BIBLIOTECA LDOSIAIYA
ACTAS DEL
QüINTO CONGRESO
INTERNACIONAL
DE mE
ESTUDIOS Galdosianos O
- m
O
E
EDICIONES DEL CABILDO INSULAR DE GRAN CANARIA
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA, 1995
Servicio Insular de Cultura
O Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria
1 ." Edición, 1995
Coordinación: .Jesús Bombín Quintana
Departamento de Publicaciones
I.S.B.N.: 84-8 103-073-2 (Obra completa)
I.S.B.N.; 84-8103-100-3 (Tomo 11)
Depósito Legal: M. 23.260-1 995
Fotocomposición
e impresión: TARAVlLLA
Mesón de Panos, 6
Tel.: (91) 54805 16
Madrid
V CONGRESO Galdosiano m
LA OBRA DE GALDÓS
EN RELACI~N CON OTRAS
DISCIPLINAS
V CONGRESO Galdosiano m
LA CORNUCOPIA
DEL TEXTO Y DE LA OBRA
Jean-Francois Botrel
G a i d ó s fue canonizado en vida o
sea inscrito en el canon literario español (Qullón, 1990), siendo la públi-ca
distinción conferida al ingenio literario)! el banquete del 26 de marzo
de 1883 celebrado en honor de Don Benito quien emblemáticamente pa-saría
a denominarse ((el insigne autor de los episodios Nacionales~l l . Tal
reconocimiento social y estético viene acompañado por una clara y agu-da
conciencia por parte del propio Galdós de ser autor de una obra, crea-dor
d e un ~(opusq~ul e le lleva a proyectar simbólica y comercialmente
(crematísticamente) la idea de la Obra en la materialidad de las obras y,
en menor medida, en la forma del texto. Dentro de una doble proble-mática
de una sociología de la producción cultural atenta a las leyes y
jerarquías propias del campo literario, a las estrategias de carrera que
orientan y a su traducción en las propias obras, según P. Bourdieu, y de
una sociología de los textos atenta a la movilidad de las formas que per-miten
o favorecen un reempleo y una reinterpretación de aquellos por
los distintos públicos alcanzados según D. F. Mac Kenzie (1991), obser-vemos,
pues, cómo las estrategias del creador-editor encuentran o no
una validación en el público-lectorado, un ideal o una realidad que pue-de
traducirse en la alegoría de la cornucopia, mítico cuerno de Almatea
que se llena de cuanto desea su poseedor o dorado motivo de adorno
que rebosa de flores y frutos para su propietario, interpretando todos
aquellos indicios cosechados en los archivos, libros o textos de Galdós
o a 61 referidos que pueden permitir tal pertinaz, pero acaso nueva
aproximación.
Ya en 1879, al despreciar el menosprecio de la critica periodística
<¡que no ayuda en lo más mínimo en fundar la reputación literaria)), Gal-dós
opone la fuerza o el poder de la masa^^, del efecto de .masa*, desta-cando
que ((es imposible de dejar de decir algo de quien ha aparecido
veinticuatro veces en los escaparates de las librerías11 (Cartas, 1970). Se
' Como puede comprobarse analizando las reseñas periodísticas de los estrenos tea-trales
de Galdós recopilados por Angel Berenguer ( 1 988).
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notará esta primera (?) autocontemplación a través de la puesta a distan-cia
de la tercera persona quien^^) y de la metonímica proyección de la
persona en la obra, al autoexponerse en los escaparates ... Entonces es
cuando empieza a manifestarse públicamente el deseo de verse impreso
de olra manera: ~~cuhnldoa ría yo, escribe en 1879, por ver una edición
bonita y elegante de esta obra)! (Armas Ayala), antes de concebir la em-presa
magna de publicar los <(EpisodiosN acionales11 (las dos primeras
series) en una edición costosísima^^, empresa <<cassiu perior a sus fuer-z
a s ~(C~a rtas, 1943) que ((vaa ser cosa buena y no vista)) y ha de ser
((nuestra salvación)), según escribe en agosto y octubre de 1880 a su
socio Miguel Honorio de Cámara. Se observará cómo a los aspectos es-téticos
y sociales de la cosa (las apariencias) está íntimamente asociado m
el valor comercial del producto (o sea la sustancia), preocupación nota- -
E ble ya en Galdós quien, en 1880, proclama que está ((decidido a ganar
mucho o abandonar para siempre las letras)) (carta a Cámara del 5-10- O
n -
1880). Así, pues, nos encontramos ante una doble aspiración al reco- - m
O
nocimiento, vía la escala muy zolesca del dinero que puede producir el EE
trabajo y la erección de un monumento editorial a su propia obra a tra- s
vés de la edición ilustrada de sus Episodios versus la edición que, en -
adelante, pasara a denominarse económica)^. 3
Fuera de los testimonios de Julia Melida y de las consabidas referen- 1
cias al ((fracaso económico)l de la empresa (Garcia Bolta, 1982), no cons- B
ta que haya habido interpretaciones del significado de la empresa como E
intento de engrandecimiento del ~aldós-personap or el ~a~dós- individuo :!
y, por consiguiente, como autoproyección de la idea de la obra en el ser
material la forma editorial y tipográfica de una obras al vestirla (con
magníficas galas)): ((estos 20 libritos que durante ocho anos han andado
por ahí feos y desnudos sin más atavío que la dalmática nacional, tan
venerable como abigarrada humildes entonces ganaron tus favores: cor- oE
tesanos ahora, s e creen con derecho a obtener tu privanza))e scribe Gal- 5
dos <(Alle ctor))e n 1881 , en el primer fascículo de los Episodios Naciona-les
Ilustrados.
El cambio de estatuto del texto episodios nacional es^^ se produce
fundamental y espectacularmente con la introducción en el propio texto
de otro texto, de un {texto gráfico') (Miller, 1989) o sea, de un comenta-rio
icónico bajo forma de ilustraciones con dibujos encargados a unos
lápices o punzones del establishment, Arturo y Enrique Mélida <(artistas
de universal reputación11 segun el editor, cuya notoriedad y superficie
social están ya fuera de lo corriente en la España (o el Madrid) de la Kes-tauración.
Aquí pudo interferir también el exitoso modelo de la edición
ilustrada de los ~dlomansn ationaux~d~e Erckmann-Chatrian por Hetzel en
una época en la que, según palabras de Pereda en 188 1, tal empresa es
Monumental es el calificativo que aparece en el prospecto de los Episodios Nacio.
nales Ilustrados: "Los editores de esta obra, verdaderamente monumental, creen .....
V CONGRESO Galdosiano m
aún un caso raro en España 3, por lo menos para novelas contempo-ráneas
ya que en Cataluña una casa como la de Montaner y SimÓn ya
acostumbraba asociar las ilustraciones a los clásicos y demás obras de
prestigio con unas tapas o encuadernaciones que La Guirnalda tendrá
precisamente que encargar a la casa Domenech en Barcelona 4.
El ropaje de la obra es precisamente lo que, con el formato, más con-trasta
con su otro y anterior aspecto: la presencia física del libro se ha
hecho más notoria con una duplicación del tamaño (de 17,5 ó 18 cm.
por 11.5 Ó 12 a 26.5 por 17) y una vestidura de gala con profusión, ((a
modo de lujo barato)), de dorados en el lomo y en las tapas de chagrin
legítimo)) y las planchas con león rampante y coronado en un rombo de
plata con acompañamiento de hojas de encina y bellotas realizadas por
A. Melida 5. Hasta las cubiertas de cada entrega o cuaderno ((estampadas
al cromo)^ son ~lartísticas)c)o n s u león rampante colorado y s u s adorna-das
letra blancas y negras (cf. figura núm. 1) y también sirve un león para
el anuncio de los sucesivos títulos o de las informaciones editoriales (fi-gura
núm. 2).
Pero donde seguramente culmina el proceso consciente de ennoble-cimiento
de los ((Episodios Nacionalesb~ y de su autor es con la realización
por Mélida y por expreso encargo de Galdós del emblemático escudo: la
muy clAslca esfinge que remite a un mitv en el que se rec,orioc,e el rriis-mo
Galdós (cf. figura núm. 2). A partir de la publicación de Fortunata y
Jacinta ésta figurará también en las ediciones de las novelas españolas
contemporáneas11 como reivindicación y sello de una obra.
Si añadimos a todo esto que en la nueva presentación de los Episo-dios
cada tomo reíine dos títulos, consta de 360 a 450 páginas con ti-pos
de cuerpo superior a las ediciones ~leconómicasll y holgura en los
blancos de los márgenes y capítulos que empiezan en las paginas impa-res
y no seguidamente, podemos suponer que todas esas convenciones
tipográficas tienen una función expresiva y conllevan la construcción del
significado: llorganizados por una intención, la del autor o del editor, es-tos
dispositivos formales están orientados a enmarcar la recepción, a
controlar la interpretación, a cualificar el texto; como estructurantes del
inconsciente de la lectura son los soportes del trabajo de la interpreta-ción~()
C hartier, 1991); una nueva ((puestae n libro del texto))a la que, e n
<<Verdaderarrlenlve a usted a jugar un albui- e n el negocio; y aunque también es
cierto que la obra se presta maravillosamente a él por su índole y su popularidad, eso
de ver entrar las partidas por medio millón de reales y salir por medios duros tiene tres
perendengues,, (carta a Cialdós de 26-3-1 88 1, aptid, Armas Ayala 19, pág. 79).
En una carta a aaldós del 4-5-1882, alude Pereda a las pruebas de las tapas envia-das
por Domenech (apud Ortega (1964). pág. 79).
Existen ya en 1876 ejemplares encuadernados industrialmente en tela de los Epi-sodios
Nacionales, donde se da por primera vez la costumbre de reunir dos titulos bajo
una misma cubierta. Posteriormente se ofrecerán tapas más sencillas (lee han suprimi-do
dorados al lomo porque resultaba demasiado para una obra seria,) afirma el sobrino
de Cialdós el 15-2-1897), con el escudo español y la menclón '$Episodios Nacionales)!
dorados.
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nuestro caso, Galdós quien intenta controlar el dexto gráfico11 lo mismo
que el texto verbal^ =, ha querido añadir un elemento nacional y perso-nal,
haciendo un monumento de lujo a la gloria de su patria y de sí mis-mo:
((no quiero renunciar a la parte de gloria que me toca en esta obra
editorial de relevante mérito^^ escribirá Galdós en 1085, en el postfacio a
sus Episodios Nacionales Ilustrados. Tendremos luego que preguntarnos
si a la intención del autor y del editor ha correspondido el publico, ele-mento
imprescindible para la realización de la idea ...
Doce años después del fin de dicha experiencia editorial, la recupera-ción
por Galdós de la absoluta propiedad (intelectual y material) de su
obra (son ahora 55 títulos) le suministra otra oportunidad de unificar la
idea de la obra con la materialidad de las obras a través de una expe-riencia
limitada en el tiempo (de 1897 a 1904) como se sabe de autoedi- I
ción bajo la razón social ¡<Obrasd e Pérez GaldÓs~y~ al estudioso d e ver i
cómo se confirma una relación de tipo narcisista de Galdós con su obra.
Con el mismo poder manifestado al delimitar en su propia producción
una época (para las Novelas de la primera época) el nuevo escudo, con E
el mismo lema (Ars Natura Veritas), pero con una esfinge modernizada, 2
con un busto y una cara de mujer contemporánea, de perfil, con trenzas
atadas y alas alzadas y ~lrizadas~(c)f . figura núm. 2). marca una nueva 5
6pora ron la fecha 1897 que sustituye a la de 1881. -
Dicho sello-esfinge debió de representar mucho para Galdós ya que en B
1902 encargará un nuevo sello, siempre con esfinge, a Arturo Mélida i
<(parao stentarlo -escribe el 14-9-19 02- en libros y papeles administra- O
dos y manejados)) (Mélida); la muerte de Mélida no permitirá la realiza- :
ción de esta tercera versión. Pero sin esperar a que las nuevas ediciones 1
permitan proclamar la nueva razón social y emblema en letras de mol-de,
sabemos que con sello en tinta y etiquetas pegadas las antiguas edi- ;
ciones de La Guirnalda resultan rápidamente apropiadas y rebautizadas e
(Hernández Suárez, 1972, 253-255). 5O Otro detalle revelador de esa voluntad por parte de Galdós de apro-piarse
su obra y de afirmar su preeminencia es que en las cubiertas y
portadas el nombre del autor empiece ya a preceder el título, o sea, que
en vez de leer episodios Nacionales por B. Pérez Galdós)) leamos ((B.
Pkrez Cialdós/Episodios Nacionales ... o B. Pérez Galdós/Novelas Espano-las
Contemporáneas-Casandra.. .
La edición de carteles en colores c o n todas las obras)), la mención
casi sistemática de ((esmeradamente corregido)! en las nuevas impresio-nes,
con menos páginas por lo común que las anteriores, pero sin ruptu-
Por lo menos al principio. segun consta por las cala mitos as^^ visitas nocturnas
hechas a Arturo Mélida o esta recomendación: 140 hace Vd. en papel de media tinta?
Creo que sería conveniente para variar ... si puede ser, convendría que metiera Vd. en
algún lado las armas de Inglaterra. No olvide que el título ha de estar comprendido en
la estampa)' (Mélida). Se notara, por otra parte, la voluntad de ruptura con las tradicio-nales
láminas de la novela por entregas y la utilización de los grabados insertos en el
texto.
V CONGRESO Galdosiano m
ra notoria en la estética tipográfica que como sabemos serán clásicas
hasta después de la muerte de Galdós o el proyecto de Almanaque-anun-cio
con una viñeta para cada mes dibujada por A. Mélida (cf. figura núm.
5), son otros tantos indicios de esa tentación cosmogenésica para su
propio universo que creemos encontrar en Galdós y culmina en la muy
cuidadosa puesta en escena de su obra que supone la instalación de la
librería en el núm. 132 de la calle Hortaleza.
En las cartas de GaldÓs a Mélida publicadas por la hija de éste, encon-tramos
confirmada la voluntad de asociar la imagen de Galdós con Espa-na,
a través de su animal emblemático, el león, ~cinsignia y timbre del
pueblo espanolll; así lo prueba el remedo de leones como ornamenta-ción
de la portada o la sugerencia (al verso) de que el número de la casa
s e ponga $tenu n blasón que sostengan los leones~a~q,u ellos mismos leo-nes
rampantes dibujados por el propio Galdós para (dos paramentos de
1.20 de ancho por dos de altoll para su chalet de Santander
La voluntad de dotar sus obras de un estuche)^ digno de la idea que
de ellas se hace queda confirmada por el resultado final de la librería
diseñada por Mélida ícf. figura núm. 2). y realizada por el espejo^^ de
los carpinteros Galo Cuervo: es, según Madrid Cómico de 20-2-1898,
que publica una foto, una ((artística muestra de madera pintada que en-cuadra
las ventanas de un piso bajo. En letras de oro sobre fondo ne-gro,
se lee: Obras de Perez Galdós y entre los huecos de las ventanas
en anchos cartelones, se ven los títulos de las obras del maestro)). Lo
costoso de la realización (como la edición ilustrada de los Episodios
Nacionales) evocado por el propio Galdós (dodo lo que sea gastar mu-cho
dinero me pone carne de gallina))) no será rémora para que se cum-pla
la voluntad de Galdós gracias al espíritu de sacrificio de Mélida y del
carpintero.. .
Otro proyecto de Galdós también relacionado con sus obras acentúa
la impresión aludida de que existe en él el deseo de adueñarse como un
demiurgo de todo el mundo que rodea su obra para darle la máxima
coherencia física: a parlir de la idea indicada por Mélida de un timbalero
a caballo para presentar un anuncio, Galdós guía literalmente la mano
del artista al presentarle un dibujo del atabalero a caballo ((de frente asílb,
prosiguiendo: ((Por supuesto cuide de dejar un espacio cuadrangular aba-jo
para el texto. En el dibujo no ponga más letras que las de Benito Pé-rez
Galdós. Episodios ilustrados.
Puede dejar abajo dos huecos laterales que llenara la composición
tipográfica.
Que la reducción sea al tamano de Blanco y Negro y con este mismo
dibujo haremos un cartel grande para las esquinas en colores y en grue-so)),
y el 31 de octubre le transmite más consignas: (<Mep arece muy bien
y muy feliz la idea de la puerta de hierro, retorcido con el nombre y títu-lo.
Pone usted en los timbales los lemas del oscurantismo y la libertad
con los emblemas que usted crea más al caso y el espacio para la letra
quede en la proporción que resultólen el croquis que usted me envía.
m BIBLIOTECA Galdosiana
Supongo que sera una cartela arrollada a los extremos ([(loa compaña
con un dibujo); pero no termina aquí la prescripción sino que Galdós
insiste para que se vea)) ya que no las patas, el pecho del caballo con el
lujoso arreo delantero que es de rigor^^: de nuevo la idea de lujo y pres-tigio
asociado con el arreo y el emblemático caballo y atabalero que da
de por sí una nota clásica y casi regia al anuncio (cf. figura núm. 2).
Sabemos por otra parte que al mismo tiempo que el autoeditor contem-pla
los medios de dar nueva y mejor marcha al negocio, peculiarmente
al de los episodios Nacionales ilustrad os^) con una abundante campana
publicitaria en la prensa de Madrid y de provincias (cf. García Bolta,
1982) y la instauración de un sistema de cupones, está imaginando la
edición de una Gloria ilustrada (las ilustraciones de Mélida ya están he- m
chas) y también de Doña Perfecta, lo mismo que. según su sobrino, la
tercera serie de los Episodios había de merecer una edición ilustrada ((de E
la misma forma que los actual es)^. O
n
La falta de recursos debida, entre otras razones, a la escasa respues-ta
del público de Galdós acabará con tan recurrente idea, pero interesa
comprobar como Galdós no deja de asociar la forma tipográfica a la idea i
de la obra que a todas luces ha de merecer todos los signos y detalles ;
de un lujoso y noble clasicismo real y nacional con escudo, esfinge,
oros, leones, coronas y atabaleros, muy distante, pues, del aspecto aus- -
ter0 y econo no mico^^ de las primeras ediciones de las primeras novelas y
episodios del plebeyo novelista. E
Otra dimensión, mas o menos explícita, es la del reconocimiento eu- O
ropeo de la obra Galdosiana: sabemos por confesiones del propio Galdós
que fue esta una gran ilusión suya poco correspondida, sobre todo en la -E
Francia de Zola, y llama la alención la expresa mención, en 1899, que
de las traducciones de Doña Perfecta se hace en la sexta edición de El
terror de 1824 (Hernández Suárez, 1972, 257). o E Al contrastar tan pertinaz preocupación por el ambiente de la obra y 5
por decirlo así su ((puesta en escena)) o su escenografía, con la peculiar
problemática de la sociología de los textos a que nos referimos, no deja
de extrañar el que aquélla no tenga una clara correspondencia a nivel de
los textos y casi menos aún a nivel del publico,
En efecto, aun cuando, como queda probado con los minuciosos es-tudios
de Whiston (1983), Arencibia (1987) y M. López-Baralt (1992) y
demás, la génesis del texto en el manuscrito, pero también en las gale-radas
y su fijación suponen por parte de Galdós una importante atención
e inversión de tiempo para llegar a una versión <(autorizada)t)a,m bién e s
de notar que, a diferencia de Pereda, Clarín o después Juan Ramón,
Galdós, diciéndolo con palabras suyas, ([no se entretiene demasiado en
estos perfilesll, ((sería demasiada inocencia^^ añade, y para Francisco Yn-durain
(<lac opiosa obra de Galdós, su naturaleza -la de s u obra- no
consentían ni necesitaban con exigencia perentoria lima y brunido que
la acicalasen hasta el preciosismo~(~a pud Arencibia, 1987).
Sin llegar a afirmar por falta de registro de toda la información dispo-
V CONGRESO Galdosiano m
nible (peculiarmente las cartas a Cierardo Penarrubia vistas por Shoe-maker)
que el (<no e stilo^^ afecte también a las formas tipográficas, fuerza
es de comprobar que no menudean alusiones al respecto en los docu-mentos
disponibles: alguna vez da Galdós indicaciones precisas sobre la
puesta en forma tipográfica de su texto al pedir por ejemplo que se au-mente
una línea a esta página o a la anterior para que en lugar de ser 4
como hay sean 5 (páginas) (en las pruebas de imprenta de Fortunata y
Jaclnta), pero su interés por el frasco (la 4iole~~no) parece mayor, hasta
tal punto que según sugiere Enrique Miralles en un trabajo inédito sobre
~KialdÓs esmeradamente corregido^^, encargue a una tercera persona (Ge-rardo
Penarrubia tal vez) la tarea de limpiar su texto, el que hasta des-pués
de su muerte no había de sufrir enmiendas ni rectificaciones, sin m
que, por otra parte, se den nuevas opciones tipográficas ni respecto al D
tamano ni respecto la presentación del texto (los capítulos siguen sien- E
do presentados seguidamente, por ejemplo, en el caso de los Episodios O
n - Naciorialea y riuvelas a dos peselaa a di leren~iad e las Nuvelas a 3 pese- - m
O tas). E
Nada parecido por lo visto al interés de un Pereda por la calidad del E
2
papel que ha de servir para la reimpresión de sus obras (imitación =
del de hilo que (<yati ene contratado^^) o por el ((primord e arte tipográfi- 3
coi, que viene a ser sus Tipos trashumantes. No encontramos en su co- -
rrespondencia indicaciones como las que Clarín hace a su editor Manuel - 0
m
Fernández Lasanta para la edición de El Señor y lo demás, son cuentos: E
<<debde e ser de letra clara y no pequeña. Bastantes, espacios; las divi- O
siones señaladas por estrella en el libro deben suponer página distinta)), n
dibujando hasta la portada (cf. Blanquat, Botrel, 1981, 72 y nota 24).
Más bien encontraremos indicaciones sobre la marcha de la produc-
A ción con, al menos en dos ocasiones símiles que corresponden perfec- n
tamente con esta idea de masa acuñada por Unamuno al compararse 0
E
Galdós con un vapor (((ya están calientes las calderas y marcho a gran 5
velocidad^^) o con el forjador de obras en el ((yunque11y, en opinión de O
M. H. Cámara, con un árbol caracterizado por su savia aunque en una
referencia negativa (<(faltan ueva savia)), escribe el azorado editor). ..
Nada más lejos, pues, de los exquisitos detalles que pueden represen-tar
la elección de un tipo o la presentación de una portada o cubierta
y contrasta ese aparente descuido con su preocupación por dibujar o
construir su imagen social, la patente, como si en la fama literaria que-dara
algo de frustración sino compensada por otro tipo de reconoci-miento.
En cuanto al público de los (<Episodiosn acional es^^ que siguen siendo
en opinión de M. H. Cámara ((más positivo, conocido y seguro)) se mostró
lifrío y reservadoll con respecto de la edición ilustrada y por lo que sabe-mos
siguió siéridolo a pesar de los derroches de irnaginarión rorner~ial
como si, según queda sugerido en otro estudio (Botrel, 1994), el público
de los Episodios de las dos primeras series no pudiera ser más ni otro para
un texto identificado con una forma tipográfica y una solución comercial
m BIBLIOTECA Galdosiana
casi arquetipica '; interesa ver que al iniciar la tercera serie el flamante
editor Galdós se someterá al molde anterior en todos sus aspectos (inclu-so
editoriales, por consiguiente) aun cuando no consiga recuperar el mis-mo
nivel de audiencia que las dos primeras (Botrel, 1984-85).
Podria decirse, pues, que el intento por parte de Qaldós de dar otro
sentido a sus Episodios con una nueva puesta en libro no dio claros re-sultados
y en cierta medida incluso fracasó 8, ilustración o confirmación
de las teorías arriba expresadas que también podrían ilustrarse a través
de la producción dramática de Galdós o de sus novelas dramatizadas: de
la recomposición de La loca de la casa por una compañía teatral hasta
la extrañeidad para el publico Galdosiano de las acotaciones en la nove-la
dialogada (Botrel, 1994). m
El mito de Galdós, segun la fórmula de J. Beyrie (1980), con <<lcar is- D
talización alrededor de su persona del entusiasmo o del resentimiento de E
los partidarios o adversarios del orden nuevo11 nos revela un imaginario O
colectivo, pero también un imaginario muy privado, el del propio Galdós - m
quien participa, consciente o inconscientemente, en la construcción de O
E
su imagen y en el fortalecimiento y orientación de su mito y de su senti- E
2
do. Sin embargo, lo revelado por la peculiar intromisión de la idea más
o menos mítica de la Obra por parte de un demiurgo con visos de Panto-crator
de su microcosmos dentro del mundo de la España de la Restau- 3
ración, nos enseña que si efectivamente <(epl aso de un texto de una for-ma
editorial a otra puede trasformar separadamente o a una la base so- E
cial y cultural del público^^ (Chartier, 1991), la obra puede más que la O
idea de la obra: Galdós tenía una idea de su propio valor más amplia y -
más halagüeña de la que le atribuyó el mercado sino la opinión, evoluti-va
y varia ésta (Bolrel, 1994) y la escala que acaba por imponerse no
permite, a pesar de lo impresionante del opus, encumbrarse como ínti-mamente
lo apeteciera. La ley del público y del mercado mantiene sepa-radas
las dos entidades de Galdós y su obra sin permitir a ese apode-rarse
íntegramente ni del valor ni del sentido de la obra que en cierta
medida no le pertenece: ésta puede ser la lección de la historia literaria
desarrollada en ese nuevo espacio intelectual y Galdosiano que, como re-cuerda
R. Chartier (1 99 1, 1 1) permite ~carticular el estudio de los textos,
el análisis de sus formas y la historia de sus usos,,.
' Llama la atención la voluntad de los editores de los Episodios Nacionales Ilustra-dos
de atribuirles de antemano un público ~~ecumenicoa~m~o: de esos libros que s e ha-cen
indispensable en todas familia española, los Episodios Nacionales, que tanto agra-dan
a los adultos, tienen encantos indecibles para los niños. No sólo interesan a todas
las edades sino a todas las condiciones y jerarquías. Su contenido no está en pugna con
las ideas de ningún partido político. Para que la nueva edición realice su objeto estará
al alcance de todas las fortunas)) (Prospecto de los Episodios Nacionales Ilustrados).
En 1918 aún intenta Cialdós vender, anunciándolos en El Sol, los ejemplares o
colecciones que quedan (mas de 300 por lo visto) (Ortega, 1964, 1 1 1) y siguen siendo
de su propiedad.
Según consta en el ejemplar de Doña Ennqueta Palma (Primer apunte) con supre-sión
de varios pasaes.
V CONGRESO Galdosiano m
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BIBLIOTECA Galdosiana
Figura n . O 1
V CONGRESO Galdosiano
Figura n." 2
m BlBLlOTECA GaldósIAMA
Figura n." 3 Figura n." 4
Figura n." 5