V CONGRESO Galdosiano m
HISTOFUAS NACIONALES
Y PASIONALES:
LA IlYCOGNITA Y REALIDAD
John H. Sinnigen
A pesar de sus diferencias forma-les,
La Incógnita y Realidad comparten con Fortunata y Jacinta varias
problemáticas importantes. Publicadas en el mismo lustro, las tres no-velas
son textos en que se retrata una sociedad nacional en crisis. En
Fortunata y Jaclnta se mira hacia el pasado, puesto que la acción se
centra en el Sexenio Revolucionario y la Restauración: el fondo históri-co
es una crisis del régimen monárquico como árbitro de una nueva con-formación
de diversos sectores sociales en el proceso del desarrollo del
capitalismo en España. En La Incógnita y Realidad, en cambio, se divisa
el futuro: se trata ya de una crisis nacional imperial, debido a la impor-tancia
de Cuba. En las tres novelas unas historias de adulterio son em-blemáticas
de la crisis social. En la ficción de los siglos xviii y xix el adul-terio
representa un desafío al ~rialrirrioriio, pilar central de la organiza-ción
social burguesa y de su ideología, puesto que el matrimonio regula
las relaciones entre la pasión y la propiedad (Tanner 15). El adulterio, la
subversión de ese centro, cuestiona todo el tejido social (Tanner 86; ver
también Acosta de Hess). En estas obras Galdosianas, las dos adúlteras,
Fortunata y Augusta, son inconformistas: se niegan a aceptar el papel de
buena esposa que la ideología patriarcal y burguesa les asigna. Su incon-formidad
se manifiesta en un ilícito deseo sexual que las lleva a trans-gredir
las reglas matrimoniales, poniendo en tela de juicio lo que Augus-ta
denomina dodo el armatoste social)) {Realidad 68; cito de la edición
de la Guirnalda de 1890) y Fortunata (lesas señoras circunstancias~)(1 1:
263). Al final las rebeldes son castigadas: Fortunata muere; Augusta
debe presenciar el suicidio de su amante. La rebelión de los dos fuertes
personajes femeninos es un elemento esencial de sus novelas. ya que
supone una fisura en el tejido familiar y social. La supresión de su re-beldía
y el castigo de esos personajes representa el establecimiento de
un nuevo orden, por frágil e inestable que éste sea.
Evidentemente los significados de estas historias de amor no son sólo
sociales. Los asuntos de sexo, familia y muerte son también un campo
donde se expresan preocupaciones psicosexuales, tanto de los lectores
m BIBLIOTECA Galdosiana
como del autor. En gran parte, es mediante el mutuo compromiso emo-tivo
de los lectores y del autor que se establecen las bases para la críti-ca
social. Son las historias de amor las que evocan la (comunidad imagi-n
a d a ~a~n alizada por Benedict Anderson. Según Anderson, la ({nación
como narración)) en el siglo xix se basaba en el capitalismo de la impren-ta
(<<princta pitalism)))e n el cual la novela permitía que los individuos s e
figuraran miembros de una comunidad, a pesar de vivir en sociedades
cada vez más fragmentadas y anónimas -productos de la revolución
burguesa-. Igual que los lectores de la prensa, los lectores de esas no-velas
podían suponer que su encuentro con el texto se reproducía en
toda la nación. Además, las diversas ramas de los rnedius impresos se
condicionaban y se reforzaban: el paisaje social y los sucesos históricos
presentados primero en la prensa se incorporaban en las novelas; las
reseñas críticas eran un sitio en el que los escritores dialogaban entre sí
y con su público sobre las relaciones entre novelas, criterios estéticos,
movimientos sociales, el riimhn de la narihn y la condición humana:
muchos novelistas, Cialdós entre ellos, eran también periodistas.
En el caso de La Incógnita y Realidad, esa comunidad imaginada no
se expresa sólo en la lectura de la novela como una experiencia en co-mún
entre miles de lectores, sino también en la representación en la
novela de los comentarios sobre chismes y artículos de prensa, especial-mente
con relación al crimen de la calle del Baño. Es decir, en las nove-las
se retratan los medios de la formación de la comunidad imaginada
que ellas mismas ayudan a fomentar. Novela, prensa y chisme son tex-tos
de índole melodrámatica, cuyo consumo produce placer a la vez que
un sentido de comunidad. En La Incógnita y Realidad hay una cadena
significante que vincula el crimen, el adulterio y la corrupción: mediante
dicha cadena se representa la producción de un sentido de comunidad
basado en el goce de la interpretación de la transgresión.
En un estudio psicoanalítico de la novela realista europea, Peter
Brooks analiza algunas relaciones entre lo social y lo psicosexiial, entre
la economía capitalista y la economía de la libido, cada una de ellas con
sus propios fetiches. Hace destacar la función de la mirada y su asocia-
~ i ó r iL un el p l a ~ e ry el cor~ocirriierito: ([La valorización d e lo social en
cualquier tradición realista se trata también del acto de conocer el mun-do:
de la mirada como la inspección de la realidad. Desde el principio la
inversión erótica en el acto de ver está ligado inextricablemente a la in-versión
erótica en el acto de conocer...)) (54; las traducciones del inglés
son mías). La escopofilia se junta con la epistemofilia (término que Bro-oks
toma prestado de Toril Moi), el placer de ver y el de saber. La mirada
produce placer, no sólo en el acto de contemplar, sino también en el
proceso de indagar. En la tradición realista, el agente de la mirada es
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masculino, su objeto femenino: (([se ha supuesto que] el punto desde el
que se dirige la viaióri sobre el rriundo es rnasculiiio .... Lo que se mira,
se desnuda, se destapa es femenino...^) (52). Por tanto, el narrador con
fruecuencia está en el lugar de un voyeur (59). La mirada, el conocimien-to
y el placer se centran en el cuerpo femenino, el objeto contemplado
que debe ser dilucidado. Ese objeto, no obstante, no produce sólo pla-cer,
sino que también es una amenaza, puesto que representa la castra-ción.
El cuerpo femenino atrae, pero también atemoriza.
En La Incógnita es precisamente un cuerpo femenino la clave del
misterio evocado por el título. LAugusta es adúltera o no? ¿Quién puede
ser su amante? ¿En qué medida está involucrada en la muerte de Federi-co
Viera? Este misterio sexual está vinculado al misterio social que su- ",
D
ponen la sociedad madrileña y la política nacional para el forastero Ma- E
nuel Infante, el ingenuo narrador que acaba de llegar a Madrid para asu- O
mir su puesto de diputado. Este Infante s e coloca en el lugar del voyeur: n--
observa, interpreta y representa. En cierta medida es como un niño cuyo m
O
E
conocimiento social se articula con el deseo erótico. Son dos procesos I
2 que se representan en las cartas de Infante a su interlocutor, Equis Equis. m
El placer y el conocimiento están presentes en función de la unión mas-
-
culina frente al cuerpo femenino; los actos de descubrir, escribir y leer 3
esLAri rriar~adosp or el pla~er ,e l Lemur y el pudei iriasculiiios. De iiiodo --
que el análisis social toma la forma de una representación patriarcal. 0
m
E
Representar es conocer y controlar. Como explica Brooks, citando tan- O
to los estudios cinematográficos feministas de Laura Mulvey como a
Freud, una manera de enfrentarse a la amenaza de la castración repre- n
sentada por la mqjer, es la fetichización, la fragmentación del cuerpo 1 a
femenino y la sustitución del pene castrado por otro objeto. Augusta, l
precisamente, es una figura fetichizada. En su primera descripción de n
n
ella, Infante se fija en los ojos penetrantes y la boca grande de su prima S
(La Incógnita 22-23; cito de la edición de la Guirnalda de 1889). Se sien- 5
O
te enormemente atraído a los botones de sus guantes (La Incógnita 169).
Simultáneamente encomia y deshumaniza su cuerpo: ([Me la figuro
con poca ropa, y me extasío ..., castamente estético, delante de la esta-tua
viva, considerando con la mayor formalidad que la belleza de las lí-neas
convierte la carne tibia en el más honesto de los mármoles~l La In-cógnita
23-24). En una inversión del gesto de Pigmalión -que se enamo-ro
de una estatua de su propia hechura y la convirtió en persona para
casarse con ella- Infante transforma a la mujer amenazante y descon-certante
en una estatua. Así se mitiga la amenaza. Convertida en artefac-to
de su creación, Augusta puede ser poseída, controlada y moldeada por
él. Sobre la imagen fetichizada se inscribe la unión masculina basada en
la desvalorización de las mujeres. Esta unión comienza con las cartas de
Infante a Equis Equis y termina en dos decisivas escenas fantasmagóri-cas
en las que Federico Viera y Tomás Orozco se proyectan en sendas
imágenes del otro. En las dos escenas Augusta está presente, pero está
excluida de los diálogos entre el personaje y el fantasma en los que ella
m BIBLIOTECA Galdosiana
está degradada por medio de una identificación con la prostituta Leonor.
El abrazo entre Orozco y el fantasma de Viera con que se da fin a Reali-dad
representa el triunfo del espíritu sobre la materia, lo masculino so-bre
lo femenino.
LOS DIVIDIDOS SENTIMIENTOS MASCULINOS
Se ve que la representación del fuerte personaje femenino rebelde es
una manera de controlarlo, de poseerlo. Es decir, funciona como un
medio para indagar el deseo masculino. Ese deseo está presentado en el
contexto de unos sentimientos divididos: la mujer como la compañera m
pura versus la mujer como la amante degradada. Según norothy Dinners-tein
esta ambivalencia remonta a la infancia y es la expresión en el hom- E
bre adulto de la adoración y la rabia que el niño sintió hacia su madre. O
n
Toma la forma de una división entre el cariño y la pasión: <%plaa sión Ile- m
va todos los impulsos enojados y depradores de los cuales el lado pro- O
E
tector y confiado de su amor para la mujer tiene que estar apartado. E
2
Puede mantener el amor tierno separado del sensual expresándolos o
hacia mujeres diferentes, o hacia la misma mujer en situaciones o hu-mores
diferentes)) (69-70). Infante, por ejemplo, expresa sus sentimien- 3
tos divididos hacia su prima: se la imagina virtuosa y casta, y también Om-infiel
y accesible; ángel y puta, es el objeto idealizado al que quiere ado- E
rar y el objeto degradado al cual quiere seducir. Viera, en cambio, los O
expresa hacia dos personajes diferentes. Augusta es el objeto de su de- : n
seo sexual, Leonor la compañera y confidente. El erotismo y el cariño a
son sentirriieritos ~riutua~rierietex clusivos. Esta divisioii se resume en un
breve diálogo que sostiene con su criada, Bárbara: n
n -
FEDERICO-..:. iAh! Barbara. Eres un Angel ..., digo, precisamente un ángel, lo que se llama un ángel, no, pero .... Pero si una hembra mestiza; hermo- 5 O
sa y espiritual mula, nacida de la yegua humana y del asno divino. Dime: ... ~Dóndee ncontraré yo la compariera de mi vida, la que reúna en un solo
sentimiento el amor y la confianza, la ilusión y la amistad?
BARBARA-P: ues eso... en cualquiera de las que pertenecen al bello sexo
lo podría encontrar (Realidad 349-50).
((Hembra mestiza^^, ni amante ni confidente, la otra de clase inferior en
la que la unión del erotismo y el carino puede ser proyectada sin peli-gro,
Bárbara representa explícitamente lo que antes era implícito: el dis-gusto
de Federico no es una función de las imperfecciones de Leonor o
Augusta, sino de la división de su propia psique.
En estas novelas las crisis, tanto las psíquicas como las sociales, se
manifiestan en un entorno familiar en el que se destacan diversos con-
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flictos edípicos. (La estructura edipcia ha sido estudiada también por
Carlos Fea1 Deibe). La institución de la familia, sitio fundamental de la
reproducción de la ideología burguesa y patriarcal, resbala. Los conflic-tos
edípicos no sólo se encuentran en el argumento central sino también
figuran en la historia intercalada del crimen de la calle del Baño. En la
relación entre Augusta y Federico las insinuaciones incestuosas son cla-ras.
Augusta trata a su amante como un niño: busca en él la novedad, el
desorden y el dolor que faltan en su cómodo, ordenado matrimonio sin
niños. Federico se resiste a este deseo de su querida; no hará el papel
de Edipo. Tiene relaciones sexuales con Augusta, y no permitirá que ella
ocupe el lugar materno. Aunque contempla la posibilidad de matar a la
posible figura paterna (((quizá la víctima que presiento será Tomásll [Rea-lidad
357)),e vita ese desenlace. Para escaparse del triángulo edipico, s e
suicida. E1 desplazado hijo realiza sus sentimientos agresivos hacia la fi-gura
materna, en este caso al privar a Augusta de su único niño; la agre-sión
luego rebota sobre él en un acto en el que también se exonera de
un posible parricidio.
El misterio del crimen de la calle del Baño también es un asunto fa-miliar.
Basadas en el histórico crimen de la calle Fuencarral, sobre el que
el Galdós periodista comentó extensamente durante el mismo período en
que estaba escribiendo estas dos novelas (Lida, Gullón), las versiones del
crimen de la calle del Baño manifiestan diferencias con las del suceso
histórico que nos traen una vez más a los amores edípicos. En el crimen
de la calle Fuencarral hubo solo una víctima, dona Luciana BOrCina. Fue
encontrada sola en el suelo de su dormitorio. Se sospecha de dos posi-bles
asesinos, una criada o su hijo. En la versión novelistica, hay dos
víctimas, doña Bernarda, una madre joven de estado desconocido y su
niño de pocos años. Las víctimas son encontradas juntas, en la cama de
la madre. Nuevamente los posibles asesinos son dos, pero los parentes-cos
y sexos varían del suceso histórico: en este caso son un criado o la
madrastra. Es decir, la causa del crimen en la versión novelística ya no
es el hijo del suceso histórico, sino una madre, una mala madre, la ma-drastra.
Estos cambios sugieren una intensa agresión psíquica contra la
figura materna: se la fragmenta entre la buena madre muerta y la mala
madrastra. Se acusa a la madrastra del asesinato del hijo y de la buena
madre. Las víctimas se encuentran en un lecho mortal, lugar que evoca
deseos incestuosos que también son castigados. Es una auténtica ((orgía
de destrucción)) ' en la que, igual que en el caso de Federico Viera, la
agresión hacia la madre rebota contra el hijo.
Especulamos que los cambios hechos por Galdós al incorporar el cri-men
de la calle de Fuencarral en estas novelas pueden estar relaciona-
(,Con relación a la producción artística, (Melaine) Klein y (Jacques) Lacan mantie-nen
que la orgía de destrucción evidente en los juegos infantiles se repite en la proyec-ción
adulta de malos objetos internos en obras de arte...], (Moorjani 7). Quisiera expre-sar
mi agradecimiento a mi compañera Angela Moorjani por sus ideas y comentarios
críticos sobre este trabajo.
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dos con los sentimientos contradictorios del autor frente a la muerte de
su propia madre en abril de 1887, algo más de un ano y medio antes
de la publicación de La incógnita. Se expresa una fuerte agresión hacia
la figura materna que rebota en un sentido de culpabilidad en el hijo. Al-gunos
detalles de las versiones del crimen apoyan esta hipótesis. A la
madrastra ((la vieron un día en "la Palma", comprando cintas para som-breros...)~(
R ealidad 39). El nombre de una tienda asocia a la asesina con
el hogar materno '. Según un rumor relatado por Federico Viera (el hijo
más importante de las dos novelas), hubo un error en la identificación
de la víctima; la muerta era realmente <<Unsae ñora recién venida de
Cuba, y cuyo nombre nadie sabe. (Realidad 33). Esta variante sugiere
una vinculación entre la buena madre muerta -de estado civil descono- m
cido- y otra señora venida de Cuba, Adriana Tate, madre de Sisita, la
tan anorada prima y novia del Qaldós adolescente. Según Berkowitz, E
dona Dolores siempre trató a Adriana Tate y su hija ilegítima como intru-sas
e hizo todo lo que pudo para que la rela~iórie rilre Sisila y Denito no
prosperase (17-18). Después de la marcha de Galdós a Madrid, hizo que
Sisita volviera a Cuba, donde se casó, tuvo una hija y murió en 1872: su
caso puede haber sido otra posible fuente de la buena madre asesinada 1
por la mala en la historia del crimen.
En medio de tanto enredo pcirosexual, la historia intercalada del cri- -
men de la calle del Bafio señala de nuevo hacia el nivel social. Detrás de
los presuntos criminales se vislumbra la presencia de personas influyen- E
tes. Tanto el gobierno como la justicia y la religión e s t h comprometidos
en las varias versiones y rumores sobre el asunto. La madrastra, protegi-da
y amparada por ((elevadísirnos personajesli (La Incógnita 179) del go- 2
bierno y de la Iglesia, mata a la señora que viene de Cuba y su hijo. E1
sobredeterminado nombre so cuba)) une lo psíquico con lo social: en cuan-to
a lo psíquico, la familia Pérez Galdós tuvo mucho contacto con Cuba y
allí nació y murió Sisita; al nivel social, la pérdida de Cuba significó el fin 5
de lo que fue el gran imperio español. Por una parte el crimen está ligado
con Cuba por asociación, ya que, como Denah Lida ha señalado (68)s,o n
temas de conversación que se tocan (por ejemplo, La Incógnita 178 y
Realidad 30). Por otra, el crimen y Cuba están vinculados temáticamente
por medio de su relación con la corrupción en altas esferas y la ruplura
de la familia, en el caso de Cuba la metafórica familia hispánica imperial.
De modo que, en una especie de preludio al 98, la corrupción en las al-tas
esferas de la sociedad viene a ser la causa del fin del imperio.
Realidad termina con un significativo abrazo entre Orozco y el fantas-ma
de Viera. Hacia el final de Fortunata y Jacinta hay otro abrazo desta-
La susceptibilidad a esta interpretación se manifiesta en la edición de las obras
completas de Sainz de Robles, donde se lee [,Las Palmas)! (799).
V CONGRESO Galdosiano m
cado, el abrazo imaginario entre Jacinta y la que era su rival. Estos dos
abrazos sugieren importantes diferencias entre los finales de sus nove-las.
El abrazo imaginado por Jacinta es un gesto de solidaridad materna,
posibilitada por la mediación de un niño. Sugiere una reconciliación que
La1 vez coriduzca a una sociedad regenerada. Al final de Realidad, en
cambio, no hay ni madres ni niños, ni ninguna expresión de esperanza
para el futuro de una sociedad corrupta. La Incógnita y Realidad narran
un futuro pesimista para la nación, pronóstico que se realiza en la si-guiente
década.
Los diálogos de Galdós continúan: el psíquico, el social, el literario.
Las fisuras en la sociedad de la Restauración, cada vez más evidentes a
partir de 1886, se narran por medio de una emblemática historia de adul-terio
en que la atracción y la hostilidad hacia mujeres fuertes -como
Pardo Bazán, que se reconoció en Augusta (81)- están manifiestas. La
historia intercalada del crimen de la calle del Baño vincula esta hostili-dad
a los sentimientos contradictorrios del autor hacia su difunta madre.
Entre las mas metaliterarias de las novelas de Galdós, La Incógnita y
Realidad señalan explícitamente el vínculo en la tradición realista entre
los actos de escribir y leer y el placer y la unión masculinos. El abrazo
misógino al final entre Orozco y el fantasma de Viera parecería cerrar
este espacio literario a las mujercs. Sin embargo, como acontece con
frecuencia en las novelas de Galdós, la cosa no es tan sencilla. Aunque
el autor hace dormir a Augusta, no deja que sea ni seducida ni someti-da.
Cuando Orozco intenta persuadirle que confiese su adulterio, Augus-ta
se niega rotundamente. Así se deja en su lugar la transgresión femeni-na,
ese desafío al armatoste social)^ que tan acertadamente censuró la
castigada transgresora.
m BIBLIOTECA Galdosiana
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