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Vol. 8 Nº 2 págs. 389-402. 2010 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Ensayo El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo Maximiliano Korstanjeii Universidad de Palermo (Argentina) Resumen: El turismo como actividad y como institución social se encuentra asociado a un sinnúmero de variables y a problemas que pueden afectar su desarrollo. Si bien los atentados terroristas han estado presentes como forma política de reivindicación tomando como rehenes a turistas extranjeros, la biblio-grafía especializada no dubita en señalar al ataque del 11 de Septiembre de 2001 en Nueva York como punto de quiebre en lo que respecta a la percepción del riesgo aplicado a los viajes. La aceptación que hoy goza esta teoría, en el mundo anglosajón, nos lleva a un abordaje de tipo crítico que intentará enfati-zar en los puntos fuertes y débiles que plantea. El futuro de la teoría de la percepción del riesgo aplicada a destinos turísticos mantiene un campo de investigación novedoso en habla hispana. En un momento de cambio de milenio que se caracteriza por una proliferación de sentimientos de angustia y riesgos (Beck, 2006) (Luhmann, 2006), es de capital importancia continuar los abordajes empíricos en la materia. En ese contexto, el presente ensayo ha intentado, por un lado, sintetizar los estudios principales en la mate-ria aportando un matiz crítico en aquellos aspectos que aún no han sido correctamente definidos. Palabras clave: Riesgo; Percepción; 11 de Septiembre; Destino Turístico Abstract: The variables that converge in tourism as a mass-activity and social institution are manifold as well as those problems which jeopardize its well-functioning. Even though, terrorist attacks have been presence in the past as a way to vindicate certain politic protagonism, it was no before than 11 Septem-ber where scholars considered the risk perception as a prolific theory capable to explain the turbulent time we are now living. The future of this wave seems to be uncertain for Spanish native speakers. In a moment characterized by a crucial shift because of the advent of a new millennium, there is a prolifera-tion not only of risks but also of anguishes and fears. Under such a context the present piece has focused on a synthesis of the main contributions of risk perception theory applied on travels at the same time it does not loose the sight on the troublesome aspects this theoretical perspective is unable to resolve. Keywords: Risk; Perception; Fear; September 11; Tourist Destination ii • Docente en la Universidad de Palermo. E-mail: mkorst@palermo.edu. 390 El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 Introducción El miedo es uno de los cinco senti-mientos humanos básicos y se lo puede definir como un estímulo o señal ante determinado riesgo hecho por el cual el individuo emprende un “ataque” o una “retirada”. En ocasiones la ansiedad juega un rol decisivo en la configuración de te-mores irreales cuyo objeto se torna difuso (Strongman, 1998: 114). De esta manera, si bien las vacaciones, los viajes a familia-res o de negocios se corresponden con fenómenos de tipo masivos, existen per-sonas que perciben al viaje turístico como riesgoso o amenazante. Ello se ha visto agravado luego que las grande cadenas mediáticas exhibieran el atentado del 11 de Septiembre como un punto quiebre en lo que respecta a la seguridad tanto de-ntro como fuera de los límites nacionales (Sontag, 2002). En este contexto, surgen preguntas que han comenzado a diagra-mar el presente texto ¿cuál es significado del riesgo?, ¿cual su rol en la configura-ción del miedo?, y ¿cuáles son los alcances y limitaciones de las teorías sobre la per-cepción del riesgo que se observan en los estudios empíricos en la actualidad?. Para R. Schluter, es necesario conside-rar la posibilidad que el Turismo sea un fenómeno retráctil. Es decir, que se con-traiga ante eventos y situaciones que impliquen cierto peligro para los viajeros como ser atentados, robos, asesinatos, crímenes u actos de otra naturaleza. Según nuestra autora, el protagonismo actual de la actividad puede verse condi-cionado por variables que el propio mer-cado no puede controlar. El consumo, y sobre todo el turístico, es un “acto volun-tario” sensible por demás a la publicidad negativa de los destinos (peligros). La idea de hacer del viaje un momento me-morable y positivo como recuerdo es el factor principal por el cual una persona elige (generalmente) un destino seguro (Schluter, 2008: 147-150). Wang et al, consideran al riesgo como toda posibilidad que el turista pueda su-frir algún daño físico sobre uno o sobre la propiedad durante el viaje (Wang et al, 2010). El concepto de riesgo y su aplica-ción a los fenómenos sociales parece no ser nuevo aun cuando si lo sea su adop-ción por parte de la disciplina turística. Siguiendo a S. Donilcar de la Universidad de Wollongong en Australia, existe un paralelo entre el riesgo y el temor en el proceso de compra cuando el producto se torna intangible. En este sentido, el autor clasifica diferentes tipos de riesgo en el proceso de elaboración del producto turís-tico: a) riesgo financiero, b) riesgo social, c) riesgo psicológico, d) riesgo corporal o físico, e) riesgo funcional, f) riesgo en de-moras, g) riesgo situacional, h) riesgo turístico real o percibido y i) terrorismo (Donilcar, 2005a). Sin lugar a dudas, el terrorismo (si le podemos dar ese nombre) es uno de los tópicos que preocupan a gran parte de los expertos y que puede amenazar el desa-rrollo de la actividad. La teoría de la per-cepción del riesgo, en los últimos años, ha sido ampliamente estudiada por varios investigadores; aun cuando su incorpora-ción a la disciplina turística es algo re-ciente. El siguiente trabajo versa sobre un análisis crítico de las diferentes adapta-ciones e investigaciones que focalizaron en la teoría de la percepción del riesgo en los últimos 10 años en el campo del tu-rismo y la hotelería. Evidentemente por una cuestión de espacio no se puede in-cluir a todas, no obstante se ha decidido introducir las más representativas publi-cadas hasta el momento. Los trabajos han sido seleccionados en forma hete-rogénea en cuanto a la muestra que tra-bajan, los riesgos asociados al 11 de Sep-tiembre y a los “ataques terroristas” o tragedias similares, y los destinos o las nacionalidades de los viajeros involucra-dos. Se ha intentado utilizar casos de los cinco continentes aun cuando no se han podido rastrear pocos estudios similares aplicados al tema en África. En las sec-ciones primera y segunda se presenta preliminarmente los alcances generales de la teoría mientras se analizan de raíz los trabajos que vinculan al terrorismo con el turismo mientras que en la tercera se enfatiza en aquellos casos asociados a desastres de gran magnitud y su repercu-sión en los destinos turísticos. En la cuar-ta parte del trabajo se examina la rela- Maximiliano Korstaje 391 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 ción existente entre los atentados del 11 de Septiembre y las secuelas psicológicas en los residentes de Nueva York. Para una mayor comprensión se introducen, en la quinta, las contribuciones y contribu-ciones de S. Plog al estudio de la persona-lidad aplicada a la percepción. Finalmen-te, la sección sexta menciona los puntos débiles que demuestra la teoría de la per-cepción del riesgo aplicada a los viajes y al turismo. Turismo y Terrorismo: hacia una nueva conceptualización El 11 de Septiembre no fue el único ca-so que ha marcado los atentados contra turistas extranjeros, cabe mencionar Bali, Egipto, Madrid, Londres entre otros. Pues, entonces ¿Por qué el turismo es objeto de atentados?. La explicación no se encontraría en las raíces religiosas. Grosspietsch sugiere que los cambios que trae apararejado el turismo traen consigo algunos efectos no deseados, como la pérdida de lazos familiares, el abuso y consumo de drogas, el crimen, la explota-ción infantil y la prostitución entre otros. En ocasiones estos cambios pueden ame-nazar ciertos valores culturales y religioso aunque no queda claro si es por ese moti-vo que el turismo se presenta como un objetivo para grupos reaccionarios. En efecto, para comprender el turismo y su adaptación en las sociedades receptores se debe seguir el modelo de la “burbuja” y la exclusión de la población residente. Una combinación de efectos económico-sociales negativos como ser la presencia de multinacionales extranjeras que ofrez-can bajos salarios, en combinación a la expropiación territorial, el uso y consumo de sustancias no permitidas por los valo-res culturales de la sociedad que los reci-be como así también niveles altos de frus-tración moral, pueden llevar a considerar al turismo como un arma de dominación de las potencias occidentales y explicar el caso de Egipto; pero sin embargo no exis-te evidencia que pruebe que las mismas variables puedan considerarse en el caso de Bali. Para Grosspietsch es el turismo el primer atentado terrorista contra las poblaciones marginales y no el terrorismo el que afecta al turismo (Grosspietsch, 2005). J. Essner analiza el caso de Egipto considerando una hipótesis contraria a Grosspietsch; los terroristas eligen cen-tros turísticos de gran concurrencia por la atracción que ello genera de puertas al mundo occidental. La tesis central del autor es que el terrorismo no va -en reali-dad- orientado a los destinos turísticos, sino a la nacionalidad de las víctimas. En este sentido, los grupos fundamentalistas no eligen los destinos turísticos en sí mismos, sino aquellos a los que concurren americanos, europeos cuyas naciones se encuentran políticamente enemistados con la suya. Obviamente, la posibilidad de que los países con escasos recursos como Kenia sufran un revés mayor en su eco-nomía producto del “terrorismo” en com-paración con Estados Unidos parece evi-dente pero a la vez polémica. En primer lugar debido a que el autor no clarifica si se está refiriendo a la demanda interna-cional del país o a la demanda interna. Segundo, los indicadores –de revisión histórica- que presenta para medir ese impacto son espurios; mediante la cons-trucción de un modelo que clasifica en a) terrorismo de baja, media y alta densi-dad, el autor supone una correlación en-tre los atentados, la atención recibida y el daño potencial a la economía local (Ess-ner, 2003). Para Bennet y Bray, los atentados (en Egipto) han buscado indudablemente perjudicar la economía precisamente por-que se sabe de la elasticidad del turismo para buscar otros destinos. En efecto, cuando un destino es percibido por la opinión pública internacional como peli-groso, otros emergentes se reubican en la mente de los consumidores. Por lo tanto, además del ataque a la forma de vida occidental y a los códigos visuales y éticos que promueve el turismo, existe un com-ponente que busca dañar económicamente al país anfitrión (Bennet y Bray, s/f). En concordancia con Essner, un com-pleto abordaje de A. Paraskevas y Aren-dell (2007) confirman que los “atentados terroristas” no sólo afectan seriamente a la industria turística, sino también con-traen la capacidad de su mercado arrui-nando las economías de los países recep-tores. Por ese motivo, es necesario que el 392 El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 Management se preocupe de articular una estrategia anti-terrorista que lleve como objetivo la revitalización, minimi-zando las consecuencias negativas. La nacionalidad del turista en el destino es representada por la misma pertenencia a un Estado el cual se considera enemigo del grupo insurgente. En este contexto, las disputas de tipo político entre los Es-tados y ciertos grupos minoritarios esco-gen a los turistas por su indefinición y por su alto impacto emocional sobre la opi-nión pública mundial. En este sentido, cabe preguntarse ¿cómo afecta el riesgo en la toma de decisiones? Teoría de la percepción del riesgo La raíz etimológica de la palabra ries-go deriva del latín resecum que significa lo que corta. Una revisión historiográfica demuestra que la humanidad ha estado siempre sujeta a amenazas externas (Briones-Gamboa, 2007). En la antigüe-dad clásica filósofos como Aristóteles o Cicerón se referían al miedo, sobre todo al miedo a las consecuencias de la guerra. El riesgo nace como construcción social en la Edad Media para expresar los criterios por los cuales se valoriza un flete o una expedición en tierra desconocida. El ries-go, en esta fase se asocia principalmente al traslado comercial y a la utilidad mar-ginal de la expedición (Giddens, 2000). Entre los siglos XIX y XX, el existencia-lismo (por lo pronto) acuña un nuevo con-cepto hasta ese entonces ignorado, la an-gustia. En el fondo, riesgo, miedo y an-gustia han sido creaciones semánticas ancladas en el lenguaje cuyo fin último se orientaba a la simbolización y posterior intelectualización de los peligros prove-nientes del medio. La proximidad del riesgo con respecto al sujeto determina la percepción de una amenaza y la posterior reacción la cual puede ser de enfrentamiento o huída. A diferencia del miedo el cual permite arti-cular mecanismos de huida ante determi-nada amenaza, el terror se opone a ellas paralizando al sujeto. “Estas medidas de impedimento” (rituales) buscan destruir el suspenso y el peligro actuando de una manera imaginaria o simbólica cuya fun-ción es manipular la amenaza en un dato manejable y esperable; por ejemplo los amuletos de la suerte. Sin embargo, aún luego de orquestados estos mecanismos regulatorios el miedo puede resultar ace-chante. En otros casos, la huida puede ser sustituida por una intención imaginaria-mente construida sobre un potencial peli-gro. En resumen, si el riesgo habla de una amenaza real o potencial, el miedo es su elaboración simbólico-emocional. Cuando esta elaboración se hace extrema (terror) el individuo pierde su defensa implicando su propio aniquilamiento. En la mayoría de los casos riesgo y miedo van unidos de la mano como ha demostrado la psicología experimental, aunque sólo a veces éstos se transforman en terror (Sauri, 1986: 21). La percepción sobre el riesgo parece ser un tema que ha atraído a varios in-vestigadores que intentan aclarar los efectos y consecuencias sobre el discurso demonificado que hacen los grupos “fun-damentalistas” sobre consumo turístico. En parte, los riesgos son consecuencia de la ansiedad que genera la incertidumbre frente a la toma de una decisión específi-ca. Como bien sugieren Touzet et al un riesgo debe comprenderse como el produc-to entre la magnitud de un daño que pue-de derivar de un evento y de la probabili-dad de que ese hecho ocurra; en este pun-to la percepción del riesgo se desdobla en dos componentes diferenciados: la evalua-ción racional del sujeto llevada a cabo con técnicas específicas y la evaluación subje-tiva construida por emociones internas y sugerencias externas (Touzet et al, 2000). La intuición y el afecto juegan un rol pri-mordial en la toma de decisiones en mo-mentos de incertidumbre o riesgo. En este sentido, los procesos mentales pueden ser estudiados desde dos paradigmas, a) asumiendo la racionalidad riesgo benefi-cio del sujeto o b) considerando la intui-ción y las emociones como atajos mentales que llevan a una decisión segura de forma automática, rápida y fácil (Bohm y Brun, 2008). Con respecto a la función que tienen las emociones en el proceso de toma de decisión, Zeelenberg et al han sugerido que su rol depende en gran medida del objetivo que se deba cumplir. La motiva-ción humana prioriza ciertos aspectos y Maximiliano Korstaje 393 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 desestima otros en la concreción de los objetivos que persigue. Ante determina-dos eventos, surgen sentimientos que a veces no son del todo claros. En ocasiones, el miedo se contrapone a la esperanza, o el amor al odio, por lo que según la opi-nión de nuestro especialista, el sentimien-to más fuerte tiene como función ordenar la mente Huacana y evitar la fragmenta-ción. Los sentimientos y emociones pare-cen (según esta postura) unidos a las dife-rentes metas que se propone el sujeto. Así, el miedo se vincula con el escape o la huida mientras el enojo hace lo propio con la agresión (Zeelenberg, 2008). Por otro lado, es de notar que cada grupo funda en sí mismo valores algunos de ellos sagra-dos y otros seculares. Según los investigadores Hanselmann y Tanner de la Universidad de Zurich, los valores sagrados tienen como función facilitar la toma de decisiones por cuanto deshabilita las angustias internas del sujeto. En este contexto, los problemas en la toma de decisiones con respecto a los valores sagrados dan origen a sentimien-tos negativos. Un valor sagrado debe ser comprendido como un aspecto irrenuncia-ble e innegociable en la vida emocional del sujeto; aquello que contradice en algún punto el valor sagrado es un taboo. Básicamente, cuando la decisión está sujeta a dos valores sagrados antagónicos (tragic trade-off), el ego experimentará emociones asociadas a la angustia y la pesadumbre mientras que cuando la deci-sión involucra sólo un valor sagrado, la gente percibe la tarea como negativa (Ta-boo trade-off) pero de mayor facilidad en su resolución (Hanselmann y Tanner, 2008). Uno de los problemas que posee este experimento no es la escasa repre-sentatividad muestrario ya que fue com-puesto por 130 personas, sino que son estudiantes de la Universidad de Zurich; además de la descompensación a favor del género femenino con 90 participantes contra 40 masculinos. En consecuencia, la homogeneidad de la construcción asociada a una incongruencia en cuanto la compo-sición de la muestra pone en duda los resultados obtenidos. Si bien cabe aclarar que la teoría de la percepción del riesgo o “Risk perception Theory” lleva un desarrollo de más de cuarenta años en el campo de la psicolog-ía asociada al estudio en la toma de deci-siones, en turismo se comenzado a utili-zar en forma reciente luego de los atenta-dos al WTC, Madrid, Londres, y Bali en-tre otros, hechos por el cual la imagen del destino turístico se han visto seriamente afectados (Weber, 1998; Donilcar, 2005a; 2005b; Domínguez, Burguette y Bernard, 2003; Kuto y Groves, 2004; ; Aziz, 1995; Castaño, 2005; Robson, 2008; Floyd y Pennington-Gray, 2004; Paraskevas y Arendell, 2007; Mccartney, 2008; Sackett y Botterill, 2006; Essner, 2003; Araña y León, 2008; Bhattarai, Conway y Shrestha, 2005; Goldblatt y Hu, 2005; Tarlow, 2003; Bhattarai, Conway and Shrestha, 2005; Essner, 2003; Gross-pietsch, 2005; Reichel, Fuchs and Uriely, 2007; Floyd, Gibson, Pennington-Gray and Thapa, 2003; Hall, 2003; Prideaux, 2005; Kozak, Crotts y Law, 2007; Yuan, 2005; Lee, 2008; Wong y Yeh, 2009; Rei-singer y Mavondo, 2005). S. Peattie, Clarke y Peattie llaman la atención sobre dos tipos de categorías que hacen a la investigación del riesgo, la seguridad (safety) y la integridad (securi-ty). La primera hace referencia a cual-quier daño físico que puedan sufrir los turistas en accidentes o hechos imprevis-tos mientras la segunda se refiere a los potenciales peligros que enfrenta un visi-tante en un destino determinado como un asalto. Desde esta forma de encarar el problema, los turistas son potencialmente sensibles a los riesgos en el transporte, los ambientes desconocidos, los atentados o ataques con fines políticos y el descono-cimiento de la lengua local entre otros. Entre estos aspectos, el riesgo se consti-tuye como un elemento primordial en la activad turística ya sea en forma atracti-va o disuasiva (Peattie, Clarke y Peattie, 2005: 400). Particularmente, una de las mayores críticas que se le hacen a los estudios de esta naturaleza es el desproporcionado interés que ponen los investigadores en anular o reducir al máximo la percepción del “riesgo” o del “miedo” en vez de com-prenderla. Centrados en su mayoría en los efectos económicos negativos que con-lleva el riesgo o proponiendo medidas alternativas para su reducción con algu- 394 El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 nas fallas metodológicas, estos investiga-dores ponen mayor énfasis el fenómeno como una forma de mejorar el negocio. Para ello, los trabajos se centran en la evaluación de la imagen destino ya que ella ha sido un tema obligado de muchos investigadores en turismo de los últimos años. La palabra terrorismo y su signifi-cación parecen inextricablemente asocia-dos a la mayoría de los estudios aplicados a la percepción del riesgo (McCartney, 2008). El Riesgo a desastres y eventos catastró-ficos En la literatura especializada existe una tendencia a asociar el riesgo con los desastres o estados de emergencias como ser un atentado o un desastre natural. Algunos investigadores sugieren que la sensibilidad de los viajeros a estos esce-narios es mayor cuando se ve involucrado el placer y el descanso. De esta manera, Domínguez, Burguette y Bernard infieren que los viajes de placer presentan una sensibilidad mayor a los eventos catastró-ficos en comparación con aquellos lleva-dos por negocios. Según su trabajo ello se debe a la gran dependencia que tiene la economía turística mexicana de los viaje-ros o turistas estadounidenses (Domín-guez, Burguette y Bernard, 2003:336). Con un manejo de literatura suficiente sobre el tema, los autores preparan el estudio en base a las ciudades de Cancún, Puerto Vallarta, México, Monterrey, Pue-bla, y Los Cabos. La información por último es sometida a un índice estadístico P. Value (regresión múltiple binaria de 0 a 1) (Domínguez, Burguette y Bernard, 2003). No obstante las conclusiones del traba-jo parecen verse sesgadas por ciertas in-congruencias metodológicas. En primer lugar, los autores no aclaran de qué ma-nera han compuesto su muestra y los métodos de recolección de datos. Por in-formación presentada, la variación en porcentaje de ocupación del destino nego-cios es del 2% con respecto al destino va-cacional del 6%. Esta diferencia parece no ser sustancial para afirmar que el turis-mo vacacional posee mayor sensibilidad al vacacional. Asimismo, la variación con respecto a la tarifa efectiva en el destino negocios es de $-12 mientras que la varia-ción en el destino vacacional es de $-14. Por último, los autores argumentan arbi-trariamente que destinos como México deben ser considerados de negocios mien-tras otros como puerto Vallarta de placer o vacacional. Esta división ad-hoc no sólo invalida y dificulta establecer relaciones fiables entre un segmento y otro, desde el momento que la ciudad de México concen-tra ambos tipos de segmentos, sino que también muestra serias dificultades para ser replicadas y repetidas en otros contex-tos. Por ese motivo, los autores deben admitir (de hecho lo hacen) que los datos no son tan claros como se esperaban. Ahora bien, en 2006 se publicó otro trabajo de H. Sackett y D. Botterill en donde se reveló que de dos grupos de 39 (Estados Unidos) y 59 (en Reino Unido) respectivamente, que la percepción de riesgo aumenta con respecto a la lejanía y proximidad de un destino. Como se ha demostrado en otros estudios, un mayor porcentaje de americanos (72%) respon-den que el riesgo ha crecido luego del 11- 09 en los británicos (42%); asimismo los americanos perciben de mayor riesgo los viajes internacionales (28%) que los británicos (12%). Por último, ambos gru-pos acuerdan con un 46% que sin impor-tar la distancia geográfica con respecto a su destino turístico, un inminente ataque “terrorista” puede disuadirlos de realizar su viaje de vacaciones o placer (Sacket y Botterill, 2006). Aun cuando las conclu-siones del estudio concuerdan con las observaciones de Domínguez, Burguette y Bernard (2003), se debe mencionar que existen fallas metodólogicas en cuanto a que los autores no dan datos específicos de cómo se ha seleccionado la muestra: a) la cantidad de integrantes en una mues-tra y otra es desigual (n= 39-59), hecho que afecta notablemente los porcentajes de respuesta; b) no existe mayores deta-lles o justificación sobre los criterios usa-dos por los investigadores para la selec-ción de las mismas, y c) las muestras no parecen estadísticamente representati-vas. Sobre los efectos específicos que las tragedias aéreas o los atentados provocan en la percepción de los turistas, un re- Maximiliano Korstaje 395 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 ciente estudio de J. Weber sobre una en-cuesta de 520 personas de 62 países dife-rentes demostró que existe un gran con-traste entre el género, edad y país de ori-gen de los participantes sobre el riesgo a volar luego de los eventos sucedidos el 11 de Septiembre. La muestra se llevo a cabo en dos momentos, uno antes del 11-09 (Mayo y Junio) y el otro después (Febrero y Marzo de 2002). Validando otros hallaz-gos, Weber sugiere que los hombres con-sultados con una educación superior tie-nen menos probabilidades de dejar de volar en comparación con aquellos que no tienen títulos universitarios mientras que los estadounidenses tienen más probabi-lidades de dejar de volar que los no ame-ricanos. En este sentido, el comporta-miento de los consumidores en los vuelos parece no estar afectado por los progra-mas sensacionalistas de la TV (Weber, s/f). No obstante, la línea causal aquí se confunde. Otros estudios en la materia apuntan a que personas desarrolladas en medios rurales tiene menos probabilida-des de verse afectados que aquellos resi-dentes en áreas metropolitanas. Así lo demuestra el profesor Michael Yuan con su estudio sobre la percepción de sectores rurales canadienses y sus niveles de sa-tisfacción al viajar a los Estados Unidos. La hipótesis del trabajo sugiere que estos viajeros no se han visto influenciados por los atentados al WTC en la medida de otros segmentos, lo cual a su vez parecer-ía ahondar en la hipótesis que en contex-tos de urbanidad los impactos son mayo-res que en contextos de ruralidad; no obs-tante el autor asume que los niveles de satisfacción positiva se deben a los lazos familiares que unen a unos y a otros –ya que su motivo principal es la visita a fa-miliares y amigos (Yuan, 2005). Un atentado, además de ser un fenó-meno que reclama cierta reivindicación política, implica un cambio radical en las rutinas, los hábitos y costumbres de las personas. Existe, en consecuencia, una evidente relación entre el territorio, la nacionalidad y la percepción del riesgo. En la próxima sección se examinarán las consecuencias del 11 de Septiembre en la población local de la ciudad de Nueva York. Un reciente artículo de Vastfjall, Peters y Slovic (2008) demuestra que las experiencias catastróficas (como el Tsu-nami sucedido en 2004) predisponen a los grupos a estados de humor negativos en comparación a los grupos que no vivieron la experiencia. Rememorar la posibilidad (inducida) de un nuevo desastre provoca no sólo pensamientos negativos sino que acorta la perspectiva en la cual el sujeto se ubica con respecto al futuro. Los auto-res sugieren que los estados de ánimos se encuentran condicionados por las expe-riencias pasadas; en consecuencia un sujeto que vivió una experiencia negativa es proclive a imaginar más riesgos que otro el cual no tuvo la misma vivencia (Vastjall, Peters y Slovic, 2008). Los efectos posteriores al 11 de Septiem-bre en Nueva York Una extensa investigación llevada a cabo sobre 348 hogares clasificó a los con-sultados según el riesgo percibido a la hora de elegir un destino turístico. En forma general, los tipos con mayor ponde-ración fueron la posibilidad de sufrir un accidente (3.5-2.95) y un atentado (3.45- 2.61). Si bien se acuerda que el viaje es un factor de riesgo y la seguridad es un aspecto más que importante a la hora de vacacionar en el primer grupo (cluster 1), el segundo grupo (Cluster 2) la percepción del riesgo es notablemente menor. El grupo número 1 estuvo formado en su mayoría por jóvenes, mujeres y personas semi o desocupadas mientras el segundo se conformaba con personas de mayor edad, jubilados o empleados full-time. Dentro de estas consideraciones, Floyd y Pennington-Gray (2004) sugieren que la edad, la ocupación y el género son varia-bles influyentes en la percepción de ries-go. Pero nuevamente, el trabajo muestra fallas epistemológicas serias que sesgan los resultados. En primer lugar, las dos muestras (clusters) son desproporciona-das (n1= 134 y n2= 214). Aun cuando los autores den detalles sobre su conforma-ción etárea y generacional, el método de recolección de información parece poco fiable. En este caso la metodología de recolección de información ha sido el telé-fono. Aun cuando existen recomendacio-nes positivas sobre esta modalidad, consi- 396 El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 deramos que la profundidad de las emo-ciones humanas merece un tratamiento personalizado en el lugar de observación. Por otro lado, los investigadores tampoco proveen la cantidad de personas que se han negado a participar de su experimen-to. Inmediatamente luego del atentado al WTC Floyd, Gibson, Pennington-Gray y Thapa midieron la percepción de riesgo entre los habitantes de Nueva York en-contrando las siguientes características: a) los ataques o episodios trágicos inte-rrumpen enseguida el tráfico aéreo, b) los riesgos en viajes de negocios son menores en comparación a los viajes de placer, c) los viajes y el turismo decrecen por la pérdida de confianza en la seguridad, d) la experiencia pasada moldea y reconfigu-ra la percepción del riesgo, e) los viajes internacionales poseen una mayor per-cepción de riesgo, f) los encuestados no manifestaban intenciones de viajar en los próximos 12 meses, g) existen diferencias sustanciales con respecto a como los con-sultados perciben el riesgo y h) la renta y el ingreso condicionan las respuestas, aquellos con mayor ingreso mostraban mayor intención de viajar que los de me-nos ingresos (Floyd, Gibson, Pennington- Gray y Thapa, 2003). Uno de los mayores problemas de esta investigación fue el método de acopio de información. En efec-to, los autores dicen haber recolectado las respuestas por medio de llamadas tele-fónicas. Cabe aclarar, que si bien esta metodología puede ser válida para ciertos temas, parece algo inocente que se pue-den bucear en la profundidad del temor (y la vergüenza que ello implica) por un medio tan impersonal. Otra reciente investigación publicada por Wong y Yeh en 2009 enfatiza en que la percepción del riesgo es la variable que más influye en la elección del destino turístico y la duda. Luego de un desarro-llo teórico acorde, los autores aplican en 504 participantes un cuestionario estruc-turado administrado inicialmente por estudiantes de turismo. La muestra está compuesta de 55.4% de mujeres y un 54.6% de hombres entre 21 y 30 años de edad. Del total muestrario, un 60.5% es soltero y posee títulos universitarios 60.7%. El estudio se lleva a cabo en el Aeropuerto de Taiwan entre 8 de Diciem-bre y el 8 de Enero de 2006 (Wong y Yeh, 2009). Básicamente, los autores se con-centran en explicar que a mayor conoci-miento sobre un destino determinado, menor es la posibilidad de experimentar riesgo en la toma de decisiones. En este sentido y a pesar de los sugerentes descu-brimientos, su desarrollo metodológico sugiere ciertas incongruencias. En prime-ra instancia, los investigadores no dan ningún tipo de aclaración sobre las posi-bles influencias que pudieran tener en las respuestas el fin de año occidental como la Navidad en Taiwan. Por otro lado, no especifican la nacionalidad de los consul-tados como así tampoco los motivos éticos por los cuales se lleva a estudiantes a llevar a cabo un trabajo de campo que corresponde al mismo investigador. En este punto, los estudiantes manifiestan serios problemas a causa de su inexpe-riencia a la hora de administrar un cues-tionario. Los resultados de la investiga-ción, en consecuencia, sugieren la posibi-lidad de profundizar en la teoría del ries-go pero son presentados de manera gene-ral y universal cuando deberían estar circunscriptos a la elección muestraria de profesionales universitarios (taiwaneses o no) de entre 21 y 30 años. No se tienen certezas de que los mismos resultados puedan ser replicados en otros estratos como tampoco en otros aeropuertos. Por último, el lugar donde se lleva a cabo la investigación sesga notablemente las respuestas obtenidas. Si el entrevistado está a punto de partir o de llegar, su pro-pensión a considerar el riesgo es diferente en comparación a si se encuentra dentro de su hogar o en el hotel y el tiempo dis-ponible para llenar el formulario; de hecho eso explica que de 700 cuestiona-rios participaran 504; ¿Cuál ha sido el argumento de quienes no participaron?, pues no existe referencia en el texto en cuanto a ello. Retornando al tema del terrorismo en particular, Aziz (1995) afirma que el capi-talismo y el consumo parecen inscriptos en el turismo moderno occidental hecho por el cual los “atentados” como formas reaccionarias de protesta extrema hacia turistas se comprenderían desde una perspectiva simbólica como un ataque Maximiliano Korstaje 397 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 hacia los atributos distintivos de occiden-te. El fundamentalismo religioso, que vaya paradoja no es oriundo de Medio Oriente sino del mismo puritanismo ame-ricano, parecería ser el factor principal o disparador del odio hacia el mundo de consumo occidental. Dentro de este con-texto, los turistas se constituyen como un “bien” a ser protegidos de ataques exter-nos. Cualquiera sea el caso, parece cierto que existen en los viajeros o turistas dife-rentes predisposiciones culturales y psi-cosociales a adentrarse en territorios amigables u hostiles. Mientras algunos turistas prefieren las situaciones de ex-tremo peligro, otros las evitan. Incluso, el 11 de septiembre como hito atrajo turísti-camente a miles de personas a los cráte-res que dejaron los ataques en el lugar donde estaban emplazadas las dos torres. El punto aquí es que mientras ciertas personalidades se sienten atraídas por el riesgo, otras intentan repelerlo o se afe-rran a una serie de rituales cuya finali-dad es reducir la angustia que ellos deno-tan. Esta cuestión ha sido estudiada por el psicólogo estadounidense Stanley Plog quien consideraba que la percepción de los peligros se encontraba estrictamente asociada a la estructura de la personali-dad y a la relación de ego con su alter. La Personalidad y el Riesgo El modelo de Plog, por lo pronto, clasi-fica dicha predisposición en tres: alocén-tricos, mid-céntricos y psico-céntricos. Por medio de un continuum los tipos alocén-tricos buscan variedad y aventura, son seguros de sí mismos y no necesitan de viajes organizados; por el contrario, los psicocéntricos se mueven acorde a normas establecidas, son en ocasiones miedosos o nerviosos y necesitan de un viaje organi-zado. En trabajos posteriores Plog (1991) enumera 28 características que son ex-traídas de tres rasgos dominantes en la personalidad, a) la limitación del territo-rio, b) la ansiedad y c) el sentido de la impotencia. A estas dimensiones les agre-ga la energética/no energética como cate-gorías anexas (Plog, 1973) (Plog, 1991). En este contexto, se podría afirmar la siguiente hipótesis de trabajo, las perso-nalidades psico-céntricas posee un mayor grado de sensibilidad y reclusión a los eventos negativos (riesgo) como atentados y/o similares en comparación a las perso-nalidades de tipo alo-céntrico. Sin embar-go, con respecto a estos trabajos Castaño (2005:84) sugiere irónicamente “Stanley Plog, uno de los psicólogo del turismo cuya popularidad tal vez no se correspon-da, creo, con el rigor científico que presen-tan algunos de sus trabajos”, da que pen-sar sobre los resultados de tales aborda-jes. Más específicamente, los resultados de Plog fueron seriamente cuestionados por los hallazgos de Hoxter y Lester por el cual los destinos caracterizados por tipos alo o psicocéntricos no se corresponden en nada con las tipologías psico-graficas de ese tipo (Hoxter-Lee y Lester, 1988) (Cas-taño, 2005:89). No obstante, los estudios de Plog per-mitieron el abordaje de serios trabajos que vinieron posteriormente en donde se articulan personalidad, ansiedad y riesgo. En este sentido, Reisinger y Mavondo han conducido un estudio realizado sobre 246 australianos y 336 extranjeros que sirvie-ron como muestra comparativa en la cual rastrean la relación de la ansiedad con el riesgo. Utilizando cuestionarios adminis-trados y correlación económetrica, los autores encuentran interesantes conclu-siones. Por un lado, el miedo al terrorismo potencia o se debilita dependiendo de la personalidad de los viajeros. Asimismo, los turistas extranjeros con un grado de motivación mayor con respecto al viaje experimentan menor ansiedad. Por últi-mo, es de mencionar que la elección de un destino como seguro o inseguro depende del grado de familiaridad del potencial viajero. Los extranjeros tienden a evaluar una cantidad de variables mayores que los locales a la hora de desplazarse (Rei-singer y Mavondo, 2005). En gran pro-porción, ello se ve asociado al grado de incertidumbre que genera la contratación de cualquier servicio. El turismo en cuan-to a bien intangible se encuentra subsu-mido en una gran carga emocional dividi-do en expectativa y frustración. Los as-pectos o peligros que pueden anular o hacer fracasar las expectativas se respon-den con grados elevados de ansiedad. La contribución de Reisinger y Mavondo 398 El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 radica en haber demostrado precisamente lo contrario. Cuando el sujeto pone una carga afectiva mayor menor riesgo perci-be. Crítica a la teoría de la percepción del riesgo Si bien los investigadores parten de premisas cualitativas, en la mayoría de los procesos se terminan aplicando cues-tionarios estandarizados en grandes can-tidades de población. Esta metodología, a un tema que en nuestra opinión, es cuali-tativo pierde su capacidad explicativa. P. Slovic llama la atención sobre la necesi-dad de comenzar estudios cualitativos en la percepción del riesgo. Ella implica algo más que una compleja correlación es-tadístico- matemática. La profundidad de las percepciones humanas y su relación con las emociones merecen la pena ser analizadas desde otra perspectiva (Slovic, 1987: 285). El sesgo de género, por ejemplo, es una de las principales limitaciones que en-cuentran las aplicaciones cuantitativas. Se sabe por estudios varios (recopilados por el profesor G. Kessler) que el género femenino tiende a expresar sus emociones con menos pudor que el masculino. Ello no necesariamente significa que los hom-bres perciban menos riesgos en compara-ción a las mujeres, sino que no se permi-ten expresarlos abiertamente porque afecta “su orgullo y masculinidad”. Asi-mismo, las mujeres tienden a ser sociali-zadas en un rol protector de “los familia-res”. En consecuencia, no será nada ex-traño que perciban con mayor agudeza los peligros que amenazan a familiares o amigos (Donilcar, 2005b) (Slovic, 1987) (Kessler, 2009). Además de las limitaciones ya señala-das, entre los problemas (generales) que encuentra la teoría de la percepción del riesgo se encuentra su definición de riesgo en sí misma. El riesgo no debe ser con-fundido con la amenaza o el peligro. Pues ¿Cuál es la diferencia entre ambos?. El mismo tiene como característica principal su inevitable asociación a una realidad que se presenta abierta y que es contin-gente. En otros términos, el riesgo se en-cuentra sujeto a la posibilidad de ser evi-tado y se constituye como resultante de una decisión previa por parte del sujeto con arreglo a una ganancia específica. Por el contrario, los peligros se presentan como externamente dados ajenos a la voluntad o decisión del sujeto (Luhmann, 2006: 152). Desde esta perspectiva, el brote de un virus pandémico, la caída de un avión, o un ataque terrorista se co-rresponden con la definición de una ame-naza más que de un riesgo. Segundo, una gran cantidad de estos estudios son apli-cados sobre los destinos exclusivamente desafectando otros procesos que hacen al viaje turístico, como la partida, o el des-plazamiento en sí. Los estudios examinados se encuen-tran sesgados por la misma tendencia ideológico-instrumental. La idea que el turismo debe convertirse en una herra-mienta útil para mejorar la calidad de vida de las personas ha estado enraizada en la Academia desde hace mucho tiempo, no obstante, pensar que “la mejora económica” o el “desarrollo” son variables univocas en ese proceso parece una hipó-tesis difícil de comprobar. Esta tendencia lleva a “santificar” el propio espacio de-monizando a aquellos pueblos o culturas cuyas características difieren con las nuestras (etnocentrismo). Considerar que una región es percibida como riesgosa por un colectivo particular, es implícitamente reconocer que las personas provenientes de esa zona son peligrosas a las propias costumbres y estilos de vida Ello no significa que todos los aborda-jes en la materia sean inválidos o cuestio-nables. Existen trabajos que rescatan resultados que invitan a la reflexión sobre el vínculo entre la ansiedad, el perfil psi-cológico y la percepción de riesgo (Reisin-ger y Mavondo, 2005) o la línea de autori-dad según el modelo de Hosftede en la percepción del riesgo (Kozak, Crotts, y Law, 2007) los cuales por un tema de espacio y tiempo no hemos tratado en el presente trabajo. El interés científico de la teoría, indudablemente, continuará despertando preguntas, hipótesis y cues-tionamientos a una época plagada de in-certidumbres, amenazas y angustia. Posi-blemente, el campo de la percepción, lo visual y la fantasía se encuentren ligados. En este sentido, W. Feighey sugiere que Maximiliano Korstaje 399 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 la experiencia turística es en su gran me-dida una experiencia visual. A diferencia de la vida medieval, en la actual la con-ducta humana está fuertemente condicio-nada por la tecnología visual, las imáge-nes sobre el mundo van y vienen sin nece-sidad que los televidentes se encuentren físicamente en el sitio donde se lleva a cabo el suceso observado; creando sentido y una cosmología específica en la opinión pública (Feighey, 2003). Dentro de este contexto, afirman en una investigación recientemente publica-da, Dickinson, Robbins y Fletchner, el viaje es una parte esencial del turismo y de la experiencia turística; según los in-vestigadores la percepción de la gente no sólo que no puede ser sometida exclusi-vamente a un estudio econométrico sus-tentado metodológicamente por un cues-tionario, sino que su naturaleza emocio-nal y situacional exige otros métodos al-ternativos. Basados en las contribuciones de Moscovici (teoría de la representación social), Dickinson, Robbins y Fletchner sugieren que las actitudes hacia los viajes dentro de un destino turístico son asuntos complejos, ambiguos y difíciles de prede-cir. Por el contrario, las decisiones y per-cepciones están socialmente condiciona-das por un imaginario social y deben ser cualitativamente estudiados (Dickinson, Robbins y Fletchner, 2009). Conclusión Como parte integral a posteriori de la experiencia, la percepción del riesgo se conforma no sólo de momentos consuma-dos en el destino turístico, sino de eventos y/o estereotipos transmitidos por los me-dios masivos de comunicación aún sin que el consumidor haya tocado el destino turístico. Ahora bien, existe cierta creen-cia en suponer que los índices economé-tricos así como los cuestionarios cerrados son la mejor herramienta disponible para estudiar el riesgo y los miedos; por lo pronto, en los casos analizados existen incongruencias metodológicas con respec-to a la composición muestraria, la forma en que se recogen los datos y los encarga-dos de tal tarea como así también los con-dicionamientos ambientales no controla-dos en donde se llevan a cabo los experi-mentos como salas de estar y aeropuertos. Por otro lado, la tradición empirista esta-dounidense demuestra cierta tendencia a acumular una gran cantidad de autores en los textos como signo de erudición, pero con una superficial y casi nula discu-sión crítica de tales textos. Entre las contribuciones principales de la teoría se pueden destacar, a) la distin-ción del turista como proactivo en el pro-ceso de toma de decisiones, b) evidencia la relación que existe entre la percepción de los riesgos y las nacionalidades de los turistas, c) enfatiza en las asimetrías de género con respecto al rol impuesto por la sociedad a mujeres y ancianos. Ellos per-ciben mayores riesgos que el resto de los turistas, d) establece a través de modelos econométricos una relación entre la per-sonalidad psicológica y la asun-ción/ aversión de riesgos, y e) considera la posibilidad de explorar el tema del riesgo asociado a los lazos familiares, ya que asume que éstos últimos ayudan a dismi-nuir la percepción de peligros. Sin embar-go, desde lo metodológico (aun cuando sus hallazgos sean interesantes) adolece de ciertas cuestiones. Por un lado, la teoría de la percepción del riesgo no maneja una definición co-rrecta del término. Como ya ha explicado N Luhmann el riesgo es una categoría social asignada a una decisión determi-nada basada en el principio de la contin-gencia. El riesgo no se constituye sino sólo a través de una ganancia previa que le da sustento a la decisión. El proceso de deci-sión, a su vez, está inserto en un mundo cada vez más complejo. Sin embargo, una de las características del riesgo es que permite ser evitado por quien es involu-crado en la decisión. Siguiendo dicha de-finición, la caída de un avión, un atentado terrorista, un virus o una enfermedad no se deben considerar riesgos, sino peligros o amenazas. El sujeto no tiene ninguna posibilidad de evitar el final (Luhmann, 2006: 152). En segundo lugar, la mayoría de los escalas que se aplican en forma auto-administrada (a veces con poco con-tacto con el participante o entrevistado) son redactadas en forma etnocéntrica con frases tales como “me siento inseguro en un lugar donde no hablan mi idioma”. Por lo demás, considerar un lugar como “peli- 400 El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 groso” o “riesgoso” es crear un estereotipo que también se aplica a las personas oriundas de esas zonas. Si digo que Afga-nistán es un destino hostil o peligroso estoy implícitamente diciendo que los afganos reproducen también esos estereo-tipos. En lo general, las muestras no son re-presentativas o se encuentran desbalan-ceadas con respecto a las hipótesis que pretenden probar. Gran parte de los estu-dios del riesgo carecen de un abordaje cualitativo que permita la comprensión del fenómeno. Interesados en la detección de los factores que pueden atentar contra el “negocio turístico” en vez de buscar las relaciones científicas causales que le dan origen, los investigadores muestran cierta tendencia a enviar cuestionarios por In-ternet o por correo sin ningún tipo de interacción con el entrevistado que permi-ta una relación dialéctica recursiva. A veces, incluso las respuestas son seria-mente sesgadas debido a que el entrevis-tador aplica los cuestionarios (mayorita-riamente intrusivos) en salas de preem-barque o lugares de paso, hecho que no permite un involucramiento por parte del entrevistado. Por último, existen relacio-nes de subordinación entre entrevistado-res y entrevistados ya que los abordajes se llevan a cabo en el plano universitarios entre profesores o alumnos. El futuro de la teoría de la percepción del riesgo aplicada a destinos turísticos mantiene un campo de investigación no-vedoso en habla hispana. En un momento de cambio de milenio que se caracteriza por una proliferación de sentimientos de angustia y riesgos (Beck, 2006) (Luh-mann, 2006), es de capital importancia continuar los abordajes empíricos en la materia. En ese contexto, el presente en-sayo ha intentado, por un lado, sintetizar los estudios principales en la materia aportando un matiz crítico en aquellos aspectos que aún no han sido correcta-mente definidos. El viajar, como proceso ritual de doble dislocación identitaria, genera en las personas un profundo sen-timiento de ansiedad o temor que se fun-damenta tanto en las bases de las rela-ciones de producción como en las sociales. Viajar y hacer turismo no sólo habla de nosotros mismos sino de nuestra forma de vincularnos con la otredad, o de com-prender el binomio hogar/territorio ex-tranjero. Referencias Araña, J y C. León. 2008 “The Impact of terrorism on tourism demmand”. Annals of Tourism Re-search, 35 (2): 299-315. 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Título y subtítulo | El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo |
Autor principal | Korstanje, Maximiliano |
Publicación fuente | Pasos. Revista de turismo y patrimonio cultural |
Numeración | Volumen 08. Número 2 |
Sección | Opiniones y ensayos |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | El Sauzal, Tenerife |
Editorial | Universidad de La Laguna |
Fecha | 2010-04 |
Páginas | pp. 389-402 |
Materias | Turismo ; Patrimonio cultural ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web: http://todopatrimonio.com/revistas/101-pasos-revista-de-turismo-y-patrimonio-cultural |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 155672 Bytes |
Texto | Vol. 8 Nº 2 págs. 389-402. 2010 www.pasosonline.org © PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121 Ensayo El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo Maximiliano Korstanjeii Universidad de Palermo (Argentina) Resumen: El turismo como actividad y como institución social se encuentra asociado a un sinnúmero de variables y a problemas que pueden afectar su desarrollo. Si bien los atentados terroristas han estado presentes como forma política de reivindicación tomando como rehenes a turistas extranjeros, la biblio-grafía especializada no dubita en señalar al ataque del 11 de Septiembre de 2001 en Nueva York como punto de quiebre en lo que respecta a la percepción del riesgo aplicado a los viajes. La aceptación que hoy goza esta teoría, en el mundo anglosajón, nos lleva a un abordaje de tipo crítico que intentará enfati-zar en los puntos fuertes y débiles que plantea. El futuro de la teoría de la percepción del riesgo aplicada a destinos turísticos mantiene un campo de investigación novedoso en habla hispana. En un momento de cambio de milenio que se caracteriza por una proliferación de sentimientos de angustia y riesgos (Beck, 2006) (Luhmann, 2006), es de capital importancia continuar los abordajes empíricos en la materia. En ese contexto, el presente ensayo ha intentado, por un lado, sintetizar los estudios principales en la mate-ria aportando un matiz crítico en aquellos aspectos que aún no han sido correctamente definidos. Palabras clave: Riesgo; Percepción; 11 de Septiembre; Destino Turístico Abstract: The variables that converge in tourism as a mass-activity and social institution are manifold as well as those problems which jeopardize its well-functioning. Even though, terrorist attacks have been presence in the past as a way to vindicate certain politic protagonism, it was no before than 11 Septem-ber where scholars considered the risk perception as a prolific theory capable to explain the turbulent time we are now living. The future of this wave seems to be uncertain for Spanish native speakers. In a moment characterized by a crucial shift because of the advent of a new millennium, there is a prolifera-tion not only of risks but also of anguishes and fears. Under such a context the present piece has focused on a synthesis of the main contributions of risk perception theory applied on travels at the same time it does not loose the sight on the troublesome aspects this theoretical perspective is unable to resolve. Keywords: Risk; Perception; Fear; September 11; Tourist Destination ii • Docente en la Universidad de Palermo. E-mail: mkorst@palermo.edu. 390 El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 Introducción El miedo es uno de los cinco senti-mientos humanos básicos y se lo puede definir como un estímulo o señal ante determinado riesgo hecho por el cual el individuo emprende un “ataque” o una “retirada”. En ocasiones la ansiedad juega un rol decisivo en la configuración de te-mores irreales cuyo objeto se torna difuso (Strongman, 1998: 114). De esta manera, si bien las vacaciones, los viajes a familia-res o de negocios se corresponden con fenómenos de tipo masivos, existen per-sonas que perciben al viaje turístico como riesgoso o amenazante. Ello se ha visto agravado luego que las grande cadenas mediáticas exhibieran el atentado del 11 de Septiembre como un punto quiebre en lo que respecta a la seguridad tanto de-ntro como fuera de los límites nacionales (Sontag, 2002). En este contexto, surgen preguntas que han comenzado a diagra-mar el presente texto ¿cuál es significado del riesgo?, ¿cual su rol en la configura-ción del miedo?, y ¿cuáles son los alcances y limitaciones de las teorías sobre la per-cepción del riesgo que se observan en los estudios empíricos en la actualidad?. Para R. Schluter, es necesario conside-rar la posibilidad que el Turismo sea un fenómeno retráctil. Es decir, que se con-traiga ante eventos y situaciones que impliquen cierto peligro para los viajeros como ser atentados, robos, asesinatos, crímenes u actos de otra naturaleza. Según nuestra autora, el protagonismo actual de la actividad puede verse condi-cionado por variables que el propio mer-cado no puede controlar. El consumo, y sobre todo el turístico, es un “acto volun-tario” sensible por demás a la publicidad negativa de los destinos (peligros). La idea de hacer del viaje un momento me-morable y positivo como recuerdo es el factor principal por el cual una persona elige (generalmente) un destino seguro (Schluter, 2008: 147-150). Wang et al, consideran al riesgo como toda posibilidad que el turista pueda su-frir algún daño físico sobre uno o sobre la propiedad durante el viaje (Wang et al, 2010). El concepto de riesgo y su aplica-ción a los fenómenos sociales parece no ser nuevo aun cuando si lo sea su adop-ción por parte de la disciplina turística. Siguiendo a S. Donilcar de la Universidad de Wollongong en Australia, existe un paralelo entre el riesgo y el temor en el proceso de compra cuando el producto se torna intangible. En este sentido, el autor clasifica diferentes tipos de riesgo en el proceso de elaboración del producto turís-tico: a) riesgo financiero, b) riesgo social, c) riesgo psicológico, d) riesgo corporal o físico, e) riesgo funcional, f) riesgo en de-moras, g) riesgo situacional, h) riesgo turístico real o percibido y i) terrorismo (Donilcar, 2005a). Sin lugar a dudas, el terrorismo (si le podemos dar ese nombre) es uno de los tópicos que preocupan a gran parte de los expertos y que puede amenazar el desa-rrollo de la actividad. La teoría de la per-cepción del riesgo, en los últimos años, ha sido ampliamente estudiada por varios investigadores; aun cuando su incorpora-ción a la disciplina turística es algo re-ciente. El siguiente trabajo versa sobre un análisis crítico de las diferentes adapta-ciones e investigaciones que focalizaron en la teoría de la percepción del riesgo en los últimos 10 años en el campo del tu-rismo y la hotelería. Evidentemente por una cuestión de espacio no se puede in-cluir a todas, no obstante se ha decidido introducir las más representativas publi-cadas hasta el momento. Los trabajos han sido seleccionados en forma hete-rogénea en cuanto a la muestra que tra-bajan, los riesgos asociados al 11 de Sep-tiembre y a los “ataques terroristas” o tragedias similares, y los destinos o las nacionalidades de los viajeros involucra-dos. Se ha intentado utilizar casos de los cinco continentes aun cuando no se han podido rastrear pocos estudios similares aplicados al tema en África. En las sec-ciones primera y segunda se presenta preliminarmente los alcances generales de la teoría mientras se analizan de raíz los trabajos que vinculan al terrorismo con el turismo mientras que en la tercera se enfatiza en aquellos casos asociados a desastres de gran magnitud y su repercu-sión en los destinos turísticos. En la cuar-ta parte del trabajo se examina la rela- Maximiliano Korstaje 391 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 ción existente entre los atentados del 11 de Septiembre y las secuelas psicológicas en los residentes de Nueva York. Para una mayor comprensión se introducen, en la quinta, las contribuciones y contribu-ciones de S. Plog al estudio de la persona-lidad aplicada a la percepción. Finalmen-te, la sección sexta menciona los puntos débiles que demuestra la teoría de la per-cepción del riesgo aplicada a los viajes y al turismo. Turismo y Terrorismo: hacia una nueva conceptualización El 11 de Septiembre no fue el único ca-so que ha marcado los atentados contra turistas extranjeros, cabe mencionar Bali, Egipto, Madrid, Londres entre otros. Pues, entonces ¿Por qué el turismo es objeto de atentados?. La explicación no se encontraría en las raíces religiosas. Grosspietsch sugiere que los cambios que trae apararejado el turismo traen consigo algunos efectos no deseados, como la pérdida de lazos familiares, el abuso y consumo de drogas, el crimen, la explota-ción infantil y la prostitución entre otros. En ocasiones estos cambios pueden ame-nazar ciertos valores culturales y religioso aunque no queda claro si es por ese moti-vo que el turismo se presenta como un objetivo para grupos reaccionarios. En efecto, para comprender el turismo y su adaptación en las sociedades receptores se debe seguir el modelo de la “burbuja” y la exclusión de la población residente. Una combinación de efectos económico-sociales negativos como ser la presencia de multinacionales extranjeras que ofrez-can bajos salarios, en combinación a la expropiación territorial, el uso y consumo de sustancias no permitidas por los valo-res culturales de la sociedad que los reci-be como así también niveles altos de frus-tración moral, pueden llevar a considerar al turismo como un arma de dominación de las potencias occidentales y explicar el caso de Egipto; pero sin embargo no exis-te evidencia que pruebe que las mismas variables puedan considerarse en el caso de Bali. Para Grosspietsch es el turismo el primer atentado terrorista contra las poblaciones marginales y no el terrorismo el que afecta al turismo (Grosspietsch, 2005). J. Essner analiza el caso de Egipto considerando una hipótesis contraria a Grosspietsch; los terroristas eligen cen-tros turísticos de gran concurrencia por la atracción que ello genera de puertas al mundo occidental. La tesis central del autor es que el terrorismo no va -en reali-dad- orientado a los destinos turísticos, sino a la nacionalidad de las víctimas. En este sentido, los grupos fundamentalistas no eligen los destinos turísticos en sí mismos, sino aquellos a los que concurren americanos, europeos cuyas naciones se encuentran políticamente enemistados con la suya. Obviamente, la posibilidad de que los países con escasos recursos como Kenia sufran un revés mayor en su eco-nomía producto del “terrorismo” en com-paración con Estados Unidos parece evi-dente pero a la vez polémica. En primer lugar debido a que el autor no clarifica si se está refiriendo a la demanda interna-cional del país o a la demanda interna. Segundo, los indicadores –de revisión histórica- que presenta para medir ese impacto son espurios; mediante la cons-trucción de un modelo que clasifica en a) terrorismo de baja, media y alta densi-dad, el autor supone una correlación en-tre los atentados, la atención recibida y el daño potencial a la economía local (Ess-ner, 2003). Para Bennet y Bray, los atentados (en Egipto) han buscado indudablemente perjudicar la economía precisamente por-que se sabe de la elasticidad del turismo para buscar otros destinos. En efecto, cuando un destino es percibido por la opinión pública internacional como peli-groso, otros emergentes se reubican en la mente de los consumidores. Por lo tanto, además del ataque a la forma de vida occidental y a los códigos visuales y éticos que promueve el turismo, existe un com-ponente que busca dañar económicamente al país anfitrión (Bennet y Bray, s/f). En concordancia con Essner, un com-pleto abordaje de A. Paraskevas y Aren-dell (2007) confirman que los “atentados terroristas” no sólo afectan seriamente a la industria turística, sino también con-traen la capacidad de su mercado arrui-nando las economías de los países recep-tores. Por ese motivo, es necesario que el 392 El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 Management se preocupe de articular una estrategia anti-terrorista que lleve como objetivo la revitalización, minimi-zando las consecuencias negativas. La nacionalidad del turista en el destino es representada por la misma pertenencia a un Estado el cual se considera enemigo del grupo insurgente. En este contexto, las disputas de tipo político entre los Es-tados y ciertos grupos minoritarios esco-gen a los turistas por su indefinición y por su alto impacto emocional sobre la opi-nión pública mundial. En este sentido, cabe preguntarse ¿cómo afecta el riesgo en la toma de decisiones? Teoría de la percepción del riesgo La raíz etimológica de la palabra ries-go deriva del latín resecum que significa lo que corta. Una revisión historiográfica demuestra que la humanidad ha estado siempre sujeta a amenazas externas (Briones-Gamboa, 2007). En la antigüe-dad clásica filósofos como Aristóteles o Cicerón se referían al miedo, sobre todo al miedo a las consecuencias de la guerra. El riesgo nace como construcción social en la Edad Media para expresar los criterios por los cuales se valoriza un flete o una expedición en tierra desconocida. El ries-go, en esta fase se asocia principalmente al traslado comercial y a la utilidad mar-ginal de la expedición (Giddens, 2000). Entre los siglos XIX y XX, el existencia-lismo (por lo pronto) acuña un nuevo con-cepto hasta ese entonces ignorado, la an-gustia. En el fondo, riesgo, miedo y an-gustia han sido creaciones semánticas ancladas en el lenguaje cuyo fin último se orientaba a la simbolización y posterior intelectualización de los peligros prove-nientes del medio. La proximidad del riesgo con respecto al sujeto determina la percepción de una amenaza y la posterior reacción la cual puede ser de enfrentamiento o huída. A diferencia del miedo el cual permite arti-cular mecanismos de huida ante determi-nada amenaza, el terror se opone a ellas paralizando al sujeto. “Estas medidas de impedimento” (rituales) buscan destruir el suspenso y el peligro actuando de una manera imaginaria o simbólica cuya fun-ción es manipular la amenaza en un dato manejable y esperable; por ejemplo los amuletos de la suerte. Sin embargo, aún luego de orquestados estos mecanismos regulatorios el miedo puede resultar ace-chante. En otros casos, la huida puede ser sustituida por una intención imaginaria-mente construida sobre un potencial peli-gro. En resumen, si el riesgo habla de una amenaza real o potencial, el miedo es su elaboración simbólico-emocional. Cuando esta elaboración se hace extrema (terror) el individuo pierde su defensa implicando su propio aniquilamiento. En la mayoría de los casos riesgo y miedo van unidos de la mano como ha demostrado la psicología experimental, aunque sólo a veces éstos se transforman en terror (Sauri, 1986: 21). La percepción sobre el riesgo parece ser un tema que ha atraído a varios in-vestigadores que intentan aclarar los efectos y consecuencias sobre el discurso demonificado que hacen los grupos “fun-damentalistas” sobre consumo turístico. En parte, los riesgos son consecuencia de la ansiedad que genera la incertidumbre frente a la toma de una decisión específi-ca. Como bien sugieren Touzet et al un riesgo debe comprenderse como el produc-to entre la magnitud de un daño que pue-de derivar de un evento y de la probabili-dad de que ese hecho ocurra; en este pun-to la percepción del riesgo se desdobla en dos componentes diferenciados: la evalua-ción racional del sujeto llevada a cabo con técnicas específicas y la evaluación subje-tiva construida por emociones internas y sugerencias externas (Touzet et al, 2000). La intuición y el afecto juegan un rol pri-mordial en la toma de decisiones en mo-mentos de incertidumbre o riesgo. En este sentido, los procesos mentales pueden ser estudiados desde dos paradigmas, a) asumiendo la racionalidad riesgo benefi-cio del sujeto o b) considerando la intui-ción y las emociones como atajos mentales que llevan a una decisión segura de forma automática, rápida y fácil (Bohm y Brun, 2008). Con respecto a la función que tienen las emociones en el proceso de toma de decisión, Zeelenberg et al han sugerido que su rol depende en gran medida del objetivo que se deba cumplir. La motiva-ción humana prioriza ciertos aspectos y Maximiliano Korstaje 393 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 desestima otros en la concreción de los objetivos que persigue. Ante determina-dos eventos, surgen sentimientos que a veces no son del todo claros. En ocasiones, el miedo se contrapone a la esperanza, o el amor al odio, por lo que según la opi-nión de nuestro especialista, el sentimien-to más fuerte tiene como función ordenar la mente Huacana y evitar la fragmenta-ción. Los sentimientos y emociones pare-cen (según esta postura) unidos a las dife-rentes metas que se propone el sujeto. Así, el miedo se vincula con el escape o la huida mientras el enojo hace lo propio con la agresión (Zeelenberg, 2008). Por otro lado, es de notar que cada grupo funda en sí mismo valores algunos de ellos sagra-dos y otros seculares. Según los investigadores Hanselmann y Tanner de la Universidad de Zurich, los valores sagrados tienen como función facilitar la toma de decisiones por cuanto deshabilita las angustias internas del sujeto. En este contexto, los problemas en la toma de decisiones con respecto a los valores sagrados dan origen a sentimien-tos negativos. Un valor sagrado debe ser comprendido como un aspecto irrenuncia-ble e innegociable en la vida emocional del sujeto; aquello que contradice en algún punto el valor sagrado es un taboo. Básicamente, cuando la decisión está sujeta a dos valores sagrados antagónicos (tragic trade-off), el ego experimentará emociones asociadas a la angustia y la pesadumbre mientras que cuando la deci-sión involucra sólo un valor sagrado, la gente percibe la tarea como negativa (Ta-boo trade-off) pero de mayor facilidad en su resolución (Hanselmann y Tanner, 2008). Uno de los problemas que posee este experimento no es la escasa repre-sentatividad muestrario ya que fue com-puesto por 130 personas, sino que son estudiantes de la Universidad de Zurich; además de la descompensación a favor del género femenino con 90 participantes contra 40 masculinos. En consecuencia, la homogeneidad de la construcción asociada a una incongruencia en cuanto la compo-sición de la muestra pone en duda los resultados obtenidos. Si bien cabe aclarar que la teoría de la percepción del riesgo o “Risk perception Theory” lleva un desarrollo de más de cuarenta años en el campo de la psicolog-ía asociada al estudio en la toma de deci-siones, en turismo se comenzado a utili-zar en forma reciente luego de los atenta-dos al WTC, Madrid, Londres, y Bali en-tre otros, hechos por el cual la imagen del destino turístico se han visto seriamente afectados (Weber, 1998; Donilcar, 2005a; 2005b; Domínguez, Burguette y Bernard, 2003; Kuto y Groves, 2004; ; Aziz, 1995; Castaño, 2005; Robson, 2008; Floyd y Pennington-Gray, 2004; Paraskevas y Arendell, 2007; Mccartney, 2008; Sackett y Botterill, 2006; Essner, 2003; Araña y León, 2008; Bhattarai, Conway y Shrestha, 2005; Goldblatt y Hu, 2005; Tarlow, 2003; Bhattarai, Conway and Shrestha, 2005; Essner, 2003; Gross-pietsch, 2005; Reichel, Fuchs and Uriely, 2007; Floyd, Gibson, Pennington-Gray and Thapa, 2003; Hall, 2003; Prideaux, 2005; Kozak, Crotts y Law, 2007; Yuan, 2005; Lee, 2008; Wong y Yeh, 2009; Rei-singer y Mavondo, 2005). S. Peattie, Clarke y Peattie llaman la atención sobre dos tipos de categorías que hacen a la investigación del riesgo, la seguridad (safety) y la integridad (securi-ty). La primera hace referencia a cual-quier daño físico que puedan sufrir los turistas en accidentes o hechos imprevis-tos mientras la segunda se refiere a los potenciales peligros que enfrenta un visi-tante en un destino determinado como un asalto. Desde esta forma de encarar el problema, los turistas son potencialmente sensibles a los riesgos en el transporte, los ambientes desconocidos, los atentados o ataques con fines políticos y el descono-cimiento de la lengua local entre otros. Entre estos aspectos, el riesgo se consti-tuye como un elemento primordial en la activad turística ya sea en forma atracti-va o disuasiva (Peattie, Clarke y Peattie, 2005: 400). Particularmente, una de las mayores críticas que se le hacen a los estudios de esta naturaleza es el desproporcionado interés que ponen los investigadores en anular o reducir al máximo la percepción del “riesgo” o del “miedo” en vez de com-prenderla. Centrados en su mayoría en los efectos económicos negativos que con-lleva el riesgo o proponiendo medidas alternativas para su reducción con algu- 394 El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 nas fallas metodológicas, estos investiga-dores ponen mayor énfasis el fenómeno como una forma de mejorar el negocio. Para ello, los trabajos se centran en la evaluación de la imagen destino ya que ella ha sido un tema obligado de muchos investigadores en turismo de los últimos años. La palabra terrorismo y su signifi-cación parecen inextricablemente asocia-dos a la mayoría de los estudios aplicados a la percepción del riesgo (McCartney, 2008). El Riesgo a desastres y eventos catastró-ficos En la literatura especializada existe una tendencia a asociar el riesgo con los desastres o estados de emergencias como ser un atentado o un desastre natural. Algunos investigadores sugieren que la sensibilidad de los viajeros a estos esce-narios es mayor cuando se ve involucrado el placer y el descanso. De esta manera, Domínguez, Burguette y Bernard infieren que los viajes de placer presentan una sensibilidad mayor a los eventos catastró-ficos en comparación con aquellos lleva-dos por negocios. Según su trabajo ello se debe a la gran dependencia que tiene la economía turística mexicana de los viaje-ros o turistas estadounidenses (Domín-guez, Burguette y Bernard, 2003:336). Con un manejo de literatura suficiente sobre el tema, los autores preparan el estudio en base a las ciudades de Cancún, Puerto Vallarta, México, Monterrey, Pue-bla, y Los Cabos. La información por último es sometida a un índice estadístico P. Value (regresión múltiple binaria de 0 a 1) (Domínguez, Burguette y Bernard, 2003). No obstante las conclusiones del traba-jo parecen verse sesgadas por ciertas in-congruencias metodológicas. En primer lugar, los autores no aclaran de qué ma-nera han compuesto su muestra y los métodos de recolección de datos. Por in-formación presentada, la variación en porcentaje de ocupación del destino nego-cios es del 2% con respecto al destino va-cacional del 6%. Esta diferencia parece no ser sustancial para afirmar que el turis-mo vacacional posee mayor sensibilidad al vacacional. Asimismo, la variación con respecto a la tarifa efectiva en el destino negocios es de $-12 mientras que la varia-ción en el destino vacacional es de $-14. Por último, los autores argumentan arbi-trariamente que destinos como México deben ser considerados de negocios mien-tras otros como puerto Vallarta de placer o vacacional. Esta división ad-hoc no sólo invalida y dificulta establecer relaciones fiables entre un segmento y otro, desde el momento que la ciudad de México concen-tra ambos tipos de segmentos, sino que también muestra serias dificultades para ser replicadas y repetidas en otros contex-tos. Por ese motivo, los autores deben admitir (de hecho lo hacen) que los datos no son tan claros como se esperaban. Ahora bien, en 2006 se publicó otro trabajo de H. Sackett y D. Botterill en donde se reveló que de dos grupos de 39 (Estados Unidos) y 59 (en Reino Unido) respectivamente, que la percepción de riesgo aumenta con respecto a la lejanía y proximidad de un destino. Como se ha demostrado en otros estudios, un mayor porcentaje de americanos (72%) respon-den que el riesgo ha crecido luego del 11- 09 en los británicos (42%); asimismo los americanos perciben de mayor riesgo los viajes internacionales (28%) que los británicos (12%). Por último, ambos gru-pos acuerdan con un 46% que sin impor-tar la distancia geográfica con respecto a su destino turístico, un inminente ataque “terrorista” puede disuadirlos de realizar su viaje de vacaciones o placer (Sacket y Botterill, 2006). Aun cuando las conclu-siones del estudio concuerdan con las observaciones de Domínguez, Burguette y Bernard (2003), se debe mencionar que existen fallas metodólogicas en cuanto a que los autores no dan datos específicos de cómo se ha seleccionado la muestra: a) la cantidad de integrantes en una mues-tra y otra es desigual (n= 39-59), hecho que afecta notablemente los porcentajes de respuesta; b) no existe mayores deta-lles o justificación sobre los criterios usa-dos por los investigadores para la selec-ción de las mismas, y c) las muestras no parecen estadísticamente representati-vas. Sobre los efectos específicos que las tragedias aéreas o los atentados provocan en la percepción de los turistas, un re- Maximiliano Korstaje 395 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 ciente estudio de J. Weber sobre una en-cuesta de 520 personas de 62 países dife-rentes demostró que existe un gran con-traste entre el género, edad y país de ori-gen de los participantes sobre el riesgo a volar luego de los eventos sucedidos el 11 de Septiembre. La muestra se llevo a cabo en dos momentos, uno antes del 11-09 (Mayo y Junio) y el otro después (Febrero y Marzo de 2002). Validando otros hallaz-gos, Weber sugiere que los hombres con-sultados con una educación superior tie-nen menos probabilidades de dejar de volar en comparación con aquellos que no tienen títulos universitarios mientras que los estadounidenses tienen más probabi-lidades de dejar de volar que los no ame-ricanos. En este sentido, el comporta-miento de los consumidores en los vuelos parece no estar afectado por los progra-mas sensacionalistas de la TV (Weber, s/f). No obstante, la línea causal aquí se confunde. Otros estudios en la materia apuntan a que personas desarrolladas en medios rurales tiene menos probabilida-des de verse afectados que aquellos resi-dentes en áreas metropolitanas. Así lo demuestra el profesor Michael Yuan con su estudio sobre la percepción de sectores rurales canadienses y sus niveles de sa-tisfacción al viajar a los Estados Unidos. La hipótesis del trabajo sugiere que estos viajeros no se han visto influenciados por los atentados al WTC en la medida de otros segmentos, lo cual a su vez parecer-ía ahondar en la hipótesis que en contex-tos de urbanidad los impactos son mayo-res que en contextos de ruralidad; no obs-tante el autor asume que los niveles de satisfacción positiva se deben a los lazos familiares que unen a unos y a otros –ya que su motivo principal es la visita a fa-miliares y amigos (Yuan, 2005). Un atentado, además de ser un fenó-meno que reclama cierta reivindicación política, implica un cambio radical en las rutinas, los hábitos y costumbres de las personas. Existe, en consecuencia, una evidente relación entre el territorio, la nacionalidad y la percepción del riesgo. En la próxima sección se examinarán las consecuencias del 11 de Septiembre en la población local de la ciudad de Nueva York. Un reciente artículo de Vastfjall, Peters y Slovic (2008) demuestra que las experiencias catastróficas (como el Tsu-nami sucedido en 2004) predisponen a los grupos a estados de humor negativos en comparación a los grupos que no vivieron la experiencia. Rememorar la posibilidad (inducida) de un nuevo desastre provoca no sólo pensamientos negativos sino que acorta la perspectiva en la cual el sujeto se ubica con respecto al futuro. Los auto-res sugieren que los estados de ánimos se encuentran condicionados por las expe-riencias pasadas; en consecuencia un sujeto que vivió una experiencia negativa es proclive a imaginar más riesgos que otro el cual no tuvo la misma vivencia (Vastjall, Peters y Slovic, 2008). Los efectos posteriores al 11 de Septiem-bre en Nueva York Una extensa investigación llevada a cabo sobre 348 hogares clasificó a los con-sultados según el riesgo percibido a la hora de elegir un destino turístico. En forma general, los tipos con mayor ponde-ración fueron la posibilidad de sufrir un accidente (3.5-2.95) y un atentado (3.45- 2.61). Si bien se acuerda que el viaje es un factor de riesgo y la seguridad es un aspecto más que importante a la hora de vacacionar en el primer grupo (cluster 1), el segundo grupo (Cluster 2) la percepción del riesgo es notablemente menor. El grupo número 1 estuvo formado en su mayoría por jóvenes, mujeres y personas semi o desocupadas mientras el segundo se conformaba con personas de mayor edad, jubilados o empleados full-time. Dentro de estas consideraciones, Floyd y Pennington-Gray (2004) sugieren que la edad, la ocupación y el género son varia-bles influyentes en la percepción de ries-go. Pero nuevamente, el trabajo muestra fallas epistemológicas serias que sesgan los resultados. En primer lugar, las dos muestras (clusters) son desproporciona-das (n1= 134 y n2= 214). Aun cuando los autores den detalles sobre su conforma-ción etárea y generacional, el método de recolección de información parece poco fiable. En este caso la metodología de recolección de información ha sido el telé-fono. Aun cuando existen recomendacio-nes positivas sobre esta modalidad, consi- 396 El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 deramos que la profundidad de las emo-ciones humanas merece un tratamiento personalizado en el lugar de observación. Por otro lado, los investigadores tampoco proveen la cantidad de personas que se han negado a participar de su experimen-to. Inmediatamente luego del atentado al WTC Floyd, Gibson, Pennington-Gray y Thapa midieron la percepción de riesgo entre los habitantes de Nueva York en-contrando las siguientes características: a) los ataques o episodios trágicos inte-rrumpen enseguida el tráfico aéreo, b) los riesgos en viajes de negocios son menores en comparación a los viajes de placer, c) los viajes y el turismo decrecen por la pérdida de confianza en la seguridad, d) la experiencia pasada moldea y reconfigu-ra la percepción del riesgo, e) los viajes internacionales poseen una mayor per-cepción de riesgo, f) los encuestados no manifestaban intenciones de viajar en los próximos 12 meses, g) existen diferencias sustanciales con respecto a como los con-sultados perciben el riesgo y h) la renta y el ingreso condicionan las respuestas, aquellos con mayor ingreso mostraban mayor intención de viajar que los de me-nos ingresos (Floyd, Gibson, Pennington- Gray y Thapa, 2003). Uno de los mayores problemas de esta investigación fue el método de acopio de información. En efec-to, los autores dicen haber recolectado las respuestas por medio de llamadas tele-fónicas. Cabe aclarar, que si bien esta metodología puede ser válida para ciertos temas, parece algo inocente que se pue-den bucear en la profundidad del temor (y la vergüenza que ello implica) por un medio tan impersonal. Otra reciente investigación publicada por Wong y Yeh en 2009 enfatiza en que la percepción del riesgo es la variable que más influye en la elección del destino turístico y la duda. Luego de un desarro-llo teórico acorde, los autores aplican en 504 participantes un cuestionario estruc-turado administrado inicialmente por estudiantes de turismo. La muestra está compuesta de 55.4% de mujeres y un 54.6% de hombres entre 21 y 30 años de edad. Del total muestrario, un 60.5% es soltero y posee títulos universitarios 60.7%. El estudio se lleva a cabo en el Aeropuerto de Taiwan entre 8 de Diciem-bre y el 8 de Enero de 2006 (Wong y Yeh, 2009). Básicamente, los autores se con-centran en explicar que a mayor conoci-miento sobre un destino determinado, menor es la posibilidad de experimentar riesgo en la toma de decisiones. En este sentido y a pesar de los sugerentes descu-brimientos, su desarrollo metodológico sugiere ciertas incongruencias. En prime-ra instancia, los investigadores no dan ningún tipo de aclaración sobre las posi-bles influencias que pudieran tener en las respuestas el fin de año occidental como la Navidad en Taiwan. Por otro lado, no especifican la nacionalidad de los consul-tados como así tampoco los motivos éticos por los cuales se lleva a estudiantes a llevar a cabo un trabajo de campo que corresponde al mismo investigador. En este punto, los estudiantes manifiestan serios problemas a causa de su inexpe-riencia a la hora de administrar un cues-tionario. Los resultados de la investiga-ción, en consecuencia, sugieren la posibi-lidad de profundizar en la teoría del ries-go pero son presentados de manera gene-ral y universal cuando deberían estar circunscriptos a la elección muestraria de profesionales universitarios (taiwaneses o no) de entre 21 y 30 años. No se tienen certezas de que los mismos resultados puedan ser replicados en otros estratos como tampoco en otros aeropuertos. Por último, el lugar donde se lleva a cabo la investigación sesga notablemente las respuestas obtenidas. Si el entrevistado está a punto de partir o de llegar, su pro-pensión a considerar el riesgo es diferente en comparación a si se encuentra dentro de su hogar o en el hotel y el tiempo dis-ponible para llenar el formulario; de hecho eso explica que de 700 cuestiona-rios participaran 504; ¿Cuál ha sido el argumento de quienes no participaron?, pues no existe referencia en el texto en cuanto a ello. Retornando al tema del terrorismo en particular, Aziz (1995) afirma que el capi-talismo y el consumo parecen inscriptos en el turismo moderno occidental hecho por el cual los “atentados” como formas reaccionarias de protesta extrema hacia turistas se comprenderían desde una perspectiva simbólica como un ataque Maximiliano Korstaje 397 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 hacia los atributos distintivos de occiden-te. El fundamentalismo religioso, que vaya paradoja no es oriundo de Medio Oriente sino del mismo puritanismo ame-ricano, parecería ser el factor principal o disparador del odio hacia el mundo de consumo occidental. Dentro de este con-texto, los turistas se constituyen como un “bien” a ser protegidos de ataques exter-nos. Cualquiera sea el caso, parece cierto que existen en los viajeros o turistas dife-rentes predisposiciones culturales y psi-cosociales a adentrarse en territorios amigables u hostiles. Mientras algunos turistas prefieren las situaciones de ex-tremo peligro, otros las evitan. Incluso, el 11 de septiembre como hito atrajo turísti-camente a miles de personas a los cráte-res que dejaron los ataques en el lugar donde estaban emplazadas las dos torres. El punto aquí es que mientras ciertas personalidades se sienten atraídas por el riesgo, otras intentan repelerlo o se afe-rran a una serie de rituales cuya finali-dad es reducir la angustia que ellos deno-tan. Esta cuestión ha sido estudiada por el psicólogo estadounidense Stanley Plog quien consideraba que la percepción de los peligros se encontraba estrictamente asociada a la estructura de la personali-dad y a la relación de ego con su alter. La Personalidad y el Riesgo El modelo de Plog, por lo pronto, clasi-fica dicha predisposición en tres: alocén-tricos, mid-céntricos y psico-céntricos. Por medio de un continuum los tipos alocén-tricos buscan variedad y aventura, son seguros de sí mismos y no necesitan de viajes organizados; por el contrario, los psicocéntricos se mueven acorde a normas establecidas, son en ocasiones miedosos o nerviosos y necesitan de un viaje organi-zado. En trabajos posteriores Plog (1991) enumera 28 características que son ex-traídas de tres rasgos dominantes en la personalidad, a) la limitación del territo-rio, b) la ansiedad y c) el sentido de la impotencia. A estas dimensiones les agre-ga la energética/no energética como cate-gorías anexas (Plog, 1973) (Plog, 1991). En este contexto, se podría afirmar la siguiente hipótesis de trabajo, las perso-nalidades psico-céntricas posee un mayor grado de sensibilidad y reclusión a los eventos negativos (riesgo) como atentados y/o similares en comparación a las perso-nalidades de tipo alo-céntrico. Sin embar-go, con respecto a estos trabajos Castaño (2005:84) sugiere irónicamente “Stanley Plog, uno de los psicólogo del turismo cuya popularidad tal vez no se correspon-da, creo, con el rigor científico que presen-tan algunos de sus trabajos”, da que pen-sar sobre los resultados de tales aborda-jes. Más específicamente, los resultados de Plog fueron seriamente cuestionados por los hallazgos de Hoxter y Lester por el cual los destinos caracterizados por tipos alo o psicocéntricos no se corresponden en nada con las tipologías psico-graficas de ese tipo (Hoxter-Lee y Lester, 1988) (Cas-taño, 2005:89). No obstante, los estudios de Plog per-mitieron el abordaje de serios trabajos que vinieron posteriormente en donde se articulan personalidad, ansiedad y riesgo. En este sentido, Reisinger y Mavondo han conducido un estudio realizado sobre 246 australianos y 336 extranjeros que sirvie-ron como muestra comparativa en la cual rastrean la relación de la ansiedad con el riesgo. Utilizando cuestionarios adminis-trados y correlación económetrica, los autores encuentran interesantes conclu-siones. Por un lado, el miedo al terrorismo potencia o se debilita dependiendo de la personalidad de los viajeros. Asimismo, los turistas extranjeros con un grado de motivación mayor con respecto al viaje experimentan menor ansiedad. Por últi-mo, es de mencionar que la elección de un destino como seguro o inseguro depende del grado de familiaridad del potencial viajero. Los extranjeros tienden a evaluar una cantidad de variables mayores que los locales a la hora de desplazarse (Rei-singer y Mavondo, 2005). En gran pro-porción, ello se ve asociado al grado de incertidumbre que genera la contratación de cualquier servicio. El turismo en cuan-to a bien intangible se encuentra subsu-mido en una gran carga emocional dividi-do en expectativa y frustración. Los as-pectos o peligros que pueden anular o hacer fracasar las expectativas se respon-den con grados elevados de ansiedad. La contribución de Reisinger y Mavondo 398 El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 radica en haber demostrado precisamente lo contrario. Cuando el sujeto pone una carga afectiva mayor menor riesgo perci-be. Crítica a la teoría de la percepción del riesgo Si bien los investigadores parten de premisas cualitativas, en la mayoría de los procesos se terminan aplicando cues-tionarios estandarizados en grandes can-tidades de población. Esta metodología, a un tema que en nuestra opinión, es cuali-tativo pierde su capacidad explicativa. P. Slovic llama la atención sobre la necesi-dad de comenzar estudios cualitativos en la percepción del riesgo. Ella implica algo más que una compleja correlación es-tadístico- matemática. La profundidad de las percepciones humanas y su relación con las emociones merecen la pena ser analizadas desde otra perspectiva (Slovic, 1987: 285). El sesgo de género, por ejemplo, es una de las principales limitaciones que en-cuentran las aplicaciones cuantitativas. Se sabe por estudios varios (recopilados por el profesor G. Kessler) que el género femenino tiende a expresar sus emociones con menos pudor que el masculino. Ello no necesariamente significa que los hom-bres perciban menos riesgos en compara-ción a las mujeres, sino que no se permi-ten expresarlos abiertamente porque afecta “su orgullo y masculinidad”. Asi-mismo, las mujeres tienden a ser sociali-zadas en un rol protector de “los familia-res”. En consecuencia, no será nada ex-traño que perciban con mayor agudeza los peligros que amenazan a familiares o amigos (Donilcar, 2005b) (Slovic, 1987) (Kessler, 2009). Además de las limitaciones ya señala-das, entre los problemas (generales) que encuentra la teoría de la percepción del riesgo se encuentra su definición de riesgo en sí misma. El riesgo no debe ser con-fundido con la amenaza o el peligro. Pues ¿Cuál es la diferencia entre ambos?. El mismo tiene como característica principal su inevitable asociación a una realidad que se presenta abierta y que es contin-gente. En otros términos, el riesgo se en-cuentra sujeto a la posibilidad de ser evi-tado y se constituye como resultante de una decisión previa por parte del sujeto con arreglo a una ganancia específica. Por el contrario, los peligros se presentan como externamente dados ajenos a la voluntad o decisión del sujeto (Luhmann, 2006: 152). Desde esta perspectiva, el brote de un virus pandémico, la caída de un avión, o un ataque terrorista se co-rresponden con la definición de una ame-naza más que de un riesgo. Segundo, una gran cantidad de estos estudios son apli-cados sobre los destinos exclusivamente desafectando otros procesos que hacen al viaje turístico, como la partida, o el des-plazamiento en sí. Los estudios examinados se encuen-tran sesgados por la misma tendencia ideológico-instrumental. La idea que el turismo debe convertirse en una herra-mienta útil para mejorar la calidad de vida de las personas ha estado enraizada en la Academia desde hace mucho tiempo, no obstante, pensar que “la mejora económica” o el “desarrollo” son variables univocas en ese proceso parece una hipó-tesis difícil de comprobar. Esta tendencia lleva a “santificar” el propio espacio de-monizando a aquellos pueblos o culturas cuyas características difieren con las nuestras (etnocentrismo). Considerar que una región es percibida como riesgosa por un colectivo particular, es implícitamente reconocer que las personas provenientes de esa zona son peligrosas a las propias costumbres y estilos de vida Ello no significa que todos los aborda-jes en la materia sean inválidos o cuestio-nables. Existen trabajos que rescatan resultados que invitan a la reflexión sobre el vínculo entre la ansiedad, el perfil psi-cológico y la percepción de riesgo (Reisin-ger y Mavondo, 2005) o la línea de autori-dad según el modelo de Hosftede en la percepción del riesgo (Kozak, Crotts, y Law, 2007) los cuales por un tema de espacio y tiempo no hemos tratado en el presente trabajo. El interés científico de la teoría, indudablemente, continuará despertando preguntas, hipótesis y cues-tionamientos a una época plagada de in-certidumbres, amenazas y angustia. Posi-blemente, el campo de la percepción, lo visual y la fantasía se encuentren ligados. En este sentido, W. Feighey sugiere que Maximiliano Korstaje 399 PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 la experiencia turística es en su gran me-dida una experiencia visual. A diferencia de la vida medieval, en la actual la con-ducta humana está fuertemente condicio-nada por la tecnología visual, las imáge-nes sobre el mundo van y vienen sin nece-sidad que los televidentes se encuentren físicamente en el sitio donde se lleva a cabo el suceso observado; creando sentido y una cosmología específica en la opinión pública (Feighey, 2003). Dentro de este contexto, afirman en una investigación recientemente publica-da, Dickinson, Robbins y Fletchner, el viaje es una parte esencial del turismo y de la experiencia turística; según los in-vestigadores la percepción de la gente no sólo que no puede ser sometida exclusi-vamente a un estudio econométrico sus-tentado metodológicamente por un cues-tionario, sino que su naturaleza emocio-nal y situacional exige otros métodos al-ternativos. Basados en las contribuciones de Moscovici (teoría de la representación social), Dickinson, Robbins y Fletchner sugieren que las actitudes hacia los viajes dentro de un destino turístico son asuntos complejos, ambiguos y difíciles de prede-cir. Por el contrario, las decisiones y per-cepciones están socialmente condiciona-das por un imaginario social y deben ser cualitativamente estudiados (Dickinson, Robbins y Fletchner, 2009). Conclusión Como parte integral a posteriori de la experiencia, la percepción del riesgo se conforma no sólo de momentos consuma-dos en el destino turístico, sino de eventos y/o estereotipos transmitidos por los me-dios masivos de comunicación aún sin que el consumidor haya tocado el destino turístico. Ahora bien, existe cierta creen-cia en suponer que los índices economé-tricos así como los cuestionarios cerrados son la mejor herramienta disponible para estudiar el riesgo y los miedos; por lo pronto, en los casos analizados existen incongruencias metodológicas con respec-to a la composición muestraria, la forma en que se recogen los datos y los encarga-dos de tal tarea como así también los con-dicionamientos ambientales no controla-dos en donde se llevan a cabo los experi-mentos como salas de estar y aeropuertos. Por otro lado, la tradición empirista esta-dounidense demuestra cierta tendencia a acumular una gran cantidad de autores en los textos como signo de erudición, pero con una superficial y casi nula discu-sión crítica de tales textos. Entre las contribuciones principales de la teoría se pueden destacar, a) la distin-ción del turista como proactivo en el pro-ceso de toma de decisiones, b) evidencia la relación que existe entre la percepción de los riesgos y las nacionalidades de los turistas, c) enfatiza en las asimetrías de género con respecto al rol impuesto por la sociedad a mujeres y ancianos. Ellos per-ciben mayores riesgos que el resto de los turistas, d) establece a través de modelos econométricos una relación entre la per-sonalidad psicológica y la asun-ción/ aversión de riesgos, y e) considera la posibilidad de explorar el tema del riesgo asociado a los lazos familiares, ya que asume que éstos últimos ayudan a dismi-nuir la percepción de peligros. Sin embar-go, desde lo metodológico (aun cuando sus hallazgos sean interesantes) adolece de ciertas cuestiones. Por un lado, la teoría de la percepción del riesgo no maneja una definición co-rrecta del término. Como ya ha explicado N Luhmann el riesgo es una categoría social asignada a una decisión determi-nada basada en el principio de la contin-gencia. El riesgo no se constituye sino sólo a través de una ganancia previa que le da sustento a la decisión. El proceso de deci-sión, a su vez, está inserto en un mundo cada vez más complejo. Sin embargo, una de las características del riesgo es que permite ser evitado por quien es involu-crado en la decisión. Siguiendo dicha de-finición, la caída de un avión, un atentado terrorista, un virus o una enfermedad no se deben considerar riesgos, sino peligros o amenazas. El sujeto no tiene ninguna posibilidad de evitar el final (Luhmann, 2006: 152). En segundo lugar, la mayoría de los escalas que se aplican en forma auto-administrada (a veces con poco con-tacto con el participante o entrevistado) son redactadas en forma etnocéntrica con frases tales como “me siento inseguro en un lugar donde no hablan mi idioma”. Por lo demás, considerar un lugar como “peli- 400 El 11 de septiembre y la teoría de la percepción del riesgo... PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 8(2). 2010 ISSN 1695-7121 groso” o “riesgoso” es crear un estereotipo que también se aplica a las personas oriundas de esas zonas. Si digo que Afga-nistán es un destino hostil o peligroso estoy implícitamente diciendo que los afganos reproducen también esos estereo-tipos. En lo general, las muestras no son re-presentativas o se encuentran desbalan-ceadas con respecto a las hipótesis que pretenden probar. Gran parte de los estu-dios del riesgo carecen de un abordaje cualitativo que permita la comprensión del fenómeno. Interesados en la detección de los factores que pueden atentar contra el “negocio turístico” en vez de buscar las relaciones científicas causales que le dan origen, los investigadores muestran cierta tendencia a enviar cuestionarios por In-ternet o por correo sin ningún tipo de interacción con el entrevistado que permi-ta una relación dialéctica recursiva. A veces, incluso las respuestas son seria-mente sesgadas debido a que el entrevis-tador aplica los cuestionarios (mayorita-riamente intrusivos) en salas de preem-barque o lugares de paso, hecho que no permite un involucramiento por parte del entrevistado. Por último, existen relacio-nes de subordinación entre entrevistado-res y entrevistados ya que los abordajes se llevan a cabo en el plano universitarios entre profesores o alumnos. El futuro de la teoría de la percepción del riesgo aplicada a destinos turísticos mantiene un campo de investigación no-vedoso en habla hispana. En un momento de cambio de milenio que se caracteriza por una proliferación de sentimientos de angustia y riesgos (Beck, 2006) (Luh-mann, 2006), es de capital importancia continuar los abordajes empíricos en la materia. En ese contexto, el presente en-sayo ha intentado, por un lado, sintetizar los estudios principales en la materia aportando un matiz crítico en aquellos aspectos que aún no han sido correcta-mente definidos. El viajar, como proceso ritual de doble dislocación identitaria, genera en las personas un profundo sen-timiento de ansiedad o temor que se fun-damenta tanto en las bases de las rela-ciones de producción como en las sociales. Viajar y hacer turismo no sólo habla de nosotros mismos sino de nuestra forma de vincularnos con la otredad, o de com-prender el binomio hogar/territorio ex-tranjero. Referencias Araña, J y C. León. 2008 “The Impact of terrorism on tourism demmand”. Annals of Tourism Re-search, 35 (2): 299-315. 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