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Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 473 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma MEMORÍSTICOS Y AMNÉSICOS: IDENTIDAD Y PATRIMONIO CULTURAL EN LA PALMA Carmen Marina Barreto Vargas1 1 Profesora Titular de Antropología Social de La Universidad de La Laguna. Resumen: La identidad es un referente cultural contemporáneo que suscita múlti-ples expectativas. El fenómeno identitario se analiza, desde un punto de vista teórico, a través de dos enfoques contrapuestos, por un lado, el esencialista y, por otro el pro-cesual, desde el cual abordamos la discusión antropológica de la identidad y el patrimo-nio cultural en La Palma. Se propone una identificación y estructuración de elementos ecológicos, económicos y simbólicos que se han ido nutriendo en coyunturas históricas heterogéneas, y que sirven como representa-ciones de fenómenos étnicos conectados con la identidad cultural isleña. Además se expo-ne cómo forman parte del patrimonio, ya que se muestran como marcadores identita-rios eficaces porque actúan manteniendo, perseverando y recuperando selectivamente el imaginario colectivo y las tradiciones. Ahora bien, no todos los pueblos de La Pal-ma comparten los mismos contenidos socio-culturales dentro de la propia isla. A través de su generalización como grupo acentúan su propia diversidad. Es así, que la dialéctica social se establece mediante diferentes pola-ridades que intensifican, genéricamente, la oposición nosotros/ellos. Nos ha interesado ver cómo los palmeros se definen y autoper-ciben frente al resto, cómo son valorados por los de fuera, y cómo simbólicamente expresan su diferencia. Por último, los dile-mas culturales contemporáneos sobre la pér-dida de las identidades debido principal-mente a los procesos de globalización, se plantean como producto del surgimiento y preocupación por el pasado y la memoria histórica, que contrasta con la tendencia a Abstract: The identity is refering a cul-tural contemporary who provokes manifold expectations. The identitario phenomenon is analyzed, from a theoretical point of view, through two opposed approaches, on the one hand, the esencialist and, or another one, the procesual, from which we appro-ached the anthropological discussion of the identity and the cultural heritage in La Pal-ma. On sets out an identification and struc-turing of ecological, economic and symbo-lic elements that have been nourished in heterogenous historical conjunctures, and that serve like representations of connected ethnic phenomena with the island cultural identity. In addition it is exposed how they comprise of the heritage, since they are like identitario markers eficacs because they act maintaining, persevering and recovering se-lectively the imaginary group and the tradi-tions. However, all the towns of La Palma such do not share sociocultural contents within the own island. Through its genera-lization as group accentuates their own di-versity. It is thus, that dialectic the social on settles down by mean of different polarities that intensify, generically, the opposition we/ they. It has interested to see to us how the palmeros are defined and perceived itself the rest as opposed to, how they are valued by those of outside and how symbolically they express its difference. Finally, the contempo-rary cultural dilemmas on the loss of iden-tities due mainty to the globalization pro-cesses, the past consider like product of the sprouting and preoccupation by and the historical memory, that contrasts with the tendency to privilege the future in 474 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas LA ISLA COMO MARCADOR DE IDENTIDAD A lo largo de los últimos años se ha producido un interés discursivo especial en torno a los fenómenos identitarios. La identidad es un concepto que se ha vuelto explosivo y de difícil teorización. Al mismo tiempo se le ha sometido a todo tipo de críticas y revisiones, y hoy más que nunca está presente en un alto número de disci-plinas. Básicamente existen dos tipos de enfoques para poder abordar la problemáti-ca identitaria. Por un lado, un enfoque esencialista, donde se entiende que la identi-dad cultural es algo que se posee y, por otro, un enfoque procesual (discursivo), donde se defiende la identidad cultural como algo que se crea y modela según los cambios que se producen dentro de las sociedades. En este sentido, la identidad cultural es una producción cultural y no, como muchos creen, el resultado último de un desti-no inamovible. El concepto de identidad que defendemos no es, por tanto, esencia-lista sino estratégico y posicional. En el modelo de interpretación esencialista cualquier identidad tiene cierto con-tenido intrínseco y esencial definido por un origen común, una estructura común de experiencia o ambas cosas. La lucha contra las construcciones existentes de una iden-tidad específica adopta la forma de la recusación de las imágenes negativas por me-dio de otras positivas, y del intento de descubrir el contenido “auténtico” y “origi-nal” de la identidad. En lo fundamental, la lucha en torno a las representaciones identitarias se conformaría como una propuesta de identidad plenamente constitui-da, independiente y distintiva. En este sentido, uno de los peligros de la esencializa-ción de las identidades culturales es el de asignar una homogeneidad cultural que impide la manifestación de las diferencias y la diversidad en el seno del propio grupo. El segundo modelo procesual, subraya la imposibilidad de esas identidades plena-mente constituidas, independientes y distintivas. Niega la existencia de identidades auténticas y originarias basadas en un origen y en una experiencia universalmente compartidos. Las identidades son siempre relacionales e incompletas, siempre están en proceso (Grossberg, 1997). Como dice Hall, las identidades están cada vez más privilegiar el futuro en no pocas ocasiones ejemplificada en el progreso turístico, la musealización, la conservación y la gestión del patrimonio. Palabras clave: Identidad, patrimonio, memoria, amnesia, globalización, La Palma. not few occasions exemplified in the tour-ist progress, the musealization, the con-servation and the management of the heri-tage. Key words: Identity, heritage, memory, amnesia, globalization, La Palma. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 475 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma fragmentadas y fracturadas (1997). Este escenario de la contemporaneidad no supo-ne un terremoto cultural. Lo que se está señalando es que las identidades nunca son singulares, son construidas de múltiples maneras a través de discursos, prácticas y posiciones socioculturales diferentes y a menudo contradictorios y antagónicos. Des-de este punto de vista, la identidad cultural, es algo dinámico, siempre inconcluso y cambiante, que se gana y se pierde continuamente, que se coge y se abandona según los contextos históricos, institucionales y sociales. Es preciso, pues, situar los actua-les debates sobre la identidad dentro de procesos históricamente específicos en rela-ción, por ejemplo, con los procesos de globalización, migración y mestizaje. Este último enfoque es el que asumimos para hablar de identidad cultural en la isla de La Palma. En este sentido, cabría hablar de identidades múltiples, de identi-ficaciones y singularidades que representan en mayor o menor medida a los palme-ros, o que ayudarían a contestar no tanto ¿qué es ser palmero?, sino ¿cómo se nos ha representado a lo largo de la historia y cómo atañe esto al modo de entender las tradiciones y de elaborar mecanismos, más o menos simbólicos, para dramatizar esa pretendida identidad cultural? Desde este punto de vista teórico, lo importante de la cultura palmera, lo que realmente es identidad cultural es la manera en cómo la pen-samos. Desde un enfoque etnográfico interesa saber ¿qué elementos forman el ser palmero?; ¿de qué manera La Palma se integra en otras sociedades, como Cuba o Venezuela con quienes ha forjado su pasado?; ¿qué impacto y de qué manera influ-yeron los palmeros en estas sociedades, qué mantienen y qué han transformado de su cultura originaria?; ¿cómo se expresa todo esto simbólicamente? Estas son algunas de las posibilidades que pueden plantearse para el estudio de la identidad sociocul-tural palmera. En cualquier caso, no deberíamos obnubilarnos por aquellas lógicas y discursos identitarios que proclaman un confinamiento cultural y restringen cualquier relación cultural abierta al mestizaje. De hecho, son cada vez más las personas que tienen más de una cultura. Como plantea Maalouf (1999), las identidades se suman no se pier-den. En esta línea argumentativa, Clifford (1992) plantea que todas las personas es-tán en cierta medida permanentemente en tránsito y esto ayuda a las interconexio-nes culturales. En la medida en que esto es así, la pregunta no sería ¿de dónde vienes? sino ¿entre dónde estás?, y precisamente esta sería la pregunta que deberíamos for-mular cuando analizamos la identidad cultural en el actual mundo globalizado. Tradicionalmente los aspectos que han ligado nuestra pertenencia a un grupo, han estado basados en el origen, historia, cultura, experiencia y valores comunes que pro-ceden de un tronco común que se ha transmitido a lo largo de la historia. En el caso canario, y concretamente en La Palma todos estos aspectos inducen a pensar que los palmeros se perciben y los perciben como un grupo étnico diferenciado. Esto permite 476 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas elaborar un repertorio de rasgos distintivos de la cultura popular isleña que intervie-nen, en mayor o menor medida, en la conformación de la identidad étnica palmera. Los palmeros se identifican con una serie de elementos simbólicos relacionados con el mundo aborigen, el paisaje, la madre, el emigrante, las fiestas, la gastronomía o la artesanía, que construyen a través de un proceso selectivo. Estos elementos simbóli-cos se eligen a partir de un conjunto de rasgos, instituciones, actividades económi-cas, acontecimientos históricos y políticos, hábitos alimenticios, creencias y territorio que perciben como propios y diferenciadores. De tal manera que los propios palme-ros, como los foráneos, comparten la idea de que los habitantes de la isla poseen un conjunto de rasgos propios que conforman un universo cultural particular y diferen-ciado. Una vez elegidos, a estos símbolos identificadores se les dota de un carácter idealizado, relegando al olvido aquellos elementos culturales que entran en contradic-ción con ellos. El sentimiento de identidad deriva, pues, de un imaginario colectivo que, a pesar de estar constantemente en un proceso de reelaboración siempre remite a elementos objetivos de la cultura compartida por los palmeros. Existe una tendencia general por parte de los habitantes de otras Comunidades Autónomas a interpretar de manera uniforme los hábitos, costumbres y formas de ser de los canarios en general. Sin embargo, la territorialidad fragmentada y de frontera que caracteriza a la geografía del archipiélago, se impone como un factor básico que pondría en duda, sin muchos problemas, esa pretendida uniformidad. El paisaje in-sular palmero se caracteriza por una disposición en vertical de distintos pisos ecoló-gicos, que van superponiéndose desde el mar hasta la cumbre, cada uno con pecu-liares condiciones de clima, suelo, vegetación y altura. Estos factores marcan diferencias históricas en las prácticas agrícolas tradicionales, los saberes, las estrategias y las prácticas culturales de los campesinos palmeros. La existencia de ecosistemas diferenciados dentro de la propia isla, imprime una consi-derable variabilidad en las formas de adaptación cultural que son notoriamente ma-nifiestas en la historia insular. Podemos ver que existen símbolos más viejos que otros pero todos son referentes locales vinculados a la identidad primigenia, primordial: la tierra. Los ingenios de azúcar, el tabaco, el vino, la cochinilla, la platanera y el turis-mo, son las invasiones económicas que han perfilado a través de un proceso dinámi-co la sociedad palmera. Todos estos elementos han sido ingredientes que se han mezclado para recrear la identidad cultural de la isla. Esta visión tópica del paisaje palmero ha estado orien-tada desde la perspectiva de los productos agrícolas de exportación, restando impor-tancia histórica a la agricultura de subsistencia formada por los denominados culti-vos ordinarios, siempre presentes en la alimentación y definitorios de la cultura de algunos municipios, como el ñame en el noreste de la isla o el pescado en Tazacor- Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 477 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma te. De este modo, la diversidad intrainsular es una característica básica de la identi-dad étnica y cultural de La Palma. Del mismo modo que existen comportamientos, símbolos, categorizaciones o es-tereotipos, que identifican y diferencian a un municipio de otro dentro de la propia isla, también existen ciertos estereotipos que ayudan a definirse como palmero, y a mostrarse fuera de la isla como un grupo homogéneo. Por ejemplo, con la preten-sión de diferenciar a los palmeros del resto de los canarios es muy frecuente que se utilice el término “mafia palmera”, por los habitantes de otras islas, para referirse a los palmeros. Los propios palmeros argumentan que no les gusta sentirse extranjeros en ninguna parte, y que por eso muchas veces tienen que solidarizarse entre ellos y facilitar así su acceso al poder y garantizar una posición económica. Esta solidaridad social, empresarial y comercial es, por otra parte, más frecuente fuera de la isla que dentro de la misma donde impera más el individualismo. Este hecho es señalado como positivo por los propios palmeros y negativo por los de fuera, que los perciben como una fuerza organizadora de sentimientos de pertenencia que contribuye a su identi-ficación como grupo, a aumentar su prestigio cultural y su importancia económica, y a controlar y compartir cierto tipo de información cognitiva y simbólica que los diferencia de “los otros” que no son palmeros. La zona tradicionalmente más urbana de la isla, la ciudad o capital, aporta la li-bertad económica, de expresión, la democracia, el arte de sus iglesias y edificios, los trabajos de platería, etc., es decir, un espacio idóneo no sólo para la expresión polí-tica, comercial y financiera, sino un espacio real donde estas ideas surten efectos reales. El expansionismo europeo, el liberalismo, la Ilustración, las logias masónicas o la emigración han contribuido a perfilar una paradoja, típicamente palmera, donde sub-sisten y se mezclan su espíritu universal, cosmopolita, heredado de un pasado donde han tenido que surcar los mares y un arraigado celo al terruño. En este sentido, cabe decir que la idea de lejanía o proximidad es una construcción cultural, que muchas veces desautoriza a la geografía. Como se expuso en otra ocasión (Barreto, 2002), un palmero puede estar en La Palma y sentirse reflejado y prolongado en Cuba pero, a la vez, cruzar el Túnel de La Cumbre supone para muchos toda una odisea. Su mapa cognitivo configura las distancias no a través de los kilómetros, sino a través de ex-periencias inmediatas que remiten y son interpretadas desde vivencias pasadas median-te el recuerdo. La apertura de este túnel en 1970 supuso profundos cambios estructurales en las comunicaciones este-oeste dentro de la isla, en el entorno ecológico y en los proce-sos productivos. Pero también ha funcionado como un marcador de la memoria co-lectiva. Podemos entender esta construcción como un límite, una frontera que favo-rece la dinamización del análisis cultural dentro de la isla. Muchos vecinos de un lado 478 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas y de otro del túnel narran hechos tal y como se narran las fronteras, es decir, como una especie de empalizada que permite distinguir entre los miembros de un munici-pio y los de otro, pero a la vez también hace posible la producción y el crecimiento socioeconómico de ambos lados de la frontera simbólica. La apertura de las comu-nicaciones entre las dos partes y, por lo tanto, la consolidación de la red viaria, es narrada como un largo y penoso intento de combatir el aislamiento de La Cumbre. El túnel supuso un paulatino acercamiento “al mundo”. La escasez e incluso el hambre son recordadas como la resistencia a la adversidad y a las pocas posibilidades de pro-greso que tanto ecológicamente, económica como culturalmente suponía la barrera orográfica. Muchos de “los cuentos” de los más ancianos giran en torno a historias y versos con un carrying escénico en el que se conjugan al mismo tiempo las adver-sidades, las posibilidades de supervivencia, la aventura, el riesgo y los misterios y le-yendas del monte. Todas estas narraciones permiten mantener una relación con el pasado. Un pasa-do que se recorre como si fuera una evocación más o menos fantástica, coloreada por la nostalgia hacia las condiciones que marcaron las raíces culturales. A la vez que con estas narraciones se reconstruye el pasado también se van creando ciertos prejuicios sobre el presente y el futuro. En este sentido, la ampliación del espacio que supuso el túnel implica, al mismo tiempo, asumir de nuevo el pasado, porque los palmeros ven que rápidamente todo va cambiando con la llegada de los turistas, del “ajeno”. Se empiezan a plantear preguntas sobre las costumbres y tradiciones que se van per-diendo, sobre los problemas de desintegración y desigualdad, etc. En este sentido, el pasado y más concretamente la nostalgia del pasado se usa para rellenar de conteni-do el presente. Así, el túnel entendido como frontera cultural y económica y parte de la memoria colectiva, es instrumentalizado en las narraciones sobre los pueblos palmeros como la gran hazaña por la supervivencia de la colectividad. Precisamente, debido a la multiplicidad cultural recibida y la configuración pro-pia insular, los palmeros tienen dificultad para percibirse a sí mismos a partir de sím-bolos culturales generales que pudieran identificar globalmente a los canarios. Es más, la identidad palmera está más articulada en base a las diferencias entre municipios que a las semejanzas insulares. La existencia de rivalidades tradicionales entre ciudad-banda (Valle de Aridane) o ciudad-pueblo, son un ejemplo de los antagonismos presentes en la isla. Una manera de narrar estos conflictos desde una perspectiva simbólica es la afición dieciochesca canaria de las riñas de gallos. El gallo es una imagen animal que metaforiza el dominio territorial, la virilidad y el poder masculino. Una variante tradicional de la contraposición espacial dentro-afuera; arriba-abajo; ciudad-banda, se simboliza con los gallos. Espacialmente, Santa Cruz de La Palma estuvo marcada por el barranco de Do- Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 479 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma lores que dividía en dos zonas la capital hasta las primeras décadas del siglo XX, un lado y otro se unía con tres puentes a diferentes alturas del recorrido. En la actuali-dad el barranco es una calle que se reconoce con el nombre de El Puente. Primero los puentes sobre el barranco y después la calle ha servido de frontera simbólica para dividir en dos zonas la ciudad, permitiendo así una rivalidad que refuerza la identi-dad de “los de arriba” frente a “los de abajo”. Estos antagonismos entre las dos zo-nas se expresan y representan mediante el emplazamiento geográfico de las sedes so-ciales de dos equipos deportivos, en este caso, el club de fútbol Tenisca en la zona de “arriba” y el club de fútbol Mensajero en la zona de “abajo, por la proximidad a instituciones religiosas como el convento franciscano ubicado en la zona de “arriba” que da nombre a sus vecinos a diferencia de los de “abajo” que son reconocidos como los dominicos, a través de cofradías y hermandades religiosas como la cofradía del Señor de la Piedra Fría y la del Santo Sepulcro veneradas “arriba” y “abajo” respecti-vamente, en las tertulias que se organizaban en la farmacia de “arriba” o del Puente con los conservadores y la de “abajo”, en la actualidad de Belloso, con los liberales, o con galleras como fueron hasta 1957 el “Partido de Arriba” y el “Partido de Aba-jo”, en la actualidad la “Gallera Guerra” y la “Nueva Gallera”. Estos “piques” se han resuelto momentáneamente en algunas ocasiones como cuando los dos “Partidos” se unieron en 1913, 1914 y 1936 formando uno sólo denominado “Partido de Santa Cruz de La Palma”, para competir y enfrentarse con el “Partido de Los Llanos-Taza-corte”. En estos casos se olvidaron las diferencias en la ciudad porque había que ga-nar a los de “la banda”. Tales antagonismos se deben fundamentalmente a intereses diferentes tanto desde el punto de vista ecológico, económico, social, político como ideológico de los diferentes grupos sociales en conflicto. El recurso a la naturaleza, es decir, a la toponimia, flora, fauna, geografía, espa-cios naturales, etc. es uno de los mecanismos más potente en el desarrollo de la in-sularidad como generador de conciencia étnica, desde la última década del siglo XX. Y a ello ha contribuido, sin duda, la declaración de La Palma como Reserva de la Biosfera que ha permitido que el cielo palmero sea un recurso natural a proteger, y el reconocimiento científico internacional del Observatorio Astrofísico del Roque de Los Muchachos. Estos acontecimientos, permiten a los palmeros sentirse en muchos sentidos únicos además de ayudarles a construir su propia receta identitaria, donde cultura y naturaleza se entremezclan. Pero, probablemente sea la Caldera de Taburiente una imagen natural unificadora de las diferencias intrainsulares. Ubicada en el cen-tro- norte de la isla y declarada Parque Nacional en 1954, se convierte en la colum-na vertebral de todo el paisaje palmero simbolizando casi inevitablemente su identi-dad medular. La Palma es un paisaje fabricado por sus habitantes y tan cambiante como nom- 480 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas bres tiene la isla: “la isla púrpura”, “la isla del azúcar”, “la isla verde”, “la isla cora-zón”, “la isla bonita” y “la isla de las estrellas”. No son nombres casuales, están to-mados de la experiencia, son el retrato de una adaptación inteligente al ecosistema. Una de las maneras, pues, más recurrentes para definir a los palmeros y visualizar la isla es evocar el paisaje. Dentro de estos discursos de convergencias y divergencias identitarios no oculta-mos que la realidad sociocultural no satisface ni conviene por igual a todos los sec-tores sociales, por una razón primordial: las identidades emergen del juego de mo-dalidades específicas y, por ello, son más un producto de la marcación de las diferencias y la exclusión más que un signo de una identidad única idéntica y natu-ralmente constituida. Precisamente por este motivo, la naturaleza endémica palmera permite articular discursos identitarios fabricados por distintos grupos sociales donde el pasado y el futuro confluyen. Por un lado, las especies naturales que son símbolos vivos como la graja, el perro garafiano, la rabiche, la turqué, el pinzón, los dragos, las palmeras o el agua, se desarrollan en su medio y deben de ser cuidadosamente protegidos por-que nos anclan a un pasado ancestral vinculado a la tierra. Y, por otro lado, estos símbolos naturales, con un fuerte componente territorial, sirven para cuestionar el presente y el futuro de la identificación población-territorio. Los espacios edificados y construidos a partir del desarrollo económico, la aparición del turismo y el aban-dono progresivo de los cultivos, están permitiendo que los viejos símbolos se reela-boren críticamente como nuevos referentes isleños vinculados a la identidad primi-genia con la tierra. Si miramos su situación geoestratégica, si observamos como está sometida a las convulsiones atlánticas y europeas, como está expuesta a una política comunitaria con unas perspectivas de mercado difíciles para sus productos, cabría preguntarse ¿cuál será la nueva invasión, la nueva alternativa ante la globalización?, ¿cuál será el nuevo paisaje que ha de fabricarse? Además del espacio insular como marcador de identidad, el tiempo también es producto de una dinámica propia de la sociedad palmera. El tiempo social se estruc-tura en La Palma en lustros desde que en 1680 fuera instituida la Bajada de la vir-gen de Las Nieves. La celebración de esta fiesta cada cinco años expresa la manera de regular colectivamente la intensidad y distensión de la vida social palmera. Esta división temporal es una práctica social configuradora de identidad. La Bajada de la virgen de Las Nieves tiene un enorme poder para crear un mar-co y una identidad dentro de los cuales reorganizar el tiempo y la memoria. Se trata de un ritual festivo que proporciona la sensación de dominio de un espacio y un pasado. El pasado y el presente se vinculan a través de esta fiesta. Es una ocasión privilegiada para que las familias se reúnan, los emigrantes visiten la isla, se realicen Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 481 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma infraestructuras o acuerdos comerciales. Estas fiestas se configuran como las más so-lemnes en la isla de La Palma, y permiten una interacción social entre las activida-des y rituales que se llevan a cabo. Genera una comunicación dentro de la comuni-dad muy pocas veces alcanzada fuera de este ambiente festivo. Todo ello tiene lugar tanto dentro del ámbito familiar, vecinal e insular. La Bajada es un ritual eminente-mente popular en el que se entremezclan elementos religiosos y profanos perfectamen-te sincronizados. A pesar de que participan todos los palmeros, la Bajada de las Nie-ves adquiere un carácter urbano y aristocrático muy marcado. Esta devoción a la virgen de Las Nieves, que a lo largo de los siglos ha sido ob-jeto de culto y peregrinación, no debe ser considerada como una simple manifesta-ción antigua o anacrónica tradición religiosa, sino como una expresión actual de bas-tantes sectores de la población de la isla a situaciones socioeconómicas que se perciben como fuera de su propio control y para las que se demanda la intersección de la vir-gen. Esta configuración sociocultural permite analizar la Bajada de la virgen de las Nieves, como un diacrítico central de los palmeros, por encima de su condición de creyentes o no. El papel sagrado de protección que se le asigna a la virgen es trasladado tradicio-nalmente a las mujeres palmeras en el ámbito profano. El papel dominante de la mujer en la vida familiar es uno de sus rasgos más definitorios de las palmeras. Sin duda, la emigración que ha sufrido la isla, es un factor primordial a tener en cuenta para entender el vigor y la fortaleza de la mujer. El marido se marchaba, a Cuba o a Venezuela, en busca de un trabajo que le proporcionara una situación económica más sosegada. En este momento, la mujer asume el papel de madre-padre. Ella es la que se queda al cuidado de la casa y trabaja en ella. Dirige moralmente a sus hijos y los sustenta. Cuando el marido no regresaba a la casa, se decía que: “se había descuida-do”, «se había olvidado» o que “una mulata lo había enredado”. En estas situaciones, la mujer representaba el papel de viuda. Aún más, el vigor, la fuerza y la seguridad en ella se hacían sus aliados. El padre sólo era recordado porque sus hijos seguían llevando «su nombrete». No en vano, la escasez relativa de hombres hasta bien entrado el siglo XX consti-tuye uno de los rasgos característicos de la demografía palmera. Esta falta de hom-bres, debido a la emigración hacia Cuba, provocó un alto grado de soltería femeni-na. Dentro de este contexto, la mujer es quien produce y distribuye el poder, los valores y las creencias. Este fenómeno modificó el número de hijos por familias, viéndose gravemente disminuido. No obstante a las mujeres les beneficiaba seguir teniendo hijos: “El cam-pesino considera como la inversión más rentable a los hijos, al contrario de la socie-dad actual para la que los hijos suponen un elevado coste. He conocido casos de 482 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas campesinas solteras que al perder las esperanzas de casarse, conseguían tener un hijo, sin que nadie supiese con quien había tenido la relación necesaria, pues su compor-tamiento no suscitó sospecha. Lo único es que tomó la decisión de elegir entre el rechazo social y un seguro de vejez” (Afonso, 1984:143). Este desequilibrio desapareció durante los años cuarenta. En este momento, el flujo de emigrantes cambia sus preferencias y eligen Venezuela como destino. Muchas fa-milias emigran conjuntamente y regresan antiguos emigrantes. Sin embargo, las es-tructuras culturales que favorecían el papel predominante de la mujer palmera, ya se habían quedado inscritas y apegadas a la herencia cultural. Tanto el sistema de valores como el sistema clasificatorio del linaje y los parien-tes en Canarias y, particularmente en La Palma está estrechamente vinculado a la influencia que los portugueses ejercieron durante los siglos XVI y XVII (Collier-Bois-vert, 1968). En este sentido, es frecuente observar como existe una tendencia a de-signar a los hijos/as, en las zonas rurales de La Palma, por relación de filiación de la madre. Son sobre todo los hijos varones quienes mantienen una estrecha relación materna. El canario en general, y particularmente en la isla de La Palma, se ha ca-racterizado como “muy madrero”. Esta dependencia del hijo respecto a la madre, que se expresa en el cancionero popular canario, se prolonga con un fuerte tratamiento maternal durante la soltería del hijo, generando una verdadera sobreprotección por parte de la madre. Históricamente, encontramos continuas referencias a esta personalidad animosa y valiente de la mujer palmera. Según las crónicas y la tradición histórica insular, la mujer era físicamente corpulenta y anímicamente belicosa. Abreu Galindo (1977) dedica el capítulo V de su Libro III a indagar de dónde le venían a los hombres de la isla la fama de pusilánimes. Llega a la conclusión que se trata de una estimación comparativa: se debe al ánimo esforzado de las mujeres que acreditan su belicosidad, tanto de modo genérico, «porque hacían a ellas cabezas de gobierno de la guerra», como en algunos episodios particulares, protagonizados por bravas mujeres palmeras, recogidos en las crónicas. Dentro de Canarias, sólo en la Palma las mujeres combaten, luchan y se defienden. En sus luchas o «emergencias» como dice Torriani, (1978) «iban ellas en adelante y peleaban virilmente con piedras y con varas largas». Por su parte, Viera y Clavijo (1950), nos narra como después de la conquista exis-tía en Fuencaliente, la familia Mata-Moros, descendientes de una mujer muy varo-nil, cuyo apelativo les provenía del siguiente suceso: «entrando los moros en aquel paraje, durante la incursión de Xavan Arraez en 1593, dicha fémina se puso detrás de la puerta en su morada y con una especie de chuzo fue eliminando a cuantos in-fieles invadieron su casa» (Tomo I:610). Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 483 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma De cualquier forma, las personalidades de ambos sexos son creados socialmente. Y son las propias redes sociales a través de las cuales la mujer palmera perfila su exis-tencia. Estas redes sociales, se manifiestan en el análisis de sus actividades. En primer lugar, mediante el parentesco y el matrimonio se inserta en la institu-ción familiar. En segundo lugar, las relaciones de trabajo y ocio establecen sus vín-culos más allá del grupo doméstico. Las interrelaciones de estos dos ámbitos (domés-tico y público), permiten que la unidad doméstica se desarrolle. Este desarrollo se lleva a cabo sobre modelos y normas sociales que son aplicables a todas las unidades do-mésticas desde el exterior de cada una de ellas. La mujer es la encargada, desde la unidad doméstica, de transmitir las normas y valores que determinan la estructura social de la isla. Se considera que una «buena mujer» tiene que inculcar a sus hijos el amor por la familia; y, enseñarles que lo más importante es no perder la honra y conservar el prestigio. La mujer palmera se definiría, pues, en relación con el resto de la sociedad de la que forma parte: «Primero hay que defender a la familia pá que te respeten en la calle. La mujer tiene que portarse honradamente... Salir con las amigas de paseo, a misa; pero no eso de que te vean todos los días en la plaza. Y también es importan-te no meterte en critiqueos y chismes...que son aquí tan abundantes. Aquí de nada te achacan de frescona y mala mujer. Lo mejor es ser trabajadora y sacar a tus hijos pálante». La mujer proyecta en sus hijos la idea de que una buena madre es la que trabaja, limpia y es buena con el resto de los vecinos. Toda mujer debe de ser fuerte, paciente y dulce. De hecho, la imagen que se construye y se exporta de la mujer palmera se concreta en una frase conocida y reconocida dentro y fuera de la isla: “la mujer pal-mera es dulce como la melaza y fuerte como un volcán”. Por su parte, «los hombres de la casa» deben de caracterizarse por su hombría y honestidad. Su principal labor es la protección de la familia. La relación de paterni-dad requiere, pues, la capacidad de alimentación, guía y control. Para desempeñar éstas funciones se necesita el uso de la autoridad que desempeña el padre. Los deberes y obligaciones tienen que estar bien definidas en las relaciones de pa-rentesco, para no crear alguna conflictividad que pueda llevar al resquebrajamien-to de la estructura y unidad familiar. La mujer palmera constituye, como hemos podido observar, un factor sumamen-te significativo en el proceso social isleño. A través de su grupo doméstico configura y determina las manifestaciones sociales de sus miembros. La mujer influye decisiva- 484 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas mente en su unidad doméstica y, a su vez, ésta es influida por la sociedad, a través de secuencias repetidas de interacción. La incorporación progresiva de la mujer en el marco laboral, es el cambio más importante que ha sufrido la mujer palmera. Aún con todas sus contradicciones, el hecho de tener un marco más amplio de relacio-nes, una participación en el ámbito público y un salario propio, está permitiendo que la mujer establezca un campo de actividades y decisiones autónomas, no sólo dentro del espacio doméstico, sino también en la esfera pública. Esta tendencia, sin duda, se refleja también en una asunción de nuevos valores constatables en las formas de comportamiento. A pesar de la desaparición de tradiciones, rituales, prácticas socia-les en torno a la mujer (Bethencourt Alfonso, 1985) o los flujos migratorios, el alto componente social de la madre en La Palma garantiza todavía hoy una matrifocali-dad muy marcada. En este sentido, las funciones de toda la unidad doméstica se articulan en torno a dos objetivos distintos. Uno es interno: la protección psico-social de sus miembros; el otro es externo: la acomodación a una cultura y la transmisión de esa misma cul-tura. Ambos objetivos tienen su función orientada al papel catalizador de la mujer en la sociedad isleña. El proceso, pues, de construcción social de la identidad palmera está hecha de movimientos, viajes, idas y venidas, desplazamientos y una abigarrada mezcla de ex-periencias culturales, fortalecidas y limitadas, en cada caso, por las circunstancias his-tóricas, culturales, económicas y políticas de distintas épocas. Las influencias hispa-no- árabes, andaluzas-castellanas, portuguesas, flamencas, francesas, inglesas y americanas, junto con el sustrato cultural aborigen han dejado una “marca” sociocul-tural que define a los palmeros. De este cruce de concepciones, estereotipos y mira-das surge la necesidad de la idea identitaria. Podría pensarse que la “cultura auténtica” está o debería estar circunscrita a un lugar cerrado, ajeno a alguna posibilidad de contacto y, sin embargo, vemos como La Palma se ha ido construyendo a través de un proceso caracterizado por las influen-cias y transferencias provenientes de otros muchos lugares desde su conquista. Es por esto, que no intentamos realizar un análisis donde se ofrezca una búsque-da de tradiciones puras y de claras diferencias culturales, cuestión ésta que, por otro lado, sería errónea tanto académica como metodológicamente. Lo que se propone es una identificación y estructuración de elementos ecológicos, demográficos, económi-cos y simbólicos que se han nutrido en coyunturas históricas hetereogéneas, y que sirven como representaciones de fenómenos étnicos conectados a la identidad cultu-ral isleña. Las relaciones sociales, las estrategias simbólicas y la cultura tradicional palmera pueden entenderse como mecanismos identitarios eficaces porque actúan manteniendo, perseverando y recuperando selectivamente las tradiciones. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 485 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma TRADICIÓN Y MODERNIDAD Como muy bien analiza Huyseen (2002), en la actualidad nos movemos dentro de una paradoja que muestra, por un lado, el interés y el éxito de todas aquellas manifestaciones que reivindican el pasado y, por otro, las declaraciones que consta-tan la pérdida del sentido de la historia, la precariedad de la memoria y la amnesia generalizada de una sociedad entregada al consumo salvaje. El boom de la memoria se hace visible en toda la sociedad al intentar rememorar y recordar el pasado. Los memorísticos revalorizan la moda vitange, lo retro, todo aquello que tiene “sabor” y apariencia antigua, presentan leyes como la realizada por el Gobierno español denominada ley de recuperación de la memoria histórica que permite hablar del pasado más reciente de España, es decir, de la Guerra Civil y de la dictadura, incluso hablan de épocas pasadas y recuperan gráfica, musical y biblio-gráficamente el pasado en todos los medios de comunicación. Esta ideología que in-tenta ennoblecer el pasado coloca, a su vez, a los promotores de la amnesia en una situación incómoda. Si este fenómeno lo focalizamos al ámbito de La Palma podemos observar como, por ejemplo, en la última década han crecido y se han expandido los museos (Mu-seo del Vino en Las Manchas, Museo del Bordado en Mazo). No sólo la iniciativa pública sino también a nivel privado se restauran viejas casas que representan la ti-pología de la arquitectura tradicional rural y urbana de la isla. Asimismo, se colocan estratégicamente en espacios públicos monumentos que recuerdan actividades pasa-das como la de la Aguadora en Las Nieves o el Enano en la Plaza de La Alame-da que nos habla de las pervivencias festivas, además es frecuente oír desde distintos sectores sociales que la globalización terminará por reducir a cenizas la identidad local. El recurso al pasado es una característica esencial en el proceso de identidad donde se reivindica la memoria. La descendencia común, el origen común o la herencia cultural común forma parte constitutiva de la identidad. A menudo, no es necesario que dicha herencia común sea demostrable, sino que basta la existencia de una creen-cia en la misma. Los benahoaritas representan, en La Palma, el hilo umbilical con el pasado aborigen. Es la raíz cultural heredada que se trata difundir y transmitir con exposiciones de la cultura material y espiritual de los aborígenes. Esta reivindicación de la pervivencia racial, las costumbres o la forma de ser de los benahoaritas (nobles, valientes, aguerridos, solidarios), se han formulado científica, literaria, artística y po-líticamente, de una forma no siempre acertadas y rigurosas, pero, en cualquier caso, enfatizan ese elemento del pasado original y primario de la identidad palmera. 486 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas En la mente popular también subsisten otros elementos históricos como la alimen-tación. En esta ocasión destacamos el azúcar como un alimento básico que identifi-ca a los palmeros. Los primeros ingenios azucareros se instalan en el Valle de Arida-ne y en San Andrés y Sauces en el siglo XVI y fueron importantes hasta principios del siglo XVII. Se exportaba azúcar, miel y vino de malvasía, y desde entonces ha estado presente en la vida cotidiana y en las celebraciones isleñas. La actual reposte-ría palmera reproduce el gusto por lo dulce como un marcador de identidad. Sopas de miel, rapaduras, marquesotes, almendrados, bienmesabe, queso de leche, pan de leche, príncipe Alberto, quesillos, flanes, mermeladas y licores son parte de las comidas festivas y rituales “folclorizadas” por los locales, favoreciendo así su patrimonialización y la compra y consumo por parte de los turistas y extranjeros. El azúcar ha servido como metáfora para definir a los palmeros como dulces, tran-quilos, y melancólicos. Esta representación se ve reforzada con el acento que diferencia al palmero del resto de los canarios. Esta imagen de sensualidad y el extremo placer por lo dulce se asocia en la actualidad a sentimientos contrapuestos, ya que en nuestra cultura cualquier placer en exceso se considera un vicio y concretamente el azúcar expresa simbólicamente el peligro, el pecado y una plaga que hay que combatir. Fernando Ortiz, analizando el caso cubano dice que el contraste entre el tabaco y el azúcar se da desde que ambos se juntan en la mente de los descubridores de Cuba. Cuando, a comienzos del siglo XVI, ocurrió la conquista del país por los cas-tellanos que trajeron al Nuevo Mundo la civilización europea, ya la mente de estos invasores era impresionada fuertemente por dos yerbas gigantes. A la una, los mer-caderes venidos del otro lado del océano la contaban ya entre las más fuertes tenta-ciones de su codicia; a la otra, ellos la tuvieron como el más sorprendente hallazgo del descubrimiento y como peligrosa tentación de los diablos, quienes por tan inau-dita yerba les excitaban sus sentidos como un nuevo alcohol, su inteligencia como un nuevo misterio y su voluntad como un nuevo pecado (1991:2). Si contraponemos, pues, el azúcar a otro recurso identitario palmero como es el tabaco se produce una interesante paradoja metafórica. El tabaco palmero es un pro-ducto excelente reconocido internacionalmente, distinguido, identifica a través de la vitola, impone, es arrogante, se saborea, se huele, se palpa, se mira, es tóxico, es masculino. El azúcar se traga, es humilde, aporta nutrientes, no individualiza como el tabaco sino que más bien unifica, es femenino. Estos productos modificaron los cultivos, las dietas y las prácticas económicas y comerciales. Facilitaron las relaciones de intercambio entre Cuba y La Palma como protagonista de la emigración en el pasado. El mundo de la artesanía también encarna los modelos ideales del pasado. La mayoría de los palmeros se adhiere a la corriente romántica de la modernidad al con- Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 487 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma ceder bastante legitimidad y valor a la alfarería en la medida en que pueden ver en ella una prolongación del mundo aborigen. Alfares como el de Mazo reproducen la cerámica tradicional de la isla, confeccionada sin torno y orientada al utillaje domés-tico y rituales sagrados. La forma semiesférica de las piezas, su color negro y su de-coración a base de una secuenciación estratificada de incisiones en bandas acanala-das mediante el empleo de punzones, peines y espátulas que ocupan toda las vasijas excepto el fondo las diferencian del resto del archipiélago. Estos son sólo algunos ejemplos que reflejan la ubicuidad y complejidad de la “fie-bre de memoria” que padece nuestra sociedad. Al otro extremo se colocan los que defienden diferentes formas de amnesia, mu-chas veces atribuidas al desarrollo del mercado y de los medios de comunicación. En estos discursos, la mirada romántica que caracterizaba desde el siglo XVII los análi-sis antropológicos sobre la memoria, intentando buscar, recuperar y preservar lo con-siderado como histórico y tradicional, es desplazada por la Ilustración legitimando la destrucción del pasado por considerarlo como un lastre que impedía ver el futu-ro. La cultura y la razón moderna abogan por las vanguardias, por la invención y el progreso. La fragmentación del mundo globalizado, argumentan los amnésicos, convierte en una quimera la representación de la identidad como una totalidad armónica, sin di-sonancias y con unas tradiciones aseguradas y fosilizadas. No tiene sentido recordar ni retratarse como un nostálgico con el pasado. El pasado deja así de formar parte de la memoria y se convierte en un ingrediente del pastiche que nos permite mezclar, sin ningún tipo de mala conciencia, hechos, sensibilidades, estéticas y estilos. Proli-feran edificios inspirados en estilos arquitectónicos clásicos, viejas casas se llenan de nuevas tecnologías, se fusionan distintos estilos de músicas como en el caso del em-blemático grupo Taburiente, ejemplo claro de que las hibridaciones son fecundas fren-te a la resistencia de los puristas a cualquier innovación, se reproducen piezas de ar-tesanía que han perdido toda su funcionalidad, grabamos un Enano o pinturas y grabados rupestres en piezas de oro que sirven para la ornamentación corporal, etc. En realidad, no es que se desprecie el pasado per se sino que se mezcla con lo que es pretendidamente nuevo, diferente y moderno. La globalización, los procesos migratorios, la interculturalidad y el mestizaje nos obligan a reelaborar nuestra identidad en la mixtura o hibridez cultural. Pese a las abundantes discusiones sobre el peligro que corren las identidades culturales formu-ladas por los memorísticos, los amnésicos proclaman la necesidad de entender las identidades como algo cambiante que se enriquece con aportaciones culturales dife-rentes. La memoria sería un proceso abierto a la reinterpretación del pasado, una memoria insatisfecha con la petrificación nostálgica del pasado. Los memorísticos no 488 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas quieren ceder su pasado a “los otros”, los amnésicos quieren compartirlos y transfor-marlos, mezclarlos con los de “los otros”, fusionarse, ser eclécticos. Vamos a centrarnos rápidamente en tres ejemplos que nos ayudarán a entender esta amnesia centrada en los mercados, los medios de comunicación y en una situación cotidiana. En los últimos cincuenta años se fabrican en nuestra sociedad objetos que cada vez duran menos, su caducidad es planificada para durar poco y ser desechables. El usar y tirar se ha convertido en un slogan de modernidad en la que el presente se erige como pilar fundamental, frente al pasado en el que se acumulaban los objetos. Esta misma amnesia se ve reforzada por los medios de comunicación. En un do-ble juego, recordemos que en la ideología de los memorísticos cumplían con el pa-pel de recordatorios, ahora se nos muestran como auténticas “máquinas de producir el presente”. Muestran la instantaneidad como si fuera una fotografía desenfocada, fuera de los marcos espaciales, en continuo movimiento. Lo que es noticia hoy deja de serlo mañana. Se trata de un presente comprimido donde se pretende poner en circulación el máximo de información posible en el mínimo espacio posible, impi-diendo reflexionar sobre algo más de lo que se nos muestra porque ni nuestra psi-que ni nuestros sentidos están diseñados para afrontar la sobrecarga de información que se nos ofrece ni la velocidad que las tecnología nos imponen. Y, por último, esta patología amnésica que se supone provoca la globalización, sí que produce identidades múltiples y fugaces que no provocan la desaparición de las diferencias sino, paradójicamente, nuevas diferenciaciones. Esta idea puede ser expre-sada parafraseando a Estévez, con un ejemplo cada vez más cotidiano: “Era un pal-mero que trabajaba en Santa Cruz de La Palma, en una oficina de una multinacio-nal con sede en Londres. Una tarde se dirigió a casa en su coche japonés. Su esposa, que trabajaba en una empresa de cocinas alemanas, ya estaba en casa. Había llegado antes porque su utilitario italiano era más veloz en medio del tráfico. Después de la cena, que incluyó foie gras francés, carne argentina, verduras españolas, kiwis de Nueva Zelanda y café colombiano, se sentaron a ver un programa de televisión pro-ducido en Estados Unidos. En medio, una cuña publicitaria presentó imágenes del paisaje de la isla. Al verlas se sintieron muy patrióticos, y muy orgullosos de ser pal-meros (2004:15). Situados en este punto, ¿cómo articular la identidad cultural a partir de los anta-gonismos que provocan los defensores y detractores del pasado? La respuesta no es fácil y faltarían muchos más análisis de casos etnográficos y antropológicos en la isla para poder dar alguna conclusión que concrete el sentimiento de provisionalidad que subyace en las dos tendencias expuestas. Sin embargo, hablar de memorias, recuer-dos, pérdidas y mescolanzas supone la redefinición de lo patrimonial. Los museos son espacios estratégicos para exponer y contar nuestro patrimonio. Básicamente están Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 489 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma construidos sobre el dolor, la pérdida y el recuerdo, además de ser un valioso recla-mo político para la ideología nacionalista que defiende “lo nuestro”. Sin embargo, la sociedad contemporánea necesita más que una caja fuerte de las tradiciones un es-pacio de diálogo entre culturas diferentes, rompiendo así la pretendida continuidad cultural. De esta manera, el patrimonio cultural debería ser repensado incorporando a) los actuales conflictos identitarios; b) las nuevas maneras de apropiarse de lo tradicional por los distintos grupos sociales; c) las maneras no sólo de entender la autenticidad sino sobre todo las maneras de reconocimiento ya que mostrarían cómo las culturas locales han respondido de forma diferenciada a los mismos problemas globales; y, d) el patrimonio inmaterial ya que la tendencia a mostrar solamente objetos y artefac-tos distorsiona la visión de las culturas locales, al minimizar lo que da sentido pro-fundo a sus identidades. El patrimonio intangible es lo que da valor añadido a la cultura material (artesanía, productos alimenticios, arquitectura tradicional, fiestas tradicionales, etc.) garantizando la continuidad en el futuro, al no olvidar los cono-cimientos y saberes que la gente incorpora a la cultura material. Todo ello garantiza-ría recoger la gran heterogeneidad cultural de las islas. Cuando los políticos se interesan por nuestra identidad, están fortaleciendo su hegemonía y su legitimidad. Dentro del actual contexto de globalización, es impor-tante remarcar que uno de los problemas de las políticas nacionalistas es la esenciali-zación de la identidad cultural. Es decir, asignar una homogeneización cultural que impide manifestar las diferencias y la diversidad, no sólo en el seno del propio gru-po (entre los palmeros), sino también entre el grupo y “los otros”. El pueblo se deja seducir por algo que se presenta como nuestro patrimonio cultural como es el caso de los programas televisivos sobre folklore o deportes autóctonos. En gran medida el resultado de todo ello es la teatralización del patrimonio. En este fenómeno que po-demos observar en los medios de comunicación y en los discursos políticos, se acaba por crear la nostalgia de las tradiciones impidiendo la necesaria reflexión sobre el patrimonio. De esta manera se difunden sin ningún tipo de interés crítico ideas como las si-guientes: 1) El folklore está constituido por un conjunto de bienes y formas cultu-rales tradicionales, de carácter oral y local siempre inalterables. Desde este punto de vista, los cambios son atribuidos a agentes externos, por lo que se recomienda alec-cionar a los funcionarios y a los especialistas para que “no desvirtúen el folklore” y “sepan cuáles son las tradiciones que no hay que cambiar”. 2) El folklore es lo esen-cial de la identidad cultural de la isla. 3) El progreso y en lo que podemos denomi-nar mcdonalización de la cultura terminarán por desintegrar el patrimonio y las iden-tidades locales. 490 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas Todo esto ha desembocado en la esquizofrenia del rescate, la recuperación, y la conservación por la conservación. Sin embargo, las continuas reformulaciones de la identidad nos obligan, por el contrario, analizar críticamente este problema. Y para ello habría que analizar las interrelaciones entre lo tradicional-popular, las culturas de elite y las industrias culturales. Entendiendo que lo popular no es monopolio de los sectores populares; que lo popular no es vivido por los sujetos populares como com-placencia melancólica de las tradiciones; que las culturas campesinas y tradicionales ya no son la parte mayoritaria de la cultura popular; y, que el desarrollo moderno no sustituye las culturas populares tradicionales. De hecho, el patrimonio y su gestión se han convertido en uno de los principa-les recursos de las industrias del ocio y del consumo cultural contemporáneo. La pro-ducción y consumo cultural forman hoy un complejo sistema caracterizado por la interacción entre las comunidades locales, los productores y gestores del patrimonio y los turistas como consumidores. En este sentido, es preciso tanto para conocer la dinámica de este fenómeno como para gestionarlo, tener en cuenta el conjunto de relaciones que se establecen en cada uno de ellos. Así la creciente compartimentali-zación del patrimonio deriva en la presentación fragmentaria de las culturas locales. En la actualidad, paradójicamente, lo que se está produciendo es que los locales creen tener un patrimonio que se puede vender a los turistas. Sin embargo, son las pro-pias demandas de los turistas los que acaban definiendo esos patrimonios locales. A menudo, lo que vendemos como patrimonio no es lo que consideramos identitario sino lo que sabemos o creemos que los turistas demandan. No hay que encerrar a las poblaciones en el ámbito de su autoctonía, sin propor-cionarles las claves globalizadoras, ya que esto sería un suicidio cultural. De hecho, el patrimonio, en tanto que construcción social, no consiste en un repertorio fijo de objetos y rasgos culturales, sino que forma parte de la cultura viva de la gente, sien-do siempre recreado, transformado y adaptado a las condiciones cambiantes de la realidad social. La solución pasaría por un diálogo entre lo local y lo global, para reivindicar lo que nos parece más sensato, es decir, las culturas híbridas, la mixtura cultural o la contaminación cultural. La diversidad cultural y la homogeneización mundial no deben ser consideradas como dos visiones opuestas. Ya que las dos cons-tituyen dos aspectos de la realidad global. En cierta medida, el sistema mundial más que crear una masiva homogeneidad cultural a escala global está reviviendo las iden-tidades locales y poniéndolas en contacto. Las identidades étnicas y culturales han experimentado una enorme revitalización en el mundo contemporáneo, en gran medida como respuesta a los procesos crecientes de globalización y uniformización cultural. La reivindicación que los palmeros están mostrando por su identidad no puede ser entendida como resultado de una mera Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 491 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma voluntad subjetiva, sino precisamente en el marco de su adaptación, a menudo con-flictiva, a un mundo cada vez más interrelacionado. La propia isla de La Palma no es homogénea. Muchas veces olvidamos injustamente las diferencias que contiene. Por lo que tampoco debemos aferrarnos a los estereotipos construidos sobre la isla. El problema de la identidad y la idiosincrasia de los palmeros deben ser constantemen-te revisadas. BIBLIOGRAFÍA ABREU GALINDO, Fr. 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Título y subtítulo | Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma |
Autor principal | Barreto Vargas, Carmen Marina |
Entidad | Sociedad de Estudios Generales |
Publicación fuente | Revista de Estudios Generales de la isla de La Palma |
Numeración | Número 02 |
Sección | Etnografía |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Santa Cruz de La Palma |
Editorial | Sociedad de Estudios Generales de la isla de La Palma |
Fecha | 2006 |
Páginas | pp. 473-492 |
Materias | Historia ; Etnografía ; Patrimonio ; Cultura ; Canarias ; La Palma ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Enlace a la Revista en la web del editor: http://www.palmensis.com/estudios-generales/ |
Notas | Actas del I Congreso (I): Historia y Etnografía |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 90591 Bytes |
Texto | Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 473 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma MEMORÍSTICOS Y AMNÉSICOS: IDENTIDAD Y PATRIMONIO CULTURAL EN LA PALMA Carmen Marina Barreto Vargas1 1 Profesora Titular de Antropología Social de La Universidad de La Laguna. Resumen: La identidad es un referente cultural contemporáneo que suscita múlti-ples expectativas. El fenómeno identitario se analiza, desde un punto de vista teórico, a través de dos enfoques contrapuestos, por un lado, el esencialista y, por otro el pro-cesual, desde el cual abordamos la discusión antropológica de la identidad y el patrimo-nio cultural en La Palma. Se propone una identificación y estructuración de elementos ecológicos, económicos y simbólicos que se han ido nutriendo en coyunturas históricas heterogéneas, y que sirven como representa-ciones de fenómenos étnicos conectados con la identidad cultural isleña. Además se expo-ne cómo forman parte del patrimonio, ya que se muestran como marcadores identita-rios eficaces porque actúan manteniendo, perseverando y recuperando selectivamente el imaginario colectivo y las tradiciones. Ahora bien, no todos los pueblos de La Pal-ma comparten los mismos contenidos socio-culturales dentro de la propia isla. A través de su generalización como grupo acentúan su propia diversidad. Es así, que la dialéctica social se establece mediante diferentes pola-ridades que intensifican, genéricamente, la oposición nosotros/ellos. Nos ha interesado ver cómo los palmeros se definen y autoper-ciben frente al resto, cómo son valorados por los de fuera, y cómo simbólicamente expresan su diferencia. Por último, los dile-mas culturales contemporáneos sobre la pér-dida de las identidades debido principal-mente a los procesos de globalización, se plantean como producto del surgimiento y preocupación por el pasado y la memoria histórica, que contrasta con la tendencia a Abstract: The identity is refering a cul-tural contemporary who provokes manifold expectations. The identitario phenomenon is analyzed, from a theoretical point of view, through two opposed approaches, on the one hand, the esencialist and, or another one, the procesual, from which we appro-ached the anthropological discussion of the identity and the cultural heritage in La Pal-ma. On sets out an identification and struc-turing of ecological, economic and symbo-lic elements that have been nourished in heterogenous historical conjunctures, and that serve like representations of connected ethnic phenomena with the island cultural identity. In addition it is exposed how they comprise of the heritage, since they are like identitario markers eficacs because they act maintaining, persevering and recovering se-lectively the imaginary group and the tradi-tions. However, all the towns of La Palma such do not share sociocultural contents within the own island. Through its genera-lization as group accentuates their own di-versity. It is thus, that dialectic the social on settles down by mean of different polarities that intensify, generically, the opposition we/ they. It has interested to see to us how the palmeros are defined and perceived itself the rest as opposed to, how they are valued by those of outside and how symbolically they express its difference. Finally, the contempo-rary cultural dilemmas on the loss of iden-tities due mainty to the globalization pro-cesses, the past consider like product of the sprouting and preoccupation by and the historical memory, that contrasts with the tendency to privilege the future in 474 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas LA ISLA COMO MARCADOR DE IDENTIDAD A lo largo de los últimos años se ha producido un interés discursivo especial en torno a los fenómenos identitarios. La identidad es un concepto que se ha vuelto explosivo y de difícil teorización. Al mismo tiempo se le ha sometido a todo tipo de críticas y revisiones, y hoy más que nunca está presente en un alto número de disci-plinas. Básicamente existen dos tipos de enfoques para poder abordar la problemáti-ca identitaria. Por un lado, un enfoque esencialista, donde se entiende que la identi-dad cultural es algo que se posee y, por otro, un enfoque procesual (discursivo), donde se defiende la identidad cultural como algo que se crea y modela según los cambios que se producen dentro de las sociedades. En este sentido, la identidad cultural es una producción cultural y no, como muchos creen, el resultado último de un desti-no inamovible. El concepto de identidad que defendemos no es, por tanto, esencia-lista sino estratégico y posicional. En el modelo de interpretación esencialista cualquier identidad tiene cierto con-tenido intrínseco y esencial definido por un origen común, una estructura común de experiencia o ambas cosas. La lucha contra las construcciones existentes de una iden-tidad específica adopta la forma de la recusación de las imágenes negativas por me-dio de otras positivas, y del intento de descubrir el contenido “auténtico” y “origi-nal” de la identidad. En lo fundamental, la lucha en torno a las representaciones identitarias se conformaría como una propuesta de identidad plenamente constitui-da, independiente y distintiva. En este sentido, uno de los peligros de la esencializa-ción de las identidades culturales es el de asignar una homogeneidad cultural que impide la manifestación de las diferencias y la diversidad en el seno del propio grupo. El segundo modelo procesual, subraya la imposibilidad de esas identidades plena-mente constituidas, independientes y distintivas. Niega la existencia de identidades auténticas y originarias basadas en un origen y en una experiencia universalmente compartidos. Las identidades son siempre relacionales e incompletas, siempre están en proceso (Grossberg, 1997). Como dice Hall, las identidades están cada vez más privilegiar el futuro en no pocas ocasiones ejemplificada en el progreso turístico, la musealización, la conservación y la gestión del patrimonio. Palabras clave: Identidad, patrimonio, memoria, amnesia, globalización, La Palma. not few occasions exemplified in the tour-ist progress, the musealization, the con-servation and the management of the heri-tage. Key words: Identity, heritage, memory, amnesia, globalization, La Palma. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 475 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma fragmentadas y fracturadas (1997). Este escenario de la contemporaneidad no supo-ne un terremoto cultural. Lo que se está señalando es que las identidades nunca son singulares, son construidas de múltiples maneras a través de discursos, prácticas y posiciones socioculturales diferentes y a menudo contradictorios y antagónicos. Des-de este punto de vista, la identidad cultural, es algo dinámico, siempre inconcluso y cambiante, que se gana y se pierde continuamente, que se coge y se abandona según los contextos históricos, institucionales y sociales. Es preciso, pues, situar los actua-les debates sobre la identidad dentro de procesos históricamente específicos en rela-ción, por ejemplo, con los procesos de globalización, migración y mestizaje. Este último enfoque es el que asumimos para hablar de identidad cultural en la isla de La Palma. En este sentido, cabría hablar de identidades múltiples, de identi-ficaciones y singularidades que representan en mayor o menor medida a los palme-ros, o que ayudarían a contestar no tanto ¿qué es ser palmero?, sino ¿cómo se nos ha representado a lo largo de la historia y cómo atañe esto al modo de entender las tradiciones y de elaborar mecanismos, más o menos simbólicos, para dramatizar esa pretendida identidad cultural? Desde este punto de vista teórico, lo importante de la cultura palmera, lo que realmente es identidad cultural es la manera en cómo la pen-samos. Desde un enfoque etnográfico interesa saber ¿qué elementos forman el ser palmero?; ¿de qué manera La Palma se integra en otras sociedades, como Cuba o Venezuela con quienes ha forjado su pasado?; ¿qué impacto y de qué manera influ-yeron los palmeros en estas sociedades, qué mantienen y qué han transformado de su cultura originaria?; ¿cómo se expresa todo esto simbólicamente? Estas son algunas de las posibilidades que pueden plantearse para el estudio de la identidad sociocul-tural palmera. En cualquier caso, no deberíamos obnubilarnos por aquellas lógicas y discursos identitarios que proclaman un confinamiento cultural y restringen cualquier relación cultural abierta al mestizaje. De hecho, son cada vez más las personas que tienen más de una cultura. Como plantea Maalouf (1999), las identidades se suman no se pier-den. En esta línea argumentativa, Clifford (1992) plantea que todas las personas es-tán en cierta medida permanentemente en tránsito y esto ayuda a las interconexio-nes culturales. En la medida en que esto es así, la pregunta no sería ¿de dónde vienes? sino ¿entre dónde estás?, y precisamente esta sería la pregunta que deberíamos for-mular cuando analizamos la identidad cultural en el actual mundo globalizado. Tradicionalmente los aspectos que han ligado nuestra pertenencia a un grupo, han estado basados en el origen, historia, cultura, experiencia y valores comunes que pro-ceden de un tronco común que se ha transmitido a lo largo de la historia. En el caso canario, y concretamente en La Palma todos estos aspectos inducen a pensar que los palmeros se perciben y los perciben como un grupo étnico diferenciado. Esto permite 476 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas elaborar un repertorio de rasgos distintivos de la cultura popular isleña que intervie-nen, en mayor o menor medida, en la conformación de la identidad étnica palmera. Los palmeros se identifican con una serie de elementos simbólicos relacionados con el mundo aborigen, el paisaje, la madre, el emigrante, las fiestas, la gastronomía o la artesanía, que construyen a través de un proceso selectivo. Estos elementos simbóli-cos se eligen a partir de un conjunto de rasgos, instituciones, actividades económi-cas, acontecimientos históricos y políticos, hábitos alimenticios, creencias y territorio que perciben como propios y diferenciadores. De tal manera que los propios palme-ros, como los foráneos, comparten la idea de que los habitantes de la isla poseen un conjunto de rasgos propios que conforman un universo cultural particular y diferen-ciado. Una vez elegidos, a estos símbolos identificadores se les dota de un carácter idealizado, relegando al olvido aquellos elementos culturales que entran en contradic-ción con ellos. El sentimiento de identidad deriva, pues, de un imaginario colectivo que, a pesar de estar constantemente en un proceso de reelaboración siempre remite a elementos objetivos de la cultura compartida por los palmeros. Existe una tendencia general por parte de los habitantes de otras Comunidades Autónomas a interpretar de manera uniforme los hábitos, costumbres y formas de ser de los canarios en general. Sin embargo, la territorialidad fragmentada y de frontera que caracteriza a la geografía del archipiélago, se impone como un factor básico que pondría en duda, sin muchos problemas, esa pretendida uniformidad. El paisaje in-sular palmero se caracteriza por una disposición en vertical de distintos pisos ecoló-gicos, que van superponiéndose desde el mar hasta la cumbre, cada uno con pecu-liares condiciones de clima, suelo, vegetación y altura. Estos factores marcan diferencias históricas en las prácticas agrícolas tradicionales, los saberes, las estrategias y las prácticas culturales de los campesinos palmeros. La existencia de ecosistemas diferenciados dentro de la propia isla, imprime una consi-derable variabilidad en las formas de adaptación cultural que son notoriamente ma-nifiestas en la historia insular. Podemos ver que existen símbolos más viejos que otros pero todos son referentes locales vinculados a la identidad primigenia, primordial: la tierra. Los ingenios de azúcar, el tabaco, el vino, la cochinilla, la platanera y el turis-mo, son las invasiones económicas que han perfilado a través de un proceso dinámi-co la sociedad palmera. Todos estos elementos han sido ingredientes que se han mezclado para recrear la identidad cultural de la isla. Esta visión tópica del paisaje palmero ha estado orien-tada desde la perspectiva de los productos agrícolas de exportación, restando impor-tancia histórica a la agricultura de subsistencia formada por los denominados culti-vos ordinarios, siempre presentes en la alimentación y definitorios de la cultura de algunos municipios, como el ñame en el noreste de la isla o el pescado en Tazacor- Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 477 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma te. De este modo, la diversidad intrainsular es una característica básica de la identi-dad étnica y cultural de La Palma. Del mismo modo que existen comportamientos, símbolos, categorizaciones o es-tereotipos, que identifican y diferencian a un municipio de otro dentro de la propia isla, también existen ciertos estereotipos que ayudan a definirse como palmero, y a mostrarse fuera de la isla como un grupo homogéneo. Por ejemplo, con la preten-sión de diferenciar a los palmeros del resto de los canarios es muy frecuente que se utilice el término “mafia palmera”, por los habitantes de otras islas, para referirse a los palmeros. Los propios palmeros argumentan que no les gusta sentirse extranjeros en ninguna parte, y que por eso muchas veces tienen que solidarizarse entre ellos y facilitar así su acceso al poder y garantizar una posición económica. Esta solidaridad social, empresarial y comercial es, por otra parte, más frecuente fuera de la isla que dentro de la misma donde impera más el individualismo. Este hecho es señalado como positivo por los propios palmeros y negativo por los de fuera, que los perciben como una fuerza organizadora de sentimientos de pertenencia que contribuye a su identi-ficación como grupo, a aumentar su prestigio cultural y su importancia económica, y a controlar y compartir cierto tipo de información cognitiva y simbólica que los diferencia de “los otros” que no son palmeros. La zona tradicionalmente más urbana de la isla, la ciudad o capital, aporta la li-bertad económica, de expresión, la democracia, el arte de sus iglesias y edificios, los trabajos de platería, etc., es decir, un espacio idóneo no sólo para la expresión polí-tica, comercial y financiera, sino un espacio real donde estas ideas surten efectos reales. El expansionismo europeo, el liberalismo, la Ilustración, las logias masónicas o la emigración han contribuido a perfilar una paradoja, típicamente palmera, donde sub-sisten y se mezclan su espíritu universal, cosmopolita, heredado de un pasado donde han tenido que surcar los mares y un arraigado celo al terruño. En este sentido, cabe decir que la idea de lejanía o proximidad es una construcción cultural, que muchas veces desautoriza a la geografía. Como se expuso en otra ocasión (Barreto, 2002), un palmero puede estar en La Palma y sentirse reflejado y prolongado en Cuba pero, a la vez, cruzar el Túnel de La Cumbre supone para muchos toda una odisea. Su mapa cognitivo configura las distancias no a través de los kilómetros, sino a través de ex-periencias inmediatas que remiten y son interpretadas desde vivencias pasadas median-te el recuerdo. La apertura de este túnel en 1970 supuso profundos cambios estructurales en las comunicaciones este-oeste dentro de la isla, en el entorno ecológico y en los proce-sos productivos. Pero también ha funcionado como un marcador de la memoria co-lectiva. Podemos entender esta construcción como un límite, una frontera que favo-rece la dinamización del análisis cultural dentro de la isla. Muchos vecinos de un lado 478 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas y de otro del túnel narran hechos tal y como se narran las fronteras, es decir, como una especie de empalizada que permite distinguir entre los miembros de un munici-pio y los de otro, pero a la vez también hace posible la producción y el crecimiento socioeconómico de ambos lados de la frontera simbólica. La apertura de las comu-nicaciones entre las dos partes y, por lo tanto, la consolidación de la red viaria, es narrada como un largo y penoso intento de combatir el aislamiento de La Cumbre. El túnel supuso un paulatino acercamiento “al mundo”. La escasez e incluso el hambre son recordadas como la resistencia a la adversidad y a las pocas posibilidades de pro-greso que tanto ecológicamente, económica como culturalmente suponía la barrera orográfica. Muchos de “los cuentos” de los más ancianos giran en torno a historias y versos con un carrying escénico en el que se conjugan al mismo tiempo las adver-sidades, las posibilidades de supervivencia, la aventura, el riesgo y los misterios y le-yendas del monte. Todas estas narraciones permiten mantener una relación con el pasado. Un pasa-do que se recorre como si fuera una evocación más o menos fantástica, coloreada por la nostalgia hacia las condiciones que marcaron las raíces culturales. A la vez que con estas narraciones se reconstruye el pasado también se van creando ciertos prejuicios sobre el presente y el futuro. En este sentido, la ampliación del espacio que supuso el túnel implica, al mismo tiempo, asumir de nuevo el pasado, porque los palmeros ven que rápidamente todo va cambiando con la llegada de los turistas, del “ajeno”. Se empiezan a plantear preguntas sobre las costumbres y tradiciones que se van per-diendo, sobre los problemas de desintegración y desigualdad, etc. En este sentido, el pasado y más concretamente la nostalgia del pasado se usa para rellenar de conteni-do el presente. Así, el túnel entendido como frontera cultural y económica y parte de la memoria colectiva, es instrumentalizado en las narraciones sobre los pueblos palmeros como la gran hazaña por la supervivencia de la colectividad. Precisamente, debido a la multiplicidad cultural recibida y la configuración pro-pia insular, los palmeros tienen dificultad para percibirse a sí mismos a partir de sím-bolos culturales generales que pudieran identificar globalmente a los canarios. Es más, la identidad palmera está más articulada en base a las diferencias entre municipios que a las semejanzas insulares. La existencia de rivalidades tradicionales entre ciudad-banda (Valle de Aridane) o ciudad-pueblo, son un ejemplo de los antagonismos presentes en la isla. Una manera de narrar estos conflictos desde una perspectiva simbólica es la afición dieciochesca canaria de las riñas de gallos. El gallo es una imagen animal que metaforiza el dominio territorial, la virilidad y el poder masculino. Una variante tradicional de la contraposición espacial dentro-afuera; arriba-abajo; ciudad-banda, se simboliza con los gallos. Espacialmente, Santa Cruz de La Palma estuvo marcada por el barranco de Do- Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 479 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma lores que dividía en dos zonas la capital hasta las primeras décadas del siglo XX, un lado y otro se unía con tres puentes a diferentes alturas del recorrido. En la actuali-dad el barranco es una calle que se reconoce con el nombre de El Puente. Primero los puentes sobre el barranco y después la calle ha servido de frontera simbólica para dividir en dos zonas la ciudad, permitiendo así una rivalidad que refuerza la identi-dad de “los de arriba” frente a “los de abajo”. Estos antagonismos entre las dos zo-nas se expresan y representan mediante el emplazamiento geográfico de las sedes so-ciales de dos equipos deportivos, en este caso, el club de fútbol Tenisca en la zona de “arriba” y el club de fútbol Mensajero en la zona de “abajo, por la proximidad a instituciones religiosas como el convento franciscano ubicado en la zona de “arriba” que da nombre a sus vecinos a diferencia de los de “abajo” que son reconocidos como los dominicos, a través de cofradías y hermandades religiosas como la cofradía del Señor de la Piedra Fría y la del Santo Sepulcro veneradas “arriba” y “abajo” respecti-vamente, en las tertulias que se organizaban en la farmacia de “arriba” o del Puente con los conservadores y la de “abajo”, en la actualidad de Belloso, con los liberales, o con galleras como fueron hasta 1957 el “Partido de Arriba” y el “Partido de Aba-jo”, en la actualidad la “Gallera Guerra” y la “Nueva Gallera”. Estos “piques” se han resuelto momentáneamente en algunas ocasiones como cuando los dos “Partidos” se unieron en 1913, 1914 y 1936 formando uno sólo denominado “Partido de Santa Cruz de La Palma”, para competir y enfrentarse con el “Partido de Los Llanos-Taza-corte”. En estos casos se olvidaron las diferencias en la ciudad porque había que ga-nar a los de “la banda”. Tales antagonismos se deben fundamentalmente a intereses diferentes tanto desde el punto de vista ecológico, económico, social, político como ideológico de los diferentes grupos sociales en conflicto. El recurso a la naturaleza, es decir, a la toponimia, flora, fauna, geografía, espa-cios naturales, etc. es uno de los mecanismos más potente en el desarrollo de la in-sularidad como generador de conciencia étnica, desde la última década del siglo XX. Y a ello ha contribuido, sin duda, la declaración de La Palma como Reserva de la Biosfera que ha permitido que el cielo palmero sea un recurso natural a proteger, y el reconocimiento científico internacional del Observatorio Astrofísico del Roque de Los Muchachos. Estos acontecimientos, permiten a los palmeros sentirse en muchos sentidos únicos además de ayudarles a construir su propia receta identitaria, donde cultura y naturaleza se entremezclan. Pero, probablemente sea la Caldera de Taburiente una imagen natural unificadora de las diferencias intrainsulares. Ubicada en el cen-tro- norte de la isla y declarada Parque Nacional en 1954, se convierte en la colum-na vertebral de todo el paisaje palmero simbolizando casi inevitablemente su identi-dad medular. La Palma es un paisaje fabricado por sus habitantes y tan cambiante como nom- 480 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas bres tiene la isla: “la isla púrpura”, “la isla del azúcar”, “la isla verde”, “la isla cora-zón”, “la isla bonita” y “la isla de las estrellas”. No son nombres casuales, están to-mados de la experiencia, son el retrato de una adaptación inteligente al ecosistema. Una de las maneras, pues, más recurrentes para definir a los palmeros y visualizar la isla es evocar el paisaje. Dentro de estos discursos de convergencias y divergencias identitarios no oculta-mos que la realidad sociocultural no satisface ni conviene por igual a todos los sec-tores sociales, por una razón primordial: las identidades emergen del juego de mo-dalidades específicas y, por ello, son más un producto de la marcación de las diferencias y la exclusión más que un signo de una identidad única idéntica y natu-ralmente constituida. Precisamente por este motivo, la naturaleza endémica palmera permite articular discursos identitarios fabricados por distintos grupos sociales donde el pasado y el futuro confluyen. Por un lado, las especies naturales que son símbolos vivos como la graja, el perro garafiano, la rabiche, la turqué, el pinzón, los dragos, las palmeras o el agua, se desarrollan en su medio y deben de ser cuidadosamente protegidos por-que nos anclan a un pasado ancestral vinculado a la tierra. Y, por otro lado, estos símbolos naturales, con un fuerte componente territorial, sirven para cuestionar el presente y el futuro de la identificación población-territorio. Los espacios edificados y construidos a partir del desarrollo económico, la aparición del turismo y el aban-dono progresivo de los cultivos, están permitiendo que los viejos símbolos se reela-boren críticamente como nuevos referentes isleños vinculados a la identidad primi-genia con la tierra. Si miramos su situación geoestratégica, si observamos como está sometida a las convulsiones atlánticas y europeas, como está expuesta a una política comunitaria con unas perspectivas de mercado difíciles para sus productos, cabría preguntarse ¿cuál será la nueva invasión, la nueva alternativa ante la globalización?, ¿cuál será el nuevo paisaje que ha de fabricarse? Además del espacio insular como marcador de identidad, el tiempo también es producto de una dinámica propia de la sociedad palmera. El tiempo social se estruc-tura en La Palma en lustros desde que en 1680 fuera instituida la Bajada de la vir-gen de Las Nieves. La celebración de esta fiesta cada cinco años expresa la manera de regular colectivamente la intensidad y distensión de la vida social palmera. Esta división temporal es una práctica social configuradora de identidad. La Bajada de la virgen de Las Nieves tiene un enorme poder para crear un mar-co y una identidad dentro de los cuales reorganizar el tiempo y la memoria. Se trata de un ritual festivo que proporciona la sensación de dominio de un espacio y un pasado. El pasado y el presente se vinculan a través de esta fiesta. Es una ocasión privilegiada para que las familias se reúnan, los emigrantes visiten la isla, se realicen Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 481 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma infraestructuras o acuerdos comerciales. Estas fiestas se configuran como las más so-lemnes en la isla de La Palma, y permiten una interacción social entre las activida-des y rituales que se llevan a cabo. Genera una comunicación dentro de la comuni-dad muy pocas veces alcanzada fuera de este ambiente festivo. Todo ello tiene lugar tanto dentro del ámbito familiar, vecinal e insular. La Bajada es un ritual eminente-mente popular en el que se entremezclan elementos religiosos y profanos perfectamen-te sincronizados. A pesar de que participan todos los palmeros, la Bajada de las Nie-ves adquiere un carácter urbano y aristocrático muy marcado. Esta devoción a la virgen de Las Nieves, que a lo largo de los siglos ha sido ob-jeto de culto y peregrinación, no debe ser considerada como una simple manifesta-ción antigua o anacrónica tradición religiosa, sino como una expresión actual de bas-tantes sectores de la población de la isla a situaciones socioeconómicas que se perciben como fuera de su propio control y para las que se demanda la intersección de la vir-gen. Esta configuración sociocultural permite analizar la Bajada de la virgen de las Nieves, como un diacrítico central de los palmeros, por encima de su condición de creyentes o no. El papel sagrado de protección que se le asigna a la virgen es trasladado tradicio-nalmente a las mujeres palmeras en el ámbito profano. El papel dominante de la mujer en la vida familiar es uno de sus rasgos más definitorios de las palmeras. Sin duda, la emigración que ha sufrido la isla, es un factor primordial a tener en cuenta para entender el vigor y la fortaleza de la mujer. El marido se marchaba, a Cuba o a Venezuela, en busca de un trabajo que le proporcionara una situación económica más sosegada. En este momento, la mujer asume el papel de madre-padre. Ella es la que se queda al cuidado de la casa y trabaja en ella. Dirige moralmente a sus hijos y los sustenta. Cuando el marido no regresaba a la casa, se decía que: “se había descuida-do”, «se había olvidado» o que “una mulata lo había enredado”. En estas situaciones, la mujer representaba el papel de viuda. Aún más, el vigor, la fuerza y la seguridad en ella se hacían sus aliados. El padre sólo era recordado porque sus hijos seguían llevando «su nombrete». No en vano, la escasez relativa de hombres hasta bien entrado el siglo XX consti-tuye uno de los rasgos característicos de la demografía palmera. Esta falta de hom-bres, debido a la emigración hacia Cuba, provocó un alto grado de soltería femeni-na. Dentro de este contexto, la mujer es quien produce y distribuye el poder, los valores y las creencias. Este fenómeno modificó el número de hijos por familias, viéndose gravemente disminuido. No obstante a las mujeres les beneficiaba seguir teniendo hijos: “El cam-pesino considera como la inversión más rentable a los hijos, al contrario de la socie-dad actual para la que los hijos suponen un elevado coste. He conocido casos de 482 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas campesinas solteras que al perder las esperanzas de casarse, conseguían tener un hijo, sin que nadie supiese con quien había tenido la relación necesaria, pues su compor-tamiento no suscitó sospecha. Lo único es que tomó la decisión de elegir entre el rechazo social y un seguro de vejez” (Afonso, 1984:143). Este desequilibrio desapareció durante los años cuarenta. En este momento, el flujo de emigrantes cambia sus preferencias y eligen Venezuela como destino. Muchas fa-milias emigran conjuntamente y regresan antiguos emigrantes. Sin embargo, las es-tructuras culturales que favorecían el papel predominante de la mujer palmera, ya se habían quedado inscritas y apegadas a la herencia cultural. Tanto el sistema de valores como el sistema clasificatorio del linaje y los parien-tes en Canarias y, particularmente en La Palma está estrechamente vinculado a la influencia que los portugueses ejercieron durante los siglos XVI y XVII (Collier-Bois-vert, 1968). En este sentido, es frecuente observar como existe una tendencia a de-signar a los hijos/as, en las zonas rurales de La Palma, por relación de filiación de la madre. Son sobre todo los hijos varones quienes mantienen una estrecha relación materna. El canario en general, y particularmente en la isla de La Palma, se ha ca-racterizado como “muy madrero”. Esta dependencia del hijo respecto a la madre, que se expresa en el cancionero popular canario, se prolonga con un fuerte tratamiento maternal durante la soltería del hijo, generando una verdadera sobreprotección por parte de la madre. Históricamente, encontramos continuas referencias a esta personalidad animosa y valiente de la mujer palmera. Según las crónicas y la tradición histórica insular, la mujer era físicamente corpulenta y anímicamente belicosa. Abreu Galindo (1977) dedica el capítulo V de su Libro III a indagar de dónde le venían a los hombres de la isla la fama de pusilánimes. Llega a la conclusión que se trata de una estimación comparativa: se debe al ánimo esforzado de las mujeres que acreditan su belicosidad, tanto de modo genérico, «porque hacían a ellas cabezas de gobierno de la guerra», como en algunos episodios particulares, protagonizados por bravas mujeres palmeras, recogidos en las crónicas. Dentro de Canarias, sólo en la Palma las mujeres combaten, luchan y se defienden. En sus luchas o «emergencias» como dice Torriani, (1978) «iban ellas en adelante y peleaban virilmente con piedras y con varas largas». Por su parte, Viera y Clavijo (1950), nos narra como después de la conquista exis-tía en Fuencaliente, la familia Mata-Moros, descendientes de una mujer muy varo-nil, cuyo apelativo les provenía del siguiente suceso: «entrando los moros en aquel paraje, durante la incursión de Xavan Arraez en 1593, dicha fémina se puso detrás de la puerta en su morada y con una especie de chuzo fue eliminando a cuantos in-fieles invadieron su casa» (Tomo I:610). Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 483 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma De cualquier forma, las personalidades de ambos sexos son creados socialmente. Y son las propias redes sociales a través de las cuales la mujer palmera perfila su exis-tencia. Estas redes sociales, se manifiestan en el análisis de sus actividades. En primer lugar, mediante el parentesco y el matrimonio se inserta en la institu-ción familiar. En segundo lugar, las relaciones de trabajo y ocio establecen sus vín-culos más allá del grupo doméstico. Las interrelaciones de estos dos ámbitos (domés-tico y público), permiten que la unidad doméstica se desarrolle. Este desarrollo se lleva a cabo sobre modelos y normas sociales que son aplicables a todas las unidades do-mésticas desde el exterior de cada una de ellas. La mujer es la encargada, desde la unidad doméstica, de transmitir las normas y valores que determinan la estructura social de la isla. Se considera que una «buena mujer» tiene que inculcar a sus hijos el amor por la familia; y, enseñarles que lo más importante es no perder la honra y conservar el prestigio. La mujer palmera se definiría, pues, en relación con el resto de la sociedad de la que forma parte: «Primero hay que defender a la familia pá que te respeten en la calle. La mujer tiene que portarse honradamente... Salir con las amigas de paseo, a misa; pero no eso de que te vean todos los días en la plaza. Y también es importan-te no meterte en critiqueos y chismes...que son aquí tan abundantes. Aquí de nada te achacan de frescona y mala mujer. Lo mejor es ser trabajadora y sacar a tus hijos pálante». La mujer proyecta en sus hijos la idea de que una buena madre es la que trabaja, limpia y es buena con el resto de los vecinos. Toda mujer debe de ser fuerte, paciente y dulce. De hecho, la imagen que se construye y se exporta de la mujer palmera se concreta en una frase conocida y reconocida dentro y fuera de la isla: “la mujer pal-mera es dulce como la melaza y fuerte como un volcán”. Por su parte, «los hombres de la casa» deben de caracterizarse por su hombría y honestidad. Su principal labor es la protección de la familia. La relación de paterni-dad requiere, pues, la capacidad de alimentación, guía y control. Para desempeñar éstas funciones se necesita el uso de la autoridad que desempeña el padre. Los deberes y obligaciones tienen que estar bien definidas en las relaciones de pa-rentesco, para no crear alguna conflictividad que pueda llevar al resquebrajamien-to de la estructura y unidad familiar. La mujer palmera constituye, como hemos podido observar, un factor sumamen-te significativo en el proceso social isleño. A través de su grupo doméstico configura y determina las manifestaciones sociales de sus miembros. La mujer influye decisiva- 484 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas mente en su unidad doméstica y, a su vez, ésta es influida por la sociedad, a través de secuencias repetidas de interacción. La incorporación progresiva de la mujer en el marco laboral, es el cambio más importante que ha sufrido la mujer palmera. Aún con todas sus contradicciones, el hecho de tener un marco más amplio de relacio-nes, una participación en el ámbito público y un salario propio, está permitiendo que la mujer establezca un campo de actividades y decisiones autónomas, no sólo dentro del espacio doméstico, sino también en la esfera pública. Esta tendencia, sin duda, se refleja también en una asunción de nuevos valores constatables en las formas de comportamiento. A pesar de la desaparición de tradiciones, rituales, prácticas socia-les en torno a la mujer (Bethencourt Alfonso, 1985) o los flujos migratorios, el alto componente social de la madre en La Palma garantiza todavía hoy una matrifocali-dad muy marcada. En este sentido, las funciones de toda la unidad doméstica se articulan en torno a dos objetivos distintos. Uno es interno: la protección psico-social de sus miembros; el otro es externo: la acomodación a una cultura y la transmisión de esa misma cul-tura. Ambos objetivos tienen su función orientada al papel catalizador de la mujer en la sociedad isleña. El proceso, pues, de construcción social de la identidad palmera está hecha de movimientos, viajes, idas y venidas, desplazamientos y una abigarrada mezcla de ex-periencias culturales, fortalecidas y limitadas, en cada caso, por las circunstancias his-tóricas, culturales, económicas y políticas de distintas épocas. Las influencias hispa-no- árabes, andaluzas-castellanas, portuguesas, flamencas, francesas, inglesas y americanas, junto con el sustrato cultural aborigen han dejado una “marca” sociocul-tural que define a los palmeros. De este cruce de concepciones, estereotipos y mira-das surge la necesidad de la idea identitaria. Podría pensarse que la “cultura auténtica” está o debería estar circunscrita a un lugar cerrado, ajeno a alguna posibilidad de contacto y, sin embargo, vemos como La Palma se ha ido construyendo a través de un proceso caracterizado por las influen-cias y transferencias provenientes de otros muchos lugares desde su conquista. Es por esto, que no intentamos realizar un análisis donde se ofrezca una búsque-da de tradiciones puras y de claras diferencias culturales, cuestión ésta que, por otro lado, sería errónea tanto académica como metodológicamente. Lo que se propone es una identificación y estructuración de elementos ecológicos, demográficos, económi-cos y simbólicos que se han nutrido en coyunturas históricas hetereogéneas, y que sirven como representaciones de fenómenos étnicos conectados a la identidad cultu-ral isleña. Las relaciones sociales, las estrategias simbólicas y la cultura tradicional palmera pueden entenderse como mecanismos identitarios eficaces porque actúan manteniendo, perseverando y recuperando selectivamente las tradiciones. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 485 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma TRADICIÓN Y MODERNIDAD Como muy bien analiza Huyseen (2002), en la actualidad nos movemos dentro de una paradoja que muestra, por un lado, el interés y el éxito de todas aquellas manifestaciones que reivindican el pasado y, por otro, las declaraciones que consta-tan la pérdida del sentido de la historia, la precariedad de la memoria y la amnesia generalizada de una sociedad entregada al consumo salvaje. El boom de la memoria se hace visible en toda la sociedad al intentar rememorar y recordar el pasado. Los memorísticos revalorizan la moda vitange, lo retro, todo aquello que tiene “sabor” y apariencia antigua, presentan leyes como la realizada por el Gobierno español denominada ley de recuperación de la memoria histórica que permite hablar del pasado más reciente de España, es decir, de la Guerra Civil y de la dictadura, incluso hablan de épocas pasadas y recuperan gráfica, musical y biblio-gráficamente el pasado en todos los medios de comunicación. Esta ideología que in-tenta ennoblecer el pasado coloca, a su vez, a los promotores de la amnesia en una situación incómoda. Si este fenómeno lo focalizamos al ámbito de La Palma podemos observar como, por ejemplo, en la última década han crecido y se han expandido los museos (Mu-seo del Vino en Las Manchas, Museo del Bordado en Mazo). No sólo la iniciativa pública sino también a nivel privado se restauran viejas casas que representan la ti-pología de la arquitectura tradicional rural y urbana de la isla. Asimismo, se colocan estratégicamente en espacios públicos monumentos que recuerdan actividades pasa-das como la de la Aguadora en Las Nieves o el Enano en la Plaza de La Alame-da que nos habla de las pervivencias festivas, además es frecuente oír desde distintos sectores sociales que la globalización terminará por reducir a cenizas la identidad local. El recurso al pasado es una característica esencial en el proceso de identidad donde se reivindica la memoria. La descendencia común, el origen común o la herencia cultural común forma parte constitutiva de la identidad. A menudo, no es necesario que dicha herencia común sea demostrable, sino que basta la existencia de una creen-cia en la misma. Los benahoaritas representan, en La Palma, el hilo umbilical con el pasado aborigen. Es la raíz cultural heredada que se trata difundir y transmitir con exposiciones de la cultura material y espiritual de los aborígenes. Esta reivindicación de la pervivencia racial, las costumbres o la forma de ser de los benahoaritas (nobles, valientes, aguerridos, solidarios), se han formulado científica, literaria, artística y po-líticamente, de una forma no siempre acertadas y rigurosas, pero, en cualquier caso, enfatizan ese elemento del pasado original y primario de la identidad palmera. 486 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas En la mente popular también subsisten otros elementos históricos como la alimen-tación. En esta ocasión destacamos el azúcar como un alimento básico que identifi-ca a los palmeros. Los primeros ingenios azucareros se instalan en el Valle de Arida-ne y en San Andrés y Sauces en el siglo XVI y fueron importantes hasta principios del siglo XVII. Se exportaba azúcar, miel y vino de malvasía, y desde entonces ha estado presente en la vida cotidiana y en las celebraciones isleñas. La actual reposte-ría palmera reproduce el gusto por lo dulce como un marcador de identidad. Sopas de miel, rapaduras, marquesotes, almendrados, bienmesabe, queso de leche, pan de leche, príncipe Alberto, quesillos, flanes, mermeladas y licores son parte de las comidas festivas y rituales “folclorizadas” por los locales, favoreciendo así su patrimonialización y la compra y consumo por parte de los turistas y extranjeros. El azúcar ha servido como metáfora para definir a los palmeros como dulces, tran-quilos, y melancólicos. Esta representación se ve reforzada con el acento que diferencia al palmero del resto de los canarios. Esta imagen de sensualidad y el extremo placer por lo dulce se asocia en la actualidad a sentimientos contrapuestos, ya que en nuestra cultura cualquier placer en exceso se considera un vicio y concretamente el azúcar expresa simbólicamente el peligro, el pecado y una plaga que hay que combatir. Fernando Ortiz, analizando el caso cubano dice que el contraste entre el tabaco y el azúcar se da desde que ambos se juntan en la mente de los descubridores de Cuba. Cuando, a comienzos del siglo XVI, ocurrió la conquista del país por los cas-tellanos que trajeron al Nuevo Mundo la civilización europea, ya la mente de estos invasores era impresionada fuertemente por dos yerbas gigantes. A la una, los mer-caderes venidos del otro lado del océano la contaban ya entre las más fuertes tenta-ciones de su codicia; a la otra, ellos la tuvieron como el más sorprendente hallazgo del descubrimiento y como peligrosa tentación de los diablos, quienes por tan inau-dita yerba les excitaban sus sentidos como un nuevo alcohol, su inteligencia como un nuevo misterio y su voluntad como un nuevo pecado (1991:2). Si contraponemos, pues, el azúcar a otro recurso identitario palmero como es el tabaco se produce una interesante paradoja metafórica. El tabaco palmero es un pro-ducto excelente reconocido internacionalmente, distinguido, identifica a través de la vitola, impone, es arrogante, se saborea, se huele, se palpa, se mira, es tóxico, es masculino. El azúcar se traga, es humilde, aporta nutrientes, no individualiza como el tabaco sino que más bien unifica, es femenino. Estos productos modificaron los cultivos, las dietas y las prácticas económicas y comerciales. Facilitaron las relaciones de intercambio entre Cuba y La Palma como protagonista de la emigración en el pasado. El mundo de la artesanía también encarna los modelos ideales del pasado. La mayoría de los palmeros se adhiere a la corriente romántica de la modernidad al con- Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 487 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma ceder bastante legitimidad y valor a la alfarería en la medida en que pueden ver en ella una prolongación del mundo aborigen. Alfares como el de Mazo reproducen la cerámica tradicional de la isla, confeccionada sin torno y orientada al utillaje domés-tico y rituales sagrados. La forma semiesférica de las piezas, su color negro y su de-coración a base de una secuenciación estratificada de incisiones en bandas acanala-das mediante el empleo de punzones, peines y espátulas que ocupan toda las vasijas excepto el fondo las diferencian del resto del archipiélago. Estos son sólo algunos ejemplos que reflejan la ubicuidad y complejidad de la “fie-bre de memoria” que padece nuestra sociedad. Al otro extremo se colocan los que defienden diferentes formas de amnesia, mu-chas veces atribuidas al desarrollo del mercado y de los medios de comunicación. En estos discursos, la mirada romántica que caracterizaba desde el siglo XVII los análi-sis antropológicos sobre la memoria, intentando buscar, recuperar y preservar lo con-siderado como histórico y tradicional, es desplazada por la Ilustración legitimando la destrucción del pasado por considerarlo como un lastre que impedía ver el futu-ro. La cultura y la razón moderna abogan por las vanguardias, por la invención y el progreso. La fragmentación del mundo globalizado, argumentan los amnésicos, convierte en una quimera la representación de la identidad como una totalidad armónica, sin di-sonancias y con unas tradiciones aseguradas y fosilizadas. No tiene sentido recordar ni retratarse como un nostálgico con el pasado. El pasado deja así de formar parte de la memoria y se convierte en un ingrediente del pastiche que nos permite mezclar, sin ningún tipo de mala conciencia, hechos, sensibilidades, estéticas y estilos. Proli-feran edificios inspirados en estilos arquitectónicos clásicos, viejas casas se llenan de nuevas tecnologías, se fusionan distintos estilos de músicas como en el caso del em-blemático grupo Taburiente, ejemplo claro de que las hibridaciones son fecundas fren-te a la resistencia de los puristas a cualquier innovación, se reproducen piezas de ar-tesanía que han perdido toda su funcionalidad, grabamos un Enano o pinturas y grabados rupestres en piezas de oro que sirven para la ornamentación corporal, etc. En realidad, no es que se desprecie el pasado per se sino que se mezcla con lo que es pretendidamente nuevo, diferente y moderno. La globalización, los procesos migratorios, la interculturalidad y el mestizaje nos obligan a reelaborar nuestra identidad en la mixtura o hibridez cultural. Pese a las abundantes discusiones sobre el peligro que corren las identidades culturales formu-ladas por los memorísticos, los amnésicos proclaman la necesidad de entender las identidades como algo cambiante que se enriquece con aportaciones culturales dife-rentes. La memoria sería un proceso abierto a la reinterpretación del pasado, una memoria insatisfecha con la petrificación nostálgica del pasado. Los memorísticos no 488 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas quieren ceder su pasado a “los otros”, los amnésicos quieren compartirlos y transfor-marlos, mezclarlos con los de “los otros”, fusionarse, ser eclécticos. Vamos a centrarnos rápidamente en tres ejemplos que nos ayudarán a entender esta amnesia centrada en los mercados, los medios de comunicación y en una situación cotidiana. En los últimos cincuenta años se fabrican en nuestra sociedad objetos que cada vez duran menos, su caducidad es planificada para durar poco y ser desechables. El usar y tirar se ha convertido en un slogan de modernidad en la que el presente se erige como pilar fundamental, frente al pasado en el que se acumulaban los objetos. Esta misma amnesia se ve reforzada por los medios de comunicación. En un do-ble juego, recordemos que en la ideología de los memorísticos cumplían con el pa-pel de recordatorios, ahora se nos muestran como auténticas “máquinas de producir el presente”. Muestran la instantaneidad como si fuera una fotografía desenfocada, fuera de los marcos espaciales, en continuo movimiento. Lo que es noticia hoy deja de serlo mañana. Se trata de un presente comprimido donde se pretende poner en circulación el máximo de información posible en el mínimo espacio posible, impi-diendo reflexionar sobre algo más de lo que se nos muestra porque ni nuestra psi-que ni nuestros sentidos están diseñados para afrontar la sobrecarga de información que se nos ofrece ni la velocidad que las tecnología nos imponen. Y, por último, esta patología amnésica que se supone provoca la globalización, sí que produce identidades múltiples y fugaces que no provocan la desaparición de las diferencias sino, paradójicamente, nuevas diferenciaciones. Esta idea puede ser expre-sada parafraseando a Estévez, con un ejemplo cada vez más cotidiano: “Era un pal-mero que trabajaba en Santa Cruz de La Palma, en una oficina de una multinacio-nal con sede en Londres. Una tarde se dirigió a casa en su coche japonés. Su esposa, que trabajaba en una empresa de cocinas alemanas, ya estaba en casa. Había llegado antes porque su utilitario italiano era más veloz en medio del tráfico. Después de la cena, que incluyó foie gras francés, carne argentina, verduras españolas, kiwis de Nueva Zelanda y café colombiano, se sentaron a ver un programa de televisión pro-ducido en Estados Unidos. En medio, una cuña publicitaria presentó imágenes del paisaje de la isla. Al verlas se sintieron muy patrióticos, y muy orgullosos de ser pal-meros (2004:15). Situados en este punto, ¿cómo articular la identidad cultural a partir de los anta-gonismos que provocan los defensores y detractores del pasado? La respuesta no es fácil y faltarían muchos más análisis de casos etnográficos y antropológicos en la isla para poder dar alguna conclusión que concrete el sentimiento de provisionalidad que subyace en las dos tendencias expuestas. Sin embargo, hablar de memorias, recuer-dos, pérdidas y mescolanzas supone la redefinición de lo patrimonial. Los museos son espacios estratégicos para exponer y contar nuestro patrimonio. Básicamente están Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 489 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma construidos sobre el dolor, la pérdida y el recuerdo, además de ser un valioso recla-mo político para la ideología nacionalista que defiende “lo nuestro”. Sin embargo, la sociedad contemporánea necesita más que una caja fuerte de las tradiciones un es-pacio de diálogo entre culturas diferentes, rompiendo así la pretendida continuidad cultural. De esta manera, el patrimonio cultural debería ser repensado incorporando a) los actuales conflictos identitarios; b) las nuevas maneras de apropiarse de lo tradicional por los distintos grupos sociales; c) las maneras no sólo de entender la autenticidad sino sobre todo las maneras de reconocimiento ya que mostrarían cómo las culturas locales han respondido de forma diferenciada a los mismos problemas globales; y, d) el patrimonio inmaterial ya que la tendencia a mostrar solamente objetos y artefac-tos distorsiona la visión de las culturas locales, al minimizar lo que da sentido pro-fundo a sus identidades. El patrimonio intangible es lo que da valor añadido a la cultura material (artesanía, productos alimenticios, arquitectura tradicional, fiestas tradicionales, etc.) garantizando la continuidad en el futuro, al no olvidar los cono-cimientos y saberes que la gente incorpora a la cultura material. Todo ello garantiza-ría recoger la gran heterogeneidad cultural de las islas. Cuando los políticos se interesan por nuestra identidad, están fortaleciendo su hegemonía y su legitimidad. Dentro del actual contexto de globalización, es impor-tante remarcar que uno de los problemas de las políticas nacionalistas es la esenciali-zación de la identidad cultural. Es decir, asignar una homogeneización cultural que impide manifestar las diferencias y la diversidad, no sólo en el seno del propio gru-po (entre los palmeros), sino también entre el grupo y “los otros”. El pueblo se deja seducir por algo que se presenta como nuestro patrimonio cultural como es el caso de los programas televisivos sobre folklore o deportes autóctonos. En gran medida el resultado de todo ello es la teatralización del patrimonio. En este fenómeno que po-demos observar en los medios de comunicación y en los discursos políticos, se acaba por crear la nostalgia de las tradiciones impidiendo la necesaria reflexión sobre el patrimonio. De esta manera se difunden sin ningún tipo de interés crítico ideas como las si-guientes: 1) El folklore está constituido por un conjunto de bienes y formas cultu-rales tradicionales, de carácter oral y local siempre inalterables. Desde este punto de vista, los cambios son atribuidos a agentes externos, por lo que se recomienda alec-cionar a los funcionarios y a los especialistas para que “no desvirtúen el folklore” y “sepan cuáles son las tradiciones que no hay que cambiar”. 2) El folklore es lo esen-cial de la identidad cultural de la isla. 3) El progreso y en lo que podemos denomi-nar mcdonalización de la cultura terminarán por desintegrar el patrimonio y las iden-tidades locales. 490 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Marina Barreto Vargas Todo esto ha desembocado en la esquizofrenia del rescate, la recuperación, y la conservación por la conservación. Sin embargo, las continuas reformulaciones de la identidad nos obligan, por el contrario, analizar críticamente este problema. Y para ello habría que analizar las interrelaciones entre lo tradicional-popular, las culturas de elite y las industrias culturales. Entendiendo que lo popular no es monopolio de los sectores populares; que lo popular no es vivido por los sujetos populares como com-placencia melancólica de las tradiciones; que las culturas campesinas y tradicionales ya no son la parte mayoritaria de la cultura popular; y, que el desarrollo moderno no sustituye las culturas populares tradicionales. De hecho, el patrimonio y su gestión se han convertido en uno de los principa-les recursos de las industrias del ocio y del consumo cultural contemporáneo. La pro-ducción y consumo cultural forman hoy un complejo sistema caracterizado por la interacción entre las comunidades locales, los productores y gestores del patrimonio y los turistas como consumidores. En este sentido, es preciso tanto para conocer la dinámica de este fenómeno como para gestionarlo, tener en cuenta el conjunto de relaciones que se establecen en cada uno de ellos. Así la creciente compartimentali-zación del patrimonio deriva en la presentación fragmentaria de las culturas locales. En la actualidad, paradójicamente, lo que se está produciendo es que los locales creen tener un patrimonio que se puede vender a los turistas. Sin embargo, son las pro-pias demandas de los turistas los que acaban definiendo esos patrimonios locales. A menudo, lo que vendemos como patrimonio no es lo que consideramos identitario sino lo que sabemos o creemos que los turistas demandan. No hay que encerrar a las poblaciones en el ámbito de su autoctonía, sin propor-cionarles las claves globalizadoras, ya que esto sería un suicidio cultural. De hecho, el patrimonio, en tanto que construcción social, no consiste en un repertorio fijo de objetos y rasgos culturales, sino que forma parte de la cultura viva de la gente, sien-do siempre recreado, transformado y adaptado a las condiciones cambiantes de la realidad social. La solución pasaría por un diálogo entre lo local y lo global, para reivindicar lo que nos parece más sensato, es decir, las culturas híbridas, la mixtura cultural o la contaminación cultural. La diversidad cultural y la homogeneización mundial no deben ser consideradas como dos visiones opuestas. Ya que las dos cons-tituyen dos aspectos de la realidad global. En cierta medida, el sistema mundial más que crear una masiva homogeneidad cultural a escala global está reviviendo las iden-tidades locales y poniéndolas en contacto. Las identidades étnicas y culturales han experimentado una enorme revitalización en el mundo contemporáneo, en gran medida como respuesta a los procesos crecientes de globalización y uniformización cultural. La reivindicación que los palmeros están mostrando por su identidad no puede ser entendida como resultado de una mera Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 491 ISSN 1698-014X Memorísticos y amnésicos: identidad y patrimonio cultural en La Palma voluntad subjetiva, sino precisamente en el marco de su adaptación, a menudo con-flictiva, a un mundo cada vez más interrelacionado. La propia isla de La Palma no es homogénea. Muchas veces olvidamos injustamente las diferencias que contiene. Por lo que tampoco debemos aferrarnos a los estereotipos construidos sobre la isla. El problema de la identidad y la idiosincrasia de los palmeros deben ser constantemen-te revisadas. BIBLIOGRAFÍA ABREU GALINDO, Fr. 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