V CONGRESO Galdosiano m
LA ESPANA FINISECULAR
VISTA POR BENITO PÉREZ GALDÓS
Y EMILIA PARDO BAZÁN
Pilar Faus Sevilla
C o m o parece ser una norma al fi-nalizar
una centuria, los últimos anos del siglo xix van a ser anos de cri-sis.
Una crisis que empieza a ser perceptible para los ojos más perspica-ces
a mediados de los años de 1880. hasta mostrarse plenamente en la
última década.
Para analizar este hecho nos vamos a valer, no del testimonio de los
historiadores de este período, sino del testimonio proporcionado por
dos importantes figuras literarias: Galdós y E. Pardo Bazán. Ambos van a
ser testigos y agudos observadores de la vida española del periodo his-tórico
que les ha tocado vivir a la par que actores, importantes actores,
de su escenario cultural.
D. Benito y D." Emilia, junto a los restantes novelistas de su genera-ción
(Pereda, Clarín, Palacio Valdés, etc.), van a adentrarse en la descrip-ción
del medio y la realidad circundante de la que, conscientemente,
quieren ser intérpretes y difusores l . Y lo van a hacer a través de una
importante labor de creación literaria, que hallará en la novela naturalis-ta
su mejor forma de expresión. Nueva corriente literaria cuya aparición
en Gspana casi coincide con la de un nuevo período hist6rico: el de la
Restauración (1875-1 93 1) al que pertenecen nuestros escritores en cuer-po
y alma.
Pero se trata de un periodo excesivamente largo para que su estruc-tura
y principios permanezcan inmutables. Por ello, y aun aceptando la
existencia de unas específicas características, a lo largo de su existencia
van a ir apareciendo peculiaridades que permiten la distinción de varias
etapas. Estas a qroso modo11 van a coincidir con las que corresponden a
SUS sucesivos monarcas.
' A esta actitud consciente alude D.a Emilia en su Autobiograflfi cuando escribe: "el
medio ambiente se impone, y a su imposición debemos el conocer la montana santan-derina
en Pereda, las costumbres madrileñas en Cialdós y la región asturiana en Arman-do
Palacio y en Leopoldo Alas, los pueblecillos catalanes y la segunda capital de Espana
en Oller ... A mí me ha tocado en suerte el país gallego, digno de mejor pincel por su
romántica hermosura .... 8 % . Op. cit. en o. c. ed. Aguilar, vol. 111, pág. 727.
m BIBLIOTECA Galdosiana
De acuerdo con el enunciado de este trabajo, el objeto de nuestra
atención se va a cenir a la etapa correspondiente a la Regencia de la rei-na
viuda D.a María Cristina, especialmente analizada a través de la espe-cífica
aportación de nuestros dos escritores. Dos hechos van a resaltar
como peculiares de su labor. En primer lugar, se produce cierta identifi-cación
y similitudes sobre la forma de ver y enjuiciar la situacion y los
problemas que afectan a España: en segundo término, las diferencias y
divergencias de ambos escritores ante la misma situacion. Las diferen-cias
apenas serán perceptibles en los primeros anos de esta etapa, pero
gradualmente, van a hacerse más ostensibles a finales de la misma.
Un somero análisis de las similitudes nos van a permitir destacar,
como causa fundamental de las mismas, la pertenencia de los dos escri- E
tores a la misma generación: la generación de 1868. Hecho al que cabe
atribuir la existencia de unas notas comunes que la tipifican por encima
de las lógicas diferencias personales de sus miembros 2. n -
En el caso que nos ocupa, y aun teniendo en cuenta que Galdós es !
ocho anos mayor que la Pardo Bazan, hay que resaltar que los dos, pese E
a proceder de lugares bien distantes de Madrid. allí han vivido, directa e
intensamente, los anos revolucionarios. Anos decisivos en la gestación y $
configuración de la vida española del periodo siguiente 3. 3
También cn los dos se ha producido la toma de conciencia de la infe -
rioridad de España, en todos los órdenes, con respecto a los países más
adelantados de Europa. Actitud comparativa que servirá como acicate de E
su innato sentimiento patriótico -aparentemente más agudizado en
D." Emilia- hasta embarcarles en la gran empresa de revitalización cul-tural
de su país. Labor que ambos llevarán a cabo con excepcional labo-riosidad.
A
En el terreno estrictamente personal, también se producen analogías
evidentes entre los dos escritores. A este terreno pertenece su insobor- p
nable sinceridad y honradez ideológica, aunque esta ideología no sea 2
siempre la misma para ambos. lncluso a la hora de transgredir unas nor-nias
niorales de conducla, eslas serán las mismas: las referidas a la
moral sexual. Aunque este hecho va a ser socialmente juzgado de forma
muy diferente, segun se trate de D. Benito o de D." Emilia, para los pro-
A diferencia de la unanimidad con que ha sido acogida la denominación de <'Gene-ración
de 1898~l.a que rorresponde a los escritores que resenamos no lo es tanto por
parte de los historiadores de este periodo. Si bien, se percibe una tendencia creciente
hacia la denominación de "íieneración de 1868b8, que yo he adoptado desde 1958. Este
criterio se basa en el convencimiento de que los hechos que sucedieron a la revolución
de 1868 no son de menor transcendencia política, social y cultural que los acaecidos
treinta años después.
Pese a sus años de filiación carlista, Emilia va a hacer una valoración positiva del
periodo revulurioriario. Eri 1886 ebcribia. fcNu puede dudarse que la Revolución do Sep-tiembre
señala un período nuevo para nuestra literatura.. . acaso convenía el rudo sacu-dimiento
para que despertasen los que dormitaban, luchasen los despiertos y una gene-ración
joven brotase del suelo sembrado de escombros >,
Autobiografia, o c., 111, pág. 707.
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tagonistas revestirá la misma consideración. Supone la aceptación íntima
de cierta libertad en el terreno amoroso, al margen de consideraciones
sociales y religiosas 4.
En nuestros escritores existe, por raciocinio y por principios, una am-plia
libertad de conciencia centrada en una jerarquía de valores éticos,
morales y aun religiosos, poco convencionales. Dicha libertad quedará
patente personal y literariamente, tanto en el campo amoroso como en el
rechazo de plano de cualquier manifestación de fanatismo político o reli-gioso.
En contraposición, su conducta y escritos proclamaran la tolerancia
y respeto mutuos como la mejor forma de convivencia entre las gentes.
Pasando al terreno literario, las coincidencias son más claras al inscri-birse
ambos, a lo largo de los anos comprendidos entre 1880 y 1889,
en las filas del nuevo arte naturalista, coincidiendo también en el pecu-liar
concepto del naturalismo español definido por D." Emilia en La cues-tión
palpitante 5.
A través de una extensa y valiosa producción novelística, los dos es-critores
van a dejar al descubierto dos importantes realidades bien dis-tintas
de la vida española: la que corresponde al mundo capitaleño de la
gran urbe que es Madrid, y la que corresponde al mundo provinciano y
rural de otras regiones, de Galicia en este caso. Habiendo aplicado para
sus respectlvos estudios el mismo implacable escalpelo naturalista.
El resultados que se nos va a ofrecer, ya no será la brillante estampa
de Barcelona durante la Exposición Internacional de 1888, ni los lucidos
paseos de coches por la Castellana, ni las deslumbradoras veladas de
Opera del Teatro Real de Madrid o del Liceo de Barcelona. Será una vi-sión
más amplia y profunda de la total realidad española. Corresponde a
otros ámbitos y gentes , que como los integran a las clases media y baja,
constituyen la mayoría de la población española.
Aunque existan entre los dos las afinidades apuntadas, y aunque en más
d e una ocasión Emilia va a calificar a Galdós .de ~~maest ronio~ ,h an sido es-tas
circunstancias las que han determinado la adhesión a la corriente natu-ralista.
Por distintos caminos han sido empujados por la propia inercia his-tórica,
que también preside los fenómenos culturales. No olvidemos que es
A este respecto la escritora se expresa con toda claridad en carta dirigida a Gal-dós.
Aludiendo a los dos tipos de moral establecidos por la sociedad de su época, una
para los hombres y otra para las mujeres, escribe: "De los dos órdenes de virtudes que
se exige al género humano, elijo la del varón ... y en paz)].
Cartas a Benito Pérez Galdós (1889-1890). Prólogo, ed. y notas de Carmen Bravo
Villasante. Madrid, 1978, pág. 90.
Al citar el naturalismo español, no nos referimos al de servil imitación del francés
preconizado por Zola, sino al definido y defendido por la Pardo Bazán en su Cuestión
palpitante, que fue aceptado. consciente o inconscientemente, por la mayoría de los
novelistas españoles. Se trata de un naturalismo que, despojado en gran medida, del
factor determinista y el crudo materialismo zolesco, entronca con el genuino realismo
de abolengo hispano.
La cuestión palpitante apareciv publi~adap, rimero en La E p u ~ a( 1 882-18 83). Irirne-diatamente,
en forma de libro con prólogo de Clarín (1883).
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el triunfo de la mentalidad positivista, de la que el naturalismo es una de
sus consecuencias, la que se ha enseñoreado en Europa por estos años.
Lo que hará este hecho es estrechar más los lazos de admiración y
simpatía mutuos hasta derivar en una sincera amistad. Iniciada hacia
1883 -al menos desde esa fecha poseemos pruebas documentales-durará
toda la vida. Sólo se verá interrumpida, temporalmente, por la
derivación a finales de 1887, en apasionada relación amorosa, cuya cor-ta
duración hay que atribuir, en parte, a la infidelidad de la escritora 6 .
Vemos, pues, como hasta llegar a los umbrales de la última década
del siglo, se ha producido entre los dos escritores una especie de identi-ficación
personal y literaria, fecunda y valiosa, que les ha conducido a
alcanzar la fama. m
A este respecto, sin embargo, conviene una puntualización. Si anali-
E zamos la trayectoria literaria de los dos escritores, observaremos cómo ;
la carrera de Cialdós ha sido larga y laboriosa, escalando, uno a uno, los -
peldaños que conducen al triunfo. La de Emilla, por el contrario, ha sido
vertiginosa. EE
Aunque parezca una perogrullada, lo primero que hay que resaltar en 2
Cialdós es su condición de varón como lo son la práctica totalidad de los
escritores, y como ellos pertenece a la amplia clase media. Personalmen- 5
te es de aspecto corriente, casi vulgar. Aunque no lo parezca no es de 1
naturaleza robusta y su salud es precaria. Modesto, introvertido y con
una timidez casi patológica. A excepción de sus discretos viajes, su vida
está consagrada a la tarea de creación literaria; se ha replegado en la
cómoda y cálida seguridad que le brinda el afecto de varias de sus her- !
manas mayores con las que va a vivir siempre. Probablemente a su timi-dez
se deberá la exclusiva consagración a la profesión literaria, y quizá
también su celibato. Aunque esta afirmación, vista a la ligera, pueda ;
parecer una contradicción con sus frecuentes aventuras amorosas. Poco e
sociable, su círculo amistoso estará siempre reducido a un pequeño nú- 5
mero de amigos entrañables. Nada le va a producir mayor desazón que
las grandes manifestaciones públicas referidas a su persona. A lo largo
de su vida serán varios los homenajes que le van a ofrecer sus admira-dores.
A ellos acudirá como un forzado. En estas ocasiones su voz, de
tonos bajos y suave ceceo canario, aun se apagará más a la hora
de contestar, agradecido, a los elocuentes discursos encomiásticos que
se le han dirigido. Apenas será capaz de mal leer unas cuartillas o balbu-cear
un lacónico, igracias! '. No existe, en suma, en el autor de los Epi-
Vara conocimiento de la relación amorosa habida entre los dos escritores debe
consultarse la citada publicación de C. Bravo Villasante. Para conocer la relación amis-tosa
debe consultarse el archivo de Qaldós existente en la Casa-Museo de Las Palmas.
Son constantes las alusiones acerca de la extraordinaria timidez del escritor cana-rio,
especialmente puesta de manifiesto a la hora de recibir el homenaje público de sus
admiradores. Entre las ultimas, cronológicamente, y quizá más completa, figura la de
W. H. Shoemaker en su trabajo titulado <<¿Cómeor a aaldós?'~A. nales GaIdosianos, 1973,
págs. 5-2 1 .
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sodios Nacionales, ningún rasgo llamativo que, a nivel personal, pueda
atraer la atención del público.
Muy distinta, por el contrario, es la personalidad y circunstancias que
afectan a la escritora. En primer lugar, y todavía con mayor énfasis, hay
que resaltar su condición de mujer. Es hija única de padres jóvenes e
inteligentes de la mejor sociedad gallega. Por ambas ramas pertenece a
la histórica nobleza provinciana y, en fecha reciente, a su padre le ha
sido concedido el título pontificio de conde de Pardo Bazán. También es
esposa de otro distinguido y acomodado hidalgo, don José Quiroga, ma-dre
de tres niños de corta edad y, al parecer ferviente católica como lo
demuestran sus colaboraciones en La Ciencia Cristiana y su biografía de
San Francisco de Asis.
Hasta aquí -primeros anos de la década de 1880- la imagen ofreci-da
por la Pardo Bazán no puede ser más tópica, al menos en apariencia,
y adecuada a la estampa clásica que ofrece la mujer española de eleva-da
posición social del medio provinciano. Nada más lejos de la realidad.
Es otra la imagen que, en solitario, está gestando la propia escritora y de
la que ella es la pionera. Nueva imagen que va a irrumpir enérgica rom
piendo el marco de la vida convencional en lo que a la mujer se refiere.
Contra la tónica general de la mujer apenas instruida y mayoritariamente
analfabeta, Emilia posee una amplísima cultura, superior a la de la ma-yoría
de los varones ilustrados. Es fruto de una gran inteligencia y una
fuerte voluntad, que la ha llevado a realizar un estudio serio y sistemáti-co
bajo el magisterio de sus amigos krausistas. Cualidades que la mayo-ría,
y como máximo elogio, van a considerar varoniles. Tampoco su
aspecto físico responde a la estereotipada imagen, con resabios román-ticos,
en el que la vanidad masculina ha cifrado su ideal de mujer: débil,
enfermiza, sumisa, callada, ignorante, abnegada y muy devota. Tipo fe-rneriirio
que, indefecliblemente hará resaltar la superioridad del hombre.
La escritora gallega es, por el contrario, robusta y de una salud y for-taleza
física envidiables que le permiten desarrollar una actividad intelec-tual
incomprensible y aún inalcanzable para muchos hombres. Para col-mo
de males, Emilia posee un temperamento dinámico, vital y batalla-dor
que la van a convertir en uno de los más hábiles polemistas de su
época. Pero al mismo tiempo es cordial, afectuosa, simpática y de una
sociabilidad expansiva y alegre. Suma de cualidades que, en el terreno
amoroso, va a aderezar con una zalamería y mimo arrullador, muy galle-gas
a la par que muy femeninas.
En suma, existen en D.a Emilia una mezcla de cualidades y defectos
que la sociedad contemporánea atribuye, en cerrada dicotomía exclusi-vista,
al hombre o a la mujer. Concepción ilógica que la escritora, tanto
a nivel personal como literario, tratará de combatir con el consiguiente
escándalo general. Precisamente, su deseo de romper los romos e injus-tos
esquemas mentales de la sociedad española con respecto a la mu-jer,
es el que le llevara a iniciar en estos años finiseculares una actividad
feminista sin precedentes.
m BIBLIOTECA Galdosiana
Por último, y de acuerdo con la insaciable curiosidad que domina a la
escritora, esta se va a sentir atraída, a diferencia de Galdós, por múlti-ples
actividades dentro y fuera del campo literario. Así, ciñendonos a su
labor dentro del estricto campo literario, sus preferencias alternarán en-tre
el cultivo de la pura creación novelística y la dedicación a trabajos
de estudio y crítica literarias. Siendo en este ultimo aspecto donde va a
conseguir sus triunfos más ruidosos. No tanto por la extraordinaria valía
de sus escritos -aunque no hay por qué regatearle sus justos méritos-sino
por la novedad, oportunismo y polémicas que van a suscitar algu-nos
de ellos.
Precisamente en estos años, y alternando con la publicación de sus
mejores novelas, va a publicar una serie de estudios como son La cues-tión
palpitante, La revolución y la novela en Rusia, Feijóo y su siglo y la
colección titulada De mi tierra. A ellos, hay que añadir sus famosas cró-nicas
periodísticas encargadas por varios periódicos para reseñar impor- O
n -
tantes efemérides internacionales, como eran el jubileo del Papa León
XIII, en 1888, y la Exposición Internacional de París de 1889. EE Aunque en conjunto, se trate de publicaciones no desdeñables, su 2
éxito, repito, hay que atribuirlo al carácter de divulgación novedosa, a la
que hay que sumar su aparición en publicaciones periódicas muy cono- 5
cidas. Emilia amante del escrito breve, de fuerte impacto social o litera- -
rio, va a sentir una especial vocación periodística, que va a cultivar toda B
su vida. Para ella la prensa, que inicia por estos anos su época dorada, E
va a constituir el medio ideal para conseguir la máxima difusión de sus
escritos y con ellos la fama que tan ansiosamente desea n
Por unas razones u otras, la realidad es que a finales de la década de 1
1880, Emilia se ha convertido en un personaje de moda, hasta el extre-mo
de que el verla, escucharla o aplaudirla se convierte en todo un acon- n
tecimiento. Buen ejemplo de ello nos lo van a ofrecer las tres lecturas e
sobre la novelística rusa, que van a tener como escenario el Ateneo
madrileño. En el mes de abril, y durante tres semanas consecutivas, la
escritora será la atracción de la sociedad culta y distinguida de la Villa y
Corte. Emilia que nada tiene de tímida, leerá su estudio con el aplomo
y buena entonación que su contenido merece. Hecho que va a contribuir
Emilia desde el comienzo de su carrera literaria, colaboró asiduamente en las más
importantes publicaciones periódicas gallegas, nacionales y varias extranjeras. Entre las
primeras cabe citar: El Progreso de Pontevedra, La Revista Compostelana, El Heraldo Ga-llego,
La Revista de Galicia, que fue dirigida por la escritora durante un año. Entre las
españolas cabe citar Ciencia Cristiana, la Revista de España, La Revista Contemporánea,
La Revista Europea, La Epoca, El Imparcial, Arte y Letras, E1 Correo, La Ilustración Espa-ñola
y Americana, La Ilustración Artística, Blanco y Negro, La Lectura, La Esfera, etc.
Entre las publicaciones extranjeras habría que citar La Nación de Buenos Aires en don-de
colaboró asiduamente. De forma esporádica lo hizo en Fortnigtly Review, la flouvelle
Revue lnternationale, la Revue des Revues, etc. Mención aparte merece su colaboración
en La España Moderna de la que fue además inspiradora y principal propagandista. Pero,
sobre todo, hay que citar el Nuevo Teatro Cn'tjco del que fue fundadora, propietaria y
redactora exclusiva.
V CONGRESO Galdosiano m
al éxito de las conferencias y que según nos relatan sus cronistas, se
convirtieron en un verdadero acontecimiento intelectual y social. Dentro
del mismo contexto, pero con dimensión más amplia y popular, hay que
situar el recibimiento dispensado a la escritora en su Coruña natal. En
carta fechada en La Coruña, el Día de Cvrpus de 1887 escribe a Qaldós:
((El recibimiento fue aquí de novelista ruso, y por espacio de 48 horas he
podido creerme a la altura de la popularidad de Dostoyewsky. Anegada y
bombardeada por las rosas, los ramos, las palomas y los versos; aclama-da
a gritos, seguido el coche por cerca de 20.000 personas...)) 9.
Tres meses después, Emilia tamhih va a recibir el homenaje entusias-ta
de la ciudad de Orense, con la que le ligan fuertes vínculos familiares
y amistosos. El motivo lo brinda la erección de una estatua a Jerónimo
Feijóo, el orensano más ilustre, y los festejos que en torno al aconteci-miento
se organizaron. Para presidirlos se ha pensado en la gallega más
exitosa. D." Emilia acepta gustosa la invitación, no tanto por lo que pue-da
tener de satisfacción personal, como por la posibilidad que se le brin-da
de mejorar el discutido estudio, hecho sobre el mismo personaje en
1876 'O.
Vemos, pues, cómo en los umbrales de la última década los dos es-critores
han alcanzado la fama. Y en el caso concreto de Galdós, ésta se
ha visto coronada por su ingreso en la Real Academia de la Lengua l l .
También hemos visto cómo, a pesar de las diferencias personales y cir-cunstancias
que afectan a ambos, su marcha en la labor de creación
novelesca ha discurrido por cauces muy similares.
Sin embargo, al iniciarse los años noventa, aquel paralelismo se va a
quebrar no sólo por causas personales. Confluye la crisis que en
múltiples aspectos: económico, político, social etc., afecta a la vida es-panola.
Ante ella, los dos escritores van a reaccionar con variantes de in-tensidad,
tiempo, forma y contenido.
Reseñados sinteticamente los componentes de las diferentes crisis,
hay que destacar, en primer término, la económica. La raíz es simple. Es
la consecuencia de la desidia gubernamental en lo que al fomento de las
fuentes de riqueza del país se refiere, a la que hay que añadir las cícli-cas
recesiones económicas y la mala administración. Como parece ser
un defecto muy español de todos los tiempos, no se han sabido ajustar
los gastos con los precarios ingresos.
Caria dirigida a Cialdós el día de Corpus (1887).
' O Su trabajo Examen crítico de las obras del padre Feoóo. premiado en el certamen
de Orense, aunque fue dirimido en ultima instancia en Oviedo, fue muy discutido inclu-so
por sus amigos Linares y Ciiner. Ella reconoció siempre que era un trabajo flojo de
principiante, preparado con muy poco tiempo. En cambio, el escrito ahora, Feijóo y su
siglo, será conceptuado como el mejor de los realizados sobre la figura del sabio bene-dictino,
incluido el de Menéndez Pelayo.
Véase: Ci. Marañón, Las ideas biológicas del padre Feijóo.
l 1 Su ingreso en la Real Academia de la Lengua tuvo lugar en 1889, pocos meses
después de haber sido rechazada su primera candidatura.
m BIBLIOTECA Galdosiana
La actitud de Cialdós, en lo que al problema económico se refiere es
poco ostensible. Es indirecta y su manifestación va a estar muy diluida a
lo largo de la producción literaria de esta década. Habrá que esperar
a los primeros años del nuevo siglo para hallar manifestaciones más cla-ras
y directas 12.
Muy diferente, en cambio, es la actitud de la Pardo Bazán. Acorde con
su temperamento, será precoz, directa y más agresiva. Cuenta para ello
con la poderosa alianza de la prensa convertida, como decíamos, y du-rante
estos anos, en el principal vehículo de sus ideas. Con notable agu-deza
y sentido práctico, ya a finales de la década anterior, en 1887, se
ha preocupado del problema agrícola en carta dirigida al presidente de
la Liga Agraria. Las ideas aquí expuestas las va a ampliar en 1892 en su
artículo ((La subida de los liberalesll. En él, y a propósito del alborozo
popular con que ha sido acogido el cambio ministerial, Emilia no puede
ocultar su perplejidad. A su juicio, la vida española está sumida en una
aguda crisis económica de la que son responsables ambos partidos tur-nantes
en el poder, crisis que no es posible resolver con la simple subi-da
de uno de ellos.
Con gran visión del momento histórico, recuerda que ya han pasado
los tiempos heroicos propiciados por los hechos de armas. El momento
,,bello1h a sido sustituido por el momento ((lítil,,p, or el prosaismo d e rea-lidades
en apariencia tan humildes, pero de tanta transcendencia como
son las cuestiones de despensa y caja. ((Lo primero y principal --estima
D." Erriilia- en una nación, como en una casa, es desentramparse, po-nerse
a flote, economizar y aliviar la angustiosa situación presente, y lo
secundario toda la bambolla de la comedia política, que ha pasado a ser
mero pugilato de personales intereses, vanidades y desquites)) 1 3 .
En el campo político también por estos anos, van a eclosionar, inclu-so
de forma violenta. una serie de problemas que como el social, regio-nal,
colonial, etc., habían sido marginados al producirse la Restauración.
Problemas, que ya en los años ochenta, habían comenzado a ser canden-tes.
Pero es ahora cuando van a adquirir más sombríos tonos de violen-cia.
Huelga de mineros bilbaínos en 1890, insurrección anarquista de
Jerez en 1892, bombas terroristas en Barcelona en 1893, asesinato
de Cánovas en 1897 ... (irave situación social que también va a ser trata-da
por los dos escritores, pero con ideas y matices distintos.
l 2 A este respecto veanse sus artículos ~'Ruray~ ,, <¿Másp aciencia?>)p ublicados am-bos
en El Progreso Agrícola y Pecuario, en 190 1 el primero y en 1904 el segundo. En
los dos glosa la lamentable situación a que va quedando reducido el hombre del cam-po,
sumido ahora en la pobreza. Si bien, en el segundo marca el acento en la desaten-clón
gubernamental hacia el Lampo y sus habilarites a los que no llegan los beneficios
del bienestar y la cultura de que gozan ya la mayoría de los habitantes de las ciudades.
Siendo el final del articulo un encendido alegato socialista.
l3 .,La subida de los liberales., Nrievo Teatro Crítico, núm. 24, dic. de 1892, págs.
88-89.
V CONGRESO Galdosiano m
Para Galdós, como para la mayor parte de la sociedad espanola, la
cuestión social se refiere, prioritariamente, a la situación de las clases
bajas de nuestra sociedad: campesinos, obreros, modestos artesanos,
etc. En este a s ~ e c t ola actitud del escritor canario es más idealista, más
amplia y comprometida que la de su compañera gallega. A su servicio va
a ponerlo prácticamente todo. Literariamente, lo hara primero, a través
di su novela: después, tratando de conseguir un impacto mayor y más
directo sobre el público, va a recurrir al teatro. En último lugar, por me-dio
de una decidida actitud personal. Actitud que, teniendo en cuenta su
carácter introvertido y su invencible timidez, puede calificarse de he-roica.
Mucho debe haber pesado en el ánimo del escritor la justicia de
su empeño, para decidirle a traspasar los límites de su cómodo libera-lismo
teórico hasta hacerle militar en el campo socialista junto a Pablo
Iglesias.
AIgím ntrn cnmpnnente hay ~ I I Pañ adir en el tratamiento del proble-ma
social por parte de Galdós. El principal que salta a nuestra vista, es
el componente historicista que preside toda su actividad literaria. A lo
largo de la misma se percibe un indiscutible movimiento de inercia so-cial
impuesta por la concurrencia de una serie de factores. E;I principal
es la dinámica de clases que, a su vez, encaja con el sentido de la justi-cia
y perfectibilidad humana propios del progresismo liberal decimonó-nico.
A ese progresismo hay que atribuir el traspaso, a mediados de si-glo,
del cetro hegemónico de la aristocracia a la burguesía. Sin embar-go,
hoy, esa situación hegemónica empieza a ser rechazada. Su falta de
valores morales sustituidos por un descarnado materialismo, ha propicia-do
una política y forma de vida cuyas consecuencias negativas ya han
sido denunciadas en la novela naturalista. Ante este fenómeno Galdós
volverá a fijar sus ojos, con evidente simpatía, en los escasos represen-tantes
de la antigua aristocracia. En ella, pese a haber sido arrollada por
la vital y agresiva burguesía, aún perviven valores morales y de clase, que
para el escritor, bien merecen un testimonio de admiración y simpatía.
Pero nada más. Sus valores, como el del honor, asentado en una supe-rioridad
de casta, ya no tienen vigencia en el dinámico y democrático
mundo moderno. Se trata de un mito que el propio Galdós va a liquidar
en su magnifica novela El abuelo (1897).
Tampoco la clase media está en condiciones de asumir el poder. Su
valor reside en la inteligencia y cultura de una escasa minoría. En el res-to
predomina la mediocridad, la falta de empuje vital y la cursilería de
una pobreza mal disfrazada que trata de imitar a las clases superiores.
¿Que es lo que queda?, se pregunta ahora Galdós. En su incesante
búsqueda sólo puede dirigirse ya al amplísimo mundo de las clases po-pulares.
En ellas cree percibir la fuerza física y espiritual necesarias para
erigirse en elementos rectores de la, sociedad futura. Guiado por su in-vencible
idealismo verá en el pueblo la gran cantera en donde residen
las mejores virtudes del español:el valor, que puede alcanzar cimas de
heroismo, la bondad, la abnegación, la fraternidad ... Bellas cualidades
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que afloran bajo la dura corteza de su incultura y mala educación, pro-pias
de pobreza. Hecho que va a patentizar, a nivel individual, en el per-sonaje
de Fortunata, y a nivel colectivo, en el comportamiento de la ple-be
en la revolución de 1854.
Se trata de una nueva visión social. Perfilada en sus novelas natura-listas,
va a cobrar nuevo impulso al calor de la corriente neorromántica
de los anos finiseculares. Idealismo, misticismo y una revalorización de
las virtudes religiosas de directa fuente evangélica, serán los principales
ingredientes que tipifican las novelas más representativas de este perío-do:
Angel Guerra (1890-9 l), Nazarín y Halma (1895) y Misericordia
(1897).
Pero ... Galdós también es realista. Por mucho que quiera idealizar al
representante del pueblo -recordemos su mitificación en el famoso
herrero de La primera república- no puede ignorar que, en el momento
actual, está incapacitado para ascender al poder. Se lo vedan su miseria ;
material y su ignorancia. Para remediarlo hasta que consiga su mejora ?
económica y social, D. Benito va a propugnar la fusión de clases. Cosa E
que hará especialmente a través de su teatro. De forma análoga a como
se ha llevado a cabo la fusión de la alta burguesía con la nobleza histó-rica,
produciendo la nueva clase de la aristocracia del dinero, ahora se 5
impone la fusión del sano y vigoroso rcprcscntantc dcl pucblo con las - clases superiores. 0
m
La primera fusión a realizar será con la clase media. No tanto por j medio de enlaces matrimoniales como por el efectivo descenso de esta E
clase. Su pobreza real, esa (<miseriam al charola da^) en frase de Galdós,
acabara por llevarle a engrosar, de alguna forma, las filas del pueblo.
a Descenso, que alimentado unas veces por grandes dosis de idealismo, y !
otras por invencible resentimiento, va a convertir a no pocos de sus re-presentantes
en líderes populares bajo las banderas del socialismo o
anarquismo. 5O
Pero en ese proyecto de fusión social, el autor de Misericordia no
quiere prescindir de los mejores valores de las otras dos clases supe-riores.
El pacífico y bondadoso Galdós pretende la sustitución, por- el
amor, del odio y la violencia, que por estos anos ha empezado a-hacer
acto de presencia. Tesis a la que va a dedicar bastantes de sus obras
teatrales como La loca de la casa (1893), La de San Quintín (1 894) y
Voluntad (1895). Se trata de un loable deseo, para cuya mejor com-prensión
del público, el autor se va a valer de símiles vulgares. Este es,
sin duda, el que preside la escena de la confección de las rosquillas en
La de San Quintín, Alegóricamente califica los distintos ingredientes que
componen el dulce casero. La yema de los huevos reprenta a la aristo-cracia,
en tanto que el azúcar representa a la burguesía. A ambos in-gredientes,
previamente mezclados con brioso batido, debe añadirse la
consistente harina, símbolo del pueblo que, a su vez, ha sido suaviza-da
y enriquecida con la manteca en la que quiere representar la clase
media. Con todos estos componentes bien amasados (símbolo del tra-
V CONGRESO Galdosiano m
bajo) se consigue algo tan bueno como pueden ser las rosquillas o la
justicia y concordia nacionales 14.
Distinta a este respecto va a ser la actitud de D." Emilia. Dentro de su
liberalismo temperamental que ella califica de eclecticismo. la escritora
muestra una actitud más escéptica, fruto de la desapasionada con-templación
de la farsa política de un régimen que ha -degenerado en
oligarquía y caciquismo. Su apoliticismo le va a permitir una libertad de
expresión muy acorde con su sinceridad e independencia de juicio. Buen
ejemplo de ese eclecticismo nos lo va a ofrecer con su amistad admira-tiva
hacia dos políticos de bandos tan contrarios como lo son el republi-cano
Castelar y el conservador Cánovas 15. Si bien, y a medida que se
afianza en su cómoda y prestigiosa posición social y literaria, su postura
política, sin dejar de ser independiente, se hará más conservadora.
También la escritora es más realista y pragmática que Galdós. No cree
en la viabilidad de las ideas políticas que bajo consignas internacionales,
proclaman como meta última de su acción la igualdad de los hombres.
Para ella, estas ideas además de utópicas son injustas. Teniendo en cuen-ta
la diversidad humana, no es la igualdad sino la equidad, la que debe
definir la justicia social. Emilia en sus novelas naturalistas ha denuncia-do
la miseria y la injusticia de que son víctimas las clases populares y
desea su justa mejora. Pero, ahora, preferirá centrar su lucha en otro
estamento que como el constituido por la mujer, se halla todavía en peor
situación social. Labor que va a llevar a cabo con gran denuedo durante
estos años, hasta convertirse en campeona del feminismo español.
La lucha feminista tiene para la escritora un mayor atractivo en tanto
que, como representante de su género, defiende sus propios derechos;
unos derechos que como persona cree merecer igual &e el hombre y le
son negados -como el ingreso en la Academia- por su sola condición
de mujer. Aparte de esto, Emilia percibe con claridad, que la batalla fe-minista
es cuantitativa y cualitativamente, la más rentable. Además de
justa, afecta, no sólo a un sector social -burgués o proletario- sino a
todas las mujeres sin distinción de clases. Amplísimo colectivo que suma
más de la mitad de la población humana. Debiendo anadir que, a dife-rencia
de las otras, la burguesa primero y la proletaria ahora, es una lu-cha
incruenta.
Consecuente con la razón que la asiste, Emilia va a dar la batalla fe-minista
en todas las direcciones y medios a su alcance: el ensayo, el
artículo periodístico más ligero, la conferencia pedagógica, la novela,
l4 La de Can Quintín, acto 111, escena VIII, o. c., 111, pág. 701.
l5 En su conferencia de IA Salle Charras de París, en 1899, cita elogiosamente a los
dos políticos. Bastantes Años después volverá a recordarlos con gran carino. A la pre-gunta
de su entrevstador sobre qu quiénes han sido y son sus grandes amigos?),, la es-critora
respondió: "Por lo pronto, Castelar, que me quería como a una hermana ... Otro
grande amigo tuve que fue D. Antonio Cánovas y su mujer: el duque de Rivas lo es en
la actualdad y Cialdós ..., Cialdós y yo nos queremos muchol~.
La Esfera, núm. 7, 14 de febrero de 19 14.
m BIBLIOTECA Galdosiana
el cuento ..., llegando a la polémica en los tonos más duros. Así veremos
sucederse una serie de trabajos como ((La mujer espanola)), ((Con una ale-mana~)(,(
Lac uestión académica,), [(Dela mor y la amistad (a pretexto de
un libro reciente))), (Carta a la duquesa de Alba con motivo de su libro,),
((Una opinión sobre la mujer: el discurso del marqués del Busto en la
Academia de Medicina)), (~StuarMt ilh, Prólogo a La esclavitud femenina,
((Trislana,n ovela de Benito Pérez Galdóstb, <<Lead ucación del hombre y la
de la mujer)), Concepción Arenal y sus ideas acerca de la mujer,), ((La ex-posición
del trabajo de la mujer)), etc. 16.
En la misma linea hay que situar la producción novelesca correspon-diente
a estos años. Aunque se ha pretendido ver como móvil exclusivo
que ha guiado a la escritora para la redacción de sus novelas Una cristia-na
y La prueba (1890) la crisis del naturalismo y la adhesión a la nueva
corriente espiritualista de fin de siglo, la verdad es que, en su autora han
pesado también consideraciones de distinta índole. En carta dirigida a
Galdós en la que le comunica la concepción de la novela, que luego titu-lará
Una cristiana, escribe <<Esla historia de una señora virtuosa e
irila~liablti.: hay que variar de nota, no se canse el publico de tanta cas-cabelera~
1~7. La otra consideración que ha pesado en la elaboración de
esta novela y su continuación, es netamente feminista. En ellas nos va a
hacer la presentación de varios tipos de de mujer. Dos son genuinamen-te
españoles: uno -la cristiana- representa la mujer tradicional. El otro,
representa al mayoritario y negativo tipo de la mujer actual. Un tercero,
de procedencia extranjera, es considerado con ciertas reservas, como un
primer paso hacia la que debe ser la auténtica .mujer nueva)).
D." Emilia a lo largo de las novelas que van a suceder a éstas, va a ir
analizando la situación de la mujer desde distintos puntos de vista: ante
la ley en La piedra angular (189 1) y en los restantes aspectos: económi-co,
social y humano en Dona Milagros (1894) y en Memorias de un sol-terón
(1896). En estas novelas hace un pormenorizado estudio de la
mujer española actual, dejando al descubierto sus grandes fallos o su
anacronismo. Se trata de la búsqueda de la mujer acorde con las exigen-cias
de la vida moderna. Una mujer en la que se encarnen los valores
individuales en alza, que como la sinceridad, el amor al trabajo y mejora
intelectual, empiezan a ser cotizados en estos años finiseculares por una
selecta minoría.
Ahora, de forma abierta y rolunda, D." E;rnilia va a exponer sus ideas
sobre la emancipación de la mujer. Como es lógico, la cifra en la conse-cución
de una instrucción superior, similar a la del hombre, que le per-mita
ejercer una profesión y con ella el anhelado deseo de emancipación
económica base de todas las demás. se trata de un verdadero golpe de
estado social asestado en el mismo corazón de una sociedad convencio-nal,
hipócrita, egoísta e injusta. Sublime decisión será la adoptada por la
'" Todos los trabajos aparecieron en su Nuevo Teatro Crítico (1891-1893).
l7 Cartas a Benito Pérez Galdós, ed. C.B.V., pág. 57.
V CONGRESO Galdosiano m
protagonista de Memorias de un solterón, cuando decide vivir de su tra-bajo
en lugar de gastar sus energías en la humillante caza de un marido
que resuelva su problema vital. Este mismo término, convertido en títu-lo,
será adoptado casi cincuenta anos después por el gran comediógra-fo,
Miguel Miura, para tratar, en clave de humor, el mismo tema. Con gran
acierto va a situar la acción de sus comedias en 1895, justo entre los
anos de la publicación de las dos novelas pardobazianas la.
Por último, tratando de completar su actuación feminista, la escritora
va a fundar y dirigir La Biblioteca de la Mujer. Aunque en principio va
dirigida a la mujer, al repasar algunos de los títulos no podemos dejar
de observar que algunas de las obras que figuran en la colección como
La esclavitud femenina de Stuart Mil1 o La mujer ante el socialismo de
Babel, más parecen dirigidas a educar la retrógrada mentalidad masculi-na
en la que a la mujer se refiere, que para ser comprendidos por la
mayoritaria e inculta mujer española.
Como vemos, por estos años, In atención social de D." Emilia se ha-lla,
casi exclusivamente, centrada en el problema de la mujer. Lo que no
quiere decir que haya renunciado a terciar en la cuestion social que afec-ta
a las clases bajas. Pero lo hará más tarde. Solo después de haber ago-tado
el de la cuestion feminista en sus múltiples facetas. Por ello, habrá
que esperar a los primeros anos del nuevo siglo para que la escritora fije
su atención en el problema general. Como es lógico, se va a mostrar
partidaria de la nueva doctrina social de la Iglesia preconizada por León
XI11. A diferencia de lo que ocurre en España, en donde los escasos in-tentos
socializantes dentro de la Iglesia, como el del padre Vicent, van a
fracasar, la nueva orientación pontificia va a hallar notable eco en algu-nos
paises europeos como B&lglca y Francia. Con el exclusivo propósito
de conocer la labor que allí realiza la Iglesia, Emilia los va a visitar. El
resultado será su libro Por la Europa Católica (1902) en donde también
aflora su afán divulgativo 19.
Volviendo al tema feminista veremos cómo la actitud de Cialdós va a
ser diferente, al menos en lo que a la manifestación externa, literaria, se
refiere. Con anterioridad, y a lo largo de su producción novelesca, inclui-dos
los Episodios Nacionales, el autor ha denunciado reiteradamente la
penosa situación de la mujer, víctima de prejuicios sociales y una lamen-table
falta de instrucción. Pero de ahí no va a pasar, al menos durante
estos años. Inmerso en la consideración social que afecta a las clases
bajas, sólo una novela, Tristana (1892), tendrá como eje central el estu-dio
de la problemática femenina. Esto es al menos lo que promete el
comienzo de la novela. Pero no va a ser así. Muy decepcionada Emilia va
a considerar la obra como una novela fallida, tanto desde el punto de
vista feminista como literario. Tras el esperanzador planteamiento del
problema que afecta a la protagonista, síntesis del que afecta a todas las
Miguel MIVRA. Sublime decisión, ( 1943).
l 9 Por la Europa Católica, Madrid, Tip. de l. Moreno, S. A. (1902).
m BIBLIOTECA Galdosiana
mujeres, Galdós no ha sabido o no ha querido dar solución al mismo. El
final de la obra, por tanto, va a ser convencional e inconsecuente con
respecto al planteamiento feminista inicial, pero también con respecto a
la propia mentalidad y capacidad creadora del escritor 20.
En cuanto al problema regionalista. también va a ser muy dispar la
atención que hacia el mismo van a prestar los dos escritores. En ~ a l d ó s
esta preocupación apenas existe. Hecho lógico, si tenemos en cuenta
que su labor se ha ceñido al análisis de la realidad de la capital de Espa-ña,
en donde se halla afincado desde muy temprana edad. Sólo privada-mente,
en alguna de las cartas dirigidas a su amigo el novelista catalán
Narciso Oller va a dejar al descubierto su postura personal sobre el tema.
En carta fechada en febrero de 1886 escribe: ((En fin, amigo mío, no tran- m sijo; yo estaré equivocado, pero no paso porque V. escriba en catalán ...))
más adelante añade: .Me da dolor verle a V. con ideas separatistas. Cues- E
tión grave es esta .... Pero, hijo de mi alma, si los separatistas debemos $
ser nosotros. Son Vds. los hijos mimados de la nación. Vds. son el he -- m
reu y nosotros los segundones. Si para Vds. e s todo. Si los fabricantes "E
son los que regulan el comercio general y son árbitros de todo. Separa- E
2
tistas nosolros que vivirnos sacrificados a las exlgenclas de una industria
que no acaba de perfeccionarse. ({Para qué trabajan Vds. más que para
abastecer nuestros mercados...*. Y en estos términos exaltados continua 3
Galdós mostrando sus ideas poco proclives a los nacionalismos regiona-listas
21. E
En D.a Emilia, por el contrario, y como también es lógico, va a conce- O
der gran atención a la cuestión regionalista.Ya desde el comienzo de su
actividad literaria se ha erigido en consciente y entrañable pintora de la n
realidad regional gallega. A través de sus páginas, que constituyen más
de las tres cuartas partes de su producción total, no sólo vamos a sentir n
el entrañable calor telúrico de sus agrestes y bellos parajes. También su n
0
E paleta de artista vigorosa y colorista nos va a ofrecer la visión de sus 5
ciudades, pueblos y aldeas; de sus habitantes, desde el rancio y arruina- O
do hidalgo rural y el cacique falto de escrúpulos, hasta el más desgracia-do
lugareño; las costumbres de sus gentes, sus vestidos y enseres, sus
virtudes, sus defectos, sus pasiones, supersticiones y sus dramas perso-nales.
Así veremos desfilar al hombre joven obligado a emigrar para no
morir de hambre; a la sufrida mujer que queda sola, trabajando dentro y
fuera del hogar para criar malamente a sus hijos: el hijo mozo que debe
servir al Rey en inh6spitas e insalubres tierras de las insurrectas colonias,
20 Con el siguiente juicio cierra D."Emilia la crítica negativa que le ha merecido Tris-tana:
<'Loú nico que significan mis censuras (pues no niego que lo sean) e s que Tristana
prometía otra cosa: que Qaldós nos dejó entrever un horizonte nuevo y amplio, y des-pués
corrió la cortina''.
Nuevo Teatro Crítico, núm. 17, mayo de 1892.
Z1 Véase el Apéndice documental incluido en mi libro La sociedad española del siglo
XIX en la obra de Pérez Galdós, carta número 4 del Epistolario a Narciso Oller, págs. 29 1-
292.
V CONGRESO Galdosiano m
porque la pobreza les impide librarle del servicio militar como hacen los
hijos de las familias acomodadas.. .
En la escritora coruñesa aparece la preocupación, el justo enojo y la
denuncia por la mala política de un Gobierno central que sólo recuerda
a sus lejanos súbditos a la hora de cobrar los agobiantes impuestos o
exigir el voto. Tampoco es insensible la autora de Los pazos de Ulloa al
rendimiento cultural de su región al que va a dedicar varios trabajos crí-ticos
recopilados con el título De mi tierra (1888) 22.
Pero en Emilia, a diferencia de los forjadores del movimiento regiona-lista
gallego con derivaciones políticas más radicales, no late el resenti-miento
contra otras regiones más ricas o contra España en general. Tam-poco
en sus escritos, va a utilizar la lengua gallega reservada hasta hace
pocos años como forma de expresión exclusiva del pueblo.
De acuerdo con su elevada posición social, su cultura y talento de
amplios horizontes, el regionalismo pardobaziano es afectivo y progresis-ta.
Tomando como modelo la próspera y culta Cataluña, desea para su
tierra natal el progreso material y cultural que aquella posee. Pero nada
más. Su patriotismo nacional le veda cualquier posicionamiento naciona-lista
radical. Tampoco le es grato el pequeño, mezquino y asfixiante
mundo provinciano, ni las luchas partidistas locales, que ella califica de
rdempestades en charca)). Emilia es ambiciosa, pero su talento es de más
altos vuelos. Por eso rechaza la cómoda y vanidosa postura de cabeza
de ratón tan grata a su marido. Desea traspasar los limitados horizontes
de su regibn. Aspira a ocupar uri puesto digno en al ámbito nacional y, a
ser posible, en el internacional. En ella se percibe, más que en cualquier
otro escritor de su generación, el deseo de formar parte de un mundo
culto sin fronteras, regido por el noble sentimiento de la comprensión
universal.
De los prohlemas pendientes o mal resueltos por la política de la Res-tauración,
nos encontramos, por último, con el colonial. A diferencia de
otros paises del entorno europeo, que continúan creándose un imperio
colonial en Asia y Africa, España apenas atiende el resto del suyo. A dife-rencia
de aquellos, no ha creado un ejército y una escuadra capaces de
defender sus dominios de ultramar, todavía peor administrados que las
regiones peninsulares. El resultado será el desigual y suicida enfrenta-miento
con la joven y poderosa nación norteamericana, la pérdida de
todas las colonias y el hundimiento de nuestra escuadra en aguas cuba-nas.
El impacto de tal derrota en el inconsciente pueblo español, que pe-día
a gritos el enfrentamiento para salvar su legendario honor, será gran-de,
pero momentáneo. Como momentánea es la terrible estampa de los
22 En esta colección se hallan incluidos los siguientes trabajos: La poesía regional
gallega, discurso pronunciado el 2 de septiembre de 1885 en memoria de Rosalía de
Castro: Fe'eijóo y su siglo; E1 olor de la tierra, Valentín Lamas Carvajal; Luz de luna, Eduar-do
Pondal; Vides y rosas, Benito Losada; El cancionero popular gallego; Marineda; ~Idio-ma
o dialecto?
m BIBLIOTECA Galdosiana
soldados que regresan heridos y enfermos, más diezmados por la disen-teria
y la mala organización sanitaria que por las balas enemigas. Así lo
va a denunciar la ilustre pluma de Ramón y Caja1 en sus Memorias.
Para la mayoría de la población española, sin distinción de clases, el
efecto de la derrota será pasajero. Sólo para una minoría, el aconteci-miento
con que se cierra el siglo xrx, es algo más que un hecho de
armas desgraciado. Es la culminación de una larga trayectoria de íncapa-cidad
y desaciertos de los que todos, gobiernos y súbditos, son respon-sables.
Un sentimiento de culpabilidad y pesimismo, agrandado por la
aguda sensibilidad de una joven generación -la del 98- va a convertir-se
en la impronta de la historia española al inciarse la nueva centuria.
Sus notas más características serán la revisión crítica y negativa de la
"7 propia España y de los españoles. Pero pronto, para los ojos menos pe- -
simistas, esta etapa inicial va a dar paso a un acentuado afán de regene-racionismo,
que ya habían iniciado en los años anteriores al desastre, los
espíritus más lúcidos. n-- m
Entre estas minorías, como era de esperar, s e hallan nuestros dos "E
escritores. En esta ocasión la actitud de ambos no va a ser tan diferen- g
te. Vaiiará el rriorrierilu y la furrria de expresarlo, pero la esencia de sus ;
sentimientos será similar. Aunque creemos que la visión pesimista, mas f
desbordada al principio en la condesa de Pardo Bazán, va a acentuarse ;
en el escritor canario en sus últimos anos, cuando su obra como su vida - - 0
están próximos al fin. m
E
La reacción de la temperamental Emilia será inmediata y apasionada. O
Pese a haber previsto muchas de las causas del fracaso, no esperaba que
este fuera tan terrible. De ahí, su reacción fuertemente impulsada por su
gran patriotismo. Sus primeras manifestaciones van a oscilar entre las
muestras de antipatía hacia la pérfida^^ nación enemiga y el dolor por el ;
escaso eco que el desastre ha tenido entre el pueblo español. E1 paso
siguiente será la consideración pesimista de España y su historia. Para 5E
ella es un país caduco, irresponsable, soñador de viejas glorias que per- o
tenecen, como la mentalidad que las sustenta, a épocas ya pasadas.
Un nuevo concepto de su patria va a ser expresado ahora en su labor
literaria. Buena muestra del mismo serán la serie de cuentos recogidos
bajo el expresivo título de Cuentos de la patria 23. En ellos, su autora va
a dar rienda suelta a los encontrados sentimientos que el desastre colo-nial
ha propiciado.
De forma más directa y meditada se va a mostrar la escritora en la
famosa conferencia pronunciada en la Salle Charras de París, el 18 de
abril de 1899. Bajo el título de La España de ayer y la de hoy. La muerte
de una leyenda su autora hace un certero y pormenorizado estudio de la
2J Forman parte de esta colección los títulos siguientes: Vengadora, El torreón de la
esperanza, El palacio fno, El milagro de la diosa Durga, Entre razas, todos ellos apareci-dos
en 1898. En 1899 aparecieron, entre otros, La exangüe y El caballo blanco: en 1901
apareció El Templo.
V CONGRESO Galdosiano m
realidad española, despojándola de tópicos tanto positivos como negati-vos,
que han poblado nuestra historia. Ni leyenda negra ni leyenda dora-da.
Con un rápido recorrido por las páginas de la historia patria, va a
poner de manifiesto nuestras virtudes, pero también nuestros defectos,
pasados y presentes, en los que hay que buscar la explicación del lamen-table
estado actual. Ahora se pregunta ¿quedan esperanzas para un futu-ro?
Ella, como otro puñado de insignes patriotas, quiere creer que si la
hay. Nna exigua minoría -escribe- arrostrando la general indiferencia,
aspira a despertar las energías españolas, exponiendo sin temor la exten-sión
del daño y (la necesidad) de reemplazar el ideal legendista por el
ideal de la renovación, del trabajo y del esfuerzo. No se si algo consegui-rá
esta minoría; sé que cumple su deber y que por medio de esta confe- m
rencia me sumo a su tarea patriótica 24.
La reacción de Galdós va a tener, dentro de un contexto ideológico E
semejante, manifestaciones diferentes y algo más tardías. En la produc- O
n
ción literaria que precede y sigue lnmedlatamente a la fecha de 1898, no - m
O
existen alusiones tan directas como las ofrecidas por la Pardo Bazán. Más E
E lento de reflejos, pero más profundo de pensamiento, va a tratar el pro- 2
blema de España en su honda dimensión. Don Benito, impulsado por las
circunstancias siente renacer su vocación historicista. A su perspicacia 3 nn puede haber escapado la coincidencia de que el comienzo y el final
del agitado siglo xix tengan como hecho más significativo dos derrotas - 0
m
navales: la de Trafalgar y la de Santiago de Cuba. Ve llegado el momento E
de proseguir sus Episodios Nacionales, interrumpidos en 1879. En ellos O
podrá hallar la explicación más certera, con el largo discurrir de la vida n
nacional, de las causas que han conducido al desastre final.
En el gran escritor anida el ingente proyecto de reanudar y concluir la
historia española decimonónica, adentrándose, incluso, en los primeros n
años del siglo xx. Cuando ya había dado a luz su Último Episodio Cáno- 0
E
vas, y se halla prácticamente ciego, aún persiste la ilusión de dar cima a 3 w su obra. En una entrevista concedida a El Caballero Audaz, en 1914, y
a propósito de ser preguntado por sus proyectos políticos y literarios, res-ponde:
(<Políticos, ninguno ... Literarios, por el momento tengo idea de
hacer dos obras de teatro para el año próximo ... Novelas, no.. . Me faltan
tres episodios, que serán Sagasta, Cuba y Alfonso Xlll. Tengo el propósi-to
para hacer el segundo, de irme a la isla de Cuba a pasar allí dos me-ses
para documentarme bien)) 25. Al referirse a la elaboración de Alfonso
X111 como cierre de sus Episodios, cuando este monarca ha iniciado
su reinado en el siglo xx, no podemos dejar de preguntarnos si el escri-tor
intuía que con este rey concluía el período histórico de la Restaura-ción.
24 La España de ayer y la de hoy ..., pág. 89. La conferencia fue leída en francés,
pero inmediatamente traducida y publicada en español por la propia autora.
25 El caballero audaz, '(Nuestras visitas, Pérez Galdós,,, La Esfera, núm. 3, 14 d e ene-ro
de 1914.
m BIBLIOTECA Galdosiana
A diferencia de lo que ha ocurrido en sus primeras series de Episo-dios,
en las que la mentalidad del joven escritor era apenas perceptible,
en las últimas, las ideas de s u autor cobran inusitado protagonismo. Sólo
teniendo en cuenta esa directa intervención podemos comprender el
escepticismo y pesimismo muy noventayochista que invade las páginas
destinadas a narrar los acontecimientos de la revolución de 1854, o la
supervaloración de las clases bajas hecha en este y en los Episodios si-guientes.
En ellos aflora el estado de animo y las ideas del so~ialista
actual que es Galdós, pero que no corresponden con las propias del
momento histórico narrado.
Para testimonios más directos habrá que esperar a los primeros años
de la nueva centuria. Entre ellos cabe destacar el drama Alma y Vida, m
estrenada en 1902, y el artículo titulado ~Soñemos, alma , soñemos)~ D
aparecido en el primer número de la revista Alma española (1903). E
En Alma y Vida, simbólicamente, Galdós representa a España encar- no
nada eri la endeble y enfern-iiza protagonista, soberana de un extenso
señorío, allá por los anos finales del siglo xviii. Desea ésta unirse en ma- E
trimonio con Juan Pablo, el valiente, vigoroso y noble representante del E
2
pueblo, de cuyo enlace ella espera recobrar la vida que le falta y la sal- -
vación moral y material de sus súbditos. Pero, antes de celebrarse el
matrimonio la joven duquesa muere. 3
La obra no tuvo éxito. La mayor parte del público y críticos no com-
- -
0
m
prendieron la alegoría del drama, lo que obligó a su autor a desvelarla E
en un prólogo introducido al publicar la obra. En él revela la intención o
que ha presidido su última aportación teatral. : [(Nació Alma y Vida -nos n
dice- del pensamiento melancólico de nuestro ocaso nacional^^ ... (~Impo-sible
-anade- terminar el acto en boda, pues ¿cómo habíamos de ca-sar
a Juan Pablo con una muerta? Harto simbolismo es dejarle vivo, con A
n
la particularidad, muy clara en toda la obra, de que representa la porción
n
n
E
del país que no padece parálisis ni caquexia)] 26. 5
Todavía más escéptico y pesimista se va a mostrar Galdós en su
artículo ~~Sonemoasl,m a, sonemos~~En. él desea y espera la regeneración
española. Pero no puede evitar las dudas que le asaltan como conse-cuencia
d e s u larga experiencia. Así, como paciente observador de la
vida nacional, verá la regeneración española, rriás que corno una espe-ranzadora
posibilidad, como un sueño. Un hermoso sueño al que tam-bién
tienen derecho los pueblos desdichados. uiDesgraciado el pueblo -
se lamenta- que no tiene algún sueño constitutivo y crónico, norma
para la realidad, jalón plantado en las lejanías de su camino^^ 27.
Una visión mas pesimista que la que anima a D.a Emilia es la que con
gran claridad se percibe en el escritor al final de s u vida. Ella es, sin
duda, la que le inspirará las amargas palabras dirigidas a un impertinen-te
periodista cuando éste le preguntó para qué había asistido al Parla-
26 Alma y vida. Prólogo, o. c., Aguilar, vol. VI, pág. 941.
27 0. C., VI, pág. 1551.
V CONGRESO Galdosiano m
mento durante tantos años. Galdós se volvió lentamente y clavando sus
ojos, casi ciegos, en su interlocutor, respondió en tono triste y dolorido:
<(Para darme cuenta de que Espana no tiene arreglo)).
Hemos visto como tanto en Galdós como en la Pardo Bazán, sobresa-lientes
figuras de su generación y de las letras españolas de todos los
tiempos, existen notables puntos de coincidencia por encima de diferen-cias
temperamentales, circunstanciales o ideológicas. Son afinidades
atribuibles, como decíamos, a su talento, capacidad de observación, sin-ceridad
y espíritu liberal. Cualidades a las que hay que añadir su gran
amor al trabajo, en el que prioritariamente cifran la posible regeneración
espanola y, por último, su patriotismo. Conjunto coincidente al que en
definitiva se deberá la justa descripción e interpretación de la vida espa-ñola
durante el período que les ha tocado vivir.
Son vidas cronológicamente paralelas. Vidas que unas veces se se-paran
y otras, las mas, convergen. Les une por encima de todo, su
consagración apasionada al mundo de las letras dentro de las mismas co-rrientes
y su amistad. Una amistad imperecedera aureolada, en alguna
ocasión, por el amor.