y continuidad de las formas de viaje y de
souvenirs, es preciso, ante todo, fijarse en
nosotros mismos, o sea, en las propias so-ciedades
emisoras de turistas. Es oportuno
sacar a colación el discurso de Thurot, J. M.
& Thurot, G. (1983), los cuales apuntan que
el turismo moderno refleja una mirada nar-cisista
sobre los mismos turistas, ya que, en
definitiva, las imágenes de destino no son
más que anticipaciones al gusto del consu-midor.
Urry (1990) igualmente mantiene
que para explicar el tipo de imagen que el
turista espera en su destino es importante
fijarse en su propia realidad. Crick (1992:
392) sostiene que el turismo internacional
puede girar más en torno a nuestra cultura
que a la del país de destino.
Canestrini afirma que el motivo de crisis
del producto souvenir y del turismo en ge-neral
es la propia estandarización. El an-tropólogo
italiano no deja bien resuelta esta
afirmación que, como es bien sabido, es una
cuestión excesivamente compleja y que
implica el análisis de muchos vectores que
directa o indirectamente están relacionados
con el turismo. Todo estudio dedicado a la
actividad turística no puede, en efecto, es-capar
de tal complejidad. Considero que de
entrada sería oportuno y necesario clarifi-car
y definir la constatación que afirma que
el turismo está en crisis.
En el último capítulo de Trofei di viag-gio,
Canestrini sitúa el souvenir entre las
cuerdas de la identidad y la globalización:
advierte sobre su deslocalización y sobre la
amenaza de la pérdida de autenticidad en
los productos souvenir y deja entrever su
preocupación por el juego que vincula au-tenticidad
y falsedad. Incluso el autor
muestra su preocupación por el riesgo y
peligro que desaparezca la palabra “típico”.
En este último capítulo, Canestrini estable-ce
un nuevo paralelismo entre el viaje tu-rístico
y el producto souvenir en la actuali-dad:
el turista ya no adquiere productos con
el deseo que rememoren la identidad del
lugar visitado, sino que éste asume que el
souvenir posee un tipo de identidad pasaje-ra.
En definitiva, una identidad pasajera
como la que posee el tiempo y espacio del
propio viaje turístico. En este sentido, la
lectura de M. Augé (1995) invita a reflexio-nar
sobre la crisis de la identidad y de la
alteridad, crisis que aparece cuando ya no
se pueden efectuar pensamientos y defini-ciones
relativamente fijas y estables del
otro.
En el capítulo trece el autor muestra su
preocupación por la turistización del folclo-re
y recuerda las situaciones de los pueblos
indígenas en Estados Unidos, al mismo
tiempo que advierte sobre la obsesión por la
autenticidad y sus efectos sobre algunos
grupos de personas. Así mismo, recuerda
como las manifestaciones populares apa-rentemente
espontáneas de muchos pueblos
se convierten, a ojos del turista, en un re-clamo
más de la esperada autenticidad, lo
cual, recuerda Canestrini, el etnógrafo no
puede ignorar. Si bien nos recuerda que la
alteridad en contextos turísticos posee un
valor de autenticidad, el autor no propone
abiertamente un debate acerca de la con-versión
del folklore en mercancía turística o
de los cambios, mantenimientos o destruc-ciones
de rituales a causa de la actividad
turística.
Con un repaso a las formas antiguas y
presentes de souvenir de Italia, el libro
Trofei di viaggio permite al lector introdu-cirse
en la materia de los principales símbo-los
y usos de dichos productos. La obra es
amena e incita a la curiosidad del lector
(sea o no experto en turismo), que puede
encontrar en el libro un amplio repertorio
de ejemplos, anécdotas, explicaciones y
apuntes relacionados con el souvenir. Trofei
di viaggio no es una etnografía en la que,
mediante el trabajo de campo del antropó-logo,
se analiza el papel del turista y sus
procesos de significación del souvenir; Tro-fei
di viaggio responde más bien a un ensa-yo
libre de construcciones disciplinarias
cuyo debate principal se centra en la trans-formación
del viaje turístico y, consecuen-temente,
del souvenir. Finalmente, se apre-cia
muy vagamente la reflexión que tiene
que ver con los procesos de atribución de
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significados a los artículos recuerdo; el sig-nificado
del souvenir no es una cuestión
natural, espontánea, intrínseca e inherente
al objeto, el significado del souvenir tampo-co
es fruto de condiciones de tipo individual
y psicológico del turista, sino que los signi-ficados
siempre son fruto de una serie de
acuerdos tácitos y de interpretaciones com-partidas
que se depositan colectivamente
en el producto. Pero el souvenir (aquello
que es y aquello que pretende identificar y
representar) responde, sobre todo, a un
cúmulo de estrategias y pactos entre la
oferta y demanda de consumidores y pro-ductores.
En definitiva, el souvenir en con-creto
y el área de destino en general, se
modifican en función del público a quien
van dirigidos: la imagen promovida y la
imagen esperada dependen de un compro-miso
entre vendedores y compradores. En
efecto, el consumo simbólico no puede en-tenderse
sin tener en cuenta el consumo
económico. Todo empobrecimiento de cali-dad,
toda vulgarización de símbolos y es-tandarización
de imágenes tiene que ver
con el reino de lo comercial.
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Recibido: 18 de febrero de 2006
Aceptado: 15 de marzo de 2006
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