V CONGRESO Galdosiano m
EL BECERRO
QUE ESTERCOLA:
DE PALACIO VALDÉS
Carmen Servén
T a n t o ia serie Torquemada, de ~ é -
rez Galdós (1889-1895), como La espuma (1890), de Palacio Valdés,
destacan a un personaje salido de las filas del pueblo y encumbrado
hasta la cúspide social: Francisco Torquemada y Antonio Salahert, res-pectivamente
'. En el curso de la narración, ambos son identificados con
el becerro de oro, coincidencia que no puede considerarse casual pues-to
que en la construcción del personaje y en el tejido de las relaciones
que éste mantiene con el entorno, los dos novelistas relatan elementos
similares 2.
Torquemada y Salabert son amplios desarrollos novelescos de una ti-gura
reiterada en la narrativa de la época y que sin duda es reflejo de una
realidad sociohistórica: el nuevo rico. En su caracterización, los dos au-tores
incluyen ciertos rasgos que no les son privativos, puesto que algu-nos
de ellos se presentan también en otras criaturas novelescas de la
ficción narrativa española del último cuarto del siglo xix; pero lo cierto
es que, en el conjunto total de la figura, las similitudes resultan notorias.
En ambos casos se trata de un personaje de humildisimo origen (PV, OC,
11-192; PG, OC, 11-1340) 3, que posee sin embargo una extraordinaria
habilidad en lo pecuniario (PV, OC, 11-2125-17: PG, OC, 11-1454). Una
voracidad insaciable, la ferocidad más atroz y la suerte se combinan de
l Francisco Torquemada es protagonista indiscutible de la serie Galdosiana; La es-puma
dibuja un protagonista colectivo: la clase dirigente (v. GUADALUGPEO WEFZE RRERP,a la-cio
Valdés y el mundo social de la Kestauración, Oviedo, Instituto de Estudios Asturia-nos,
1983, págs. 108 y SS.), pero toda ella aparece girando en la órbita de Antonio Sa-labert.
En la biblioteca d e Galdós figura un ejemplar de ARMANPDAOL ACVIOA LDÉSL,a espu-ma,
Impr. Henrich y Cía., 1890 (v. Sebastián de la Nuez, Biblioteca y Archivo de la Casa
Museo Pérez Galdós, Gran Canaria, Eds. del Cabildo Insular de Gran Canaria, 1990,
pág. 190). Ademas conviene advertir que se trata de la primera edición de la obra y que
contiene una dedicatoria manuscrita del autor asturiano.
ARMANPDAOL ACVIOAL DÉSL, a espuma. Obras completas, Madrid, Aguilar, 1970, vol. 11.
BENITOPÉ REZG ALDÓSL, as novelas d e Torquemada, Obras completas. Novelas, Madrid, Agui-lar,
1990, vol. 11.
m BIBLIOTECA Galdosiana
modo que este individuo ha acumulado riquezas sin cuento por métodos
nunca bien explicitados; sin embargo, se constata que entre sus activi-dades
financieras figuran el préstamo y las contratas de tabacos (PV, OC,
2 17 y 2 17; PG, OC, 11-1339 y 1478). El ascenso social ha sido tan verti-ginoso,
que en el sujeto perduiari ciertos rasgos priniitivos. la tosquedad
nativa, la grosería de maneras y las dificultades de expresión (PV, OC, II-
216; PG, OC, 11, 1374 y SS.) son características resaltadas por los auto-res
en estos personajes. Y como resultado de su propia experiencia, es-tos
acaudalados individuos profesan el más fervoroso credo utilitario, y
son, aunque inmensamente ricos, declarados avaros, que nunca consi-guen
darse por satisfechos con los logros obtenidos. Salabert se dedica
al negocio ((no tanto por interés como por impulso irresistible de su co- m
razón11( PV, OC, 11 2 17); a Torquemada, <<snua turaleza exigía la preocupa- -
ción continua del negocio y los infinitos trajines que trae consigo la mis- E
ma ansiedad azarosa, la rabia de perder, la tristeza de ganar poco, el O
n
delirio de la ganancia pinglie,, (PG, OC, 11-1490). Y si ésle úllirnu pru~ld- $
ma ((es preciso economizar. La economía es la religión del pobre)) (PG, E
OC, 11-1462), el primero, a decir de su propia hija, (les un hombre que E
2
no tiene más Dios ni más amor que el dinero)) (PV, OC, 11-337); ambos -
profesan, por tanto, la religión del dinero.
1 ns dnc tacaños millonarios viven su madurez en un lyjoso palacio. 3
-
que sostienen con el fin de engordar los negocios (PG, OC, 11-1491; PV, -
0
m
OC, 11-2 19), pese a la dolorosa amargura con que afrontan ese gasto (PG, E
OC, 11-1536-7, PV, OC, 11-223). En su opulencia, ambos gozan del favor O
general: se verán ennoblecidos con un título y reconocidos como pa- g
n
dres de la patria y próceres eminentes. Los dos son objeto de un acto a
de homenaje a lo largo del cual pronuncian un discurso; en el, los dos L
avaros glosan el trabajo y la honradez como fuente de sus riquezas: y en A
n
ambos pasajes novelescos, la actitud aprobatoria del auditorio queda n
consignada mediante breves paréntesis (PV, OC, 11-333; PG, QC, 11-1532 5
y SS.).
O
Salabert y Torqriemada aparecen en el universo novelado como níi
cleos centrales de atracción social exclusivamente en virtud de sus rique-zas.
Sus más repugnantes o torpes hábitos son convertidos en graciosas
exceritiicidades por los aduladores y sus posesiones inmensas constitu-yen
un prisma capaz de dorar sus defectos ante los ojos ajenos; al reco-ger
la encomiástica actitud que rodea a estos potentados, los autores
advierten del espejismo que sufren quienes les aplauden: de modo que,
junto al retrato del rudo millonario, se traza el dibujo de una sociedad
fascinada por el brillo del oro. En el caso de Salabert, el narrador anota
que su rudeza y en general sus deplorables modales, .contribuían no
poco a su prestigio y al respeto idolátrico que en sociedad se le tributa-
Don Francisco Torquemada, con el marquesado de San Eloy en la serie Torque.
mada; Antonio Salabert es duque de Requena en La espuma.
V CONGRESO Galdosiano m
ba* (PV, OC, 11-192; v. también pp. 264 y 276). Y acerca de Torquema-da,
indica el narrador:
... de tal modo fascinaba a ciertas personas el brillo del oro, que casi por
hombre extraordinario le tenían, y conceptos que en otra boca habrían
sido gansadas, en la suya eran lindezas y donaires (PV, OC, 11- 15 16).
Y en ambos casos, al denunciar la exagerada reverencia que la socie-dad
tributa a los dos millonarios, los autores recurren al ((becerro de oro)),
motivo que ya ha sido destacado por Geraldine Scanlon como elemen-to
clave para la interpretación de la serie Torquemada, pero que aparece
antes, y con idéntico significado, en La espuma, de Palacio Valdés. m
La identificación de Antonio Salabert con el becerro de oro se pro- -
duce ya en la primera entrada del personaje: acude a la tertulia de la fa- E
milia Calderón y todos los presentes lo reciben con especial atención y O
n
respeto. Como broche y síntesis de Id es~er ide, l riarrdclor expl i~a: j$
E
Representóse en la tertulia de Calderón la escena de los israelitas en el E
2
desierto que más se ha repetido en el inui-ido. la adoración del beceiio
de oro (PV, OC, 11-192). =
3
De nuevo en la voz del narrador, y de nuevo referida a una situación -
en que Salabert aparece rodeado de admiración incondicional, se repite 0
m
E más tarde su identificación con el becerro de oro:
O
El duque, rodeado siempre de un grupo de fieles, se dejaba atufar a gol- :
n
pes de incensario, soltando a largos intervalos algún gruñido espiritual a
que los electrizaba, les hacía prorrumpir en exclamaciones de alegría. Las L
señoras eran las que más se distinguían por su entusiasmo. El genio es- A
n peculador de Salabert les infundía vértigos de asombro, como si se pusie- n
2
sen a calcular cuántos vestidos podían comprarse con sus millones. [...)
Sus chistes brutales, lo mismo caían sobre los hombres que sobre las 5O señoras. Gozaba en la ostentación bárbara de su fuerza. Si aquellos sus
devotos admiradores se dejaban hiimillar tan pacientemente no dándoles
nada, ¿qué no sucedería si repartiese entre ellos sus millones, si el bece-rro
de oro comenzase a vomitar monedas? (PV, OC, 11-307).
Por su parte, en Torquemada en el purgatorio, don Francisco es equi-parado
al becerro de oro en boca de Rafael del Aguila, que con vistas a
su próximo homenaje, le propone pronunciar un discurso en que se in-cluye
lo siguiente:
Puesto que vosotros arrojáis a un lado la dignidad, yo arrojo la modestia,
y os digo que me tengo bien merecido el culto de adulación que me tribu-táis
a mí, reluciente becerro de oro, Vuestra idolatría me revolvería el es-tómago
si no lo tuviera bien fortalecido contra todos los ascos posibles.
¿Qué celebráis en mí? ¿Las virtudes, el talento? No; las riquezas, que son,
GERALDINME. SCANLON~,T orquemada:" Becerro de oro"", Modern Language Notes,
vol. 91, núm. 2, 1976, págs. 265-276.
m BIBLIOTECA Galdosiana
en esta edad triste, la suprema virtud y la sabiduría por excelencia (PG,
OC, 11-1 525).
Es notorio que se trata de una situación paralela a las que cimenta-ban
la equiparación Salabert/becerro en La espwna: don Francisco va a
recibir un homenaje colectivo y podría explicar la exagerada reverencia
que le profesan equiparándose al ídolo de una falsa religión: la del dine-ro.
La equiparación Torquemada-be~erro de oro se mantiene poco mas
adelante de nuevo en boca de Rafael: ((Yo, que fui el mayor enemigo del
becerro, ahora le pido hospitalidad en su sacristia. ..>)(P G, OC, 11-1526).
En la obra Galdosiana, el desarrollo de la identificación entre el nuevo
rico y el becerro de oro es anterior a Torquemada en el purgatorio; ya m
en La lora de la casa (1892) aparece esa comparación en boca de -
distintos personajes, en distintas escenas de la obra, y siempre con el E
mismo valor de referencia a una exagerada atención hacia el rico Cruz o O n
su dinero. En el acto primero, escena V, la tía Eulalia alude a #,Estos -- m
hombres descreídos, rnetalizados, idólatras del becerro de oro.. .)) (PG, O
E
OC, 111-429); el agente Huguet adopta la metáfora irónicamente y explica I
S
sobre las consideraciones pecuniarias: m -
-Eso se deja para nosotros, los adoradores del becerrito. Estas señoras, 3
cristianas bien curtidas, conservan sus alrrias eri viriage, o sea en el des- --
precio de las riquezas (PG, OC, 111-431). 0
m
E
De nuevo, en al acto tercero, escena VII, Eulalia pide a su hermano O
que se aleje del rico Cruz: n
-Hermano querido, no adores más al infame becerro (PG, OC, 111-4 60). a
2
La utilización sistemática de la metáfora del becerro se produce, por n
n
tanto, en la obra de Galdós con anterioridad a su explotación en Torque- z
mada en el purgatorio. Y precisamente, con el mismo valor significativo 5
O
que en este relato -un feroz nuevo rico es objeto de idolátrica reveren-cia
social- la hemos hallado en la novelistica de Palacio Valdés.
Ninguno de los dos inaugura sin embargo la explotación novelesca de
la expresión ((becerro de oro)) en relación con la adoración de la rique-za:
esa metáfora se reitera en la obra de Pilar Sinués titulada precisamen-te
El becerro de oro (1875) En ella, la fascinación ejercida por la rique-
ROBCRTR ICARD,A spects de Galdós, París, Presses Universitaires de France, 1963,
pág. 62, señala la separación cronológica habida entre Torquemada en la hoguera
(1889) y el resto de la serie, que aparece entre 1893 y 1895: además observa que en-tre
la primera y segunda novelas del ciclo, Ciald6s publicó Realidad (1889), Argel Gur-rra
( 1890-91 ), Tristana ( 1892) y La loca de la casa ( 1 892). JOAQUC~ANS ALD~VEidRaO y, obra
de Galdós, Madrid, Gredos, 1974, 4." ed., págs. 114-15, hace hincapié en las diferen-cias
existentes entre la primera novela y el resto de la serie.
La utilización popular de esa expresión para referirse a la riqueza viene atestigua-da
por MARIAM OLINEDRic,c ionario de uso del español, Madrid, Ciredos, 1986, que, bajo la
entrada becerro^^, recoge: "El becerro de oro (fig.) Las riquezas~~.
Se trata de una novelista moralizante en que una de las dos jóvenes protagonis-
V CONGRESO Galdosiano m
za, la adoración al becerro de oro, se liga al conflicto central, pero no
aparece personaje alguno como encarnación de ese becerro de oro ni
como objeto de idolatría colectiva.
Así, a principios de la década de los noventa, Palacio Valdés y Galdós
coinciden no s61o en su crítica a la idolatría del diriero, sino además en
la construcción de una figura novelesca que encarna al becerro de oro:
Antonio Salabert (1 890) y Francisco Torquemada (1 894: Torquemada en
el purgatorio).
Pese a las evidentes semejanzas entre la construcción de Salabert y
la de Torquemada, también hay diferencias notorias. Palacio Valdés pre-senta
a Salabert como figura repugnante sin paliativos: escupiendo en la
alfombra ajena para fastidiar (PV, OC; 11-192), escamoteando la herencia
a su propia hija (Cap. VII), soliviantando el ánimo de su mujer agonizan-te
(Cap. VII), envileciéndose en el vicio de la lujuria (PV, OC, 11-223) ... y
hasta incapaz de idear sus propias maniobras financieras (PV, OC, 11-2 15-
7), de lo cual resulta que su enriquecimiento es en realidad producto de
las iniciativas de otros. Salabert, el riquísimo avaro, es de una maldad sin
fisuras y de una grosería contumaz: no hay en él asomo de duda, ni afec-to
ninguno; no hay asomo de conciencia moral (PV, OC, 11-216). El lector
ha de suponer que se enfrenta a un personaje bestial. Le ha sido nega-do
tndn rasgn Ca p 7 de hi~manimrs ii retrato.
Torquemada, al igual que Salabert y otros avaros literarios, es también
mezquino de espíritu y de físico poco atractivo $; de hábitos no limpios
en lo doméstico e incapaz de dejar escapar un real que pase por delan-te:
pero su prurito utilitarista, su completa entrega al afán de lucro, su
absoluta alienación, lo convierten en un personaje atormentado y patéti-co,
que despierta la compasión del lector 'O. Torquemada aparece como
víctima de sí mismo, y como resumen y caricatura de toda una época.
su vacobulario y expectativas recogen los lugares comunes, los tópicos
vigentes, revelando simultáneamente la degradación de valores que pa-dece
la sociedad de su tiempo. En esta figura, Galdós no se ha limitado
a mostrar los rasgos repelentes y ridículos visibles desde el exterior: ha
ido más lejos que Palacio Valdés, y sin detenerse en lo meramente apa-rencial,
ha señalado las grandes contradicciones sociales que convierten
la vida de Torquemada en un largo tormento íntimo. Torquemada, tras
tas pierde la virtud a causa de su insensata afición a la riqueza, mientras que la otra,
laboriosa y resignada, logra bienestar y feliz matrimonio. He hallado las relteradas alu-siones
al becerro de oro en PILASRI NUCSE, l becerro de oro, Madrid, Victoriano Suárez,
1910, págs. 170, 173 y 184.
Cnracteristicas habituales en el usurero de ficción y que responden a la memoria
literaria común. V. al respecto P. MANUELS UAREZ~,< Torquemadya Ciobseck~~A, ctas del 11
Congreso Internacional de Estudios Galdosianos, Las Palmas, Excmo. Cabildo Insular de
Ciran Canaria, 1980.
'O ARTHURL. OWEN~,( ThTe orquemada o€C ialdós~~if,i spania, 7, 1924, págs. 165-170,
y RICARDOG ULLÓPN$,c 010gías del autor y lógicas del personaje, Madrid, Taurus, 1979, cap.
IV, han destacado los aspectos que en la caracterización de Torquemada contribuyen a
humanizar la figura y aproxlmaria al lector.
m BIBLIOTECA Galdosiana
una larga y penosa evolución, de la que el autor consigue dar cuenta con
enorme sutileza, muere frente al lector, que puede suponerlo condena-do
o no: Salabert, cuya antipatía impasible no se ha alterado a lo largo
de toda la novela, como consecuencia de una desgraciada convergencia
de sucesos -muerte de la esposa, revés económico, desafecto de la
hija, rebelión de la amante-, sufre una conmoción repentina y sus fa-cultades
mentales quedan reducidas a las de una bestia. La espuma se
cierra rriostrarido al ariles glorioso Salaberl en su deiiriitiva condena:
sometido al capricho de los criados, que lo injurian y apalean. Palacio
Valdés antepone su intención de condena moral a cualquier otra consi-deración,
y nos permite ver, sólo desde fuera, a una figura monobloque
y repelente ll. m
Junto a la crítica social de la oligarquía madrileña y a la denuncia de -
la idolatría del dinero, tanto en la serie Torquemada como en La espuma E
se recoge otro de los temas generalizados entre los novelistas de la Res- O -
taurnción 12: ln decndcncin de la familia aristocrhticn. En la serie Torque- $
mada, la profunda miseria al bárbaro usurero para sobrevivir, muestran E
esa decadencia; en La espuma, los vicios y corrupción de la vieja aristo- E
2
cracia se encarnan en varios personajes, y particularmente en Pepe Cas- -
tro, ocioso, soberbio, arruinado por el juego, los caballos y los amores
mercenarios, y sostenido económicamente por su amante. 3
En ambas novelas, estos ejemplares d e la decadencia aristocrática O-rehacen
su situación económica por el procedimiento de aliarse con la m
E
nueva 6lite del dinero: Fidela del Aguila saca a su familia de la miseria O
casándose con el enriquecido Torquemada; Pepe Castro lo hará atrapa- :
do a la heredera de un nuevo rico: Esperancita Calderón. Y en ambas n a
novelas, la alianza entre la nobleza decadente y la nueva riqueza es alu-dida
con la expresión domar estiércol)) o ~gestercolar>~ n
En La espuma, Pepe Castro intenta recabar ayuda de su reaccionaria n
n
y noble tía, la marquesa de Alcudia, para acceder a un matrimonio que
lo sacará de la penuria. Halagando los prejuicios de clase de la aristocrá- O
tica señora, denomina domar estiércol^^ (PV, OC, 11-185) al hecho de con-traer
matrimonio con una linda y riquísima millonaria, una niña sin títu-los
pero capaz de alejar el fantasma de la ruina.
En ~ o r ~ u e r n a dena la cruz (1893),e l usurero Torquemada piensa: ([La
aristocracia, árbol viejo y sin savia, no podía ya vivir si no lo abonaba
(en el sentido de estercolar) el pueblo enriquecidoll (PG, OC, 11-1404). En
Tor-quemada en el puryalorio (1894), aludiendo a su propia boda con
l1 La benevolencia cordial de Palacio Valdés hacia sus figuras novelescas se con-virtió
e n un tópico critico: véase por ejemplo al articulo de ANDRÉSG ONZALBELZA NC(O<.E l
patriarca de la novela española. Don Armando Palacio Valdés~~N, uestro tiempo, núm.
307, agosto, 1924, págs. 149-165. Sin embargo, A. Ps~ux-RICHAARrDm, ando Palacio
Valdés., Revue Hispanique, XLII, 1918, pág. 387, ya destacaba el tono excepcionalmen-te
ácido de La espuma.
l 2 Según han mostrado NARCISOA LONSCOO RTÉS'(,D e La Montálvea', Boletín d e la Bi-blioteca
de Menéndez Pelayo, 1933, XV, págs. 5 1-8, y HERIBERTDOE L PORTOLa, decadencia
de la familia aristocrática en la novela española moderna, Ann Arbor, U.M.I., 1985.
V CONGRESO Galdosiano m
una aristócrata, comenta el miserable avaro protagonista: ((No sé quién
dijo que la nobleza esquilmada busca el estiércol plebeyo para fecundar-se
y poder vivir un poquito más)) (PG, OC, 11-1543).
La identificación estiércol-dinero y precisamente con referencia a una
situación parecida -un individuo de la nobleza casa con un adinerado
plebeyo- se produce primero en La espuma (1890), de Palacio Valdes;
y se repite después en la obra de Galdós. Pero lo cierto es que cinco
anos antes, en Lo prohibido, el propio Galdós había sugerido ya la capa-cidad
fertilizante del dinero 13: José María se complace en la elegancia de
Eloisa como en cosa propia, porque piensa que la había ,'fertilizado con
mi dinero)) (PG, OC, 11-268).
Así, la trayectoria literaria del estiércol, como la del becerro de oro,
parece larya y coniplejja, y conlribuye a eniparerilar la serie Torquerrlada
con La espuma. Pero en la serie Torquemada, Galdós ha tenido el acier-to
de combinar la metáfora del estiércol con la del becerro en la figura
del protagonista: don Francisco es así el becerro (encarnación de la nue-va
religión del dinero) que estercola (revitaliza la nobleza). Galdós reco-ge
y anuda dos hilos fundamentales en el entramado socio-histórico de
la Restauración: el ascenso de la burguesía hasta la cúspide y el injerto
vieja nobleza/nueva riqueza. En el discurso que Rafael del Aguila propo-ne
a Torquemada, le conmina a decir:
Y mientras vosotros me aclamáis con delirio, yo mugiré, repito que soy
becerro, y después de felicitarme de vuestro servilismo, viéndoos agrupa-dos
debajo de mí, me abriré de las cuatro patas y os agraciaré con una
evacuación copiosa, en el bien entendido de que mi estiércol es efectivo
metálico. Yo ~~depongmoo~n~ed as de cinco duros y aun billetes de banco,
cuando con esfuerzo de mi vientre quiero obsequiar a mis admiradores, Y
vosotros os atropelláis para cogerlo; vosotros recogéis este maná precio-so;
vosotros.. .
Si bien Galdós entreteje y estructura los elementos comunes con una
peculiar coherencia, las coincidencias entre sus novelas de Torquemada
y La espuma, de Palacio Valdes, son notorias y contribuyen a esclarecer
las relaciones literarias establecidas por ambos autores.
l3 Nótese, sin embargo, que la identidicación entre el dinero (oro) y la inmundicia
(estiércol) es común iwxi todos aquellos casos en que dürriinari o perduran las füi-rrias
arcaicas del pensamiento, en las civilizaciones antiguas, los mitos, las fábulas, la su-perstición,
el pensamiento inconsciente, el sueno y la neurosis~a~s,í como en el folklore
y las antigiias leyendas ( S i o ~ i i ~Fn~ ~ i i .nE.l carácter y el erotismo anal. (I9OR), en Obras
Completas, X111, Psicología de la vida erótica, Buenos Aires, Santiago Rueda ed., 1953,
pág. 123). Por tanto, a la hora de valorar las relaciones habidas entre dos obras litera-rias
concretas es conveniente recordar que la asociación genérica estiércol/dinero se
halla honda y ampliamente arraigada en el patrimonio cultura colectivo.
V CONGRESO Galdosiano m
PROYECTO DE INVESTIGACI~N
GALDÓS: DEL TEXTO
A LA REALIDAD CONSTRUIDA*
La idea del proyecto surgió en el anterior IV Congreso Internacional
Galdosiano, en abril de 1990. Allí un grupo de investigadores que está-bamos
empeñados en lo que, en líneas generales, llamábamos La lengua
de Galdós -aspectos distintos, caminos diferentes por individuales o por
especificidades metodológicas y finalidades en aigún modo confluen-
Les- coiricidiarrios eri dos corivicciuries: la del irilerCs de riueslra kred y
la de la necesidad de abordarla desde una labor de equipo que hiciera
posible conjugar distintas líneas de investigación mediante unas directri-ces
comunes que permitieran sistematizar adecuadamente las aportacio-nes
individuales hasta llegar, con eficacia, a conclusiones sólidas en te-rreno
de tal amplitud y diversidad.
En la segunda jornada de aquel anterior Congreso elaboramos y difun-dimos
entre los colegas interesados un breve y-esquemático texto-borra-dor
que, bajo el encabezamiento de POSIBLE PLANTEAMIENTO DEL TEMA, apunta-ba
unos objetivos, una metodología; también lo que llamábamos un PLAN
INMEDIATO de la tarea. La acogida de la idea, generalmente positiva, sirvió
de respaldo a nueslros planteamienlos y de acicate a nuestra voluntad
hasta lograr que aquella primera propuesta no quedara en efímeros en-tusiasmos
voluntariosos, lógicos en un ambiente congresual, sino en lo
que va camino de ser una realidad; una realidad -claro está- que ha
ido viendo corregidos en el camino, y no poco, los apuntes iniciales.
Transcurridos unos meses desde aquella primera propuesta (ya en
octubre de 1991), reposados -que no dormidos- los ánimos y tras
exponer nuestro propósito no hacerla realidad a los dirigentes de nues-tra
Casa Museo de Pérez Galdós, es decir, al siempre propicio y genero-so
Cabildo Insular de Gran Canaria nos pusimos en contacto con un
amplio grupo de investigadores para invitarlos a formar lo que Ilamába-mos
({la línea de salida)) remitiéndoles un documento que proponía una
Ponentes del Proyecto: Yolanda Arencibia, Julián Avila, M. del Prado Escobar, Joa-quín
Garrido. Ciermán Gullón, .John Kronik, Emma Martinell, .Jo& M. Navarro e lsahsl
Román.
m BIBLIOTECA Galdosiana
nueva [(Propuesta de proyectos2 que corregía y ampliaba el del anterior
Congreso con remozados contenidos, objetivos, caminos metodológicos
y propuesta de plan inmediato. Indicábamos allí la necesidad de estable-cer
fechas de una primera reunión y apuntábamos posibles respuestas,
en las que influyeron muchas y variadas circunstancias personales y
coyunturales -la oportunidad de líneas de investigación propias con las
específicas del proyecto, la posibilidad de aunar compromisos anteriores
con el nuevo trabajo, la posibilidad de desplazamiento y disposición ante
las fechas de reunión ...- resultó el equipo que ahora ocupa esta mesa:
la Dra. Martinell, la Dra. Isabel Romhn, 1a Dra. M. del Prado Escobar, el
Dr. José M. Navarro, el Dr. Julián Avila, el Dr. Joaquín Garrido, el Dr. Kro-nik,
el Dr. Germán Gullón, y la Dra. Yolanda Arencibia, que asume la di- ",
D rección del mismo.
La primera reunión formal tuvo lugar en Las Palmas de Gran Canaria,
O en abril de 1992 bajo el patrocinio del Excmo. Cabildo Insular de Gran -
Canaria y la Facultad de Filología de la Universidad de Las Yalmas de O m
Gran Canaria. Allí, y tras dos apretadas jornadas aún de planteo y de EE
planteamientos básicos, comenzó la andadura científica del proyecto.
Quedó designado con un titulo claro y ambicioso (GALDÓSD:e l texto a la
realidad construida (Metodología de elaboración y análisis del Corpus 3
Qa1dosiano)l que transparentaba los prnpócitnc de wwir de morieln ge- B
neral de análisis de la obra de Galdós partiendo exclusivamente del tex- m
to y con propósito integrador: integrador de la totalidad de la producción E
Galdosiana, por un lado, y convergente de los caminos de investigación O
g
que, con referencia a la obra de don Benito, partían de la realidad tex- -
tual, y atendiendo -claro está- las aportaciones validas que ya existen 1
en este campo. Teniendo en cuenta que la realidad a la que se enfrenta a
2
el lector es la textual -la creada en la novela- y la lingüística -en tan- -
to que construida por palabras, la labor crítica deberá ser paralela a esta -
experiencia del lector y consistirá sobre todo en el entendimiento de las O3 operaciones textuales que construyen el corpus narrativo investigado. En
esa primera reunión, pues, quedaron establecidas las líneas maestrai del
análisis de la configuración textual que nos proponemos; como también
quedó determinado el corpus Galdosiano objeto de este análisis: las no-velas
que componen la tetralogía de Torquemada.
En febrero de 1993 y en la sede del Departamento de Filología Espa-ñola
111 de Universidad Complutense de Madrid (Facultad de Ciencias de
la Información) tuvo lugar la segunda reunión del equipo investigador.
Allí se retomó la organización del grupo, se reafirmaron -con algunos
ajustes- las líneas temáticas propuestas en la reunión anterior y se es-tudiaron
estrategias de continuación eficaces.
En mayo de este mismo ano, y en el mismo lugar de la reunión ante-rior,
tuvo lugar un nuevo encuentro. En 61 se analizó el estado del traba-jo
a partir de los materiales individuales ya elaborados -previamente
conocidos por todos los investigadores- y se acordaron planteamientos
de continuación de las tareas del mismo, con nuevo plazo de reunión en
V CONGRESO Galdosiano m
los días del V Congreso Internacional Galdosiano de Las Palmas de Gran
canaria, agosto-septiembre 1993.
Y es esta la ocasión en que nos encontramos. Podrá ser nuevo paso
de asentamiento de la tarea y nueva ocasión de corregir lo que sea ne-cesario
para avanzar con eficacia y con riyur.
L~NEADES A CTUACIÓN DEL PROYECTO
En la primera de las reuniones celebradas establecimos unas grandes
líneas configuradoras del texto. Nuestro proyecto aspira a trascender del
texto Galdosiano a la realidad construida, si bien, de hecho, ((el mundo
de Galdós~e~st h en la realidad del texto Galdosiano, y tal texto e s una
construcción lingüística.
Estas grandes y esquemáticas líneas eran las siguientes:
- La configuración del texto. - La trama.
- Las imágenes.
- La revitalización del discurso (ediscurso repetido!)).
- Las referencias literarias.
- La configuración de los personajes.
- La trama (ficticia).
- Los modos de relación con el lector.
Contábamos con el entrecruzamiento, a modo de coordenadas, del gé-nero,
y de las categorías de espacio y tiempo.
Tras un periodo de elaboración personal, hemos procedido a una cier-ta
ordenación de los materiales. Nuestra opinión es que tanto la expe-riencia
del lector como la labor del critico implican la oposición de las
operaciones textuales, cuya trabazón cohesiona el texto, la unidad
realidad.
Nuestra perspectiva actual toma en consideración los siguientes pro-cedimientos
de construcción:
1) La cohesión textual desde el género (la consideración de la ~larqui-tectura))
de las sucesivas unidades textuales).
2) I,a variedad del texto: a) en las imágenes; b) en los sociolectos o
registros (sobre todo en su alternancia y combinación); c) en la reformu-lación,
revitalización de la lengua, es decir, de sus elementos y de sus
combinaciones; d) en la evocacióri de unidades textuales anteriores, tam-bién
ellas dexto literario)).
3) La cohesión que procede de: a) la progresiva y acumulativa confi-guración
del personaje; b) la trama de la ficción.
4) La cohesión textual que compenda: a) la distinción combinada
entre autor y narrador: b) las pautas que orientan la lectura del lector,
haciéndole cómplice del acto de la narración.
m BIBLIOTECA Galdosiana
El trabajo así estructurado requería un análisis exhaustivo del corpus
narrativo elegido partiendo de los propios textos. Fue preciso, pues, ar-monizar
la tarea entre los distintos miembros del grupo, buscando la
máxima eficacia aunque sin perder de vista la unicidad del objeto que
estamos estudiando y a cuya descripción completa intentamos llegar.
Se acordó entonces organizar la tarea de manera que cada colabora-dor
estudiara una de las líneas que previamente habíamos trazado. No
se nos ocultaban las dificultades con que sin duda habría de tropezar un
proyecto sustentado por un equipo tan amplio y distinto de investigado-res
con la consiguiente diversidad de los planteamientos científicos -
desde los que parte cada uno de nosotros, así como la heterogeneidad D
N
terminológica que de esto dimana; a todo ello abría que sumarse los obs- E
táculos puramente técnicos derivados de la distancia geográfica entre los $
miembros del grupo. -- m
Podemos decir que, ahora, cuando ya llevamos meses trabajando en O
E
I nuestro proyecto, y, después de algunas sesiones conjuntas de discusión 2
científica que han ido perfilando mejor los temas y encajando las apor- m -
taciones de cada quien, el diseño que en aquellos momentos planteamos 5 se ha revelado bastante acertado. -
En definitiva, el análisis que hemos emprendido retoma críticamente
el proceso de la lectura y procura dar cuenta de los diferentes estratos E
que configuran el texto recibido por el lector. No olvidamos que la nove- O
la es un peculiar acto de comunicación, susceptible, en cuanto tal, de
ser analizado semiológicamente. De ahí que nuestro trabajo dedique gran " E
atención a las cuestiones de esta índole: la presentación de la materia
novelesca, la configuración del narrador y del lector, así como la descrip- n
ción de las curiosas relaciones que entre ambos se establecen con fre- n
cuencia en el seno de estas ficciones. S
5
Curiosamente los novelistas del realismo que tantas veces insistieron "
en que su misión consistía en reflejar la realidad de forma objetiva, en
servir de espejo donde pudiera contemplarse nítidamente la sociedad de
su tiempo, se muestran en extremo artificiosos a la hora de ofrecer esta
pretendida tranche de vie al público. Galdós, creador original e ingenio-sísimo,
es uno de los narradores realistas que muestra mayor variedad a
este respecto. Las novelas de Torquemada constituyem un buen ejem-plo
de ello, con la multiplicidad de enfoques desde loa que se presenta
el relato, los diversos narradores fingidos y las mil formas diferentes en
que éstos saben incluir al narratario en la diégesis. John Kronik se
ha encargado de estudiar tales cuestiones, de extraordinaria impor-tancia
para la cabal comprensión del corpus cuya descripción nos pro-ponemos.
Ahora bien, las novelas deben analizarse también sintácticamente; no
hay que olvidar que una narración se organiza, según indicó Barthes,
análogamente a la frase, más aún, que todo texto debe considerarse una
V CONGRESO Galdosiano m
frase y como tal tendrá que ser sometido al análisis de los elementos que
lo constituyen y asimismo deberán explicitarse sus funciones. Por ello
nuestro proyecto se ha planteado la necesidad de poner en claro los res-pectivos
discursos de cada una de las ficciones de la tetralogía. Es preci-so
aislar los diferentes hilos narrativos que van componiendo la trama
para apreciar con claridad la función que cumplen. Habrá que aclarar
también la índole de las relaciones que se establecen a este respecto
entre los cuatro relatos de la saga torquemadesca. Julián Avila, que está
trabajando en la elucidación de las cuestiones mencionadas, ha llegado
ya a algunas concliisiones muy interesantes acerca de ciertos procedi-mientos,
como la utilización de moldes narrativos que se repiten en los
textos estudiados. Así el paralelismo entre biografía novelesca y aconte-cer
histórico, o la presentación de la evolución psicológica del protago-nismo
como hilo conductor de la narración.
Los personajes, sus respectivas funciones en los relatos donde apare-cen,
la evolución de los caracteres, los procedimientos de presentación
de que se vale el narrador, ... etc., constituyen capítulo insoslayable en
la sistemática descripción de la narrativa Galdosiana que hemos empren-dido.
No perdemos de vista que, al fin y al cabo, estas criaturas ficciona-les
pertenecen a la especie del horno fictus (según la feliz expresión de
Forster), que son realidades puramente textuales, por lo cual hay que
prestar gran atención no sólo a lo que el narrador cuenta de ellos, sino
también a los textos que cada personaje produce -transmitidos bien en
estilo directo, bien mediante las diversas varledades del indlrectu- cuan-do
aquél los suelta de su mano. Yolanda Arencibia se ocupa de esta
faceta de nuestro estudio y ha advertido que en la tetralogía de Torque-mada,
se usan de manera sistemática algunos modos peculiares de cons-trucción
del personaje, como pueden ser la descripción incompleta del
mismo que va perfilándose ante el lector en sucesivas apariciones con
nuevas pinceladas que refuerzan o matizan la primera impresión recibi-da;
o también, el juego del autor con las distintas perspectivas que pro-porciona
una visión poliédrica del carácter así presentado.
En un trabajo como el que estamos realizando es de sumo interés
analizar la configuración que en las novelas de Torquemada presentan el
espacio y el tiempo narrativos. Efectivamente en la estética realista, la
creación del espacio donde habitan los personajes es de la mayor impor-tancia,
y por eso habrá que atender con cuidado a las técnicas descripti-vas
que maneje el narrador. El propio Cialdós cuando pronunció su
discurso de ingreso en la Real Academia, titulado bien significativamen-te
La sociedad presente como materia novelable, señaló que en esa <lima-gen
de la vida)) que era para él la novela, había que reproducir los carac-teres
humanos y también das viviendas, que son el signo de familia y la
veslidura, que diselia los ÚlLirnos trazos exterrios de la persorialidad)~S. in
embargo, este propósito de trasladar la realidad física al relato, tan
sumariamente enunciado por los autores de entonces, llega a unos re-sultados
literarios bastante complejos, porque, al fin y al cabo, el único
m BIBLIOTECA Galdosiana
espacio narrativo es el de las náginas escritas, con lo cual al analizarlo
seguimos en el terreno de la realidad textual.
Análogamente, es menester considerar el tratamiento del tiempo, cuya
noción parece inseparable del concepto mismo de narración. De ahí que
las referencias al tiempo y la expresión de su transcurso, la percepción
que de él tienen los personajes, la distancia temporal que el narrador
establece respecto de su relato, la posibilidad de introducir analepsis o
prolepsis que distorsionen su progreso normal, etc., tengan que ser ob-jeto
de especial atención en nuestro análisis. El Dr. Germán Gullón ha
estudiado los aspectos de espacio y tiempo en la tetralogía.
Además de estudiar todos aquellos aspectos referentes a la estructu-ra
narrativa del corpus seleccionado, nuestro proyecto propone otro
estrato del análisis al estimar que las novelas son, obviamente, una crea-ción
lingüística, y por ende, habrá que señalar y desmontar los recursos
que en el plano de la expresión, caracterizan la escritura Galdosiana en
este ciclo narrativo.
Desde una óptica abarcadora Joaquín Garrido ha considerado prime-ro
el conjunto de la tetralogía como un texto, y, dentro de él, ha ido
deslindando unidades parciales -cada una de las riuvelds, los cdpítulos
que las forman, las ~ ~ p a r t qe us ~e ~lo s agrupan, los párrafos, el léxico-. En
este marco arquitectónico presta especial atención al género, así como
a ciertos recursos de enorme rentabilidad en la configuración del texto
como son las aperturas y cierres de novela o de capítulo.
La lengua con sus recursos expresivos es también objeto de análisis
pormenorizado, y así, José María Navarro, se ha detenido en el estudio
de los sociolectos y registros utilizados por los distintos personajes. A
primera vista, como es habitual en Sociolingüística, el trabajo se ceñía a
la lengua hablada, o sea -en la narrativa- a los monólogos y diálogos.
Sin embargo, el papel ~rdialoganted~e, l narrador ficcional, sus soliloquios
o su comunicación con un lector ficcional siempre mudo, amplia el cam-po
de lo conversacional en el corpus estudiado.
Por su parte, en un terreno vecino al anterior, se inscribe la minucio-sa
investigación que lleva a cabo Emma Martinell en busca de los abun-dantes
casos de discurso repetido,) que en el texto se utilizan. Y, por
supuesto, no queda su labor en la mera pesquisa, sino que procura ave-riguar
la rentabilidad narrativa que con tal procedimiento se consigue.
Isabel Roman, consciente de la importancia que en la prosa Galdósia-na
tiene la imagen en sus inúltiples variedades, ha dedicado su esfuerzo
al análisis de este procedimiento literario, ya que, en los géneros narrati-vos
el empleo de los tropos supone un filtro y por tanto selecciona, je-rarquiza
y añade juicios de valor. 1. Román ha clasificado las imágenes
según su procedencia, su constitución y la utilidad estilística que entra-ñan.
Muy significativo es, por ejemplo, el crecido número de tropos que
genera el propio lenguaje. Se advierte también cómo en ocasiones el
hallazgo de una determinada imagen puede condicionar la eIocutio del
relato entero. Eso es lo que ocurre, por ejemplo, con la serie imaginaria
del arranque de
a los tormentos
V CONGRESO Galdosiano m
Torquemada en la hoguera -tropas en torno al fuego y
inquisitoriales- que genera una larga cadena expresiva
a lo largo de toda la novela.
Por último, la consideración de que la narrativa Galdosiana es en gran
medida literatura en segundo grado, ha llevado a M." del Prado Escobar a
estudiar las referencias literarias tan abundantes en las novelas de Tor-quemada.
Estos relatos constituyen, en efecto, la demostración contun-dente
de que el texto es fundamentalmente un palimsesto, de modo que
se hacía necesario revelar y analizar la tupida red de intertextualidades
subyacenteen ellos. No sólo se enumeran las alusiones literarias detecta-das,
sino que se hace también preciso describirlas y, por supuesto, inda-gar
su rentabilidad en orden a la estructuración de la materia narrativa,
o en lo que toca a la configuración de algunos personajes o de su fun-ción.
Así, por ejemplo, la referencia intertextual que encierra el nombre
de las dos hermanas del Aguila, Cruz y Fidela, respectivamente -calco
del título de un himno litúrgico Cruz fidelis que se entonaba el Viernes
Santo-, ayuda a explicar no sólo ciertos rasgos de la personalidad de
cada una, sino también algún porinenor de la percepción que de ambas
tiene el protagonista que las evoca muchas veces unidas tan indisoluble-mente
como los miembros del sintagma latino en que se inspiran sus
nombres; ambas en efecto son la cruz fiel, por persistente, con que tie-ne
que cargar el tacano.
Una vez que todos los elementos que hemos ido enumerando hayan
sido debidamente analizados, procederemos a ensamblar las diversas
aportaciones individuales en un plan común. Entonces estaremos en
condiciones de asegurar que hemos logrado -al menos en lo que atañe
al ciclo de Torquemada- ir del texto a la realidad construida.