V CONGRESO Galdosiano m
EL ORADOR Y EL DISCURSO
EN EL AMIGO MAlYSO
Domingo J. Gallego y Catalina M. Alonso
~dliando concluyó, dijérase que se desplomaba el teatro, y que todo su
maderamen crujía y se desarmaba con la vibracion de las palmadas. Los
más cercanos se abalanzaban hacia el escenario, como si quisieran abra-zar
al orador, y las señoras se llevaban el pañuelo a los ojos para secarse
alguna lágrima ... Manuel se retiraba, y los aplausos le hacía volver a salir
tres, cuatro, qué sé yo cuántas veces... (1iQué pr-odigio! Y yo gritaba a los
vecinos del palco próximo: Es mi discipulo, señores; es mi discípulo^) (El
amigo Manso, 1 7 3) * .
Así describe Galdós el éxito, realmente midoso)), del discurso de
Manuel Pena en la velada caritativa de El amigo Manso en claro contra-punto
con el resultado^^ de la actuacion de Máximo [(Un aplauso mecáni-co,
oficial, sin entusiasmo, pero con bastante simpatía y respeto, me
despidió. Había salido bien, discreción y verdad; por la del público, be-nevolencia
y cortesía)) ( 165).
Dos discursos, dos resultados bien distintos. (<Estem uchacho -afir-mé
yo- será un sran orador. Ya lo es. Parece que en 61 ha querido la
Naturaleza hacer el hombre tipo de la época presente. Está cortado y
moldeado para su siglo, y encaja en éste como encaja en una máquina
su pieza principal" (1 73).
Se han estudiado, con profundidad, muchas de las peculiaridades te-máticas
y estilísticas de El amigo Manso. Sin embargo, no se ha insistido
en que Galdós ha escrito un pequeño tratado teórico-práctico de orato-ria,
o mejor dicho, dos: la oratoria 4ntelectual d e manso^^ (<¡viu n par d e
catedráticos en primera fila de butacas que me flechaban con el reflejo
de sus gafas, y con movimientos de cabeza apoyaban mis apreciacio-nes..))(
164) y la (<oratoria p opular)^ de Pena (.eran aplausos, aplausos fu-ribundos
que declaraban entusiasmo vivísirno ... Los pasillos se habían
quedado vacíos. Todo el mundo acudía a su sitio para ver de qué prove-nía
tal locura^)) ( 169).
* En este trabajo hemos preferido citar entre paréntesis, para mayor facilidad de
consulta y brevedad, las páginas correspondientes a la edición de 1990 de E1 amigo
Manso de Alianza Editorial, Madrid, y no la clásica edición de las Obras completas edita-da
por Federico Carlos SAINDZE ROBLESe n Aguilar, Madrid, 1966.
0[10 BIBLIOTECA Galdosiana
EL GRAN ASUNTO DE LA EDUCACIÓN
¿El amigo Manso e s una novela [~didáctical~N?o s preguntamos con
muchos estudiosos. Para Shoemaker (1 966: 22 1) (les una novela idealis-ta
... la encarnacióri de una idea ... Cialdós se dedica cornplelaniente al
tema de la educación y los maestros,). Davies (1962: 23) afirma que el
fracaso de Manso como maestro explicita la opinión de Galdós sobre el
excesivo optimismo de los educadores krausistas.
El tema de la novela es la educación: ((estaba encariñado con la idea
de perpetrar un detenido crimen novelesco, sobre el gran asunto de la
educación)~( 9). Aunque no estudia la temática en toda su profundidad
-<(quería emprender un trabajillo de poco aliento-- (9), porque le ([fal- m
tan datos.. . ,> D
La enseñanza de la oratoria y el éxito como orador se va a convertir E
en El amigo Manso en uno de los aspectos más fundamentales de la O
n
evolución y qiogr- eso)^ del discípulu Mariuel Pería. - -m
La relación de Galdós con la Institución Libre de Ensenanza, sobre u
E
todo con Giner de los Ríos, es bien conocida y ha sido estudiada por
Cacho (1962), Lida (1967), López Morillas (1967), Tuñón de Lara (1970),
Blanco-Aguinaga (1975), etc. La brevedad de este trabajo no nos permi-te
ampliar y estudiar este punto. 2
Para Rodríguez-Puértolas (1987:25) ((el elitismo institucionista o, en -
0
m
términos más generales, el de la inteligencia liberal espanola, no coinci- E
día exactamente con el pensamiento de Galdós, mucho más popular y O
ajustado a la realidad social del país.)) n
Y más adelante, refiriéndose precisamente a la novela eje de nuestro a
estudio afirma: l<recuS~-deseer,i esle serilido, El amigo Manso, novela es1
que el idealismo aparece como cano de esos engaños cardinales en que A
n
vivimos mucho tiempo, o quizá toda la vida, sin darnos cuenta de ello^^, n
y los metafísicos como gentes que (¡no engañan a nadie más que a ellos g
5
mismos~l. O
Para Gullón (1992:ii) ((un cierto didactismo nunca dejó de traslucirse
en los textos Galdosianosl~ y es del todo evidente en El amigo Manso.
El tema ((del maestro)) es frecuente en Galdós. La qalería de maestros11
y ,escuelas~q~u e aparece en las obras de Galdós es-muy amplia y esta
llena de interés. Describe el ((estadod e la educación en España)~q ue pre-senta
un cuadro lamentable. Para Galdós, dice Rodriguez-Puértolas (69)
rtel tema de la educación es u11 irisLiurrienLo no para regenerar el pab,
sino para transformarlo.. por medio de una auténtica campaña educati-va,
unida de modo íntimo a un plan de transformación radical de la so-ciedad,
es como Galdós imagina ... la posibilidad de una nueva España,
superando así las limitaciones idealistas y burguesas de los reformado-res
de la Institución Libre de Enseñanza y las veleidades populistas y
autoritarias de los regeneracionistas.~)
La desheredada, por ejemplo, está dedicada ((a los maestros),. La des-cripción
del método pedagógico de Pedro Polo en El Doctor Centeno (50)
V CONGRESO Galdosiano m
es un texto sangrante: polo no enseñaba nada: lo que hacía era introdu-cir
en la mollera de sus alumnos, por una operación que podríamos Ila-mar
inyectocerebral, cantidad de fórmulas, definiciones, reglas, generali-dades
y recetas científicas, que luego se quedaban dentro digeridas y
fosilizadas, embarazando la inteligencia sin darla un átomo de sustancia
ni dejar fluir las ideas propias, bien así como las piedras que obstruyen
el conducto de una fuente. De aquí viene que generaciones enteras pa-dezcan
enfermedad dolorosísima, que no es otra cosa que el mal de pie-dra
en el cerebro.))
Una escuela y un maestro así m me recen^^ el triste final que se narra
en Tormento (92) do todo desapareció; Ilevóselo la trampa en el breve
espacio de un año quedando sólo, de tantas grandezas, ruinas lastimo-sas.
'>
Y una descripción de la salida de la escuela como la de Galdós en
Miau (7) refleja una metodología de enseñanza que sólo puede llevar al
fracaso: ((Ningún himno a la libertad, entre los muchos que se han com-puesto
en las diferentes naciones, es tan hermoso como el que entonan
los oprimidos de la enseñanza elemental al soltar el grillete de la disci-plina
escolar y echarse a la calle piando y saltando.
En El caballero encantado Cintia-Pascuala, la amante del protagonis-ta,
es una maestra y el nino que habra de nacer de ese amor, Héspero,
será ((maestro de maestros~l. Don Quiboro, maestro de Bonices, (les agra-ciado
por la España oficial con el generoso estipendio de quinientas pe-setas
al ano; hombre que eri largos días de rriagislerio había utilizado su
corta ciencia doctorándose a sí mismo en la gramática parda y en la filo-sofía
parduzca ... no enseñaba cosa alguna a los chicos, y les entretenía
contándoles cuentos para que adormecieran el hambre .... (241-242) y
acabará muriendo trágicamente en una cuerda de presos llevada por la
Guardia Civil (308-31 0).
El concepto de ~movelaq~u) e tiene Galdós autoriza nuestro enfoque del
análisis de la enseñanza de la oratoria en El amigo Manso. En una situa-ción
tan importante como su incorporación a la Real Academia Espanola
su discurso, del 7 de febrero de 1897, se centra en ([La sociedad presen-te
como materia novelable~~D.e fiende su postura de ~~real i s rnsoo~ci~al ,
que descrlbe o pinta la vida.
dmagen de la vida es la Novela, y el arte de componerla estriba en
reproducir los caracteres humanos, las pasiones, las debilidades, lo gran-de
y lo pequeño, las almas y las fisonomías, todo lo espiritual y lo físico
que nos constituye y nos rodea, y el lenguaje, que es la marca de raza, y
las viviendas, que son el signo de familia, y la vestidura, que diseña los
últimos trazos externos de la personalidad: todo esto sin olvidar que
debe existir perfecto fiel de balanza entre la exactitud y la belleza de la
reproducción)~( Pérez Galdós, 1887: 8).
Y después de todas estas justificaciones centrémonos ya en lo que
hemos dado en llamar pequeno no tratado de oratoria,) en El amigo Manso.
Cuatro aspectos vamos a destacar:
[jO BIBLIOTECA Galdosiana
1. Preparación remota del orador
2. Preparación inmediata de un discurso
3. Pronunciar el discurso
4. Los resultados de dos discursos antagónicos
1 . PREPARACRIE~MNOT A DEL ORADOR
Oratoria, dice (1977: 195), (les el arte de convencer o conmover por
medio de la palabra hablada ... El fin práctico de la oratoria deja en se-gundo
término al literario: lo importante en el discurso es que sea efi-caz;
la belleza es añadidura.. .N.
Actualmente concretamos aún más la definición de discurso indican-do
que se trata de ((decir algo a alguien, en una situación concreta, para
conseguir determinado objetivo)). En este proceso hay un protagonista
aclivo, el orador, a quien Quintiliano definía como wir bonus dicendi
perituslt. Es decir, con capacidad de ~~elocuencia(~lld icendip eritus, no
verbosidad)))y con [(autoridadm ora111( vir bonus).
Los antiguos decían [(el poeta nace, el orador se hace)), insistiendo en
que las cualidades del primero son innatas, mientras que las del segun-do
se pueden adquirir. Por eso hablamos en oratoria de arte y técnica)).
El arte se refiere a las cualidades innatas. La técnica a los aspectos ad-quiridos.
<lQuod natura non dat, Salmantica non praestah dice el viejo adaggio
latino. Manuel Peña tenía cualidades innatas: ((era de índole tan buena y
de inteligencia tan despejada)),( <unp erfecto trozo del mármol más fino. .. JJ
(27).
Por otra parte, la relación educativa maestro, Máximo Manso, discipu-lo,
Manuel Peña, era muy satisfactoria. ((inspiraba a mi discípulo no sólo
respeto, sino simpatía; feliz circunstancia, pues no es verdadero maes-tro
el que no se hace querer de sus alumnos, ni hay enseñanza posible
sin la bendita amistad, que es el mejor conductor de ideas entre hom-bre
y hombre)] (27).
La formación comienza con el aprendizaje de la comunicación: ~lobli-guéle
a que se explicase con espontaneidad, mostrándome las facetas
todas de su pensamiento>). Y, después, un diagnóstico de la capacidad
del estudiante y de sus preferencias, hoy diríamos que Manso diagnosti-có
el estilo de aprendizaje del alumno)), y situación en que se encuen-tra:
((de las determinaciones de su espíritu me parecieron más débiles el
concepto y la volición. En cambio, noté que en la cooperación armónica
de sus variadas actividades fundamentales se determinaba con gran brío
su espíritu como sentimiento, y eché de ver las ventajas que yo podía
obtener cultivando aquella determinación en el terreno estético11 (27 y
28). ((Era artista, sentía ardientemente la belleza.. . )) ((Le seducían las cues-tiones
palpitantes y positivas, manifestando hacia las especulativas re-pugnancia
notoria'> (4 5).
V CONGRESO Galdosiano m
Una cualidad importante para el orador es la memoria. La de Manuel
<'era felicísima . . . le sorprendía recitando con admirable sentido trozos de
poemas modernos, de leyendas famosas y de composiciones ligeras o gra-ves))
(29).
En medio de estas cualidades, sobre todo las que favorecen la expre-sión
oral (((enl a conversación s e producía bien y con soltura))),a parecen
también los defectos: ((escribiendo era una calamidad ... sus cartas daban
risa. Usaba los giros más raros y la sintaxis más endiablada que puede ima-ginarse,
y la pobreza de vocablos corría parejas en él con la carencia de
criterio ortográfico), (29).
Máximo le enseñará teoría gramatical, combinándola con la práctica
copiar trozos escogidos no de los antiguos, cuya imitación es nociva, sino
de los modernos)).
E1 trabajo y el esfuerzo de aprendizaje dan buenos resultados: ((algunas
de sus brillantes facultades se desarrollaban admirablemente con el estu-dio
(44). Con grandes dificultades para expresar su pensamiento en la es-critura,
Manuel Pena es, lo que cierta tipología psicológica define como un
perfecto ~werbomotor~~)[.M andábalye o que aquello mismo tan bien pensa-do
en las Memorias y tan perversamente escrito, me lo expresase en forma
oral, y aquí era de ver a mi hombre transformado, dueño de sí, libre y a sus
anchas, como quien se despoja de las cadenas que le oprimían,? (45).
E1 catedrático Manso evalúa a su discípulo en este momento del
aprendizaje: caí en la cuenta de que su verdadero estilo estaba en la
conversación, y de que su pensamiento no era susceptible de encarnar-se
en otra forma que en la oratoria. Y le manifiesta su opinión: (watnos
-le dije, con entusiasmo, un día-. Está visto que eres orador, y si te
aplicas, llegarás a donde han llegado pocos.))
((Me preguntaba yo: Este muchacho, ¿qué va a ser? ¿Será un hombre
ligero, o el más sólido de los hombres? ¿Tendremos en él una de tantas
eminencias sin principios, o la personificación del espíritu práctico y
positivo? (46).
Curiosas dicotomías de Manso (¿Galdós?) inspiradas, sin duda, en la
situación y d cualidad es^^ de los hombres que se habían convertido en los
~~próceresbd)e l país descritos, también, detalladamente en otras obras
Galdosianas.
Otras cualidades del orador resaltan también en Manuel Pena:
- simpatía: ([sabía inspirar vivas simpatías a toda persona con quien
hablaba))
- capacidad para llegar al auditorio: ((su gracia, su fácil expresión, su
oportunidad daban a sus palabras una fuerza convincente y dominadora
que le abría las puertas de todos los corazones)). - adaptación al oyente: ((sabía ponerse al nivel intelectual de su in-lorlu~
utor hablando a cada uno el lenguaje que le correspondíal) - excelente corazón: mobles sentimientos y espíritu de caridad.. . l ~ - buena presencia: hermosísima figura y agraciado rostro]) (27) ~[ves-tía
con elegancia y variedad, y jamás intenté moderarle mucho en esto,
m BIBLIOTECA Galdosiana
porque la compostura de la persona es garantía de buenos modales y un
principio por sí de buena educación~(~4 7).
2. PREPARACIIN~MNE DIATA DE UN DISCURSO
2.1. La invitación
La Junta Directiva de la .Sociedad general para Socorro de los Inváli-dos
de la Industria,, por medio de su secretario Sainz de Bardal invita a
Manso a participar como orador en una velada benéfica. ({Resistíme a
todo trance, me brindé con la razón d e mi escaso poder oratorio~(~1 40).
Todos insisten ((atacaron de flanco, diciéndome que no hacían falta m
discursos brillantes, sino sólidos y razonados, que con mi palabra tendría D
la solemne fiesta una autoridad que no le darían los cantorrios y los dis- E
cursos floridos)). O
n -
¿Habla Manso o habla Galdós? Dejamos para Russell (1903), Rodgeis - m
O
(1970-7 l), Gullón (1970), Newton (1973) y Kronik (1977), entre muchos E
I
otros autores, el importante debate sobre la ambigüedad y complejidad 2
implícita en la relación ~lpersonaje-autor,()M anso-Galdós) y de los elemen- m -
tos míticos de la novela ((Yo no existo ... Juro y perjuro que no existo)) (7) 3
... ((me pregunto si el no ser nadie equivale a ser todos. y si mi falta de -
atributos personales equivale a la posesión de los atributos del ser11 (8). -
0
m
La caracterización de Manso como ente declaradamente ficticio afir- E
ma, paradójicamente, la impresión de su realidad. La descripción física O
y psíquica de Máximo (capítulo 2) concreta la vitalidad del personaje n
pero al borde de un esquematismo conceptual y casi didáctico. 1
En nuestro análisis no incide directamente esta importante discusión. a
9
¿Habla Manso o habla Galdós? Tal vez uno y otro. El continuo ((dualismo)) n
de la novela facilita esta interpretación. El hecho es que Manso o Galdós n
S (¿será Galdós y Manso?) describen el arte y la técnica de la oratoria de la i
época. O
Estamos en 1882. Galdós aún no ha empezado su experiencia políti-ca
directa, pero con 39 años y ya suficientemente conocido, no cabe
duda que habría sido invitado a participar como orador en veladas bené-ficas
o políticas.
En 1886 será Diputado a Cortes para t~representara~ G uayama, Puerto
Rico, designado por Sagasta y su Partido Liberal Dinástico. Participa de
la farsa parlamentaria de la época justificándose así:
No se duela usted de verme diputado. Yo no soy, no seré nunca, político.
He ido al Congreso porque me llevaron, y no me resistí a ello porque de-seaba
ha tiempo vivamente conocer de cerca la vida política. Ya dentro
del Congreso, cada día me alegro de haber ido, porque, sin mezclarme en
nada que sea política activa, voy comprendiendo que es imposible en
absoluto conocer la vida nacional sin haber pasado por aquella casa. jLO
que allí se aprende! ;LO que allí se ve! iQué escuela! (Olmet y García Ca-rraffa,
19 l2:Qg)
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Años más tarde, 1907, volverá a ser Diputado, esta vez por Madrid
como republicano y reelegido en 191 0, con más de cuarenta mil votos.
Mientras para Berkowitz (1 948) y Hinterhaüser (1 963: 145) la entrada
de Galdós a los 64 años en la política activa se debe a una claudicación
senil, para Fuentes (1982: 21) $es un acto de rejuvenecimiento y la con-secuente
culminación de una obra, informada toda ella por una toma de
conciencia histórica. l~
El debate parece marcado por la distinta concepción que subyace en
estos autores sobre un tema tan importante como la relación entre los
intelectuales y el poder. Distinguir entre el intelectual puro, incontamina-do,
y el que se mezcla con el poder y en parte vive de él, al que se de-nomina
intelectual orgánico, puede ser un esquematismo inexacto. (Pe-ces-
Barba, 1993).
Pero afirmar que el único modo de vivir esta relación es el
~d'engagement~et,l compromiso sartriano del intelectual con el poder, ha
Iltwaclo al clespiestiyio de riiuclios intelectuales, modernos sofistas con-tratados
a base de dinero y prebendas para defender y justificar postu-ras
y decisiones del poder con ((aparato crítico^^ y sbibliografía erudita)).
Dejemos para otra ocasión el análisis crítico de los cuatro modelos o
paradigmas posibles en la relación intelectual-poder, que senala Peces-
Barba, indicando que Galdós participó, durante su vida, del paradigma de
comunicación y del paradigma de participación.
El modelo de comunicación~d~i stingue las tareas -intelectuales y
poder- pero abre la colaboración recíproca. ,?El intelectual ofrece sus re-flexiones
que son libres y que pueden interesar al poder y el poder ga-rantiza
la libertad del intelectual. Es el modelo de la libertad de expre-sión
y del poder abierlo. Es, en defiriitiva, el modelo de la ilustraciÓn.>~
(Peces-Barba, 1993).
El modelo de la comunicación participación)) es la defensa de la do-ble
militancia intelectual y política. Puede ser una colaboración institu-cional~
o~ u na ~colaboracionp artidaria* desde la reflexión teórica o desde
la acción práctica.
Galdós se tuvo siempre por un hombre tímido que debía realizar un
gran esfuerzo para hablar en publico. En 1912 afirmaba t~nuncah ice uso
de la palabra. Me concretaba en leer cuartillas, algunas veces me las
leían otros)) (Olmet y García Carrafa, 1912: 102).
Revisando los discursos de Galdós de 1907 a 19 13 con mucha fre-cuencia
aparece que sus cuartillas se las leían otras personas corno
Adrián Navas (Fuentes, 1982:68), José Estrañi (Fuentes, 1982: 68, 70,
72, 92), Dicenta (Fuentes, 1982: 85), Aguilera y Arjona (Fuentes, 1982:
86), Nougués (Fuentes, 1982: 90, 91, 97,109,111) etc.
Sin embargo, García Lorca, al cabo de los años, recuerda con ternu-ra
a aquel hombre maravilloso, a aquel gran maestro del pueblo, don
Benito Pérez Galdós, a quien yo vi de niño en los mítines sacar unas
cuartillas y leerlas, teniendo como tenia la voz mas verdadera y profun-da
de España. Y eran aquellas cuartillas lo más verdadero, lo más nítido,
m BIBLIOTECA Galdosiana
lo exacto al lado de las engoladuras y de las otras voces llenas de bigo-tes
y manos con sortijas que derramaban los oradores en la balumba
ruidosa del mitin)).
Galdós se nos presenta como un orador tímido que lee sus cuartillas
breves, claras, de lo que él sabe, lejos de la oratoria, solemne, campa-nuda
y vacía de la época.
2.2. LA PREPARACIÓN DEL DISCURSO
((Tengo que hablar: no hay más remedio!) (145), parece un lamento de
quien prefiere la tranquilidad del despacho a la ilagitaciónll del público.
La primera decisión de un orador es elegir el tema ((¿y sobre qué?..
Manso acude a su despacho y al ver sus libros <<sen cendió de súbito
mi mente y de ella brotó inspiración esplendorosa)).~ ~Ocurriósemlae ex-posición
del concepto cristiano de la caridad...&>
Manso traza, mentalmente, su primer borrador, que somete a crítica y
desecha por su erudición e inadecuación al auditorio gldespués de re-ilexiuriar
Iargu ralo ... pare~ibnieri dícula la fiebre de erudición que me
entró al ver mi biblioteca ... La erudición es un vino que casi siempre
embriaga. Librémonos de ella, mayormente en ciertos actos, y aprenda-mos
el arte de llevar a cada sitio y a cada momento lo que sea propio de
uno y otro ... Si en esa famosa velada te descuelgas como un mosaico
de erudición tediosa o con un catafalco de filosofia trascendente, el pú-blico
se reirá de ti)) (146).
Es notable que, anos después, 1897, Galdós y no Manso continúe con
el mismo argumento en su discurso de entrada en la Real Academia Es-pañola
[[La mayor prueba de respeto que puedo dar al ilustre Académico
que se digna contestarme en vuestro nombre, es no poner mis manos
profa~iase n el sagrado Lesuro de la erudiciún y del saber crítico y biblio-gráfico~(~
7 ) Y más adelante insiste en su (instintivo despego de toda eru-dición...)~(
8 ).Y termina su discurso: 1dZon paciencia y libros todo s e prue-ba,
y yo intentaría demostrar lo que antes indiqué, si más fuerza que mis
deseos no tuviera mi incapacidad para compulsar textos antiguos y mo-dernos~(~
1 5 y 16.)
Descartada la erudición, Manso se centra en el análisis del auditorio
para preparar un discurso apropiado para sus oyentes. (Considera que
hablarás ante un senado de señoras, que éstas y los pollos y todas las
demás personas que a tales fiestas asisten, estarán deseando que aca-bes
pronto)) (1 47).
&Có~ndoe be ser el di s~ur sup ara e s l e auditoriu~~H?e aquí sus carac-terísticas,
casi podríamos decir ({sus recetas)) más sencillas para confec-cionar
el<~menpúe dido*: - ((prepara una oración breve, discreta11
- (con su golpecito de sentimiento 1~ - ((y su toque de galantería para las damas11
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- [(di cosas claras, si puede ser, bonitas y son oras^^
- so proporción ate un par de metáforas, para lo cual no tienes más que
hojear cualquier poeta de los bueno s.^^
- ($sém uy breve))
- (<ensalzam ucho a las señoras que s e desviven organizando funcio-nes
para los pobres))
- ('habla de generalidades fáciles de entender11
Manso (¿o Galdós?) dedica una sabrosa^) alusión final a los críticos de
la Prensa 4 te apartas tanto así de la línea del vulgo bien vestido que ha
de oírle, harás un mal papel, y los periúdicos no te llamarán inspirado ni
elocuente.^^ (1 47).
Enfoque muy distinto de la oratoria del respetable Manuel María Pez
en quien Galdós simboliza la peor forma oratoria de la época con una
certera descripción: ((Era la oratoria de este señor acabado ejemplo del
género ampuloso. hueco y vacío. formado de pleonasmos y amplificacio-nes,
revestido de hojarasca y matizado de pedacitos de talco, oratoria
que sirve a las nulidades para hacer un breve papel parlamentario, fati-gar
a los taquígrafos y macizar esa inmensa pirhmide pnpiracea que se
llama el ((Diario de las Sesiones)) Para descubrir una idea del sefior Pez
era preciso demoler a pico un paredón de palabras, y aun no había se-guridad
de encontrar cosa de provecho^^ (157).
Dentro de esta etapa preparatoria, Manso experimenta el sentimiento
común de todos los que se encuentran preparando un discurso, el ner-viosismo
y la preocupación: [(La próxima velada y el compromiso que
contraje me tenían preocupado^^ .
Llega el día de la velada y Máximo no tiene aun preparado su disc.ur-so:
11No tenía plan ni ideas claras sobre lo que había de decir11 (153).
Parece que no es capaz de aplicar la teoría del discurso que ha diseñado
en piginas anteriores y que como un buen número de personas deja da
tarea11 para el último momento.
Por otra parte (como improvisador, siempre he sido destestable)) afirma
Máximo (¿también Galdós?). ((No quedaba, pues, más recurso que enjare-tar
de cualquier modo una oracioncilla en los términos de fácil claridad y
sencillez que me habían parecido más propios.11 Hoy distinguimos entre
llimprovisar y repentizarll. Llamamos ~lrepentizar)a) la acción de dirigirse
a un auditorio sin la menor preparación. improvisar^^, en cambio, se re-serva
para explicar la acc.ión de dirigirse a iin auditorio, después de prepa-rar
el discurso bien con un esquema o redactando el texto entero, pero
sin repetir memorísticamente las palabras anteriormente redactadas, sino
4mprovisando~e~n el momento de hablar las palabras concretas.
Escrito el discurso, Máximo se ajusta a uno de los consejos más clá-sicos
en oratoria: do había leído tres o cuatro veces en voz alta para fi-jar
en mi espíritu, si no las frases todas, las partes principales de él y de
su armónica estructura. Hecho esto, podría salir del paso, pues fijando
bien las ideas, estaba seguro de que no se me rebelaría el lenguaje.))
Que distinta la preparación del discurso de Manuel Peña. Así nos la
O[D BIBLIOTECA Galdosiana
cuenta Galdós, situando el diálogo en el teatro momentos antes de la
actuación de Manso:
- ((¿Sobre qué vas a hablar?
- Sobre lo primero que se me ocurra.. .
- ¿No has preparado nada?
- Este es lo más celebre ... -indicó un amigo-. ¿Creerá usted, Man-so,
que esta mañana no tenía ni idea siquiera del discurso que va a pro-nunciar?
- Ni la tengo ahora ... Veremos lo que sale. Yo me las arreglo de este
modo. Esta tarde me he leido unos versos de Víctor Hugo y he tornado
una docena de imágenes.
- De esas de patrón de mico ..., ¿eh? "7
D - Cada imagen como la copa de un pino. Y con esto me basta ... ha-blaré
de las damas, de la influencia de la mujer en la Historia, del Cris- E
tianismo.. . I I ( 16 1)
n-= m
O
Ha llegado el momento esperado. Manso describe con tal viveza la 5
situación, los sentirnientos, el deseo de huir- del oradui Lír~iido, que úrii- %
camente puede narrar quien ha pasado por este drance~S~ó. lo el sentido
de responsabilidad, la dignidad personal y compromiso adquirido hacen E
que Manso se dirija al teatro: Cuando llegó la hora me vestí, al teatro
con mi persona! Dígolo así, porque me llevé como quien lleva a un cri-minal
que quiere escaparse. Yo era un polizonte de mí mismo, y necesi- a L
té toda la fuerza de mi dignidad para no evadirme en mitad del camino y $
volverme a casa; pero el yo autoridad tenía tan fuertemente cogido al yo
timidez, que éste no podía moverselb (153). 5
Máximo ha llegado al teatro con tiempo. Contempla el público que se 2
agolpa, los coches que llegan -sonaban las portezuelas como disparos
de armas de fuegol- las precauciones para evitar las reventas ... Con su
nerviosismo experimenta lo que muchos oradores sienten: {(Cuando me
venía al pensamiento que yo formaba parte del espectaculo que atraía a
tanta gente, se me paseaba por la espina dorsal un cosquilleo ... El dis-curso
se me borraba súbitamente del espíritu, y luego aparecía bien cla-ro
para eclipsarse de nuevo, como los letreros de gas encendidos sobre
la puerta del teatro, y cuyas luces a intervalos barría el fuerte viento sin
apagarlas. 1)
Los momentos que preceden al discurso están llenos de pequeñas
anécdotas, narradas desde la subjetividad del orador tímido. El lugar que
le corresponde en el programa le permite un mal chiste, que trasluce su
estado anímico:
-.Señor De Manso, ¿cuándo va usted?
-Después del arpa. ¡Lástima que mi discurso sea tan pobre de arpe-gios!
V CONGRESO Galdosiano m
-Yo, a ser usted, hubiera pedido un lugar más adelantado.
,Que más da? Antes o después, lo he de h a ~ ebr a stante nial)~(1 59).
También llegan los reporteros c~buscandom aterial editable~)<.( ¿Lec on-vendría
a usted darme su discurso para la Revista ... ? Lo pondremos en
el número 15 . . . l b .
Llega la hora del músico de arpa. (dJsted, maestro, pronto entra. ) Cada
detalle impacta al orador que espera su turno: ((Hubo un silencio expec-tante
que me impresionó, haciéndome pensar que pronto se abriría ante
mí la cavidad muda y temerosa de un silencio semejante)) (161).
Ya me toca, piensa Manso. (Xuando concluyó el solo y sonaron los
aplausos parecía que se me arrugaba el corazón y que se me desvanecía
la vista. Mi hora había llegado. Di unos pasos mecánicos.
-Todavia no. Va a repetir. Tocará otra pieza.
-iQ~é placer.. . ! Cinco minutos de vidar.
Todos los tratadistas de oratoria insisten en la importancia de los pri-meros
momentos frente al auditorio. Dan consejos sobre lo que se debe
y lo que no se debe hacer. Pero en muy pocos estudios sobre la oratoria
se describen de forma tan brillante los sentimientos del orador al situar-se
ante su audiencia:
[(Las piernas me temblaban. Y me vi delante del dragón, como quien
va a ser tragado, pues las candilejas cran como la dentadura de fuego;
las filas de butacas, surcos de una lengua replegada, y el cóncavo espa-cio
rojo, cálido y halitoso de la sala, la capacidad de una horrenda boca.))
(162)
Máximo, al fin y al cabo, intelectual consigue sobreponerse a sus emo-ciones
y pone en marcha sus mecanismos mentales de defensa. Cons-truye
a lo que en lenguaje actual Ilamaríamos ((mensajes positivos de
autoafirmación)~m, uy aconsejados por los expertos contemporáneos de
expresión oral, que le permiten dar comienzo a su discurso: ((Pero la vis-ta
misma del peligro parecía restituirme mi valor y fortalecerme. Verda-deramente
-pensé- es una tontería tener miedo a esa buena gente. Ni
lo he de hacer tan mal que me ponga en ridícu10.~~
El comienzo del discurso es uno de los momentos más difíciles. Man-so
comienza (con voz no muy segura. ..I) En la audiencia siempre existen
g~elementos distractoresll que dificultan la fluidez del orador y que éste
debe aprender a superar: ((La puntería de gemelos, así como el movimien-to
de tanto abanico, me distraían ... En el momento de concluir una fra-se,
cuando yo la soltaba redonda y bien cortada, sonaba aquel ras)) que
me ponía los nervios como alambres ... Pero no había más remedio que
tener paciencia y seguir adelante.. . )I (1 63)
Una vez que Manso pasa los primeros momentos y supera las distrac-ciones
[(el discursito iba saliendo limpio, claro, correcto, con aquella fa-cilidad
que me había costado tanto trabajo.', Sigue con sus mensajes
positivos de autoafirmaciónx ([no voy mal, no, señor. Me estoy gustando;
adelante...)) (1 64)
m BIBLIOTECA Galdosiana
4. LOS RESULTADOS DE DOS DISCURSOS ANTAGONICOS
Galdós nos presenta dos discursos muy diferentes. Como diferentes
son los oradores que los pronuncian: Manso y su exdiscípulo Pena. Am-bos
se dirigen al público [que es corno si dijérdrrios urid reuriióri de
muchos, de cuya suma resulta un nadie.. En su discurso de ingreso en
la Real Academia Española nos ofrece esta definición: ({elp úblico, la grey
humana, a quien no vacilo en llamar vulgo, dando a esta palabra la acep-ción
de muchedumbre alineada en un nivel medio de ideas y sentimien-tos>>(
9 ).
Manso analiza su discurso declarando (<No ofrecía gran novedad, no
contenía ningún pensamiento de primer orden ... no había en mi oración
ni chispa de brillantez oratoria. Era como si leyese un sesudo y docto
informe, o un dictamen fiscal ... Fue severo, correcto, frío y exacto...^^
La importancia de lo afectivo en la oratoria es grande. Sólo en una
paite de s u discursu M a i l m Iugid purlei «urm ~ u t dd e ~eriLirriieri1q~u e
levantó lisonjeros murmullos~~.
Manso insiste siempre en la coherencia, en la lógica, en la solidez, en
la precisión, en los verdaderos conocimientos; (Cuanto dije era de lo que
yo sabía, y sabia bien. Nada de conocimientos pegados con saliva y ad-quiridos
la noche anterior...)) En cambio, 4as ampliaciones y los golpes
de efecto faltaban en absolutol).
El resultado final: 1 un aplauso mecánico, oficial, sin entusiasmo, pero
con bastante simpatía y respeto" (165) y algunas observaciones rápidas
con enhorabuenas
-<(Al pelo, Mansito, al pelo.
-Caballero Manso, bravísirno.
Y algunas críticas y sugerencias de mejora que tal vez oyera el propio
Galdós algunas veces después de leer sus cuartillas en público:
-.iQué lástima que no alzara usted un poco más la voz! Desde la fila
1 1 apenas se oía ...
-Un poquito más de calor no hubiera estado mal ...
-Ya podías haber esforzado un poco la voz, y dar nervio, nervio ...
-Mira, otra vez mueve los brazos con mas garbo ... Pero ha gustado
mucho tu discurso. Las señoras no lo han comprendido; pero les ha
gustado.. . ií
José, el hermano de Manso, critica el enfoque metafísico y la no utili-zación
de datos fdciiitddvs d ÚlLirria hord: ([IIds esLddu verddderdrrienle
filósofo ... pero con muchas metafísicas que no entendemos los tristes
mortales ... Lástima que no hicieras uso de los datos de mortalidad que
te dio Pez a última hora...^,
José aprovecha la ocasión para descalificar totalmente el enfoque vi-tal
de Máximo, totalmente opuesto al suyo describiendo los tristes resul-tados
que origina esta manera de entender la vida: ((Tú eres otra calami-dad,
otra calamidad, entiéndelo bien. Nunca serás nada ... porque no
estas nunca en situación. ves tu discurso de esta noche, que es prácti
V CONGRESO Galdosiano
co y filosófico y todo lo que quieras? Pues no ha gustado, ni entusiasrna-ra
nunca al publico nada de lo que escribas, ni harás carrera, ni pasarás
de triste catedrático, ni tendrás fama.. -11 ( 168)
E1 discurso de Peña es la otra cara d e la moneda. <<Verdaed s que po-cas
veces he visto mayor ni más brillante ejemplo de la elocuencia hu-mana,.
( l7O), dice Máximo.
¿Qué quiere decir Galdós? ¿La elocuencia es una suma de factores
en la que el contenido tiene poca importancia, la lógica brilla por su
ausencia, y el sentimiento y el contacto con el público son los valores
más importantes? ¿A qué se debe el éxito de Peila, en claro contraste
con el mediocre resultado de Manso?
He aquí la lista de virtudes características de la actuación de Manuel:
-Se trata de un joven, atrayente para el público.
-(Con palabra arrebatadora, don semidivino en el que concurrían la
elegancia de los conceptos, la audacia de las imágenes y el encanto físi-co
de la voz robusta y flexible.
-Que sabe conectar con toda la audiencia, sabiendo llegar a todos
los oyentes por más variadas y diferentes que fuesen: ((había cautivado y
como prendido en una red de simpatía la heterogénea masa de perso-nas
diversas, y en una misma exclamación de gozo se confundían el
necio y el sabio, la 11iujt.i y el lioriibie, los frívolos y loa yraves.11
-Tocaba la fibra sensible de todos, llegaba al nivel afectivo con gran
destreza: ((despertaba.. . los sentimientos cardinales del alma humana, y
no había un solo espectador que no respondiese a invocación tan admi-rable
... Lica e Irene no movían la cabeza; la emoción las había converti-do
en esta tu as)^. (17 1)
-iQué admirable estructura de frases, qué enumeraciones tan brillan-tes,
qué manera de exponer. ..
- qué variedad de tonos y cadencias, qué secreto inimitable para
someter la voz al sentido ... qué matices tan variados ...
- qué accionar tan sobrio y elegante
- qué dicción enérgica y dulce, sin descomponerse nunca, sin incu-rrir
en la declamación, sin salmodiar la frase.
- las imágenes se sucedían a las imágenes (172).
Se trata de un auténtico compendio de las cualidades externas del
orador.
Manso describe, también, los defectos del discurso de Manuel, quizá
las carencias típicas que para él tenían los discursos de la época, comen-zando
por el contenido.
-¡(¿Y de qué hablaba? No lo sé fíjamente. Hablaba de todo y de nada.
-No concretaba, y sus elocuentes digresiones eran como una esca-patoria
del espíritu y un paseo por regiones fantasmagóricas.
-Tantas contradicciones como párrafos.
-Y, sin embargo, notábase en él pujantes esfuerzos por encerrar su
fantasía dentro de un plan lógico ... Hacia yo la disección del esqueleto
lógico, vestido con la carne de tan opulentas gala s...^^
BIBLIOTECA Galdosiana
Pero tales fallos de estructura no tienen la menor importancia si el
discurso a donde debe dirigirse es al sentimiento y puede definirse como
((el arte de persuadirl~. ((¿Qué importaba esto si el principal objeto del
orador era conmover, y esto lo conseguía plenamente hasta el ultimo
grado?)>
Manso cierra su análisis del discurso de su discípulo con una clara
síntesis de pretensiones simbólicas: ((Este muchacho -afirmé yo- será
un gran orador. Ya lo es. Parece que en él ha querido la Naturaleza hacer
el hombre tipo de la época presente. Está cortado y moldeado para su
siglo, y encaja en éste como encaja en una máquina su pieza princi-pal)~(
1 73)
Todo era una buena preparación para la carrera política ([en la cual m
entrd Manuel con el pie derecho desde que recibió de sus electores el E
acta de diputado11 (297). ((Lo que yo le enseñé apenas se distingue bajo O el espeso fárrago de adquisiciones tan luminosas como prácticas obteni- n
das en el Congreso y en los combates de la vida política, que es la vida =m
O
de la acción pura y de la gimnasia volitiva~)( 301). E
E
Hemos analizado este pequeño tratado de oratoria que Cialdiis inclu- 2
ye en El amigo Manso. Máximo toma siempre la palabra. Pero en muchas
ocasiones creemos que esta Galdós compartiendo sus ideas ... 3
Hay un punto en el que claramcntc Mjximo sc equivocó: 'cdc cuanto -
escribí y enseñé, apenas quedan huellas ... si se va a indagar dónde está 0
m
E la memoria de nuestro saber, no se encuentra rastro ni sombra de ella~l.
No es cierto. Han pasad0 11 1 años y seguimos estudiando y analizando O
g
al inolvidable Manso)). n a
,,
V CONGRESO Galdosiano m
EDICIONES DE LAS OBRAS DE GALDÓS CUYAS PAGINAS CITAMOS EN EL TEXTO:
La desheredada (1 88 l), Madrid: Alianza, 1985.
El amigo Manso (1 882), Madrid: Alianza, l !WO.
El Doctor Centeno (1883), Madrid: Alianza, 1985.
Tormento ( 1884), Madrid: Alianza, 1990.
Miau (1 888), Madrid: Alianza, 1992.
Discurso en el ingreso en la Real Academia Española (1897), Madrid: Est. Tip. de la Viu-da
e Hijos de Tello.
El caballero encantado ( lgOg), Madrid: Cátedra, 1987.
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