V CONGRESO Galdosiano m
DELAPRIMERAREP~BLICA m
A LA CONSTITUCI~NDE 1876,
EN LOS EPISODIOS NACIONALES
DE PÉREz Galdós
Eduardo Roca Roca
Hemos puesto de relieve en anterior ocasión la posibilidad de estu-duar
una serie de aspectos jurídico-políticos y sociológicos en la Obra de
Pérez Galdós, que contempla instituciones de esta naturaleza a lo largo
de su Obra y en especial en los Episodios Nacionales, en los que desta-ca
la formación jurídica, que se enlaza con la iniciación de sus estudios
de Derecho en la Universidad de Madrid en el año 1863, y más tarde sus
especiales conocimientos de la Administración Española durante la se-gunda
mitad del siglo xix, cuyos conocimientos se enriquecen al ser ele-gido
en 1885 Diputado por Puerto Rico, concretamente por el Distrito de
Guayama, asistiendo a las Cortes a partir de la Legislatura de 1886 como
((un perfecto sagastino,,, siendo reelegido en 1890.
Como puso de relieve Sainz de Robles esta experiencia política enri-queció
a Galdós al que le agradaba la tertulia con los amigos y colegas
((saboreando los buenos vegueros y los finos licores~l, anadiendo el cita-do
autor que ((allí se hizo amigo de Maura, de Canalejas, de Gamazo, de
Villaverde, de Núnez de Arce ... de D. Manuel Reina, de Romero Robledo,
del Marqués de Castroserna)), teniendo acceso a los más selectos círcu-los
políticos y sociales.
Esta experiencia política, insistimos, le proporcionó a Galdós un rico
material, para la elaboración de los ~~Episodiosi~n~ o, lvidar su experien-cia
periodística como informador de sesiones parlamentarias, lo que le
permitió el conocimiento directo de personas, así como la utilización del
abundante material bibliográfico que pudo consultar en el Congreso de
los Diputados, y en especial las actas correspondientes de los diarios
de sesiones, que en multitud de ocasiones se ven reflejadas en su Obra.
Especial interés tiene el estudio del período que se inicia con la abdi-cación
de Amadeo de Saboya, y que da lugar al recorrido histórico que
se produce a través de ((La Primera República)), ((De Cartago a Sagunto~),
hasta llegar a ~Gmovas)a~ :c uyo efecto estudiaremos los aspectos jurídi-co-
constitucionales que se exponen en la primera Obra, hasta la caída de
la efímera República, en la que no pudo aprobarse el proyecto de Cons-
BIBLIOTECA Galdosiana
titución federal, y que continuará con la Restauración, para concluir en
la aprobación de la ConstituciOn de 1876.
Las referencias a dichos aspectos, son múltiples a lo largo de las
obras citadas y habremos de estudiar los aspectos más desta-cados,
como son las relativas a la Ley y al Derecho, las convocato-rias
de Cortes, la actividad constitucional de las mismas, así como
determinados aspectos conectados con la vida jurídica, y que son
de gran actualidad, como son sus referencias constantes a los problemas
de la corrupción política, el problema del federalismo y del canto-nalismo,
el trifico de influencias, que en aquel momento no era de-lictivo,
etc.
El personaje que hace el relato es Proteo Liviano, que lleva la línea ;
argumenta1 con el nombre de Tito, y se define chiquitín, travieso, ena- E
morado, con tendencia a exagerar estas cualidades o defectos si es que O
lo son. Mi estatura parece que tiende a empequenecerse más cada día; n--
la agilidad de mi espíritu y de mis movimientos toca ya en lo ratonil, y m
O
E en cuanto a mis inclinaciones de mis aptitudes donjuanescas, debo de- I
2 cir que vivo en constante combustión amorosa)). m
El personaje es curioso e interesante, e incluso, puede ser autobiográ- -
fico, ya que lo concibe Galdós como destacado e influyente periodista, 3
gacelilleio de las sesiones parlamentarias y amigo de políticos, militares, --
0 y personajes de la alta sociedad, insistiendo en sus dotes de escritor, y EE
sobre todo de historiador, pues cuando aparece enrolado en la (<Al- O
mansa)! como marino al servicio del Cantón de Cartagena, le dicen que
((aunque viene aquí enrolado como Contador, no es usted contador de n
cuentas, sino de acontecimientos, o como quien dice, el vigía de la 1
a
historia^). l
El personaje posee una serie de registros humanos que le llevan des-de
la euforia a la depresión, y que viaja de forma interminable a lo largo S
de España para participar en los más significativos acontecimientos his- 2
tóricos que se producen entre 1873 y 1877, es decir, la proclamación
de la Primera República, los rnovimienlos Catitonales, dedicándole espe-cial
extensión a los problemas que generó el Cantón de Cartagena, o su
intervención como diplomático y espía en la Guerra Carlista en la que
está a punto de perecer, conservando la vida gracias a la intervención del
General Carlista Antonio Dorregaray.
En este momento hay que destacar que la técnica histórico-novelísti-ca
de Galdós tiene una especial dimensión a partir del capitulo XVI
de ((La Primera república^^, en que Tito emprende un viaje fantástico y mi-tológico,
desde Madrid a Cartagena, mezclándose con una serie de
personqjes, que se desenvuelven en un cotarro divino, semidivino y se-mihumano)),
recorriendo un camino se hacia lo desconocido, hacia las al-turas,
hacia los abismos, hacia el ensueño...>), encontrando en su
subconsciente la referencia dantesca cuando en su viaje fantástico (en
~(Cánovas~11b) piensa en un paseo, por el infierno y purgatorio, similar al
de la Divina Comedia.
V CONGRESO Galdosiano m
2.1. Leyes
Se producen diversas referencias a las mismas si bien en sentido pe-yorativo
en algún momento, cuando dice: *Erame odioso el pesado ma-talotaje
de las leyes que por todas partes nos cercan y nos aprisionan))
(<(LaP rimera República)!, XI), o cuando describe los problemas que se
plantean cuando don Francisco Cárdenas, Ministro de Justicia, propone
la derogación de la Ley del matrimonio civil de 18 de junio de 1870,
pues c o n tal atropello, resultaron concubinatos los matrimonios legal-mente
contraídos, y naturales los hijos habidos en ellos. Horrísona
tempestad levantó en la prensa y en la opinión este atroz desafuero)) (Cá-nocas
VII).
2.2. Derechos
También son destacables las referencias a los Derechos de los ciuda-danos,
que en el fondo implican una actitud regeneracionista, que le Ile-va
a escribir (4 la libertad individual es el mayor tesoro de los humanos
¿porqué había de ser concedido a los altos y negado a los humildes?)), o
cuando insiste en la libertad igual para todos, el derecho al trabajo y a la
educación, el gobierno por el pueblo y para el pueblo, la abolición de
la pena de muerte de las quintas y del estanco de la sal, añadiendo ((pero
todo eso que es lindísimo y tornasolado no será eficaz mientras no ten-gamos
un buen sistema de hacienda y un rigor escrupuloso en las prác-ticas
administrativasi; insistiendo en la necesidad de separar la Iglesia del
Estado, establecer la ensefianza gratuita y obligatoria, reorganizar el regi-men
colonial, abolir la esclavitud en Cuba, implantar las mejoras socia-les
ya aplicadas en otros países, proteger el trabajo de mujeres y ninos y
vender los bienes nacionales en beneficio de los proletariados (((La Pri-mera
república^^, 111, IX y XIII); para ello propone conciliar los intereses
de los ricos con el bienestar relativo de los menesterosos, aprobando un
Presupuesto en el que s e disminuyan las asignaciones para el Clero y el
ejercito y se refuercen las dotaciones para enseñanza y obras públicas
(Cánova s~X~),.
2.3. Anticlericalismo
Galdós pone de relieve en diversas ocasiones su anticlericalismo, re-firiéndose
a las ~~avutardacast ólicas y los gansos absolutistas~~o ,c uando
don Hilario de la Peña se refiere a su designación episcopal, y le deno-mina
primer revolucionario del catolicismo^^ y cuyo plan pastoral entre
otros fines preconiza la supresión del celibato eclesiástico, a cuyo efec-
m BIBLIOTECA Galdosiana
to ordenaría a sus clérigos, el inmediato casamiento con sus amas, bajo
el apercibimiento de retirarles las licencias, refundiendo las Comunida-des
de uno y otro sexo, organizando los Conventos con parejas de
frailes y monjas que prediquen el Santo Dogma y procreen, igualmente
define a don Estanislao Figueras como ([un ángel impío)), un santo anti-clerical
sobre el que intenta influir su beata y mística esposa ($(LaP rime-ra
Repúblical~, 11, VI1 y XIII); y atribuye a la restauración y a la regencia
([prisa a importar el jesuitismo y a fomentarlo hasta que se hiciera dueño
de la heroica villa. Con él vino la irrupción frailuna y monjil, gobernó el
Papa, y las leyes tenidas de barniz democrático fueron y son una farsa
irrisoria^^, anticlericalismo que alcanza a los Carlistas que en Navarra de-garon
al extremo increíble de afanar los fondos de la Santa Cruzada, sin
hacer caso del Obispo, que puso el grilo en el cielo al tener noticia de la
exacción sacrílega ... alegando que se trataba de defender la religión y
que ya ajustarían ellos sus cuentas con el Papa11 ((<DeC artago ... lb, XVlII
y XIX).
El reinado dc Amadco de Saboya tuvo una corta duración, amenaza-do
por conflictos políticos, separatismos, carlistas, etc., el cual abdicó el
11 de febrero de 1873, dirigiendo un manifiesto al congreso justifican-do
su decisión, en el que reconocía la dlflcultad de gobernar un país
como Espana tan hondamente perturbado, en constante lucha sin que
pudiera conseguir la paz tan deseada, realizando la grave afirmación de
que los enemigos de España son los propios españoles cuando afirmaba
(<sfiu eran extranjeros los enemigos de su dicha (de España), entonces al
frente de estos soldados tan valientes como sufridos, sena el primero en
combatirlos; pero todos los que con la espada, con la pluma, con la
palabra, agravan y perpetuan los males de la nación son españoles; to-dos
invocan el dulce nombre de la patria; todos pelean y se agitan por
su bien, y entre el fragor del combate, entre el confuso, atronador y con-tradictorio
clamor de los partidos, entre tantos y tan opuestas manifesta-ciones
de la opinión pública, es imposible afirmar cual es la verdadera,
y más imposible todavía, hallar remedio para tamaños males. Lo he bus-cado
ávidamente dentro de la ley y no lo he hallado. Fuera de la ley no
ha de buscarlos quien ha prometido observarlal1.
E1 mismo día se reunieron el Congreso y el Senado en Asamblea Na-cional
y proclamaron la República aprobando una Proposición de Ley
muy corta que disponía lo siguiente: ((La Asamblea Nacional reasume to-dos
los poderes, y declara como forma de gobierno de la Nación la
República, dejando a las Cortes constituyentes la organización de esta
forma de gobierno. Se elegirá por nombramiento directo de las cortes un
Poder ejecutivo, que será amovible y responsable ante las Cortes mis-ma
s ~ ~di;c ha proposición iba firmada por Pi y Margall, Nicolás Salmerón,
V CONGRESO Galdosiano m
Francisco Salmeron, Lagunero, Figueras, Molini y Fernández de las
Cuevas, siendo aprobada por 258 votos contra 32, y designado Pre-sidente
del ejecutivo Estanislao Figueras, al que más adelante se hará
párrafo:
ansío penetrar Lon vosotros en la selva his1óric.a que nos ofrecen los
adalides republicanos en once meses del 1873, año de sarampión agu-dísimo,
del que salimos por la intensa vitalidad de esta vejancona, robus-ta
que llamamos España. La historia de aquel año es, como he hicho,
selva o manigua tan enmarañada que es difícil abrir caminos en su den-sa
vegetación. Es en parte luminosa, en parte siniestra y oscura, entrete-jida
de malezas con las cuales lucha difícilmente el hacha del leñador.
En lo alto, bandadas de cotorras y de otras aves parleras aturden con su
charla retórica; abajo alimañas saltonas o reptantes, antropoides que
suben y bajan por las ramas hostigándose unos a otros, sin que ninguno
logre someter a los demás; millonadas de espléndidas mariposas, millo-nadas
de zánganos sumbantes y molestos; rayos de sol que iluminan la
fronda espesa, negros vapores que la sumergen en temerosa penumbra,)
({(LaP rimera república^), 1).
Fueron turbulentos los primeros momentos de la República, sucedién-dose
las intrigas y los conjuros, ((la naciente República no tenía momen-to
seguro, y todo su tiempo dedicábalo a quitar los chinitos que ponía
en su camino la displicente Asamblea Nacional, formada por todo el de-tritus
de las pasiones Monárquicas. Al fin, en un día de marzo hacia el
20 ó 22, se consiguió que suspendiera la Cámara sus sesiones después
de votar la abolición de la esclavitud en Puerto Rico y otras importantes
Leyes)) ((<LaP rimera Repúblical~,V ): s e creó una Comisión Permanente
((que no servía más que para embrollar, entorpecer y aburrir a todo el
mundo^^. Las dificultades continúan en abril, hasta llegar al debate del día
23, en que se discutió la necesidad de convocar elecciones de Cortes
constituyentes, describiendo Galdós con detalle la sesión de la Comisión
Permanente, los políticos que intervinieron, la tensión popular, etc., cuya
valoración hace Tito de la siguiente forma: '~cnmino de mi casa, casi al
rayar el día, iba yo reconstruyendo en mi mente todo lo que había visto
y oído, y entre las sábanas de mi lecho hice juicio sintético de la jorna-da
del 23 de abril de 1873. No tuvo nada de epopeya; no fue tragedia ni
drama; creí encontrar la clasificación exacta disputándola como entrete-nida
zarzuela, con música netamente madrileña del popular Barbieri. No
hubo choques sangrientos ni encarnizadas peleas, ni atronó los aires el
horrísono estruendo de los cañones. El acto del Congreso fue un paso
de comedia lírico-parlamentaria, con un concertante final en que desafi-naron
todos los virtuosos. Los actos de la calle fueron un continuo ir y
venir de nutridas comparsas, que disparaban víctores y exclamaciones de
sorpresa o de júbilo. Otras comparsas mejor vestidas salían corriendo
por el foro, y se tiraban al foso y se subían al telar. concluía la obra con
un gran coro de generosidades ridículas y alilíes de victoria, sin luto por
ninguna de las dos partes.
m BIBLIOTECA Galdosiana
es así no se pasa de un régimen de mentiras, de arbitrariedades, de
desprecio de la ley, de caciquismo y nepotismo, a un régimen que pre-tende
encarnar la verdad, la pureza y abrir ancho cauce a las corrientes
de vida gloriosa y feliz. Aplicando mi corto criterio a los hechos de aquel
día, pensé que el 24 de abril estaba la vida nacional lo mismo que antes
estuvo, y que las seculares fuerzas que habían querido resolver el pro-blema
del porvenir no habían hecho mas que exhibirse sin chocar en
dura pelea, dispuestas a proseguir, el día menos pensado, la teatral ba-talla
... jsolución de amiguitos, querella de dicharachos en un inmenso
patio de T'came-Roque, simulacro de guerra y paces entre compadres
bonachones!)) (11La Primera Repúbljca~~V,I ).
Pi y Marga11 disuelve, como Presidente interino, La Comisión Permanen-te
de la Asamblea Nacional, así como los Batallones de Milicianos, y se
convocan elecciones, bajo la presión del federalismo que se extiende
imparable por toda España y con el recelo de un importante sector de la
sociedad: {(Durantee l período electoral, que no fue tan turbulento como
se creía, no cesaban de salir de Madrid las familias Monárquicas y reac-cionarias
de más viso: generales del cuartel, banqueros, bolsistas, todo
el elemento que llamaban sensato y la flor y nata de la yenlr de orcleri.
Con esta emigración, que atestaba diariamente los trenes, el dinero es-pañol
enriquecía de lo lindo a los fondistas y aposentadores de Biarritz.
en aquellos febriles días de mayo pasaba yo la mayor parte de mi tiem-po
rondando el sentir y el pensar de mis conciudadanos; palpaba los
cora7ones: intentaba penetrar con agudos interrogatorios en los cerebros
enardecidos. De este pesquisar minucioso y constante saqué la impre-sión
de hallarme en un pueblo de locos~( <(LaP rimera república^^, VII).
Celebradas las elecciones, se produce la apertura de las Cortes cons-titucionales
el 1 .O de junio, cuyos escaños ocupan políticos viejos y nue-vos,
formando una durbamulta de flamantes diputados, caras inocentes,
caras de honrada convicción y sinceridad candorosa, caras de rurales
novatos, con visajes de marrullería y destellos de ambición. En su estre-no
las Constituyentes fueron bautizadas por un profesional del chiste con
el apodo de Tren de Tercera; grande necedad e injusticia, pues el pue-blo
español dio su representación a los bastantes hombres de gran
mérito),.
La apertura fue celebrada con el desfile y confraternización de mili-cias,
tropas y ciudadanos. Se eligió Presidente Interino al Marqués de
Albaida, y eri la discusión del Reglamento, durante la cual se produjo un
incidente, pues ((un diputado protestó iracundo de que le llamaran Su
Señoría; fue un descuido del Presidente, pues la Cámara había acordado
que el Único tratamiento fuera Ciudadano tal, Cudadano cual... Otro pa-dre
de la Patria propuso la supresión de los maceros, que consideraba
como un signo de atavismo repugnante. Y un tercero pidió en largo
discurso que se tapizara con terciopelo de otro color el escaño de los
ministros, pues lo de banco azul recordaba los desafueros de la Monar-quía...)'
(<.La Primera re publica^^, VIII).
V CONGRESO Galdosiano
Tras elegirse el 7 la Mesa definitiva, una Ley consagró formalmente el
federalismo Político declarando <(laR epública Democrática Federal como
forma de Gobierno en España)), continuando los conflictos en el Poder
legislativo, que se describen fielmente en el siguiente párrafo: ((Las sesio-nes
de las constituyentes me atraían, y las mis de las tardes las pasaba
en la tribuna de la Prensa, entretenido con el espectáculo de indescripti-ble
confusión que daban los padres de la Patria. El individualismo sin
freno, el flujo y reflujo de opiniones, desde las más sesudas a las más
extravagantes, y la funesta espontaneidad de tantos oradores enloque-cían
al espectador e imposibilitaban las funciones históricas. Días y no-ches
transcurrieron sin que las cortes dilucidaran en qué forma se había
de nombrar Ministerio; si los Ministros debían ser elegidos separadamen- m
te por el voto de cada diputado, o si era más conveniente autorizar a Fi- D
gueras o a Pi para presentar la lista del nuevo Gobierno. Acordados y E
desechados fueron todos los sistemas. Era un juego pueril, que causara O
n
lisa si rio rios rrioviese a yraridisinia periall. $
((La composición de la cámara era de una divisibilidad aterradora. For- E
maban la derecha distintas castas de benévolos; la izquierda, los intran- E
2
sigentes, fraccionados en heteróclitos grupos: federales, practistas, orgá- =
nicos, simplemente autónomos o descentralizadores, federales con vis-
3 tas al colectivismo y otros que se arrancaban con los criterios más extra- -
vagantes. El centro era un arco iris con todos los colores del espectro - 0
m
solar del republicanismoa~ ([(La Primera república^^, VIII). E
Tras fuertes tensiones se encarga a don Estanislao Figueras la forma- O
ción de un Gobierno efímero que termina con la inexplicable fuga, hui- :
n
da, exilio, y en todo caso, ridícula decisión que adopta el Presidente: ((En a
esto vino el estruendo final de la chispeante función de fuegos artificia- L
A les, don Estanislao Figueras, enojado por la frialdad de Pi y Margall en n
una entrevista que ambos tuvieron, cogió el tren sin decir nada a nadie, 2
y de un tirón se plantó en Francia. Inaudito suceso, caso de flagrante de- 5
serción, que nadie pudo explicar en aquellos días. ¿Qué motivó esta O
fuga? ¿El hastío, el miedo, la convicción de la vacuidad bullanguera de
las Constituyentes? De todo hubo un poco; pero ninguna de estas razo-nes
pudo absolver al Presidente de una insana conducta. ~QuC chasco
nos dio, a cuantos verdaderamente le aiiiabainos, aquel hombre tan en-tendido,
ingenioso y simpático! Fue orador insigne, y en su carácter la
vivacidad y exquisito trato llenaban el espacio que dejaba vacío la falta
de entereza. Doy a este breve juicio un sentido necrológico, porque
aquel día murió políticamente don Estanislao Figueras)).
(<Hastap asadas veinticuatro horas no se tuvo noticia cierta de la fuga
del que habia sido figura eminente de la Primera República española. La
estupenda nueva partió del banco azul; corrió los escaños con hondo
murmullo; subió a las tribunas, propagóse con eléctrica velocidad por
todo el edificio. del estupor que sentí ante suceso tan grave, que era
el mayor descrédito de la Causa, me puse malo11 (<(LaP rimera Repú-blica)~
V, III).
BIBLIOTECA Galdosiana
La inestabilidad política, la guerra carlista, los separatismos, y la anar-quía,
no constituían el ambiente más adecuado para la elaboración, dis-tribución
y aprobación de la nueva Cosntitución Federal que debía de ser
el objeto fundamental de las Constes Constituyentes. A raiz de los suce-sos
de Alcoy y las intervenciones de los diputados el 11 y 12 de julio,
((Las Cortes ordenaron (textual) al Gobierno que procediera con ine-xorable
energía. Los ministros pusieron sus carteras en manos de Pi y
Margall, y dos días después, mientras éste se ocupaba en amasar y co-cer
un Gabinete de conciliación, el señor Prefumo abordó el terrible
asunto del alzamiento de Cartagena, precipitado por la flaqueza o trai-ción
del gobernador de Murcia, señor Altadill, y por la indolencia del
gobierno^^. m
((A Pi y Marga11 se le censuraba casi unánimemente porque, investido -
por las Cortes de facultades extraordinarias para dominar la situación, E
no quiso aplicarlas en momentos tan críticos. ante la pavorosa insurrec- O n
ción cantonnl, limitábasc a dirigir por telégrafo a los gobernadores y $
alcaldes amonestaciones patrióticas, o saludables máximas de buen go- E
bierno y de respeto a la Ley. Era el hombre inflexible: era la Ley misma. E
2
Yensaba como yo (lo digo sin vanidad) que la Razón y el Tiempo, las dos -
fuerzas eternamente disciplinadas e incontrastables, reducirían a los re-beldes
a la obediencia y devolverían a los pueblos a su placentera 3
normalidad)).
- -
0
((A la defensa de Pi, ausente de las Cortes en aquellos días, salió Car- m
E
vajal, ministro de Hacienda, que con toda su elocuencia no pudo aman- O
sar las iras del señor Prefumo:acudió a la liza el ministro de Ultramar, g
señor Suñer y Capdevila, y aquí fue Troya. Empezó diciendo que estaba n a
dispuesto a castigar con mano dura, inexorablemente, a los revoltosos, L
a los incendiarios y a los asesinos. Un aplauso unánime acogió estas A
n
palabras, y aquél hombre talludo y frío, sectario furibundo, que desmin- n
n
tiendo su honrada condición ponía siempre en sus palabras una ironía 5
mefistoférica, prosiguió de esta manera: ((Pero, señores, cuando se trata O
de luchar y de derramar la sangre de mis amigos y de mis correligiona-rios,
declaro que hasta aquí no llega el heroísmo^^. Un diputado le inte-rrumpió
preguntando: ((¿Ys i son facciosos?)) El Ministro contestó: .Para
su señoría serán faccioso s...^^ Espantable voceno y protestas unánimes le
obligaron a callar (((La Primera república^^, XII).
En definitiva, Pi y Margall, gobierna algo más de un mes, obtiene po-deres
extraordinarios de las CorLes -prá~Li~arrienLe dictaloriales- pero
es incapaz de hacer frente a la sublevación de la escuadra, a los inde-pendentismos
cantonales, y a los desmanes de las turbas (alcoy), pero
se niega a firmar varias sentencias de muerte, lo que producirá su caída.
En este ambiente se intenta comenzar la lectura del proyecto de Consti-tución
Federal de la República española^^. el día 17 de julio a las 8 de la
mañana, en una infructuosa sesión que acaba con la caída de Pi y Mar-gall,
al que sigue el nombramiento de Salmerón al día siguiente, forman-do
gobierno el 18.
V CONGRESO Galdosiano m
Dicho Proyecto de Constitución Federal es fechado en el Palacio de las
Cortes el 17 de julio de 1873, y consta del Título Prliminar y 1 17 artícu-los,
divididos en 17 Títulos. Ahora podemos destacar los siguientes as-pectos:
El Título Preliminar no forma parte del articulado y, prácticamente,
consiste en la solemne declaración de que la República asegura los ((de-rechos
naturalesl~ de los ciudadanos, que se pueden resumir en los si-guientes:
Derecho a la vida, seguridad y dignidad humana; libertad de pensamiento
y expresión, de enseñanza, de reunión y asociación, de trabajo, industria,
comercio interior y crédito; derecho de propiedad: igualdad ante la Ley:
defensa en Juicio y establecimiento del Jurado.
La declaración federalista se producía en el artículo 1 .O:
((Componen la Nación española los Estados de Andalucía Alta, Anda-lucía
Baja, Aragón, Asturias, Baleares, Canarias, Castilla la Nueva, Casti-
Ila la Vieja. Cataluña, Cuba. Extremadura. Galicia. Murcia. Navarra, Puer-to
Rico, Valencia, Regiones Vascongadas. Los Estados podrán conservar
las actuales Provincias o modificarlas, según sus necesidades territoria-les".
Segun el artículo 2, en el futuro <am edida de sus progresosv2p o-drían
elevarse a Estados: Las Islas Filipinas, Fernando Poó, Annobon,
Corisco [(y los establecimientos de Africal).
Puede observarse que la Constitución traza un mapa federal, que, en
cierta medida será recibido en la estructura regional de la Constitución
de 193 1, en la Segunda República, y en el mapa autonómico que se con-figura
en España tras la aplicación de las previsiones contenidas en el Tí-tulo
Vlll de la Constitución de 1978.
En relación con el Proyecto de 1873, sólo cabe destacar los siguien-tes
aspectos:
- La forma de gobierno de la Nación espaiíola sería la República
Federal.
- La Soberanía reside en todos los ciudadanos.
- El Poder de la Federación se dividía en Poder legislativo, ejecutivo,
judicial y de relación.
- Delimitaba cuáles eran las competencias exclusivas de la Fe-deración.
- Declaraba que: 11Los Estados tienen completa autonomía económi-co-
administrativa y toda la autonomía político-compatible con la existen-cia
de la Naciónl~.
Como ya se ha dicho, el Proyecto no pasó de tal, ya que ni las cortes
ni la realidad política y social de España, eran el ambiente mas propicio
para su aprobación, pero hemos de insistir en que subyace en este Pro-yecto
una idea regionalista y autonomista que es una realidad consolida-da
en la España actual.
m BIBLIOTECA Galdosiana
La valoración global que se desprende de la Obra de Galdós, res-pecto
de este período de la Historia de España, es críticamente pe-yorativa,
como ya se indicó antes y se desprende desde las prime-ras
líneas del Capítulo 1 de ((La Primera república)^, y que reitera más
adelante, en el Capítulo IX, en palabras que pone en boca de Nicolás
Estévanez, Titular de la Cartera de Guerra: ((El publico apetece el folletín
histórico. Quiere sangre, jarana, duelos, motines, y nosotros tratamos
de ir escapando sin darle nada de eso. Nuestra República, recién nacida
y un poquito enclenque por haber venido al mundo antes de tiempo
con auxilio de comadrones inexpertos, requiere cuidados exquisi- m
tos. Resulta que. la Madre España no puede darle la teta: su leche es es- -
casa y mala. ¿Le daremos biberón? ¿Podrá ser amamantada por una loba, E
como Rómulo y Remo? Yo, sí me dejaran, iría a los desiertos de Africa O
n
en busca de una buena leona tetuda, rolliza y feroz, que nos criase a la -- m
Mina)). O
E
O cuando reitera más adelante: .Los intransigentes armaban grescas I
2
cada martes y cada lunes. Una tarde leyó el diputado Bernardo GarcIa un m
pasquín o cartelón que los federales del bronce habían fijado en las puer-tas
de los clubs y en muchas esquinas. El cartel decía: pueblo sobera- 3
no: la república peligra. Los diputados de las Constituyentes no tienen Om-valor
cívico ni abnegación patriótica para salvar a España. Si hoy mismo E
no se forma un Gobierno valiente. jsaIva tú a la Patria, Pueblo sobera- U
no!)) Protestas, apóstrofes duros y espantable chilleríall; y cuando curio- -
samente pone en boca del diputado Antonio Orense (hijo del Marqués de 1
Albaida) las siguientes palabras: ((La Patria se pierde; se pierde también a
la República. ¿Sabéis por qué? Porque habéis venido a demostrar que- 2
n
cuando aquí reinaban los Borbones nadie se atrevió a levantar la cabe- n
n
za, y todos eran siervos humildes, mientras ahora que se nos ha dado la S
5
República, todos se atreven a insurreccionarse. iYa sé yo que si estuvié- "
ramos bajo el yugo oprobioso de las dominaciones borbónicas no ten-dríamos
tantos héroes de barricada!))
((Trinaron y tronaron los intransigentes con agrias y roncas voces; más
la filípica de antonio Orense llevó la persuasión a todos los diputados,
menos al padre del orador y a la partida de locos furiosos que le tenía
por jefe y-profeta. El que más alborotaba con la palabra y con el gesto
era Casalduero, diputado por Brihuega. Enlre los rriás inteligentes debo
senalar a Diaz Quintero y a Ramón Cala, ambos amigos míos)).
Especial énfasis, y mayor espacio, dedica Galdós al Federalismo y a
los movimientos Cantonales, dando una intensa participación a Tito en
el Cantonalismo de Cartagena, Ciudad a la que llega -como vimos- en
V CONGRESO Galdosiano m
un viaje fantástico-dantesco, rodeado de personajes mitológicos o pseu-dornitológi~
os.
Lo cierto es la reiteración que el autor pone en las referencias al pro-blema
federalista y, de forma más cualificada, al de Cartagena, al que
dedica los Capítulos XVI al XXlX (Final) de ((La Primera república^^, así
como abundantes referencias en ((De Cartago . . . l b , desde su Capítulo I has-ta
que se produce la conquista de la ciudad por las tropas gubernamen-tales.
Este sentido federalista aparece desde el principio, en el Capítulo 1 de
<<LPa rimera República~l,c on el relato de las correrías de Estévanez, su
entrada en Linares donde el pueblo lo recibe con el grito de <(¡Viva la
República Federal!)> Las referencias a Figueras, Salmeron y Pi y Margall
((que piafaban federalismo y dejaban vacíos los comederos)). El catalanis-mo
que apuntaba una posible proclamación del (<EstadoC atalán)).
Es muy curioso el párrafo que pone en boca de Delfina Gil -16eñora
dulce y funeraria)-: ((No debía yo tener ningún trato contigo -me dijo
con melindre, sentándose en mi arrumbado sofá-, porque estás muy
echado a perder, Tito. ¿Qué esperas tú de esa cuadrilla de barrabases? ...
Repito que no mereces que yo te hable; eres un secuaz de la monserga
federala, que quiere acabar con las venerandas creencias y con toda ley
humana y divina ... A pesar de todo, te conservo alguna estlmacl6n, por-que
fuera de lo político eres hombre de buenas partes; estimo también
a tu familia, y por ella y por ti vengo a decirte que estés preparado para
el peligro, o te escondas y huyas, si no quieres perecer. De hoy a maña-na
ocurrirán en Madrid cosas tremendas. Vendrá el barrido de toda esta
pillería que quiere dividir a España e n cantones con autonosuyas y el
pato comunicativo y burrateral. Ponte a salvo, Tito, que ya los buenos se
han cansado de aguantar tantos ultrajes y locuras ... Por humanidad te
aconsejo que prevengas también a los de arriba, al Pi, al Figueras y de-más
diablos que quieren traernos acá el Infierno; díselo también al bo-rrachín
de Estévanez. Que se oculten, que se metan en la carbonera o
escapen a correr... La sarracina será tal, que si los leales cogen a los
pájaros gordos del arrastrado federalismo, los machacarán de firme, y el
pedazo más grande que quede de ellos será de este tamaño...^^ (((La Pri-mera
RepÚblica)~V, , que reitera e n el VII).
Galdós pasa revista a los movimientos cantonales, en diversos mo-mentos
de la Obra que examinamos: Sevilla, Málaga, Cádiz, Sanlúcar,
Osuna, Antequera, Loja, Granada, Valencia, Cartagena, Cuenca, Alcoy y
sus desmanes, etc.
Recordernos la referen~iaa Málaga: <(Lod e Málaga, que fue, no del te-nor,
sino del barítono siguiente, como decía en su guasón estilo mi ami-go
Roberto Robert. los inquietos federales malagueños, ávidos de cam-par
por sus respetos, rompieron todo lazo con el Poder central, declarán-dose
francamente autónomos. Cabeza de la insurrección fue un hombre
de más osadía que inteligencia, llamado Eduardo Carvqjal, tío del Minis-tro
de Hacienda. Con las armas viejas requisadas en la ciudad y las que
BIBLIOTECA Galdosiana
quitaron a los pocos soldados que el Gobierno envió como guarnición
de la plaza, se pusieron en pie de guerra. El travieso jefe de aquel movi-miento
tenía sin duda relaciones más que amistosas en el mundo oficial
de Madrid, porque obtuvo de un empleado secundario de Guerra, sin
conocimientos del Ministro, una orden para que le entregase cuatro ca-ñones
el Parque de Sevilla. Las cosas que entonces se veían en
Espana no se vieron jamás en parte alguna11.. . ((Aunqued e mí o s burleis,
amados lectores, he de deciros que esta descomposición de la Patria,
este desorden convulsivo, traían a mi alma un regocijo intenso, porque
en mi propio ser sentía yo el frenesí de independencia; yo era también
obstinado rebelde, y el impulso centrífugo me lanzaba fuera del régimen
de mansedumbre y rutinas putrefactas de puro viejas. yo era también m
D cantón o quería serlo, fundándolo en el único pacto que mi mente con- E cebía: el tramo de amor con la mujer amada)) (((La Primera Repú- o blica~~XI,) . n
O el entusiasmo de pajala larga)^: <(Yo, señores, soy federal desde el B
vientre de mi madre. Ni don Francisco Pi ni el propio Roque Barcia E
E
me ganan en federalismo. No me asusto de que los pueblos, viendo 2
que las Cortes se tumban en el surco, y el Gobierno espera que las ra- -
nas críen pelo para federalizarnos; no me asusto, digo, de que los 3
pueblos se acantonen de por sí, formando sus Consejos particulares -
de la Salud Pública. ¡Viva Sevilla, Viva Málaga, donde hay hombres de co- -
0
m
E raje que rompen el vínculo y la víncula del unitarismo funesto, incomu-nicativo
y contradictorio! Por lo que no paso, señores, es por lo que es- o
g
tán haciendo los falsos Robespierres d e AICOY~((~< LaP rimera Repú- n
bl ica~~XI,I ). a L
A
n
6. El, C.ANT~N ni? CARTAGENA n
5
O
Ya se ha insistido en la forma en que destaca Galdós el Cantonalismo
de esta Ciudad y la extensión que dedica el mismo en las Obras que
examinamos, así como el alucinante viaje que realiza desde Madrid a
Cartagena, en compañía de Floriana. Ya en la ciudad, describe minucio-samente
el proceso de formación del Cantón, la intervención que en el
mismo tuvieron personajes reales o de ficción (en especial Antonio Gál-vez,
Roque Barcia, Cárceles, Colau, etc.), la Constitución de la Junta
Revolucionaria y el acuerdo de que se acuñe ((una medalla conmemorati-va
para colgarla en el pecho de los que defendieron el cantón con las
armas en la mano)),o la emisión d e moneda en d~i rosc uya ley superaba
en una peseta a la ley de los duros fabricados en la Casa de la Moneda
de Madrid. Las inscripciones decían: por el anverso revolución Canto-rial.
Cinco pesetas)): por el reverso, (Cartagena sitiada por los Cenlralis-tas.
Septiembre d e 187311 (<<DCea rtago.. .)), 1).
De forma directa describe Tito-Galdós las venturas y desventuras del
Cantón y de los cantonalistas cartageneros, las incursiones que rea-
V CONGRESO Galdosiano m
lizan por mar a Almería, Motril, Málaga, etc., o por tierra a Albacete
para allegar medios ecorióniicos y subsistencias; así corno los bloqueos
y cercos, y las repetidas escaramuzas que se producen con las tropas
centralistas que terminan con la rendición de los independentistas y
su exilio a Orán, perdiéndose en la lejanía de la Historia las palabras
de Roque Barcia que pretendía inflamar en todas partes el fuego Sa-grado
del Cantonalismo)~ y llevarlo a otras regiones españolas (((De
Cartago.. . I ) , V) .
El fracaso del cantonalismo e s un hecho ineludible y ~~Mariclileo ~d~ic e
a nuestro personaje: m querido Tito, te mandé a la correría de Contreras
por el Mediterráneo para que vieras por ti mismo la incapacidad de esta
gente. Ya te habrás convencido de que nada valen los corazones valien-tes
si las cabezas están vacías. Contreras no hizo nada de provecho, y
de añadidura le quitaron las fragatas, que sabe Dios cuando volverán a
manos españolas ... El arrojo de Gálvez en Orihuela, ¿qué consecuencias
ha tenido? El menguado provecho de recoger algunos cuartos, y el enor-me
perjuicio de irritar a los pueblos cercanos y enemistarlos para siem-pre
cnn ese canthn... Creen estos inncentes que las revoluciones se
hacen con discursos frenéticos, con brazos fraternales, con vivas estre-pitosos
y cantinelas optimistas. Cuando esto empezó me agradaba la
rcbeldía garbosa, el desprecio del Gobierno central, que por m6s quc sc
disfrace con arreos y colorines democráticos es siempre una enredosa
oligarquía. Pero ya se van desvaneciendo mis ilusiones. Estos caballeros
habrían sido aniquilados si no dispusieran de una plaza fuerte tan consi-derable
como Cartagena. Por el resguardo que les da la Naturaleza sos-tendrán
su tinglado algún tiempo, hasta que el Gobierno de Madrid aca-be
de salir de su desmayo y concierte los resortes de la unidad. No sé si
sabes que el general Pavía ha sometido a los federeales de Sevilla, des-pués
de meter en cintura a los de Granada, y ahora irá contra los de
Córdoba. Sobre Valencia está Martínez Campos, hombre que sabe bien
su obligación ... La idea federal es hermosa; es mi mayor encanto, la ilu-sión
de mi vida en ésta y en todas las tierras que visito. Pero dudo, jay!,
que pueda implantarla de una manera positiva y duradera un pueblo que
ayer, como quien dice, ha roto el cascarón del absolutismo ... El federa-lismo
nos vino aquí de aluvión, salió del cerebro de un hombre de
extraordinario talento. A todos cautivó este ideal por su grandeza, sin
que llegáramos a penetrar las condiciones externas y materiales que son
precisas para llevarlo a la práctica. Es como un bien caído del cielo; lo
admiramos y celebramos sin saber qué tenemos que hacer para dis-frutarlo..
Finalmente el personaje pone como ejemplo la agrupación de las pri-mitivas
ciudades griegas que dio al llpacto federal)) amalgamando estados
débiles en un gran estado poderoso, y <(aquellag ran federación ha teni-do
muy pocos imitadores)).
Es imposible un examen más detallado de este Cantón de Cartagena,
ya que nos llevaría lejos del propósito del presente trabajo.
m BIBLIOTECA Galdosiana
7. EL FIN DE LA PRIMERRAE P~BLICEAL. GENERAL PAV~A
Salmerón fue Presidente poco más de mes y medio (del 18 de julio al
7 de septiembre de 1873), encargando a los generales Pavía y Martínez
Campos la reducción de los Cantonales Andaluces y Valencianos, pero se
negó a firmar varias Sentencias de muerte que demandaban la disciplina
militar, lo que supuso su caída y sustitución por Emilio Castelar, que
obtiene amplios poderes de las Cortes consiguiendo algunos resultados
positivos, sin embargo sus enemigos, incluso sus companeros de parti-do,
le hostigaron con furia, destacando Craldhs la inquietud de los intran-sigentes
y los problemas religiosos, hasta el punto que un rabioso intran-sigente
manifestaba que, {(entre una República que no sea federal y una
Monarquía prefería la monarquía^^. Salmerón inicia un ataque a fondo con-tra
el Gobierno, negándose a colaborar con el mismo con la frase: ~lsal-vénse
los principios y perezca la República)). En el ambiente se percibía
la posibilidad de un golpe de Estado, y tialdós sugiere que así pudo ha-cerlo
Castelar, que había conferenciado con el general Pavia. La interven-ción
de Salmerón en la tarde y noche del día 2 de enero de 1874 fue
definitiva, manifestando: (<soys ospechoso al Partido republicano porque
le digo que él sólo no puede salvar la república; porque le digo que está
hondamente dividido y pertiirhado: pnrqiie le dign la verdad, como se la
dije a los reyes, y añado que no gobernará como no condene enérgica-mente
y para siempre a esa demagogia (señalando a la extrema izquier-da),,,
y añadía: <<tenemotso do lo que hemos predicado. Tenemos la
democracia, tenemos la libertad, tenemos los derechos indviduales, te-nemos
la república. Dos reformas no más necesitamos: La primera es la
separación de la Iglesia del Estado; la segunda es la abolición de la es-clavitud
en Cuba)). Algún diputado preguntó por el proyecto de Constitu-ción
respondiendo Castelar que habría que aplazarla diez anos, ya que
su proyecto había sido enterrado en Cartagena)). Celebrada la votación
Castelar fue derrotado en una votación en la que obtuvo 120 votos en
contra y 100 a favor, por lo que presentó la dimisión del gobierno pre-parándose
otra votación para designar nuevo Presidente, y, ya en la ma-drugada
del día 3, da votación por papeletas se deslizaba lenta, triste,
cadenciosa y somnífera, reproduciendo en los espíritus la pesadez atmos-férica
de la tempestad que sobre el Congreso se cernía)!, cuando de alta
madrugada, al iniciarse el escrutinio, Salmerón anunció a los diputados
que habia recibido la orden del Capitan General de Madrid a través de
sus ayudantes para que desalojaran el local de forma perentoria.
Transcribe Galdós las intervenciones de los diputados a partir de este
momento, y las manifestaciones de Salmerón, Castelar, Benot, Chao,
Fernández Castañeda, Calvo y Delgado, Benítez de Lugo, etc. (<(DCe arta-go
...., Caps. Vlll y 1X).
Como consecuencia de las intervenciones mencionadas, la Cámara
aprobó un decreto declarando ((fuera de la Ley al general Pavia y some-tiéndolo
a Consejo de Guerra, sin embargo la fuerza pública, concreta-
V CONGRESO Galdosiano m
mente la Guardia Civil, penetró en la Cámara para desalojar el edificio, y
tras sonar algunos disparos y forcejeos entre las partes, relata Galdós la
triste forma en que se disolvió la Asamblea constituyente sin que se
aprobara la Constitución de República Federal.
Tras la disolución de la Asamblea se hizo cargo del Poder ejecutivo el
general Serrano, y seguidamente el Duque de la Torre intentó combatir a
los Carlistas, que habían sitiado a Bilbao ocupando gran parte de las pro-vincias
Vascas y de Navarra.
Esta época termina con el pronunciamiento monárquico realizado en
Sagunto el día 29 de diciembre de 1874 por el general Martínez Campos,
contribuyendo, de manera definitiva, la restauración de Alfonso XII a la
finalización de la guerra Carlista, a la que dedica Galdós multitud de re-ferencias
en ((De Cartago a Sagunton~, así como en ~~Cánovas~~.
Es destacable la intervención de Tito en la guerra Carlista, el cual re-cibe
el nombramiento de delegado secreto)), asi como un libramiento
suscrito por el Director del Tesoro y el ministro de Hacienda Sr. Echega-iay,
a fin de que la Adiiiiiiistración de Hacienda Publica de Vitoria les
entregara 300.000 duros, que había de emplear en el soborno de los ca-becillas
carlistas y poner término a la contienda (((De Cartago ...)), XII y
XIIl), sin embargo, la suerte le fue adversa al ~~diplornáticyo ~es~p ía, que
cayó en poder del ejército carlista, y tras diversas vicisitudes fue puesto
en libertad por el general don Antonio Dorregaray.
Son muy reducidas las referencias jurídico-constitucionales que se
contienen en oDe Cartago a Saguntol~y en Cánovas~l,p ues tras sucintas
indicaciones al pronunciamiento de Sagunto y al manifiesto de Sandhurst
(Gmovas~t ,1 y II), el gobierno que preside Jovellar el día 1 d e octubre
aprobó y publicó un decreto en tcLa Gaceta)) disponiendo que el nuevo
Parlamento sería elegido de acuerdo con la Ley electoral de 1870, vol-viendo
Cánovas a ser cabeza visible de la situación en la presidencia del
Consejo)), compensando a Jovellar con el mando supremo de Cuba, ce-lebrándose
seguidamente elecciones generales en las que ((funcionó el
artefacto electoral, y para haceros comprender su eficacia me bastará
decir que Romero Robledo estrenó entonces su extraordinaria maestría
en la fabricación de Parlamentos)). A continuación se refiere Tito a la
apertura de las Cortes el 15 de febrero de 1876 con las rutinas y forma-lidades
propias de dicho acontecimiento, que califica como "aburridísi-mo,
letal, y el que lo contase de buena fe o lo leyere con paciencia,
moriría de un ataque agudo d e fastidio)) (~~CánovaslVl,I II).
La misión de estas Cortes era la de aprobar una nueva Coristilución,
opinando Tito que las anteriores de los años 12, 37, 35, 54 y 69, habían
sido incumplidas o (<barrenadas)y) , tras los festejos para celebrar la vuel-ta
de don Alfonso a Madrid, describe Galdós de forma breve los prolegó-
BIBLIOTECA Galdosiana
menos para la redacción de la nueva Constitución y su contenido dicien-do:
'<Las Cortes cnredaronsc en el arduo trajín de fabricar la nueva Cons-titución,
la cual, si no me sale mal la cuenta, era la sexta que los espa-ñoles
del siglo xix habíamos estatuido para pasar el rato. Naturalmente,
se nombró una comisión, cuyos individuos trabajaban como fieras para
pergeñar el documento, y a éste propósito os diré que la Última nota del
regocijo público, en los jolgorios de la paz, la dio don Antonio Cánovas
con una frase graciosisima que vas a conocer. Hallábase una tarde en el
banco azul el presidente del consejo, fatigado de un largo y enojoso
debate, cuando se le acercaron dos señores de la C.omisión para pregun-tarle
cómo redactarían el artículo del Código fundamental que dice: 6 o n
españoles los tales y tales...)) Don Antonio, quitándose y poniéndose los
lentes, con aquel guiño característico que expresaba su mal humor ante
toda impertinencia, contestó ceceoso: -Pongan ustedes que son espa-ñoles
... los que no pueden ser otra cosa.
Cuando ya conocimos la letra y el espíritu de la Constitución, Segis-mundo
recitaba algunos fragmentos dándoles un sentido contrario al que
textualmente tenían. El tercer párrafo del famoso artículo 11, que trata de
la cuestión religiosa, lo volvía del revés, en esta forma: todo ciudadano
será molestado continuamente en el territorio español por sus opiniones
religiosas y por el ejercicio de su respectivo riiltn, ronfnrme al menns-precio
debido a la moral universal^^. Otras cláusulas del mismo Código
ponía mi amigo en solfa, asegurándonos que a tales burlas le incitaba
una vena profética posesionada de s u espíritu. Sin atormentar su fanta-sía
contemplaba en los días futuros la sistemática violación de aquella
ley, como violadas y escarnecidas fueron las cinco Constituciones pre-cedentes.
En el propio estado de pérfida legalidad seguiria viviendo nues-tra
nación año tras año, hasta que otros hombres y otras ideas nos traje-ran
la política de la verdad y la justicia, gobernando, no para una clase
escogida de caballeros y senoras, sino para la familia total que goza y
trabaja, triunfa y padece, ríe y llora en este pedazo de tierra feraz y de-solado,
caliente y frío, alegre y tristisimo que llamamos España) ((Cáno-vas)),
XI).
Una vez más destaca Galdós la oposición del Vaticano al artículo 11
de la constitución, el qcbill de indemnidad), que Cinovas pidió a las Cor-tes
o las discusiones en torno a la reforma de las Leyes municipal y pro-vincial
d e 1870 (Cánovasl~X, I).
En la ultima Serie de los Episodios Nacionales, y sobre todo en Cáno-vas,
parece que Cialdós se desentiende de los aspectos constitucionales
y jurídicos de los que se había ocupado con tan gran interés en la Prime-ra
serie, sin embargo, conviene hacer mención, aunque sea de forma
sucinta, a otros aspectos que tienen resonancia jurídica y social como
V CONGRESO Galdosiano m
son los problemas que plantea la burocracia, la corrupción y el tráfico
de influencias.
9.1. La burocracia
En diversas ocasiones se refiere Galdós a los funcionarios de forma
peyorativa y lastimera, protestando contra las crueldades y martirios que
la burocracia y el caciquismo prodigan a los ciudadanos~~e:s cribiendo
que los políticos y funcionarios formaban un ~~maremagnumdle~ gente
ociosa y postulante, poniendo de relieve la arbitrariedad con la que se
otorgaban los nombramientos (<segúnp ráctica usual en nuestro panfun-cionarismo
burocrático)^, sin olvidar la forma arbitraria en que se produ-cían
las cesantías de los funcionarios (((LaP rimera República)),1 , 11 y VII),
y cuando relata su visita a la Presidencia del Gobierno dice .que en el
asilo presidencial no eran grandes los quehaceres de los buenos mucha-chos
que allí tenían cómodo acogimiento; unos leían periódicos, otros
tertuliaban entre el humo de los cigarrillos: iban y venían de una parte a
otra, pasándose de mano en mano papeles con trabajos vagamente ini-ciados.
Todo indicaba la plantación de un árbol burocrático que pronto
daiía floies y quizás algún fi-ulo)?i,i ~sistiendom ás adelante en la califica-ción
de llociososf uncionariosil (~Cánovas*IV, y V).
9.2. La corrupción
En distintas ocasiones Tito critica con dureza la corrupción existente
en la vida política, en general en esta época, y de forma especial duran-te
la República, refiriéndose a los c,pajarracos que apenas establecida la
república se cuelan en ellas para llenar sus buches con los desperdicios
del Presupuesto)); y al referirse a la crisis del día 24 de febrero de 1873,
a los t r e ~ ed ías del eslablecirriiento de la República dice, que re aún no
asábamos y ya pringábamos~)i,n sistiendo, a continuación, en la necesi-dad
de un buen sistema de hacienda y un rigor escrupuloso en las prác-ticas
administrativas, mencionando en alguna ocasión el carácter inco-rruptible
de contados políticos (<{LPar imera república^), 1, 11, VI y X).
Por último, es ilustrativa la cita de Casiana (Ginovasll, IV) cuando
dice: ({En todo tiempo, y más aún cuando ocurren cambios de situación
tan radicales como el que estamos viendo, la caterva de menesterosos
bien vestidos, agobiada de necesidades por el decoro social de los se-ñoritos
y los pujos de elegancia de las señoras y niñas, cae como voraz
langosta sobre el prepotente señorío engalanado con plumas, cintajos,
espadines, cruces y calvarios, porque esa casta privilegiada es la que Lie-ne
en sus manos la grande olla donde todos han de comer. Aquí la in-dustria
es raquítica; la agricultura, pobre, y los negocios pingües sólo
fructifican en las alturas. La turba postulante se agarra a todas las alda-
m BIBLIOTECA Galdosiana
bas, llama a todas las puertas, tira de los faldones de los personajes
empingorotados, pide auxilio con discretos tirones a las rriujeres legíti-mas
de los tales ... y a las que no son legítimas)).
9.3. el tráfico de influencias
La picaresca de las recomendaciones, influencias, etc., es una cons-tante
en la historia en la Política y en la Administración españolas, y
cuyos vicios son fustigados en las obras que comentamos; así, por ejem-plo,
es curioso el letrero que figuraba en la puerta del despacho de Ni-colás
Estévanez, en el Ministerio d e la Gobernación, que decía: (<Aquní o
se dan destinos, rii recomendaciones, ni dinero, ni nada)), iridicando que
la nube de pedigüenos esta formado por los cesantes de los partidos vie-jos
((el detritus de la política, los innumerables moscosos aburridos y fa-mélicos
que hacen imposible la vida oficial. He tenido que ahuyentarles
con esa tufarada de azufre. A pesar del cartelito, vuelven, zumban y pi-can)~.
Curiosamente Tito se convierte en un auténtico protector y traficante
de influencias, al que acuden múltiples personajes solicitando su valiosa
intercesión; aunque inicialmente Tito carece de poder, por casualidades
del destino, son atendidas las presuntas recomendaciones, que convier-ten
a Tito en un personaje de la máxima influencia, figurándose los be-neficiados
que el individuo se eri~uerilram uy proxirrio al poder, y así se
manifiesta don Basilio Andrés d e la Caña cuando dice: <(Graciasg, racias,
imponderable Tito, el hombre más influyente de estos reinos ... o de es-tos
cantones. A usted debo mi felicidad; a usted debo mi plaza. Hoy me
han dicho que mañana se firmará el nombramiento^^. Aunque a veces se
confunden los difíciles favores políticos con los pactos amorosos,
recibiendo por todas partes llexpresiones de gratitud y ofertas de recom-pensar
mi favor con cuantos servicios pudieran prestarme los agradeci-mientoslb;
hasta el punto que Celestina llega a decirle a Tito ,(que es
usted el hombre de mas poder en la politica y el de mayor metimiento
en los despachos de todos los ministrosll, de tal forma que llega a pen-sar
nuestro personaje e n la posibilidad d e ulili~ars u omnímodo poder en
la esfera oficial, pues ((si a los demás hacía yo felices, ¿porqué no agen-ciaba
para mí la felicidad d e ser rico...?>)( (<LPa rimera República>),I V, V11,
VIii, ix y XI).
Finalmente, al retornar a Madrid después de su aventura en el cantón
de Cartagena, ya le están aguardando los pedigüenos, a fin de obtener
su ilauxilio poderoso)) el personaje que le aguarda le dice: (1Me han dicho
que a usted no le niega nada el Gobierno. cosa que pida es cosa logra-da.
Todos me aseguran que va usted para ministro y que ha venido al
arreglo de paces con la Cantona ({(De Cartagenal)) (((De Cartago a Sagun-toll,
V11).
E1 tráfico de influericias aparece como una practica habitual y normal
V CONGRESO Galdosiano m
a lo largo del siglo xix, y en muchos momentos las expresiones anterio-res
parecen corresponder a momentos históricos mucho más próximos
a nosotros en el tiempo, sin que sea necesario destacar ahora que, el
tráfico de influencias, se ha configurado como delito castigado por la Ley
penal, hace escasos meses.
Como se decía al principio, hemos intentado un recorrido por los tres
últimos títulos de la Serie Final de Los Episodios Nacionales, analizando
las distintas instituciones jurídicas y sociales a las que se refiere Galdós,
y de forma especial el análisis crítico que realiza el autor, tanto de la
República como del Gobierno nacional, y las Instituciones, actividades
constitucionales, etc., que minuciosamente recorre Pérez Cialdos, que
nos proporcionan una visión enriquecedora de finales del siglo xix, y
que son de un gran valor para el jurista y, más concretamente, para quie-nes
nos dedicamos al estudio del Derecho Publico.
En síntesis, iniciamos una vía de investigación de la Obra de Pérez
Galdós, con una perspectiva, y con una metodología, que puede propor-cionar
un r i ~ ocd rnpv para quieneb debeen p i~f u n d i z ae~n 10s aspectos
jurídicos y sociales contemplados por don Benito.