Vol. 7 Nº 1 págs. 127-131. 2009
www.pasosonline.org
© PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural. ISSN 1695-7121
Opiniones y ensayos
El turismo cultural: gestión de partes interesadas y la complejidad del equilibrio
Alfredo Ascanio
alfredo.ascanio@gmail.com
Universidad Simón Bolívar (Venezuela)
Resumen: El equilibrio del desarrollo sostenible es posible siempre que las partes interesadas colaboren
entre sí. Durante 1999 comenzó el desarrollo de un modelo normativo de planificación turística basado
en la coordinación de los intereses de los actores del turismo. Esta herramienta lograría equilibrar los
intereses de las partes implicadas y sus servicios. Ello supone implantar una estrategia de segmentación,
como fue sugerido por los expertos en marketing turístico Elise Truly Sautter y Birgit Leisen.
Palabras clave: Modelo de actores; Planificación; Markering.
Abstract: The balance of sustainable development is possible provided that the stakeholders concerned
work together. In 1999 began developing normative planning model based in coordinating the interests
of stakeholders in tourism. This tool would balance the interests of the parties involved and their servic-es.
This involves implementing market segmentation strategies, as suggested by experts in tourism mar-keting
Elise Truly Sautter Birgit Leiser.
Keywords: Model actors; Planning; Markering.
128 El turismo cultural: gestión de partes interesadas ...
PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 7(1). 2009 ISSN 1695-7121
Planteamiento del problema
Si partimos del hecho de que el paisaje
cultural es una unidad formada por varios
elementos y que por si mismo constituye un
recurso turístico de primera importancia, al
igual que el paisaje natural, entonces es
posible, siguiendo la metodología de María
Laura Boria (Boria, 2000: 36-57), hacer un
relevamiento y clasificación de esta dimen-sión,
desde un enfoque sustentable.
El tejido sociocultural de la población
residente, como lo señaló en su momento
Regina G. Schlüter, es indispensable por la
originalidad de las culturas y la necesidad
de respetar el patrimonio moral de los pue-blos
visitados (Schlüter, 1994: 127). Al exis-tir
también la ecología humana, que se
forma no sólo por herencias sino por un
proceso complejo de socialización, es nece-sario
tener cuidado de no utilizar el térmi-no
turismo cultural, como una estrategia de
marketing solamente orientada a promo-ver,
en forma de espectáculo y para su me-jor
venta, lo que supone otros valores más
relevantes.
Según Lieve Coppin, citada por Schlü-ter,
lo ideal sería que el aporte del turismo
en áreas ambientalmente frágiles, contri-buya
no sólo con el mejoramiento económico
de las comunidades locales, sino en su edu-cación
y participación (op.cit, 128). En este
sentido es necesario "reinventar el turis-mo"(
Ascanio, 1998: 7-23), cambiando la
cultura organizacional de los entes que lo
promueven, tanto públicos como privados.
O sea, estamos planteando el problema
siguiente: ¿cómo hacer que la comunidad
receptora sea dueña de su propio destino
turístico? ; ¿cuál es el verdadero propósito
del turismo, en un lugar que por su propia
naturaleza es frágil y no debe ser alterado?
Desarrollo vs. Conservación
El turismo como negocio realmente crea
un conflicto entre la no degradación del
medio (y de su cultura) y el aspecto econó-mico
para hacer rentable los capitales in-vertidos.
Al movilizar poblaciones deman-dantes
de esparcimiento y distracción en
espacios culturales autóctonos, es posible
que no se logre una economía de escala, que
permita conseguir una adecuada rentabili-dad
de los capitales invertidos para esos
paquetes turísticos. Entonces: ¿cómo captar
un nicho de mercado suficientemente im-portante,
como lo ameritaría el negocio del
Tour Operador; y cómo dosificarlo para que
no se convierta en turismo masivo?; y,
además ¿cómo planificar y manejar el área
visitada para que se minimicen los impac-tos
dañinos?
Hacia una estrategia compartida. Un equi-librio
complejo
Es necesario pensar en un conjunto de
estrategias entre los actores y con su propia
sinergia. Se debe articular la capacidad
gerencial del ente rector del turismo, con
una política clara sobre el asunto (el turis-mo
cultural); y establecer un monitoreo
para tener la seguridad de que se cumplan
las "reglas del juego", establecidas para que
los tour operadores y otros negocios priva-dos,
tomen conciencia de sus responsabili-dades
y no dañen el sitio visitado. A su vez,
los comerciantes del turismo, deberían bus-car
fórmulas para hacer más rentable su
negocio y para ello pueden recurrir a la
utilización de espacios geográficos de cer-canías
(paquetes de multidestinos como,
por ejemplo, Costa Rica-Belize, Costa Rica-
Guatemala); y la comunidad receptora
tendría que estar preparada para no dejar
que su patrimonio genuino sea vilmente
comercializado.
El asunto pareciera que tiene que ver
con los necesarios equilibrios. La optimiza-ción
en este aspecto es casi imposible. Lo
que si puede ser peligroso son las decisio-nes
extremas. Por ejemplo, si contrastamos
las decisiones de la Dirección de Parques
Nacionales de Argentina, en el parque Na-huel
Huapi y en la época de Exequiel Busti-llo,
con la decisión venezolana sobre el Par-que
Nacional Canaima, en la época del di-rector
de Parques, José Rafael García; allí
veremos que en el primer caso, se buscaba
combinar el crecimiento económico de la
región, con la conservación del sitio: un
enfoque "desarrollista", hasta cierto punto
arriesgado; y en el segundo caso, se trataba
de ser más conservador y ortodoxo, pues se
prefería la conservación en forma casi total
y minimizar la presencia turística. Ambas
políticas eran extremas y a la larga podían
Alfredo Ascanio 129
PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 7(1). 2009 ISSN 1695-7121
crear problemas por exceso o por defecto.
En cuanto a los Tour Operadores, ellos
se felicitan de que surja un nuevo nicho de
mercado, pero la tendencia siempre será su
explotación masiva, pues su enfoque es
estrictamente económico y financiero.
Fue Jafar Jafari quien se refirió a la pla-taforma
optimista del turismo y a la plata-forma
pesimista. La primera privilegiaba
los impactos favorables, como: la reducción
de barreras lingüísticas, raciales, religiosas
y políticas, así como el refuerzo de las tra-diciones
locales. La segunda se refería, por
el contrario, a los impactos dañinos, como:
la formación de estereotipos, la xenofobia,
la aparición del crimen, la prostitución y
otros daños en la sociedad de acogida.
Frente a este debate polarizado, surgió
entonces propuestas sobre el llamado tu-rismo
alternativo de bajo impacto, que pod-ían
asegurar la sustentabilidad. No obstan-te,
esas propuestas han sido un remedio
parcial, ya que el turismo masivo ha conti-nuado
con toda su fortaleza. La plataforma
del conocimiento surge entonces, a nivel de
la academia, con la idea de indagar el por-qué
de los impactos y minimizar los que
sean dañinos e irreversibles; es decir, que el
turismo del conocimiento científico tiene un
valor indudable para el futuro de esta acti-vidad.
(Jafari, 1999: 5-20).
Lo que sucede en el mundo real
Si uno revisa las experiencias de los po-bladores
autóctonos de una región determi-nada,
se encuentra que antes del turismo
ya habían sido impactados por visitantes
que llegaban a las comunidades con fines
religiosos. En efecto, nos recuerda Schlüter,
citando a Cornaglia, (op. cit, p.137), que en
la zona del Lago Nahuel Huapi, en la Pata-gonia
Argentina:
Los primeros pobladores del área fueron
los Tehuelches, los Puelches y los Pe-huenches
cuya cultura fue notoriamente
por el pueblo araucano, y estuvo expuesta a
las evangelizadoras de los misioneros jesui-tas
y franciscanos.
Otro de los impactos, anterior al turis-mo,
fueron las guerras de conquistas y las
corrientes migratorias, que muchas veces
impusieron su cultura propia y pudieron
eliminar los elementos culturales originales
del sitio.
En la búsqueda de ese equilibrio imagi-nario,
entre los intereses de varios actores y
entre el desarrollo y la conservación, existe
siempre el peligro, por un lado: de masificar
la oferta; y por el otro: de abandonar el
lugar a su propia suerte. Nos estamos refi-riendo,
de nuevo, al caso de San Carlos de
Bariloche, en Argentina; y al Centro Turís-tico
de Canaima, en la Gran Sabana vene-zolana.
En 1990, en Bariloche se contabilizaron
2.834 habitaciones de alojamiento turístico;
en cambio, en Canaima apenas si existían
370 habitaciones, incluyendo los campa-mentos
fuera del parque y hasta la frontera
del Brasil, al sur de Santa Elena de Uairén
e incluyendo El Paují (Kline's, 1997: 277-
297).
Ese sólo dato, referido a la capacidad de
alojamiento, nos estaría indicando que en
Bariloche se había sobredimensionando la
actividad lúdica y por ello se privilegiaba el
turismo de masas; y que Canaima, se había
quedado rezada a un pequeño turismo con-templativo,
muy poco depredador del me-dio,
pero sin generar riqueza para el país y
para la comunidad de acogida.
Las opiniones de los posibles afectados
Para un desarrollo basado en el consen-so
de los actores, se debe promover la dis-cusión
de los proyectos turísticos, especial-mente
con los posibles afectados y en espe-cial,
discutir los impactos probables y las
medidas alternativas de mitigación si fue-sen
necesarias. Es necesario de nuevo plan-tear
estos problemas: ¿cómo percibe la co-munidad
al turismo en relación son su
identidad étnica?; ¿cuál es el punto de vista
de los diversos agentes y actores sociales?;
¿cómo se han planteado los criterios sobre
el manejo del negocio turístico y cómo se
ejerce el poder por cada uno de los actores?
La autorreflexión sobre las representa-ciones
culturales es un elemento básico en
el diseño de un proyecto, especialmente si
trata de preservar los recursos culturales
autóctonos -simbólicos y sociales- y reducir
la posibilidad de una alienación a causa de
un proyecto (Dupey, 2000: 79), o al menos
limitar la promoción de lo exótico que sólo
beneficiaría a la empresa promotora y al
130 El turismo cultural: gestión de partes interesadas ...
PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 7(1). 2009 ISSN 1695-7121
turista. En este sentido Aguirre Batzan,
citado por Ana María Dupey, nos indica lo
siguiente:
“el turista busca la utopía de los diferen-te,
para poder comprobar su propia identi-dad.
esto ha llevado al exotismo mercantil,
por el que se compran sensaciones contras-tantes.
aunque el turista mantiene su do-minio
simbólico, el cual reafirma su poder
económico y legitima la superioridad de su
cultura de origen” (op. cit., pp. 80-81).
Es así como, desde una óptica funcional,
Sautter y Leisen sostienen que "todas las
partes o intereses implicados o afectados.en
un mercado o comunidad determinada de-berían
gestionar conjuntamente el sistema
turístico" (1999: 102).
Un ejemplo que señalan estos autores es
el que corresponde al papel del turismo
étnico en Gales, el cual impulsa su cultura
diferenciada al dar a conocer al visitante su
carácter, historia y cultura. Aunque el
ejemplo anterior se centra en los intereses
de la comunidad de acogida y de los turis-tas
(un ganar/ganar), es necesario ampliar
este enfoque hacia los conservacionistas y
lo empresarios; y también hacia los empre-sarios
y los artistas o artesanos locales, así
como hacia el gobierno local y los demás
actores.
Acciones incongruentes pueden surgir si
no se respetan las "reglas del juego". Una
ejemplo lo constituye el conflicto entre el
gobierno municipal en una parroquia de
Caracas y los residentes locales respecto a
un proyecto de Bingo en el sitio denomina-do
La Trinidad. El empresario promotor,
motivado por la rentabilidad del negocio,
ignoró lo señalado en la Ley especial que
regula estos proyectos (localización en zona
declarada turística y referéndum previo
vecinal). En el lado contrario, las familias
residentes se sintieron ofendidas al no ser
consultados, argumentando los impactos
adversos que los afectarían en su cultura
urbana.
El trabajo interdisciplinario
Dado que las estrategias de relaciones
entre actores supone la intervención de
muchas disciplinas, que tratarían un asun-to
común, en este sentido las ciencias socia-les
realizarán importantes aportes (Jafa-ri,
1994: 24; Ascanio, 1992: 195). La gestión
del turismo cultural (y del turismo natu-ral),
es una responsabilidad compartida no
sólo entre actores interesados sino entre
diversos profesionales que trabajen con un
enfoque holístico o integrador (Meléndez,
1995: 14).
Conclusión
El turismo masivo nació como una nece-sidad
para generar riqueza. En ello radicó
su fortaleza y también su debilidad. El teji-do
social y el natural, como muchas cosas,
tienen sus limitaciones, y el turismo masivo
trató de llevar a esas limitaciones más allá
de lo que usualmente la comunidad de aco-gida
estuvo dispuesta a tolerar. El sacrificio
del concepto capacidad de carga, en su sen-tido
amplio, y la casi exageración de los
premios materiales, hicieron naufragar el
turismo concebido sólo como un negocio de
masas.
Los planificadores no se habían dado
cuenta de que ese enfoque resultaba ser un
disparate conceptual. La solidaridad y el
consenso entre actores es muy necesaria
para la vida en común en una comunidad
turística, pero debe modularse, pues de lo
contrario resulta atentatoria contra las tres
premisas elementales del progreso socioe-conómico:
la libertad como condición del
progreso personal y material; y porque no,
un "sano individualismo" que promueva
iniciativas culturales innovadoras y la ca-pacidad
competitiva para promover un tu-rismo
de calidad.
Todo esto, no se obtiene a través de un
sistema de ecuaciones, sino mediante el
ejercicio de un delicado equilibrio, que se
afiance en las potencialidades y facultades
del ser humano y en el perfil de los atribu-tos
y raíces de una comunidad que casi
siempre es irrepetible.
Referencias bibliográficas
Ascanio, Alfredo
1992 “Turismo: La ciencia social de los via-jes”,
Estudios y Perspectivas en Turismo
1(3): 185-197.
1998 “El futuro del turismo: cinco estrate-gias
para reinventar el turismo”, Turis-mo
em Análise 9(2): 7-23.
Borla, María Laura
2000 “Metodología del relevamiento del
Alfredo Ascanio 131
PASOS. Revista de Turismo y Patrimonio Cultural, 7(1). 2009 ISSN 1695-7121
paisaje natural como recurso ecoturísti-co:
caso de estudio Tierra del Fuego, Ar-gentina”,
Estudios y Perspectivas en Tu-rismo
9(1-2): 36-57.
Dupey, Ana María
2000 “La práctica del antropólogo y los pro-yectos
turísticos”, Estudios y Perspecti-vas
en Turismo 9(1-2): 72-83.
Jafari, Jafar
1994 “La cientifización del turismo”, Estu-dios
y Perspectivas en Turismo 3(1): 7-
36.
1999 Un turisme conscient de la seve posi-ció
académica: aproximacions retrospev-tives
i prospectives, Conferencia en oca-sión
del doctorado honoris causa. Uni-versidad
de las Islas Baleares, Palma de
Mayorca.
Meléndez Urdaneta, Anaida
1995 Argumentos para la vinculación del
desarrollo sostenible con el patrimonio
natural y cultural en turismo,Turismo
em Análise 6(1): 7-15.
Sautter, Elise T y Leisen, Birgit
1999 “La gestión de las partes interesadas:
un modelo de planificación turística”,
Annals of Tourism Research en español
1(1) : 101-119.
Schluter, Regina
1994 “San Carlos de Bariloche: costos y
beneficios del ecoturismo”, Estudios y
Perspectivas en Turismo 3(2): 7-36.
Kline`s, Elizabeth
1996-97, Guía de campamentos, posadas y
cabañas en Venezuela, Edición 2.
Recibido: 2 de octubre de 2008
Reenviado: 15 de noviembre de 2008
Aceptado: 21 de diciembre de 2008
Sometido a evaluación por pares anónimos