POESIA
Conquistaré el am1 ácido de plmtaje.
MIGUEL IlERNhiDEZ
1
coxo LA LUZ
Las cuerdas de mi voz,
rotas un día,
al in~pulso del :lire
yn no vibran.
Inmóviles estiln
como los h-onces
de un cnrnlmxu-io en ruinas.
Pero el tiempo no lln roto la esperanza
del triunfo de In luz y In mmonin;
de oir cl son triunfal de In cnn~lxuxt
sobre cl triste recinto dc estas ruin;6
que :~g~mdim! en licrm~tico silencio,
un cambio en la veleta del destino,
lxìcicndo resonnr mi voz dc nuevo
nl rccobrnr In vida su sentido.
En In’nochc SC liunclió In luz un día,
pero lln de rennccr unn 111níln11n
y mi 1-07, volar;i sobre estas ruinas,
brotando, como luz, de mi garganta.
2
UN SOLO INSTANTE
Crei sentir cl alma en carne viva
cu:mclo cl psndo se volvió presente.
En mí hizo presa unn nlcgrín nrdientc
que encadcn6 :t la dicha fugitiva.
77
1NostCdgica visib rztrospectivn
que cn espejo de luz quedil latente
y Ixy se proyecta fuera cle mi mente
hacia el nmor qile en cl dolor estriba,
puc. rnnar y dolor form:ln <:ndenrI
que ora me absuelve, ora me condena,
altcrnnndo tristeza y :\legria.
IIoy que el ayer resurge en un instante,
mi cornzórl lo acoge y, nnhelnnte,
vive un siglo de :~inor Cr1 sríh un día.
Que cl mundo nos-ignnrfh cs triste COrì:i,
pero es m;is triste ntin que en nuestra casa
seamos nube que se forma y pasa,
un ave en vuelo que jnmk se posa.
Alas yo supe librarme del destino:
ser uno mAs entre la turba humana
que sólo tiene el hoy, nunca el mañana,
y el olvido al final de su camino.
I;orjnndo cnsneiíios mc pnsC In vida
y en ellos encontre In paz perclid:L
como la mar encuentra al fin el río.
Di\-ino ensueíío el que forjti mi mente
crcantlo un mundo en mi interior Intente:
ilSsc mundo interior que es rodo mio!
121 mano que csl:ls líneas escribe
en tiempo no lejano estarti inerte.
Cuando la hora final al fin arribe,
lo que haya de quednr será m6s fuerte.
78
Ln idcn triunfa de In propia muerte
y en cl libro -tiln fni$l- sobrevi\-c.
No serfi t-are que al :lz:u- derive,
pues, sin wxl2, cl amor le cupo cn suerte.
121 10 guiri cn difícil trngectorin,
el alma actuando de inmortal piloto
que marca cl rumbo fijo hcin 1~ gloria
La rueda rige con segura mano,
pues por gracia del verso no se hn roto
In unión del alma con cl bnrro humano.
No valen las ofrendas que el cornz6n no hace.
Son como los regnlos l~echos por compromiso,
0 porque cl necio orgullo lo creyera preciso
si con ellas In propia vanidad satisface.
Ln ofrenda vcrtladern dc nuestras almas nnce;
es como si dos almas se unieran al hechizo
de un wnor al que nadie desntn ni dcsl~nce,
porque cs cl amor mismo quien se muestra sumiso.
Eso es lo que yo siento al ha-te mi ofrenda:
hrtc un ~II:IVI- sincero siu CC~UCI-as ni vcndn,
un amor que responde n una soln razUn:
n aquella que nos alza sobre todns las cosas,
Ia r;ìz<jn que no admite comentario ni glosa
porque brota de dentro del propio cornzh.
6
QUISIERA GRITAR...
Yo quisiera gritar, pero no puedo;
In voz se 1x1 estríu~gulado en mi garganta.
13 pcnsnmicnto en clln se :~tr;gant;i
y ante mi lengua muda retrocedo.
79
11 veces, mi impotencia me dn miedo
J es la crudeza del silencio tanta
que puedo oir el grito que me espanta
y a cuyo son pctr-ificxlo quedo.
Escuchando, forxtdo, como q-itnn
los otros, los demás, los que se agitnn
y no saben decir lo que desean.
13n cambio, yo 10 siento y me contengo,
puedo y quiero decirlo, pero tengo
miedo :I que los demAs dudar me vwn.
Irizndo dxwico despliega sus vnrillas,
abriénflolas al viento y 3 la lluvia de enero,
y en este clia -b;ise-- de todos el primero
reanudo In nîard:ha entre nmbas orillas.
Llevo ya recorridas iniis de sesenta millas
y cnsi voy llegando aI final del sendero;
en la tiltima etapa de este camino espero
que a mis ojos se abran todas 1x3 marnvill:~s.
KO se curíntns joi-nidas me restan clt: camino,
si en la que hoy se inicia se cumplir6 mi sino
0 si en otras jornndns ha de romperse cl velo.
Ríirnndo hacia cl lucero que da In luz miís bella,
hacia Venus, el mito del amor hecho estrella,
mis ojos, encant;idos, no se apxrrnn del cielu.
A medida que nv&o por el largo sendero,
deja~iclo atrás los dos y, con e!los, la vida,
la ilusión se renuevít, corno luz encendida
en In chispa que brota del celeste brasero.
Mis afi3nes se funden con el aftin primero
y mis ojos se vuelven ;11 punto de partida,
cl tiempo deteniendo en su r¿ípidit huídít,
por ;3quictar lil ;mgustia en que, viviendo, muero.
El :drn:l, ya rendiil:t por la ruda b:ìt:illn.
en un:t breve cintn proyecta en I;i pant;tlln
del horizonte -bl;inco de cl;tridítd Iunar-el
p:lSXdO qUt2 es tOil0 el CítUdiìl qUC POSCO,
y no el presente triste que ante mis ojos veo,
ni cse incierto m:cibn;t que nunw hn de llegar.
Quisiera superx este momc’nto
de triste soledacl y de agonía,
en que veo morir un nuevo din
que se cstingue cle luz en un momento.
Li1 sombra de la noche va cn :iumento,
ocultando la vasta geografía
del espacio sin fin, alegoría
de la muerte que nnuln el pensnmicnto.
Pero tras de l;i noche, In m:iíí:~na
1~ de trnerme el son de la campana
como la ;tlegt-e nota clc un salteriu.
0 su luz a In vida me devuelve
0 el velo hn de rasgarse en que se envuelve
de I;t muerte cl secreto y el misterio.
10
AHORA QUE NOS \‘A,\IOS ACERCANDO
Ahora que nos vamos, poco a poco, acercando
R las puertas cerr;idas del eterno misterio,
sentimos con más fuerza de la vidn el itnpcrio
y un sentido mris noble al vivir vntnos Ando.
Ya no juzgamos todo con juvenil criterio.
La cabeza ha tomado cle nuestra vida el mando
y el corazbn avanza con un latir mas serio,
hacia el amor, que es cima, su rumbo enderezando.
19vnmos lo que resta con decoro y nobleza;
que cn todo sea patente el valor y entereza
de un cuerpo vigoroso y de un alma ¿lún mds fuerte.
Pero que no SC extinga el amor que me inflama,
y ante mis ojos sea como brillante llama
de una luz que me guíe m;îs alM de la muerte.
11
YA NO ,\IE IXIPORTA
Lo que haya de durar, ya no me importa.
En mi copa s610 hay bilis amarga,
y :lunque la senclr~ que recorro cs larga,
el ansia de llegar la hace m,Zs corta.
Quiero dejar mi cáliz de amargura,
apartarlo por siempre de mi boca
que gustó de tus besos la dulzura
y aquella sensaci6n, perdida, evoca,
Me abandono al recuerdo. KO deseo
aquello que ante mí, palpable, veo;
~1510 en mis sueíios tengo lo que añoro
y por eso no cuido del mafinna:
la muerw, que ya siento muy cercana,
ha de decirme pronto lo que ignoro.
12
ES PKECISO
Morir, no ver la luz, iqué desconsuelo!
No pensar, no sentir dolor siquiera;
no ver brillar los astros en el cielo
ni el verdor de la tierra en primavera.
83
E1 barro es nuestro techo y nuestro suelo,
y en tanto luz de sol brilla por fuera,
cubre los ojos ei siniestro velo
que hace que cl hombre por dos veces muera.
Es preciso morir, dejarlo todo,
confundir nuestro cuerpo con el lodo
y no volver a ver Ix luz del día.
Pero el almi en su última jornada,
sobre la tierra en sombras, desol:~da,
es la imagen del sol en su ;rgonía.
Ya pronto he de partir. Estoy dispuestc>
para el momento de emprender el viaje.
Un blanco lienzo es todo mi equipaje.
Viajar desnudo no sería honesto;
aunque poca importancia tendrá esto
para mis compañeros de hospedaje.
@ué le importa al gusano mi ropaje
si la carne que ansía tcndrd presto?
Ya no siertto iryuietud por mi futuro.
Al marchar, de una cosa estoy seguro:
no he de volver al punto de partida.
Esto me impuls;~ a que de nuevo os halAe
para d;ir el aclibs irrevocable
íll íunof, 21 Iti gloria y ;I Iü vidn.
JUAN MILLARES CARLO