V CONGRESO Galdosiano m
EL DESASTRE DEL 98
Julián Avila Arellano
L a solucibn del enigma que voy a
proponerles pasa porque repensemos nuestra consideración del realis-mo-
naturalismo decimononico y, muy en especial, el Galdosiano. Se tra-ta
de la aún no averiguada presencia en la creación literaria de Galdós
de todo el proceso autonomista e independentista cubano mientras este
ocurría. Por supuesto que no se trata de tratamientos explícitos y direc-tos
del tema l .
' De sobra son conocidos, todos sus biógrafos lo tratan, las íntimas conexiones per-sonales,
familiares y profesionales de este escritor con Cuba. Conocía de primera mano
los problemas de la colonia e, incluso, en 1914 tuvo como proyecto el realizar un Epi-sodio
Nacional con ese título, Cuba, tan emblemático, en el que recogería el período
comprendido entre 1868-1902. En la década de los 80 (9 de noviembre de 1884 y el
25 de febrero de 1885) Galdós enviaba dos artículos a La Prensa de Buenos Aires: Cuba-
Filipinas y Furor colonial y otros furores (Benito Pérez Galdós, Obras inéditas. Or-denadas
y prologadas por Alberto Ghiraldo. Vol. VI. Cronicón (1883-1886). Madrid, Re-nacimiento,
(19241, págs. 63-72 y 157-162) sobre los problemas económicos de las co-lonias
españolas y sobre el furor colonial de los europeos. En 1914 en una entrevista
que le hizo JosG Mdríd Carrelero Rovillv para La Esfera erilre s u s respueslas Claldós rna-nifestaba
estos proyectos literarios entre los que se encuentra la intención de recoger
las dos guerras independentistas cubanas en un Episodio Nacional: f'[ .... ) por el momen-to
tengo idea de hacer dos obras de teatro para el ano próximo: pero eso está todavía
en el secreto de la gestación espiritual ... Novelas, no ... Me faltan tres episodios, que
serán Sagasta, Cuba, y Alfonso XIII ... Tengo el propósito, para hacer el segundo. de irme
a la isla de Cuba a pasar allí dos meses para documentarme bien.') (La Esfera, 14 de
enero de 1914, págs. 1-2.) Solo conozco los trabajos de dos Galdósistas que se han
aventurado por estos derroteros del tema hispanoamericano dentro de la obra de Gal-dós.
En ellos se realiza un recuento incompleto y catalogación de más de medio cente-nar
de referencias puntuales presentes a lo largo de su obra, que no llega al tratainieii-to
en profundidad que propongo. Véanse Angel del Río, (<Notas obre el tema de Améri-ca
en Galdóst~,e n Nueva Revista de Filología Hispánica, XV, 196 1. Reimpreso en Estu-dios
Galdosianos. New York. Las Américas, 1969. págs. 1 19- 139. Sebastián de la Nue7,
"Algunas relaciones de Galdós con la América Hispana)), en Actas del 1 Simposio de Lite-ratura
Espariola. Salamanca del 7 al 11-V-1979, ed. Alberto Navarro González. Salaman-ca,
Cdcs. Universidad de Salamanca, 1981, págs. 119-135. lo., "El tema de América en
el teatro de Cialdos", en Homenaje a Pedro Sainz Rodriguez, 11. Madrid, FUE, 1986, págs.
46 1-472. ID., Galdós y América. Lección inaugural. Curso 1988-1 989. La Laguna, Uni-
m BIBLIOTECA Galdosiana
La actiialidad cubana desde 1868 hasta 1905 impregna como tal de
contenidos alegóricos las parábolas narrativas y teatrales de Galdós, pero
no se manifiesta explícitamente ni en esta obra ni en otras manifestacio-nes
paraliterarias, exceptuando las ya indicadas.
El fenómeno está ahí, desafiante, a la espera de que lo colonicemos.
La situación recuerda mucho a las parábolas bíblicas con sus dos planos
isotópicos, el superficial directamente accesible para el lector o el estu-dioso
de esta obra, y el profundo, el alegórico, sólo para los iniciados y
elegidos. Y a veces, ante el escepticismo que pueden suscitar este tipo
de estudios, se vienen sin querer a la memoria aquellas duras palabras
de Cristo del Evangelio de San Mateo, capítulo 13, versículo 16: (<Porque
se ha endurecido el corazón de este pueblo, y se han hecho duros de
oidos, y han cerrado sus ojos, para no ver con sus ojos y no oír con sus
oidos, y para no entender con su corazón..
El tema, sin embargo, suscita interesantes cuestiones sobre este tan
trillado realismo decimonónico. Por ejemplo, se suele insistir mucho en
la actitud de objetividad y de impersonalismo del escritor realista, pero
no se hace tanto hincapié en cambio sobre la necesidad de un talante
similar en el destinatario. Y así, se ha pasado por alto la capacidad com-prensiva
de una sociedad, la de Galdós, en la que primaban -sobre todo
en el espectáculo teatral- los gestos grandilocuentes, melodramáticos,
neorrománticos, de un Rafael Calvo y Revilla o de la extraordinaria ver-satilidad
de María Guerrero Torija.
Contaminados también del psicologismo y del poder omnimodo ac-tual
del creador sobre su obra, ya hemos olvidado que, como propone
el profesor Laureano Bonet, entonces *<ealf án por analizar los conflictos
generales y particulares de la sociedad decimonónica igualaría la litera-tura
de ficción y la historia ante los ojos del escritor realista del pasado
siglo)) Es decir, que hemos perdido la conciencia de la actualidad his-tórica
que debería estar presente en la creación Galdosiana, a no ser que
reduzcamos esa presencia a los elementos costumbristas y melodramá-ticos
que componen el plano superficial de sus contenidos, pues a los
referentes históricos más o menos remotos no creo que se les deba con-siderar
actualidad del narrador. Porque, por un lado, creo que una esti-mación
tal dejaría bastante mal parado al realismo Galdosiano, casi
cercano al sentimentalismo melodramático y demagógico de la narrativa
social de la Sociedad Literaria de los Ayguals de Izco. Y, además, nos
encontrariamos con un escritor cuyas tres cuartas partes de su produc-versidad
de La Laguna, 1988. Personalmente llevo varios años investigando este simbo-lismo
hispanoamericano como actualidad operativa y pregnante en los contenidos y ras-gos
expresivos de sus creaciones según se puede encontrar sobre todo en El personaje
femenino del teatro de Benito Perez Galdós. Una aproximación al simbolismo histórico
del escritor. Madrid, Universidad Complutense, 1992, págs. 657-832 y 921-997, y por
extenso en La historia lógico-natural de los españoles de ambos mundos de Benito Pé-rez
Galdós. Las Palmas, Excmo. Cabildo Insular, 1993.
Vid. L d ~ W i l l O BONET MOJICA, De Ualdós a Robbe-Griliet. Madrid, Taurus, 1972,
págs. 32-33.
V CONGRESO GaldósIARO m
ción -46 Episodios y una quincena de novelas y dramas-, construidos
sobre referentes históricos claramente perceptibles, debería ser conside-rada
histórica y, como tal, más romántica que realista.
Hay que estar, sin embargo, creo, mas de acuerdo en este punto con
el profesor Amado Alonso cuando afirma tajantemente que la obra gal-dosiana
no es histórica porque ni recupera el pasado arqueológicamente
ni se queda anclado, evadido, en él. Hay que reafirmar el sentido pros-pectivo,
ucrónico, de toda ella. La tensión por la cual los referentes
históricos o biográficos que soportan sus arranques diegéticos, se van
desenvolviendo orgánicamente hasta proyectar la luz de su experiencia
ya explícita en un presente homogéneo, para transcenderlo en un futuro m
mejor diseñado. D
No se puede leer impunemente la obra de Cialdós en la actitud frívola E
y personalista que el Modernismo ha generalizado en nuestra época. Es O
n
pieciso tener al lado uri buen libro de IIisloria. Aaí erilenderemos que la $
actualidad que alimenta el realismo-naturalismo de Galdós no es Trafal- E
gar, el reinado de Carlos IV, la Guerra de la Independencia, los reinados E
2
de Fernando VIL María Cristina de Borbón, Isabel Il o las Guerras Carlis- =
tas y los pronunciamientos, motines y revoluciones de estos períodos. La 3 actualidad de Cialdós es la clase media revolucionaria del final del reina- -
do de Isabel 11, la Revolución del 68 y el Sexenio Revolucionario, la Pri- - 0
m
mera República, sus cantonalismos y su amansamiento posterior, la Res- E
tauración, la Guerra Grande cubana o primera guerra independentista, la O
Guerra carlista, los gobiernos consensuados y el turno pacífico de los g
n
partidos de los 80, el fracaso de los proyectos autonomistas para las a
colonias entre 1880 y 1894 -proyectos tan cargados de intereses tor- L
A quemadescos-, el regeneracionismo finisecular, la segunda guerra inde- n
pendentista cubana, el Desastre del 98, el relevo colonial de los Estados 2
Unidos, los rebrotes clericales y el intrusismo militar en los primeros 5
anos del reinado de Alfonso XIII, el republicanismo y el socialismo hasta O
llegar a tocar los preliminares de la Guerra Civil del 36 en las turbulen-cias
económicas y políticas de la Primera Guerra Mundial y en los enfren-t
ami ento~s ociales d e 19 17.
Y ahoia volvernos al enigma del principio, porque yo preyurilaría si
alguien es capaz de señalar alguna manifestación explícita en la que
Galdós o Clarín nos digan qué están escribiendo sobre la Revolución del
68 o sobre la Primera República, sobre Amadeo, sobre la Restauración,
sobre Alfonso XIl, sobre Cánovas, Sagasta, Alfonso XIII, Melquiades Al-varez
o Pablo Iglesias.
El realismo de estos escritores les hace igualar historia y literatura de
ficción, como dice Laureano Bonet, pero se podia matizar más un proce-so
cosmovisionario que se ha venido consolidando desde los primeros
artículos costumbristas románticos. La actualidad alimenta, estimula la
Amado ALONSO," LO español y lo universal en Galdósl', en Materia y forma en poe-sía.
Madrid, Gredos, 1965, págs. 230-256 [sobre todo, págs. 243-2453.
m BIBLIOTECA Galdosiana
expresión artística, pero ésta para conseguir su plena realización como
obra de arte, ha de servirse de otros modelos más explícitos. La actuali-dad
por su propia naturaleza de ser un presente en proceso de autorrea-limcihn,
no dispone del rostro definido que precisaría para ser aprehen-dida
y transportada tal y cual es a la expresión literaria.
He aquí que nos encontramos con una de las claves más relevantes
del realismo Galdosiano. Los referentes históricos, los señalados mas
atrás, y otros biográficos, que no podré tratar aquí, son esos moldes, ese
plano superficial en el que aflora por resonancias y sobrecargas simboli-zadoras
una actualidad que acaba por este medio de perfilarse en sus
rasgos peculiares, casi al mismo tiempo que esta ocurriendo. El ideal es
que la máscara ficticia, melodramática y costumbrista que proporciona "7
D
el referente histórico o biográfico se acople perfectamente con la actua- E
lidad que se desea materializar sugiriéndola, pero esto no suele ocurrir O
frecuentemente, a pesar de la sensación de veracidad histórica que nos n B
producen los tratamientos Galdosianos de esos referentes. Como vere- E
mos, además d e las coincidencias cronológicas que precisa este método 2E
de I e~ur islur c ~ i v ~I eia lista, también s e producen fuertes desviaciones -
interpretativas, que son igualmente ilustrativas acerca de los contenidos
alegóricos de actualidad que contienen las parábolas Galdosianas. 3
Pasemos sin más preámbulos a lo especifico de esta exposición. En - -
0
el período que rodea el desastre del 98, desde el comienzo de la Última m
E
guerra independentista hasta la consolidación constitucional de la Isla O
bajo la protección norteamericana en 1905, la presencia del tema y de g
la preocupación colonial de Galdós resulta evidente, si se contempla te- n a niendo en cuenta esos indicadores mencionados que son la cronología, L
las coincidencias diegéticas y las desviaciones interpretativas. A n
De los planes -segun los llama Galdós 4- que hasta ahora ha con- n
n
fecclonado para recoger en su producción literaria esta actualidad cuba-
5 na, en estos Últimos años se van a repetir dos, el del autonomismo pro- O
longado en independentismo, y el de los torquemadas para tratar a los
nuevos amos y administradores norteamericanos.
El plan autonomista -que también se podría llamar esquema actan-cial,
dada la persistencia del modelo melodramático en el reparto de fun-ciones
que soportan los personajes-, era lo más frecuente en el primer
período de la Guerra Grande cuando las tropas peninsulares, entreteni-das
con los cantonalismos y el carlismo interior, no podían acudir al te
rritorio cubano, quedando los hacendados desprotegidos y desesperados
ante las impunes devastaciones y tropelías de los insurrectos.
tialdós, yendo entonces, como siempre, al fondo moral de los acon-tecimientos,
traducía simbólicamente estas posiciones de reivindicación
autonomista frente al despotismo económico exasperado de los patriar-cas,
con esquemas actanciales de fuerte contenido sentimental.
',Para mi el estilo empieza en el plan. Dentro de un asunto, lo que acepto, lo que
rechazo; lo que va a entretenerme y a divertirme, según vaya escribikndolo". Luib BELLO,
$'ParéntesisA. niversario de Cialdós. Diálogo antiguo^^, El Sol, 4-1-1920, pág. 1 .
V CONGRESO Galdosiano m
Jóvenes corno Pepe Rey acababan Lrágicarrierite ante la insensible in-temperancia
de los mayores, pretendiendo inútilmente una promoción
personal y social que se materializaba en afanes amorosos, símbolos
psicológicos y morales de los afanes autonomistas.
Si observamos los argumentos de las dos primeras novelas históricas
y los de la primera serie de los Episodios, se podría replicar que tales
fracasos corresponden a la crisis histórica del liberalismo español penin-sular
en las primeras décadas del siglo xix, que es el soporte y referente
histórico de tales argumentos. Pero a ello, a su vez, se le podría propo-ner
como contrarréplica que el mismo problema estaban viviendo los
cubanos en la actualidad del escritor de los años 70, con la diferencia
de que las motivaciones ideológicas que sustentaban el despotismo tra-dicionalista
en la Península, en el territorio colonial lo eran de exclusivis-mos
socioeconómicos contra una masa de esclavos cuyas pretensiones
liberalizadoras se sentían como la muerte definitiva del sistema econó-mico
de la Isla fundamentado en las explotaciones extensivas e intensi-vas
de los monocultivos.
Con la Restauración y la llegada masiva de los soldados peninsulares
a la Colonia, el sistema actancial propuesto cambia de actuantes, aun-que
no sus funciones principalcs. En una primera fase, entre 1876 y el
Convenio del Zanjón de 1878, el enfrentamiento entre hacendado e in-surrecto
se transforma en guerra civil entre insurrectos y sus hermanas-tros
los guerrilleros cubanos aliados ahora con las tropas peninsulares.
El paralelismo de esta actualidad Galdosiana con los enfrentamientos
peninsulares entre liberales y tradicionalistas se repite, y, distinguiendo
del mismo modo sus componentes ideológicos y/o económicos, vuelven
a solaparse el período fernandino y esta segunda fase de la historia cu-bana.
El guerrillero tradicionalista se identifica con el guerrillero cubano
-voluntarios de la propiedad y tropas peninsulares-, que defienden los
privilegios socioeconómicos y políticos de los hacendados. El liberal
Monsalud, con el insurrecto que busca su liberalización autonomistas
frente a aquéllos.
Los enfrentamientos entre los dos hermanos Carlos Navarro y Sal-vador
Monsalud concluyen, casualmente, al tiempo que se firma el
Convenio del Zanjón. Ahora los desarrollos diegéticos inician nuevos de-rroteros.
Después de recibir este insurrecto liberal que es Monsalud la le-gitimación
social y la mitad de la herencia materna en Los Apostólicos
de la primavera de 1879, comienza para él otra competencia, ahora bre-ve
y pacíficamente terminada a SLI favor, con el honrado comerciante
Benigno Cordero por la mano de la dulce Solita Gil. Es una intriga senti-mental
cuya simbologia se ciñe muy bien al tono predominantemente po-lítico
y no económico que tiene el desenlace del reinado fernandino en
la década de los 30, que es el referente histórico de la narración. Pero
también coincide no con la realidad peninsular, en la cual tales opciones
son insignificantes después de la Restauración, sino con el resultado de
las negociaciones del Convenio del Zanjón en Cuba, ya que por la pro-
m BIBLIOTECA Galdosiana
pia naturaleza gcografica y social de la Isla, lo político y lo económico
son los dos pilares de s u subsistencia histórica. Galdós consideró que ha-bían
primado en las deliberaciones los intereses políticos sobre los eco-nómicos,
o, al menos, e1 lo prefirio así, segun volveremos a encontrar en
la década de los 90, cuando en dramas como La de San Quintín hace
que el futuro renovador de la Isla se encuentre en los activistas politico-militares
y no en los comerciantes y hacendados.
Mientras tanto se levantan las partidas que van a protagonizar la Gue-rra
Chiquita hasta 1880, anuncio amena7ador del estallido que se
producirá en Baire quince anos mas tarde. Al calor de esta actualidad Gal-dos
terminará la serie con Un faccioso más y algunos frailes menos, re-cordando
el comienzo de la nueva fase bélica carlista, mientras queda-ba
atrás el furibundo Carlos como primer encuentro violento del tradi-cionalismo
con la modernidad, el que corresponde a la Guerra de la
Independencia y a los dos reinados de Fernando V11. O lo que es lo mis-mo,
en clave de actualidad, la derrota del despotismo conservador de ha-cendados
y guerrilleros cubanos ante las garantias liberalizadoras que
había dado Martinez Campos en el citado Convenio de 1878.
Insisto en el hecho de que todo este desarrollo interpretativo del sim-holismo
Galdosiano se fundamenta en el principio de la actiialidad romo
contenido necesario en la creación realista, y en las coincidencias cro-nológicas
y diegeticas que se pueden detectar en estas apreciaciones ma-crotextuales
de los diferentes bloques de su producción.
Entrando ya en el periodo que nos ocupa de 1895 a 1905 con la ex-periencia
iluminadora de los análisis establecidos y con los indicadores
de las coincidencias apuntadas, nos encontramos, segun esa apremian-te
actualidad que es condimento necesario para la creación realista, con
la recuperación de aquellos esquemas actanciales autonomistas prime-ros,
mezclados con algunos de guerra civil fratricida.
La ferocidad de estos últimos solo se da en el drama La fiera de fina-les
de 1896, coincidiendo con la guerra de destriirción total que Weyler
y los insurrectos están realizando entonces en la Isla. El argumento está
tomado, como era de esperar, de un suceso que había dejado sin desa-rrollar
en Los cien mil hijos dc San Luis5, el episodio compuesto a prin-
Exactamente al final del capitulo V, y se trata de la derrota de los tradicionalistas
y conquista de La Seo por el general liberal Mina -insurrecto autonomista-, diríamos
hablando en clave colonial. Indudablemente no podía Cialdos recordar este episodio vic-torioso
para los liberales, en una actualidad cubana del todo contraria, es decir, cuando
los invasores del general Marliriea Campos y los yuerrilleros, es de&, el bando rnks con-servador
estaba barriendo a los insurrectos cubanos y preparando el Convenio del Zan-jón.
El narrador se salta limpiamente el incongruente episodio que se encuentra dentro
del referente histórico que está siguiendo, con estas sencillas palabras: .Nota del autor:
Aquí concluye el primer fragmento de las curiosas Memorias.
Como el segundo se refiere a sucesos ocurridos en la primavera del 23, resultando
una interrupción de siete meses, nos vemos en la necesidad de llenar tan lamentable
vacío con relaciones propias, que abreviaremos todo lo posible para que no echen de
menos por mucho tiempo las aventuras de la dama viajera, contadas por ella misma.,>
V CONGRESO Galdosiano m
cipios de 1877, cuando lu riiisrrio quc eri el liernpv de Weyler, aunque
no del mismo modo, la presencia del conservadurismo militar y econó-mico
español peninsular se volvía a hacer sentir, con Martínez Campos,
en aquellos territorios, reuniendo, como en 1823, a guerrilleros cubanos
y tropas invasoras, como entonces se unieron tropas francesas y parti-das
de tradicionalistas. El drama, además, incluye otro elemento muy
revelador de la situación cubana de 1896, la presencia del espionaje y
la conspiración desde instancias extranjeras, aludido ya en Doña Perfec-ta
y en Un voluntario realista, por ejemplo, pero cada vez más patente y
activo en la medida en que se acerca ese desencadenante final que es la
interesada voladura del Maine.
En el resto de los argumentos, si exceptuamos el de Torquemada y
San Pedro, en el que repite Galdós la apreciación que ya he adelantado
en La de San Quintín de la situación terminal de estos hacendados de-cadentes,
predomina el esquema autonomista, curiosamente remodela-do
ahora en el sentido independentista que impone la nueva situación
de los años 90.
Para recoger esta nueva actualidad histórica el creador elimina aque-llos
inmediatos e inapelables finales trágicos primeros, y permite que los
jóvenes amantes puedan encontrarse y convivir durante un cierto tiem-po
logrando efímeramente la realización de sus ilusiones y, con ello, su
ensayo de promoción histórica. Para Galdós, sin embargo, esta sensación
de independencia es una ilusión pasajera, como de hecho lo fue si tene-mos
en cuenta que la salida cubana del protectorado español en 1898
supuso su caída en el norteamericano hasta 1959, y en el comunista
soviético después.
Por esto coloca la convivencia de estos jóvenes -Nazarín y Halma
serán rasos esperiales que nn es posible tratar ahora- en unas condi-ciones
de precariedad económica y social insostenibles, situación que
los impulsa a comportamientos desesperados, y a caer en redes senti-mentales
ajenas que acaban con su ensayo independentista. En estos
fracasos y rupturas amorosas que afectan a jóvenes como Federico Vie-ra,
José León, Rafael Arista Potestad, Fernando Calpena, Juan Pablo Cien-fuegos
o Mariucha de Alto Key, aparecen siempre, y sólo en ellos, unos
curiosos personajes exóticos, cosmopolitas, avecindados en un contex-to
social con el que no se sienten vinculados de ninguna manera perso-nal
ni afectiva, los cuales por esta peculiar forma de ser, por la oportuni-dad
de su frecuente presencia, y por su función perturbadora dentro del
desarrollo sentimental de los argumentos, creo que no es difícil sentir-
Continúa una crónica breve de como Mina entra en La Seo seis meses mas tarde y
se eri~uenlrde n und profunda m¿i.miorra a Salvador Monsalud, y, después, las negocla-ciones
que lleva Jenara de Baraona en la Corte francesa de Luis XVlll para ultimar los
preparativos de los cien mil, y comenzar la invasión y, con ella, la huida y derrota de
Ins liberales-insurrectos En pocas páginas no sólo ha obviado la victoria liberal, sino
que ha iniciado su derrota definitiva, como en realidad estaba ocurriendo en la Cuba de
1877. Asi manda en Galdós la actualidad sobre los referentes históricos.
BIBLIOTECA Galdosiana
los como resonancias del intervencionismo norteamericano en el conflic-to.
Recordemos a Augusta Cisneros, a Feliciana, Lucrecia Richmond, Ja-coba
Zahón, la marquesa amiga de Laura de Ruydíaz y a Teodolinda, hija
y viuda de negreros.
Los desenlaces varían segun la actualidad de cada momento. Pueden
ser justicieros como en Los condenados, Doña Perfecta y Zumalacárre-gui.
O regeneracionista, como en la comedia Voluntad. Esta obra y Dona
Perfecta nacen en la pluma de Galdós al calor de la confianza que le
merecen las actitudes pacificadoras del Martínez Campos de 1878, pre-sente
en Cuba un mes más tarde de la proclamación de la 11iCuba libre!))
en Baire. En la comedia los jóvenes lsidora Berdejo y Alejandro Hermann
vuelven a la normalidad social madurando con su experiencia después
de haber pasado un tiempo de vida libertaria. También es lógico que el
significado histórico del Martinez Campos de 1878 le recordaran ese ar-gumento
de Dofia Perfecta en el que recogib las intenciones regeneracio-nistas
morales y administrativas coloniales que proliferaron en 1876
como escarmiento de la insurrección que comenzaba entonces a ser
derrotada.
Entre la novela original y su actual versión teatral existen diferencias
que suelen pasar desapercibidas 6 , pero resultan muy esclarecedoras res-pecto
del sentido simbólico de actualidad que vengo proponiendo. En la
brevedad que exige esta exposición yo señalaría dos. La presencia des-de
el principio del desarrollo diegético de la acción insidiosa y perturba-dora
de Remedios Tinieblas, presencia que en la novela sólo aparece y
de un modo bastante inesperado al final, muy cerca de1 desenlace. E1
patrlarca hacendado, en este caso dona Perfecta, pero tambien Santiago
Paternoy de Los condenados, Isidro Berdejo de Voluntad, el marqués de
Tremp de La fiera, y don Rodrigo Arista Potestad en E1 abuelo, quedan
ahora significativamente desplazados, superados, por estas clases me-dias
isleñas, guerrilleros, burócratas y antiguos criados, que viven la ilu-sión
de apoderarse de las propiedades de sus despilfarradores amos y
que son especialmente sensibles a los cantos de sirena provenientes,
como les ocurre a los vergonzantes jerusanos, de los territorios vecinos
del Morte por las rnejores>xpectativ~s económicas que ofrecen.
El otro aspecto novedoso e igualmente significativo recoge la ya pa-tente
presencia conspiradora de los Estados Unidos en el territorio
colonial. Veamos c6mo aparece sugerida esta nueva circunstancia en la
adaptación. En la narración de 1876 Pepe Rey tiene su breve acceso a
Rosarito Polentinos apoyándose en la estratagema que urde su amigo el
militar Pinzón. Sustituyéndole, disfrazado, en el usufructo de la habita-
" Pasan desapercibidas porque creo que no se enfoca su estudio comparativo desde
la perspectiva adecuada. Y no es adecuada la que no tiene en cuenta este sirnboiisino
de actualidad que estoy resenando. Véase, a pesar de todo, el estudio sugerente de
Luciano Ciarcia Lorenzo, f6obre la técnica dramática de Galdós: Dona Perfecta, de la
novela a la obra teatral", Cuadernos Hispanoamericanos, núms. 250-252, 1970-197 1 ,
págs. 445-47 1 .
V CONGRESO QALDOSIANO m
ción que la patriarca ha cedido a aquél en su vivienda. Entonces son los
ejércitos peninsulares los que tratan de solucionar, liberalizando su or-ganización
social, la crisis cubana. En el drama, en cambio, la actualidad
ha cambiado y esto repercute en la organización expresiva. Es el exótico
Juan Tafetán, gran enamorador, el que con sobornos e intrigas consigue
los servicios de Librada la criada que propicia la reunión de los amantes
llevando y trayendo papelitos. Es también Juan Tafetán el que, además
de alentar la inquina de Pinzón, Vargas y Pepe Rey contra la dictadora,
urde también la estratagema de que el herrero le fabrique un duplicado
de la llave del portillo de la huerta por el que entrará el protagonista
desobedeciendo las recomendaciones de su padre a encontrarse con el
tiro de Caballuco.
Como se puede ver, Tafetán tiene un gran poder de persuasión. Con-vence
a la criada y al herrero, se ha ganado la confianza de estos cria-dos
de la oligarquía, alienta los comportamientos desestabilizadores,
arma sus estrategias con toda impunidad. Y, sin embargo, es un sujeto
exótico, sin vinculaciones de ningún tipo con la sociedad orbajosense,
quitando las meramente burocráticas de su profesión. Me parece que la
oporlunidad de su a p a r i ~ i he n 1896, su parli~ularr riodo d e ser y s u s
actividades presentan evidentes resonancias conspiratorias inexistentes
en la actualidad de 1876, con lo cual su sentido simbólico apuntando a
los conspiradores norteamericanos del momento en Cuba, parece que es
poco cuestionable.
La decrepitud de estos patriarcas, su relevo por antiguos sirvientes
que han medrado a su costa y que ahora les traicionan volviéndose ser-viles
hacia el oro norteamericano, resulta ya evidente para Galdós en
1897 cuando construye esos dos formidables argumentos que son El
Abuelo y Misericordia. El simbolismo sociopolítico cubano produce sen-saciones
de agobio y repulsa cuando nos encontramos en el recargado
amblente de esa vergonzante Jerusa, castrada ya en todo lo que toca a
la honorabilidad de sus principios, lo único que el intemperante y decré-pito
protagonista intenta encontrar y dilucidar en ella. Más opaco resulta
ese oro norteamericano en el inesperado y casi mágico cambio de fortu-na
de la también decadente Frasquita Juárez de Zapata, con la reapari-ción
de esa Remedios Tinieblas redivida que es la despótica nuera
Juliana. Esa sorprendente herencia que en una lectura superficial sólo
encuentra su explicación en la mágica virtualidad del lenguaje literario,
sin perder su calidad expresiva, transparenta estímulos genéticos que re-sultan
familiares cuando la contemplamos a través de este intrusismo
norteamericano en la historia de la Colonia, a través de la presencia exas-perante
de la infame Lucrecia Richmond según la acaba de presentar
nuestro escritor en E/ Abuefo.
Terminaré con unas breves consideraciones sobre la Última fase de
esta presencia de la actualidad cubana en las preocupaciones creativas
de Galdós, la fase norteamericana de los nuevos administradores, des-pót
ico~e insensibles. de la Colonia.
m BIBLIOTECA Galdosiana
Ya comenzaba a insinuarse la presencia de estos nuevos amos ~made
in USA>)p, odríamos decir, según la apreciación del escritor, en la ya cita-da
Kemedios Tinieblas de Dona Perfecta, en los vergonzantes jerusanos
de El abuelo y en la tiránica Juliana de Misericordia. Tras el Desastre del
98 estas innovaciones se consolidan en personajes que siguen los crite-rios
de eficacia económica según el modelo de Francisco Torquemada,
pero diferenciados cualitativamente de estos antecedentes en su fría y
distante ~~profesionalidada)d>m inistrativa.
El proceso resulta sumamente instructivo. En los años 70 conocimos
a toda una serie de patriarcas intemperantes que mantenían con vigor
sus trágicas convicciones y decisiones ideológicas. Ahí están las Porreno,
Gibraleón, doña Perfecta, los Lantigua, la Rumblar, Fernando Ciarrote y
Miguel de Baraona, por no citar mas que a los señeros. En los 90 nos
los volvemos a encontrar, mucho mas decrépitos, marcados sobre todo
por su decadencia económica y por la sombra que empiezan a hacerles
sus insidiosos vasallos. Ahí nos encontramos a dona Sales Monegro, Car-los
Cisneros, Tomas Orozco, los Buendía, los Moncada, los Aguila, San-tiago
Paternoy, nuevamente a una Perfecta más decrépita y disminuida,
el marqués de Tremp, Isidro Berdejo, Frasquita Jiiárez de Zapata y Roriri-go
Arista Potestad. Entre las grietas de sus ruinas va naciendo una nueva
generación, más activa y pragmática, que muestra las dos caras que las
circunstancias le permiten sentir al escritor. Una de ellas es agradable,
gratificante, progresista en su modernidad. La otra, plasmada emblemá-ticamente
en el rostro moral de Francisco Torquemada, es repugnante y
grotesca, masa informe de ignorancia y de avaricia materialista, en la 1í-nea
que seguirán después- la citada Remedios, los jerusanos, Juliana y
otros como los decrépitos Carlos Moreno, César Buendía.
Lo que ahora aparece, sin eliminar del todo estas deformaciones es-perpénticas,
presenta unos rasgos particulares muy específicos. Me refie-ro
a la función de administradores y de destinadores en conflictos amo-rosos
que tienen personajes de la tercera serie de los Episodios como la
jorobada monstruosa, prestamista y joyera que guarda a Aurora Negretti
al principio de Mendizábal, y que tiene el sonoro nombre de Jacoba Za-hón;
a los Arratia de Bilbao, a Pilar de Loaysa y su delegado el sacerdote
taurófilo Pedro Hillo. También hay que señalar al malvado y astuto Dá-maso
Monegro, derrotado por el levantamiento popular que organiza
Juan Pablo Cienfuegos -también doña Sales se apellidaba o pertenecía
a la familia de los Monegros y no creo que sea una simple coincidencia-en
Alma y vida (I902), al más ecuánime aunque no menos maquiavéli-co
Horacio de la tragedia Bárbara (1905), por no seguir con la jesuitona
doña Juana Samaniego de Casandra y su similar la dona Malva de Los
bandidos.
Lo peculiar de estos administradores, además de lo acotado de su
aparición en la obra Galdosiana en estos primeros anos del cambio colo-nial
producido en la Isla, es la independencia de sus personas y de sus
funciones, una cierta honorabilidad positivista, podríamos decir, que les
V CONGESO Galdosiano m
aleja del servilismo endógeno de los citados antecedentes finiseculares,
la frialdad con que ejercen su responsabilidad y el poder omnímodo que
tienen sobre las vidas y haciendas de sus administrados. Bajo su domi-nio
directo se encuentran los restos decrépitos del antiguo patriarcado,
y las jóvenes que encarnan y sostienen la continuidad espiritual de la
sempiterna Colonia. Contra ellos nada pueden los intentos revoluciona-rios
de los jóvenes enamorados. De todo los argumentos dedicados por
el escritor a este relevo colonial, seguramente el más emotivo sea la de-clarada
presencia simbólica de esa decadente Laura de Ruydiaz que
muere para evitar, como Santa Juana de Castilla hará después, que por
ella sus subditos vuelvan a despedazarse en otra guerra civil, y de la que
dirá su creador en el prólogo galeático que le añade:
Pensando en esto [la melancolia que invade y deprime el alma espanola
de algún tiempo acá, posada sobre ella como una opaca pesadumbre), y
antes de que se me revelara el artificio que había de servirme de armadu-ra,
vela yo como capital slgno para expresar tal sentlmlento el solemne
acabar de la Espana heráldica llevándose su gloriosa leyenda y el históri-co
brillo de sus luces declinantes. [...) '.
Benito PCREZG ALDOS<,~ PrÓlogdoe> A~ lma y vida. 0. c., Cuentos y Teatro. Madrid, Agui-lar,
1975, primera edición, primera reimpresión, pág. 522 a.