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UNA LABOR DE RECONOCIDOS ARTISTAS Y MODESTOS ARTESANOS
El diseño de cubiertas convocó en Canarias a ilustradores dispares, que trataron de sobre-ponerse
a las estreches del sector editorial.
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Cubierta de Bujados para
Poesías: (opera omnia lírica)
de Manuel Machado (1924).
Cubierta de Néstor para
Las Rosas de Hércules
de Tomás Morales (1919).
A.Z.D.
Cifrar en una imagen el contenido de un libro, ceñir con
unos trazos el mundo evocado por el escritor en sus páginas,
una tarea esclava y señora cuyas bambalinas rara vez trascien-den
al lector. En el diseño de cubiertas se han desempeñado
cotizados artistas y modestos artesanos que apenas vieron alzar-se
sus nombres en las letras de molde. La precariedad del teji-do
editorial canario hizo aún más tambaleante en las islas este
oficio tan extraño, en el que el numen se ve obligado a enten-dérselas
con las gélidas condiciones de la mercadotecnia.
En el fin de siècle, la empresa modernista aparece cohesio-nada
por un ideal estético que compromete y aglutina distin-tas
manifestaciones artísticas. Con la sinestesia como rango
medular de su poética, la facción se propuso derribar los tabi-ques
entre disciplinas creativas. Así, algunas revistas del movi-miento
serán artefactos en los que cohabitan escritura e ilus-tración
gráfica, como la efímera Renacimiento Latino (1905),
que no pasó de los dos números pero acogió en sus páginas el
trabajo de un joven Juan Gris.
Esta solidaridad entre palabra escrita e imagen se trasladó
también a los libros, de forma que poemarios de Manuel
Machado o Francisco Villaespesa se asomaron a los escapara-tes
de las librerías con ilustraciones que eran mucho más que
un reclamo o una glosa gráfica del contenido literario. La anti-güedad
griega recreada por el ojo parnasiano, el reparto y atre-zo
de la comedia del arte o el ensueño delicuescente de la
joven enamorada fueron cuadros frecuentes que saludaron al
lector desde portadas de libros y revistas modernistas.
Néstor Martín Fernández de la Torre conoció ese fértil
ecosistema durante su estancia en Barcelona, cuando entró en
contacto con un grupo de ilustradores influidos por el deca-dentismo
de Aubrey Vincent Beardsley. Suyas serán las cubiertas
para dos obras claves del modernismo en Canarias: Las Rosas
de Hércules, de Tomás Morales, y El lino de los sueños de Alonso
Quesada.
Modernidad fue también la inspiración inicial del subte-rráneo
Ramón Manchón (1883-1953), oscuro ilustrador lan-zaroteño
que compaginó su pasión creativa con la grisura del
trabajo como delineante en un ministerio. Sus pinceles acu-dieron
asiduos a las páginas de conocidas revistas ilustradas La
Esfera y Blanco y Negro. Fue además un prolífico ilustrador de
las populares colecciones de novelas cortas que hacían fortu-na
en la época. Estos librillos generaron un interesante sub-género
de coloridas cubiertas, llamada a destacar entre la
frondosa propuesta de los quioscos. Le tocaron en suerte casi
siempre autores que hoy son perfectos olvidados, como Fran-cisco
Camba, hermano menor de Julio, lo que sin duda con-tribuyó
a su propio anonadamiento de cara a la posteridad.
Las vanguardias no harán sino acusar la imbricación de los
lenguajes escrito y plástico, especialmente concentrados en los
poemas de disposición figurativa. Es una integración muy dife-rente
de la del modernismo, de la que da buena cuenta el
hecho de que muchos escritores se interesaran por el arte, al
que se acercaron en ocasiones como críticos. Una revista como
la tinerfeña Gaceta de Arte es muestra de esa interrelación.
En años y estéticas posteriores una colección lírica como
Planas de Poesía, se benefició de la ilustración de Manolo Milla-res,
que firmó bellos pórticos para obras como Liverpool, de su
hermano José María, o Smoking-room, de Alonso Quesada, res-catada
desde las páginas de esa publicación.
En estos últimos años, la consolidación de una nueva gene-ración
de narradores isleños, escritores muy escorados hacia la
novela negra, y su reconocimiento editorial, ha permitido a
nuevos ilustradores una continuidad en su trabajo. Es el caso
de Montecruz, con sus cubiertas para varias novelas de Alexis
Ravelo, uno de estos narradores urbanos.
[“Una labor de reconocidos artistas y modestos artesanos” por Alejan-dro
Zabaleta Díaz publicado en el suplemento cultural de La Provincia,
Las Palmas de Gran Canaria, Cultura, nº 1.296, 24 de enero de 2014.].
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Cubierta de Néstor para
El lino de los sueños de
Alonso Quesada (1915).
Cubierta de Manchón
para Mimí Magdalena de
Francisco Camba (1924).