LA MEDICINA POPUIIAR CANARIA
Los adivinadores
El curanderismo canario, tan arraigado en la tierra a
pesar del entrec.ruce con otras culturas, se presenta bajo
distintas modalidades y carncteristicas que no hemos cw
contrado al estudiar el de otros pueblos. Fue perseguido,
como es lógico pensar, por los Prelados y el Santo Oficio
durante el tíempo que estuvo implantada la ìnquisicitin
en Espafia y sólo despu& de los esfuerzos de la civiliza-ción
y de la cultura, 1~1 llegado R ser casi dominado en
las capitales y pueblos de singular importancia, pues atin
hoy se hecha de ver que en los menos habitados siguen
ejerciendo su influencia estos explotadores de la ciencia
del curar.
Estas modalidades estAn representadas por tos si,auien-tes
grupos encargados de tratar y curar las enfermedades
con arreglo a métodos distintos, nacidos en la incultura o
en el seno de una civilizaci6n mal comprendida. Al fin y
a la postre, son todos ellos actores que se mueven dentro
del escenario comfin del curanderismo. Tales son:
1.” -Los adivinadores que predicen el futuro, oculto o
desconocido, según los movimientos de las estrellas, las
rayas de las manos y las cartas de la baraja.
2.0-Los hechiceros que actúan sobre la vida o los
afectos de una persona mediante figurillas de cera o arci-lla,
atravesadas por alfileres, 0 ejerciendo influjo malefico
sobre otra persona, al mirarla de cierta manera.
3.O -Los brujos que en sus andanzas nocturnas por lla-nuras
y montaîias dejan entrever, en las claras noches
de luna, su flaco cuerpo, su nariz afilada y puntiaguda y
manos sarmentosas agarradas a la famosa escoba, o dan-
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zando al son de banderas y guitarras para dar fe de su
pacto con el dinblo.
4.O-- Los santiguadores que desempefían la medicina
popular valiendose de rezados y oraciones en los que se
emplean palabras y símbolos santos.
5.O- Los saludadores o embaucadores que se dedican
a curar y precaver las enfermedades cOn el aliento, Ia
saliva y ciertas fórmulas cabalísticas y mãgicas
y 6.“-Los duendes cuyos espíritus habitan en algunas
GWLS causando en ellas estruendos, ruidos de cadenas y
apariciones del alma del otro mundo a personas que de-jaron
incumplidas SLIS promesas en el que vivimos.
De todos ellos, solo voy a referirme en este trabajo, a
los adivinadores que, como acabo de decir, predicen el
futuro por los movimientos de los astros, Jas rayas de Iris
manos y las cartas de la baraja.
Desde los finales de la Edad Media y comienzos de
la blloderna, adquirió la Astrología una gran importancia
dentro de la medicina, pues era ciencia aceptada con be-neplácito
por todas las personas cultas. Si el horúscopo
resultaba inexacto, no había que achacarlo a la falta de
correspondencia o correfacion entre el juego de las fuerzas
celestes y la vida del hombre, sino a la imperfeccibn hu-nntua
para ilescubrir las leyes de dicha correspondencia.
Segian ella, el Universo estaba constituido por un Cen-tro
-Ia Tierra-, alrededor del cual estaban colocados de
dentro a fuera tres capas: el agua, el aire y el fuego. Se-guían
a continuacídn una serie de esferas en las que los
cuerpos celestes permanecían fijos, pero girando sobre sus
ejes con velocidades distintas. La mc2.sin terna estaba for-mada
por la luna y era, por lo tanto, la más cercana a
la tierra, siguiéndole en la misma forma y por este orden,
las de Mercurio, Venus, el Sol, Marte, Júpiter, Saturno y
la constituida por IRS estrellas fijas.
En este macrocosmos vivía el hombre y se le represen-taba
‘como un microcosmos compuesto de cuatro humores
(sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema) que guardaban
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relacibn con la tierra, agua, aire y fuego, De esta manera,
las estrellas fijas que constituían la esfera superior, irra-diaban
hacia el centro del universo, fuerzas que regían los
planetas y numerosas partículas de polvo errantes orga-nizadas,
que actuaban sobre los hombres como microcos-mos
que eran. En otras palabras dicho: el Universo era
considerado como un inmenso ser viviente, el megacosmos,
del cual el hombre, el microcosmos, no era más que su
reproducción en miniatura. De modo que todas las partes
del megacosmos tenían sus an8logos en el microcosmos y
sobre ellas ejercían su accion directa.
Como consecuencia de esta fuerza 0 potencia conteni-da
en el interior del Universo, obtuvo el Cielo la facultad
de hablar un lenguaje que fuera fácilmente comprendido
por los astrblogos y filósofos. Y así Galeno opinaba que
los momentos críticos de la muerte 0 curaci6n cìe los en-fermos
correspondían a las diversas fases de la luna, y
muchos de aquellos dijeron, que los planetas unidos al
Sol y a la Luna, actuaban sobre las diferentes partes del
cuerpo humano de la manera siguiente: el Sol sobre la
parte derecha, la Luna sobre la izquierda, Marte sobre las
partes genitales, Mercurio sobre los brazos, Júpiter sobre
los pulmones, Venus sobre los orgnnos abdominales y
Saturno sobre el bazo. Asimismo, Jupiter y Venus ac-tuaban
sobre la sangre humana, Saturno sobre la bilis ne-gra,
Marte sobre la amarilla y la Ltma sobre la flema.
Es lógica suponer, por lo tanto, que los pobladores de
las islas al contemplar los movimientos maravillosas de los
astros y al observar la sucesión regular de los días y las es-taciones
se sintieran impresionados e inducidos a creer que
los cuerpos celestes ejercían en los destinos humanos una
accidn decisiva dotada, a mas, de índole divina. Por ello
interpretaban, a su manera, la posici6n de la Luna en el
firmamento, junto a las del Sol, planetas, estrellas y mar
sobre sus enfermedades, interpretaciones que adquirieron
popularidad y revistieron caracteres de axiomas, pues to-dos
estos cuerpos al vivir en la esfera celeste, eran con-siderados
como seres animados y vivos que ejercían un
poderoso influjo en la fortuna y desgracia humanas.
Para demostrarlo vamos a pasar revista por algunas
ramas de la medicina humana, en las que las predicciones
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juegan el mismo pape] que hace la ciencia OCUlQl, cuando
pretende realizar cosas extraordinarias y aclmirables. Y
ASí, por ejemplo, dentro del campo de la Obstetricia cana-ria
resulta curioso conncer las que hacían los adivinadores
a los matrimonios islefios, CUaIJdO trataban de Ia unibn de
los cónyuges y de los embarazos, partos Y sexos, como
consecuencia de la misma.
A este propósito conviene recordar-, que lOS PrimiliVW
canarios tenían a galarclbn el que sus compaÍíeras tuvie-ran
hijos fuertes para hacerlos hombres valerosos Y deci-didos
ante el peligro. Y a este efecto sometian a Ias mu-jeres
antes del matrimonio a reposo en cama durante
treinta días para engordarlas y ponerlas tensa la piel del
vientre, pues tenían la creencia que las hembras fhcas no
podian tenel.los, ill IIO poseel- ésta la elasticidad y consisten-cia
necesarias para crecer en longitud. Sí por el contrario
engordaban demasiado, las sometían a curas de enflaque-cimiento
dándoles unos cuantos baños de mar.
Una vez casados, predestinaban, que para lograr el
embarazo era necesario que la cópula tuviera lugar eS-tando
la Luna en cuarto creciente 0 menguante. Ahora
bien, si ambos participantes en la libido, deseaban que el
nuevo ser fuera val:ón, tenían que orientar la cabecera del
lecho hacia el mar y verificar el acto durante la Luna
llena, en cuarto creciente, de maclrugada 0 en pleamar,
sobre todo en el primer caso, pues para los isleños la
luna llena era símbolo de máximo poder sex,u’al y SU fase
creciente, la excitadora del mismo. Si por el contrario,
era deseo concebir una hembra, orientaban la cabecera
cI4 lecho hacia la ,cumbre, realizando la unidn carnal du-rante
los menguantes del satélite, o en la bajamar, pues
consideraban que el poder genésico de los cdnyuges dis-minuía
en dicho período.
Al verificarse el parto predecían, que si tiste tenía lu-gar
en cuarto menguante, dpoca en que sollan presentarse
con mas frecuencia, el nacimiento era feliz y f&l y Si
coincidía, ademAs, con la marea llena, el alumbramiento
era tambikn normal. En cambio, el parto .era difícil si
Ocurría en cuarto creciente, peiigrando de mrlerte Ia mn-dre,
cualquiera fuera el sexo del hijo recién habido, si
tenía lugar en luna llena, y peligrando tambien la madre
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si el sexo del nacido era femenino, cuando aquél se veri-ficaba
en luna nueva.
Con respecto al sexo decían que si el niño al nacer
tenía dos roscas en una pierna y una o tres en la otra, el
nuevo parto perteneceria al masculino, y si por el contra-rio
la tenia en un lado, sería hembra el nuevo visitante.
Pasando al campo de la Dermatología, hemos de hacer
patente la influencia que ejercían el sol, la luna y el mar
sobre ciertas enfermedades de la piel, pues no debemos
olvidar que estos elementos actúan principal y directa-mente
sobre ella. En efecto, en los empeines, nombre con
que se conocía en Canarias el herpes tonsurante, prede-cian
que la leche del moral usada para hacer las aplica-ciones,
z’n situ, tenía que ser obtenida mediante incisiones
practicadas en su corteza, durante el tiempo de la
bajamar,
En las verrugas se valían, unas veces, de un verode
al que le hacían tantos cortes como ‘excrecencias de la
piel tenían, o cogían un puñado de tierra para estregarlas.
En el primer caso era condicidn para que surtiera efecto,
el coger la planta y ponerla a secar despu& de cortada
en el sitio desde el cual no se viera el mar y en el se-gundo,
que el enfermo antes de tirar la tierra y entrar en
la casa, hiciera la cura en noche de luna llena al tiempo
que exclamaba extrañado:
Jesús, que hermosa luna.
Aqui te ven las verrugas.
Aquí me escondo
y m8s no te veo.
Acto seguido, cerraba bien la puerta de su domicilio
y se entregaba al sueno para no ser visto p.or la luna,
pues era creencia de los isleños que si se dormía a la luz
del satt5lite de la tierra, se volvian lunáticos. De ahí que
todos huyeran de padecer esta llamada locura intermitente
que extinguía la facultad de discurrir por ser el cerebro
el &-gano de la razbn y estar compuesta de Ilema, humor
que est8 regido, como dije anteriormente, por la luna.
En la sarna se bañaban desnudos en el mar para res-tregarse
después contra un &-bol o sobre campos de maiz
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o centeno recién segados. A continuacidn volvían n SU-mergirse
nueve veces, durante las cuales tenían que recibir
nueve olas de cada vez. Todas estas operaciones tenían
que ser realizadas antes del amanecer a fin de lograr su
curación. Seguidamente se secaban al sol cuando empeza-ba
a aparecer por el horizonte y últimamente Se Vestían
con ropa limpia dejando la-sucia donde antes se habían
desnudado. Si en uno de los tantos bafios que llevaban ¿i
cabo, se clavaban una pila de erizo, los adivinadores acon-sejnban
110 sacarla valiéndose de los dedos de la mano o
instrumentos sencillos, sino dejandola en SU sitio, pues
tenían eI convencimiento de que en la baja mar o a marea $j
vacía, salían ellas espontãneamente.
En las escrófulas hacían uso de unas hojas frescas de
0c d
la planta llamada moralillo, yerba mora o %AWMS ny&??’
machacadas antes de salir el sol, en un almirez. El pro-ducto
obtenido lo colocaban en un trapo y lo apretaban
con Ios dedos para hacer caer tres gotas en cada oído del i
paciente. Esta cura había que hacerla durante tres dias de 5t
luna nueva y tres de cuarto menguante, tomando al mis- I
mo tiempo por las mañanas antes del amanecer, una in- m
fusión tibia hecha con dos hojas de la planta fresca R la
que añadían’agua azucarada o mezclada con leche.
6
g
Si pasamos ahora a otro orden de enfermedades en
las que las curas habían de efectuarse sin la influencia y
presencia del sol, no podemos menos de citar la que ha-cían
de la hernia infantil, sobre todo en San Barto]om& de
Lanzarote, pues ella estaba revestida de una serie de es-cenas
que le daban carácter de teatralidad, no ~610 por
121sp ersonxs que en ella actunbm, sino por no cumplirse en
a&YnOS CRSOS Ia PITediCCión. En efecto, en la noche de
San Juan Y antes de salir el astro del día, se congregaban
en Lln campo donde hubieran cañas, un Juan y una María,
acompafiados de otro hombre y mujer que figuraban como
padrinos, amen de convidados y curiosos. El llamad,0 J’uan
abría con un cuchillo una caña (en Las Palmas y dem&
islas, un mimbre) teniendo cuidado de no desprenderla
del tronco ni de llegar el corte a los extremos, pero l,-,
suficientemente larga, para que pudiera pasar el paciente
por la rajadura. Entonces se establecía el siguiente
diCtlogo:
05
22
-Ah María.
-Ah Juan.
-Ah María,
-¿Qud quieres Juan?
-Ahí te va ese niAo recto y quebrado.
-iQue San Juan y la Virgen lo vuelvan sano1
Amén.
Inmediatamente lo pasaba Juan por la hendidura y lo
recogía Maria en sus brazos, la que a su vez lo entregaba
a los padrinos para hilar un poco de lana de oveja en su
huso. Mientras esto sucedía, Juan amasaba un pocc, de
barro y cuando una cosa y otra estaban a punto, Juan
envolvía bien la cafia, uniendo la hendidura con la lana
hilada por María y la recubría despues con el barro. Si
al cabo de un año la rajadura de la cana o del mimbre
se había soldado, el niño podía considerarse como curado
y si por el contrario no lo estaba, había que repetir la cu-ra
al ano siguiente en la misma noche de San Juan y an-tes
de la salida del Sol.
Una vez terminada la ceremonia, los invitados bebían
y comían dulces comenzando alegremente el día del santo,
Vemos, por todos estos ejemplos, la creencia que te-nfan
de que el sol hacía dnfio sobre el organismo humano
y por lo tanto las curas y los remedios había que hacerlas
al margen de nuestro astro. Y por si ello fuera poco, bas-ta
añadir que esta prediccidn arraigada profundamente en
el alma del pueblo isleño se siguio cumpliendo, como si
no hubieran pasado tantos afios, hasta alcanzar su verda-dero
significado en la manera de tratar la insolacidn, en-fermedad
debida a la‘introduccibn o entrada del astro del
clía en la cabeza de ciertas personas, especialmente en los
ninos que han estado horas y horas expuestos, én el cam-po,
o en la playa, a la acción de los rayos solares, si ella
no estaba cubierta con los medios apropiados. Entonces
el enfermo era preso de cefalalgia, delirio, vbmitos, con-vulsiones
y fiebre, que llegaban a adquirir en algunos ca-sos
caracteres inquietantes.
Cuando esto sucedía no había más remedio que sacar-lo
y expulsarlo al exterior, a cuyo efecto se valían los
curanderos de dos procedimientos: uno sencillo, consisten-
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te en colocar al insolado en la oscuridad, para tirarle de
10s cabellos correspondienteS a la cruz trazada de antema-no
sobre la cabeza y ponerle un v¿tsO lleno de agua fría
en posiciõn invertida sobre el pafio que la envolvía, a fin
de que fuera poco a poco filtrándose el UgW i3 SU trnvks.
Cuando ya no quedaba líquido dentr0 del VRSO, era llega-do
el f~~omento de creer que el sol había salido de la ca-beza.
El otro medio, mas doloroso y erkrgico, lo llevaba n
cabo la persona encargada de sacarlo, elegida de antema-no,
trincando los pelos del insolado y d8ndole tres tiro-nes,
con fuerza. ascendente, hasta oirse la crepitecibn que
producen al romperse. Colocada clespu& sobre el crdneo
una Loalla doblada en tres picos, se le ponía encima, in-virtiendolo
con rapidez, un vaso de agua fresca. Bastaba
sólo esperar un poco de tiempo para ver subir las burbu-jas
del aire a la parte alta del vaso, sefiat indeleble de
que el sol estaba saliendo de la cabeza.
Tanto en uno como en otro caso, In operacidn no te-nía
éxito si no iba íicompar?acla de los correspondientes re-zos
que los curanderos repetían tres veces seguidas, y
terminaban con un credo. En esta cura, a Ia accibn de los
adivinadores, se aíladia la de los santiguadores:
Sol, Sol
dejame al enfermo
con su gran valor.
,4sí como el mar
no puede estar sin ngua.
Así como el monte
no puede estar sin leña.
Así como el cielo
no puede estar sin ti.
Sol, Sol:
Vete de aqui.
Si despues de estos remedios quedaba agua dentro del
vaso por haber salido el sol de la cabeza antes de que se
terminara aquélla, había que coger el vaso con tecla pre-caucidn
y tirarla en la habitación m8s oscura de la CUR,
antes de que volviera a salir el astro del día.
23
III
Relacionado con la Astrología, tenemos que hablar de
la sangría, operacidn combnmente usada por los hombres
de los pasados siglos para arrancar de las garras de la
muerte, el mayor número de sus presuntas victimas. Na-ció
ella de la idea demonística de que al ser extraída la
sangre se daba c.alicla al demonio causante de la dolencia,
como lo demostraba el alivio y bienestar logrados al ter-minar
la operación. Corno IR evacuacidn de la sangre fue
siempre la indicación más importante para la flebotomja,
había que tener presente la posición de la luna en el fir-mamento
para determinar el punto del cuerpo dónde debía
de practicarse y el principio capital de que no debía de
llevarse a cabo en aquella parte del organismo en cuya
constelación se hallaba la Luna,
Por otro lado, el momento apropiado era diferente se-gún
los distintos temperamentos de las personas. Así te-nemos
que cuando la Luna se hallaba en el signo caliente
y htimedo de Ghinis, T,ibra o Acuario, debían de ser
sangrados los sanguíneos; si lo estaba en el caliente y seco
de Aries o Sagitario, debían serlo los coléricos; si se en-contraba
en el signo frío y seco de ‘Tauro o Virgo los
melancblicos y finalmente los flemáticos, si se hallaba en
el frío y húmedo cle Cancer, Escorpión o Piscis.
Con arreglo a estas predicciones, las mujeres canarias
se sangraban a los tres meses de estar embarazadas, ope-racíon
que repetían a los siete y en general todos los is-lefios
lo hacían cada ano, en los días de San Antonio y
San Juan, sin olvidar que era mala práctica efectuarla,
cuando la Luna y la marea estaban llenas. La flebotomía
la realizaban casi siempre en la vena del brazo y menos
veces eh las de la frente, es decir, la practicaban lejos cle
la lesión o cerca de ella, pues se pensaba que la sangría
resultaba mas eficaz que otros remedios, para remover los
humores pecantes.
Como medios menos importantes de que se valian los
adivinadores para predecir el futuro se hallaba la QLliro-mancia,
una de las artes mas antiguas de la adivinacidn.
Estudiada y practicada desde los tiempos prehistbricos,
no tenía y tiene otro objeto que el de adivinar la salud
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de que goza cualquier individuo, su CarãCter y el futuro
que le espera. Para ello observaban la forma de INS mc?-
nos, sus ondulaciones, las ~íueaS que Se Ven en Sus pal-mas,
la claridad o borrosidad, color, direccidn, ramifica-ciones
y cruzamientos de sus rayas, para deducir las ca-racterísticas
del alma de los hombres antes que las enfer-medades
del cuerpo.
Lo mismo hemos de decir de las echadoras cle cztrtas,
porque los sitios donde tienen estas su campo cle accidn,
parecen estar en personas relacionadls con conflictos fa-miliares
I abandonos de hogares, mezclas de sustancias
consideradas demoníacas y disgustos y desengafíos amo-rosos.
IV
Relacionado con las predicciones, aún Cuando en ellas
jugaba un papel principal la fe que ponian en 112 sjgnifi-cacibn
e interpretación de los números, tengo que decjr
que los primitivos pobladores, al igual que los astr6logos
babij&icos y caldeos, tenían la idea de que ciertos nú-meros
de nuestra numeración podían ser sagrados o
malIgnos.
En general, los numeros han ejercido influjo en los
ánimos inclinados a la superstición. Para Pitdgoras el nú-mero
l.“, designaba el caracter sublime de la divinidad,
el 2.O el principio del mal, el 3.” la armonía perfecta, el
4.O el símbolo de la perfecci&, el 5.O el matrimonio por
estar compuesto del 2 y el 3, primer par e impar, el 6.’
la justicia porque los antjguos gedmetras diviclian los s6-
lidos en seis partes, el 7.” las viscisitudes de la vicia y de
él formaron los medicos su año climatérico, el 8.” la ley
natural porque hace a los hombres iguales, cl 9.O la fra-gilidad
de las cosas humanas y el 10,” por comprenderlos
a todos, encerraba las maravillas del Universo. Hesiodo
en su libro Lns abras y sus das, nos dice que el l.*, 4.”
y 7.” días del mes eran sagrados, el 8.” y el 9.” especial-mente
buenos para las obras del hombre, el 12.O mejor
que el II, el 5.O adverso y terrible, el 10.’ favorable para
tener un niño, el 4.O para una niAa y el 9.” del primer
mes, un buen día para engendrar o dar R luz tanto un
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varón como una hembra. Y por tiltimo el 13.O se ha teni-d0
por infausto entre los pueblos del Norte y aUn ‘sigue
inspirando temor a muchas personas. Nada tiene de ex-traño,
pues, que loS isleños tuvieran también sus predic-
CiOneS numéricas y que de ellas o de SLI significado se
valieran para afianzarse en el valor de sus presentimien-tos,
pues como veremos a continuacibn, los números ejer-cían
una influencia extraordinaria en la marcha y trata-miento
de sus enfermedades, hasta el punto de que algu-nos
cle ellos poseían significado simbólico de curación.
En efecto, para los habitantes de las islas, los núme-ros
impares estaban considerados como místicos, es decir
poseían misterio 0 razdn oculta especialmente el 3 y sus
múltiples, por consider&-selos como los más populares
para la suerte buena o mala. En menor proporcibn, lo eran
los 5.O 7.O y 9.O.
Veamos ahora la significación e importancia que tenía
el número 3, pues como veremos a continuación, tres eran
los elementos de que se componían sus remedios y tres
el tiempo que dedicaban a cada uno de ellos. Es curioso
el hecho y vale la pena de destacarlo, pues durante mu-chos
anos y aun hoy, estuvo a la cabeza de los restantes.
En efecro, antes hicimos referencia al hablar de las
escrbfulas que con el producto obtenido al machacar las
hojas del moralillo, dejaban caer tres gotas en cada oído
del paciente durante tres días de luna nueva y tres de
cuarto menguante; que en el tratamiento de la insolación
daban tres tirones a los pelos del insolado; que colocaban
encima de su cabeza una toalla doblada en tres picos y
rezaban tres veces seguidas, los correspondientes rezos y
que las mujeres canarias se sangraban a los tres meses
de embarazo.
Pues bien, adem$s de estas prescripciones, aconseja-ban
para quitar los dolores de estdmago y desaparecer
las n&USeas, obtener del jugo de los frutos de la mocane-ra,
sumamente dulces y expuestas durante tres días al
SO], la miel o chacerquén que adquiría consistencia de
arrope después de cocida con un poco de agua.
para tratar los empeines aplicaban la saliva, ifl si%
durante tres días seguidos. Para curar la erisipela Pasa-ban
sobre la parte enferma, la concha de un morrocoyo
27
o dejaban caer la sangre procedente de la cresta de un
gallo negro recien cortada. Estas curas las practicaban
tres días consecutivos y las repetían tres veces en cada
una de ellas acompañadas de la correspondiente oracion.
Para la opilación, nombre que daban a todo impedi-nlento
al paso de las sustancias por las vías naturales del
Cll@f-pO, hacían una infusión de hierbas arOmátiCaS prepa-radas
a base de pimpollos de naranjo dulce, agrio, Pazo-te,
alzándara, cafía limón, hierba buena etc., siempre Y
cuando en cada infusión entrasen, SókrVxrte, tres de laS
plantas mencionadas. Una vez hervidas, apartaban el reci-piente
del fuego y ponían tres piedras vivas dentro de SUS
brasas. Al tomar el color rojo cogían una con una cucha-ra
y la depositaban dentro del caldero. Una vez tapado el
recipiente, rezaban un credo. Igual operacidn hacían con
las otras dos, de manera que se echaban las tres y se re-zaban
tres credos.
Para la pulmonía despues de sangrar, tomaban tres go-tas
de la sangre recogida y las vertían en un vaso de
agua para saber si iban o no al fondo y por lo tanto si
el enfermo se curaba o moría. Después hacían una infu-sión
con tres hojas de higuera negra, de la cual tomaban
tres tazas al día, o un cocimiento con tres o seis cochinillas
de humedad tostadas.
Para los resfriados preparaban un lamedor a base de
tres pimpollos de tarahal, tres cucharadas de almendras, tres
pasas y tres gajos de alfalfa mezclados con azúcar morena,
Para In perlesía, debilidad muscular acompaflada de movi-mientos
convulsivos, aplicaban el humo procedente del sa-humerio
compuesto por tres grfimos de trigo, tres trozos de
palmita bendita, tres trozos de trapos tirados al muladar y
tres gajos de laurel, barriendo a continuacibn el producto
de la combustidn, con una escoba nueva.
Para arreglar el pomo o madre, aconsejaban tomar
durante tres días, en ayunas, una taza de te con una cu-charada
de aceite de almendras y otra de ron. ~1 tercer
día colocaban un parche de diaquilcín gomado u otro con-tra
rotura, sobre el ombligo del paciente.
El significado o misterio de los números 5, 7 y 9 10
tenían en menor estima, como lo demostraban los pocos
casos en que ellos inspiraban el tratamiento, Asi por ejem-
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plo, curaban las lombrices haciendo uso de una infusión
de hinojo a la que aíiadian cinco dientes de ajos, evitaban
los dolores de muelas cort8ndose las uñas durante siete ]u-nes
COnSeCUtiVOS, quitaban e1 hipo tomando despacio siete
buches de agua durante los cuales había que mantener la
respiración para que esta no se fuese por el camino viejo
y se sangraban las mujeres a los siete meses de estar em-barazadas.
Para tratar la sarna, dije anteriormente, que despu&
de estregados en los campos de maíz 0 centeno recién se-gados,
se sumergían en el agua del mar nueve veces y por
cada vez que lo hacían, recibían, nueve olas y para guitar
el susto, tomaban durante nueve días seguidos una infu-sión
de tres hierbas aromdticas R ,la que echaban tres pie-dras
vivas encendidas por la accidn del fuego para pro-ducir
el chasquido que se origina cuando se unen dos
cuerpos con temperaturas clistintas.
Ahora bien, si estos números impares estaban consi-derados
como místicos, es decir, poseían misterio o razdn
oculta, no había Cludn que el poder sagrado aumentaría,
si se unían remedios en los que intervenían todos 0 mu-chos
de ellos. Como ejemplos tenemos los santiguados,
conjuro o invocacibn en los que se emplean palabras y
símbolos santos, que los santiguadores pronunciaban al
tiempo o final de las curas, como refrendo y conformidad
al tratamiento observado. Eran repetidos tres, cinco y siete
veces, seguidos de tres credos segtin la importancia del mal
y en rodos ellos se invocaba a 1~ Santísima Trinidad. Igual-mente
en los hechizos, prActicas supersticiosas a las que
atribuian virtudes mQk:zs, se valían de una clara íle
huevo puesta del día, batida con un litro de vino blanco de
malvasia al que aíladían tres hojas de albahacas, cinco de
parra, siete de naranjo dulce y un poco cle te. Todas estas
hojas, después de hervidas, se colocaban, y tomaban en
frío con el vino y la clara de huevo.
Demostrada la preferencia que tenían los isleños por
el número tres y en general por los impares, no podemos
decir 10 mismo con referencia a los pares, pues por el10
no tenían tanta devoción ni sentían tanta fe en el poder
mágico de su acción. Así parece demostrarlo el que sdl0
trataban las articulaciones enfermas de los reum&icos, con
29
una pasta constituída por dos ajos machacados y dos rd-ba110s
cor&dos en peclacitos, cocidos con vinagre fuerte,
la que extendían sobre un trapo para frotar las partes in-flamadas,
hasta que el enfermo sentía alivio, y que cu-raban
la mordedura producida por un perro rabioso, coc-tando
cuatro pelos del rabo do1 animal y colocando sus
cenizas, rl~spu~% de quemadas, sobre la consiguiente herida.
V
En resumen: Cqué ensefianzas IlelnOS podido recoger
del estudio de la medicina popular canaria a iTilVbS de SUS
adjvjnaclores?; cque influencia ha ejercido SLI prtlctka en
Ia sal~d dc los hilbitnntcs del nrchipi&%go? %bCmoS que
esta ciencia, como otras de la Naturaleza, ha sido timen-tada
en la observación de las reacciones habidas entre cA
oI-g,znismo humano y IOS remedios proporcioniidos por 10s
tres reinos: vegetal, animal y mineral, y que si en su mayor
parte adquirió lo que en ellas había de verdad científica,
hay que confesar que en otra mínima proporcidn lo fun-damentd
en el conocimiento de las tradiciones populares.
Díganlo, si no, los muchos ejem~~los de que estlí. Ilenw
la patología y terapéutica humanas relacionadas con cuanto
acabarnos de decir. Basta recordar que desde hace sjglos,
se describen las tres semanas (invasibn, período de estado
y de efervescencia) en la fiebre tifoiclea, que el período de
-incubacidn de bastantes enfermedades infecciosas oscila
entre días impares, que los exantemas de las enfermeda-des
eruptivas duran tres días, que la fiebre de las trincbe-ras
se llama de los cincos días en razdn al tiempo de su
evolucih, que la fiebre recurrente europea sruge 52 los
cinco días de inyectada y desciende de una manera ùrus-ca
y rápida despu& de otros cinco días de fiebre, que
las crisis de la pulmonia tienen lugar al tercero, quinto,
s+timo Y noveno dins después de su comienzo, que la
fiebre en el paludismo se producel segtin SLI forma y dn-ración,
en días alt-ernos o cada tres días, que la cura de
la smm dUl.a tres días, que en el tétanos existe uno, el
quinto, en que se debate la lucha por la vida, que el em-bWaz0
dura nueve meses, etc. etc.
De ahí que la medicina popular canaria tenga un valor
real y positivo sostenido durante siglos, que no es posible
olvidar. De ahí la meritoria labor que han llevado a cabo
los investigadores que de su estudio se han ocupado, pues
no en vano presentimos que esta medicina casera, basada
en la observación de los hechos naturales, llegara a desa-parecer
del todo, con los adelantos y descubrimientos ma-ravillosos
de la medicina moderna.
JUAN BOSCH MILLARES
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