Hilsttt WOEI tt~ futuro, des~~n~~ido, enigmático, nos es
entraliable. Amamos tierna y deliberadamente ese cú-mulo
ùr pusihililindes que en una imprecisa niebla nOs
presenta el mítiktn:~. S:ihemos que esto es un modo sentí-mental
de enfrentarse con la realidad, pero declaramos que
no sabriaml)s estur en un mundo a&+wado en donde c91-
culos eshaustivos previesen con justeza IOS acantecimien-tos
del devenir.
Con frecuencia se especula con el pasado. Es corriente
oir convcrs;tcioncs 0 ver escritos, en los que el tema del
pasado se cunecta con el presente portando eI manifiesto
deseo de acomodar la realidad actual a un esquema del
pretérito.
El escCptico Francois Rabel& decía que la risa es lo
propio del hombre. Esta forma de decir implica una com-paración
entre el hombre y el resto del mundo animal.
Numerosos son los escritores y pensadores que han usado
de esta figura retúrica para expresar ideas interesantes.
No recordamos ahora el nombre (pcrddnesenos esta vez
el estilo de citar poco riguroso) de un pensador europeo
que afirm6 que una de las diferencias maximas -o expo-nente
claro de superación de nivel- entre el hombre y el
resto del reino animal, es esa maravillosa cualidad que per-mite
al humano ver en el pasada. Perfeccionando esta idea
aduce que la humanidad, por este hecho, salid de la oscu-ridad
y que se avecinan tiempos luminosos en los que el
hombre aliadir a su sabiduría el conocimiento del futuro.
;2parte de todo io sabroso que pudiese resultar un CO-mentwio
de humor sobre estas ideas, L-U~O desarrollo de-jaremos
para otr:i orasibn, concedamos que la elucubra-cicjtn
es IúZidil. y yue SC siente a la verdad aletear en el
fondo de ella. l’e;ìmss, por ejemplo, a grandes rasgos,
que el esfuerzo de la ciencia hoy es un intento colosal de
h;ij];ir, er>tcnJer, &;lrcyu, un;1 cohesibn total dc 121 realidad,
l~;~tJ,,k ~“1~u n tr,m~lNllín empírico que nos permita el salto
:il plrrvcnir. .\sí vcmtrs l*i)mc) cl economistn m:meja SUS
ciff-ilr; Jtq p,ts;~h, 1;t.q rt:úne, las dcmt, casi les rlw una
fljrm.t,*i,in m;ux.i;:l y Iris hwe cicsfil:tr ilIlte SUS ojos pers-piciice-
i r-t111c l fin de prcg xmt;trlcS cut’ll St?ri”l su conductn
en el tiemp~.~v enidd-0. Titmbitzn todos estamos ya hnbitua-dos
a 12 ;lu;licidn r:kli«fdnicn de mcteorologin que, suele
ser, un;t form:l de c’onoc’er el destino de In biosfera. Y, en
sum;t, ttrkt li1 :tCcir’,n rstdistic’n en ctdquier actividad eS,
í*l mismo, ticrnpo que un rsamcn del p:wdo, un t:*nteo del
futuro.
Si en CI terreno científicO, en cierto modo, 13 visión
del p:wklc~ nos putxle :iSUdiir pilr¿ì el est:zhlecitniento del
porvenir, ii las reltt~~ioncs hiim:m;~s no se debe aplicnr, de
m3ner;3. simplist;~, conic) pretemlen ilIgUIlOS, un ejemplo ro-mdntico.
TitI vt’z todn progww, ya sea en la rwturaleza,
la cienckl, lns iùens, la prktica de las relaciones sociales,
la historia, F~c., actúa, mris 0 menos, de forma parecida,
es decir, procede siempre por tomas de posicidn bruscas,
por liViiXltX?S súbitos, pero l:ì. nueva situación rìlcadZMla SU-pone
una carga de nuevos fwtores que no pocldn ser ya
elimidos. No podemos decir ~1 comerciante de hoy que
cifre su lucha en la ganancia de unos cdntimos como 10
hacia su antecesor feliz en los Mas veinte, ni R cualquier
nación europea que resuelva las dificultndes econcimicns
de su inilustria pesada por medio de un conflicto M~liKlO.
El comerciante, si se detiene R escuchwnos, se hunde fa-talmente.
1.3 n:tïitln no puede seguir el Tiejo sistema: la
terrible potencia de las nuevns armns ht9icas ha desbor-dado
totalmente sus posibilidades.
I?St¿l- reflcsicmcs nos llejitIl ver ClilrilIIlWlttZ que aúll nv
son llewdos los tiempos, wnturows en que podamus, si-tuadi~
u; en un punto (presente} de la recta del tiempo, mi-riir
ccm serenidad 12s dtw semirectM: p:tsaclo p futuro...
El futuml pues, sigue siendo el cl;lvo curvo de la interro-
3;aci6n &~nde cidgamos nuU-;t.ru esper;ìnzn.