PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIDTECDNDM1A y DOCUMENTACIÓN
APROXIMACIÓN AL ESTUDIO DEL
PANORAMA BIBLIOTECARIO DEL
SIGLO XIX EN LA LAGUNA
Carmen Julia Hernández Hernández
Biblioteca Universidad de La Laguna
1.~ INTRODUCCIÓN
Abordar la problemática de los centros de lectura del XIX es tarea ardua debido
a la escasez de las fuentes con que contamos, 10 que obliga a una introspección en
documental variado.
El siglo XIX es una etapa interesante, pues se asiste a una serie de hechos que
marcan el panorama bibliotecario, destacando una incipiente intervención del Estado en
materia de bibliotecas (donaciones, organización, creación y formación de un cuerpo
especializado, etc.).
Las desamortizaciones eclesiásticas propiciaron que un caudal c.onsiderable de
libros y documentos pasaran a bibliote9as públicas ya existentes o a las creadas para tal
fin. Sin embargo no se trata de aportaciones, en general, relevantes, ya que su
restringida temática no resulta de interés al lector. Parte del material se pierde en el
camino que va del expolio particular a la búsqueda de una ubicación definitiva.
La Revolución del 68 incluyó en su programa ideas favorables a la creación de
bibliotecas, principalmente populares, consideradas como arma que combatiría la
ignorancia del pueblo, elemento éste que se esgrimía secularmente para su control.
Surgen toda una serie de normativas sobre este tipo de bibliotecas y se canalizarán las
aportaciones con las que se dotan.
Los resultados de las tentativas gubernamentales fueron desiguales, a 10 que
contribuyó su no continuidad temporal.
39
PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIOTECONOMfA y DOCUMENTACIÓN
Como alternativa al mal funcionamiento de las bibliotecas públicas, a las
carencias de sus fondos, a la inexistencia de presupuestos fljos, a la no creación en
algunas poblaciones, surgen las bibliotecas en ateneos, círculos y diferentes sociedades,
que ofrecen a sus asociados la posibilidad de acercarse al mundo del libro y de las
publicaciones periódicas (1).
Canarias asiste de forma tímida a los cambios que en materia bibliotecaria le
depara el siglo XIX. Coexisten bibliotecas públicas municipales, bibliotecas de centros
de enseñanza, eclesiásticas (muy reducidas por las desamortizaciones) y las de
sociedades culturales y recreativas (2).
2.- LA LAGUNA EN EL SIGLO xvm
Para entender los cambIos que se producirán en el siglo XIX es necesario
remontarnos al pt(ríodo precedente.
La Laguna en el XVIII es una ciudad que vive de los beneficios que le reporta
ser capital de Canarias, centro de su intelectualidad. La etapa más importante se da a
partir de mediados de la centuria. La Tertulia de Nava es el centro de reuni6n de la
élite ilustrada, en ella se leen libros prohibidos, se discute la situación imperante, se
juega, y de ella sale uno de los primeros periódicos canarios (La Gaceta de Daute). No
es de extrañar que debido a sus actividades fuera objeto de vigilancia del Santo Oficio.
Algunos de sus miembros fueron expedientados por esta Institución.
Las mejores bibliotecas privadas pertenecen esencialmente a la nobleza. Destaca
la del marqués de Villanueva del Prado, don Alonso, que según el botánico Lendrú
tenía "... 2.000 volúmenes, donde se encuentra los mejores libros franceses" (3).
Además de la Tertulia de Nava existieron otras en la Ciudad, centros en los que
se daban cita los más destacados elementos de la cultura canaria, y a donde acudían los
viajeros que recalaban en la Ciudad.
Las bibliotecas conventuales ocupan un lugar a mencionar en este apartado.
Destacar la. del convento de Santo Domingo y la de la Universidad Agustiniana,
establecida a principios del siglo XVIII. De ellas nada bueno comenta Lendrú en su
Viaje... De sus fondos sólo le pareci6 salvable algunas obras de los clásicos latinos.
La Real Sociedad Económica de Amigos del País de Tenerife, creada en 1777.
contó con biblioteca de la que pocos datos se tienen. La inquietud de la Sociedad llevó
a la compra de una imprenta para la difusi6n de sus trabajos.
La creación de la Universidad de San Fernando y su biblioteca (1793) marca el
punto álgido de toda una experiencia cultural para la Ciudad.
40
PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIOTECONOMiA y DOCUMENTACIÓN
3.- LOS CENTROS DE LECTURA EN EL XIX
La Laguna en el XIX puede ejemplificar el caso de las ciudades provincianas
que viven al margen de los grandes acontecimientos culturales.
A 10 largo del siglo XVIII se asiste al proceso de cambio de la capitalidad
efectiva insular, al desplazarse el eje económico de La Laguna a Santa Cruz. Al
traslado de la residencia del Capitán General en 1723, le seguirá una progresiva pérdida
de protagonismo que culmina en el siglo XIX, con una crisis que marca todos los
aspectos de la vida lagunera. La crisis económica y política se traduce en decadencia
cultural.
Cuenta con pocas librerías, carece de biblioteca pública municipal (con un
intento fallido de creación en 1902), posee una biblioteca pública provincial, que es lo
que resta de la antigua biblioteca universitaria, ya que cerrada la Universidad en 1845
sus fondos pasan a formar parte del Instituto de Canarias, abierto en 1846. No volverán
a incorporarse a la Universidad hasta los años cuarenta del siguiente siglo (4).
Además tiene la de la Escuela Normal y la del Seminario Conciliar. Junto a
todas ellas aparecen como novedad los centros de lectura en sociedades culturales y
recreativas.
De todas estas bibliotecas centrarán nuestro interés las de las sociedades, y el
intento frustrado de una biblioteca pública municipal, como exponentes de la alternativa
privada y pública en materia de lectura.
Los gabinetes de lectura de las sociedades surgen como respuesta, entre otras
razones, a la mala situación de las bibliotecas que el Estado no terminaba de hacer
arraigar, en las ciudades que tuvieron la fortuna de contar con este privilegio. El
término de gabinete de lectura es utilizado como sinónimo de recinto donde se ubica la
sala de lectura de libros, revistas y periódicos, encontrándose también la biblioteca.
Esta concepción restringida del término biblioteca impera en todo este período.
Las asociaciones aparecen en el siglo XIX para dar respuesta a la necesidad de
la burguesía de contar con recintos donde tuviera cabida el debate, la lectura, los
acontecimientos culturales más variados (teatro, música, conferencias, veladas
literarias... ) y la diversión. La Laguna, fuera de esos lugares, poco podía ofrecer, no
contando con teatro estable hasta los años noventa (Teatro Viana).
Algunas sociedades nacerán para actuar de centros de instrucción de la clase
trabajadora, si bien este objetivo puede aparecer en el ideario de las anteriormente
citadas.
Cuando en 1876, impulsada por la autoridad episcopal, nazca la Sociedad
Católica de Obreros de la Ciudad de La Laguna, se recogerá en el reglamento el
41
PARABIBLOS: CUADERNOS DE BlBLIOTECONOMfA y DOCUMENTACIÓN
fomento de los conocimientos literarios y artísticos, así como la creación de una
biblioteca cuyos fondos debían ser aprobados por una comisi6n creada a tal efecto (5).
GennilUJl surge en 1900 como centro de enseñanza para los trabajadores. Quiere
ser la alternativa eficaz de las sociedades de Socorros Mutuos cat6licas. Para llevar a
cabo su objetivo intenta crear una publicación mensual, gratuita entre los obreros, de
folletos y libros que propaguen conocimientos científicos, artísticos y literarios. La idea,
apoyada por el peri6dico republicano La Luz, no llega a fraguar. Precisamente este
periódico debido a la mala situaci6n de la enseñanza en la Ciudad, tanto de escolare~
como de obreros propugna la creaci6n de una "biblioteca popular" (6).
El tema de la ilustraci6n cala en el ideario de las sociedades culturales y
recreativas. En el período de la Restauración el tema cobra gran importancia. Toda la
élite cultural está convencida de la trascendencia de la educaci6n y del papel que ésta
debe jugar en la sociedad como fuente de progreso. Mientras una minoría trabaja por
la difusi6n de educaci6n hacia los sectores de la poblaci6n más desfavorecidos, otro
mayoritario busca su reafirmaci6n cultural y la extensi6n de la enseñanza dentro de su
propio grupo o de grupos afines. En el primer caso está la educaci6n de la mujer.
Si atendemos al ideario de una de esas sociedades La Instructiva podremos
comprender mejor su significado:
ti ... Estas sociedades literarias (...) tienen por único fin aclarar e
investigar los oscuros y difíciles problemas de la ciencia; propagar
entre los asociados el amor a la literatura y a las bellas artes ... " (7)
Las sociedades culturales y recreativas van a ser centros de ebullición de ideas,
de debate político, por lo que no es de extrañar que algunas sean cerradas por orden
gubernativa en aplicación de la ley de asociaciones, que prohibía la utilización de este
tipo de sociedades para fines no recogidos en su reglamento. A pesar de ello muchas
aparecen vinculadas, de forma soterrada, a facciones políticas.
Los beneficios que las sociedades reportan están vedados al conjunto de la
poblaci6n. Si bien es verdad que los reglamentos no establecen cortapisas expresas para
limitar la entrada de socios, se imponen una serie de condiciones que imposibilitan el
libre acceso, como es el caso de cuotas y la exigencia, al menos, de saber leer y
escribir. Al mismo tiempo se facilita el acceso a titulados superiores, bachilleres y
miembros de asociaciones científicas culturales ... (8).
En el último cuarto del siglo XIX se asiste a una verdad~ra fiebre fundacional.
Unos centros reemplazan a otros en poco tiempo. Los motivos son a veces políticos y
económicos (9).
42
.; ¡¡
J..o
@
PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIOTECONOMfA y DOCUMENTACIÓN
A mediados de siglo coexisten s610 dos centros, El Casino, como mantenedor
de la tradición nobiliaria y El Porvenir al que se asimilan burguesía y clase media.
Ambas cuentan con gabinete de lectura donde sus socios podían entretenerse en las
tediosas tardes laguneras (10).
El principal problema a la hora de estudiar los gabinetes de lectura de las
sociedades es la carencia de fuentes documentales. La existentes son parcas en
información: prensa, reglamentos, expedientes o informes (estos últimos en el Archivo
Histórico de la Ciudad).
Por 10 que respecta a El Porvenir (1858-1920) indicar que en su primer
reglamento recoge que para estimular la tlilustraci6n" entre sus asociados establecería
un "gabinete de lectura" con presupuesto para la adquisición de periódicos de ciencia
y artes y libros, además de otro para el personal responsable, el "secretario-archivero"
que se encargaría de conservar el local y el material, así como llevar la suscripción de
las publicaciones periódicas (11).
El reglamento inicial fue modificado en 1897 debido a que la sociedad habría
ampliado sus miras culturales y sociales. En éste se da un mayor apoyo al gabinete de
lectura. El "bibliotecario", término que ahora se recoge, tiene mayores facultades:
or~anizar el recinto y su material (libros, mapas y papeles diversos) teniendo que hacer
un catálogo para la consulta de los socios, en el que debe consignar las nuevas
adquisiciones. Además puede proponer a la junta directiva las mejoras que precise el
gabinete y la. adquisici6n de "buenas obras literarias o científicas, revistas, periódicos,
etc." (12). Sobre la biblioteca de El Porvenir el historiador lagunero Rodríguez Maure,
coetáneo de ella, comenta a fines de siglo que poseía "... un gabinete de lectura con
regular biblioteca y bastantes peri6dicos. ti (13).
El Clrculo Literario y de Recreo (1875-1882) y El Gabinete Cient(fico y
Literario (1883-1884) recogen en sus reglamentos el interés que tienen por convertirse
en centros literarios y científicos, de recreo y reunión. Para lograr 10 primero se
fomentaría la celebraci6n de sesiones "literarias y científicas" y la apertura del gabinete
de lectura con "publicaciones periódicas, ilustradas, científicas, literarias y políticas".
También se contaría con biblioteca (14).
De la sociedad La Instructiva (1870-1882), una de las más importantes a nivel
cultural de La Laguna, punto de encuentro de la intelectualidad isleña, sólo se sabe que
tuvo biblioteca, no permanente al carecer de local propio. Estuvo vinculada al Instituto
Provincial y transitoriamente a El Porvenir, el cual al trasladarse en 1882 al palacio de
los condes del Valle Salazar le cedió dos salones, uno de ellos para que instalara su
biblioteca (15).
Por lo que respecta a la biblioteca de la Real Sociedad Económica pocos datos
ofrece en estos años la documentación consultada debido a que tuvo que cerrar varias
43
PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIOTECONO}1fA y DOCUMENTACIÓN
veces por la crisis en que se debatía. Sus actas recogen de tarde en tarde la llegada de
donativos. Su patrimonio documental, a pesar de las grandes pérdidas sufridas en los
intervalos de inactividad, 10 componen folletos, memoriales, libros y prensa. El número
de volúmenes de su "archivo y librería" (término éste que se emplea en el XIX en lugar
de biblioteca) es en 1904 de setecientos (16).
Las grandes donaciones posteriores configurarán la riqueza de su fondo.
Desde mediados de siglo permanece su biblioteca cerrada por no contar con
lugar apropiado donde instalarla. Es el 13 de Marzo de 1904 cuando se abre como
Itbiblioteca popular", tras la donación del fondo del marqués de Villanueva del Prado
y con la cesión de local por parte del Ayuntamiento (17).
A pesar de la parquedad de la información que las fuentes suministran con
respecto a los gabinetes de lectura de las sociedades, no es difícil valorar, con el
manejo de otras fuentes indirectas, 10 que supuso para la burguesía lagunera contar con
centros donde poder contactar con el mundo de la lectura, ya a través de libros como
de publicaciones periódicas. Estas actúan en muchas ocasiones de material informativo
para la discusiones que se entablan en las sociedades. La adquisición de prensa po podía
faltar pues desde ella se asiste a los acontecimientos políticos, económicos, sociales y
culturales que vive e1 siglo XIX.
Por lo que respecta a la Biblioteca Públi~a Municipal, indicar que el primer
intento de creación data de Agosto de 1901 cuando la marquesa viuda de Villanueva del
Prado, doña Concepción de Frías y Chirino, ofrece al Ayuntamiento de La Laguna la
biblioteca que fue de su difunto marido, don Fernando de Nava y del Hoyo, atendiendo
al deseo de éste de que su legaQo Se custodiara en la Ciudad que le había visto nacer.
La donación se ofrecía como base de una biblioteca municipal si el Ayuntamiento daba
l?cal y personal, pues la instalación correría a cargo de la marquesa.
El Ayuntamiento aceptó inicialmente la donación y nombró una Comisión
formada, entre otros, por el alcalde, el teniente de alcalde, el juez de 1a instancia y el
secretario, para la fIjación de las condiciones de aquella. Por su parte la marquesa
apodera a su abogado y a Rodríguez Maure, amigo de la familia.
Las bases de la donación fueron aprobadas por ambos lados: el nombre de la
biblioteca "Biblioteca Nava Municipal de La Laguna"; la necesidad de que el
Ayuntamiento estableciera el fondo en lugar apropiado; la asignación de 750 ptas.
anuales para la biblioteca (500 para el bibliotecario y 250 para el mantenimiento del
local); el sentido que se daría a las donaciones subsiguientes como añadidos al inicial;
la designación del primer bibliotecario por parte de la donante, siendo en lo sucesivo
elección del Ayuntamiento, pero debiendo recaer en persona cualificada por sus
conocimientos, natural y vecino de la Ciudad e inamovible en su puesto, su destitución
correspondería a una Junta. especial (formada por el Alcalde, los dos curas párrocos de
44
.; ¡¡
J..o
@
PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIüTECüNOMfA y DOCUMENTACIÓN
la·Ciudad, el presidente de la Económica y el síndico personero) cuyo fallo por mayoría
sería irrevocable; la exclusión del Cuerpo de Bibliotecas y Archivos para hacerse cargo
de la biblioteca; el préstamo de libros restringido y la apertura de la sala de lectura (tres
días a la semana de 12 a 3 de la tarde hasta que el Ayuntamiento aumentara la
dotación).
De las condiciones aprobadas hay que destacar la del bibliotecario. En esto se
había puesto especial énfasis ya que conociendo la política municipal marcada por
enfrentamientos de partidos, destit~ciones de cargos de confianza cuando accede la
oposición al poder, la creación de tensiones políticas en organismos privados como
prolongación de la lucha por el poder municipal, podía hacer peligrar un cargo elegido
por el Ayuntamiento.
El marqués dejó bien atado lo concerniente a su fondo, pues las condiciones se
basan en las notas de su testamento. Conociendo los avatares de la vida municipal no
estaría dispuesto a que su legado sufriera algún problema por la falta de personal
adecuado. Precisamente el alcalde, don Wenceslao Tabares y García había apoyado
decididamente la independencia del cargo de bibliotecario y el libre desempeño de sus
tareas de todo tipo de exigencias y II sobre todo de las funestísimas de nuestra política11 •
Por lo que respecta a la exclusión de funcionarios del Cuerpo de Bibliotecas y
Archivos para llevar la nueva biblioteca, indicar que puede estar relacionada con la
decisión del donante, como se ha anotado en las bases, de que aquella fuera organizada
por persona natural y vecino de La Laguna. Encontrar un funcionario con las
características que precisaba el donante hubiera sido tarea difícil, casi imposible.
Además de esto estaba la dependencia del Cuerpo a la Administración Central. Hechos
estos que pudieron estar en la mente del marqués, o bien que entraran en juego otras
razones.
El Ayuntamiento designó sitio para la instalación de la biblioteca y la marquesa
sufragó los gastos ocasionados por su instalación.
Debido a la celeridad con que se habían hecho los trabajos preliminares, parecía
que la biblioteca iba a ser rápidamente inaugurada. La realidad fue bien distinta.
Al enterarse la marquesa que la inauguración oficial se incluía como uno de los
actos de las fiestas del Cristo, en Septiembre de 1902, quiso hacer entrega por medio
de acta notarial, como previamente se había acordado con la Comisión. El 4 de
Septiembre envió un oficio al Ayuntamiento, insertando las bases de la donación (por
el Alcalde sabía que a pesar de la aprobación de aquellas, hasta ese momento no
constaban en actas ni en el expediente que se había formado al respecto), en el que
exponía su deseo de formalizar la entrega. Como una de las condiciones era el
nombramiento del primer bibliotecario designa a su sobrino, don Fernando de León
Huerta y Salazar.
45
PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIOTECONOMíA y DOCUMENTACIÓN
El oficio leído en sesión extraordinaria convocada al efecto motivó discusi6n.
El resultado fue la aceptación única de la primera condición "... por considerar (la
mayoría de la Corporación) que las restantes no favorecían al prestigio del municipio"
pues mermaban a la Institución las atribuciones que la ley le confería.
A pesar de la intervención del Alcalde en favor de la donante, de que las
condiciones ya hubieran sido aceptadas por la Comisión municipal, que la biblioteca
estuviera instalada (con libros y material), consignado en el presupuesto el dinero para
personal y material y de la disponibilidad de la donante para admitir modificaciones
"justas", con excepción 'de la que hacía referencia a la Junta para la destitución del
bibliotecario, prevaleció la opinión de la mayoría sobre la lesión de las competencias
de la Corporación si se aceptaban las condiciones.
La marquesa una vez que fue informada del acuerdo municipal contesta en unos
términos que merecen ser reproducidos pues resumen la desidia con que el tema se
había llevado:
"... Al ver hoy que la Excma. Corporación manifestando que la ley
10 prohíbe, modifica su acuerdo, faltando al compromiso a que en
su nombre se obligaron sus apoderados, como mujer ignorante de
la ley, se me ha de permitir que dude de la sinceridad de la excusa,
toda vez que entre los individuos de la Comisi6n Municipal, venían
hombres de reconocida pericia en el derecho... " (18)
El resultado fue la retirada de la donación del local donde se hallaba.
El desinterés con que el tema se llevó es evidente. ¿Cómo se podía desautorizar
a una Comisión elegida por la Corporación? ¿Cómo es posible que después de un año
transcurrido desde la aceptación de las condiciones, éstas no se hubieran insertado en
acta ni en el expediente que sobre la donación existía? ¿Cómo se esperó tanto tiempo
para discutir el tema si las bases ya estaban aceptadas por la Comisión? ¿Por qué no
se había hecho entrega formal de la donación si la biblioteca ya estaba creada y existía
presupuesto municipal para ella? ..
Muchas lagunas quedan sobre la frustrada biblioteca pública municipal.
Dos años después la biblioteca del marqués encontrará destino definitivo en la
Real Sociedad Económica. El Ayuntamiento para tal fin cederá un local a l~ Sociedad
(19).
46
PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIOTECONOMfA y DOCUMENTACIÓN
NOTAS
(1) ESCOLAR SOBRINO, Hip6lito. Historia de las bibliotecas. Madrid: Fundación
Sánchez Ruipérez. 1985. pág. 396-413.
(2) Uno de los últimos trabajos aparecidos que aborda, entre otros temas, el de las
bibliotecas en el XIX es el de Santiago de Luxán Meléndez y Ma de los Reyes
Hemández Socorro La difusión del libro en Las Palmas durante el reinado de
Isabel I1, publicado por el Cabildo Insular de Gran Canaria en la Colección
"Guagua" (1990).
(3) LEDRU, André-Pierre. Viaje a la isla de Tenerife (1796). /s.1./:/s.n./.·1982 (La
Orotava: Gráficas la Torre), pág. 55.
(4) MARTINEZ, Marcos G. La biblioteca de la Universidad de La Laguna. Santa
Cruz de Tenerife: Cabildo, Aula de Cultura. 1969.
(5) SOCIEDAD CATÓLICA DE OBREROS DE LA CIUDAD DE LA LAGUNA.
Reglamento para el gobierno y administración. Santa Cruz de Tenerife:
Imprenta J. Benítez y ca. 1876.
(6) LA LUZ. Periódico independiente. La Laguna. 30 Julio 1899, nO 2 y 1 Mayo
1900, nO 40.
(7) LA INSTRUCTIVA. Sesión extraordinaria de la Sociedad. 15 de Enero de
1871. Santa Cruz de Tenerifé: ImprentaJ. Benítez y CO. 1871.
(8) HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, Carmen J. La Laguna. Sociedad y cultura en
el último cuarto del XIX. Memoria de Licenciatura. 1986.
(9) En el período que abarca 1800-1858 se constata la existencia de 2 sociedades en
La Laguna. Sin embargo hemos recogido entre 1870-1900 la creación de 11
sociedades nuevas.
(10) CARBALLO WANGUEMERT, Benigno. Las Afortunadas. La Laguna: Centro
de la Cultura Popular Canaria. 1990. pág. 48.
47
PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIOTECONOMfA y DOCUMENTACIÓN
(11) EL PORVENIR. SOCIEDAD DE AMIGOS DE LA LAGUNA. Reglamento
1858 y Reglamento de 1897. Archivo del Ayuntamiento de La Laguna.
Expedientes de sociedades. Legajo nO 12.
(12) RODRÍGUEZ MaURE, José. Gu(a de La Laguna. La Laguna: Instituto de
Estudios Canarios. 1935.
(13) CIRCULO LITERARIO Y DE RECREO DE LA CIUDAD. DE LA LAGUNA.
Reglamento. 1875. Santa Cruz de Tenerife: J. Benítez. 1875. GABINETE
CIENTÍFICO Y LITERARIO. Reglamento. 1883. Archivo del Ayuntamiento
de La Laguna. Expedientes de sociedades. Legajo nO 1.
(14) EL PROPAGANDISTA. Periódico democrático. La Laguna. 15 Enero 1882. N°
31.
(15) REAL SOCIEDAD ECONÓMICA DE TENERIFE. Sesión pública celebrada
el 13 de Marzo de 1904 para inaugurar su biblioteca. La Laguna: Tipografía.
1904. pág. 5.
(16) Ibidem.
(17) Lo ocurrido en el asunto de la fracasada biblioteca municipal de esta Ciudad.
La Laguna: Tipografía A. Alvarez. 1902?
48