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12 INTRODUCCIÓN Si queremos encontrar en Josep Triadó i Mayol (Barce-lona 1870-1929), al prototipo de ilustrador modernista Art Nouveau, no lo encontraremos, tal vez porque no ha habi-do ningún artista ilustrador del libro catalán, a excepción de Alexandre de Riquer, que se adecuara a lo que vul-garmente se entiende por modernista. Ilustradores como Triadó fueron Apel·les Mestres, Joaquín Diéguez, Gaspar Camps, Adrià Gual, Alexandre de Riquer, Alexandre Cardu-nets, Ferran Xumetra, Josep Pascó, Antoni Saló, Josep M. Xiró y tantos otros, que colaboraron en las páginas de los libros y las revistas ilustradas de la época, y dieron a la ilus-tración de libros en Cataluña, durante la etapa del movi-miento llamado Modernismo, una vasta y amplia cantidad de diferentes registros. Triadó, al igual que los otros nom-brados, convivió rigurosamente con el Modernismo cata-lán, pero si bien se adscribió a él de una manera contun-dente, siempre lo hizo bajo sus propios conceptos del arte y del dibujo, que le alejarían, de alguna manera, del nom-bre clave del modernismo catalán, Alexandre de Riquer, con quien compartió amistad, influencias y muchas afinida-des. Triadó, al igual que Adrià Gual, fueron artistas que penetraron en el modernismo y a su vez lo nutrieron con su vigorosa obra, tanto más personal, curiosamente, cuan-to más se alejaba del Art Nouveau y de las influencias vul-garizadoras de un Modernismo estereotipado, y se enarde-cían del simbolismo pictórico. Triadó proviene, igual que Gual y Riquer, del prerrafaelismo, pero también de los cánones medievales germánicos, que marcaron en él una dirección que, si bien varió con los años, siguió siempre un J AITOR QUINEY URBIETA Biblioteca de Catalunya osep Triadó i Mayol, un ilustrador de libros de la época modernista 13 mismo camino estético formal. Triadó es un auténtico modernista en cuanto es un ecléctico. Estilísticamente siempre recurrió a las mismas fuentes y es tal vez por ello, que su obra de ilustración quedó desprestigiada y su nom-bre borrado de la historia del arte catalán, aunque fue uno de los críticos más influyentes durante el llamado movi-miento “Noucentisme”, Joan Sacs quien lo valoró y pidió a gritos una revisión de su obra y una nueva puesta en valor, que llegaría a medias, de la mano de dos historiadores, en los años 70 y 80 del siglo pasado, pero que hasta hoy, con mi próxima tesis doctoral de su obra completa, no se le ha dado la importancia debida. BREVE BIOGRAFÍA DE JOSEP TRIADÓ I MAYOL Triadó se graduó de bachiller, en la Escuela Superior de Artes e Industrias y Bellas Artes de Barcelona, realizando todos los cursos relativos a la enseñanza de la pintura. Entre 1889-1890 le es adjudicada por la Diputación de Barcelona, una bolsa de viaje para proseguir sus estudios en Madrid, de donde vuelve en 1891. Entra en contacto con el artista Alexandre de Riquer, de quien será discípulo en la técnica del aguafuerte, técnica casi desparecida en el ambiente artístico de la Barcelona del momento. La influencia de Riquer sobre Triadó será constante en esos primeros años artísticos. Durante estos años se forjaría principalmente como pintor, participando en diversas exposiciones a par-tir de 1893, año en que expone en la Sala Parés, dentro de la exposición colectiva titulada “Oda a Barcelona”. Seguirán otras exposiciones, ganando en todas ellas algún premio: tercera medalla en la Exposición Universal de Barcelona de 1888, tercera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Barcelona de 1896, con su obra La Muerte, etc. Su pintura, con temas marinos y paisajes, con escenas costum-bristas y anecdóticas, es una pintura intimista, de tonos gri-ses y marrones y de pincelada larga. Desde otra visión, crea composiciones simbolistas, alejadas del gusto de la época, composiciones grisáceas y nostálgicas, interiores a contra-luz, personajes humildes, etc. A partir de 1901, su dedica- ción a la pintura pasará a un segundo plano, pero sin aban-donarla nunca del todo. Obras suyas se encuentran en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, en el Museu-Bibliote-ca Víctor Balaguer, de Vilanova i La Geltrú o en el Museu de la Pesca de Palamós. A fines de los 90 del siglo XIX comienza su labor de ilustrador de revistas, labor muy pro-lífica que le acompañará hasta el fin de sus días. Las revis-tas en las que colaboró como ilustrador serán las más importantes de su época: El gato negro, Álbum Salón, La Ilus-tración Artística, Hispania, Joventut, Ilustración Catalana, Hojas Selectas, y un largo etc. Además, fue director artístico de la Revista Gráfica (órgano del Instituto Catalán de las Artes del Libro), de la Revista Ibérica de Ex Libris y director y propie-tario del Anuari del Foment de les Arts decoratives. En 1902 obtuvo plaza como Ayudante Meritorio para la Sección Artística, en la nueva Sección de la Clase de Dibujo Artísti-co dirigida por Josep Serra Porson, en la Escuela Superior de Artes e Industrias y Bellas Artes de Barcelona. En 1903, y por oposición, fue nombrado Profesor Auxiliar de la Sec-ción Artística en la especialidad de Pintura. Al año siguien-te fue nombrado Ayudante de “Colorido y Composición, de la Sección de Bellas Artes, bajo la dirección del profesor Antoni Caba, y en 1905, nombrado Profesor Auxiliar Numerario, por las mismas clases. En 1906, fue nombrado Secretario por Real Orden, cargo que sostuvo hasta su muerte. A partir de 1902 su medio de expresión artístico por excelencia fueron las artes del libro y las artes decora-tivas. Numerosos fueron los proyectos artísticos que realizó para cerámica, pavimentos industriales, joyería, tejidos, bor-dados, plafones decorativos, esgrafiados, pintura mural, techos, chimeneas, vidrieras, etc. En el dibujo aplicado a las artes del libro y las artes gráficas diseñó de todo: publici-dad, anuncios, marcas, sellos, carteles, exlibris, encuaderna-ciones industriales y artísticas, portadas de revistas, decora-ciones e ilustraciones de libros. Como ilustrador y decora-dor de libros, muestra una gran versatilidad en las compo-siciones, siempre rítmicas y acertadas, aprovechando los avances técnicos que supuso el fotograbado y las nuevas téc- 14 nicas de impresión. Triadó fue el primer heredero directo de Apeles Mestres en la profesionalización del ilustrador de libros. De entre ellos destacan Sonets d’uns i altres (1904), el Primer Llibre d’exlibris d’en Triadó (1906) y Dafnis y Cloe (1906). La faceta más conocida y destacada de Triadó fue la de exlibrista. Desde su primer exlibris de 1900 hasta 1926, Triadó los fue numerando cronológicamente, hasta llegar a los 294, siendo por este motivo uno de los más pro-líficos y de los que inauguraron, junto con Alexandre de Riquer, el movimiento exlibrístico peninsular. Su dominio de las técnicas del grabado, su seguridad en el trazo, la ima-ginación desbordada de los temas de diversa inspiración: helenista, romántica, germánica, simbolista, hacen de estas pequeñas piezas suyas, auténticas obras de arte.1 EL LIBRO MODERNISTA CATALÁN DE FINALES DEL SIGLO XIX A LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XX: ANTECEDENTES DIRECTOS DE LOS LIBROS DE JOSEP TRIADÓ El libro catalán del periodo modernista (1895-1910) es heredero directo y continuador del libro del periodo este-ticista (1880-1895), llamado así por algunos historiadores (Cirici, Trenc, Vélez), y que dio a luz, gracias a los avances técnicos en las artes gráficas, a numerosos libros ilustrados o decorados con pretensión artística por artistas de presti-gio. 2 El libro con pretensión artística, tiene aparición aún antes del periodo esteticista, con libros de gran formato, cada vez más lujosos e ilustrados por medio de los nuevos procedimientos fotomecánicos de reproducción que las grandes editoriales iban asumiendo. Estas editoriales ade-más, comienzan a editar libros bajo el mismo concepto artístico, en un formato más pequeño y manejable, princi-palmente de obras literarias, aunque no descuidaron los libros de historia y científicos. Bajo este aspecto, y normal-mente con una cuidadísima encuadernación editorial, fir-mada ya por el artista y el grabador, en una simbiosis que demuestra la importancia que empezó a dársele a las artes aplicadas a la industria, aparecieron las denominadas colecciones literarias ilustradas, las “Bibliotecas”, de dife- 1 Esta breve descripción biográfi-ca, con algunos cambios, la escribí para la entrada de “Triadó Mayol, Josep”, con motivo de la edición del nuevo Diccionario Biográfico Es-pañol, de la Real Academia de la Historia. 2 Para profundizar en el estudio del libro como objeto de arte de es-te período, ver: Pilar Vélez, El llibre com a obra d’art a la Catalunya vuit-centista (1850-1910). Barcelona: Bi-blioteca de Catalunya, 1989. 15 JOSEP TRIADÓ, 1906 rentes sellos editoriales, y que promovieron la aparición de los futuros grandes impresores, y la acción directa del ilus-trador de libros, que era generalmente, un reconocido artista: la “Biblioteca de La Renaixença”, la “Biblioteca Arte y Letras”, dirigida en sus inicios por el arquitecto Lluís Doménech i Montaner y el crítico Josep Yxart, la “Bibliote-ca Clásica Española”, la “Biblioteca Verdaguer”, y la “Biblio-teca Universal”, de la editorial Montaner y Simón, que abar-cará hasta bien entrado el siglo XX, y en la que participó Triadó diseñando algunas de sus encuadernaciones. Todos estos libros tienen en su mayoría un denominador común, que es la de ser editados en grandes cantidades para una gran mayoría de consumidores, y que si bien tienen preten-sión artística, la calidad de los materiales, como el papel, está subordinada al coste de la impresión. A pesar de ello, fueron las ediciones que mejor representaron las corrien-tes estéticas contemporáneas, y el nexo para el desarrollo de las artes gráficas y la aparición del libro bajo los precep-tos de la influencia inglesa de William Morris, de las Arts and Crafts y bajo el desarrollo de la bibliofilia erudita y artística. Entre el Esteticismo y el Modernismo, apareció una figura primordial a la hora de establecer el papel del dibu-jante como profesional, la del poeta, escritor e ilustrador de sus propias obras, Apel·les Mestres. Mestres vio cómo, con el avance en las artes gráficas y los modernos sistemas de reproducción, se facilitaba enormemente el trabajo del ilus-trador que por fin podía ser libre a la hora de demostrar su personalidad y disfrutar de la máxima fidelidad en las reproducciones, aún con las más complicadas imágenes. Y el libro se llenó entonces de mariposas, insectos, hadas, nin-fas, sílfides, gnomos, flores estilizadas, bosques, claroscuros, follajes interminables, etc. Libros suyos como L’Ànima ena-morada (1884), Cants Íntims (1889), Idilis (1889) o Vobiscum (1892), nos anticipan ya la estética de lo que vendrá: goti-cismo, japonismo, Art Nouveau, Simbolismo y decorativis-mo. Con la etapa modernista, en la que Mestres tuvo tam-bién un importante papel como veremos, aparecen los per- 16 sonajes polifacéticos que fueron, a un mismo tiempo, poe-tas, novelistas, dramaturgos, pintores, dibujantes y músicos como Alexandre de Riquer, Santiago Rusiñol o Adrià Gual, principales actores de la entrada de esta nueva corriente estética y cultural, que se aproximaba sustancialmente a las ideas provenientes del norte y que compartían el paradig-ma del arte total que preconizaba Wagner. Alexandre de Riquer fue heredero de Mestres en su libro de poemas Quan jo era noy (1897), pero que avanzó en una concepción estética más cercana al prerrafaelismo y al simbolismo, pero de clara tendencia Art Nouveau, en sus libros Crisantemes (1899) y Anyoranses (1902), y que, a partir de 1906, con Aplech de sonets, se conducirá por caminos más plácidos y clá-sicos. Crisantemes y Anyoranses, de formato alargado y estre-cho, son dos obras concebidas como una pequeña joya inflamada de delicadeza, con una gran profusión en la decoración que casi oculta el texto, como intimidado de ser revelado ante los ojos del lector. Ambos fueron compuestos en tipos elzevirianos por la casa Thomas. Otros dos libros del pintor y poeta Santiago Rusiñol compartirán la escena de esos años: Oracions (1897) y Fulls de la vida (1898). Ambos, ilustrados por dos de sus mejores amigos y artistas a su vez, muy cercanos por lo tanto a su obra pictórica y poética, Miquel Utrillo y Ramón Pichot, respectivamente; fueron impresos por la emblemática editorial L’Avenç. Ora-cions, es uno de los libros más bellos y representativos del modernismo —según Panyella—, en cuanto manifestaba una integración total de las artes, entre texto, ilustraciones, decoración y música (esta última del maestro Enric More-ra), y que inauguraban un nuevo género modernista y sim-bolista por excelencia: la prosa poética.3 Las ilustraciones que Miquel Utrillo realizó, y que se envanecen de la poesía simbolista de Rusiñol representando gráficamente su uni-verso poético, fueron tiradas sobre papel cuché a varias tin-tas, a partir de dibujos a la pluma y tinta china. La obra de Pichot para Fulls de la vida, nace de la compañía que éste y Rusiñol se hacen mutuamente en el verano del año ante-rior en Sitges y en un viaje a Granada ese mismo invierno, 3 Vinyet Panyella, “Santiago Rusi-ñol i els llibres del Modernisme”, Anuario, de la Asociación de Biblió-filos de Barcelona, 1999-2000, Bar-celona, 2001, p.71-116. 17 4 Dos años después, en 1898, “L’Avenç” editará la traducción de Joan Maragall, del poema Ifigenia a Taurida, de Goethe, con una porta-da muy similar de concepto aunque más sobria y equilibrada. resultado del cual fueron los fotograbados a una tinta a par-tir de los dibujos originales, en tonos oscuros, intercalados con la tinta verde del texto, dando un aire muy intimista y simbólico a toda la obra. Junto a los libros de Riquer y Rusi-ñol, sobresalen en excelencia y rompimiento de los esque-mas establecidos, y lejos de estos dos últimos pero en con-nivencia pacífica, otros dos libros de Adrià Gual, como autor e ilustrador, Nocturn. Andante morat (1896) y Silenci (1897). Del primero destacar el color morado, color sim-bolista por excelencia, y la tipografía plateada con un moti-vo decorativo rectangular y horizontal que divide el plano, en cuyo interior unas ondas concéntricas en forma de flor se abren sucesivamente; en el interior, el dibujo de la esce-na de la obra de teatro, y sus personajes —el caminante, su hermana y el loco—, dibujados igualmente por Gual.4 El segundo, con la sola decoración en su portada, un corazón sangrante de cuya gota caída aparece el título. Ya entrado el siglo XX, y antes que Triadó ilustrase su primera gran obra en 1904, salió a la luz Boires Baixes (1902), novela simbolista de atmosfera irreal, de Josep Maria Roviralta, uno de los fundadores de la revista Luz. Boires Baixes hereda el concepto de obra de arte total incor-porando al texto las ilustraciones de Lluís Bonnin y la músi-ca de Enrique Granados, todo ello, además, puesto en esce-na con la colaboración del impresor Oliva, que hizo una auténtica delicadeza japonizante plena de detalles virtuosos y sugerentes. Las ilustraciones de Bonnín —que compartió páginas con Triadó como ilustrador en la revista Hispania—, para este libro, entran de lleno en el simbolismo de la obra y acompañan de manera determinante el mundo irreal que rezuma todo el libro, consiguiendo una compenetración psicológica con el sentido del mundo que el autor quiso reflejar. Pero la realidad en cuanto al libro modernista catalán fue que, a pesar de los ejemplos anteriores, bellos ejemplos del rumbo que había tomado el mundo del libro de biblió-filo, pocos o muy pocos, fueron los artistas que se dedica-ron de pleno a la decoración e ilustración de libros y, por 18 tanto, considerarse profesionales. De todos ellos, Josep Triadó será el artista catalán del momento que más se con-sagrará a las artes del libro, y que dejaría la pintura para dedicarse casi en exclusiva a esta disciplina, a la ilustración de revistas y al dibujo de exlibris. JOSEP TRIADÓ, ILUSTRADOR Y DECORADOR DE LIBROS Triadó, pues, comienza su andadura como ilustrador de libros, heredando de manera directa todos estos ejemplos, que sin duda alguna fueron estudiados por él. No nos detendremos en analizar el trabajo de Triadó como ilustra-dor de revistas, pues ya lo hice en su momento5, pero, ine-vitablemente, para abordar el tema de la ilustración de libros, tendremos que recurrir, de tanto en cuanto, a su tra-bajo para las revistas de la época, pues los dos trabajos, son, en cierta manera, indisociables. Tampoco abordaremos su obra como ilustrador de encuadernaciones artísticas e industriales, que lo fue, llegando a realizar, en algunos casos, los trabajos más exquisitos de la época, como fue el diseño que hizo para la encuadernación industrial de la Revista Ibérica de Exlibris (1903). Tampoco nos toca ahora hablar de su actividad exlibrística, en la que le reconoce-mos como el más prolífico, interesante y exquisitamente revelador dibujante de estas marcas de propiedad de libros, quien, junto a Alexandre de Riquer, fue el que inauguró el resurgimiento de este arte en Cataluña y en toda la penín-sula. Hablaremos, ahora sí, de su trabajo como ilustrador y decorador de libros, la mayoría de los cuales fueron hechos bajo el signo de la edición de libros de bibliófilo, y por lo tanto, destinado a un grupo minoritario, debido a la corta tirada de ejemplares que normalmente se hacían de estos libros. Entre 1901, y hemos de recordar que Triadó comen-zó a ilustrar profesionalmente revistas modernistas en el año 18956, y 1929, año de su muerte, Triadó ilustró 17 libros, como he dicho, sin contar los dibujos para portadas en rústica, encuadernaciones industriales y artesanales, y portadillas que realizó, algunas tan importantes como la que hizo para la primera edición de Solitud, de Víctor 5 Aitor Quiney, “Josep Triadó i Mayol i la illustració i decoració de les revistes illustrades catalanes (1895-1921)”, Butlletí XXII, Barcelo-na 2008, Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi, , Bar-celona, 2009, p.79-98. 6 Su primer trabajo que he docu-mentado, lo realizó para la porta-da del nº8, de 23 de febrero de 1895, de la revista Barcelona Cómica. 19 7 Víctor Català, Solitud, Biblioteca Joventut, Barcelona, 1905. Català, pseudónimo de la escritora Caterina Albert7, de un simbolismo trágico que intensifica el contenido de la obra. Por tanto, la época acotada entre 1901 y 1929, correspon-de, si nos atenemos a la cronología de la historia del arte, a los períodos artísticos de finales del Modernismo y la apa-rición del Novecentismo catalán. Pero Triadó, aunque no fue inmune a los cambios surgidos entre estos dos estilos y los diferentes artistas que planearon sobre las artes del libro, no se adscribe a ninguno de los dos movimientos. Crí-ticos e historiadores, dividen el arte en compartimentos estancos, en escuelas incompatibles entre sí, pero en reali-dad, todos sabemos que el arte es una sucesión sin solución de continuidad, desde el principio en que el hombre quiso reproducir simbólicamente lo que le rodeaba. En diferen-tes momentos, Triadó hace guiños a ambos movimientos, pero la verdadera importancia de Triadó, reside en su auto-nomía, en su fuerte personalidad y en un estilo tan propio, que algunos ilustradores del momento, como Joan Vila d’I-vori, recibirán su influencia y maestría y seguirán bien de cerca su huella y su estilo. La influencia más directa sobre la obra de Triadó, hay que buscarla en el prerrafaelismo inglés, en los grabados alemanes del siglo XV y en el góti-co catalán, tres influencias que se corresponden, de alguna manera, con la recuperación de estilos antiguos, promulga-da por la corriente modernista en Barcelona, y que en Tria-dó se convierten en una mezcla de clasicismo y modernidad insuperables. LOS LIBROS ILUSTRADOS POR JOSEP TRIADÓ Si nos situamos en 1900, nos encontramos con que Josep Triadó era ya bastante reconocido en Barcelona como ilustrador de revistas y pintor y que comenzaba su andadura triunfal con la ejecución de exlibris que comen-zaron a encargarle los bibliófilos de la época, cuando éstas pequeñas marcas de posesión de libros, empezaron a sonar en los oídos de los amantes del libro, y los artistas, asimilan-do las nuevas corrientes que venían de Inglaterra, Francia y Alemania, comenzaron a ilustrar. Triadó era conocido 20 también, por las encuadernaciones que desde la década de los 80 del siglo XIX, venía dibujando para la “Biblioteca Universal”, de la Editorial Montaner y Simón, libros de gran tirada, que se repartían entre los suscriptores de la revista la Ilustración Artística. Los primeros pasos de Triadó en la ilustración de libros fueron tímidos y lentos y no fueron precisamente para libros de bibliófilo, sino para ediciones ilustradas de libros de gran tirada. El primero de ellos fue Ayres del Montseny, de Jacinto Verdaguer, en 1901, siendo a su vez, uno de los primeros títulos aparecidos bajo el sello editorial de la revista modernista Joventut, “Biblioteca Joventut”. Con una portada de Apel·les Mestres, el libro consta de 34 poemas y 13 ilustraciones de algunos de los artistas más importantes del momento: Joan Brull, Lluís Graner, Simó Gómez, Francesc Sardà, Josep Triadó, Jaume Vilallonga, Antoni Solé, Modest Urgell, Sebastià Junyent y Joaquim Primo. En líneas generales las interpretaciones a los poemas de los artistas tenían un cierto aire simbolista, aunque también los había realistas. Triadó ilustró el poema Coples de la Mare de Déu del Roure (Coplas a la Madre de Dios del Roble), con un dibujo a la pluma, muy próximo al esti-lo que volverá a usar en sus exlibris posteriores. Triadó pre-senta una Madre de Dios nimbada, de un marcado aire pre-rrafaelita, evocador incluso de Botticcelli, con los cabellos largos y sueltos que le caen sobre los hombros y tocada con un vestido lleno de sinuosos pliegues; sobre las rodillas, el 21 Coples de la Mare de Déu del Roure, 1901 8 Para saber más de esta empresa de Artes Gráficas inglesa ver el artí-culo de Jonathan Allen, “William Morris y la arquitectura del libro ideal”, en Moralia 4: revista de estu-dios modernistas: 2004, Moya, 2005, p.48-55. 9 Entre 1901 y 1903, estuvo ocu-pado con las oposiciones para obte-ner la Cátedra de dibujo en la Es-cuela de Artes y Oficios Artísticos de Barcelona. 10 Kipling, Rudyard, El libro de las tierras vírgenes, Ed. Gustavo Gili, Barcelona, 1904. 11 Pin y Soler, J., Sonets d’uns i altres. Illustracions de Triadó; Estampa de Joan Oliva, Vilanova i la Geltrú, 1904. 12 Quiero remarcar, dado que nuestra revista Moralia se dedica al estudio del Modernismo en Cana-rias, que la imprenta de los Oliva de Vilanova i la Geltrú, tuvo una rela-ción muy estrecha con el pintor Néstor durante su estancia en Barce-lona. Ellos fueron los impresores del catálogo de la exposición indi-vidual que Néstor celebró en el Cír-culo Ecuestre de Barcelona en 1908; también lo fueron del catálo-go y la invitación de la “famosa ex-posición de los refinados” en el Fa-niño dios juega con una flor en su mano izquierda. Madre e hijo están sentados sobre un roble con las raíces vistas, que se alargan sinuosas y enredándose entre ellas, forman-do un recuadro donde se representa la escena. Estas formas predominantes recuerdan algunas ilustraciones que la Kelmcot Press8 había hecho para el libro Mort d’Artús, pero sobre todo, Triadó se recrea en una figura muy próxima a las de Edward Burne Jones, a quien Triadó buscará siempre como referente estilístico y formal. Triadó no volverá a ilustrar ningún libro hasta 19049, año en que lo hará por partida doble, con dos libros anta-gónicos en forma, contenido y alcance editorial. El prime-ro de ellos fue El libro de las tierra vírgenes 10, de Kipling, donde vemos que Triadó no se encuentra muy cómodo a la hora de traducir en imágenes la vida de Mowgli, entre los habitantes de la selva hindú, como lobos, osos, serpientes, etc. El estilo del artista se acerca bastante al que estaba haciendo por entonces para las ilustraciones de la revista La Ilustración Artística, de las novelas y narraciones cortas que ésta publicaba. Son escenas naturalistas, que quieren representar la realidad a partir de claroscuros, aunque a veces, este naturalismo toma un cierto aire simbolista. Pro-bablemente Triadó tuvo que adaptarse a las exigencias de la editorial de hacer una edición parecida a la que se hizo de la primera edición de este libro en Inglaterra, ilustrada por el padre del autor, John Lockwood Kipling, con un esti-lo muy cercano al prerrafaelita. Para la mayoría de las ilus-traciones, Triadó enmarcaba la escena dentro de un marco de estilo Art Nouveau. Con el segundo libro de 1904, Sonets d’uns i altres11, edi-tado por el escritor catalán Josep Pin i Soler, e impreso por Oliva de Vilanova12, Triadó tuvo su primer encuentro con la bibliofilia más pura, dado que el libro se concibió, desde buen principio, como una pieza bella, con las característi-cas tipológicas que entonces debían tener los libros bien editados: buen papel, tipografía elegante y una gran com-penetración entre ilustración y contenido, y una tirada corta, de 200 ejemplares (50 en papel vitela y 150 en papel 22 de hilo verjurado). El antologista y editor de este libro era el miembro número 22 de la Societat Catalana de Bibliòfils, y sabía muy bien lo que quería conseguir, no dudando ni un momento en acudir a los mejores profesionales: Joan Oliva como impresor, por un lado, y Josep Triadó, como ilustrador, por otro. Pin i Soler, aseguró el éxito de su empresa —esto es, que contenido y continente tuvieran una comunicación paralela—, encargando a Joan Oliva la impresión de su libro de sonetos. Este libro es un recopila-torio de sonetos de autores catalanes contemporáneos, recogidos por el autor: Gabriel Alomar, Josep Carner, Miquel Costa i Llobera, Josep Martí i Folguera, Joan Mer-cader i Vives, Manuel de Montoliu, Magí Morera i Galicia, Pere Riera i Riqué, Joaquim Ruyra, Guillem Tell i Lafont, Xavier Viura y Geroni Zanné. Además, Pin i Soler escribe un prólogo intitulado Rhapsodia, en el que hace una apro-ximación al panorama internacional de la producción de sonetos, desde Petrarca, Miguel Angel, D‘Annunzio o Gón-gora, hasta Baudelaire, Verlaine, Mistral o Verdaguer. Pin i Soler quería un libro que fuese un objeto de arte en sí mismo y con Joan Oliva, decidieron que fuese un libro en rústica, con papel vitela para una corta edición y con papel de hilo barbado, ambos de la Casa Viuda de Guarro, de Capellades. Optaron por una tipografía elzeviriana, con gran gusto en su composición, sin otra ornamentación que no fuese un sencillo encuadramiento rojo, hecho de filetes, alejándose radicalmente del uso abusivo que por entonces se hacía de las viñetas Art Nouveau. Para ilustrar algunas de las composiciones poéticas, Pin i Soler eligió a Triadó, que para entonces se había ganado ya el primer puesto entre los ilustradores, aparte de ser profesor catedrático de dibujo en la escuela de Artes y Oficios. Las que primero debían ser sólo seis composiciones, finalmente se convirtieron en catorce, siendo los poemas a ilustrar seleccionados por el mismo Triadó, lo cual le daba una libertad absoluta para sentirse cómodo frente a un libro de poemas, siempre difí-cil de ilustrar, y sabiendo que se la jugaba profesionalmen-te, al entrar por la puerta grande de la ilustración de libros, yans Catalán en 1911, es decir, de Néstor, Marino Andreu, Ismael Smith y Laura Albéniz; igualmente del catálogo y la invitación para la exposición de Néstor celebrada en Madrid en la sala Lisárraga & Sobri-nos en 1914 (ver Moralia 7, p. 106); y, además, encargaron a Néstor el frontispicio para la obra La Arqui-tectura Naval Española (en madera), de Gervasio de Artiñano y de Gal-dácano, editada en 1920, aunque el dibujo de Néstor está firmado y da-tado “Néstor, Barcelona, 1916”, y grabado por “R. Maura sc. 1918”. Además de todo ello, en 1915, la imprenta Oliva publicó un bello opúsculo sobre la historia de esta empresa de arte gráfico titulado Keepsake, en cuyas páginas hay un apartado titulado El decorado de li-bros en España, firmado por M., en cuyo texto la figura de Néstor apare-ce exaltada como uno de los ilustra-dores de libros más importantes del momento. La imprenta Oliva fue, sin duda alguna, una de las más im-portantes del periodo modernista, no sólo en Catalunya, sino en toda la península y Europa, de la que hay un riguroso y exhaustivo traba-jo de Santi Barjau i Víctor Oliva ti-tulado Barcelona, art i aventura del llibre. La imprenta oliva de Vilanova, Ajuntament de Barcelona, Barcelo-na, 2002. 23 con un inmejorable producto de su fantasía creadora, o bien, no llegar a las expectativas creadas y buscadas. El plan-teamiento de Triadó fue honesto, como honesta era esta edición: sencilla en su aspecto, sobria en su composición y fiel a su personalidad. Los catorce dibujos a la pluma, que se tiraron sobre papel japonés, tienen algunos un aire clá-sico, debido al tema del soneto, otros, sin embargo, se acer-can a un sentido panteísta de la naturaleza, donde cada criatura, sea la vaca de “Consagració”, la encina de “La gran alzina de Mossa”, o el ciprés, de “Lo xiprer”, son manifes-taciones diferentes de aquello que es divino, en donde se encuentran composiciones procedentes de los grabados franceses y alemanes de los siglos XV y XVI, pero también inspiraciones alemanas de su época, procedentes básica-mente de la contemplación de las revistas Ver Sacrun o Jugend, y nuevamente, de los prerrafaelitas, y sobre todo de Burne-Jones. El camino de la imitación o de la inspiración en las composiciones contemporáneas para la propia crea-tividad, siempre ha sido un camino paradójico, muy común por cierto en todos los ilustradores europeos del momen-to, dada la gran difusión y presencia que las revistas ilustra-das habían adquirido. Pero en el caso de Triadó, fue un camino que le condujo ciertamente a la originalidad. El dominio de la técnica del dibujo a la pluma, a página ente-ra, no dejó indiferente a nadie, de tal manera, que los ori-ginales fueron expuestos en la Sala Parés en julio de 1904. Todas las composiciones, diferentes entre sí, se comple-mentan, y dan al libro un acabado firme, preciso y contun-dente, a la par que bello. Este será el primer y último libro de poesía ilustrado por Triadó, por lo que intuimos, que Triadó se planteó, en algún momento, el eterno problema de si la poesía podía ser ilustrada con honestidad con dibu-jos o pinturas. En cualquier caso lo hizo, y el resultado fue bien reconocido. Triadó ilustró la portada, el prólogo “Rhapsodia” y los sonetos, cuyos títulos coinciden con los de los dibujos, y son los siguientes: Portada, Rhapsodia (Pró-logo), Consagració (Gabriel Alomar), Les monjes (Josep Car-ner), La gran alzina de Mossa (Miquel Costa i Llobera), Les 24 birbadores (Magí Morera i Galicia), Los coracers (Pere Riera i Riqué), Lo xiprer (Pere Riera i Riqué), La llegenda zoroàstri-ca (Joaquim Ruyra), Visió (Xavier Viura), Les serenes (Gero-ni Zanné), Helena (Geroni Zanné), Esfinx imperial (Geroni Zanné), Lo rey a Poblet (Geroni Zanné). Con una estética simbolista, Triadó dio una personali-dad propia a cada dibujo, inspirados en la lectura de los sonetos. Es una ilustración subordinada al texto o a una estrofa concreta del soneto, y no un equivalente plástico. Para la portada, elemento de indiscutible importancia, Triadó dibujó, reproducido sobre cartulina verde, a una joven de inspiración medieval germánica, que cose la filac-teria donde va el nombre del impresor “JOAN OLIVA/ VILANOVA LA GELTRÚ”, imbuida de aspecto melancóli-co, como si estuviese escuchando las voces de los rapsodas, bajo un gran rosal que ocupa toda la composición. En la parte superior, dentro de un marco de filete tipográfico, aparece en letras redondas muy usuales en los dibujos de Triadó, el nombre del autor, el título y la autoría de Triadó como dibujante. Es una composición muy recargada que respira gracias a unas líneas blancas en fuga que dan pers-pectiva. Si la inspiración de la portada es medieval, Tria-dó hace un camino de ida y vuelta, entre el medievalismo, el prerrafaelismo y las Arts & Crafts de William Morris. Cuando fue publicado Sonets d’uns i altres, ya habían apa-recido los dos primeros números de la Revista Ibérica de Exli-bris (1903-1906), de la cual Triadó era el director artístico. Esta revista marcaría un hito importantísimo en las artes gráficas catalanas durante el Modernismo, cuya impresión, en ese primer año, estuvo a cargo del hijo de Joan Oliva, Víctor Oliva, por entonces un joven apasionado de 19 años. Igualmente, en 1903, había aparecido el libro de Alexandre de Riquer, A. de Riquer. ExLibris, primer libro monográfico sobre exlibris aparecido en la península, exquisito en su forma y en su contenido. Este precedente, hizo que la Redacción de la Revista Ibérica de Exlibris, se planteara, a par-tir de 1905, la edición del Primer Llibre d’exlibris d’En Triadó, que vio la luz en 1906. El prólogo al libro, lo hará el direc- 25 Portada para Sonets d’uns y altres, 1904 tor literario y redactor de la Revista, que también era edi-tor, bibliófilo, escritor, etc., del cual hablaremos más adelan-te, pues la trayectoria de Triadó en su papel como ilustra-dor de libros, estará ligada íntimamente a Ramón Miquel y Planas, del cual hablamos. Completamente concebido por Triadó en su decora-ción y concepto, este libro es una de las obras más caracte-rísticas del Modernismo catalán. Es el volumen más bello procedente de las prensas de la Imprenta la Elzeviriana, y uno de los libros que se acercan más, en su aspecto formal al Art Nouveau catalán, que procede del formato alargado de la revista modernista por excelencia Luz (1897-1898), de algún libro editado por los Oliva como Poesia & Prosa (1905), de Ignasi de L. Ribera, o de otros de Alexandre de Riquer, que ya comentamos más arriba, que a su vez provie-nen de los kakemonos japoneses, aparte de recordarnos el formato de los dietarios de comercio que circulaban en el siglo XV por toda Cataluña. Una de las premisas fundamentales del movimiento Arts & Crafts que preconizó William Morris y cuyas ideas fueron introducidas en Barcelona, como hemos visto, por influencia de Riquer, era la de que un libro bello sólo es fruto del amor que en su concepción y en su realización, siente el impresor, el autor y el decorador. Para la decora-ción y concepto de este libro, asumidos íntegramente por Triadó, vemos que su buen gusto, pasión y su conocimien-to de los recursos de que podía echar mano, le hicieron apartarse de lo vulgar y lo nimio. Su espíritu delicado se refleja en cada página que compuso, y, no obstante ser sus exlibris el motivo de la publicación de esta obra, no son ellos por si solos los que la magnifican: es el carácter en ella predominante, es la unidad decorativa que con el conjun-to prevalece, es la impresión severa y artística que se reci-be, según uno vuelve las páginas de esta obra. La decora-ción del libro presenta en todas sus páginas las mismas características, atendiendo a una unidad formal: una orla decorativa formada por rosas con sus tallos, hojas y ramas, impresa en tinta roja. Las rosas, a pesar de parecer a priori 26 un elemento delicado, están dis-puestas de tal manera, que las ramas y sus espinas bien remarcadas y per-filadas, le dan un carácter severo y masculino. Esta orla es bastante más gruesa en la portada y el colofón.13 Esta orla será la que mantenga la unidad decorativa frente a la hete-rogeneidad de los exlibris, dispues-tos siempre en el recto de las pági-nas y acompañados por las letras capitales formadas por tres tipos de diferentes colores: rojo para unas, y negro para otras. La composición con los tipos elzevirianos, acaban por equilibrar el conjunto, en el cual, el blanco de la pági-na desparece casi por completo, dando lugar a una puesta en página contundente pero sencilla, nunca vista hasta entonces en libro alguno. Esta exigencia, este rigor volun-tariamente impuesto para la consecución da una concor-dancia integral; ese sentimiento de la belleza que regula y armoniza a fin de que no haya un desentono, son lo que imprime un sello especial a este libro. Otros elementos pura-mente decorativos, como un jarrón típico catalán (almorrat-xa) y un jarrón de estilo Art Nouveau, continúan la unidad decorativa con la sencillez de sus líneas. Triadó, en definiti-va, consigue hermanar todas las composiciones dentro de un formato alargado, en el que encontramos bellamente contra-pesada la importancia de todos sus elementos: el dibujo del exlibris (impreso), el texto, la ornamentación, la tipografía y la implacable presencia del impresor. Entre este libro y la aparición del libro siguiente de Tria-dó, aparecieron dos libros fundamentales en las prensas catalanas, aunque muy diferentes entre sí, que representan dos concepciones distintas del tratamiento gráfico del libro: L’Atlàntida (1906) de Jacint Verdaguer ilustrada por Josep Maria Xiró, y Liliana (1907), de Apel·les Mestres. El prime-ro, concebido dentro de la línea del libro ochocentista cata- 13 Esta misma orla, pero en un formato inmenso la usará Triadó como elemento decorativo para las paredes de la Sala Española de la V Exposición de Arte de Barcelona cele-brada en 1906, sala que estuvo de-corada bajo su dirección y la de Joa-quim Renart. 27 Primer Llibre d’exlibris d’En Triadó, 1906 14 Longus, Dafnis y Cloe, traducció catalana y pròleg de Ramon Miquel y Planas ab ilustracions originals de Joseph Triadó. Barcelona “Revista Ibérica de Exlibris”, M.CM.VI. No daré noticias de todos los pormeno-res referentes a la edición e ilustra-ción de este libro, que como se pue-de observar, lleva la fecha de edi-ción de 1906, en vez de 1908, que fue cuando vio la luz, pues me alar-garía demasiado y entorpecería la dinámica de mi escrito. lán y por lo tanto muy lejano de lo que entonces se hacía, contiene, sin embargo, doce ilustraciones muy propias del simbolismo de la época, debidas a Xiró, además de comien-zos de capítulos de la misma factura. Esta obra excepcional y de gran formato fue impresa en los talleres de J. Thomas. Al año siguiente, la imprenta oliva imprimirá otro de los libros más paradigmáticos del simbolismo modernista, el Liliana, de Apel·les Mestres, con ilustraciones del mismo autor. Una cuidadísima edición de bibliófilo —con 12 ejem-plares en papel Japón, aunque tuvo una edición a parte de 1.000 ejemplares en papel fabricado expresamente—, es la obra cumbre de Mestres en donde explota toda su capaci-dad imaginativa y su mundo iconográfico, uniendo la poe-sía, el dibujo y el diseño gráfico de los Oliva, para expresar su sentido más mágico de la naturaleza. De vuelta con Triadó, en 1908 aparece el libro Dafnis y Cloe, de Longus14, auspiciado por la Revista Ibérica de Exlibris, e incluido en la Nova Collecció Artística Catalana, dentro de la producción editorial de libros de bibliófilo de Ramón Miquel y Planas, junto a Amor y Psiquis (1905) y más tarde Contes de Perrault (1911), edición, ésta última, decorada por Alexandre de Riquer. La relación de Triadó con Ramón Miquel y Planas, edi-tor de libros de bibliófilo, fue muy fecunda y la mayoría de los libros que ilustra a partir de este momento, serán edita-dos por su amigo, quien por otro lado, fue uno de los que más ayudaron a la expansión de los ilustradores catalanes, ofreciéndoles, democráticamente, y bajo el sello del buen gusto, las páginas de sus prolíficas y hermosas ediciones, para que pudieran demostrar sus aptitudes artísticas. En un principio, y hablamos de 1906, el libro Dafnis y Cloe debía llevar 4 láminas grabadas al aguafuerte y estam-padas al tórculo, fuera de texto, además de otros elemen-tos decorativos. La idea de Ramón Miquel y Planas, era la de resucitar esta técnica artística, el aguafuerte, que tanto se usó en el siglo XVIII español, y que en lo referente al libro, sólo se usaba, por entonces, para la reproducción de exlibris, sobre todo por parte de Alexandre de Riquer. Con- 28 trariedades por falta de tiempo y debido a una enfermedad contraída por Triadó, hicieron inviable este proyecto, que debido a necesidades económicas, debía ser estampado lo más urgente posible. Finalmente Ramón Miquel y Planas decidió encargar a Triadó, sin menoscabo al resultado final de la obra, unas estampas tipográficas policromadas para las láminas fuera de texto y para el resto de elementos como cabeceras y exlibris universal. Al respecto podemos decir que las catorce ilustraciones y decoraciones de Triadó, junto a la elección del tipo elzeviriano para el texto y la puesta en página por el impresor Fidel Giró, lograron pro-ducir uno de los libros más bellos, elegantes y exquisitos del panorama editorial español del momento. Con un estilo moderno, pero de resonancias provenientes de la estampa japonesa, Triadó está influido en esta obra por la pintura decorativa que enriquecía la antigua cerámica griega, ele-vando el valor cromático y la forma de las composiciones por encima de las piezas arqueológicas, que no copia ni imita, sino que se las recuerda, en su gracia y encanto. La armonía alcanzada por los cuatro colores yuxtapuestos y siempre planos de las figuras y escenas de los pastores Daf-nis y Cloe, concuerda, bajo el aspecto de lo simple, con la propia lectura del texto, en una unión casi imposible, entre una estampa moderna y un texto antiguo. Durante el tiempo que el libro estuvo esperando por las ilustraciones de Triadó, nuestro artista tuvo momentos para hacer otras incursiones, entre las que destaca la portada para el Llibre dels set savis de Roma15 (1907), entre otros que no nos pararemos a describir, para dar un salto de cuatro años y situarnos en 1912, año en que el estilo llamado Modernismo, no sólo es utilizado en artes gráficas por impresores trasnochados y faltos del más mínimo gusto, sino que incluso era denostado socialmente y por las élites artísticas del momento. Cataluña estaba más o menos inmersa en el movimiento cultural, político y artístico denominado Novecentismo (Noucentisme), que preconiza-ba la inspiración clásica de Grecia como cuna del medite-rranismo catalán. Este período hizo renacer la xilografía 15 Llibre dels set savis de Roma, So-cietat Catalana de Bibliòfils, Barce-lona, estampat en l’Impremta de L’Avenç, 1907. 29 Portada para Dafnis y Cloe, 1908 como una de las técnicas de reproducción más habituales, dando un sentido más arcádico a las ilustraciones que a par-tir de entonces se llevaron a cabo en la edición de los libros catalanes. Incluso autores tan enraizados dentro del Art Nouveau modernista, como Alexandre de Riquer, con su libro El poema del Bosch (1910), impreso por La Académica, en el que utiliza xilografías del siglo XVIII de su propia colección, se adentra hacia un estilo más clásico y de un estilo abarrocado con elementos y figuras alegóricas. Con la llegada del Novecentismo, Triadó también hace en 1908 una pequeña incursión decorativa hacia un clasicismo muy simple, quizás demasiado simple como para no pasar desa-percibido, y que fue el libro u opúsculo La Neotipia. El títu-lo del libro es el nombre de una de las imprentas más uni-das al nuevo movimiento artístico, y cuya virtud radicaba en el deseo de realizar cualquier impresión, por banal que fuera, con amor y buen gusto. El libro editado por la misma imprenta, daba cuenta de los textos de la prensa que se hicieron eco de su aparición en el mundo de las artes grá-ficas. Triadó concibe aquí una de las pocas obras próximas al arte novecentista más puro, una decoración muy austera basada en guirnaldas y medallones que inserían el número de página, de estilo Imperio y frisos y finales de capítulo de un estilo imitativo de las viñetas Renacimiento. Para la por-tadilla, y en tono verde, el color de las ramas de Apolo, rea-liza una ventana renacentista. Para la portada en rústica, de cartulina superior, una figura alegórica varonil, que repre-senta a Apolo, alzando su mano derecha con una corona de laurel como símbolo de la victoria y el triunfo; al fondo, una victoria alada. En 1908 y 1909 aparece en escena un joven ilustrador, Joan Vila, que ilustrará dos volúmenes de Les Rondalles Cata-lanes, libros costeados igualmente por Ramón Miquel y Pla-nas e impresos en casa de Fidel Giró, cuyo primer volumen, Vila dedicará a su maestro y amigo Josep Triadó. Vila será uno de los ilustradores más representativos del período del Novecentismo catalán, aunque en estos libros, su obra sigue el gusto del Liliana de Mestres y también recoge de Triadó 30 el gusto por el mundo del libro del siglo XV y XVI. Pero varios libros marcarán el paso entre los dos movimientos artísticos de este período: en 1909, aparece el libro Primer llibre de Dones, de E. Girbal Jaume, impreso en la Tipografía R. Cardona, con ilustraciones y viñetas de Capuz, Ismael Smith, Joan Llongueras, Opisso, Junceda, Apa, Junoy y Muntayola, parte de la plana mayor de los ilustradores del futuro “Noucentisme”. En 1910, Pere Torné Esquius ilustra Els dolços indrets de Catalunya, dentro del más atractivo Nove-centismo, donde representa con un dibujo intimista inte-riores de casas y jardines de Sant Gervasi. En 1911 aparece L’Almanach dels Noucentistes, editado por Joaquim Horta, obra capital y representativa del espíritu renovador que se tenía en cuanto a la compaginación y distribución de las imágenes. En palabras de Vélez, el Primer llibre de les Dones, será, junto al Almanach dels Noucentistes, los que entierren el Modernismo y saluden el Novecentismo.16 A partir de esta fecha señalada con la aparición del Alamanach, los ilustra-dores “noucentistes”, tanto trabajando con la pluma como la xilografía, con su sentido del clasicismo y con su estudia-da abarrocada simplicidad, dan al libro una sensación de amplitud al alcanzar una simbiosis harmónica entre texto e imagen. En 1911, Aragay ilustra la portada para el libro Poemes del port (Epigrammata-sonets), de Josep Maria López- Picó, y estampado por F.X.Altés, y ese mismo año, Torné Esquius ilustra el libro de Josep Carner, Verger de les Galanies, estampado por Fidel Giró. Como dijimos, nos encontramos en 1912, y Triadó, fiel a su eclecticismo y personalidad, que había rozado el Art Nouveau, y que estuvo siempre impregnado del medieva-lismo y del prerrafaelismo, no cambiará su modo de inter-pretar plásticamente la lectura de los textos, ni su técnica vigorosa del dibujo ni su fuerza creadora. Ese año, la Socie-tat Catalana de Bibliòfils, obedeciendo a sus obligaciones, decide publicar el libro Cançoner Sagrat de Vides de Sants 17, bajo las premisas de la bibliofilia más clásica y afrancesada, encargando la decoración a Joaquim Figuerola y las ilustra-ciones a Josep Triadó y Francesc Labarta. El gran formato 16 Vélez, op. cit., p.263. 17 Cançoner Sagrat de Vides de Sants, publicat per R. Foulché Del-bosc i J. Massó y Torrents. Illustra-cions de J. Triadó, F. Labarta y J. Fi-guerola. Societat Catalana de Bi-bliòfils, Barcelona, 1912. 31 del libro, la compaginación, con un filete rojo que enmar-ca las ilustraciones para los comienzos de capítulo, el texto con tipo elzeviriano y el papel de hilo, hacen de éste, un libro de lujo. Triadó se encargará de las 25 primeras coplas de las vidas de los santos, para las que seguirá las pautas marcadas por los editores, de enmarcar, ya sea en una imagen, ya sea en un tríptico, escenas de las vidas de los santos. Para estas ilustraciones, que son comienzos de capítulo (capítulo por vida de santo), Triadó evoca las xilografías de vidas de san-tos de algunos incunables, o bien se basa en las representa-ciones de los gozos tradicionales, pero siempre con una téc-nica muy detallista en el dibujo y los detalles y un estilo que mezcla lo gótico con el Art Nouveau, dejando muy clara su tendencia neogoticista. Triadó representa la vida de los san-tos a partir de los textos de las coplas, pero buscando siem-pre los atributos más representativos de los personajes en la pintura clásica e insiriendo complementos que expliquen de manera sutil las relaciones con los personajes principa-les. En las ilustraciones a dos tintas, Triadó representa esce-nas interiores y exteriores, pero la mayoría con un fondo negro que da a la imagen un sentido más trágico e irreal a la composición. Desde 1912 hasta 1924, Triadó no ilustrará ningún libro, exceptuando cubiertas, encuadernaciones, etc., y una por-tada que hizo para un Quijote ilustrado por Daniel Urra-bieta Vierge y editado en 1916 por Salvat. Será en este año cuando Triadó vuelva por primera vez en muchos años, pero por última vez, a exponer su obra pictórica en una sala comercial, en las Galerías Layetanas, en el mes de febrero. Su actividad laboral en la escuela de Bellas Artes de Llotja, será más activa que nunca, al ser nombrado en 1915, pro-fesor de Término en la cátedra de dibujo artístico y elemen-tos de historia del arte, y en 1918, haciéndose cargo de las clases de dibujo de la Escuela Profesional del Instituto Cata-lán de las Artes del Libro, además de otras actividades que le mantuvieron apartado de su actividad en la ilustración y decoración de libros. 32 En cuanto a la aparición de otros libros importantes en la historia del libro catalán como objeto de arte, dos libros de Josep María de Sagarra seguirán el camino emprendido por Aragay para la portada del libro Poemes del port: en 1914 aparece editado por la imprenta La Neotipia su Primer lli-bre de poemas, con una soberbia portada de Francesc D’Ale-xandre Galí, pero con unas decoraciones de las páginas interiores muy cercanas al barroco de guirnaldas y jarrones, y en 1916, aparece El mal caçador, con ilustraciones de Joan Mirambell e impreso por F.X. Altés. Ya hemos dicho más arriba, que la relación de Triadó con el editor de libros de bibliófilo Ramón Miquel y Planas será fecunda, y a partir de ahora, no ilustrará otro libro que no sea editado por él o de cuya edición se hubiese encar-gado. En 1924, ilustrará dos libros: Contes de Bibliòfil y Els cent aforismes del bibliòfil. Contes de Bibliòfil 18, fue editado con motivo de la celebra-ción del 25º aniversario de la creación del Instituto Catalán de las Artes del Libro (1898-1923), y la idea fue la de publicar un libro que representara de manera exhaustiva los avan-ces en las artes gráficas durante esos años, que fueron muchos. El libro fue impreso por los maestros y discípulos de la Escuela Profesional del Instituto, en sus propios talle-res. Para reproducir las ilustraciones y las decoraciones ori-ginales de todos los artistas, se usaron los medios técnicos de reproducción más nobles y costosos: calcografía, xilogra-fía, fototipia, litografía, reproducción fotográfica, etc. De la selección de textos se encargó Ramón Miquel y Planas, teniendo en cuenta que el tema del libro debía ser la Biblio-filia. Se imprimieron trescientos ejemplares en catalán y seiscientos en castellano, sobre papel de hilo de la casa Gua-rro, con tipo elzeviriano. Entre los ilustradores de los dife-rentes cuentos, se encuentra lo más destacado del momento representados por, al menos, dos generaciones de artistas. Josep Triadó se encargó de realizar el frontispicio del libro, una Alegoría de la Bibliofilia, y de ilustrar la novela de Charles Nodier, Franciscus Columna, con ocho composi-ciones impresas tipográficamente a ocho tintas. 18 Nodier, et altri. Contes de bibliò-fil, originals de Ch. Nodier, G. Flau-bert, Bonnardot, C. Asselineau, A. Daudet, O. Uzanne, G. Doucet, P. Lonys, P. Mille, J. Pons y Massaveu, R. Casellas, y M.S. Oliver, precedits d’un pròlech de R. Miquel y Planas. Ilustracions de Triadó, Urgellés, Cardunets, Colom, Pey, D’Ivori, Apa, Junceda, Longoria, Ollé i Pahissa, ab ornamentacions de J. Fi-guerola. Institut Català de les Arts del Llibre. Barcelona, 1924. XLIV + 360 Pàgs. 24 x 17 cms. Existe otra versión en castellano. 33 19 Algunas de las obras de este pintor italiano, fueron reproduci-das en las revistas catalanas de la época como en La Ilustración Artís-tica. Para el frontispicio, Triadó realizó un grabado a la Talla Dulce, realizado por J. Torné, que representa una Alegoría de la Bibliofilia: la Ciencia, con una antorcha alzada, apa-rece asistida por el pequeño genio de la Bibliofilia, el cual despliega una filacteria donde están inscritos los nombres de algunos de los más grandes bibliófilos, desde el trecen-tista Richard De Bury, autor del Philobiblon, hasta Isidro Bon-soms, contemporáneo de Triadó, quien atesoró una de las colecciones más ricas sobre Cervantes, pasando por Diego de Arze, Pedro de Aragón y el Marqués de Morante, los tres españoles; Charles Nodier, Juli Janin, Albert Cim y Octave Uzanne, franceses, y Thomas Frognall Dibdin, inglés como De Bury. Al pie de la estampa Triadó representa a un joven tomando ávidamente de las manos de un viejo, un libro que este le presenta, función que a su vez, el joven tendrá que realizar también, transfiriendo sus libros, como legado de gran estima, a sus sucesores. En cuanto a la ilustración de la novela de Nodier, Fran-ciscus Columna, Triadó realizó 8 composiciones reproduci-das tipográficamente a 8 tintas, y que aluden, cada una de las ilustraciones, a escenas y momentos concretos de la novela. Estilísticamente podemos hablar de una obra de plena madurez de Triadó, una de las más bellas surgidas de su pluma, donde, aprovechando que el contexto de la novela se desarrolla en el siglo XV, despliega toda su deli-cadeza y sus conocimientos en reproducir los vestidos, los interiores y exteriores de Venecia, incidiendo muchísimo en el detalle de las arquitecturas interiores, de los pliegues de los vestidos y creando una atmósfera medieval y prerra-faelista. El estilo que casa muy bien con el texto de la obra, y le da una cierta decadencia, es muy cercano a los dibu-jos y óleos de Edward Burne Jones y del pintor italiano Pie-tro Gabrini; del primero, sobre todo, por el tratamiento pictórico de los pliegues de los vestidos, que provienen a su vez, de la influencia que Botticelli tuvo sobre el pintor inglés, y del segundo, por su conocimiento de los ambien-tes venecianos.19 Pero la obra de Triadó, a pesar de estas influencias, tiene una fuerte personalidad, ya característi- 34 Alegoría de la bibliofilia, 1924 ca de su obra y que le hace reconocible en su estilo y precisión. Las ilustraciones son las siguientes: 1. Ah, llibre traydor; 2. El Gioto tenia en ell un com-petidor més; 3. Acollí a la desconeguda ab volun-tat modesta y respectuosa, y l’acompanyà a la gòndola; 4. Ella les ignora —replica Francesco— perquè tampoch no sap que jo la estimo; 5. Y’s pre-sentà en el Palau, aturantse a la entrada de la cambra de na Polia; 6. S’axecà y anà a agenollar-se al mig de l’amplia nau; 7. Axecà l’esguard cap al cel, y, dirigintse a tots els monjos congregats, va dir: - Es mort!; y 8. Na Polia’s va axecar, y, des-cansantse ab les mans en les dues dames que l’a-companyaven, tornà a la gòndola. Como ya dije, el tema representado es un fragmento de la obra que Triadó creyó conveniente ilustrar por su importancia en el contenido o porque la composición le venía bien. Hemos de remarcar el hecho de que esta nove-la, la última que escribiera Nodier, fue editada por prime-ra vez en París en 1844, y aunque muy conocida en los cír-culos bibliófilos, no había sido nunca ilustrada. Ese mismo año, Ramón Miquel y Planas, la editó de nuevo en su Peque-ña Colección del Bibliófilo, encargándole las ilustraciones a un colega de Triadó, el dibujante Francesc Labarta. El segundo libro que ilustró Triadó en 1924, fue Els cent aforismes del bibliòfil 20, editado igualmente por Ramón Miquel y Planas, quien recogió los aforismos más conocidos dedicados al libro, y los dividió en 8 capítulos titulados: De llibres y llibreries, D’autors y gent de lletres, De llegir y llegidors, De les lectures, Del us y tracte dels llibres, D’impressors y enquaderna-dors, D’editors y llibreters y De bibliòfils y aficionats. De entre todos estos capítulos, el resultado final serán 100 aforismos. El libro presenta formalmente todos los elementos necesa-rios para ser un libro de bibliófilo, es decir: buen papel, bella presentación del texto (tipos elzevirianos), en perfec-ta harmonía con los blancos de la página, en este caso con 35 20 Els cent aforisms del Bibliòfil, pu-blicats per R. Miquel y Planas, Bar-celona 1924. Un volum de XIIV + 48 pàgs., de 14 x 10 cm. Illustrat per J. Triadó, estampació a varies tintes. En paper de fill. En paper japonès. Este libro pertenece a la colección “Amor del Llibre”, que sólo editará un libro más, en 1928, titulado La llegenda del llibreter assassí de Barcelo-na, ilustrado por el discípulo de Triadó, Joan Vila D’Ivori, pero con letras capitulares diseñadas por Triadó. Esta colección de gran cali-dad gráfica y editorial, será el máxi-mo exponente de la bibliofilia ilus-trada de Ramón Miquel y Planas. Na Polia’s va axecar y descansantse amb les mans en les dues dames… 1924 un enmarcado de filete verde. Y todo el conjunto se embe-llece con las ilustraciones de Triadó, quien se siente muy seguro al tratar las ilustraciones sobre un tema del cual es gran conocedor, el mundo del libro. Triadó ilustrará la por-tada de la encuadernación en rústica, las páginas de guar-das, un exlibris universal, un frontispicio (aguafuerte) y la portadilla, además de las 8 alegorías restantes, estampadas a varias tintas, dedicada cada una a los respectivos capítu-los del libro, haciendo referencia, además, a uno de los afo-rismos contenidos. Triadó recurre a elementos del libro y simbólicos de la sabiduría, como los incensarios encendi-dos, cuyo humo ascendente evoca la espiritualidad de la sabiduría contenida en los libros, etc. A partir de este momento, con excepción de La perfec-ta casada, último libro que Triadó decoró y no alcanzó a ter-minar, se dedicaría a la ilustración y decoración de 8 títu-los para la Pequeña Colección del Bibliófilo, editados por Ramón Miquel y Planas, unos libros de pequeño formato (115 x 80 mm), que hicieron las delicias de los amantes de los libros. De todos ellos, algunos de los cuales sólo diseña-ría la portada en rústica o las hojas de guardas, señalaré los tres que ilustró y decoró totalmente, que fueron El purgato-rio del bibliófilo (1927), de Ramón Miquel y Planas, El Philo-biblon (1927), de Ricardo de Bury y Los eruditos a la violeta (1928), de José Cadalso. El Purgatorio del bibliófilo 21, escrito por Ramón Miquel y Planas, fue decorado e ilustrado íntegramente por Josep Triadó, y para los diferentes elementos formales, utilizó 36 21 Miquel y Planas, Ramon., El Purgatorio del Bibliófilo, Novela fan-tástica. Traducción castellana por L. C. Viada y Lluch. Ilustraciones de J. Triadó. Madrid, Librería de los Bibliófilos Españoles, 1927. Un volumen de 115 x 80 mm (Pequeña Colección del Bibliófilo). Cuatro de las ilustraciones para “Els cent aforismes” estilos diferenciados. Realizó la decoración de la portada en rústica, las hojas de guarda y las ilustraciones al texto. Para las guardas, Triadó simula un papel pintado, en horizontal, de estilo clásico, con medallones que alternan el perfil de la diosa Minerva y el perfil del diablo, personaje principal de la novela. Las ilustraciones se basan en pequeñas som-bras chinas que representan los perfiles de las escenas que quiere representar. Estas pequeñas manchas de tinta, se reprodujeron en color burdeos, a pesar que los originales fueron hechos en tinta negra y en un formato mucho mayor22, lo cual hace que la inserción de los 149 dibujos hechos por Triadó en las pequeñas hojas del libro, sea un prodigio de impresión. Para El Philobiblion23, loa clásica al libro escrita por Richard de Bury, Ramón Miquel y Planas dejó escrito en el prólogo que “Como editores del presente libro, diremos, para terminar, que nos hemos esforzado en hacer de El Phi-lobiblion castellano un pequeño joyel bibliográfico, que no decayera demasiado ante las excelentes y muy lujosas edi-ciones extranjeras que de la obra de De Bury existen para solaz de los bibliófilos. Al artista don José Triadó, que tiene adquirido un sólido prestigio como ilustrador y ornamen-tador de libros, corresponde el mérito principal que de la presente edición pueda derivarse. Nuestra intervención personal se ha limitado a velar para que la corrección del texto y la ejecución material resultaran dignas del nombre del autor del libro y no perjudicaran en nada la doble labor, tan estimable del traductor y del ilustrador.” Como todo libro dedicado al mundo del libro, y este en especial, Tria-dó se siente en su propio medio, y como casi siempre, recu-rre a la iconografía medieval del impresor y de los scripto-riums medievales, a aquellas imágenes, sobre todo alema-nas, que tratan el tema del libro, y con más motivo aún, tra-tándose de un libro que se ocupa de la mirada que tenía un clérigo del siglo XIV. Triadó realizó la portada, las hojas de guarda, el retrato del autor y las ilustraciones al libro, siempre subordinadas al texto, y que son pequeñas viñetas impresas a dos tintas que hacen de comienzo de capítulo. 22 Los originales se conservan en un álbum que fue propiedad del ar-tista Antoni Ollé Pinell, y que ac-tualmente se conserva en la Biblio-teca de Catalunya. 23 Bury, Ricardo de, El Philobi-blion, muy hermoso tratado sobre el amor a los libros. Traducido directa-mente del latín por el P. Tomás Vi-ñas san Luis, Sch. P. Ilustraciones de Josep Triadó. Madrid, Librería de los Bibliófilos Españoles, 1927. Un volumen de 115 x 80 mm., de XXIV + 212 págs. (Pequeña Colec-ción del Bibliófilo). Se hizo una ti-rada de 600 ejemplares en papel de hilo Guarro. De este tomo se hizo una tirada especial de 50 ejempla-res en papel japonés, reimpuesto al tamaño de 14 x 10 cm. 37 24 Cadalso, José, Los Eruditos a la Violeta, con el suplemento del mis-mo autor y otros anexos. Textos de las primeras ediciones ornamenta-dos por José Triadó. Madrid, Libre-ría de los Bibliófilos Españoles, 1928. Un volumen de 115 x 80 mm. De XL + 328 pàgs. (Pequeña Colec-ción del Bibliófilo). 25 La perfecta casada, por el maes-tro Fray Luis de León. Edición esta-blecida sobre los textos más autori-zados y decorada por J. Triadó. Bar-celona, Casa Miquel-Rius, Editora, 1930. Éstas, de formato cuadrado, siguen una pauta común: los dibujos for-man parte de una suerte de pergami-no antiguo, roto y ajado por el tiem-po, enmarcado por una orla decora-tiva, diferente para cada dibujo. Bajo la ilustración, el título del capítulo, al que hace referencia el dibujo de Triadó. Aparte de los capítulos, hay cinco láminas que ilustran pasajes del texto, apaisadas y encartadas. En cuanto al estilo, Triadó yuxtapone espacios interiores con exteriores, siempre con cielos negros, que forman una atmosfera irreal. Los vestidos se caracterizan por tener una gran cantidad de pliegues. Tria-dó descarga todo su potencial y toda su habilidad en darle un sentido plástico a la intención de los textos, pero deja volar su imaginación, a la hora de plantear las ilustraciones para las cinco láminas. Para Los eruditos a la violeta, de José Cadalso24, Triadó, al igual que con los dos anteriores, realizó la tapa, las hojas de guarda y la decoración del libro, con un frontispicio y comienzos de capítulo. En este caso, Triadó no ilustró el libro, sino que hizo decoraciones de estilo barroco con muchos elementos arquitectónicos, grutescos, orlas flora-les, motivos zoomórficos y figuras humanas, con cuatro colores: verde, rojo, negro y amarillo. Este libro, junto al último que realizara, será concebido únicamente con decoraciones. De 1924 nos vamos a 1929, año en que decoró su últi-mo libro, truncado debido a la muerte que le sobrevino prematuramente. El libro, perteneciente también a la cose-cha de Ramón Miquel y Planas, fue una edición de La per-fecta casada 25, de Fray Luis de León. Miquel y Planas indica en la Nota Editorial, que “los elementos decorativos con que se enriquece el presente libro son obra del benemérito artista José Triadó, recientemente fallecido. Por desgracia, al morir, su labor para LA PERFECTA CASADA no estaba 38 Ilustración para El Philobiblion concluida del todo, aunque sí por completo planeada en notas y apuntes gráficos que han constituido para nosotros auxilio precioso para suplir lo que faltaba: difícil labor que se ha encargado respetuosamente uno de los discípulos del artista, sin apartarse un ápice del camino trazado por el maestro.” Efectivamente, el libro se acabó de imprimir el 17 de septiembre y Triadó murió el 2 de abril. Ignoro quién fue el discípulo que se hizo responsable, y el motivo por el cual Miquel y Planas no dejó constancia de su nombre. El corpus decorativo del libro es el siguiente: un frontispicio al lado de la portada, y a partir de aquí, viñetas como comienzos de capítulo (20 en total). Las características for-males de todas las decoraciones son similares: un motivo central diferente para cada una de ellas y una orla decora-tiva con motivos vegetales, animales y objetos decorativos, con un estilo muy cercano al “Noucentismo” de reminiscen-cias barrocas. Y para acabar, añadir que el papel de Triadó en la ilus-tración y decoración del libro catalán, tuvo siempre una elogiosa recepción en la crítica de los especialistas en el mundo del libro y del arte de su época y que una vez estu-diada su obra completa, haciendo hincapié en su persona-lidad artística y en el desarrollo de su estilo personal den-tro de los movimientos artísticos del momento, Triadó fue uno de los más destacados ilustradores de libros y al cual, se le debe reconocimiento. Barcelona, marzo 2010 39
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Calificación | |
Título y subtítulo | Josep Triadó i Mayol, un ilustrador de libros de la época modernista |
Autor principal | Quiney Urbieta, Aitor |
Publicación fuente | Moralia. Revista de estudios modernistas |
Numeración | Número 09 |
Sección | Estudios modernistas |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Moya (Gran Canaria) |
Editorial | Casa-Museo Tomás Morales |
Fecha | 2010-12 |
Páginas | p. 012-039 |
Materias | Arte ; Canarias ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Página web de la revista: http://moralia.tomasmorales.com/index.php/moralia/issue/archive ; Casa-Museo Tomás Morales: http://www.tomasmorales.com/ |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 603445 Bytes |
Texto | 12 INTRODUCCIÓN Si queremos encontrar en Josep Triadó i Mayol (Barce-lona 1870-1929), al prototipo de ilustrador modernista Art Nouveau, no lo encontraremos, tal vez porque no ha habi-do ningún artista ilustrador del libro catalán, a excepción de Alexandre de Riquer, que se adecuara a lo que vul-garmente se entiende por modernista. Ilustradores como Triadó fueron Apel·les Mestres, Joaquín Diéguez, Gaspar Camps, Adrià Gual, Alexandre de Riquer, Alexandre Cardu-nets, Ferran Xumetra, Josep Pascó, Antoni Saló, Josep M. Xiró y tantos otros, que colaboraron en las páginas de los libros y las revistas ilustradas de la época, y dieron a la ilus-tración de libros en Cataluña, durante la etapa del movi-miento llamado Modernismo, una vasta y amplia cantidad de diferentes registros. Triadó, al igual que los otros nom-brados, convivió rigurosamente con el Modernismo cata-lán, pero si bien se adscribió a él de una manera contun-dente, siempre lo hizo bajo sus propios conceptos del arte y del dibujo, que le alejarían, de alguna manera, del nom-bre clave del modernismo catalán, Alexandre de Riquer, con quien compartió amistad, influencias y muchas afinida-des. Triadó, al igual que Adrià Gual, fueron artistas que penetraron en el modernismo y a su vez lo nutrieron con su vigorosa obra, tanto más personal, curiosamente, cuan-to más se alejaba del Art Nouveau y de las influencias vul-garizadoras de un Modernismo estereotipado, y se enarde-cían del simbolismo pictórico. Triadó proviene, igual que Gual y Riquer, del prerrafaelismo, pero también de los cánones medievales germánicos, que marcaron en él una dirección que, si bien varió con los años, siguió siempre un J AITOR QUINEY URBIETA Biblioteca de Catalunya osep Triadó i Mayol, un ilustrador de libros de la época modernista 13 mismo camino estético formal. Triadó es un auténtico modernista en cuanto es un ecléctico. Estilísticamente siempre recurrió a las mismas fuentes y es tal vez por ello, que su obra de ilustración quedó desprestigiada y su nom-bre borrado de la historia del arte catalán, aunque fue uno de los críticos más influyentes durante el llamado movi-miento “Noucentisme”, Joan Sacs quien lo valoró y pidió a gritos una revisión de su obra y una nueva puesta en valor, que llegaría a medias, de la mano de dos historiadores, en los años 70 y 80 del siglo pasado, pero que hasta hoy, con mi próxima tesis doctoral de su obra completa, no se le ha dado la importancia debida. BREVE BIOGRAFÍA DE JOSEP TRIADÓ I MAYOL Triadó se graduó de bachiller, en la Escuela Superior de Artes e Industrias y Bellas Artes de Barcelona, realizando todos los cursos relativos a la enseñanza de la pintura. Entre 1889-1890 le es adjudicada por la Diputación de Barcelona, una bolsa de viaje para proseguir sus estudios en Madrid, de donde vuelve en 1891. Entra en contacto con el artista Alexandre de Riquer, de quien será discípulo en la técnica del aguafuerte, técnica casi desparecida en el ambiente artístico de la Barcelona del momento. La influencia de Riquer sobre Triadó será constante en esos primeros años artísticos. Durante estos años se forjaría principalmente como pintor, participando en diversas exposiciones a par-tir de 1893, año en que expone en la Sala Parés, dentro de la exposición colectiva titulada “Oda a Barcelona”. Seguirán otras exposiciones, ganando en todas ellas algún premio: tercera medalla en la Exposición Universal de Barcelona de 1888, tercera medalla en la Exposición Nacional de Bellas Artes de Barcelona de 1896, con su obra La Muerte, etc. Su pintura, con temas marinos y paisajes, con escenas costum-bristas y anecdóticas, es una pintura intimista, de tonos gri-ses y marrones y de pincelada larga. Desde otra visión, crea composiciones simbolistas, alejadas del gusto de la época, composiciones grisáceas y nostálgicas, interiores a contra-luz, personajes humildes, etc. A partir de 1901, su dedica- ción a la pintura pasará a un segundo plano, pero sin aban-donarla nunca del todo. Obras suyas se encuentran en el Museu Nacional d’Art de Catalunya, en el Museu-Bibliote-ca Víctor Balaguer, de Vilanova i La Geltrú o en el Museu de la Pesca de Palamós. A fines de los 90 del siglo XIX comienza su labor de ilustrador de revistas, labor muy pro-lífica que le acompañará hasta el fin de sus días. Las revis-tas en las que colaboró como ilustrador serán las más importantes de su época: El gato negro, Álbum Salón, La Ilus-tración Artística, Hispania, Joventut, Ilustración Catalana, Hojas Selectas, y un largo etc. Además, fue director artístico de la Revista Gráfica (órgano del Instituto Catalán de las Artes del Libro), de la Revista Ibérica de Ex Libris y director y propie-tario del Anuari del Foment de les Arts decoratives. En 1902 obtuvo plaza como Ayudante Meritorio para la Sección Artística, en la nueva Sección de la Clase de Dibujo Artísti-co dirigida por Josep Serra Porson, en la Escuela Superior de Artes e Industrias y Bellas Artes de Barcelona. En 1903, y por oposición, fue nombrado Profesor Auxiliar de la Sec-ción Artística en la especialidad de Pintura. Al año siguien-te fue nombrado Ayudante de “Colorido y Composición, de la Sección de Bellas Artes, bajo la dirección del profesor Antoni Caba, y en 1905, nombrado Profesor Auxiliar Numerario, por las mismas clases. En 1906, fue nombrado Secretario por Real Orden, cargo que sostuvo hasta su muerte. A partir de 1902 su medio de expresión artístico por excelencia fueron las artes del libro y las artes decora-tivas. Numerosos fueron los proyectos artísticos que realizó para cerámica, pavimentos industriales, joyería, tejidos, bor-dados, plafones decorativos, esgrafiados, pintura mural, techos, chimeneas, vidrieras, etc. En el dibujo aplicado a las artes del libro y las artes gráficas diseñó de todo: publici-dad, anuncios, marcas, sellos, carteles, exlibris, encuaderna-ciones industriales y artísticas, portadas de revistas, decora-ciones e ilustraciones de libros. Como ilustrador y decora-dor de libros, muestra una gran versatilidad en las compo-siciones, siempre rítmicas y acertadas, aprovechando los avances técnicos que supuso el fotograbado y las nuevas téc- 14 nicas de impresión. Triadó fue el primer heredero directo de Apeles Mestres en la profesionalización del ilustrador de libros. De entre ellos destacan Sonets d’uns i altres (1904), el Primer Llibre d’exlibris d’en Triadó (1906) y Dafnis y Cloe (1906). La faceta más conocida y destacada de Triadó fue la de exlibrista. Desde su primer exlibris de 1900 hasta 1926, Triadó los fue numerando cronológicamente, hasta llegar a los 294, siendo por este motivo uno de los más pro-líficos y de los que inauguraron, junto con Alexandre de Riquer, el movimiento exlibrístico peninsular. Su dominio de las técnicas del grabado, su seguridad en el trazo, la ima-ginación desbordada de los temas de diversa inspiración: helenista, romántica, germánica, simbolista, hacen de estas pequeñas piezas suyas, auténticas obras de arte.1 EL LIBRO MODERNISTA CATALÁN DE FINALES DEL SIGLO XIX A LA PRIMERA DÉCADA DEL SIGLO XX: ANTECEDENTES DIRECTOS DE LOS LIBROS DE JOSEP TRIADÓ El libro catalán del periodo modernista (1895-1910) es heredero directo y continuador del libro del periodo este-ticista (1880-1895), llamado así por algunos historiadores (Cirici, Trenc, Vélez), y que dio a luz, gracias a los avances técnicos en las artes gráficas, a numerosos libros ilustrados o decorados con pretensión artística por artistas de presti-gio. 2 El libro con pretensión artística, tiene aparición aún antes del periodo esteticista, con libros de gran formato, cada vez más lujosos e ilustrados por medio de los nuevos procedimientos fotomecánicos de reproducción que las grandes editoriales iban asumiendo. Estas editoriales ade-más, comienzan a editar libros bajo el mismo concepto artístico, en un formato más pequeño y manejable, princi-palmente de obras literarias, aunque no descuidaron los libros de historia y científicos. Bajo este aspecto, y normal-mente con una cuidadísima encuadernación editorial, fir-mada ya por el artista y el grabador, en una simbiosis que demuestra la importancia que empezó a dársele a las artes aplicadas a la industria, aparecieron las denominadas colecciones literarias ilustradas, las “Bibliotecas”, de dife- 1 Esta breve descripción biográfi-ca, con algunos cambios, la escribí para la entrada de “Triadó Mayol, Josep”, con motivo de la edición del nuevo Diccionario Biográfico Es-pañol, de la Real Academia de la Historia. 2 Para profundizar en el estudio del libro como objeto de arte de es-te período, ver: Pilar Vélez, El llibre com a obra d’art a la Catalunya vuit-centista (1850-1910). Barcelona: Bi-blioteca de Catalunya, 1989. 15 JOSEP TRIADÓ, 1906 rentes sellos editoriales, y que promovieron la aparición de los futuros grandes impresores, y la acción directa del ilus-trador de libros, que era generalmente, un reconocido artista: la “Biblioteca de La Renaixença”, la “Biblioteca Arte y Letras”, dirigida en sus inicios por el arquitecto Lluís Doménech i Montaner y el crítico Josep Yxart, la “Bibliote-ca Clásica Española”, la “Biblioteca Verdaguer”, y la “Biblio-teca Universal”, de la editorial Montaner y Simón, que abar-cará hasta bien entrado el siglo XX, y en la que participó Triadó diseñando algunas de sus encuadernaciones. Todos estos libros tienen en su mayoría un denominador común, que es la de ser editados en grandes cantidades para una gran mayoría de consumidores, y que si bien tienen preten-sión artística, la calidad de los materiales, como el papel, está subordinada al coste de la impresión. A pesar de ello, fueron las ediciones que mejor representaron las corrien-tes estéticas contemporáneas, y el nexo para el desarrollo de las artes gráficas y la aparición del libro bajo los precep-tos de la influencia inglesa de William Morris, de las Arts and Crafts y bajo el desarrollo de la bibliofilia erudita y artística. Entre el Esteticismo y el Modernismo, apareció una figura primordial a la hora de establecer el papel del dibu-jante como profesional, la del poeta, escritor e ilustrador de sus propias obras, Apel·les Mestres. Mestres vio cómo, con el avance en las artes gráficas y los modernos sistemas de reproducción, se facilitaba enormemente el trabajo del ilus-trador que por fin podía ser libre a la hora de demostrar su personalidad y disfrutar de la máxima fidelidad en las reproducciones, aún con las más complicadas imágenes. Y el libro se llenó entonces de mariposas, insectos, hadas, nin-fas, sílfides, gnomos, flores estilizadas, bosques, claroscuros, follajes interminables, etc. Libros suyos como L’Ànima ena-morada (1884), Cants Íntims (1889), Idilis (1889) o Vobiscum (1892), nos anticipan ya la estética de lo que vendrá: goti-cismo, japonismo, Art Nouveau, Simbolismo y decorativis-mo. Con la etapa modernista, en la que Mestres tuvo tam-bién un importante papel como veremos, aparecen los per- 16 sonajes polifacéticos que fueron, a un mismo tiempo, poe-tas, novelistas, dramaturgos, pintores, dibujantes y músicos como Alexandre de Riquer, Santiago Rusiñol o Adrià Gual, principales actores de la entrada de esta nueva corriente estética y cultural, que se aproximaba sustancialmente a las ideas provenientes del norte y que compartían el paradig-ma del arte total que preconizaba Wagner. Alexandre de Riquer fue heredero de Mestres en su libro de poemas Quan jo era noy (1897), pero que avanzó en una concepción estética más cercana al prerrafaelismo y al simbolismo, pero de clara tendencia Art Nouveau, en sus libros Crisantemes (1899) y Anyoranses (1902), y que, a partir de 1906, con Aplech de sonets, se conducirá por caminos más plácidos y clá-sicos. Crisantemes y Anyoranses, de formato alargado y estre-cho, son dos obras concebidas como una pequeña joya inflamada de delicadeza, con una gran profusión en la decoración que casi oculta el texto, como intimidado de ser revelado ante los ojos del lector. Ambos fueron compuestos en tipos elzevirianos por la casa Thomas. Otros dos libros del pintor y poeta Santiago Rusiñol compartirán la escena de esos años: Oracions (1897) y Fulls de la vida (1898). Ambos, ilustrados por dos de sus mejores amigos y artistas a su vez, muy cercanos por lo tanto a su obra pictórica y poética, Miquel Utrillo y Ramón Pichot, respectivamente; fueron impresos por la emblemática editorial L’Avenç. Ora-cions, es uno de los libros más bellos y representativos del modernismo —según Panyella—, en cuanto manifestaba una integración total de las artes, entre texto, ilustraciones, decoración y música (esta última del maestro Enric More-ra), y que inauguraban un nuevo género modernista y sim-bolista por excelencia: la prosa poética.3 Las ilustraciones que Miquel Utrillo realizó, y que se envanecen de la poesía simbolista de Rusiñol representando gráficamente su uni-verso poético, fueron tiradas sobre papel cuché a varias tin-tas, a partir de dibujos a la pluma y tinta china. La obra de Pichot para Fulls de la vida, nace de la compañía que éste y Rusiñol se hacen mutuamente en el verano del año ante-rior en Sitges y en un viaje a Granada ese mismo invierno, 3 Vinyet Panyella, “Santiago Rusi-ñol i els llibres del Modernisme”, Anuario, de la Asociación de Biblió-filos de Barcelona, 1999-2000, Bar-celona, 2001, p.71-116. 17 4 Dos años después, en 1898, “L’Avenç” editará la traducción de Joan Maragall, del poema Ifigenia a Taurida, de Goethe, con una porta-da muy similar de concepto aunque más sobria y equilibrada. resultado del cual fueron los fotograbados a una tinta a par-tir de los dibujos originales, en tonos oscuros, intercalados con la tinta verde del texto, dando un aire muy intimista y simbólico a toda la obra. Junto a los libros de Riquer y Rusi-ñol, sobresalen en excelencia y rompimiento de los esque-mas establecidos, y lejos de estos dos últimos pero en con-nivencia pacífica, otros dos libros de Adrià Gual, como autor e ilustrador, Nocturn. Andante morat (1896) y Silenci (1897). Del primero destacar el color morado, color sim-bolista por excelencia, y la tipografía plateada con un moti-vo decorativo rectangular y horizontal que divide el plano, en cuyo interior unas ondas concéntricas en forma de flor se abren sucesivamente; en el interior, el dibujo de la esce-na de la obra de teatro, y sus personajes —el caminante, su hermana y el loco—, dibujados igualmente por Gual.4 El segundo, con la sola decoración en su portada, un corazón sangrante de cuya gota caída aparece el título. Ya entrado el siglo XX, y antes que Triadó ilustrase su primera gran obra en 1904, salió a la luz Boires Baixes (1902), novela simbolista de atmosfera irreal, de Josep Maria Roviralta, uno de los fundadores de la revista Luz. Boires Baixes hereda el concepto de obra de arte total incor-porando al texto las ilustraciones de Lluís Bonnin y la músi-ca de Enrique Granados, todo ello, además, puesto en esce-na con la colaboración del impresor Oliva, que hizo una auténtica delicadeza japonizante plena de detalles virtuosos y sugerentes. Las ilustraciones de Bonnín —que compartió páginas con Triadó como ilustrador en la revista Hispania—, para este libro, entran de lleno en el simbolismo de la obra y acompañan de manera determinante el mundo irreal que rezuma todo el libro, consiguiendo una compenetración psicológica con el sentido del mundo que el autor quiso reflejar. Pero la realidad en cuanto al libro modernista catalán fue que, a pesar de los ejemplos anteriores, bellos ejemplos del rumbo que había tomado el mundo del libro de biblió-filo, pocos o muy pocos, fueron los artistas que se dedica-ron de pleno a la decoración e ilustración de libros y, por 18 tanto, considerarse profesionales. De todos ellos, Josep Triadó será el artista catalán del momento que más se con-sagrará a las artes del libro, y que dejaría la pintura para dedicarse casi en exclusiva a esta disciplina, a la ilustración de revistas y al dibujo de exlibris. JOSEP TRIADÓ, ILUSTRADOR Y DECORADOR DE LIBROS Triadó, pues, comienza su andadura como ilustrador de libros, heredando de manera directa todos estos ejemplos, que sin duda alguna fueron estudiados por él. No nos detendremos en analizar el trabajo de Triadó como ilustra-dor de revistas, pues ya lo hice en su momento5, pero, ine-vitablemente, para abordar el tema de la ilustración de libros, tendremos que recurrir, de tanto en cuanto, a su tra-bajo para las revistas de la época, pues los dos trabajos, son, en cierta manera, indisociables. Tampoco abordaremos su obra como ilustrador de encuadernaciones artísticas e industriales, que lo fue, llegando a realizar, en algunos casos, los trabajos más exquisitos de la época, como fue el diseño que hizo para la encuadernación industrial de la Revista Ibérica de Exlibris (1903). Tampoco nos toca ahora hablar de su actividad exlibrística, en la que le reconoce-mos como el más prolífico, interesante y exquisitamente revelador dibujante de estas marcas de propiedad de libros, quien, junto a Alexandre de Riquer, fue el que inauguró el resurgimiento de este arte en Cataluña y en toda la penín-sula. Hablaremos, ahora sí, de su trabajo como ilustrador y decorador de libros, la mayoría de los cuales fueron hechos bajo el signo de la edición de libros de bibliófilo, y por lo tanto, destinado a un grupo minoritario, debido a la corta tirada de ejemplares que normalmente se hacían de estos libros. Entre 1901, y hemos de recordar que Triadó comen-zó a ilustrar profesionalmente revistas modernistas en el año 18956, y 1929, año de su muerte, Triadó ilustró 17 libros, como he dicho, sin contar los dibujos para portadas en rústica, encuadernaciones industriales y artesanales, y portadillas que realizó, algunas tan importantes como la que hizo para la primera edición de Solitud, de Víctor 5 Aitor Quiney, “Josep Triadó i Mayol i la illustració i decoració de les revistes illustrades catalanes (1895-1921)”, Butlletí XXII, Barcelo-na 2008, Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi, , Bar-celona, 2009, p.79-98. 6 Su primer trabajo que he docu-mentado, lo realizó para la porta-da del nº8, de 23 de febrero de 1895, de la revista Barcelona Cómica. 19 7 Víctor Català, Solitud, Biblioteca Joventut, Barcelona, 1905. Català, pseudónimo de la escritora Caterina Albert7, de un simbolismo trágico que intensifica el contenido de la obra. Por tanto, la época acotada entre 1901 y 1929, correspon-de, si nos atenemos a la cronología de la historia del arte, a los períodos artísticos de finales del Modernismo y la apa-rición del Novecentismo catalán. Pero Triadó, aunque no fue inmune a los cambios surgidos entre estos dos estilos y los diferentes artistas que planearon sobre las artes del libro, no se adscribe a ninguno de los dos movimientos. Crí-ticos e historiadores, dividen el arte en compartimentos estancos, en escuelas incompatibles entre sí, pero en reali-dad, todos sabemos que el arte es una sucesión sin solución de continuidad, desde el principio en que el hombre quiso reproducir simbólicamente lo que le rodeaba. En diferen-tes momentos, Triadó hace guiños a ambos movimientos, pero la verdadera importancia de Triadó, reside en su auto-nomía, en su fuerte personalidad y en un estilo tan propio, que algunos ilustradores del momento, como Joan Vila d’I-vori, recibirán su influencia y maestría y seguirán bien de cerca su huella y su estilo. La influencia más directa sobre la obra de Triadó, hay que buscarla en el prerrafaelismo inglés, en los grabados alemanes del siglo XV y en el góti-co catalán, tres influencias que se corresponden, de alguna manera, con la recuperación de estilos antiguos, promulga-da por la corriente modernista en Barcelona, y que en Tria-dó se convierten en una mezcla de clasicismo y modernidad insuperables. LOS LIBROS ILUSTRADOS POR JOSEP TRIADÓ Si nos situamos en 1900, nos encontramos con que Josep Triadó era ya bastante reconocido en Barcelona como ilustrador de revistas y pintor y que comenzaba su andadura triunfal con la ejecución de exlibris que comen-zaron a encargarle los bibliófilos de la época, cuando éstas pequeñas marcas de posesión de libros, empezaron a sonar en los oídos de los amantes del libro, y los artistas, asimilan-do las nuevas corrientes que venían de Inglaterra, Francia y Alemania, comenzaron a ilustrar. Triadó era conocido 20 también, por las encuadernaciones que desde la década de los 80 del siglo XIX, venía dibujando para la “Biblioteca Universal”, de la Editorial Montaner y Simón, libros de gran tirada, que se repartían entre los suscriptores de la revista la Ilustración Artística. Los primeros pasos de Triadó en la ilustración de libros fueron tímidos y lentos y no fueron precisamente para libros de bibliófilo, sino para ediciones ilustradas de libros de gran tirada. El primero de ellos fue Ayres del Montseny, de Jacinto Verdaguer, en 1901, siendo a su vez, uno de los primeros títulos aparecidos bajo el sello editorial de la revista modernista Joventut, “Biblioteca Joventut”. Con una portada de Apel·les Mestres, el libro consta de 34 poemas y 13 ilustraciones de algunos de los artistas más importantes del momento: Joan Brull, Lluís Graner, Simó Gómez, Francesc Sardà, Josep Triadó, Jaume Vilallonga, Antoni Solé, Modest Urgell, Sebastià Junyent y Joaquim Primo. En líneas generales las interpretaciones a los poemas de los artistas tenían un cierto aire simbolista, aunque también los había realistas. Triadó ilustró el poema Coples de la Mare de Déu del Roure (Coplas a la Madre de Dios del Roble), con un dibujo a la pluma, muy próximo al esti-lo que volverá a usar en sus exlibris posteriores. Triadó pre-senta una Madre de Dios nimbada, de un marcado aire pre-rrafaelita, evocador incluso de Botticcelli, con los cabellos largos y sueltos que le caen sobre los hombros y tocada con un vestido lleno de sinuosos pliegues; sobre las rodillas, el 21 Coples de la Mare de Déu del Roure, 1901 8 Para saber más de esta empresa de Artes Gráficas inglesa ver el artí-culo de Jonathan Allen, “William Morris y la arquitectura del libro ideal”, en Moralia 4: revista de estu-dios modernistas: 2004, Moya, 2005, p.48-55. 9 Entre 1901 y 1903, estuvo ocu-pado con las oposiciones para obte-ner la Cátedra de dibujo en la Es-cuela de Artes y Oficios Artísticos de Barcelona. 10 Kipling, Rudyard, El libro de las tierras vírgenes, Ed. Gustavo Gili, Barcelona, 1904. 11 Pin y Soler, J., Sonets d’uns i altres. Illustracions de Triadó; Estampa de Joan Oliva, Vilanova i la Geltrú, 1904. 12 Quiero remarcar, dado que nuestra revista Moralia se dedica al estudio del Modernismo en Cana-rias, que la imprenta de los Oliva de Vilanova i la Geltrú, tuvo una rela-ción muy estrecha con el pintor Néstor durante su estancia en Barce-lona. Ellos fueron los impresores del catálogo de la exposición indi-vidual que Néstor celebró en el Cír-culo Ecuestre de Barcelona en 1908; también lo fueron del catálo-go y la invitación de la “famosa ex-posición de los refinados” en el Fa-niño dios juega con una flor en su mano izquierda. Madre e hijo están sentados sobre un roble con las raíces vistas, que se alargan sinuosas y enredándose entre ellas, forman-do un recuadro donde se representa la escena. Estas formas predominantes recuerdan algunas ilustraciones que la Kelmcot Press8 había hecho para el libro Mort d’Artús, pero sobre todo, Triadó se recrea en una figura muy próxima a las de Edward Burne Jones, a quien Triadó buscará siempre como referente estilístico y formal. Triadó no volverá a ilustrar ningún libro hasta 19049, año en que lo hará por partida doble, con dos libros anta-gónicos en forma, contenido y alcance editorial. El prime-ro de ellos fue El libro de las tierra vírgenes 10, de Kipling, donde vemos que Triadó no se encuentra muy cómodo a la hora de traducir en imágenes la vida de Mowgli, entre los habitantes de la selva hindú, como lobos, osos, serpientes, etc. El estilo del artista se acerca bastante al que estaba haciendo por entonces para las ilustraciones de la revista La Ilustración Artística, de las novelas y narraciones cortas que ésta publicaba. Son escenas naturalistas, que quieren representar la realidad a partir de claroscuros, aunque a veces, este naturalismo toma un cierto aire simbolista. Pro-bablemente Triadó tuvo que adaptarse a las exigencias de la editorial de hacer una edición parecida a la que se hizo de la primera edición de este libro en Inglaterra, ilustrada por el padre del autor, John Lockwood Kipling, con un esti-lo muy cercano al prerrafaelita. Para la mayoría de las ilus-traciones, Triadó enmarcaba la escena dentro de un marco de estilo Art Nouveau. Con el segundo libro de 1904, Sonets d’uns i altres11, edi-tado por el escritor catalán Josep Pin i Soler, e impreso por Oliva de Vilanova12, Triadó tuvo su primer encuentro con la bibliofilia más pura, dado que el libro se concibió, desde buen principio, como una pieza bella, con las característi-cas tipológicas que entonces debían tener los libros bien editados: buen papel, tipografía elegante y una gran com-penetración entre ilustración y contenido, y una tirada corta, de 200 ejemplares (50 en papel vitela y 150 en papel 22 de hilo verjurado). El antologista y editor de este libro era el miembro número 22 de la Societat Catalana de Bibliòfils, y sabía muy bien lo que quería conseguir, no dudando ni un momento en acudir a los mejores profesionales: Joan Oliva como impresor, por un lado, y Josep Triadó, como ilustrador, por otro. Pin i Soler, aseguró el éxito de su empresa —esto es, que contenido y continente tuvieran una comunicación paralela—, encargando a Joan Oliva la impresión de su libro de sonetos. Este libro es un recopila-torio de sonetos de autores catalanes contemporáneos, recogidos por el autor: Gabriel Alomar, Josep Carner, Miquel Costa i Llobera, Josep Martí i Folguera, Joan Mer-cader i Vives, Manuel de Montoliu, Magí Morera i Galicia, Pere Riera i Riqué, Joaquim Ruyra, Guillem Tell i Lafont, Xavier Viura y Geroni Zanné. Además, Pin i Soler escribe un prólogo intitulado Rhapsodia, en el que hace una apro-ximación al panorama internacional de la producción de sonetos, desde Petrarca, Miguel Angel, D‘Annunzio o Gón-gora, hasta Baudelaire, Verlaine, Mistral o Verdaguer. Pin i Soler quería un libro que fuese un objeto de arte en sí mismo y con Joan Oliva, decidieron que fuese un libro en rústica, con papel vitela para una corta edición y con papel de hilo barbado, ambos de la Casa Viuda de Guarro, de Capellades. Optaron por una tipografía elzeviriana, con gran gusto en su composición, sin otra ornamentación que no fuese un sencillo encuadramiento rojo, hecho de filetes, alejándose radicalmente del uso abusivo que por entonces se hacía de las viñetas Art Nouveau. Para ilustrar algunas de las composiciones poéticas, Pin i Soler eligió a Triadó, que para entonces se había ganado ya el primer puesto entre los ilustradores, aparte de ser profesor catedrático de dibujo en la escuela de Artes y Oficios. Las que primero debían ser sólo seis composiciones, finalmente se convirtieron en catorce, siendo los poemas a ilustrar seleccionados por el mismo Triadó, lo cual le daba una libertad absoluta para sentirse cómodo frente a un libro de poemas, siempre difí-cil de ilustrar, y sabiendo que se la jugaba profesionalmen-te, al entrar por la puerta grande de la ilustración de libros, yans Catalán en 1911, es decir, de Néstor, Marino Andreu, Ismael Smith y Laura Albéniz; igualmente del catálogo y la invitación para la exposición de Néstor celebrada en Madrid en la sala Lisárraga & Sobri-nos en 1914 (ver Moralia 7, p. 106); y, además, encargaron a Néstor el frontispicio para la obra La Arqui-tectura Naval Española (en madera), de Gervasio de Artiñano y de Gal-dácano, editada en 1920, aunque el dibujo de Néstor está firmado y da-tado “Néstor, Barcelona, 1916”, y grabado por “R. Maura sc. 1918”. Además de todo ello, en 1915, la imprenta Oliva publicó un bello opúsculo sobre la historia de esta empresa de arte gráfico titulado Keepsake, en cuyas páginas hay un apartado titulado El decorado de li-bros en España, firmado por M., en cuyo texto la figura de Néstor apare-ce exaltada como uno de los ilustra-dores de libros más importantes del momento. La imprenta Oliva fue, sin duda alguna, una de las más im-portantes del periodo modernista, no sólo en Catalunya, sino en toda la península y Europa, de la que hay un riguroso y exhaustivo traba-jo de Santi Barjau i Víctor Oliva ti-tulado Barcelona, art i aventura del llibre. La imprenta oliva de Vilanova, Ajuntament de Barcelona, Barcelo-na, 2002. 23 con un inmejorable producto de su fantasía creadora, o bien, no llegar a las expectativas creadas y buscadas. El plan-teamiento de Triadó fue honesto, como honesta era esta edición: sencilla en su aspecto, sobria en su composición y fiel a su personalidad. Los catorce dibujos a la pluma, que se tiraron sobre papel japonés, tienen algunos un aire clá-sico, debido al tema del soneto, otros, sin embargo, se acer-can a un sentido panteísta de la naturaleza, donde cada criatura, sea la vaca de “Consagració”, la encina de “La gran alzina de Mossa”, o el ciprés, de “Lo xiprer”, son manifes-taciones diferentes de aquello que es divino, en donde se encuentran composiciones procedentes de los grabados franceses y alemanes de los siglos XV y XVI, pero también inspiraciones alemanas de su época, procedentes básica-mente de la contemplación de las revistas Ver Sacrun o Jugend, y nuevamente, de los prerrafaelitas, y sobre todo de Burne-Jones. El camino de la imitación o de la inspiración en las composiciones contemporáneas para la propia crea-tividad, siempre ha sido un camino paradójico, muy común por cierto en todos los ilustradores europeos del momen-to, dada la gran difusión y presencia que las revistas ilustra-das habían adquirido. Pero en el caso de Triadó, fue un camino que le condujo ciertamente a la originalidad. El dominio de la técnica del dibujo a la pluma, a página ente-ra, no dejó indiferente a nadie, de tal manera, que los ori-ginales fueron expuestos en la Sala Parés en julio de 1904. Todas las composiciones, diferentes entre sí, se comple-mentan, y dan al libro un acabado firme, preciso y contun-dente, a la par que bello. Este será el primer y último libro de poesía ilustrado por Triadó, por lo que intuimos, que Triadó se planteó, en algún momento, el eterno problema de si la poesía podía ser ilustrada con honestidad con dibu-jos o pinturas. En cualquier caso lo hizo, y el resultado fue bien reconocido. Triadó ilustró la portada, el prólogo “Rhapsodia” y los sonetos, cuyos títulos coinciden con los de los dibujos, y son los siguientes: Portada, Rhapsodia (Pró-logo), Consagració (Gabriel Alomar), Les monjes (Josep Car-ner), La gran alzina de Mossa (Miquel Costa i Llobera), Les 24 birbadores (Magí Morera i Galicia), Los coracers (Pere Riera i Riqué), Lo xiprer (Pere Riera i Riqué), La llegenda zoroàstri-ca (Joaquim Ruyra), Visió (Xavier Viura), Les serenes (Gero-ni Zanné), Helena (Geroni Zanné), Esfinx imperial (Geroni Zanné), Lo rey a Poblet (Geroni Zanné). Con una estética simbolista, Triadó dio una personali-dad propia a cada dibujo, inspirados en la lectura de los sonetos. Es una ilustración subordinada al texto o a una estrofa concreta del soneto, y no un equivalente plástico. Para la portada, elemento de indiscutible importancia, Triadó dibujó, reproducido sobre cartulina verde, a una joven de inspiración medieval germánica, que cose la filac-teria donde va el nombre del impresor “JOAN OLIVA/ VILANOVA LA GELTRÚ”, imbuida de aspecto melancóli-co, como si estuviese escuchando las voces de los rapsodas, bajo un gran rosal que ocupa toda la composición. En la parte superior, dentro de un marco de filete tipográfico, aparece en letras redondas muy usuales en los dibujos de Triadó, el nombre del autor, el título y la autoría de Triadó como dibujante. Es una composición muy recargada que respira gracias a unas líneas blancas en fuga que dan pers-pectiva. Si la inspiración de la portada es medieval, Tria-dó hace un camino de ida y vuelta, entre el medievalismo, el prerrafaelismo y las Arts & Crafts de William Morris. Cuando fue publicado Sonets d’uns i altres, ya habían apa-recido los dos primeros números de la Revista Ibérica de Exli-bris (1903-1906), de la cual Triadó era el director artístico. Esta revista marcaría un hito importantísimo en las artes gráficas catalanas durante el Modernismo, cuya impresión, en ese primer año, estuvo a cargo del hijo de Joan Oliva, Víctor Oliva, por entonces un joven apasionado de 19 años. Igualmente, en 1903, había aparecido el libro de Alexandre de Riquer, A. de Riquer. ExLibris, primer libro monográfico sobre exlibris aparecido en la península, exquisito en su forma y en su contenido. Este precedente, hizo que la Redacción de la Revista Ibérica de Exlibris, se planteara, a par-tir de 1905, la edición del Primer Llibre d’exlibris d’En Triadó, que vio la luz en 1906. El prólogo al libro, lo hará el direc- 25 Portada para Sonets d’uns y altres, 1904 tor literario y redactor de la Revista, que también era edi-tor, bibliófilo, escritor, etc., del cual hablaremos más adelan-te, pues la trayectoria de Triadó en su papel como ilustra-dor de libros, estará ligada íntimamente a Ramón Miquel y Planas, del cual hablamos. Completamente concebido por Triadó en su decora-ción y concepto, este libro es una de las obras más caracte-rísticas del Modernismo catalán. Es el volumen más bello procedente de las prensas de la Imprenta la Elzeviriana, y uno de los libros que se acercan más, en su aspecto formal al Art Nouveau catalán, que procede del formato alargado de la revista modernista por excelencia Luz (1897-1898), de algún libro editado por los Oliva como Poesia & Prosa (1905), de Ignasi de L. Ribera, o de otros de Alexandre de Riquer, que ya comentamos más arriba, que a su vez provie-nen de los kakemonos japoneses, aparte de recordarnos el formato de los dietarios de comercio que circulaban en el siglo XV por toda Cataluña. Una de las premisas fundamentales del movimiento Arts & Crafts que preconizó William Morris y cuyas ideas fueron introducidas en Barcelona, como hemos visto, por influencia de Riquer, era la de que un libro bello sólo es fruto del amor que en su concepción y en su realización, siente el impresor, el autor y el decorador. Para la decora-ción y concepto de este libro, asumidos íntegramente por Triadó, vemos que su buen gusto, pasión y su conocimien-to de los recursos de que podía echar mano, le hicieron apartarse de lo vulgar y lo nimio. Su espíritu delicado se refleja en cada página que compuso, y, no obstante ser sus exlibris el motivo de la publicación de esta obra, no son ellos por si solos los que la magnifican: es el carácter en ella predominante, es la unidad decorativa que con el conjun-to prevalece, es la impresión severa y artística que se reci-be, según uno vuelve las páginas de esta obra. La decora-ción del libro presenta en todas sus páginas las mismas características, atendiendo a una unidad formal: una orla decorativa formada por rosas con sus tallos, hojas y ramas, impresa en tinta roja. Las rosas, a pesar de parecer a priori 26 un elemento delicado, están dis-puestas de tal manera, que las ramas y sus espinas bien remarcadas y per-filadas, le dan un carácter severo y masculino. Esta orla es bastante más gruesa en la portada y el colofón.13 Esta orla será la que mantenga la unidad decorativa frente a la hete-rogeneidad de los exlibris, dispues-tos siempre en el recto de las pági-nas y acompañados por las letras capitales formadas por tres tipos de diferentes colores: rojo para unas, y negro para otras. La composición con los tipos elzevirianos, acaban por equilibrar el conjunto, en el cual, el blanco de la pági-na desparece casi por completo, dando lugar a una puesta en página contundente pero sencilla, nunca vista hasta entonces en libro alguno. Esta exigencia, este rigor volun-tariamente impuesto para la consecución da una concor-dancia integral; ese sentimiento de la belleza que regula y armoniza a fin de que no haya un desentono, son lo que imprime un sello especial a este libro. Otros elementos pura-mente decorativos, como un jarrón típico catalán (almorrat-xa) y un jarrón de estilo Art Nouveau, continúan la unidad decorativa con la sencillez de sus líneas. Triadó, en definiti-va, consigue hermanar todas las composiciones dentro de un formato alargado, en el que encontramos bellamente contra-pesada la importancia de todos sus elementos: el dibujo del exlibris (impreso), el texto, la ornamentación, la tipografía y la implacable presencia del impresor. Entre este libro y la aparición del libro siguiente de Tria-dó, aparecieron dos libros fundamentales en las prensas catalanas, aunque muy diferentes entre sí, que representan dos concepciones distintas del tratamiento gráfico del libro: L’Atlàntida (1906) de Jacint Verdaguer ilustrada por Josep Maria Xiró, y Liliana (1907), de Apel·les Mestres. El prime-ro, concebido dentro de la línea del libro ochocentista cata- 13 Esta misma orla, pero en un formato inmenso la usará Triadó como elemento decorativo para las paredes de la Sala Española de la V Exposición de Arte de Barcelona cele-brada en 1906, sala que estuvo de-corada bajo su dirección y la de Joa-quim Renart. 27 Primer Llibre d’exlibris d’En Triadó, 1906 14 Longus, Dafnis y Cloe, traducció catalana y pròleg de Ramon Miquel y Planas ab ilustracions originals de Joseph Triadó. Barcelona “Revista Ibérica de Exlibris”, M.CM.VI. No daré noticias de todos los pormeno-res referentes a la edición e ilustra-ción de este libro, que como se pue-de observar, lleva la fecha de edi-ción de 1906, en vez de 1908, que fue cuando vio la luz, pues me alar-garía demasiado y entorpecería la dinámica de mi escrito. lán y por lo tanto muy lejano de lo que entonces se hacía, contiene, sin embargo, doce ilustraciones muy propias del simbolismo de la época, debidas a Xiró, además de comien-zos de capítulos de la misma factura. Esta obra excepcional y de gran formato fue impresa en los talleres de J. Thomas. Al año siguiente, la imprenta oliva imprimirá otro de los libros más paradigmáticos del simbolismo modernista, el Liliana, de Apel·les Mestres, con ilustraciones del mismo autor. Una cuidadísima edición de bibliófilo —con 12 ejem-plares en papel Japón, aunque tuvo una edición a parte de 1.000 ejemplares en papel fabricado expresamente—, es la obra cumbre de Mestres en donde explota toda su capaci-dad imaginativa y su mundo iconográfico, uniendo la poe-sía, el dibujo y el diseño gráfico de los Oliva, para expresar su sentido más mágico de la naturaleza. De vuelta con Triadó, en 1908 aparece el libro Dafnis y Cloe, de Longus14, auspiciado por la Revista Ibérica de Exlibris, e incluido en la Nova Collecció Artística Catalana, dentro de la producción editorial de libros de bibliófilo de Ramón Miquel y Planas, junto a Amor y Psiquis (1905) y más tarde Contes de Perrault (1911), edición, ésta última, decorada por Alexandre de Riquer. La relación de Triadó con Ramón Miquel y Planas, edi-tor de libros de bibliófilo, fue muy fecunda y la mayoría de los libros que ilustra a partir de este momento, serán edita-dos por su amigo, quien por otro lado, fue uno de los que más ayudaron a la expansión de los ilustradores catalanes, ofreciéndoles, democráticamente, y bajo el sello del buen gusto, las páginas de sus prolíficas y hermosas ediciones, para que pudieran demostrar sus aptitudes artísticas. En un principio, y hablamos de 1906, el libro Dafnis y Cloe debía llevar 4 láminas grabadas al aguafuerte y estam-padas al tórculo, fuera de texto, además de otros elemen-tos decorativos. La idea de Ramón Miquel y Planas, era la de resucitar esta técnica artística, el aguafuerte, que tanto se usó en el siglo XVIII español, y que en lo referente al libro, sólo se usaba, por entonces, para la reproducción de exlibris, sobre todo por parte de Alexandre de Riquer. Con- 28 trariedades por falta de tiempo y debido a una enfermedad contraída por Triadó, hicieron inviable este proyecto, que debido a necesidades económicas, debía ser estampado lo más urgente posible. Finalmente Ramón Miquel y Planas decidió encargar a Triadó, sin menoscabo al resultado final de la obra, unas estampas tipográficas policromadas para las láminas fuera de texto y para el resto de elementos como cabeceras y exlibris universal. Al respecto podemos decir que las catorce ilustraciones y decoraciones de Triadó, junto a la elección del tipo elzeviriano para el texto y la puesta en página por el impresor Fidel Giró, lograron pro-ducir uno de los libros más bellos, elegantes y exquisitos del panorama editorial español del momento. Con un estilo moderno, pero de resonancias provenientes de la estampa japonesa, Triadó está influido en esta obra por la pintura decorativa que enriquecía la antigua cerámica griega, ele-vando el valor cromático y la forma de las composiciones por encima de las piezas arqueológicas, que no copia ni imita, sino que se las recuerda, en su gracia y encanto. La armonía alcanzada por los cuatro colores yuxtapuestos y siempre planos de las figuras y escenas de los pastores Daf-nis y Cloe, concuerda, bajo el aspecto de lo simple, con la propia lectura del texto, en una unión casi imposible, entre una estampa moderna y un texto antiguo. Durante el tiempo que el libro estuvo esperando por las ilustraciones de Triadó, nuestro artista tuvo momentos para hacer otras incursiones, entre las que destaca la portada para el Llibre dels set savis de Roma15 (1907), entre otros que no nos pararemos a describir, para dar un salto de cuatro años y situarnos en 1912, año en que el estilo llamado Modernismo, no sólo es utilizado en artes gráficas por impresores trasnochados y faltos del más mínimo gusto, sino que incluso era denostado socialmente y por las élites artísticas del momento. Cataluña estaba más o menos inmersa en el movimiento cultural, político y artístico denominado Novecentismo (Noucentisme), que preconiza-ba la inspiración clásica de Grecia como cuna del medite-rranismo catalán. Este período hizo renacer la xilografía 15 Llibre dels set savis de Roma, So-cietat Catalana de Bibliòfils, Barce-lona, estampat en l’Impremta de L’Avenç, 1907. 29 Portada para Dafnis y Cloe, 1908 como una de las técnicas de reproducción más habituales, dando un sentido más arcádico a las ilustraciones que a par-tir de entonces se llevaron a cabo en la edición de los libros catalanes. Incluso autores tan enraizados dentro del Art Nouveau modernista, como Alexandre de Riquer, con su libro El poema del Bosch (1910), impreso por La Académica, en el que utiliza xilografías del siglo XVIII de su propia colección, se adentra hacia un estilo más clásico y de un estilo abarrocado con elementos y figuras alegóricas. Con la llegada del Novecentismo, Triadó también hace en 1908 una pequeña incursión decorativa hacia un clasicismo muy simple, quizás demasiado simple como para no pasar desa-percibido, y que fue el libro u opúsculo La Neotipia. El títu-lo del libro es el nombre de una de las imprentas más uni-das al nuevo movimiento artístico, y cuya virtud radicaba en el deseo de realizar cualquier impresión, por banal que fuera, con amor y buen gusto. El libro editado por la misma imprenta, daba cuenta de los textos de la prensa que se hicieron eco de su aparición en el mundo de las artes grá-ficas. Triadó concibe aquí una de las pocas obras próximas al arte novecentista más puro, una decoración muy austera basada en guirnaldas y medallones que inserían el número de página, de estilo Imperio y frisos y finales de capítulo de un estilo imitativo de las viñetas Renacimiento. Para la por-tadilla, y en tono verde, el color de las ramas de Apolo, rea-liza una ventana renacentista. Para la portada en rústica, de cartulina superior, una figura alegórica varonil, que repre-senta a Apolo, alzando su mano derecha con una corona de laurel como símbolo de la victoria y el triunfo; al fondo, una victoria alada. En 1908 y 1909 aparece en escena un joven ilustrador, Joan Vila, que ilustrará dos volúmenes de Les Rondalles Cata-lanes, libros costeados igualmente por Ramón Miquel y Pla-nas e impresos en casa de Fidel Giró, cuyo primer volumen, Vila dedicará a su maestro y amigo Josep Triadó. Vila será uno de los ilustradores más representativos del período del Novecentismo catalán, aunque en estos libros, su obra sigue el gusto del Liliana de Mestres y también recoge de Triadó 30 el gusto por el mundo del libro del siglo XV y XVI. Pero varios libros marcarán el paso entre los dos movimientos artísticos de este período: en 1909, aparece el libro Primer llibre de Dones, de E. Girbal Jaume, impreso en la Tipografía R. Cardona, con ilustraciones y viñetas de Capuz, Ismael Smith, Joan Llongueras, Opisso, Junceda, Apa, Junoy y Muntayola, parte de la plana mayor de los ilustradores del futuro “Noucentisme”. En 1910, Pere Torné Esquius ilustra Els dolços indrets de Catalunya, dentro del más atractivo Nove-centismo, donde representa con un dibujo intimista inte-riores de casas y jardines de Sant Gervasi. En 1911 aparece L’Almanach dels Noucentistes, editado por Joaquim Horta, obra capital y representativa del espíritu renovador que se tenía en cuanto a la compaginación y distribución de las imágenes. En palabras de Vélez, el Primer llibre de les Dones, será, junto al Almanach dels Noucentistes, los que entierren el Modernismo y saluden el Novecentismo.16 A partir de esta fecha señalada con la aparición del Alamanach, los ilustra-dores “noucentistes”, tanto trabajando con la pluma como la xilografía, con su sentido del clasicismo y con su estudia-da abarrocada simplicidad, dan al libro una sensación de amplitud al alcanzar una simbiosis harmónica entre texto e imagen. En 1911, Aragay ilustra la portada para el libro Poemes del port (Epigrammata-sonets), de Josep Maria López- Picó, y estampado por F.X.Altés, y ese mismo año, Torné Esquius ilustra el libro de Josep Carner, Verger de les Galanies, estampado por Fidel Giró. Como dijimos, nos encontramos en 1912, y Triadó, fiel a su eclecticismo y personalidad, que había rozado el Art Nouveau, y que estuvo siempre impregnado del medieva-lismo y del prerrafaelismo, no cambiará su modo de inter-pretar plásticamente la lectura de los textos, ni su técnica vigorosa del dibujo ni su fuerza creadora. Ese año, la Socie-tat Catalana de Bibliòfils, obedeciendo a sus obligaciones, decide publicar el libro Cançoner Sagrat de Vides de Sants 17, bajo las premisas de la bibliofilia más clásica y afrancesada, encargando la decoración a Joaquim Figuerola y las ilustra-ciones a Josep Triadó y Francesc Labarta. El gran formato 16 Vélez, op. cit., p.263. 17 Cançoner Sagrat de Vides de Sants, publicat per R. Foulché Del-bosc i J. Massó y Torrents. Illustra-cions de J. Triadó, F. Labarta y J. Fi-guerola. Societat Catalana de Bi-bliòfils, Barcelona, 1912. 31 del libro, la compaginación, con un filete rojo que enmar-ca las ilustraciones para los comienzos de capítulo, el texto con tipo elzeviriano y el papel de hilo, hacen de éste, un libro de lujo. Triadó se encargará de las 25 primeras coplas de las vidas de los santos, para las que seguirá las pautas marcadas por los editores, de enmarcar, ya sea en una imagen, ya sea en un tríptico, escenas de las vidas de los santos. Para estas ilustraciones, que son comienzos de capítulo (capítulo por vida de santo), Triadó evoca las xilografías de vidas de san-tos de algunos incunables, o bien se basa en las representa-ciones de los gozos tradicionales, pero siempre con una téc-nica muy detallista en el dibujo y los detalles y un estilo que mezcla lo gótico con el Art Nouveau, dejando muy clara su tendencia neogoticista. Triadó representa la vida de los san-tos a partir de los textos de las coplas, pero buscando siem-pre los atributos más representativos de los personajes en la pintura clásica e insiriendo complementos que expliquen de manera sutil las relaciones con los personajes principa-les. En las ilustraciones a dos tintas, Triadó representa esce-nas interiores y exteriores, pero la mayoría con un fondo negro que da a la imagen un sentido más trágico e irreal a la composición. Desde 1912 hasta 1924, Triadó no ilustrará ningún libro, exceptuando cubiertas, encuadernaciones, etc., y una por-tada que hizo para un Quijote ilustrado por Daniel Urra-bieta Vierge y editado en 1916 por Salvat. Será en este año cuando Triadó vuelva por primera vez en muchos años, pero por última vez, a exponer su obra pictórica en una sala comercial, en las Galerías Layetanas, en el mes de febrero. Su actividad laboral en la escuela de Bellas Artes de Llotja, será más activa que nunca, al ser nombrado en 1915, pro-fesor de Término en la cátedra de dibujo artístico y elemen-tos de historia del arte, y en 1918, haciéndose cargo de las clases de dibujo de la Escuela Profesional del Instituto Cata-lán de las Artes del Libro, además de otras actividades que le mantuvieron apartado de su actividad en la ilustración y decoración de libros. 32 En cuanto a la aparición de otros libros importantes en la historia del libro catalán como objeto de arte, dos libros de Josep María de Sagarra seguirán el camino emprendido por Aragay para la portada del libro Poemes del port: en 1914 aparece editado por la imprenta La Neotipia su Primer lli-bre de poemas, con una soberbia portada de Francesc D’Ale-xandre Galí, pero con unas decoraciones de las páginas interiores muy cercanas al barroco de guirnaldas y jarrones, y en 1916, aparece El mal caçador, con ilustraciones de Joan Mirambell e impreso por F.X. Altés. Ya hemos dicho más arriba, que la relación de Triadó con el editor de libros de bibliófilo Ramón Miquel y Planas será fecunda, y a partir de ahora, no ilustrará otro libro que no sea editado por él o de cuya edición se hubiese encar-gado. En 1924, ilustrará dos libros: Contes de Bibliòfil y Els cent aforismes del bibliòfil. Contes de Bibliòfil 18, fue editado con motivo de la celebra-ción del 25º aniversario de la creación del Instituto Catalán de las Artes del Libro (1898-1923), y la idea fue la de publicar un libro que representara de manera exhaustiva los avan-ces en las artes gráficas durante esos años, que fueron muchos. El libro fue impreso por los maestros y discípulos de la Escuela Profesional del Instituto, en sus propios talle-res. Para reproducir las ilustraciones y las decoraciones ori-ginales de todos los artistas, se usaron los medios técnicos de reproducción más nobles y costosos: calcografía, xilogra-fía, fototipia, litografía, reproducción fotográfica, etc. De la selección de textos se encargó Ramón Miquel y Planas, teniendo en cuenta que el tema del libro debía ser la Biblio-filia. Se imprimieron trescientos ejemplares en catalán y seiscientos en castellano, sobre papel de hilo de la casa Gua-rro, con tipo elzeviriano. Entre los ilustradores de los dife-rentes cuentos, se encuentra lo más destacado del momento representados por, al menos, dos generaciones de artistas. Josep Triadó se encargó de realizar el frontispicio del libro, una Alegoría de la Bibliofilia, y de ilustrar la novela de Charles Nodier, Franciscus Columna, con ocho composi-ciones impresas tipográficamente a ocho tintas. 18 Nodier, et altri. Contes de bibliò-fil, originals de Ch. Nodier, G. Flau-bert, Bonnardot, C. Asselineau, A. Daudet, O. Uzanne, G. Doucet, P. Lonys, P. Mille, J. Pons y Massaveu, R. Casellas, y M.S. Oliver, precedits d’un pròlech de R. Miquel y Planas. Ilustracions de Triadó, Urgellés, Cardunets, Colom, Pey, D’Ivori, Apa, Junceda, Longoria, Ollé i Pahissa, ab ornamentacions de J. Fi-guerola. Institut Català de les Arts del Llibre. Barcelona, 1924. XLIV + 360 Pàgs. 24 x 17 cms. Existe otra versión en castellano. 33 19 Algunas de las obras de este pintor italiano, fueron reproduci-das en las revistas catalanas de la época como en La Ilustración Artís-tica. Para el frontispicio, Triadó realizó un grabado a la Talla Dulce, realizado por J. Torné, que representa una Alegoría de la Bibliofilia: la Ciencia, con una antorcha alzada, apa-rece asistida por el pequeño genio de la Bibliofilia, el cual despliega una filacteria donde están inscritos los nombres de algunos de los más grandes bibliófilos, desde el trecen-tista Richard De Bury, autor del Philobiblon, hasta Isidro Bon-soms, contemporáneo de Triadó, quien atesoró una de las colecciones más ricas sobre Cervantes, pasando por Diego de Arze, Pedro de Aragón y el Marqués de Morante, los tres españoles; Charles Nodier, Juli Janin, Albert Cim y Octave Uzanne, franceses, y Thomas Frognall Dibdin, inglés como De Bury. Al pie de la estampa Triadó representa a un joven tomando ávidamente de las manos de un viejo, un libro que este le presenta, función que a su vez, el joven tendrá que realizar también, transfiriendo sus libros, como legado de gran estima, a sus sucesores. En cuanto a la ilustración de la novela de Nodier, Fran-ciscus Columna, Triadó realizó 8 composiciones reproduci-das tipográficamente a 8 tintas, y que aluden, cada una de las ilustraciones, a escenas y momentos concretos de la novela. Estilísticamente podemos hablar de una obra de plena madurez de Triadó, una de las más bellas surgidas de su pluma, donde, aprovechando que el contexto de la novela se desarrolla en el siglo XV, despliega toda su deli-cadeza y sus conocimientos en reproducir los vestidos, los interiores y exteriores de Venecia, incidiendo muchísimo en el detalle de las arquitecturas interiores, de los pliegues de los vestidos y creando una atmósfera medieval y prerra-faelista. El estilo que casa muy bien con el texto de la obra, y le da una cierta decadencia, es muy cercano a los dibu-jos y óleos de Edward Burne Jones y del pintor italiano Pie-tro Gabrini; del primero, sobre todo, por el tratamiento pictórico de los pliegues de los vestidos, que provienen a su vez, de la influencia que Botticelli tuvo sobre el pintor inglés, y del segundo, por su conocimiento de los ambien-tes venecianos.19 Pero la obra de Triadó, a pesar de estas influencias, tiene una fuerte personalidad, ya característi- 34 Alegoría de la bibliofilia, 1924 ca de su obra y que le hace reconocible en su estilo y precisión. Las ilustraciones son las siguientes: 1. Ah, llibre traydor; 2. El Gioto tenia en ell un com-petidor més; 3. Acollí a la desconeguda ab volun-tat modesta y respectuosa, y l’acompanyà a la gòndola; 4. Ella les ignora —replica Francesco— perquè tampoch no sap que jo la estimo; 5. Y’s pre-sentà en el Palau, aturantse a la entrada de la cambra de na Polia; 6. S’axecà y anà a agenollar-se al mig de l’amplia nau; 7. Axecà l’esguard cap al cel, y, dirigintse a tots els monjos congregats, va dir: - Es mort!; y 8. Na Polia’s va axecar, y, des-cansantse ab les mans en les dues dames que l’a-companyaven, tornà a la gòndola. Como ya dije, el tema representado es un fragmento de la obra que Triadó creyó conveniente ilustrar por su importancia en el contenido o porque la composición le venía bien. Hemos de remarcar el hecho de que esta nove-la, la última que escribiera Nodier, fue editada por prime-ra vez en París en 1844, y aunque muy conocida en los cír-culos bibliófilos, no había sido nunca ilustrada. Ese mismo año, Ramón Miquel y Planas, la editó de nuevo en su Peque-ña Colección del Bibliófilo, encargándole las ilustraciones a un colega de Triadó, el dibujante Francesc Labarta. El segundo libro que ilustró Triadó en 1924, fue Els cent aforismes del bibliòfil 20, editado igualmente por Ramón Miquel y Planas, quien recogió los aforismos más conocidos dedicados al libro, y los dividió en 8 capítulos titulados: De llibres y llibreries, D’autors y gent de lletres, De llegir y llegidors, De les lectures, Del us y tracte dels llibres, D’impressors y enquaderna-dors, D’editors y llibreters y De bibliòfils y aficionats. De entre todos estos capítulos, el resultado final serán 100 aforismos. El libro presenta formalmente todos los elementos necesa-rios para ser un libro de bibliófilo, es decir: buen papel, bella presentación del texto (tipos elzevirianos), en perfec-ta harmonía con los blancos de la página, en este caso con 35 20 Els cent aforisms del Bibliòfil, pu-blicats per R. Miquel y Planas, Bar-celona 1924. Un volum de XIIV + 48 pàgs., de 14 x 10 cm. Illustrat per J. Triadó, estampació a varies tintes. En paper de fill. En paper japonès. Este libro pertenece a la colección “Amor del Llibre”, que sólo editará un libro más, en 1928, titulado La llegenda del llibreter assassí de Barcelo-na, ilustrado por el discípulo de Triadó, Joan Vila D’Ivori, pero con letras capitulares diseñadas por Triadó. Esta colección de gran cali-dad gráfica y editorial, será el máxi-mo exponente de la bibliofilia ilus-trada de Ramón Miquel y Planas. Na Polia’s va axecar y descansantse amb les mans en les dues dames… 1924 un enmarcado de filete verde. Y todo el conjunto se embe-llece con las ilustraciones de Triadó, quien se siente muy seguro al tratar las ilustraciones sobre un tema del cual es gran conocedor, el mundo del libro. Triadó ilustrará la por-tada de la encuadernación en rústica, las páginas de guar-das, un exlibris universal, un frontispicio (aguafuerte) y la portadilla, además de las 8 alegorías restantes, estampadas a varias tintas, dedicada cada una a los respectivos capítu-los del libro, haciendo referencia, además, a uno de los afo-rismos contenidos. Triadó recurre a elementos del libro y simbólicos de la sabiduría, como los incensarios encendi-dos, cuyo humo ascendente evoca la espiritualidad de la sabiduría contenida en los libros, etc. A partir de este momento, con excepción de La perfec-ta casada, último libro que Triadó decoró y no alcanzó a ter-minar, se dedicaría a la ilustración y decoración de 8 títu-los para la Pequeña Colección del Bibliófilo, editados por Ramón Miquel y Planas, unos libros de pequeño formato (115 x 80 mm), que hicieron las delicias de los amantes de los libros. De todos ellos, algunos de los cuales sólo diseña-ría la portada en rústica o las hojas de guardas, señalaré los tres que ilustró y decoró totalmente, que fueron El purgato-rio del bibliófilo (1927), de Ramón Miquel y Planas, El Philo-biblon (1927), de Ricardo de Bury y Los eruditos a la violeta (1928), de José Cadalso. El Purgatorio del bibliófilo 21, escrito por Ramón Miquel y Planas, fue decorado e ilustrado íntegramente por Josep Triadó, y para los diferentes elementos formales, utilizó 36 21 Miquel y Planas, Ramon., El Purgatorio del Bibliófilo, Novela fan-tástica. Traducción castellana por L. C. Viada y Lluch. Ilustraciones de J. Triadó. Madrid, Librería de los Bibliófilos Españoles, 1927. Un volumen de 115 x 80 mm (Pequeña Colección del Bibliófilo). Cuatro de las ilustraciones para “Els cent aforismes” estilos diferenciados. Realizó la decoración de la portada en rústica, las hojas de guarda y las ilustraciones al texto. Para las guardas, Triadó simula un papel pintado, en horizontal, de estilo clásico, con medallones que alternan el perfil de la diosa Minerva y el perfil del diablo, personaje principal de la novela. Las ilustraciones se basan en pequeñas som-bras chinas que representan los perfiles de las escenas que quiere representar. Estas pequeñas manchas de tinta, se reprodujeron en color burdeos, a pesar que los originales fueron hechos en tinta negra y en un formato mucho mayor22, lo cual hace que la inserción de los 149 dibujos hechos por Triadó en las pequeñas hojas del libro, sea un prodigio de impresión. Para El Philobiblion23, loa clásica al libro escrita por Richard de Bury, Ramón Miquel y Planas dejó escrito en el prólogo que “Como editores del presente libro, diremos, para terminar, que nos hemos esforzado en hacer de El Phi-lobiblion castellano un pequeño joyel bibliográfico, que no decayera demasiado ante las excelentes y muy lujosas edi-ciones extranjeras que de la obra de De Bury existen para solaz de los bibliófilos. Al artista don José Triadó, que tiene adquirido un sólido prestigio como ilustrador y ornamen-tador de libros, corresponde el mérito principal que de la presente edición pueda derivarse. Nuestra intervención personal se ha limitado a velar para que la corrección del texto y la ejecución material resultaran dignas del nombre del autor del libro y no perjudicaran en nada la doble labor, tan estimable del traductor y del ilustrador.” Como todo libro dedicado al mundo del libro, y este en especial, Tria-dó se siente en su propio medio, y como casi siempre, recu-rre a la iconografía medieval del impresor y de los scripto-riums medievales, a aquellas imágenes, sobre todo alema-nas, que tratan el tema del libro, y con más motivo aún, tra-tándose de un libro que se ocupa de la mirada que tenía un clérigo del siglo XIV. Triadó realizó la portada, las hojas de guarda, el retrato del autor y las ilustraciones al libro, siempre subordinadas al texto, y que son pequeñas viñetas impresas a dos tintas que hacen de comienzo de capítulo. 22 Los originales se conservan en un álbum que fue propiedad del ar-tista Antoni Ollé Pinell, y que ac-tualmente se conserva en la Biblio-teca de Catalunya. 23 Bury, Ricardo de, El Philobi-blion, muy hermoso tratado sobre el amor a los libros. Traducido directa-mente del latín por el P. Tomás Vi-ñas san Luis, Sch. P. Ilustraciones de Josep Triadó. Madrid, Librería de los Bibliófilos Españoles, 1927. Un volumen de 115 x 80 mm., de XXIV + 212 págs. (Pequeña Colec-ción del Bibliófilo). Se hizo una ti-rada de 600 ejemplares en papel de hilo Guarro. De este tomo se hizo una tirada especial de 50 ejempla-res en papel japonés, reimpuesto al tamaño de 14 x 10 cm. 37 24 Cadalso, José, Los Eruditos a la Violeta, con el suplemento del mis-mo autor y otros anexos. Textos de las primeras ediciones ornamenta-dos por José Triadó. Madrid, Libre-ría de los Bibliófilos Españoles, 1928. Un volumen de 115 x 80 mm. De XL + 328 pàgs. (Pequeña Colec-ción del Bibliófilo). 25 La perfecta casada, por el maes-tro Fray Luis de León. Edición esta-blecida sobre los textos más autori-zados y decorada por J. Triadó. Bar-celona, Casa Miquel-Rius, Editora, 1930. Éstas, de formato cuadrado, siguen una pauta común: los dibujos for-man parte de una suerte de pergami-no antiguo, roto y ajado por el tiem-po, enmarcado por una orla decora-tiva, diferente para cada dibujo. Bajo la ilustración, el título del capítulo, al que hace referencia el dibujo de Triadó. Aparte de los capítulos, hay cinco láminas que ilustran pasajes del texto, apaisadas y encartadas. En cuanto al estilo, Triadó yuxtapone espacios interiores con exteriores, siempre con cielos negros, que forman una atmosfera irreal. Los vestidos se caracterizan por tener una gran cantidad de pliegues. Tria-dó descarga todo su potencial y toda su habilidad en darle un sentido plástico a la intención de los textos, pero deja volar su imaginación, a la hora de plantear las ilustraciones para las cinco láminas. Para Los eruditos a la violeta, de José Cadalso24, Triadó, al igual que con los dos anteriores, realizó la tapa, las hojas de guarda y la decoración del libro, con un frontispicio y comienzos de capítulo. En este caso, Triadó no ilustró el libro, sino que hizo decoraciones de estilo barroco con muchos elementos arquitectónicos, grutescos, orlas flora-les, motivos zoomórficos y figuras humanas, con cuatro colores: verde, rojo, negro y amarillo. Este libro, junto al último que realizara, será concebido únicamente con decoraciones. De 1924 nos vamos a 1929, año en que decoró su últi-mo libro, truncado debido a la muerte que le sobrevino prematuramente. El libro, perteneciente también a la cose-cha de Ramón Miquel y Planas, fue una edición de La per-fecta casada 25, de Fray Luis de León. Miquel y Planas indica en la Nota Editorial, que “los elementos decorativos con que se enriquece el presente libro son obra del benemérito artista José Triadó, recientemente fallecido. Por desgracia, al morir, su labor para LA PERFECTA CASADA no estaba 38 Ilustración para El Philobiblion concluida del todo, aunque sí por completo planeada en notas y apuntes gráficos que han constituido para nosotros auxilio precioso para suplir lo que faltaba: difícil labor que se ha encargado respetuosamente uno de los discípulos del artista, sin apartarse un ápice del camino trazado por el maestro.” Efectivamente, el libro se acabó de imprimir el 17 de septiembre y Triadó murió el 2 de abril. Ignoro quién fue el discípulo que se hizo responsable, y el motivo por el cual Miquel y Planas no dejó constancia de su nombre. El corpus decorativo del libro es el siguiente: un frontispicio al lado de la portada, y a partir de aquí, viñetas como comienzos de capítulo (20 en total). Las características for-males de todas las decoraciones son similares: un motivo central diferente para cada una de ellas y una orla decora-tiva con motivos vegetales, animales y objetos decorativos, con un estilo muy cercano al “Noucentismo” de reminiscen-cias barrocas. Y para acabar, añadir que el papel de Triadó en la ilus-tración y decoración del libro catalán, tuvo siempre una elogiosa recepción en la crítica de los especialistas en el mundo del libro y del arte de su época y que una vez estu-diada su obra completa, haciendo hincapié en su persona-lidad artística y en el desarrollo de su estilo personal den-tro de los movimientos artísticos del momento, Triadó fue uno de los más destacados ilustradores de libros y al cual, se le debe reconocimiento. Barcelona, marzo 2010 39 |
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