ARTE Y CIENCIA
MIGUEL HERNhNDEZ
RACISMO
(Discurso pronunciado en el Gabinete
Literario el dia 27 de enero último como
iniciación a los diálogos de Conviven-cia
ot~igaiziz;UdOS por MUJERES EN LA ISLA)
Para hablar del complejo tema de las razas humanas,
de su indudable realidad científica y de su negación, el ra-cismo,
debo, antes que nada, disculparme. Es ya un tdpico
negarse competencia en estos casos, pero aún a riesgo de
incurrir en él, debo manifestar que: 1.” No soy antropó-logo,
ni conozco apenas nada de Antropología, ciencia
biologica, que lia cunlaclu y cue111a con muy ilustres reprc-sentantes,
y cuyo conocimiento exige un sólido bagaje
científico en materias como las médicas, arqueologicas,
sociales, econ6micas, etc., todas ellas alejadas de mi forma-ción
biológica basica. 2.” Tampoco me considero la perso-na
adecuada para desarrollar el tema desde un punto de
vista económico-social y político, tarea esta, cuya consi-deración
profunda nos llevaría muy lejos en sus conclu-siones,
que nos parecen igualmente alejadas para su ex-posición
en una charla de este caracter.
ITcchas pues cstns salvcdndcs, que justifican nuestra po-sicidn,
quisiera exponerles un breve sumario de lo que va
a ser esta conferencia, de la que nadie espere aportaciones
o puntos de vista originales.
Trataré, para darle algo de coherencia al tema, los si-guientes
extremos:
a).-Criterios antropolbgicos para definir las razas hu-manas.
Clasificacidn de las razas humanas.
b).-El nivel humano. Unidad esencial de la razas. El
racismo.
c).-Perspectivas evolutixms snhre el futuro de la so-ciedad
humana.
259
Criterios antropológicos para definir las razas humanas.
Todos loS hombres aCtI,lElks pertenecen al mismo gru-p.
zoo]@co, la especie Horno Sapiens, de las clasificacio-nes
zoo]6gicas, Ahora bien, ‘mientras qUe Cda UIìR cle IaS
especies animales esta m8s 0 menos limitada geogr5fkñ-mente,
la especie humana ha invadiclo toda la tierra. EXiS-ten
hombres en los párarnoS hekIdOS de 1,2 tUndm 3' en el
ardiente sol de las regiones ecUatOrialeS. LO nliSmo en hS
altiplanicies andinas y del Tibet, como en kS remotas iSlaS
del Pacífico. El horno sapiens ha invadido tOd0 el planeta.
Presenta, y esto no es excepción en la regla zooló-gica,
una extrema diversidad. No hace falta haber viajado
mucho para saber que ~610 por el colpr de SLI piel, los
hombres, pueden ser clasificados en tres agrupaciones dis-tintas:
blancos, amarillos y negros. Cada uno de eStos
grupos presenta a su vez caracteres muy variados. Los
blancos tienen en algunas regiones cabellos rubios y ojos
azules, en otras, pelo castaño y ojos oscuros 0 pardos. La
estatura, la forma del crkneo, etc., suministran otros tantos
criterios diferenciales, expresidn de la suma variabilidad
de las agrupaciones antes apuntadas.
AnBlogamente los hombres de color, los negros, por
ejemplo, tampoco forman un grupo uniforme, diferenci&n.-
dose también por multitud de caracteres entre los que
destaca la estatura. No hay más que pensar en los pigmeos
con tallas de l,l5 metros como media y los habitantes cl.el
alto Nilo con una media de 1,80 metros.
Otra tanto podría decirse de las razas amarillas posee-clorns,
a su vez, LZe una gran heterogeneidad racial.
Parece evidente que la humanidad se divide en un
cierto niunero de grupos, que se distinguen por SUS carac-terísticas
corporales físicas. Es a estos grupos a 10s que se
da el nombre de razas, y que corresponden aproximada-mente
a lo que los zoóIogos llaman subespecies, mientras
que 10s botcinicos hablan-de variedades. Pueden ser defi-nidas
corno agr2@aciotaes nnlzw~ks de hombyes que sye-
S%tUfL UH COVjlllZtO de carnctcws fi.q'cos heyedi~~yios CO-r?
a24Jm, cw~hp~iem que sea sti Zeqpa, Costup&ye 0 jzacio-
Wnlidnd. ZhSttL CiCrtO punto tambi81~ podlía bel- aplicfìb]e a
estas agrupaciones la definición evolutiva de especie, en
260
el sentido de que se trata de comunidades de reproducción.
Efectivamente, y desde un punto de vista estadístico, los
cruzamientos tienden a efectuarse entre individuos del mis-mo
carítctw, lo cual no excluye, ni mucho menos, otras
posibilidades de cruzamientos, como es notorio que ocurre,
y cada vez con mayor frecuencia, al empequeñecerse nues-tro
planeta, lo cual hará rn&i difícil aún definir las razas
en un futuro próximo.
No nos parece que este sea el lugar, ni yo la persona
apropiada por las razones apuntadas al principio, para tra-tar
con detalle cle los criterios que rigen en Ia. clasificación
de las razas humanas. En la necesiclad de tener que ex-poner
algo al respecto, trataré someramente de los carac-teres
que han servicio para sentar las bases de las sucesi-vas
clasificaciones. Se han utilizado muchos: color de la
piel, cabello y ojos, estatura, etc. Uno, muy utilizado, ha si-do
1~ forma del crbneo, dolicoc&falos, mesocéfalos, braqui-cefalos.
En la forma de la nariz, el llamado ínclice nasal,
que divide R los individuos en leptorrinos, platirrinos y me-sorrinos.
Digamos por últzmo que nada se oponclria ciesde un
punto de vista teórico a la clasificaci6n de las raza según su
grupo sanguíneo y SLI factor Rhesus. Un hecho interesan-te
a este respecto ha siclo la notable contribución aportada
recientemente por un grupo de investigadores venezolanos,
quienes estudiando sistem8ticamente la serología de cier-tos
portadores de una forma nueva de ictericia hemolíti-ca,
descubrieron que estos enfermos llevaban consigo un
nuevo factor gent%ico, llamado por ellos factor Diego, y
cuya presencia esti-í. siempre ligada a las razas de pro-cedencia
asklricn; rr~crrlgoles, chillos, j;~pwuzim t: idiüs
americanos, demostrando una vez m& su origen por mi-graciones
prehistóricas procedentes de Asia. Dicho factor
fue sistemkticamente negativo en las razas europeas 0 en
americanos de origen cauclisico.
Hoy, la Antropología, es una ciencia sólidamente ci-mentada
en la estadística matemriticn y los grupos raciales
son definidos, sobre caracteres anatómicos basados en mi-les
de mediciones y cálculo de índices, que son luego ana-lizados
paciente y meticulosamente. Recordamos al malo-grado
smtropólogo cspnîiol Dr. Fusté, ~II sus meses de
trabajo en nuestro IMuseo Canario, rodeado de enorme can-
tidad de huesos de toda procedencia, realizando cientos y
miles dc mediciones y cálculos, anotnndo en SUS cnader-nos
todos estos datos, con los que consiguió dar cima bri-llantemente
a la labor iniciada por el Dr. Verneau hace
tantos afios, sobre las razas de nuesrro archipielago.
Cla4ficaci6a de laa razas humanas.
En el antiguo Egipto, en sus pintUraS y II.IOnuinentOS,
se distiq+an cuatro cleses de hnmbres* 10s Rnt n egip-cios
pintados en rojo, los Namou amarillos con nariz
aquilina, los Nashu negros de cabello ensortijado y 10s
Tamallou rubios y Ue OjOS azules.
El antigtzo testamento, dividió 8 los hOm'ureS en hijOS
de Cam, Sem y Jafet. agrupaciones que no eran sino pue-blos
cercanos a los judíos y cuyas diferencias físicas eran
mínimas.
Esta clnsificaciõn imperó dwante toda la Edad Ne
dia. El descubrimiento de América, origind grandes pole-micas,
puesto que, al parecer, no encajaban en el casillero
medieval los recién descubiertos hombres americanos.
Con Linneo aparece la primera clasificacidn científica.
RI sahin SIIPNI dividP caI hnmo wpipns c=n rustro grupos
fundamentales: hombre americano, hombre europeo, hombre
asiático y hombre africano. En su clasificación, incluye, a
la vez, caracleies flsicos y sociales.
Una modificacidn importante a esta clasificacidn fue
aportada por Blumenbach, quien aIladió una quinta raza, la
malaya. Ademas cambió la denominacidn de las razas, según
Linneo, ajustándolas a la Geografía. De este modo surgen
clnco razas: CítUcásiCs, mong’ólicn, etíope, nmcricnna y ma
laya.
Denilrer realiza un gran progreso sobre las preceden-tes,
pues agrupando todos los datos, sm cesar aportados
por antropólogos y paleontblogos, clasifica o distingue 27
razas con 22 subrazas, esquema ampliamente utilizado hoy
en dia.
Sobre esta base se Ilega a la clasificacidn de profesor
Ynllois que rcirnc cuatro grupos:
l.“)-Grupos primitivos, cuya disposicidn general revela
una morfología menos avanzada que otros. Son dos,
2.“)-Grupo negro o negroide. Siete razas.
3.‘)-Grupo blanco. Diez razas.
4.‘)-Grupo amarillo. Ocho razas,
Como se ve, la variabilidad es muy notable y los cri-terios
de clasificación se han efectuado haciendo abstrac-cidn
de la distribución geogr&fica, lengua o costumbres so-ciales.
Esto esta plenamente justificado, por el hecho de que
amplios sectores raciales han adoptado la lengua y cos-tumbres
de otros, negros americanos, por ejemplo.
En la imposibilidad de seguir adelante por el camino
del análisis y desmenuzamiento de los grupos humanos,
labor tediosísima que exige gran preparaci6n y constan-cia,
preferimos terminar aquí con la parte dedicada a la ex-posición
de lo que la ciencia antropalbgica considera como
razas humanas, cuya existencia se indudable, y cuya di+
versidad, en lo que a caracteres anatdmicos y físicos se
refiere, es también evidente.
Veremos a continuacion, si es lícito hablar de dife-rencias
esenciales de tipo racial, en lo que a la parte espe-cificamente
humana concierne, la actividad intelectual, el
pensamiento.
El nivel humano. Unidad esencial de las razas. El
Racismo.
A nadie se le escapa, en la actualidad, que la evo-lucidn
biológica, hace muchos alios, dejó de ser una hi-pótesis,
para convertirse en una condicibn general de
conocimienro, como decía Theilard de Chardin. Quiere es-to
decir que, en el estudio de los fenómenos naturales, es
necesario, para que tengan realidad, para que sean cienti-ficos
y objetivamente ciertos, poner de manifiesto su dina-mismo,
su caracter de proceso, es decir, evidenciar la his-toria
evolutiva del fendmeno.
Todas las cosas que existen en la naturaleza, están
sujetas a cambios, a evolucion. Desde la más gigantesca
masa pétrea al m&, insignificante ser vivo. Todo evolucio-na,
cambia, y el que los cambios sean observables es só-lo
cuestión de tiempo, o mas exactamente de tempo de
evolución, o sea, el ritmo propio de cada ser para los cam-bios.
Así los seres que han permanecido inalterables des-de
antiquísimas eras, ciertos moluscos, por ejemplo, se
dice que poseen un tenzpo lento de evolución, mientras que
los seres que han sufrido profundos cambios en plazos
evolutivos breves, se dice que poseen un tempo ?@$ido.
Todo esto, como es lógico, no está condicionado exclusiva-mente
por el ser en evolución, puesto que no Son capricho-sos
cambios m&gicos los que provocan la evolucidn de los
seres vivientes. La evolucidn de los seres vivos, esta in-disolublemente
ligada n SLI medio evolutivo, y es absolu-tatnente
incomprensible sin este requisito. De este modo,
hablar de evolución es hablar de evolución conjunta de
los seres y de su medio, para poder tener un criterio que
objetivice los cambios y puedn hacer arcenihle SU estudio.
Por medio evolutivo de una especie se entiende el cojun-to
de seres que la constituyen y los de las clemas especies
con las que, directa o indirectamente, esta en relacion.
Según esta definicidn, al abordar evolutivamente el es-
0d
tudin deI hnmn s~piens, crrlminación actual de toda la
evolucidn de la biosfera, hemos de acudir consecuentemen-te
al estudio de su medio evolutivo, el medio humano, los
clemas hombres, la sociedad l~u~nana ~J¿Ila hacernos ilitcli-gible
la evoluciún del hombre y vaticinar sobre su proba-ble
futuro.
Opina el doctor Cordón, en su obra La evo lucidn con-junta
de los aninznks y set medio, que el desarrollo de una
crccicatc capacidad para la cooperación cn distintas espc
cies de animales superiores, concretamente en ciertas tri-bus
de antropoides, condiciono una complejizacidn crecien-te
del medio. Estas condiciones, llevadas al máximo, esta-blecieron
finalmente las bases, para hacer posible el salto
de nivel desde el animal al hombre. Aunque tal vez sea
algo difícil de entender, debemos insistir en los hechos
apuntados, que son fundamentales. El animal ha desarro-llado
en el curso de su evolucidn, interaccionando con
los otros animales afines, de los que vive o a los que sir-ve
de eventual alimento, una serie de características de
su sistema nervioso, que le capacitan progresivamente pa-ra
responder coordinadamente en reflejos de defensa o de
ataque, a los estímulos que le llegan del medio: el olorcle
la presa marcará el ritmo y los movimientos del carnice-ro
que se acerca. Por el contrario, el hervíboro tomara
progresivamente cuenta de ello y en consonancia, su sls-õ”
264
tema nervioso desarrollar8, por selección natural, creciente
aptitud pal-i1 el OlEnto, vista, oído, etc., er3camjn;tdos a 10s
reflejos de huida, etc.
Ahora bien, si en el curso de la historia evolutiva de
pnos grupos concretos de antropoides, se llega a una si-tuacibn
en 10s que sus componentes muestran un cierto
grado de cooperación entre sí, frente a la naturaleza o fren-te
a un enemigo comtin, se habr& alcanzado una comuni-dad
muy diferente a la descrita anteriormente. Entonces
tales mecanismos reflejos heredados y perfeccionados por
seleccidn natural, serán utilizados y la tendencia progresi-va
de la seleccibn natural será la selecciõn de seres dota-dos
de unas características peculiares de su sistema ner-vioso
que impulsan a la cooperacidn y que la estimulan.
De este modo, gritos de alerta al peligro, sefiales acústicas
que indiquen la naturaleza del mismo y otros similares,
se desarrollaran y predominarán, poco a poco, en la comu-nidad,
en los individuos que posean en alto grado dicha apti-tud
específica en cada caso concreto. Es tal la ventajase-lectiva
que proporciona este carácter que su preponderan-cia
se establece rapidamente, ya que representa en último
término la supervivencia de Ia especie en que viven.
Cuando se da este proceso (cooperación entre los indivi-duos
de una misma especie en actividades de complejidad
crecientes y de percibir la repercusidn de los cambios del
ambiente sobre ellos, respondiendo adecuadamente en con-secuencia,
y la selección natural acciona sobre estas dos
características), se concibe la posibilidad de que la experien-cia
adquirida pOr un individuo pueda transmitirse directa-mente
a otros. En este momento la evolución animal se ha
transformado en evolucibn humana.
Este primate prehomínida, cuyo habitat parece haber
sido el curso de ciertos valles aluviales de Africa, donde
el Dr. Lealrey ha encontrado sus restos, parecía haber de-snrrollndo
ya este tipo de comunidad humana primitiva. R
este respecto, conviene mencionar, cómo la homfniza-ción
ha sido tambikn decisivamente influída por cjertos
cambios anatómicos fundamentales: la bipeclestacidn, que
condicion6 la liberación de la mano, instrumento esencial
en el desarrollo y evolucicín del sistema nervinsn suprini-.
Ciertas alteraciones anatdmicas se produjeron en el curso
265
de la historia evolutiva del prehomínida, el descenso cle
la cadera, por la nueva posicidn erecta, condujo a una
progresiva estrechez del canal del parto, con lo cual, al
nacer la cría inmadura, en relación con los .uantropoides
superiores, produjo dos consecuencias fundamentales, la
posibilidad del crecimiento cerebral, por no haberse solda-do
al nacimiento todos los huesos del cráneo, y la primera
división del trabajo en aquellas sociedades primitivas, pues-to
que una parte de los machos tenían necesariamente que
cuidar de las hembras, mientras que Otra parte se cledica-ría
a la bYsqueda de alimento. En esta sociedad embrio-naria
aparecen ya dos características netamente humanas:
divisiõn del trabajo y cooperación.
Es tan importante y decisivo el papel de la mano en
la hominización, que la aparición de toscos útiles instru-mentos
de aquellos seres basta para caracterizarlos como
prehomínidas. Así fue bautizado como Horno Habilis uno
de nuestros remotos antepasados.
Resumiendo pues, diremos que la característica huma-na
funclamelllal cs la Lrärcimisiúu de expeI-ieuciä, ya sea
propia o de nuestros antepasados y el medio humano (en
evolución también, corno es lógico) es ese nuevo estrato
alcanzado en la evolución, cualitativamente distinto, del
medio animal, y cuyo carkter esencial es el pensamiento
humano intercomunicable, del cual es instrumento la pala-bra,
expresión objetiva de la transmisión del pensamiento,
La ventaja selectiva que proporciona al hombre una
tal característica, se entiende bien si pensamos, que si no
fuese así, cada hombre, aún siendo excepcionalmente inteli-gente,
tendría que recapitular toda SU historia evolutiva,
desde el descubrimiento del fuego hasta nuestros días. Es-to,
que es claramente un absurdo, indica cbmo la acumu-lación
de experiencia y la transmisión a otros hombres
de todo el bagaje teórico y cultural de generaciones ante-riores,
hace que el medio cultural humano se enriquezca
continuamente con nuevas aportaciones en un proceso
autoacelerado.
Así, pues, si la actividad humana se desenvuelve en
el ámbito del pensamiento y si los hombres se seleccionan
en la medida en que lo perfwriona el medio intelectual
circundante, ha llegado el momento de plantearnos la pre-
266
gunta: 2Existen diferencias intelectuales entre las razas?
Dicho de otro modo: (Hay razas, intelectual o mentalmente,
inferiores y otras superiores? Si contestamos afirmativa-mente,
daremos la razbn a todas esas doctrinas irracionales,
míticas, tantas veces crueles, que solemos llamar racismo.
Unidad esencial de las razas humanas. Rabismo.
Solemos cargar a la cuenta del tristemente celebre ter-cer
Reich las teorias racistas, como si el partido nazi hu-biese
sido su descubridor, y nos olvidamos que la heca-tombe
y la tremenda tragedia que ocasionó, se debió a
haber sido el primer Estado moderno que puso en prkctica
el exterminio de seres humanos supuestamente jnferiores.
Medios poderosísimos e inmensos recursos técnicos y eco-nómicos
fueron puestos al servicio de la más brutal ani-malidad
y del más irracional misticismo racista.
Hemos de recordar, sin embargo, que la creencia en
la inferioridad de los individuos de otras razas no es de
hoy. Lo único nuevo es, como hemos dicho, su puesta en
practica de un modo masivo. De esta culpa no están exen-tas
casi ninguna de las naciones que forman la comunidad
europea de naciones. Nosotros, hemos de aceptar tambien
nuestra responsabilidad dentro de los justos límites hist6-
ricos en que se produjo, recordemos al Padre Las Casas y
las disquicisiones teoídgicas de la época acerca de si
indios americanos tenían o no alma. En las colonias bri-tãnicas
se practicd también el deporte de la caza al hom-bre
inferior. De este modo influyeron decisivamente estas
excursiones de los colonos británicos en la desaparición
dc la raza tasmaniana (intercsantísimn dcsdc un punto dc
vista antropológico) y cuya última representante murió en
este siglo, asunto que ha sido tratado magníficamente en
un artículo de la revista americana 4cientific Ameritan».
Recordemos también el vergonzoso tráfico de esclavos,
origen de tantas inmensas fortunas; el exterminio de los
indios norteamericanos, de los indios brasileños en las
guerras del caucho, etc.. .
En la actualidad, podríamos citar al ridículo y trågico
Kukluxklan, luchas raciales en U. S. A., etc.. .
El racismo es pues la expresidn de un mndo de peri-sar
antirracional y se surte de concepciones pseudocien-
267
tíficas. Su rìplicacidn conduce a las tremendas aberraciones
de todos conocidas y por desgracia de historia bien reciente.
S610 hace falta recordar el famoso discurso de Himmler,
pronunciado el 3 de Octubre de 1943 sobre la política
racial de las SS, documento absolutamente fidedigno que
no voy a leerles a ustedes, pero que se considera como
una de las más cínicas y mostruosas declaraciones jan?&
hechas por un ser humano, para compren.der a qué bru-tales
desvaríos puede conducir el racismo.
Para luchar contra esta tendencia irracional se reunie-ron
en diferentes fechas y bajo el patrocinio de la Unesco,
hombres de ciencia de diversos países, cuya última y m8s
importante reunión tuvo lugar en Moscú, a continuación
del congreso mundial de Antropología, y que hizo públi-ca
una declaración de 13 puntos que constituye el más
poderoso alegato y la total refutacirjn del racismo.
La cuestión de si las distintas razas humanas proce-dían
de una o de distintas especies de primates, ni siquie-ra
se trató. Se dice simplemente: todos los seres humanos
hoy vivientes pertenecen a una misma especie llamada ho-rno
sapiens y proceden de un mismo tronco.
Los racistas afirman, como deciamos al principio, que
las razas humanas son también distintas desde un punto
de vista intelectual además del morfológico o físico. Sin
embargo, la declaración de Moscll afirma que Za capacidad
gem?tiCa para el desatollo intelectual responde a caracfe-rh&
bzs bioldgicas de valoT um’veYsaZ, habida cuenta de su
importancia para la supervivemia de Za especie en cuaZ-quier
medio natwaí y cultural.
Los paeblos de la tierrn, dispnnen hoy rl~ ~~IIRIPS pmi-bilidades
biológicas para alcanzar cualquier grado de civili-zación.
Las diferencias entre las realizaciones de los dis-tintos
pueblos deben atribuirse a su historia cultural.
No se ha demostrado la inferioridad intelectual de
ninguna raza humana. Los seres humanos trasplantados
fuera de su ambiente primitivo, especialmente en tempra-na
edad, a otra medio humano mas evolucionado, se adap-tan
perfectamente y pueden llegar estadísticamente a los
mismos niveles intelectuales que los naturales de esos paí-ses.
No es el individuo el determinante de estas diferen-cias,
sino el medio en que viven. Los pueblos atrasados,
268
lo son porc]w SU cultura no ha progresado hasta el nivel
indudrial, por ejemplo, y 10s individuos que componen ese
pueblo, no deben esforzarse mas allá del nivel intelectual
medio predominante para su supervivencia. Es de&-, las
diferencias son m5s aparentes que reaies, fruto de Ia elyo-luci6n
social que es el aspecto último de la evolución hu-mana
que trataremos al final de esta charla.
Es, en otro aspecto cuantitativo, la misma diferencia
que existe entre los hotnbres del campo y de la ciudad,
entre el medio rural y el urb:lno, mucho mas evolucionado.
Los hombres del campo son, en general, de ~111 nivel cultural
inferior n los de la ciudad, pero
;
scría disparatado afjrrnar
que cl10 es debido R LU-I condicionamiento genético. Todo
E
6
elI0 es fruto del ambiente en que viven, en donde la vida d
cultural es más pobre, y, en general, los hombres no se õ”
sienten impulsados a grandes aventuras intelectuales. Al llegar cl este punto y a mayor abundamiento en lo i
ya dicho, expongamos un ejemplo demostrativo de hasta
que extremo es determinante la influencia del medio. Se SR-5t
be que cuanclo un hombre, en temprana edad, es aparklo
g
de su medio humano, para vivir en plena naturaleza, selva
m
o en donclc SPI?, pierde iwc~vernihlPrnmtP nnn malirì~rl hrl- s
mana fundamental, el clon de la palabra. Parece que el área E
cerebral responsable no se desarrolla funcionalmente, Así
d
E
pues un hombre en estas condiciones sería incapaz de ar- z
titular palabras, no sería LUI hombre, por mucha perfección
!d
anatómica que tuviese. De este modo el tema de Tarzán, ;
de nuestra nifiez, es un mito imposible, jamás hubiese po- 5
dido hablar. El nifio habla porque le hablan; dibuja, lee,
0
escribe etc., porque el medio humano continuamente le es-ta
impulsando a ello, y el desarrollo de las actividades
intelectuales del niño se influencia de todas estas acciones
del medio, de todos estos estímulos de su medio concre-to
humano.
Sin aventurar una opinión en este terreno, cn el que
somos totalmente extrafios, nos parece que las distintas
funciones intelectuales son alcanzadas en general deI mo-do
descrito; pero existiendo, sin embargo, una acción re-cíproca,
el niño responde a los estímulos de distintos
modos aunque manifestando curiosidad hacia cosas que
antes le eran indiferentes, llega un momento, tal vez por
alcanzar SLI desarrollo cerebral un nivel crítico, en que
casi de repente el niÍ’io, habla, dibuja o lee vertiginosamen-te,
y de un modo irreversible, Quiero decir que el nino
que aprende R leer ya no vuelve nunca a deletrear. El co-nocimiento
infantil como el humano tiene un signo pro-gresivo,
avanza complejizándose.
De este modo, con el reconocimiento de que las dife-rencias
intelectuales entre las razas son producto (hablan-do,
claro está, de los individuos normalmente dotados) del
medio en que viven, se desarticula el más importante de
los nqpmzentos racistas. La actividad, el nivel, la cualidad
humana es única y es causa y producto a la vez del me-dio
en que se desarrollan los hombres. Contrariamente a
lo que piensan los racistas, no es ésta la diferencia funda-mental
entre los hombres,
su unidad esencial.
sino su denominador común,
Perspectivas probables de la evolución humana.
Las grandes etapas de la evolución representan una pro-gresiva
y continua liberacibn del medio natural. La homeo-termia,
el independizar la temperatura corporal de la exte-rior,
condujo a la adquisición de nuevas areas hasta entonces
vedadas a los seres vivientes: las regiones frías del planeta.
Al afirmar que el hombre representa la culminación
actual de la evolución bioldgica, estamos afirmando que
es la última etapa alcanzada por la evolucidn conjunta de
la biosfera.
Al alcanzar este último grado en la evolución aparecen
también y simultaneamente nuevos mecanismos evoluti-vos.
cE pensamiento humano, el nivel humano no es una
llama irreal soplada externamente sobre lo animal, sino
que se origino cuando las llamas del conocimiento indivi-dual
animal, hasta entonces aisladas, consiguen prender
unas en otras, en virtud de su densidad y fuerza crecien-tes
y trascender en un incendio común. De este modo el
conocimiento elevado a pensamiento, a conocimiento trans-misible,
y por ende complejizable, contituyó un nivel nue-vo
en la evolucidn bioldgica: el hombre y su medio huma-no
». Con estas palabras define el doctor Cordón el salto del
nivel animal al humano, siendo lo esencial la aparicion de
una cualidad distinta, de un modo distinto de accidn, el
270
pensamiento humano, el cual es a su vez objeto de evolu-ción,
desde la mera expresion primitiva de la experiencia
adquirida, hasta nuestro riquísimo y complejo medio huma-no
actual.
Con la aparicion de esta cualidad diferente, surge un
mecanismo evolutivo que hasta entonces en la evolucibn
no había desempeñado papel alguno. Hasta la aparicidn
del hombre, la evolucion es de tipo genetico, consistente
en la transformacidn del patrimonio hereditario de las cs-pecies,
los genes, y avanzar en la evolucidn guiadas por
la selecciõn natural, sobreviviendo siempre los tipos más
capaces y adaptados.
Este tipo de evolucidn escapa a toda voluntad y con-ciencia
en el hombre, y puede decirse que representd la
condicibn misma de SU aparición sobre la tierra. De este
modo nace y se desarrolla otro tipo distinto de mecanismo
evolutivo con la transmisión de un individuo a otro de
todo un acervo de conocimientos, invenciones y modo de
vida que ya no tienen nada que ver con el patrimonio ge-n&
ico y que requieren un continuo esfuerzo para que no
desaparezcan.
Si bien a primera vista este medio evolutivo es m&s
precario, condiciona en cambio que el desarrollo de la li-bertad
y del dominio sobre el ambiente sea mucho mas
rapido que el producido por la herencia puramente gene-tica.
De ahí que se haya impuesto y gobierne a la evolu-r.
ihn pnr representar sn adqilisicih imR enorme ventaja
selectiva. Parece demostrado que desde la aparición del
hombre hace unos dos millones de años hasta el surgimiento
del horno sapiens y hasta nosotros, la evolución del pro-greso
humano se basa esencialmente en el plano de esas
conquistas que comúnmente denominamos plano de la cul-tura.
No existen apenas diferencias anatbmicas notables ce-rebrales
cutre el homo sapiens y nosotros. Sh errlbillgo,
el dominio sobre el medio se ha incrementado de un mo-do
gigantesco. La evolución cultural ha remplazado a la
evoluciõn genética.
Alguna vez, hemos señalado el carácter regresivo de
ciertas publicaciones de ciencia-ficciõn, cuyo arquetipo li
terario podría ser Un mundo felia de A. Huxley. Regresi-
271
VO en el sentido. de grte niega la posibilidad de coonera-ción
entre los hombres del futuro, para sustituirlo por una
explotacion científica, automática y cruel de unos hombres
por otros. En esta triste sociedad de autómatas no hay Iu-gar
siquiera para el amor entre los sexos. Todo está pre-visto.
Un tipo de sociedad así concebida nos parece una
aberraci6n profunda, una negación de todos los hechos
positivos que la evolucidn humana ha aportado. Se nos
antojn un poco lo que serín una sociedad presidida por cl
mito de James Bond.
Otro aspecto de las lecturas de este carácter, repre-senta
el suponer que la evolución humana seguirá una
creciente cerebralizacih, con lo cual el aumento de volu-men
del crhneo llegaría a extremos casi mostruosos, siendo
este pseudo superhombre de una inteligencia excepcional,
en rapidez y profundidad de complejos ~81~~10s. Todo es-to
es absurdo. El hombre no necesita aumentar el volumen
de su cerebro para ser un hombre excepcionalmente do-tado
desde el punto de vista intelectual. Caja1 citaba a
este respecto, frente R los que consideraban a la mujer
mentalmente inferior por tener un volumen cerebral infe-rior
al hombre, el caso de Isaac Newton, el padre de la
teoría de la gravitación universal, cuya genial capacidad
nadie ha puesto en duda y cuyo volumen cerebral dedu-cido
de un molde hecho sobre su cadáver, era inferior a
la media normal. Ademas, el hombre ha agrandado enor-mcmente
su CXI-C~I-Ü 0~cclilrnk los cerrbros elect1 Onicos,
maquinas que, según los expertos, pueden inclusive hallar
soluciones originales a los problemas que se les planteen.
No hablaremos de las fantasías pseudo evolucionistas
que hablan de un futuro ser asexuado o hermafrodita.
Tranquilicemonos pensando que la evolución no reserva
al hombre un porvenir tan triste,
Creemos oportuno citar una anécdota del célebre bidlogo
sovietice, Alejandro Oparín, quien encontrandose en cierto
momenro en una reunión científica en París, se planteo la
cuestidn, entre varios asistentes, sobre cbmo sería el futuro
del hombre. Varios científicos opinaron que la inteligencia
y el cerebro progresarían de ta1 modo que el hombre dentro
de 500 anos estaría a una distancia de nosotros como los
hombre actuales de los antropoides. Preguntado sobre SU
272
opinión, Oparín contestó diciendo que no ya hace 500 años
sino 2,300 vivieron hombres de inteligencia excepcional
como Aristdteles y otros, cuya capacidad superaba con
mucho a la media actual.
No obstante todo lo dicho, creemos útil sefialar que
cambios mínimos anatómicos secundarios han sido adver-tidos
por los especialistas en el curso de la evolucidn
humana. Ha habido una cierta reduccibn de las partes
oseas mas salientes, una tendencia a la reducción del vo-lumen
de los dientes, etc...
Desde un punto de vista estrictamente genético, tam-bien
la Biología humana niega el racismo. Éste ha preten-dido
el mantenimiento de líneas supuestamente puras en
las que, caso de ser conseguidas, el material genetico sería
muy uniforme o poco variado y, por lo tanto, en absoluto
adecuado para la continua adaptaciõn R los diversos ha-bitats
de nuestro planeta. Así pues el patrimonio gene-tico
de los hombres se enriquece continuamente con los
cruzamientos y suministra la variabilidad gen&ica necesa-ria
para permitir la vida en ambientes tan diversos como
la selva tropical, los polos, o el enrarecido ambiente de
una pl;ran riudnd. Th este rnnfln 1~ ppn&ira crmdIlrp a PX-traíías
paradojas y así un carácter genetico ligado a la ra-za
negra es responsable, en sus portadores, de la aparición
de una grave enfermedad de la sangre: la drepanocitosis,
anemia falciforme cuya característica es la forma en hoz de
los hematíes y la existencia de una hemoglobina anormal,
la hemoglobina S. Pues bien, los portadores de esta afección
en nuestros climas mueren casi siempre en edad temprana.
Sin embargo, lo que aquí es desfavorable, es una enorme
ventaja en los países tropicales asolados por el paludismo,
puesto que estos enfermos poseen una resistencia mucho
mayor a dicha enfermedad.
En esta segunda mitad del siglo XX, aún coexisten
cn la tierra, diversas etapas de la evolución del hombre,
desde los cazadores nómadas de las selvas brasileñas, has-ta
la supercivilizacidn de las grandes ciudades. Desde la
elemental agricultura de las comunidades agrícolas primi-tivas,
hasta las grandes fabricas automatizadas. <Cual será
pues nuestra sociedad futura? Si contestamos evolutiva-mente,
diríamos: aquella que garantice una m8s rslpida y
273
completa liberación de todos los hombres de SU medio
evolutivo actcta~, aquella que independice al hombre con
m&s velocidad de su actual alienación eCOnbmicO-Social.
ES evidente que si la evolución nos dice que la ex-plotación
del medio, el rendimiento, las fuerzas producti-vas
que el hombre progresivamente ha desarrollado, son,
en definitiva, las responsables de la estructuraciOn y con-formación
de la sociedad en que se vive, parece probable
que CI gig-ntesca, In colosnl cnvcrgadura, el rcnclitnicnto de
la produccidn en los países mhs avanzados, nos estbn ha-blando
de In inminencia de la aparición de esta nueva so-ciedad
en la que los beneficios de la ciencia y técnica de
nuestro tiempo, alcancen a todo el mundo.
Un examen n In. historia 111105 convencerb de que el
aumento en rendimiento y las relaciones de produccibn,
han condicionado la estructuración de la vida en las so-ciedades
que nos han precedido.
Como consecuencia de todo este enorme progreso
técnico y científico, el hombre se ha hecho progresiva
y solidariamente responsable de los acontecimientos que
suceden en nuestro planera por lejanos que sean. Recuér-dese
la guerra del Vietnan, China, etc., para comprencler
que hechos que hace pocos años no nos interesaban, tienen
hoy creciente repercusión en todas las sociedades huma-nas.
El hombre se ha hecho solidariamente responsable
de los sucesos de su planeta la tierra.
Si eslu es asf, y parece que el examen cle la hisroria
reciente no deja lugar a dudas a este respecto, que com-pete
también a los hombres la salvaguardia, merced a
una accion coordinada y consciente, de todo el patrimo-nio
cultural de la humanidad en peligro. Pues es nece-
.sario dejar bien sentado que, aunque la seleccidn natural
ha dejado de conducir Ia evolución humana, y ésta se ha
hecho cultural y en nuestro siglo acusadamente social,
de tal modo, que se confunden, este proceso no es en
modo alguno fatal e inexorable. El hombre posee los me-dios
para destruirse. Si un azar fatal provocase una heca-tombe
nuclear, las consecuencias de esta catástrofe serían
verdaderamente espantosas, las voces de multitudd e hom-bres
ue Ciencia de todos los países, entre los que re-cordamos
alos premios Nobel: Oppenheimer, Pauling, etc...,
han advertido de esa posibiIidad, que impediría el desa-rrollo
de cualquier forma de vida en extensas Areas de
nuestro planeta. Nuestro riquísimo y precioso bagaje cul-tural
entraría en rrgresihn y nll*strx civilizaciõn sería un
lejano recuerdo,
Impidiendo una catkstrofe nuclear de este tipo, se po-sibilita
el que las acciones evolutivas que operan en todas
las sociedades humanas y a todos los niveles acaben mo-delando
una nueva estructura económico social más justa
y que es ya previsible como un salto de nivel diaktico,
análogo al que condujo del animal ~1 hombre.
Los hombres poco diferentes anatómicamente de los
actuales, contribuirán merced a su creciente cohesión y a
la naturaleza de sus interrelaciones, a un nuevo estado de
In materia viva, cualitativamente distinto,
Si esto es así y, según datos aparecidos en la revista
El Correo dc la Uncsco, todo apunta en este sentido, nos
encaminamos hacia una supersociedad, pero en modo al-guno
hacia el superhombre.
Si aún no son previsibles los instantes históricos en que
dicha sociedad aparecer&, sí conocemos los caminos que
llevan hacia ella. Esforzarnos en ese sentido, corresponde a
nuestro cardcter de hombres conscientes y libres que cola-boran
en el surgimiento de una nueva cualidad verdadera-mente
humana: la solidaridad, la cohesidn y la amistad
entre todos los pueblos de la Tierra.
CARLOS BOSCH MILLARES
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