V CONGRESO G A L D O S I A N O ~
REPRESENTANDO LA HISTORIA
EN LA BATALLA DE LOS ARAPKES
Diane F. Urey
"7
E
L o s diez volúmenes de la Primera O
n
Serie de los Episodios nacionales ilustran las relaciones complejas entre
- m
O
el mundo y la perspectiva del lector. A primera vista las novelas consis- E
I
ten de la llamada autobiografía de Gabriel Araceli, que escribe de su vida 2
m
y de España entre 1805 y 18 13. Al fondo revelan la historia de un lector
aprendiendo a leer, o interpretar, a si mismo y su mundo. Además de 3
pintar el amor y la guerra, la clase y la sociedad, el pasado y el presente, -
estos episodios demuestran la interacción de lo memorable con lo olvi- 0
m
E dado, y la formación y la destrucción de ideales y leyendas históricos. O
El íIItimO episodlo, La batalla de los AraplIeS, recapltula muchos de
estos aspectos claves de la Serie: los argumentos históricos y ficciona- n
les, los temas y símbolos, y el tejido complicado de la figura (1Gabrielll en a
las dos funciones de narrador y protagonista. En muchas escenas Gabriel
pone de manifiesto el proceso lingüístico de su autocreación, y que su n
n
historia^^ de España es una fabricación del lenguaje narrativo. El texto S
ofrece una desmitificación vigorosa de la autobiografía y de la historia Oi
como géneros más referenciales, más próximos a la verdad, que la no-
' Uno de los primeros críticos modernos de Galdós que detalló desde el punto de
vista artístico y lingüístico los numerosos aspectos complicadísimos de la narrativa de
la Priniera Serie era Ricardo Gullun. Escribió de Trafalyar, por ejerriplv, en su aitículo de
1972: "La transformación de las circunstancias en historia y la novelización de1 todo
componen la invención, y lo inventado tiene el carácter mítico que podía esperarse. Al
decir que el narrador inventa la ocurrencia, pensaba en cómo el resultado de sus mani-pulaciones
fue la creación del mito. Trafalgar, batalla perdida, es el símbolo de la derro-ta
que la leyenda convierte en victoria (moral, claro está), el gran mito del heroísmo
vencido por la fatalidad...^^ (393). Más de veinte años después de ese artículo tan inno-vador
y provocativo, la más parte de los estudios existentes sobre la Primera (y otras)
Serie todavía se preocupan fundamentalmente con la ~weracídadd~e~ s u ~~historoia d~e~ la
supuesta ideología de Galdós. Pocos parecen querer reconocer la profunda originalidad
de su hilo subversivo^^, aunque hay excepciones, como se ve en estudios de Bly, aer-man
Ciullón, Olalla Real, Triviños, Tsuchiya, o Urey, por ejemplo. Van publicándose aho-ra
también unos libros sobre otras series de los Episodios que incorporan una crítica
moderna en su examinación de los textos, como los de Dendle, Ribbans, y Urey. Mu-chos
Galdosianos todavía consideran las cmovelas históricas,, de menos interés y valor
m BIBLIOTECA Galdosiana
vela l . Esta desmitificación distingue a todos los volúmenes de la Serie,
incluso se puede decir a cada uno de los 46 episodios. Esto, sin duda
e s uno de los resultados principales de los ~ ~ i s o d inoasc ionales de Gal-dós.
E1 proceso desmitificador se ve claramente hacia el final de La batalla
de los Arapiles, cuando Wellington y las tropas inglesas y españolas se
han acampado cerca de Salamanca, esperando hacer batalla con los fran-ceses
que ocupan la ciudad. Wellington necesita un croquis de las forti-ficaciones
francesas para calcular su fuerza y tácticas probables (1079) 2.
Gabriel quiere ser el encargado de la comisión, pero el General no le
considera capaz por su falta de educación formal. Sin embargo sería
para Gabriel su última oportunidad de encontrar a su amada Inés, cauti- m -
va en Salamarica, según cree, de su padre traidor, Luis de Santorcaz. E
Por eso, a pesar de su vergüenza, valientemente persiste en conseguir O
la misión. Cuando Wellington le pregunta dónde empezó su vida mi- - -
litar, aabriel responde: ((En Trafalgar*. El próximo párrafo comienza así: m
O
E llCuando esta histórica y grandiosa palabra resonó en la sala, en medio E
del general silencio, todas las cabezas de las persnnaq allí presentes se S
movieron como si perteneciesen a un solo cuerpo, y todos los ojos fijá-ronse
en mí con vivísimo interésl) (1080). Los oyentes están admirados 3
e intcrcsados, reaccionando a su historia con una lectura)^ al parecer uní- --
vota. Gabriel controla su auditorio, sus lectores, y lo que piensan de él. 0
m
E
Proyecta sutilmente una imagen heroica de si en la mirada colectiva; O ahora Wellington y los oficiales le ven por medio de sus propias ideas de
la Batalla de Trafalgar, un episodio convencionalmente valorizado, lo
mismo para los españoles que para los ingleses, como una batalla suma- ;
mente heroica. Porque de esa idealización tradicional, la palabra glo-riosa
y grandiosa -cíTrafalgar)- también reluce sobre Gabriel, y le - o engrandece. E
Con sumo interés ahora, Wellington le hace más preguntas, y Gabriel 5O
responde con los nombres de las batallas en que ha participado. Habla
del (12 de mayo de 18081!, donde le fusilaron: explica que, aunque fue
salvado milagrosamente de la muerte, el suceso forma parte ~~indelible~~
de s u identidad, según dice: (<enm i cuerpo han quedado escritos los ho-rrores
del aquel tremendo día)). Con estas frases Gabriel (lpersonifica~),
literal e irónicamente, la historia misma. Cita la Batalla de Bailen, los si-tios
de Zaragoza y Cádiz, su experiencia guerrillera con ((el Empecinado~~,
y otros episodios famosos de la Guerra de Independencia (1 08 1). Gabriel
gana su objetivo, la misión a Salamanca, después de narrar esta historia
artístico que las Novelas contemporáneas. Testimonios de esto era la discusión abierta
en la Convención de la Modern Language Association en 1990 sobre 1451 canon Galdósia-no,,,
donde gran parte del tiempo se pasó debatiendo los méritos de los EpCsodios na-cionales.
Los discursos formales de esta discusión son impresos en el volumen 25 de
Anales Galdosianos.
Todas las referencias de Galdós vienen de BENITOPÉ REZ GALDÓS,E pisodios naciona-les,
vol. 1, y se indican en el texto entre paréntesis.
V CONGRESO Galdosiano m
de sí mismo dentro de su historia de las batallas consideradas tan heroi-cas
y gloriosas. Convierte su memoria de sucesos pasados y su propio
parecer en un discurso que hace creer a sus oyentes que presencian la
historia. Pero no son las batallas históricas y grandiosas que resuenan en
los oídos, sino palabras como ((Trafalgarn.
Durante toda la Serie, la capacidad de Gabriel de seguir su carrera, de
ser un héroe en los ojos de otros, y de obtener a Inés depende de su
habilidad de representar su vida, de narrarse a sí mismo. Aun así, su
éxito o fracaso, igual que su mérito social o moral, se determina final-niente
por la interpretación del observador/lector de sus palabras, tanto
como su propia habilidad de narrador. Esto se ve en numerosos pasajes
textuales; en el caso citado arriba los ~(lectoresd~el Qabriel interpretan sus
palabras, y por lo tanto él mismo, como representaciones verdaderas de
una realidad de gran mérito y significación. Ahora Gabriel gana lo que
quiere, pero no es siempre así. Cuando entra en Salamanca, por ejem-plo,
vestido de labrador, unos soldados franceses sospechan que es es-pía
y le encierran en una torre arruinada. En esta situación Gabriel no les
convence de que él es lo que dice. Pero a pesar del obst6culo momentá-neo,
puede ver las fortificaciones desde la torre, hacer su croquis, e in-cluso
consigue mandar un mensaje a Inés. Paradójicamente, su encarce-lamiento
sirve sus dos propósitos principales en Salamanca, el amoroso
y el militar. Este episodio también saca a relucir la identidad aparente-mente
doble de Gabriel como narrador y protagonista, y del discurso
narrativo como ficción e historia.
Una vez escapado de la torre, y cumplido su encargo militar, Ciabriel
trata de encontrar la casa de Santorcaz. Describe como se perdió en la
vieja ciudad laberíntica, y su memoria de los sucesos extraordinarios es
tan confusa como su sentido de dirección:
... a pesar de la fidelidad y veracidad de mi memoria, que tan puntual-mente
conserva los hechos más remotos, dudo si fui yo mismo quien
acometió la temeridad en cuestión ..., o si, habléndolo yo soñado. creí
que lo hice, ...p or no ser fácil deslindar lo soñado de lo real; o si en
vez de ser mi propia persona la que a tales empeños se lanzara, fue
olrv yo. ... ello es que teniéndome por cuerdo hoy como entonces, me
cuesta trabajo determinarme a afirmar que fui yo propio el autor de tal
locura (1 113).
Gabriel parece interrumpir la historia principal para dirigir sus comenta-rios
al lector, como si hubiera alguna diferencia entre esas palabras y
éstas, alguna diferencia ~~realel)n tre historias. Su hterrupciónll llama
nuestra atención al hecho de que lo que tenemos delante es un discur-so
lingüístico, parecido 0 diferente de una novela de caballerías, de una
~~historiad~et, u na novela realista, o del mundo material, según la perspec-tiva,
que incluye la del ~lautorm~i~s mo. El pasaje también recuerda la
descripción ambigua que hizo el viejo Gabriel de su memoria en el pri-mer
capítulo de Trafalgar. Presume ahora acordarse de todo con claridad
m BIBLIOTECA Galdosiana
absoluta, menos este momento en Salamanca. Pero la Serie comenzó
cuestionando la fidelidad de la memoria en cualquiera circunstancia. Esta
duda reaparece en momentos cruciales, como éste, durante toda la
Serie j.
Las afirmaciones de Gabriel de que es cuerdo11 evocan Don Quijote,
como hace la frase propio autor... de tal locura^^. La identidad indetermi-nada
del autor se relaciona con una de las principales problemáticas
cervantinas: Gabriel representa los papeles de Don Quijote, Cide Hame-te,
y el ~lsegundo autor.: es actor, narrador, protagonista, y autor de su
propia vida. La confusión entre estos papeles, combinada con la lectura
incierta que Gabriel tiene de su ser textual, y su inhabilidad de distinguir
sus experiencias reales de las soñadas e imaginadas, rompe la ilusión de
una voz univoca, y fiel, en el texto. Es el lector, solo, que tiene que iri-terpretar
la autoridad, objetividad, romanticismo, o realismo histórico del
actor, narrador, o texto narrado. La equivocación entre los distintos y a ;
veces contradictorios papeles de Gabriel, y entre las interpretaciones que
ofrece, amenaza y últimamente le quita la voz de la verdad. Estas refe-rencias
autoreflexivas y metaficcionales a la incapacidad de Qabriel de e l deslindar. los múltiples aspectos de su propia narración, su negación de $
aceptar la responsabilidad de lo que ha escrito (como real o imaginado), 3
imposibilitan la determinación de una voz dc autoridad en esta .autobio- - -
grafia histórica-ficcional~, un texto que redobla su propia autoreflexividad
E paradójica.
Cuando Gabriel encuentra por fin la casa de Santorcaz, los franceses
están al punto de capturarle. No obstante su antigua enemistad, Santor-caz
le permite entrar. Luego cuando parece seguro, gabriel, Inés, Miss Fly
-la joven aristócrata inglesa que le había seguido a Ciabriel, y Santorcaz !
con sus compañeros masónicos, se escapan de Salamanca. Una vez fue-ra
de la ciudad, Gabriel tiene que dejar al grupo, dejar a Inés. Aunque n
E
intentó id-escatarlall, Inés insiste en quedarse con su padre, ahora enfer- 5
mo y débil. Gabriel se ve obligado a seguir su carrera militar, como dicta
su honor y su deber. Pero esta jornada obligatoria le hace perder su ra-zón
de ser:
Me era forzoso correr hacia el Cuartel general, abandonando aquel extra-iio
convoy, donde iban los amores de toda mi vida, el alma de mi existen-cia,
el tesoro perdido, encontrado y vuelto a perder, sin esperanza de
nueva recuperación ... el deber me obligaba a separarme en medio del
camino. La desesperación se apoderó de mi. . . . ( 1 124-25)
Esta encrucijada es emblema de todas las tramas que son, simultánea-mente,
entretejidas y contradictorias. Gabriel casi siempre se ve como
dos seres en pelea constante. Casi no puede resistir el conflicto esta vez,
En cuanto a la importancia de la memoria en Trafalgary la Serie, ver: UREY,,< AP ro
logue to a Prologue in Cialdós's Trafalgam
V CONGRESO Galdosiano m
y sufre una pérdida violenta y bestial de su personalidad que anticipa sus
experiencias duranle y después de la Batalla de los Arapiles. Dice:
En mi desesperada impotencia me arrojaba al suelo, mordí la tierra y cla-maba
al Cielo con alaridos que habrían aterrado a los transeúntes. ... Re-gistré
el horizonte en derredor, y todo lo vi negro; pero las imágenes de
los dos ejércitos ... [de) ... las dos naciones mas poderosas del mundo
se presentaron a mi agitada imaginación ...
-iOh Dios de las batallas, guerra y exterminio es lo que deseo! ... Ara-celi,
al Cuartel real. . . . Wellington te espera. ( 1 125)
Sin ilusión de alcanzar a Inés, ansía destruir devorar^^?) todo lo que ha
bloqueado la realización de su deseo. Sin embargo, continúa viéndose m
como buen soldado con su misión cumplida; obedece su palabra de ho-
E nor en vez del anhelo de su corazón. Mas cuando echan abajo su honor,
no le queda ninguna imagen aceptable. El ser que Gabriel ve reflejado en
U
n
los ojos de otros no sólo es incompleto sin Inés, sino deshonrado. - m
O
Con el croquis de las fortificaciones vuelve al ejército, donde Welling- EE
ton le recibe con frío. Todos piensan que Gabriel es responsable de la 2
ausencia de Miss Fly, y sospechan algún acto deshonrado (1 128). Nadie
cree lo que dice, incluso cuando llega Miss fly; ella no rectifica el error 3
porque espera forzarle a casarse con ella. Cuando Gabriel narró su histo-ria
a Wellington por primera vez, se vio que su imagen -de hombre -
0
m
capaz, honrado, y hasta heroico en ese caso- dependía no sólo de E
sus propias palabras, sino también de las interpretaciones de otros. Lue- O
go ahora, si nadie añade ninguna palabra de apoyo a la de Gabriel, él no n
tiene honor.
Abandonado por todos, perdidos ambos su amor y su honor, según
cree, Gabriel, entre rabia y resignación, escoge tomar el papel y la posi- n
ción más peligrosos en la batalla (1 150). Sus acciones parecen destina- n
E
das más a traerle la muerte que devolverle el honor y, de hecho, no re- so
cupera su honor, a pesar de sus acciones heroicas, y casi pierde su vida.
La descripción de la batalla mlsma evoca sucesos, figuras, y escenas
anteriores de este episodio y de la Serie. ((Re- escribe^) simbólicamente
muchos elementos centrales del discurso histórico-ficcional de estos diez
Episodios nacionales. Gabriel exclama, por ejemplo:
¡El Arapil Orande! Era la mayor de aquellas dos esfinges de tierra, le-vantadas
la una frente a la otra, mirándose y mirándonos. Entre las dos
debía desarrollarse ... uno de los más sangrientos dramas del siglo, el
verdadero prefacio de Waterloo ... A un lado y otro del lugar llamado
de Arapiles se elevaban los dos célebres cerros, pequeño el uno,
grande el otro. El primero nos pertenecia; el segundo no pertenecía a
nadie ... No pertenecia a nadie por lo mismo que era la presa más co-diciada
... (1 151)
Las dos colinas que se reflejan son imágenes de las relaciones narcisis-tas
que se ven por todas partes en la Primera Serie, y la metáfora (<esfin-
BIBLIOTECA Galdosiana
ges), recuerda sus numerosos secretos y enigmas. El Arapil es para Ga-briel
como son Inés y el honor -los premios mas codiciados. Y claro, la
posesión del Arapil Grande significa para España la independencia recu-perada.
aabriel observa que: [ l . . . ni Wellington ni Marmont querían aparentar
... deseo de ocupar el Arapil Grande, por lo mismo que uno y otro consi-deraban
aquella posición como la clave de la batalla^ (1 154). Con todo,
la cclave~e~s sumamente inestable y contradictoria, como dice Gabriel:
((En la guerra, como en la Naturaleza, la altura domina y triunfa: es ... una
forma simbólica de la victoria, porque la victoria es realmente algo que,
con flamígera velocidad, baja rodando y atropellando.. . I ) (1 156-57). Es-tas
palabras prefiguran la subida sangrienta de Gabriel por el cerro y su m
descender rápido, casi mortal. La victoria puede cambiarse en derrota E
tan fácilmente como Gabriel cambió de héroe a deshonrado, según las O
interpretaciones cambiables de otros. n -
La narrativa detalla el combate brutal de Gabriel, y otros soldados, por m
0
subir el Arapil, y su última pérdida de conciencia. Cuando llega finalmen- E
E
te a la cumbre, no es Inés ni el honor el objeto de su desen, sino a ban- 2
dera imperial, ((el Aquila)~:
3 ... vi un águila dorada puesta en la piinta de un palo, donde se enrollaba
inmundo trapo, una arpillera sin color, cual si con ella se hubiera fre- - 0
m
gado todos los platos de la mesa de todos los reyes. Devoré con los ojos E
aquel harapo ... todo el ejército de Bonaparte se había limpiado el sudor O
de mil combates con aquel panuelo agujereado que ya no tenia forma ni
color. n
Yo vi aquel glorioso signo de guerra a una distancia como de cinco
varas ... yo no sé si la bandera vino hasta mí, o si yo corrí hacía la ban-dera
... (1 161) n
0
E La bandera simboliza la victoria, no por su realidad material -&mundo 5
trapo, ... pañuelo agujereado ... (sin] ... forma ni color., mas por su in- O
terpretación: llaquel glorioso signo de la guerra)>.
Al momento en que Gabriel coge la bandera, le ataca un soldado fran-cés,
tan ávido de poseerla como él:
Yo no vi más: sólo sentí que en aquel rodar veloz llevaba el águila fuerte-mente
cogida ... La boca terrible del monstruo apretaba cada vez más mi
brazo, y me llevaba consigo, los dos envueltos, confundidos, el uno so-bre
el otro y contra el otro ... : entre una obscuridad tenebrosa ... sin con-ciencia
de lo que era arriba y abajo ...
Yo no sé cuánto tiempo estuve rodando: debió de ser poco: pero a
mí me pareció algo al modo de siglos ... Este se acabó cuando perdí
toda noción de existencia. La batalla de los Arapiles concluyó, al menos
para mí. (1 162)
En el acto mismo de captar el símbolo del ascenso victorioso y la batalla
ganada, Gabnel se baja rodando en una lucha salvqje donde él que ata-ca
y él que se defiende se confunden y se enredan. Esta confusión del
V CONGRESO Galdosiano m
yo y el otro hace que Ciabriel pierda todo concepto de su propia identi-dad
y de su diferencia del otro. Ahora para él no hay imágenes visuales,
sonidos, direcciones, ni tiempos distintos. Experimenta la ausencia ab-soluta
de una conciencia de sí mismo, que es su última muerte metafó-rica
en la Primera Serie.
La batalla fisica y nacional presagia y es un espejo de la batalla inte-lectual
y personal de Gabriel para recobrar ascendencia consciente sobre
sí mismo, una memoria, y el uso del lenguaje. La detenida descripción
de ésta, su Última resurrección, ilustra más explícitamente que nunca en
la Serie corno la construcción~d) el personaje Gabriel Araceli e s análoga
al proceso significativo de la narrativa, o como construcción de la histo-ria
o de la novela. Es una relación recíproca que repite la estructura re- ",
D
flectiva de los dos Arapiles, el significado de Ciabriel depende de las pa- E
labras de otros. O
El fue recogido del campo de batalla después de haber sido dejado n--
por muerto. Su renacimiento lento a la conciencia recuerda el primer m
D
E capítulo de Trafalgar y su a-esurrección~d) e un viejo a un joven, su resu- E
2 ireccion en Bailén después de su fusilamiento cn El I D de marzo y el 2
de mayo, y otros episodios parecidos 4:
-
3 - ... fui enlrando poco a poco eii la iriisteriosa claridad-del conocer; fui
renaciendo ..., y había dentro de mi una especie de aurora, pero,.. suma- -
0
m
mente lenta y penosa ... Veía algunos objetos, y no sabía lo que eran. Oía E
voces, y tampoco sabia lo que eran. Parecía haber perdido completamen- O
te la memoria ... mi espíritu hizo un esfuerzo para apreciar la forma visi-ble,
pero no pudo. (1 162) n
a
Más tarde Gabriel ve una figura esqueleta (Juan de Dios, un personaje de A
El 1 9 de marzo y el 2 de mayo) que s e asocia oscuramente con Inés en n
n
su memoria lalenle. Y cuando Juan le llama por su nombre -181Pobre E
señor don Ciabriel Araceli!)) (1 164), puede comenzar a reconocerse. 5
O
Piensa:
Al oír esto, mi espíritu experimentó un gran alborozo. Se ... conmovió
todo, como debió de conmoverse ... Colón al descubrir el Nuevo Mundo
... pensó mi espíritu asi: ¡<¿Conquyeo me llamo Gabriel Araceli? Luego y o
soy uno que se halló en la batalla de Trafalgar y en el Dos de Mayo ...
Luego yo soy aquel que . . . l 1 Este esfuerzo ... me postró de nuevo. (1 164)
Empieza a reconstruir su ser cuando se oye nombrado por otro, un pro-ceso
que es una reinscripción irónica de la burlesca escena metaficcio-nal
en Napoleón en Chamartín cuando recibió su fu bautismo^^ del apellido
Araceli. Se ve una vez más en estas paginas finales de la Serie, de una
manera clarísima y paródica simultáneamente, que su identidad es
una función de su memoria sola, así como los diez volúmenes se fabri-
Una discusión detallada de las ~~resurreccionedse~ G~ abriel aparece en UREY, '(Resu-rrection
and Reinscription~~.
m BIBLIOTECA Galdosiana
can de la memoria que Gabriel nos dice que tiene de sucesos históricos
y de su vida personal. La ~~autorreconstrucciódne~ C~i abriel también hace
eco a su esfuerzo por establecerse como hombre capaz en los ojos de
Wellington. Oabriel se rehace en estos momentos narrativos, representa
la representación de su propia historia. La repetida y enfática actitud con-vencional
que adopta aquí, de la historia como una serie de sucesos mo-numentales,
desmitifica esa historia^^ misma, y por extensión, cualquie-ra
narrativa que finge, de alguna manera, abarcar dentro de sus fronte-ras
y límites un pasado, una vida, una realidad.
Cuando llega a decir sus primeras palabras Gabriel, su memoria se
hace algo más específica, aunque todavía se basa generalmente en
lo que considera dramáticos sucesos históricos: I(-Soy Araceli, el mismo
que se halló en Trafalgar, y naufragó en el Rayo y vivió en Cádiz ... Eri
Cádiz hay una taberna, de que e s amo el señor Poenco~(~1 1 65). Gabriel E
se reescribe como el eje d e su narración; recrea una imagen de sí capaz ;-
de recordar, y por lo tanto mantener, su ((vida*y a escrita y representada. m
O
Su nombre es lo mismo en una serie de símbolos suplementarios por la
consciencia que sigue haciéndole falta. Además, los nombres de sucesos
y lugares ~(históricoss~o)n seguidos por nombres ~~ficcionalesic)o, mo la $
taberna de Poenco, del episodio Cádiz. Ambos grupos de nombres o lea- =
tegorías referenciales), son tan esenciales a la memoria de Gabriel como -
al texto de la Primera Serie. Gabriel ni siquiera distingue entre ellas; tam- 0
m
E poco sostiene el tejido narrativo esta distinción, ni intenta mantener E hlerarqulas entre ficción e historia. Ningún nombre o categoría tiene sen- E
tido sin el otro, porque el discurso narrativo necesita y sólo funciona den-tro
de la urdimbre de todos.
La mente de Ciabriel se compara frecuentemente aquí con una made- !
ja de hilos, subrayando la analogía entre su persona y el proceso textual: n
((La madeja de mi cerebro apretó sus hilos; tal esfuerzo hacia para des-enredarlos,
que estuvo a punto de romper los^^ (1 164). Desenredar los 2
hilos confundidos de su existencia, el tejido de su memoria y esta narra-ción,
es un proceso delicado y peligroso, quizás imposible: ({La madeja
entonces tiró tan fuertemente de sus hilos, que se iba a romper, se rom-pía
sin remedio)) (1 164). La mente enredada es una imagen del texto de
los Episodios, cogido y tirado entre conceptos convencionales de las di-visiones
entre géneros, imágenes y definiciones. La rotura de sentido en
la conciencia de Gabriel refleja la que pudiera ocurrir en la interpretación
del episodio, si se insistiera en categorizarlo en términos genéricos bien
determinados, como la historia y la novela, o en imágenes rígidamente
divididas, como yo y otro, o en definiciones indefinibles, como la verdad
y la ilusión.
Es la memoria de Inés, y la amenaza a su posesión (le dicen que ella
se fue a Francia con su padre), que últimamente le empuja a Gabriel a
recuperar su uso de la lengua:
Al oír esto, razón, memoria, seritirriierilos, palabra, tvdo volvió súbito a mi
con violencia, ... como una catarata despeñándose de las alturas del cie-
V CONGRESO Galdosiano m
lo. Di un grito, me incorporé en el lecho, agité los brazos, ... con instinti-va
brutalidad, ... y prorrumpí en exclamaciones de ira. (1 1 AA)
Gabriel se reconoce porque se acuerda de su amada otra, Inés. Y con
una violencia cuyos términos recuerdan su batalla en el Arapil Grande,
sus palabras hacen guerra a subir y salir mientras simultáneamente pare-cen
bajarse atropelladamente. La imagen de la catarata, evocadora del
descenso precipitado de Gabriel del Arapil, también rememora escenas
de El 19 de marzo y el 2 de mayo y de Cádiz5. Las palabras de Gabriel
aquí repiten figurativamente sus movimientos físicos durante la Batalla
de los Arapiles, tanto como sus numerosas luchas por toda la Serie. Las
batallas para hablar, para poseer la bandera francesa, para subir el Ara-pil
Grande, para merecer a Inés, para ganar el honor, y para recuperar
una Espana independiente pueden verse como elementos que simboli-zan,
aun incardinan, el tejido del lenguaje escrito y de las interpretacio-nes
del lector de los Episodios nacionales. Los Episudioa, estas creacio-nes
narrativas, siquiera cuando gloriosos, son ilusiones, imágenes, pala-bras,
como la palabra Trafalgar)).
Por e.jemplo, al principio de El 19 de marzo y el 2 de mayo hay una descripción
del amor idílico entre Inés y Gabriel en Aranjuez. En un pasaje completamente narcisis-ta,
Gabnel dice que su amor es un reflejo exacto de la cascada donde se unen los ríos
Tajo y Jarama (359). En Cádiz, la violencia del birónico Lord Ciray se compara con las
fuerzas violentas del agua, por ejemplo, las grandes cataratas o la mar oscura, tronado-ra
y peligrosa.
m BIBLIOTECA Galdosiana
OBRAS CITADAS
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- ~~Resurrectioann d Reinscription in the Episodios Nacionaleslj, A Sesquicentennial Tri-bute
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