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IY CONGRESO Galdosiano m Galdós ANTE EL TOPICO Y LA AFECTACION ESTILISTICA Isabel Román A Robert Russell y Rodolfo Cardona O ueremos tratar aquí lo que nos parece un verdadero subtemaen la de ~aldósa:t i r a d e ll ugar común, delos fraseologismos que hinchan la expresión, de toda manifestación de "discurso repetido", así como de cualquier modalidad de lenguaje retórico o afectado'. De toda la obra Galdosiana se desprende un amplísimo censo de personajes -protagonis-tas, secundarios, de aparición efimera e incluso meras caricaturas verbales en función de la sátira- cuyo discurso es un simple encadenamiento de fórmulas, clichés atrapados en diversas fuentes, etc., que vienen a sustituir el ejercicio del raciocinio propio. Junto a ellos, otro grupo de personajes está caracterizado como portador de la conciencia del autor ante la afectación y la escasa creatividad lingüística, según se verá. No haremos en este lugar sino unas calas dentro del abrumador material que nos ofrecen las obras. suficientes para corroborar que la sensibilidad lingüística de ~aldóess extraordi-naria y consustancial a su carácter. Precisamente, en el prólogo a LaRegeMta, uno de los aspectos que llaman su atención como dignos de elogio es "su vena satírica, aquella gracia, digna de Quevedo, con que persigue los lugares comunes de la conversación de la literatura ripiosa y del periodismo. En esto es V. iniciadorn2. Tras los estudios de J. Gimeno Casalduero, actualizados por S. Gilman, los críticos han comprendido que la aparición de los tópicos puede ir más allá del mero realismo oral, de transcripción. Gilman, siguiendo las propuestas de Gimeno, recuerda que éste intentaba analizar si los tópicos no con tribuirán a 'revelar la radical vaciedad de la vida social y política española a fines del siglo xixn, si no nos estarán descubriendo que, a los ojos de Galdós, la sociedad española del sido m vive por entero del tópico y mediante él "siente, piensa y habW3. Galdós se servirá -no sólo en la palabra de los personajes, sino en las voces de sus narradores, tan a menudo paródicas- de muy diversas fuentes de clichés: la oratoria parlamentaria, el lenguaje de la prensa con sus manierismos, el lenguaje burocrático, los sermones y libros religiosos, el habla vulgar que a veces reproduce los registros anteriores.. . La sátira de la afectación estilística presente en Galdós tiene ilustres antecedentes en lo que Bajtin denominaría el "plurilingUismo" de la novela humorística representada por m BIBLIOTECA (iALDOS1ANA Fielding, Smollet, Sterne, Dickens, Tackeray, etc., en Inglaterra, Hippel y lean Paul en Alemania. Bien podríamos incluir a Galdós entre los autores citados, en cuanto que sus novelas vienen a constituir "una enciclopedia de todos los estratos y formas del lenguaje literario [pues la narración] reproduce paódicamente las formas de la elocuencia parlamen-taria, de la elocuencia judicial, (...) las formas de las noticias periodísticas, (...) la murmuración de los chismosos, el habla pedantede los sabios, elestiloépico elevado, el estilo bíblico, el de los Iiipocritas sermones moralizantes (...)"4.En definitiva, podemos hablar de una estilización paródica de los estratos del lenguaje así como de lo que el citado critico define como un "movimiento activo del autor hacia y desde el lenguaje". El alcance último de este "plurilingiiismo" en cuanto reproducción paródica de lenguajes, estilemas reconocibles, etc., parece ser en Galdós el siguiente: unos personajes que se m - expresan mediante "ideas recibidas" y moldes prefabricados están mostrando "toda una E manera de pensar y una forma de relación humana" que anula la posibilidad de descubrir O "la autenticidad interna del yo" ante uno mismo y los demás5. n B Un conocido análisis de Tierno Galván acerca del tópico engeneral nos advertía también E que el uso sistemático de fórmulas, clichés, etc. crea una "falsa conciencia" en la persona, E 2 superpuesta a su verdadera conciencia. E1 intelecto. pues, se enajena o vende al renunciar = a su ejercicio libre. En muchos casos los clichés pueden devenir no ya formas de expresión (cuya imitación puede resultar cómica) sino -lo que es más grave- formas de pensap. 3 Como gráficamente dice la aguda Pilar de Loaysa respecto a su viejo marido, existe una - - 0 m clase de personas que "piensan por papeletas": E : 'Es de esos que llevan dentro del cerebro una baratija de ideas adquiridas y coleccio- g n nadas en el trato de los hombres más vulgares (...) La tiene en forma y distribución de a papeletas clasificadas. Para cada tema que surge, su papeleta correspondiente. ¿Se habla de teatros? Papeleta. ¿De moral. de matrimonio. de religón (...)? Pues allá va la n cédula (. . .) Ya comprenderás que quien piensa por papeletas, en las acciones procede de un modo semejante, y ha de ser formulista, esclavo de la letra de ordenanzas y 5 reglamentos" (La estaSefa romdnticu, p. 627). O Aunque tal vez exagerándola y aprovechándola lúdicamente, hipótesis que no se puede ignorar y que plantearemos también aquí, las novelas de Galdós vienen igualmente a reflejar una situación de degeneración sociolingüística coetánea, frente a la que muestra particular percepción7. Galdós es, como Clarín, un continuo "desautomatizador" de fórmulas previsibles y manidas: por ejemplo, de la tendencia a la adjetivación tópica tan frecuente en la conversación, en la mala literatura, en el discurso político, sea liberal o conservador,.. Encontramos desde ejemplos de desautomatización muy elementales, como los siguien-tes, hasta el aprovechamiento jocoso de fórmulas próximas a lo que J. 1. Ferreras denominaba "coordenadas frasísticasns. Así, el narrador de Tonnento comenta y en consecuencia deshace lo que casi es "solidaridad léxica", "cena opípara", de este modo burlesco: "Hubo cena, que por la fuerza rutinaria de la costumbre hemos de llamar opípara ..." (p. 86) Y en otro momento se prevé la adjetivación tópica atribuible a Bringas: 'Bringas no autorizaría aquel lujo que, sin duda, le habría de parecer asiático ..." (La de Bringas, p. 144) En otra ocasión hallamos al narrador Tito portando la burla de Galdós ante fórmulas previsibles, en este caso, de subliteratura romántica: "Pero al llegar a la puerta me sentí detenido por una mano que llamaré invisible y misteriosa. Así son todas las manos que en casos tales atajan a los personajes de novela, lanzados a veloz carrera por un fuerte impulso del corazón" (De Cartago a Sagunto, p. 494). Desde obras tempranas, como Gloria, Galdós puede servirse humorísticamente de esta adjetivación tópica, jugando con el lector y sus espectativas. Así, al lector le suena a "ya oído" el convencional inicio en una "mansión encantadora", "linda casa que tiene el inmenso interés de toda vivienda a cuya ventana se asoma un semblante bello, esta mujer graciosa, estos negros ojitos que buscan y no hallan ..." En la descripción primera de Gloria también incurre el narrador en tópicas y almibaradas metáforas del tipo "Sus labios encendidos eran la más hermosa y dulce fruta que puede ofrecerse en el árbol de la belleza a los hambrientos antojos del amor". Pero nos sonreiremos cuando este jocoso narrador, tras su serie de hipérboles, "corrija" implícitamente su inventiva con la protesta "El que no lo quiera creer que no lo crea" (pp. 516-51 7). Los primeros capítulos, en suma, son un juego con un inicio convencional de novela romántica, que por diversos procedimientos va siendo enmendado y destruido. La misma intención con que en Un tribunal literario un joven Galdós se burla de las propuestas manidas que cuatro críticos ofrecen al incipiente escritor. Por su relación con el aspecto que nos interesa, tenemos que subrayar una evidencia problemática: la frecuencia en Galdós de lo que son exclusivamente PARODIAS DE ESTILOS. Y es necesario desde el principio interrogarse sobre los diversos móviles de tan numerosas parodias, a veces lúdicas y satíricas a un tiempo, en ocasiones pura diversión del autor. En efecto, Galdós es también un gozoso "pasticheur", capaz de imitar con humor cualquiera de los muchos estilos que conoce. Como encarece Bravo Villasante, este "poder mimético, avivado por la ironía, es uno de los mayores encantos para el lector a c t~a l "Y~ H. interhauser ha subrayado respecto a los Episodios nacionales, la "gran capacidad de adaptación estilística". que permite al autor tomar rasgos de la novela popular. de obras románticas, y también convertir a algunos de sus personajes en verdaderos palabradores que discursean al modo de sus oradores favoritos, de artículos de Prensa, etc.,I0 Galdós puede servirse para sus fines de personajes a los que caracteriza con los mismos rasgos de sensibilidad lingüística y gusto por la parodia que tiene él mismo, según veremos. 0, simplemente, inventa un ocasional personaje cuyos dichos, referidos, le son útiles para el cambio de registro. Este último es el caso que citaremos de Lafamilia deLeón Roch: en la Parte 111 de la obra se produce un sorprendente cambio de tono cuando el narrador decide, lleno de humor, recordar expresamente el estilo de Fray Gerundio en la descripción de la capilla de Suertebella. Para ello se sirve como intermediario de "un chusco que se entretuvo cierto día en dar una explicación humorística y a todas luces irreverente de las figuras que hermoseaban la capilla, (...) Los doctores, en número de cuatro y representados en actitud de escribir gravemente con el aquilflero pincel (...) en el sitio mismo donde estaba pintado San Lucas, el evarigélico toro.. . " ( p p. 9 1 6-9 1 7). Es sorprendente, por otra parte, la uniformidad que pueden mostrar los narradores Galdosianos en sus ocasionales caprichos paródicos. Así, en EIDoctor Centeno, la parte 11 se abre con un buenhumorado 'ubi sunt" en la voz del narrador: "Aquellos guapos chicos, aquellos señores de diversa condición que allí vimos entrar (. . .) ¿qué se hicieron? ¿Qué fue de tanto bullicioso estudiante, qué de tanvariada gente? m (...) Estos y otros que no nombro. ido están?" (p. 1.381). - E Frecuentes son también las cervantinas descripciones del amanecer o el atardecer, ya de O n por sí parodia de los clásicos grecolatinosl'. No importa quién sea el narrador. En La de O m Bn'rigas, el narrador nos ofrece una descripción pseudolírica del atardecer, tal vez acompa- E ñando burlescamente la actitud teatral de Rosalía y Pez: "cuando la luz solar se dilataba en E 2 las alturas y empezaba a clavetear el cielo las pálidas estrellas ..." (p. 149). Veintisiete años después, en De Cargqgo a Sqpunto, de repente Tito remonta su estilo y describe así un 3 amanecer: "pues la aurora, mensajera del rubicundo Febo, apenas hendía los horizontes con B sus dedos de rosa ..." (p. 499). m E Son los anteriores casos de parodia cuya intención última puede ser en exclusiva la O diversión del autor, y no queremos escamotearlos, aunque tan perplejos nos dejen a veces12. Pero como dijimos más arriba, existe también la posibilidad de diseñar personajes cuya n capacidad mimética esté vinculada con su conciencia lingüística y que en la obra se a conviertan en los parodiadores o cronistas de los dichos de otros personajes. Un ejemplo n interesante corresponde a la caracterización de Augusto Miquis en La desheredada, quien, n n en llamativo paralelismo con su propio autor, satiriza la pedantería, se divierte imitando 3 discursos, etc.: O 'Se asimilaba prodigiosamente las ideas de los libros y las ideas de los maestros orales, sus frases, su estilo (...) Tomando un tono hueco, hacía pasar por sus labios todas las palabras retumbantes, todas las frases obscuras de la fraseologia científica (...) en realidad no hace más que mofarse de lo que es realmente pedantesco" (pp. 1 .O081 .OO9). Este procedimiento lo ensaya Galdds con frecuencia. En Cánovas, último de los Episodios, escrito en 1912, encontraremos, por ejemplo, tertulias de Segis, Tito y un estudiante, los tres con idéntico humor, entretenidos en el lúcido intercambio de tiradas retóricas que parodian el lenguaje parlamentario de utopía política. Inventa Galdós infinidad de situaciones de impulso idéntico, entre su gusto por el pastiche y su sincera fobia ante la cursilería y el lugar común. Por ejemplo, es evidente su especial diversión al imitar el estilo de LOS SERMONES y LA ORATORIA RELIGIOSA en general, pero también su antipatía ante las metáforas que apelan a los sentidos, ante los consuelos propios de sermón, etc. rv CONGRESO CiALDOSIANo m Ya enLaFontanadeOtoadvertimos la afición del autor por 'hacer párrafos", adoptando el lenguaje de sermón, o de lecturas místicas. Sumamente divertidas son las admoniciones retóricas y redundantes de Paulita Porreño. Además, el autor introduce aquí y en otros lugares digresiones metanovelescas y metalingliísticas, que se convertirán en uno de los cauces del humor en la novela. Por ejemplo, suponiendo nuestra extrañeza ante el exceso verbalista de Paulita, sugiere, por una parte 'la influencia de las lecturas místicas en la manera de expresarse de aquella señora". Y además, una explicación jocosamente distanciadora, reclamando como autor su derecho a escribir a su gusto: "Tenemos datos para creer que la devota no dijo esto con las mismas palabras empleadas en nuestro escrito. Pero si el lector lo encuentra inverosímil, si no le parece propio de la boca en que lo hemos puesto, considérelo dicho por el autor, que es lo mismo" (pp. 131-132). No haremos aquí un inventario de los personajes que sirven a Galdós a un tiempo para satirizar la florida oratoria religiosa y para recrearse imitándola. Nos limitaremos a recordar la función de las amplias peroratas místicas de Juan de Dios. (muy parecidas a las de la ermitaña Marcela deLacampaña delMaescrazgo) siempre de efectos jocosos, como cuando intenta convencer a Gabriel de que piense sólo en el alimento espiritual: '-Por piedad por todos los santos, por la salvación de su alma, amado hermano mío, inodérese usted, refrene esos livianos apetitos, pongacien cadenas a la concupiscencia del mascar, pues por la puerta de la gastronomía entran todos los melindres pecaminosos" (Lab atalla de IlosArapil~p, . 127). De sospechosa semejanza con lo citado son algunas de las parrafadas de Tito, o Proteo Liviano, quien -como su autor- es particularmente proteico en su gusto por los cambios de registro lingliístico. A veces, el propio narrador reconoce su propensión al sermón religioso: 'Con un tonillo evangélico que maquinalmente me salía del pensamiento a los labios, le hablé de este modo: -Amigo, mejor serádecir hermano mío, coge estas ropas y tenlas por tuyas sin reparar en la mano que te las entrega; corre a tu morada y, una vez que purifiques tus carnes con santas abluciones ..." (Cdnovas, p. 576). Este tono parece serle especialmente querido, ya que, tras hablar con el obispo en La Primera República, reconocerá que lo imita al decir: 'Y heme ahora, lectores amados, feligreses píos en estos divinos oficios de la Historia ..." (p. 367). Y aún varias páginas adelante retorna su latiguillo sermonario: 'Vedme otra vez en el Congreso, amados leyentes míos y hermanos en la comunidad de la historia. .." (p. 387). De todas formas, no es éste el único registro que imita este portentoso remedador de estilos. No hay más que recordar sus requiebros en estilo quijotesco y arcaizante ante la anticuada damavizcaína de quien se enamora en DeCartago asagunto, p. 466., subrayando así su escepticismo en amores, su distanciamiento jocoso de la situación. O su parodia de las cláusulas trimembres de sinónimos usadas poco antes por Ido del Sagrario: 'si viene un guardia (...) despiértenme en seguida. Me traerá un parte, un despacho, un aviso ..." (La Pnmera República, p. 386). m BIBLIOTECA Galdosiana El ejemplo máximo de exhibición paródica de este interesantísimo personaje- narrador lo tenemos en su cínico discurso en Durango, a imitación de Fray Gerundio de Campazas, (Amadeo 1, cap. XVII), aguda burla del papanatismo de sus oyentes. Aquí Tito demuestra cómo es posible conmover a un auditorio con tópicos encadenados y majaderías arbitristas, además de analizar finamente la "pragmática" de la situación oratoria, como en tantas ocasiones hace Galdós. En este sentido, resulta particularmente interesante el cap. X de La Fontana de Oro, donde no se transcriben las palabras del fallido discurso de Lázaro en el café, sino la resonancia de la situación en el interior del orador, y esta "pragmática" de la oratoria que analiza la psicología del público, el misterio de la conexión orador-oyente, etc. En la línea de parodia de la forma y contenidos de sermones, plegarias, etc, estaría la transcripción de los artículos de prensa y las oraciones de falsa devoción del cínico Juan Bargas en Memorias de un cortesano de 1825, los tópicos discursos sobre "el ateísmo de los tiempos", a cargo del cura de Ficóbriga y otros aspirantes a oradores domésticos en G h a , etc. En LaJamilia deLeónRoch, el narrador comenta con dureza el estilo melitluo del Padre Paoletti, y el modo sensual de vivir la religión María, quien "hallaba elocuente y sublime un escrito en el cual, para celebrar a Cristo en la Hostia, se hablaba de armonía y silencio. de fuentes selladas, de celestial sonrisa(...)" (pp. 891 y 952). Un caso de especial transcendencia lo encontramos en Miau: en la novela, como es de esperar, Dios no puede ofrecer a Luisito respueslas que el niño no conozca previarne~ile. El autor se servirá del parlamento de Dios para, sin necesidad de glosa ni comentario explícito, ridiculizar algunas propuestas religiosas como la del abandono a la voluntad divina. A la pregunta obsesiva de Cadalsito sobre cuándo colocarían a su abuelo, Dios responde ensartando tópicos consuelos de sermones, sobre los que el autor ironiza: 'Porque verás: ¿para qué sirven los bienes de este mundo? Para nada absolutamente. Esto, que tú habrás oído muchas veces en los sermones, te lo digo yo ahora con mi boca( ...) Tu abuelito no ericontrará en la tierra la felicidad( ...) ¿No te acuerdas ya de lo que dice el Catecismo? Apréndelo bien. El mundo ese es un valle de lágrimas, y mientras más pronto salis de él, mejor" (p. 1.102). Siendo los sermones, entre otros factores, la base de la infantil formación religiosa de Luisito. resultará dramática la sensiblería del buen don Ramón. Villaamil escucha a su nieto como si de un oráculo inspirado se tratase, incapaz de reconocer el tópico en sus consejos: "-Y anoche me dijo que no te colocarán, y que este mundo es muy malo, y que tú no tienes nada que hacer en él, y que cuanto más pronto te vayas al Cielo, mejor( ...) El estupor de Villaamil fue inmenso. Eran las palabras de su nieto como revelación divina, de irrefragable autenticidad" (p. 1.107). Lo dramático en esta ocasión estriba en la resonancia de estas frases en don Ramón, hasta el punto de ser uno de los factores que decidirán su suicidio. Por SU parte, el cesante tampoco había quedado antes libre de repetir estos conceptos. En la cita siguiente, el narrador no señala explícitamente -como tan a menudo suele hacer-que nos encontremos ante una sarta de tópicos; pero el sospechoso encadenamiento de éstos, reproducidos en estilo indirecto libre nos sugiere de inmediato la actitud burlesca e irónica del autor frente a ellos: "Villaamil entonó al difuntito la oracibn fúnebre de gloria, declarando que es una dicha morirse en la infancia para librarse de los sufrimientos de esta perra vida. Los dinos de compasión son los padres, que se quedan aquí pasando la tremenda crujía, mientras el niño vuela al cielo a formar en el glorioso batallón de los ángeles" (p. 1.006). Hay que destacar también la frecuencia con que, desde obras tempranas, Galdós se entrega a la parodia del LENGUAJE AMOROSO CABALLERESCO O ROMÁNTICOi,n ventando situaciones muy semejantes en diversas obras. Así, en La batalla de los Arapiles (p. 134 y m sig.), un Gabriel gozoso se dirige a Inés, por juego, en estilo caballeresco, tal vez inducido E por el concepto de España y los modos de expresión de miss Fly, viajera romántica. O EnMiau. Víctor Cadalso es el principal acreedor a la ironía del autor. Sus manifestaciones n B son un conjunto de ideas tomadas de acá y allá. No representa al usuario de tópicos hasta E cierto punto ingenuo, presuntuosillo a escala menor, sino otro de peor especie y mayor E 2 peligrosidad. No en vano es en Miau el rriunfador mediante la palabrería, que con dosificación inteligente sabe imponerse a interlocutores que parecen estar deseando ser deslumbrados por el tono teatral y enfático del histrión. El narrador advierte una y otra vez 3 las fuentes de que se sirve el tipo, lamentablemente ignoradas por sus interlocutores en la - 0 m novela. Así, tras una larga perorata ante Abelarda lo desenmascara el narrador: "(estas E filosofías y otras semejantes las tomaba Cadalso de ciertas novelas que había leído)" (p. O 1.042). g n O, en otro lugar, a "No hables, me atormentarías sin consolarme. Soy un réprobo, un condenado. Estas n n frasesde relumbrón. espigadas sinctikrioendiferentes libros. las traía muy preparaditas 5 para espetarlas a la primera ocasión" (p. 1.53). O5 En Miau, la relación de Víctor y Abelarda será una de las líneas argumentales más rentables para la comicidad. Aparte de su pertinencia en el conjunto de la novela, parece amplificarse por puro gusto del autor, convirtiéndose en una excrecencia de cierta autono-mía. Galdós se divierte y se deja llevar en la recreación de los diálogos de la pareja, más extensos de lo que sería estrictamente necesario. La burla de Víctor a la joven parece ir demasiado lejos, dejándonos con la sospecha de si las amplias parrafadas no se deberán al espíritu lúdico con que el autor se entretiene en la parodia -cuya finalidad acaba en sí misma- de un estilo engolado y romántico. Se trata del mismo impulso que conduce, por ejemplo, la extensión de un diálogo entre José María Bueno y su prima ML Juana en Lo prohibido. José María se remonta y, por juego, finge admiración expresándose en forma grandilocuente, y alternando con los razonamien-tos de María al estilo de una heroína de folletín (p. 412). Se produce así otra escena de organización y fines independientes. Parece que Galdós está azotando y burlándose de este tipo de expresión tópica e insincera, pero también que se divierte imitándola, con la misma BIBLIOTECA Galdosiana actitud de atracción-repulsión que algunos de nuestros autores barrocos (Quevedo, Quiñones de Benavente, Polo de Medina ...) adoptaron frente a las frases hechas o "civilidades".Sólo esto explica la morosidad, innecesaria estructuralmente, con que se recrean escenas como los diálogos deVíctor y Abelarda, cuyo efecto cómico Uega a difuminar la compasión por la infeliz joven, M. Nimetz se ha ocupado de estos interrogantes, al advertir cómo buena parte del humor en las Novelas Contemporáneas proviene de una sátira del romanticismo y del gusto romántico. Si recordamos que es requisito de la sátira que sea de interés presente, relacionada con el aquí y el ahora, tendremos que preguntarnos seguidamente con Nimetz por qué Galdós dedicaría tantas páginas a tal sátira, cuando entre 1881 y 1915 los peores excesos del romanticismo habían decaído13. Son indiscutibles las consecuencias cómicas del lenguaje de un romanticismo trasnocha-do con que finge Víctor ante Abelarda, y tal vez sea ello la causa de la prolongación de las escenas entre ambos. Sin embargo, esta finalidad humorística no es incompatible con el sentido crítico con que el autor aborda las expresiones tópicas de los personajes. No es nuestro propósito trivializar la presentación de las relaciones de Abelarda y Víctor que, por otro lado, han sido valoradas en su sentido profundo por E. Rodgers, quien las considcra partc dc la estratcgia de Caldós para revelarnos el conjunto de una sociedad ocupada en jugar con los sentimientos serios y profundos. En el caso que comentamos, cree Rodgers que los tópicos románticos parecen proveer a la sociedad de unos medios prefabricados para entender las relaciones humanasI4. Subyace una dimensión profundamente seria que ha sido puesta de relieve por este crítico: Abelarda, Víctor y don Ramón en especial. forman parte de un "continuum" que en definitiva, abarca toda la Restauración española. Los clichés con que piensan forman parte de su herencia cultural global que comparten con sus contemporáneos, y les obliga a contemplar su propia experiencia en términos de estereotipos. Galdós reproduce, a lo largo de toda su obra, situaciones idénticas, entre la crítica evidente y el gusto por inventar en las coordenadas románticas. Por no traer más que un último ejemplo, en España tragrca, de 1909, encontramos: un joven galateando por diversión en la iglesia, a lo romántico, a una madura beata. "Me callaré -respondió Segismundo deslizando las sílabas con susurro-, me callaré después de decir austed, Donata sublime, que este Donado ama a usted con locura, con frenesí( ...) ¿Quién hizo esa belleza dolorida y arrebatadora? ..." (p. 157) La sátka de la "bétiseny la prensa como moderna "enciclopedia" Perdónese el uso del galicismo, con el que sólo pretendemos subrayar la semejante actitud de Flaubert y Galdós ante la "tontería" de su tiempo, entendiendo ésta en el sentido de los tópicos triviales de la conversación burguesa, la reproducción en bloques anquilosados de lo leído y también en el sentido de búsqueda de la "preciosité" estilística, que conduce a la cursilería. Hay que reconocer, no obstante, la mayor ferocidad del autor francés, quien en una carta declara "le sens contre la bétise de mon époque des flots de haine qui rn'étouffent" y, en consecuencia, su necesidad de "vomir sa bile" contra la sociedad. La intención del Dictionnaire des idées repes, proyecto que tenía en la mente desde su juventud, es, según él mismo declara: que tras haberlo leído, nadie se atreviese ya a usar ninguna de las frases en él contenidas. Se trata, pues, de combatir la "tontería" mediante un paródico diccionario de sus manifestaciones, vinculadas al lugar comúnL5. Recordemos la irónica advertencia que, respecto a la palabra "original" recoge Flaubert en su Diccionario, subtitulado "Catalogue des opinions chic": "Rice de tout ce qui est original. Le hair et mime le bafouer et l'exterminer, si l'on peut". El Diccionario ofrece un código de opiniones ya formuladas y "frasesn útiles para que los burgueses incultos se comuniquen pomposamente entre ellos, en una rueda de engaños recíprocos. m - Se trata también de ofrecer un repertorio donde el burgués pueda hallar, en cómodas E píldoras, un "resumen" de conocimientos culturales de todo tipo, siempre con la finalidad O de que se sirva de ellos para mantener una conversación distinguida o de buen tono. Al n B burgués no le interesaría la originalidad, ni la cultura gratuita y arduamente obtenida, sino E el sentirse 'parte de" un círculo de comportamientos y lenguaje uniformes. Como afirma SE Herschberg-Pierrot. servirse del cliché es buscar seguridad, es un medio de 'se ra~tacherii - la nome, et de coincider avec la loi"I6. Si en la conversación surge la Arquitecturacomo tema, al receptor de Flaubert le bastaría 3 con saber: "11 n'y a que quatre ordres d'architecture. -Bien entendu qu'on ne compte pas - - 0 m l'egyptien, le cyclopeén, l'assyrien, l'indien, lechinois, gothique, coman, etc." Si se habla de E dinero, quedaría bien emitir la fórmula latina "Auri sacra famesn. Si se asiste a un funeral, O decir del difunto esta trivialidad: "¡Y pensar que yoestaba cenando con él hace ocho días!". g n Si de religión se trata, hay que exclamar con unción, "La religión de nos @resw. a En éste y en otros casos, Flaubert prescribe también el gesto o el tono que debe L A acompañar la frase (temblar, suspirar, echar pestes de...). Por supuesto, hay también n n consejos para fingir sensibilidad: $ "OISEAU. Désirer en itre un, et dire en soupirant: "Des ailes! ", marque une ame 5 O poetique". Y también haría buen efecto aprender frases célebres, con la intencibn de citarlas luego en conversación. Por ejemplo, si se habla de Filosofía, al burgués le será suficiente conocer el "Cogito, ergo sum" a propósito de Descartes, o "Busco un hombre", de Diógenes. En su obra inacabada BouvardetPécuchet, termina de publicar en 188 1, los protagonis-tas ejemplifican en ciertos aspectos al usuario ideal del Diccionario: emiten opiniones tópicas sobre las mujeres, denigran todo lo que es convencional denigrar, e incluso se convierten en almas sentimentales y poéticas cuando es preciso, como cuando esperan la primavera con las oportunas reflexiones nostálgicas sobre los ciclos de la naturaleza y el paso del tiempo. Pero, fundamentalmente, representan la caricatura del "dilettante" eterno, incapaz de profundizar en ningún saber,; la búsqueda del cómodo resumen, de "las frases" condensa-das y netas que supuestamente contienen la verdad y esencia de cada materia, se trate de Historia, Literatura, Religión, Medicina o Dibujo". La 'enciclopedia" de saberes abreviados para el cómodo uso tiene, como sabemos, precedentes en nuestraliteratura. No hay más que recordar elLibrodetodaslascosasy otras m BIBLIOTECA ClAlDOSIANA muchasmásquevedesco, donde se ofrece "a la turbamulta de los habladores", un compendio de soluciones burlescas. plenas de tautologías, para el contemporáneo interesado en el ar[e de la adivinación, así como varias recetas "Para saber todas las ciencias y artes mecánicas y liberales en un dia"; la Aguja de navegarcultos, donde el aspirante a culterano puede hallar un repertorio de tirminos y metáforas ya establecidas; La culta latiniparla, con un "disparatario" que contiene diversas fórmulas para "ennoblecer" el lenguaje, etc. Recordemos taiiibith las relaciones con los diversos diccionarios de la "Preciosite" en Francia, como el de .\ritoine P. de Somaize, publicado en 1660 y reeditado con ampliaciones en el S. sis jld5i.\. Somaize declara en él su intención de divertir al lector con la extravagancia de loa ti;rminos recqidos de las tertulias de las "preciosas" de su época. Pero es sorprendente la srmeii~nznd e iilpino de los manierismos que recoge con las tendencias lingüísticas del burpiPa qiie rztleia Gnldós: la perífrasis pseudo-elegante ("L 'eau.-L'element liquide"), la acunaci3n de iiietiít'orns banales ("Les oreiIIes.-Les portes de l'entendement"), el uso de antonomasias paril hiperbolizar las cualidades ("Cettemme est chaste,Cette femme et une vraye Peneloppe'., etcl". Galdós se refiere, por otra parte. n los antecedentes dieciochescos de algunos de sus pseudwultos, evolución del tipo yiie liabrin sido el alumno ideal de Loseruditosala violeta, donde el profesor ofrece una condenaaciiln de diversos saberes (Retórica, FilosoAa, Derecho...), para fingirse refinado en iiiia semana, tal vez como parodia de algunas enciclopedias de 'erudiciún universal" cit. sil tiriiipo'". Y en efecto, en su obra encoiitrarrios varios de estos "pseudoxultos", que busm compulsivamente el saber vulgarizado, ahormado en bloques fácilmente memorizables. con el escliisivo fin de exhibirse en la conversación. El prototipo de "pedante contemporáneo" parece ser el Zárate de Torquemada en el Purgatorio, quien "estaba al corriente de lo moderno, espigando todo el saber en periódicos y revistas, sin profundizar en nada" (p. 1.474), y cuyas frases son absorbidas durante un tiempo por el usurero, hasta que éste decide acudir por sí mismo a los diccionarios y enciclopedias en busca de "la frase". Galdós no escribió ningún diccionario o enciclopedia paródica, es obvio. Y sin embargo, de la lectura de sus obras podemos extraer un completo repertorio de lo que para él son "civilidades", de fórmulas de amplificación sintáctica (frecuentes cláusulas trimembres, de carácter redundante), sinónimos pedantes en el registro de la conversación, latinismos usados como ornato, citas célebres -a menudo mal utilizadas y ridículamente descontextualizadas-, metáforas acuñadas y casi lexicalizadas por el abuso, etc. Buena parte de la crítica lingúística de Galdós en este sentido, tiene como base inevitable el LENGUAJE DE LA PRENSA, que se convierte en inspiración del estilo expresivo de tantos personajes. Tras la invasión periodística del último cuarto del siglo (R. Utt proporciona la cifra de 490 publicaciones entre 1875 y 18 8Z)20G, aldós comparteconClarín la preocupación por la "corrupción lingüística" que se deriva de la reproducción continua de los discursos parlamentarios, fundamentalmente. Clarín es muy severo al respecto: "iOh, si fuéramos a prohibir a muchos de nuestros oradores parlamentarios las muletillas, los lugares insigni-ficantes, los idiotismos necios..."! Y, como Galdós, atribuye gran culpa a la infinidad de jovenzuelos petulantes con pujos políticos, todos ellos con "una deplorable facilidad para decir cien lugares comunes en cinco minutosw2~. N CONGRESO CiALDOSiANO m Galdós muestra particular aversión ante lo que podríamos denominar "la frase" pretendidamente lapidariae ingeniosa que busca merecer el honor de ser acuñada. Es el caso de la banalidad que doña Tula emite con pretensiones de sintética sabiduría: "Esta señora dijo una frase que se quedó grabada en la mente de cuantos la oímos( ...) "iAh, los hijos -dijo doña Tula con tristísimo acento- Son una enfermedad de nueve meses y una convalecencia de toda la vida" (La de Bringas, p. 137). Muy semejante es la intención de la particular "phrase 2 effet" del pedante Casa-Muñoz: "Y si he de hablar ingenuamente, diré a usted que a mí no me asusta la República, lo que me asusta es el republicanismo. m Miró a todos para ver qué tal había caído esta frase" (Fortunata y/acinta, p. 515). E Comparte en este punto la aversión de Clarín ante la frase redonda, repetida, que simula O condensar en sí importantes principios. Es el caso de la afirmación de Pepe Ronzal: 'Dadme n = un pueblo sajón -decía- y seré liberal". Como el sarcástico narrador de La Regenta m O E comentaba poco antes, "la murmuración variaba poco, los comentarios menos y las frases E 2 de efecto nada." (p. 341,I). En bastantes ocasiones nos hallamos ante modalidades de "discurso i t e r a t i~o "f~ra~s,e s citadas una sola vez por el narrador, pero cuya continua repetición está implicada. El origen 3 de esta búsqueda de la frase sintética, repetible, puede radicar en la imitación de lo leído. La em- Prensa, es además cultivadora de ciertas metáforas supuestamente ingeniosas, que luego E repetirán los lectores. Y así don Gerardo, hombre "que se oía cuando hablaba" dirá de la O instrucción pública que "es el barómetro, ya lo saben ustedes, el barómetro de la civilización n de los pueblos" (Montes de Oca, pp. 825-826). a Baldomero Galán insertará en su conversación, con toda naturalidad fórmulas de denominación y solidaridades léxicas con adjetivo procedentes de la Prensa: n "Señor, las hordas de Cabrera son dueñas de casi todo el país -replicó Galán, que 5O hablando de Guerra solía emplear las fórmulas usuales de la Prensa patriótica, de las proclamas y órdenes generales en campaña-, y mientras no consigamos limpiar de enemigos fratricidas todo el territorio de esta Comandancia general, no le aconsejo a nadie que penetre, señor ..., a menos que lleve un salvoconducto en regla, expedido por el obcecado Pretendiente". La campaiIa del Maesnazgo, p. 486). Mediante los discursos no creativos de los personajes obtenemos un divertido repertorio de las expresiones puestas de moda por la Prensa desde el Romanticismo. A veces un personaje de especial inteligencia se distancia y las pone en solfa, como hace la aguda Pilar de Loaysa con las muletillas "el espíritu del siglo", "el justo medio" y "vivimos en el caos", ésta, al parecer, original de Martínez de la Rosa. (De Oíiateala Granja, pp. 240-24 1). O bien un personaje parodia con ironía los dichos de otro, como hace don Beltrán reproduciendo las frases del alcalde. "arrancando a Balmaseda de las garras del retroceso (...) Luchana tuvo que echar el resto( ...) y al fin las huestes del progreso ..." (Vergara, p. 701). No importalaideología del personaje: aldefender las ideas a base de bloques estereotipados, reaccionarios y progresistas merecen por igual la burla del autor. Tan ridícula es la fórmula "las huestesdel progreso" antes citada, como "las exageraciones liberticidas" aquese refiere el pomposo Marqués de Casa-Muñoz (Fortunatay Jacinta, c. VII). Ambas se convierten en vehículos de pretendido ingenio, devaluadas por el uso no sentido ni original. Otro manierismo de la Prensa que rechaza Galdós, aunque reconoce que ha ido en descenso desde el Romanticismo, es el de las perífrasis antonomásicas. Es particularmente explícito al respecto enBodasReales: "Hasta la Prensa se veía tocada de estademencia ñoña, y prodigaba en sus escritos los tropos más ridículos. Publicistas que pasaron por excelentes llamaban a Chateaubriand El Cisne del c&tian&no, a La Habana La Virgen de los trópicos" (p. 1.028). Siglos después, Galdós comparte en este punto la misma burla de Quevedo, que ordenaba "salga de las comparaciones" el uso de antonomasias del tipo "Es un Alejandro" o 'Es una Catalina de Siena". No es extraño que en diversos lugares los personajes tengan sus dudas para descifrar algunas de estas denominaciones, como ocurre al buen don Bruno Carrasco: "Una palabra que no entiendo trae el periódico1 dice que López es el Palhdium de las libertades públicas, y quizás por eso mismo, podemos suponer 'sintió vivísimas ganas de saber lo que era el Palladium para dar el golpe en el cafk usando esta palabra en una protesta viril y al propio tiempo erudita" (Boda Reales, p. 991). No hay que olvidar que Galdós en estos casos ridiculiza modos de expresión que alcanzaron su apogeo en la época romántica, (aunque aún podemos observarlos encastillados en los usos de la prensa). Sin embargo, aún le parece útil denunciarlos ante sus contemp& ráneos. NO puede pasar desapercibida la frecuencia con que inventa, tanto en los episodios como en las novelas, fugaces "cronistas de salones" que dejan su huella de cursilería en las denominaciones y adjetivación tópica. En carta a La Prensa, de mayo de 1884, Galdós, comentando la actualidad española para los lectores argentinos, reconoce aún vigentes los prototipos cursis que censura en sus novelas: 'los revisteros de salones, que en todo se meten y a bdas partes llevan su literatura empalagosa, escudriñan también las iglesias en estos solemnes díaswz4. En El Audaz, por ejemplo, Galdós critica (tanto como se divierte parodiándola) una crónica S&, aplicada a un baile de majos y ruñanes, en un modelo de "ironía de referencia" invertidaz. 'El primero que entró fue Paco Peral (...) Siguió la elegante y simpática verdulera del Rastro Damiana Mochuelo.. ." Y siguen otros clichks reconocibles, del tipo "distinguida y airosa", "interesante castañera", "elegantísima y majestuosa Andrea la Naranjera" etc. (p. 340). En La de Bringas, el narrador, figura de especial sensibilidad ante el lenguaje afectado, se refiere a "un célebre cronista de salones" que "con aquel estilo eunuco que les es peculiar", ensalza hasta las nubes una cena en casa de la Marquesa de Tellería. En esta ocasión, el narrador prefiere la reticencia ante las fórmulas usadas, no seaque "leyéndolas, sientan mis buenos lectores en su estómago efectos parecidos a los del tártaro emético" (p. 168). iV CONGRESO GaldósHNO m También en Miau hallaremos la referencia a un cronista que, años atrás, denominó a doña Pura "figura arrancada de un cuadro del beato Angelico", fórmula de la que el narrador se hará cargo jocosamente para referirse en adelante a la mujer. (p. 987). Los sistemas más interesantes de los que se sirve Galdós para criticar el lenguaje no creativo de diversos personajes nos parecen de filiación quevedesca, por lo que podríamos denominarlos: 1) el "disparatario" y 2) "el cuento de cuentos", aunque sea habitual su aparición combinada. 1) En efecto, es frecuente la aparición de listas de fórmulas de las que se sirve una figura. En estos casos se hallan enumeradas o referidas, fuera de contexto, por el narrador o bien por otro personaje de especial sensibilidad lingüística. Esto ocurre con quienes pretenden el ascenso en la estima social, para lo cual se empeñan en un peculiar aprendizaje lingiiístico que consiste en la absorción desenfrenada de todo tipo de clichés y bordoncillos de moda. Es el caso del indiano enriquecido JoséMaríaManso, con pujos deorador político y arbitrista cuyo aprendizaje v a a a siguiendo a través de las citas que críticamente nos ofrece su hermano: "Un día me lo encontré muy apurado en su despacho hablando solo, y a mis preguntas contestó sinceramente que se sentía orador (...) con este síntoma notaba yo en mi hermano el no menos claro de usar constantemente ciertas formulillas y modos de decir de los políticos (...) Decía: Estamos a ver venir: los señores que se sientan en aquellos bancos; esto se va; lo primero es hacer país; hay mar de fondo: las minorías tiran a dar (...) A mi neófito no se le escapaba tampoco ninguno de los profundos apotegmas que son la única muestra intelectual de muchas celebridades. como por ejemplo 'Las cosas caen del lado a que se inclinan" (pp. 1.208 y 1.222). Por supuesto, y como se trata del empleo sistemático de las fórmulas, Máximo se sirve del presente habitual o discurso iterativo al enumerar otras de las expresiones: "( ...) lo verdaderamente inglés. Lo de la sucesiva serie de transaciones no se le cae de la boca (.,.) y corta las cuestiónes diciendo: Basta de exclusivismos" (p. 1.229). Aveces, y como es de prever, los personajes comparten las expresiones del disparatario, y en diversas obras encontramos citadas críticamente las mismas fórmulas. Así ocurre con las siguientes, aunque en este caso el usuario mezcla los dichos: en La de Bringas no aparece el coronel Minio como personaje, pero sí sus dichos, "pasará a la posteridad por los célebres dichos de la espada de Demóstenes. la tela de Pentecostés y el alma de Garibaldi, (...) con otras cosillas que, coleccionadas por sus subalternos, forman un delicioso centón de disparates" (p. 136). El procedimiento se encuentra a lo largo de toda la producción Galdosiana; en 19 1 1, en el episodio Bodas Reales, de nuevo las aspiraciones de ascenso social van unidas a la provisión de tópicos; éste es el "repertorio" de don Bruno Carrasco: m BIBLIOTECA Galdosiana "Ya se verá eso...". 'Se hará lo que convenga...", "Esto no puede seguir así...", 'Vamos al abismo.. .". "Los hombres de arraigo siempre están en sus puestos.. ." . ..' (p. 1.069). También la amante de Tito, Leona, pretende escalar socialmente; ella misma nos da cuenta de sus reflexiones metalingiiísticas y su repertorio, y además seguiremos sus "progresos" posteriores con los comentarios de Tito: '...Pongo gran atención en el habla de los señores con quienes una noche y otra noche tengo algo que ver, y cuantas palabritas o frases les oigo, que a mi me parecen finas, las atrapo y me las remacho en la memoria para soltarlas cuando vengan a cuento. Ya sé decir: a tontas y a locas, de lo lindo, en igualdad de circunstancias, partiendo del principio, permítame usted que le diga, mejorando lo presente, tengo la evidencia, "7 D seamos imparciales, bajo el prisma, bajo la base ..." (p. 443). E O Cualquier lector de Quevedo recordará sin dudad, a la vista de estos repertorios, el que n B el autor barroco ofrece, por ejemplo, en su Premática que este año de 1600 se ordenó, con E el fin de que se evite el uso de "bordoncillos inútiles, pues se puede andar sin ellos y por E 2 camino llano en Las conversaciones y en el escribir de cartas con que algunos tienen la buena - prosa corrompida y enfadado el mundo", o 'el laberinto de las ocho palabras que nunca se acaban", (si bien, ansi. de buen aire, lo cierto es. no deja de ser, etc). También en esta esfera 3 - de crítica lingüística estaría el Entremés de las civilidades de Quiñones de Benavente, donde - 0 m se enumeran fraseologismos, locuciones de un registrovulgar, del tipo "de hoz y coz", "poner E pies en pared". "son habas contadas", "a pie juntillas", "ni oste ni moste", etc. O g 2) Más útil para la sátira es sin embargo el procedimiento del "cuento de cuentos", por n el cual observamos de forma práctica, como en la obra de Quevedo así titulada, cómo es a L posible inventar un texto mediante la simple combinación de lugares comunes. Esta fórmula A la encontramos, además, en el entremés barroco de autor anónimo Entremés de refranes, n n donde los personajes conversan exclusivamente. 5 5 En el episodio Españasin r y , cuya acción se sitúa en el año 1869 y siguientes, el narrador O se refiere muy explícitamente a la "manía epidémica" de la oratoria que vemos ampliamente ejemplificada en las Novelas contemporáneas. En esos años, "hombres, mujeres y aun chiquillos salieron perorando a cántaros.. . " (p. lo), dice Galdós, jugando con la expresión quevedesca que tantas veces utilizará en contextos semejantes ("un orador de los que hablan a cántaros", "chaparrón oratorio", e t ~ ) ~ ~ . Con su conocido escepticismo respecto a la oratoria política, Galdós reproduce fragmen-tos oratorios de parlamentarios en las diversas etapas constitucionales, a menudo comen-tados, transcritos o glosados por los personajes de ficción. Numerosísimas son las observa-ciones explícitas de los narradores respecto a la "hojarasca paralamentaria". pero resulta más sutil la presentación de frases lapidarias o fragmentos de discursos, descontextualizados y degradados, a través de las citas de vulgares admiradores que las han aprendido de memoria. Es el caso del barbero Calleja en La Fontana de Oro, quien se provee de una particular mixtura de frases de Alcalá Galiano, Romero Alpuente, erc., con el fin de endosarlas a la primera ocasión. IV CONGRESO Galdosiano m Los episodios escritos en torno al fin del siglo son particularmente sarcásticos al respecto; por ejemplo, en BodasReales, además de la referencia explícita a la "vana oratoria" de don ~oaquín López, se nos ofrece una sarta de sus propuestas, referidas por un admirador don Bruno Carrasco, ansioso de reproducirlas en sus reuniones de café (p. 990). En canas y escritos diversos de carácter no novelesco alude Galdós a las sesiones de Cortes como espectáculo: "torneo oratorio (...) fiesta de colores, de ruido, de pólvora, de embriaguez"; "..." figurándome que estoy en un teatro apreciando como espectador la destreza y habilidad de los actores..."Z7. En consecuencia, serán muy numerosas las ocasiones en que se nos presenta la vida parlamentaria mediante la captación que de ella hacen nuestros personajes de ficción, ocasionales asistentes a las sesiones, como a una diversión más de la vida social. Cádiz, es, lógicamente, la obra más significativa al respecto, pero también son interesantes, entre tantos otros, los comentariosque en lacartaVdeLainc@itase realizan sobre la asistencia de Augusta al Congreso, atrída "por el cartel parlamentario de aquel día", y las subsiguientes parodias, reduciendo al absurdo la parola de un orador de segunda fila, que dijo "aquello de "si se me permite recordar lo que tuve el honor de exponer ante el Congreso en la tarde de ayer, me será fácil demostrar que al poner de manifiesto en la tarde de hoy las deficiencias del proyecto que se discute, no dije nada, no expuse nada, ni de cerca ni de lejos, que no estuviese en perfecto acuerdo, en perfecta consonancia, en perfecta conformidad, con lo que salió de mis labios en la tarde de anteayer" (p. 1.131). La imitación que los particulares hacen de la retórica parlamentaria da lugar a una situación paradigmática, repetida innumerables veces por Galdós, que podríamos resumir así: orador doméstico, que dispone de uno o dos clichés ideológicos intenta hacer oír su discurso, generalmente en el caféa8. Ocasionalmente este orador sirve de diversi611 a los interlocutores, que le incitan a perorar, caso del fatuo Marqués en La Corte de Carlos IV, En la mayoría de los casos los personajes con pujos oratorios q u e pueden pertenecer a cualquier clase social- se hacen eco de la retórica conservadora, temerosa de la ideas revolucionarias que pueden atacar a los principios de oratoria casera que encontramos en El equipaje del rey/osé, a cargo de don Fernando Garrote, del anciano Baraona, etc. (En particular, caps. IV, XIV y XXVI), con los discursos de la gala benéfica que con tanto humor recrea ElamigoManso en el cap. XXVI, con los dichos de don Florencio Morales ante Felipe y los estudiantes en Ef Doctor Centeno: "¿Qué nos traen las ideas extranjeras? El ateísmo, la demagogia. .. Pues esas ideas, ese ateísmo, ese desbarajuste es lo que nos quieren meter aquí ..." (p. 1.431) Y también. en la misma novela. las fórmulas de expresión de Federico Ruiz, cuya voz es condenada más de una vez por el narrador a ser oída con dificultad, por lo que de él nos llegan sus impotentes '"hies yo sostengo que hoy por hoy. .." y aquello de "Digase lo que se quiera, la verdad es...". Oyóse más de una vez el "Porque yo soy muy lógico..."" (p. 1.322). También intenta hacerse oír , con dificultades, don José del Milagro en BodusReales, y de igual forma recibimos, mostradas así en toda su vaciedad, sus fórmulas fáticas m BIBLIOTECA Galdosiana 'Sefiores.. . , óiganme, por favor.. .En nombre de la Patria, de la familia, del individuo, jah!, les ruego que me oigan( ...) Sf, amigos mios, compaiíeros mios, hermanos míos(...)" (p. 1.108). En bastantes oportunidades, el orador particular es apocalíptico respecto al futuro, además de arbitrista, convencido de que puede sugerir un proyecto de extarordinariautilidad para la nación. Así ocurre con Pez en La de Bn'ngas, cuyas tiradas en tertulia, con sus manierismos retóricos y cláusulas trimembres, son reproducidos burlescamente por nuestro narrador: 'La Revolución, con su todo o nada, y los moderados con su non possumus, ponían al país al borde de la pendiente, al borde del abismo, al borde del precipicio. (.. .) Tenía Pez "7 un ideal que acariciaba su mente organizadora; pero, jcómo realizarlo? Su ideal era E montar un sistema administrativo perfecto con 80 a 90 direcciones generales(...)" (p. 177). O n g No cabe duda de que las parrafadas de Mendizábal en Miau son cómicas en sí, pero no E lo es tanto el origen de su discurso. En este caso, como en otros. Galdós se ocupa de aclarar E 2 el punrode partida, la fuente de las ideas queel personaje se limita a repetir. Incluso hablando con su esposa, el memorialistaa se comporta como un oradorcillo casero, exhibiendo las pomposas expresiones conservadoras. 3 - 0 m "Ya no hay cristiandad en las familias dijo Mendizábal grave y sentenciosamente-. E Ya no hay más que suposición (...) Suposición de suposiciones ... Consecuencias O funestas del materialismo d i j oM endizábal, que solía repetir las frases del periódico al ng que estaba suscrito" a L Pero malignamente -en esta y otras muchas situaciones- "castigará" Galdós a su n personajes a no ser capaz de completar su espuria parrafada: n 5 5 O "~Quís?e hizo de aquella pobreza honrada, de aquella -no recordando lo demás-. de aquella pues ... corno quien dice ... 7 (p. 990). EL LENGUAJE OFICINESCO O BUROCRATICO aparece menos veces como modelo de expresión de los personajes, puesto que, aunque la ocupación de tantos sea el funcionariado, no todos comparten el grado de alienación del cesante Villaamil. Encontramos por ejemplo al consejero del rey Carlos, don ~mctuosoq, ue aprovecha los formulismos de este registro con el fm de deslumbrar en sus combates verbales a sus adversarios. (ZumaZachegui, p. 72) El caso más llamativo, prueba del efecto alienante, invasor, de este lenguaje como horma del pensamiento, lo hallamos en don Ramón Villaamil, como hemos dicho. Sus mismas cartas pidi endo ayuda a los amigos parecen perder autenticidad, incapaz el buen hombre de librarse en lo privado de la expresión burocrática profesional: "El desgraciado cesante llegó a adquirir maestría terrible en el arte de escribir cartas invocando a la amistad. Las redactaba con amplificaciones patéticas. y en un estilo que iV CONGRESO GaldósWYO m parecía oficial, algo parecido a los preámbulos de las leyes en que se anuncia al país el aumento de la contribución, verbigracia: *Es muy sensible para el Gobierno tener que pedir nuevos sacrificios al contribuyente". Tal era el patrón, aunque el texto fuera otro" (p. 1.024). Y aún más grotescametne, momentos antes de suicidarse, Villaamil se despedirá mentalmente de su nieto con fórmulas de carta: "Adiós, tengo prisa ... Duérmete, y si eres muy desgraciado y alguien te quita tu libertad, jsabes lo que haces?, pues te largas de aquí ... ¡hay mil maneras... Y ya sabes donde me tienes ... Siempre tuyo" (p. 1.1 15). Galdós parece escéptico en cuanto a la solución del problema que plantea: el relevo generacional está preparado, y muchos jóvenes y niños de los que aparecen en sus páginas, comienzan ya a imitar el lenguaje que oyen a sus mayores, con sus ultracorrecciones ('Mi mamá las llama las arpidas"), su búsqueda de expresiones pomposas, aunque sean redundantes ("tienen la fisonomía de las canas, es a saber, como los gatos.. . ", Miau, p. 986). Una niña repite tópicos de los adultos en EIDoctor Centeno: "Rosita creyó muy del caso consolar a su amigo con las frases propias de la ocasión entremezcladas con suspiritos: -Hijo, es preciso conformarnos con la voluntad de Dios. ¡Ay, Jesús. que mundo este!. .. No hay mas que penas" (p. 1.462). Y muchos niños y adolescentes petulantes se preparan para la abogacía y la política, y por tanto para la oratoria vana, como "Federico y Antoñito Pez, que estaban a punto de ser abogados, y que eran el uno filósofo (muchos filósofos de hoy tienen diez y siete abriles, y el otro economista( ...) Federico se había distinguido en esos círculos de sabiduría temprana donde centenares de tmgeles juegan al discurso. Era oradorcito" (La desheredada, p. 1.055) O en Tormento, donde dos jóvenes, los hijos de Bringas y Pez, aseguran la continuidad del hombre perorante del siglo: 'Ambos habían principiado la carrera de Leyes y se adiestraban en el pugilato de la palabra espoleados desde tan temprana edad por la ambicioncilla puramente española de ser notabilidades en el e oro y en el Parlamento( ...) La tal criatura se sentía con bríos parlamentarios, y como Joaquinito Pez no le iba en zaga, ambos imaginaron ejercitarse en el arte de los discursos, para lo cual instituyeron infantil academia en el cuarto del primero, lo mismo que podían establecer un nacimiento un altarito" Los niños pasan las horas entrenándose, hasta que llega don Francisco y dice satisfecho: '¡Ea, niños( ...) Se levanta la sesioncita" (p. 28). m BIBLIOTECA GALD0SiAN.A Notas (Las obras de Galdós son citadas de su reedición en Obras completas, Madrid. Aguilar, 1986; cinco vols. correspondientes a los Episodios nacionales, dos a las Novelas y uno a "Cuentos. teatro y censo") Nos referimos en un sentido amplio a toda fórmula que hayade reproducirse, o el hablante tienda a reproducir, en una forma previamente fijada. E. Coseriu entiende por "discurso repetido" las cadenas Iéxicas 'que no son reemplazables o recombinables según las reglas actuales de la lengua" (Vid Principios de Semántica estructural, Madrid, Gredos, 1977. p. 34-142). Tenemos en menta los giros y modismos, saludos, oraciones, esquemas sintácticos y léxicos propios del Lenguaje epistolar, según sugiere 1. Bosque en 'Más allá de la lexicalización". BRAE, Torno LXII, Cuaderno CCXXV, 1982. p. 104. Así mismo. las combinaciones estables objeto de estudio de la Fraseología (refranes, proverbios, aforismos, citas de autores, etc.) Vid. al respecto A. M. Tristá, "La fraseologia como disciplina lingüística". Anuano L-l. Acad. Ciencias Cuba. nm 7-8, 1975-76. pp. 153-160. Recogido por W. H. Shoemaker, La cníca literaria de Gakfós, Madrid, Insula, 1979, p. 123. S. Gilman, en Galdósy el arte de la novela europea, Madrid, Taurus, 1985, particularmente en las pp. 239-246, realiza una útil revisión del sentido profundo que alcanza esta faceta del estilo Galdosiano. M. Bajtin, Teonáy estéti'cade la novela, Madrid, Taunis, 1989, pp. 118-119. S. Gilman, "La palabra hablada en Fortunatay facinta", en Benito Pérez Galdós, ed. Douglass M. Rogers. Madrid, Taurus, 1973, p. 300. &dósY el arte de la novela europea, cit. p. 243. "El tópico como fenómeno sociológico". en Desde el espectáculo a la trivialización, Madrid. Taurus, 1961, pp. 107-1 32. Nuestra cita corresponde a la p. 11 6, donde el autor se refiere a la renuncia al pensamiento propio que implica la expresión mediante tópicos, hasta el punto dc que "hay ciertas vidas que transcurren en la pura enajenación del tópico". Las "coordenadas frasísticas" son para el autor clichés de la novela popular (del tipo "la linda joven", "el apuesto mancebo", "el buen padre", "el infame consejero", etc.) que sirven de pauta o pie forzado a la invención: "...el buen padre es una frase que introduce inmediatamente una conversación o una acción, en la que el padre demuestra su bondad; el malvado conde es frase que precede un crimen o una mala acción del conde. Lo mismo ocurre cuando la frase-coordenada y referencia1 no se refiere a ningún personaje: el lúgubre castillo es frase que sirve de introducción a una acción lúgubre. en principio, y es frase también que evita al escritor toda suerte de descripción". Innoducción a una sociologá de la novela española del S. XIX, Madrid, Edicusa. 1973, p. 249. Galdós visto por símismo, Madrid, Magisterio Español, 1970, p. 33. lo Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, Madrid, Gredos, 1963, pp. 351-355. l1 Recuérdese, por ejemplo, el inicio del cap. XIII, 1, de El Quuote: "Mas apenas comenzó a descubrirse el día por los balcones del oriente ..." l2 L. Romero Tobar, en el cap. "Galdós y la novela popular", de LanovelapopuZarespañoZadelS(glo XlX, Barcelona, Ariel, 1976, pp. 171-172, plantea el problema de la aparente contradicción entre el rechazo que en sus escritos teóricos muestra Galdós hacia la novela de folletín, y los evidentes intertextos de la misma que incluye en sus novelas. Su explicación dista mucho de ser tan convincente como la ofrecida por Hinterhauser. l3 Humorin Galdós. A studyflheNovelas Contemporáneas, London, Yale University Press, 1968. pp. 15 y 57. l4 Pérez Gaidós Miau, London, Tamesis Books. 1978, p. 48. l5 J. J. Thomas. "Poétique de la "bétise": Le Dictionnaire des idées repes", Nouve~l~surBouvard etPécuchet, Actes du Colloque tenu au Collkge de France, Mars 1980, Paris, CDU, 1981, pp. 129-1 38. Eri yy. 130-131 recoge el crílico las Carnosas citas de Flaubert toiiiadas de su Correspondance. Sobre el 'escarnecimiento del burgués" en el S. xix, puede verse Gonzalo Sobejano "Epater le bourgeois en la España literaria de 1 900n, Forma literatiay sensibilidadsocial, Madrid, Gredos. 1967, PP. 178-223. l6 'Le cliché dans Bouvard et Pécuchet", Nouvelles recherches. .. . cit. p. 36. La autora advierte así mismo laespecifidad que los clich& dan a la obra, en cuanto a "la reflexividad del texto", "dans cette possibilité qu'a le texte de réfléchir son langage, et, en I'occurrence, de représenter le processus m@me de production des clichés ..." (p. 32) Muy interesante es también el trabajo de Claude Mouchard 'La consistance des savoirs dans Bouvard et Pécuchet", en AAW, TravaiZdeFlaubert, Paris, Éditions duSeuil, 1983, pp. 167-1 79, donde se refiere al tipo de frases utilizadas por los personajes de Flaubert como 'bloques en el aire", lejos de ser muestra de la actividad creadora de la mente. Por su parte, Germán Gullón en La novela como acto imagi'nativo, Madrid. Taum, 1983. pp. 138- 147, aborda cuestiones semejantes a propósito de La Regenta, explicando "la reflexividad del discurso" cn la novela. Al comentar la escena en que Quintanar ve a Alvaro descender de la habitación de Ana ('jMiserable! idebi matarle -gritó don Victorcuando no era tiempo- ... Quintanar seacerw a la pared y vio en sus piedras y resquicios la escalera de su deshonra"), ofrece unas perspicaces conclusiones que son extensibles a nuestroobjeto de estudio: "La escena transcrita inyectaun tono Folletinesco a la verbalización del personaje que acaba de describir su deshonra; la expresión muestra lo patktico de un carácter en que sólo puede el honor enunciar sus quejas wn la gastada fraseología del drama (...)Esta retórica parece excluir la posibilidad de la expresión subjetiva( ...) La riqueza de La Regenta permanece en cierta medida sin explotar, por olvidar que es un texto vuelto sobre sí mismo, en el que el autor transmite un mensaje dual; recreadón de una sociedad( ...)y tremenda critica de los modos expresivos de esa sociedad egoista y cursi". Clarín compartiría con Galdós (sobre todo con el ciclo de Torquemada) su crítica del lenguaje 'por entender que su denuncia es necesaria para mostrar la inautenticidad de quienes lo hablan". No hay que olvidar, por otra parte, que la acumulación de segmentos paródicos en un texto de creación se incluiría en el peculiar registro lingtiístico que Todorov denomina "discurso connotativo". Vid. AA VV, ¿Qué es el es~tucturalismo? Buenos Aires. pp. 1 16-1 1 7. l7 NOS referimos a la edición de ambas obras de Flaubert en Oeuvres completes, 11, raris, éditions di1 Seuil. 1964, con documentadas presentaciones a cargo de Bernard Masson. la NOS servimos de la edición facsimilar en Georg Olms Verlag, Hildesheim-New York, 1972. l9 Señala Cadalso en su 'Advertencia" preliminar: "...Este exterior de sabios puede alucinar a los que no saben lo arduo que es poseer una ciencia: lo dificil que es entender varias aun tiempo: lo imposible que es abrazarlas todas. y lo ridículo que es tratarlas con magisterio. satisfacción propia y deseo de ser tenido por sabio universal. Ni nuestra era, ni nuestra patria estálibre de estos seudoeruditos (si se me permite estavoz). Aellos va dirigido este papel irónico, con el fin de que los ignorantes no los confundan con los verdaderos sabios, en desprecio y atraso de las ciencias, atribuyendo a la esencia de una facultad las ridículas ideas que dan de ella los que pretenden poseerla, cuando apenas han saludado sus principios" Roger L. Utt. Textosycontextos de CZann, Madrid, Istmo. 1988. p. 143. 21 Del ensayo "Del estilo en la novela" publicado en octubre de 1882 y del artículo "Un libro de Gonzáiez Serrano", recogidos ambos por Utt, op. cit., pp. 143-144 y 280. 22 Concepto manejado por C. Boves Naves en Teona general de la novela Semidoga de La Regenta, Madrid, Gredos, 1985, p. 334. 23 Premahca que este ano de 1600 se ordenó, en Obras Completas, Vol 1, Madrid, Aguilar, 1988, pp. 65-68. Muchos de los clichés y palabras altisonantes recogidos por Quevedo, tales como 'maremagnum", 'el estado de las cosas" ... serían muy estimadas por los personajes de Galdós a los que aludimos en el trabajo. 24 W. H. Shoemaker, Las cartas desconocidas de Galdbs en La Prensa de Buenos Aires, Madrid. Cultura Hispánica, 1973. p. 90. Op. cit., PP. 18 y 103-105. Se trata de una comparación evidentemente inapropiada de una materia con otra, para dar burlescamente a la materia original un aire de dignidad, método, razón o importancia que no le pertenecen. En el caso que comentamos, no es la fiesta de los majos el objeto de la burla, sino el lenguaje de los cronistas, al degradarlo aplicándolo a un objeto inusual. En Lascartasdesconocidas.. . , cit.. p. 52, se reproduce una carta de Galdós escrita en 1884 donde ironiza sobre 'la excesiva cosecha de oradores con que la Providencia ha favorecido a nuestro país, cosecha tal que no tenemos ya trojes en que encerrarla, ni mercado donde darle salida, y que nos ahoga, obstruye y embaraza de continuo". 27 Lascartasdesconocidm ..., cit., p. 44 y Obrasinéditasordenadas por A. Ghiraldo, Vol. 111. p. 168. "Quizá nada mejor que la tertulia para estudiar el proceso de aparición, desarrollo, continuidad e incluso desaparición de los tópicos. Sobre todo la tertulia decimonónica, especialmente vinculada a la clase burguesa, es el fenómeno social en que el tópico tiene su sede genérica. Tópico y tertulia son sociológicamente inseparables", E. Tierno Galvan, op. cit., p. 122.
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Título y subtítulo | Galdós ante el tópico y la afectación estilística |
Autor principal | Román, Isabel |
Entidad | Casa-Museo Pérez Galdós |
Publicación fuente | Actas del cuarto congreso internacional de estudios Galdosianos I |
Numeración | Congreso 04. Volumen 1 |
Sección | Analisis formal y temático |
Tipo de documento | Actas de congreso |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1990 |
Páginas | P. 273-292 |
Materias | Pérez Galdós, Benito (1843-1920) ; Crítica e interpretación |
Enlaces relacionados | Casa Museo Pérez Galdós: http://www.casamuseoperezgaldos.com Benito Pérez Galdós en la Biblioteca virtual de Miguel de Cervantes: http://www.cervantesvirtual.com/bib/bib_autor/galdos/ |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1459083 Bytes |
Texto | IY CONGRESO Galdosiano m Galdós ANTE EL TOPICO Y LA AFECTACION ESTILISTICA Isabel Román A Robert Russell y Rodolfo Cardona O ueremos tratar aquí lo que nos parece un verdadero subtemaen la de ~aldósa:t i r a d e ll ugar común, delos fraseologismos que hinchan la expresión, de toda manifestación de "discurso repetido", así como de cualquier modalidad de lenguaje retórico o afectado'. De toda la obra Galdosiana se desprende un amplísimo censo de personajes -protagonis-tas, secundarios, de aparición efimera e incluso meras caricaturas verbales en función de la sátira- cuyo discurso es un simple encadenamiento de fórmulas, clichés atrapados en diversas fuentes, etc., que vienen a sustituir el ejercicio del raciocinio propio. Junto a ellos, otro grupo de personajes está caracterizado como portador de la conciencia del autor ante la afectación y la escasa creatividad lingüística, según se verá. No haremos en este lugar sino unas calas dentro del abrumador material que nos ofrecen las obras. suficientes para corroborar que la sensibilidad lingüística de ~aldóess extraordi-naria y consustancial a su carácter. Precisamente, en el prólogo a LaRegeMta, uno de los aspectos que llaman su atención como dignos de elogio es "su vena satírica, aquella gracia, digna de Quevedo, con que persigue los lugares comunes de la conversación de la literatura ripiosa y del periodismo. En esto es V. iniciadorn2. Tras los estudios de J. Gimeno Casalduero, actualizados por S. Gilman, los críticos han comprendido que la aparición de los tópicos puede ir más allá del mero realismo oral, de transcripción. Gilman, siguiendo las propuestas de Gimeno, recuerda que éste intentaba analizar si los tópicos no con tribuirán a 'revelar la radical vaciedad de la vida social y política española a fines del siglo xixn, si no nos estarán descubriendo que, a los ojos de Galdós, la sociedad española del sido m vive por entero del tópico y mediante él "siente, piensa y habW3. Galdós se servirá -no sólo en la palabra de los personajes, sino en las voces de sus narradores, tan a menudo paródicas- de muy diversas fuentes de clichés: la oratoria parlamentaria, el lenguaje de la prensa con sus manierismos, el lenguaje burocrático, los sermones y libros religiosos, el habla vulgar que a veces reproduce los registros anteriores.. . La sátira de la afectación estilística presente en Galdós tiene ilustres antecedentes en lo que Bajtin denominaría el "plurilingUismo" de la novela humorística representada por m BIBLIOTECA (iALDOS1ANA Fielding, Smollet, Sterne, Dickens, Tackeray, etc., en Inglaterra, Hippel y lean Paul en Alemania. Bien podríamos incluir a Galdós entre los autores citados, en cuanto que sus novelas vienen a constituir "una enciclopedia de todos los estratos y formas del lenguaje literario [pues la narración] reproduce paódicamente las formas de la elocuencia parlamen-taria, de la elocuencia judicial, (...) las formas de las noticias periodísticas, (...) la murmuración de los chismosos, el habla pedantede los sabios, elestiloépico elevado, el estilo bíblico, el de los Iiipocritas sermones moralizantes (...)"4.En definitiva, podemos hablar de una estilización paródica de los estratos del lenguaje así como de lo que el citado critico define como un "movimiento activo del autor hacia y desde el lenguaje". El alcance último de este "plurilingiiismo" en cuanto reproducción paródica de lenguajes, estilemas reconocibles, etc., parece ser en Galdós el siguiente: unos personajes que se m - expresan mediante "ideas recibidas" y moldes prefabricados están mostrando "toda una E manera de pensar y una forma de relación humana" que anula la posibilidad de descubrir O "la autenticidad interna del yo" ante uno mismo y los demás5. n B Un conocido análisis de Tierno Galván acerca del tópico engeneral nos advertía también E que el uso sistemático de fórmulas, clichés, etc. crea una "falsa conciencia" en la persona, E 2 superpuesta a su verdadera conciencia. E1 intelecto. pues, se enajena o vende al renunciar = a su ejercicio libre. En muchos casos los clichés pueden devenir no ya formas de expresión (cuya imitación puede resultar cómica) sino -lo que es más grave- formas de pensap. 3 Como gráficamente dice la aguda Pilar de Loaysa respecto a su viejo marido, existe una - - 0 m clase de personas que "piensan por papeletas": E : 'Es de esos que llevan dentro del cerebro una baratija de ideas adquiridas y coleccio- g n nadas en el trato de los hombres más vulgares (...) La tiene en forma y distribución de a papeletas clasificadas. Para cada tema que surge, su papeleta correspondiente. ¿Se habla de teatros? Papeleta. ¿De moral. de matrimonio. de religón (...)? Pues allá va la n cédula (. . .) Ya comprenderás que quien piensa por papeletas, en las acciones procede de un modo semejante, y ha de ser formulista, esclavo de la letra de ordenanzas y 5 reglamentos" (La estaSefa romdnticu, p. 627). O Aunque tal vez exagerándola y aprovechándola lúdicamente, hipótesis que no se puede ignorar y que plantearemos también aquí, las novelas de Galdós vienen igualmente a reflejar una situación de degeneración sociolingüística coetánea, frente a la que muestra particular percepción7. Galdós es, como Clarín, un continuo "desautomatizador" de fórmulas previsibles y manidas: por ejemplo, de la tendencia a la adjetivación tópica tan frecuente en la conversación, en la mala literatura, en el discurso político, sea liberal o conservador,.. Encontramos desde ejemplos de desautomatización muy elementales, como los siguien-tes, hasta el aprovechamiento jocoso de fórmulas próximas a lo que J. 1. Ferreras denominaba "coordenadas frasísticasns. Así, el narrador de Tonnento comenta y en consecuencia deshace lo que casi es "solidaridad léxica", "cena opípara", de este modo burlesco: "Hubo cena, que por la fuerza rutinaria de la costumbre hemos de llamar opípara ..." (p. 86) Y en otro momento se prevé la adjetivación tópica atribuible a Bringas: 'Bringas no autorizaría aquel lujo que, sin duda, le habría de parecer asiático ..." (La de Bringas, p. 144) En otra ocasión hallamos al narrador Tito portando la burla de Galdós ante fórmulas previsibles, en este caso, de subliteratura romántica: "Pero al llegar a la puerta me sentí detenido por una mano que llamaré invisible y misteriosa. Así son todas las manos que en casos tales atajan a los personajes de novela, lanzados a veloz carrera por un fuerte impulso del corazón" (De Cartago a Sagunto, p. 494). Desde obras tempranas, como Gloria, Galdós puede servirse humorísticamente de esta adjetivación tópica, jugando con el lector y sus espectativas. Así, al lector le suena a "ya oído" el convencional inicio en una "mansión encantadora", "linda casa que tiene el inmenso interés de toda vivienda a cuya ventana se asoma un semblante bello, esta mujer graciosa, estos negros ojitos que buscan y no hallan ..." En la descripción primera de Gloria también incurre el narrador en tópicas y almibaradas metáforas del tipo "Sus labios encendidos eran la más hermosa y dulce fruta que puede ofrecerse en el árbol de la belleza a los hambrientos antojos del amor". Pero nos sonreiremos cuando este jocoso narrador, tras su serie de hipérboles, "corrija" implícitamente su inventiva con la protesta "El que no lo quiera creer que no lo crea" (pp. 516-51 7). Los primeros capítulos, en suma, son un juego con un inicio convencional de novela romántica, que por diversos procedimientos va siendo enmendado y destruido. La misma intención con que en Un tribunal literario un joven Galdós se burla de las propuestas manidas que cuatro críticos ofrecen al incipiente escritor. Por su relación con el aspecto que nos interesa, tenemos que subrayar una evidencia problemática: la frecuencia en Galdós de lo que son exclusivamente PARODIAS DE ESTILOS. Y es necesario desde el principio interrogarse sobre los diversos móviles de tan numerosas parodias, a veces lúdicas y satíricas a un tiempo, en ocasiones pura diversión del autor. En efecto, Galdós es también un gozoso "pasticheur", capaz de imitar con humor cualquiera de los muchos estilos que conoce. Como encarece Bravo Villasante, este "poder mimético, avivado por la ironía, es uno de los mayores encantos para el lector a c t~a l "Y~ H. interhauser ha subrayado respecto a los Episodios nacionales, la "gran capacidad de adaptación estilística". que permite al autor tomar rasgos de la novela popular. de obras románticas, y también convertir a algunos de sus personajes en verdaderos palabradores que discursean al modo de sus oradores favoritos, de artículos de Prensa, etc.,I0 Galdós puede servirse para sus fines de personajes a los que caracteriza con los mismos rasgos de sensibilidad lingüística y gusto por la parodia que tiene él mismo, según veremos. 0, simplemente, inventa un ocasional personaje cuyos dichos, referidos, le son útiles para el cambio de registro. Este último es el caso que citaremos de Lafamilia deLeón Roch: en la Parte 111 de la obra se produce un sorprendente cambio de tono cuando el narrador decide, lleno de humor, recordar expresamente el estilo de Fray Gerundio en la descripción de la capilla de Suertebella. Para ello se sirve como intermediario de "un chusco que se entretuvo cierto día en dar una explicación humorística y a todas luces irreverente de las figuras que hermoseaban la capilla, (...) Los doctores, en número de cuatro y representados en actitud de escribir gravemente con el aquilflero pincel (...) en el sitio mismo donde estaba pintado San Lucas, el evarigélico toro.. . " ( p p. 9 1 6-9 1 7). Es sorprendente, por otra parte, la uniformidad que pueden mostrar los narradores Galdosianos en sus ocasionales caprichos paródicos. Así, en EIDoctor Centeno, la parte 11 se abre con un buenhumorado 'ubi sunt" en la voz del narrador: "Aquellos guapos chicos, aquellos señores de diversa condición que allí vimos entrar (. . .) ¿qué se hicieron? ¿Qué fue de tanto bullicioso estudiante, qué de tanvariada gente? m (...) Estos y otros que no nombro. ido están?" (p. 1.381). - E Frecuentes son también las cervantinas descripciones del amanecer o el atardecer, ya de O n por sí parodia de los clásicos grecolatinosl'. No importa quién sea el narrador. En La de O m Bn'rigas, el narrador nos ofrece una descripción pseudolírica del atardecer, tal vez acompa- E ñando burlescamente la actitud teatral de Rosalía y Pez: "cuando la luz solar se dilataba en E 2 las alturas y empezaba a clavetear el cielo las pálidas estrellas ..." (p. 149). Veintisiete años después, en De Cargqgo a Sqpunto, de repente Tito remonta su estilo y describe así un 3 amanecer: "pues la aurora, mensajera del rubicundo Febo, apenas hendía los horizontes con B sus dedos de rosa ..." (p. 499). m E Son los anteriores casos de parodia cuya intención última puede ser en exclusiva la O diversión del autor, y no queremos escamotearlos, aunque tan perplejos nos dejen a veces12. Pero como dijimos más arriba, existe también la posibilidad de diseñar personajes cuya n capacidad mimética esté vinculada con su conciencia lingüística y que en la obra se a conviertan en los parodiadores o cronistas de los dichos de otros personajes. Un ejemplo n interesante corresponde a la caracterización de Augusto Miquis en La desheredada, quien, n n en llamativo paralelismo con su propio autor, satiriza la pedantería, se divierte imitando 3 discursos, etc.: O 'Se asimilaba prodigiosamente las ideas de los libros y las ideas de los maestros orales, sus frases, su estilo (...) Tomando un tono hueco, hacía pasar por sus labios todas las palabras retumbantes, todas las frases obscuras de la fraseologia científica (...) en realidad no hace más que mofarse de lo que es realmente pedantesco" (pp. 1 .O081 .OO9). Este procedimiento lo ensaya Galdds con frecuencia. En Cánovas, último de los Episodios, escrito en 1912, encontraremos, por ejemplo, tertulias de Segis, Tito y un estudiante, los tres con idéntico humor, entretenidos en el lúcido intercambio de tiradas retóricas que parodian el lenguaje parlamentario de utopía política. Inventa Galdós infinidad de situaciones de impulso idéntico, entre su gusto por el pastiche y su sincera fobia ante la cursilería y el lugar común. Por ejemplo, es evidente su especial diversión al imitar el estilo de LOS SERMONES y LA ORATORIA RELIGIOSA en general, pero también su antipatía ante las metáforas que apelan a los sentidos, ante los consuelos propios de sermón, etc. rv CONGRESO CiALDOSIANo m Ya enLaFontanadeOtoadvertimos la afición del autor por 'hacer párrafos", adoptando el lenguaje de sermón, o de lecturas místicas. Sumamente divertidas son las admoniciones retóricas y redundantes de Paulita Porreño. Además, el autor introduce aquí y en otros lugares digresiones metanovelescas y metalingliísticas, que se convertirán en uno de los cauces del humor en la novela. Por ejemplo, suponiendo nuestra extrañeza ante el exceso verbalista de Paulita, sugiere, por una parte 'la influencia de las lecturas místicas en la manera de expresarse de aquella señora". Y además, una explicación jocosamente distanciadora, reclamando como autor su derecho a escribir a su gusto: "Tenemos datos para creer que la devota no dijo esto con las mismas palabras empleadas en nuestro escrito. Pero si el lector lo encuentra inverosímil, si no le parece propio de la boca en que lo hemos puesto, considérelo dicho por el autor, que es lo mismo" (pp. 131-132). No haremos aquí un inventario de los personajes que sirven a Galdós a un tiempo para satirizar la florida oratoria religiosa y para recrearse imitándola. Nos limitaremos a recordar la función de las amplias peroratas místicas de Juan de Dios. (muy parecidas a las de la ermitaña Marcela deLacampaña delMaescrazgo) siempre de efectos jocosos, como cuando intenta convencer a Gabriel de que piense sólo en el alimento espiritual: '-Por piedad por todos los santos, por la salvación de su alma, amado hermano mío, inodérese usted, refrene esos livianos apetitos, pongacien cadenas a la concupiscencia del mascar, pues por la puerta de la gastronomía entran todos los melindres pecaminosos" (Lab atalla de IlosArapil~p, . 127). De sospechosa semejanza con lo citado son algunas de las parrafadas de Tito, o Proteo Liviano, quien -como su autor- es particularmente proteico en su gusto por los cambios de registro lingliístico. A veces, el propio narrador reconoce su propensión al sermón religioso: 'Con un tonillo evangélico que maquinalmente me salía del pensamiento a los labios, le hablé de este modo: -Amigo, mejor serádecir hermano mío, coge estas ropas y tenlas por tuyas sin reparar en la mano que te las entrega; corre a tu morada y, una vez que purifiques tus carnes con santas abluciones ..." (Cdnovas, p. 576). Este tono parece serle especialmente querido, ya que, tras hablar con el obispo en La Primera República, reconocerá que lo imita al decir: 'Y heme ahora, lectores amados, feligreses píos en estos divinos oficios de la Historia ..." (p. 367). Y aún varias páginas adelante retorna su latiguillo sermonario: 'Vedme otra vez en el Congreso, amados leyentes míos y hermanos en la comunidad de la historia. .." (p. 387). De todas formas, no es éste el único registro que imita este portentoso remedador de estilos. No hay más que recordar sus requiebros en estilo quijotesco y arcaizante ante la anticuada damavizcaína de quien se enamora en DeCartago asagunto, p. 466., subrayando así su escepticismo en amores, su distanciamiento jocoso de la situación. O su parodia de las cláusulas trimembres de sinónimos usadas poco antes por Ido del Sagrario: 'si viene un guardia (...) despiértenme en seguida. Me traerá un parte, un despacho, un aviso ..." (La Pnmera República, p. 386). m BIBLIOTECA Galdosiana El ejemplo máximo de exhibición paródica de este interesantísimo personaje- narrador lo tenemos en su cínico discurso en Durango, a imitación de Fray Gerundio de Campazas, (Amadeo 1, cap. XVII), aguda burla del papanatismo de sus oyentes. Aquí Tito demuestra cómo es posible conmover a un auditorio con tópicos encadenados y majaderías arbitristas, además de analizar finamente la "pragmática" de la situación oratoria, como en tantas ocasiones hace Galdós. En este sentido, resulta particularmente interesante el cap. X de La Fontana de Oro, donde no se transcriben las palabras del fallido discurso de Lázaro en el café, sino la resonancia de la situación en el interior del orador, y esta "pragmática" de la oratoria que analiza la psicología del público, el misterio de la conexión orador-oyente, etc. En la línea de parodia de la forma y contenidos de sermones, plegarias, etc, estaría la transcripción de los artículos de prensa y las oraciones de falsa devoción del cínico Juan Bargas en Memorias de un cortesano de 1825, los tópicos discursos sobre "el ateísmo de los tiempos", a cargo del cura de Ficóbriga y otros aspirantes a oradores domésticos en G h a , etc. En LaJamilia deLeónRoch, el narrador comenta con dureza el estilo melitluo del Padre Paoletti, y el modo sensual de vivir la religión María, quien "hallaba elocuente y sublime un escrito en el cual, para celebrar a Cristo en la Hostia, se hablaba de armonía y silencio. de fuentes selladas, de celestial sonrisa(...)" (pp. 891 y 952). Un caso de especial transcendencia lo encontramos en Miau: en la novela, como es de esperar, Dios no puede ofrecer a Luisito respueslas que el niño no conozca previarne~ile. El autor se servirá del parlamento de Dios para, sin necesidad de glosa ni comentario explícito, ridiculizar algunas propuestas religiosas como la del abandono a la voluntad divina. A la pregunta obsesiva de Cadalsito sobre cuándo colocarían a su abuelo, Dios responde ensartando tópicos consuelos de sermones, sobre los que el autor ironiza: 'Porque verás: ¿para qué sirven los bienes de este mundo? Para nada absolutamente. Esto, que tú habrás oído muchas veces en los sermones, te lo digo yo ahora con mi boca( ...) Tu abuelito no ericontrará en la tierra la felicidad( ...) ¿No te acuerdas ya de lo que dice el Catecismo? Apréndelo bien. El mundo ese es un valle de lágrimas, y mientras más pronto salis de él, mejor" (p. 1.102). Siendo los sermones, entre otros factores, la base de la infantil formación religiosa de Luisito. resultará dramática la sensiblería del buen don Ramón. Villaamil escucha a su nieto como si de un oráculo inspirado se tratase, incapaz de reconocer el tópico en sus consejos: "-Y anoche me dijo que no te colocarán, y que este mundo es muy malo, y que tú no tienes nada que hacer en él, y que cuanto más pronto te vayas al Cielo, mejor( ...) El estupor de Villaamil fue inmenso. Eran las palabras de su nieto como revelación divina, de irrefragable autenticidad" (p. 1.107). Lo dramático en esta ocasión estriba en la resonancia de estas frases en don Ramón, hasta el punto de ser uno de los factores que decidirán su suicidio. Por SU parte, el cesante tampoco había quedado antes libre de repetir estos conceptos. En la cita siguiente, el narrador no señala explícitamente -como tan a menudo suele hacer-que nos encontremos ante una sarta de tópicos; pero el sospechoso encadenamiento de éstos, reproducidos en estilo indirecto libre nos sugiere de inmediato la actitud burlesca e irónica del autor frente a ellos: "Villaamil entonó al difuntito la oracibn fúnebre de gloria, declarando que es una dicha morirse en la infancia para librarse de los sufrimientos de esta perra vida. Los dinos de compasión son los padres, que se quedan aquí pasando la tremenda crujía, mientras el niño vuela al cielo a formar en el glorioso batallón de los ángeles" (p. 1.006). Hay que destacar también la frecuencia con que, desde obras tempranas, Galdós se entrega a la parodia del LENGUAJE AMOROSO CABALLERESCO O ROMÁNTICOi,n ventando situaciones muy semejantes en diversas obras. Así, en La batalla de los Arapiles (p. 134 y m sig.), un Gabriel gozoso se dirige a Inés, por juego, en estilo caballeresco, tal vez inducido E por el concepto de España y los modos de expresión de miss Fly, viajera romántica. O EnMiau. Víctor Cadalso es el principal acreedor a la ironía del autor. Sus manifestaciones n B son un conjunto de ideas tomadas de acá y allá. No representa al usuario de tópicos hasta E cierto punto ingenuo, presuntuosillo a escala menor, sino otro de peor especie y mayor E 2 peligrosidad. No en vano es en Miau el rriunfador mediante la palabrería, que con dosificación inteligente sabe imponerse a interlocutores que parecen estar deseando ser deslumbrados por el tono teatral y enfático del histrión. El narrador advierte una y otra vez 3 las fuentes de que se sirve el tipo, lamentablemente ignoradas por sus interlocutores en la - 0 m novela. Así, tras una larga perorata ante Abelarda lo desenmascara el narrador: "(estas E filosofías y otras semejantes las tomaba Cadalso de ciertas novelas que había leído)" (p. O 1.042). g n O, en otro lugar, a "No hables, me atormentarías sin consolarme. Soy un réprobo, un condenado. Estas n n frasesde relumbrón. espigadas sinctikrioendiferentes libros. las traía muy preparaditas 5 para espetarlas a la primera ocasión" (p. 1.53). O5 En Miau, la relación de Víctor y Abelarda será una de las líneas argumentales más rentables para la comicidad. Aparte de su pertinencia en el conjunto de la novela, parece amplificarse por puro gusto del autor, convirtiéndose en una excrecencia de cierta autono-mía. Galdós se divierte y se deja llevar en la recreación de los diálogos de la pareja, más extensos de lo que sería estrictamente necesario. La burla de Víctor a la joven parece ir demasiado lejos, dejándonos con la sospecha de si las amplias parrafadas no se deberán al espíritu lúdico con que el autor se entretiene en la parodia -cuya finalidad acaba en sí misma- de un estilo engolado y romántico. Se trata del mismo impulso que conduce, por ejemplo, la extensión de un diálogo entre José María Bueno y su prima ML Juana en Lo prohibido. José María se remonta y, por juego, finge admiración expresándose en forma grandilocuente, y alternando con los razonamien-tos de María al estilo de una heroína de folletín (p. 412). Se produce así otra escena de organización y fines independientes. Parece que Galdós está azotando y burlándose de este tipo de expresión tópica e insincera, pero también que se divierte imitándola, con la misma BIBLIOTECA Galdosiana actitud de atracción-repulsión que algunos de nuestros autores barrocos (Quevedo, Quiñones de Benavente, Polo de Medina ...) adoptaron frente a las frases hechas o "civilidades".Sólo esto explica la morosidad, innecesaria estructuralmente, con que se recrean escenas como los diálogos deVíctor y Abelarda, cuyo efecto cómico Uega a difuminar la compasión por la infeliz joven, M. Nimetz se ha ocupado de estos interrogantes, al advertir cómo buena parte del humor en las Novelas Contemporáneas proviene de una sátira del romanticismo y del gusto romántico. Si recordamos que es requisito de la sátira que sea de interés presente, relacionada con el aquí y el ahora, tendremos que preguntarnos seguidamente con Nimetz por qué Galdós dedicaría tantas páginas a tal sátira, cuando entre 1881 y 1915 los peores excesos del romanticismo habían decaído13. Son indiscutibles las consecuencias cómicas del lenguaje de un romanticismo trasnocha-do con que finge Víctor ante Abelarda, y tal vez sea ello la causa de la prolongación de las escenas entre ambos. Sin embargo, esta finalidad humorística no es incompatible con el sentido crítico con que el autor aborda las expresiones tópicas de los personajes. No es nuestro propósito trivializar la presentación de las relaciones de Abelarda y Víctor que, por otro lado, han sido valoradas en su sentido profundo por E. Rodgers, quien las considcra partc dc la estratcgia de Caldós para revelarnos el conjunto de una sociedad ocupada en jugar con los sentimientos serios y profundos. En el caso que comentamos, cree Rodgers que los tópicos románticos parecen proveer a la sociedad de unos medios prefabricados para entender las relaciones humanasI4. Subyace una dimensión profundamente seria que ha sido puesta de relieve por este crítico: Abelarda, Víctor y don Ramón en especial. forman parte de un "continuum" que en definitiva, abarca toda la Restauración española. Los clichés con que piensan forman parte de su herencia cultural global que comparten con sus contemporáneos, y les obliga a contemplar su propia experiencia en términos de estereotipos. Galdós reproduce, a lo largo de toda su obra, situaciones idénticas, entre la crítica evidente y el gusto por inventar en las coordenadas románticas. Por no traer más que un último ejemplo, en España tragrca, de 1909, encontramos: un joven galateando por diversión en la iglesia, a lo romántico, a una madura beata. "Me callaré -respondió Segismundo deslizando las sílabas con susurro-, me callaré después de decir austed, Donata sublime, que este Donado ama a usted con locura, con frenesí( ...) ¿Quién hizo esa belleza dolorida y arrebatadora? ..." (p. 157) La sátka de la "bétiseny la prensa como moderna "enciclopedia" Perdónese el uso del galicismo, con el que sólo pretendemos subrayar la semejante actitud de Flaubert y Galdós ante la "tontería" de su tiempo, entendiendo ésta en el sentido de los tópicos triviales de la conversación burguesa, la reproducción en bloques anquilosados de lo leído y también en el sentido de búsqueda de la "preciosité" estilística, que conduce a la cursilería. Hay que reconocer, no obstante, la mayor ferocidad del autor francés, quien en una carta declara "le sens contre la bétise de mon époque des flots de haine qui rn'étouffent" y, en consecuencia, su necesidad de "vomir sa bile" contra la sociedad. La intención del Dictionnaire des idées repes, proyecto que tenía en la mente desde su juventud, es, según él mismo declara: que tras haberlo leído, nadie se atreviese ya a usar ninguna de las frases en él contenidas. Se trata, pues, de combatir la "tontería" mediante un paródico diccionario de sus manifestaciones, vinculadas al lugar comúnL5. Recordemos la irónica advertencia que, respecto a la palabra "original" recoge Flaubert en su Diccionario, subtitulado "Catalogue des opinions chic": "Rice de tout ce qui est original. Le hair et mime le bafouer et l'exterminer, si l'on peut". El Diccionario ofrece un código de opiniones ya formuladas y "frasesn útiles para que los burgueses incultos se comuniquen pomposamente entre ellos, en una rueda de engaños recíprocos. m - Se trata también de ofrecer un repertorio donde el burgués pueda hallar, en cómodas E píldoras, un "resumen" de conocimientos culturales de todo tipo, siempre con la finalidad O de que se sirva de ellos para mantener una conversación distinguida o de buen tono. Al n B burgués no le interesaría la originalidad, ni la cultura gratuita y arduamente obtenida, sino E el sentirse 'parte de" un círculo de comportamientos y lenguaje uniformes. Como afirma SE Herschberg-Pierrot. servirse del cliché es buscar seguridad, es un medio de 'se ra~tacherii - la nome, et de coincider avec la loi"I6. Si en la conversación surge la Arquitecturacomo tema, al receptor de Flaubert le bastaría 3 con saber: "11 n'y a que quatre ordres d'architecture. -Bien entendu qu'on ne compte pas - - 0 m l'egyptien, le cyclopeén, l'assyrien, l'indien, lechinois, gothique, coman, etc." Si se habla de E dinero, quedaría bien emitir la fórmula latina "Auri sacra famesn. Si se asiste a un funeral, O decir del difunto esta trivialidad: "¡Y pensar que yoestaba cenando con él hace ocho días!". g n Si de religión se trata, hay que exclamar con unción, "La religión de nos @resw. a En éste y en otros casos, Flaubert prescribe también el gesto o el tono que debe L A acompañar la frase (temblar, suspirar, echar pestes de...). Por supuesto, hay también n n consejos para fingir sensibilidad: $ "OISEAU. Désirer en itre un, et dire en soupirant: "Des ailes! ", marque une ame 5 O poetique". Y también haría buen efecto aprender frases célebres, con la intencibn de citarlas luego en conversación. Por ejemplo, si se habla de Filosofía, al burgués le será suficiente conocer el "Cogito, ergo sum" a propósito de Descartes, o "Busco un hombre", de Diógenes. En su obra inacabada BouvardetPécuchet, termina de publicar en 188 1, los protagonis-tas ejemplifican en ciertos aspectos al usuario ideal del Diccionario: emiten opiniones tópicas sobre las mujeres, denigran todo lo que es convencional denigrar, e incluso se convierten en almas sentimentales y poéticas cuando es preciso, como cuando esperan la primavera con las oportunas reflexiones nostálgicas sobre los ciclos de la naturaleza y el paso del tiempo. Pero, fundamentalmente, representan la caricatura del "dilettante" eterno, incapaz de profundizar en ningún saber,; la búsqueda del cómodo resumen, de "las frases" condensa-das y netas que supuestamente contienen la verdad y esencia de cada materia, se trate de Historia, Literatura, Religión, Medicina o Dibujo". La 'enciclopedia" de saberes abreviados para el cómodo uso tiene, como sabemos, precedentes en nuestraliteratura. No hay más que recordar elLibrodetodaslascosasy otras m BIBLIOTECA ClAlDOSIANA muchasmásquevedesco, donde se ofrece "a la turbamulta de los habladores", un compendio de soluciones burlescas. plenas de tautologías, para el contemporáneo interesado en el ar[e de la adivinación, así como varias recetas "Para saber todas las ciencias y artes mecánicas y liberales en un dia"; la Aguja de navegarcultos, donde el aspirante a culterano puede hallar un repertorio de tirminos y metáforas ya establecidas; La culta latiniparla, con un "disparatario" que contiene diversas fórmulas para "ennoblecer" el lenguaje, etc. Recordemos taiiibith las relaciones con los diversos diccionarios de la "Preciosite" en Francia, como el de .\ritoine P. de Somaize, publicado en 1660 y reeditado con ampliaciones en el S. sis jld5i.\. Somaize declara en él su intención de divertir al lector con la extravagancia de loa ti;rminos recqidos de las tertulias de las "preciosas" de su época. Pero es sorprendente la srmeii~nznd e iilpino de los manierismos que recoge con las tendencias lingüísticas del burpiPa qiie rztleia Gnldós: la perífrasis pseudo-elegante ("L 'eau.-L'element liquide"), la acunaci3n de iiietiít'orns banales ("Les oreiIIes.-Les portes de l'entendement"), el uso de antonomasias paril hiperbolizar las cualidades ("Cettemme est chaste,Cette femme et une vraye Peneloppe'., etcl". Galdós se refiere, por otra parte. n los antecedentes dieciochescos de algunos de sus pseudwultos, evolución del tipo yiie liabrin sido el alumno ideal de Loseruditosala violeta, donde el profesor ofrece una condenaaciiln de diversos saberes (Retórica, FilosoAa, Derecho...), para fingirse refinado en iiiia semana, tal vez como parodia de algunas enciclopedias de 'erudiciún universal" cit. sil tiriiipo'". Y en efecto, en su obra encoiitrarrios varios de estos "pseudoxultos", que busm compulsivamente el saber vulgarizado, ahormado en bloques fácilmente memorizables. con el escliisivo fin de exhibirse en la conversación. El prototipo de "pedante contemporáneo" parece ser el Zárate de Torquemada en el Purgatorio, quien "estaba al corriente de lo moderno, espigando todo el saber en periódicos y revistas, sin profundizar en nada" (p. 1.474), y cuyas frases son absorbidas durante un tiempo por el usurero, hasta que éste decide acudir por sí mismo a los diccionarios y enciclopedias en busca de "la frase". Galdós no escribió ningún diccionario o enciclopedia paródica, es obvio. Y sin embargo, de la lectura de sus obras podemos extraer un completo repertorio de lo que para él son "civilidades", de fórmulas de amplificación sintáctica (frecuentes cláusulas trimembres, de carácter redundante), sinónimos pedantes en el registro de la conversación, latinismos usados como ornato, citas célebres -a menudo mal utilizadas y ridículamente descontextualizadas-, metáforas acuñadas y casi lexicalizadas por el abuso, etc. Buena parte de la crítica lingúística de Galdós en este sentido, tiene como base inevitable el LENGUAJE DE LA PRENSA, que se convierte en inspiración del estilo expresivo de tantos personajes. Tras la invasión periodística del último cuarto del siglo (R. Utt proporciona la cifra de 490 publicaciones entre 1875 y 18 8Z)20G, aldós comparteconClarín la preocupación por la "corrupción lingüística" que se deriva de la reproducción continua de los discursos parlamentarios, fundamentalmente. Clarín es muy severo al respecto: "iOh, si fuéramos a prohibir a muchos de nuestros oradores parlamentarios las muletillas, los lugares insigni-ficantes, los idiotismos necios..."! Y, como Galdós, atribuye gran culpa a la infinidad de jovenzuelos petulantes con pujos políticos, todos ellos con "una deplorable facilidad para decir cien lugares comunes en cinco minutosw2~. N CONGRESO CiALDOSiANO m Galdós muestra particular aversión ante lo que podríamos denominar "la frase" pretendidamente lapidariae ingeniosa que busca merecer el honor de ser acuñada. Es el caso de la banalidad que doña Tula emite con pretensiones de sintética sabiduría: "Esta señora dijo una frase que se quedó grabada en la mente de cuantos la oímos( ...) "iAh, los hijos -dijo doña Tula con tristísimo acento- Son una enfermedad de nueve meses y una convalecencia de toda la vida" (La de Bringas, p. 137). Muy semejante es la intención de la particular "phrase 2 effet" del pedante Casa-Muñoz: "Y si he de hablar ingenuamente, diré a usted que a mí no me asusta la República, lo que me asusta es el republicanismo. m Miró a todos para ver qué tal había caído esta frase" (Fortunata y/acinta, p. 515). E Comparte en este punto la aversión de Clarín ante la frase redonda, repetida, que simula O condensar en sí importantes principios. Es el caso de la afirmación de Pepe Ronzal: 'Dadme n = un pueblo sajón -decía- y seré liberal". Como el sarcástico narrador de La Regenta m O E comentaba poco antes, "la murmuración variaba poco, los comentarios menos y las frases E 2 de efecto nada." (p. 341,I). En bastantes ocasiones nos hallamos ante modalidades de "discurso i t e r a t i~o "f~ra~s,e s citadas una sola vez por el narrador, pero cuya continua repetición está implicada. El origen 3 de esta búsqueda de la frase sintética, repetible, puede radicar en la imitación de lo leído. La em- Prensa, es además cultivadora de ciertas metáforas supuestamente ingeniosas, que luego E repetirán los lectores. Y así don Gerardo, hombre "que se oía cuando hablaba" dirá de la O instrucción pública que "es el barómetro, ya lo saben ustedes, el barómetro de la civilización n de los pueblos" (Montes de Oca, pp. 825-826). a Baldomero Galán insertará en su conversación, con toda naturalidad fórmulas de denominación y solidaridades léxicas con adjetivo procedentes de la Prensa: n "Señor, las hordas de Cabrera son dueñas de casi todo el país -replicó Galán, que 5O hablando de Guerra solía emplear las fórmulas usuales de la Prensa patriótica, de las proclamas y órdenes generales en campaña-, y mientras no consigamos limpiar de enemigos fratricidas todo el territorio de esta Comandancia general, no le aconsejo a nadie que penetre, señor ..., a menos que lleve un salvoconducto en regla, expedido por el obcecado Pretendiente". La campaiIa del Maesnazgo, p. 486). Mediante los discursos no creativos de los personajes obtenemos un divertido repertorio de las expresiones puestas de moda por la Prensa desde el Romanticismo. A veces un personaje de especial inteligencia se distancia y las pone en solfa, como hace la aguda Pilar de Loaysa con las muletillas "el espíritu del siglo", "el justo medio" y "vivimos en el caos", ésta, al parecer, original de Martínez de la Rosa. (De Oíiateala Granja, pp. 240-24 1). O bien un personaje parodia con ironía los dichos de otro, como hace don Beltrán reproduciendo las frases del alcalde. "arrancando a Balmaseda de las garras del retroceso (...) Luchana tuvo que echar el resto( ...) y al fin las huestes del progreso ..." (Vergara, p. 701). No importalaideología del personaje: aldefender las ideas a base de bloques estereotipados, reaccionarios y progresistas merecen por igual la burla del autor. Tan ridícula es la fórmula "las huestesdel progreso" antes citada, como "las exageraciones liberticidas" aquese refiere el pomposo Marqués de Casa-Muñoz (Fortunatay Jacinta, c. VII). Ambas se convierten en vehículos de pretendido ingenio, devaluadas por el uso no sentido ni original. Otro manierismo de la Prensa que rechaza Galdós, aunque reconoce que ha ido en descenso desde el Romanticismo, es el de las perífrasis antonomásicas. Es particularmente explícito al respecto enBodasReales: "Hasta la Prensa se veía tocada de estademencia ñoña, y prodigaba en sus escritos los tropos más ridículos. Publicistas que pasaron por excelentes llamaban a Chateaubriand El Cisne del c&tian&no, a La Habana La Virgen de los trópicos" (p. 1.028). Siglos después, Galdós comparte en este punto la misma burla de Quevedo, que ordenaba "salga de las comparaciones" el uso de antonomasias del tipo "Es un Alejandro" o 'Es una Catalina de Siena". No es extraño que en diversos lugares los personajes tengan sus dudas para descifrar algunas de estas denominaciones, como ocurre al buen don Bruno Carrasco: "Una palabra que no entiendo trae el periódico1 dice que López es el Palhdium de las libertades públicas, y quizás por eso mismo, podemos suponer 'sintió vivísimas ganas de saber lo que era el Palladium para dar el golpe en el cafk usando esta palabra en una protesta viril y al propio tiempo erudita" (Boda Reales, p. 991). No hay que olvidar que Galdós en estos casos ridiculiza modos de expresión que alcanzaron su apogeo en la época romántica, (aunque aún podemos observarlos encastillados en los usos de la prensa). Sin embargo, aún le parece útil denunciarlos ante sus contemp& ráneos. NO puede pasar desapercibida la frecuencia con que inventa, tanto en los episodios como en las novelas, fugaces "cronistas de salones" que dejan su huella de cursilería en las denominaciones y adjetivación tópica. En carta a La Prensa, de mayo de 1884, Galdós, comentando la actualidad española para los lectores argentinos, reconoce aún vigentes los prototipos cursis que censura en sus novelas: 'los revisteros de salones, que en todo se meten y a bdas partes llevan su literatura empalagosa, escudriñan también las iglesias en estos solemnes díaswz4. En El Audaz, por ejemplo, Galdós critica (tanto como se divierte parodiándola) una crónica S&, aplicada a un baile de majos y ruñanes, en un modelo de "ironía de referencia" invertidaz. 'El primero que entró fue Paco Peral (...) Siguió la elegante y simpática verdulera del Rastro Damiana Mochuelo.. ." Y siguen otros clichks reconocibles, del tipo "distinguida y airosa", "interesante castañera", "elegantísima y majestuosa Andrea la Naranjera" etc. (p. 340). En La de Bringas, el narrador, figura de especial sensibilidad ante el lenguaje afectado, se refiere a "un célebre cronista de salones" que "con aquel estilo eunuco que les es peculiar", ensalza hasta las nubes una cena en casa de la Marquesa de Tellería. En esta ocasión, el narrador prefiere la reticencia ante las fórmulas usadas, no seaque "leyéndolas, sientan mis buenos lectores en su estómago efectos parecidos a los del tártaro emético" (p. 168). iV CONGRESO GaldósHNO m También en Miau hallaremos la referencia a un cronista que, años atrás, denominó a doña Pura "figura arrancada de un cuadro del beato Angelico", fórmula de la que el narrador se hará cargo jocosamente para referirse en adelante a la mujer. (p. 987). Los sistemas más interesantes de los que se sirve Galdós para criticar el lenguaje no creativo de diversos personajes nos parecen de filiación quevedesca, por lo que podríamos denominarlos: 1) el "disparatario" y 2) "el cuento de cuentos", aunque sea habitual su aparición combinada. 1) En efecto, es frecuente la aparición de listas de fórmulas de las que se sirve una figura. En estos casos se hallan enumeradas o referidas, fuera de contexto, por el narrador o bien por otro personaje de especial sensibilidad lingüística. Esto ocurre con quienes pretenden el ascenso en la estima social, para lo cual se empeñan en un peculiar aprendizaje lingiiístico que consiste en la absorción desenfrenada de todo tipo de clichés y bordoncillos de moda. Es el caso del indiano enriquecido JoséMaríaManso, con pujos deorador político y arbitrista cuyo aprendizaje v a a a siguiendo a través de las citas que críticamente nos ofrece su hermano: "Un día me lo encontré muy apurado en su despacho hablando solo, y a mis preguntas contestó sinceramente que se sentía orador (...) con este síntoma notaba yo en mi hermano el no menos claro de usar constantemente ciertas formulillas y modos de decir de los políticos (...) Decía: Estamos a ver venir: los señores que se sientan en aquellos bancos; esto se va; lo primero es hacer país; hay mar de fondo: las minorías tiran a dar (...) A mi neófito no se le escapaba tampoco ninguno de los profundos apotegmas que son la única muestra intelectual de muchas celebridades. como por ejemplo 'Las cosas caen del lado a que se inclinan" (pp. 1.208 y 1.222). Por supuesto, y como se trata del empleo sistemático de las fórmulas, Máximo se sirve del presente habitual o discurso iterativo al enumerar otras de las expresiones: "( ...) lo verdaderamente inglés. Lo de la sucesiva serie de transaciones no se le cae de la boca (.,.) y corta las cuestiónes diciendo: Basta de exclusivismos" (p. 1.229). Aveces, y como es de prever, los personajes comparten las expresiones del disparatario, y en diversas obras encontramos citadas críticamente las mismas fórmulas. Así ocurre con las siguientes, aunque en este caso el usuario mezcla los dichos: en La de Bringas no aparece el coronel Minio como personaje, pero sí sus dichos, "pasará a la posteridad por los célebres dichos de la espada de Demóstenes. la tela de Pentecostés y el alma de Garibaldi, (...) con otras cosillas que, coleccionadas por sus subalternos, forman un delicioso centón de disparates" (p. 136). El procedimiento se encuentra a lo largo de toda la producción Galdosiana; en 19 1 1, en el episodio Bodas Reales, de nuevo las aspiraciones de ascenso social van unidas a la provisión de tópicos; éste es el "repertorio" de don Bruno Carrasco: m BIBLIOTECA Galdosiana "Ya se verá eso...". 'Se hará lo que convenga...", "Esto no puede seguir así...", 'Vamos al abismo.. .". "Los hombres de arraigo siempre están en sus puestos.. ." . ..' (p. 1.069). También la amante de Tito, Leona, pretende escalar socialmente; ella misma nos da cuenta de sus reflexiones metalingiiísticas y su repertorio, y además seguiremos sus "progresos" posteriores con los comentarios de Tito: '...Pongo gran atención en el habla de los señores con quienes una noche y otra noche tengo algo que ver, y cuantas palabritas o frases les oigo, que a mi me parecen finas, las atrapo y me las remacho en la memoria para soltarlas cuando vengan a cuento. Ya sé decir: a tontas y a locas, de lo lindo, en igualdad de circunstancias, partiendo del principio, permítame usted que le diga, mejorando lo presente, tengo la evidencia, "7 D seamos imparciales, bajo el prisma, bajo la base ..." (p. 443). E O Cualquier lector de Quevedo recordará sin dudad, a la vista de estos repertorios, el que n B el autor barroco ofrece, por ejemplo, en su Premática que este año de 1600 se ordenó, con E el fin de que se evite el uso de "bordoncillos inútiles, pues se puede andar sin ellos y por E 2 camino llano en Las conversaciones y en el escribir de cartas con que algunos tienen la buena - prosa corrompida y enfadado el mundo", o 'el laberinto de las ocho palabras que nunca se acaban", (si bien, ansi. de buen aire, lo cierto es. no deja de ser, etc). También en esta esfera 3 - de crítica lingüística estaría el Entremés de las civilidades de Quiñones de Benavente, donde - 0 m se enumeran fraseologismos, locuciones de un registrovulgar, del tipo "de hoz y coz", "poner E pies en pared". "son habas contadas", "a pie juntillas", "ni oste ni moste", etc. O g 2) Más útil para la sátira es sin embargo el procedimiento del "cuento de cuentos", por n el cual observamos de forma práctica, como en la obra de Quevedo así titulada, cómo es a L posible inventar un texto mediante la simple combinación de lugares comunes. Esta fórmula A la encontramos, además, en el entremés barroco de autor anónimo Entremés de refranes, n n donde los personajes conversan exclusivamente. 5 5 En el episodio Españasin r y , cuya acción se sitúa en el año 1869 y siguientes, el narrador O se refiere muy explícitamente a la "manía epidémica" de la oratoria que vemos ampliamente ejemplificada en las Novelas contemporáneas. En esos años, "hombres, mujeres y aun chiquillos salieron perorando a cántaros.. . " (p. lo), dice Galdós, jugando con la expresión quevedesca que tantas veces utilizará en contextos semejantes ("un orador de los que hablan a cántaros", "chaparrón oratorio", e t ~ ) ~ ~ . Con su conocido escepticismo respecto a la oratoria política, Galdós reproduce fragmen-tos oratorios de parlamentarios en las diversas etapas constitucionales, a menudo comen-tados, transcritos o glosados por los personajes de ficción. Numerosísimas son las observa-ciones explícitas de los narradores respecto a la "hojarasca paralamentaria". pero resulta más sutil la presentación de frases lapidarias o fragmentos de discursos, descontextualizados y degradados, a través de las citas de vulgares admiradores que las han aprendido de memoria. Es el caso del barbero Calleja en La Fontana de Oro, quien se provee de una particular mixtura de frases de Alcalá Galiano, Romero Alpuente, erc., con el fin de endosarlas a la primera ocasión. IV CONGRESO Galdosiano m Los episodios escritos en torno al fin del siglo son particularmente sarcásticos al respecto; por ejemplo, en BodasReales, además de la referencia explícita a la "vana oratoria" de don ~oaquín López, se nos ofrece una sarta de sus propuestas, referidas por un admirador don Bruno Carrasco, ansioso de reproducirlas en sus reuniones de café (p. 990). En canas y escritos diversos de carácter no novelesco alude Galdós a las sesiones de Cortes como espectáculo: "torneo oratorio (...) fiesta de colores, de ruido, de pólvora, de embriaguez"; "..." figurándome que estoy en un teatro apreciando como espectador la destreza y habilidad de los actores..."Z7. En consecuencia, serán muy numerosas las ocasiones en que se nos presenta la vida parlamentaria mediante la captación que de ella hacen nuestros personajes de ficción, ocasionales asistentes a las sesiones, como a una diversión más de la vida social. Cádiz, es, lógicamente, la obra más significativa al respecto, pero también son interesantes, entre tantos otros, los comentariosque en lacartaVdeLainc@itase realizan sobre la asistencia de Augusta al Congreso, atrída "por el cartel parlamentario de aquel día", y las subsiguientes parodias, reduciendo al absurdo la parola de un orador de segunda fila, que dijo "aquello de "si se me permite recordar lo que tuve el honor de exponer ante el Congreso en la tarde de ayer, me será fácil demostrar que al poner de manifiesto en la tarde de hoy las deficiencias del proyecto que se discute, no dije nada, no expuse nada, ni de cerca ni de lejos, que no estuviese en perfecto acuerdo, en perfecta consonancia, en perfecta conformidad, con lo que salió de mis labios en la tarde de anteayer" (p. 1.131). La imitación que los particulares hacen de la retórica parlamentaria da lugar a una situación paradigmática, repetida innumerables veces por Galdós, que podríamos resumir así: orador doméstico, que dispone de uno o dos clichés ideológicos intenta hacer oír su discurso, generalmente en el caféa8. Ocasionalmente este orador sirve de diversi611 a los interlocutores, que le incitan a perorar, caso del fatuo Marqués en La Corte de Carlos IV, En la mayoría de los casos los personajes con pujos oratorios q u e pueden pertenecer a cualquier clase social- se hacen eco de la retórica conservadora, temerosa de la ideas revolucionarias que pueden atacar a los principios de oratoria casera que encontramos en El equipaje del rey/osé, a cargo de don Fernando Garrote, del anciano Baraona, etc. (En particular, caps. IV, XIV y XXVI), con los discursos de la gala benéfica que con tanto humor recrea ElamigoManso en el cap. XXVI, con los dichos de don Florencio Morales ante Felipe y los estudiantes en Ef Doctor Centeno: "¿Qué nos traen las ideas extranjeras? El ateísmo, la demagogia. .. Pues esas ideas, ese ateísmo, ese desbarajuste es lo que nos quieren meter aquí ..." (p. 1.431) Y también. en la misma novela. las fórmulas de expresión de Federico Ruiz, cuya voz es condenada más de una vez por el narrador a ser oída con dificultad, por lo que de él nos llegan sus impotentes '"hies yo sostengo que hoy por hoy. .." y aquello de "Digase lo que se quiera, la verdad es...". Oyóse más de una vez el "Porque yo soy muy lógico..."" (p. 1.322). También intenta hacerse oír , con dificultades, don José del Milagro en BodusReales, y de igual forma recibimos, mostradas así en toda su vaciedad, sus fórmulas fáticas m BIBLIOTECA Galdosiana 'Sefiores.. . , óiganme, por favor.. .En nombre de la Patria, de la familia, del individuo, jah!, les ruego que me oigan( ...) Sf, amigos mios, compaiíeros mios, hermanos míos(...)" (p. 1.108). En bastantes oportunidades, el orador particular es apocalíptico respecto al futuro, además de arbitrista, convencido de que puede sugerir un proyecto de extarordinariautilidad para la nación. Así ocurre con Pez en La de Bn'ngas, cuyas tiradas en tertulia, con sus manierismos retóricos y cláusulas trimembres, son reproducidos burlescamente por nuestro narrador: 'La Revolución, con su todo o nada, y los moderados con su non possumus, ponían al país al borde de la pendiente, al borde del abismo, al borde del precipicio. (.. .) Tenía Pez "7 un ideal que acariciaba su mente organizadora; pero, jcómo realizarlo? Su ideal era E montar un sistema administrativo perfecto con 80 a 90 direcciones generales(...)" (p. 177). O n g No cabe duda de que las parrafadas de Mendizábal en Miau son cómicas en sí, pero no E lo es tanto el origen de su discurso. En este caso, como en otros. Galdós se ocupa de aclarar E 2 el punrode partida, la fuente de las ideas queel personaje se limita a repetir. Incluso hablando con su esposa, el memorialistaa se comporta como un oradorcillo casero, exhibiendo las pomposas expresiones conservadoras. 3 - 0 m "Ya no hay cristiandad en las familias dijo Mendizábal grave y sentenciosamente-. E Ya no hay más que suposición (...) Suposición de suposiciones ... Consecuencias O funestas del materialismo d i j oM endizábal, que solía repetir las frases del periódico al ng que estaba suscrito" a L Pero malignamente -en esta y otras muchas situaciones- "castigará" Galdós a su n personajes a no ser capaz de completar su espuria parrafada: n 5 5 O "~Quís?e hizo de aquella pobreza honrada, de aquella -no recordando lo demás-. de aquella pues ... corno quien dice ... 7 (p. 990). EL LENGUAJE OFICINESCO O BUROCRATICO aparece menos veces como modelo de expresión de los personajes, puesto que, aunque la ocupación de tantos sea el funcionariado, no todos comparten el grado de alienación del cesante Villaamil. Encontramos por ejemplo al consejero del rey Carlos, don ~mctuosoq, ue aprovecha los formulismos de este registro con el fm de deslumbrar en sus combates verbales a sus adversarios. (ZumaZachegui, p. 72) El caso más llamativo, prueba del efecto alienante, invasor, de este lenguaje como horma del pensamiento, lo hallamos en don Ramón Villaamil, como hemos dicho. Sus mismas cartas pidi endo ayuda a los amigos parecen perder autenticidad, incapaz el buen hombre de librarse en lo privado de la expresión burocrática profesional: "El desgraciado cesante llegó a adquirir maestría terrible en el arte de escribir cartas invocando a la amistad. Las redactaba con amplificaciones patéticas. y en un estilo que iV CONGRESO GaldósWYO m parecía oficial, algo parecido a los preámbulos de las leyes en que se anuncia al país el aumento de la contribución, verbigracia: *Es muy sensible para el Gobierno tener que pedir nuevos sacrificios al contribuyente". Tal era el patrón, aunque el texto fuera otro" (p. 1.024). Y aún más grotescametne, momentos antes de suicidarse, Villaamil se despedirá mentalmente de su nieto con fórmulas de carta: "Adiós, tengo prisa ... Duérmete, y si eres muy desgraciado y alguien te quita tu libertad, jsabes lo que haces?, pues te largas de aquí ... ¡hay mil maneras... Y ya sabes donde me tienes ... Siempre tuyo" (p. 1.1 15). Galdós parece escéptico en cuanto a la solución del problema que plantea: el relevo generacional está preparado, y muchos jóvenes y niños de los que aparecen en sus páginas, comienzan ya a imitar el lenguaje que oyen a sus mayores, con sus ultracorrecciones ('Mi mamá las llama las arpidas"), su búsqueda de expresiones pomposas, aunque sean redundantes ("tienen la fisonomía de las canas, es a saber, como los gatos.. . ", Miau, p. 986). Una niña repite tópicos de los adultos en EIDoctor Centeno: "Rosita creyó muy del caso consolar a su amigo con las frases propias de la ocasión entremezcladas con suspiritos: -Hijo, es preciso conformarnos con la voluntad de Dios. ¡Ay, Jesús. que mundo este!. .. No hay mas que penas" (p. 1.462). Y muchos niños y adolescentes petulantes se preparan para la abogacía y la política, y por tanto para la oratoria vana, como "Federico y Antoñito Pez, que estaban a punto de ser abogados, y que eran el uno filósofo (muchos filósofos de hoy tienen diez y siete abriles, y el otro economista( ...) Federico se había distinguido en esos círculos de sabiduría temprana donde centenares de tmgeles juegan al discurso. Era oradorcito" (La desheredada, p. 1.055) O en Tormento, donde dos jóvenes, los hijos de Bringas y Pez, aseguran la continuidad del hombre perorante del siglo: 'Ambos habían principiado la carrera de Leyes y se adiestraban en el pugilato de la palabra espoleados desde tan temprana edad por la ambicioncilla puramente española de ser notabilidades en el e oro y en el Parlamento( ...) La tal criatura se sentía con bríos parlamentarios, y como Joaquinito Pez no le iba en zaga, ambos imaginaron ejercitarse en el arte de los discursos, para lo cual instituyeron infantil academia en el cuarto del primero, lo mismo que podían establecer un nacimiento un altarito" Los niños pasan las horas entrenándose, hasta que llega don Francisco y dice satisfecho: '¡Ea, niños( ...) Se levanta la sesioncita" (p. 28). m BIBLIOTECA GALD0SiAN.A Notas (Las obras de Galdós son citadas de su reedición en Obras completas, Madrid. Aguilar, 1986; cinco vols. correspondientes a los Episodios nacionales, dos a las Novelas y uno a "Cuentos. teatro y censo") Nos referimos en un sentido amplio a toda fórmula que hayade reproducirse, o el hablante tienda a reproducir, en una forma previamente fijada. E. Coseriu entiende por "discurso repetido" las cadenas Iéxicas 'que no son reemplazables o recombinables según las reglas actuales de la lengua" (Vid Principios de Semántica estructural, Madrid, Gredos, 1977. p. 34-142). Tenemos en menta los giros y modismos, saludos, oraciones, esquemas sintácticos y léxicos propios del Lenguaje epistolar, según sugiere 1. Bosque en 'Más allá de la lexicalización". BRAE, Torno LXII, Cuaderno CCXXV, 1982. p. 104. Así mismo. las combinaciones estables objeto de estudio de la Fraseología (refranes, proverbios, aforismos, citas de autores, etc.) Vid. al respecto A. M. Tristá, "La fraseologia como disciplina lingüística". Anuano L-l. Acad. Ciencias Cuba. nm 7-8, 1975-76. pp. 153-160. Recogido por W. H. Shoemaker, La cníca literaria de Gakfós, Madrid, Insula, 1979, p. 123. S. Gilman, en Galdósy el arte de la novela europea, Madrid, Taurus, 1985, particularmente en las pp. 239-246, realiza una útil revisión del sentido profundo que alcanza esta faceta del estilo Galdosiano. M. Bajtin, Teonáy estéti'cade la novela, Madrid, Taunis, 1989, pp. 118-119. S. Gilman, "La palabra hablada en Fortunatay facinta", en Benito Pérez Galdós, ed. Douglass M. Rogers. Madrid, Taurus, 1973, p. 300. &dósY el arte de la novela europea, cit. p. 243. "El tópico como fenómeno sociológico". en Desde el espectáculo a la trivialización, Madrid. Taurus, 1961, pp. 107-1 32. Nuestra cita corresponde a la p. 11 6, donde el autor se refiere a la renuncia al pensamiento propio que implica la expresión mediante tópicos, hasta el punto dc que "hay ciertas vidas que transcurren en la pura enajenación del tópico". Las "coordenadas frasísticas" son para el autor clichés de la novela popular (del tipo "la linda joven", "el apuesto mancebo", "el buen padre", "el infame consejero", etc.) que sirven de pauta o pie forzado a la invención: "...el buen padre es una frase que introduce inmediatamente una conversación o una acción, en la que el padre demuestra su bondad; el malvado conde es frase que precede un crimen o una mala acción del conde. Lo mismo ocurre cuando la frase-coordenada y referencia1 no se refiere a ningún personaje: el lúgubre castillo es frase que sirve de introducción a una acción lúgubre. en principio, y es frase también que evita al escritor toda suerte de descripción". Innoducción a una sociologá de la novela española del S. XIX, Madrid, Edicusa. 1973, p. 249. Galdós visto por símismo, Madrid, Magisterio Español, 1970, p. 33. lo Los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós, Madrid, Gredos, 1963, pp. 351-355. l1 Recuérdese, por ejemplo, el inicio del cap. XIII, 1, de El Quuote: "Mas apenas comenzó a descubrirse el día por los balcones del oriente ..." l2 L. Romero Tobar, en el cap. "Galdós y la novela popular", de LanovelapopuZarespañoZadelS(glo XlX, Barcelona, Ariel, 1976, pp. 171-172, plantea el problema de la aparente contradicción entre el rechazo que en sus escritos teóricos muestra Galdós hacia la novela de folletín, y los evidentes intertextos de la misma que incluye en sus novelas. Su explicación dista mucho de ser tan convincente como la ofrecida por Hinterhauser. l3 Humorin Galdós. A studyflheNovelas Contemporáneas, London, Yale University Press, 1968. pp. 15 y 57. l4 Pérez Gaidós Miau, London, Tamesis Books. 1978, p. 48. l5 J. J. Thomas. "Poétique de la "bétise": Le Dictionnaire des idées repes", Nouve~l~surBouvard etPécuchet, Actes du Colloque tenu au Collkge de France, Mars 1980, Paris, CDU, 1981, pp. 129-1 38. Eri yy. 130-131 recoge el crílico las Carnosas citas de Flaubert toiiiadas de su Correspondance. Sobre el 'escarnecimiento del burgués" en el S. xix, puede verse Gonzalo Sobejano "Epater le bourgeois en la España literaria de 1 900n, Forma literatiay sensibilidadsocial, Madrid, Gredos. 1967, PP. 178-223. l6 'Le cliché dans Bouvard et Pécuchet", Nouvelles recherches. .. . cit. p. 36. La autora advierte así mismo laespecifidad que los clich& dan a la obra, en cuanto a "la reflexividad del texto", "dans cette possibilité qu'a le texte de réfléchir son langage, et, en I'occurrence, de représenter le processus m@me de production des clichés ..." (p. 32) Muy interesante es también el trabajo de Claude Mouchard 'La consistance des savoirs dans Bouvard et Pécuchet", en AAW, TravaiZdeFlaubert, Paris, Éditions duSeuil, 1983, pp. 167-1 79, donde se refiere al tipo de frases utilizadas por los personajes de Flaubert como 'bloques en el aire", lejos de ser muestra de la actividad creadora de la mente. Por su parte, Germán Gullón en La novela como acto imagi'nativo, Madrid. Taum, 1983. pp. 138- 147, aborda cuestiones semejantes a propósito de La Regenta, explicando "la reflexividad del discurso" cn la novela. Al comentar la escena en que Quintanar ve a Alvaro descender de la habitación de Ana ('jMiserable! idebi matarle -gritó don Victorcuando no era tiempo- ... Quintanar seacerw a la pared y vio en sus piedras y resquicios la escalera de su deshonra"), ofrece unas perspicaces conclusiones que son extensibles a nuestroobjeto de estudio: "La escena transcrita inyectaun tono Folletinesco a la verbalización del personaje que acaba de describir su deshonra; la expresión muestra lo patktico de un carácter en que sólo puede el honor enunciar sus quejas wn la gastada fraseología del drama (...)Esta retórica parece excluir la posibilidad de la expresión subjetiva( ...) La riqueza de La Regenta permanece en cierta medida sin explotar, por olvidar que es un texto vuelto sobre sí mismo, en el que el autor transmite un mensaje dual; recreadón de una sociedad( ...)y tremenda critica de los modos expresivos de esa sociedad egoista y cursi". Clarín compartiría con Galdós (sobre todo con el ciclo de Torquemada) su crítica del lenguaje 'por entender que su denuncia es necesaria para mostrar la inautenticidad de quienes lo hablan". No hay que olvidar, por otra parte, que la acumulación de segmentos paródicos en un texto de creación se incluiría en el peculiar registro lingtiístico que Todorov denomina "discurso connotativo". Vid. AA VV, ¿Qué es el es~tucturalismo? Buenos Aires. pp. 1 16-1 1 7. l7 NOS referimos a la edición de ambas obras de Flaubert en Oeuvres completes, 11, raris, éditions di1 Seuil. 1964, con documentadas presentaciones a cargo de Bernard Masson. la NOS servimos de la edición facsimilar en Georg Olms Verlag, Hildesheim-New York, 1972. l9 Señala Cadalso en su 'Advertencia" preliminar: "...Este exterior de sabios puede alucinar a los que no saben lo arduo que es poseer una ciencia: lo dificil que es entender varias aun tiempo: lo imposible que es abrazarlas todas. y lo ridículo que es tratarlas con magisterio. satisfacción propia y deseo de ser tenido por sabio universal. Ni nuestra era, ni nuestra patria estálibre de estos seudoeruditos (si se me permite estavoz). Aellos va dirigido este papel irónico, con el fin de que los ignorantes no los confundan con los verdaderos sabios, en desprecio y atraso de las ciencias, atribuyendo a la esencia de una facultad las ridículas ideas que dan de ella los que pretenden poseerla, cuando apenas han saludado sus principios" Roger L. Utt. Textosycontextos de CZann, Madrid, Istmo. 1988. p. 143. 21 Del ensayo "Del estilo en la novela" publicado en octubre de 1882 y del artículo "Un libro de Gonzáiez Serrano", recogidos ambos por Utt, op. cit., pp. 143-144 y 280. 22 Concepto manejado por C. Boves Naves en Teona general de la novela Semidoga de La Regenta, Madrid, Gredos, 1985, p. 334. 23 Premahca que este ano de 1600 se ordenó, en Obras Completas, Vol 1, Madrid, Aguilar, 1988, pp. 65-68. Muchos de los clichés y palabras altisonantes recogidos por Quevedo, tales como 'maremagnum", 'el estado de las cosas" ... serían muy estimadas por los personajes de Galdós a los que aludimos en el trabajo. 24 W. H. Shoemaker, Las cartas desconocidas de Galdbs en La Prensa de Buenos Aires, Madrid. Cultura Hispánica, 1973. p. 90. Op. cit., PP. 18 y 103-105. Se trata de una comparación evidentemente inapropiada de una materia con otra, para dar burlescamente a la materia original un aire de dignidad, método, razón o importancia que no le pertenecen. En el caso que comentamos, no es la fiesta de los majos el objeto de la burla, sino el lenguaje de los cronistas, al degradarlo aplicándolo a un objeto inusual. En Lascartasdesconocidas.. . , cit.. p. 52, se reproduce una carta de Galdós escrita en 1884 donde ironiza sobre 'la excesiva cosecha de oradores con que la Providencia ha favorecido a nuestro país, cosecha tal que no tenemos ya trojes en que encerrarla, ni mercado donde darle salida, y que nos ahoga, obstruye y embaraza de continuo". 27 Lascartasdesconocidm ..., cit., p. 44 y Obrasinéditasordenadas por A. Ghiraldo, Vol. 111. p. 168. "Quizá nada mejor que la tertulia para estudiar el proceso de aparición, desarrollo, continuidad e incluso desaparición de los tópicos. Sobre todo la tertulia decimonónica, especialmente vinculada a la clase burguesa, es el fenómeno social en que el tópico tiene su sede genérica. Tópico y tertulia son sociológicamente inseparables", E. Tierno Galvan, op. cit., p. 122. |
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