Influencia de la estreptomicina y demás
modernos antibióticos y quimioterápicos
en la lucha antituberculosa
T. Cerviá
Publicado en el Boletín Cultural In-jormotivo
del Consejo General de Colegios
Médicos de España, 9/44 (34), noviembre
1950.
La lucha contra la tuberculosis aprovecha cuantos avances se van
realizando, con lo cual progresivamente modifica su fisonomía y au-menta
su eficacia. Es natural, por tanto, que el poderoso avance
representado en el tratamiento de la tuberculosis por la estreptomicina
y demás modernos fármacos (de tan efectiva como incompleta
acción antibacilar), haya ejercido sobre ella ima profunda influencia,
cuyos alcances no conocemos todavía exactamente. PI E R R E - BOLR-GEOIS,
por ejemplo, ha dedicado especialmente a esta cuestión un
trabajo.
Aunque parezca paradójico, esta influencia no ha sido totalmente
beneficiosa, sino que también ha traído consigo ciertos efectos con-tra))
roducentes. Por nuestra parte, ya antes de estos medicamentos,
dedicamos un artículo a enumerar algunos efectos paradójicamente
contraproducentes de la lucha antituberculosa, al cual se suma ahora,
aparte otros hechos, la cuestión que planeamos ahora, acerca
de la cual RE G I N S T E R y BR U L L han hecho muy recientemente un
llamamiento patético a sus colegas, y otros muchos autores (LowTS,
etcétera) lo han rozado en sus trabajos.
Dejando a un lado los importantes resultados obtenidos con el
tratamiento de las distintas formas de la tuberculosis empleando los
actuales antibióticos y quimioterápicos y todas las cuestiones técnicas
de su aplicación y mecanismo de acción, que no son de este lugar,
enfrentemos escuetamente los efectos ventajosos y desventajosos que
la estreptomicina (la medicación principal de este grupo) ha traído
a la tuberculosis, considerada como enfermedad médicosocial, v la
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lucha sanitaria contra ella. Cuanto de ella digamos tendrá en general
aplicación, aunque en más reducida escala, a los demás medicamentos
de estos grupos que nos ocupan.
Ventajas.—1." Permite dominar cuadros clínicos de tuberculosis
sobre los que de otra manera no se hubiese podido actuar.
2.* Permite llegar a practicar otras terapéuticas activas eficaces,
especialmente colapsoterápicas y quirúrgicas, de otra manera inaccesibles.
3.* Protege en determinados momentos de nuevos brotes y recaídas.
Desventajas.—1." La fácil confianza que inspiran las inmediatas
mejorías conseguidas invitan, a veces, a desdeñar otros tratamientos
de indicación precisa y más garantía; como, por otra parte, no
se consigue erradicar completamente la infección, a pesar de las mejorías
alcanzadas, esta falsa confianza facilita la recaída y la pérdida
de la oportunidad del tratamiento adecuado.
2.* Detiene y prolonga el curso de casos incurables, sin hacerles
perder total o parcialmente su carácter bacilífero, con lo que se facilita
la permanencia de las fuentes de contagio y sus peligros.
3.* Se crean razas de bacilos resistentes al antibiótico de manera
más o menos irreversible, con lo que se anula la posibilidad de otros
tratamientos ulteriores en el mismo enfermo y, lo que es más grave,
en futuros pacientes contaminados con cepas resistentes procedentes
de estos sembradores.
4." Se originan gastos y esfuerzos, a veces cuantiosos y sin justificación,
en evidente detrimento de la economía del individuo y de
la comunidad, máxime tratándose de drogas caras y escasas.
5." La facilidad de adquisición y aplicación de estos tratamientos
por personas inadecuadamente capacitadas, e incluso ni autorizadas
para ello, evade a los pacientes del control de la organización
antituberculosa.
6.* Con las mejorías y supervivencias que se logran se aumentan
las estancias sanatoriales y hospitalarias, con la consiguiente necesidad
de más camas, así como se incrementan los gastos de asistencia
y control de los pacientes.
Si meditamos lo que representan estas ventajas y desventajas para
la lucha antituberculosa en sí y comparamos debe y haber (dejando
una vez más aparte los magníficos resultados individuales conseguidos),
podemos sacar la conclusión de que estas modernas medicaciones
traen, junto con sus tan innegables como importantes ventajas,
ostensibles inconvenientes, algunos de los cuales se podrían evitar y
otros mitigar al menos.
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La razón de estos inconvenientes está en relación con la simplicidad
de la técnica de aplicación y la misma apaléente inocuidad de
su empleo, que permiten se los pueda aconsejar, e incluso utilizar,
. 1 0 solo cualquier médico, sino' también por los auxiliares y sanitarios,
y los mismos enfermos o svis parientes, sin tener en cuenta ninguno
de ellos las circunstancias del paciente. Con demasiada fre-ctiencia
acuden a nuestros consultorios los enfermos después de haber
recibido cantidades, a veces grandes y otras pequeñas, de varios
de estos fármacos, empleados como primera medida des])ués del
diagnostico (y por si se puede evitar acudir al especializado). Esta
manera de proceder dificulta considerablemente la ulterior actuación
y sus resultados, hasta el punto de hacerla fracasar a veces de entrada,
al desarmar toda actuación positiva que necesitaría, para su realización
correcta, el importante apoyo del antibiótico, ahora intítil.
Y, por otra parte, son cada vez más frecuentes los enfermos, sin
duda portadores de estas cepas artificialmente resistentes, en los cuales
el fármaco es inoperante.
Ya en otra ocasión dijimos que la multiplicación de aparatos de
rayos X no está en razón directa con el número de diagnósticos precoces,
sino que acaso los perturban. Ahora podemos repetir lo mismo
: el que manejen más personas estos fármacos no quiere decir
que sean más grandes los beneficios. Y, sin embargo, es muy deseable
haya muchas instalaciones radiológicas y muchas personas que
pudieran tratar debidamente esta clase de enfermos, pero en uno
y otro caso debe existir una paralela capacitación técnica y nn sentido
de la responsabilidad que permita sacrificar sin titubeos lo fácil
y ap.-'.rentemente brillante por lo simplemente eficaz, aunque resulte
ingrato.
Estos medicamentos sólo se deberían manejar estudiando las posibilidades
de cada caso individualmente, sabiendo cuándo y cómo
está indicado y qué puede esperarse de su empleo para aprovechar
al máximo sus resultados. Se trata de una medicación biológica de
delicado manejo, que no debería usarse libremente y sin control, ni
exagerar sus indudables beneficios, ni dejarse llevar, comjilacien-tes,
ante un ambiente piiblico que exige el uso inadecuado de estos
fármacos. En un trabajo anterior, con P a g e s , ya hablábamos de
esta cuestión práctica y del elevado porcentaje de tratamientos de
complacencia que nos veíamos obligados a practicar.
Esta sería, a nuestro juicio, la manera como en el actual estado
de nuestros conocimientos (por cierto todavía no perfectamente decantados)
las ventajas de la estreptomicina y demás modernos antibióticos
y quimioterápicos sean las máximas posibles, individtial y
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epidemiológicamente, y sus efectos, paradójicamente desventajosos
(que no hay más remedio que enunciar para tratar de vencerlos),
se reduzcan al mínimo.
En las manos de los médicos generales y los pedíatras queda esta
importante responsabilidad, ante la que deben responder conforme
al grado de su respectiva capacitación, pues a ellos, como siempre,
y como ya en otro lugar hemos destacado debidamente, les corresponde
el honor y la responsabilidad de un importante e indeclinable
puesto en las vanguardias antituberculosas.
RESUMEN
La lucha antituberculosa se ha influenciado con los modernos
antibióticos y quimioterápicos, los cuales le han traído ventajas e
inconvenientes, que se enumeran, insistiéndose en la necesidad de
manejar estos poderosos fármacos con capacitación y sentido de la
responsabilidad.
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