• QUESADA, Alonso. Les Inquiétudes du Hall. Roman sur
les Anglais aux Canaries à l’époque de l’empire colonial bri-tannique;
traduction de l’espagnol par Marie-Claire
Durand Guiziou et Jean-Marie Florès. France: Éditions
Le Soupirai, 2014. (Littérature des Îles Canaries).
Les Inquiétudes du Hall de Alonso Quesada, edición en
lengua francesa de Éditions Le Soupirail con traducción de
Marie-Claire Durand Guiziou y Jean-Marie Florès, en la
colección titulada “Littérature des Îles Canaries”, ha sido
realizada de las siguientes ediciones: Alonso Que-sada,
Las Inquietudes del Hall, novela de los ingleses
coloniales, edición de Lázaro Santana, Ultramari-nos,
Las Palmas, 2008; y de Alonso Quesada, Las
Inquietudes del Hall, novela de los ingleses coloniales,
edición de Antonio Henríquez Jiménez, inédita.
Éditions Le Soupirail es una editorial de literatura
francesa y extranjera independiente. Un catálogo
de autores contemporáneos, franceses y extranje-ros
que publica en lengua francesa novelas, cuen-tos
y poesía. En esta misma editorial en mayo de
2014 se publicó la novela Mararía del tinerfeño
Rafael Arozarena (1923-2009) en lengua francesa;
traducción realizada también por Marie-Claire Du-rand
Guiziou y Jean-Marie Florès.
Alonso Quesada, 1886-1925 (seudónimo de Ra-fael
Romero Quesada) escribió Las Inquietudes del Hall, la no-vela
corta que completa la producción narrativa de Quesada
en 1922, y quedó inédita a la muerte de su autor (1925).
Además de una numerosa colaboración periodística en dia-rios
locales y nacionales, publicó El lino de los sueños (1915),
Crónicas de la ciudad y de la noche (1919) y La Umbría (1922).
Después de muerto el autor aparecieron Los caminos disper-sos
(1944), Llanura (1950), Smooking-Room (1972), Las In-
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COEDICIONES Y COLABORACIONES
Les Inquiétudes
du Hall,
de Alonso Quesada.
Cubierta de
Les Inquiétudes du Hall.
quietudes del Hall (1975) e Insulario (1982). Salvo un viaje a
Madrid, en 1918, Quesada residió permanentemente en Las
Palmas de Gran Canaria. Allí compartió su intensa actividad
creadora con un puesto burocrático en el British Bank, en
la dirección de diversos periódicos, con la amistad entraña-ble
de Tomás Morales y Saulo Torón.
Reproducimos a continuación la traducción al francés
del texto que da comienzo a la obra, así como el texto ori-ginal
a continuación:
Le Hall de cet Hôtel-là, sans nul doute, le seul Hall au-thentique
de toute l’île. Tous les autres simulaient des halls
plus ou moins anglais, mais aucun n’avait l’imperturbable
blancheur émerisée de ce Hall-là. C’était peut-être un Hall
dans le style des grands hôtels de Londres; beaucoup plus
modeste, mais de substance nationale identique. Il préser-vait
toujours l’Hôtel d’une éventuelle faillite. Il ne restait
plus d’autre hôtel britannique ouvert.
À la fin de la Grande Guerre, cet Hôtel devint la véri-table
marque du prestige de l’Angleterre dans l’île en tant
que modèle le plus distingué des hôtels coloniaux. Tous les
hôtels anglais avaient disparu; seul un boarding-house resta
à la flot, égaré dans un coin de la plage ou parmi les
eucalyptus d’un village perché sur les hauteurs. Le touris-me
déclinait, mais l’éternel et immuable cortège de voya-geurs
continuait de trouver refuge dans le Hall mervei-lleux
de cet Hôtel.
L’âme du colon anglais est un Hall en miniature.
Tout le côté spirituel de sa vie est concentré dans le Hall.
La vie étrangère et lointaine était teintée de tiédeur et de
placidité grâce à la bonne luminosité du Hall. Assuré-ment,
aucun endroit au monde ne vaut le Hall pour digé-rer
un roast-beef. Le Hall évite les voix trop fortes, l’exer-cice
démesuré des mains. Le coeur se soumet, l’âme
devient disciplinée, le regard s’adoucit comme celui d’un
boeuf et les pieds semblent chausser d’éternels escarpins
pour le bal.
Le Hall est un éclatant jabot de smoking. Et le petit bou-ton
du jabot, ce petit bouton lumineux du Hall, en est
l’âme, c’est le lustre central suspendu à la verrière. Une
Anglaise coloniale dans ce Hall est toujours agréable et
fugace. Le matin, on la voit au marché, munie d’un panier,
vêtue d’une robe blanche et d’un chapeau de paille: absur-de
silhouette d’une femme asexuée; elle traîne les pieds,
comme par ennui. Mais le soir, c’est comme si l’on biseau-
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tait sa silhouette pour qu’elle soit en resonance avec ce fas-cinant
Hall que lui saisit sa chaussure et son âme.
Une grande maison de correction urbaine que ce
Hall. Le ton bas et monocorde de la voix britannique
prend naissance dans le Hall. Il y a toujours eu en Angle-terre
cette théorie limpide du Hall. Hamlet lui-même est
la profondeur suprême du Hall.
Le Hall de cet Hôtel a vécu de la noblesse de ses halls
précédents. C’est comme le petit-fils de cette grande fami-lle
noble du premier Hall. Il garde le silence exquis de la
cuortoisie britannique et, à tout moment, attend l’hôte spi-rituel
qui persévère dans son histoire et la raconte.
Il est l’orgueilleux maître des blanches colonnes d’un
blanc mat, comme le cou des femmes du Hall; de grands
miroirs, des fauteuils plaisants dont les coussins sont en
cretonne imprimée; de gracieuses statues en marbre: una
petite Grèce domestique et sentimentale qui s’accommo-de
dans le Hall, pour une mystérieuse raison de Baedeker.
Le Hall possède également une table féminine et légère,
avec du papier à lettres où le nom de l’hôtel est gravé en
écriture anglaise, des lettres à l’ondulation plaisante,
comme la grâce d’une miss en tenue de soirée dans le Hall.
Toutes les portes s’ouvrent sur le Hall comme pour voir ce
qu’exige le regard limpide du Hall. Rien ne peut se con-cevoir
dans l’Hôtel en dehors de cette correction linéaire
du Hall. Le Hall est la vie parfaite de la colonie, une vie
paisible sans désagréments.
ALONSO QUESADA, 1922
Les Inquietudes du Hall, 2014
Traducción de Marie-Claire Durand Guiziou
y Jean-Marie Florès
. . . . .
El Hall de aquel Hotel era, ciertamente, el único Hall
legítimo de la isla. Todos los demás simulaban halles más
o menos ingleses, pero no tenían la imperturbable blan-cura
esmerilada de aquel Hall. Era un Hall quizás como el
de los grandes hoteles de Londres; bastante más reducido,
pero de sustancia nacional idéntica. Salvaba siempre de
toda posible ruina crematística del Hotel. Ya no quedan
abiertos hoteles británicos. Finada la Gran Guerra, este
hotel fue el verdadero sostenedor de los prestigios de
Inglaterra en la isla como máxima maestra de hoteles colo-niales.
Acabáronse todos los hoteles ingleses; solo algún
boarding house flotó, extraviado, en un rincón de la playa o
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entre los eucaliptos de un pueblo montañés. El turismo
menguaba, pero la invariable y eterna cola viajera refugio-se,
íntegra, en este Hotel del Hall maravilloso.
El alma del inglés colonial es un pequeño Hall. Toda
la cosa espiritual de su vida se concentra en el Hall. La vida
extranjera y lejana tórnasele tibia y plácida por la correc-ta
claridad del Hall. Ningún lugar par digerir certeramen-te
un roastbeef como el Hall. El Hall evita la altura de la voz,
el desmesurado ejercicio de las manos. El corazón se some-te,
el ánima se disciplina, la mirada se vuelve mansa como
la de un buey, y el pie es como si tuviera una perpetua
zapatilla de baile.
El Hall es una brillante pechera de smoking. Y ese
botoncito de la pechera, centra que pende del techo de
cristales. Una inglesa colonial en el Hall es siempre agra-dable
y breve. Por la mañana la vemos el el mercado con
un cesto, un traje blanco y una pamela: absurda silueta de
una mujer sin sexo expresivo; el zapato lo arrastra como
un aburrimiento. Pero a la noche es como si biselara su
figura para encajarla en este excelente marco del Hall, que
le prende el zapato y el ánima.
Gran reformatorio urbano es el Hall. Ese tono bajo y
uniforme de la voz británica nace del Hall. Siempre ha
existido en Inglaterra la clara teoría del Hall, Hamlet
mismo es la suprema profundidad del Hall.
El Hall de este Hotel ha vivido del abolengo de sus
anteriores halles. Es como el nieto de esa gran familia
noble del primer Hall. Guarda ese silencio exquisito de la
cortesía británica y en todo instante espera el huésped
espiritual que ahínque en su historia y le cuente.
Es orgulloso poseedor de unas blancas columnas –de
un blanco mate, como los cuellos de las mujeres del Hall;
de unos largos espejos, de unos sillones graciosos, con
cojines de cretonas vivas; de unas donosas estatuas de már-mol:
una pequeña Grecia doméstica y sentimental que se
aviene con el Hall por una misteriosa razón de beadeker.
Tiene el Hall también una mesa femenina y ligera, con su
papel de escribir grabado en el nombre del Hotel con
letra inglesa, esa letra de ondulación grata, como la gra-cia
de una miss en traje de etiqueta ceremoniosa por el
Hall. Todas las puertas se abren sobre el Hall como para
ver qué ordena la limpia mirada del Hall. Nada se puede
imaginar en el Hotel fuera de esta corrección lineal de su
Hall. El Hall es la vida perfecta de la colonia, una mansa
vida sin cavilaciones.
ALONSO QUESADA, 1922
Las Inquietudes del Hall , 2012
Ed. de Lázaro Santana
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• “ACAMFE en actividad. Exposición Platero y yo: de
Moguer a Moya” por ROSARIO HENRÍQUEZ en Poliédrica
Palabra; Nº 10 agosto de 2014 (segunda época), pp. 5-9.
Madrid: Asociación de Casas-Museo y Fundaciones de
Escritores (ACAMFE), 2014. ISSN: 1886-1806.
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Poliédrica
Palabra.