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Vol. 11 N.º 1 págs. 159-172. 2013 © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México Alexandra Sauvage* Alba E. Gámez** Universidad Autónoma de Baja California Sur Resumen: Este artículo ofrece un análisis de la integración de dos comunidades rurales, San Miguel y San José de Comondú, a los procesos de globalización económica que vive Baja California Sur, en el noroeste mexicano. Ese proceso permite advertir los riesgos de la patrimonialización y comodificación culturales de una ruralidad presionada por el crecimiento de los sectores de bienes raíces y turismo. Proponemos aquí que una avenida de conciliación es el establecimiento de una política cultural como eje principal de los proyectos de desarrollo de la entidad, que evite la mera comodificación de las tradiciones locales para el turismo, y reconozca el rol de los habitantes locales en la definición de los valores culturales locales. Palabras clave: desarrollo local, patrimonialización, comodificación, turismo, oasis, Baja California Sur, México Title: Development, cultural identity and passenger in the oases of Baja California Sur, México Abstract: This article provides an analysis of the integration of San Miguel and San José de Comondú to the process of economic globalization lived in Baja California Sur, in northwest Mexico. These rural communities are located in one of the largest oasis in the arid Baja California peninsula and face the risks of cultural commodification from the growth of the real estate and tourism sectors. In a context of diffuse integration to new markets and a weak local community involvement in the initiatives to foster economic growth, without a cultural policy that involves comundeños in defining their own heritage and the benefits of its use, the goal of local development attached to the recent public policies is questionable. We propose that a cultural policy should form the backbone of the development programmes now being elaborated, so as to articulate regional development needs with cultural heritage conservation, seeking to avoid the simple commodification of local traditions and recognizing the role of the local community in (re) defining their cultural values. Key words: local development, patrimonialization, comodification, tourism, oasis, Baja California Sur, Mexico * Profesora‑investigadora del Departamento Académico de Humanidades. E-mail: alexandrasauvage@yahoo.com ** Dra. en Relaciones Internacionales, Universidad de Essex (RU). Profesora‑Investigadora del Departamento Académico de Economía. E-mail: agamez@uabcs.mx Revista de Turismo y Patrimonio Cultural PAS S www.pasosonline.org PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 160 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México 1. Introducción El turismo alternativo se ha adelantado como una opción de dinamización económica para las regiones rurales, y de conservación de los recursos culturales asociados a los modos tra-dicionales de vida y de producción (Canoves et al., 2006). Esta opción ha sido exitosa en algu-nas zonas (Barrera, 2009; Cariño et al. 2009a y 2009b) y desde los ámbitos nacionales e inter-nacionales se promueven mecanismos y finan-ciamiento para detonar proyectos productivos en esas comunidades a partir de una interpretación del turismo como mecanismo de crecimiento económico (World Bank, s/f). Sin embargo, la persistencia de la pobreza y la falta de empo-deramiento de las poblaciones rurales hace cuestionar una identificación automática entre ambas variables (Hackins y Shaun, 2007). Esto es así, especialmente porque situaciones vincu-ladas al aislamiento y a la falta de acceso a la información en el campo tienden a recrudecer la vulnerabilidad y perpetúan la desventaja indivi-dual y social en esas regiones (FIDA 2010). En este contexto, y aunque reconocido, un elemento de análisis poco destacado explícitamente es el de las políticas culturales respecto al patrimonio (natural, cultural) alrededor del que se estruc-tura la vida económica y social, tanto hacia dentro como hacia fuera de las comunidades en zonas rurales (Lustos, 2004). Este artículo tiene como objetivo analizar el proceso de patrimonialización y comodificación de la herencia cultural de dos comunidades rurales que están siendo integradas a los pro-cesos de globalización económica que vive Baja California Sur, en el noroeste mexicano; ambas asentadas en uno de los oasis más grandes en una península semiárida: San Miguel y San José de Comondú o “los Comondú”, como se les conoce también. La valía de su utilización como casos de estudio deriva de su singularidad en términos culturales con relación al resto del país y del mundo; así como de su representatividad como ejemplos de la patrimonialización cultural de una ruralidad presionada por el crecimiento de los sectores económicos de bienes raíces y turismo. El interés por el patrimonio natural y cultu-ral de los oasis sudcalifornianos ha aumentado en los últimos años a partir del despegue del turismo en la entidad, como se abunda más adelante en este texto. Tras una primera etapa de crecimiento demográfico y económico de los oasis localizados cerca de la costa, ha tocado el turno a los del interior de la península ser el centro de atención de diferentes grupos. Los motivos de ello van de la especulación inmobi-liaria y el desarrollo turístico, a programas de protección del medio ambiente o de erradicación de la pobreza. Este interés y las políticas guber-namentales (o su ausencia) han hecho más visi-ble el proceso de transformación societal de los oasis, que se relaciona con profundos cambios en el modo de vida, la tenencia de la tierra y los modelos culturales en sus comunidades. Los Comondú representan un “último bas-tión” de lo que ha sido el paradigma de la iden-tidad cultural regional durante mucho tiempo, por su ubicación y características naturales y culturales. Esto es, una identidad centrada en el modo de vida serrana tradicional (del rancho y de la huerta), producto de la herencia misional española del siglo XVII, que da la espalda al mar que la rodea; que valora la libertad y la solida-ridad social procuradas por la autosuficiencia; y que se caracteriza por un íntimo conocimiento de su entorno natural (Cariño, 1996). Ante la precariedad de una economía local basada en la dependencia de intermediarios para la produc-ción local, en mucho en el autoconsumo, y por los rasgos de despoblamiento y desarraigo que esa precariedad conlleva, la incorporación de los Comondú a una economía de mercado y la inversión foránea se ve como una alternativa deseable (GEBCS, 2012). En regiones rurales de la Unión Europea, por ejemplo, el turismo rural ha significado la posi-bilidad de compensar las limitaciones impuestas a la producción agrícola (Canoves et al., 2006). Sin embargo, esa experiencia ha partido de una política específica de apoyo al desarrollo rural, del que el turismo es sólo una parte, así como de fondos financieros para su consecución. Aunque recursos han sido dirigidos a la urbanización de los poblados y su comunicación con los centros de población cercanos por vía terrestre, no es ése el caso en la región que aquí se presenta. Al pre-sente se está en el proceso de identificar alter-nativas productivas que coexistan con las que tradicionalmente han realizado los habitantes comundeños, pero no existe un planteamiento explícito de la dimensión cultural en las estrate-gias para su desarrollo. Acciones gubernamentales (DCS, 2012) y aca-démicas (Cariño, 2011) se han adelantado para atender el abandono de los oasis pero es nece-sario realizar diagnósticos previos del impacto ambiental y social que las nuevas actividades económicas o su reactivación masiva podrían tener. La larga ausencia de una política cul-tural para los oasis ha dejado a la población local ahí asentada en un estado de vulnerabi-lidad ambiental (Rodríguez, 2004) y social que PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Alexandra Sauvage; Alba E. Gámez 161 se exacerbaría ante el avance de una abrupta integración económica. De ahí que es menester que tanto el gobierno estatal como las instan-cias federales, que ya están realizando actos de intervención en las comunidades, reconozcan la necesidad de una política cultural que dé sentido y promueva el desarrollo local bajo las nuevas condiciones que traería la dinamización de la economía en la localidad. Ante la ausencia en el estado de estudios que integren la vertiente cultural como un elemento de análisis en los procesos de crecimiento econó-mico, se espera aportar a la investigación sobre la conservación y revaloración del patrimonio cultural en la entidad, y al reconocimiento de la relevancia que tiene integrar a los propios comundeños en la toma de decisiones sobre su presente y futuro como un aspecto que amerita centralidad (Zamora, 2011). Reiterar la impor-tancia de la vertiente cultural en el éxito o el fracaso de proyectos de crecimiento económico, especialmente en el caso de comunidades cultu-rales vulnerables, como las representadas por San Miguel y San José de Comondú, permitiría establecer un marco de análisis y planeación para otras zonas rurales en Sudcalifornia. Tras esta introducción, el artículo está estruc-turado en cuatro secciones. En la primera se hace una breve revisión de las consideraciones conceptuales en torno a los procesos de patri-monialización y comodificación culturales, y de su utilización como herramientas de crecimiento económico a través del turismo. En la segunda parte se caracteriza a San Miguel y San José de Comondú como comunidades rurales con un valor patrimonial reconocido pero difusamente articulado. La tercera sección desarrolla el vínculo turismo‑patrimonio cultural‑desarrollo en ambas comunidades, en el marco de tres regímenes de patrimonialización de la cultura comundeña. Por último, en la cuarta se explo-ran algunas recomendaciones para integrar la dimensión cultural en la política de desarrollo, fortaleciendo con ello las posibilidades de con-servación del patrimonio cultural tanto tangible como intangible en las dos comunidades estu-diadas. Enseguida se presenta una revisión de la relación entre políticas públicas para el desar-rollo fincadas en la promoción del turismo, y sus impactos en la forma en que se construye y/o transforma el patrimonio cultural. Especial-mente en comunidades aisladas donde el proceso de crecimiento económico se da en el marco de estructuras de participación local débiles, este marco permite evidenciar el proceso de comodi-ficación de los recursos culturales y sus riesgos. 2. Desarrollo, patrimonio cultural y turismo En décadas recientes se ha retomado la dis-cusión sobre el concepto de desarrollo (Llorens et al., 2006) a partir de un ‘redescubrimiento’ de lo local o regional como respuesta a la insa-tisfacción con lo global o con lo nacional. Ello ha estimulado que el desarrollo se presente, entre académicos y practicantes de la coopera-ción para el desarrollo y las políticas públicas, bajo criterios de endogeneidad, sustentabilidad, equidad de género y participación comunitaria. El auge cobrado por esta tendencia, donde lo regional y local cobran importancia, conlleva un grado de indefinición y utopismo, que es el mismo que implica la ‘versión macro’ del desar-rollo. Así, ¿qué tan local debe ser el desarrollo sustentable para existir?, ¿qué tan autónomos de influencias e intereses externos son realmente los actores regionales participantes?, ¿qué tan equitativamente se pueden repartir los benefi-cios del desarrollo local entre los locales?, ¿qué posibilidades reales existen de que, atendiendo a un esquema productivo de mercado o capita-lista, la desigualdad efectivamente se erradique de la localidad?, ¿quiénes hablan, pues, por los locales? En razón de la interdependencia que existe en la realización de actividades económicas, sociales y culturales en una sociedad, el desar-rollo regional se considera un proceso amplio que se logra mediante cambios estructurales en la economía de la región, en las actividades sociales y culturales de sus habitantes, en la estructura del uso de la tierra, en el sistema de asentamientos, en la organización institucional y en la capacidad administrativa (Meisel, 2008). A su vez, planteamientos sobre desarrollo local hacen hincapié en la viabilidad de conseguir el desarrollo a partir de programas específicos para impulsar sinergias en los niveles básicos de la organización del estado: los municipios a través de los agentes locales. La falta de soluciones finales al problema del subdesarrollo –o, para el caso, de cualquier otro fenómeno social– ha socavado la legitimidad de las teorías de manera individual abriendo la puerta a una visión más holística y amplia de lo social. Las variables económicas, se reconoce, no pueden ser conside-radas como explicatorias por sí solas de un pro-blema tan complejo como la falta de desarrollo. A la vez, la problemática ambiental ha des-pertado conciencia respecto a la importancia de que los procesos productivos permitan conservar los recursos naturales, pero también de que aquéllos redunden en equidad social y econó-mica. Así, sustentabilidad tiene que ver no sólo PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 162 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México con el cuidado del entorno natural, sino también social y económico; como dice Boisier (2006), el desarrollo no debiera requerir adjetivos. A la luz de lo anterior, como parte de una relativamente aún más reciente perspectiva, los estudios cul-turales han estimulado la recuperación de la dimensión cultural como un elemento no sólo de manifestación del desarrollo sino como su insumo; esto es se ha retomado que: “la cultura como una estrategia central en el proceso de regeneración del entorno, no solo puede llegar a generar beneficios económicos a partir de la creación de empleos e ingreso, sino que puede modificar patrones de compor-tamiento a nivel comunitario generando cohe-sión social como herramienta para el estímulo de las aspiraciones colectivas e individuales” (Rish, 2005: 6). A partir de esa contención se puede estable-cer un vínculo entre desarrollo, patrimonio cul-tural y turismo, así como reconocer la presencia de la comodificación de los recursos culturales (Poulot, 2005; Patin, 2001). Es éste un fenómeno de mercantilización de esos recursos que acom-paña el crecimiento de las actividades turísticas y que, si bien suele ser inevitable, requiere ser admitido y acotado. Las políticas culturales jue-gan un rol central en ese proceso, por lo que su inclusión dentro del concierto más amplio de la política pública es tan relevante. Aunque histó-ricamente relacionados, el interés por ligar cul-tura, desarrollo y turismo es mostrado por una creciente producción científica sobre el turismo cultural y su rol en la dinamización de regiones económicamente rezagadas, especialmente en zonas rurales (Barrera, 2007; Flores, 2006; Rish, 2005). Las relaciones entre desarrollo regional, patrimonio cultural y el viaje recreativo como un sector económico pueden rastrearse, por ejemplo, a la Grecia antigua cuando los viajes culturales servían para confirmar lo que se aprendía en los libros y esto estimulaba merca-dos de souvenires para “turistas” que aún no se denominaban así (Andre, 1993). Sin embargo, los procesos de democratización y apropiación de espacios políticos basados en la diversidad cultural especialmente desde la década de los sesenta del siglo XX relanzaron la identificación de la cultura como recurso para la consecución de objetivos sociales y políticos. A la vez, tam-bién fue un mecanismo de integración econó-mica de grupos marginados (como los indígenas) y se redescubrió su potencial económico ante una nueva demanda de actividades y productos inherentes al mercado cultural (Rish, 2008: 12). Surgió así una cultura económica a partir de la existencia y desarrollo de las industrias cultura-les: artes y medios de comunicación, artesanías, diseño, moda, deportes, recreativas, arquitectura y urbanismo, patrimonio, turismo, gastronomía, entretenimiento, e historia, por ejemplo; pero que se distinguían de las políticas culturales económicas “que establecen una relación entre cultura y economía basadas en los principios fundamentales de la política pública: inversión, desarrollo, seguridad, empleo, ingreso, y todas aquellas acciones del gobierno que tengan como fin generar un beneficio social.” (Ibídem: 19). En todas las épocas, la historia de las prác-ticas del viaje cultural refleja la transformación de elementos culturales (y naturales) en un bien, esto es, la patrimonialización; y la trans-formación de este bien en un producto para el consumo, es decir, su comodificación. Si bien el patrimonio resulta una construcción social y por lo tanto su interpretación, transformación y uso es relativo, el problema –como indican Rodri-gues y Fernandes (2008)– es que la apropiación que se hace de él como producto para el mercado suele realizarse sin el conocimiento o sanción de los grupos humanos a los que su reconver-sión afecta. Por lo general, la comodificación es entendida como un mecanismo negativo porque le quita autenticidad a los objetos, lugares y/o prácticas de las comunidades locales (MacCan-nell, 1999). En el turismo, de cualquier tipo, el proceso de comodificación es en realidad inevitable. Si bien los productos culturales que se ofertan están convencionalmente entendidos como los producidos tradicionalmente por la población local en cuestión, los turistas tienen acceso a ellos porque han ido bajo un triple proceso de selección, acentuación y estetización a cargo de mediadores. Sin estos procesos, la mayoría de los turistas, cuyas visitas son efímeras y sus conocimientos de la cultura local muy reduci-dos, no podrían apreciar sus experiencias como culturalmente particulares y únicas (Ooi, 2002). El éxito de las políticas de conservación y usos depende en realidad de la atención otorgada a las modalidades del proceso de comodificación. Los proyectos de turismo alternativo o susten-table que muestran un alto interés en la con-servación de objetos y prácticas “auténticas” no son mejores porque logren evitar la comodifica-ción de la cultura de una localidad, sino porque aseguran que su manejo como recurso turístico tenga efectos negativos limitados. En el marco de las consideraciones anterio-res, proponer la dinamización turística de los PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Alexandra Sauvage; Alba E. Gámez 163 oasis en medio de una región semidesértica como mecanismo de desarrollo regional requiere de un planteamiento cuidadoso de los efectos de la patrimonialización y de la comodificación. Esto es particularmente el caso si lo que se pre-tende no es una mera activación socioeconómica en el lugar, sino la oportunidad de desarrollar la región. Aunque la operacionalización de desar-rollo regional es compleja, como se indicaba en la sección precedente, implica la diseminación de los beneficios del crecimiento hacia los pobla-dores locales de manera que su calidad de vida aumente. Lo anterior también remite a la con-servación de los recursos naturales locales, así como de las manifestaciones culturales y monu-mentales, esto es, el patrimonio tangible e intan-gible, de esas comunidades. Enseguida se presenta un panorama de las características de los poblados de San Miguel y San José de Comondú seleccionados como estu-dio de caso aquí. Partiendo de la frágil natura-leza de su patrimonio cultural y ambiental, el propósito es destacar la necesidad de que exista una política cultural que enmarque la promoción turística de los recursos naturales y culturales de estos lugares. De otra manera, un escenario probable será la banalización y destrucción de su forma de vida; lo que es lamentable en tér-minos del valor cultural intrínseco que tienen sociedades rurales que, en medio de una región altamente globalizada, han mantenido prácticas de subsistencia heredadas de la época misional; pero más aún lo sería el proceso de desplaza-miento de los locales por actores económicos externos. Esta es una situación que, de hecho, ya ocurre en otras zonas de estado donde el turismo y los bienes raíces han trastocado las estructu-ras económicas y sociales locales (Almada, 2006). 3. Los oasis de Comondú en la economía sudcaliforniana Ubicada en el noroeste del país, a casi dos mil kilómetros de la frontera con Estados Uni-dos y con la Ciudad de México, en cada caso, la economía del estado de Baja California Sur se caracteriza por su pequeño tamaño (aporta 0.6 por ciento al PIB nacional) asociado a la aridez del suelo, a su posición casi insular, y su muy alto grado de apertura. Sin embargo, este último elemento significó que, especialmente en la segunda mitad del siglo xix, sus relaciones con el exterior fueran dinámicas a través de la pro-ducción y comercialización de productos mine-ros, pecuarios, agrícolas y pesqueros. Con todo, las limitaciones asociadas a su tamaño se mani-festaron ante la inestabilidad de los mercados internacionales de los que dependía y por déca-das esta región hubo de enfrentar un largo pro-ceso de ralentización económica. Ante las pers-pectivas favorables de desarrollo del turismo, fue hasta finales de la década de los sesenta del siglo pasado que el gobierno mexicano promovió activamente ese sector. De ese modo, se estable-cieron las bases turísticas en dos zonas geográfi-cas definidas de la entidad (Los Cabos y Loreto), como una alternativa de crecimiento económico y desarrollo regional (Gámez y Angeles, 2010) en una media península distante y poco poblada. Desde la década de los ochenta, el turismo ha cobrado una importancia creciente en la estruc-tura productiva estatal, particularmente por el comportamiento turístico de Los Cabos como un destino internacionalmente conocido en el que destaca la inversión extranjera. Si la importan-cia del sector servicios ha sido una constante en los últimos cincuenta años, al dar cuenta de casi 70% del producto estatal bruto, el creciento del turismo ha contribuido a esa situación (Ibí-dem). Sin embargo, el crecimiento del turismo o, del sector servicios en general, se concentra en pocas regiones que gozan o han sido habili-tadas con infraestructura pública, turística y de comunicaciones. Paralelamente, y lo que se explica por las características demográficas y distribución de la población y la propia confor-mación histórica de Baja California Sur, muchas comunidades siguen manteniendo patrones de producción tradicionales, vinculados a la gana-dería, la agricultura, la pesca, y la silvicultura, en un aislamiento relativo. En el municipio de Comondú, el segundo más extenso de la geografía estatal al ocupar 17% del territorio y valle agrícola del estado, las activi-dades turísticas son incipientes y generalmente identificadas con el avistamiento de especies como la ballena en el litoral del Pacífico. Proyec-tos inmobiliarios y turísticos se abren paso en el caso del Golfo de California, aunque su con-creción no parece que significará una sustitu-ción, al menos en el corto y mediano plazos, de la actividad agrícola, ganadera y pesquera que caracteriza al municipio (ver datos en SPyDE, 2006). Así, pese a sus recursos, el municipio de Comondú ha enfrentado desde hace décadas un estancamiento de las actividades económicas que se ha reflejado en un proceso de despobla-miento, especialmente porque la población joven sale en busca de empleos. Esta situación es aún más aguda en las comunidades rurales, donde las opciones de fuentes laborales son menos diversificadas y más constreñidas. Aunque inversión pública se ha canalizado a la zona, PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 164 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México principalmente a los sectores de agricultura, salud, desarrollo urbano e infraestructura, asis-tencia social, comunicaciones y transportes, su situación sigue siendo problemática (CEI, 2007). Comondú alberga casi una cuarta parte de las 2,850 localidades que componen Baja Cali-fornia Sur. De las 661 localidades activas que integran el municipio 95% son rurales con una población menor a 99 habitantes (INEGI, 2011). Si se incluyen las que son habitadas por menos de 499 personas, la proporción se eleva a 98.5% (SEDESOL, 2011) Esta situación hace imperioso conocer las condiciones y perspectivas de esas poblaciones, distribuidas a lo largo del territorio comundeño, a efecto de establecer programas de apoyo y de oportunidad para su crecimiento pro-ductivo. De otra manera, la tendencia a la desa-parición de comunidades por despoblamiento será una pérdida en términos del óptimo apro-vechamiento de los recursos que las circundan y de su valor cultural, además de incentivar la sobreconcentración en los pocos centros urbanos del estado, ya saturados. Con todo, la dinamización del sector tercia-rio en el estado, por encima del primario, ha dado lugar a que el establecimiento de resorts y complejos residenciales establecidos en las áreas colindantes a las playas, se esté desple-gando progresivamente hacia las zonas rurales tierra adentro. Varios factores pueden adelan-tarse para explicar que poblados que en muchos casos prácticamente funcionan bajo un esquema de autoconsumo y se enfocan a la ganadería, agricultura y pesca estén siendo integrados al crecimiento turístico o inmobiliario. Entre ellos destacan el atractivo que su relativo aislamiento representa, la disponibilidad de agua, su patri-monio cultural, la vegetación, el paisaje, los propios programas de inversión y de promoción gubernamentales, así como su reciente inclusión en las redes de comunicaciones y transportes como es el caso de la construcción del ramo pavimentado desde la carretera transpeninsu-lar Francisco Villa‑San Miguel y San José de Comondú, y Loreto‑San Javier, por mencionar algunos. Como resultado de lo anterior, en poblacio-nes como San Miguel y San José de Comondú, por ejemplo, de manera inédita extranjeros han empezado a adquirir propiedades y residen-cias, manifestación de un proceso conocido en la entidad pero que hasta hace poco tiempo había excluido al municipio de Comondú (Gámez y Angeles, 2010). Igualmente, es menester estable-cer estrategias que permitan el aprovechamiento de las oportunidades que brinda la mayor inte-gración de estas pequeñas comunidades en favor de su mayor empoderamiento, y la creación de empleos que propicien un mayor arraigo de la población joven a fin de contribuir a evitar el despoblamiento del que adolecen esas localidades. San Miguel y San José de Comondú son dos comunidades enclavadas en la Sierra de La Giganta, a una distancia de 5 horas de camino por terracería desde Ciudad Constitución, la cabecera del municipio comundeño. Entre 2011 y 2012 se pavimentó un tramo de 37 kilómetros que une a ambos poblados con un camino que termina en un entronque a la carretera trans-peninsular, eje de las comunicaciones por tierra de la entidad. Ambas localidades, separadas por tres kilómetros de distancia, están asentadas en una cañada de 16 kilómetros de longitud y unos 800 metros de ancho en promedio; literalmente un oasis en el semidesierto sudcaliforniano. For-madas, en 2010, por 109 y 148 habitantes (10% y 25% menos que en 2005, respectivamente) (Ibídem), las poblaciones de San José y San Miguel de Comondú se dedican a la ganade-ría y horticultura (huertos de mangos, dátiles, aguacates, ciruelas, higos, uva y guayabas) que reflejan el pasado misional de su fundación, de la que es muestra la Misión de San José, y el indígena por los vestigios arquitectónicos, pintu-ras rupestres y petroglifos de la zona. La dispo-nibilidad de agua por manantiales ha favorecido un ecosistema favorable al desarrollo tanto de la actividad agrícola como ganadera haciendo, además, potencialmente viables otras, como el turismo rural. En ambas localidades la ganade-ría caprina y bovina tipo extensiva ha subsis-tido tradicionalmente, junto con la producción de especies menores (cerdos, ovinos, gallinas y pollos de engorda) en traspatio para autocon-sumo (Monroy et al., 2003), generando econom-ías prácticamente de autosubsistencia. Las oportunidades de desarrollo para esta microcuenca están marcadas por abundancia de recursos naturales sin contaminación industrial, microclimas favorables, la hospitalidad y dispo-nibilidad de ambientes comunitarios propicios, y la voluntad de sus habitantes por mantener con vida sus poblados (Cuadras, 2008). Como en otras localidades aledañas, la producción caprina es una de las actividades económicas de más arraigo. El principal ingreso de los pro-ductores en san Miguel y San José de Comondú es la venta de queso seco salado y la venta de cabrito y becerro (Cuadras, 2008; Cepeda et al., 2004) Sin embargo, la vulnerabilidad ante el alargamiento de las épocas de sequía, el alto intermediarismo, el abigeato, la depredación, la falta de organización de los productores y de financiamiento, así como de canales adecuados PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Alexandra Sauvage; Alba E. Gámez 165 de comercialización son sin duda sus factores más limitantes. A ello se añade la ausencia de parámetros de calidad e inocuidad en el sector primario que permitan competir en el mercado y alienten la transformación agroindustrial. Enseguida se presenta una propuesta de tres regímenes de patrimonialización de la cul-tura comundeña, enmarcada en el área de los estudios culturales, y que se basa en observa-ciones en campo, revisión de documentos oficia-les, entrevistas a miembros de la comunidad y a actores de las políticas públicas relacionadas con la cultura sudcaliforniana realizados en los años 2011 y 2012. Ese trabajo se efectuó como parte de los trabajos de la Red de Inves-tigación para el Desarrollo Sustentable de los Oasis Sudcalifornianos, y de uno de los dos proyectos de investigación financiados por el gobierno estatal en 2012 para identificar áreas de fortalecimiento económico de comunidades fincadas en ocho de los oasis de Baja California Sur (SPyDE, 2012). 4. Desarrollo, turismo y patrimonio cultu-ral en los oasis de San Miguel y San José de Comondú, BCS En Baja California Sur, la sociedad y su entorno han cambiado drásticamente a conse-cuencia de las políticas de colonización nacional de un territorio distante y amplio. La cultura tradicional sudcaliforniana (como la que todavía se vive, en cierta medida, dentro del oasis de los Comondú, está sufriendo un proceso de como-dificación. En esto han influido el desarrollo de zonas agrícolas de gran escala, el crecimiento urbano con fines turísticos y la venta de tierras para segundas residencias, así como la intensifi-cación de la diversidad cultural que estos proce-sos generan. La cultura tradicional existe cada vez menos en la realidad cotidiana del estado y cada vez más en el imaginario local como legado cultural y referente identitario sudcaliforniano. Lo anterior está dado porque sólo una mino-ría de la población del estado tiene relaciones directas con este modo de vida tradicional y una minoría más reducida todavía lo percibe como un modo de vida viable en el siglo XXI. La adaptación, que se torna inevitable, de sus tradiciones y de la reinvención de su modo de vida requiere de herramientas que articulen las nociones de identidad cultural, patrimonio y actividades socioeconómicas sustentables en un todo coherente; esto es, se precisa de una arti-culación del “quién soy, qué tengo y cómo actúo” en un discurso de política cultural. En esta última década, el proceso de patrimonialización de la cultura comundeña ha recibido un fuerte impulso proveniente de diferentes actores por motivos diferentes. Con cargo a la investigación de campo y documental referida anteriormente, se ofrecen un análisis de los regímenes de patri-monialización identificados para las dos comuni-dades, que muestran diferentes enfoques sobre el patrimonio comonduño. 4.1. Régimen I. La valoración local del patri-monio cultural de los oasis de Comondú Si bien la importancia de los oasis de Comondú en la historia de la colonización de la península y de su legado cultural ha sido tradicionalmente percibida por los historiadores, el valor patrimo-nial de los oasis mismos ha recibido visibilidad apenas desde principios del siglo XXI. Así, la amplia literatura sobre el pasado misional y las motivaciones de la colonización contrasta con la carencia de un discurso formalizado que lo instituya claramente como un patrimonio que tenga usos contemporáneos. Ciertamente, existe una primera tentativa de valoración patrimonial aunque ésta más bien consiste en un uso poético del oasis de Comondú, con la definición mística que hace Fernando Jordán en 1951 del lugar como un “Edén perdido” donde “las mujeres más bellas de toda la Baja California se encuentran” (Jordán, 1985). Es inevitable hacer mención de esta referencia toda vez que, si bien no es muy útil a la hora de constituir el patrimonio cultu-ral comundeño, su imagen es tan fuerte que se encuentra en todos los documentos relativos a los intentos de patrimonialización de los recur-sos culturales del oasis. Del lado de la investigación científica, las prioridades en cuanto a cultura se enfocaron a temas puntuales como el folklore (bailes, arte-sanía, música popular) o el arte sacro, como la precisa labor de inventario de Bárbara Meyer (Meyer, 2001). Sin embargo, no se centraron en problemáticas transversales que permitie-ran tener un análisis integrado de las políticas culturales del estado ni sobre las acciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en cuanto a la selección y manejo del patrimonio cultural sudcaliforniano. Esas prio-ridades tampoco incorporaron la necesidad, por ejemplo, de contar con un organismo adicional encargado del patrimonio cultural para el siglo XX (a nivel nacional sería la función del Insti-tuto Nacional de Bellas Artes, y no del INAH), que abunda tanto en el estado como en el oasis y no está referenciado ni protegido porque nin-guna institución lo reconoce como tal. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 166 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México Podemos considerar la publicación del libro La arquitectura misional de Baja California Sur, por Salvador Hinojosa Oliva (1986), como un antecedente de la valoración del patrimonio cultural. En esta obra se presenta a las misio-nes como un patrimonio arquitectónico e ilustra el interés por el oasis como resultado del inte-rés por el patrimonio religioso. Éste es el que motiva, en 1998, el “primer festival cultural Fundación La Paz”, cuyo lema es “un encuentro con tu origen, tu historia, tu ciudad”. A raíz de este evento empieza el rescate de los centros religiosos como espacios culturales donde se pudieran dar conciertos, una preocupación que llevó, a partir de 1999 a la elaboración del pro-grama cultural “Ruta de las Misiones”. Según el documento fundador, la Ruta de las Misiones se definió como una política cultural que “integre las misiones al desarrollo del Estado” con el fin de “colocarlas en la oferta global de sitios de interés mundial” (Vázquez Ceja, 2000). Como su nombre lo indica, ese programa se articuló alrededor del rescate de los senderos (indígenas y luego jesuíticos) para, a partir de ellos, iden-tificar las misiones y emprender el rescate de las actividades tradicionales, en particular de la producción de vino y de aceitunas. Con motivo de la difusión e identificación de la población con dicha política cultural como una experiencia festiva, se creó el festival de las misiones en el 2000. Este festival existe hasta la fecha y coordina conferencias, exposiciones y conciertos de música barroca, permitiendo efec-tivamente la integración de las misiones como patrimonio, en las cuales la población empezara a acudir no por motivo de culto sino de entreteni-miento. Entre los años 2000 y 2007, son alrede-dor de 3 mil artistas que fueron invitados para la programación del festival. El motivo del autor de esta política cultural, y quien fuera director del Museo de las Misiones de Loreto, era dar un uso social contemporáneo de las misiones para hacer visible la urgencia de restauración del patrimo-nio misional. En el caso del oasis de Comondú, una consecuencia directa fue la restauración de los óleos de la misión de San José de Comondú, que fue concluida a finales de 2009. El apoyo para la restauración revela un reno-vado interés por parte del gobierno en el patri-monio misional, cuando tradicionalmente éste había estado bajo el único (y limitado) cuidado de los habitantes de los oasis, durante siglos los custodios de este legado histórico y cultural. Ahora bien, para entender este giro del gobierno que se da a partir del 2000 y que puede parecer sorprendente, hay que completar este interés local por el patrimonio misional con factores glo-bales que llegan, mediante los varios eslabones de las instituciones, a nivel federal y regional y que entrelazan cultura y desarrollo. 4.2. Régimen 2. El marco global en el cual se insertan las acciones sobre el patrimo-nio de Comondú Un segundo régimen de patrimonialización del oasis de Comondú es el motivado por el desarrollo turístico del estado, según fuerzas exógenas que se pueden trazar brevemente siguiendo las lógicas de acción de la UNESCO. A nivel “macro”, las decisiones relativas al uso de la cultura para el desarrollo se establecen a tra-vés del órgano transnacional que es la UNESCO. Si bien el estado‑nación siempre ha usado la cul-tura con fines de educación pública y cohesión social desde el siglo XIX (Bennett, 1995), su uso contemporáneo para el desarrollo tiene sus orí-genes en la Declaración Universal de los Dere‑chos Humanos firmada por la UNESCO tras el fin de la Segunda Guerra Mundial (UNESCO, 1948); mientras que la unión de los conceptos de cultura y desarrollo se concreta durante el evento de 1982 conocido como “Mundiacult”: la Conferencia Mundial de México sobre las políti-cas culturales (UNESCO, 1982). A partir de 1982 en México, como en el resto de los países miembros de la UNESCO, las polí-ticas culturales tienen como objetivo coordinar diferentes acciones entre varios sectores de la sociedad: las organizaciones estatales, el sector privado, y la sociedad civil. Los gobiernos usan la cultura como herramienta para la planifica-ción de sus políticas públicas en coordinación con sus objetivos de desarrollo. Así, organiza-ciones como el Banco Mundial se han vuelto proponentes de una postura que señala que los proyectos de desarrollo que ignoran las culturas locales tienden a fracasar (Arizpe, 2006). Las políticas culturales, a su vez, están estructuradas alrededor de un eje principal que hoy nos es muy familiar: el de “identidad cul-tural”, que busca acompañar y orientar el cam-bio societal que se da en todo Occidente, fuera del marco nacional y eurocentrista, establecido anteriormente. Esta nueva valoración de la diversidad cultural culmina en la declaración de la UNESCO sobre la diversidad cultural en 2001 (UNESCO, 2001) y cumple un papel importante en la toma de decisiones relativas al desarrollo turístico a inicios del siglo XXI. El mercado cada vez más competitivo del sector turismo, y el acceso cada vez más fácil a una mayor cantidad de destinos turísticos gracias a la tecnología, inclina el sector hacia la necesidad de proveer PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Alexandra Sauvage; Alba E. Gámez 167 de “experiencias auténticas”. Éstas se dan por el patrimonio en general, y por los recursos cultu-rales del destino en particular. La tendencia era tan fuerte al iniciar el siglo XXI que llevó a la Secretaría de Turismo en México a declarar que “las tendencias actuales indican que la evolución de los mercados señala hacia la diversificación y diferenciación”, por lo cual “en un futuro pró-ximo el gran diferenciador de México en los mer-cados turísticos será la Cultura” (Madrid, 2007). A la luz de este contexto emergente, no es sorprendente que el oasis de Comondú reciba un interés particular de parte del gobierno desde 2001 y que se manifiesta por la tenta-tiva de integrar el oasis al proyecto de escalera náutica (Escalera Náutica, 2001). Este proyecto ha sido detenido y es visible sólo en San José por los señalamientos urbanos alrededor de la misión, que llevan los logos del estado de Baja California Sur, el Fondo Nacional de Fomento al Turismo y Mar de Cortés. El gobierno estatal actual también ha mostrado un interés soste-nido por los oasis, no únicamente en sus esfuer-zos junto con el INAH para la restauración de los óleos y la construcción de la carretera que lleva a “los Comondú”; sino que ha brindado apoyos financieros destinados a la infraestruc-tura cultural, como es el caso de la galería foto-gráfica y del programa de renovación de facha-das antiguas. Como parte de las actividades gubernamentales, se ha publicado un fascículo para la promoción turística del oasis. En él se explica, una vez pasada la introducción mítica de Jordán y un resumen histórico, la forma en que el oasis “ofrece los escenarios perfectos para el ecoturismo, los deportes de aventura, el turismo rural y cultural, carreras de ruta en bicicleta de montana, paseos a caballos por las veredas de la cañada (…) zonas de campamento en sitios seguros y exóticos” [cursivas nuestras]; y también se indica el modo de llegar, dónde hospedarse y qué comer (GEBCS, 2010). Igualmente el gobierno financió, mediante la Secretaría del Trabajo, cursos para la capacita-ción en saberes artesanales como la producción de dulce o la elaboración de bordados. El curso de bordados se dio a partir de la contratación de una señora de San Miguel para enseñar a otras veinte mujeres de ambos pueblos del oasis cómo hacer bordados para playeras, juegos de baño, o mantelitos que, pronto, por la iniciativa de una de ellas, llevarán la mención de “San José de Comondú, Baja California Sur”. La carretera, la renovación arquitectónica, la restauración de los óleos de la misión, y la publicación de promoción del oasis revelan, en su conjunto, la preparación progresiva del oasis al desarrollo turístico. Esos elementos también muestran que se incita a los habitantes a inventar productos destinados al consumo turístico, lo cual significa que el modo de vida tradicional de los comun-deños está en el umbral de la comodificación: la transformación de los bienes culturales en productos de consumo turístico, que tiene escasa relación con la esencia del patrimonio cultural comundeño. Para revertir esa tendencia, ya evi-dente, es necesario reforzar la identidad y las prácticas culturales locales y prevenir que con el tiempo éstas carezcan de sentido para la comu-nidad y revistan un mero valor comercial. Para enfrentar ese efecto indeseable se requieren her-ramientas más eficientes que la visión poética de Fernando Jordán. Allí, las iniciativas locales de patrimonialización de la cultura tangible e intangible, son más relevantes y más que nunca dignas de atención. 4.3. Régimen 3. Procesos internos de patri-monialización: el caso de la galería fotográ-fica del linaje comundeño El tercer régimen de patrimonialización es el que ha emanado de la iniciativa de una comun-deña (Consuelo Pérpuly) cuando ocupó el puesto de subdelegada de San José de Comondú en el periodo 2002‑2005. Es decir, la tentativa de constituir el patrimonio cultural de Comondú se produce simultáneamente con los otros dos procesos expuestos en las secciones anteriores. Sin embargo, a diferencia de ellos, este proceso es endógeno y, como no es de sorprender, tiene una visión totalmente diferente a la mítica de Jordán. Para empezar hace poco caso del patri-monio arquitectónico misional y, si bien imagina un eventual uso turístico, su función primordial es reflejar la identidad cultural comundeña a través de la exposición de fotografías que evocan la vida y las costumbres en el oasis de Comondú en los siglos XIX y XX. En esta primera etapa, la metodología espon-tánea de ir de casa en casa pidiendo fotograf-ías antiguas en préstamo para exponerlas en la subdelegación refleja con claridad la necesi-dad de la propia comunidad por un espacio de re‑presentación de los comundeños. El éxito de esta primera experiencia animó a su hermana, residente en la ciudad de La Paz, a constituir una colección de fotografías antiguas para repro-ducirlas en tamaño grande, enmarcarlas, y con-seguir apoyos para la creación de una galería fotográfica que fuera permanente. El Instituto Sudcaliforniano de Cultura acordó apoyar con el acondicionamiento del edificio adyacente a la subdelegación de San José para la creación de la PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 168 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México galería, dejando el financiamiento de la elabora-ción de las colecciones y de su cuidado a cargo de la interesada (Ramona Pérpuly). Esta segunda etapa, menos espontánea y cuyo proceso se lleva a cabo en La Paz, retoma la visión romántica y externa al oasis que comúnmente se encuentra para hacer referencia a la identidad cultural local. El anteproyecto arquitectónico, con fecha del 19 de marzo de 2009, empieza con las citas de Jordán sobre el último paraíso, “donde el tiempo se ha detenido” y donde “las mujeres más bellas de toda la Baja California se encuentran”. La justificación de la galería invoca lo que podemos llamar el “poder colonizador” de los comundeños no únicamente sobre el oasis sino en toda la península, haciendo de San José de Comondú no solo el pueblo de origen de los comundeños, sino de todos los sud-californianos. “Familias fundacionales que crecieron en der-redor de este entrañable oasis desde el siglo XVIII, a toque de campanas, y que ahora tienen descendientes diseminados en todo el territorio sudpeninsular y más allá de sus fronteras”. [También se habla de “raíces de sudcalifornidad”, de “gallardía” y de “porte señorial”]. La construcción de la identidad cultural se hace más con base en el imaginario que se tiene del oasis que en la experiencia cotidiana. No obstante ello, la colección de 75 fotografías se complementa con los objetos recolectados en San José para la exposición temporal (misma que no se llevaría en la galería porque sigue en construcción): plumas, monedas, tazas de porcelana, báscula; aportando una vez más la visión endógena de la identidad cultural comun-deña. Este régimen de patrimonialización de la cultura del oasis comundeño es rico por su enseñanza sobre las maneras de empoderar a los habitantes mediante una política cultural adecuada para limitar los efectos de la como-dificación. Y, sin embargo, dentro de la propia comunidad existen discrepancias en torno a la construcción del discurso y a la inclusión de los actores (por ejemplo, no todas las familias podían permitirse fotografías antiguamente y eso llama a un sesgo en la interpretación de lo comundeño y sus aportes). De lo anterior se pueden destacar cuatro ele-mentos: a) Los discursos producidos a raíz del pro-ceso de patrimonialización son, en su gran mayoría, recientes (una década aproxima-damente). Esto es sorprendente en un con-texto de antiguo y constante interés por el sistema misional, que es inseparable del oasis, b) La coexistencia de varios regímenes de patrimonialización indica que se está en un momento de definición y redefinición de lo que constituye el patrimonio cultural comundeño, c) No existen actualmente un acompaña-miento cultural de la política económica, ni se tiene una política cultural que arti-cule y promueva la re/construcción de los discursos en torno a la herencia cultural en el estado. d) Que, por las dos razones anteriores, la riqueza cultural del oasis es extremamente vulnerable frente al proceso de comodifica-ción que está inevitablemente iniciando. Por lo tanto, se requiere de una política cultural que estimule la definición de la identidad cultural del oasis e impulse las prácticas culturales locales para limitar los efectos negativos de la comodificación que se avecina y que ya se manifiesta. 5. Consideraciones finales El cambio societal que se está viviendo en los oasis de Comondú pone de manifiesto una problemática epistemológica y metodológica que requiere nuevas definiciones y categorías, y actualizar las previamente establecidas. En el oasis de Comondú las decisiones que se tomen respecto al patrimonio decidirán las respuestas a las siguientes preguntas: ¿existe una identi-dad cultural oasiana, y comundeña?, ¿qué ele-mentos del oasis constituyen un patrimonio cul-tural? y ¿para quién?, así como ¿qué usos van a tener dentro del programa de manejo del oasis? Que San José y San Miguel de Comondú cuenten con recursos para la realización de eco-turismo, turismo de aventura y turismo rural les da una ventaja potencial en términos de la diversificación de sus actividades producti-vas, que podrían reactivar económicamente a sus poblados. Además de la historia misional de los poblados, en ellos se manufacturan aún productos como vino con cepas locales, y artesa-nías elaboradas con piedra, madera y recursos forestales de la región, que además de ser pro-ductos comercializables en sí mismos, podrían complementar los ingresos de los pobladores locales y contribuir al conocimiento de sus tradiciones al incluir, como parte de circuitos turísticos, visitas durante sus procesos de ela- PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Alexandra Sauvage; Alba E. Gámez 169 boración de los productos agroindustriales en esas comunidades. En ese contexto, explorar las formas de producción o creación de significados y de difusión de los mismos tiene sentido porque impactará no sólo el éxito o fracaso económico de las formas turísticas que se promuevan, sino la propia herencia cultural local. Sin embargo la pregunta es cómo, por un lado, conciliar crecimiento económico, con protección del patrimonio cultural y empoderamiento de la población local, por otro. Proponemos aquí que una avenida de conciliación es el estableci-miento de una política de desarrollo que incluya explícitamente un componente cultural. En ese sentido, se aprovecharían los recursos culturales de los oasis como un mecanismo de crecimiento económico, pero a partir de la inclusión de una política que evite la comercialización banalizada de las tradiciones locales para el turismo, y reconozca el rol de los habitantes locales en la definición de los valores culturales locales. En ese marco se sugiere lo siguiente: a) Identificar el patrimonio cultural tangible e intangible y las condiciones para su con‑servación. Al presente hay una percepción gubernamental de la cultura local, expre-sada en las actividades económicas arte-sanales realizadas por los comundeños, como atractivo turístico, pero no hay una previsión respecto a su continuación en un escenario de aumento y diversificación de la población y de sus actividades económi-cas producto del crecimiento turístico. b) Fortalecer las capacidades locales. Es menester estimular procesos de autoges-tión a través de programas de acompaña-miento social. Actualmente no se ha con-templado una codificación de la herencia cultural local ni de sus significados que integre a los usuarios locales de ese patri-monio. Actualmente hay una alta frag-mentación social entre y dentro de ambos poblados que dificulta, por no decir impide, procesos de gestión comunitaria; una larga tradición de asistencialismo gubernamen-tal favorece esta situación. c) Incluir a las comunidades locales en los procesos de patrimonialización. Los habi-tantes locales deben participar en los pro-cesos de identificación de las identidades locales y de los aspectos medulares que les interese conservar y pueden salva-guardarse. Esto permitiría aprovechar económicamente el patrimonio cultural local pero evitando su banalización o la interpretación romantizada y artificial que se está gestando desde el exterior, que no refleja las identidades locales y las como-difica. d) Diseñar y poner en marcha mecanismos de reforzamiento de las identidades locales. Pese a ser comunidades muy pequeñas, las diferencias relacionadas con el origen de la propiedad y la “clase” social mar-can actitudes y lecturas sociales distintas entre los miembros de las propias comu-nidades. Podrían impartirse talleres para fomentar el reconocimiento de elementos compartidos. Es este un escenario para las campañas de orgullo local que se enfoquen especialmente a los niños y jóvenes para revalorar las actividades tradicionales como la agricultura, ganadería y procesa-miento artesanal de los productos deriva-dos de esas actividades. e) Establecer mecanismos para la recupe‑ración y conservación de las tradiciones locales. Considerar como parte del fomento económico el rol de la cultura a través de la recopilación escrita, fotográfica, audio-visual y museográfica de la historia y tradiciones locales prestando atención a la construcción del discurso cultural. La coordinación entre las autoridades fede-rales responsables de la conservación del patrimonio tangible (el INAH con las pin-turas rupestres) y natural (la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, por ejemplo), así como con universidades y el gobierno estatal (Instituto Sudcalifor-niano de Cultura). f) Construir indicadores para el monitoreo del uso del patrimonio. Hay responsabilidad de las autoridades gubernamentales y del sector privado respecto a los cambios que propicia su intervención, y que se relaciona con la fragilidad ambiental, económica y social. Es preciso establecer esquemas de ordenamiento territorial que regulen el tipo e impacto de las actividades económi-cas promovidas, identificar las capacidades de carga de los espacios y recursos en el oasis, y establecer mecanismos para evitar la acentuación de la vulnerabilidad social de las comunidades. El aprovechamiento de los recursos culturales como un instrumento para la reactivación eco-nómica es una estrategia útil pero su incidencia en el desarrollo de una región implica más que su uso económico exitoso. Un elemento inicial para empoderar a la comunidad local y garan-tizar la conservación de esos recursos es pensar una política cultural que actúe sobre el discurso PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 170 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México que se establecerá a partir de las definiciones del patrimonio. Esto es, que permita regular los regímenes de representación que van a moldear la concepción, en los casos de estudio que aquí tratamos, sobre los oasis, así como el conjunto de las acciones sociales que se tomarán con base en esa concepción. Esta etapa de definición necesita un largo tiempo de gestación pero es esencial y existen mecanismos para irla construyendo en el corto plazo, si lo que se busca es limitar los efectos de la comodificación de la cultura, ofrecer futuros alternativos que tengan sentido para los habitantes locales, conservar una herencia cul-tural singular y valiosa, y también sostener un modelo turístico basado en ese patrimonio. Bibliografía Almada, Rossana 2006 Juntos pero no revueltos. Identidad y Mul‑ticulturalidad en Todos Santos, BCS. México: CIESAS – COLMICH – UABCS. André, Jean‑Marie, Baslez, Marie‑Françoise 1993 Voyager dans l’Antiquité. Paris: Fayard. Arizpe, Lourdes 2006 Culturas en Movimiento: Interactividad cultural y procesos globales. México: Cámara de Diputados LIX Legislatura‑UNAM‑CRIM‑Editorial Miguel Ángel Porrúa. Barrera, Ernesto 2007 “El turismo rural: un agronegocio para el desarrollo de los territorios rurales”, en: Car-los Vieytez (dir.), Agronegocios alternativos. 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Título y subtítulo | Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México |
Autor principal | Sauvage, Alexandra ; Gámez, Alba E. |
Publicación fuente | Pasos. Revista de turismo y patrimonio cultural |
Numeración | Volumen 11. Número 1 |
Sección | Artículos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | 2013-01 |
Páginas | pp. 159-172 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web: http://todopatrimonio.com/revistas/101-pasos-revista-de-turismo-y-patrimonio-cultural |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
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Texto | Vol. 11 N.º 1 págs. 159-172. 2013 © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México Alexandra Sauvage* Alba E. Gámez** Universidad Autónoma de Baja California Sur Resumen: Este artículo ofrece un análisis de la integración de dos comunidades rurales, San Miguel y San José de Comondú, a los procesos de globalización económica que vive Baja California Sur, en el noroeste mexicano. Ese proceso permite advertir los riesgos de la patrimonialización y comodificación culturales de una ruralidad presionada por el crecimiento de los sectores de bienes raíces y turismo. Proponemos aquí que una avenida de conciliación es el establecimiento de una política cultural como eje principal de los proyectos de desarrollo de la entidad, que evite la mera comodificación de las tradiciones locales para el turismo, y reconozca el rol de los habitantes locales en la definición de los valores culturales locales. Palabras clave: desarrollo local, patrimonialización, comodificación, turismo, oasis, Baja California Sur, México Title: Development, cultural identity and passenger in the oases of Baja California Sur, México Abstract: This article provides an analysis of the integration of San Miguel and San José de Comondú to the process of economic globalization lived in Baja California Sur, in northwest Mexico. These rural communities are located in one of the largest oasis in the arid Baja California peninsula and face the risks of cultural commodification from the growth of the real estate and tourism sectors. In a context of diffuse integration to new markets and a weak local community involvement in the initiatives to foster economic growth, without a cultural policy that involves comundeños in defining their own heritage and the benefits of its use, the goal of local development attached to the recent public policies is questionable. We propose that a cultural policy should form the backbone of the development programmes now being elaborated, so as to articulate regional development needs with cultural heritage conservation, seeking to avoid the simple commodification of local traditions and recognizing the role of the local community in (re) defining their cultural values. Key words: local development, patrimonialization, comodification, tourism, oasis, Baja California Sur, Mexico * Profesora‑investigadora del Departamento Académico de Humanidades. E-mail: alexandrasauvage@yahoo.com ** Dra. en Relaciones Internacionales, Universidad de Essex (RU). Profesora‑Investigadora del Departamento Académico de Economía. E-mail: agamez@uabcs.mx Revista de Turismo y Patrimonio Cultural PAS S www.pasosonline.org PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 160 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México 1. Introducción El turismo alternativo se ha adelantado como una opción de dinamización económica para las regiones rurales, y de conservación de los recursos culturales asociados a los modos tra-dicionales de vida y de producción (Canoves et al., 2006). Esta opción ha sido exitosa en algu-nas zonas (Barrera, 2009; Cariño et al. 2009a y 2009b) y desde los ámbitos nacionales e inter-nacionales se promueven mecanismos y finan-ciamiento para detonar proyectos productivos en esas comunidades a partir de una interpretación del turismo como mecanismo de crecimiento económico (World Bank, s/f). Sin embargo, la persistencia de la pobreza y la falta de empo-deramiento de las poblaciones rurales hace cuestionar una identificación automática entre ambas variables (Hackins y Shaun, 2007). Esto es así, especialmente porque situaciones vincu-ladas al aislamiento y a la falta de acceso a la información en el campo tienden a recrudecer la vulnerabilidad y perpetúan la desventaja indivi-dual y social en esas regiones (FIDA 2010). En este contexto, y aunque reconocido, un elemento de análisis poco destacado explícitamente es el de las políticas culturales respecto al patrimonio (natural, cultural) alrededor del que se estruc-tura la vida económica y social, tanto hacia dentro como hacia fuera de las comunidades en zonas rurales (Lustos, 2004). Este artículo tiene como objetivo analizar el proceso de patrimonialización y comodificación de la herencia cultural de dos comunidades rurales que están siendo integradas a los pro-cesos de globalización económica que vive Baja California Sur, en el noroeste mexicano; ambas asentadas en uno de los oasis más grandes en una península semiárida: San Miguel y San José de Comondú o “los Comondú”, como se les conoce también. La valía de su utilización como casos de estudio deriva de su singularidad en términos culturales con relación al resto del país y del mundo; así como de su representatividad como ejemplos de la patrimonialización cultural de una ruralidad presionada por el crecimiento de los sectores económicos de bienes raíces y turismo. El interés por el patrimonio natural y cultu-ral de los oasis sudcalifornianos ha aumentado en los últimos años a partir del despegue del turismo en la entidad, como se abunda más adelante en este texto. Tras una primera etapa de crecimiento demográfico y económico de los oasis localizados cerca de la costa, ha tocado el turno a los del interior de la península ser el centro de atención de diferentes grupos. Los motivos de ello van de la especulación inmobi-liaria y el desarrollo turístico, a programas de protección del medio ambiente o de erradicación de la pobreza. Este interés y las políticas guber-namentales (o su ausencia) han hecho más visi-ble el proceso de transformación societal de los oasis, que se relaciona con profundos cambios en el modo de vida, la tenencia de la tierra y los modelos culturales en sus comunidades. Los Comondú representan un “último bas-tión” de lo que ha sido el paradigma de la iden-tidad cultural regional durante mucho tiempo, por su ubicación y características naturales y culturales. Esto es, una identidad centrada en el modo de vida serrana tradicional (del rancho y de la huerta), producto de la herencia misional española del siglo XVII, que da la espalda al mar que la rodea; que valora la libertad y la solida-ridad social procuradas por la autosuficiencia; y que se caracteriza por un íntimo conocimiento de su entorno natural (Cariño, 1996). Ante la precariedad de una economía local basada en la dependencia de intermediarios para la produc-ción local, en mucho en el autoconsumo, y por los rasgos de despoblamiento y desarraigo que esa precariedad conlleva, la incorporación de los Comondú a una economía de mercado y la inversión foránea se ve como una alternativa deseable (GEBCS, 2012). En regiones rurales de la Unión Europea, por ejemplo, el turismo rural ha significado la posi-bilidad de compensar las limitaciones impuestas a la producción agrícola (Canoves et al., 2006). Sin embargo, esa experiencia ha partido de una política específica de apoyo al desarrollo rural, del que el turismo es sólo una parte, así como de fondos financieros para su consecución. Aunque recursos han sido dirigidos a la urbanización de los poblados y su comunicación con los centros de población cercanos por vía terrestre, no es ése el caso en la región que aquí se presenta. Al pre-sente se está en el proceso de identificar alter-nativas productivas que coexistan con las que tradicionalmente han realizado los habitantes comundeños, pero no existe un planteamiento explícito de la dimensión cultural en las estrate-gias para su desarrollo. Acciones gubernamentales (DCS, 2012) y aca-démicas (Cariño, 2011) se han adelantado para atender el abandono de los oasis pero es nece-sario realizar diagnósticos previos del impacto ambiental y social que las nuevas actividades económicas o su reactivación masiva podrían tener. La larga ausencia de una política cul-tural para los oasis ha dejado a la población local ahí asentada en un estado de vulnerabi-lidad ambiental (Rodríguez, 2004) y social que PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Alexandra Sauvage; Alba E. Gámez 161 se exacerbaría ante el avance de una abrupta integración económica. De ahí que es menester que tanto el gobierno estatal como las instan-cias federales, que ya están realizando actos de intervención en las comunidades, reconozcan la necesidad de una política cultural que dé sentido y promueva el desarrollo local bajo las nuevas condiciones que traería la dinamización de la economía en la localidad. Ante la ausencia en el estado de estudios que integren la vertiente cultural como un elemento de análisis en los procesos de crecimiento econó-mico, se espera aportar a la investigación sobre la conservación y revaloración del patrimonio cultural en la entidad, y al reconocimiento de la relevancia que tiene integrar a los propios comundeños en la toma de decisiones sobre su presente y futuro como un aspecto que amerita centralidad (Zamora, 2011). Reiterar la impor-tancia de la vertiente cultural en el éxito o el fracaso de proyectos de crecimiento económico, especialmente en el caso de comunidades cultu-rales vulnerables, como las representadas por San Miguel y San José de Comondú, permitiría establecer un marco de análisis y planeación para otras zonas rurales en Sudcalifornia. Tras esta introducción, el artículo está estruc-turado en cuatro secciones. En la primera se hace una breve revisión de las consideraciones conceptuales en torno a los procesos de patri-monialización y comodificación culturales, y de su utilización como herramientas de crecimiento económico a través del turismo. En la segunda parte se caracteriza a San Miguel y San José de Comondú como comunidades rurales con un valor patrimonial reconocido pero difusamente articulado. La tercera sección desarrolla el vínculo turismo‑patrimonio cultural‑desarrollo en ambas comunidades, en el marco de tres regímenes de patrimonialización de la cultura comundeña. Por último, en la cuarta se explo-ran algunas recomendaciones para integrar la dimensión cultural en la política de desarrollo, fortaleciendo con ello las posibilidades de con-servación del patrimonio cultural tanto tangible como intangible en las dos comunidades estu-diadas. Enseguida se presenta una revisión de la relación entre políticas públicas para el desar-rollo fincadas en la promoción del turismo, y sus impactos en la forma en que se construye y/o transforma el patrimonio cultural. Especial-mente en comunidades aisladas donde el proceso de crecimiento económico se da en el marco de estructuras de participación local débiles, este marco permite evidenciar el proceso de comodi-ficación de los recursos culturales y sus riesgos. 2. Desarrollo, patrimonio cultural y turismo En décadas recientes se ha retomado la dis-cusión sobre el concepto de desarrollo (Llorens et al., 2006) a partir de un ‘redescubrimiento’ de lo local o regional como respuesta a la insa-tisfacción con lo global o con lo nacional. Ello ha estimulado que el desarrollo se presente, entre académicos y practicantes de la coopera-ción para el desarrollo y las políticas públicas, bajo criterios de endogeneidad, sustentabilidad, equidad de género y participación comunitaria. El auge cobrado por esta tendencia, donde lo regional y local cobran importancia, conlleva un grado de indefinición y utopismo, que es el mismo que implica la ‘versión macro’ del desar-rollo. Así, ¿qué tan local debe ser el desarrollo sustentable para existir?, ¿qué tan autónomos de influencias e intereses externos son realmente los actores regionales participantes?, ¿qué tan equitativamente se pueden repartir los benefi-cios del desarrollo local entre los locales?, ¿qué posibilidades reales existen de que, atendiendo a un esquema productivo de mercado o capita-lista, la desigualdad efectivamente se erradique de la localidad?, ¿quiénes hablan, pues, por los locales? En razón de la interdependencia que existe en la realización de actividades económicas, sociales y culturales en una sociedad, el desar-rollo regional se considera un proceso amplio que se logra mediante cambios estructurales en la economía de la región, en las actividades sociales y culturales de sus habitantes, en la estructura del uso de la tierra, en el sistema de asentamientos, en la organización institucional y en la capacidad administrativa (Meisel, 2008). A su vez, planteamientos sobre desarrollo local hacen hincapié en la viabilidad de conseguir el desarrollo a partir de programas específicos para impulsar sinergias en los niveles básicos de la organización del estado: los municipios a través de los agentes locales. La falta de soluciones finales al problema del subdesarrollo –o, para el caso, de cualquier otro fenómeno social– ha socavado la legitimidad de las teorías de manera individual abriendo la puerta a una visión más holística y amplia de lo social. Las variables económicas, se reconoce, no pueden ser conside-radas como explicatorias por sí solas de un pro-blema tan complejo como la falta de desarrollo. A la vez, la problemática ambiental ha des-pertado conciencia respecto a la importancia de que los procesos productivos permitan conservar los recursos naturales, pero también de que aquéllos redunden en equidad social y econó-mica. Así, sustentabilidad tiene que ver no sólo PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 162 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México con el cuidado del entorno natural, sino también social y económico; como dice Boisier (2006), el desarrollo no debiera requerir adjetivos. A la luz de lo anterior, como parte de una relativamente aún más reciente perspectiva, los estudios cul-turales han estimulado la recuperación de la dimensión cultural como un elemento no sólo de manifestación del desarrollo sino como su insumo; esto es se ha retomado que: “la cultura como una estrategia central en el proceso de regeneración del entorno, no solo puede llegar a generar beneficios económicos a partir de la creación de empleos e ingreso, sino que puede modificar patrones de compor-tamiento a nivel comunitario generando cohe-sión social como herramienta para el estímulo de las aspiraciones colectivas e individuales” (Rish, 2005: 6). A partir de esa contención se puede estable-cer un vínculo entre desarrollo, patrimonio cul-tural y turismo, así como reconocer la presencia de la comodificación de los recursos culturales (Poulot, 2005; Patin, 2001). Es éste un fenómeno de mercantilización de esos recursos que acom-paña el crecimiento de las actividades turísticas y que, si bien suele ser inevitable, requiere ser admitido y acotado. Las políticas culturales jue-gan un rol central en ese proceso, por lo que su inclusión dentro del concierto más amplio de la política pública es tan relevante. Aunque histó-ricamente relacionados, el interés por ligar cul-tura, desarrollo y turismo es mostrado por una creciente producción científica sobre el turismo cultural y su rol en la dinamización de regiones económicamente rezagadas, especialmente en zonas rurales (Barrera, 2007; Flores, 2006; Rish, 2005). Las relaciones entre desarrollo regional, patrimonio cultural y el viaje recreativo como un sector económico pueden rastrearse, por ejemplo, a la Grecia antigua cuando los viajes culturales servían para confirmar lo que se aprendía en los libros y esto estimulaba merca-dos de souvenires para “turistas” que aún no se denominaban así (Andre, 1993). Sin embargo, los procesos de democratización y apropiación de espacios políticos basados en la diversidad cultural especialmente desde la década de los sesenta del siglo XX relanzaron la identificación de la cultura como recurso para la consecución de objetivos sociales y políticos. A la vez, tam-bién fue un mecanismo de integración econó-mica de grupos marginados (como los indígenas) y se redescubrió su potencial económico ante una nueva demanda de actividades y productos inherentes al mercado cultural (Rish, 2008: 12). Surgió así una cultura económica a partir de la existencia y desarrollo de las industrias cultura-les: artes y medios de comunicación, artesanías, diseño, moda, deportes, recreativas, arquitectura y urbanismo, patrimonio, turismo, gastronomía, entretenimiento, e historia, por ejemplo; pero que se distinguían de las políticas culturales económicas “que establecen una relación entre cultura y economía basadas en los principios fundamentales de la política pública: inversión, desarrollo, seguridad, empleo, ingreso, y todas aquellas acciones del gobierno que tengan como fin generar un beneficio social.” (Ibídem: 19). En todas las épocas, la historia de las prác-ticas del viaje cultural refleja la transformación de elementos culturales (y naturales) en un bien, esto es, la patrimonialización; y la trans-formación de este bien en un producto para el consumo, es decir, su comodificación. Si bien el patrimonio resulta una construcción social y por lo tanto su interpretación, transformación y uso es relativo, el problema –como indican Rodri-gues y Fernandes (2008)– es que la apropiación que se hace de él como producto para el mercado suele realizarse sin el conocimiento o sanción de los grupos humanos a los que su reconver-sión afecta. Por lo general, la comodificación es entendida como un mecanismo negativo porque le quita autenticidad a los objetos, lugares y/o prácticas de las comunidades locales (MacCan-nell, 1999). En el turismo, de cualquier tipo, el proceso de comodificación es en realidad inevitable. Si bien los productos culturales que se ofertan están convencionalmente entendidos como los producidos tradicionalmente por la población local en cuestión, los turistas tienen acceso a ellos porque han ido bajo un triple proceso de selección, acentuación y estetización a cargo de mediadores. Sin estos procesos, la mayoría de los turistas, cuyas visitas son efímeras y sus conocimientos de la cultura local muy reduci-dos, no podrían apreciar sus experiencias como culturalmente particulares y únicas (Ooi, 2002). El éxito de las políticas de conservación y usos depende en realidad de la atención otorgada a las modalidades del proceso de comodificación. Los proyectos de turismo alternativo o susten-table que muestran un alto interés en la con-servación de objetos y prácticas “auténticas” no son mejores porque logren evitar la comodifica-ción de la cultura de una localidad, sino porque aseguran que su manejo como recurso turístico tenga efectos negativos limitados. En el marco de las consideraciones anterio-res, proponer la dinamización turística de los PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Alexandra Sauvage; Alba E. Gámez 163 oasis en medio de una región semidesértica como mecanismo de desarrollo regional requiere de un planteamiento cuidadoso de los efectos de la patrimonialización y de la comodificación. Esto es particularmente el caso si lo que se pre-tende no es una mera activación socioeconómica en el lugar, sino la oportunidad de desarrollar la región. Aunque la operacionalización de desar-rollo regional es compleja, como se indicaba en la sección precedente, implica la diseminación de los beneficios del crecimiento hacia los pobla-dores locales de manera que su calidad de vida aumente. Lo anterior también remite a la con-servación de los recursos naturales locales, así como de las manifestaciones culturales y monu-mentales, esto es, el patrimonio tangible e intan-gible, de esas comunidades. Enseguida se presenta un panorama de las características de los poblados de San Miguel y San José de Comondú seleccionados como estu-dio de caso aquí. Partiendo de la frágil natura-leza de su patrimonio cultural y ambiental, el propósito es destacar la necesidad de que exista una política cultural que enmarque la promoción turística de los recursos naturales y culturales de estos lugares. De otra manera, un escenario probable será la banalización y destrucción de su forma de vida; lo que es lamentable en tér-minos del valor cultural intrínseco que tienen sociedades rurales que, en medio de una región altamente globalizada, han mantenido prácticas de subsistencia heredadas de la época misional; pero más aún lo sería el proceso de desplaza-miento de los locales por actores económicos externos. Esta es una situación que, de hecho, ya ocurre en otras zonas de estado donde el turismo y los bienes raíces han trastocado las estructu-ras económicas y sociales locales (Almada, 2006). 3. Los oasis de Comondú en la economía sudcaliforniana Ubicada en el noroeste del país, a casi dos mil kilómetros de la frontera con Estados Uni-dos y con la Ciudad de México, en cada caso, la economía del estado de Baja California Sur se caracteriza por su pequeño tamaño (aporta 0.6 por ciento al PIB nacional) asociado a la aridez del suelo, a su posición casi insular, y su muy alto grado de apertura. Sin embargo, este último elemento significó que, especialmente en la segunda mitad del siglo xix, sus relaciones con el exterior fueran dinámicas a través de la pro-ducción y comercialización de productos mine-ros, pecuarios, agrícolas y pesqueros. Con todo, las limitaciones asociadas a su tamaño se mani-festaron ante la inestabilidad de los mercados internacionales de los que dependía y por déca-das esta región hubo de enfrentar un largo pro-ceso de ralentización económica. Ante las pers-pectivas favorables de desarrollo del turismo, fue hasta finales de la década de los sesenta del siglo pasado que el gobierno mexicano promovió activamente ese sector. De ese modo, se estable-cieron las bases turísticas en dos zonas geográfi-cas definidas de la entidad (Los Cabos y Loreto), como una alternativa de crecimiento económico y desarrollo regional (Gámez y Angeles, 2010) en una media península distante y poco poblada. Desde la década de los ochenta, el turismo ha cobrado una importancia creciente en la estruc-tura productiva estatal, particularmente por el comportamiento turístico de Los Cabos como un destino internacionalmente conocido en el que destaca la inversión extranjera. Si la importan-cia del sector servicios ha sido una constante en los últimos cincuenta años, al dar cuenta de casi 70% del producto estatal bruto, el creciento del turismo ha contribuido a esa situación (Ibí-dem). Sin embargo, el crecimiento del turismo o, del sector servicios en general, se concentra en pocas regiones que gozan o han sido habili-tadas con infraestructura pública, turística y de comunicaciones. Paralelamente, y lo que se explica por las características demográficas y distribución de la población y la propia confor-mación histórica de Baja California Sur, muchas comunidades siguen manteniendo patrones de producción tradicionales, vinculados a la gana-dería, la agricultura, la pesca, y la silvicultura, en un aislamiento relativo. En el municipio de Comondú, el segundo más extenso de la geografía estatal al ocupar 17% del territorio y valle agrícola del estado, las activi-dades turísticas son incipientes y generalmente identificadas con el avistamiento de especies como la ballena en el litoral del Pacífico. Proyec-tos inmobiliarios y turísticos se abren paso en el caso del Golfo de California, aunque su con-creción no parece que significará una sustitu-ción, al menos en el corto y mediano plazos, de la actividad agrícola, ganadera y pesquera que caracteriza al municipio (ver datos en SPyDE, 2006). Así, pese a sus recursos, el municipio de Comondú ha enfrentado desde hace décadas un estancamiento de las actividades económicas que se ha reflejado en un proceso de despobla-miento, especialmente porque la población joven sale en busca de empleos. Esta situación es aún más aguda en las comunidades rurales, donde las opciones de fuentes laborales son menos diversificadas y más constreñidas. Aunque inversión pública se ha canalizado a la zona, PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 164 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México principalmente a los sectores de agricultura, salud, desarrollo urbano e infraestructura, asis-tencia social, comunicaciones y transportes, su situación sigue siendo problemática (CEI, 2007). Comondú alberga casi una cuarta parte de las 2,850 localidades que componen Baja Cali-fornia Sur. De las 661 localidades activas que integran el municipio 95% son rurales con una población menor a 99 habitantes (INEGI, 2011). Si se incluyen las que son habitadas por menos de 499 personas, la proporción se eleva a 98.5% (SEDESOL, 2011) Esta situación hace imperioso conocer las condiciones y perspectivas de esas poblaciones, distribuidas a lo largo del territorio comundeño, a efecto de establecer programas de apoyo y de oportunidad para su crecimiento pro-ductivo. De otra manera, la tendencia a la desa-parición de comunidades por despoblamiento será una pérdida en términos del óptimo apro-vechamiento de los recursos que las circundan y de su valor cultural, además de incentivar la sobreconcentración en los pocos centros urbanos del estado, ya saturados. Con todo, la dinamización del sector tercia-rio en el estado, por encima del primario, ha dado lugar a que el establecimiento de resorts y complejos residenciales establecidos en las áreas colindantes a las playas, se esté desple-gando progresivamente hacia las zonas rurales tierra adentro. Varios factores pueden adelan-tarse para explicar que poblados que en muchos casos prácticamente funcionan bajo un esquema de autoconsumo y se enfocan a la ganadería, agricultura y pesca estén siendo integrados al crecimiento turístico o inmobiliario. Entre ellos destacan el atractivo que su relativo aislamiento representa, la disponibilidad de agua, su patri-monio cultural, la vegetación, el paisaje, los propios programas de inversión y de promoción gubernamentales, así como su reciente inclusión en las redes de comunicaciones y transportes como es el caso de la construcción del ramo pavimentado desde la carretera transpeninsu-lar Francisco Villa‑San Miguel y San José de Comondú, y Loreto‑San Javier, por mencionar algunos. Como resultado de lo anterior, en poblacio-nes como San Miguel y San José de Comondú, por ejemplo, de manera inédita extranjeros han empezado a adquirir propiedades y residen-cias, manifestación de un proceso conocido en la entidad pero que hasta hace poco tiempo había excluido al municipio de Comondú (Gámez y Angeles, 2010). Igualmente, es menester estable-cer estrategias que permitan el aprovechamiento de las oportunidades que brinda la mayor inte-gración de estas pequeñas comunidades en favor de su mayor empoderamiento, y la creación de empleos que propicien un mayor arraigo de la población joven a fin de contribuir a evitar el despoblamiento del que adolecen esas localidades. San Miguel y San José de Comondú son dos comunidades enclavadas en la Sierra de La Giganta, a una distancia de 5 horas de camino por terracería desde Ciudad Constitución, la cabecera del municipio comundeño. Entre 2011 y 2012 se pavimentó un tramo de 37 kilómetros que une a ambos poblados con un camino que termina en un entronque a la carretera trans-peninsular, eje de las comunicaciones por tierra de la entidad. Ambas localidades, separadas por tres kilómetros de distancia, están asentadas en una cañada de 16 kilómetros de longitud y unos 800 metros de ancho en promedio; literalmente un oasis en el semidesierto sudcaliforniano. For-madas, en 2010, por 109 y 148 habitantes (10% y 25% menos que en 2005, respectivamente) (Ibídem), las poblaciones de San José y San Miguel de Comondú se dedican a la ganade-ría y horticultura (huertos de mangos, dátiles, aguacates, ciruelas, higos, uva y guayabas) que reflejan el pasado misional de su fundación, de la que es muestra la Misión de San José, y el indígena por los vestigios arquitectónicos, pintu-ras rupestres y petroglifos de la zona. La dispo-nibilidad de agua por manantiales ha favorecido un ecosistema favorable al desarrollo tanto de la actividad agrícola como ganadera haciendo, además, potencialmente viables otras, como el turismo rural. En ambas localidades la ganade-ría caprina y bovina tipo extensiva ha subsis-tido tradicionalmente, junto con la producción de especies menores (cerdos, ovinos, gallinas y pollos de engorda) en traspatio para autocon-sumo (Monroy et al., 2003), generando econom-ías prácticamente de autosubsistencia. Las oportunidades de desarrollo para esta microcuenca están marcadas por abundancia de recursos naturales sin contaminación industrial, microclimas favorables, la hospitalidad y dispo-nibilidad de ambientes comunitarios propicios, y la voluntad de sus habitantes por mantener con vida sus poblados (Cuadras, 2008). Como en otras localidades aledañas, la producción caprina es una de las actividades económicas de más arraigo. El principal ingreso de los pro-ductores en san Miguel y San José de Comondú es la venta de queso seco salado y la venta de cabrito y becerro (Cuadras, 2008; Cepeda et al., 2004) Sin embargo, la vulnerabilidad ante el alargamiento de las épocas de sequía, el alto intermediarismo, el abigeato, la depredación, la falta de organización de los productores y de financiamiento, así como de canales adecuados PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Alexandra Sauvage; Alba E. Gámez 165 de comercialización son sin duda sus factores más limitantes. A ello se añade la ausencia de parámetros de calidad e inocuidad en el sector primario que permitan competir en el mercado y alienten la transformación agroindustrial. Enseguida se presenta una propuesta de tres regímenes de patrimonialización de la cul-tura comundeña, enmarcada en el área de los estudios culturales, y que se basa en observa-ciones en campo, revisión de documentos oficia-les, entrevistas a miembros de la comunidad y a actores de las políticas públicas relacionadas con la cultura sudcaliforniana realizados en los años 2011 y 2012. Ese trabajo se efectuó como parte de los trabajos de la Red de Inves-tigación para el Desarrollo Sustentable de los Oasis Sudcalifornianos, y de uno de los dos proyectos de investigación financiados por el gobierno estatal en 2012 para identificar áreas de fortalecimiento económico de comunidades fincadas en ocho de los oasis de Baja California Sur (SPyDE, 2012). 4. Desarrollo, turismo y patrimonio cultu-ral en los oasis de San Miguel y San José de Comondú, BCS En Baja California Sur, la sociedad y su entorno han cambiado drásticamente a conse-cuencia de las políticas de colonización nacional de un territorio distante y amplio. La cultura tradicional sudcaliforniana (como la que todavía se vive, en cierta medida, dentro del oasis de los Comondú, está sufriendo un proceso de como-dificación. En esto han influido el desarrollo de zonas agrícolas de gran escala, el crecimiento urbano con fines turísticos y la venta de tierras para segundas residencias, así como la intensifi-cación de la diversidad cultural que estos proce-sos generan. La cultura tradicional existe cada vez menos en la realidad cotidiana del estado y cada vez más en el imaginario local como legado cultural y referente identitario sudcaliforniano. Lo anterior está dado porque sólo una mino-ría de la población del estado tiene relaciones directas con este modo de vida tradicional y una minoría más reducida todavía lo percibe como un modo de vida viable en el siglo XXI. La adaptación, que se torna inevitable, de sus tradiciones y de la reinvención de su modo de vida requiere de herramientas que articulen las nociones de identidad cultural, patrimonio y actividades socioeconómicas sustentables en un todo coherente; esto es, se precisa de una arti-culación del “quién soy, qué tengo y cómo actúo” en un discurso de política cultural. En esta última década, el proceso de patrimonialización de la cultura comundeña ha recibido un fuerte impulso proveniente de diferentes actores por motivos diferentes. Con cargo a la investigación de campo y documental referida anteriormente, se ofrecen un análisis de los regímenes de patri-monialización identificados para las dos comuni-dades, que muestran diferentes enfoques sobre el patrimonio comonduño. 4.1. Régimen I. La valoración local del patri-monio cultural de los oasis de Comondú Si bien la importancia de los oasis de Comondú en la historia de la colonización de la península y de su legado cultural ha sido tradicionalmente percibida por los historiadores, el valor patrimo-nial de los oasis mismos ha recibido visibilidad apenas desde principios del siglo XXI. Así, la amplia literatura sobre el pasado misional y las motivaciones de la colonización contrasta con la carencia de un discurso formalizado que lo instituya claramente como un patrimonio que tenga usos contemporáneos. Ciertamente, existe una primera tentativa de valoración patrimonial aunque ésta más bien consiste en un uso poético del oasis de Comondú, con la definición mística que hace Fernando Jordán en 1951 del lugar como un “Edén perdido” donde “las mujeres más bellas de toda la Baja California se encuentran” (Jordán, 1985). Es inevitable hacer mención de esta referencia toda vez que, si bien no es muy útil a la hora de constituir el patrimonio cultu-ral comundeño, su imagen es tan fuerte que se encuentra en todos los documentos relativos a los intentos de patrimonialización de los recur-sos culturales del oasis. Del lado de la investigación científica, las prioridades en cuanto a cultura se enfocaron a temas puntuales como el folklore (bailes, arte-sanía, música popular) o el arte sacro, como la precisa labor de inventario de Bárbara Meyer (Meyer, 2001). Sin embargo, no se centraron en problemáticas transversales que permitie-ran tener un análisis integrado de las políticas culturales del estado ni sobre las acciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en cuanto a la selección y manejo del patrimonio cultural sudcaliforniano. Esas prio-ridades tampoco incorporaron la necesidad, por ejemplo, de contar con un organismo adicional encargado del patrimonio cultural para el siglo XX (a nivel nacional sería la función del Insti-tuto Nacional de Bellas Artes, y no del INAH), que abunda tanto en el estado como en el oasis y no está referenciado ni protegido porque nin-guna institución lo reconoce como tal. PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 166 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México Podemos considerar la publicación del libro La arquitectura misional de Baja California Sur, por Salvador Hinojosa Oliva (1986), como un antecedente de la valoración del patrimonio cultural. En esta obra se presenta a las misio-nes como un patrimonio arquitectónico e ilustra el interés por el oasis como resultado del inte-rés por el patrimonio religioso. Éste es el que motiva, en 1998, el “primer festival cultural Fundación La Paz”, cuyo lema es “un encuentro con tu origen, tu historia, tu ciudad”. A raíz de este evento empieza el rescate de los centros religiosos como espacios culturales donde se pudieran dar conciertos, una preocupación que llevó, a partir de 1999 a la elaboración del pro-grama cultural “Ruta de las Misiones”. Según el documento fundador, la Ruta de las Misiones se definió como una política cultural que “integre las misiones al desarrollo del Estado” con el fin de “colocarlas en la oferta global de sitios de interés mundial” (Vázquez Ceja, 2000). Como su nombre lo indica, ese programa se articuló alrededor del rescate de los senderos (indígenas y luego jesuíticos) para, a partir de ellos, iden-tificar las misiones y emprender el rescate de las actividades tradicionales, en particular de la producción de vino y de aceitunas. Con motivo de la difusión e identificación de la población con dicha política cultural como una experiencia festiva, se creó el festival de las misiones en el 2000. Este festival existe hasta la fecha y coordina conferencias, exposiciones y conciertos de música barroca, permitiendo efec-tivamente la integración de las misiones como patrimonio, en las cuales la población empezara a acudir no por motivo de culto sino de entreteni-miento. Entre los años 2000 y 2007, son alrede-dor de 3 mil artistas que fueron invitados para la programación del festival. El motivo del autor de esta política cultural, y quien fuera director del Museo de las Misiones de Loreto, era dar un uso social contemporáneo de las misiones para hacer visible la urgencia de restauración del patrimo-nio misional. En el caso del oasis de Comondú, una consecuencia directa fue la restauración de los óleos de la misión de San José de Comondú, que fue concluida a finales de 2009. El apoyo para la restauración revela un reno-vado interés por parte del gobierno en el patri-monio misional, cuando tradicionalmente éste había estado bajo el único (y limitado) cuidado de los habitantes de los oasis, durante siglos los custodios de este legado histórico y cultural. Ahora bien, para entender este giro del gobierno que se da a partir del 2000 y que puede parecer sorprendente, hay que completar este interés local por el patrimonio misional con factores glo-bales que llegan, mediante los varios eslabones de las instituciones, a nivel federal y regional y que entrelazan cultura y desarrollo. 4.2. Régimen 2. El marco global en el cual se insertan las acciones sobre el patrimo-nio de Comondú Un segundo régimen de patrimonialización del oasis de Comondú es el motivado por el desarrollo turístico del estado, según fuerzas exógenas que se pueden trazar brevemente siguiendo las lógicas de acción de la UNESCO. A nivel “macro”, las decisiones relativas al uso de la cultura para el desarrollo se establecen a tra-vés del órgano transnacional que es la UNESCO. Si bien el estado‑nación siempre ha usado la cul-tura con fines de educación pública y cohesión social desde el siglo XIX (Bennett, 1995), su uso contemporáneo para el desarrollo tiene sus orí-genes en la Declaración Universal de los Dere‑chos Humanos firmada por la UNESCO tras el fin de la Segunda Guerra Mundial (UNESCO, 1948); mientras que la unión de los conceptos de cultura y desarrollo se concreta durante el evento de 1982 conocido como “Mundiacult”: la Conferencia Mundial de México sobre las políti-cas culturales (UNESCO, 1982). A partir de 1982 en México, como en el resto de los países miembros de la UNESCO, las polí-ticas culturales tienen como objetivo coordinar diferentes acciones entre varios sectores de la sociedad: las organizaciones estatales, el sector privado, y la sociedad civil. Los gobiernos usan la cultura como herramienta para la planifica-ción de sus políticas públicas en coordinación con sus objetivos de desarrollo. Así, organiza-ciones como el Banco Mundial se han vuelto proponentes de una postura que señala que los proyectos de desarrollo que ignoran las culturas locales tienden a fracasar (Arizpe, 2006). Las políticas culturales, a su vez, están estructuradas alrededor de un eje principal que hoy nos es muy familiar: el de “identidad cul-tural”, que busca acompañar y orientar el cam-bio societal que se da en todo Occidente, fuera del marco nacional y eurocentrista, establecido anteriormente. Esta nueva valoración de la diversidad cultural culmina en la declaración de la UNESCO sobre la diversidad cultural en 2001 (UNESCO, 2001) y cumple un papel importante en la toma de decisiones relativas al desarrollo turístico a inicios del siglo XXI. El mercado cada vez más competitivo del sector turismo, y el acceso cada vez más fácil a una mayor cantidad de destinos turísticos gracias a la tecnología, inclina el sector hacia la necesidad de proveer PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Alexandra Sauvage; Alba E. Gámez 167 de “experiencias auténticas”. Éstas se dan por el patrimonio en general, y por los recursos cultu-rales del destino en particular. La tendencia era tan fuerte al iniciar el siglo XXI que llevó a la Secretaría de Turismo en México a declarar que “las tendencias actuales indican que la evolución de los mercados señala hacia la diversificación y diferenciación”, por lo cual “en un futuro pró-ximo el gran diferenciador de México en los mer-cados turísticos será la Cultura” (Madrid, 2007). A la luz de este contexto emergente, no es sorprendente que el oasis de Comondú reciba un interés particular de parte del gobierno desde 2001 y que se manifiesta por la tenta-tiva de integrar el oasis al proyecto de escalera náutica (Escalera Náutica, 2001). Este proyecto ha sido detenido y es visible sólo en San José por los señalamientos urbanos alrededor de la misión, que llevan los logos del estado de Baja California Sur, el Fondo Nacional de Fomento al Turismo y Mar de Cortés. El gobierno estatal actual también ha mostrado un interés soste-nido por los oasis, no únicamente en sus esfuer-zos junto con el INAH para la restauración de los óleos y la construcción de la carretera que lleva a “los Comondú”; sino que ha brindado apoyos financieros destinados a la infraestruc-tura cultural, como es el caso de la galería foto-gráfica y del programa de renovación de facha-das antiguas. Como parte de las actividades gubernamentales, se ha publicado un fascículo para la promoción turística del oasis. En él se explica, una vez pasada la introducción mítica de Jordán y un resumen histórico, la forma en que el oasis “ofrece los escenarios perfectos para el ecoturismo, los deportes de aventura, el turismo rural y cultural, carreras de ruta en bicicleta de montana, paseos a caballos por las veredas de la cañada (…) zonas de campamento en sitios seguros y exóticos” [cursivas nuestras]; y también se indica el modo de llegar, dónde hospedarse y qué comer (GEBCS, 2010). Igualmente el gobierno financió, mediante la Secretaría del Trabajo, cursos para la capacita-ción en saberes artesanales como la producción de dulce o la elaboración de bordados. El curso de bordados se dio a partir de la contratación de una señora de San Miguel para enseñar a otras veinte mujeres de ambos pueblos del oasis cómo hacer bordados para playeras, juegos de baño, o mantelitos que, pronto, por la iniciativa de una de ellas, llevarán la mención de “San José de Comondú, Baja California Sur”. La carretera, la renovación arquitectónica, la restauración de los óleos de la misión, y la publicación de promoción del oasis revelan, en su conjunto, la preparación progresiva del oasis al desarrollo turístico. Esos elementos también muestran que se incita a los habitantes a inventar productos destinados al consumo turístico, lo cual significa que el modo de vida tradicional de los comun-deños está en el umbral de la comodificación: la transformación de los bienes culturales en productos de consumo turístico, que tiene escasa relación con la esencia del patrimonio cultural comundeño. Para revertir esa tendencia, ya evi-dente, es necesario reforzar la identidad y las prácticas culturales locales y prevenir que con el tiempo éstas carezcan de sentido para la comu-nidad y revistan un mero valor comercial. Para enfrentar ese efecto indeseable se requieren her-ramientas más eficientes que la visión poética de Fernando Jordán. Allí, las iniciativas locales de patrimonialización de la cultura tangible e intangible, son más relevantes y más que nunca dignas de atención. 4.3. Régimen 3. Procesos internos de patri-monialización: el caso de la galería fotográ-fica del linaje comundeño El tercer régimen de patrimonialización es el que ha emanado de la iniciativa de una comun-deña (Consuelo Pérpuly) cuando ocupó el puesto de subdelegada de San José de Comondú en el periodo 2002‑2005. Es decir, la tentativa de constituir el patrimonio cultural de Comondú se produce simultáneamente con los otros dos procesos expuestos en las secciones anteriores. Sin embargo, a diferencia de ellos, este proceso es endógeno y, como no es de sorprender, tiene una visión totalmente diferente a la mítica de Jordán. Para empezar hace poco caso del patri-monio arquitectónico misional y, si bien imagina un eventual uso turístico, su función primordial es reflejar la identidad cultural comundeña a través de la exposición de fotografías que evocan la vida y las costumbres en el oasis de Comondú en los siglos XIX y XX. En esta primera etapa, la metodología espon-tánea de ir de casa en casa pidiendo fotograf-ías antiguas en préstamo para exponerlas en la subdelegación refleja con claridad la necesi-dad de la propia comunidad por un espacio de re‑presentación de los comundeños. El éxito de esta primera experiencia animó a su hermana, residente en la ciudad de La Paz, a constituir una colección de fotografías antiguas para repro-ducirlas en tamaño grande, enmarcarlas, y con-seguir apoyos para la creación de una galería fotográfica que fuera permanente. El Instituto Sudcaliforniano de Cultura acordó apoyar con el acondicionamiento del edificio adyacente a la subdelegación de San José para la creación de la PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 168 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México galería, dejando el financiamiento de la elabora-ción de las colecciones y de su cuidado a cargo de la interesada (Ramona Pérpuly). Esta segunda etapa, menos espontánea y cuyo proceso se lleva a cabo en La Paz, retoma la visión romántica y externa al oasis que comúnmente se encuentra para hacer referencia a la identidad cultural local. El anteproyecto arquitectónico, con fecha del 19 de marzo de 2009, empieza con las citas de Jordán sobre el último paraíso, “donde el tiempo se ha detenido” y donde “las mujeres más bellas de toda la Baja California se encuentran”. La justificación de la galería invoca lo que podemos llamar el “poder colonizador” de los comundeños no únicamente sobre el oasis sino en toda la península, haciendo de San José de Comondú no solo el pueblo de origen de los comundeños, sino de todos los sud-californianos. “Familias fundacionales que crecieron en der-redor de este entrañable oasis desde el siglo XVIII, a toque de campanas, y que ahora tienen descendientes diseminados en todo el territorio sudpeninsular y más allá de sus fronteras”. [También se habla de “raíces de sudcalifornidad”, de “gallardía” y de “porte señorial”]. La construcción de la identidad cultural se hace más con base en el imaginario que se tiene del oasis que en la experiencia cotidiana. No obstante ello, la colección de 75 fotografías se complementa con los objetos recolectados en San José para la exposición temporal (misma que no se llevaría en la galería porque sigue en construcción): plumas, monedas, tazas de porcelana, báscula; aportando una vez más la visión endógena de la identidad cultural comun-deña. Este régimen de patrimonialización de la cultura del oasis comundeño es rico por su enseñanza sobre las maneras de empoderar a los habitantes mediante una política cultural adecuada para limitar los efectos de la como-dificación. Y, sin embargo, dentro de la propia comunidad existen discrepancias en torno a la construcción del discurso y a la inclusión de los actores (por ejemplo, no todas las familias podían permitirse fotografías antiguamente y eso llama a un sesgo en la interpretación de lo comundeño y sus aportes). De lo anterior se pueden destacar cuatro ele-mentos: a) Los discursos producidos a raíz del pro-ceso de patrimonialización son, en su gran mayoría, recientes (una década aproxima-damente). Esto es sorprendente en un con-texto de antiguo y constante interés por el sistema misional, que es inseparable del oasis, b) La coexistencia de varios regímenes de patrimonialización indica que se está en un momento de definición y redefinición de lo que constituye el patrimonio cultural comundeño, c) No existen actualmente un acompaña-miento cultural de la política económica, ni se tiene una política cultural que arti-cule y promueva la re/construcción de los discursos en torno a la herencia cultural en el estado. d) Que, por las dos razones anteriores, la riqueza cultural del oasis es extremamente vulnerable frente al proceso de comodifica-ción que está inevitablemente iniciando. Por lo tanto, se requiere de una política cultural que estimule la definición de la identidad cultural del oasis e impulse las prácticas culturales locales para limitar los efectos negativos de la comodificación que se avecina y que ya se manifiesta. 5. Consideraciones finales El cambio societal que se está viviendo en los oasis de Comondú pone de manifiesto una problemática epistemológica y metodológica que requiere nuevas definiciones y categorías, y actualizar las previamente establecidas. En el oasis de Comondú las decisiones que se tomen respecto al patrimonio decidirán las respuestas a las siguientes preguntas: ¿existe una identi-dad cultural oasiana, y comundeña?, ¿qué ele-mentos del oasis constituyen un patrimonio cul-tural? y ¿para quién?, así como ¿qué usos van a tener dentro del programa de manejo del oasis? Que San José y San Miguel de Comondú cuenten con recursos para la realización de eco-turismo, turismo de aventura y turismo rural les da una ventaja potencial en términos de la diversificación de sus actividades producti-vas, que podrían reactivar económicamente a sus poblados. Además de la historia misional de los poblados, en ellos se manufacturan aún productos como vino con cepas locales, y artesa-nías elaboradas con piedra, madera y recursos forestales de la región, que además de ser pro-ductos comercializables en sí mismos, podrían complementar los ingresos de los pobladores locales y contribuir al conocimiento de sus tradiciones al incluir, como parte de circuitos turísticos, visitas durante sus procesos de ela- PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 Alexandra Sauvage; Alba E. Gámez 169 boración de los productos agroindustriales en esas comunidades. En ese contexto, explorar las formas de producción o creación de significados y de difusión de los mismos tiene sentido porque impactará no sólo el éxito o fracaso económico de las formas turísticas que se promuevan, sino la propia herencia cultural local. Sin embargo la pregunta es cómo, por un lado, conciliar crecimiento económico, con protección del patrimonio cultural y empoderamiento de la población local, por otro. Proponemos aquí que una avenida de conciliación es el estableci-miento de una política de desarrollo que incluya explícitamente un componente cultural. En ese sentido, se aprovecharían los recursos culturales de los oasis como un mecanismo de crecimiento económico, pero a partir de la inclusión de una política que evite la comercialización banalizada de las tradiciones locales para el turismo, y reconozca el rol de los habitantes locales en la definición de los valores culturales locales. En ese marco se sugiere lo siguiente: a) Identificar el patrimonio cultural tangible e intangible y las condiciones para su con‑servación. Al presente hay una percepción gubernamental de la cultura local, expre-sada en las actividades económicas arte-sanales realizadas por los comundeños, como atractivo turístico, pero no hay una previsión respecto a su continuación en un escenario de aumento y diversificación de la población y de sus actividades económi-cas producto del crecimiento turístico. b) Fortalecer las capacidades locales. Es menester estimular procesos de autoges-tión a través de programas de acompaña-miento social. Actualmente no se ha con-templado una codificación de la herencia cultural local ni de sus significados que integre a los usuarios locales de ese patri-monio. Actualmente hay una alta frag-mentación social entre y dentro de ambos poblados que dificulta, por no decir impide, procesos de gestión comunitaria; una larga tradición de asistencialismo gubernamen-tal favorece esta situación. c) Incluir a las comunidades locales en los procesos de patrimonialización. Los habi-tantes locales deben participar en los pro-cesos de identificación de las identidades locales y de los aspectos medulares que les interese conservar y pueden salva-guardarse. Esto permitiría aprovechar económicamente el patrimonio cultural local pero evitando su banalización o la interpretación romantizada y artificial que se está gestando desde el exterior, que no refleja las identidades locales y las como-difica. d) Diseñar y poner en marcha mecanismos de reforzamiento de las identidades locales. Pese a ser comunidades muy pequeñas, las diferencias relacionadas con el origen de la propiedad y la “clase” social mar-can actitudes y lecturas sociales distintas entre los miembros de las propias comu-nidades. Podrían impartirse talleres para fomentar el reconocimiento de elementos compartidos. Es este un escenario para las campañas de orgullo local que se enfoquen especialmente a los niños y jóvenes para revalorar las actividades tradicionales como la agricultura, ganadería y procesa-miento artesanal de los productos deriva-dos de esas actividades. e) Establecer mecanismos para la recupe‑ración y conservación de las tradiciones locales. Considerar como parte del fomento económico el rol de la cultura a través de la recopilación escrita, fotográfica, audio-visual y museográfica de la historia y tradiciones locales prestando atención a la construcción del discurso cultural. La coordinación entre las autoridades fede-rales responsables de la conservación del patrimonio tangible (el INAH con las pin-turas rupestres) y natural (la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales, por ejemplo), así como con universidades y el gobierno estatal (Instituto Sudcalifor-niano de Cultura). f) Construir indicadores para el monitoreo del uso del patrimonio. Hay responsabilidad de las autoridades gubernamentales y del sector privado respecto a los cambios que propicia su intervención, y que se relaciona con la fragilidad ambiental, económica y social. Es preciso establecer esquemas de ordenamiento territorial que regulen el tipo e impacto de las actividades económi-cas promovidas, identificar las capacidades de carga de los espacios y recursos en el oasis, y establecer mecanismos para evitar la acentuación de la vulnerabilidad social de las comunidades. El aprovechamiento de los recursos culturales como un instrumento para la reactivación eco-nómica es una estrategia útil pero su incidencia en el desarrollo de una región implica más que su uso económico exitoso. Un elemento inicial para empoderar a la comunidad local y garan-tizar la conservación de esos recursos es pensar una política cultural que actúe sobre el discurso PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 11(1). 2013 ISSN 1695-7121 170 Desarrollo, identidad cultural y turismo en los oasis de Baja California Sur, México que se establecerá a partir de las definiciones del patrimonio. Esto es, que permita regular los regímenes de representación que van a moldear la concepción, en los casos de estudio que aquí tratamos, sobre los oasis, así como el conjunto de las acciones sociales que se tomarán con base en esa concepción. Esta etapa de definición necesita un largo tiempo de gestación pero es esencial y existen mecanismos para irla construyendo en el corto plazo, si lo que se busca es limitar los efectos de la comodificación de la cultura, ofrecer futuros alternativos que tengan sentido para los habitantes locales, conservar una herencia cul-tural singular y valiosa, y también sostener un modelo turístico basado en ese patrimonio. Bibliografía Almada, Rossana 2006 Juntos pero no revueltos. Identidad y Mul‑ticulturalidad en Todos Santos, BCS. México: CIESAS – COLMICH – UABCS. André, Jean‑Marie, Baslez, Marie‑Françoise 1993 Voyager dans l’Antiquité. Paris: Fayard. Arizpe, Lourdes 2006 Culturas en Movimiento: Interactividad cultural y procesos globales. México: Cámara de Diputados LIX Legislatura‑UNAM‑CRIM‑Editorial Miguel Ángel Porrúa. Barrera, Ernesto 2007 “El turismo rural: un agronegocio para el desarrollo de los territorios rurales”, en: Car-los Vieytez (dir.), Agronegocios alternativos. 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