Caminaba par allí cuando, entre palmeras y con la
mirada en el wtcio, le ri. Se trataba de Alonso Quesada,
antiguo pocr;~ wmrio, a quien el municipio tuvo a bien el
dedicarle un monumento.
Ne par<5 ante Cl y no purìe evitar el hacerle unas pre-guntas.
-Perdone usted, senor .U~nso tJuesada.
-Dign, j~rven. Diga.
-<Le importaria hacerme unas declaraciones para la
revista JfilEares?
-En absoluto. Así pasaremos un rato agradable y po-dre
manifestar unas cuantas quejas que me tengo guardadas
desde que me ubicaron en este lugar.
-La verdad es que no acierto a elegir un tema por te-mor
a herirle en lo mas hondo del material de su bustcl,
pero.. .
--No tema y pregunte.
-QZntonces, potiria darme su opinibn acerca de la vi&
de hoy en día?
-Puedo y quiero. Ante todo le diré que debido a Ia
velocidad, Ias bombas, los cohetes y los turistas considero
la vida que transcurre para ustedes de puro asco.
--<Es usted contrario fi I:ì carnp;~fia tufistica?
-De todas todas. Sepa usted que mi ira llega al col-mo
con scílo comtemplar a esos seres sonrosados que
emanan tufillos de hUXNXiidOIYtS.
-Pero eso es el progeso. Divisas.
-iQut’ pt-ogvw, ni ynP hoheri:i! .\Ie pustnrht verlo en
mi lugar sirviendo de fondr, a las fotvgraïias dt: esos
ayuspitinplis*. Vienen por qui, me sefkkin, la scAWi be
coloca a mis pies en pase y lurgo el mari&> dispara IíI
placa a la yez que exclnmx ~won&rlul\~. Y siempre 10
mismo. Crtiamc: Estoy h-ro de los turistas, Completa-mente
harto.
--En fin, cnmhicmos de tema. <EstA contento del lugar
en que In z4tu;Wn~
pacta lo hayan colocado de espaldas u este bello mar?
Puerto de Gran Canaria sobre el sonoro Atltintico
con su faroles rojos en la noche calina,
y el Cfisco de la luna bajo el azul romtintico
rielando en la movible serenidad marina...
-Pero, eso no es suyo.
-La duda me halaga; lo he dicho tan sblo por ver si
pegaba. Como le iba diciendo, el mar lo es todo para un
poeta: Es su vida, es su pluma, es su amor, es su obra
en suma.
-Pues que y:\ ten*, 13 vista cansñdx de ver paS:W
tanto coche. En un principio no eran muchos, pero las
cifr;is svn de ;tntulC$.$~ en eStUs tiltimos tiempos.
-;_Es que cuenta los vehiculos que circulan ante usted?
--Sdo le dire que en el mes de agwjto han pasada
un millon pítrx el Puerto y han sobrepwulo al millon los
que van a Las Palmas. ;.Le parece, pues, normal mi desvia-cidn
tiptica?
-Le compadezca.
-(;rwias. Y ailemlis no sabe la pena que siento de no
poder ver las carreras de *botes. Un gran desconsuelo me
nbate cuando a mi vera pasan afinando los prismaticos y
discutienrlo de esta materia. Y yo..., de espaldas.
-En fin, seilor Alonso Quesada, no quisiera molestarle
mas pues veo que esta charla ha sido agotadora para usted
luego de tanto tiempo sin h:lblnr.
-$odría pedirle un favor?
-Todos los que quiera.
---{Le sería a usted factible el cursar una instancia con
póliza de tres pesetas a cualquier organismo estatal para
que me cambien, si no de sitio, al menos de posicidn?
-Lo intentar&
-Gracias.
-Y ahora, iquiere aliadir algo m&s a esta interviú?
-KO se. Creo que ya está todo dicho.
-Cunlquier cosa. Lo primero que se le ocurra.
-LO primero [Pues... iTumba Morales!
PEDRO SCIILUETER CABALLERO