V CONGRESO Galdosiano m
PSICOLOGÍA Y NARRATIVA.
A PROPÓSITO DE TRISTANA
Matilde Moreno Martínez
A u n dentro de la complejidad in-terpretativa
de esta novela largo tiempo desechada por la crítica y falsa-mente
enfocada desde una perspectiva social de reivindicaciones femi-nistas,
podría afirmarse que en Tristana priman los aspectos psicológicos
hasta el punto de poder afirmar que se trata prioritariamente de una
novela de esta índole, pero no como cualquiera otra de las muchas no-velas
psicológicas de Galdós, sino quc Tristma ticnc carácter excepcio-nal,
siendo susceptible de ser psicológicamente analizada desde dos
perspectivas globales: la psicología de los personajes y la psicología del
autor, y no sólo en el sentido de aquel mundo consciente -y/o incons-ciente-
del que todo autor impregna su creación. En tristana hay más.
Tristana es una parte real de la biografía amorosa de Benito Pérez Gal-dos
y, hasta la mitad de la obra aproximadamente, pueden identificarse
los personajes: Tristana es la amante de Galdós, Concha-Ruth Morell ';
don Lope, el seductor y antiguo amigo de la familia de esta última y en
Horacio no hay otra posibilidad de reconocer el alter-ego (aun conscien-temente
buscado) del novelista. Entre el novelista y el ente de ficción
existen muchos datos en común; entre Concha-Ruth Morell y Tristana,
además de multitud de hechos biográficos coincidentes, la identificación
queda asegurada por la presencia, en la novela, de un epistolario que,
en muchas ocasiones copia exactamente y, e n otras ~~fusila-lel s palabra
textual de la propia Concha-Ruth- las cartas dirigidas por ella a Galdós.
Es más, en una de éstas, conservada en la Casa-Museo de Las Palmas, la
l Como simple nota aclaratoria indicar6 q11e e1 dilatado final de las relaciones entre
Concha-Ruth Morell y Galdós está marcado por el abandono y el rencor respectivamente
y que, por otro lado, estas largas y turbulentas relaciones, con períodos intermedios de
alejamiento, debieron ser simultáneas a las mantenidas con Lorenza Cobián (madre de
María Galdós) que Benito DE MADARIAGA( 1979, pág. 88) sitúa entre 1890 y 1906, y muy
poco posteriores a la corta pero apasionada relación con Emilia Pardo Bazán que, en
opinión de W. T. Pattison (1973, págs. 23-24) debería estar en su período álgido en
1899. En este mismo año se inicia la corrosporideri~iar ocoyida por Carmen DRAVVV ILLA-SANTE
(1975, pág. 2).
m BIBLIOTECA Galdosiana
amante de Galdós confirma, aludiendo a palabras del novelista, haber
sido la inspiradora de Tristana 2.
Este hecho -la presencia en la novela de lo biográfico-amoroso en
forma tan evidente- es insólito en la novelistica de Galdós. Sigue sien-do
un enigma para mí la razón por la que Galdós, guardador exagerado
de su intimidad, volcó en esta novela algo tan personal como sus pro-pias
relaciones amorosas, simultáneas a la redacción de la misma. Estoy,
en este aspecto, de acuerdo con V. H. Chamberlin (1984, pág. 197) y su
interpretación de este hecho a la luz del psicoanálisis freudiano. Para V.
H. Chamberlin, la finalidad de tristana debería inscribirse en la idea de
S. Freud sobre la creatividad como vehículo para la sublimación y tran-quilización
de los conflictos psicológicos. Yo también lo creo así y pien-so
que esta novela contiene una buena parte de autoconfesión culposa, D
E un mensaje de carácter general -consciente o no- que incluye la pos- ;
tura Galdosiana sobre determinadas actitudes palpables en la sociedad
de s u momento e incluso ejercidas por sus amantes o por e l mismo y, - m
O
finalmente, un mensaje particular y privado, sincero pero interesado, que E
lanza a su amante, Concha-Ruth Morell, con la intención de que esta o
sepa aplicar a sí misma y a sus relaciones con el novelista la presunta
moraleja de la novela. 3
La enfermedad de Tristana, la amputación, el abandono de Horacio y 1
el final de las relaciones Lope-Tristana están al margen de la realidad i
biográfica, siendo, por lo tanto, necesaria una interpretación. Habría, a E
mi juicio, una interpretación de carácter general con i~riplicacioriess u ~ i a -
les que abarcaría a los tres personajes y derivaría del carácter de liberal
moderado de Galdós, partidario de un avance metódico y paulatino en
todo orden de cosas. Así, todo aquel individuo que pretende avanzar $
más deprisa de lo que la sociedad de su momento marca, o bien se re-sista
al avance d e la colectividad, pretendiendo mantener a contraco- oE
rriente moldes arcaizantes, está, ineluctablemente, abocado al fracaso. 5O Así, Tristana (no corresponde a la mujer finisecular el intento de emanci-pación,
ni la negativa al matrimonio, ñi el empeno de realizar una profe-sión
remunerada, base de libertad) fracasará en todos y cada uno de
estos extremos: así, don Lope (no corresponde a fines del xix la preten-sión
de mantener las fórmulas del honor calderoniano) será finalmente
captado y dominado por la que fue su víctima inicial: así, la pareja Lope-
Tristana en su aversión al matrimonio. Ambos han de claudicar pasando
por el más hipócrita de los ceremoniales, el trueque entre la aceptación
del sacramento y un bienestar económico en el futuro.
Como ya dije, esta interpretación general tiene implicaciones clara-mente
sociales (Tristana es un todo compacto y bien trabado), pero, jun-
Además de los datos fehacientes de la presencia de las cartas de Concha-Ruth en
Tristana, tenemos un testimonio más, un fragmento de una de las cartas recogidas por
Gilbert SMIT(H19 75, pág. 105): "Tengo muchísimo deseo de conocer el libro que ahora
estás escribiendo, ese que dices que te he inspirado yo. Ven pronto para que lo leamos
juntos. Ven pronto, mira que rabio porque me leas tu libro...)>.
V CONGRESO Galdosiano m
to a ella, podríamos aproximar otra, de orden totalmente psicológico,
que explicaría ciertos extremos confusos en lo que había sido -hasta
ese momento- el actuar continuado de Galdós.
Veo con cierta claridad el mensaje que, a juzgar por la corresponden-cia
existente, Concha-Ruth no comprendió o no quiso o no pudo com-prender
o resultaba demasiado triste para ella y psicológicamente recha-zó
tal comprensión. Galdós, al identificarse con Horacio Díaz, atribuye su
fase de avanzado pensamiento, pseudovocación artística y altos ideales
intelectuales -posiblemente compartidos con Concha-Ruth en un perío-do
inicial de sus relaciones- a una ofuscación pasajera, a un proceso
de actuación de los mecanismos de defensa y sublimación de los que
indirectamente hace responsable a su abuelo, Felipe Díaz / madre, Dolo-res
Galdós, diluyendo así su propia responsabilidad. Se reconoce como
un mediocre, un burgués pancista de su época, una fruta vana de la Es-paña
que no llegó a ser y justifica su futura actuación de inminente aban-dono
no escatimando para Tristana-Concha ninguna posible acusación,
sobre todo las de visionaria, desequilibrada e incluso predestinada a la
locura por herencia biológica. Pero Concha-Ruth no comprendió. fue
fingida toda esta historia, fue un simple ardid para alejarse de una mujer
tan inquietante, tan fascinante, pero dan poco mujer, tan poco domésti-c
a~-)o , mejor dicho, para que ella se alejara- ante esta melafórica des-pedida
o, realmente, es una confesión digna, honrada y consciente? Yo
no lo sé: quizá don Benito Pérez Galdós tampoco.
Cada uno de estos personajes, semi-reales, semi-entes de ficción, tie-ne
su propio desarrollo psicológico, dominando en los protagonistas los
procesos evolutivos, con lo que se puede afirmar que nos encont.ramos
ante una novela psicológicamente dinámica: contrariamente, los perso-najes
secundarios de mayor relevancia parecen mostrar psicologías está-ticas.
Así, por ejemplo, Saturna, la criada fiel, y dona Trini, tía de Hora-cio,
con rasgos comunes, como su visión lúcida y penetrante del entor-no,
su espíritu pragmático y sus actitudes maternales e incondicionales
hacia Tristana y Horacio, respectivamente.
Mención especial merece, entre las psicologías estáticas, Felipe Díaz,
abuelo de Horacio. Mención especial por dos razones: por un lado es,
desde el punto de vista del instinto de dominio, el sexto miembro de una
proporción con la siguiente forma:
Benito Pérez Galdós Tristana Horacio
Dona Dolores Galdós Lope Felipe Díaz3
Esta analogía de carácter ha sido observada por la crítica. D. GOLDIN(1 985, págs.
103-104), al hacer una interpretación alegórico-histórico-social de protagonistas y hechos
de la novela, considera que Galdós saca a la luz en Tristana el tema del padre devora-dor
y lo actualiza sobre Lope, como explotador de Tristana y sobre Felipe Díaz, como
hombre determinado a "reglamentar s u existencia hasta la vejez y la existen~iad e s u s
sucesores') (Tristana, pág. 49).
m BIBLIOTECA Galdosiana
pero lo fundamental para el desarrollo de la trama argumenta] de la no-vela
es el influjo psicológico ejercido por Felipe Díaz sohre su nieto. Este
personaje es visto siempre desde la óptica de Horacio y, en consecuen-cia,
con el peligro de haber sido desenfocado en su justa apreciación por
una mente pseudorromántica que gusta de presentar a su amante -ro-mántica
también- la imagen del nino perseguido y tiranizado que, ha-biendo
superado la anulación psíquica producida por la esclavitud del
tirano, es capaz de ver (en su actualidad) desde el equilibrio total de su
pretendida madurez psicológica. Felipe Díaz podría definirse así: 1) per-sonalización
del instinto de dominio, del deseo de anulación de las vo-luntades
circundantes: 2) tres sectores del comportamiento de Horacio
le preocupan especialmente y sobre ellos ejerce una especial vigilancia: m
a) las compañías de jóvenes de su sexo: b) las relaciones con personas
E del sexo opuesto, y c) las inclinaciones culturales (mayor peligro ofrecen
las actividades artísticas y, en especial, la pintura), y 3) la avaricia es en O
n
él vicio destacado. Volveremos después sobre estos rasgos. - m
O
Frente a estas psicologías estáticas, las psicologías dinámicas de los EE
tres personajes principales. A lo largo del desarrollo argumenta], cada 2
uno de los tres protagonistas muestra su peculiar proceso de individua- =
ción, una mutación psicológica, una serie de metamorfosis individuales 3
a base de enfrentamientos o confrontaciones íntimas: 1) entre su ser en
sí mismo y el entorno; 2) entre su ser en sí mismo y la búsqueda cons- - 0
m
ciente de un nuevo ser en sí mismo íntimamente más satisfactorio, y 3) E
un híbrido de los dos anteriores, la corifroritación erilre el nuevo ser ior- O
jado (lo que quiero ser) y el entorno (lo que puedo o no puedo ser / lo n
que me dejan o no que sea). Son personajes en plena actividad psicoló-gica
que, al finalizar la obra, quedan al menos en apariencia, definitiva-mente
perfilados, estáticos, y parecen haber adquirido su madurez psi- n
cológica o, al menos, su autoadaptación al entorno. 0
E
De este último tipo creo que es el proceso psicológico de Lope que 5
brevemente desarrollaré. Lope posee una personalidad fuertemente mar-cada
por el instinto de dominio (este instinto será patrimonio de todos
los personajes de la novela) % pero, junto a ello, otros dos rasgos de gran
importancia definen su psicología: una personalidad escindida, disocia-da,
pero esta disociación es de carácter externo, es decir, el conflicto
psíquico no se plantea por lucha interna entre una realidad y un deseo
referentes a la esencia y posible modificación de su personalidad (apa-
En este sentido, podriamos decir que don Lope Garrido en Tristana encarna fiel-mente
lo que posteriormente A. ADLER (1967), frente al pansexualismo freudiano, sena-lará
como principio instintivo primario del ser humano, el dominio. Nuestro punto de
vista al respecto es sintético. Si aceptamos con Freud el instinto primario del placer, y
su opuesto, cl principio de la realidad, nada obsta a que el instinto de dominio como
forma sublimada del principio del placer aparezca ontogenética y filogenéticamente en
el ser humano. Y no sólo que aparezca, sino que el instinto del placer y el de dominio,
diferenciados históricamente en el ser humano. se superpongan como dos varianteq de
la personalidad humana.
V CONGRESO Galdosiano m
rentemente no existe, en este aspecto, conflicto alguno), sino que, po-seedor
de una personalidad ya muy hecha a1 iniciarse la novela y, cons-ciente
de que tal imagen no agradaría a una sociedad -a la que, por
cierto, ((parece)d) espreciar en términos absolutos- presenta ante ella
una apariencia distinta: noble, distinguida, de la más estricta moralidad
y generosa hasta el sacrificio (lo que soy y lo que aparento ser); por otra
parte, es también rasgo marcadísimo de su personalidad la capacidad de
autoadaptación a las circunstancias que pueden ser inherentes a él mis-mo
(su propio proceso de envejecimiento y precoz y rápida decrepitud)
o bien externas a su propia evolución biológica o psíquica (la rebelión
inesperada de Tristana o el alejamiento afectivo de la misma, por ejem-plo).
Esta capacidad de autoadaptación Lope la desarrolla en estos dos m -
frentes, pero siempre auxiliado por su poder de fascinación y una fina E
astucia carente de todo escrúpulo. Así, ha de adaptarse a su situación O
física decadente, ha de renunciar a un papel activo de donjuán y el asu- - --
mir esta decadencia debe traer aparejado su alejamiento como amante m
O
E de Tristana y la sustitución de este papel por otro, el de su padre: ((Te E
2 miro como esposa y como hija, según me convenga11 (pág. 69) 5. Simul-táneamente
Lope inicia otra remodelación de sus actitudes para recupe- =
rar a Tristana a toda costa y, ya que su edad no le permite la recupera- =
cibri de la arriarile perdida, intentará su captación intelectual, para poder --
compartir con ella su soledad de solterón y para sentir satisfecho su ego, 0
m
E
tanto por haber vencido la inútil rebeldía de la joven, como por haber O
sabido anular a su contrincante del sexo masculino. (Está claro que a
todo este proceso del que Lope sale vencedor coadyuva el peculiar ciclo -
psicológico de Horacio.)
Muy distinto carácter tienen las disociaciones psicológicas de Horacio A
y Tristana. En ambos casos sí que son verdaderos procesos de individua- -
0
ción, de búsqueda de la personalidad, que dan como consecuencia di- E
sociaciones de rango interno, procesos psicológicos cuyo objetivo since- 5
O
ro es la modificación de un ser no autoaceptado y que surgen como
verdaderos mecanismos de defensa ante sí mismos. Dos rasgos funda-mentales
acompañan a estas disociaciones: 1) los ciclos son evolutivos,
no simultáneos, y 2) la evolución está condicionada por una búsqueda
sincera de un nuevo ser en sí mismo más satisfactorio.
E1 ciclo psicológico de Horacio incluye los siguientes estadios: a) re-presión
(ocasionada por la actuación de Felipe Díaz y que ya ha sido
analizada); b) alienación (consecuencia de la anterior represión y poten-ciada
por la personalidad débil de Horacio, incapaz de ningún conato de
rebeldía mientras permanece a su lado la personalidad represora del
abuelo); como consecuencia de la represión anuladora del abuelo, Hora-
Se ha utilizado la edición de Tristana (1983) de Alianza Editorial y a ella remiten
todas las citas.
Nos d i ~ oas í el riarrador eri la páyiria 47: d,en cambio, ardía en deseos de con-tar
su vida, la más desgraciada y penosa juventud que cabe imaginar ... ..
m BIBLIOTECA Galdosiana
cio se muestra durante toda la vida del mismo en una situación alienan-te
de la que, por temperamento, esta incapacitado para salir: la actuación
de sus mecanismos de defensa ha ido creando en Horacio unos deseos
(contrapunto de las manifestaciones del abuelo) que sólo será capaz de
curriplir cuando se encuentre libre; c) libeiación y sublimación que se
han venido gestando en el período anterior: los deseos creados como
mecanismos de defensa en la fase anterior sólo se llevarán a efecto cuan-do
Horacio se encuentre libre de la presencia de Felipe Díaz y, así, a su
muerte, intenta liberar su psique de la alienación anterior con la creación
de una pseudopersonalidad dotada de todos los principios inversos a los
impuestos por el tirano, aun cuando ni en este momento la liberación
sea total, ya que en Horacio han quedado residuos del período anterior m
como constituidores de s u super-yo: el imperativo ético del trabajo (prin- D
E cipio de carácter burgués) y una mediocridad integral que intentará inú-tilmente
superar. Cierto sector reprimido de la personalidad de Horacio, o
n -
el arte, se eleva en importancia sobre los demás y el mecanismo de de-
- m
O
fensa lo privilegia también llegándose a la sublimación por medio de la EE
pintura. Esta sublimación, que momentáneamente satisface a Horacio, se 2
acompaña de dos rasgos más de importancia: 1) un narcisismo maso- -
quista y complaciente con respecto a su adolescencia reprimida, y 2) un 3
deseo de destacar, de singularizarse y elevarse artísticamente; este anhe- -
lo anula de momento la conciencia de mediocridad que en él pueda -
0
m
permanecer -y permanece- como huella de su herencia y educación. E
En este estadio de su ciclo de individuación aparece Tristana, cuya sin- o
gular personalidad dotada de una verdadera obsesión por su propia rea- n
lización individual, estimula y sirve de acicate al mantenimiento de esa
falsa personalidad ya próxima a derrumbarse, y d) autoaceptación: la in- A
sólita postura de Tristana hacia las relaciones hombre/mujer, su negati- n
va al matrimonio y a asumir el papel que la sociedad reserva a las muje- n
E
res, junto a la separación física de los amantes, provoca en Horacio el 5O definitivo -y no traumático- derrumbamiento de su falsa personalidad
y su autoaceptación gozosa. El ciclo psicológico se ha cerrado.
Mucho más complicado es el proceso de individuación de Tristana,
por dos razones: 1) su personalidad más compleja, más pertinaz en su
búsqueda de ideales, y 2) los rasgos patológicos de carácter hereditario
que llegan a producir, si no una enfermedad mental de importancia, sí
todo un cuadro de lo que se ha llamado hipomanía.
Presenta también una disociación psicológica interna y los tres prime-ros
estadios del proceso evolutivo: represión, alienación y sublimación,
coinciden con los de Horacio. La bifurcación se produce al finalizar este
tercer punto del proceso, pues Horacio llega a la final y gozosa autoacep-tación,
mientras que en Tristana hay una frustración posteriormente su-blimada
y una repetición completa de estos dos pasos, con lo que su
evolución psicológica contempla siete estadios diferentes.
Ahora bien, aun en los estadios que indiqué como comunes a Hora-cio
y Tristana, señalaré ciertas diferencias, comenzando por alguna muy
V CONGRESO Galdosiano oni
primaria que separa las personalidades incipientes de los dos amantes.
Así, Horacio recrea su personalidad como mecanismo de defensa contra
la mediocridad burguesa de Felipe Díaz, invirtiendo los rasgos de la per-sonalidad
de su abuelo (rasgos que, como sabemos, están en lo más
hondo del ser en sí mismo del propio Horacio y que, necesariamente,
habrán de aflorar -y afloran- a la larga), es decir, es una personalidad
in vacuo; Tristana, por su parte, recrea también su personalidad como
rechazo y mecanismo de defensa ante la personalidad represora de Lope
(el equivalente a Felipe Díaz, con respecto a Horacio), pero la violencia
hecha a su propio ser en sí mismo es mucho menor que en Horacio, al
no tratarse de una creación en el vacío de impulsos y apetencias contra-rias
a ella misma, sino de la potenciación, por medio de idealizaciones y m -
sublimaciones sucesivas, de rasgos preexistentes: su obsesión por la li- E
bertad (originariamente tomada de Lope y su oposición al matrimonio), O
encauzada en su intención de alcanzar una libertad económica por la n--
práctica de una profesión; su tendencia hacia lo grande y espiritual satis- m
O
E fecha por la sublimación en distintas artes y en el saber y, finalmente, E
su inclinación imaginativa aplicada a la idealización de Horacio. En suma, 2
la personalidad buscada por Tristana tiene unas bases reales, tempera- =
mentales, en el ser en sí mismo de la propia tristana, mientras que en 3
Horacio no pasan de ser una sirriple volicibri. Eri ~oriLraposi~iÚLria rribikri --
a Horacio, Tristana actúa valientemente desde el principio, no dejándo- 0
m
E
se dominar por Lope y oponiéndole una fuerte resistencia que viene a O culminar en los dos actos de desobediencia que cierran los capítulos 6 y
12, presentando a Tristana como triunfal frente al impulso anulador de n
Lope: en contraste con tal actitud rebelde, frente al opresor, destaca la
dócil pasividad de Horacio frente al abuelo; Horacio sólo se libera de la A
alienación con la muerte del tirano. Son dos conductas discordantes, n
0
opuestas a lo esperable, intercambiables, ya que la actitud de Horacio E
parecería adscribible a la que tradicionalmente se considera comporta- 5
O
miento femenino y, contrariamente, desde esta misma óptica, Tristana
actúa de forma viril. Y, en efecto, el animus (parte masculina o masculi-nizante
de la psique de la mujer, que se opone a 4mima11,p arte femeni-na
de la psique del género masculino, en la teoría psicoanalítica de
K. Jung) en Tristana está tan terriblemente reforzado que tal vez consti-tuya
el germen de su fracaso social.
Frente a Lope, en esta primera fase del ciclo psicológico, Tristana su
inicial liberación con su segunda y grave desobediencia que abre, simul-táneamente,
su período de amante de Horacio e inicia la fase de su pri-mera
sublimación, que abarcará hasta los momentos inmediatamente
anteriores a la amputación, en que Tristana desiste, razonablemente, de
sus proyectos de ser actriz, entrando en su primera frustración. En este
primer ciclo concurren dos órdenes de sublimaciones: la sublimación
artística (en la doble faceta de la pintura y el arte dramático) y la subli-mación
intelectual (en un genérico deseo de saber y en una concretiza-ción
en los idiomas -italiano e inglés-) y comprende dos fases sucesi-
m BIBLIOTECA Galdosiana
vas: en la primera se simultanean la sublimación artística en el campo
de la pintura y la sublimación intelectual en el aprendizaje de la lengua
italiana. Esta fase se desarrolla entre el comienzo de las relaciones ínti-mas
de Horacio y Tristana y el alejamiento físico -su viaje a Villajoyo-sa-
de Horacio. Es, por tanto, el período de mayor mimetismo, de ahí
precisamente que la sublimación esté condicionada por el propio Hora-cio.
Durante esta primera fase, el proceso de idealización de Horacio
permanece latente, es innecesario por la propia presencia física del mis-mo
y -sobre todo- por no haber manifestado aún, de forma fehacien-te,
ninguna faceta de su verdadera personalidad oculta: en la segunda
fase, ya no existe simultaneidad entre los dos campos de aplicación de
la sublimación: el arte y el saber, es decir, las dos variantes, sublimación m
intelectual y sublimación artística, se ofrecen ahora como sucesivas, pri- D
E mero la intelectual (conocimiento y dominio de la lengua inglesa) y, pos-teriormente,
la artística (el arte dramático, en este caso). Subsiste, en O
n -
cambio, a lo largo de todo el ciclo, su idea de su clprotesta viril)). Lon - m
O
respecto a Horacio, s e aprecia: a) el debilitamiento de su influencia inte- EE
lectual sobre Tristana; b) las primeras manifestaciones evidentes de su 2
verdadera personalidad que aflora sobre la máscara del artista y, en con- -
secuencia, c) Tristana debe idealizarlo para acomodar la realidad a su 3
deseo o, dicho en otros términos, por instinto de conservación y meca- -
nismo de defensa, surge en este momento el proceso psíquico subsidia- -
0
m
rio que se produce en Tristana: el de recreación de una personalidad E
ajena. O
Este primer ciclo de individuación se completará con la frustración de n
la sublimación artística (arte escénico) que, prevista razonablemente por
el proceso evolutivo de su enfermedad, ha venido precedida de una fase A
de acomodación psicológica a la futura situación frustrante y que dará n
origen al siguiente ciclo (sublimaciÓn/frustraciÓn) en varios frentes: a) un n
E
esporádico resurgimiento de su afición por la pintura, como sustituto del 5
arte escénico; b) la cada vez más acentuada idealización de Horacio,
hasta llegar a la deificación y a la inexistencia total de puntos coinciden-tes
entre el Horacio real (cada vez más rústico y vulgar) y la falsa imagen
forjada: c) el sueño de la anestesia, sueño compensatorio y premonito-rio,
y d) la pérdida progresiva del rápido e inteligente humor de Tristana,
cada vez más espiritual, reflexiva y reconcentrada. Con la amputación de
la pierna de Tristana, ha llegado la frustración esperada e inconsciente-mente
comenzada ya a compensar.
El segundo ciclo es mucho más corto. En él ha desaparecido como
tema obsesivo el ideal tantas veces mencionado de la (<honradezli bre>'y
ya no volverá a reaparecer en el resto de la novela, pero el punto central
de este ciclo es Horacio, como consecuencia precisamente del abando-no
por parte de Tristana de otros campos de interés. Horacio ocupa aho-ra
las zonas mentales que antes estaban dedicadas a otras actividades y
proyectos y es objeto de la sublimación (sublimación amorosa de carác-ter
religioso-místico) que con anterioridad recibieron las artes o los sa-
V CONGRESO Galdosiano m
beres lingüísticos. Durante este segundo ciclo se va preparando ya el
tercero, es decir, Tristana va tomando afición a un nuevo arte: la músi-ca.
El motivo de esta segunda frustración es complejo, apareciendo
como detonante el abandono de Horacio, pero Tristana tiene ya el susti-tuto
en forma de sublimación artística, la música. Esta nueva sublima-ción
presenta ya desde el principio unas matizaciones de carácter sacro
y cada vez más alta espiritualidad, que abren la vía de lo plenamente
religioso, a lo que abocará este tercer ciclo de la individuación que po-see,
como el primero, dos subciclos, uno de carácter artístico-musical
con implicaciones sacras (domina lo musical sobre lo sacro) y una segun-da
fase de carácter místico-religioso, sin desaparición total de lo artísti-co-
musical.
El amplio y corriplejo ciclo de individuación de Lristana esta cerrado.
Creo que se confunde quien opine que Tristana fracasa psicológicamen-te.
Es capaz de asimilar sus fracasos y rápidamente sublimarlos en enti-dades
cada vez más espirituales, hasta llegar a su refugio en Dios. No es
un fracaso psicológico, ya que, por otro lado, su última sublimación,
presente sólo en sus vuelos mentales, no podrá llegar a frustrarla nueva-mente.
Sí es un fracaso, una frustración social, manifiesta en su renun-cia
a los ideales de independencia femenina y, finalmente, en su acomo-dación
al matrimonio.