(CAPfRJLO XVIIT DE LA NOVELA DEL MISMO TITULO)
AlIOra tengo miedo porque cosas tan buenas 9510 vie-nen
cuando un0 esth para la muerte. jklira que besar a
una seilorita tnn guapa y tan fina y que ella te besara
tambihd Algo malo barrunta todo esto, Y lo peor es estar
maguado con IR cabeza vuelta que te da, siempre vi&ldola
delante con aquel vestido precioso que se pegaba a los
pechos y la dejaba desnuda para. arriba. Mentira parece.
BstBbamos Juan: Florentín, Martín, sefiw Fulgencio y ~0,
de palique en el chamizo, cuando llegb el contratista;
uM~~chacl~os, hoy no se trabaja, nos vamos de juerga, los
peces gordos pagan».
En la venta costd para arrancar a seAó Fulgencio.
Perrera que tiene con no bajar 211 pueblo. Flkntin se lo
ech iz la pela, y para delante. En el kiosco de la plaza
bebimos mkk vino. A mi me dio un mareo y el contratista
me meti. por 1~ boca una cucharwcla de bicarbonato. Luego
me dijo que gritara (Viva la galería)), y yo subí .a donde
tocnn los milsicos y mt: harté de vocear: «Viva IR gnleríw,
«Vivan los compañeros)) y CViva Franco>. EBtonces Flo-rentín
se cabre y por poco me suelta un moquete. El
contratista se lo Ilevb, y volvib a decirme que siguiera
gritando, pero yo me callé y no abrí la boca mks, porque
los muchachos son los muchachos y siempre se hc?n por-tado
bien conmigo, Luego nos subimos en el coche de
Pepe y cr2ntamos (<Asturias, patria querida». R Juan wwece
que le guste. Cuando ibamos por la curva grande estalla-ron
unos cohetes, c(De,ben ser por Sn Roque)>, dijo el
contratista. apues para mí suenan en la galería>, dijo el
vejete que ya se iba espabilando, y a mí me parecib que
tenía razón.
un Candelaria almorzamos como ricos, hasta helado
nos dieron, y un puro, y un café. Yo le tengo miedo al
mar; madre me pegaba para que perdiera el C@WW~O, Pero
tan pronto mojaba los pies me entraba UnnO Se qUé. bS
que se divirtieron bien fueron Florentín y Martín COn la
cabeza debajo del agua y las patas para arriba. YO me
puse con Juan y el abuelo a tirarle piedras R las Olas. Se
enfadan con eso y se hacen más grandes, pero no pudie-ron
cogerme porque corría diestro delante de ,ellas.
Lo bueno empezd en Santa Cruz. Primer0 estUVimOS
en una plaza muy bonita con una fuente toda blanca y
encendida. Allí nos dieron una bebida amarga y fuerte
que me hizo llorar. El contratista me dio un abrazo y me-go
dijo «Viva la galería». A Juan y Florentín tampoco les
gustó la bebida y pidieron coiiac. SeZìd Fulgencio se la
tragó del golpe y pidid otro vaso. Yo entonces me puse a
beber anís. Para mí es la gloria...
Entonces los muchachos hablaron de mujeres y el con-tratista
mand6 buscar un coche. En el asiento de atras
Martín tocó una isilla y todos cantamos «la farola del
mar,. Enseguida llegamos a donde trabajaba eLla. Estaban
todas como aburridas, sentadas en un salón muy bonito
con un mostrador encarnado y muchos espejos. Cuando
llegamos nosotros, los músicos empezaron a tocar y Flo-rentín
se agarró a una de las senoritas, pero ella no quería
bailar. El contratista pidio copas para todos y las mujeres
se hicieron amigas de los muchachos. Todos bailaron:
Florentín, Juan, Martín, el contratista y sefid Fulgencio.
YO me quede mirando a la senorita del traje verde y
ella me dijo que si le compraba cigarros. Trajeron una
caja y el que despacha le dio tambien una ficha de par-chís.
Luego se Ilevo la botella que estaba casi llena y pu-so
otra vacia. Le pregunte a la sefiorita’ por que era eso y
se echo a reir. Tenía los dientes blancos y limpios como
una ola. Y los ojos verdes y grandes que eran un mila-gro.
Para mí que era como la Virgen del pueblo. Tambien
Ie dije eso y se echó a reir. Luego me pidio que bebiera-mOS
J el hombre trajo otra botella y le dio otra ficha de
parchís. Cuando volvieron los muchachos con las senori-tas,
la del traje verde se llevo la botella y trajo otra sin
estrenar. l3mas empezaron los besos, pero yo no me
atrevía.
La Senorita me sacó n bailar. Florentin Sali con otra
y le tocaba los pechos. Yo le pedi permiso a la que esta-ba
conmigo y se echó a reir. Estaban tibios y amorosados
como la barriga de un gato. Luego ella se apretd y la olí
toda: OlífA a finura. Luego ella se separó y me dijo que
tampoco para eso valfa y que era como un pifio, Me pre-guntd
si tenía mucho dinero y le ensefik el pafiuelo con
los diez duros que me dej6 madre el sttbado. Se enfadd y
fue a sentarse. Yo me eche a llorar. Lo bueno es que el
contratista habló con ella y se le pasd el disguSto. Vino
conmigo y me besó en un cachete. Mi madre besaba asi
antes de que empezara a pegarme por tonto. Pero la se-ñorita
olía mejor.
Nos sentamos en la mesa y a mi no se me quitaba el
sentimiento. iEra todo tan bonito!
Lo que no entendía es por que las sefioritns derrarnn-ban
los vasos pur debajo de la mesa en vez de bebérse-los.
El contratista estaba borracho y cada poco sacaba di-nero
de la carrera. Dichoso él que lo tiene. Los músicos
dijeron que era un sefiot de verdad. Se habían sentado a
1:1 mesa y bebían con nosotros. Entonces vino el susto: el
se1770 Fulgencio’ se fue a donde tocaban los músicoS, nos
llam6 cabrones y putas, y el muy cochino se dejó orinar
desde arriba. Su señorita fue a buscarlo y le reg6 la cara
con un sifön. El vejete chillaba como un condenado y
abajO todos se reían.
A mí me volvió el sentimiento y se me saltaron las
Mgrimas. La señorita volvió a,besarme y me pidió que le
comprara cigarros. Yo le dije que sí y volvimos a bailar.
Entonces, yo le dije que si se queria casar conmigo y ella
se .ri6 más que nunca. Luego todos se rieron de mi, luego
Martin le metió por la ca-eza la guitarra 8 un músico,
luego 1% cosa Se arregló y una señorita se Quit6 la falda.
La mia se llamaba Rmalia y no quisp quit&rseln, me
llevó al mostrador y por cada copa que le servían Volvía
a coger una ficha. Le pregunte para que ks quería Y me
dijo que eso era ,su trabajo. Yo le hablé de la carretilla y
de IO oscuro que está la mina, y ella me dijo que lo suyo
era peor. Como que no conoce la galería... Al fin se apa-
garon las luces, Amalia se fue a un CUartitO y regresó
con un fajo de billetes. Yo me fui con ella a la carretera
a tomar el fresco, pero en esto lleg6 un taxista, la cogió
del brazo y la subi6 en el coche. A mí no me dejaron
subir. Dijo que era su hermano y que se In llevaba a su
casa. Me tiro un beso con la mano y dijo que volviera
pronto. Para mí que algo malo tiene que traer todo esto,
porque lo bueno nunca viene solo.
En el sal611 bonito se había armado una buena. El
contratista llamaba ladrdn al dueño y no quería pagar la
cuenta. Entonces Ilegú UII sefíor muy fino yue habld con
los dos y arregló la disputa. @ntonces el contratista pidió
más bebida y yo me deje dormir sobre la mesa. Cuando
me desperté, Juan y el contratista se estaban insultando
por no sk qué del agua y la galería. Juan y seGd Fulgen-cio
se vinieron conmigo a dormir debajo de unas plata-nersis.
Los otros dos se marcharon con el contratista y las
sefíoritas.
El viejo y Juan seguían discutiendo.
-No debían haber ido con él despues de saber para
lo que ha sido esta juerga.
-LO mismo da. A nosotros que nos importa eso; por
mí que se pudran todos.
Yo no podía dormir porque tenía la sefiorita
con el traje verde y los dientes bonitos.
-Juan {estás dormido?
--Noo...
-;Te gustd la sefiorita que estaba conmigo?
-Sii...
delante
-Se va a casar conmigo,
-...tonto.
Y Juan está engañado. Como mi madre. Tonto es el
hijo de doÍla Emilia que no sabe hablar y se pasa el día
mustio. A mí me gusta U-abajar, y el sol que calienta el
cuerpo, y el anís, y la sekorita que me dej6 maguado.
Lo que pasa es que no entiendo bien las cosas. Pero no
soy tonto.
AmaNso ChRCiA-RAMOS.