V CONGRESO Galdosiano m
ASPECTOS SIGNIFICATIVOS
DE LAS NOVELAS ((NMAR~N))
Y ((HALMA))
Ángeles Acosta Peña
(( O O N i el pueblo ha perdido la
fe, ni el escaso escepticismo que en las gentes del proletariado se ob-serva
dimanan de las propagandas religiosas. Estas han tenido y tienen
su rectificación en sí mismas. A la marea materialista sigue comúnmente
una marea espiritualista. El mundo espiritual se desbarata y reconstruye
en períodos sucesivos de tiempo. A los períodos de decadencia religiosa
sigue, por ley natural de equilibrio, los períodos de exaltación rriísti-cae..)
l).
[L.. En aquellos días, que no están muy lejanos, había venido sobre la
sociedad una de esas rachas que temporalmente la agitan y conmueve,
racha que entonces era religiosa, como otras veces había sido impía. El
fenómeno se repite con segura periodicidad. Vienen vientos diferentes
sobre la conciencia pública)) 2.
Estas afirmaciones de Galdós, una realizada en 1893, en una de sus
cartas al diario La Prensa de Buenos Aires y otra expresada como narra-dor
reflexivo en la novela de 1895, Halma, suponen, por su intertextua-lidad
cercana, un magnífico marco para arropar ese ciclo de novelas (les-piritualistasl~
q ue el escritor maduro hizo irrumpir en el mercado editorial
en los años finales del siglo xix: Nazarín (1 895), Halma (1 895), Misericor-dia
(1897).
Los temas ético-religiosos y filosófico-morales interesaron siempre a
Galdós y el reflejo de ellos en su obra completa es notorio, y máxime,
cuando lo hacía, como él operaba, circunscribiéndolos a la sociedad
española que observaba, analizaba, y suavemente, recriminaba.
Que esos temas se exacerbaron en los años finiseculares en la pro-ducción
Galdósiaria Lambién es evidente. La exaltación de un apostolado
de amor y caridad hacia el prójimo, la búsqueda de respuestas espiritua-l
W. H . SHOEMAKELaRs: cartas desconocidas de Galdós en .La Prensa. de Buenos Ai-res,
Edic. del Cabildo insular de Gran Canaria, 1973.
Halma, 2.a parte., Cap. 1.. Edic. Almar, Salamanca, 1979. Las citas posteriores re-mitirán
siempre a esta edición.
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les se encuentran patentes en las novelas de la década de los noventa (y
también en sus obras teatrales). Subrayar que la mencionada evolución
denominada de tipo .espiritualista)) sea debida al influjo de Tolstoi, o a
circunstancias personales interesa menos que observar ese giro concep-tual
y emocional del escritor en la intertextualidad restringida que supu-nen
las obras citadas.
Había adelantado que este trabajo se centraría en aspectos significati-vos
de las dos primeras obras. En efecto, pero dada la índole de exten-sión
pedida, tendré que dejar sin anotar en profundidad la acomodación
social que se produce en el visionario Na~arín: el trasvase psicológico
que se opera en el sacerdote D. Manuel Flórez, sufriendo una mazariza-ciónll
de clara estirpe cervantina, ni tampoco podré estructurar un princi-pio
seniántico desde el macrocomponente textual y comprobar sus rela- ! E ciones o proyecciones en las estructuras superficiales. Me centraré en
puntualizar algunos indicios como unidades semánticas que remiten a un s
carácter, a un sentimiento. Porque todo este tema moral-religioso está
suficientemente estudiado y casi todas las informaciones pertinentes, E
E
explicadas ya por estudios anteriores y tampoco suponen ninguna no- s
vedad estridente volverlas a debatir. -
Creo que si se puede matizar en ese ente de ficción conflictivo-carita- 5
tivo que se muestra en el mencionado ciclo novelístico, y al que Galdós
le ha ido dando diferente tratamiento y solución y que él inicia, funda- B
mentalmente, en 111as anta,) Guillermina Pacheco de Fortunata y Jacinta E
hasta Misericordia (sin incluir obras dramáticas como La de San Qufntin
(1894), La loca de la casa (1893) y Casandra (1905) que aparecen con
la misma recurrencia semántica).
Si apeláramos a una intertextualidad restringida y extrajéramos bajo
el signo semico caridad las secuencias intencionales de distintos perso-najes
de las distintas obras, observaríamos variadas respuestas e n el e
conflicto hombrelmujer con la sociedad, configuradas por nosotros, lec- 5
tores, que desciframos el universo creador
Cn la cadena narrativa de Fo~tui~atya J acinta aparece la dama (~Gui-llermina
Pacheco~)c, aritativa para todos, pero que, en conflicto con su
estamento social, lo defiende dejando su santidad en entredicho en la
relación con Mauricia la Dura y la propia Fortunata, a la que recrimina (L..
DE LA NUEZC ABALLERSO.:, Galdós 1843-19 20. Mancomunidad de Cabildos. Colección
Guagua. Las Palmas de Gran Canaria, 1983.
José Luis MORA: Introducción a la edición de Halma, ob. cit.
Pfi~czQ ALUVS, B.: Pr c f a~i oa la edición de la casa Nelson 1913, recogida por L. 130-
NET, en B. G. Ensayos de critica literaria, Península - Barcelona, 1972 4 ... 1 la miseria
(...] para esto hube de emplear largos meses en observaciones y estudios directos del
natural. Visitando las guaridas de gente mísera o maleante que se alheraa en los popii-losos
barrios del sur de Madrid (...) y para penetrar en las repugnantes viviendas donde
celebran sus ritos nauseabundos los más rebajados prosélitos de Baco y Venus, tuve
que disfrazarme de médico de la Higiene Municipal [ . . . ] ) l .
BAKHTIMN.,: Esthétique et théorie du roman, París - Ciallinard, 1982.
V CONGRESO Galdosiano 00
¿Pero Ud. no sabe que esa señora es mujer legítima [...) mujer legítima
de aquel caballero? &Ud. no sabe que Dios los casó y su unión es sagra-da?
[...] ¿Ud. que se ha llegado a figurar, que estamos aquí entre salva-jes
y que cada cual puede hacer lo que le de la gana, y que no hay ley,
ni religión, ni riada?l) 7.
Guillermina, mujer dotada de especial sensibilidad social guarda los
parámetros de su casta, la guía un ideal ascético-religioso. Aconseja la
(renuncia a la felicidad)^. Ostenta un cristianismo resignado, adaptado a
su formación moral y religiosa. Su respuesta a la marginalidad social:
conformidad con la voluntad de Dios, como medio de salvación ultrate-rrena.
Los supuestos generales que se manifiestan son: egoísmo espiri-tual
y virtud, entremezclados.
Nazarín se despoja de sus hábitos y criterios estamentales, se viste de
pobre. Ante la autoridad requisitoria argumenta: ((... Yo no soy apóstol ni
predico a nadie; tan solo enseño la doctrina cristiana, la más elemental
y esencial, a quien quiere aprenderla, la enseño con la palabra y el ejem-plo
E1 abnegado sacerdote renuncia a todo bien material. Su ideal de vida
es erradicar el hambre, la injusticia social. Lo guía una convicción filosó-fica-
religiosa. Aparte de su resignación absoluta ante el mal, desea la
igualdad ante los bicncs dc In naturaleza. Con su ejemplaridad moral
aspira y cree en una sociedad en la que habrá desaparecido el odio, la
tiranía, el hambre, la injusticia. Con su conducta e ideas provoca una
crisis social, un escándalo, pero su utopía, piensa, se logrará cuando la
Humanidad vuelva sus ojos a la última verdad: la idea religiosa, el ideal
católico 9.
E;n ambos personajes, ficcionalizados por Galdós como ~caritativosl~,
las operaciones conceptuales que el relato pone de manifiesto, es, en la
primera, concretizada en un deseo de conseguir la salvación mediante la
actuación cristiana de ayudar a los pobres. En el segundo, las estructuras
narrativas dan cuenta de otra operación conceptual: ([la renuncia a todo
bien materiall~c omo ideal d e vida. Guillermina renuncia a la riqueza para
santificarse; Nazarín actúa por solidaridad, para que todos se salven.
Benigna (Benina) forma parte del mundo de la miseria, de una miseria
física y moral. Los oprimidos intentan liberarse por todos los medios ...
(([ ... 1 digo que no hay justicia, y para que la haiga, soñaremos todo lo que
nos díi la gana, y sonando, es iin suponer, traeremos acá la justicia. lo.
' PÉREZ GALDÓS, B.: Fortunata y Jacinta, Ed. Hernando. Madrid, 1918, 3." parte, pág.
344.
PÉREZG ALDOSB, .: Nazarín, Alianza Editorial. Madrid, 1986, 4.a parte, cap. 7, pág.
161.
Perfectamente estudiada esta evolución y la de Benina en: E~TEBANCEZA LDERD~.:N ,
((Misericordiad e Galdós, final del ciclo: análisis intertextual~~A,c tas del Congreso Inter-nacional.
Universidad Complutense, Madrid, 1989.
'O Cito por B. P. G. Misericordia, Ed. Planeta. Barcelona, 1978.
m BIBLIOTECA Galdosiana
Catalina de Halma, forma parte de la aristocracia; las circunstancias
vitales le hacen conocer la miseria física y moral. En esta dama, que rea-liza
la caridad y prodiga las virtudes cristianas, proyecta Galdós un nue-vo
tipo de actante (nuevo siempre lo usamos con relatividad porque ya
hemos mencionado precedentes de este tipo social en el macrotexto
Galdosiano) protagonista. Se trata de una aristócrata, no sólo dama de la
burguesía como Guillermina Pacheco, sino con abolengo propio y con-desa
por matrimonio. Presentada con espeluznante serie de desgracias
que se inician con la orfandad a la temprana edad de siete anos, con el
único signo favorable de casamiento por amor y felicísimo matrimonio,
interrumpido por enfermedad y muerte del esposo, y una larga secuela
de miserias y calamidades -con fuertes connotaciones de folletín y no- m
vela bizantina-, en el mundo friccional se despliega un pasado de ho- D
N
rror que anuncia un futuro en la expectativa del personaje abocado a la E
renuncia de sí misma y la entrega plena a la caridad por los demás me- $ -
riebler usus. - m
La vinculación de la estructura con el espacio y el tiempo en los dos
primeros capítulos del supertexto es de vértigo: en ellos se producen
todas estas desgracias: orfandad, lejanía de la patria, reveses de fortu- -
na, enfermedad, muerte, soledad, calamidades, miserias viajes ~itáqui-cos~
l (vuelta a la casa solariega de Madrid), naufragios, riesgos de muer-te
... El mensaje de las desgracias nos llega a través de un metadiscurso
que responde al código del folletín. E
El ritmo de lo contado es sintético e inverosímil. Las informaciones
del narrador omnisciente asumen una total relevancia frente a la nula
acción de lo contado. Sin embargo, este cúmulo de desgracias es el
único hilo conductor y explicativo que dará sentido interno a la actua-ción
posterior de esta protagonista, convertida ya, en el tercer capítulo, A
n
en una mujer ascética (no se puede hablar de misticismo en ninguno de
estos seres Galdosianos individualizados por la espiritualidad, pero sin 5
hondura contemplativa interior ni conexión directa con la Divinidad, aun-que
imite un tipo religioso activo prof~mdamente español, como San lg-nacio
de Loyola o Santa Teresa de Jesús que sí aúnan misticismo con
actividad) ' l . Halma, dispuesta a clausurarse en un convento, encuentra
urld par~eia de d~Livd cdriddd en su vida cuando la intervención del
P. López consigue poner en sus manos la herencia legítima, íntegra, a tra-vés
de su hermano, el marqués de Feramor.
Este segmento narrativo introduce unas implicaciones prácticas en el
personaje que, desasido totalmente de interés económico, trasciende su
individualidad en pro de la sociedad más desfavorecida: su fortuna ser-virá
para ayudar a los desvalidos.
La reciente y calamitosa peripecia en un submundo de pobreza y la
pérdida de su amado esposo, son los móviles que convierten a una jo-l
1 Ignacio ELIZALD«EE:l misticismo en Leré., Actas Centenario Fortunata y Jacinta.
Facultad de Ciencias de la Información. Madrid, 1989.
V CONGRESO Galdosiano m
ven y distinguida condesa en una benefactora señora, iniciadora de una
Fundación para acoger a los pobres de solemnidad. En esa Fundación,
presidida por tan ilustre dama, confía la Institución Eclesial para entre-gar
a Nazarin que ha sido juzgado, absuelto y condenado a un retiro
mental. De esta manera imbrica el auto1 implícito al cura rridridiego Lon
Halma, tras la interesada solicitud de ésta para acogerlo. En el desarrollo
narratológico, Galdós muestra una nueva dimensión, inusual en sus cria-turas
de ficción, y aunque lo hace con un discurso inequívoco: -Halma
es generosa- a través de su omnisciencia, configura una criatura que
posee holgura económica y que no es mezquina. Y aunque diacrónica-mente
presentará a Benina, ser marginal como el símbolo de caridad es-pontánea,
es Catalina de Halma, una aristócrata, la que destella con las
m - virtudes cristianas en su novela de 1895, Halma. E
Si en todo el ciclo de esta época (incluyendo incluso a <¡Angel Guerra>)) O Galdós hace la apología de las virtudes cristianas: la mansedumbre, la n -
aceptación de la pobreza, el perdón de las ofensas y, sobretodo, el ejerci-
- m
O
cio de una intensa y desprendida caridad -traspasando estos temas, tan E
E
queridos por él, de orden ético-religioso y de igualdad social en sus perso- 2
najes ficcionalizados-, es en estas novelas Nazarín, Halma y Misericordia =
donde absorben un sentido interno total. La fábula se impregna de la dia- 3
léctica de la pasión y reflexión que su consciente posición le otorga y cons- --
truye un macrouniverso semántico sobre esta entidad polidimensional. 0
m
E En Halma, mediante una estructuración simple, Cialdós va insertan-do
unidades extensivas combinando contenidos contextuales con funcio- O
nalidad agencial. A partir de una declaración de principios tal como: N[ ...] n
yo creo que la limosna consiste especialmente en dar lo que se tiene al
que no lo tiene, sea quien fuere. ¡Dar a los pobres, nada más que a los A
pobres!)) l 2 que remite a una operación conceptual también de origen n
0 @tiro-religioso, manifiesta esta decidida vocación vital; al lector, que re- E
crea mentalmente la figura de Catalina de Halma descrita con este retra- 5O
to por el narrador-cronista: 4'elo rubio tirando a bermejo, nariz un poco
gruesa, el labio inferior un poco saliente, ojos ~ o r eix presión de beatitud,
tez mate y lisa, mirada dulce y serena, expresión grave, estatura talluda,
el cuerpo rígido, el continente ceremonioso^) y, como suele hacer Galdós
((algunos aseguraban se parecía a doña Juana la Loca)) (microtexto valio-so
en la con- e intertextualidad) y que, con esta etopeya y prosopografía
entremezclada, descodifica y recrea este personaje le resulta deivaída,
inauténtica, y cuando todos los demás entes de ficción relacionados
agencialmente con ella exclaman, reiteradamente: ((es una mártir de sus
deberes, '<mi prima es una santa?', o está loca,, siempre la vemos en un
segundo plano, gris y difuminada. Cuando se enjuicia a Halma como
novela decepcionante l 3 se acierta, porque Galdós no sitúa a esta prota-lZ
Ob. cit., segunda parte, pág. 129.
l 3 Lo hace D. L. SHAWen El Siglo XIX, Historia de la Literatura Española, Ariel. Barce
lona, 1973.
m BIBLIOTECA QALDOSIANA
gonista de forma abierta, en diálogo directo, para que el lector oiga e
interprete la voz y la conducta de ese ente de ficción, sino que se nos
presenta, casi siempre, .en referencia)) de los otros coadyuvantes del
mundo ficcional. No es una figura iwivail, entendiendo siempre que es el
lector el que tiene las posibilidades de encarnar el personaje con perso-nas
de un mundo real y asequible.
El lector implícito que recrea mentalmente el personaje de Catalina de
Halma y oye su afirma~ióri: ((( ...) e1 dinero (...) en nada puedo emplearlo
pues perdí el bien de mi vida (su marido) (...) del que era mi único
amor)) l4 le resulta un tanto endeble su argumentación, y sobre todo, el
propósito firme de desasirse de su yo personal para darlo a los demás,
aunque de la autotextualidad se desprenda que es más bien su generosi-dad
una venganza por haber sufrido tanta escasez económica en sus pa-sadas
peripecias viajeras. E igualmente, cuando el narrador omnipresen-te
nos la exterioriza en su actuación caritativa también nos resulta falsa:
Catalina de Halma es abnegada, realiza las más bajas tareas de la casa
que pueden ir desde ~cfregotear>~~c,o cinarlo) .sacudir colchones polvorien-t
o s ~C~a, t alina d e Halma viste igual que Andara, la humilde prosélita, bus-ca
la igualdad social y es enormemente ascética (con descabezar un sue-ño
sentadita...))l 5 y, claro, aunque en este ser ficticio en el que todas las
inflexiones emocionales nos las da la voz narradora o los demás sujetos
Iocutores, intenta Galdós concentrar el símbolo de la santidad y la renun-cia,
en una clase determinada que, en este caso, es la aristocracia pre-conizadora
de igualdades sociales, el discurso dialéctico queda incomple-to.
Halma resulta un personaje sin nervio. Por lo menos, esto me parece
en el espacio que, como lector psíquico, me atribuyo.
Un narrador consecuente habría d e seguir la su~esividadd e los actos
que permitiera conocer al personaje en sus acciones; matizar en el de-sarrollo
del relato el conocimiento interior de ese ser íntimo, graduar el
interior sutilmente en las manifestaciones internas de s u habla e ir pre-parando
un final que resulta ~icreíble)L~o. que Galdós logró ampliamente,
en definitiva, en figuras femeninas inmortales como Fortunata o Rosalía
de Bringas. Veremos cómo el final de la novela es también decepcio-nante.
Y es que todo texto ficticio significativo, lleva inserto otro texto -el
intertexto- regido por un sistema de valores distintos, con el que enta-bla
una dialéctica l6 que en el caso d e ([Halrna)c~o nduce al descrédito del
misticismo utópico e ideal. La dialéctica Sociedad-Keligiosidad o búsque-da
de valores religiosos que ayuden a la superación de una estructura
social hipócrita y decadente, se dirime en esta novela como una conci-liación
entre ambos, puesto que termina en boda y con la consagración
l4 Ibidem, pág. 127.
'Vbjdern, pág. 200.
'" Germán GULLÓN: La novela del C. XIX: estudio sobre la evolución formal, Rodopi -
Amsterdam - Atlanta, 1990.
V CONGRESO Galdosiano m
de la Fundación religiosa al amparo de una Institución social que es el
matrimonio.
Funcionalidad extrema posee en el relato el personaje José Antonio
de Urrea, primo de la condesa, pues es el agente que pone en relación a
Catalina de Halma con Nazarín y, a su vez, &Le es el que le i r i d u~ea
casarse con el pariente. Halma burla a la sociedad casándose con él,
pero lo asombroso es que se lo aconseja Nazarín.
No puedo dejar constancia en un trabajo de este tipo, del personaje
Nazarín en su continuación ficcionalizada en Halma: sólo apuntaré lo que
por otro lado ya se ha estudiado 17: en el plano temático de la continiia-ción
de la historia del sacerdote cristianísimo y ascético, éste ha palide-cido.
En la polivalencia semántica del texto literario se nos presenta,
m - avanzada la obra, como un personaje secundario, profundamente abs- E traído en sus meditaciones, dócil a la jerarquía eclesiástica, demostran-
O do con sus escasas intervenciones que es más cuerdo que lo que se n--
supone y menos santo también de lo que se le imputa. m
O
En este sujeto transindividual donde Galdós hace funcionar la inter- EE
subjetividad de unos entes relacionados por afinidades caritativas. y en S
un triángulo signado por la espiritualidad: Halma-José Antonio-Nazarín, =
éste asume una total pertinencia y resuelve el dilema murmuración so- =
cial versus religiosidad abnegada, con la mhs clhsica de las soluciones, --
como el más vulgar de los triángulos amorosos, con el final feliz de un 0
m
E folletín. Al estar amenazada la Fundación Pedralba donde se ejercía, prác-ticamente,
la más estricta caridad cristiana que anhelaba Catalina de O
Halma, por la Sociedad configurada en los estamentos administrativos, n
científicos y religiosos, Nazarín le dice ([Que se case Ud.>)
En el sistema de relaciones, aparece ya desde el capítulo 1, José An- A
tonio d e Urrea, caracterizado por la voz narradora como dador d e sabla- n
0 nos económicos y que será el destinatario inmediato de ia forma original E
d e ejercer la caridad d e Catalina d e Halma: e [. ..) tras s u petición veo un 5O
mundo de necesidades abrumadoras, de martirios horribles [...) Veo la
falta d e alirrierilos, I d e s l r e ~ h ed~e la vivienda, la persecución de los
acreedores, la vida angustiosa llena d e humillaciones I...Y)o creo que en
mi primo son ciertos los propósitos de enmienda (...l. 18. Este personaje
signado como ((parásito social,), ve la solución de sus problemas econó-micos
en su prima y en su disposición caritativa. En los hilos conducto-res
que el autor despliega para completar las funciones secundarias,
adquieren ahora un gran relieve las técnicas formales. Antes de decidir-se
y en vísperas de la petición de ayuda económica, Urrea tiene un sue-ño
que es un microtexto, ejemplo de citas intertextuales: (((..) Sofió que
con parte de aquel numerario compraba una mina de hierro, que en
I 7 GONZÁLPEOZV EDANFrOa,n cisco: '(La fe cristiana en Galdós y sus novelas,>,A ctas del
3" Congreso Internacional de Estudios Galdosianos, tomo 1, Cabildo Insular de Gran
Canaria, 1990. '* Ob. cit., 2." parte, Cap. V., pág. 129.
m BIBLIOTECA Galdosiana
poco tiempo le daba rendimientos fabulosos; con las ganancias de la
mina compraba dos manzanas de casas y mucho papel del Estado, y,
negociando por lo alto, llegaba a hacerse dueño de toda la red de ferro-carriles
de España [...])! 19. El cuento de la lechera, ingrediente folclórico
con gran funcionalidad semántica.
Este mundo onírico, tan usado por Galdós, nos expone, una vez más,
la agudeza intuitiva del escritor canario para siluetear psicológicamente
a sus seres de ficción. Un pasaje extraordinariamente signiri~alivod e
cómo antes de la divulgación de las teorías freudianas sobre el psico-análisis
20, ya se incursionaba el novelista por el mundo de la subcons-ciencia:
Habla el marqués de Feramor, hermano de Halma, sorprendido ante m
la petición del sacerdote P. Flór e~d e que le diera la herencia, íntegra, a D
ésta. Y la tercera persona narrativa cede el paso a un monólogo interior E
de impresionante densidad analítica: 14. ..] desapareció de sus labios la O
n
sonrisa, que parecía esculpida, de la buena educación (...) lAh, la buena -- m
educación! Era la segunda naturaleza, la visible, la que daba la cara al O
E
mundo, mientras la otra, la constitutiva, rara vez salía de la clausura en E
2
las que las bien estudiadas formas humana la tenían recluida. Prescindir -
de aquella segunda naturaleza para todos los actos públicos, y aún do-mésticos,
era tan imposible como salir a la calle en cueros a pleno 3
-
día [...lb) 21. Microtexto perfecto del mundo interior, psíquico. Om-
José Antonio de Urrea, el tronado hombre de mundo, es convertido E
drásticamente por la generosidad de su prima y es, siempre, el narrador O
omnisciente el que dice: <la la penetración de la reformadora no podían n
ocultarse las recónditas miserias y envilecimiento de la vida de Urrea,
úlceras morales que por su calidad indecorosa no podían ser mostradas.
Pero la sagaz doctora las conocía por inducción~2~2 . Tenemos aquí otro A
n
ejemplo de intertextualidad. El término fundadora^ connota Santa Tere-nE
sa y por asimilación, Halma e s la ~ldoctoral)M. icrotexto literario valioso y 5
en cambio explícitamente la compara con Santa Isabel de Turingia (~san- o
ta y pura senora~l, mezcla de las dos Santas, ia una incrustada en lo con-ceptual,
la otra en la expresión. La repetida obsesión de Galdós en plas-mar
corpóreamente a sus entes ficticios, le lleva un poco más adelante
en el relato a comparar sus manos con las del cuadro de Santa Isabel,
de Murillo. Tenemos así una suma de asociaciones: doctora = Santa Te-resa;
serena = Santa Isabel; manos físicas de un ente de ficción = Isabel:
manos pictóricas de otro ser real pero conseguido también ficticiamente
por el arte. Microtextos culturales que se proyectan abundantemente en
el discurso.
l9 Ob. cit. 2." parte. Cap. 111, pág. 115.
20 Es sabido que FREUDp ublicó La interpretación de los sueños en 1890 y en 1895
con Brener Estudios sobre la histeria.
21 Ob. cit., La parte, Cap. VIII, pág. 96.
22 Ob. cit., 3ia parte, Cap. VI. pág. 203.
V CONGRESO Galdosiano M
En la andadura narrativa, con una vinculación mucho más lenta con
el espacio y el tiempo, se va estableciendo una reacción extrema entre
Urrea y Catalina de Halma que se expresa con fuertes connotaciones ro-mánticas
e idealizadas: ( I ( ... 1 arrodillándose ante su prima e intentado
besarle las manoslb 23.
Catalina de Halma parte para fundar su Institución benéfica en Pedral-ba
y su primo totalmente arrebatado por un sentimiento que parece es-piritual,
de pura gratitud, pero que, luego, sin matices que describan el
cambio sutil hacia lo amoroso o vital, trueca Galdós en un enamoramien-to
físico, quiere reunirse con ella, con la (celestial Catalina de Halma.,
abandonando Madrid y todos sus negocios. El P. Feijoo tratando de Kau-sas
del amor))2 %firma: <(Trese species de amor distingo: apetito puro, m
D amor intelectual puro y amor patético [...] El amor intelectual viene a ser
el que los teólogos morales llaman apreciativo, distinción del tierno. "
Dámosle aquel nombre porque mero ejercicio del alma racional, inde- n
pendiente y separado de toda conmoción en el cuerpo o parte sensitiva. - m
O
Este se excita por la mera representación de la bondad del objeto [ . . . ] l b
E
E
Y Ortega y Gasset manifiesta: 4...I El querer ético, en cambio, hace de S
las cosas fines, conclusiones, últimas fronteras de la vida, postrimerías.
Termina en nosotros el vaivén de la contratación, deja de ser nuestro 3
espíritu una pluralidad de individuos elementales cada cual con su pe- - queno afán egoísta, que es preciso contentar. Entra en ejercicio lo más 0
m
profundo de nuestra personalidad, y reuniendo todos nuestros poderes
dispersos, haciéndonos, por caso raro, solidarios con nosotros mismos,
siendo entonces y sólo entonces verdaderamente nosotros, nos ligamos n
al objeto querido sin reservas ni temores. De suerte que no nos parece- E
ría soportable vivir nosotros en un mundo donde el objeto querido no
existiera (. . . ] ) I 25. n
Este tipo de amor es el que debe sentir José Antonio de Urrea, trans-parentado
por Galdós en numerosas isotopías verbales, expresando du- 5o
das, inquietudes, conflictos interiores. E1 narrador, ahora convertido en
testigo croriisld, relala: ~~Dicelrai s ~ r v n i ~qause el huésped no pudo dor-mir
bien [...) y la admiración del ascetismo de su prima le encendía lla-maradas
en el cerebro. Más que mujer, Halma era una diosa, un ángel
femenino, y al pensarlo así, su ferviente admirador no pasaba porque los
ángeles carecieran de sexo: era lo femenino santo, glorioso y paradisía-co~
2)6. NOS quedan muchas dudas, sobre todo mando el pudibundo D.
Benito habla de (sexo y paradisíaco* aunque aquí lo saquemos de con-texto..
.
Pasando por alto, necesariamente, recursos novelísticos que demues-tran
la funcionalidad de otros personajes, la permeabilidad que produce
23 Ob. cit., 3.a parte, Cap. VI, pág. 205.
24 P. B. FEIJOOT: eatro Crítico Universal, Tomo VII, Disc. XV.
25 ORTEGYA G ASSETJ, . : De ,'Notas-, Edic. Julian Marías, Madrid, 1970.
26 Ob. cit., 4.a parte, Cap. 111, pág. 245.
BIBLIOTECA Galdosiana
el encuentro de unos y otros, la lograda descripción de elementos am-bientales
y sobre todo, dejando el análisis del <¡nuevo Nazarín~l para otro
trabajo más amplio, he de centrarme ya en el final de la novela, en su
desenlace. Admitido, con reservas, José Antonio en el reducto piadoso
de Pedralba, incomprendido por Catalina de Halma, asumiendo intensa-mente
su condición de ((hombre arrepentido y nuevo)), se confiesa y des-ahoga
con el santo Nazarín. Y ya he adelantado que es éste el personaje
que adquiere total relevancia en los capítulos finales. No sólo porque
será el confidente de Urrea sino porque es el que dirime la grave cues-tión
que se plantea ante la pretendida jurisdicción del Centro caritativo
de Pedralba por parte de los tres poderes: religioso, administrativo y cien-tífico.
La codicia por el poder que representa la sociedad. En los últimos m
capítulos de la ohra el uso del dialogo directo es mucho más frecuente D
que en los anteriores capítulos y, naturalmente, produce una sensación E
de verismo y cercanía inmediatas. Y como durante unas páginas desapa- O
n
rece el narrador omnisciente, Galdós recurre incluso al diálogo dentro del -- m
diálogo 27. El más importante y trascendente de los diálogos se estable- O
E
ce entre Nazarín y Halma y ostenta una funcionalidad total: posee fun- E
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cionalidad lingüística, hace avanzar la acción con la solución dada para -
los desheredados; tiene funcionalidad semántica: caracteriza a los perso-najes
mostrándonos un sacerdote juicioso, lleno de cordura; y con fun- 3
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cionalidad pragmática pues remite a una realidad extraverbal que es el Om-casamiento
de Catalina de Halma con su primo. iíQue se case Ud.)). E
< ~ i C ~ á nmtáos sencillo y más práctico, señora de mi alma, es que no fun- O
de cosa alguna, que prescinda de toda constitución y reglamentos, y se n
constituya en familia, en señora y reina de su casa particular! Dentro de
las fronteras de su casa libre podrá Ud. amparar a los pobres que qule-ra,
sentarlos en su mesa, y proceder como le inspiren su espíritu de ca- A
n
ridad y su amor del bien.. Basta un cuarto de hora para que Halma asi- n
E mile el consejo después de la turbación inicial. 5
La categoría ética y práctica del sacerdote manchego adquiere, con su O
admonición, un aspecto pliiridimensional, importante, y, por el contrario,
Catalina de Artal, condesa de Halma, se constituye en un actante plano,
sin relieve, doblegada por su condición femenina: ~u vida necesita del
apoyo de otra vida para no tambalearse, para andar siempre bien dere-c
h a ~2 8~, a nacrónica e incluso desleal a lo que en lenguaje del narrador
motivó su conversión espiritual: da muerte de su amado esposo...)).
La pluralidad compositiva de Galdós abarca ((el ser vivo)), pero ~(tam-bién,
apagado)). El lenguaje del narrador hace vivir a Halma en la pura
superficialidad, en lo externo de una conducta: en este desenlace -por
otra parte tan canónico, tan decimonónico, tan convencional -las pala-bras
de Galdós pugnan por conformar una imagen de mujer dócil y aco-modaticia
pero que, al igual que en los inicios de la novela, que la esbo
27 Ob. cit., 5.a parte, Cap. VI, págs. 327 y sigs.
L" Ob. cit., 5ia parte, Cap. VI, pág. 335.
V CONGRESO Galdosiano m
zaban como abnegada y dadivosa, no logra esta concienciación en el
lector. La profundidad del personaje, la interioridad precisa que reclama
una mujer que da título a la novela se le pierde en los meandros de la
escritura, en las sinuosidades del discurso diegético.
E1 proceso creador es complicadisimo: la actitud autorial ante unos
entes de ficción, distinta, y lo que Galdós sí logra ampliamente en esta
protagonista aristócrata es darnos un mensaje que siempre le preocupó:
el sentir cristiano de consideración y amor al prójimo no tiene, no debe
tener, escalas sociales.
La presencia lectorial detecta que en el supertexto Galdosiano no to-das
las figuras poseen el mismo vigor, la misma energía, pero ya es un
portentoso milagro de la ficción el que leyendo nos digamos: ((me gusta- ",
ría que Halina fuese así,)o (<deberían egarsell, o ¿por qué no contesto esto D
E otro? Y la magia ficcional funciona.. . los ecos verbales se descodifican 29.
Don Antonio Maura, cuando murió Galdós escribió: ((La obra de Gal- o
n -
dos concluida estaba desde algunos anos ha, y perdurará no sólo indem- O m
ne, sino realzada con nuevos rumbos de serenidad respetuosa)). E
E
Con respeto y serenidad hemos puntualizado algunos aspectos en 2
estas novelas finisecuIares que muestran, hondamente, las preocupacio- -
nes perennes del escritor, en esa etapa de su vida. 3
29 KRISTEVAJ, ulia: El texto de la novela, Edit. Lumen - Barcelona 1974.