PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIOTECONOMfA y DOCUMENTACIÓN
PRECURSORES DE LAS CIENCIAS
DE LA DOCUMENTACIÓN
EN ESPAÑA: EL CASO DE
AGUSTÍN MILLARES CARLO 1
José A. Moreiro González
Profesor de Teoría e Historia de la Documentaci6n
Universidad de Murcia
0.- ~ INTRODUCCION
El concepto Documentación tiene un doble significado, pues se refiere tanto a
las agrupaciones de documentos, en cuanto materiales que soportan datos, como a las
técnicas que permiten el acceso a la información que estos datos contienen.
La Documentación existe como.intermediación entre el emisor y el receptor de
los documentos, para 10 cual utiliza medios informáticos que otorgan rapidez y eficacia
a las técnicas empleadas, y trata de ofertar cuantos mensajes haya disponibles sobre un
asunto científico, administrativo, cultural o de interés general.
Planteada esta cuestión introductoria, y convencidos de que el fin principal de
la Documentación consiste en ofertar fuentes de información sobre una cuestión
concreta, tratamos ahora de justificar cómo la obra de Agustín Millares CarIo se integra
de lleno en esta afirmación. Ya que si algo la caracteriza sobremanera es que siempre
persiguió conceder exhaustivamente cuantos documentos existiesen sobre una serie de
ámbitos y asuntos que luego detallaremos. Y tenemos que hablar de Documentación
1 Se originó el presente artículo en una conferencia dictada por el autor con motivo del
10° aniversario del fallecimiento de Millares Carló. Véase La Provincia, 31 de Mayo de
1990, pág. 26 Y 27. Del desarrollo de las ideas expuestas allí surgen estas consideraciones.
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porque su actividad, por más que referida a documentos expresados exclusivamente
mediante la escritura, se ocupó de éstos en su doble vertiente de manuscritos e
impresos. Y así, dándose de lleno a la Bibliografía como concepto y como muestrario
de repertorios acerca de los impresos, excedió con mucho el campo de ésta al hacer lo
mismo con los manuscritos a través de la Paleografía y Diplomática. Por lo cual el
término Bibliografía le queda estrecho, por más que haya sido modélica su actuación
en él. La amplitud y características de su erudición nos obligan a estudiarle inmerso en
los postulados básicos de la Documentación, pues hasta el mismo concepto de
Bibliografía le vendría corto. En especial si tenemos en cuenta que ambos aspectos, la
Bibliología y la Bibliografía, no son sino un antecedente desde el punto de vista
diacrónico, y un sector desde el sincrónico de la Documentación como concepto más
amplio, en cuanto extensible a mayor número de materiales y de técnicas de actuación.
Pretendemos determinar en qué forma su vocación científica puede considerarse
como precedente de las actividades y objetivos que definen lo que ámpliamente
denominamos ciencia de la Documentación. Y hacemos esta proposición no desde una
decisión de origen propio, sino como continuación de anteriores manifestaciones que
avanzaban esta posibilidad: como el profesor López Yepes que en repetidos foros
reclamó para la figura del canario un lugar destacado en la provisión de los elementos
que conformaban en un momento dado el estado del arte de diversas cuestiones
humanísticas. O como Rafael Ruiz Pérez, que destáca a Millares como impulsor, junto
a Lasso de la Vega, de los estudios sobre la elaboración y presentación de trabajos
científicos, hoy tan al uso (1).
Nos acercarnos a su figura como documentalista de los escritos, tanto en su
faceta manual como impresa, y documentalista de las técnicas que permiten su
descodificación. Por sup~esto no conocía, ya que cronológicamente le desborda, la
documentaci6n automatizada. Ni por la misma razón y a causa de su inclinación erudita,
le podían atraer los documentos sonoros, audiovisuales, etc. Además, si de documentación
científica hablamos, está bien claro que el soporte casi exclusivo siguen siendo los
impresos. Y de éstos, así como de los manuscritos, sus antecedentes, sí que dio
Millares una lección magistral durante 60 años.
Sin duda muchos de sus repertorios admiten ser comparados con las actuales
bases de datos, por más que s610 conociesen edici6n impresa. Si a ello unimos la
importancia que siempre concedió a los índices que elaboraba con gran exhaustividad
y cuidado, vemos su coincidencia con la principal preocupación de los documentalistas:
la de recuperar con exactitud las informaciones pertinentes a un interés concreto. Todo
repertorio de Millares cont6 con índices cuidados que cumplían la misión de facilitar
las búsquedas concretas de los investigadores y de ser auténtica galantería en la
presentación de los contenidos.
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Documentalista en fin como docente, como profesional y como estudioso. Por
más que, sin duda, haya sido su dedicación a los estudios bibliológicos la que mejor
dibuje la tesis que defendemos. En este negocio nuestro que sobre todo mueve ideas,
causa asombro el número y calidad de las labores bibliográficas (es decir, de control
de ideas sobre un campo determinado) que desarrolló Agustín Millares CarIo. Con una
actuación siempre preocupada por conseguir lo que Ortega comentaba como fin ideal
de la oferta informativa: aquella bibliografía "razonada y cribada" (2), es decir, crítica,
precisa y selectiva de los documentos auténticamente válidos.
1.- EL VALOR DE SUS ESTUDIOS BmLIOGRÁFICOS
Aparece Millares doblemente implicado en las cuestiones bibliográficas y
bibliológicas, pues actuó en ellas tanto desde los aspectos teóricos como desde los
aplicativo-prácticos. Su posición conceptual se integra en la visión más tradicional,
propia de los países de habla latina, que ve la Bibliografía por encima de todo como
Ciencia de los repertorios (3). Concepto al que se afilia la fecunda escuela francesa y
que en España defenderán, vía Menéndez Pelayo, entre otros Sáinz Rodríguez, Lasso
de la Vega, Rodríguez Moñino, Bohigas, Mateu y Llopis, Simón Díaz, García Morales
y, por supuesto, Millares CarIo.
Los valores históricos y conceptuales de la Bibliografía merecieron la atención
de éste en "La Bibliografía y las Bibliografías" (4) así como en el Prontuario de
Bibliografla General (5). Valores que desde estas publicaciones pasaron a formar parte
de otra obra teórica de campos próximos, como es la Introducción a la historia del
libro y de las bibliotecas, con la cual Millares completó su visión del mundo de los
impresos y sus centros de custodia (6). Aproximándose así a través de dos acciones
diferentes a la comprensión de los factores encuadrados dentro de la Bibliografía por
la corriente sajona globalizadora y enciclopédica. Llenó esta última obra un vacío en
las aportaciones a la evolución de nuestra producción libraría, pues hasta entonces no
había llamado la atención de los investigadores de lengua castellana el estudio de la
historia dellibro y de las bibliotecas.
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1.1.- La evolución tipográfica
Este amor por lo teórico y evolutivo acerca del libro tuvo continuidad en sus
trabajos sobre la imprenta. En este apartado consiguió Millares su entrega más
destacada por medio de su Historia de la imprenta en Barcelona, obra de dilatadísimo
desarrollo, que en 1935 obtuvo el premio extraordinario "Cardenal Cisneros" al V
Centenario de la introducción de la imprenta en España (8).
Los estudios tipográficos incluyeron ¿cómo no? un ensayo sobre la Historia de
la Imprenta en las Islas Canarias, cuya edici6n malograda por la Guerra Civil perdió
todo objeto al aparecer en 1964 la Tipografla Canaria de Antonio Vizcaya Cárpenter
(9). Esta preocupación por conocer la evoluci6n de la imprenta continu6 en América:
en México aport6 datos y estudios sobre los tipógrafos del siglo XVI, y sobre muchos
aspectos parciales que se vieron superados por su edici6n de la Bibliografla mexicana
del siglo XVI de García lcazbalceta donde, con su erudición, enriqueció con muclúsimos
datos y dotó de índices una obra fundamental para conocer los frutos de la imprenta en
aquel virreinato.
Respecto de Venezuela, puede ser considerado como el primer historiador y
ensayista sobre la imprenta; sus obras han sido definitivas para dar a conocer la
evolución tipográfica en aquel país. Recordemos los trabajos mayores: La imprenta y
el periodismo en Venezuela (lO)~ los Materiales para la Historia de la Imprenta y el
Periodismo en el Esado Zulia (11), y el Ensayo de una Bibliografta de la imprenta y
el periodismo en Venezuela (12). Incluso proyectó una Bibliografta de la imprenta y el
periodismo en América Latina, de la que, junto a 10 referente a México y Venezuela,
sólo llegó a elaborar unos ItApuntes para una bibliografía de la imprenta y el periodismo
en Cuba hasta 1970" (13).
1.2.- Tareas de responsabilidad en revistas científicas
No debe extrañarnos su amor por lo teórico y lo docente cuando hablamos del
libro. Su vocación por estas cuestiones era manifiesta. Y 10 conceptual no era sino la
respuesta a algo vivido antes en la práctica. Por ello conviene considerar de forma
independiente sus actividades editoriales en revistas científicas.
Por razones de continuidad en las colaboraciones familiares con la institución
tenemos que considerar en primer lugar en este apartado las múltiples actividades que
desarroll6 Agustín Millares Carla en la revista El Museo Canario en dos etapas, una
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en el período inmediato a la Guerra Civil y otra cuando residía ya en Venezuela.
Muchos años después dirigió en Canarias, otra revista de clara tendencia informativa,
el Boletln de Reseflas Bibliográficas, e incluso le dio tiempo para fundar y poner en
marcha el primer número del Bolet(n que lleva su nombre.
Por lo que respecta a América debemos mencionar sus labores de carácter
bibliográfico en algunas de las publicaciones emitidas por las agropaciones republicanas
en el exilio como fueron España Peregrina, Cuadernos Americanos, Las Españas y
Ultramar. Desde ellas se planteaba el significado cultural del destierro y Millares
registró la bibliografía de los transterrados. Una vez incluso en la normalidad académica
e investigadora de México destacan sus continuas colaboraciones con Filosofla y L(!tras
(órgano de esta Facultad en la UNAM), en la sección bibliográfica de Letras de México
yen la Nueva Revista de Filologra Hispánica de El Colegio de México. Pero la mayor
expresión la alcanzó por medio de la Revista de Historia de América donde a 10 largo
de treinta años informó de cuantos libros, folletos y artículos iban apareciendo sobre
la historia de todo el continente. Utilizó para ello unos breves resúmenes de alerta que
en labor continuada a lo largo de tanto tiempo llegaron a superar los cuatro mil
quinientos análisis. Esta crítica de obras históricas, que exige en quien la protagoniza
la coincidencia del conocimiento especializado junto a las técnicas del tratamiento
documental fue ejercida también en la Universidad del Zulia tras su marcha a
Maracaibo en 1959. La aplicó allí primero a través del Boletfn de la Biblioteca General,
del que era director (14). Más tarde por medio de La Universidad del Zulla,
Recensiones, y del Anuario de Filologra; y por último recopilando cuantos datos escritos
hubiese sobre Baralt en la Revista Baraltiana.
1.3.- Aplicaciones analíticas de Bibliografía
Por 10 que se refiere a la conformación de repertorios bibliográficos conviene
separar su ingente producción en estos ámbitos geográficos de referencia: Canarias,
México y Venezuela. Por más que la oportunidad nos permita sólo detenernos en lo
principal de la misma. La recopilación del intelecto canario produjo una obra de
asombrosas dimensiones: La Bibliografla de escritores canarios de los siglos XVI al
XVIII (15) obra de rigor que obtuvo el premio nacional de Bibliografía en 1929, pero
que por su desmesurada tarea conoció muchas correcciones y adiciones por medio de
la revista El Museo Canario, que serían el punto de partida de la nueva edición
elaborada en colaboración con Manuel Hemández, Antonio Vizcaya y Agustín Millares
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:)all, cuyos frutos c~menzaron a publicarse en '1975 (16), continuándose hoy aún en el
volumen Val cuidado de Martínez de la Fe. La empresa ha sido y es de una magnitud
enorme y consiguió que el Archipiélago Canario se adelantase a las demás regiones
españolas al contar con el catálogo analítico de las obras escritas por sus hijos. Si
completásemos este panorama por ampliación temporal hasta los momentos actuales y
con la inclusión de los escritos "sobre Canarias", nos encontraríamos con la satisfacción
de los objetivos primeros y fundacionales del espíritu documental: tener conocimiento
exhaustivo de las existencias sobre un tema concreto.
La recepción habida en América tuvo la mejor respuesta en el caso de Millares
con la continuación de las inclinaciones científicas que siempre sintió, y sobre todo, por
el valor y número de sus entregas en cuanto se refiere a lo bibliográfico. Así consiguió
obras de consulta continental. Su aportación más elev¡lda a obras de carácter general
latinoamericano se debió al estudio del Ep(tome de León Pine10 (17), obra de bastante
confusi6n en su origen, que Millares transformó en un repertorio útil para acceder a las
fuentes históricas de los siglos XV y XVI. Incluso ofert~ un catálogo de investigadores
y obras especializadas en la figura de Pinelo (18). Además de otras investigaciones
continentales de carácter menor (19), la producci6n bibliográfica se centró en cuanto
se refería a México de forma muy especial sobre la época colonial. En el inventario de
la producción bibliográfica mexicana destacan sus estudios sobre los principales
personajes que marcaron la realidad bibliográfica hispanoamericana: así la Bibliotheca
mexicana de Eguiara y Eguren (20) o el panorama más amplio de la producción de
libros d?qmte los tres siglos de dominación española que fue la Biblioteca hispanoamericana
septentrional de José Mariano Beristaín de Souza (21). Incluso nos ofreció
en colaboración con José Ignacio Mantecón una bibliografía de bibliografías mexicanas
(22).
La bibliografía retrospectiva conoció en Millares una tendencia muy frecuente
a 10 biobibliográfico, en cuanto estudio interesado en el conocimiento de personas y sus
publicaciones. Además de los citados Pinelo, Eguiara y Beristaín debemos nombrar el
ensayo que realizó junto a Julián Calvo titulado Testimonios auténticos acerca de los
Protománires del Japón (23) o los Tres estudios bibliográficos que plante6 la semblanza
y obra de López de Palacios Rubios, León Pine10 y Gil González Dávila (24).
La atención de Millares a los fondos nacionales de Venezuela se caracterizó por
su inclinación a descubrir los tesoros bibliográficos. Siendo los ejemplos más
representativos los libros de los siglos XV, XVI YXVII de la Academia Nacional de
la Historia (25); los de la Colección Fortique de época idéntica a los anteriores (26);
o los del siglo XVI custodiados en la Biblioteca Tulio Febres Cordero (27). Su entrega
a estudios bibliográficos venezolanos incluyó otro hito fundamental al ocuparse de dos
de los hijos más preclaros de aquel país: Baralt y Bello. Las monografías que Millares
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dedicó a Su estudio nos han permitido conocer exhaustivamente la producción de ambos
(28). Si añadimos a ésto las contribuciones al estudio de la imprenta yel periodismo,
así como su labor en publicaciones periódicas y en otras actividades bibliotecológicas,
comprenderemos con facilidad que se haya instituido en Venezuela el Premio Nacional
de Bibliografía, con el nombre de "Millares CarIo".
2.- IllSTORIA DE BASES DOCUMENTAL
De preferencia documental fueron asimismo sus estudios históricos. Nacidos de
su vocación paleográfica a través de la ya comentada proximidad al Archivo de
Protocolos paterno, no se limitaron a la- concesión de los caracteres gráficos, o si
queremos externos, de las fuentes manuscritas, sino que se entregó como intermediador
informativo entre los escribanos que conforman los originales y los historiadores que
sistematizan causalmente los hechos. Por ello los datos históricos ofertados por Millares
adquieren este valor de tratamiento documental. Como son sin duda fuente de naturaleza
histórica su descripción de todo tipo de archivos y muchas de sus monografías
bibliográficas. Gozan, por supuesto, de este carácter informativo-histórico sus
aportaciones a las ciencias paleográfica y diplomática, concebidas como medios
necesariamente utilizables por todo historiador que se acerque a descodificar las fuentes
documentales de los tiempos antiguos, el feudalismo o la modernidad. El mensaje de
estos documentos se convierte en inaccesible si carecemos de unas herramientas
interpretativas. En este propósito de hacer disponible la información contenida en los
manuscritos, se advierte un profundo sentido documental, pues no cabe duda que
estamos hablando de manejo de la información y de técnicas que permiten el acceso a
unos contenidos existentes. Vemos cómo muchas exploraciones de nuestro polígrafo
cumplían la misión de aportar materiales para ser utilizados en posteriores investigaciones.
Factor éste de la más genuina clave documental, pues su función descansaba en
facilitar el camino de las consultas a los documentos de todo tipo guardados en archivos
y bibliotecas. Para desde ellos, en cuanto fuentes directas y objetivas, partir hacia la
elaboración de los conceptos históricos. Aquí encontramos la causa, por evidente
paralelismo, hacia las labores de los ilustrados por dotar a España de un cuerpo
antológico de documentos sobre los cuales elaborar luego Historia (29).
La descripción de los fondos de archivos españoles e hispanoamericanos tiene
este valor intermediador. No se pueden estudiar los tiempos pasados si se desconocen
los documentos sobre los que se han plasmado los hechos que vivieron los hombres. El
archivo almacena los datos, para que luego el historiador los maneje. Pero si queremos
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que lo haga pronto y bien precisamos de la presencia de un informador que permita
conocer qué documentos existen y de qué tratan. Así se allana la principal dificultad del
investigador: encontrar y seleccionar los documentos interesantes entre la enorme masa
de éstos. Yéso hizo Millares con las descripciones de los archivos de carácter histórico
que luego atenderemos. Así pues el estudio documental de los fondos de archivos
califica la entrega de Millares a lo histórico. En este sentido resulta esclarecedor que
su principal contribuci6n a la Historia de Canarias tuviese como marco la revista El
Museo Canario en los años anteriores a la Guerra Civil. Y lo hizo precisamente a través
de dos secciones fijas que se titulaban "Documentos" y "Reseñas". Términos
pertenecientes a conceptos fundamentales en el campo de la información científica.
El mismo valor como recopilación de fuentes informativas tuvieron sus "Fuentes
diplomáticas para el estudio del reinado de Alfonso VII de Castilla", auténtico
monopolio de la historia de este reinado, cuya descripción superior a los mil doscientos
documentos se perdió en la tragedia bélica.
Igualmente debemos considerar desde el prisma americanista como su mayor
labor la concesi6n de alerta historiográfica. Ya antes comentábamos cómo a través de
la Revista de Historia de América anunció a lo largo de veintinueve años cuanto de
nuevo surgía sobre historia del continente. Incluso sus entregas a lo hist6rico en la
región del Zulia tuvieron este carácter. Produjo allí Millares CarIo varias compilaciones
documentales fruto de una búsqueda minuciosa en los Archivos de Indias sevillano,
Principal de Maracaibo y General de la Naci6n en Caracas. Nos referimos a su
Documentación realista sobre la Batalla Naval del Lago de Maracaibo (30), Y a
Maracaibo y la Independencia de Venezuela (31).
2.1.- La documentación de los archivos
Sin duda la proximidad familiar al Archivo de Protocolos de Las Palmas,
custodiado en el despacho notarial de -su padre, foment6 en Millares CarIo al menos tres
atracciones científicas: "la archivística surgida directamente por el interés hacia la
agrupación documental, la paleográfica, que posibilitaba el acceso a los contenidos de
esos mismos documentos; y la hist6rica, por el trato con la vida de 'los hombres
precedentes a cuyo conocimiento llegaba bebiendo de la fuente que eran esos
protocolos" (32). Esta natural querencia había de encontrar respuesta en una entrega
prolongada durante toda su vida hacia la descripci6n de los fondos de archivos.
Manifestación que comprenderemos mejor desde su cátedra de Paleografía y Diplomáti-
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ca, pues su amor por los manuscritos desarrolló también, con toda lógica, su atención
al conocimiento de las agrupaciones en que éstos se custodian.
Cabe por su importancia recordar aquí aquellas colecciones pertenecientes a
archivos con los que Millares se relacionó profesionalmente, y cuya pertenencia
contribuyó a concederles "categoría y prestancia" en palabras de Gómez Iglesias y de
Sáinz de Robles (33). El ofrecimiento de los materiales conservados en archivos
multiplica su efecto informativo por cuantos usuarios hayan podido obtener datos de
interés a través de esta intermediación efectuada por nuestro polígrafo y que consideramos
de genuino valor documental. Detengámonos, aunque sea con brevedad en aquellos
repertorios más selectos que nos aproximó al menos en tres actuaciones bien diferenciadas:
los fondos de archtvos históricos, la producción bibliográfica sobre los mismos,
y la atención erudita hacia 10 literario-humanístico.
En 1923 obtuvo Millares la plaza de conservador del Archivo Municipal de
Madrid, la descripción de cuyos fondos dibujan magistralmente entre los años 1924 Y
1936, a través de una serie de artículos que andando el tiempo se convirtieron en los
Documentos del Archivo General de la Villa de Madrid (34) y las Contribuciones
Documentales a la Historia de Madrid (35), aparecidas como monografía en 1932 y
1943. Igualmente destinada a la divulgación de los fondos de ese archivo apareció en
1924 la Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo del Ayuntamiento de Madrid, fundada
por Millares en compañía de Ricardo Fuente y de Manuel Machado.
Tuvo Millares presencia en las obras conceptuales sobre archivística, adoptando
en. ellas una postura de compromiso moderno como demuestran los postulados sobre los
que alzó su defensa de "Una Ley de Archivos" (36), un planteamiento te6rico de
globalidad en la gestión informativa de gran parecido al efectuado sobre fondos
bibliográficos. Por encima de esta aportación a la teoría, adquiere carácter de
dimensiones exponenciales su obra de descripción de repositorios americanos. Resulta
obligatorio citar su indice y extractos de los Protocolos del Archivo de Notar(as de
México (37), así como las fuentes documentales con datos de interés para la historia
mexicana, como el Repertorio bibliográfico de los archivos mexicanos y de las
colecciones diplomáticas fundamentales para la historia de México (38), y el de los
archivos europeos y norteamericanos de interés para la historia de México (39), de
claro paralelismo con su entrega a las fuentes históricas venezolanas por medio del
Estudio bibliográfico de los archivos venezolanos y extranjeros de interés para la
historia de Venezuela (40).
La huella dejada por las investigaciones llevadas a cabo en el Archivo Municipal
madrileño fue revivida en América primero, por medio de sus Contribuciones a la
Historia Municipal de América (41), y luego mediante la descripción de los Libros de
Actas y Colecciones Documentales de los Archivos municipales de Latinoamérica (42),
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o de manera muy especial, por su querencia a la ciudad que le acogió tan cariñosamente
a través del Archivo del Concejo de Maracaibo (43). Fuentes todas ellas de doble valor
documental, pues a la descripci6n de los fondos como primer objetivo se añade la
presentaci6n exhaustiva de la bibliografía existente sobre estos archivos y los materiales
custodiados en ellos.
Comentábamos antes cómo la familiariedad con la informaci6n generada en ·las
escribanías públicas llevó a Millares, desde pronta edad, al convencimiento del valor
que presentan los protocolos en cuanto testimonio de actos que se han convertido en
fuentes históricas. La disposici6n material de estos archivos y sus fondos gozó de
altísimo interés en l~ obra de Millares, convencido de la necesidad de intermediaci6n
que los dispusiese para ser utilizados con facilidad por los historiadores. En este sentido
debemos valorar sus entregas referentes al Archivo de notarías del Distrito Federal
Mexicano (44), el Índice y extractos de los Protocolos del siglo XVI de los Registros
Principales de Mérida y Caracas (45), o los Protocolos del siglo XIX del Registro
Principal de Maracaibo (46).
La preocupación de Millares en estas actividades se encuadra perfectamente
dentro de la Documentaci6n, pues tenía como fin canalizar los testimonios humanos
fijados sobre los manuscritos hacia unos usuariQs científicos, posibilitando así la
utilización social más amplia de los mismos. Precisamente en esta acci6n por difundir
la informaci6n almacenada en los archivos está el espíritu documental más auténtico,
al ofrecer el contenido de los manuscritos, .como también hará con los impresos
buscando un claro objetivo difusor. Corrobora esta afirmaci6n la presencia en todos
estos trabajos de unos cuidadosos índices, para favorecer, el acceso inmediato a la
informaci6n de sus Inventarios y Catálogos de colecciones. La ausencia de estos índices
haría imposible el manejo de una temática tan variada como la contenida en estos
repertorios, que reflejan todos los aspectos de la vida en los cuatro últimos siglos.
Vemos así que los valores documentales aparecen reflejados en todas estas obras:
organización sistemática, facilidad de acceso a los fondos, ahorro de esfuerzo a los
investigadores, y reducci6n del desnivel existente entre las demandas de éstos y el
ofrecimiento informativo muchas veces nulo de los archivos y archiveros.
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2.2.- El sentido intermediador de su obra Paleográfico-Diplomática
Va~os viendo c6mo el innato afán de erudici6n sentido por Millares CarIo,
unido a una laboriosidad sin límites encontr6 su mejor campo de aplicaci6n y desarrollo
en el estudio de los c6dices y manuscritos, en el análisis de los documentos y en la
exploración de las bibliotecas y los archivos. Tendencias puestas ya de manifiesto desde
su tesis doctoral: Documentos pontificios en papiro de archivos catalanes (47). Culmen
de sus estudios universitarios, en los que fue decisivo el contacto con Jesús Muñoz y
Rivero, director del Archivo Histórico Nacional. La influencia de éste result6
fundamental en la entrega de Millares a los aspectos de la información científica de
. valor hist6rico que ahora nos ocupa.
Los productos sazonados y maduros vienen a coincidir con la obtenci6n de la
Cátedra en la Universidad Central de Madrid en 1926. El aspecto paleográfico de la
vocación de Millares presenta también aspectos de recopilación y comentario de datos
y noticias. Por más que, corno es obvio, tengan carácter retrospectivo. Nos referimos
a su "Cartulario del monasterio de Ovila" (48), y a su Contribuci6n al Corpus de
Códices Visigóticos (49). Este último imprescindible inventario analítico de los
manuscritos copiados en los siglos VII, VIII YIX, es no s6lo un intento de bibliografía
sobre existencias, sino también un catálogo prototípico de las bibliotecas altomedievales,
y con ello una fuente extraordinaria de datos sobre la lectura en aquellos tiempos en los
que los lectores eran casi únicamente monjes. La misma preferencia por lo historiográfico
sobre 10 textual ordena sus tres celebrados Manuales de Paleografla hacia fines
documentales, pues se establecen como fuentes de información y herramientas de acceso
hacia los contenidos de los documentos manuscritos (50).
3.- CONSIDERACIONES DOCUMENTALES DE SU OBRA
FILOLÓGICO-LITERARIA
Ni siquiera sus investigaciones en el ámbito de la Filología y la Literatura tanto
clásica como española, fueron ajenas a esta vocación de intermediaci6n informativa que
aquí defendemos. Así las selecciones que conformaron sus Antologfas latinas con
fragmentos escogidos de los textos clásicos. O la presencia inevitable (51) Yesc1~ecedora
de Bibliograflas de los estudios clásicos en Espafla formada desde sus sucesivos
manuales de Historia de la Literatura Latina, donde iba introduciendo las novedades
aparecidas desde cada edición anterior (52).
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Se tiñe en estos casos lo Documental-Bibliográfico de colores eruditos,
abarcadores de la globalidad de aspectos en el estudio de los clásicos y modernos. Pero
en medio de la riqueza de datos sobre la que se establecen estas entregas se percibe con
claridad un afán por guiar a los estudipsos e investigadores hacia las fuentes de cada
cuestión planteada. Es documenW-elespíritu de facilitar el acceso a los originales
donde se profundiza "in extenso'~ en cada cuestión. Es documental asimismo la
presentación de visiones sintéticas, pues no se trata sino de resúmenes de originales
sobre un tema determinado que se estructuran ahora alrededor de un momento concreto,
generando así un argumento científico coherente partiendo de las macroestructuras
significativas y, aquí la mayor pertinencia documental, de diferentes originales que se
ponen a colación del interesado. Algo tan viejo que estableció el modo de hacer ciencia
en la Edad 'Media, cuando sin exageración podemos afirmar que los comentarios y
recopilaciones de textos clásicos conformaron la gran mayoría de las contribuciones.
En aquel momento la ciencia se limitaba casi con exclusividad a una función
informativa secundaria.
El culmen de esta manera de hacer lo alcanzó en su Literatura espalfola hasta
fines del siglo XV (53) afectada por el cariño de Millares a lo medieval y que se
constituyó contributivamente por aplicación de sus investigaciones archivísticas,
bibliográficas y paleográficas. Ya que por encima de resumir la historia de la literatura
española en los primeros siglos de su' existencia, nos comunicó una información
estupenda a través de la visión crítica de los especialistas sobre la situación de las
diversas cuestiones allí consideradas. Enriquecido con la referencia a los manuscritos
originales de las obras estudiadas, la bibliografía que concede profundizar en el estudio
de cada capítulo y la inserción de textos antológicos. Por ello es un manual ejemplar,
y debemos recordar ahora que los manuales, por medio de su actividad sintética y de
sus introducciones bibliográficas, presentan claras características documentales (54),
máxime cuando alcanzan niveles de elevada representatividad. del frente investigador de
una ciencia en un momento dado.
4.- CONCLUSIÓN
Al estudiar la obra del Dr. Millares CarIo surge de modo natural su relación con
las Ciencias de la Documentación ya que bien podemos afirmar que hacia el libro y la
escritura dedicó 10 mejor de la misma. Sin duda aparece este lugar de recuentos como
el más idóneo para confrontar nuestra tesis con el juicio objetivo que logramos desde
la atenta observación de sus actividades. Si defendemos que la obra de Millares tuvo
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un considerable matiz documentalista, lo confirmaremos mediante el respaldo de la
descripción numérica de sus actividades.
¿Podríamos dudar que pertenece al mundo de la Documentación alguien que
desarrolló su docencia por medio de una cátedra en la Escuela de Biblioteconomía de
México, que se ocupó de la cátedra de Bibliografía en la Universidad del Zulia, donde
también explicó "Historia del libro y de las bibliotecas" e incluso impartió Cursos de
Postgraduados sobre "Bibliografía e Investigación"1 ¿qué otra cosa nos afirma su
profesión como Investigador de primedra en el "Instituto Bibliográfico Nacional" de
México, o su puesto de Director de la Biblioteca General en la Universidad del Zulia,
o sus responsabilidades como Jefe del Departamento de Bibliotecología y Archivología
de esa misma universidad? ¿cómo negar una vocación de informador científico a quién
ocupó catorce puestos de responsabilidad en la redacci6n de otras tantas publicaciones
periódicas? ¿dejaríamos fuera de este ámbito a quien fue Premio Nacional de
Bibliografía en 1929, Premio Biblioteca Nacional en 1935, Premio "Cardenal Cisneros"
en el V Centenario de la introducción de la imprenta en España, Premio "20 años de
la reinstalaci6n de la Universidad del Zulia", por una obra de carácter bibliográfico
(55), Y"Premio Fastenrath" de la Academia Española de la Lengua por su Tratado de
Paleograjfa Espartola de 19321
Si aún albergásemos alguna duda, quedaría despejada ante la realidad categórica
que muestra el recuento de su producción relativa a cuestiones de informaci6n científica
(56). Así sus veintiséis libros de investigación bibliográfica (te6ricos, descriptivos de
fondos, de bibliografías espec::ializadas y ediciones), sus sesenta y cuatro artículos en .
revistas bibliográficas, sus cien recensiones a obras de la misma índole, los once mil
registros analíticos y reseñas que compusieron una colección insuperable sobre aspectos
d!versos de lo bibliográfico y que emitió por medio de una función informativa
periódica, además de otros tantos miles en muchas de sus obras descriptivas de
bibliografías, tipobibliografías y bibliografías especializadas. Otro tanto podemos decir
de sus tres obras teóricas sobre Archivística, de sus veinticinco obras (catorce libros y
once artículos) analíticas de fondos o de establecimientos archivísticos. Incluso de sus
trabajos históricos. de valor documental o, si lo preferimos colectores de documentos
para hacer historia, pues este carácter presentan treinta y nueve de sus artículos, cinco
libros, trece ediciones de cuerpos de documentos, e incluso dos índices a obras de tema
histórico. Características que se continúan en lo Paleográfico-Diplomático, con sus
descripciones de manuscritos y de colecciones de éstos. A ello aport6 siete artículos,
ocho monografías y siete manuales. Éstos, sobre historia de la escritura, con estudios
de tipología documental y teoría de los manuscritos y del libro manuscrito, conforman
el formulario más completo para acceder a la descooificaci6n de los documentos de más
extensa implantación física en la historia humana.
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PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIOTECONOMfA y DOCUMENTACIÓN
Incluso alcanzaron e~tos tintes documentarios a algunas de sus producciones en
Filología y Literatura. Allí transcribió y tradujo manuscritos, recogió muestras
antológicas y presentó Bibliografías sobre los estudios clásicos tanto en España como
en América Latina, Biobibliografías sobre autores literarios, manuales de síntesis y
antológicos de literatura universal, latina o española y compuso índices analíticos a
ediciones suyas de obras pertenecientes tanto a la literatura clásica como española.
Nos concedió Millares una visión global de la Documentación a través de su
obra, como teórico de la Bibliografía y creador de repertorios, responsable en diversas
actividades editoriales de publicaciones periódicas, historiador de las instituciones
custodias de impresos, teórico avanzado y ejemplificador en metodología de la
evolución de la escritura, de los manuscritos y de la tipografía, estudioso de las pautas
que permiten comprender el legado cultural de la humanidad vertido en los escritos"
intermediador entre los fondos depositados en archivos y bibliotecas y los usuarios
potenciales de los mismos, ofertador de información fundamental para ser aprovechada
en investigaciones ulteriores por historiadores, filólogos y estudiosos de la literatura,
fanático de la norm~ización y la metodología en el acceso a la información que ofrecen
sus propios repertorios, sistematizador las técnicas que permiten el acceso al contenido
de los documentos. Sustantivos todos ellos que se reflejan en una actividad científica
que hoy conocemos por Documentación, cuyas cualidades más determinativas poseyó
don Agustín en abundancia y que con toda justicia permiten su inclusión entre los
principales informadores científicos en el área de las Humanidades y Letras españolas
de nuestra centuria.
NOTAS
(1) RUIZ PÉREZ, R. "La normalización de las revistas cient(ficas. Resultados de
un análisis de muestreo", en Documentación de las Ciencias de la Información.
1989. nO 12. pág.219.
(2) ORTEGA Y GASSET, J. "Misión del Bibliotecario", en su. El libro de las
misiones. lOa ed. Madrid: Espasa-Calpe. 1984. pág. 46.
(3) LÓPEZ YEPES, J. "Introducción al concepto de Bibliografía", en su et al.
Fundamentos de Información y Documentación. Madrid: EUDEMA. 1989. pág.
94-95.
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PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIOTECONOMfA y DOCUMENTACIÓN
(4) En Cuadernos Americanos. 1955. nO 1. pág. 176-194. Volvió a tocar este
asunto en Aguayro. 1975. nO 67. pág. 4-5.
(5) Maracaibo: Universidad del Zulia. 1966.
(6) México: F.C.E. 1971.
(7) Caracas: Universidad Católica itA. Bello". 1973. Reproducida con el título "La
técnica documental en el trabajo de investigación. Normas de aplicación", en
Documentación de las Ciencias de la Información. 1980. pág. 19-78.
(8) "La imprenta en Barcelon.a en el Siglo XVI", en Historia de la imprenta hispana.
Madrid: Editora Nacional. 1982. pág. 491-643.
(9) La Laguna: Instituto de Estudios Canarios. 1964.
(10) Caracas: Monte Avila. 1969.
(11) En colaboración con Carlos Sánchez Díaz. Caracas. 1970.
(12) Washington: O.E.A. 1971.
(13) En Documentación de las Ciencias de la Información. 1976. pág. 3-16.
(14) Hasta tal punto dependió esta publicación de don Agustín que de las nueve
secciones con que se conformó el número primero, ocho habían salido de su
pluma.
(15) Ensayo de una Bio-bibliografía de escritores naturales de las islas Canarias.
(Siglos XVI-XVIII). Madrid: Tipografía de Archivos. 1932. 716 pág.
(16) Biobibliografías de escritores canarios (Siglos XVI, XVII YXVIII). Las Palmas:
Cabildo Insular. 1975. 5 v.
(17) Washington: Unión Panamericana. 1958.
(18) En Tres estudios biobibliográficos, donde el 2° se ocupaba de Antonio de León
Pinelo y su Epítome. Maracaibo: Universidad. 1961.
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PARABlBLOS: CUADERNOS DE BlBLlOTECONOMtA y DOCUMENTACIÓN
(19) Así sus colaboraciones en Filosofía y Letras recogidas en sus Investi~aciones
Biobibliográficas iberoamericanas. Época colonial. México: Instituto de Historia.
1950.
(20) la ed. México: F.e.E. 1944. 2a ed. México: UNAM. 1957. 3a ed. Maracaibo:
Universidad del Zulia. 1963.
(21) En Revista Interamericana de Bibliografía. 1966. nO 1. pág. 20-57. YD. José
Mariano Beristáin de Souza (1756-1818). Noticia biográfica... Madrid: Instituto
Enrique Fl6rez. 1973.
(22) Ensayo de una Bibliografía de bibliografías mexicana. México: Departamento
del Distrito Federal. 1943.
(23) México: Pagliai. 1954.
(24) Maracaibo: L. U.Z. 1961.
(25) Catálogo razonado de los libros de los siglos XV. XVI YXVII de la Academia
Nacional de la Historia. Caracas: Academia Nacional de la Historia. 1969.
(26) Colección José R. Fortique. Libros de los siglos XV-XVII. Maracaibo. 1974.
(27) Libros del siglo XVI. Mérida. 1978.
(28) Bibliografía de Andrés Bello. Madrid: FUE. 1978.
(29) l/El siglo XVIII espaffol y las colecciones Diplomáticas", en Filosofía y Letras
de México. 1941. nO 2. pág. 285-304.
(30) Maracaibo: Fundación Rotaria. 1973.
(31) Caracas: Archivo General de la Nación. 1977.
(32) Véase, MOREIRO GONZÁLEZ, J.A. "La documentación archivfstica en la
obra de A. Millares Carlo ", en Estudios Humanísticos: Geografía. Historia.
Arte. Universidad de León. 1987. nO 9. pág. 79.
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PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIOTECONOMíA y DOCUMENTACIÓN
(33) Vertidas estas opiniones en VazAraujo, L. Agustín Millares CarIo. Te"
para una biografía. Maracaibo: Universidad. 1968. pág. 208.
(34) MILLARES CARLO, A. y VARELA HERVIAS, E. Documentos." Madrid:
Artes Gráficas Municipales. Tomo 1, 1932. Tomo II, 1943.
(35) Madrid: Instituto de Estudios Madrileños. 1971.
(36) En un "Catálogo notable", en Gaceta Literaria. 1927. nO 22. pág. 134.
(37) México: El Colegio de México. v. 1, 1944. v. II, 1946.
(38) México: UNAM. 1948.
(39) México: Biblioteca Nacional. 1959.
(40) Caracas: Archivo General de la Naci6n. 1971.
(41) México: Instituto Panamericano de Geografía e Historia. 1951.
(42) Maracaibo: Centro Histórico del Zulia. 1964.
(43) Maracaibo: Universidad del Zulia. 1968.
(44) Índice y extractos de los Protocolos del Archivo de Notarías de México D.F.
México: UNAM. 1948.
(45) Caracas: Academia Nacional de la Historia. 1966.
(46) Archivo del Registro Principal de Maracaibo. Protocolos de los Antiguos
Escribanos (1790-1836). Índice y Extractos. Maracaibo: Centro Histórico del
Zulia. 1964.
(47) Madrid: Fontanet. 1918.
(48) En Anales dé la Universidad de Madrid. Letras. 1933. nO 1. 42 pág.
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PARABIBLOS: CUADERNOS DE BIBLIOTECONOMfA y DOCUMENTACIÓN
(49) Madrid: Universidad. 1931. Su continuación Manuscritos visigóticos. Notas
bibliográficas. Barcelona-Madrid: CSIC. 1963.
(50) Paleografía española. Ensayo de una historia de la escritura en España desde el
siglo VII al XVII. Barcelona: Labor. 1929. 2 v. Tratado de Paleografía
española. Madrid: Hernando. 1932. 2 v. Yen colaboración con J. Manuel Ruiz
Asencio. Tratado de Paleografía española. Madrid: Espasa-Calpe. 1983. 3 v.
Igual consideración debe~os a su obra en colaboración con J. Ignacio
Mantecón. Álbum de Paleografía Hispanoamericana de los siglos XVI y XVII.
México: Instituto Panamericano de Geografía e Historia. 1955. 3 v. (Reproducido
en Barcelona: El Albir. 1975).
(51) Recogidas en Bibliografía para la historia de la Literatura Latina. México: FCE.
1950.
(52) La primera apareció en México: FCE. 1950. Con edicion~s y reimpresiones en
1953, 1962, 1964, 1971 Y1976.
(53) México: José Porrúa. 1950.
(54) Debemos tener presentes en este sentido sus Historia Universal de la Literatura.
1a ed. México: Esfinge. 1945. Con ediciones sucesivas los años 1949, 1951.
1953, 1955, 1957, 1960, 1962, 1964, 1966, 1968 Y 1970.
(55) Rafael Ma Baralt (1810-1860). Estudio biográfico. crítico y bibliográfico.
Caracas: Universidad Central. 1969.
(56) Para lo referente a toda la producción bibliográfica de Millares consúltese el
"Apéndice" a MüREIRü GONZÁLEZ, J.A. Agustín Millares CarIo: El hombre
yel sabio. Islas Canarias: Gobierno Autónomo. 1989.
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