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509 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. LA MAESTRÍA SILENCIOSA Y TRANSGENERACIONAL DE GALDÓS: EL EJEMPLO DE VIDA NUEVA (1898-1900) THE SILENT AND TRANSGENERATIONAL MASTERY OF GALDÓS: THE EXAMPLE OF VIDA NUEVA (1898-1900) José Bernardo San Juan Universidad Rey Juan Carlos RESUMEN La revista Vida Nueva fue una de las cabeceras más importantes en el fin de siglo. La presencia de Galdós en ella se dio diversas maneras: los fundadores de la misma le escribieron para que diera su aquiescencia como colaborador. En ella publicaron frecuentes textos galdosianos, críticas literarias a sus textos. Se batieron en polémicas a favor de Galdós e incluyeron textos con análisis de su modo de escribir. En el folletín de la revista rescataron el texto galdosiano “Las generaciones artísticas en la ciudad de Toledo”. El propósito de este texto es doble: se busca mostrar el importante papel que jugó Galdós en la génesis y evolución de la cabecera Vida Nueva (1898-1900) y, en segundo lugar, se trata de presentar cómo esa cabecera —considerada de forma unánime por la crítica como un adalid del modernismo— guardaba un respeto y tenía ya a Galdós por maestro transgeneracional. PALABRAS CLAVE: Benito Pérez Galdós, Revista Vida Nueva, generación del 98, modernismo. ABSTRACT Vida Nueva was one of the most important newspapers at the end of the century. The presence of Galdos in it took several forms: the founders of it wrote to him to give his acquiescence as a collaborator. In her they published frequent galdosianos texts, literary critics to their texts. They fought in controversies in favor of Galdós and included texts with analysis of his way of writing. They rescued the Galdosian text “The artistic generations in the city of Toledo”. The purpose of this text is twofold: it seeks to show the important role played by Galdós in the genesis and evolution of Vida Nueva (1898-1900) and, secondly, to present how that header —considered unanimously by criticism as a champion of modernism— he had a respect and already had Galdos as a transgenerational teacher. KEYWORDS: Benito Pérez Galdós, Revista Vida Nueva, generación del 98, modernismo. INTRODUCCIÓN: VIDA NUEVA, EL FIN DE SIGLO Y ‘LOS NUEVOS’1 Que el fin de siglo fue un momento de ebullición artística y cultural es una obviedad. Azorín y Unamuno lo recordaban años después con nostalgia, como aquel momento de efervescencia generalizada, de fe en que todo podía cambiar. Lo que quizá sorprenda más es que los dos asociaban esa revolución, entre otros factores, a las páginas del semanario Vida Nueva (1898-1900); para Azorín: 1 Este trabajo pudo a llevarse a cabo gracias a la estancia que como profesor investigador desarrollé en la Casa-Museo Pérez Galdós en agosto de 2016. José Bernardo San Juan 510 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. ya la decadencia se ha iniciado en los maestros casi viejos, Valle Inclán no volverá a escribir Epitalamio, ni Maeztu sus artículos de Germinal, El País y de Vida Nueva…2 Y para Miguel de Unamuno: aquel nuestro movimiento espiritual del 98, aquella recia refriega de pluma, que halló su principal tribuna en Vida Nueva, fue un sacudimiento anárquico y anarquista, fue un ¡sálvese quien pueda!3 Se trataba de una de las revistas de ‘los nuevos’, categoría tan difusa como real en el fin de siglo. Así lo afirmaban en el primer número de la revista: Venimos a propagar y a defender lo nuevo, lo que el público ansía, lo moderno, lo que en toda Europa es corriente y aquí no llega por miedo de la rutina y tiranía de la costumbre, y con esto queda sentado que Vida Nueva será no el periódico de hoy, sino el periódico de mañana. Los nombres de las personas que en él han de escribir semanalmente, deben convencer al público de que esta publicación será todo lo que se quiera y la quieran llamar, pero no será nunca reaccionaria4.. La novedad, en las páginas de esta revista, hacía alusión a cambios de carácter social y político, pero también tenía que ver con lo literario. Será frecuente en aquellos años que se etiquete según este parámetro a unos y a otros por más que el criterio de clasificación no sea claro. En Vida Nueva Benito Pérez Galdós es «gente nueva». Por el contrario, lo consideraban «gente vieja», según relata Ruiz Contreras, en uno de los homenajes que se le hicieron a Pío Baroja, allá por el año 1902. Comenta el periodista que las mesas se distribuyeron según el criterio de novedad: allí estaban, tenidos por viejos, Ortega Munilla, Galdós y Cavia, y alternando con la juventud el insigne, ilustre y nunca bastante alabado Silverio Lanza5. Vida Nueva ha sido considerada por la crítica, de forma unánime, como un exponente de la cultura finisecular. Digamos que entre los que en ella trabajaron había un consenso en afirmarlo —para Rubén Darío era «de lo mejor que se publica en Madrid»6— y, como un ritornello crítico, se ha repetido aquello, por más que, de hecho, se supiera muy poco de esa cabecera. Y todo ello a causa del difícil acceso a sus fondos. Sólo recientemente se ha tenido 2 José Martínez Ruiz, “Pío Baroja y su última novela: Los compañeros” en Alma Española, 27 de diciembre de 1903, p. 9. 3 Miguel de Unamuno, “De las tristezas españolas: Nuestra egolatría de los del 98” en Los Lunes de El Imparcial, número 17.583, 31 de enero de 1916, sin p. 4 Sin firma, artículo inicial de Vida Nueva, número 1, 12 de junio de 1898, sin. p. 5 Lorenzo Ruiz Contreras, Memorias de un desmemoriado, Imprenta de A. Marzo, Madrid, 1977, pp. 101-102. 6 Citado por Noel Rivas Bravo en “Rubén Darío en la Revista Vida Nueva” en Philologia hispalensis, volumen 14, número 1, 2000, p. 249. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 511 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. conocimiento cabal de cómo fue 7 y, como consecuencia, se está dando un lento pero seguro proceso de revisión de lo relacionado con esta revista, desde los aspectos formales hasta su misión en el fin de siglo y la relación que diversos autores mantuvieron con ella (Juan Ramón Jiménez8, Ganivet9, Azorín10, Darío11 y, presuntamente, Baroja12). Por esa razón, aunque ya la crítica había prestado atención a Galdós y Vida Nueva —especialmente Peter Bush, quien dedicó un texto que es obligada referencia13— es preciso repasarla con las nuevas informaciones y arrojar luz sobre algunos puntos que estaban a oscuras. Y todo con un esquema sencillo: por un lado, se ofrecerá una breve descripción de los artículos firmados por el canario y de los textos que sobre Galdós escribieron otros autores; en segundo lugar, se hará un análisis del significado de esa presencia. A esos menesteres se dedican las siguientes páginas. GALDÓS, REDACTOR DE VIDA NUEVA En los primeros números de Vida Nueva no aparecía el nombre del director, tan solo se recogía una breve lista de redactores (14 nombres) y otra, más amplia, de colaboradores (61 nombres). Galdós figuraba entre los primeros: Eusebio Blasco, Vicente Blasco Ibáñez, Mariano de Cavia, Francisco Fernández Villegas (Zeda), José Jurado de la Parra, Enrique Lluria, José Nakens, Luis París, Benito Pérez Galdós, Jacinto Octavio Picón, Eugenio Sellés, Rodrigo Soriano, Felipe Trigo y José Verdes Montenegro. Entre las particularidades que se han descubierto sobre esta revista se encuentra la de su peculiar organización. Para evitar censuras y dejar libertad a cada uno de sus colaboradores, decidieron que no tuviera director. Además, era una forma de mostrar que no dependían de 7 José Bernardo San Juan, “Algunas aclaraciones en torno a la revista Vida Nueva (1898-1900)” en Revista Internacional de Historia de la Comunicación, volumen 1, número 3, 2014, pp. 1-19. 8 José Bernardo San Juan e Irene Donate Laffitte, “El poeta y su circunstancia: los comienzos poéticos de Juan Ramón Jiménez en la revista Vida Nueva (1898-1900)” en Revista Chilena de Literatura, número 92, abril de 2016, pp. 151-175. 9 José Bernardo San Juan, “Ángel Ganivet en la revista Vida Nueva (1898-1900)” en Tonos Digital, número 29, 2015, sin p. 10 José Luis Cano, “Azorín en Vida Nueva” en Cuadernos Hispanoamericanos, números 226-227, octubre-noviembre de 1968, pp. 423-435. 11 Vid. Op. Cit. Noel Rivas Bravo. 12 Sobre la presunta colaboración de Baroja en Vida Nueva véanse estos dos artículos: José Bernardo San Juan, «Pedro Recio de Tirteafuera, un supuesto seudónimo barojiano en la revista Vida Nueva (1898-1900)» en RILCE: Revista de Filología Hispánica, número 32, volumen 2, 2016, pp. 309-23 y José Bernardo San Juan, «Sobre la identidad de Pío Quinto, un supuesto seudónimo barojiano» en Estudios Filológicos, número 56, 2015, pp. 133-145. 13 Peter Bush, “Galdós y Vida Nueva” en Monteagudo: Revista de literatura española, hispanoamericana y teoría de la literatura, número 68, 1980, pp. 5-11. José Bernardo San Juan 512 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. ningún partido ni de ninguna organización: se trataba de una empresa creada por la voluntad de sus periodistas. Y de ello se jactaron en más de una ocasión: Ignoro lo que harán mis compañeros. La hermosa y envidiable independencia que en Vida Nueva disfrutamos desde que no hay director con numerosos e ineludibles compromisos, hace innecesarios los acuerdos previos en asuntos de trabajo14. Pero esa organización, en el día a día, era imposible por necesidades de la propia intendencia de un periódico. Según parece Eusebio Blasco fue el que hizo las veces de director durante los primeros 6 números. Entonces fue denunciado por «incompatibilidad» entre ese puesto y otro que mantenía en la administración y debió abandonar las páginas del periódico. A partir de ese momento toman relevancia Rodrigo Soriano y Dionisio Pérez, aunque parece que no había formalmente un director. A partir del número 65 —que es cuando la publicación empezó a atravesar problemas económicos— se hizo cargo de ella Dionisio Pérez y así se reflejó en la mancheta. A lo largo de diversos números se ofrecen pistas sobre el origen de Vida Nueva, en torno a un verdadero «núcleo duro» de periodistas (entre los que estarían Dionisio Pérez, Rodrigo Soriano y Eusebio Blasco) que escribieron a amigos suyos solicitándoles la inclusión de su nombre en la lista de Colaboradores o de Redactores y requiriéndoles textos para publicar. En esa carta se explicaba el carácter libre y sin censuras de la cabecera. Es fácil que uno de los destinatarios —o quizá le fuera comunicado de forma oral— fuera Galdós (si existió esa carta no se ha conservado en el archivo del escritor). ¿Qué persona fue la que le incluyó en la nómina de escritores? Todo apunta, según se verá en el epistolario, a que fue Rodrigo Soriano el que lo hizo. De acuerdo con ese papel primordial salieron en los primeros 59 números hasta 15 textos firmados por el escritor canario. A continuación, se hará un repaso muy esquemático de esas colaboraciones. “Fumándose las colonias”15 “Dice Peter Bush que apareció «un artículo de poca sustancia de su pluma, que criticaba en términos muy generales la actitud gubernamental hacia las colonias»16. En realidad, el artículo parece de «poca sustancia» porque, aunque no se cita expresamente en la revista ni Bush repara en ello, se trata de un extracto —con algunas modificaciones— de las Memorias de un 14 José Nakens, “Menéndez Pelayo” en Vida Nueva, número 32, 15 de enero de 1899, sin. p. 15 Benito Pérez Galdós, “Fumándose las colonias” en Vida Nueva, número 2, 19 de junio de 1898, sin. p. 16 Peter Bush, op. cit., p. 6. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 513 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. Cortesano de 1815. Hay que tener en cuenta que estamos en pleno desastre colonial. En el número anterior Pablo Iglesias había escrito un polémico artículo titulado “Los Socialistas. Aboguemos por la paz”17 en donde defendía la retirada española de las colonias y la búsqueda de un acuerdo de paz lo más ventajoso posible: «La paz —decía Iglesias— no puede alcanzarse sin que se reconozca la independencia de Cuba. Pues reconozcámosla». En ese contexto se publica el artículo de Galdós. Se trata de un fragmento de la segunda novela de la segunda serie de los Episodios Nacionales y había visto la luz en 1875. Ese relato narra cómo medra Juan Bragas —rebautizado como Juan De Pipaón— en la Corte del recién llegado Fernando VII. En el texto de Vida Nueva se recoge una reunión del Gabinete del Rey con Pedro Cevallos, Ministro de Estado, y Juan Pérez Villaamil, Ministro de Hacienda. En la escena hablan del inminente fin de la «canonjía» que suponían las colonias. Y lo hacen mientras se fuman unos puros de Cuba, como una gran metáfora de la pérdida del oro de América. El Monarca da por sentado que no puede mandar ejércitos y barcos a las colonias porque, sencillamente, no tiene dinero para hacerlo. El texto de Galdós, publicado en 1898, adquiere varios significados: por un lado, podría entenderse que lo que estaba sucediendo en aquellos momentos era prácticamente inevitable y que, por decirlo así, ya podía preverse desde el reinado de Fernando VII. Pero también podría percibirse como una crítica a la política del siglo XIX ya que en todos esos años no se habría hecho nada por alterar la situación. “La Paytria”18 Este artículo le parece a Bush «una descripción breve y algo sentimental de la nación como fraternidad de familias unidas contra el ataque desde fuera»19. Al igual que en el anterior caso, el origen del texto no se cita en Vida Nueva ni Bush lo menciona: es un fragmento de Trafalgar, otro de los Episodios Nacionales. Se trata de un extracto célebre, levemente modificado, del capítulo X de ese libro donde Galdós pone en boca de Gabriel, el protagonista del volumen, una definición de la patria. En esta ocasión desde Vida Nueva quieren mostrar cómo preconizar el fin de la guerra colonial no es algo antipatriótico: España —al igual que cualquier otro país— no consiste en un Rey o en unos políticos, es una suerte de proyecto común construido sobre la solidaridad de sus habitantes, es «un pacto establecido entre tantos 17 Pablo Iglesias, “Los Socialistas. Aboguemos por la paz” en Vida Nueva, número 1, 12 de junio de 1898, sin p. 18 Benito Pérez Galdós, “La Patria” en Vida Nueva, número 5, 10 de julio de 1898, sin. p. 19 Peter Bush, op. cit., p. 6. José Bernardo San Juan 514 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. seres para ayudarse y mantenerse ». En los momentos de aguda crisis colonial, esta clase de textos constituían una llamada a los lectores a la unión en torno al verdadero patriotismo. “Cómo piensa un español neto”20 El artículo era, nuevamente, un extracto de una novela de Galdós, por más que no se explicitara en la revista. Se trata de un monólogo de Felipe Centeno en donde se declara español «por los cuatro costados» y hace una crítica a sus compatriotas que tienen complejo de inferioridad sin advertir que en España hay grandes realidades de las que presumir: Castilla es el granero del orbe terráqueo. Nuestros vinos van por todo el mapa. Pues el día que queramos poner en un apuro a los inglesotes, no hay más que decirles: “Caballeros, ya no hay más Jerez”. Y en cada localidad tenemos una cosa buena que no tiene otra igual en el mundo. Y si no, dime dónde hay otra Málaga para pasas, otra Astorga para mantecadas, otra Jijona para turrón, otra Soria para mantequilla y otro Madrid para un buen vaso de agua. El texto contiene unos mínimos cambios con respecto al original y proviene de las páginas finales de El Doctor Centeno. Las razones por las que apareció en Vida Nueva son claras y análogas a las de otras ocasiones: querían ofrecer un ejemplo de patriotismo auténtico. “Cervantes”21 Este artículo ya había aparecido 30 años antes con el título “El Aniversario. En la muerte de Cervantes (1616-1868)”22. Es bien sabido23 que el joven Galdós publicó entre 1865 y 1868 hasta 131 textos en La Nación. Desde Vida Nueva rescatan, con algún ligero cambio, el texto y lo publican en dos partes. Se trata de un ensayo en el que el canario explica cómo la muerte de Cervantes sucede simultáneamente con el comienzo de la pérdida de la influencia internacional de España pero, a pesar de eso, el valor universal del Quijote sigue, varios siglos después, siendo incuestionable: ¡Sobre ese hidalgo avellanado, seco y antojadizo; sobre ese escudero socarrón, natural filósofo y pancista supino; sobre D. Quijote y Sancho Panza; ¡sí, bien lo podemos decir, sobre esos dominios no se pone ni se pondrá nunca el sol! 20 Benito Pérez Galdós, “Cómo piensa un español neto” en Vida Nueva, número 12, 28 de agosto de 1898, sin p. 21 Benito Pérez Galdós, “Cervantes” en Vida Nueva, números 21 (30 de octubre de 1898, sin p.) y 22 (6 de noviembre de 1898, sin p.). 22 Benito Pérez Galdós, “El Aniversario. En la muerte de Cervantes (1616-1868)” en La Nación, número 745, 23 de abril de 1868, sin p. 23 William Shoemaker, Los artículos de Galdós en “La Nación”, Madrid, Insula, 1972. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 515 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. Estos artículos de Vida Nueva encabezan los dos números en que aparecen y, en el momento en que fueron publicados, muestran a Galdós como un patriota y ponen la lupa —en las horas bajas por que pasaba el país— sobre el valor de las creaciones nacionales reconocidas por todo el mundo. De alguna manera la situación de España era análoga a la descrita durante la muerte de Cervantes: eran momentos en que se perdía influencia internacional. En estos momentos de depresión, parece decir Galdós, aún nos quedan las creaciones universales, aún se puede hacer algo que sea legado para el mundo. Unas semanas antes Miguel de Unamuno había publicado en Vida Nueva su célebre texto “¡Muera D. Quijote!” en el cual, a pesar de tener un planteamiento diferente al galdosiano, comparte algunas premisas: «Debemos decir que el Quijote vale para España más que su moribundo imperio colonial. A la luz del Quijote debemos ver nuestra historia»24. “Las generaciones artísticas en la ciudad de Toledo”25 Se publica en 6 entregas, de forma parcial y a modo de folletín, el ensayo Las generaciones artísticas en la ciudad de Toledo. Era ese un opúsculo que había aparecido también por entregas en la Revista de España, allá por 1870 (en números sucesivos a partir del número 13). Se trata de un texto que, a pesar de su extensión y carácter orgánico, había pasado bastante inadvertido, como ya había hecho notar el profesor Walter Rubin (quien, por cierto, no conoce la versión publicada en Vida Nueva): Dicha obra, Las generaciones…, estaba casi olvidada, y pudo rescatarse gracias a Alberto Ghiraldo26, unos cincuenta y cuatro años después de su aparición en la Revista de España 27. Más que razones de conveniencia política o histórica (como había sucedido en los anteriores casos) parece que el hecho de ser desconocido podría ser lo que había motivado su publicación en Vida Nueva. Se trata de una investigación, a mitad de camino entre el ensayo histórico-artístico y la novela; para Rubin es «es una obra complementaria de su historia novelada. Es un episodio nacional de carácter investigador»28. En los artículos de Vida Nueva 24 Miguel de Unamuno, “¡Muera D. Quijote!” en Vida Nueva, número 3, 26 de junio de 1898, sin p. 25 Benito Pérez Galdós, “Las generaciones artísticas en la ciudad de Toledo” en Vida Nueva, números 26 (4 de diciembre de 1898, sin p.), 29 (25 de diciembre de 1898, sin p.), 35 (5 de febrero de 1899, sin p.), 47 (30 de abril de 1899, sin p.), 55 (24 de junio de 1899, sin p.) y 59 (23 de julio de 1899, sin p.). 26 Rubin se refiere a su edición como libro: Las generaciones artísticas en la ciudad de Toledo en Obras Inéditas, coordinación y prólogo de Alberto Ghiraldo. Ed. Renacimiento, tomo V, Madrid, 1925. 27 Walter Rubín, “Galdós y las etapas artísticas de Toledo” en Toletum: Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, número 15, 1984, p. 149. 28 Op. Cit., p. 168. José Bernardo San Juan 516 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. se demuestra un conocimiento pormenorizado de la obra galdosiana desde sus mismos comienzos. “De Oñate a la Granja”29 Hasta ahora todos los textos aparecidos se correspondían con obras previamente publicadas por más que no se mencionara tal característica. En este caso cambia el modo de proceder porque el título del artículo «De Oñate a la Granja» hace referencia a un Episodio Nacional y porque se explica en la introducción del artículo: «Nuestro ilustre compañero Pérez Galdós ha publicado su último libro De Oñate a la Granja. Insertamos un fragmento de tan admirable obra de la cual nos ocuparemos en el próximo número». El texto que seleccionan para Vida Nueva forma parte del capítulo XX de la novela y en él se compara a Carlos de Borbón con Fernando VII y la filosofía política de ambos. Galdós menciona el derecho divino como garante de la legitimidad. Se trata, a ojos de un lector ‘avanzado’ de finales del XIX, de un texto más o menos escandaloso. Además de la posible interpretación en clave contemporánea, desde Vida Nueva lo publican por ser una primicia. “Españolerías cargantes”30 Este artículo consiste en un extracto de De Oñate a la Granja, aunque no se mencione por ningún lado. En esta ocasión lo que hacen es seleccionar párrafos diferentes de la novela en los que se ofrecen, a modo de sentencias, opiniones sobre defectos nacionales o juicios que ayudarían a desterrar problemas patrios ya seculares, por ejemplo: «Aquí no hay nadie que valga dos cuartos. Todos son unos intrigantes en la oposición y unos caciquillos en el poder». En esta ocasión —al igual que en los primeros textos— desde la revista muestran el pensamiento ‘moderno’ pero patriota del autor canario. “La politicomanía (De Oñate a la Granja)”31 Se trata de un texto que la revista dedica «A los señores Diputados» y que se incluye en la sección «Letras de moda». Comienza con esta introducción: «Y dijo Hillo, personaje de De Oñate a la Granja». Es un fragmento de esa novela donde se describe cómo puede degenerar 29 Benito Pérez Galdós, “De Oñate a la Granja” en Vida Nueva, número 31, 8 de enero de 1899, sin p. 30 Benito Pérez Galdós, “Españolerías cargantes” en Vida Nueva, número 37, 19 de febrero de 1899, sin p. 31 Benito Pérez Galdós, “La politicomanía (De Oñate a la Granja)” en Vida Nueva, número 38, 26 de febrero de 1899, sin p. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 517 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. una persona que, a pesar de sus buenas intenciones, se mete en política. En él se describe la paulatina perversión del político y en Vida Nueva lo ofrecen como texto ejemplarizante para los diputados que están en el Congreso además de como muestra del valor y la agudeza de Galdós en sus apreciaciones: Por lanzarse a este vértigo de la política, donde esperaba satisfacer legítimas ambiciones, abandonó usted el bienestar y la paz rústica de su casa manchega; dio usted de lado a sus padres y hermanos, y trocó la tranquilidad obscura y modesta por los afanes ruidosos. Reconozco que sus aspiraciones eran rectas y nobles: servir al país, ilustrarle; aspiraba usted a manifestar en las Cortes sus ideas y el fruto de sus estudios a desempeñar un Ministerio, cosas muy santas y muy buenas... Empezó mi hombre su campaña con entusiasmo y brío, metiéndose en todo, huroneando en el periodismo, cultivando amistades; sin sentirlo se fue metiendo en intrigas de mala ley, porque es la política un terreno movedizo y desigual, y andando por ella, ya se pone el pie en firme, ya se hunde en ciénagas malsanas. Cuando ha querido recordar, ya estaba el hombre metido hasta el cuello. “El Tigre del Maestrazgo”32 Aparece firmado por Galdós con la indicación de que se trata de un «fragmento inédito de La Campaña del Maestrazgo». En él se narra una comida en la que Beltrán de Urdaneta, preso por las tropas carlistas, explica cómo a su entender la legitimidad recae sobre la hija de Fernando VII y explica también cómo él es una persona pacifista y que aceptará lo que haya de venir. No parece que la publicación de este texto tenga una intención política sino, más bien, la de ofrecer una novedad galdosiana y publicitarla entre los lectores de la publicación. LA OBRA DE GALDÓS EN VIDA NUEVA Aunque las menciones al escritor canario son frecuentes, sólo se publicaron cuatro artículos sobre su obra. “Los Episodios Nacionales”33 Se trata de una extensa crítica firmada por Menéndez Pelayo. No había sido escrita de intento para la revista, sino que se trataba de una porción del discurso que el crítico de Santander había leído en febrero de 1897 con motivo de la recepción de Galdós en la Academia. En ninguna parte del texto de la revista se aclara este extremo. El hecho de que Menéndez Pelayo escribiera en Vida Nueva —una revista cuya lectura se había prohibido en 32 Benito Pérez Galdós, “El Tigre del Maestrazgo” en Vida Nueva, número 53, 11 de junio de 1899, sin p. 33 Marcelino Menéndez Pelayo, “Los Episodios Nacionales” en Vida Nueva, número 24, 20 de octubre de 1898, sin p. José Bernardo San Juan 518 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. varias diócesis de España y cuyas ideas eran abiertamente anticlericales— suponía un escándalo para los lectores católicos. Máxime si se tiene en cuenta que en el artículo alababa al canario. En ese mismo discurso —y en una parte que no recoge el texto de Vida Nueva— Menéndez Pelayo había hecho referencia a esa circunstancia: Más de veintitrés años hace (…) tuve la honra de estrechar relaciones de amistad con el fecundísimo y original novelista, cuya entrada en nuestro gremio festeja hoy la Real Academia Española. Desde entonces, a pesar del transcurso del tiempo, que suele enfriar todos los afectos humanos, y a pesar de nuestra pública y notoria discordancia en puntos muy esenciales, y a pesar, en fin, de los muy diversos rumbos que hemos seguido en las tareas literarias, nuestra amistad (…) ha resistido a todos los accidentes que pudieran contrariarla, y ni una sola nube la ha empañado hasta el presente34. El lector católico, que había leído críticas de Menéndez Pelayo a Galdós podía pensar que se había dado un cambio de parecer en el primero. Por eso que este texto apareciera en Vida Nueva levantó polvareda entre los católicos que, de seguro, recordaban las duras palabras que unos años antes habían aparecido en la Historia de los heterodoxos españoles: Hoy, en la novela, el heterodoxo por excelencia, el enemigo implacable y frío del catolicismo, no es ya un miliciano nacional, sino un narrador de altas dotes, aunque las oscurezca el empeño de dar fin transcendental a sus obras. En Pérez Galdós vale mucho más el novelista descriptivo de los Episodios Nacionales, el cantor del heroísmo de Zaragoza y de Gerona, que el infeliz teólogo de Gloria o La familia de León Roch. El interesado aplauso de gacetilleros y ateneístas le ha hecho arrojar por la ventana su reputación literaria (…). Probar que los católicos españoles o son hipócritas o fanáticos, y que para regenerar nuestro sentido moral es preciso hacernos protestantes o judíos, ¡vaya un objetivo poético, noble y elevado! (…). Los católicos vienen a representar en esta obra [Gloria] y en León Roch y sobre todo en Doña Perfecta, el papel de los traidores de melodrama, persiguiendo y atribulando siempre a esos ingenieros sabios, héroes predilectos del autor (…). Amigo soy del Sr. Galdós y le tengo por hombre dulce y honrado; pero no comprendo su ceguedad35. Menéndez Pelayo no leía ni recibía Vida Nueva y, por ello, sólo hasta algún tiempo después —al llevarse alguna reprimenda pública— no escribió a la revista para solicitar que se abstuvieran de hacer inserciones de sus textos. La razón de la publicación de este texto por parte de Vida Nueva es clara: mostrar que alguien tan conservador como Menéndez Pelayo reconoce el genio de Galdós. 34 Marcelino Menéndez Pelayo, Discursos leídos ante la Real Academia Española en la recepción pública del Sr. D. Benito Pérez Galdós, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de Tello, Madrid, 1897, p. 20. 35 Marcelino Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1956, pp. 1171-1172. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 519 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. “Galdós y Mendizábal”36 Rodrigo Soriano firmó «Galdós y Mendizábal», una crítica de Mendizábal, novela de reciente aparición que inauguraba la tercera serie de los Episodios Nacionales. Era una crítica muy extensa y tenía una estructura peculiar. Comenzaba con la descripción de la llegada de Tolstoi a San Petersburgo: Las damas le acariciaban, las jóvenes arrojaban a su paso flores, los hombres le besaban la mano, los niños le tocaban como a reliquia. Y generales, políticos, literatos, artistas, se disputaban al santo, alzábanlo en sus hombros y le llevaban hasta el coche. Con esto Soriano ilustraba cómo los pueblos civilizados sabían honrar a sus literatos. Frente a ese ejemplo estaba el caso de España que despreciaba a los suyos, especialmente a Benito Pérez Galdós: Tenemos en nuestro país un hombre de superior inteligencia, de genial mirada artística a quien no crean ustedes que van a sacar en hombros un día de estos, porque milagro será que no le echen a las murenas o a las melillas o le cuelguen de cada oreja un par de rabiosos perros. Como la situación de la cultura española estaba así, dice la crítica, no había que sorprenderse por el trato que se le había dispensado a Mendizábal. Se encarga entonces de ir desmontando uno a uno los argumentos que las críticas más negativas habían ido esgrimiendo para censurar el libro. Se trata, en términos generales, de argumentos de poca consistencia: Un crítico, que ha confesado públicamente después no haber leído el libro, dícele a Galdós que la novela Mendizábal no tiene interés, porque su protagonista era una especie de empleado digno de alimentarse con la cordilla ministerial, capaz de cambiar de partidos como de camisa y de buscar más comisiones para el extranjero que espigas tiene un trigal. Otro crítico, explica Soriano, se lamenta de que «no se habla de Mendizábal en el libro». Y un tercero se quejaba de lo excesivo del número de volúmenes de los Episodios Nacionales y, por eso, «a este paso Galdós hará el retrato de Sagasta». A esos argumentos se responde con ejemplos de nuestra literatura o de otras literaturas europeas. Hace el crítico una loa a la elección de Mendizábal como protagonista del periodo histórico en que vivió; era, añade Soriano, un personaje querido por las clases altas y por las clases bajas («Menéndez Pelayo es el primero en reconocer la importancia de la figura de Mendizábal»). Si la acción de esta novela «es lánguida» es porque todos los Episodios conforman una unidad: habrá que esperar 36 Rodrigo Soriano, “Galdós y Mendizábal” en Vida Nueva, número 31, 8 de enero de 1899, sin p. José Bernardo San Juan 520 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. a los siguientes para completarlos. “Galdós y Mendizábal” era, pues, un artículo escrito para la defensa del novelista canario y para la denuncia del maltrato que se le dispensaba en la prensa española. “Estafeta Romántica”37 Con el título “Estafeta Romántica. Carta de B. Delbrouck a Teótimo” firmó Benito Delbrouck su crítica dedicada a La Estafeta Romántica, el sexto de los volúmenes que componían la tercera serie de los Episodios Nacionales. El artículo apareció en noviembre de 1899 mientras que la obra de Galdós lo había hecho a finales del verano; se trata, pues, de una crítica de actualidad. El autor deja a las claras su admiración y su opinión de que Galdós es el mejor novelista español de su tiempo. La despedida —«Tuyo, después que de Galdós»— es muy elocuente. El artículo tenía la forma de una carta escrita por Benito Delbrouck a Teótimo y en ella le describe La Estafeta Romántica. La forma es un guiño al libro criticado ya que la obra de Galdós es un epistolario. Teótimo, la persona a quien va dirigida la carta, no es un personaje real. No parece claro si es un nombre más o si se trata de una ironía del autor: lo cierto es que dirigidas a Teótimo hay obras que van desde la voz «Cura de Aldea» del célebre Diccionario Filosófico de Voltaire hasta el Tratado del Amor de Dios de san Francisco de Sales. La carta comienza con el saludo epistolar: «Teótimo Amado». Entonces el escritor de la carta explica que lleva una temporada entregado a la «dulcísima pereza» o, como se sabrá más adelante, al ocio que le ha permitido leer La Estafeta Romántica y, a la vez, abstraerse de la realidad política, a la que se define como mezquina. Aprovecha la referencia política para dar informaciones de actualidad, tal si el escritor estuviera, en una carta real, informando a su receptor de lo que sucede en el propio país: fuera una solemne bobería desasirme de sus amantes brazos para darte los sendos noticiones de que Polavieja ya no es ministro y el marqués de Pidal sigue engolfado en sus latines con tanta fruición, por lo menos, como Villaverde… en lo otro. El autor asegura que no merece la pena utilizar muchos adjetivos encomiásticos para alabar al escritor canario porque esos adjetivos ya se han usado por críticos serviles para tratar a escritores de muy baja calidad literaria. Y Delbrouck no evita escribir los nombres de esos escritores mediocres: «Jackson Veyán, Grilo, cantor de coletas... cortadas, y demás Carullas». 37 Benito Delbrouck, “Estafeta Romántica” en Vida Nueva, número 75, 12 de noviembre de 1899, sin p. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 521 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. A partir de ese momento comienzan propiamente las referencias al libro. Para el crítico todas las cartas son bellísimas y el mayor de sus méritos es que «copian la realidad». El realismo es una técnica «importada» cuyo máximo exponente en España es Galdós. Y entonces Delbrouck se sirve de un ejemplo para caracterizar el realismo galdosiano: para describir el estado del interior de un paciente se puede recurrir a un cirujano o a un médico que se sirva de los rayos X. El cirujano debe abrir al paciente para ver qué tiene dentro mientras que el otro médico no necesita más que una prueba. Galdós utiliza su intuición para conocer, sin necesidad de operaciones, la psicología de sus creaciones. Esta técnica lo que permite es que el lector se identifique con cada uno de los personajes, lo cual le sucede al crítico: Ríes con Pilar, lloras con Fernando, haces votos porque los pimpollos de Valvanera se robustezcan y curen sus alifafes, y, no te burles, amado Teótimo, parécete que algo se te ha pegado de la gallardía y olímpica grandeza del noble aragonés Beltrán de Urdaneta, una de las más deliciosas figuras que han brotado de la fecunda e inspirada pluma de Galdós. A continuación, Delbrouck resume el argumento de La Estafeta Romántica a través de las relaciones que se establecen entre los personajes. El lector que apenas conozca la obra puede sentirse un tanto desorientado. El final de la crítica se dedica a quejarse de lo poco que se compran los libros de Galdós. Aunque el canario era conocido, reconocido y leído por los españoles, Delbrouck expresa la sorprendente lamentación de que «lo leen de gorra». Entonces entona una queja más general donde se sostiene que los escritores en España deben escribir por amor al arte porque ganar dinero es poco menos que imposible. La carta concluye con una recomendación de lectura del libro galdosiano. “Galdós”38 “Galdós” era el título de la crítica más extensa que se publicó en Vida Nueva. Apareció en febrero de 1900 y la firmaba Ángel Guerra, seudónimo del escritor canario José Betancort Cabrera. Betancort había adoptado el nombre de la novela homónima de Galdós, escritor a quien admiraba y a quien le acabó uniendo una amistad que duraría toda la vida. Pertenecía a una familia modesta de Lanzarote. Sus buenas disposiciones le permitieron irse a estudiar a Gran Canaria, donde conoció la obra de su compatriota. 38 Ángel Guerra (seud. de José Betancort Cabrera), “Galdós” en Vida Nueva, número 88, 11 de febrero de 1900, sin p. José Bernardo San Juan 522 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. Se trasladó a Madrid en el verano de 1900. Para él Vida Nueva fue, al igual que para otros tantos autores jóvenes, la oportunidad de darse a conocer. En “Galdós” Guerra pretendía ofrecer un ensayo de interpretación de toda la obra galdosiana. Se trata de un artículo con un estilo complejo, con una estructura sinuosa y plagado de citas y de referencias históricas que exigen un lector culto. En realidad, el autor transmite tres ideas fundamentales. En primer lugar, el texto está traspasado por la convicción de que en arte y en política hay un progreso. Los grandes literatos, según ese convencimiento, son los que se adelantan a su tiempo y los que encuentran la mejor manera de romper con lo anterior. Ese sería uno de los principales méritos de Galdós. En segundo lugar, Guerra traza el año de la revolución de 1868 como el de la renovación literaria obrada por el canario. Para dar fuerza a su argumento describe las cinco tendencias fundamentales que, a su juicio, preponderaban en aquellos años: el «patriarcalismo bíblico» de Antonio Trueba; la literatura de «moñas y cascabeles» de Fernán Caballero; «las narraciones orientales, voluptuosas» de Fernández y González; «los sueños redentoristas» de Ayguals de Izco y del «retrógrado» y «soñador» Alarcón; y la literatura de Pereda «encerrado en los estrechos horizontes, hermosos siempre, de su montaña». El conjunto de esas tendencias, según este crítico, componían una verdadera «literatura completa»; y aunque eran muy heterogéneas entre sí tenían en común la circunstancia de «volar bajo», de ser escritos para la provincia. El resumen, pues, es que Cuando llegó Galdós a la literatura, España se entregaba a una agonía lenta sin salvación; habíanse agotado todas las energías de la raza, degenerada y decadente por el abuso de una política intemperante, de las dictaduras omnímodas de los dioses menores del Olimpo gubernamental; la nacionalidad decaía, vacilaba sin fuerzas que la sostuvieran y la patria amenazaba acabarse, abyecta, corrompida a manos de los plebeyos favoritos de la desventurada Isabel II, reina de los tristes destinos; no había un «carácter» que encarnara el tipo clásico español, ni un héroe que recordara el vigor de la raza ibérica indomable. En tercer lugar, y frente a esto, aparece Galdós que sobrepasa a todos por cuanto es un autor que escribe para todo el mundo, que busca lo eterno en cada cosa de las que escribe. Y todo ello lo consigue, según este crítico, retratando las pasiones de los hombres, sus hechos y sus pensamientos con un estricto sentido de la realidad. Lo que él quiere, escribe Ángel Guerra, es reflejar las cosas tal y como son. Por eso no tiene un estilo determinado más que el que le permite transmitir los sucesos a cada momento. Sin vergüenzas ni censuras previas: «Ningún autor español hay tan osado en la descripción, tampoco tan circunspecto en idealizar lo sensible y sensibilizar lo ideal, ni tan sombrío en el mecanismo de la combinación escénica y en el estilo pictórico y descriptivo». La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 523 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. GALDÓS EN VIDA NUEVA, MAESTRO TRANSGENERACIONAL Una vez que se ha visto que Galdós figuraba como redactor, que colaboró con una cierta profusión y que se le prestó atención en críticas diversas, se puede ahondar en el significado de esta presencia. Y quizá lo que más ayude a entenderlo sea el epistolario intercambiado con Rodrigo Soriano. Las cartas, ya mencionadas por Bush39, muestran a un Soriano empecinado en que el canario enviara textos; en agosto de 1898 (ya habían aparecido dos artículos de Galdós en Vida Nueva) Soriano le escribe para recomendar a un amigo suyo. Al final menciona la revista: «¡Siempre aguardando sus artículos para Vida Nueva! Nos hacen mucha falta. El periódico es (sic) muy, muy bien y no nos abandone»40. Un mes después, en septiembre, Soriano vuelve a pedirle a Galdós que envíe textos a la revista: Si ve Vd. Vida Nueva verá Vd. la campaña valiente que hacemos, pero necesitamos ayuda de todos y más de Vd. ¡Cuánto le agradeceríamos que mandase unas líneas respecto del desembarco de repatriados en Santander! Personas de la nombradía de Vd. son las únicas que pueden mover hoy a este descuajamizado país41. Galdós no envió el artículo solicitado porque no apareció en la revista. Un mes después, en octubre, Soriano vuelve a la carga y le solicita, en esta ocasión la publicación de alguna primicia de Mendizábal, el Episodio Nacional que, en principio, iba a aparecer próximamente: ¿Quiere Vd. autorizarme para publicar en el próximo número de Vida Nueva algún fragmento de Mendizábal? Si, como espero, me autoriza, escríbame a Goya, 15, Madrid, en donde estaré pasado mañana y dígame en qué imprenta se tira42. Galdós sí que respondió a esta carta porque Soriano lo menciona en la siguiente; sabemos que allí le informaba de que se había pospuesto la aparición de Mendizábal. En la respuesta de Soriano —octubre del 98— es posible hacerse una idea cada vez más segura de cómo veía Galdós a Vida Nueva: Le agradezco su carta. Siento que se haya atrasado la aparición de Mendizábal. Espero que cuando llegue el caso nos conceda las primicias o primeurs de la obra. En cuanto a su colaboración en Vida Nueva ya sabe Vd. que puede hacer lo que quiera43. 39 Se citarán los textos de las cartas extraídos del trabajo de Peter Bush. 40 Peter Bush, op. cit., p. 6. 41 Peter Bush, op. cit., p. 7. 42 Peter Bush, op. cit., p. 7. José Bernardo San Juan 524 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. En noviembre ya estaba preparada la edición de Mendizábal y Soriano le solicita a Galdós un adelanto de la novela. El 6 de noviembre se lo recuerda Soriano: Mi querido amigo: Hace unos días me escribió V. ofreciéndome unos trozos de Mendizábal cuando estuviera impreso, y como que en algo se ha de distinguir Vida Nueva de los demás periódicos puesto que a éste pertenece V., le ruego me mande algún trozo para publicarlo en el nº del día 13 del corriente y si no tiene V. dígame en qué imprenta lo están tirando para ir a recogerlo. Mándeme también el anuncio de los Episodios Nacionales para publicarlo en Vida Nueva gratuitamente44. Tras la firma Soriano añade unas palabras muy significativas: «Sr. D. Benito: No deje de contestarnos y memorias de todos»45. Tan seguro estaba Soriano de conseguir su propósito para el número 13 que Vida Nueva informó, en la prensa con ideas afines a la suya, de la publicación en primicia de unas páginas de Mendizábal. En El Nuevo País, por ejemplo, apareció el siguiente anuncio el 12 de noviembre de 1898: Vida Nueva publicará mañana, además del número acostumbrado, una hoja extraordinaria conteniendo las primicias de los libros próximos a aparecer, Mendizábal, de Pérez Galdós y La Barraca, de Blasco Ibáñez, y artículos originales de Eusebio Blasco, Nakens, Menéndez Pelayo, Castelar, Soriano, Zeda, Lluria, Ramón y Cajal, Pío Quinto, un curioso estudio de la usura en Madrid, por Recio de Tirteafuera y sueltos políticos y literarios de gran actualidad e interés46. La citada «hoja extraordinaria» nunca se llegó a publicar: sí que aparecieron, en la entrega ordinaria del 13 de noviembre (el número 23), los artículos que se habían anunciado en El Nuevo País. En ese número, por ejemplo, se podían leer los “Escándalos de Madrid. Las artes de la usura” del Dr. Pedro Recio de Tirteafuera (seudónimo de Dionisio Pérez) o “El Tribunal de las aguas”, un fragmento de la Barraca de Blasco Ibáñez. Pero no había rastro del prometido texto del canario. Aunque las cartas que sirven de clave de interpretación para todas las anteriores son las dos siguientes, que Soriano envió en junio de 1899, es decir, siete meses después de la anterior. Por entonces ya habían aparecido todas las colaboraciones que, con la firma de Galdós, se publicarían en Vida Nueva. El silencio de Galdós tras los desvelos y trabajos de Soriano, le había exasperado y explotó en esta carta: Mi querido Don Benito, ¿Qué es de Vd.? Nada sé desde un año. Le escribí a Vd. varias veces y no me contestó. Hablé de Mendizábal en Vida Nueva y no tuvo a bien escribirme dos letras. Defendimos a Vd. contra los ataques de Burell y de otros bureles y no se dignó Vd. decirnos si le parecía bien o si le parecía mal. Insertamos en Vida Nueva los anuncios de sus libros y tampoco logramos sacarle de su 43 Peter Bush, op. cit., p. 7. 44 Peter Bush, op. cit., p. 8. 45 Peter Bush, op. cit., p. 8. 46 Sin firma, “Publicaciones” en El Nuevo País, número 86, 12 de noviembre de 1898, sin p. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 525 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. mutismo. Lo único que supimos de Vd. fue que se oponía a que publicáramos sus artículos viejos. Yo he pensado muchas veces si la franca y leal amistad que junta con la admiración ferviente que sentía hacia Vd., que mis desinteresadas campañas en pro de sus obras, hechas cuando desmayaban muchos amigos o se ocultaban prudentemente otros, si mi culto hacia la personalidad literaria de Vd. había terminado en injusta frialdad por su parte no por la mía. ¿Tan malo y olvidadizo es el mundo que un año de separación acaba con las amistades al parecer más duraderas? No lo creo así pero mi franqueza me obliga a decir lo que siento. Gracias a nuestros esfuerzos hemos logrado hacer un periódico. Vida Nueva cuenta con poderosos elementos y base firme. Bueno o malo, equivocado o feliz, responde a desinteresadas y generosas ideas y en esto se funda su fuerza. Nadie podía echarnos en la cara cobardía para decir verdades y emprender campañas justas ahora cuando se atormenta en Montjuich a los inocentes y se empapuja de religión y latín a la juventud florida. Díganos qué le parece el periódico y mande a su affmo. 47. Galdós respondió a esta carta con un texto que Bush califica como «tranquilizador». Y Soriano, seguimos en junio del 99, volvió a escribir para sellar la paz con el canario: Mi querido Don Benito: Mucho le agradezco y estimo su carta. La mía era como pretexto para reanudar el interrumpido diálogo con Vd. Lo he conseguido y me basta. Sé lo que cuesta escribir cuatro tomos de la valía de los de Vd. y sé cuán poco cuesta admirarlos para los que tengan el entendimiento de cemento o de cal hidráulica. Dice Vd. muy bien que los dos enemigos de España son los clérigos y los jesuitas amén de dos o tres mil gruesas de frailes. Vd. vive lejos de Madrid hace un año y no puede imaginar el pavoroso desenvolvimiento que ha logrado esa gentuza aquí. Ha llegado pues el momento de que formen a un lado los amigos de la civilización y al otro los brutos y los incultos. Con muchísimo menos motivo se ha hecho en Francia una revolución del 93 de bolsillo. Eso quiere hacer Vida Nueva y eso hace, pese a la gentuza reaccionaria que asoma en todas partes desde El Imparcial dominado por clérigos castrados hasta el Rosario de Aurora de Valencia. Se le mandará Vida Nueva. ¡Yo creía que la recibía Vd.! (…). Es su verdadero amigo y admirador de siempre, Rodrigo Soriano48. El tono de estas cartas nos permite entender el sentido y el alcance de la aparición de la firma de Galdós en Vida Nueva. De su contenido se pueden extraer tres notas: a) Galdós nada sabía de las inserciones en Vida Nueva y no tenía interés en que aparecieran. El resultado de este intercambio epistolar deja claro que, sencillamente, Galdós no leía esa publicación. No la recibía. Si su nombre aparecía en la firma de algunos textos era debido a que se habían recuperado de obras antiguas. Ninguna de las inserciones de Vida Nueva era original. A Galdós no le gustaba esa práctica, pero se mantuvo a lo largo del tiempo porque, hay que insistir, no la conocía. Cuando tuvo noticia de ello solicitó que se dejaran de hacer inclusiones de textos suyos sin su permiso expreso. Puede sorprender este modo de proceder de Vida Nueva pero si se atiende al caso de Menéndez Pelayo, se puede ver que Galdós no fue el único al que le sucedió esto. Menéndez Pelayo aparecía en la nómina de colaboradores de la revista y se publicaron varios textos suyos que, al igual que los de Galdós, eran extractos de obras anteriores. Uno de ellos fue, precisamente, el ya mencionado sobre don Benito. Por el epistolario del autor de Santander 47 Peter Bush, op. cit., p. 9. 48 Peter Bush, op. cit., p. 10. José Bernardo San Juan 526 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. sabemos que él no conocía tales inclusiones y que fueron los lectores católicos los que, al enviarle cartas para quejarse de que escribiera en una revista que había sido condenada por un buen número de obispos, le pusieron sobre aviso. Menéndez Pelayo ni siquiera sabía quién trabajaba en Vida Nueva y escribió a Eusebio Blasco para quejarse de la utilización de su nombre: Mi estimado amigo: (...) me ha molestado la inserción que en el número 1 de este año ha hecho de unos párrafos de un estudio mío, sin advertir de dónde los tomaba y poniéndoles un título sobremanera impropio. Esos párrafos que en el libro en que están nada tienen de particular porque vienen traídos por la materia histórica de que se trata, resultan escandalosos y malsonantes publicados como artículo suelto (...). Yo no puedo tolerar que mis escritos sean mutilados de esta manera, ni que se los haga servir para fines enteramente opuestos a mis ideas (...) ¡Cualquiera podrá pensar que yo he escrito ad hoc esos párrafos para Vida Nueva asociándome a compañeros anticlericales que, entre otras cosas, me parecen anticuados y de mal gusto! 49 En esa carta se refería al artículo “Poesía Sacro-Amatoria” que había aparecido, con la firma del montañés, en el número 30 de la revista (1 de enero de 1899). Pero Blasco llevaba ya meses sin trabajar en Vida Nueva y aprovechó la carta de Menéndez Pelayo para publicarla en El Nacional (el periódico en el que trabajaba en aquel momento) y así organizar un escándalo. Sea como fuere, la queja del montañés sirve para ejemplificar una práctica de la revista, la de publicar textos antiguos de algunos autores sin contar con su permiso. Mientras que en este caso su uso siempre tenía que ver con el carácter clerical del autor (y anticlerical de la revista) en el caso del canario las razones de su inclusión tenían que ver con darle fuste e importancia al escritor. Vida Nueva estaba en campaña a favor de Galdós, por más que este no lo supiera y por más que, aun sabiéndolo, no solo no lo agradeciera, sino que solicitara expresamente que dejaran de usar sus textos sin permiso. b) La aparición del canario en la revista es el resultado del empeño de Rodrigo Soriano. Soriano tenía una relación previa con él y lo admiraba realmente. En su relación se ofrece una doble vertiente, era admiración literaria pero también una admiración interesada, sustanciada en querer tener a bien al escritor de los Episodios Nacionales y, de hecho, en pedirle favores si llegaba el caso. Galdós era un maestro transgeneracional, era de los nuevos y era alguien del que, llegado el caso, se podía esperar ayuda. c) La revista quería tener contento a Galdós. Se erigieron en defensores de su literatura. Los textos publicados tenían el sentido de responder a las críticas hostiles, buscaban dar publicidad a las novedades galdosianas (y dar publicidad en sentido literal porque, como se menciona en alguna de las cartas, aparecieron —sin coste alguno para el escritor— anuncios 49 Marcelino Menéndez Pelayo, “Una carta” en El Nacional, 9 de enero de 1899, sin p. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 527 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. de los lanzamientos galdosianos). La circunstancia de que figurara como redactor tiene ese significado de darle importancia, de ponerlo como un promotor de las libertades en España. Y desde luego que a ello contribuían las inserciones de textos antiguos: se trataba de mostrarle como una persona con ideas avanzadas y, a la vez, como un verdadero patriota. José Bernardo San Juan 528 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. BIBLIOGRAFÍA SIN FIRMA, artículo inicial en Vida Nueva, número 1, 12 de junio de 1898, sin p. SIN FIRMA, “Publicaciones”, El Nuevo País, número 86, 12 de noviembre de 1898, sin p. ÁNGEL GUERRA (seud. de BETANCORT CABRERA, J.), “Galdós”, Vida Nueva, número 88, 11 de febrero de 1900, sin p. AZORÍN (seud. de MARTÍNEZ RUIZ, J.), “Pío Baroja y su última novela: Los compañeros”, Alma Española, 27 de diciembre de 1903, p. 9. 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Título y subtítulo | La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) |
Autor principal | San Juan Bernardo, José |
Entidad | Casa-Museo Pérez Galdós |
Publicación fuente | Actas del undécimo congreso internacional Galdosiano |
Numeración | Congreso 11 |
Sección | Sección 2. Galdós, política y sociedad |
Tipo de documento | Actas de congreso |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2017 |
Páginas | p. 0533-0553 |
Materias | Pérez Galdós, Benito (1843-1920) ; Crítica e interpretación ; Congreso |
Enlaces relacionados | Enlace al editor: http://actascongreso.casamuseoperezgaldos.com/ |
Copyright | ULPGC |
Formato Máster | |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 332251 Bytes |
Texto | 509 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. LA MAESTRÍA SILENCIOSA Y TRANSGENERACIONAL DE GALDÓS: EL EJEMPLO DE VIDA NUEVA (1898-1900) THE SILENT AND TRANSGENERATIONAL MASTERY OF GALDÓS: THE EXAMPLE OF VIDA NUEVA (1898-1900) José Bernardo San Juan Universidad Rey Juan Carlos RESUMEN La revista Vida Nueva fue una de las cabeceras más importantes en el fin de siglo. La presencia de Galdós en ella se dio diversas maneras: los fundadores de la misma le escribieron para que diera su aquiescencia como colaborador. En ella publicaron frecuentes textos galdosianos, críticas literarias a sus textos. Se batieron en polémicas a favor de Galdós e incluyeron textos con análisis de su modo de escribir. En el folletín de la revista rescataron el texto galdosiano “Las generaciones artísticas en la ciudad de Toledo”. El propósito de este texto es doble: se busca mostrar el importante papel que jugó Galdós en la génesis y evolución de la cabecera Vida Nueva (1898-1900) y, en segundo lugar, se trata de presentar cómo esa cabecera —considerada de forma unánime por la crítica como un adalid del modernismo— guardaba un respeto y tenía ya a Galdós por maestro transgeneracional. PALABRAS CLAVE: Benito Pérez Galdós, Revista Vida Nueva, generación del 98, modernismo. ABSTRACT Vida Nueva was one of the most important newspapers at the end of the century. The presence of Galdos in it took several forms: the founders of it wrote to him to give his acquiescence as a collaborator. In her they published frequent galdosianos texts, literary critics to their texts. They fought in controversies in favor of Galdós and included texts with analysis of his way of writing. They rescued the Galdosian text “The artistic generations in the city of Toledo”. The purpose of this text is twofold: it seeks to show the important role played by Galdós in the genesis and evolution of Vida Nueva (1898-1900) and, secondly, to present how that header —considered unanimously by criticism as a champion of modernism— he had a respect and already had Galdos as a transgenerational teacher. KEYWORDS: Benito Pérez Galdós, Revista Vida Nueva, generación del 98, modernismo. INTRODUCCIÓN: VIDA NUEVA, EL FIN DE SIGLO Y ‘LOS NUEVOS’1 Que el fin de siglo fue un momento de ebullición artística y cultural es una obviedad. Azorín y Unamuno lo recordaban años después con nostalgia, como aquel momento de efervescencia generalizada, de fe en que todo podía cambiar. Lo que quizá sorprenda más es que los dos asociaban esa revolución, entre otros factores, a las páginas del semanario Vida Nueva (1898-1900); para Azorín: 1 Este trabajo pudo a llevarse a cabo gracias a la estancia que como profesor investigador desarrollé en la Casa-Museo Pérez Galdós en agosto de 2016. José Bernardo San Juan 510 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. ya la decadencia se ha iniciado en los maestros casi viejos, Valle Inclán no volverá a escribir Epitalamio, ni Maeztu sus artículos de Germinal, El País y de Vida Nueva…2 Y para Miguel de Unamuno: aquel nuestro movimiento espiritual del 98, aquella recia refriega de pluma, que halló su principal tribuna en Vida Nueva, fue un sacudimiento anárquico y anarquista, fue un ¡sálvese quien pueda!3 Se trataba de una de las revistas de ‘los nuevos’, categoría tan difusa como real en el fin de siglo. Así lo afirmaban en el primer número de la revista: Venimos a propagar y a defender lo nuevo, lo que el público ansía, lo moderno, lo que en toda Europa es corriente y aquí no llega por miedo de la rutina y tiranía de la costumbre, y con esto queda sentado que Vida Nueva será no el periódico de hoy, sino el periódico de mañana. Los nombres de las personas que en él han de escribir semanalmente, deben convencer al público de que esta publicación será todo lo que se quiera y la quieran llamar, pero no será nunca reaccionaria4.. La novedad, en las páginas de esta revista, hacía alusión a cambios de carácter social y político, pero también tenía que ver con lo literario. Será frecuente en aquellos años que se etiquete según este parámetro a unos y a otros por más que el criterio de clasificación no sea claro. En Vida Nueva Benito Pérez Galdós es «gente nueva». Por el contrario, lo consideraban «gente vieja», según relata Ruiz Contreras, en uno de los homenajes que se le hicieron a Pío Baroja, allá por el año 1902. Comenta el periodista que las mesas se distribuyeron según el criterio de novedad: allí estaban, tenidos por viejos, Ortega Munilla, Galdós y Cavia, y alternando con la juventud el insigne, ilustre y nunca bastante alabado Silverio Lanza5. Vida Nueva ha sido considerada por la crítica, de forma unánime, como un exponente de la cultura finisecular. Digamos que entre los que en ella trabajaron había un consenso en afirmarlo —para Rubén Darío era «de lo mejor que se publica en Madrid»6— y, como un ritornello crítico, se ha repetido aquello, por más que, de hecho, se supiera muy poco de esa cabecera. Y todo ello a causa del difícil acceso a sus fondos. Sólo recientemente se ha tenido 2 José Martínez Ruiz, “Pío Baroja y su última novela: Los compañeros” en Alma Española, 27 de diciembre de 1903, p. 9. 3 Miguel de Unamuno, “De las tristezas españolas: Nuestra egolatría de los del 98” en Los Lunes de El Imparcial, número 17.583, 31 de enero de 1916, sin p. 4 Sin firma, artículo inicial de Vida Nueva, número 1, 12 de junio de 1898, sin. p. 5 Lorenzo Ruiz Contreras, Memorias de un desmemoriado, Imprenta de A. Marzo, Madrid, 1977, pp. 101-102. 6 Citado por Noel Rivas Bravo en “Rubén Darío en la Revista Vida Nueva” en Philologia hispalensis, volumen 14, número 1, 2000, p. 249. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 511 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. conocimiento cabal de cómo fue 7 y, como consecuencia, se está dando un lento pero seguro proceso de revisión de lo relacionado con esta revista, desde los aspectos formales hasta su misión en el fin de siglo y la relación que diversos autores mantuvieron con ella (Juan Ramón Jiménez8, Ganivet9, Azorín10, Darío11 y, presuntamente, Baroja12). Por esa razón, aunque ya la crítica había prestado atención a Galdós y Vida Nueva —especialmente Peter Bush, quien dedicó un texto que es obligada referencia13— es preciso repasarla con las nuevas informaciones y arrojar luz sobre algunos puntos que estaban a oscuras. Y todo con un esquema sencillo: por un lado, se ofrecerá una breve descripción de los artículos firmados por el canario y de los textos que sobre Galdós escribieron otros autores; en segundo lugar, se hará un análisis del significado de esa presencia. A esos menesteres se dedican las siguientes páginas. GALDÓS, REDACTOR DE VIDA NUEVA En los primeros números de Vida Nueva no aparecía el nombre del director, tan solo se recogía una breve lista de redactores (14 nombres) y otra, más amplia, de colaboradores (61 nombres). Galdós figuraba entre los primeros: Eusebio Blasco, Vicente Blasco Ibáñez, Mariano de Cavia, Francisco Fernández Villegas (Zeda), José Jurado de la Parra, Enrique Lluria, José Nakens, Luis París, Benito Pérez Galdós, Jacinto Octavio Picón, Eugenio Sellés, Rodrigo Soriano, Felipe Trigo y José Verdes Montenegro. Entre las particularidades que se han descubierto sobre esta revista se encuentra la de su peculiar organización. Para evitar censuras y dejar libertad a cada uno de sus colaboradores, decidieron que no tuviera director. Además, era una forma de mostrar que no dependían de 7 José Bernardo San Juan, “Algunas aclaraciones en torno a la revista Vida Nueva (1898-1900)” en Revista Internacional de Historia de la Comunicación, volumen 1, número 3, 2014, pp. 1-19. 8 José Bernardo San Juan e Irene Donate Laffitte, “El poeta y su circunstancia: los comienzos poéticos de Juan Ramón Jiménez en la revista Vida Nueva (1898-1900)” en Revista Chilena de Literatura, número 92, abril de 2016, pp. 151-175. 9 José Bernardo San Juan, “Ángel Ganivet en la revista Vida Nueva (1898-1900)” en Tonos Digital, número 29, 2015, sin p. 10 José Luis Cano, “Azorín en Vida Nueva” en Cuadernos Hispanoamericanos, números 226-227, octubre-noviembre de 1968, pp. 423-435. 11 Vid. Op. Cit. Noel Rivas Bravo. 12 Sobre la presunta colaboración de Baroja en Vida Nueva véanse estos dos artículos: José Bernardo San Juan, «Pedro Recio de Tirteafuera, un supuesto seudónimo barojiano en la revista Vida Nueva (1898-1900)» en RILCE: Revista de Filología Hispánica, número 32, volumen 2, 2016, pp. 309-23 y José Bernardo San Juan, «Sobre la identidad de Pío Quinto, un supuesto seudónimo barojiano» en Estudios Filológicos, número 56, 2015, pp. 133-145. 13 Peter Bush, “Galdós y Vida Nueva” en Monteagudo: Revista de literatura española, hispanoamericana y teoría de la literatura, número 68, 1980, pp. 5-11. José Bernardo San Juan 512 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. ningún partido ni de ninguna organización: se trataba de una empresa creada por la voluntad de sus periodistas. Y de ello se jactaron en más de una ocasión: Ignoro lo que harán mis compañeros. La hermosa y envidiable independencia que en Vida Nueva disfrutamos desde que no hay director con numerosos e ineludibles compromisos, hace innecesarios los acuerdos previos en asuntos de trabajo14. Pero esa organización, en el día a día, era imposible por necesidades de la propia intendencia de un periódico. Según parece Eusebio Blasco fue el que hizo las veces de director durante los primeros 6 números. Entonces fue denunciado por «incompatibilidad» entre ese puesto y otro que mantenía en la administración y debió abandonar las páginas del periódico. A partir de ese momento toman relevancia Rodrigo Soriano y Dionisio Pérez, aunque parece que no había formalmente un director. A partir del número 65 —que es cuando la publicación empezó a atravesar problemas económicos— se hizo cargo de ella Dionisio Pérez y así se reflejó en la mancheta. A lo largo de diversos números se ofrecen pistas sobre el origen de Vida Nueva, en torno a un verdadero «núcleo duro» de periodistas (entre los que estarían Dionisio Pérez, Rodrigo Soriano y Eusebio Blasco) que escribieron a amigos suyos solicitándoles la inclusión de su nombre en la lista de Colaboradores o de Redactores y requiriéndoles textos para publicar. En esa carta se explicaba el carácter libre y sin censuras de la cabecera. Es fácil que uno de los destinatarios —o quizá le fuera comunicado de forma oral— fuera Galdós (si existió esa carta no se ha conservado en el archivo del escritor). ¿Qué persona fue la que le incluyó en la nómina de escritores? Todo apunta, según se verá en el epistolario, a que fue Rodrigo Soriano el que lo hizo. De acuerdo con ese papel primordial salieron en los primeros 59 números hasta 15 textos firmados por el escritor canario. A continuación, se hará un repaso muy esquemático de esas colaboraciones. “Fumándose las colonias”15 “Dice Peter Bush que apareció «un artículo de poca sustancia de su pluma, que criticaba en términos muy generales la actitud gubernamental hacia las colonias»16. En realidad, el artículo parece de «poca sustancia» porque, aunque no se cita expresamente en la revista ni Bush repara en ello, se trata de un extracto —con algunas modificaciones— de las Memorias de un 14 José Nakens, “Menéndez Pelayo” en Vida Nueva, número 32, 15 de enero de 1899, sin. p. 15 Benito Pérez Galdós, “Fumándose las colonias” en Vida Nueva, número 2, 19 de junio de 1898, sin. p. 16 Peter Bush, op. cit., p. 6. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 513 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. Cortesano de 1815. Hay que tener en cuenta que estamos en pleno desastre colonial. En el número anterior Pablo Iglesias había escrito un polémico artículo titulado “Los Socialistas. Aboguemos por la paz”17 en donde defendía la retirada española de las colonias y la búsqueda de un acuerdo de paz lo más ventajoso posible: «La paz —decía Iglesias— no puede alcanzarse sin que se reconozca la independencia de Cuba. Pues reconozcámosla». En ese contexto se publica el artículo de Galdós. Se trata de un fragmento de la segunda novela de la segunda serie de los Episodios Nacionales y había visto la luz en 1875. Ese relato narra cómo medra Juan Bragas —rebautizado como Juan De Pipaón— en la Corte del recién llegado Fernando VII. En el texto de Vida Nueva se recoge una reunión del Gabinete del Rey con Pedro Cevallos, Ministro de Estado, y Juan Pérez Villaamil, Ministro de Hacienda. En la escena hablan del inminente fin de la «canonjía» que suponían las colonias. Y lo hacen mientras se fuman unos puros de Cuba, como una gran metáfora de la pérdida del oro de América. El Monarca da por sentado que no puede mandar ejércitos y barcos a las colonias porque, sencillamente, no tiene dinero para hacerlo. El texto de Galdós, publicado en 1898, adquiere varios significados: por un lado, podría entenderse que lo que estaba sucediendo en aquellos momentos era prácticamente inevitable y que, por decirlo así, ya podía preverse desde el reinado de Fernando VII. Pero también podría percibirse como una crítica a la política del siglo XIX ya que en todos esos años no se habría hecho nada por alterar la situación. “La Paytria”18 Este artículo le parece a Bush «una descripción breve y algo sentimental de la nación como fraternidad de familias unidas contra el ataque desde fuera»19. Al igual que en el anterior caso, el origen del texto no se cita en Vida Nueva ni Bush lo menciona: es un fragmento de Trafalgar, otro de los Episodios Nacionales. Se trata de un extracto célebre, levemente modificado, del capítulo X de ese libro donde Galdós pone en boca de Gabriel, el protagonista del volumen, una definición de la patria. En esta ocasión desde Vida Nueva quieren mostrar cómo preconizar el fin de la guerra colonial no es algo antipatriótico: España —al igual que cualquier otro país— no consiste en un Rey o en unos políticos, es una suerte de proyecto común construido sobre la solidaridad de sus habitantes, es «un pacto establecido entre tantos 17 Pablo Iglesias, “Los Socialistas. Aboguemos por la paz” en Vida Nueva, número 1, 12 de junio de 1898, sin p. 18 Benito Pérez Galdós, “La Patria” en Vida Nueva, número 5, 10 de julio de 1898, sin. p. 19 Peter Bush, op. cit., p. 6. José Bernardo San Juan 514 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. seres para ayudarse y mantenerse ». En los momentos de aguda crisis colonial, esta clase de textos constituían una llamada a los lectores a la unión en torno al verdadero patriotismo. “Cómo piensa un español neto”20 El artículo era, nuevamente, un extracto de una novela de Galdós, por más que no se explicitara en la revista. Se trata de un monólogo de Felipe Centeno en donde se declara español «por los cuatro costados» y hace una crítica a sus compatriotas que tienen complejo de inferioridad sin advertir que en España hay grandes realidades de las que presumir: Castilla es el granero del orbe terráqueo. Nuestros vinos van por todo el mapa. Pues el día que queramos poner en un apuro a los inglesotes, no hay más que decirles: “Caballeros, ya no hay más Jerez”. Y en cada localidad tenemos una cosa buena que no tiene otra igual en el mundo. Y si no, dime dónde hay otra Málaga para pasas, otra Astorga para mantecadas, otra Jijona para turrón, otra Soria para mantequilla y otro Madrid para un buen vaso de agua. El texto contiene unos mínimos cambios con respecto al original y proviene de las páginas finales de El Doctor Centeno. Las razones por las que apareció en Vida Nueva son claras y análogas a las de otras ocasiones: querían ofrecer un ejemplo de patriotismo auténtico. “Cervantes”21 Este artículo ya había aparecido 30 años antes con el título “El Aniversario. En la muerte de Cervantes (1616-1868)”22. Es bien sabido23 que el joven Galdós publicó entre 1865 y 1868 hasta 131 textos en La Nación. Desde Vida Nueva rescatan, con algún ligero cambio, el texto y lo publican en dos partes. Se trata de un ensayo en el que el canario explica cómo la muerte de Cervantes sucede simultáneamente con el comienzo de la pérdida de la influencia internacional de España pero, a pesar de eso, el valor universal del Quijote sigue, varios siglos después, siendo incuestionable: ¡Sobre ese hidalgo avellanado, seco y antojadizo; sobre ese escudero socarrón, natural filósofo y pancista supino; sobre D. Quijote y Sancho Panza; ¡sí, bien lo podemos decir, sobre esos dominios no se pone ni se pondrá nunca el sol! 20 Benito Pérez Galdós, “Cómo piensa un español neto” en Vida Nueva, número 12, 28 de agosto de 1898, sin p. 21 Benito Pérez Galdós, “Cervantes” en Vida Nueva, números 21 (30 de octubre de 1898, sin p.) y 22 (6 de noviembre de 1898, sin p.). 22 Benito Pérez Galdós, “El Aniversario. En la muerte de Cervantes (1616-1868)” en La Nación, número 745, 23 de abril de 1868, sin p. 23 William Shoemaker, Los artículos de Galdós en “La Nación”, Madrid, Insula, 1972. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 515 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. Estos artículos de Vida Nueva encabezan los dos números en que aparecen y, en el momento en que fueron publicados, muestran a Galdós como un patriota y ponen la lupa —en las horas bajas por que pasaba el país— sobre el valor de las creaciones nacionales reconocidas por todo el mundo. De alguna manera la situación de España era análoga a la descrita durante la muerte de Cervantes: eran momentos en que se perdía influencia internacional. En estos momentos de depresión, parece decir Galdós, aún nos quedan las creaciones universales, aún se puede hacer algo que sea legado para el mundo. Unas semanas antes Miguel de Unamuno había publicado en Vida Nueva su célebre texto “¡Muera D. Quijote!” en el cual, a pesar de tener un planteamiento diferente al galdosiano, comparte algunas premisas: «Debemos decir que el Quijote vale para España más que su moribundo imperio colonial. A la luz del Quijote debemos ver nuestra historia»24. “Las generaciones artísticas en la ciudad de Toledo”25 Se publica en 6 entregas, de forma parcial y a modo de folletín, el ensayo Las generaciones artísticas en la ciudad de Toledo. Era ese un opúsculo que había aparecido también por entregas en la Revista de España, allá por 1870 (en números sucesivos a partir del número 13). Se trata de un texto que, a pesar de su extensión y carácter orgánico, había pasado bastante inadvertido, como ya había hecho notar el profesor Walter Rubin (quien, por cierto, no conoce la versión publicada en Vida Nueva): Dicha obra, Las generaciones…, estaba casi olvidada, y pudo rescatarse gracias a Alberto Ghiraldo26, unos cincuenta y cuatro años después de su aparición en la Revista de España 27. Más que razones de conveniencia política o histórica (como había sucedido en los anteriores casos) parece que el hecho de ser desconocido podría ser lo que había motivado su publicación en Vida Nueva. Se trata de una investigación, a mitad de camino entre el ensayo histórico-artístico y la novela; para Rubin es «es una obra complementaria de su historia novelada. Es un episodio nacional de carácter investigador»28. En los artículos de Vida Nueva 24 Miguel de Unamuno, “¡Muera D. Quijote!” en Vida Nueva, número 3, 26 de junio de 1898, sin p. 25 Benito Pérez Galdós, “Las generaciones artísticas en la ciudad de Toledo” en Vida Nueva, números 26 (4 de diciembre de 1898, sin p.), 29 (25 de diciembre de 1898, sin p.), 35 (5 de febrero de 1899, sin p.), 47 (30 de abril de 1899, sin p.), 55 (24 de junio de 1899, sin p.) y 59 (23 de julio de 1899, sin p.). 26 Rubin se refiere a su edición como libro: Las generaciones artísticas en la ciudad de Toledo en Obras Inéditas, coordinación y prólogo de Alberto Ghiraldo. Ed. Renacimiento, tomo V, Madrid, 1925. 27 Walter Rubín, “Galdós y las etapas artísticas de Toledo” en Toletum: Boletín de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, número 15, 1984, p. 149. 28 Op. Cit., p. 168. José Bernardo San Juan 516 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. se demuestra un conocimiento pormenorizado de la obra galdosiana desde sus mismos comienzos. “De Oñate a la Granja”29 Hasta ahora todos los textos aparecidos se correspondían con obras previamente publicadas por más que no se mencionara tal característica. En este caso cambia el modo de proceder porque el título del artículo «De Oñate a la Granja» hace referencia a un Episodio Nacional y porque se explica en la introducción del artículo: «Nuestro ilustre compañero Pérez Galdós ha publicado su último libro De Oñate a la Granja. Insertamos un fragmento de tan admirable obra de la cual nos ocuparemos en el próximo número». El texto que seleccionan para Vida Nueva forma parte del capítulo XX de la novela y en él se compara a Carlos de Borbón con Fernando VII y la filosofía política de ambos. Galdós menciona el derecho divino como garante de la legitimidad. Se trata, a ojos de un lector ‘avanzado’ de finales del XIX, de un texto más o menos escandaloso. Además de la posible interpretación en clave contemporánea, desde Vida Nueva lo publican por ser una primicia. “Españolerías cargantes”30 Este artículo consiste en un extracto de De Oñate a la Granja, aunque no se mencione por ningún lado. En esta ocasión lo que hacen es seleccionar párrafos diferentes de la novela en los que se ofrecen, a modo de sentencias, opiniones sobre defectos nacionales o juicios que ayudarían a desterrar problemas patrios ya seculares, por ejemplo: «Aquí no hay nadie que valga dos cuartos. Todos son unos intrigantes en la oposición y unos caciquillos en el poder». En esta ocasión —al igual que en los primeros textos— desde la revista muestran el pensamiento ‘moderno’ pero patriota del autor canario. “La politicomanía (De Oñate a la Granja)”31 Se trata de un texto que la revista dedica «A los señores Diputados» y que se incluye en la sección «Letras de moda». Comienza con esta introducción: «Y dijo Hillo, personaje de De Oñate a la Granja». Es un fragmento de esa novela donde se describe cómo puede degenerar 29 Benito Pérez Galdós, “De Oñate a la Granja” en Vida Nueva, número 31, 8 de enero de 1899, sin p. 30 Benito Pérez Galdós, “Españolerías cargantes” en Vida Nueva, número 37, 19 de febrero de 1899, sin p. 31 Benito Pérez Galdós, “La politicomanía (De Oñate a la Granja)” en Vida Nueva, número 38, 26 de febrero de 1899, sin p. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 517 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. una persona que, a pesar de sus buenas intenciones, se mete en política. En él se describe la paulatina perversión del político y en Vida Nueva lo ofrecen como texto ejemplarizante para los diputados que están en el Congreso además de como muestra del valor y la agudeza de Galdós en sus apreciaciones: Por lanzarse a este vértigo de la política, donde esperaba satisfacer legítimas ambiciones, abandonó usted el bienestar y la paz rústica de su casa manchega; dio usted de lado a sus padres y hermanos, y trocó la tranquilidad obscura y modesta por los afanes ruidosos. Reconozco que sus aspiraciones eran rectas y nobles: servir al país, ilustrarle; aspiraba usted a manifestar en las Cortes sus ideas y el fruto de sus estudios a desempeñar un Ministerio, cosas muy santas y muy buenas... Empezó mi hombre su campaña con entusiasmo y brío, metiéndose en todo, huroneando en el periodismo, cultivando amistades; sin sentirlo se fue metiendo en intrigas de mala ley, porque es la política un terreno movedizo y desigual, y andando por ella, ya se pone el pie en firme, ya se hunde en ciénagas malsanas. Cuando ha querido recordar, ya estaba el hombre metido hasta el cuello. “El Tigre del Maestrazgo”32 Aparece firmado por Galdós con la indicación de que se trata de un «fragmento inédito de La Campaña del Maestrazgo». En él se narra una comida en la que Beltrán de Urdaneta, preso por las tropas carlistas, explica cómo a su entender la legitimidad recae sobre la hija de Fernando VII y explica también cómo él es una persona pacifista y que aceptará lo que haya de venir. No parece que la publicación de este texto tenga una intención política sino, más bien, la de ofrecer una novedad galdosiana y publicitarla entre los lectores de la publicación. LA OBRA DE GALDÓS EN VIDA NUEVA Aunque las menciones al escritor canario son frecuentes, sólo se publicaron cuatro artículos sobre su obra. “Los Episodios Nacionales”33 Se trata de una extensa crítica firmada por Menéndez Pelayo. No había sido escrita de intento para la revista, sino que se trataba de una porción del discurso que el crítico de Santander había leído en febrero de 1897 con motivo de la recepción de Galdós en la Academia. En ninguna parte del texto de la revista se aclara este extremo. El hecho de que Menéndez Pelayo escribiera en Vida Nueva —una revista cuya lectura se había prohibido en 32 Benito Pérez Galdós, “El Tigre del Maestrazgo” en Vida Nueva, número 53, 11 de junio de 1899, sin p. 33 Marcelino Menéndez Pelayo, “Los Episodios Nacionales” en Vida Nueva, número 24, 20 de octubre de 1898, sin p. José Bernardo San Juan 518 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. varias diócesis de España y cuyas ideas eran abiertamente anticlericales— suponía un escándalo para los lectores católicos. Máxime si se tiene en cuenta que en el artículo alababa al canario. En ese mismo discurso —y en una parte que no recoge el texto de Vida Nueva— Menéndez Pelayo había hecho referencia a esa circunstancia: Más de veintitrés años hace (…) tuve la honra de estrechar relaciones de amistad con el fecundísimo y original novelista, cuya entrada en nuestro gremio festeja hoy la Real Academia Española. Desde entonces, a pesar del transcurso del tiempo, que suele enfriar todos los afectos humanos, y a pesar de nuestra pública y notoria discordancia en puntos muy esenciales, y a pesar, en fin, de los muy diversos rumbos que hemos seguido en las tareas literarias, nuestra amistad (…) ha resistido a todos los accidentes que pudieran contrariarla, y ni una sola nube la ha empañado hasta el presente34. El lector católico, que había leído críticas de Menéndez Pelayo a Galdós podía pensar que se había dado un cambio de parecer en el primero. Por eso que este texto apareciera en Vida Nueva levantó polvareda entre los católicos que, de seguro, recordaban las duras palabras que unos años antes habían aparecido en la Historia de los heterodoxos españoles: Hoy, en la novela, el heterodoxo por excelencia, el enemigo implacable y frío del catolicismo, no es ya un miliciano nacional, sino un narrador de altas dotes, aunque las oscurezca el empeño de dar fin transcendental a sus obras. En Pérez Galdós vale mucho más el novelista descriptivo de los Episodios Nacionales, el cantor del heroísmo de Zaragoza y de Gerona, que el infeliz teólogo de Gloria o La familia de León Roch. El interesado aplauso de gacetilleros y ateneístas le ha hecho arrojar por la ventana su reputación literaria (…). Probar que los católicos españoles o son hipócritas o fanáticos, y que para regenerar nuestro sentido moral es preciso hacernos protestantes o judíos, ¡vaya un objetivo poético, noble y elevado! (…). Los católicos vienen a representar en esta obra [Gloria] y en León Roch y sobre todo en Doña Perfecta, el papel de los traidores de melodrama, persiguiendo y atribulando siempre a esos ingenieros sabios, héroes predilectos del autor (…). Amigo soy del Sr. Galdós y le tengo por hombre dulce y honrado; pero no comprendo su ceguedad35. Menéndez Pelayo no leía ni recibía Vida Nueva y, por ello, sólo hasta algún tiempo después —al llevarse alguna reprimenda pública— no escribió a la revista para solicitar que se abstuvieran de hacer inserciones de sus textos. La razón de la publicación de este texto por parte de Vida Nueva es clara: mostrar que alguien tan conservador como Menéndez Pelayo reconoce el genio de Galdós. 34 Marcelino Menéndez Pelayo, Discursos leídos ante la Real Academia Española en la recepción pública del Sr. D. Benito Pérez Galdós, Establecimiento Tipográfico de la Viuda e Hijos de Tello, Madrid, 1897, p. 20. 35 Marcelino Menéndez Pelayo, Historia de los heterodoxos españoles, Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1956, pp. 1171-1172. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 519 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. “Galdós y Mendizábal”36 Rodrigo Soriano firmó «Galdós y Mendizábal», una crítica de Mendizábal, novela de reciente aparición que inauguraba la tercera serie de los Episodios Nacionales. Era una crítica muy extensa y tenía una estructura peculiar. Comenzaba con la descripción de la llegada de Tolstoi a San Petersburgo: Las damas le acariciaban, las jóvenes arrojaban a su paso flores, los hombres le besaban la mano, los niños le tocaban como a reliquia. Y generales, políticos, literatos, artistas, se disputaban al santo, alzábanlo en sus hombros y le llevaban hasta el coche. Con esto Soriano ilustraba cómo los pueblos civilizados sabían honrar a sus literatos. Frente a ese ejemplo estaba el caso de España que despreciaba a los suyos, especialmente a Benito Pérez Galdós: Tenemos en nuestro país un hombre de superior inteligencia, de genial mirada artística a quien no crean ustedes que van a sacar en hombros un día de estos, porque milagro será que no le echen a las murenas o a las melillas o le cuelguen de cada oreja un par de rabiosos perros. Como la situación de la cultura española estaba así, dice la crítica, no había que sorprenderse por el trato que se le había dispensado a Mendizábal. Se encarga entonces de ir desmontando uno a uno los argumentos que las críticas más negativas habían ido esgrimiendo para censurar el libro. Se trata, en términos generales, de argumentos de poca consistencia: Un crítico, que ha confesado públicamente después no haber leído el libro, dícele a Galdós que la novela Mendizábal no tiene interés, porque su protagonista era una especie de empleado digno de alimentarse con la cordilla ministerial, capaz de cambiar de partidos como de camisa y de buscar más comisiones para el extranjero que espigas tiene un trigal. Otro crítico, explica Soriano, se lamenta de que «no se habla de Mendizábal en el libro». Y un tercero se quejaba de lo excesivo del número de volúmenes de los Episodios Nacionales y, por eso, «a este paso Galdós hará el retrato de Sagasta». A esos argumentos se responde con ejemplos de nuestra literatura o de otras literaturas europeas. Hace el crítico una loa a la elección de Mendizábal como protagonista del periodo histórico en que vivió; era, añade Soriano, un personaje querido por las clases altas y por las clases bajas («Menéndez Pelayo es el primero en reconocer la importancia de la figura de Mendizábal»). Si la acción de esta novela «es lánguida» es porque todos los Episodios conforman una unidad: habrá que esperar 36 Rodrigo Soriano, “Galdós y Mendizábal” en Vida Nueva, número 31, 8 de enero de 1899, sin p. José Bernardo San Juan 520 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. a los siguientes para completarlos. “Galdós y Mendizábal” era, pues, un artículo escrito para la defensa del novelista canario y para la denuncia del maltrato que se le dispensaba en la prensa española. “Estafeta Romántica”37 Con el título “Estafeta Romántica. Carta de B. Delbrouck a Teótimo” firmó Benito Delbrouck su crítica dedicada a La Estafeta Romántica, el sexto de los volúmenes que componían la tercera serie de los Episodios Nacionales. El artículo apareció en noviembre de 1899 mientras que la obra de Galdós lo había hecho a finales del verano; se trata, pues, de una crítica de actualidad. El autor deja a las claras su admiración y su opinión de que Galdós es el mejor novelista español de su tiempo. La despedida —«Tuyo, después que de Galdós»— es muy elocuente. El artículo tenía la forma de una carta escrita por Benito Delbrouck a Teótimo y en ella le describe La Estafeta Romántica. La forma es un guiño al libro criticado ya que la obra de Galdós es un epistolario. Teótimo, la persona a quien va dirigida la carta, no es un personaje real. No parece claro si es un nombre más o si se trata de una ironía del autor: lo cierto es que dirigidas a Teótimo hay obras que van desde la voz «Cura de Aldea» del célebre Diccionario Filosófico de Voltaire hasta el Tratado del Amor de Dios de san Francisco de Sales. La carta comienza con el saludo epistolar: «Teótimo Amado». Entonces el escritor de la carta explica que lleva una temporada entregado a la «dulcísima pereza» o, como se sabrá más adelante, al ocio que le ha permitido leer La Estafeta Romántica y, a la vez, abstraerse de la realidad política, a la que se define como mezquina. Aprovecha la referencia política para dar informaciones de actualidad, tal si el escritor estuviera, en una carta real, informando a su receptor de lo que sucede en el propio país: fuera una solemne bobería desasirme de sus amantes brazos para darte los sendos noticiones de que Polavieja ya no es ministro y el marqués de Pidal sigue engolfado en sus latines con tanta fruición, por lo menos, como Villaverde… en lo otro. El autor asegura que no merece la pena utilizar muchos adjetivos encomiásticos para alabar al escritor canario porque esos adjetivos ya se han usado por críticos serviles para tratar a escritores de muy baja calidad literaria. Y Delbrouck no evita escribir los nombres de esos escritores mediocres: «Jackson Veyán, Grilo, cantor de coletas... cortadas, y demás Carullas». 37 Benito Delbrouck, “Estafeta Romántica” en Vida Nueva, número 75, 12 de noviembre de 1899, sin p. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 521 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. A partir de ese momento comienzan propiamente las referencias al libro. Para el crítico todas las cartas son bellísimas y el mayor de sus méritos es que «copian la realidad». El realismo es una técnica «importada» cuyo máximo exponente en España es Galdós. Y entonces Delbrouck se sirve de un ejemplo para caracterizar el realismo galdosiano: para describir el estado del interior de un paciente se puede recurrir a un cirujano o a un médico que se sirva de los rayos X. El cirujano debe abrir al paciente para ver qué tiene dentro mientras que el otro médico no necesita más que una prueba. Galdós utiliza su intuición para conocer, sin necesidad de operaciones, la psicología de sus creaciones. Esta técnica lo que permite es que el lector se identifique con cada uno de los personajes, lo cual le sucede al crítico: Ríes con Pilar, lloras con Fernando, haces votos porque los pimpollos de Valvanera se robustezcan y curen sus alifafes, y, no te burles, amado Teótimo, parécete que algo se te ha pegado de la gallardía y olímpica grandeza del noble aragonés Beltrán de Urdaneta, una de las más deliciosas figuras que han brotado de la fecunda e inspirada pluma de Galdós. A continuación, Delbrouck resume el argumento de La Estafeta Romántica a través de las relaciones que se establecen entre los personajes. El lector que apenas conozca la obra puede sentirse un tanto desorientado. El final de la crítica se dedica a quejarse de lo poco que se compran los libros de Galdós. Aunque el canario era conocido, reconocido y leído por los españoles, Delbrouck expresa la sorprendente lamentación de que «lo leen de gorra». Entonces entona una queja más general donde se sostiene que los escritores en España deben escribir por amor al arte porque ganar dinero es poco menos que imposible. La carta concluye con una recomendación de lectura del libro galdosiano. “Galdós”38 “Galdós” era el título de la crítica más extensa que se publicó en Vida Nueva. Apareció en febrero de 1900 y la firmaba Ángel Guerra, seudónimo del escritor canario José Betancort Cabrera. Betancort había adoptado el nombre de la novela homónima de Galdós, escritor a quien admiraba y a quien le acabó uniendo una amistad que duraría toda la vida. Pertenecía a una familia modesta de Lanzarote. Sus buenas disposiciones le permitieron irse a estudiar a Gran Canaria, donde conoció la obra de su compatriota. 38 Ángel Guerra (seud. de José Betancort Cabrera), “Galdós” en Vida Nueva, número 88, 11 de febrero de 1900, sin p. José Bernardo San Juan 522 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. Se trasladó a Madrid en el verano de 1900. Para él Vida Nueva fue, al igual que para otros tantos autores jóvenes, la oportunidad de darse a conocer. En “Galdós” Guerra pretendía ofrecer un ensayo de interpretación de toda la obra galdosiana. Se trata de un artículo con un estilo complejo, con una estructura sinuosa y plagado de citas y de referencias históricas que exigen un lector culto. En realidad, el autor transmite tres ideas fundamentales. En primer lugar, el texto está traspasado por la convicción de que en arte y en política hay un progreso. Los grandes literatos, según ese convencimiento, son los que se adelantan a su tiempo y los que encuentran la mejor manera de romper con lo anterior. Ese sería uno de los principales méritos de Galdós. En segundo lugar, Guerra traza el año de la revolución de 1868 como el de la renovación literaria obrada por el canario. Para dar fuerza a su argumento describe las cinco tendencias fundamentales que, a su juicio, preponderaban en aquellos años: el «patriarcalismo bíblico» de Antonio Trueba; la literatura de «moñas y cascabeles» de Fernán Caballero; «las narraciones orientales, voluptuosas» de Fernández y González; «los sueños redentoristas» de Ayguals de Izco y del «retrógrado» y «soñador» Alarcón; y la literatura de Pereda «encerrado en los estrechos horizontes, hermosos siempre, de su montaña». El conjunto de esas tendencias, según este crítico, componían una verdadera «literatura completa»; y aunque eran muy heterogéneas entre sí tenían en común la circunstancia de «volar bajo», de ser escritos para la provincia. El resumen, pues, es que Cuando llegó Galdós a la literatura, España se entregaba a una agonía lenta sin salvación; habíanse agotado todas las energías de la raza, degenerada y decadente por el abuso de una política intemperante, de las dictaduras omnímodas de los dioses menores del Olimpo gubernamental; la nacionalidad decaía, vacilaba sin fuerzas que la sostuvieran y la patria amenazaba acabarse, abyecta, corrompida a manos de los plebeyos favoritos de la desventurada Isabel II, reina de los tristes destinos; no había un «carácter» que encarnara el tipo clásico español, ni un héroe que recordara el vigor de la raza ibérica indomable. En tercer lugar, y frente a esto, aparece Galdós que sobrepasa a todos por cuanto es un autor que escribe para todo el mundo, que busca lo eterno en cada cosa de las que escribe. Y todo ello lo consigue, según este crítico, retratando las pasiones de los hombres, sus hechos y sus pensamientos con un estricto sentido de la realidad. Lo que él quiere, escribe Ángel Guerra, es reflejar las cosas tal y como son. Por eso no tiene un estilo determinado más que el que le permite transmitir los sucesos a cada momento. Sin vergüenzas ni censuras previas: «Ningún autor español hay tan osado en la descripción, tampoco tan circunspecto en idealizar lo sensible y sensibilizar lo ideal, ni tan sombrío en el mecanismo de la combinación escénica y en el estilo pictórico y descriptivo». La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 523 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. GALDÓS EN VIDA NUEVA, MAESTRO TRANSGENERACIONAL Una vez que se ha visto que Galdós figuraba como redactor, que colaboró con una cierta profusión y que se le prestó atención en críticas diversas, se puede ahondar en el significado de esta presencia. Y quizá lo que más ayude a entenderlo sea el epistolario intercambiado con Rodrigo Soriano. Las cartas, ya mencionadas por Bush39, muestran a un Soriano empecinado en que el canario enviara textos; en agosto de 1898 (ya habían aparecido dos artículos de Galdós en Vida Nueva) Soriano le escribe para recomendar a un amigo suyo. Al final menciona la revista: «¡Siempre aguardando sus artículos para Vida Nueva! Nos hacen mucha falta. El periódico es (sic) muy, muy bien y no nos abandone»40. Un mes después, en septiembre, Soriano vuelve a pedirle a Galdós que envíe textos a la revista: Si ve Vd. Vida Nueva verá Vd. la campaña valiente que hacemos, pero necesitamos ayuda de todos y más de Vd. ¡Cuánto le agradeceríamos que mandase unas líneas respecto del desembarco de repatriados en Santander! Personas de la nombradía de Vd. son las únicas que pueden mover hoy a este descuajamizado país41. Galdós no envió el artículo solicitado porque no apareció en la revista. Un mes después, en octubre, Soriano vuelve a la carga y le solicita, en esta ocasión la publicación de alguna primicia de Mendizábal, el Episodio Nacional que, en principio, iba a aparecer próximamente: ¿Quiere Vd. autorizarme para publicar en el próximo número de Vida Nueva algún fragmento de Mendizábal? Si, como espero, me autoriza, escríbame a Goya, 15, Madrid, en donde estaré pasado mañana y dígame en qué imprenta se tira42. Galdós sí que respondió a esta carta porque Soriano lo menciona en la siguiente; sabemos que allí le informaba de que se había pospuesto la aparición de Mendizábal. En la respuesta de Soriano —octubre del 98— es posible hacerse una idea cada vez más segura de cómo veía Galdós a Vida Nueva: Le agradezco su carta. Siento que se haya atrasado la aparición de Mendizábal. Espero que cuando llegue el caso nos conceda las primicias o primeurs de la obra. En cuanto a su colaboración en Vida Nueva ya sabe Vd. que puede hacer lo que quiera43. 39 Se citarán los textos de las cartas extraídos del trabajo de Peter Bush. 40 Peter Bush, op. cit., p. 6. 41 Peter Bush, op. cit., p. 7. 42 Peter Bush, op. cit., p. 7. José Bernardo San Juan 524 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. En noviembre ya estaba preparada la edición de Mendizábal y Soriano le solicita a Galdós un adelanto de la novela. El 6 de noviembre se lo recuerda Soriano: Mi querido amigo: Hace unos días me escribió V. ofreciéndome unos trozos de Mendizábal cuando estuviera impreso, y como que en algo se ha de distinguir Vida Nueva de los demás periódicos puesto que a éste pertenece V., le ruego me mande algún trozo para publicarlo en el nº del día 13 del corriente y si no tiene V. dígame en qué imprenta lo están tirando para ir a recogerlo. Mándeme también el anuncio de los Episodios Nacionales para publicarlo en Vida Nueva gratuitamente44. Tras la firma Soriano añade unas palabras muy significativas: «Sr. D. Benito: No deje de contestarnos y memorias de todos»45. Tan seguro estaba Soriano de conseguir su propósito para el número 13 que Vida Nueva informó, en la prensa con ideas afines a la suya, de la publicación en primicia de unas páginas de Mendizábal. En El Nuevo País, por ejemplo, apareció el siguiente anuncio el 12 de noviembre de 1898: Vida Nueva publicará mañana, además del número acostumbrado, una hoja extraordinaria conteniendo las primicias de los libros próximos a aparecer, Mendizábal, de Pérez Galdós y La Barraca, de Blasco Ibáñez, y artículos originales de Eusebio Blasco, Nakens, Menéndez Pelayo, Castelar, Soriano, Zeda, Lluria, Ramón y Cajal, Pío Quinto, un curioso estudio de la usura en Madrid, por Recio de Tirteafuera y sueltos políticos y literarios de gran actualidad e interés46. La citada «hoja extraordinaria» nunca se llegó a publicar: sí que aparecieron, en la entrega ordinaria del 13 de noviembre (el número 23), los artículos que se habían anunciado en El Nuevo País. En ese número, por ejemplo, se podían leer los “Escándalos de Madrid. Las artes de la usura” del Dr. Pedro Recio de Tirteafuera (seudónimo de Dionisio Pérez) o “El Tribunal de las aguas”, un fragmento de la Barraca de Blasco Ibáñez. Pero no había rastro del prometido texto del canario. Aunque las cartas que sirven de clave de interpretación para todas las anteriores son las dos siguientes, que Soriano envió en junio de 1899, es decir, siete meses después de la anterior. Por entonces ya habían aparecido todas las colaboraciones que, con la firma de Galdós, se publicarían en Vida Nueva. El silencio de Galdós tras los desvelos y trabajos de Soriano, le había exasperado y explotó en esta carta: Mi querido Don Benito, ¿Qué es de Vd.? Nada sé desde un año. Le escribí a Vd. varias veces y no me contestó. Hablé de Mendizábal en Vida Nueva y no tuvo a bien escribirme dos letras. Defendimos a Vd. contra los ataques de Burell y de otros bureles y no se dignó Vd. decirnos si le parecía bien o si le parecía mal. Insertamos en Vida Nueva los anuncios de sus libros y tampoco logramos sacarle de su 43 Peter Bush, op. cit., p. 7. 44 Peter Bush, op. cit., p. 8. 45 Peter Bush, op. cit., p. 8. 46 Sin firma, “Publicaciones” en El Nuevo País, número 86, 12 de noviembre de 1898, sin p. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 525 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. mutismo. Lo único que supimos de Vd. fue que se oponía a que publicáramos sus artículos viejos. Yo he pensado muchas veces si la franca y leal amistad que junta con la admiración ferviente que sentía hacia Vd., que mis desinteresadas campañas en pro de sus obras, hechas cuando desmayaban muchos amigos o se ocultaban prudentemente otros, si mi culto hacia la personalidad literaria de Vd. había terminado en injusta frialdad por su parte no por la mía. ¿Tan malo y olvidadizo es el mundo que un año de separación acaba con las amistades al parecer más duraderas? No lo creo así pero mi franqueza me obliga a decir lo que siento. Gracias a nuestros esfuerzos hemos logrado hacer un periódico. Vida Nueva cuenta con poderosos elementos y base firme. Bueno o malo, equivocado o feliz, responde a desinteresadas y generosas ideas y en esto se funda su fuerza. Nadie podía echarnos en la cara cobardía para decir verdades y emprender campañas justas ahora cuando se atormenta en Montjuich a los inocentes y se empapuja de religión y latín a la juventud florida. Díganos qué le parece el periódico y mande a su affmo. 47. Galdós respondió a esta carta con un texto que Bush califica como «tranquilizador». Y Soriano, seguimos en junio del 99, volvió a escribir para sellar la paz con el canario: Mi querido Don Benito: Mucho le agradezco y estimo su carta. La mía era como pretexto para reanudar el interrumpido diálogo con Vd. Lo he conseguido y me basta. Sé lo que cuesta escribir cuatro tomos de la valía de los de Vd. y sé cuán poco cuesta admirarlos para los que tengan el entendimiento de cemento o de cal hidráulica. Dice Vd. muy bien que los dos enemigos de España son los clérigos y los jesuitas amén de dos o tres mil gruesas de frailes. Vd. vive lejos de Madrid hace un año y no puede imaginar el pavoroso desenvolvimiento que ha logrado esa gentuza aquí. Ha llegado pues el momento de que formen a un lado los amigos de la civilización y al otro los brutos y los incultos. Con muchísimo menos motivo se ha hecho en Francia una revolución del 93 de bolsillo. Eso quiere hacer Vida Nueva y eso hace, pese a la gentuza reaccionaria que asoma en todas partes desde El Imparcial dominado por clérigos castrados hasta el Rosario de Aurora de Valencia. Se le mandará Vida Nueva. ¡Yo creía que la recibía Vd.! (…). Es su verdadero amigo y admirador de siempre, Rodrigo Soriano48. El tono de estas cartas nos permite entender el sentido y el alcance de la aparición de la firma de Galdós en Vida Nueva. De su contenido se pueden extraer tres notas: a) Galdós nada sabía de las inserciones en Vida Nueva y no tenía interés en que aparecieran. El resultado de este intercambio epistolar deja claro que, sencillamente, Galdós no leía esa publicación. No la recibía. Si su nombre aparecía en la firma de algunos textos era debido a que se habían recuperado de obras antiguas. Ninguna de las inserciones de Vida Nueva era original. A Galdós no le gustaba esa práctica, pero se mantuvo a lo largo del tiempo porque, hay que insistir, no la conocía. Cuando tuvo noticia de ello solicitó que se dejaran de hacer inclusiones de textos suyos sin su permiso expreso. Puede sorprender este modo de proceder de Vida Nueva pero si se atiende al caso de Menéndez Pelayo, se puede ver que Galdós no fue el único al que le sucedió esto. Menéndez Pelayo aparecía en la nómina de colaboradores de la revista y se publicaron varios textos suyos que, al igual que los de Galdós, eran extractos de obras anteriores. Uno de ellos fue, precisamente, el ya mencionado sobre don Benito. Por el epistolario del autor de Santander 47 Peter Bush, op. cit., p. 9. 48 Peter Bush, op. cit., p. 10. José Bernardo San Juan 526 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. sabemos que él no conocía tales inclusiones y que fueron los lectores católicos los que, al enviarle cartas para quejarse de que escribiera en una revista que había sido condenada por un buen número de obispos, le pusieron sobre aviso. Menéndez Pelayo ni siquiera sabía quién trabajaba en Vida Nueva y escribió a Eusebio Blasco para quejarse de la utilización de su nombre: Mi estimado amigo: (...) me ha molestado la inserción que en el número 1 de este año ha hecho de unos párrafos de un estudio mío, sin advertir de dónde los tomaba y poniéndoles un título sobremanera impropio. Esos párrafos que en el libro en que están nada tienen de particular porque vienen traídos por la materia histórica de que se trata, resultan escandalosos y malsonantes publicados como artículo suelto (...). Yo no puedo tolerar que mis escritos sean mutilados de esta manera, ni que se los haga servir para fines enteramente opuestos a mis ideas (...) ¡Cualquiera podrá pensar que yo he escrito ad hoc esos párrafos para Vida Nueva asociándome a compañeros anticlericales que, entre otras cosas, me parecen anticuados y de mal gusto! 49 En esa carta se refería al artículo “Poesía Sacro-Amatoria” que había aparecido, con la firma del montañés, en el número 30 de la revista (1 de enero de 1899). Pero Blasco llevaba ya meses sin trabajar en Vida Nueva y aprovechó la carta de Menéndez Pelayo para publicarla en El Nacional (el periódico en el que trabajaba en aquel momento) y así organizar un escándalo. Sea como fuere, la queja del montañés sirve para ejemplificar una práctica de la revista, la de publicar textos antiguos de algunos autores sin contar con su permiso. Mientras que en este caso su uso siempre tenía que ver con el carácter clerical del autor (y anticlerical de la revista) en el caso del canario las razones de su inclusión tenían que ver con darle fuste e importancia al escritor. Vida Nueva estaba en campaña a favor de Galdós, por más que este no lo supiera y por más que, aun sabiéndolo, no solo no lo agradeciera, sino que solicitara expresamente que dejaran de usar sus textos sin permiso. b) La aparición del canario en la revista es el resultado del empeño de Rodrigo Soriano. Soriano tenía una relación previa con él y lo admiraba realmente. En su relación se ofrece una doble vertiente, era admiración literaria pero también una admiración interesada, sustanciada en querer tener a bien al escritor de los Episodios Nacionales y, de hecho, en pedirle favores si llegaba el caso. Galdós era un maestro transgeneracional, era de los nuevos y era alguien del que, llegado el caso, se podía esperar ayuda. c) La revista quería tener contento a Galdós. Se erigieron en defensores de su literatura. Los textos publicados tenían el sentido de responder a las críticas hostiles, buscaban dar publicidad a las novedades galdosianas (y dar publicidad en sentido literal porque, como se menciona en alguna de las cartas, aparecieron —sin coste alguno para el escritor— anuncios 49 Marcelino Menéndez Pelayo, “Una carta” en El Nacional, 9 de enero de 1899, sin p. La maestría silenciosa y transgeneracional de Galdós: el ejemplo de Vida Nueva (1989-1900) 527 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. de los lanzamientos galdosianos). La circunstancia de que figurara como redactor tiene ese significado de darle importancia, de ponerlo como un promotor de las libertades en España. Y desde luego que a ello contribuían las inserciones de textos antiguos: se trataba de mostrarle como una persona con ideas avanzadas y, a la vez, como un verdadero patriota. José Bernardo San Juan 528 Arencibia, Yolanda; Gullón, Germán; Galván González, Victoria et al. (eds.) (2018): La hora de Galdós, Cabildo de Gran Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, ISBN: 978-84-8103-888-0. BIBLIOGRAFÍA SIN FIRMA, artículo inicial en Vida Nueva, número 1, 12 de junio de 1898, sin p. SIN FIRMA, “Publicaciones”, El Nuevo País, número 86, 12 de noviembre de 1898, sin p. ÁNGEL GUERRA (seud. de BETANCORT CABRERA, J.), “Galdós”, Vida Nueva, número 88, 11 de febrero de 1900, sin p. AZORÍN (seud. de MARTÍNEZ RUIZ, J.), “Pío Baroja y su última novela: Los compañeros”, Alma Española, 27 de diciembre de 1903, p. 9. 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