Vol. 4 Nº 2 págs. 201-211. 2006
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© PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121
La participación del turismo en la modificación del paisaje cultural
de Malinalco, Estado de México
Guillermo Miranda Román †
Universidad Autónoma del Estado de México (México)
Resumen: El propósito de este artículo es presentar algunas formas de participación que tiene el turismo
en la transformación de los paisajes. En estas líneas se pretende de manera más o menos general, mostrar
algunas intervenciones que el turismo como actividad social y económica para el desarrollo del hombre
tiene, para que se produzcan esos cambios en lo que consideramos paisaje cultural. De nuestras observa-ciones
concluimos que el turismo conducido con políticas improvisadas hace que se altere el paisaje, por
lo que se requiere de un ordenamiento de los bienes culturales presentados, no sólo al turismo, sino tam-bién
a los científicos que requieren de construir la historia de esos valores que identifican a un pueblo.
De esta manera, el turismo correctamente encausado será un medio para revalorar, rescatar y conservar
ese paisaje cultural para ser dignamente presentado a esos visitantes.
Palabras clave: Turismo; Paisaje cultural; Impactos; Malinalco; México
Abstract: The intention of this article is to present some forms of participation that has the tourism in
the transformation of the landscapes. In these lines it is tried of more or less general way, to show some
interventions that the tourism as social and economic activity for the development of the man has, so that
those changes take place in which we considered landscape cultural. Of our observations we conclude
that the tourism lead with unexpected policies causes that the landscape is altered, reason why is required
of an ordering of the presented/displayed cultural goods, not only to the tourism, but also to the scientists
whom they require to construct the history of those values that identify a town. This way, the tourism
correctly encausado will be an average one to revalue, to rescue and to conserve that cultural landscape
with dignity to be presented displayed those visitors.
Keywords: Tourism; Cultural landscape; Impacts; Malinalco; Mexico
† • Guillermo Miranda Román es profesor del Centro de Investigaciones de Estudios Turísticos, Facultad de Turismo
(UAEM). E-mail: gmro@uaemex.mx
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Este escrito aborda de manera resumi-da,
casi enunciativa, o de denuncia algunas
reflexiones que considero, son de utilidad
para iniciar un intercambio de experiencias
teórico-metodológicas de la actividad turís-tica,
particularmente acerca del paisaje,
desarrolladas en Malinalco, estado de
México, localidad de 6,517 habitantes per-teneciente
al municipio del mismo nombre,
ubicado en la meseta central del país y al
extremo sur de la porción occidental de la
misma entidad; abarca una superficie de
186.3 km2., su extensión, representa el
0.81% del territorio mexiquense; a los 18º
57' 05' de latitud norte y a los 99º 30' 06' de
longitud oeste del meridiano de Greenwich,
con una altura promedio de 1800 m.s.n.m.;
colinda al norte, con los municipios de Te-nancingo
y Ocuilan; al sur, con el estado de
Morelos y al poniente, con los municipio de
Tenancingo y Zumpahuacán. Malinalco.
En este lugar, a partir de mediados del
siglo XX se manifiesta una incipiente acti-vidad
turística, debido a que esporádica-mente
llegaban visitantes a observar atrac-tivos
como la zona ar-queológica,
convento
Agustino del siglo XVI,
El Manantial de El Mo-lino,
arquitectura colo-nial,
clima y paisaje con
flora exuberante; el cons-tante
aumento de turis-tas
extranjeros y nacio-nales,
la implementación
de establecimientos de
hospedaje y alimenta-ción,
introducción de
servicios públicos y nue-vas
formas de comercia-lización
en bienes y ser-vicios,
fueron factores
que influyeron para que
se modificara la econo-mía,
cultura y medio
natural de sus habitantes, considerando al
fenómeno turístico como uno de los agentes
que influye en los cambios del paisaje cul-tural.
Disciplinas como la Economía, geografía,
Sociología o la Antropología Social han
aplicado sus conocimiento para analizar los
diferentes tipos de turismo que se presen-tan
en cuanto a su práctica y organización,
en realidad, no se conocen aún los límites
de estudio, las características de los distin-tos
tipos de turismo se interrelacionan
aunque pueden asumir aspectos distintos,
por ello, en estas líneas se exponen sólo
algunas ideas del paisaje cultural y su rela-ción
con el turismo.
El turismo es un hecho sociocultural en
el que interactúan, dos sectores sociales:
uno, al realizar un viaje por diversas moti-vaciones,
y otro, al ofrecer “escenarios” para
el cumplimiento de los satisfactores del
primero. Las expectativas que éste se plan-tea
en la preparación del viaje, dados sus
gustos o motivaciones, son muy variados,
para lo cual, el destino turístico le tiene
preparado varios insumos, llámense patri-monio
monumental, servicios turísticos,
infraestructura vial, transportación, arte-sanías,
costumbres, cultura local, gastro-nomía,
o paisaje, sea este natural o cons-truido,
etc.
El paisaje es una imagen que está pre-sente
en todo viajero, aún antes de despla-zarse
al sitio turístico elegido, para efectuar
actividades como: turismo de sol y playa,
turismo residencial, alternativo, ecológico,
por edad, de contemplación o científico. Sin
embargo, debemos reconocer que aún cuan-do
el concepto de paisaje no esté fijado en la
preparación del viaje, éste se descubre, se
permea en la experiencia turística, se ven-de,
está en el plus del viaje, para finalmen-te,
recomendarse, al respecto, Lévi-Strauss
afirmaba que el viaje es una construcción
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de la imaginación.
El paisaje visitado, es históricamente
construido por las personas que viven en el
destino turístico, forma parte de su patri-monio
y es uno de los atractivos presenta-dos
al denominado turismo cultural, que lo
defiende, estudia, protege, conserva, difun-de
y promueve, muchas veces para llamar a
inversionistas, otras para el desarrollo lo-cal,
pero también lo modifica, lo transforma
o lo altera.
El paisaje construido es un producto cul-tural,
es creación del grupo, resultado de
sus elecciones y su esquema cognoscitivo:
mantiene la identidad del grupo al formar
parte de su patrimonio y contribuye a esta-blecer
sus límites; es, por lo tanto, diverso.
La arquitectura, el urbanismo o el paisaje
cultural de cualquier época han sido anali-zados
para que adquieran relevancia como
patrimonio cultural y ser presentado a las
corrientes turísticas.
El término paisaje al ser utilizado en
sentido común, origina diferentes líneas de
investigación, a veces alejadas de la expli-cación
científica como: entorno construido,
atractivo, arquitectura urbana, estética,
historia, imaginarios, etc. Sin embargo,
todas ellas forman parte del cuerpo de mé-todos
y técnicas que actualmente constitu-yen
la ciencia del paisaje, particularmente
el paisaje cultural es de interés no sólo por
estudiosos del fenómeno turístico sino por
pintores, poetas, filósofos, urbanistas, entre
otros.
El paisaje no es estático, se modifica
constantemente, se mueve, sea de corta o
larga duración, sea colectiva o individual-mente,
sus formas de representación tam-bién
cambian, en este aspecto, el turismo
como un fenómeno sociocultural es un fac-tor,
que si bien no es el único, también lo
modifica. Aunque el estudio del paisaje ha
sido un estudio común para diversas disci-plinas
como lo es la arquitectura, antropo-logía,
geografía, sociología o historia, ahora,
debe ser una necesidad de estudios inter-disciplinarios.
El término paisaje surge de muchas pa-labras
del lenguaje común –montaña, jar-dín,
ciudad, cultivos, etc.-, múltiples imá-genes:
unas actuales, otras vividas o sim-plemente
recordadas. La visión de cual-quier
paisaje, tanto directa como represen-tada,
de la forma que sea, sugiere una es-pecie
de mosaico más o menos ordenado de
formas y colores. Un paisaje es la imagen
que representa la vista de un sector natu-ral,
superficie terrestre, relieve de una re-gión,
que es, producido o modificado, tanto
por fuerzas geológicas como por el hombre,
según su cosmovisión o cultura. (De Bolós,
María1992)
La palabra paisaje procede del latín pa-gus
significa país, se concibe como el con-junto
de formas que caracterizan un sector
determinado de la superficie terrestre. Ca-da
paisaje tiene una fisonomía natural par-ticular
al igual que una especie vegetal o
animal, diversos estudiosos refieren el tér-mino
paisaje en un sentido más amplio que
el de la sola escena aprehendida por el ob-servador.
El paisaje viene a ser como la
suma de muchas vistas y no de un solo pa-norama.
Esta acepción, es actualmente
considerada no sólo por geógrafos, artistas
o arquitectos sino también por los estudio-sos
del paisaje de las más diversas ramas.
La noción paisaje cultural es empleada
para describir los productos de la actividad
constructora humana, se refiere a cualquier
alteración física del entorno natural; son
formas de construcción que incluyen sitios
definidos y delimitados, encerrados o abier-tos:
el tejido y las formas urbanas, cons-trucciones
monumentales patios, plazas,
caminos, una área agrícola o una calle,
lugares o construcciones significativas como
un adoratorio, viviendas, templos o casas
de reunión creados por el ser humano para
cobijar, definir y proteger actividades.
Éstos bienes son producto de una evolu-ción
histórica en la que intervienen aspec-tos
materiales y espirituales de la cultura
del hombre, entendida como el “... conjunto
de actividades, productos intelectuales y
manuales del hombre en sociedad, inde-pendiente
de las formas y contenidos, la
orientación y el grado de complejidad o de
conciencia, e independientemente de cual-quier
o cual sea la distancia que guarden
con respecto de las concepciones y compor-tamientos
que en nuestra sociedad son más
o menos oficialmente reconocidas” .(Ciresse:
1979)
De las diferentes definiciones de cultura
derivan múltiples terminologías: el modo de
vida de un grupo; el sistema de símbolos,
significados y esquemas transmitidos me-diante
códigos; el conjunto de estrategias
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adaptativas para la supervivencia relacio-nadas
con recursos y ecología; visión del
mundo, valores, estilo de vida, entre otros.
La cultura no es sólo formas construidas
sino también actividades humanas, y sólo a
través de estas actividades y como el resul-tado
de un proceso de elección del diseño,
explícitamente basado en valores, se llega a
las formas construidas. Y sólo en ese nivel,
el de las actividades concretas, puede rela-cionarse
la cultura con el uso del entorno
construido, entendido como un sistema de
actividades que modifican al entorno natu-ral,
naciendo de esta manera el concepto de
paisaje cultural.
El paisaje cultural no es solo un conjun-to
de objetos fijos y semifijos mediante los
cuales el ser humano cambia la faz de la
tierra, es decir, cultura material, sino tam-bién
como un sistema de foros para diver-sas
actividades, y, como una organización
de espacio, de tiempo y de significados.
Por cultura material se entiende como
algo más que el mero resultado de la tecno-logía,
se refiere a la organización política,
económica y social, el nivel simbólico, la
organización y la comunicación de signifi-cados
del grupo que los produjo.
La cultura en sí misma es intangible;
aunque sus manifestaciones y productos se
pueden exteriorizar de modo tangible y se
concretan a través de elementos físicos
como obras artísticas sencillas o monumen-tales.
La cultura es dinámica y está en
constante transformación, sin embargo, sus
manifestaciones y productos constituyen
testimonios que revelan la huella y el ca-rácter
de espacios, contextos y de tiempos
específicos.
El paisaje construido es un producto cul-tural,
es creación del grupo, resultado de
sus elecciones y su esquema cognoscitivo:
mantiene la identidad del grupo al formar
parte de su patrimonio y contribuye a esta-blecer
sus límites; es, por lo tanto, diverso.
El concepto de paisaje cultural nos con-duce
a analizar una gran variedad de tér-minos
como área cultural introducido por
Boas con el fin de comprender el desarrollo
de formas culturales a partir de la distribu-ción
de rasgos, incluidas las formas de
asentamientos y vivienda dentro de un
ámbito geográfico; núcleo cultural, expre-sión
activa de la adaptación
de los grupos humanos a su
entorno natural; región,
concepto espacial derivado
de la geografía cultural y
empleado en las ciencias
sociales, o, territorio que
proviene de la geografía
cultural francesa como loca-lidad
o puede ser sustituido
por el de terreno lugar o
región.
Por su parte, Amerlinck,
Mari-José y Bontempo Fer-nando
(1990) plantean que
el entorno construido es un
concepto que describe los
productos de la actividad
constructora humana, se
refiere no solo a la alteración física del en-torno
natural realizada por arquitectos,
sino también al proceso de construcción
humana para la generación del producto
cultural, estos autores concluyen que los
estudios sobre el entorno construido tienen
tres tendencias: la relación entre organiza-ción
del grupo doméstico y forma de la vi-vienda;
uso de la forma construida como
metáfora de relaciones simbólicas y sociales
complejas, y, estilos, funcionalidad y méto-dos
de construcción.
Pese a los múltiples términos que diver-sas
disciplinas manejan refiriéndose a la
transformación de la naturaleza; la antro-pología,
como la historia o la arquitectura,
han mostrado un creciente interés en com-prender
la dimensión espacial de las rela-ciones
sociales y las consecuencias espacia-les
del comportamiento humano.
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Asimismo, los estudiosos del turismo se
han abocado a analizar lo que se denomina
espacio turístico, señalan que es consecuen-cia
de la distribución territorial de los
atractivos turísticos, es la materia prima
del turismo. El espacio turístico se ubica en
el llamado paisaje cultural, según el tama-ño
de su superficie y grado de importancia
turística, le han asignados terminologías
como: zona, área, complejo, centro, unidad,
núcleo, conjunto o corredor turísticos.
(Boullón 1995)
A pesar de las dificultades que plantea
la utilización del concepto de “paisaje cultu-ral”
como objeto de investigaciones del tu-rismo,
esta ocasión se utiliza debido a que
es el que menos problemas de comprensión
plantea entre los anteriores sinónimos.
Así, es imprescindible el análisis cultu-ral
de las relaciones existentes entre las
instituciones sociales, políticas, religiosas o
económicas con sus obras monumentales,
mitos o expresiones artísticas para expli-carnos
la conformación de los paisajes cul-turales,
de aquí que, el clima, las necesida-des
de alojamiento, el uso de materiales, los
avances tecnológicos, el emplazamiento, la
defensa, la economía o la religión son facto-res
que influyen en su conformación. Esto
es, los edificios de determinado estilo deben
verse en relación con y en el contexto de la
matriz cultural, especialmente tal como
existían en la época en que fueron diseña-dos
y construidos.
El paisaje se funda, se produce, reprodu-ce,
se modifica, se posee y se entrega. El
turismo lo contempla o disfruta, aunque
directa o indirectamente, lo modifica. Al
Respecto, Monsiváis (1999) sostiene que “...
el paisaje cultural, como el de la ciudad de
México sea cual sea el pasado prestigioso
(...) vienen a menos los ideales de armonía
y belleza y ganan las fórmulas de rentabili-dad
al instante: salvo las zonas consagra-das
–la historia que convoca al turismo-, se
abandona a su (..) suerte las gratificaciones
del paisaje urbano. Y ha resultado inútil
enfrentarse a la ignorancia desdeñosa del
patrimonio colectivo y la prisa de los espe-culadores”.
El hombre en su desarrollo cultural ha
encontrado para sus necesidades nuevas
formas y soluciones heredables, su capaci-dad
de creación y de adaptación al medio se
han agregado obras monumentales o artís-ticas,
unas veces para respetarlas y exal-tarlas,
otras para transformarlas o defor-marlas,
pero siempre para aprovecharlas,
para designarles una función, para ser su-yas
con relación a su historia, representan
el resultado del trabajo sucesivo de muchas
generaciones, la acumulación de agregados
que proceden de medios y épocas diferentes,
vinculados por el territorio común y el hilo
conductor de la cultura. De aquí que estas
obras se convierten en patrimonio de cultu-ras
específicas. La arquitectura, el urba-nismo
o el paisaje cultural de cualquier
época han sido analizados para que adquie-ran
relevancia como patrimonio cultural y
ser presentado como un producto a las co-rrientes
turísticas, aunque su consumo, es
aprovechado por las políticas turísticas,
como elemento de desarrollo económico sin
importar su alteración.
El paisaje incluye aspectos naturales y
culturales. El hombre, aunque en mínima
parte, puede conformar y alterar un paisaje
de manera individual, pero su estructura,
equilibrio, desequilibrio o destrucción, no
será posible sin la acción humana que lo ha
conformado lenta y sostenidamente duran-te
siglos, o quizá en irrupción violenta, co-mo
ha sucedido muchas veces. Asimismo, el
marco físico que presenta el paisaje ha de-terminado
de alguna manera los quehace-res
y costumbres, y hasta el modo de ser de
quien lo habita.
Así, en su acontecer histórico los habi-tantes
de Malinalco, a su paisaje cultural lo
han creado y transformado respondiendo a
razones culturales, ideológicas, o económi-cas.
Cambios que ante los ojos de personas
que no pertenece a ese lugar resulta intere-sante
y placentero, estas personas que son
consideradas turistas están ahí sólo para
alcanzar sus propósitos de re-creación y
descanso.
Con la llegada de visitantes a este desti-no,
sus habitantes crean en sitios naturales
y culturales establecimientos de re-creación,
hospedaje o alimentación para
satisfacer las necesidades de los turistas,
ambos, conforman y modifican el medio
ambiente, es decir, sus campos, acervos,
monumentos, bienes y obras tanto materia-les
como espirituales.
Los espacios, asentamientos, distribu-ción
territorial, y más en general, los paisa-jes
creados por ellos, no sólo son transfor-
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mados por los turistas que se presentan de
manera masiva y con poca temporalidad en
su estadía, sino también, por aquellas per-sonas
que al retirarse de sus empleos cam-bian
de lugar para vivir y descansar los
últimos años de sus vidas, es decir, también
el turismo residencial.
El turismo es un fenómeno sociocultural
que se vuelve cada vez más complejo debido
a las diferentes formas en que se practica o
se organiza, se observan de manera apa-rente
dos formas: el turismo “convencional”
que se le conoce comúnmente como “indus-tria
sin chimeneas”, donde los visitantes
requieren de servicios de hospedaje, ali-mentación
y recreativos; y el “turismo resi-dencial”,
practicado no como un negocio,
sino que los anteriores requerimientos son
implementados por el usuario o consumidor
para satisfacer necesidades de descanso y
recreación, en Malinalco, este tipo de tu-rismo
se ha acrecentado de manera cons-tante
dadas las características paisajísti-cas.
El turismo realizado por los habitantes
de las ciudades es un medio de evasión de
su vida rutinaria y puede tomar distintas
formas o modalidades tales como las cultu-rales,
deportivas, de corte ecologista, o el
residencial, que al presentarse de manera
masiva este tipo de visitantes a ciertos des-tinos
turísticos modifica el paisaje cultural.
Al dinamizarse la actividad turística por
los gastos del visitante, se generan ingresos
e impuestos, de esta manera, se estimulan
las inversiones para la implementación de
establecimientos turísticos, se introducen
nuevos servicios públicos y se mejoran los
existentes; se diseñan programas para la
atención al turismo, para el mejoramiento
urbano, vivienda, salud y proyectos enca-minados
a la protección del patrimonio
turístico, las principales causales para su
implementación se explican porque las co-rrientes
turísticas al trasladarse al destino,
requieren de infraestructura vial, transpor-te,
instalación de establecimientos de hos-pedaje
y alimentación, electrificación, agua
potable, campañas de limpieza, sistemas de
comunicación, salud, educación o nuevas
tecnologías, de esta manera, se contribuye
al desarrollo regional y por ende a nueva
fisonomía paisajista.
El turismo en Malinalco cuya economía
aún está sustentada en el trabajo agrope-cuario,
ocupa un alto porcentaje en la su-perficie
de su terreno, sin embargo, su ex-tensión
se reduce y/o sustituye por otros
usos a los que originalmente estaban desti-nados,
ejemplo de ello, es la utilización de
esos espacios para la implementación de
establecimientos comerciales, de servicio
turístico, construcciones para vivienda local
y campestre o para la introducción de obra
pública.
Las modalidades del uso del suelo donde
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se ubica el atractivo, es una de las varia-bles
que más afecta al patrimonio turístico
(natural y cultural), en esto, mucho inter-viene
la actividad turística. Existen áreas
que cuentan con atractivos de gran valía,
pero no se tiene un proyecto integral de
ordenamiento del espacio que evite el de-terioro
e incluso la destrucción de los edifi-cios
históricos y zonas de interés patrimo-nial,
se construyen hoteles, restaurantes,
casas de campo y otras instalaciones, con
la consecuente destrucción, primero de los
vestigios y restos históricos, y segundo, del
desequilibrio de la armonía visual de los
edificios con respecto a su entorno.
Diversos son los impactos que el turis-mo
genera sobre el medio ambiente, de
Malinalco, se atribuye, no sólo a los visi-tantes
sino también a los establecimientos
que proporcionan el servicio. Se están ago-tando
los mantos freáticos al incrementarse
los requerimientos de agua para las empre-sas
de hospedaje o alimentación, para jar-dines
y albercas de casas de campo, al de-mandarla,
obliga a entubarla o traerla de
fuentes de abastecimiento cada vez más
lejanas, generando la desecación de depósi-tos
y su consecuente escasez; respecto al
agua residual que produce el turismo, es
vertida a los ríos contribuyendo a aumen-tar,
la contaminación fluvial, y del aire
cuando se queda estancada, lo anterior
contribuye a que la fisonomía del paisaje se
modifique, otra razón para ello, es el cons-tante
tránsito de los turistas hacia los prin-cipales
atractivos, muchos de ellos son de-predadores
de flora y fauna, aunque con-trariamente
a ello, es posible que la activi-dad
turística sea un factor que
regenere al medioambiente al
adecuar y proteger zonas para la
recreación del visitante.
Muchos espacios turísticos se
encuentran rodeados de paisa-jes,
son poseedores de monu-mentos
y obras culturales como:
la zona arqueológica, sus puen-tes,
la plaza pública, el convento
del siglo XVI, las capillas de cada uno de
sus barrios, sus viviendas típicas, cuyas
modificaciones son manifiestas, aunque
algunas de ellas son rescatadas y usadas
correctamente. Patrimonio digno de ser
presentado al turismo o a científicos que
reconstruyen la historia del lugar y que
todavía sobreviven, aunque rodeados por
diversos edificios que no corresponden a su
estilo y época.
Los acervos del paisaje de Malinalco his-tóricamente
han sido construidos simbólica,
económica y políticamente por sus habitan-tes,
los cuales forman parte de su patrimo-nio,
patrimonio que usualmente se estudia,
se conserva, o difunde ya sea para el acre-centamiento
científico o para el aprove-chamiento
económico. El paisaje no es está-tico,
se modifica constantemente, se mueve,
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sea de corta o larga duración, sea colectiva
o individualmente, sus formas de represen-tación
también cambian, en este aspecto, el
turismo como un fenómeno sociocultural es
un factor, que si bien no es el único, tam-bién
lo modifica.
Al presentarse estos visitantes a este
lugar, sus habitantes crean en sitios natu-rales
y culturales establecimientos de re-creación,
hospedaje o alimentación para
satisfacer las necesidades de estos turis-tas,
conformando y modificando su medio
ambiente, es decir, sus campos, acervos,
monumentos, bienes y obras tanto mate-riales
como espirituales.
Tanto el turismo convencional como el
residencial son agentes que modifican los
atractivos naturales y culturales, trans-formando
de manera general al paisaje
cultural, aunque también contribuyen a
estos cambios: el explosivo crecimiento
demográfico, la urbanización mal entendi-da,
el desarrollo acelerado de la especula-ción
inmobiliaria, los cambios en el uso del
suelo, la falta de planificación o la infraes-tructura
vial.
El turismo es un vehículo que facilita el
intercambio de elementos culturales entre
visitantes y población local, sin embargo, no
se puede pensar en que los anfitriones
adopten únicamente, las tradiciones, valo-res
y costumbres de los visitantes o que
éstos sustituyan sus modelos culturales por
su corta estancia en el lugar turístico. Sólo
se intercambian elementos culturales pero
no se modifica totalmente el comportamien-to,
aunque es posible que los prestadores de
servicios turísticos traten de conservar la
cultura de la comunidad, como si fuese una
resistencia a esas intromisiones de la cultu-ra
ajena, ejemplo de ello es la persistencia
de los estilos urbanísticos, edificaciones,
gastronomía, y más en general, del patri-monio
cultural de la localidad.
Se presentan casos en que el turismo
afecta a los bienes culturales, al cons-truir
o adecuar servicios turísticos,
infraestructura o casas de campo sobre
sitios o edificaciones arqueológicas,
históricas o artísticas. De igual forma,
se presentan cambios en la arquitectu-ra
de la región, sean éstas de carácter
urbanístico o sobre los estilos de las
casas que se construyen, ya que al lle-var
materiales constructivos y diseños de
casas de sus lugares de origen transforman
el paisaje. Al respecto, se observan modifi-caciones
en recursos naturales que son uti-lizados
para la construcción de jardines,
casas, vialidades, estacionamientos, entre
otros.
Los servicios educativos o de salud que
se albergaban en antiguas edificaciones se
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mudan a modernas instalaciones lo que
permite dar cabida a los avances científicos
y tecnológicos, con ello, se da paso a servi-cios
turísticos en esas viejas instalaciones.
Un fenómeno que se suscita es el hecho de
que los coleccionistas se muestren ahora
interesados en poseer o comprar bienes que
en otros tiempos no se comercializaban.
El cambio de uso o función de los bienes
culturales ha sido preocupación por dife-rentes
profesionistas. En este lugar, algu-nas
casas particulares se conviertan en
hoteles, bancos, o comercios. La necesidad
de adaptar a la vida moderna los viejos
edificios ha sido una constante, por ejem-plo,
el hecho de contar con instituciones
culturales y de enseñanza, ha transformado
ya sea al edificio o algunos de sus elemen-tos
arquitectónicos. Esto muestra de que la
arquitectura entendida como espacio vital
ha marchado al ritmo que la sociedad le ha
impuesto, y que al mismo tiempo sea un
producto de consumo como lo atestigua
Martha Fernández (1997).
Los bienes culturales de Malinalco, son
cuidados por las instituciones culturales de
la población, son restaurados y utilizados
como museos, sin embargo, se nota la exis-tencia
de casas remodeladas o mal usadas,
habitaciones convertidos en almacenes o
comercios en las cuales se alberga un café o
restaurante, aunque son indispensables en
su Centro Histórico, otros más, han pervi-vido
gracias al cuidado y protección de una
persona o de un grupo pequeño. Sin embar-go,
en algunos casos se les deja en el aban-dono,
otros, se degradan, o sus espacios son
usados como almacenes.
En muchas construcciones, y para el fo-mento
del turismo, diversas adaptaciones y
modificaciones tienen que hacerse, por
ejemplo, los elementos arquitectónicos del
convento o las capillas de los barrios han
perdido su función original, en el caso del
atrio del convento ya no se practican las
procesiones, las capillas posas, o no se en-cuentran,
o no se les da la utilidad corres-pondiente.
Se ha observado que los párro-cos
y mayordomos subutilizan los recintos
conventuales y de las capillas para sus
habitaciones y almacenes de materiales,
casi siempre al hacerlo, se ven precisados a
modificar los espacios para su uso particu-lar
agrediendo al monumento. El entorno
de los sitios arqueológicos no se revitaliza o
utiliza adecuadamente, lo que implica que
lo más acertado no es planear el uso de un
edificio sino de la zona, ya que se privatizan
predios que pertenecían a ellos. Muchos de
estos monumentos subsisten, pero se dete-rioran
paulatinamente por falta de recur-sos,
debido a la ignorancia o para la activi-dad
turística.
Muchos espacios turísticos se encuen-tran
rodeados de paisajes, son poseedores
de monumentos y obras culturales como: la
zona arqueológica (uno de sus recintos es
una construcción monolítica), la plaza, con-vento
o las capillas cuyas modificaciones
son manifiestas aunque algunas de ellas
son rescatadas y usadas correctamente,
dignos de ser presentados al turismo o a
científicos que reconstruyen la historia del
lugar y que todavía sobreviven, aunque
rodeados por diversos edificios de estilos
diferentes y con otra función.
Malinalco cuentan con atractivos de
gran valía, pero no se tiene un proyecto
integral de ordenamiento del espacio que
evite el deterioro e incluso la destrucción de
los edificios históricos y zonas de interés
patrimonial, se construyen hoteles, restau-rantes,
casas de campo y otras instalacio-nes,
con la consecuente destrucción, prime-ro
de los vestigios y restos históricos, y se-gundo,
del desequilibrio de la armonía vi-sual
de los edificios con respecto a su en-torno.
El temor de no poder rescatar los bienes
culturales se ha generalizado, pues se ob-serva
que las autoridades encargadas para
su estudio y conservación han tenido que
aceptar ciertas condiciones desfavorables
para no perder la única oportunidad que se
le ha dado de obtener recursos para revita-lizar
de algún modo monumentos bellos e
importantes y no condenarlos a quedar por
tiempo indefinido en el mismo estado de
soledad y abandono en el que se encuen-tran.
Uno de los usos que se otorga a los bie-nes
o al patrimonio cultural es el del con-sumo,
Martha Fernandez (1997:71), define
al consumo como el uso de los bienes mate-riales
que está más allá del comercio y goza
de una absoluta libertad frente a la ley
económica. Como agentes de cambio en el
paisaje cultural se observan, según la auto-ra
tres grandes sectores: los particulares
(inversionistas del turismo), el Estado y
210 La participación del turismo ...
PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 4(2). 2006 ISSN 1695-7121
organizaciones sociales.
En el caso de Malinalco, los particulares
no siempre alteran de manera radical al
paisaje cultural, ya que prestadores de ser-vicios
turísticos, por ejemplo, aprecian el
valor simbólico de las construcciones. Exis-ten
inmobiliarias que defienden la preser-vación
de un área para aumentar el costo
de las viviendas. Algunas empresas turísti-cas
conservan el sentido escenográfico de
edificios históricos, aunque por el contrario,
otros inversionistas introducen cambios
arquitectónicos y funcionales con fines lu-crativos,
como el de alguna casa antigua o
área agrícola para edificación de un hotel
con piscinas que se colocan en patios, o
capillas que son adaptadas para el mejor
desarrollo de sus fiestas patronales.
Las autoridades estatales y municipales
juegan un papel importante en la modifica-ción
del paisaje urbano, aunque por un
lado, sus políticas en la preservación están
orientadas a la valoración y difusión de la
cultura como un elemento integrador o de
identidad, por otro lado, con el afán de des-arrollar
a la comunidad e introducir míni-mos
de bienestar social modifica la imagen
urbana y el paisaje cultural en general. A
veces, se interesa por algunos patrimonios
y frenar el saqueo, estos hechos le otorgan
un alto prestigio y un recurso para legiti-marse,
aunque también la defensa y el uso
del paisaje cultural se ha convertido en
interés de la Universidad del Estado de
México, Patronatos y Asociaciones de tipo
cultural.
Se observa la presencia de organismos
no gubernamentales dedicados a fomentar
el patrimonio cultural, esta política promo-cional
genera valiosas experiencias educa-tivas
y participativas en el rescate de pa-trimonios,
organizan a los pobladores con
trabajo comunitario para la preservación o
cambio del entorno natural y cultural, así
organizaciones comunitarias se han intere-sado
en programas de difusión del deporte o
divulgación de la cultura, etc., pero rara vez
basan su acción en investigaciones sobre
las modificaciones del paisaje que han sido
causadas por la acción del hombre, y que el
turismo, de manera directa o indirecta tie-ne
su participación.
Las anteriores observaciones demues-tran
que el turismo conducido con políticas
improvisadas hace que se altere el paisaje,
por lo que se requiere de un ordenamiento
de los bienes culturales presentados, no
sólo al turismo, sino también a los científi-cos
que requieren de construir la historia
de esos valores que identifican a un pueblo.
De esta manera, el turismo correctamente
encausado será un medio para revalorar,
rescatar y conservar ese paisaje cultural
para ser dignamente presentado a esos
visitantes.
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Recibido: 22 de julio de 2005
Reenviado: 6 de febrero de 2006
Aceptado: 10 de febrero de 2006
Sometido a evaluación por pares anónimos