V CONGRESO Galdosiano m
DE LA FONTAlYA DE ORO
A EL CABALLERO ENCAIYTADO.
EVOLUCIÓN DE UN ESTILO
M." Teresa Hernández
Cuando OaldÓs publica La Fontana
de Oro tiene 27 anos. En su redacción hecha a ratos perdidos^^, se vislumbra
la situación personal del escritor que afronta, en 1868, un nuevo género -la
novela- después de haber desistido de cultivar otros.
?<Mlea ncé a escribir La Fontana de Oro, novela histórica, que me resulta-ba
fácil y amena. Un impulso maquinal, que brotaba de lo más hondo de
mi ser, me movió a este trabajo, que continué metódicamente. hasta que
llegaron personas de mi familia para llevarme a París por segunda vezlll.
Galdós acaba de llegar de París en donde ha vivido varios meses -de
mayo a octubre- como consecuencia de la visita realizada a la Exposición
Universal de 1867, y su estado anímico, de entusiasmo, de febril curiosidad, de
avidez, de fascinación, impregna las paginas de la obra cuya redacción, como
el nos dice, le resultaba fácil y amena)).E n París, por primera vez, &~vola
oportunidad de ver España desde fuera, porque alcanzó una más clara perspec-tiva
del momento en que se vivía y de los problemas españoles 3. Este irripulso,
que brota de lo más hondo de su ser y que lo lanza a escribir, tiene también otro
origen: el descubrimiento de Balzac. La lectura de Eugénie Grandet debió de
impresionarlo enormemente porque se advierte, con claridad, la adhesión de
Craldós a la preceptiva balzaquiana.
Sin embargo, El Caballero Encantado responde a otra situación:
Ciego, torpe, un poco desengañado de todos, se refugia en su todo: Es-paria))
&.
' B. PEEZG ALDÓ"SM, emorias de un desmemoria do^^, Obras completas, Vol. Novelas y
Miscelánea, 1 .a ed., Aguilar, Madrid, S 97 1, pág. 1432.
J. L. GUEREN.A,G, aldós en la Exposición Universal de París de 1867'~A,c tas del Ter
cer Congreso Internacional de Estudios Galdosianos, vol. L. Excmo. Cabildo Insular de
Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1990, págs. 37-52.
J. PEREVZID AL, de acercamiento a La Fontana de oro^^, Actas del Segundo Congreso
Internacional de Estudios Galdosianos, Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, Las
Palmas de Gran Canaria, 1979, pág. 216.
F. C. SÁinz DE ROBLE, Nota prelimilar a la novela .El caballero azul^^ en Obras com-pletas,
vol. Novelas y miscelanea, 1." ed. Aguilar, Madrid, 197 1, pág. 10 12.
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Galdós tiene 66 años. Lleva cerca de 40 escribiendo ininterrumpidamente y
de su pluma han surgido cientos de personajes y docenas de novelas. Su eqpí-ritu
- q u e ha experimentado conmociones profundas- se remansa en la sere-nidad
de la edad, pero también en la lucidez de sus convicciones permanentes.
Y el Quijote inspira su quehacer de una manera inequívoca.
Dos obras, dos momentos y un mismo escritor. ¿Que ha ocumdo en el inter-valo
entre una y otra? No responde al interés de esta comunicación analizar este
paréntesis sino comprobar de dónde se partió y adónde se ha llegado, que per-manece
y qué aspectos se modifican.
Se trata, como muy bien se sabe, de dos novelas muy diferentes en cuanto
al contenido. El Preámbulo de la primera, fechado por Galdós en diciembre de
1870, se abre con las siguientes palabras:
<<Lohse chos históricos o novelescos en este libro se refieren a uno de los
periodos de turbación política y social más graves e interesantes en la
gran época de reorganización que principió en 18 12 y no parece próximo
a terminar todavía
y su voluntad didáctica está explícitamente expresada en el mismo. En El Ca-ballero..
. , esta misma voluntad alienta cada una de sus páginas aunque, para
ello, haya acudido a una fabulación fantástica (Cuento real.. . inverosímil, la sub-titula)
que pretende hacer restrictiva por medio de alusiones a fuentes fidedig-nas
guardadas celosamente tras los muros de la Biblioteca de la Catedral de
Osuna. Realidad e inverosimilitud constituyen los dos polos de este campo mag-nético
hacia el cual el lector se siente atraído irresistiblemente. Además, '4
héroe (por fuerza) de esta fábula verdadera y mentirosa)) vive en un tiempo in-definido.
Sabemos que, en su condición inicial de caballero, los automóviles
existen y avanzan a gran velocidad (a la velocidad que podían antes de 1909),
y que en su purgatorio y en todo lo que dura su proceso de encantamiento du-rante
el cual se ve reducido a la condición de villano, se le traslada a un periodo
indeterminado, impreciso, en el cual los pueblos se alumbran con teas y candi-les.
Los hechos narrados en La Fontana ... se circunscriben a quince días de
182 1 aun cuando las biografías de algunos de los personajes se remontan a los
años de su crecimiento y de su infancia. Podemos seguir este hilo cronologico
por los datos que nos ofrece el escritor referidos a días y horas, con una preci-sión
considerable. No se trata de un tiempo lineal ni de una acción continua
porque Gaidós utiliza un procedimiento de ((flash-back~clo n el que consigue, en
este tiempo reducido, un desarrollo discontinuo de la acción que obliga al lector
a recomponer la historia como si de un ~cpuzzlesl~e tratara. Por el contrario, en
el desarrollo de los acontecimientos en los que se ve inmerso Tarsis-Gil -acon-tecimientos
que califica Gaidós de cronicón y, por tanto, de breve narración his-tórica
que se expone por orden cronológico-, la historia ocupa varios años, los
primeros de los cuales se suceden vertiginosamente para después, a partir del
B. PEREZ GALDÓS, (¡La Fontana de oro^^, Obras completas, vol. IV, 7.a ed., Aguilar,
Madrid, 1969, pág. 10.
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encantamiento, remansarse y avanzar morosamente, sobre todo a partir del ca-pílulo
X; como en la vida cotidiana, se producen episodios susceptibles de ser
reseñados y otros carentes de interés sobre los cuales pasa Galdós en silencio.
El progreso temporal lo marca el novelista con formulas del tipo 1 4 1
filo de las 12 entraban en el desfiladero~b, ((pasan la noche en la cuadra)),
((al amanecer se ponen en marcha)). Deducimos que en una novela de pe-regrinación
en la que el personaje principal, solo o acompañado, recorre
las tierras de Castilla ~ldespacito y con descanso^^, el tiempo no puede
comprimirse si lo que interesa es, justamente, tanto el recorrido como
el conocimiento que hacemos de personajes de condición diversa. Gal-dos,
además, asegura que el tiempo en los encantamientos se cuenta de
manera distinta y a él le interesa -y la huella cervantina es evidente- ",
D
plasmar la vida cuando transcurre parsimoniosamente aunque, a veces, E
el protagonista la viva con inquietud y desasosiego. En su condición de O
villano, vivirá meses, quizá más de un ano porque al protagonista le ha n B dado tiempo a tener un hijo y sabemos que estamos en el siglo xix por
E los años que tiene un personaje que se casó en la época de Fernan- E
2 do VII, pero poco más.
Sin embargo, a pesar de que los sucesos narrados en La Fontana ... =
se desarrollan en pocos días, esta novela es mucho más extensa (43 ca- 3
pílulos) que la de El Caballero ... (27 capitulas) aunque en ambos casos -- 0 tengan éstos una extensión similar. Galdós que, en su primera novela, se m
E
detenía en la biografía de personajes secundarios o se dedicaba a des- O
cribir fidedignamente calles y clubes patrióticos, en esta prefiere poner- :
nos en contacto con la naturaleza, que evoca con hálito poético, y re- n crearse en la contemplación de cañadas, valles, montes, pueblos, si- a L
guiendo el agotador peregrinar del protagonista. En ambas novelas, man- A
tiene su amor por la exactitud (sea la Carrera de San Jerónimo o las rui- n
2
nas de Numancia), pero en el último período de su vida, reduce los da-tos
a lo esencial (un pueblo con una iglesia, la muralla que lo identifica, 5
O
unas ruinas interesantes) y le importa más oír las diferentes voces de sus
moradores. Lo que sí hay es el gusto por los topónimos que fija con pre-cisión
invitando al lector a recorrer, nuevamente, esas tierras que consti-tuyen
el manantial más puro de nuestros orígenes como pueblo.
La pasión por plasmar los más mínimos detalles es sustituida, ahora.
por el distanciamiento que concede la edad y que permite, no obstante,
aprehender la realidad -pese a la magia- con mayor penetración y clari-videncia.
Existen, en ambas novelas, otras coincidencias; por ejemplo, la narra-ción
en tercera persona y la posición del ridrrador como irilerrriediario que
transmite lo que otros han fijado en documentos o le han contado oral-mente,
convirtiéndose así en personajes de la ficción. En ambas, el narra-dor
es omnisciente cuando le parece, deja hablar a sus criaturas cuando
lo estima oportuno, considera limitados los conocimientos de la historia
-y se excusa por ello-, e interfiere continuamente en ambas narraciones
precisando algunos matices: ((Se nos olvidaba decir que.. . I I , mo podemos
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transcribir los términos precisos en que habló)), (La Fontana...); ((no cons-tan
los pormenores del corto diálogol~ (El Caballero...).
Las fuentes de esta última, cuya historia, aunque se califique de real
es absolutamente fantástica, se inspiran en códices, en cronistas, en his-toriógrafos.
Cialdós quiere, con ello, hacer verosímil lo inverosímil, y, por
ello, abundan las intromisiones impersonales (([Por voces publicas se
sabe que.. . t i , ((se hará enumeración sucinta de.. . J ) , (<Decían lenguas envi-diosas
que (...) pero esto podría ser o no podría ser)))y también las refe-rencias
autorizadas (((Y los cronistas que estas inauditas cosas han trans-mitido
aseguran que...>)o (Cuentan los veraces cronistas que transcurrie-ron
exactamente veintisiete minutos)~)a, unque esta fidelidad s e refiera a
acontecimientos insignificantes. Además, hay que añadir una singularidad m
en El Caballero.. . la incorporación de capítulos enteramente dialogados D
E con mención explícita del personaje que interviene y con acotaciones in-cluidas.
No se trata de una novedad porque Galdós había afrontado años atrás O
n
novelas dialogadas, pero en ésta -capítulos 111, XIV y XVII- suponen un B
remanso en la narración, un corte en la historia y un deseo de escuchar E
E
a los personajes sin más intromisión que las referencias a movimientos, 2
timbre de voz e incluso advertencias absurdas e irrepresentables (6en- -
tado junto a Tarsis que no está vestido ni acordándose de que es profe- 3
sor de guasa viva'>). Estos dijlogos conceden mayor carnalidad a estos -
personajes algunos de los cuales se desenvuelven entre prodigios, sorti- -
0
m
E legios, disparatados fenómenos y sucesos increibles, como precisa el
autor. O
g
Por lo que se refiere a la creación de los personajes, el Galdós joven n
había utilizado en su primera novela varios procedimientos. Al ser una narra- a
ción que consideraba histórica, la fiabilidad del retrato de los personajes co- L
A
nocidos debía aproximarse al real teniendo en cuenta que algunos vivían n
cuando fue redactada y que, en todo caso, el modelo era cercano. Aunque la n
aproximación a estos personajes supone un esfuerzo de documentación ex- 5O
traordinario, en este caso, prefiere Galdós ceder su palabra a otras criaturas
-la voz de la calle, sobre todo- y que las distintas apreciaciones, como en
una sinfonía, configuren el retrato sin que él intervenga como narrador. Ade-más
de eso, asistimos a los discursos de los líderes más conocidos con lo
que el lector advierte la ideología política. Otro método procede de la tradi-ción
literaria. La referencia a prototipos literarios no implica sino una forma de
calar hondo en la naturaleza social del hombre orientado siempre por los pa-trones
culturales que están vivos en su comunidad. Al mismo tiempo, se re-quiere
del lector cierta complicidad. Necesita éste haber leído el (~Laza-rillo.
para relacionar al personaje del esciidero con la vida de aparien-cias
de las Porreño, o conocer el mito de Don Juan para comprender
al capitán. En todo caso, las pinceladas son siempre rápidas, intencio-riadas,
atendiendo más al retrato moral que al físico -éste se corres-ponde
con aquél- y preocupándose por degradar a aquellos por los
que no siente simpatía, con toques esperpénticos que llegan a la ani-malización.
Además, en La Fontana ... tanto los personajes históricos
V CONGRESO Galdosiano
como los novelescos se insertan en un marco definido mientras que
los de El Ca b a l l e l - o. .. son seres proteicos que carribiari tarilo de forrria
como de nombre y que permiten al autor desenvolverse mejor en el
terreno de la pura creación.
El tratamiento humorístico de los temas se advierte, también, en las dos
obras. E3 una seña de identidad del autor que se mantuvo inalterada con el paso
de los años:
<(Enla proa se elevaba el cochero, que, en pesadez y en gordura, tenía por
únicos rivales a las mulas, aunque éstas solían ser más racionales que
él))'j .
([En su reducido cacumen se alojaban pocas ideas, las cuales, por ser po-cas,
vivían allí con holgura)').
Ejemplos como estos se encuentran, sin esfuerzo, en las dos novelas.
Es el narrador quien se pronuncia siempre convirtiéndose así en sujeto
interesado de la acción.
¿Qué cambios se producen en El Cahallaro ... ? Sigiie, desde luego, e1
interés por retratos completos insistiendo, especialmente, en los rasgos
morales (Tarsis, por ejemplo, es un vividor, frívolo, aficionado a la velo-cidad,
a las cacerías, a los viajes, a las francachelas y a las competicio-nes,
pero también es tolerante y generoso). Prefiere Galdós seleccionar
rasgos precisos e intencionados de los personajes, pero, sobre todo, los
deja hablar.
Y si en La Fontana.. . hablaban, en esta novela, algunos personajes son, por
encima de todo, sus voces. Esta solidaridad entre los personajes y su lenguaje
se manifiesta en multitud de ejemplos que ponen de relieve el extraordinario in-terés
del novelista por los registros del lenguaje oral. No son casuales; poseen
una f~inciónc aracterizadora. Hay que registrar quién los dice y en qué situacio-nes
narrativas para advertir cómo se ven los personajes y cómo ven a los
demás. Tomemos como ejemplo a la madre Angustias, una religiosa se-vera
de La Foritaria ... que padece de asma y, cuarido se excila, lo que
ocurre con frecuencia, le sobrevienen ahogos:
(<Ahoreal ca ..., ca ..., tecismo. Madre Bri ..., Bri .... Brigida, la que no sepa,
al ca ..., ca ..., camaranchón~~
Cla.. . , Cla.. . . Cla.. . rita -exclamó la madre Angustias ciega de fur 01.-
iNiña mal ..., mal ..., mal ... criada! ¿Qué desaca .... ca ..., cato es éste? Esta
noche al ca ..., ca ..., camaranchón, g.
O el caso de Pascuala, la criada del Coletilla, una moza alcarreña. ¿Se
inspiró Galdós en doña Melitona, la dueña de su pensión de estudiante,
B. P ~REGZA LDOS", La Fontana de oro^^, Op. cit., pág. 14.
B. PÉRCZ Galdós, «E1 caballero azul]), Op. cit., pág. 1014.
B. PÉREZ Galdós, .La Fontana de Oro,). Op. cit., pág. 37.
B. PÉREZ Galdós,< (LaF ontana de Oro)),O p. cit., pág. 38.
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alcarreña también, cuando la deja expresarse con frases como: ((se en-fa&,
<'seh a mudao., <,pap reguntarme)), ,(elm elifaritm, ~(pcau idarlo))?lo .
Todo esto estaba ya en el primer Galdós; pero el Madrid de La Fonta-na...
era más homogéneo mientras que en El Caballero .... gañanes, ma-
Lulerus, caballeros, rriaestros, curas, pordioseros y demás pululan por
diversas tierras y en circunstancias muy diferentes. Ya no se trata sólo de
caracterizarlos por su condición social sino también por su localización
geográfica que es más diversa. A veces, advertimos vacilaciones en un
mismo personaje que alterna formas cultas con vulgares (~lpueys ~II~P OS))).
A este interés de Galdós pertenecen también los abundantísimos
modismos, los giros populares, la adjetivación intensísima, los derivati-vos
de todo tipo (~~instruidilloch~i~q,u itín)), ~~met idi jo ~~~~,f railones~~cla ci- m
cones)], mujerona^^, ~gui sot e~~~co, nventor ro~et~c.,. ) que conviven con la-
tinismos en personajes alejados del ámbito eclesiástico ((lal as dos leguas E;
plus minusve)), ultima ratio~~se, t ne nos inducas,~)o expresiones cultas -
que suelen ponerse en boca de los enaniorddos (wjus ploraiitesn, liiOh
ignominia!) o refranes y aforismos con los que subrayan algunos sus E
ideas ([(Mujery malas noches matan a los hombresl~,~ (Escóndese l rico, 2
más no el mísero.). Es interesante anotar también los arcaísmos (duen- m -
go traje)), ((enl oor de)),~ ~yantarq)u~e) escuchamos en boca de los campe- j
sinos castellanos cuyas actividades son detalladas por un Galdós muy 5
documentado y cuyas expresiones intenta reproducir con delectación de
coleccionista. E
U
<(Pobresse mos hogaño, tan probes como cuando adoramos al Niño Dios
en el Portal de Belén. Pero la pobreza es nuestra honra y nuestra paz. La
mesma ropa y las mesmas migas que comíamos entonces comemos aho- ; ra, y la mesmísima licencialt ' l . l
,,
n
Al lado, conviven extranjerismos (eleeping-car)),a -eporterb),c hauffeurb)), n
S
algunos de ellos de reciente incorporación 12. Oi
Una vez más, no obstante, se advierten diferencias entre ambas novelas. No
se trata sólo de una cuestión de proporción. En El Caballero ..., íialdós está
más atento a otros efectos fónicos (,,elt in tim, ((fuerteg arrotazo)),~ ~iBnnimd!,o s
tres disparos rasgaron el aire con formidable estampidoll, ((Yo he rodado como
una piedra que arrastran los rios~)a, personificaciones llamativas (((mri isueño
Manzanares)),~ cfogosag asolina)),c os a s tuertas, cojitrancas y bizcas~~«b, aldo-sines
musicantes, ((las oñolienta laguna) que atrapan al lector por su valor su-gendor.
Llama la atención el hecho de que Galdós, que está tan atento a la fidelidad
lingüística de sus personajes, abandone, a veces, su actitud vigilante e
'O J. PÉmz VIDAL, '<En aquella casal), Actas del Tercer Congreso Internacional de Estu-dios
Galdosianos, Excmo Cahilrio Insular r i G~ r an Canaria. Las Palmas de Gran Cana-ria,
1990.
l 1 B. PEREZG ALDÓS. <,Elc aba llero encantado>>O, p. cit., pág. 1038.
l 2 A. DEL HOYO, diccionario de palabras y frases extranjeras", Aguilar, El libro Agui-lar,
Madrid, 1988.
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introduzca expresiones del léxico de Canarias que parecen aflorar de
manera espontánea tanto en la voz del narrador como en la de sus
personajes 13. Son fogonazos inesperados que nos conmueven ([(Vamos,
padrito, pronto,,, vamos a jaserle comunero de la gran comuniónl~, ~drin-caloll,
((el recreo tenía lugar en un patio oscuro y hediondolh, mina mal-criada~~
e,n La Fontana. .., y ~~ama r g o~rl~¿y~o,q ue he de temblar, contra?^),
[(desriscadero~ )c,a nelo)^, ~~zorrocloco((~d~a,d m emorias del), g e n t e novele-ra~)..
.y otros). En El Caballero.. . la preferencia por los pronombres enclí-ticos
sorprende por su altísimo índice de frecuencia, así como la acumu-lación
extraordinaria de hipkrbatns que, intencionadamente, contribuyen
a dar a la frase un disloque singular. Esta lasitud la advertimos, especial-mente
en la alternancia ~~ustedes/vosotrosc,u ando la realiza un mismo m -
personaje en dos párrafos sucesivos v desconocéis vosotros guardias.. .))
N
E
y (<...peron o quisiera ir sin llevarme a alguno de ustedes por delante))). O
Ocurre lo mismo con las estructura sintácticas. En los párrafos descriptivos y
n -
narrativos de ambas obras, se inclina por el uso de oraciones muy ex- m
O
tensas en las que los sucesivos complementos forman racimos comple- E
jos. Sin hacer un análisis exhaustivo de las dos novelas, he selecciona- 2
do al azar paginas de ambas y he podido constatar como D. Benito ha
ido evolucionando hacia una mayor diversidad y hacia una mayor com- 3
plejidad oracional. En La Fontana...)) predomina la subordinación frente -
a la coordinación, y de aquella, las proposiciones más abundantes son 0
m
E las de relativo ( con ~ ( q u e~~lc~u,a l) ) ,d onde^), c o n quien)),( con el que))).P or
O lo que respecta a los nexos conjuntivos, sobresale la conjunción ((y. por -
encima de todas. En cambio, en El caballero...^) se observa un equilibrio n
mayor entre oraciones coordinadas y subordinadas, y, dentro de éstas,
una variedad mayor (concesivas, muchas comparativas, finales.. .), los
nexos, además son más variados. En una lectura superficial, apreciaría- n
n -
mos la misma inclinación por el párrafo largo y por los abundantísimos E
complementos. Solo el cómputo oracional nos permite detectar la ma- 5O
yor complejidad expresiva 14.
VoMeridv al lerreno de las ideas, el optimismo de Galdós es superior en la
segunda novela. No todos los problemas tienen solución política. Hace falta una
profunda revolución interior y, para ello, ciertos purgatorios son eficaces. En la
educación, deposita su esperanza y en el homenaje que rinde a don Alquiboron-tifosio,
el bueno, el santo, el pobre maestro de pueblo, está el homenaje a toda
una profesión despreciada por los poderosos e-ignorada por el resto.
O esa misteriosa Madre que aparece y desaparece (((reinae s poco, divini-dad
es demasiado; espíritu y materia soy, madre de gentes y tronco de una de
las mas excelsas familias humanas>-) d i c e de sí misma-) que sirriboliza nues-tro
ser castizo, el genio de la tierra, España, en definitiva. Por diversos caminos
se ha llegado a lo esencial. Galdós solicita en ambas novelas nuestra adhesión
C. CORRALZEUSM BADOy otros, ('Tesoro lexicográfico del espaiiol de Canarias, Real
Academia Española-Gobierno de Canarias, Consejena de Educación, Cultura y Deportes,
Madrid, 1992.
l 4 B. PÉREZG ALDÓS, °El caballero encantado", Op. cit., p. 1039.
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patriótica (en el sentido de los krausistas y de los hombres del 98); en
ambas late el amor por España que, en su vejez, aflora con un aliento
poético que no había manifestado en otras novelas y que se recrea en la
contemplación del paisaje sólo desequilibrada por la existencia de los
caciques: (<'En los collados verdegueaban matojos; se oian esquilas de
ovejas y algún silbo de pastores)! o [(Por una calleja (...) desapareció la
Señora como sombra que en mayores sombras se desvanece11 o ((La no-che
es para el descanso, limémoslo sueño que es la jaula en que se guai-dan
los pensamientos~~E)s. un patriotismo, el de El Caballero. .. mas cor-dial,
más afectivo que se manifiesta en boca de la Madre (([la cuenca del
Arlanza, la primera de mis idolatrías de Madre)), ([mi San Millánb), ((mi gran
poeta Gonzalo de Berceo ... ) I ) y por eso ésta reprende afectuosamente al m caballero -&o es a Galdós?- por haberla traicionado en el Congreso de los
Diputados: ((Nos abías que tus síes y tus noes no fueron para mí nunca gloria ni E
provecholl. Por esta misma razón, arremete Galdós contra clérigos y caciques $
por liacei imposible, con su egoísmo, la fraternidad, la justicia, la igualdad entre
los hombres. De nuevo aquí, volvemos al Quijote, presente en toda la novela. 1E
Observen, por ejemplo, los títulos de algunos capítulos: (Que trata de las mis- i
tades y relaciones del caballero)), ((Donde se verá el interesante coloquio del 1
caballero)), ((De la increíble presencia de...)). No disimula su devoción por el f
QuUote y no escatima oportunidades de plagiarlo)^ (<(Bendityo descansado ofi-cio
era el de pastor^), da sin par Pascuala)),{ (on o entiendo yo de encantamien-tos
o compañeros somos de esclavitud y expiación)), ((Yo, que no temo a los
leones, menos temo a los cochinos~). O
Los finales de las dos novelas atraen nuestra atención: Ambos son felices:
n ambos terminan con el encuentro de los enamorados que inician una nueva vida -E lejos de los sinsabores pasados. Pero en La Fonma.. . la huella folletines~ae ra
evidente. La muchacha, Clara, respondía al modelo femenino, sin cultura ni in- i
dependencia económica, de principios de siglo, mientras que Cintia, que tiene
una mayor madurez y preparación, trabaja como maestra 15. Los proyectos que 5
hace ésta con su marido se desarrollan en un secreteo susurrante en el que "
entran planteamientos de tipo social construiremos 20.000 escuelas~))E.n
esto, Galdós se muestra, una vez más, como un finísimo observador, en este
caso de la realidad femenina. Las últimas palabras de los amantes de El Caba-
11e1 o...: ~(descariserriosd,e scansemosll nos invitan a finalizar esta exposición.
A partir de ahí, el sueño, el ensueño, la utopía (~(Soñemosa,l ma, soñe-mos))
-dice Tarsis a su Madre-) constituye el patrimonio de los lec-tores.
l 5 G. FRAISSyE M. PERROT'',H istoria de las mujeres)', vol IV, El siglo XIX, Taurus, Ma.
drid, 1993.