Cunsidentmos como fUnditd~r de nuestra familia SIi-llares
itI músico Cristóbal JOSC Mill:tres, n;tcido a fines del
siglo X1X1, quien tomo dcfinitiramente, v para las gene- ;
rctciones que h;tbían de seguirle, el apeilido de la linea
materna de su padre 21gustln Gomez .\lillxes (1). 0d
La primer-n persona, conocida hasta ahora, que trans- õ”
mite directnmente el :tlìelli~lo es .-1na .\Iill;tres, nacida a
finales del siglo XVI (2). Sus descendientes lo toman casi 2
siempre, olvidando mucliíis reces el que pudiera corres-lwrderles
por línea paterna. Xgustin Gfimez Jfillares, padre .5?_
del músico, consta con sdlo su segundo spellido en mu- 51
chos documentos. E
Sabemos que desde los primeros afíos de nuestra ciu- s dad existía en ella el apellido, y que uno de los firmantes g
del acta de fundacion de la catedral de Santa Ana se Ila- d
milha Pedro Juan de Millares, bachiller, que luego fue ca- E
z
núnigo. ì\;o era nacido en la isla, puesto que en las actas !
capitulares del siglo ST’I hay referencias de sus Tiajes d
;
it EspMií~ (3). Es pusible que nlgunn vez viniera acampa-iiado
de hermanos o sobrinos y que aqui permanecieran. 05
De todos modos, en los pasados siglos no se tenía en cuenta
ningún orden para optar por el apellido que mejor conri-nient,
cada miembro de una misma familia.
Naci6 Crist&al José Milhrrcs P;drbn el 6 de febrero
de 177-l (-ll. Su madre, ;Ina Josefit Padron Naranjo, era
natuctl de La Laguna de Tenerife, hija de Jose Padrbn y
de Isabel Naranjo. Conocemos los nombres de tres herma-nas
de Cristdbal José: Rita 5Iill;\res, cas:tdn con Francisco
Mil5n; Al:wía Isahel Gdmez y Franckx Antoniit Gomez.
Por sus condiciones musicales fue ;thitiJn como alum-no
en el i.‘olegio de S;m .\I:rr&l, fundado por el C:tbildo
cclesiastico en lXb, lx,aru continuar, en forma &xuadn U
la epocit, 1;t costumbre tradicional de atrnder a la forma-
t+'ril cultural dr 10s niflos cantores cle la C:ipilln de Música.
pitr;t intyesnr cn cl Colegio h:N;t que pasnr unns pruebas
de c:ip:t,+i&kl y prepxnci6n indispensnblcs. Los nuevos
alumnos recitriwon, junto con los que ya estaban al servi-cio
Je 1;t ~I:;pillw y perrmmecieron en elln, laS HKefl:I~Z~lS
que, clcsdr tiempos muy antiguos, les daban el Maestro de
Capill;~, el Org:anista Mayor y los Ministriles en SUS dis-tirItos
ifWrtlmentos, cama ahiig,r;tc*ión ineludible. Cristóbal
Jnscí .\lill;uw fue alumno cle Cnmposicibn Slusical, ùe C”,r-g;
tu,, y dio \‘iolin, y sus profesores fueron, prohahlemente,
el ~ïrrnpSwitor dcrn M;itco Guerrrì (+/- en 17911, el organista
don Ju:tn (Ie C:tstro (f en 17d3). y el violinista ùon Fran-cisco
;\l;wi:mc) ($ en IX?); componentes de 1;1 Cnpillw cn
ayuellt~s afit~. Ingres<i en el Colegio 2 los doce Mios y :i
IOS diel~iwis rccibiir un premio por h:lher tocado el violín
de mo,lo estraordinwio en la catedral, en In Xavidnd de
1W1, -11 ;if%t ‘;iguiente, p;ìsn ;t formar parte de l;ì orquesta
0 Cít~~ill;t Ite Sltisica de 1x catedral, como violinista. Prnsi-gui6
sus estudios durante los nfios siguientes y Ir fueron
nut7ltVltCindo, cada afro, sus rentas en dinero y en trigo,
como era tnmbien costumbre antigua (5).
Entre tanto, CristOba Jose Millares se hnbia casado,
a los dieciocho Míos, con Sfaria del Rosario Cordero de
L%las (6), y, antes de cumplir los diecinueve, el 29 de di-ciemhre
de 1793, hahia nacido su primer hijo: Manuel
Tomds.
El níz~.imiento de su primogtlnito coincidid con un epi-sodio
nnvelesw de su vida profesional. De orden del co-rregidor,
don \“icente Cano, fue preso traicioneramente,
Ilcvak~ a la ctlrcel, y puesto en el cepo, por haberse dis-culpadc~
dc no asistir a tocar el violín en el concierto y
h:lile que, en C:IR:I de In corregictorn, se celebr:Gxi en IR
noche siguiente nl nacimknto de su hijo. Este hecho in-justo
y grotesct.) (cuyos orígenes pudieran encontrarse en
la sotwrhi:~ y enrm~ecimientu de unn nutorid:id mal cntcn-dida
- hnì;ta. yuizd, en los complejos y en la nueva atm&-
fera ciudnil:tn;t que los awnterimientos de Europa creaban
incluso en nuestras ;tlej;td;Is islas del ;‘itMntica), fue mo-tivo
de ~r;m escAnd;~lc, en Iiì ciudad y cnusó un grave dis-twhicj
en 1;1 aparcntr ;?rrnortí;t enïre el CnhildO Catedral y
el corr~,@tt- (71. El Cabildo Catedral, por medio de su
apoderado don Valentin Vhquez Saraujo, defendió las de-rechos
ciudadanos de sus ministros y ale@ su cundicibn
de músicos dependientes del ceremonial littirgico de Ia ca-tedral,
a cuya celebracidn normal se atentaba al ser dete-nidos
y encarcelados, amenazando con recurrir a la Real
Audiencia si no se les daba inmediata libertad o si se tra-tara
de coaccionarles para asistir a donde sdlo por propia
voluntad quisieran hacerlo,
Terminando el silo 184M murid una tía suya, doAa Iiran-cisca
Ramos JIill:tres, Prim;{ hermana de su padre, viuda
y sin hijos, que dcjab:ì una gran riqueza. Esta seaora tenía
un gran almacen de efectos navales, instalado en la esqui-na
de Triana con el Pilarillo Seco, de cuya manzana com-pleta
(hasta el mar por levante y la plazuela de San Telmo
por el norte) era duefia. Su padre, ;1ntonio Lorenzo Ramos,
fue comerciante, p dejó por herederos a su hija y a su
yerno, Ildefonso de Santa Xna. El matrimonio acrecentó
la fortuna extraordinariamente, y poseían muchas casas en
la calle de Triana, en la de Perdomo y en la Callejuela,
y varias huertas con agua y estanques en la vega de San
Jose, a la salida de la ciudad hacia Telde.
A Cristóbal Jos& le correspondib una casa en la Ca-llejuela
(hoy Constantino), con salida a las Lagunetas, y
un cercado con casas y estanque en la portadilla de los
Reyes, adem& de una cantidad en valores. La casa la per-mutó
por la de la calle de la Gloria, en donde, probable-mente,
vivía y donde murid, y que ha pertenecidu a sus
descendientes hasta hace pocos aRos.
En mayo de lfB3 fue nombrado primer violín de la
Capilla de Mfisica, con obligacidn de ensefiar a los alum-nos
del Colegio de San Yarsial, que estaba instalado, des-de
el afro 1729, cn cl cùificio que se había acondicionado
prbximo a la catedral (8). Esta plaza de primer violín le
fue adjudicada al marchar don Pedro Mariano Palomino a
Portugal, quien la había disfrutado desde la muerte de su
padre, don Francisco Mariano, en 1792. No le vendría mal
a Cristóbal Millares este ascenso en su carrera profesional,
con nuevos aumentos en su renta ((31, yn que entre 17% y
1801 había crecido considerablemente la fhmilin con el na-cimiento
de sus hijos Luisa, Agustín, Cristúbal y Grcw-io.
Su dedicación al estudio del órgano se mantuvo constante
ii pc‘;:4r de AU cargo y ohlig;tciones como primer violinista.
1:s r:tzm;th~e sup~mer que desde ;mtes de la fundacidn del
~,I]v+,$I Je S;ln .\l:trritif, en 17&j (l(t), se iniciara cfl los PS-
[ulfjcis musil*;tlc’s, y que desde muy niílo dedicwa especial
;tteni$jn al firgano, pnra llegar R ser un excepcional ejecu-timtr,
ixrmr~ dcmostrõ, aI morir el orgtnisuì mayor don
Frnncisccl Tnrrt’ns, en vísperas de la fiesta del Corpus de
IdY, (11,.
.Iunqur la rnfcrmedatl de don Francisco Turrt?ns h;lhi:1
durado tres ;ifIos, iiuwnte los cuales le reemplazaba en el
drg:inc.j gran& cl que enr segundo orgiuktn descle 1798,
Agustín J~,si; liWwn~wrt (E), Mstn entonces el Cnbifdo
C;ttedrttl ignoraha Iii habilidad y el arte que pudiera tener
en el rlrg:w el primer violín de la Capilla. Es f:icil supo-ner
que cf t*it;~cloo rpnista menor no reuniria Ií2s suficien-trs
dcws p:u-:r pfdfv r~*cmpl:iz:w definitivamente R SII maes-tro,
swndo cl Cubildo Cwcìral buscó utru organista ma-yr,
in~ltdi:lti~~IlC?Ilte desput3 de I:l desaparicidn del sedar
Torrens. CristOba Jose Millares se ofrecid a tocar en In
fiesta del Corpus, sin haber tocado nunca en el drgano
grande de In catedral, In que nos induce a pensar que no
hahia sido alumno de Torrens, o que éste tenis preferencia
por Aguutin Josts BtWencourt, poni6mdole obstbculos n Ni-llares
p:w:l estuciiw en BI. El Bxito que obtuvo en SU ines-perada
actuwifin, por la brillantez de su @nica y la be-lleza
de los sonidos que lograba en el hermoso instru-mentr>,
le Wlid el nombramiento inmecliato de orgmista
mayur. &l este C;trgsO h;IbiiI de permanecer el resto de su
vida, itunque inwspe~hados acontecimientos le alejaran
tempor&nente de su querido clrgano en 1815.
I”>crtt anta tuvo que pasitr amargos momentos de su
vida.
f3n l*H fue ùeli<taJo al CtlbiI&~ por su antiguo rival,
Agustín Jos6 Ii&hencwurt. aprovech~indo In circunstancia de
haber Sidu cleSíWmitd~~ el tirganr, para proceder n hacer una
lirn[M 1 y restw-:zcirSn que hacia muchos años necesitaba
4 insaumentc.~. 1-a cl&widn fue hwha verbalmente por Hé-tlwmwwt
ii1 5eIM- Dedn, y itl comunicnrlo este sefior al
LWIIJI~ CiltfdIXl :icuerdan pedir informe por escrito, ci los
diti org:Inist:ls, strhre lo que sucedírì con el órgano grande.
Leyendo estos dwumcntos, que afortunadamente se con-
servan en el archivo de nuestra catedrd, pocfem~s imngi-naf
IÍl ~~Xirgura que a Crist<Sbnl Millares Ie causaría ~er,sc
aïus:iùo tan alerwamente por quien no le perdonaba su
triunfo. T remos tamhit?n su reac4.9cin noble v digna, de
hombre seguro de su limpia intenG&n, en un informe co-rrectamente
escrito, lleno de entusiasmo por su arte y de
inteligencia para demostrar la bajeza de quien lo acusaba.
Así lo entendieron los seAores capitulares y ga sabemos
com0 per-míineciti en su puesto de orpnista mayor, de-jando
UKlit rez mik rn cviùen~+a a los que le envidiaban.
Pero atin h;thi:r clc sufrir m:iynres penx: En In epide-mia
del clilera que se pacle& en Las Palmas en 1811,
tuvo la dw;nracia de perder a su hija mayor Luisa, de
quince afios, a su hijo .4gustin, de trece, y a su pequeño
hijo Gral‘ilíano, n:k%l0 el afiu ankrior, casi en el mismo
cli%. CristOhnl Jnsti tenia entowes treinta y siete afios. Dos
MlOS deSpU&, en 1813, IliICíó otra hija, a la qUf2 Se PUSO
el mismn nombre de la que h:lbía perdido,
L:ì C:tpilla de Múaicn estuvr, sin Maestro en propiedad
desde la renuncia de don AntoniO Torrtins en IX%, hasta
la llegada de don Jose PAomino. procedente de Lisboa, en
en NOS. Este Maestro era hijo del que fue primer violín
de la Capilla don Francisco Mariano y hermano de don
Pedro Mariano Palomino, con quien hizo cl viaje hasta
nuestra isla. Don Jose Palomino viviú muy poco tiempo
(13). Le sustituyd un músico portugués, alumno suyo, el
violinista Jo~yuín R’úfiez, quien con su hermano el vinlon-celista
Manuel n’úfiez, parece que salieron de Lisboa, como
los Palomino, a la entrada de las tropas de i\;apolebn en
la capital portuguesa, cuando la familia real (en cuya Ca-pilla
de Música servían) marchb al exilio. Don Joaquin Kú-iiez
mar~-h0 a Europa en 1SlX
Como era costumbre, el Cabildo Catedral encarg R sus
representantes en Espalia que buscaran un nuevo Maestro
de Capilla. Pocos meses anter de llegar el nwvo Míìestro
(don W~uel Jurado de Bustamante, que llegõ de Clidiz en
noviembre de ltila), aparer% en 121s Palmas un nlisico si-ciliano,
de Palermo, que hahia de ser CitUSit de algunos
acontecimiento5 interesantes en la ciudad 4’ que llegb a ser
alc,ilde de ella: Jan Jknito I.entini y Messina. El joven
Lentini, que habia llegado a Tenerife desde Itr isla de la
JI;&r;i, slt enteró que la catedrnl dc Las Palmas no tenía
en estl momento Maestro de Cfipílla; se traslado a Gran
C;mari;t. &mdose íì canocer como cantante y phnista *en
:d~unas casas principales *, ejecutando sonatas, variaciones
y f,tnt;tsias sobre temas de maestros compositores que aquí
a-m tot;~lmente descanocidos. Asi pudo ganarse la aclmi-r;
tcidn de personas que, ocupando cargos importantes en
la ciudad, influyeran para que el Cabildo Catedral le diera
el magisterio de la Capilla. Este cargo se le dio interina-mente,
pues estaba ya el nuevo Maestro contratado. Al
Ile~ar don Miguel Jurado de 13ustamnnte, se hizo cargo del ;
m;tKisterio en propiedad; pero era tal el arrebato que las 0
tWtrilk!S artes de Renito Lentini producinn entre los inge- d
nuos idiCic?IlildOs a la música en nuestra ciudad, que, n0 õ”
yuerienil0 renunciar a tan fascinante elemento, los seaores
capitulares le nombraron organista mayor, pasando Cris- 2
toba1 Millares al ministerio que había servido antes: pri-mer
violín de la Capilla.
.?_ 5
Segitn nos cuenta su nieto Agustín Millares (14), esta E1 i
resohtrion del Cabildo produjo en el músico canario un E
sentimiento de dolor tan grande, que estuvo pensando en s
abandonar su isla. Sin embargo, en el acuerdo del Cabildo g
tomado el mismo día en que nombran organista mayor a d
Lentini (IS), le asignan a Millares la obligación de tocar E z
también el drgano, en los días en que Lentini tuviera que !
d
emplearse en acompaiiar con el piano; manteniéndole la ;
misma renta que disfrutaba como organista mayor. Al poco
tiempo, le dieron nueva satisfaccion al acordar que el br-
05
gano mayor fuera alternativamente tocado por Lentini y
Millares, cada uno durante una semana. Es de presumir
que Lrntini acompafínra al piano, 0 al clave, la mayor parte
11el LiempJ, pues n« ConoCíí~ la técnica del &-gano. El dis-gusto
del organista canario quedo recompensado en 1820.
X1 crearse el nuevo obispado de La Laguna, quedando
muy menguadas las rentas de la catedral de Las Palmas,
el Cahilda hizo un reajuste de sueldos; don Miguel Jurado
cli? Ilustamantti renuncid al magisterio de la Capi!la (Ib),
yuedando Lentini en este cargo, y Cristöbal Jose hlillares
en su puesto de organista mavor. En 18% fue el fin de la
Capilla de Mitsica; -se suprimid el cargo de Maestro y se
deshizo fa oryuestn, despidiendose incluso a los cantores.
Esta determinncibn, sin cmbnrgo, no afectó al orgunista
mayor.
Ya en esta epoca Cristcihal Jose Mllnrrs tenía sus dos
hijos casados; el mayor, Cristóbal, con María Sutirez Leon
(f?), y Gregoria con Francisca ,Ilnrrero Doreste (18). Su
nieto ;Igustín h:OCx nwido en qpsto de lf&, y 61 fue sn
padrino. Su hija Luisa murio soltera. Los dos hijos fueron
músicos; Cristcib;il era un buen guitarrista, interprete de
música clr’isica (19), y Gregorio fue nlumno de viuloncello
de don .Ilnnuel Súilez, y desde muy jovencito ingres.0 en
fa Capilla. Su hermano, CristoPal. era oficial de la Conta-duria,
en la catedtxl, desde los dieciocho a¡Ios; fue nom-brado
Contador en propiedad el MIO l);-ll.
La pasión musiwl heredada de Cristdbnl Jose, Ia su-pieron
transmitir sus hijos a sus nietos, haciendoles parti-cipes
de s11s entusiasmos ;trtisticoì;; antes de la muerte de
nuestro organista mayor, orgmizaron en Las Pnlmns una
orquesta que dio buenos conciertos y hasta llego a inter-pretar
l:i Sirrfotrz’a EN Kr de Heethoven (XI). Tambi&x pndo
conocer, pocos meses antes de su muerte, la primera obra
lírica de su nieto Agustin, la zarzuela en un acto CTn dis-fms,
que fue estrenada el 4 de octubre de 1843, y repe-tida
especialmente para 61, en su casa de la CR& de la
Gloria. En esta obra representaban sus nietas Luisa J Gra-citiana
y fOrmaban la orquesta sus nietos Agustin (autor,
violinista y director), Cristdbal (segundo violín), Jose (flau-ta),
y Gregorio (viola).
Cristóbal Jose Nillares fue un artista que conoció la
tkx-rica de todos los instrumentos de arco, el &-gano y el
piano, el arpa y la guitarra. Ademtis poseía el mecanismo
de las instrumentos de viento (metal y madera), y para
todos ellos escribid, como vemos en las partituras de las
obras suyas que hoy se conservan. Su nieto Agustín cali-fico
sus composh*iones para drgano como las mejores que
había escrito, pero de ellas no ha quedado ninguna, que
sepamus. En cl archivo de música de la catedral se en-cuentr:
m can su ncrmhre unos h”l+sporrsorkw tit’ &*‘t”s, a
cuatro voces y orquesta, con fecha de IdI?.
En la biblioteca del Xiuseo Canario se guardan las si-gulentes
chras: Scxl&. para dus clarinetes, violín, trom-pas
y bajo, de 181-f; &twdi~trfs, n Cuütro W.X~S, con acom-
p;\n~trnicnttlllc orquesta, de 1818; Líll~Zfl~tWi~t~ k?%?YtZ PíZYO
jl1EW.S %tdo, piira vcxes y orquesta, de 18%; y FTcrsoJ
para vi,&m,*ello y orquesta, para la Ascensión, de 1833.
$US actividades comu orgnnista en la catedral debieron
ser tnterrumpi&s, por motivos de salud, hacia final del afio
1$-Q, p que :i SU muerte fue denegada su plaza cle orga-nista
a don Sielyuiades Espínola yue In pretendía, hasta
tanto la Contaduría no itCtlhílt¿t de pagar a la viuda de
Cristobal Jose 10 que se le adeudaba, que era la renta co-rre~
pondicntc a die,.iocho meses, desde mayo de 1841 hasta
~JctUhre LlC 1HJ?. Il)eS& entunces i\pt?nm sdikt de su casn
y es 1;t cpwa en que sus nietos iban a visitarle para oirle
toi*;tr el piitn(J o hacerle cont~cer SUS habilidades artísticas.
~‘rist~‘~h:tJl o~ié Millares y su esposa ‘\htrí;t del Rosario
Corder0, hi~*ierctn su testamento en agosto de ts-ll (21). En
este ibkwnento bacen relacit5n de sus bienes, entre los
cunle~ t*~w,crrnlr;m los heredados de la tia Francisca Ra-mos
Mllwes, 4’ mejo,-an, uno y otro, a su hij:t soltera,
que vivía con eltos. Durante su matrimonio habi:m udqui-rido
unos terrenos, con dos casas, agua y estanque, en el
pago de San Francisco de Paula, cen donde llaman el Fon-dillo~.
Cristoha José no hace alusibn a su cargo de la ca-tedral,
ni a su piano, ni H su música. Dona Maria del Ro-sario
enumera sus prendas: seis hilos de perlas, anillos
de oro, zarcillos de gota..., que lega a su hija. Y nombran
herederos por partes iguales (es un decir), a sus tres hijos:
CriStObiil, Gregorio y Luisa.
Sfurio don Cristcíbal Jose Millares el 35 de marzo de
de 146, a las dos de la tarde, en su casa de la calle de
la I;liG;r. (-21, y SU entierro, que salid de la ermita de
Sucstra Sellora de los Reyes, fue en extremo sencillo, asin
pttmp:k ni ttp;w;tto~, sc@n su expreso voluntnd.
Su nieto .Qustin ‘\IilIares, que lo conoció y dehid ha-herle
oklc8 twitr cl órgano en lil catedral, ya que en el ario
IMI, el trnin veinte anos, no nos dej6 ningún comentario
sl,brr su ¿trte interpretativc~, ni sobre su personalidad mu-sicd,
rn 10s distintos tmhjns que le dedicd (13); sliln elo-gin
su gran memork Ctt/lilZ de repetir en el piano una
obra yue oyera uwt sola vez. En el libro que escribiö don
Domingo J. Navarro, sobre la ciudad de Las Palmas n
principios del siglo XIX (SI), al recordar la solemnidad
imponente Je que estaban revestidas las funcionel; reli&.
sns en la catedral, habla de la mtisica y de los músicos
que deleitaban los oidor, de los concurrentes, y, especial-mente,
de slos acordes del cSrgsno que de&imabn, reía p
lloraba bajo IR artistica e inteligente pulsacidn de nuestro
paisano dun Cristrihal ~lil1are.c~.
Los que hoy nos preocupamos por mantenv W-0 eI
recuerdo de nuestros valiosos antepasados p porque las
generaciones presentes cclncwan sus artivirlades y sus mt-ritos,
esperamos que iUltW cte vcrst’ cumplidos los dos si-glos
de su nacimiento hayamos podiJo logctr que 1:~ obras
de Cristbbnl José Mill;aes sean oídas, convertidas de nueva
en música, en swidos, y no sigim siendrr nada m;is que
signos escritos en p:ipelcs pautiikios guardacìos en sllencio-sos
archivos.
SOfAS
(1) Agustín Ckknez hlillarts, hijo de Tomás Gdmet y Gdmct y
Antonia Rodríguez Guillén y Millares, nacido el 21 de septiembre dc
1735. I. S. A. Libro X’S Baut. Ful. 137.
(al Casada hacia 1615 con Manuel Goaadlu, fue madre de Cristd-bl
Millares, el cual casb en 1635 con Candelaria Wcmdndez. 1. S. A.
Libro III Mat, N.* 36.
(3) Acuerdo del Cabildo Catedral de Ias Palmas dc 5 de julio de
1518.
(4) 1. S. A. Libro XXVI J3aut. Fol. ~$5.
(5) Libro de Salarios 1775. Fol. XZH y riguientba.
(6) Hija de Antonio Lorenzo Cordero y Micaela de salan y To-rrts.
1. S. A. Libro X Mat. Fol. I 14.
17) Junto con Crirt&bal Jo& Millares, fueron prwos otro.? tres
músicos pertenecientes a la Capilla de la Catedral: Francisco Morales
Ramos, violinista, Antonio Abad Gonz.&kz, viola, J Gabriel M~cbín,
violintsta.
39
AI 1.a c;tllc que se dejfi entre cl C’alrgio y las nuwas obra de las
iglc& del Sagrarh~. ~Iuc dchian completar el proyecto arquitcctdnico
(Ic dlrn IXrgo Siwlds Eduardo, SC llamo de San Marcial, La calle y
las obras de la iglesia siguen como Inu conocieron los ciudadanos de
bacc mis ttr siglo y medio en este año de 19h4.
tii 1.~ asignaron el salario de sno pesos y 24 Eanegas de trigo al
afin>, que cra la renta superior del primer violinista.
( IO t F’undaci&t nominal durante mas dc doce arios, puesto que las
clases SC siguieron dando en la llamada Sala de Canto, que aún existe
y sigue urrinrhw para ensayar a los niños dc caru, en cl patio de
la catedral. tiasta el ano 179~ cn que se inauguró el edificio del Co-
Irgic~, no w internaron los alumnos.
(I 1) 11. Francisco TorrGns Ile@ en 178o, para ejercer el magiste-rirb
de la (‘albilla, y por causas no estudiadas todavía hace dejación
del cargo y se cIucda como organista mayor en 17%. al morir don Juan
de i’as ro. que lo cra desde I 751.
{IJI Los organistas menores o segundos organistas tocaban el ór-gano
anis Iw~Iucfi~~ instalado cn otro lugar del coro, en las fiestas rt-hgiusar
de mrnur categoría.
í13 1 .Muriõ cn abril de rSto, había llegado a Las Palmas en agos-to
de IWM, y su cunmtu habla sido firmado en Lisboa en marzo dc
180~.
1141 Agustín Millares: A@tricr bi~~újir~x dc B. Crìstdbal Josf
.~fíifJrr$ h? .fft¿sco CQRW~. año III, núm. 50. 1882.
(151 ‘libro III de asientos. Fol. tzz v. rj de diciembre de 1815.
j161 11. !&guel Jurado de bustarnante se despidió en enero de
18ro y marcho a La Laguna.
(1:) ilija de don Juan Suárez y de doña Sícolasa de Leon.
(ISI Hija de don Rafael Xarrero Hernrindez y de doña María de
las Angustias Doreste Romero.
(191 hn el primer concierto de la Sociedad Filarmrînica (,16 de
rtirirmbre de lXg.jl toco la &zn SW&<I, para guitarra, de Sors.
(20) AgUstin Xllares: lVo&zs .V recuerdos.
/Zr) Archivo Provincial. Protocolo del escribano Jo& Benítez y
C?rrrnas
kt