Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 4 (2009) 301
ISSN 1698-014X
Utilización del material vegetal en la cubierta de las construcciones tradicionales de El Paso
UTILIZACIÓN DEL MATERIAL VEGETAL EN LA CUBIERTA
DE LAS CONSTRUCCIONES TRADICIONALES DE EL PASO
Carlos Cecilio Rodríguez López
Intentaré explicar en este artículo más que el porqué de la utilización de la
materia vegetal en las techumbres de las construcciones tradicionales de EL Paso,
el como fue aprovechada y utilizada; las diferentes maderas o palos, la forma de
las techumbres, las denominaciones de sus diferentes partes, y las técnicas usa-das
a través de las distintas épocas para construir las mismas.
Si bien hay que hacer una pequeña reseña al por qué. Pues sencillamente,
porque en los montes de El Paso había abundancia de buenas maderas, princi-palmente
y de más antiguo a reciente, el pino joven (como tal), la faya y la tea.
Al referirme al pino joven, hago notar que son aquellos árboles de no más de
10 cm. de diámetro como máximo que se utilizaban como la naturaleza lo daba,
solamente se le eliminaba la corteza (corcho o corcha) y se limpiaba de ramas
y brotes (revientos). A este tipo de pino se le denominaba jibrón. No se perfi-laba
demasiado, a lo sumo, en las zonas de ensamble; he podido constatar que
las edificaciones más antiguas conocidas del municipio usaban este material aún
tosco, no solo en pajeros para el ganado sino también en viviendas. Es impor-tante
reseñar que quizá es la primera evolución o paso del techo de las cabañas
aborígenes a las primitivas casas, ya que en las primeras se usaba el mismo ma-terial
para la estructura de la cubierta.
Conforme fueron pasando los tiempos, las técnicas de construcción de las «ar-maduras
» (así se denominaba a la estructura en El Paso) de los techos se fue
depurando y esto comenzó por el «sacado» de la madera. Ya no se usaban troncos
burdos y delgados, sino que se buscaban árboles más viejos y estos una vez ta-lados
o «tumbados» se serraban o «aserraban» de forma manual para sacar pie-zas
de madera de distinta forma y calibre, según fuera el uso para el que se des-tinasen,
pero esto lo explicaremos un poco más adelante.
Por orden cronológico hay datos que nos confirman que la siguiente madera
a utilizar después de los «jirones de pino» fue la de faya y si nos retrotraemos
en el tiempo hablando con nuestros mayores lo podremos entender. Hace bas-tantes
años, la laurisilva, ecosistema natural de esta planta, (faya) llegaba prác-ticamente
a lo que hoy es el casco del pueblo de El Paso, concretamente al barrio
de Tenerra donde se constató cuela armadura de una de las casas más antiguas
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de la zona hecha de esta madera, fue cortada en el solar en el que se construi-ría
a posteriori dicha casa., y es lógico que nuestros antepasados aprovechasen los
materiales que más a mano tenían. Aunque pueda parecer que éste pueda ser
débil descomponerse con el tiempo, no siempre es así, hay en las antiguas ca-sas
otra razón lógica para la conservación de esas maderas, por ejemplo los abun-dantes
humos producidos por la cocción con leña de los alimentos, así como por
los hachos de tea, vela candiles, y quinqués usados para alumbrarse, que actua-ban
como fungicidas al escaparse estos por las rendijas de los techos (visiblemente
ahumados en la mayoría de estas casas antiguas). Pero, sin duda, con el tiem-
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po la joya de los materiales y la más usada fue la tea, extraída del corazón de
los pinos, o a veces de pinos que por su antigüedad ya son prácticamente tea,
quedando apenas una capa de madera blanca o «cospe».
Retomemos el proceso del «sacado de la madera», este se hacía en un aserra-dero
primitivo de forma manual. Se colocaba el tronco elegido sobre una pared
que fuese mas alta que el tamaño del hombre que se iba a colocar debajo con
los brazos extendidos hacia arriba, en
el otro extremo se colocaba una «bu-rra
» en forma de X, luego se fijaba un
hilo a lo largo del tronco, que servía
de guía para que el corte fuese recto;
una vez hecho esto, se colocaba un
hombre sobre el tronco y otro por de-bajo
y con una sierra de dimensiones
considerable (a veces hasta de 2 m.)
denominada «Trasaña» se comenzaba
la labor de convertir al tronco en las
diferentes piezas de madera para la
«armadura»; si el tronco a trabajar era
de pino y solo se quería usar la tea,
se debía primero proceder a sacar la
madera blanca, o cospe, de ésta se so-lían
hacer tablas que se usaban para
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otros fines o a veces también para el forrado del techo. Es de mencionar nada
se desaprovechaba, incluso lo primero que se sacaba del tronco que tiene forma
de semicírculo es una cara curva que cual corresponde a la parte exterior del
tronco y otra plana que es por donde se ha realizado el primer corte, a esto se
le denominaba «costonera» y era utilizada para hacer el cerramiento de corrales
para los ganados.
Pasemos ahora a describir los diferentes tipos de techos según la forma de sus
armaduras:
«Techos a un agua», los que tienen solo una vertiente por donde drena el
tejado, o sea, una parte más alta que la otra, bien sea la trasera o la delantera.
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«Techos a dos aguas», es decir, que la casa tiene dos vertientes de drenaje,
preferentemente los laterales, estos están formados por dos rectángulos colocados
sobre la casa en posición inclinada, por lo general 45º.
«Techos a tres aguas», estos son los que vierten el agua a tres partes de la casa,
fundamentalmente a los laterales y trasera de la misma, esta formada la arma-dura
por dos trapezoides y un triángulo equilátero colocados los tres en posición
inclinada.
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Por, último, los más complejos, «Techos a cuatro aguas». Estos son los que
vierten a todas las partes de la vivienda. ( aguas que eran recogidas en canales
de madera que se trasegaban a aljibes o tanques para su aprovechamiento) . Sus
cuatro lados estaban formados cuando la casa era rectangular por 2 trapecios lar-gos
y dos triángulos equiláteros. Cuando era cuadrada por d 2 trapecios cortos
y dos triángulos equiláteros.
Este tipo de armadura se compone de varias piezas que se denominan de la
siguiente manera:
Frechal grande, frechal chico, cumbrera, cuadrado, tisera, y espigón. Su dis-tribución
en la armadura puede observarse en la ilustración.
Estas estructuras se caracterizan por estar siempre perfectamente proporciona-das
y esto a su vez se debe a una fór-mula
que los «artesanos carpinteros»
utilizaban y que yo cito de forma tex-tual
como me fue comunicada:
«La mitad del frechal corto se divide
en 6 partes iguales . A una de estas par-tes
la multiplicamos por 2 tendremos el
tamaño de la tisera»
Todas las tiseras son iguales por
muchas que el techo llevase, pero aún
falta un punto muy importante, la in-
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clinación de las tiseras y por ende la de la armadura, esto se consigue utilizan-do
«el cartabón». Como vemos en la ilustración, esta figura geométrica estaba
fabricada en madera y su tamaño, medida y proporciones eran iguales para to-dos
los constructores.
Este «objeto o herramienta» permitía marcar por donde y como se realzarían
los «cortes en las tiseras» los cuales también tenían unas unos nombres caracte-rísticos:
«tiro de la tisera y zanco». Este último servía para cuando la tisera se
colocase sobre los frechales (chico y grande), sirviese de apoyo evitando que por
el peso que iba a soportar se «abriera», es decir, se desplazase hacia los exterio-
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res, y así conseguir una gran fortaleza y estabilidad para el conjunto de la es-tructura.
(Véase ilustración despiece y cortes de la armadura).
Las tiseras se iban reduciendo en tamaño según llegasen a las esquinas hasta
llegar a las últimas que forman una parte esencial de la armadura. Algunos ar-tesanos
las denominan «tiseras
chicas». En este punto es don-de
más se intentaba reforzar la
estructura colocando los cua-drados
y los espigones. (Véase
ilustración esquina de arma-dura).
A las armaduras de los pa-jeros
se les solían colocar so-bre
las tiseras las tablas justas
para apoyar la cubierta final,
la cual principalmente era de
«teja moruna», aunque tam-bién
las hay de « teja france-sa
», (estas últimas son más re-cientes),
pero en las de las
viviendas se solía recubrir en su totalidad con tablas ensambladas o «machim-bradas,
para darle un acabado más estético y a la vez conseguir mejor aislamiento
y protección contra los elementos. (Véase fotografías comparativas).
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Como he explicado a lo largo de este artículo, y observando las imágenes y
gráficos adjuntos, creo que el lector se puede hacer una idea de cómo nuestros
mayores construían las techumbres de nuestras casas mas tradicionales en el pa-sado,
aunque también tenemos que decir que en los últimos años esta forma de
construir se está recuperando en nuevas construcciones que mantienen patrones
tradicionales; esperemos que la iniciativa popular y por que no la pública con-tinúen
en esa línea, ya que así quizá no perdamos un ancestral y bello oficio y
a la vez un bello patrimonio de nuestra tierra.
No podría haber realizado este artículo sin las sabias enseñanzas de los «maes-tros
carpinteros» Epigmenio Gómez Remedios y Jesús Manuel Capote Díaz, vaya
mi mayor respeto y gratitud para ellos. También tengo que agradecer la mag-nífica
participación que ha tenido en este trabajo realizando los dibujos de for-ma
desinteresada el amigo. Luis Manuel Pérez Cabrera.