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Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 565 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular SOBRE ÁLVAREZ RIXO, LEMOS SMALLEY Y LA ETNOGRAFÍA INSULAR Carmen Díaz Alayón1 y Francisco Javier Castillo2 Resumen: En las primeras décadas del siglo XIX, Antonio Lemos Smalley redactó unos apuntes sobre los usos y costumbres de los campesinos de la isla de La Palma, unos apuntes que constituyen sin duda alguna una temprana e importante contribución a los estudios etnográficos tanto en Canarias como en España. Hoy podemos disponer de esta obra gracias a la intervención del inves-tigador José Agustín Álvarez Rixo. En esta ocasión, además del correspondiente estu-dio, se procede a reproducir el texto com-pleto del original. Palabras clave: etnografía, estudios lin-güísticos, Canarias, siglo XIX, Lemos Sma-lley, Álvarez Rixo. Abstract: In the first decades of the 19th century, Antonio Lemos Smalley wrote some notes on the manners of the peasants living in La Palma at the time, and these notes reveal themselves as an early and im-portant contribution to the ethnographic studies in the Canaries and in Spain. Le-mos’ work is known today thanks to José Agustín Álvarez Rixo. In this paper a com-plete study is done and also a new edition of the original text is provided. Key words: ethnographic studies, lin-guistic studies, Canaries, 19th century, Le-mos Smalley, Álvarez Rixo. 1 Profesora Titular del Departamento de Filología Española de la Universidad de La Laguna. 2 Profesor Titular del Departamento de Filología Inglesa y Alemana de la Universidad de La Laguna. 3 Sobre la vida y la obra de este autor, así como sobre su protagonismo en los estudios insulares véase Díaz Alayón, «Los estudios del español de Canarias y la labor investigadora de José Agustín Álvarez Rixo», «Lengua literaria y habla insular en José Agustín Álvarez Rixo», «Álvarez Rixo en la Sociedad En su completa monografía de los estudios del folklore canario, José Pérez Vidal sitúa el arranque del análisis científico de la etnografía insular en 1880, que es el año en el que se publica la obra de Víctor Grau-Bassas Una excursión por Gran Canaria. Con anterioridad a esta fecha, Pérez Vidal señala en este campo algún antecedente de interés, como es el caso de las Miscellanées canariennes de Sabin Berthelot, pero lamentablemente en la nómina de estas contribuciones precursoras no se encuentra, por desconocerla el recopilador, una de particular relevancia, que constituye un hito en nuestros estudios etnográficos tanto por lo temprano de la fecha en que se pro-duce como por la peculiar naturaleza de sus materiales. Nos referimos al opúsculo de Antonio Lemos Smalley Usos y costumbres de los aldeanos de esta Isla de la Palma, que en la actualidad podemos conocer y manejar gracias a los desvelos del autor portuense José Agustín Álvarez Rixo3 y que va a centrar nuestra atención en estas páginas. 566 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo Álvarez Rixo mantiene a lo largo de toda su vida vínculos cordiales con destaca-dos miembros de la intelectualidad y la cultura de La Palma. En este sentido, hay que recordar de modo particular su amistad con Manuel Díaz, al que tiene la oportuni-dad de conocer de cerca con ocasión de la estancia de éste en Tenerife, y más tarde con los miembros de la Sociedad de Amigos del País y con los responsables de El Time, en el que colaborará intensamente. De igual forma, entre las amistades palmeras de nuestro polígrafo también se encuentra Antonio Lemos Smalley. Lemos Smalley nace en Santa Cruz de La Palma el 7 de noviembre de 1788, hijo de Juan José Le-mos Yanes, capitán de las milicias y piloto de la carrera de Indias, y de Mauricia Smalley Spicer. Casó en el Puerto de la Cruz, el 16 de abril de 1817, con María de los Dolores Fernández Muñoz, hija del licenciado Francisco de Paula Fernández Bre-dero, y de su primera mujer Margarita Muñoz Ojeda, pero siempre va a residir en La Palma, donde desempeñó los cargos de administrador de las rentas decimales y de secretario de la Escuela de Cristo, establecida en el hospital de Nuestra Señora de los Dolores, y también ocupó los empleos de regidor en el ayuntamiento y de castella-no del fuerte de San Carlos de Bajamar. Falleció el 25 de abril de 18674. No conocemos de manera precisa la fecha en que comienza la amistad entre Ál-varez Rixo y Lemos Smalley, pero no resulta impensable que se haya iniciado en el Puerto de la Cruz hacia 1816, cuando el primero se había instalado definitivamente en su patria chica, y cuando el segundo preparaba su boda, que tuvo que ser un acon-tecimiento de alta relevancia social porque el suegro del contrayente, Francisco Fer-nández Bredero, era a la sazón alcalde real del Puerto5. Sea como fuese, lo cierto es que en 1846, de acuerdo con la fecha que trae el manuscrito conservado, Lemos Smalley le confía a Álvarez Rixo que ha redactado un pequeño cuaderno en borra-dor sobre las costumbres populares de La Palma y le permite hacer una copia, rogán-dole que le corrija la ortografía y algunas voces repetidas en las que no había puesto de Amigos del País de La Palma», «Notas y materiales sobre la producción periodística tardía de Álva-rez Rixo», «Sobre el comportamiento de los pronombres átonos en autores canarios de los siglos XVIII y XIX», y «Las páginas majoreras de la producción periodística de Álvarez Rixo»; y Díaz Alayón y Castillo, La obra periodística de José Agustín Álvarez Rixo. 4Pérez García, Fastos, págs. 62-63. 5Álvarez Rixo, Anales, págs. 253, 260, 264. En 1814 Fernández Bredero recibió el nombramiento de diputado del Puerto de la Cruz en el cabildo de la isla. Tres años más tarde será alcalde real. Además de sus actividades comerciales y políticas también se le conoce algún suceso gracioso que Álvarez Rixo recoge: «Asimismo tuvo el público que reír a costa del Licenciado don Francisco F. Bredero, cuya se-ñora inadvertida o poco mirada en hacer uso indistintamente de apellidos y apodos, pasó una esquela a Juan Hernández Rojas, pidiéndole algunos efectos de su almacén y en lugar de Hernández, púsole Manita. Este le devolvió el papel diciendo que su apellido era Hernández. El Licenciado creyó por ello agraviada su mujer por ser, dijo, dama de cualidad; y encontrando a Hernández en la calle le reconvi-no con desaire, dándole de bastonazos a vista de don Francisco Solano y otras personas, hubo deman-da pero todo se compuso porque el agraviado era dependiente inferior de don Juan Cólogan Fallon, y éste como le compraba los vinos a Bredero quiso contemplarlo aunque no debía». Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 567 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular cuidado. En aquellos momentos Álvarez Rixo ya tiene un nombre en las letras cana-rias. En la prensa ha dado a conocer un conjunto de catorce colaboraciones, en las que hace incursiones en distintas parcelas de la historia, la política y la economía de las Islas, y donde muestra sus posiciones en la defensa de la instrucción de la juven-tud, la divulgación de las principales fuentes, la búsqueda de distintas fórmulas para fortalecer y desarrollar la economía insular, y la denuncia de la miseria y el atraso en que viven los canarios. Además de esta producción periodística, ya hace años que tra-baja en obras de mayor enjundia, como es el caso de sus Anales del Puerto de la Cruz, que comienza a escribir en el año 1828. Toda esta labor muestra que esta-mos ante un hombre particularmente atento a todo lo relativo a nuestro pequeño universo insular, que recopila todos los datos y detalles que llegan a su conocimien-to y que llama constantemente la atención sobre la conservación de la documenta-ción y de la memoria histórica. Que hoy podamos manejar la aportación de Lemos Smalley constituye una prueba particularmente ilustrativa de sus desvelos en esta di-rección. 1. EL MANUSCRITO Los textos de Lemos Smalley –porque se trata de dos– se han conservado en un manuscrito autógrafo integrado en un pequeño cuaderno de 20 hojas, que Álvarez Rixo relaciona como pieza VI del Legajo D dentro de sus Catálogos de los diversos manuscritos de mi pertenencia y personal trabajo. El cuaderno se abre con la «Indica-ción » del recopilador, que ocupa las dos primeras páginas, y que es particularmente interesante porque éste llama la atención sobre el valor etnográfico de la pieza y por-que establece cuál ha sido su actuación en la corrección del borrador. Se trata, como no podía ser de otra manera, de una actuación puntual y respetuosa, como nos re-vela el hecho de mantener la estructura que el autor le ha dado a los materiales, aun-que el criterio personal de Álvarez Rixo apunta a la reordenación lógica de los apar-tados, con lo que los que se refieren a las enfermedades, duelos y entierros ocuparían la última parte de los Usos. Además, también podemos observar en esta breve «Indi-cación » inicial el interés del recopilador por los modos palmeros tradicionales y su desazón ante el atraso de las zonas rurales. Aunque aquí no lo recoge, sabe que no se trata de un hecho aislado en la vida insular y para ello sirvan de ejemplos ilus-trativos los apuntes que recoge al final del cuaderno sobre La Gomera, o las nume-rosísimas notas que deja en toda su obra sobre el barrio de la Ranilla de su ciudad, como las que vemos en la Descripción del Puerto de la Cruz donde dice que los rani-lleros 568 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 569 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular 570 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo «son barqueros ignorantísimos tanto que ni persinarse saben; y aprenden algunas oraciones cuando tratan de casarse, las cuales las olvidan luego. Otros no se mezclan de eso, sino que se amanceban con la mujer que les parece y viven con el nombre de novios. Son puercos y desastrados con sus personas y casas, donde viven dos y tres familias en una pequeña y asquerosa cuadra. Cuanto los hom-bres ganan lo gastan en vino en las tabernas, sin cuidarse mucho de comida, ni de vestido, ni de deudas6.» Sigue a la «Indicación» el texto de los Usos y costumbres de los aldeanos de esta Isla de la Palma (págs. 1-19), que se articula en doce apartados. El primero de ellos lleva por título «Idea de su primitiva sencillez, virtudes y actual industria» y en él se re-fiere al cambio operado en las actitudes y los comportamientos. Los que tiempo atrás eran afables, religiosos, sencillos, verídicos y obedientes, no dudan en dedicarse aho-ra al robo, la embriaguez, la murmuración y otros vicios. El apartado que sigue se refiere a la vestimenta, que es de lana y lino para los días normales, y de terciopelo, raso y muselina para las grandes ocasiones. También se incluyen aquí referencias sobre los productos que llevan a vender y los capítulos en los que invierten el dinero que obtienen. El tercer apartado da detalles sobre la dieta habitual de la clase acomodada, que se componía de gofio, pescado y algunos días carne, y la de los pobres, que se limitaba a pan de raíz de helecho, tradicionalmente conocido en el país como bollo estreme. Luego viene el apartado relativo a las enfermedades y las curaciones, que consti-tuye uno de los más curiosos, sobre todo por los impensables preparados y desatina-dos remedios que se recetan, como por ejemplo, para la ictericia huevos llenos de piojos, para la parálisis orines de caballo cansado, para el asma, caldo de gato negro. De las enfermedades y los remedios se pasa a los duelos y entierros, en los que los llantos, los lamentos y las alabanzas del difunto no pueden faltar, y que Lemos Smalley, con ejemplos ilustrativos, remite a simple ceremonia. Particularmente deta-llada es la relación que se hace del día del entierro, desde los alimentos que toman, los diferentes tonos del griterío de los que concurren según se aleja el féretro y la forma en que los afectados acuden a la parroquia. El sexto apartado se refiere al poco caso que le ponen a la religión y lo mucho que creen en brujas, duendes, almas que se aparecen, maleficio, mal de ojos y otros agüeros, y se reproduce una nómina de supersticiones. A continuación se trata la lamentable educación que los padres dan a los hijos y la egoísta actitud de éstos, que apenas colaboran en la economía familiar ni atienden a sus padres en la ancianidad. 6 2003, pág. 181. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 571 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular Los noviazgos, amoríos y casamientos se tratan en el apartado octavo, que es el más largo de todos, donde vemos la naturaleza de la relación entre los novios, la fór-mula que se utiliza para aceptar formalmente al novio en la casa de los que van a ser sus suegros, y todo lo relativo a la preparación y celebración de la boda. En el apartado núm. 9 se tocan los usos relativos al parto y al bautismo del re-cién nacido, y aquí hace referencia a la tradicional vela de la parida, una costumbre ampliamente arraigada en las Islas, que en algunas zonas persistió hasta fechas relati-vamente recientes. La costumbre de este velatorio, que tiene lugar las noches previas al bautismo, nace de la creencia de que hay que estar alerta para impedir que las brujas entren en la casa para chupar la sangre a la criatura. De ahí la vela y toda una serie de prácticas supersticiosas para mantener alejada la influencia maligna de las brujas. Resulta curioso que nada se recoja sobre el uso del zorrocloco, en el que cuando la parturienta se levanta por la mañana el esposo se encama y recibe las atenciones y cuidados que se le hacen a la mujer7. El apartado siguiente trata de la importancia social que tenían las romerías, en especial para los jóvenes. Acudían a San Amaro por dislocaciones o dolores de hue-sos, a San Blas por la tos o mal de pecho, a Santa Lucía por la vista, a Las Angus-tias por algún disgusto o cuidado extraordinario, y a Las Nieves para pedir cartas o remesas de América. El apartado once nos lleva a la arquitectura doméstica tradicional y de forma es-pecial al mobiliario de las casas. Y termina con las «Voces adulteradas que usan en estos campos», al que nos vamos a referir más adelante. A lo escrito por Lemos Smalley el recopilador añade finalmente una «Observación» (pág. 20), en la que comenta algunos detalles del texto precedente. En este sentido señala que la cicatería de los palmeros, rotundamente recogida en los materiales an-teriores, justifica el refrán Palmero gilmero, que también figura en las Voces, frases y proverbios provinciales, como «refrán por el cual vituperamos a los naturales de La Palma, a quienes tenemos por muy cicateros y miserables». Además termina con un apunte lingüístico en el que recoge que las alteraciones de la lengua son normales entre los habitantes de las zonas rurales, porque al vivir diseminados los hijos repiten los errores de los padres, puesto que se trata de la única referencia que tienen. De igual forma, la variedad de términos que se da entre los palmeros y los habitantes del res-to de las Canarias, lleva a nuestro autor a hacer una comparación con la situación que se daba en la etapa prehispánica, caracterizada por una variedad de lengua, a pesar de que procedían de una raíz común8. 7 Jiménez Sánchez, «Costumbres relacionadas con el embarazo, alumbramiento y bautizo», págs. 84-85. 8Las posiciones de Álvarez Rixo con respecto al sistema de comunicación de las Canarias prehispáni-cas pueden verse en Lenguaje de los antiguos isleños. 572 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo A continuación viene la otra contribución de Lemos Smalley: Apellidos y Apodos de los Palmeros (págs. 21-26), donde de manera particularmente hábil se reúnen tres centenares largos de formas. Al igual que en el caso anterior, esta contribución viene acompañada de unas líneas introductorias y finales de Álvarez Rixo, en las que ex-plica brevemente la génesis de los apodos y subraya lo ridículo de la costumbre de poner apodos y que se trata de un rasgo peculiar de la gente vulgar, como lo es el de apostar a cada paso y el de jurar y maldecir con frecuencia. A todo ello siguen, en la parte final del cuaderno, unas breves notas bajo el títu-lo Otros episodios isleños, que se refieren a La Gomera y que están conectadas con las dos contribuciones anteriores de Lemos Smalley, no sólo por los detalles etnográfi-cos que contiene, sino también por la denuncia del estado lamentable en que se en-cuentran las zonas rurales insulares. Aquí se recoge cómo en el año 1855 la Diputa-ción Provincial se sirvió de don Agustín de la Peña9, vecino de La Laguna y comisionado de la Hacienda, para que investigase qué sucedía con el ayuntamiento de Chipude, que destacaba por su falta de cumplimiento. La pobreza y atraso del lugar, lo escaso y diseminado del caserío, la nula formación de los concejales y lo rudimentario de las sesiones municipales llevan al comisionado a aconsejar a la Di-putación que agregase aquel lugar a otro más capaz y poco después se resolvió de esta forma, anexionándolo al término de Vallehermoso. Los datos de Agustín de la Peña y otros le permiten a Álvarez Rixo dar detalles sobre la astucia y agilidad de los go-meros, y sobre algunos de sus alimentos y vocablos, así como colorear el mensaje que quiere transmitir: el de que a las zonas rurales de las Islas, que se encuentran en el mayor atraso, también deben llegar las tanto las acciones e inversiones del gobierno como las iniciativas de los particulares. 2. LOS MATERIALES ETNOGRÁFICOS Entre estos tres opúsculos que se han mencionado destaca con luz propia el pri-mero de ellos, Usos y costumbres de los aldeanos de esta Isla de la Palma, que lo hace, tal y como ya se ha adelantado, por la interesante información etnográfica que con- 9No es ésta la única ocasión en que Álvarez Rixo se refiere al paso del don Agustín de la Peña por La Gomera. También lo hace en el artículo periodístico «Acróbatas isleños», que publica en El Time, núm. 259, de 15 de diciembre de 1868, y que constituye una colaboración singular en la que podemos ver cómo nuestro autor mantiene intactos su capacidad de análisis, su talante crítico y constructivo, así como su humor característico. Estamos ante un delicioso trabajo que comenta la experiencia que en 1835 tuvo don Antonio de la Peña, en los caminos de La Gomera, y donde se toca una vez más el atraso de las Canarias, la incuria de los responsables políticos y, particularmente en este caso, la falta de una red viaria mínima, pero que también destaca la capacidad que tienen los isleños para hacer frente a la falta de medios con coraje, perseverancia, abnegación, esfuerzo, y —en esta ocasión que se refiere a la inexis-tencia de caminos y vías practicables— con agilidad. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 573 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular tiene, por el método que se sigue en la descripción y organización de las parcelas tra-tadas, y por la fecha en que se elabora. Esta última circunstancia hay que destacarla de forma especial. A este respecto tenemos que pensar que en los momentos en que Lemos Smalley escribe no se habían inaugurado los estudios etnográficos. Todavía queda mucho para que Antonio Machado y Álvarez funde en 1881 la primera so-ciedad española para la recopilación y análisis del saber y de las tradiciones popula-res; y, en el ámbito local, queda mucho para la labor de Juan Bethencourt Alfonso con su Proyecto de cuestionario del folklore canario, publicado en 1884 y que consti-tuye el primer trabajo con pretensiones sobre la cultura tradicional de las Islas. La posición desde la que Lemos Smalley escribe es la de un ilustrado insular que obser-va las diferencias que se dan entre algunas parcelas de la realidad urbana en la que él habita y se ha educado y la realidad rural que se da muy cerca de la anterior. Como es de esperar, le llama la atención el atraso de sus paisanos y lo primario de sus po-siciones, pero no se queda sólo en esto sino que también muestra una perspectiva de modernidad en la metodología que sigue al levantar acta de un tipo de comunidad que poco a poco irá desapareciendo. En este sentido lo más interesante es la parti-cular intuición que muestra en relación con lo que puede ser interesante desde el punto de vista etnográfico. Además de las parcelas recogidas en los distintos apartados, Lemos Smalley pro-porciona detalles sobre algunas cuestiones de interés, como los bailes tradicionales, que describe a propósito de la celebración de las bodas. Aquí da datos precisos a este res-pecto y que nos permiten observar que en este caso se trata del baile de las castañuelas, un baile romancesco que en La Palma se bailaba hasta las décadas iniciales del si-glo XX y que Pérez Vidal describe de esta manera: «Varios hombres, en número siempre par, por lo general cuatro, colocados fren-te a frente, dos a dos, bailan sin cambiar de lugar, mientras, con los brazos alzados, repiquetean las castañuelas. En el espacio comprendido entre los bai-ladores, las mujeres, en número igual a la mitad de éstos, danzan con suaves evoluciones, esquivando a los hombres en sus contenidos ademanes de acercár-seles y simulando que hilan con movimientos adecuados de los brazos y ma-nos. Esta imitación de la casera labor del hilado es la explicación de que el baile de castañuelas se conozca también con los nombres de baile de las jilanderas, baile jilado y, simplemente, con el de jila, jila. Las suaves evoluciones de las mujeres contrastan con el zapateado violento y convulsivo de los hombres. Y, mientras, en el centro del terrero, giran así las mujeres y zapatean los hombres insistentemente, el canto monótono de un romance, entonado desde un extre-mo por un cantador, acompaña y conduce el baile al compás del inevitable tam- 574 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo boril. Y un coro de entusiastas acompañantes, agrupado en torno del cantador, entona el responder y contribuye a marcar el ritmo, dando golpes en el suelo con sus recios bastones»10. 3. NOTAS LINGÜÍSTICAS Aparte del valor etnográfico del texto de Lemos Smalley, también tenemos los rasgos lingüísticos que son de particular interés porque nos acercan al español culto del siglo XIX, aunque no debe olvidarse que se trata de un texto en el que en algu-nos puntos se mezclan la lengua del autor con la del revisor. Veamos algunas de las particularidades más sobresalientes: 1. En lo que se refiere a las peculiaridades del sistema gráfico, son de destacar al-gunos hechos, como la utilización de g en vez de j: lisongeado, viages, digese, egerci-cios, mugeres, egecucion. Particularmente frecuentes son los casos de b por v: caban, huebos, polbos, herbir, tubieron, joben, desabenencias, parbulos, atabiarla, carabanas. Igualmente se advierten casos de s por x: estremo, esentos, espresiones, ausiliandoles, de la misma forma que se dan algunos de c por s: reces, grocerisimos, bolcita, ocaciones; de s por c: domisilio, seremonia, cosinan; de s por z: sencilles, embriagues, agonisando, tasas, sapato, sarandeo, mesquinos; de z por s: toz, compaz, razos, rez; y de z por c: cabezera. En lo que se refiere a los grupos consonánticos, suelen prevalecer las variantes cultas, aunque hay alguna forma divergente, como ocurre con itericia, inacesibles, desienden. 2. Se advierte algún caso de aféresis: «...todos se somaron al camino a mirarlo pasar?». Se trata de un comportamiento frecuente en el habla insular11. 3. Los nombres de naciones o continentes vienen precedidos del artículo: «...to-davía en las Canarias hay moradores miserables cuyos usos ridículos y aun detesta-bles no le van en zaga los de algunas tribus de Tartaros de la Siberia...»; «Pero á los 16, ó 18, años se casan ó van para la América, teniendo los padres que darles el dote ó flete, siendo igualmente raros los que casados, acomodados con amo, ó desde la America les atienden en su ancianidad». Se trata de un comportamiento bastante común en los autores del momento. Viera y Clavijo escribe la Grecia, la Italia, la 10«Romances con estribillo y bailes romancescos», págs. 203-205. Benigno Carballo Wangüemert tam-bién describe este baile popular en Las Afortunadas, págs. 148-149, y lo llama Santo Domingo: «En-tre tanto cuatro bailadores dan grandes saltos y zapateados, sudando, por la violencia del ejercicio, cuando es posible sudar, y dos bailadoras se pasean muy suave y tranquilamente entre ellos, abriendo de continuo sus manos y sus brazos con idéntica suavidad, y como queriendo seguir en el movimien-to el aire o la cadencia del canto». 11 Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 204. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 575 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular Inglaterra, la Francia, la Mauritania, la Normandía y en Álvarez Rixo vemos la Es-paña, el África, el Egipto, la Etiopía, el Asia, la Turquía, la Europa12. 4. El adjetivo grande antepuesto a sustantivos en singular suele aparecer de forma íntegra: «...uno de los cuales cada 10, á 12 minutos dá un grande ay! y todos reco-mienzan con nueva monserga de llantos y lamentos...»; «Al concluir entra la cocine-ra con un grande plato lleno de agua y hojas de flores»13. 5. Cualesquiera aparece como singular: «Yendo tambien á otras partes por cuales-quiera abogacion que ellos suponen»14. También cualquiera figura construido con nombres masculinos: «...cualquiera padre de una numerosa familia, q.e p.a subsistir con mas comodidad se situa á distancia de otras, si naturalmente tiene alguna falta en la pronunciación, los hijos q.e no tienen mejor corrector se habituan á pronunciar como el padre»15. 6. El sintagma a (la) casa de aparece sin la preposición inicial: «El novio suele ir a cenar casa de la novia». Álvarez Rixo nos ofrece distintos registros de este compor-tamiento: «Las andas y algunas piezas de plata que había, pertenecientes a la Vir-gen de Concepción, se guardaron casa de su mayordomo...» (Descripción histórica, pág. 103); «...y por lo tanto dejó de servir para el Ayuntamiento, que tuvo que re-unirse casa del presidente a sus sesiones» (Anales, pág. 284); «...y cuando todavía no se abatían a buscarse recíprocamente en sus domicilios para tratar algún negocio pre-ciso, lo hacían como encontrándose por incidencia casa de D.n Manuel J. Alvarez...» (Historia del Puerto del Arrecife, pág. 183)16. Otro tanto ocurre con Lope Antonio de la Guerra: «Los principales asistentes pasaron casa del Comandante donde se les sir-vió un expléndido Refrezco...»; «...ocurrieron los oficiales casa del Coronel...» (Me-morias, págs. 640, 644). 12Véase Díaz Alayón y Castillo, La obra periodística de José Agustín Álvarez Rixo, págs. 77-78. 13También vemos numerosos ejemplos de este comportamiento en distintas piezas de Álvarez Rixo: His-toria del Puerto del Arrecife, págs. 61, 59, 71, 75, 100, 123, 143, 154, 163, 165, 186, 197 y 209; Anales, págs. 102, 144, 206, 208, 339, 364 y 369; Descripción histórica, págs. 34, 36, 38, 42, 46, 57, 85, 86, 101, 102, 105, 115, 118, 119, 131, 136, 137, 141, 152, 155, 162, 163, 165, 174, 175, 178, 194 y 219; Lenguaje, págs. 25, 38, 41, 62 y 123; y Voces, s.v. amolán, jable, medano y Romeral. En lo que se refiere a su obra periodística véase Díaz Alayón y Castillo, op. cit., págs. 79-80. 14Otros registros de cualesquiera con valor de singular vienen en distintas piezas de Álvarez Rixo: Ana-les, págs. 117, 120, 414, 426 y 473; Historia del Puerto del Arrecife, págs. 52, 71, 93, 96, 112, 131, 142n, 156, 165, 180, 183, 214 y 227; Cuadro histórico, pág. 107; Lenguaje, págs. 30 y 51; Descrip-ción histórica, págs. 109, 144 y 190; y Voces, s.v. belillo, geito, gofio, grelo y salga el sol por La Gomera. En la producción periodística también encontramos distintos registros de este comportamiento: «cua-lesquiera pueblecillo», «cualesquiera cosa», «cualesquiera mejora», «cualesquiera portezuelo», «cualesquiera partido». Véase Díaz Alayón y Castillo, op. cit., págs. 81-82. 15En otras piezas encontramos «cualquiera corazón», «cualquiera armador británico» (Anales, págs. 182 y 187); «cualquiera premio», «cualquiera parte» (Historia del Puerto del Arrecife, págs. 130 y 188); «cual-quiera vecino honrado» (Descripción histórica, pág. 76). 16Para la obra periodística véase Díaz Alayón y Castillo, op. cit., pág. 84. 576 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo 7. Se da también la presencia de formas verbales personales con posposición de pronombres átonos, como en «Ponenle al recien nacido un cuernecito ú digito afin de preservarle de mal de ojo ó maleficio», comportamiento que nos muestra que si-gue en vigor la regla de que en principio de frase o después de pausa los pronom-bres inacentuados habían de ir detrás del verbo. 8. De igual modo, se puede apreciar el uso del futuro imperfecto de subjuntivo, una forma que en la actualidad es muy difícil de encontrar en la lengua hablada y que, todavía, se mantiene en la lengua escrita, particularmente en textos administra-tivos y de registro solemne. El único caso lo encontramos en el inicio de la estrofa que se incluye en el apartado relativo a las romerías: «Si fueres a S.n Amaro...». 9. La conjunción que se omite de manera frecuente: «y si en aquellas noches su-cede cantar un gallo á deshora, se tiene por mal presagio, creyendose ha visto espiri-tus malos [...] y se ponen á rezar sobre la criatura porque creen vienen á chuparle la sangre»; «…me recomendó le corrigiese la ortografia de su borrador». 10. Otro de los rasgos es el especial comportamiento que muestran los pronom-bres átonos. El análisis de la lengua de algunos autores de los siglos XVIII y XIX (Viera y Clavijo, Lope Antonio de la Guerra, Álvarez Rixo, Graciliano Afonso...) nos revela un comportamiento particular, que se aleja en algunos casos del empleo del sistema etimológico y que muestra la existencia de laísmo y leísmo17, y otro tanto sucede en el texto que nos ocupa, tal y como se puede advertir en los casos que si-guen: «Si en el parto hay alguna tardanza, se la pone el sombrero del marido: si la demora sigue, se la pone la chuga ó chaqueta del mismo; y si para este ó para las secundinas hay tambien retardo se la cuelga á la espalda un sapato de un Juan. Y aunque la paciente sepa lo que es, no ha de verlo, porque en tal caso se la subiria el parto á la cabeza». Casos de leísmo vemos en «y le hallé tendido de espaldas...»; «Me apresuré a aliviarle de aquel peso...»; «y los extraños ausiliandoles las almas, pero en tono y con espresiones tan barbaras que causa risa el oirles»; «Asi que espiran los sa-can corriendo de la cama para que sus almas no sufran tanta pena, y luego todos los presentes van pasandoles por encima para no tenerles miedo»; «...y al concluir, la dolorida principal dá un grande ay! y todos le siguen con llantos y plegarias terri-bles... »; «...teniendo los padres que darles el dote ó flete, siendo igualmente raros los que casados, acomodados con amo, ó desde la America les atienden en su anciani-dad »; «...mirandosele desde entonces como uno de la familia»; «...de todas partes sa-len a felicitarles, deteniendo ellas las bestias para dar tabaco á todos...». 17Díaz Alayón se acerca a esta cuestión en «Sobre el comportamiento de los pronombres átonos en autores canarios de los siglos XVIII y XIX», donde comenta ejemplos de Álvarez Rixo y Viera y Cla-vijo. Registros de este uso pueden verse en otros autores como Lope Antonio de la Guerra, Memorias, págs. 250, 454, 455, 650, 663, 668, 670, 671, 677, 678, 680, 681, 688, 690, 735. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 577 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular 11. En lo que se refiere al léxico se aprecia un amplio conjunto de aportes. Ve-mos términos de uso general en el español de la época, pero en la actualidad desusados o relegados a ámbitos determinados, como es el caso de responsión ‘respuesta’. Otro destacado componente lo configuran las voces características de la norma insular, entre las que vemos los guanchismos gánigo y gofio, junto a un amplio conjunto de occi-dentalismos. Y, a los aportes anteriores, se une el integrado por términos propios del habla familiar de Álvarez Rixo, como ocurre con camponés ‘campesino’. De todo ello da cuenta la relación que sigue, que no pretende ser exhaustiva sino meramente ilus-trativa de los distintos aportes: abanar ‘hacer señas a alguien, agitando las manos, un pañuelo o algo semejante para saludar, despedirse, llamar la atención, etc.’: «...unos van con el muerto y otros quedan en la puerta de la casa viendo la procesion y abanandole con las tocas...». agua asentada ‘agua hervida y luego mezclada con agua fría, que se utiliza como medicina’: «...y agua asentada, que es poner á herbir una caldera de agua, y ya hir-biendo botarle encima otra de agua fria». ajijides, jijides ‘grito de alegría’: «y cuando vienen de retirada causa compasion verlos tan negros de la tierra y tan cargados, pero alegres dando ajijides y cantando»; «Concluido el casorio, vuelven para sus casas dando jijides...»; «Cuando dan los jiji-des se destoca la novia y la madrina»; «Si acaso oyen jijides creen que son brujas...»18. alma ‘aparición de un difunto que se presenta a alguna persona para pedir per-dón por algún daño cometido, para que le ayude a cumplir alguna promesa o cual-quier acto piadoso’: «...al paso que generalmente todos creen en brujas, duendes, al-mas que se aparecen...». almuerzo ‘desayuno, comida ligera que se toma al levantarse’: «Antes de salir para la Iglesia es el almuerzo, reducido á unas enormes tasas de sopas de pan amasado cuatro dias antes para que no se gaste tanto. Los novios no almuerzan por que han de comulgar, y la pobre novia tiene que estar doce ó mas horas sin comer y sin dor-mir porque desde media noche hasta el dia se lo llevan en vestirla y atabiarla»19. andén ‘bancal, rellano de tierra que en un terreno pendiente se aprovecha para el cultivo’: «No asi en los demas lugares, pues se ven cultivadas las vetas y andenes mas inacesibles». 18Otro registro de esta voz lo trae B. Carballo Wangüemert, Las Afortunadas, pág. 147: «Véseles cru-zar por las calles de los Llanos, por Argual y por los demás puntos, haciendo una gran algazara, to-cando el tamboril, cantando y llenando el aire con sus gritos de alegría, dando en suma muchos ajiji-dos ». Otro tanto hace Arribas y Sánchez, A través de las Islas Canarias, pág. 194. Véase también Régulo Pérez, El habla de La Palma, pág. 94. 19También Álvarez Rixo usa almorzar como ‘desayunar, hacer la comida ligera que se toma al levantar-se’. Anales, pág. 491. 578 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo apagado ‘lechuza común’: «pero si oyen un Apagado, adivina muerte de alguno del vecindario». Régulo Pérez trae tapagao20 y Pérez Vidal recoge estapagao21. barrilete ‘barril muy pequeño que se acostumbraba llevar colgado del hombro y en donde se llevaba el vino cuando se salía al campo o se hacía algún desplazamien-to largo’: «todo lo que se alterna con buenos tragos de vino á boca de barrilete, fru-ta fresca ó pasada, y á veces comida de caliente». Otro registro de esta voz lo trae Benigno Carballo Wangüemert, Las Afortunadas, pág. 137: «El barrilete pasa de mano en mano y da la vuelta al corro varias veces». bollo estreme ‘torta hecha con la raíz de helecho, tostada y molida, sin mezcla de ninguna otra cosa, cocida al horno’: «y en los pobres el pan que hacen con harina de la raiz del helecho, que caban, pican, secan y muelen, lo que suelen mezclar con salvado ó afrechos de trigo, haciendo panes negros y correosos, pero de buen sabor; y los muy pobres nada le mezclan, y lo llaman bollo estreme...». La voz viene en el informe confidencial que redacta hacia 1758 Fray Juan de Medinilla, mercedario que recorrió las Islas: «...lo más de la gente come pan de helecho, unos con mistura, otros sin ella; y al helecho sin mistura llaman extreme, que es tal, que no se puede expli-car el horror que causa el verle, de modo que ni los anacoretas en los yermos ten-drían la penitencia en la comida que padecen estos mis pobrecitos»22. En sus Voces, frases y proverbios provinciales, también Álvarez Rixo recoge bollo estreme o estremie ‘el pan de helecho sin liga de afrecho ni otra cosa’23. caja ‘arcón de madera, usado para guardar ropa y ajuar doméstico’: «...un morte-rito y cucharas de palo, alguna banca rustica de la propia materia, algunas cajas para su poca ropa, y se come en el suelo...». cajeta ‘caja de tabaco, tabaquera’: «Se nombran los convidados, y todos tienen que equiparse de cajeta de tabaco de polvo, para desde el dia de la primera amonestacion andar dando á cuantos encuentran, aunque sea á los niños». camponés ‘campesino’: «Pues si solo en 350 años transcurridos desde la conquista, al presente [...] hay esta alteracion y voces meramente del capricho de estos campo-neses: no es maravilla q.e cuando solo estaban pobladas estas Islas p.r barbaros ilitera-tos sin comunicacion entre si, se notase la variedad de lenguaje de las unas á las otras apesar de conocerce proceder de una raiz comun»24. Se trata, como ya se ha adelanta- 20El habla de La Palma, pág. 156. 21«Influencia portuguesa en la toponimia canaria», pág. 264. Véase también Díaz Alayón, Materiales toponímicos de La Palma, pág. 154. 22Alzola, «El manuscrito de Fray Juan de Medinilla», págs. 164-165. 23Régulo Pérez también registra la voz en El habla de La Palma, pág. 137. Tanto Glas, A Description of the Canary Islands, cap. XI, como Viera y Clavijo, Historia, lib. XV, cap. 88 y Diccionario de Histo-ria Natural, s.v. helecha hembra, se refieren a este tipo de alimento, pero no consignan el término co-rrespondiente. 24Distintos registros de esta voz pueden verse en Cuadro histórico, págs. 19, 20, 31, 86 y 126; Historia del Puerto del Arrecife, págs. 83, 111, 134 y 165; y Anales, págs. 369, 415 y 418. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 579 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular do, de una voz típica de la lengua de Álvarez Rixo y se sirve de ella con cierta fre-cuencia: «La noche cuatro de diciembre hubo grande tronada con goterones del sur diciendo algunos camponeses había caído azufre...»; «Mucho dio que admirar y qué decir esta especulación a nuestros camponeses acerca de la locura de estos ingleses que tanto dinero expendían para llevarla a cabo...»; «...reprodujo dicho magistrado la quema de un Judas la mañana de Pascua, 4 de abril, que importó cosa de cien pe-sos corrientes cuya tosca diversión atrajo innumerables camponeses por el bárbaro placer de arrastrar y apalear aquel disforme armatoste» (Anales 369, 415, 418). Otros registros pueden verse en Historia del Puerto del Arrecife, págs. 83, 111, 134, 165; y en Cuadro histórico, págs. 19, 20, 31, 86, 126. canastra ‘canasta’: «Efectivamente, el domingo despues de salir de misa se junta-ron alli por fuera de la puerta parroquial en pie derecho, porque no habia bancos, mesa, ni techo que les cubriera, los Sres. Alcalde y consejales, siendo una canastra vieja la que servia de archivo conteniendo varios papeles revueltos entre los cuales muchos oficios todavia sin abrir»25. conduto ‘alimento con el que se acompaña la comida básica, como es el caso del queso, pescado, etc., en relación con el pan, las papas y el gofio’: «....á lo que suelen agregarles mojos de mucha pimienta, ó alguna otra cosa que llaman conduto, y viene á ser pescado seco, fruta pasada &.»26. derriscado ‘que se ha despeñado’: «...los mismos estremos hacen por la muerte so-segada de un tio paralitico de 90 años, como por un hijo unico que improvisamen-te le entran por la puerta ahogado o derriscado». dolorido ‘familiar del difunto’: «...la dolorida principal dá un grande ay! y todos le siguen con llantos y plegarias terribles...». faldellín ‘vestido largo que suelen llevar los niños al bautizo’: «La madrina tiene que regalar al ahijado los faldellines y un rosarito con una bolcita de razo que con-tenga alguna reliquia...»27. flete ‘pasaje’: «Pero á los 16, ó 18, años se casan ó van para la America, teniendo los padres que darles el dote ó flete, siendo igualmente raros los que casados, aco-modados con amo, ó desde la America les atienden en su ancianidad». 25Álvarez Rixo se sirve de esta voz en otras piezas de su producción: «Presentemente produce 120 pe-sos corrientes al año, que se sacan de 5 cuartos que paga cada carga de papas o batatas, dos cada ca-nastra de pan...»; «...el cual volvió a funcionar de hospital con dos o tres enfermos sostenidos con los cortos productos de sus dos huertecitas, los alquileres de dos piezas bajas del mismo edificio, el alqui-ler de algunos sacos destinados al embarque y desembarque [de] papas y granos, y algunas canastras igualmente alquiladas a los traficantes en pescado salado...» (Descripción histórica, págs. 113, 221). Tam-bién la vemos en la definición que da de gangochar ‘el ejercicio de comprar y vender en canastras va-rias menudencias de comestibles yendo de un lugar a otro’ en sus Voces, frases y proverbios provinciales. Se sirve igualmente de los derivados canastrilla y canastrillera (Descripción histórica, págs. 72, 143). Véase también Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 45. 26Régulo Pérez, op. cit., pág. 140; Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 52. 27Régulo Pérez, op. cit., pág. 117. 580 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo follisca ‘pelea, riña’: «pero todo se mira inocentemente por los unos y con apetencia por otros: aconteciendo sus folliscas de palos, en las cuales dandose á ciegas salen descalabrados...»28. gánigo ‘recipiente de barro de dimensiones variables’: «Un molino de mano, ga-nigos de barro, talla para el agua, un morterito y cucharas de palo...». gofio ‘harina de cereal tostado y molido’: «Sus alimentos son en los ricos gofio, pescado, y algunos dias carne». luego ‘inmediatamente, al instante’: «y la novia que al preguntarle el Parroco, si quiere por marido á N. responde luego, es tildada de poca verguenza»29. mancebo ‘tipo de banca de tres patas tradicionalmente usada para soportar una teja con teas encendidas para alumbrarse por la noche’: «Entre las bancas hay una de tres pies, á la cual llaman el Mancebo, destinada á tener encima una teja y dentro de esta las teas encendidas que les sirven para alumbrarse». El valor de esta forma se acerca a dos de los que mancebo tiene en portugués ‘pedaço de pau, donde se pendura a candeia’ y ‘espécie de velador’30. mojo ‘salsa que acompaña algunos alimentos como el pescado, la carne, las papas y el queso’: «...que regularmente cosinan en un tostador, á lo que suelen agregarles mojos de mucha pimienta...». palmés ‘natural de La Palma’: «La variedad de vocablos q.e se nota entre los Pal-meses y los habitantes de las otras Islas Canarias dá motivo á una observacion filo-sofica ». Se trata de un término de claro carácter culto que los autores insulares de los siglos XVIII y XIX emplean con el valor señalado y con los de ‘perteneciente a La Palma’ y ‘aborigen de esta isla’31. pasada: ‘Se aplica a la fruta que ha sido secada al sol y al aire’: «...y viene á ser pescado seco, fruta pasada &.»; «De sus frutos, crias de gusanos, y de reces, vienen á vender á la ciudad, seda, carne, fruta pasada, queso, legumbres... ». prendada ‘adornada de muchas joyas’: «Las mugeres van asimismo con ropas an-tiguas que piden prestadas, y muy prendadas». prima noche ‘primeras horas de la noche’. Véase la entrada que sigue32. 28Régulo Pérez, op. cit., pág. 117. 29Distintos registros pueden verse en los Anales, págs. 82, 100, 111, 122, 145, 377 y 462; Historia del Puerto del Arrecife, págs. 41, 46, 58, 61, 127,129 y 174; y Descripción histórica, págs. 38, 82, 101, 155 y 181. Véase también Díaz Alayón y Castillo, op. cit., pág. 135. Otros autores también proporcionan numerosos ejemplos, como Lope Antonio de la Guerra, Memorias, págs. 118, 202, 288, 699, 729. 30Figueiredo. 31 Numerosos registros vienen en Viera y Clavijo, lib. II, caps. 5, 8, 15, 18, 19, 21; lib. V, cap. 23; lib. VIII, caps. 13, 14, 16, 17, 19, 21. También Álvarez Rixo se sirve de este término en Lenguaje, págs. 47, 62, 89, 90, 91, 92, 93, 94 y 97; Anales, pág. 418; y en distintos artículos periodísticos. Véase Díaz Alayón y Castillo, op. cit., pág. 141. 32Álvarez Rixo se sirve de este sintagma en distintas partes de su producción: Anales, págs. 210, 450, 483, 511, 513; Descripción histórica, pág. 171. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 581 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular pedroluis ‘alcaraván’: «Sí á prima noche oyen cantar un Pedro-luis, adivina barco de America con buenas noticias». rancho ‘comitiva, grupo de personas’: «El Helecho de que hacen el pan lo ca-ban en los montes á larga distancia de sus pueblos donde van en ranchos ó caraba-nas... »; «Marcha el rancho todos a caballo»; «Concluido el casorio, vuelven para sus casas dando jijides, en ranchos separados [...]Y si acontece que el rancho del novio pasa por la casa de la novia, se destaca un propio con pan y vino para obsequiar á todos...»; «Concluida la comida, van ambos ranchos dando jijides para la casa del bayle...». rebanada ‘rodaja de pan, que después de remojarla en leche y bañarla en hue-vo batido, se fríe y se adereza con azúcar o miel’: «Rebanadas muy gruesas de pan cubiertas con huebo batido y miel de abejas, es el alimento de las paridas, de cuyas rebanadas se regala á los padrinos y personas mas llegadas en amistad y paren-tesco ». responsión ‘respuesta’: «Siempre el canto es uno mismo, en la responsion de lar-gos y variados romances compuestos por ellos propios». secantes ‘alimentos secos, como fruta pasada, almendras, nueces y similares’: «...ha-cen un almuerzo de secantes y vino...». solladio ‘piso, suelo de madera’: «He visto en estos bayles tanto concurso, que se han roto las tablas y traves del solladio, como tambien caer de la armadura del te-cho gotas de tanto vapor reunido. Y en casas altas y largas, se mece a un tiempo sin cesar dicho solladio...». taburete ‘cantidad de dinero que los invitados aportaban para la celebración del convite de la boda’: «Unos y otros de dichos convidados contribuyen con 4 rta. cada uno, que llaman ellos el taburete». talimo ‘fila de asientos que, tras la celebración del convite nupcial, se disponía en la sala del baile y que ocupaban la desposada, la madrina y los parientes de los no-vios’: «Alli estan ya las paredes cubiertas con sabanas y colchas, con una fila de asientos que denominan el talimo, teniendose mucho cuidado en la colocacion de las damas...». Obsérvese la cercanía de esta forma a tarimón ‘banco largo de madera con respaldo’ que el DRAE trae para Murcia. talla ‘vasija de barro que se usa para transportar o contener agua’: «Pues entre Vd. y salga, y beba agua de la talla»; «Un molino de mano, ganigos de barro, talla para el agua, un morterito y cucharas de palo». tostón ‘peseta columnaria que equivalía a cinco reales de vellón o a 1,25 de las antiguas pesetas’: «Lavense Señores las manos en flores, soltaran tostones». y veta ‘tira de terreno cultivable, huerta’: «...pues se ven cultivadas las vetas y an-denes mas inacesibles». 582 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo No acaban aquí los materiales lingüísticos de interés que nos ofrece estos textos. El cuaderno se cierra con un refrán: «La cabra siempre tira al monte», que constitu-ye una muestra del uso que Álvarez Rixo hace de los refranes y de la fraseología en general. Si nos acercamos a otras piezas encontramos: «La codicia rompe el saco» (Historia del Puerto del Arrecife, pág. 136), «Nadie muere sino cuando Dios quiere» (Anales, pág. 449); «Valen leyes do quieren reyes» (Historia del Puerto del Arrecife, pág. 156; Anales, págs. 462, 517); «los duelos con pan son menos» («Carestía de ví-veres »). En sus Voces, frases y proverbios provinciales recoge un interesante conjunto de refranes y proverbios: «Se me ha ido el baifo», «Cardón nunca da manzanas», «De Tui-neje a Berbería se va y se viene en un día», «Palmero gilmero», «Estamos ya en Can-delaria », «Salga el sol por La Gomera», «Del Realejo ni la gente ni el consejo», «Mar, bonanza y Palma clara, viento o agua», «¿Qué tiene que ver el credo con las brevas?», «Hay muchos Marcos Pérez en Buenavista», y «Si falta el esteo, cae la casa». Pero en lo que se refiere a la lengua, la parte más interesante es la sección núme-ro 12, que figura bajo el epígrafe «Voces adulteradas que usan en estos campos», porque ya no estamos ante la lengua de Lemos Smalley y Álvarez Rixo, dos canarios cultos, sino que se trata del habla popular del medio rural de La Palma. El análisis detenido de este catálogo nos muestra materiales de diversa procedencia. De un lado vemos portuguesismos, que por descontado no deben sorprender en el español de Canarias y menos aún en el de La Palma. Esto sucede con formas como calabre ‘ca-dáver’ y somenos. En portugués somenos es ‘inferior’, ‘que vale menos que outro’33. En la documentación insular temprana la forma somenos es frecuente, como ocurre con los protocolos de Blas Ximón, escribano de San Andrés en la segunda mitad del si-glo XVI: ...para que todo el esquilmo de vino e huvas que huviere e Dios diere en cada vno año lo ayamos de partir e partamos de por medio, ygualmente [...] lo qual avemos de partir por el dia de San Martin de cada vno año poniendo las bo-tas de vino buenas a vn lado e las somenos a otro, e partillas de por medio como dicho es. ...y se an de partir poniendo las buenas botas de vino a bna parte y los some-nos a otra, y los hemos de partir vn barril a bno y otro barril al otro34. 33 Figueiredo. 34 Partido de medias entre Rodrigo González y Diego Pérez (10 de mayo de 1569), y entre Adrián González y Salvador González (10 de noviembre de 1571). Véase Hernández Martín 2004. Otros re-gistros se pueden ver en los partidos de medias entre Juan de Çada y Hernando Afonso (17 de no-viembre de 1555), Gonzalo Afonso y Antonio Díaz (18 de abril de 1569), Gonzalo Afonso y Domin-gos Rodríguez (23 de julio de 1569), Blas Hernández y Pedro González (19 de agosto de 1569) y Nuño Váez y Cristóbal Luis (23 de agosto de 1570). Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 583 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular Ya más recientemente también Juan Reyes Martín recoge su uso en el habla in-sular35. También son voces de extracción lusa comenos y rústigo. La primera tiene en portugués el valor de ‘instante, momento, ocasião’ y la segunda figura como provin-cialismo trasmontano con el significado de ‘o mesmo que robusto’36. Junto a esto, la influencia lusa no debe descartarse ante jibón, una variante sin duda cercana al por-tugués gibão. De otro lado, entre otros materiales recopilados, vemos voces patrimo-niales del español, como ocurre con chorrera que para Lemos Smalley es forma ex-traña ante pechera, que es la que él usa. Algunas de estas formas españolas son desusadas, como es el caso de perennal, mentar, que se mantienen en el habla insular por su característica de territorio marginal y aislado. Obviamente, muchas de las que Lemos Smalley considera voces adulteradas no son tales y solamente reflejan compor-tamientos y fenómenos que no son exclusivos de La Palma, sino del español en ge-neral. Entre los comportamientos que se aprecian se encuentra la inestabilidad de las vocales átonas: – cierre de o > u: curreya ‘correa; cuchino ‘cochino’; Dumingus ‘Domingo’; enteujo ‘anteojo’. – abertura de u > o: cochara ‘cuchara’; lorasno ‘durazno’. – abertura de i > e: deputado ‘diputado’; escrebano ‘escribano’. – cambio de e > o: moneficiado ‘beneficiado’. Además, dentro del vocalismo se dan casos de asimilación vocálica: enteujo ‘ante-ojo’; metátesis: chacolate ‘chocolate’; síncopa de –e–: supriyor ‘superior’; síncopa de – a– por pérdida de -s en posición implosiva: lancias: ‘las ansias’; síncopa por agluti-nación del artículo: lolla ‘la olla’, liglesia ‘la iglesia’; y prótesis: fiel de afrechos ‘fiel de fechos’.Ya en el consonantismo se aprecian comportamientos como – neutralización de b-/g-: gómitos ‘vómitos’37. – neutralización de -k-/-g-: rústigo ‘rústico’. – neutralización de b-/m-: moneficiado ‘beneficiado’. – pérdida de d-: lorasno ‘el durazno’. – prótesis de sílaba completa: alcafé ‘café’. – epéntesis nasal: plántano ‘plátano’38. – epéntesis de –y-: curreya ‘correa; Mariya ‘María’; Mateyos ‘Mateos’; supriyor ‘su-perior’. 35 Serie de barbarismos, pág. 205. 36 Figueiredo. 37 Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 112, trae gómito, gomitar y gomitadura. 38 Régulo Pérez, op. cit., pág. 120, trae esta forma como americanismo. 584 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo – epéntesis de -r-: fiel de afrechos ‘fiel de fechos’. – aféresis: ferente ‘diferente’. – metátesis: estógamo ‘estómago’39. 4. NUEVA EDICIÓN DEL TEXTO El texto de Lemos Smalley, retocado, ampliado y conservado por Álvarez Rixo lo da a conocer Manuel Hernández González en la revista Eres, vol. 1, núm. 2, corres-pondiente a 1989, pero la edición que hace del texto no es cuidada y se toman de-cisiones de difícil justificación. Una de ellas es omitir la «Indicación» inicial en la que Álvarez Rixo señala, entre otros extremos, las circunstancias del texto de Lemos Sma-lley, y otra actuación desacertada puede verse en la composición de los Apellidos y Apodos de los Palmeros, como si fuesen un apartado más de los Usos. También obser-vamos que se omiten distintos datos y fragmentos del original, como puede verse en la ausencia de las referencias que Lemos Smalley aporta sobre la longitud y anchura de La Palma al inicio de los Apellidos y Apodos de los Palmeros, y como puede obser-varse en los dos párrafos siguientes de esta misma contribución, en los que las par-tes suprimidas aparecen destacadas en cursiva: «Tambien Prados, Huertas, Soto-ma-yores y Menores, con Linares, Pinos, Naranjos, Palmas, Viñas Bien-plantadas, Morales, Moreras, Sabinas, Romeros, Rosas, Clavellinas, Rolos y Troncos de palo». Y más ade-lante: «En sus campos se ven Pastores, Serranas y Zagalas Hermosas y Pintadas como Estrellas, que en Dias Serenos y de Victorias, bajan Vencedoras y Galanas, vestidas de Zarazas y Franelas, con Perlas, Rubies, Esmeraldas y otras Prendas, Tañendo Pan-deros, Tambores, Cencerros, Sonajas y Castañetas». De igual modo se puede obser-var que distintas formas no se corresponden con las originales, y así vemos cómo las voces desatinos, recetan, entré, caliente, prima, propia, chícharos y motas, se transforman, respectivamente, en desatinados, recitan, enteré, caldo, primera, poca, chicharros y no-tas. Otro tanto sucede con lana, las secundinas, tal, mantos, trabes, tiesos y arbejas, que acaban como lona, los secundarios, tanta, mantas, través, tiestos y abejas, produciendo el lógico desconcierto de los lectores atentos que advierten sin dificultad que estas formas no corresponden al contexto en que se encuentran. Que la labor de trascrip-ción no ha sido lo rigurosa que debiera se refleja de modo manifiesto en el apartado de las «Voces adulteradas que se hacen en estos campos», en el que las formas Du-mingus, mariano, las pedorras, somenos, jindi bien, fañunco lancias trueques, consolato- 39 Régulo Pérez, op. cit., pág. 117, recoge esta forma en el habla de La Palma y nos recuerda que la metátesis ya se da en Lope de Rueda. También Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 173, da cuen-ta de este comportamiento en el habla popular de Tenerife. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 585 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular rio, contravención y gurguerino, se transcriben como Donminguo, mariana, las pedo-nas, jo menos, jina bien, fañuco, lancias trusques, contabención, consulatorio y gargueri-no. Lo mismo puede decirse de diversas formas verbales y pronominales, al igual que de algunos sustantivos que aparecen en plural, como sucede con gofios y diarreas, que son singulares en el original, y también se da el caso contrario. No acaban aquí las deficiencias que refleja esta edición y tampoco está en nues-tro ánimo hacer una relación pormenorizada a este respecto. La muestra que hace-mos no tiene otro propósito que ilustrar nuestra convicción de que todas estas cir-cunstancias que se han señalado justifican una nueva edición del texto, que lo presente en toda su riqueza, y esto es lo que hacemos en el apéndice que sigue. En lo que se refiere a los criterios de edición, se respeta completamente el texto original, siguien-do en todo momento el criterio de presentar el texto con las peculiaridades de ca-rácter expresivo y morfosintáctico que contiene. Por estas razones, no se ha realizado ningún cambio en lo que se refiere al uso del artículo con los nombres de las nacio-nes o continentes, y a los casos de laísmo y leísmo, entre otras particularidades. Tam-poco se desarrollan las expresiones abreviadas, ni se moderniza el sistema gráfico. De igual modo se ha reproducido el uso que los signos de puntuación muestran en el original. Ello supondrá, a buen seguro, ciertas incomodidades para el lector no fa-miliarizado, que encontrará numerosas ocasiones en que la presencia o ausencia de los signos de puntuación estorbará su lectura. Los textos se acompañan de un cuer-po de notas, que aportan información complementaria de índole etnográfica, lingüís-tica y bibliográfica. Desde estas páginas queremos hacer patente nuestro sincero agradecimiento a Rosario y Carmen Fernández Álvarez, que nos dieron todas las facilidades para con-sultar el manuscrito correspondiente, que ellas guardan celosamente junto con el resto de la producción y los recuerdos del ilustre autor portuense. 586 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo USOS Y COSTUMBRES DE LOS ALDEANOS DE LA ISLA DE LA PALMA Indicacion Habiendo formado amistad con D.n Antonio Lemos y Smalley, natural de la Ciudad de S. Miguel de la Palma, preguntandole acerca de algunas particularidades de su Isla, como notase mi curiosidad, me confió haber escrito un cuadernito en borrador, de los Usos y Costumbres de aquellos Aldeanos, el cual le supliqué me permitiese leer, aunque á la verdad, no creí hallar maneras muy diversas de las que tenemos en Canaria y Tene-rife. Pero asi que iba leyendo me quedé haciendo cruces, al ver que todavia en las Ca-narias hay moradores miserables cuyos usos ridiculos y aun detestables no le van en zaga los de algunas tribus de Tartaros de la Siberia, ni los Negros de Congo. Pues en la Pal-ma, cuya ciudad capital ha tenido algun comercio exterior, á lo menos con las Americas y demas Islas, donde hay hoy tanto retorico y otras personas instruidas y despreocupa-das, era de suponer tendrian la caridad de esmerarse en instruir á sus barbaros conterra-neos diseminando algunas racionales ideas en el interior de su Isla. Pero lo que se vis-lumbra es, haberles lisongeado merecen el titulo de Don, inscribiendoselo en las listas de elecciones y en las papeletas de contribuciones. Contribuirá esto á formar á un hombre? El lector va á leer y juzgar por si mismo á quienes se le dispensa dicho inutil sonido, que me ha hecho compararlo record.do una Anedocta de los viages del Padre Pio en el Reyno de Congo40. El S.r Lemos me permitió copiar su MS. recomendandome le corrigiese la ortografia y algunas voces repetidas en que no habia puesto cuidado. Lo hice y numeré cada pun-to de que trata; aunque la mejor correccion que le habria hecho, seria ordenar las mate-rias de otra manera, afin que los N.s 4º y 5º sobre sus enfermedades, duelos y entierros ocupasen los §§ mas posteriores del cuaderno. Puerto de la Orotava, Julio 26, de 1846. José Ag.n Alvarez 40 El Padre Pio, italiano, y otros Misioneros, fueron al Reyno de Congo á instruir de orden del Rey Felipe 4.º de España. Aquellos negros aunque llenos de mil paganismos y crasa ignorancia, se creian cristianos, solo con hacerse muchas cruces cuando alcansaban á ver los Frailes, y con titularse unos á otros de Don, segun observaron en los blancos: en tal manera, que uno de ellos fue á que el P. Pío le bautizase á un hijo...pero oigase á dicho Pio que en su lengua nativa hace reir. «Io le demandai come voleva nominarlo, e lei rispose, Don Iuliano. Io restai pieno di colera e di riso». Otro tanto sucede con los dones de nuestro pobre é ignorante pais. Cuanto mas util seria, enseñarles á esta clase de desdicha-dos los Mandamientos de la ley de Dios y las obras de Misericordia para que á lo menos supiesen res-petar á sus padres y cumpliesen con las obligaciones de buenos ciudadanos? Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 587 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular USOS Y COSTUMBRES DE LOS ALDEANOS DE ESTA ISLA DE LA PALMA Escrita por D.n Antonio Lemos Smalley natural de la misma Isla N. 1.º Idea de su primitiva sencilles, virtudes, y actual industria Eran estos habitantes antiguamente afables, religiosos, sencillos, puros y veridicos en sus contratos, y aunque sin cultura, su buena moral les daba un merito sobresaliente debiendoseles dispensar por su rusticidad é ignorancia los barbarismos que cometian. Pero eran al mismo tiempo tan humildes y obedientes á la Justicia que no era preciso carcel para corregir sus faltas ni para asegurar los malhechores, pues bastaba con que el Alcal-de hiciese un circulo en la tierra con el baston y les digese que no saliesen de él, para que permaneciesen en aquel sitio dias y noches hasta que se les diese libertad. Pero en el dia han variado totalmente, pues el robo, las pendencias criminales, la murmuracion, la deshonestidad, la embriagues y demas vicios los han hecho casi intratables; agregan-dose á esto cierto envalentonam.to que han adquirido, con el tratamiento de Don que antes no tenian y con la libertad é igualdad mal entendida. Generalmente son muy laboriosos, ecepto en dos pueblos que su pereza y los vicios de tabaco y vino los tienen en tanta miseria que andan casi desnudos. No asi en los de-mas lugares, pues se ven cultivadas las vetas y andenes mas inacesibles. N. 2.º Su vestuario Los vestidos son de lana y lino tejido por las mugeres, salvo en las funciones, donde ya concurren con terciopelos, zarazas, muselinas y razos. De sus frutos, crias de gusanos, y de reces, vienen á vender á la ciudad, seda, carne, fruta pasada, queso, legumbres, y pagan á los tenderos el lino, loza, y demas efectos que han llevado el año anterior, sacando de nuevo tanta ó mas porcion para el venidero; y como sin ser al fiado no venderian los dichos tenderos, son frecuentes los chascos que se llevan teniendo que ocurrir á sus lugares y judicialmente tomarles reces y fincas, ó á veces no tener de que cobrarles. N. 3.º Sus alimentos Sus alimentos son en los ricos gofio, pescado, y algunos dias carne; y en los pobres el pan que hacen con harina de la raiz del helecho, que caban, pican, secan y muelen, lo que suelen mezclar con salvado ó afrechos de trigo, haciendo panes negros y correosos, pero de buen sabor; y los muy pobres nada le mezclan, y lo llaman bollo estreme, que regular-mente cosinan en un tostador, á lo que suelen agregarles mojos de mucha pimienta, ó 588 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo alguna otra cosa que llaman conduto, y viene á ser pescado seco, fruta pasada &. Pues todo lo que puede valerles algo lo traen á vender á la Ciudad41 para sus otras necesidades. El Helecho de que hacen el pan lo caban en los montes á larga distancia de sus pue-blos donde van en ranchos ó carabanas, y estan treinta ó cuarenta dias comiendo frutas solas y durmiendo en chozas, vienen los sabados á mitad del camino con sus haces al hombro, ó á la cabeza, y alli van á descargarlos y llevarles de comer el resto de las fami-lias, quedadas en las casas; y cuando vienen de retirada causa compasion verlos tan ne-gros de la tierra y tan cargados, pero alegres dando ajijides y cantando. N. 4.º Sus enfermedades y desatinadas curaciones Suelen gozar de buena salud, pero cuando se enferman se hacen todos cuantos des-atinos les recetan los curanderos de su lugar y los inmediatos, siendo muy raros los que ocurren por medico á la Ciudad. Lo primero que presentan á sus doctores, son las aguas, ú orines, las cuales estos miran atentamente diciendo como el pasiente tiene cuatro ó seis enfermedades reunidas; y asi es que les recetan una multitud de cosas á la vez. He visto aplicarles para diarréa, huebos fritos en cera, violentandolos para que los traguen: Para ite-ricia, huebos llenos de piojos: Para hydropesia, beber los orines del mismo paciente: Para disenteria, agua con polbos de cuatro caminos: Para paralisis, orin de caballo cansado: Para asma, caldo de gato negro: Para elefancia, polvos de oreja de raton; y agua asentada, que es poner á herbir una caldera de agua, y ya hirbiendo botarle encima otra de agua fria. Y asi por este tenor cuantos desatinos les ocurre. Alimentan á los enfermos con huebos y pescado fresco, y cuando estan ya sin cono-cimiento se les mata una gallina de la cual ponen media al fuego con doce tazas de agua, y saben graduar la cosa de manera, que cuando mueran, les quede la otra mitad de di-cha ave colgada donde todos la vean para decir en sus lamentos, que no murio por falta de alimento, señalando para el que quedó sobrado. Por curioso me entré á ver un anciano que estaba agonisando de hydropesia de pe-cho; y le hallé tendido de espaldas sin nada de cabezera, y con un crucifijo de media vara de largo sobre el vientre, cuya peana era un tronco que pesaria media arroba. Me apre-suré á alibiarle de aquel peso, pero mi determinacion la tubieron por irreligiosa, y creo que despues de yo salir se lo repondrian encima. En aquel lance, asimismo que de antemano, se les llena la casa de gente, y todos á la vez le estan gritando; sus familias con llantos descompasados, y los extraños ausilian-doles las almas, pero en tono y con espresiones tan barbaras que causa risa el oirles. N. 5.º Sus duelos y entierros Asi que espiran los sacan corriendo de la cama para que sus almas no sufran tanta pena42, y luego todos los presentes van pasandoles por encima para no tenerles mie- 41 [Huelga señalar que así se ha llamado tradicionalmente y se sigue haciendo en la actualidad en las zonas rurales de la isla a la ciudad de Santa Cruz de La Palma.] 42 [Igual en El Escobonal y Tacoronte. Véase Bethencourt Alfonso, Costumbres populares canarias de na-cimiento, matrimonio y muerte, págs. 246, 259.] Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 589 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular do43. Los ligan y envuelven en una sabana de las mas viejas que tienen y colocan al me-dio de la casa sobre una manta ó estera, donde todos se reunen á velarlo hasta el dia si-guiente. Todo á la vista é inmediacion de los padres, hermanos, hijos ó esposas del di-funto, uno de los cuales cada 10, á 12 minutos dá un grande ay! y todos recomienzan con nueva monserga de llantos y lamentos, en los que mezclan las buenas cualidades del difunto y la falta que les va á hacer: todo lo que se alterna con buenos tragos de vino á boca de barrilete, fruta fresca ó pasada, y á veces comida de caliente. Es de notar, que los pesares y sensibilidad entre ellos son bien debiles, siendo sus gritos y llantos efecto de mera ceremonia, pues los mismos estremos hacen por la muerte so-segada de un tio paralitico de 90 años, como por un hijo unico que improvisamente le entran por la puerta ahogado o derriscado. Yo mismo vi á una joben, muger de un arro-gante mozo, que este murio repentinamente, y como estaban en una casa mia y eran ahijados, pasé al siguiente dia á ver la viuda; y á tiempo que en la parroquia se estaba doblando por el entierro del marido, se hallaba la muger ajustando en venta con una vecina, los mejores calzones del difunto! pero con un semblante lleno de serenidad, solo me dijo: ay Padrino! ¿porque no vino antes, hubiera visto á José que le llenaron toda la mortaja de lazos violados, que daba mil gustos de verlo, y dicen que todos se somaron al camino á mirarlo pasar? Continuando mi relacion diré; que antes de llevar el cuerpo á la Parroquia, hacen un almuerzo de secantes y vino, y al tiempo de sacarlo de la casa, es tal la griteria que ha-cen, que parece el infierno; y de los de la familia y conocidos unos van con el muerto y otros quedan en la puerta de la casa viendo la procesion y abanandole con las tocas y sombreros, subiendo de tono los gritos á proporcion que se va ausentando. Los clamo-res se dividen en tres grados, primero á la salida, segundos y mas fuertes á media dis-tancia, terceros y fuertisimos á la ultima vista, pudiendo llamarse la deshecha, pues gri-tan tanto que quedan roncos por mucho tiempo, empeñandose á cual mas ha de pregonar las virtudes del difunto en terminos, que á veces causa risa. Los parientes mas cercanos van á la Parroquia, con los cabellos tendidos, y si sucede no haber quien abra el hoyo, he visto á los padres enterrar á sus hijos, y los hijos á sus padres. Despues vuelven á la casa mortuoria donde les tienen almuerzo de caliente. Siendo tambien costumbre entre ellos que el pariente mas cercano traiga en la mano la almo-hada que llevó el muerto, sobre la cual les he visto almorzar: no se si esto tambien es por costumbre ó seremonia. Comen muy bien todos, y al concluir, la dolorida principal dá un grande ay! y todos le siguen con llantos y plegarias terribles, concluyendose todo yendose los extraños á sus casas, y los de la familia á sus tareas de labranza, al monte ó al mar, segun sus respectivos egercicios. Pero si hay bienes que partir, desde antes de es-pirar el paciente, entran las divisiones y desabenencias; de forma que á veces se van á las greñas, y tienen los vecinos que volver á entrar la paz. Si se les muere algun niño, seria minorarles la gloria si lloraran por ellos44: vienen todas 43 [En Tacoronte y Los Realejos, todo el que veía un cadáver, debía pasarle por encima tres veces para que el cadáver no le dejara miedo. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 246, 291.] 44 [En Valle Gran Rey, cuando moría un niño, bailaban y cantaban por la seguridad de que fuera al cielo. Si los padres y la familia lo lloraban —antes de los 7 años, es decir, cuando aún no se dobla— le hacían cargos porque decían que le quitaban al niño la carrera de salvación. También hay referen-cias de esto para Güímar y Teguise. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 71, 258, 259, 267.] 590 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo las vecinas á adornarlo, y cada una de las madres y hermanas de los que hayan muerto anteriormente vienen á traerles y ponerles una flor, para que lleven á los suyos45. A di-chos parbulos tienen sus padres á mucha gala sepultarlos ellos mismos. N. 6.º Su poca Religion y mucha superticion46 Entre estos Aldeanos aun hay algunos que creen en todos los dogmas y misterios de la religion cristiana; pero los mas ya no creen en nada de eso, al paso que generalmente todos creen en brujas, duendes, almas que se aparecen47, maleficio, mal de ojo, y cuan-tos agüeros y superticiones pueden figurarse. Si al salir de sus casas para evacuar alguna diligencia encuentran con un hombre, siguen muy contentos, persuadidos en que ten-dran buen excito: pero si encuentran con muger; ya creen que nada conseguiran, y casi siempre se vuelven á sus casas. Si á prima noche oyen cantar un Pedro-luis, adivina bar-co de America con buenas noticias; pero si oyen un Apagado, adivina muerte de alguno del vecindario48. Y por este estilo mil abusos ó creencias superticiosas. Tambien todos tienen en sus terrenos algunos animales que crian por propia utilidad, y por estar per-suadidos que si por disposicion divina debe morir alguno de la familia suele Dios revo-car su sentencia muriendo alguno de dichos cuadrupedos49. N. 7.º Su perniciosa educacion filial Hay entre ellos muy poca obediencia y respeto á sus mayores, y á causa de la mala educacion se hacen los padres esclavos de sus hijos. Pues desde que estos tienen uso de razon, empieza entre ellos cierta especie de perniciosa emancipacion; porque sus padres les dan una oveja ó un cabrito, y con motivo de cuidar aquella rez, se consideran esen-tos de todas las tareas domesticas, principiando á hacer suyo todo el producto de sus la-bores. Rarisimos son los padres que ven el premio de sus fatigas y trabajos en criarlos y alimentarlos, puesto que solo cuando niños les sirven en cuidar el ganado y dar algunas vueltas al campo que cultivan. Pero á los 16, ó 18, años se casan ó van para la America, teniendo los padres que darles el dote ó flete, siendo igualmente raros los que casados, acomodados con amo, ó desde la America les atienden en su ancianidad. 45 [Se trata de los recados o encargos. Algunos de los asistentes se acercan al cadáver del niño y con alfileres le prenden en la ropa alguna flor o bien un trocito de cinta o trapito como señal para que el angelito recuerde el encargo que se le hace, como pueden ser recados a las personas queridas que mo-ran en el cielo bien para recordarlos, bien para que sirvan de intermediarios ante Dios para que la cosecha sea buena, para recobrar la salud, etc. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 261.] 46 [También Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 207, recoge supertición y superticioso en el habla popular de Tenerife.] 47 [Se refiere, sin duda alguna, a la célebre alma de Tacande. Véase Viera y Clavijo, Historia, lib. XV, cap. 88; Lorenzo Rodríguez, Noticias, págs. 237-240; y Pérez Vidal, «El alma de Tacande».] 48 [En Tacoronte, cuando había un enfermo y lloraba un perro o se posaba en la casa un apagado era señal de que moría pronto. En Vallehermoso, la presencia de un tapagado barruntaba desgracia. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 246, 250.] 49 [También en Güímar se creía que si moría un animal en la casa era porque Dios había revocado la sentencia de pena de muerte de uno de la familia. Y por esto convenía tener animales. Véase Bethen-court Alfonso, op. cit., pág. 249.] Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 591 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular N. 8. Sus amores y sus casamientos Las jovenes caminan solas hasta el estremo de sus lugares; pero si salen á otros, han de llevar una chaqueta del padre ú hermano doblada en el brazo, y pueden ir acompa-ñadas de algun otro joven. Cuando se encuentran solas con alguno de sus queridos, se estan horas y tardes enteras hablando en los caminos con ellos; pero siempre en conti-nuo movimiento con la vista baja, sacando motas de la ropa que llevan, ó partiendo pa-litos; y los novios escarbando la tierra con el bordon ó palo que traen en la mano. Si crece la amistad, el novio ronda la casa, van juntos á todas partes aunque sea al mar ó al monte, suelen aliviarse las cargas mutuamente, llevandola á sus hombros respectivos, se citan para todas sus salidas, y aunque caminen de noche á distancias largas nadie lo censura. Si piensan seriamente en matrimonio, entra en la casa de la novia con mucho comedimiento: si repite hasta tercera vez la visita, toma el padre la palabra diciendole lo siguiente: «tio N. con que fin entra Vd. en mi casa?» Y él ha de responder rascandose la cabeza: «Yo tio N. entro por casarme con su hija». Entonces prosigue el padre. «Pues entre Vd. y salga, y beba agua de la talla». Con cuya espresion le dá toda la franqueza que aquel puede desear, mirandosele desde entonces como uno de la familia. Se hacen sus regalos de parte á parte; pero si sucede arrepentirse del proyecto, se devuelven todo, ó el importe de lo que se haya consumido. Concertados los planes de la boda, tienen los padres que dar á las hijas una casa ó fabricarsela, sino la poseen, la cual es de mas ó menos comodidad segun sus haberes; y concluida, se elige la Madrina que siempre debe ser la parienta ó vecina mas rica y que mas proporciones tenga de pedir ropa prestada para la novia, quien ha de ir vestida á la española antigua. Se nombran los convidados, y todos tienen que equiparse de cajeta de tabaco de polvo, para desde el dia de la primera amonestacion andar dando á cuantos encuentran, aunque sea á los niños; considerandose como desaire el no admitir el ob-sequio. Regularmente van á la Parroquia á caballo el dia de la boda. La bestia en que va la novia el novio la facilita, y un hermano ó sobrino de aquel la lleva de reata ó rienda. Antes de salir para la Iglesia es el almuerzo, reducido á unas enormes tasas de sopas de pan amasado cuatro dias antes para que no se gaste tanto. Los novios no almuerzan por que han de comulgar, y la pobre novia tiene que estar doce ó mas horas sin comer y sin dormir porque desde media noche hasta el dia se lo llevan en vestirla y atabiarla. A la salida de la casa toma la bendicion á sus padres y unos y otros han de llorar por pre-cision50. Marcha el rancho todos a caballo; pero á la ida va la Madrina delante de la novia, y á la vuelta por detras. Por donde quiera que pasan salen á los caminos los habitantes á verlas y felicitarlas. Pero la novia con la vista en el suelo, ni mira á nadie ni se rie, ni tampoco ha de hablar nada en todo aquel dia. El novio con su padrino y convidados van por separado, teniendo tambien su convite á parte. Unos y otros de dichos convidados contribuyen con 4 rta. cada uno, que llaman ellos el taburete. 50 [Se trataba de un detalle ampliamente difundido en las Islas. Hay referencias de El Hierro y Fuerte-ventura. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 195, 197.] 592 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo Las mugeres van asimismo con ropas antiguas que piden prestadas, y muy prendadas. Llegadas á la Iglesia se ponen sobre las dichas ropas sus mantos y sayas y sus sombreros: y la novia que al preguntarle el Parroco, si quiere por marido á N. responde luego, es tildada de poca verguenza; por lo que tomando el estremo contrario, ha habido ocacio-nes que se han obstinado tanto en no contestar, que ha tenido el Parroco que irse á la sacristia y desnudarse, siendo preciso grandes empeños para volver á la ceremonia. Concluido el casorio, vuelven para sus casas dando jijides, en ranchos separados, y de todas partes salen á felicitarles, deteniendo ellas las bestias para dar tabaco á todos y bo-tarles almendras confitadas, que nunca pasan de tres en puño. Antiguamente se les tira-ba flores y trigo, pero ya cesó este uso51. Cuando dan los jijides se destoca la novia y la madrina. Y si acontece que el rancho del novio pasa por la casa de la novia, se destaca un propio con pan y vino para obsequiar á todos, sucediendo lo mismo si el acompaña-miento de la novia es quien pasa por el domisilio del novio. Colocados en la mesa con los asientos muy retirados de ella; comen con tanto des-aseo que las personas finas quedan enfermas. Al concluir entra la cocinera con un gran-de plato lleno de agua y hojas de flores, la cual dice: «Lavense Señores las manos en flo-res, soltaran tostones». Todos se laban y ponen los cuartos ó monedas que quieren, las cuales se reparten con las cocineras52. En tales días, la madre de la novia, ni se lava, ni se viste de limpio, sino metida en la cocina; puesto que lo contrario seria mirar con desprecio á los convidados. Pero á mitad del convite pone la novia una fineza en un plato el cual levanta en alto, y todos se tiran á el, llevandolo á la madre, quien de juro ha de llorar al recibirlo. Concluida la comida, van ambos ranchos dando jijides para la casa del bayle, que siempre suele ser la mas larga del Lugar, aunque lejos quede. Alli estan ya las paredes cubiertas con sabanas y colchas, con una fila de asientos que denominan el talimo, te-niendose mucho cuidado en la colocacion de las damas, á saber: la desposada al centro, la madrina á la derecha; y por un lado las parientas del novio y por el otro las de la novia. Suele acontecer que habiendo dos en un grado, se disputan la preferencia; pero la ma-drina advitrariamente decide la cuestion, de cuya sentencia no se apela; aunque la parte agraviada permanece mohina toda la tarde. Rompen el bayle dos mozos de los mas entremetidos. Primero sacan á la madrina, despues á la desposada; y una por una á las convidadas: En seguida alternan con estas y las demas concurrentes, que siempre son tantas y tantos que suele concluirse el bayle por no caber en la pieza. 51 [En otros puntos del Archipiélago se mantuvo este uso mucho más tiempo. Véanse las referencias que para Tenerife, El Hierro y Vilaflor recoge Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 195, 198.] 52 [Este uso también se daba en Tenerife, aunque era la madrina la que, al concluir la comida del me-diodía, traía agua con flores dentro, para lavarse las manos y cada convidado tenía obligación de dejar caer en el agua, con disimulo, las monedas que quería y podían. También en Tetir se pasaba una pa-langana con flores después de la comida, y el dinero era para la cocinera. En cualquier caso, no se tra-taba de una costumbre limitada al convite de la boda, sino que se daba en otras celebraciones de la vida familiar, como en el agasajo del bautizo de un hijo. Así, en Santa Cruz de Tenerife, concluido el agasajo, aparecía la cocinera, toalla al hombro, llevando en las manos el lebrillo de agua cubierta de flores deshojadas, para que se laven los invitados, y éstos iban dejando caer en el fondo a guisa de pro-pina una o dos perras, excepto el padrino que corría con alguna monedilla de plata y era el primero a quien presentaban la palangana. Otro tanto se hacía en Lanzarote y Fuerteventura. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 137, 138, 197, 198.] Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 593 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular Mientras baylan, arrojan confituras, atropellandose por cogerlas bayladores y concu-rrentes. Cuando ellas quieren volver á baylar ponen una mano sobre otra encima de la barriga, pero de lo contrario, hacen un besa mano. Y desde el principio al fin de la fies-ta no cesan de tirarse unos á otros las cajas del tabaco envueltas en los pañuelos, lo cual se recibe como distinguido obsequio aunque les den en la cara como he visto algunas veces. Es el bayle en las mugeres un continuado sarandeo, abriendo y cerrando los brazos; al paso que en los hombres consiste en variedad de mudanzas de mucho merecimiento por la agilidad de la egecucion e igualdad de ambos bayladores que siempre han de ser dos hombres y una muger. Su musica carece de variedad y melodia, pues se reduce á uno ó dos tambores, á que acompañan las castañuelas de los que baylan; llevando el compaz los concurrentes con sus palos en el suelo. Siempre el canto es uno mismo, en la responsion de largos y va-riados romances compuestos por ellos propios; á veces improvisados. Habiendo casos, que cansados de cantar por una clave, ó que violentamente han subido de ella, desienden á otra con tal destreza que no pierden el compaz. Si los cantadores y tocadores paran la musica repentinamente; tiene que decir uno de los bayladores su copla á la dama continuando el bayle hasta que al dar la vuelta vuel-ven á parar para que ella conteste con otra, las cuales se dicen requiebros amorosos, y a veces insultos grocerisimos. He visto en estos bayles tanto concurso, que se han roto las tablas y tráves del solla-dio, como tambien caer de la armadura del techo gotas de tanto vapor reunido. Y en casas altas y largas, se mece a un tiempo sin cesar dicho solladio, siendo especie de milagro que algunos no se ahoguen en aquel infierno. De manera, que cuanto para ellos es un dia de placer muy deseado, ha sido para mi de gran martirio, mayormente cuando he tenido que desempeñar el papel de padrino. Duran dichos bayles hasta tarde de la noche; y el alumbrado de la pieza consiste solo en una vela puesta en el tirante de la casa, ya sea en palmatoria si la piden, ó en una botella, cuya luz por falta de ayre suele apagarse. Entonces la reunion de ambos sexos es bien peligrosa; pero todo se mira inocentemente por los unos y con apetencia por otros: acontenciendo sus folliscas de palos, en las cuales dandose á ciegas salen descalabrados sin saber de donde les vino el golpe. El novio suele ir á cenar casa de la novia, pero hasta pasados seis ú ocho dias no se reunen; y para esto va la madrina á hacer entrega de la ahijada al novio. N. 9. Sus partos y bautismos Cuando se aproxima un parto, las vecinas y conocidas se preparan cada una con su docena de huebos, para el regalo de la parida; y ésta en igual ocasion tiene que pagarles la visita llevandoles dos docenas, y si la primera vuelve á parir le aumentan el regalo con una docena mas; de modo que va doblandose aquella contribucion en tantos cuantos sean los partos. Al salir á luz la criatura, ha de disparar el marido cuantos fusilazos puede con arre- 594 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo glo á sus haberes, pero con el notable cuidado, que si es varon los tiros han de ser pa-res, y si hembra han de ser nones; con lo cual todo el vecindario queda sabedor de la felicidad del parto, y que lo recien nacido. Si en el parto hay alguna tardanza, se la pone el sombrero del marido53: Si la demo-ra sigue, se la pone la chuga54 ó chaqueta del mismo; y si para este ó para las secundi-nas55 hay tambien retardo se la cuelga á la espalda un sapato de un Juan. Y aunque la paciente sepa lo que es, no ha de verlo, porque en tal caso se la subiria el parto á la ca-beza. La cama y el suelo del domisilio de la parida se siembra con mostaza por las bru-jas56, poniendose a su cabezera una espada, ó bien cuchillo, y una cabeza de ajos. Reba-nadas muy gruesas de pan cubiertas con huebo batido y miel de abejas, es el alimento de las paridas, de cuyas rebanadas se regala á los padrinos y personas mas llegadas en amistad y parentesco. Para fortalecerse despues de este lance suelen estar diez ó doce dias de cama en los cuales por las noches se reune el vecindario entreteniendose con bayles y juegos hasta el dia, sin que la parida nada duerma57. Ponenle al recien nacido un cuernecito ú digito afin de preservarle de mal de ojo, ó maleficio; y si en aquellas noches sucede cantar un gallo á deshora, se tiene por mal presagio, creyendose ha visto espiritus malos, y se le mata prontamente. Si acaso oyen jijides creen que son brujas, trancan las puertas, y se ponen á rezar sobre la criatura porque creen vienen á chuparle la sangre. Si sucede acercarse á la casa algun cochino, se le persigue hasta cortarle una oreja ó hacerle sangre. La madrina tiene que regalar al ahijado los faldellines y un rosarito con una bolcita de razo que contenga alguna reliquia, y ademas un cuarto agujerado pendiente de un cordon58, el cual se conserva durante la joventud como el mejor antidoto para el malefi-cio. Los Parrocos perciben por cada bautismo 4 rta, que dá la madrina, y la parida le envia una gallina. N. 10. Sus Romerias En todos los lugares de la Isla, se celebran funciones en varias epocas á los Patronos de las Parroquias ú Ermitas á las cuales concurren los aldeanos con disculpa que hicie-ron promesas; á saber, á San Amaro, por desconciertos ú dolores de huesos59: A S.n Blaz, 53 [En Tenerife ponían a la parturienta el sombrero del marido o de otro que se llamara Juan. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., pág. 67.] 54 [Esta forma se vuelve a citar en la relación de voces adulteradas del apartado final. Obviamente se trata del español chupa, aquí deformado en chuga, si es que no estamos ante el resultado de una co-rrupción en la transmisión textual.] 55 [Placenta y membranas que rodean el feto.] 56 [También en Tenerife, regar el pavimento con mostaza era uno de los métodos profilácticos contra las brujas. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., pág. 90.] 57 [Se trata de los velorios o velas de parida. En muchos puntos de las Islas duraban las nueve noches siguientes al parto, hasta que se bautizaba la criatura, como en Teguise y Betancuria. Véase Bethen-court Alfonso, op. cit., pág. 139.] 58 [También en Tenerife uno de los medios profilácticos para evitar el mal de ojo era atar a la muñeca derecha de la criatura una fisca o realillo de vellón, o dobloncito de a duro, que regala la madrina. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 73, 133, 135.] 59 [San Amaro figura habitualmente en los santiguados con referencia específica a los males de pies, piernas y brazos. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 74, 78, 84.] Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 595 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular por la toz ó mal de pecho: A S.ta Lucia, por la vista: A la Angustia por algun disgusto o cuidado extraordinario: y á las Nieves, por que les traiga cartas ó remesas de America. Yendo tambien á otras partes por cualesquiera abogacion que ellos suponen. Y con tal que las jovenes contratadas con sus novios digan á sus padres que hicieron promesa á los Santos por tal ó cual cosa, las dejan ir á su libertad juntos ó con sus vecinas: asi es que suele haber malos resultados60. Llevan regularmente algunos efectos que vender ó permu-tar; pero por lo regular es por mera diversion, para gastar, en cuyos viages estan ahorrando mucho tiempo, los que duran de 24 á 48 horas. En este espacio parece increible las le-guas que andan: Todos suelen venir cantando y tocando tambores, dando al llegar á sus casas á cada uno de sus familias y conocidos, una almendra si vienen de las Angustias, un higo si vienen de Punta Gorda &. Duermen apiñados en el suelo sin separacion de sexos en las tales romerias, por tanto, acontece lo que cantan ellos mismos: Si fueres a S.n Amaro Mira que el santo es bellaco; Que yo mande mis dos hijas, Fueron dos, vinieron cuatro. N. 11. Sus habitaciones y muebles Las casas separadas generalmente á mucha distancia unas de otras, son construidas de piedra seca cubiertas de paja, y su piso formado con bosta de buey bien apisonada hace un suelo bastante parejo y duradero. Las de los vecinos mas pudientes suelen ser de pie-dra y barro encaladas. Sus muebles son igualmente mesquinos y miserables. Un molino de mano, ganigos de barro, talla para el agua, un morterito y cucharas de palo, alguna banca rustica de la propia materia, algunas cajas para su poca ropa, y se come en el suelo sobre el cual es-tienden un paño de mantel, siendo uso que el padre de familia sea el primero á entrar la mano en el plato. Cama la constituye un haz ó camada de helechos secos, y los mas ricos son los que tienen algun colchon de paja ó lana61 y algunos telares. N. 12. Voces adulteradas que usan en estos campos Anteojo = Enteujo Administrador de correo = curreyero Beneficiado = Moneficiado 60 [La posición de Álvarez Rixo a este respecto puede verse en su trabajo inédito «Las romerías son causa de varias inmoralidades y atrasos perjudiciales para la agricultura y las artes», que incluye como entra-da 40 del índice del legajo C dentro de sus Catálogos de los diversos manuscritos de mi pertenencia y personal trabajo.] 61 Entre las bancas hay una de tres pies, á la cual llaman el Mancebo, destinada á tener encima una teja y dentro de esta las teas encendidas que les sirven para alumbrarse. Esta voz á la verdad revela el uso antiguo, porque hubo un Mancebo en las casas pudientes de la Peninsula q.e celaba este rustico alumbrado interin sus amos cenaban. 596 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo Boticario = Proticario Correa = Curreya Cadaver = Calabre62 Chaqueta = Chuga ó Jibon Chaleco = Chuleque Chocolate = Chacolate Café = Alcafé Continuo = Perenál Cuchara = Cochara Cochino = Cuchino Costumbre = Constelacion Domingo = Dumingus63 Diputado = Deputado Durasno = Lorasno Escribano = Escrebano Familia = Apégo Fiel de Fechos = Fiel de Afrechos Faldriquera = Mariano La Olla = Lolla La Iglesia = Liglesia Las Medias= Las Pedorras64 La Pechera = La Chorrera Corte de zapatos = el rostro Mateo = Mateyos Maria = Mariya Me alegro mucho = Jindi bien Nombrar = Mentar65 Superior = Supriyor Mediano = Soménos Infimo = Fañunco Estomago = Estogamo Platano = Plantano Vomitos = Gomitos, ó lancias trueques Contribucion = Contrabencion Consiliatorio = Consolatorio Garguero = Gurguerino Diferente = Ferente Epoca = Comenos Tratar, Comunicar = Alentar Robusto = Rustigo 62 [Régulo Pérez, op. cit., pág. 102; Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 43.] 63 [Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 76.] 64[Adviértase la cercanía a la forma pedorreros ‘calzones ajustados, llamados escuderiles porque los usa-ban los escuderos’ (DRAE).] 65 [Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 155.] Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 597 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular Observacion Del contesto de la precedente Memoria se saca en limpio la verdad del refran isleño: Palmero, gilméro. Con efecto, aquella falta de generosidad de los novios de recoger los mesquinos regalos (vease el N. 8) que hacen á sus novias y padres de ellas cuando se retraen de la amistad. El ardid de que el pan esté duro para que se coma menos el dia de la boda: Enfin, la ridicula fineza de ir repartiendo á dos ó tres almendras confitadas, no pueden manifestarlo mas claro. La variedad de vocablos q.e se nota entre los Palmeses y los habitantes de las otras Islas Canarias dá motivo á una observacion filosofica. Pues si solo en 350, años transcurridos desde la conquista, al presente en q.e la comunicacion es continua con las demas Islas y con España misma, al paso q.e la lengua castellana fija ya p.r los escritores, sinembargo, hay esta alteracion y voces meramente del capricho de estos camponeses: no es maravi-lla q.e cuando solo estaban pobladas estas Islas p.r barbaros iliteratos sin comunicacion entre si, se notase la variedad de lenguaje de las unas á las otras apesar de conocerce pro-ceder de una raiz comun. Entre rusticos, son faciles estas alteraciones; p.r q.e cualquiera padre de una numerosa familia, q.e p.a subsistir con mas comodidad se situa á distancia de otras, si naturalmente tiene alguna falta en la pronunciación, los hijos q.e no tienen mejor corrector se habituan á pronunciar como el padre. Y he aquí p.r q.e si este carece de facilidad p.a pronunciar v.g. la P. resultará una lengua sin ella, ó confundida con la B. si con falta de la R. lo mismo q.e las lenguas chinesca y mexicana q.e carecen de esta. Si confunde cualesquiera de las vocales, resulta q.e las voces q.e tal pueblo principia p.r A. otro lo hace por E. &. De esto ult.o se nota bien claro en el articulo Arabe al, que nosotros decimos el. 598 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo APELLIDOS Y APÓDOS DE LOS PALMEROS Otra ridicula costumbre de los habitantes de la Isla de la Palma es, que todas las fa-milias y personas son conocidas entre si por Apodos, ó lo que tambien es lo mismo, por el mal entendido sonido de varios patronimicos los cuales construyen de manera que les suene y signifique algo en castellano burlesco ú denigrativo: v.g. á la familia oriunda de Flandes, Vanderwall, dicen los Vendavales. A otros los apodan y conocen de una en otra generacion por su origen, por algun defecto fisico, por su profecion &. p. e. el Frances, el Portugues, el Manco, el Calafate. &. D.n Antonio de Lemos tubo tambien el capricho de recapitular gran parte de los di-chos Apellidos y Apódos de su patria interpolandolos bajo la ingeniosa Alegoria que ve-remos: me recomendó le corrigiese la ortografia de su borrador; y yo advierto que unos y otros nombres son precisamente los que se hallaran subrayados, aunque de suyo se dejan desde luego conocer. Al Norte de la Equinocial, á los 28, grados 30, minutos de latitud; y 00.50, minu-tos de longitud occidental del Pico de Teyde, se ha descubierto una Isla de cosa de 10 leguas de largo y 27, dichas de bogeo en la cual encontramos lo siguiente. Montañas, Montes-verdes, Fuentes, Rios, Barrancos, Breñas, Roques, Volcanes, Laderas, Cuevas y Quebradas, donde se sufren Chubascos y Silvan los Vendavales. Tambien Prados, Huertas, Soto-mayores y Menores, con Linares, Pinos, Naranjos, Palmas, Viñas Bien-plantadas, Morales, Moreras, Sabinas, Romeros, Rosas, Clavellinas, Rolos y Troncos de palo. Item, Millares de Casas Blancas, con Canales, Goteras y Torres que Espantan. Igle-sias con Cruces, Santos, Cuadros, Estampas. Vicarios, Sochantres, Cantores y Mona-cillos. A ellas concurren Reyes, Duques, Condes, Marqueses, Obispos, Frailes, Monjas, Sas-tres y Sapateros. Portugueses que Cortan largo, Lioneses, Franceses, Ingleses, Herreros, Vizcainos, Gitanos, Mallorquines, Mercantes de Rapaduras, Alfileres, Mantas blancas y Negras. Tambien Medias-señoras con rostros llenos de Placer parecen Luceros, Peinadas sus Cabelleras, vestidas de finos Batistas y lucidas Martas, tratando con Amadores Tunantes Barbudos y Perdidos que van y vienen Veloces á modo de Voladores; cuya reciproca pa-rola que semeja á los Papagayos y Cotorras les causa Complacencia, aunque no vale dos Carambolas. Hay Paseadores que Madrugan con Capotes en Rebozo, Feligreses de Ginebra y Chim-bo, que tornan á sus Barracas con Canjilones y Gabetas llenas. Item Canastras y Sero-nes de Arbejas, Chicharos, Nueces, Brevas, Batatas, Cebollas, Peregil, Cilantro, Pimien-tas, Pimentones, Jaramagos, Mantecas y Huevos, con lo cual para sus Remedios hacen Cazuelas y Calderones de Potages, Ahogados y Salcochos. Encuentranse Monteros y Cazadores de Palomas y Pichones, Corrales de Gansos, Pa-bos Patos, Gallinas, Pollos, Gallos y Capones; de cuyo conjunto resulta haber mucha Basura y Gallinaza. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 599 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular Hay Molineros y Panaderos que amasan Pan-bonito. Caleros que con Picos y Marrones rompen Caleras y Canteras. Viejos Chochos Foños Ñoños Calbos y Regañados que Can-sados de vivir con Santa-fé, anhelan una Buena-muerte. En sus campos se ven Pastores, Serranas y Zagalas Hermosas y Pintadas como Estre-llas, que en Dias Serenos y de Victorias, bajan Vencedoras y Galanas, vestidas de Zara-zas y Franelas, con Perlas, Rubies, Esmeraldas y otras Prendas, Tañendo Panderos, Tam-bores, Cencerros, Sonajas y Castañetas. Hay en sus Costas Pescadores que en Barcas y Canoas, carenadas por Calafates, con Cañas-secas y Carnadas de Ventrechas, cogen Cabrillas, Dorados Chicharros, Chopas, Meros, Picudas, Salemas, Pulpos66 y Morenas. Aunque Temerosos por las Balandras y Tartanas de Moros e Insurgentes, quienes con Gorras Coloradas, Chafalotes y Fusiles á fuer de Verdugos Matan y Pillan. Pues apesar de haber Armas y Castillos con Banderas y Pulidos Cañones, Cureñas, Cabrias; sus Vigilantes y Soldados son Mancos, Cojos, Tuer-tos, Ciegos, Mudos y Corcobados, inutiles en Paz y en Guerra: por lo cual nunca tocan á Rebato; noobstante haber Paisanos Guapos y Bizarros que Fanfarrones dicen con Jac-tancia que cualesquiera facilmente Raja-riscos puesto que descienden de los Mata-moros. Se hayan Bueyes, Vacas, Becerros y Vaqueros, Cabras y Cabreras, Carneros, Burros-blan-cos y Negros. Cochinos, Gatos, Perros-Galgos y Chinos. Conejos, Cuerbos, Grajos, Aguili-llas, Corujas, Mirlos, Pajaros Pintos. Arañas Moscones, Cigarras Cantadoras, Mariposas, Grillos, Escarabajos, Hormigas, Chinches, Cucarachas Perenquenes, Salamancas y Lagartijas. Asimismo Monos, Machangos ó Macacos de grandes Boquetas y Manoplas con Tufos en los Cachetes ó Carrillos, los cuales sostenidos en sus Tiesos Perniles mueven sus Coditos y Cogotes á par que sus Ojitos, Pestanas, Rabadillas y Rabitos. Tambien hay Bravos Leones cogidos en Valles Obscuros y asegurados con Barrenas, Cadenas y Tranquillas de Fierro. Finalmente se hallan Baños, Piletas y Bebederos á donde se concurre á ver varias cla-ses de gentes desconocidas en nuestros Paises, cuyos raros nombres son: Arrio, Cafuri-ños, Calamochos, Casamondas, Chamorros, Churingos, Fiallos, Fofos, Gaifolos, Grimies, Moriacos, Morriñas, Mozanas, Papetos, Tarecos &. Todos propensos a Trampas, Menti-ras y Marañas, que sin Fundamento arman Pendencias tomando Rabiscas apesar de ser Medrosos á Brujas, Duendes y Diablos. La imperfecta civilización y vulgarismo de los Palmeses lo demuestra tambien esta practica de conocerse por Apódos, que á ellos les parece notable agudeza adaptar á sus convecinos, cuando hay tantas otras cosas en que tienen necesidad de egercitar sus inge-nios. Pues entre los defectos ó señales que descubren en todas partes á las gentes vulga-res aunque se vistan de seda, son, el prurito de apostar á cada paso; el de jurar y malde-cir con frecuencia; y el de conocerse por Apódos, sin advertir, que ademas de agraviar al proximo, se pierde el tiempo en hacer explicaciones sea de palabra ó por escrito y á veces se ocasionan dudas y confuciones. Pero como entre ellos las personas mismas de rango tienen los suyos y apodan á los demas, se confirma el vulgo en la mania por ser incapaz de distinguir que la educación de sus capataces tambien es poca y de consiguiente son vulgo, aunque por su propia ignorancia de lo contrario presuman. 66 [Pumlmos en el original.] 600 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo OTROS EPISODIOS ISLEÑOS Las personas civilizadas que habitan en las ciudades y poblaciones mayores y concu-rridas de nuestras Islas Canarias quienes no han tenido alguna necesidad de haber de recidir algunos dias en ciertas poblacioncillas internas de las mismas Islas para observar el sistema de vida llevado por sus pobres habitadores67, no es posible que sepan ni aun imaginen de la tosca manera que se vegeta en ellas. Y como la triste revelacion de estos hechos sirve para ilustrar asi á los que mandan y perciben el poco ó ningun fruto de sus ordenes, como á los demas vecinos de las Canarias para que no vivamos tan confiados en nuestro progreso, cuando á dos pasos de nosotros existen hermanos y lugarejos á quie-nes tenemos que compadecer y avergonzarnos de lo poco ó nada que hemos hecho por ellos cual si nos quedaran situados en los antipodas, queremos regalarles con estos cor-tos extractos, por via de muestra, á fin que no se maravillen ni censuren porque no se han puesto escuelas, porque no hay mas aguas utilizadas, porque el pueblo no se alimenta mejor, porque las casas se construyen mal dispuestas, y porque los caminos y callejones no guardan orden ni regla racional, & &. Isla de la Gomera Al Ayuntamiento del Lugar de Chipúde de la Isla de la Gomera habia oficiado di-versas veces la Diputacion Provincial á fin que eligiese los oficiales de civicos ó naciona-les, y mandasen razon de quienes como y cuando eran los sugetos elegidos. Mas como no hubiese contestacion jamas; á un individuo de la Diputacion le ocurrió, valerse de D.n Agustin Peña, persona bien conocida y vecina de la Laguna, quien se hallaba desempe-ñando cierta comision de rentas en la Gomera el año 1855.— D.n Agustin se trasladó á Chipude, viose con el Secretario de aquel Ayuntam.to á quien hizo cargos sobre tal insu-bordinacion ó descuido, previniendole citase á Ayuntam.o afin de no detenerse.— Ofre-cio hacerlo asi el Secretario, quien se aprontó á cargar una escopeta; y como Peña le diese priesa68 para escribir la convocatoria contestó: Que alli no se usaba ni podia hacerse eso (talvez ning.o de los Consejales sabia leerla), sino que con la escopeta disparaba un esco-petazo sobre la loma tal, dos escopetazos sobre la loma cual &, y era la señal para que concurriesen los Regidores á la misa mayor del domingo en que habia precision de cele- 67 [En la actualidad no es voz frecuente en nuestra lengua, pero sí lo era en otros periodos. Para el español insular véase las Memorias de Lope Antonio de la Guerra, pág. 93: «Amaneció este día alegre, i la Ciudad llena de los leales habitadores de toda la isla: resonaban por sus calles los tambores, víanse ocupadas de gente forasteras con nuevos adornos, mirábanse sus casas pintadas, i encaladas de nuevo: conocíase en sus habitadores el júbilo i regocijo, que ocupaba sus corazones por el nuevo Monarcha». Otros registros vienen en las págs. 146, 165, 282, 289, 303, 327, 368, 701. También Viera y Clavijo se sirve de este término.] 68 [Numerosos registros pueden verse en los autores de los siglos XVIII y XIX. Entre los insulares, cabe citar a Lope Antonio de la Guerra, Memorias, pág. 218. En la actualidad, esta forma la da el DRAE para Andalucía y América, pero también se da en Canarias. Véase Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 179]. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 601 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular brarse sesion.— Efectivamente, el domingo despues de salir de misa se juntaron alli por fuera de la puerta parroquial en pie derecho, porque no habia bancos, mesa, ni techo que les cubriera, los Sres. Alcalde y consejales, siendo una canastra vieja la que servia de ar-chivo conteniendo varios papeles revueltos entre los cuales muchos oficios todavia sin abrir.—Al observar Peña tan grotesca escena y tan grotesco teatro, puesto que la iglesia con dos ó tres retablitos torcidos de medio lado, dos ó tres casitas inmediatas en una de las cuales habitaba el Cura, y las demas á cosa de un cuarto de legua distantes unas de otras en que moraban diseminados los Sres. consejales ocupados en pastorear sus piarras de cerdos y otros cuadrupedos, contestó á la Diputacion: Que no habia que estrañar la falta de cumplimiento de aquellas gentes agrestes, y para que la Autoridad no perdiese tiempo ni papel inutilmente; aconsejaba, que la Diputacion agregase aquel rustico vecin-dario á otro mas capaz donde á lo menos se hallase algun vecino con quien poder en-tenderse y contar.—Asi se hizo, y se agregó aquella aldea al lugar de Vallehermoso. De manera, que apesar de titularse de muy ilustres á las Corporaciones bajo el actual regi-men, no por eso se les ha infundido mas ilustracion, sinó, traslado á Chipúde y sus si-miles: es decir, que titulos, por pomposos que sean no son los que constituyen la gente. Astucia picaresca. D.n Agustin Peña tubo ocasion de saber que aquellos naturales en medio de su habitual ignorancia son astutos para hacerse mal unos á otros, egecutando venganzas crueles con los animales pertenecientes á sus enemigos ú ofensores.—Ya ha-biamos oido en años pasados algunos relatos que nos parecieron exageraciones. Pues el de 1828, que estubo en la Gomera el Lic.do D.n Juan Juarez de la Guardia quien de mandato de la R.l Audiencia reasumio en si la jurisdicion de la Isla, pudo observar los maliciosos ardides de sus habitantes para ofenderse y evadirse de las pruebas y consiguien-tes castigos. Entre tantas, le oimos: que cierto rustico que acusado de haber estado por mucho tiempo robando cerdos, ya de las piarras que apastaban en el monte, ya de las pocilgas contiguas á las habitaciones de las Aldeas. El hecho era positivo. Pero admirado el Lic.do de que aquel hombre pudiese sustraer y cargar con cerdos sin que estos dejasen de gruñir y armar algazarra segun acostumbran, puesto que nadie daba razon de la hora en que se perpetraban los robos, sacó de la carcel al reo y ofrecio la libertad y guardarle el secreto, con tal, que le manifestase el ardid con que se conducia. Y despues de varias dudas y escitaciones, le declaró: Que se introducia y echaba entre los cerdos en sus dor-mitorios, provisto de un canuto de caña, y aquel que mejor le parecia le soplaba poco á poco por el orificio, hasta que el animal se iba inchando, y efectuado esto lo cogia y lle-vaba sin que chistase69. Alimento. El alimento ordinario de la clase pobre en la Gomera, es el pan ó tortas de la raiz del helecho á la manera que en la Palma; pero los Gomeros tienen ademas las abultadas raices de los ñames los cuales cultivan á las orillas de los barrancos, porque su Isla tiene mas aguas que la de la Palma.— El ñame no fue conocido por los primeros pobladores; parece haber sido introducido de la costa de Guinea, (donde es comun y alimenticia) por los armadores que iban alli á esclavisar negros, y estos lo hubieron de usar acá para alimento en los ingenios de azucar que hubo antiguamente en la Go-mera. 69 Al Lic.do Guardia le incendiaron la casa q.e habitaba p.r lo q.e se dio prisa á salir de la Gomera. 602 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo Vocablos. En esta Isla se conservan todavia muchos vocablos de los aborigenes, asi en los nombres que retienen los lugares, playas, y barrancos como en el uso de la conver-sacion70. Agilidad. La agilidad de los Gomeros es sorprendente, suben y bajan cargados por aquellas sendas y precipicios de su Isla, á que dan el equivocado nombre de caminos, lo mismo que cabras monteses. Y es evidente, que á seres de tales costumbres no les im-porta que haya ó no caminos carreteros ni cuanto se hable ó publique sobre tal materia. Medidas. Lo mismo puede decirse sobre variacion de medidas y sus radicados nom-bres castellanos. La Gomera conserva las suyas peculiares en aridos y liquidos, estableci-das desde el tiempo de sus condes y señores territoriales, las cuales son algo diversas de las usadas en las tres Islas reales que son las que guardan mas armonia entre si. Pero la vara desde el año 1835 fue abolida la territorial y substituida por la de Burgos, lo mis-mo q.e en todas las demas Islas Canarias. La dicha territorial tenia cosa de un dos á un tres por ciento mayor que la de Burgos. De todo cuanto hemos recopilado se evidencia, que si acaso los Sres. novadores de nuestros dias se creyeron que llamando muy ilustres á cierta clase de hombres, esto se habian de estimular para hacerse merecedores del epiteto, se llevaron un clavo, puesto que solo vemos realizado el refran castellano de, la cabra siempre tira al monte. BIBLIOGRAFÍA ÁLVAREZ RIXO, José Agustín (1846) Usos y costumbres de los Aldeanos de la Palma. Idem de la Gomera, manuscrito autógrafo, Puerto de la Cruz. — (1870) Catálogos de los diversos Manuscritos de mi pertenencia y personal trabajo con varias estampas originales análogas a cada cuaderno. Además de muchos otros borradores sobre dis-tintos asuntos referentes a nuestro país, manuscrito autógrafo, Puerto de la Cruz. — 1955) Cuadro histórico de estas Islas Canarias o Noticias Generales de sus estados y aconteci-mientos más memorables durante los cuatro años de 1808 a 1812, prólogo de S. 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Título y subtítulo | Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular |
Autor principal | Díaz Alayón, Carmen |
Entidad | Sociedad de Estudios Generales |
Publicación fuente | Revista de Estudios Generales de la isla de La Palma |
Numeración | Número 02 |
Sección | Etnografía |
Tipo de documento | Artículo |
Lugar de publicación | Santa Cruz de La Palma |
Editorial | Sociedad de Estudios Generales de la isla de La Palma |
Fecha | 2006 |
Páginas | pp. 565-606 |
Materias | Historia ; Etnografía ; Patrimonio ; Cultura ; Canarias ; La Palma ; Publicaciones periódicas |
Enlaces relacionados | Enlace a la Revista en la web del editor: http://www.palmensis.com/estudios-generales/ |
Notas | Actas del I Congreso (I): Historia y Etnografía |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 491680 Bytes |
Texto | Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 565 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular SOBRE ÁLVAREZ RIXO, LEMOS SMALLEY Y LA ETNOGRAFÍA INSULAR Carmen Díaz Alayón1 y Francisco Javier Castillo2 Resumen: En las primeras décadas del siglo XIX, Antonio Lemos Smalley redactó unos apuntes sobre los usos y costumbres de los campesinos de la isla de La Palma, unos apuntes que constituyen sin duda alguna una temprana e importante contribución a los estudios etnográficos tanto en Canarias como en España. Hoy podemos disponer de esta obra gracias a la intervención del inves-tigador José Agustín Álvarez Rixo. En esta ocasión, además del correspondiente estu-dio, se procede a reproducir el texto com-pleto del original. Palabras clave: etnografía, estudios lin-güísticos, Canarias, siglo XIX, Lemos Sma-lley, Álvarez Rixo. Abstract: In the first decades of the 19th century, Antonio Lemos Smalley wrote some notes on the manners of the peasants living in La Palma at the time, and these notes reveal themselves as an early and im-portant contribution to the ethnographic studies in the Canaries and in Spain. Le-mos’ work is known today thanks to José Agustín Álvarez Rixo. In this paper a com-plete study is done and also a new edition of the original text is provided. Key words: ethnographic studies, lin-guistic studies, Canaries, 19th century, Le-mos Smalley, Álvarez Rixo. 1 Profesora Titular del Departamento de Filología Española de la Universidad de La Laguna. 2 Profesor Titular del Departamento de Filología Inglesa y Alemana de la Universidad de La Laguna. 3 Sobre la vida y la obra de este autor, así como sobre su protagonismo en los estudios insulares véase Díaz Alayón, «Los estudios del español de Canarias y la labor investigadora de José Agustín Álvarez Rixo», «Lengua literaria y habla insular en José Agustín Álvarez Rixo», «Álvarez Rixo en la Sociedad En su completa monografía de los estudios del folklore canario, José Pérez Vidal sitúa el arranque del análisis científico de la etnografía insular en 1880, que es el año en el que se publica la obra de Víctor Grau-Bassas Una excursión por Gran Canaria. Con anterioridad a esta fecha, Pérez Vidal señala en este campo algún antecedente de interés, como es el caso de las Miscellanées canariennes de Sabin Berthelot, pero lamentablemente en la nómina de estas contribuciones precursoras no se encuentra, por desconocerla el recopilador, una de particular relevancia, que constituye un hito en nuestros estudios etnográficos tanto por lo temprano de la fecha en que se pro-duce como por la peculiar naturaleza de sus materiales. Nos referimos al opúsculo de Antonio Lemos Smalley Usos y costumbres de los aldeanos de esta Isla de la Palma, que en la actualidad podemos conocer y manejar gracias a los desvelos del autor portuense José Agustín Álvarez Rixo3 y que va a centrar nuestra atención en estas páginas. 566 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo Álvarez Rixo mantiene a lo largo de toda su vida vínculos cordiales con destaca-dos miembros de la intelectualidad y la cultura de La Palma. En este sentido, hay que recordar de modo particular su amistad con Manuel Díaz, al que tiene la oportuni-dad de conocer de cerca con ocasión de la estancia de éste en Tenerife, y más tarde con los miembros de la Sociedad de Amigos del País y con los responsables de El Time, en el que colaborará intensamente. De igual forma, entre las amistades palmeras de nuestro polígrafo también se encuentra Antonio Lemos Smalley. Lemos Smalley nace en Santa Cruz de La Palma el 7 de noviembre de 1788, hijo de Juan José Le-mos Yanes, capitán de las milicias y piloto de la carrera de Indias, y de Mauricia Smalley Spicer. Casó en el Puerto de la Cruz, el 16 de abril de 1817, con María de los Dolores Fernández Muñoz, hija del licenciado Francisco de Paula Fernández Bre-dero, y de su primera mujer Margarita Muñoz Ojeda, pero siempre va a residir en La Palma, donde desempeñó los cargos de administrador de las rentas decimales y de secretario de la Escuela de Cristo, establecida en el hospital de Nuestra Señora de los Dolores, y también ocupó los empleos de regidor en el ayuntamiento y de castella-no del fuerte de San Carlos de Bajamar. Falleció el 25 de abril de 18674. No conocemos de manera precisa la fecha en que comienza la amistad entre Ál-varez Rixo y Lemos Smalley, pero no resulta impensable que se haya iniciado en el Puerto de la Cruz hacia 1816, cuando el primero se había instalado definitivamente en su patria chica, y cuando el segundo preparaba su boda, que tuvo que ser un acon-tecimiento de alta relevancia social porque el suegro del contrayente, Francisco Fer-nández Bredero, era a la sazón alcalde real del Puerto5. Sea como fuese, lo cierto es que en 1846, de acuerdo con la fecha que trae el manuscrito conservado, Lemos Smalley le confía a Álvarez Rixo que ha redactado un pequeño cuaderno en borra-dor sobre las costumbres populares de La Palma y le permite hacer una copia, rogán-dole que le corrija la ortografía y algunas voces repetidas en las que no había puesto de Amigos del País de La Palma», «Notas y materiales sobre la producción periodística tardía de Álva-rez Rixo», «Sobre el comportamiento de los pronombres átonos en autores canarios de los siglos XVIII y XIX», y «Las páginas majoreras de la producción periodística de Álvarez Rixo»; y Díaz Alayón y Castillo, La obra periodística de José Agustín Álvarez Rixo. 4Pérez García, Fastos, págs. 62-63. 5Álvarez Rixo, Anales, págs. 253, 260, 264. En 1814 Fernández Bredero recibió el nombramiento de diputado del Puerto de la Cruz en el cabildo de la isla. Tres años más tarde será alcalde real. Además de sus actividades comerciales y políticas también se le conoce algún suceso gracioso que Álvarez Rixo recoge: «Asimismo tuvo el público que reír a costa del Licenciado don Francisco F. Bredero, cuya se-ñora inadvertida o poco mirada en hacer uso indistintamente de apellidos y apodos, pasó una esquela a Juan Hernández Rojas, pidiéndole algunos efectos de su almacén y en lugar de Hernández, púsole Manita. Este le devolvió el papel diciendo que su apellido era Hernández. El Licenciado creyó por ello agraviada su mujer por ser, dijo, dama de cualidad; y encontrando a Hernández en la calle le reconvi-no con desaire, dándole de bastonazos a vista de don Francisco Solano y otras personas, hubo deman-da pero todo se compuso porque el agraviado era dependiente inferior de don Juan Cólogan Fallon, y éste como le compraba los vinos a Bredero quiso contemplarlo aunque no debía». Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 567 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular cuidado. En aquellos momentos Álvarez Rixo ya tiene un nombre en las letras cana-rias. En la prensa ha dado a conocer un conjunto de catorce colaboraciones, en las que hace incursiones en distintas parcelas de la historia, la política y la economía de las Islas, y donde muestra sus posiciones en la defensa de la instrucción de la juven-tud, la divulgación de las principales fuentes, la búsqueda de distintas fórmulas para fortalecer y desarrollar la economía insular, y la denuncia de la miseria y el atraso en que viven los canarios. Además de esta producción periodística, ya hace años que tra-baja en obras de mayor enjundia, como es el caso de sus Anales del Puerto de la Cruz, que comienza a escribir en el año 1828. Toda esta labor muestra que esta-mos ante un hombre particularmente atento a todo lo relativo a nuestro pequeño universo insular, que recopila todos los datos y detalles que llegan a su conocimien-to y que llama constantemente la atención sobre la conservación de la documenta-ción y de la memoria histórica. Que hoy podamos manejar la aportación de Lemos Smalley constituye una prueba particularmente ilustrativa de sus desvelos en esta di-rección. 1. EL MANUSCRITO Los textos de Lemos Smalley –porque se trata de dos– se han conservado en un manuscrito autógrafo integrado en un pequeño cuaderno de 20 hojas, que Álvarez Rixo relaciona como pieza VI del Legajo D dentro de sus Catálogos de los diversos manuscritos de mi pertenencia y personal trabajo. El cuaderno se abre con la «Indica-ción » del recopilador, que ocupa las dos primeras páginas, y que es particularmente interesante porque éste llama la atención sobre el valor etnográfico de la pieza y por-que establece cuál ha sido su actuación en la corrección del borrador. Se trata, como no podía ser de otra manera, de una actuación puntual y respetuosa, como nos re-vela el hecho de mantener la estructura que el autor le ha dado a los materiales, aun-que el criterio personal de Álvarez Rixo apunta a la reordenación lógica de los apar-tados, con lo que los que se refieren a las enfermedades, duelos y entierros ocuparían la última parte de los Usos. Además, también podemos observar en esta breve «Indi-cación » inicial el interés del recopilador por los modos palmeros tradicionales y su desazón ante el atraso de las zonas rurales. Aunque aquí no lo recoge, sabe que no se trata de un hecho aislado en la vida insular y para ello sirvan de ejemplos ilus-trativos los apuntes que recoge al final del cuaderno sobre La Gomera, o las nume-rosísimas notas que deja en toda su obra sobre el barrio de la Ranilla de su ciudad, como las que vemos en la Descripción del Puerto de la Cruz donde dice que los rani-lleros 568 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 569 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular 570 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo «son barqueros ignorantísimos tanto que ni persinarse saben; y aprenden algunas oraciones cuando tratan de casarse, las cuales las olvidan luego. Otros no se mezclan de eso, sino que se amanceban con la mujer que les parece y viven con el nombre de novios. Son puercos y desastrados con sus personas y casas, donde viven dos y tres familias en una pequeña y asquerosa cuadra. Cuanto los hom-bres ganan lo gastan en vino en las tabernas, sin cuidarse mucho de comida, ni de vestido, ni de deudas6.» Sigue a la «Indicación» el texto de los Usos y costumbres de los aldeanos de esta Isla de la Palma (págs. 1-19), que se articula en doce apartados. El primero de ellos lleva por título «Idea de su primitiva sencillez, virtudes y actual industria» y en él se re-fiere al cambio operado en las actitudes y los comportamientos. Los que tiempo atrás eran afables, religiosos, sencillos, verídicos y obedientes, no dudan en dedicarse aho-ra al robo, la embriaguez, la murmuración y otros vicios. El apartado que sigue se refiere a la vestimenta, que es de lana y lino para los días normales, y de terciopelo, raso y muselina para las grandes ocasiones. También se incluyen aquí referencias sobre los productos que llevan a vender y los capítulos en los que invierten el dinero que obtienen. El tercer apartado da detalles sobre la dieta habitual de la clase acomodada, que se componía de gofio, pescado y algunos días carne, y la de los pobres, que se limitaba a pan de raíz de helecho, tradicionalmente conocido en el país como bollo estreme. Luego viene el apartado relativo a las enfermedades y las curaciones, que consti-tuye uno de los más curiosos, sobre todo por los impensables preparados y desatina-dos remedios que se recetan, como por ejemplo, para la ictericia huevos llenos de piojos, para la parálisis orines de caballo cansado, para el asma, caldo de gato negro. De las enfermedades y los remedios se pasa a los duelos y entierros, en los que los llantos, los lamentos y las alabanzas del difunto no pueden faltar, y que Lemos Smalley, con ejemplos ilustrativos, remite a simple ceremonia. Particularmente deta-llada es la relación que se hace del día del entierro, desde los alimentos que toman, los diferentes tonos del griterío de los que concurren según se aleja el féretro y la forma en que los afectados acuden a la parroquia. El sexto apartado se refiere al poco caso que le ponen a la religión y lo mucho que creen en brujas, duendes, almas que se aparecen, maleficio, mal de ojos y otros agüeros, y se reproduce una nómina de supersticiones. A continuación se trata la lamentable educación que los padres dan a los hijos y la egoísta actitud de éstos, que apenas colaboran en la economía familiar ni atienden a sus padres en la ancianidad. 6 2003, pág. 181. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 571 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular Los noviazgos, amoríos y casamientos se tratan en el apartado octavo, que es el más largo de todos, donde vemos la naturaleza de la relación entre los novios, la fór-mula que se utiliza para aceptar formalmente al novio en la casa de los que van a ser sus suegros, y todo lo relativo a la preparación y celebración de la boda. En el apartado núm. 9 se tocan los usos relativos al parto y al bautismo del re-cién nacido, y aquí hace referencia a la tradicional vela de la parida, una costumbre ampliamente arraigada en las Islas, que en algunas zonas persistió hasta fechas relati-vamente recientes. La costumbre de este velatorio, que tiene lugar las noches previas al bautismo, nace de la creencia de que hay que estar alerta para impedir que las brujas entren en la casa para chupar la sangre a la criatura. De ahí la vela y toda una serie de prácticas supersticiosas para mantener alejada la influencia maligna de las brujas. Resulta curioso que nada se recoja sobre el uso del zorrocloco, en el que cuando la parturienta se levanta por la mañana el esposo se encama y recibe las atenciones y cuidados que se le hacen a la mujer7. El apartado siguiente trata de la importancia social que tenían las romerías, en especial para los jóvenes. Acudían a San Amaro por dislocaciones o dolores de hue-sos, a San Blas por la tos o mal de pecho, a Santa Lucía por la vista, a Las Angus-tias por algún disgusto o cuidado extraordinario, y a Las Nieves para pedir cartas o remesas de América. El apartado once nos lleva a la arquitectura doméstica tradicional y de forma es-pecial al mobiliario de las casas. Y termina con las «Voces adulteradas que usan en estos campos», al que nos vamos a referir más adelante. A lo escrito por Lemos Smalley el recopilador añade finalmente una «Observación» (pág. 20), en la que comenta algunos detalles del texto precedente. En este sentido señala que la cicatería de los palmeros, rotundamente recogida en los materiales an-teriores, justifica el refrán Palmero gilmero, que también figura en las Voces, frases y proverbios provinciales, como «refrán por el cual vituperamos a los naturales de La Palma, a quienes tenemos por muy cicateros y miserables». Además termina con un apunte lingüístico en el que recoge que las alteraciones de la lengua son normales entre los habitantes de las zonas rurales, porque al vivir diseminados los hijos repiten los errores de los padres, puesto que se trata de la única referencia que tienen. De igual forma, la variedad de términos que se da entre los palmeros y los habitantes del res-to de las Canarias, lleva a nuestro autor a hacer una comparación con la situación que se daba en la etapa prehispánica, caracterizada por una variedad de lengua, a pesar de que procedían de una raíz común8. 7 Jiménez Sánchez, «Costumbres relacionadas con el embarazo, alumbramiento y bautizo», págs. 84-85. 8Las posiciones de Álvarez Rixo con respecto al sistema de comunicación de las Canarias prehispáni-cas pueden verse en Lenguaje de los antiguos isleños. 572 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo A continuación viene la otra contribución de Lemos Smalley: Apellidos y Apodos de los Palmeros (págs. 21-26), donde de manera particularmente hábil se reúnen tres centenares largos de formas. Al igual que en el caso anterior, esta contribución viene acompañada de unas líneas introductorias y finales de Álvarez Rixo, en las que ex-plica brevemente la génesis de los apodos y subraya lo ridículo de la costumbre de poner apodos y que se trata de un rasgo peculiar de la gente vulgar, como lo es el de apostar a cada paso y el de jurar y maldecir con frecuencia. A todo ello siguen, en la parte final del cuaderno, unas breves notas bajo el títu-lo Otros episodios isleños, que se refieren a La Gomera y que están conectadas con las dos contribuciones anteriores de Lemos Smalley, no sólo por los detalles etnográfi-cos que contiene, sino también por la denuncia del estado lamentable en que se en-cuentran las zonas rurales insulares. Aquí se recoge cómo en el año 1855 la Diputa-ción Provincial se sirvió de don Agustín de la Peña9, vecino de La Laguna y comisionado de la Hacienda, para que investigase qué sucedía con el ayuntamiento de Chipude, que destacaba por su falta de cumplimiento. La pobreza y atraso del lugar, lo escaso y diseminado del caserío, la nula formación de los concejales y lo rudimentario de las sesiones municipales llevan al comisionado a aconsejar a la Di-putación que agregase aquel lugar a otro más capaz y poco después se resolvió de esta forma, anexionándolo al término de Vallehermoso. Los datos de Agustín de la Peña y otros le permiten a Álvarez Rixo dar detalles sobre la astucia y agilidad de los go-meros, y sobre algunos de sus alimentos y vocablos, así como colorear el mensaje que quiere transmitir: el de que a las zonas rurales de las Islas, que se encuentran en el mayor atraso, también deben llegar las tanto las acciones e inversiones del gobierno como las iniciativas de los particulares. 2. LOS MATERIALES ETNOGRÁFICOS Entre estos tres opúsculos que se han mencionado destaca con luz propia el pri-mero de ellos, Usos y costumbres de los aldeanos de esta Isla de la Palma, que lo hace, tal y como ya se ha adelantado, por la interesante información etnográfica que con- 9No es ésta la única ocasión en que Álvarez Rixo se refiere al paso del don Agustín de la Peña por La Gomera. También lo hace en el artículo periodístico «Acróbatas isleños», que publica en El Time, núm. 259, de 15 de diciembre de 1868, y que constituye una colaboración singular en la que podemos ver cómo nuestro autor mantiene intactos su capacidad de análisis, su talante crítico y constructivo, así como su humor característico. Estamos ante un delicioso trabajo que comenta la experiencia que en 1835 tuvo don Antonio de la Peña, en los caminos de La Gomera, y donde se toca una vez más el atraso de las Canarias, la incuria de los responsables políticos y, particularmente en este caso, la falta de una red viaria mínima, pero que también destaca la capacidad que tienen los isleños para hacer frente a la falta de medios con coraje, perseverancia, abnegación, esfuerzo, y —en esta ocasión que se refiere a la inexis-tencia de caminos y vías practicables— con agilidad. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 573 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular tiene, por el método que se sigue en la descripción y organización de las parcelas tra-tadas, y por la fecha en que se elabora. Esta última circunstancia hay que destacarla de forma especial. A este respecto tenemos que pensar que en los momentos en que Lemos Smalley escribe no se habían inaugurado los estudios etnográficos. Todavía queda mucho para que Antonio Machado y Álvarez funde en 1881 la primera so-ciedad española para la recopilación y análisis del saber y de las tradiciones popula-res; y, en el ámbito local, queda mucho para la labor de Juan Bethencourt Alfonso con su Proyecto de cuestionario del folklore canario, publicado en 1884 y que consti-tuye el primer trabajo con pretensiones sobre la cultura tradicional de las Islas. La posición desde la que Lemos Smalley escribe es la de un ilustrado insular que obser-va las diferencias que se dan entre algunas parcelas de la realidad urbana en la que él habita y se ha educado y la realidad rural que se da muy cerca de la anterior. Como es de esperar, le llama la atención el atraso de sus paisanos y lo primario de sus po-siciones, pero no se queda sólo en esto sino que también muestra una perspectiva de modernidad en la metodología que sigue al levantar acta de un tipo de comunidad que poco a poco irá desapareciendo. En este sentido lo más interesante es la parti-cular intuición que muestra en relación con lo que puede ser interesante desde el punto de vista etnográfico. Además de las parcelas recogidas en los distintos apartados, Lemos Smalley pro-porciona detalles sobre algunas cuestiones de interés, como los bailes tradicionales, que describe a propósito de la celebración de las bodas. Aquí da datos precisos a este res-pecto y que nos permiten observar que en este caso se trata del baile de las castañuelas, un baile romancesco que en La Palma se bailaba hasta las décadas iniciales del si-glo XX y que Pérez Vidal describe de esta manera: «Varios hombres, en número siempre par, por lo general cuatro, colocados fren-te a frente, dos a dos, bailan sin cambiar de lugar, mientras, con los brazos alzados, repiquetean las castañuelas. En el espacio comprendido entre los bai-ladores, las mujeres, en número igual a la mitad de éstos, danzan con suaves evoluciones, esquivando a los hombres en sus contenidos ademanes de acercár-seles y simulando que hilan con movimientos adecuados de los brazos y ma-nos. Esta imitación de la casera labor del hilado es la explicación de que el baile de castañuelas se conozca también con los nombres de baile de las jilanderas, baile jilado y, simplemente, con el de jila, jila. Las suaves evoluciones de las mujeres contrastan con el zapateado violento y convulsivo de los hombres. Y, mientras, en el centro del terrero, giran así las mujeres y zapatean los hombres insistentemente, el canto monótono de un romance, entonado desde un extre-mo por un cantador, acompaña y conduce el baile al compás del inevitable tam- 574 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo boril. Y un coro de entusiastas acompañantes, agrupado en torno del cantador, entona el responder y contribuye a marcar el ritmo, dando golpes en el suelo con sus recios bastones»10. 3. NOTAS LINGÜÍSTICAS Aparte del valor etnográfico del texto de Lemos Smalley, también tenemos los rasgos lingüísticos que son de particular interés porque nos acercan al español culto del siglo XIX, aunque no debe olvidarse que se trata de un texto en el que en algu-nos puntos se mezclan la lengua del autor con la del revisor. Veamos algunas de las particularidades más sobresalientes: 1. En lo que se refiere a las peculiaridades del sistema gráfico, son de destacar al-gunos hechos, como la utilización de g en vez de j: lisongeado, viages, digese, egerci-cios, mugeres, egecucion. Particularmente frecuentes son los casos de b por v: caban, huebos, polbos, herbir, tubieron, joben, desabenencias, parbulos, atabiarla, carabanas. Igualmente se advierten casos de s por x: estremo, esentos, espresiones, ausiliandoles, de la misma forma que se dan algunos de c por s: reces, grocerisimos, bolcita, ocaciones; de s por c: domisilio, seremonia, cosinan; de s por z: sencilles, embriagues, agonisando, tasas, sapato, sarandeo, mesquinos; de z por s: toz, compaz, razos, rez; y de z por c: cabezera. En lo que se refiere a los grupos consonánticos, suelen prevalecer las variantes cultas, aunque hay alguna forma divergente, como ocurre con itericia, inacesibles, desienden. 2. Se advierte algún caso de aféresis: «...todos se somaron al camino a mirarlo pasar?». Se trata de un comportamiento frecuente en el habla insular11. 3. Los nombres de naciones o continentes vienen precedidos del artículo: «...to-davía en las Canarias hay moradores miserables cuyos usos ridículos y aun detesta-bles no le van en zaga los de algunas tribus de Tartaros de la Siberia...»; «Pero á los 16, ó 18, años se casan ó van para la América, teniendo los padres que darles el dote ó flete, siendo igualmente raros los que casados, acomodados con amo, ó desde la America les atienden en su ancianidad». Se trata de un comportamiento bastante común en los autores del momento. Viera y Clavijo escribe la Grecia, la Italia, la 10«Romances con estribillo y bailes romancescos», págs. 203-205. Benigno Carballo Wangüemert tam-bién describe este baile popular en Las Afortunadas, págs. 148-149, y lo llama Santo Domingo: «En-tre tanto cuatro bailadores dan grandes saltos y zapateados, sudando, por la violencia del ejercicio, cuando es posible sudar, y dos bailadoras se pasean muy suave y tranquilamente entre ellos, abriendo de continuo sus manos y sus brazos con idéntica suavidad, y como queriendo seguir en el movimien-to el aire o la cadencia del canto». 11 Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 204. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 575 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular Inglaterra, la Francia, la Mauritania, la Normandía y en Álvarez Rixo vemos la Es-paña, el África, el Egipto, la Etiopía, el Asia, la Turquía, la Europa12. 4. El adjetivo grande antepuesto a sustantivos en singular suele aparecer de forma íntegra: «...uno de los cuales cada 10, á 12 minutos dá un grande ay! y todos reco-mienzan con nueva monserga de llantos y lamentos...»; «Al concluir entra la cocine-ra con un grande plato lleno de agua y hojas de flores»13. 5. Cualesquiera aparece como singular: «Yendo tambien á otras partes por cuales-quiera abogacion que ellos suponen»14. También cualquiera figura construido con nombres masculinos: «...cualquiera padre de una numerosa familia, q.e p.a subsistir con mas comodidad se situa á distancia de otras, si naturalmente tiene alguna falta en la pronunciación, los hijos q.e no tienen mejor corrector se habituan á pronunciar como el padre»15. 6. El sintagma a (la) casa de aparece sin la preposición inicial: «El novio suele ir a cenar casa de la novia». Álvarez Rixo nos ofrece distintos registros de este compor-tamiento: «Las andas y algunas piezas de plata que había, pertenecientes a la Vir-gen de Concepción, se guardaron casa de su mayordomo...» (Descripción histórica, pág. 103); «...y por lo tanto dejó de servir para el Ayuntamiento, que tuvo que re-unirse casa del presidente a sus sesiones» (Anales, pág. 284); «...y cuando todavía no se abatían a buscarse recíprocamente en sus domicilios para tratar algún negocio pre-ciso, lo hacían como encontrándose por incidencia casa de D.n Manuel J. Alvarez...» (Historia del Puerto del Arrecife, pág. 183)16. Otro tanto ocurre con Lope Antonio de la Guerra: «Los principales asistentes pasaron casa del Comandante donde se les sir-vió un expléndido Refrezco...»; «...ocurrieron los oficiales casa del Coronel...» (Me-morias, págs. 640, 644). 12Véase Díaz Alayón y Castillo, La obra periodística de José Agustín Álvarez Rixo, págs. 77-78. 13También vemos numerosos ejemplos de este comportamiento en distintas piezas de Álvarez Rixo: His-toria del Puerto del Arrecife, págs. 61, 59, 71, 75, 100, 123, 143, 154, 163, 165, 186, 197 y 209; Anales, págs. 102, 144, 206, 208, 339, 364 y 369; Descripción histórica, págs. 34, 36, 38, 42, 46, 57, 85, 86, 101, 102, 105, 115, 118, 119, 131, 136, 137, 141, 152, 155, 162, 163, 165, 174, 175, 178, 194 y 219; Lenguaje, págs. 25, 38, 41, 62 y 123; y Voces, s.v. amolán, jable, medano y Romeral. En lo que se refiere a su obra periodística véase Díaz Alayón y Castillo, op. cit., págs. 79-80. 14Otros registros de cualesquiera con valor de singular vienen en distintas piezas de Álvarez Rixo: Ana-les, págs. 117, 120, 414, 426 y 473; Historia del Puerto del Arrecife, págs. 52, 71, 93, 96, 112, 131, 142n, 156, 165, 180, 183, 214 y 227; Cuadro histórico, pág. 107; Lenguaje, págs. 30 y 51; Descrip-ción histórica, págs. 109, 144 y 190; y Voces, s.v. belillo, geito, gofio, grelo y salga el sol por La Gomera. En la producción periodística también encontramos distintos registros de este comportamiento: «cua-lesquiera pueblecillo», «cualesquiera cosa», «cualesquiera mejora», «cualesquiera portezuelo», «cualesquiera partido». Véase Díaz Alayón y Castillo, op. cit., págs. 81-82. 15En otras piezas encontramos «cualquiera corazón», «cualquiera armador británico» (Anales, págs. 182 y 187); «cualquiera premio», «cualquiera parte» (Historia del Puerto del Arrecife, págs. 130 y 188); «cual-quiera vecino honrado» (Descripción histórica, pág. 76). 16Para la obra periodística véase Díaz Alayón y Castillo, op. cit., pág. 84. 576 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo 7. Se da también la presencia de formas verbales personales con posposición de pronombres átonos, como en «Ponenle al recien nacido un cuernecito ú digito afin de preservarle de mal de ojo ó maleficio», comportamiento que nos muestra que si-gue en vigor la regla de que en principio de frase o después de pausa los pronom-bres inacentuados habían de ir detrás del verbo. 8. De igual modo, se puede apreciar el uso del futuro imperfecto de subjuntivo, una forma que en la actualidad es muy difícil de encontrar en la lengua hablada y que, todavía, se mantiene en la lengua escrita, particularmente en textos administra-tivos y de registro solemne. El único caso lo encontramos en el inicio de la estrofa que se incluye en el apartado relativo a las romerías: «Si fueres a S.n Amaro...». 9. La conjunción que se omite de manera frecuente: «y si en aquellas noches su-cede cantar un gallo á deshora, se tiene por mal presagio, creyendose ha visto espiri-tus malos [...] y se ponen á rezar sobre la criatura porque creen vienen á chuparle la sangre»; «…me recomendó le corrigiese la ortografia de su borrador». 10. Otro de los rasgos es el especial comportamiento que muestran los pronom-bres átonos. El análisis de la lengua de algunos autores de los siglos XVIII y XIX (Viera y Clavijo, Lope Antonio de la Guerra, Álvarez Rixo, Graciliano Afonso...) nos revela un comportamiento particular, que se aleja en algunos casos del empleo del sistema etimológico y que muestra la existencia de laísmo y leísmo17, y otro tanto sucede en el texto que nos ocupa, tal y como se puede advertir en los casos que si-guen: «Si en el parto hay alguna tardanza, se la pone el sombrero del marido: si la demora sigue, se la pone la chuga ó chaqueta del mismo; y si para este ó para las secundinas hay tambien retardo se la cuelga á la espalda un sapato de un Juan. Y aunque la paciente sepa lo que es, no ha de verlo, porque en tal caso se la subiria el parto á la cabeza». Casos de leísmo vemos en «y le hallé tendido de espaldas...»; «Me apresuré a aliviarle de aquel peso...»; «y los extraños ausiliandoles las almas, pero en tono y con espresiones tan barbaras que causa risa el oirles»; «Asi que espiran los sa-can corriendo de la cama para que sus almas no sufran tanta pena, y luego todos los presentes van pasandoles por encima para no tenerles miedo»; «...y al concluir, la dolorida principal dá un grande ay! y todos le siguen con llantos y plegarias terri-bles... »; «...teniendo los padres que darles el dote ó flete, siendo igualmente raros los que casados, acomodados con amo, ó desde la America les atienden en su anciani-dad »; «...mirandosele desde entonces como uno de la familia»; «...de todas partes sa-len a felicitarles, deteniendo ellas las bestias para dar tabaco á todos...». 17Díaz Alayón se acerca a esta cuestión en «Sobre el comportamiento de los pronombres átonos en autores canarios de los siglos XVIII y XIX», donde comenta ejemplos de Álvarez Rixo y Viera y Cla-vijo. Registros de este uso pueden verse en otros autores como Lope Antonio de la Guerra, Memorias, págs. 250, 454, 455, 650, 663, 668, 670, 671, 677, 678, 680, 681, 688, 690, 735. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 577 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular 11. En lo que se refiere al léxico se aprecia un amplio conjunto de aportes. Ve-mos términos de uso general en el español de la época, pero en la actualidad desusados o relegados a ámbitos determinados, como es el caso de responsión ‘respuesta’. Otro destacado componente lo configuran las voces características de la norma insular, entre las que vemos los guanchismos gánigo y gofio, junto a un amplio conjunto de occi-dentalismos. Y, a los aportes anteriores, se une el integrado por términos propios del habla familiar de Álvarez Rixo, como ocurre con camponés ‘campesino’. De todo ello da cuenta la relación que sigue, que no pretende ser exhaustiva sino meramente ilus-trativa de los distintos aportes: abanar ‘hacer señas a alguien, agitando las manos, un pañuelo o algo semejante para saludar, despedirse, llamar la atención, etc.’: «...unos van con el muerto y otros quedan en la puerta de la casa viendo la procesion y abanandole con las tocas...». agua asentada ‘agua hervida y luego mezclada con agua fría, que se utiliza como medicina’: «...y agua asentada, que es poner á herbir una caldera de agua, y ya hir-biendo botarle encima otra de agua fria». ajijides, jijides ‘grito de alegría’: «y cuando vienen de retirada causa compasion verlos tan negros de la tierra y tan cargados, pero alegres dando ajijides y cantando»; «Concluido el casorio, vuelven para sus casas dando jijides...»; «Cuando dan los jiji-des se destoca la novia y la madrina»; «Si acaso oyen jijides creen que son brujas...»18. alma ‘aparición de un difunto que se presenta a alguna persona para pedir per-dón por algún daño cometido, para que le ayude a cumplir alguna promesa o cual-quier acto piadoso’: «...al paso que generalmente todos creen en brujas, duendes, al-mas que se aparecen...». almuerzo ‘desayuno, comida ligera que se toma al levantarse’: «Antes de salir para la Iglesia es el almuerzo, reducido á unas enormes tasas de sopas de pan amasado cuatro dias antes para que no se gaste tanto. Los novios no almuerzan por que han de comulgar, y la pobre novia tiene que estar doce ó mas horas sin comer y sin dor-mir porque desde media noche hasta el dia se lo llevan en vestirla y atabiarla»19. andén ‘bancal, rellano de tierra que en un terreno pendiente se aprovecha para el cultivo’: «No asi en los demas lugares, pues se ven cultivadas las vetas y andenes mas inacesibles». 18Otro registro de esta voz lo trae B. Carballo Wangüemert, Las Afortunadas, pág. 147: «Véseles cru-zar por las calles de los Llanos, por Argual y por los demás puntos, haciendo una gran algazara, to-cando el tamboril, cantando y llenando el aire con sus gritos de alegría, dando en suma muchos ajiji-dos ». Otro tanto hace Arribas y Sánchez, A través de las Islas Canarias, pág. 194. Véase también Régulo Pérez, El habla de La Palma, pág. 94. 19También Álvarez Rixo usa almorzar como ‘desayunar, hacer la comida ligera que se toma al levantar-se’. Anales, pág. 491. 578 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo apagado ‘lechuza común’: «pero si oyen un Apagado, adivina muerte de alguno del vecindario». Régulo Pérez trae tapagao20 y Pérez Vidal recoge estapagao21. barrilete ‘barril muy pequeño que se acostumbraba llevar colgado del hombro y en donde se llevaba el vino cuando se salía al campo o se hacía algún desplazamien-to largo’: «todo lo que se alterna con buenos tragos de vino á boca de barrilete, fru-ta fresca ó pasada, y á veces comida de caliente». Otro registro de esta voz lo trae Benigno Carballo Wangüemert, Las Afortunadas, pág. 137: «El barrilete pasa de mano en mano y da la vuelta al corro varias veces». bollo estreme ‘torta hecha con la raíz de helecho, tostada y molida, sin mezcla de ninguna otra cosa, cocida al horno’: «y en los pobres el pan que hacen con harina de la raiz del helecho, que caban, pican, secan y muelen, lo que suelen mezclar con salvado ó afrechos de trigo, haciendo panes negros y correosos, pero de buen sabor; y los muy pobres nada le mezclan, y lo llaman bollo estreme...». La voz viene en el informe confidencial que redacta hacia 1758 Fray Juan de Medinilla, mercedario que recorrió las Islas: «...lo más de la gente come pan de helecho, unos con mistura, otros sin ella; y al helecho sin mistura llaman extreme, que es tal, que no se puede expli-car el horror que causa el verle, de modo que ni los anacoretas en los yermos ten-drían la penitencia en la comida que padecen estos mis pobrecitos»22. En sus Voces, frases y proverbios provinciales, también Álvarez Rixo recoge bollo estreme o estremie ‘el pan de helecho sin liga de afrecho ni otra cosa’23. caja ‘arcón de madera, usado para guardar ropa y ajuar doméstico’: «...un morte-rito y cucharas de palo, alguna banca rustica de la propia materia, algunas cajas para su poca ropa, y se come en el suelo...». cajeta ‘caja de tabaco, tabaquera’: «Se nombran los convidados, y todos tienen que equiparse de cajeta de tabaco de polvo, para desde el dia de la primera amonestacion andar dando á cuantos encuentran, aunque sea á los niños». camponés ‘campesino’: «Pues si solo en 350 años transcurridos desde la conquista, al presente [...] hay esta alteracion y voces meramente del capricho de estos campo-neses: no es maravilla q.e cuando solo estaban pobladas estas Islas p.r barbaros ilitera-tos sin comunicacion entre si, se notase la variedad de lenguaje de las unas á las otras apesar de conocerce proceder de una raiz comun»24. Se trata, como ya se ha adelanta- 20El habla de La Palma, pág. 156. 21«Influencia portuguesa en la toponimia canaria», pág. 264. Véase también Díaz Alayón, Materiales toponímicos de La Palma, pág. 154. 22Alzola, «El manuscrito de Fray Juan de Medinilla», págs. 164-165. 23Régulo Pérez también registra la voz en El habla de La Palma, pág. 137. Tanto Glas, A Description of the Canary Islands, cap. XI, como Viera y Clavijo, Historia, lib. XV, cap. 88 y Diccionario de Histo-ria Natural, s.v. helecha hembra, se refieren a este tipo de alimento, pero no consignan el término co-rrespondiente. 24Distintos registros de esta voz pueden verse en Cuadro histórico, págs. 19, 20, 31, 86 y 126; Historia del Puerto del Arrecife, págs. 83, 111, 134 y 165; y Anales, págs. 369, 415 y 418. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 579 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular do, de una voz típica de la lengua de Álvarez Rixo y se sirve de ella con cierta fre-cuencia: «La noche cuatro de diciembre hubo grande tronada con goterones del sur diciendo algunos camponeses había caído azufre...»; «Mucho dio que admirar y qué decir esta especulación a nuestros camponeses acerca de la locura de estos ingleses que tanto dinero expendían para llevarla a cabo...»; «...reprodujo dicho magistrado la quema de un Judas la mañana de Pascua, 4 de abril, que importó cosa de cien pe-sos corrientes cuya tosca diversión atrajo innumerables camponeses por el bárbaro placer de arrastrar y apalear aquel disforme armatoste» (Anales 369, 415, 418). Otros registros pueden verse en Historia del Puerto del Arrecife, págs. 83, 111, 134, 165; y en Cuadro histórico, págs. 19, 20, 31, 86, 126. canastra ‘canasta’: «Efectivamente, el domingo despues de salir de misa se junta-ron alli por fuera de la puerta parroquial en pie derecho, porque no habia bancos, mesa, ni techo que les cubriera, los Sres. Alcalde y consejales, siendo una canastra vieja la que servia de archivo conteniendo varios papeles revueltos entre los cuales muchos oficios todavia sin abrir»25. conduto ‘alimento con el que se acompaña la comida básica, como es el caso del queso, pescado, etc., en relación con el pan, las papas y el gofio’: «....á lo que suelen agregarles mojos de mucha pimienta, ó alguna otra cosa que llaman conduto, y viene á ser pescado seco, fruta pasada &.»26. derriscado ‘que se ha despeñado’: «...los mismos estremos hacen por la muerte so-segada de un tio paralitico de 90 años, como por un hijo unico que improvisamen-te le entran por la puerta ahogado o derriscado». dolorido ‘familiar del difunto’: «...la dolorida principal dá un grande ay! y todos le siguen con llantos y plegarias terribles...». faldellín ‘vestido largo que suelen llevar los niños al bautizo’: «La madrina tiene que regalar al ahijado los faldellines y un rosarito con una bolcita de razo que con-tenga alguna reliquia...»27. flete ‘pasaje’: «Pero á los 16, ó 18, años se casan ó van para la America, teniendo los padres que darles el dote ó flete, siendo igualmente raros los que casados, aco-modados con amo, ó desde la America les atienden en su ancianidad». 25Álvarez Rixo se sirve de esta voz en otras piezas de su producción: «Presentemente produce 120 pe-sos corrientes al año, que se sacan de 5 cuartos que paga cada carga de papas o batatas, dos cada ca-nastra de pan...»; «...el cual volvió a funcionar de hospital con dos o tres enfermos sostenidos con los cortos productos de sus dos huertecitas, los alquileres de dos piezas bajas del mismo edificio, el alqui-ler de algunos sacos destinados al embarque y desembarque [de] papas y granos, y algunas canastras igualmente alquiladas a los traficantes en pescado salado...» (Descripción histórica, págs. 113, 221). Tam-bién la vemos en la definición que da de gangochar ‘el ejercicio de comprar y vender en canastras va-rias menudencias de comestibles yendo de un lugar a otro’ en sus Voces, frases y proverbios provinciales. Se sirve igualmente de los derivados canastrilla y canastrillera (Descripción histórica, págs. 72, 143). Véase también Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 45. 26Régulo Pérez, op. cit., pág. 140; Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 52. 27Régulo Pérez, op. cit., pág. 117. 580 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo follisca ‘pelea, riña’: «pero todo se mira inocentemente por los unos y con apetencia por otros: aconteciendo sus folliscas de palos, en las cuales dandose á ciegas salen descalabrados...»28. gánigo ‘recipiente de barro de dimensiones variables’: «Un molino de mano, ga-nigos de barro, talla para el agua, un morterito y cucharas de palo...». gofio ‘harina de cereal tostado y molido’: «Sus alimentos son en los ricos gofio, pescado, y algunos dias carne». luego ‘inmediatamente, al instante’: «y la novia que al preguntarle el Parroco, si quiere por marido á N. responde luego, es tildada de poca verguenza»29. mancebo ‘tipo de banca de tres patas tradicionalmente usada para soportar una teja con teas encendidas para alumbrarse por la noche’: «Entre las bancas hay una de tres pies, á la cual llaman el Mancebo, destinada á tener encima una teja y dentro de esta las teas encendidas que les sirven para alumbrarse». El valor de esta forma se acerca a dos de los que mancebo tiene en portugués ‘pedaço de pau, donde se pendura a candeia’ y ‘espécie de velador’30. mojo ‘salsa que acompaña algunos alimentos como el pescado, la carne, las papas y el queso’: «...que regularmente cosinan en un tostador, á lo que suelen agregarles mojos de mucha pimienta...». palmés ‘natural de La Palma’: «La variedad de vocablos q.e se nota entre los Pal-meses y los habitantes de las otras Islas Canarias dá motivo á una observacion filo-sofica ». Se trata de un término de claro carácter culto que los autores insulares de los siglos XVIII y XIX emplean con el valor señalado y con los de ‘perteneciente a La Palma’ y ‘aborigen de esta isla’31. pasada: ‘Se aplica a la fruta que ha sido secada al sol y al aire’: «...y viene á ser pescado seco, fruta pasada &.»; «De sus frutos, crias de gusanos, y de reces, vienen á vender á la ciudad, seda, carne, fruta pasada, queso, legumbres... ». prendada ‘adornada de muchas joyas’: «Las mugeres van asimismo con ropas an-tiguas que piden prestadas, y muy prendadas». prima noche ‘primeras horas de la noche’. Véase la entrada que sigue32. 28Régulo Pérez, op. cit., pág. 117. 29Distintos registros pueden verse en los Anales, págs. 82, 100, 111, 122, 145, 377 y 462; Historia del Puerto del Arrecife, págs. 41, 46, 58, 61, 127,129 y 174; y Descripción histórica, págs. 38, 82, 101, 155 y 181. Véase también Díaz Alayón y Castillo, op. cit., pág. 135. Otros autores también proporcionan numerosos ejemplos, como Lope Antonio de la Guerra, Memorias, págs. 118, 202, 288, 699, 729. 30Figueiredo. 31 Numerosos registros vienen en Viera y Clavijo, lib. II, caps. 5, 8, 15, 18, 19, 21; lib. V, cap. 23; lib. VIII, caps. 13, 14, 16, 17, 19, 21. También Álvarez Rixo se sirve de este término en Lenguaje, págs. 47, 62, 89, 90, 91, 92, 93, 94 y 97; Anales, pág. 418; y en distintos artículos periodísticos. Véase Díaz Alayón y Castillo, op. cit., pág. 141. 32Álvarez Rixo se sirve de este sintagma en distintas partes de su producción: Anales, págs. 210, 450, 483, 511, 513; Descripción histórica, pág. 171. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 581 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular pedroluis ‘alcaraván’: «Sí á prima noche oyen cantar un Pedro-luis, adivina barco de America con buenas noticias». rancho ‘comitiva, grupo de personas’: «El Helecho de que hacen el pan lo ca-ban en los montes á larga distancia de sus pueblos donde van en ranchos ó caraba-nas... »; «Marcha el rancho todos a caballo»; «Concluido el casorio, vuelven para sus casas dando jijides, en ranchos separados [...]Y si acontece que el rancho del novio pasa por la casa de la novia, se destaca un propio con pan y vino para obsequiar á todos...»; «Concluida la comida, van ambos ranchos dando jijides para la casa del bayle...». rebanada ‘rodaja de pan, que después de remojarla en leche y bañarla en hue-vo batido, se fríe y se adereza con azúcar o miel’: «Rebanadas muy gruesas de pan cubiertas con huebo batido y miel de abejas, es el alimento de las paridas, de cuyas rebanadas se regala á los padrinos y personas mas llegadas en amistad y paren-tesco ». responsión ‘respuesta’: «Siempre el canto es uno mismo, en la responsion de lar-gos y variados romances compuestos por ellos propios». secantes ‘alimentos secos, como fruta pasada, almendras, nueces y similares’: «...ha-cen un almuerzo de secantes y vino...». solladio ‘piso, suelo de madera’: «He visto en estos bayles tanto concurso, que se han roto las tablas y traves del solladio, como tambien caer de la armadura del te-cho gotas de tanto vapor reunido. Y en casas altas y largas, se mece a un tiempo sin cesar dicho solladio...». taburete ‘cantidad de dinero que los invitados aportaban para la celebración del convite de la boda’: «Unos y otros de dichos convidados contribuyen con 4 rta. cada uno, que llaman ellos el taburete». talimo ‘fila de asientos que, tras la celebración del convite nupcial, se disponía en la sala del baile y que ocupaban la desposada, la madrina y los parientes de los no-vios’: «Alli estan ya las paredes cubiertas con sabanas y colchas, con una fila de asientos que denominan el talimo, teniendose mucho cuidado en la colocacion de las damas...». Obsérvese la cercanía de esta forma a tarimón ‘banco largo de madera con respaldo’ que el DRAE trae para Murcia. talla ‘vasija de barro que se usa para transportar o contener agua’: «Pues entre Vd. y salga, y beba agua de la talla»; «Un molino de mano, ganigos de barro, talla para el agua, un morterito y cucharas de palo». tostón ‘peseta columnaria que equivalía a cinco reales de vellón o a 1,25 de las antiguas pesetas’: «Lavense Señores las manos en flores, soltaran tostones». y veta ‘tira de terreno cultivable, huerta’: «...pues se ven cultivadas las vetas y an-denes mas inacesibles». 582 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo No acaban aquí los materiales lingüísticos de interés que nos ofrece estos textos. El cuaderno se cierra con un refrán: «La cabra siempre tira al monte», que constitu-ye una muestra del uso que Álvarez Rixo hace de los refranes y de la fraseología en general. Si nos acercamos a otras piezas encontramos: «La codicia rompe el saco» (Historia del Puerto del Arrecife, pág. 136), «Nadie muere sino cuando Dios quiere» (Anales, pág. 449); «Valen leyes do quieren reyes» (Historia del Puerto del Arrecife, pág. 156; Anales, págs. 462, 517); «los duelos con pan son menos» («Carestía de ví-veres »). En sus Voces, frases y proverbios provinciales recoge un interesante conjunto de refranes y proverbios: «Se me ha ido el baifo», «Cardón nunca da manzanas», «De Tui-neje a Berbería se va y se viene en un día», «Palmero gilmero», «Estamos ya en Can-delaria », «Salga el sol por La Gomera», «Del Realejo ni la gente ni el consejo», «Mar, bonanza y Palma clara, viento o agua», «¿Qué tiene que ver el credo con las brevas?», «Hay muchos Marcos Pérez en Buenavista», y «Si falta el esteo, cae la casa». Pero en lo que se refiere a la lengua, la parte más interesante es la sección núme-ro 12, que figura bajo el epígrafe «Voces adulteradas que usan en estos campos», porque ya no estamos ante la lengua de Lemos Smalley y Álvarez Rixo, dos canarios cultos, sino que se trata del habla popular del medio rural de La Palma. El análisis detenido de este catálogo nos muestra materiales de diversa procedencia. De un lado vemos portuguesismos, que por descontado no deben sorprender en el español de Canarias y menos aún en el de La Palma. Esto sucede con formas como calabre ‘ca-dáver’ y somenos. En portugués somenos es ‘inferior’, ‘que vale menos que outro’33. En la documentación insular temprana la forma somenos es frecuente, como ocurre con los protocolos de Blas Ximón, escribano de San Andrés en la segunda mitad del si-glo XVI: ...para que todo el esquilmo de vino e huvas que huviere e Dios diere en cada vno año lo ayamos de partir e partamos de por medio, ygualmente [...] lo qual avemos de partir por el dia de San Martin de cada vno año poniendo las bo-tas de vino buenas a vn lado e las somenos a otro, e partillas de por medio como dicho es. ...y se an de partir poniendo las buenas botas de vino a bna parte y los some-nos a otra, y los hemos de partir vn barril a bno y otro barril al otro34. 33 Figueiredo. 34 Partido de medias entre Rodrigo González y Diego Pérez (10 de mayo de 1569), y entre Adrián González y Salvador González (10 de noviembre de 1571). Véase Hernández Martín 2004. Otros re-gistros se pueden ver en los partidos de medias entre Juan de Çada y Hernando Afonso (17 de no-viembre de 1555), Gonzalo Afonso y Antonio Díaz (18 de abril de 1569), Gonzalo Afonso y Domin-gos Rodríguez (23 de julio de 1569), Blas Hernández y Pedro González (19 de agosto de 1569) y Nuño Váez y Cristóbal Luis (23 de agosto de 1570). Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 583 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular Ya más recientemente también Juan Reyes Martín recoge su uso en el habla in-sular35. También son voces de extracción lusa comenos y rústigo. La primera tiene en portugués el valor de ‘instante, momento, ocasião’ y la segunda figura como provin-cialismo trasmontano con el significado de ‘o mesmo que robusto’36. Junto a esto, la influencia lusa no debe descartarse ante jibón, una variante sin duda cercana al por-tugués gibão. De otro lado, entre otros materiales recopilados, vemos voces patrimo-niales del español, como ocurre con chorrera que para Lemos Smalley es forma ex-traña ante pechera, que es la que él usa. Algunas de estas formas españolas son desusadas, como es el caso de perennal, mentar, que se mantienen en el habla insular por su característica de territorio marginal y aislado. Obviamente, muchas de las que Lemos Smalley considera voces adulteradas no son tales y solamente reflejan compor-tamientos y fenómenos que no son exclusivos de La Palma, sino del español en ge-neral. Entre los comportamientos que se aprecian se encuentra la inestabilidad de las vocales átonas: – cierre de o > u: curreya ‘correa; cuchino ‘cochino’; Dumingus ‘Domingo’; enteujo ‘anteojo’. – abertura de u > o: cochara ‘cuchara’; lorasno ‘durazno’. – abertura de i > e: deputado ‘diputado’; escrebano ‘escribano’. – cambio de e > o: moneficiado ‘beneficiado’. Además, dentro del vocalismo se dan casos de asimilación vocálica: enteujo ‘ante-ojo’; metátesis: chacolate ‘chocolate’; síncopa de –e–: supriyor ‘superior’; síncopa de – a– por pérdida de -s en posición implosiva: lancias: ‘las ansias’; síncopa por agluti-nación del artículo: lolla ‘la olla’, liglesia ‘la iglesia’; y prótesis: fiel de afrechos ‘fiel de fechos’.Ya en el consonantismo se aprecian comportamientos como – neutralización de b-/g-: gómitos ‘vómitos’37. – neutralización de -k-/-g-: rústigo ‘rústico’. – neutralización de b-/m-: moneficiado ‘beneficiado’. – pérdida de d-: lorasno ‘el durazno’. – prótesis de sílaba completa: alcafé ‘café’. – epéntesis nasal: plántano ‘plátano’38. – epéntesis de –y-: curreya ‘correa; Mariya ‘María’; Mateyos ‘Mateos’; supriyor ‘su-perior’. 35 Serie de barbarismos, pág. 205. 36 Figueiredo. 37 Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 112, trae gómito, gomitar y gomitadura. 38 Régulo Pérez, op. cit., pág. 120, trae esta forma como americanismo. 584 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo – epéntesis de -r-: fiel de afrechos ‘fiel de fechos’. – aféresis: ferente ‘diferente’. – metátesis: estógamo ‘estómago’39. 4. NUEVA EDICIÓN DEL TEXTO El texto de Lemos Smalley, retocado, ampliado y conservado por Álvarez Rixo lo da a conocer Manuel Hernández González en la revista Eres, vol. 1, núm. 2, corres-pondiente a 1989, pero la edición que hace del texto no es cuidada y se toman de-cisiones de difícil justificación. Una de ellas es omitir la «Indicación» inicial en la que Álvarez Rixo señala, entre otros extremos, las circunstancias del texto de Lemos Sma-lley, y otra actuación desacertada puede verse en la composición de los Apellidos y Apodos de los Palmeros, como si fuesen un apartado más de los Usos. También obser-vamos que se omiten distintos datos y fragmentos del original, como puede verse en la ausencia de las referencias que Lemos Smalley aporta sobre la longitud y anchura de La Palma al inicio de los Apellidos y Apodos de los Palmeros, y como puede obser-varse en los dos párrafos siguientes de esta misma contribución, en los que las par-tes suprimidas aparecen destacadas en cursiva: «Tambien Prados, Huertas, Soto-ma-yores y Menores, con Linares, Pinos, Naranjos, Palmas, Viñas Bien-plantadas, Morales, Moreras, Sabinas, Romeros, Rosas, Clavellinas, Rolos y Troncos de palo». Y más ade-lante: «En sus campos se ven Pastores, Serranas y Zagalas Hermosas y Pintadas como Estrellas, que en Dias Serenos y de Victorias, bajan Vencedoras y Galanas, vestidas de Zarazas y Franelas, con Perlas, Rubies, Esmeraldas y otras Prendas, Tañendo Pan-deros, Tambores, Cencerros, Sonajas y Castañetas». De igual modo se puede obser-var que distintas formas no se corresponden con las originales, y así vemos cómo las voces desatinos, recetan, entré, caliente, prima, propia, chícharos y motas, se transforman, respectivamente, en desatinados, recitan, enteré, caldo, primera, poca, chicharros y no-tas. Otro tanto sucede con lana, las secundinas, tal, mantos, trabes, tiesos y arbejas, que acaban como lona, los secundarios, tanta, mantas, través, tiestos y abejas, produciendo el lógico desconcierto de los lectores atentos que advierten sin dificultad que estas formas no corresponden al contexto en que se encuentran. Que la labor de trascrip-ción no ha sido lo rigurosa que debiera se refleja de modo manifiesto en el apartado de las «Voces adulteradas que se hacen en estos campos», en el que las formas Du-mingus, mariano, las pedorras, somenos, jindi bien, fañunco lancias trueques, consolato- 39 Régulo Pérez, op. cit., pág. 117, recoge esta forma en el habla de La Palma y nos recuerda que la metátesis ya se da en Lope de Rueda. También Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 173, da cuen-ta de este comportamiento en el habla popular de Tenerife. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 585 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular rio, contravención y gurguerino, se transcriben como Donminguo, mariana, las pedo-nas, jo menos, jina bien, fañuco, lancias trusques, contabención, consulatorio y gargueri-no. Lo mismo puede decirse de diversas formas verbales y pronominales, al igual que de algunos sustantivos que aparecen en plural, como sucede con gofios y diarreas, que son singulares en el original, y también se da el caso contrario. No acaban aquí las deficiencias que refleja esta edición y tampoco está en nues-tro ánimo hacer una relación pormenorizada a este respecto. La muestra que hace-mos no tiene otro propósito que ilustrar nuestra convicción de que todas estas cir-cunstancias que se han señalado justifican una nueva edición del texto, que lo presente en toda su riqueza, y esto es lo que hacemos en el apéndice que sigue. En lo que se refiere a los criterios de edición, se respeta completamente el texto original, siguien-do en todo momento el criterio de presentar el texto con las peculiaridades de ca-rácter expresivo y morfosintáctico que contiene. Por estas razones, no se ha realizado ningún cambio en lo que se refiere al uso del artículo con los nombres de las nacio-nes o continentes, y a los casos de laísmo y leísmo, entre otras particularidades. Tam-poco se desarrollan las expresiones abreviadas, ni se moderniza el sistema gráfico. De igual modo se ha reproducido el uso que los signos de puntuación muestran en el original. Ello supondrá, a buen seguro, ciertas incomodidades para el lector no fa-miliarizado, que encontrará numerosas ocasiones en que la presencia o ausencia de los signos de puntuación estorbará su lectura. Los textos se acompañan de un cuer-po de notas, que aportan información complementaria de índole etnográfica, lingüís-tica y bibliográfica. Desde estas páginas queremos hacer patente nuestro sincero agradecimiento a Rosario y Carmen Fernández Álvarez, que nos dieron todas las facilidades para con-sultar el manuscrito correspondiente, que ellas guardan celosamente junto con el resto de la producción y los recuerdos del ilustre autor portuense. 586 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo USOS Y COSTUMBRES DE LOS ALDEANOS DE LA ISLA DE LA PALMA Indicacion Habiendo formado amistad con D.n Antonio Lemos y Smalley, natural de la Ciudad de S. Miguel de la Palma, preguntandole acerca de algunas particularidades de su Isla, como notase mi curiosidad, me confió haber escrito un cuadernito en borrador, de los Usos y Costumbres de aquellos Aldeanos, el cual le supliqué me permitiese leer, aunque á la verdad, no creí hallar maneras muy diversas de las que tenemos en Canaria y Tene-rife. Pero asi que iba leyendo me quedé haciendo cruces, al ver que todavia en las Ca-narias hay moradores miserables cuyos usos ridiculos y aun detestables no le van en zaga los de algunas tribus de Tartaros de la Siberia, ni los Negros de Congo. Pues en la Pal-ma, cuya ciudad capital ha tenido algun comercio exterior, á lo menos con las Americas y demas Islas, donde hay hoy tanto retorico y otras personas instruidas y despreocupa-das, era de suponer tendrian la caridad de esmerarse en instruir á sus barbaros conterra-neos diseminando algunas racionales ideas en el interior de su Isla. Pero lo que se vis-lumbra es, haberles lisongeado merecen el titulo de Don, inscribiendoselo en las listas de elecciones y en las papeletas de contribuciones. Contribuirá esto á formar á un hombre? El lector va á leer y juzgar por si mismo á quienes se le dispensa dicho inutil sonido, que me ha hecho compararlo record.do una Anedocta de los viages del Padre Pio en el Reyno de Congo40. El S.r Lemos me permitió copiar su MS. recomendandome le corrigiese la ortografia y algunas voces repetidas en que no habia puesto cuidado. Lo hice y numeré cada pun-to de que trata; aunque la mejor correccion que le habria hecho, seria ordenar las mate-rias de otra manera, afin que los N.s 4º y 5º sobre sus enfermedades, duelos y entierros ocupasen los §§ mas posteriores del cuaderno. Puerto de la Orotava, Julio 26, de 1846. José Ag.n Alvarez 40 El Padre Pio, italiano, y otros Misioneros, fueron al Reyno de Congo á instruir de orden del Rey Felipe 4.º de España. Aquellos negros aunque llenos de mil paganismos y crasa ignorancia, se creian cristianos, solo con hacerse muchas cruces cuando alcansaban á ver los Frailes, y con titularse unos á otros de Don, segun observaron en los blancos: en tal manera, que uno de ellos fue á que el P. Pío le bautizase á un hijo...pero oigase á dicho Pio que en su lengua nativa hace reir. «Io le demandai come voleva nominarlo, e lei rispose, Don Iuliano. Io restai pieno di colera e di riso». Otro tanto sucede con los dones de nuestro pobre é ignorante pais. Cuanto mas util seria, enseñarles á esta clase de desdicha-dos los Mandamientos de la ley de Dios y las obras de Misericordia para que á lo menos supiesen res-petar á sus padres y cumpliesen con las obligaciones de buenos ciudadanos? Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 587 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular USOS Y COSTUMBRES DE LOS ALDEANOS DE ESTA ISLA DE LA PALMA Escrita por D.n Antonio Lemos Smalley natural de la misma Isla N. 1.º Idea de su primitiva sencilles, virtudes, y actual industria Eran estos habitantes antiguamente afables, religiosos, sencillos, puros y veridicos en sus contratos, y aunque sin cultura, su buena moral les daba un merito sobresaliente debiendoseles dispensar por su rusticidad é ignorancia los barbarismos que cometian. Pero eran al mismo tiempo tan humildes y obedientes á la Justicia que no era preciso carcel para corregir sus faltas ni para asegurar los malhechores, pues bastaba con que el Alcal-de hiciese un circulo en la tierra con el baston y les digese que no saliesen de él, para que permaneciesen en aquel sitio dias y noches hasta que se les diese libertad. Pero en el dia han variado totalmente, pues el robo, las pendencias criminales, la murmuracion, la deshonestidad, la embriagues y demas vicios los han hecho casi intratables; agregan-dose á esto cierto envalentonam.to que han adquirido, con el tratamiento de Don que antes no tenian y con la libertad é igualdad mal entendida. Generalmente son muy laboriosos, ecepto en dos pueblos que su pereza y los vicios de tabaco y vino los tienen en tanta miseria que andan casi desnudos. No asi en los de-mas lugares, pues se ven cultivadas las vetas y andenes mas inacesibles. N. 2.º Su vestuario Los vestidos son de lana y lino tejido por las mugeres, salvo en las funciones, donde ya concurren con terciopelos, zarazas, muselinas y razos. De sus frutos, crias de gusanos, y de reces, vienen á vender á la ciudad, seda, carne, fruta pasada, queso, legumbres, y pagan á los tenderos el lino, loza, y demas efectos que han llevado el año anterior, sacando de nuevo tanta ó mas porcion para el venidero; y como sin ser al fiado no venderian los dichos tenderos, son frecuentes los chascos que se llevan teniendo que ocurrir á sus lugares y judicialmente tomarles reces y fincas, ó á veces no tener de que cobrarles. N. 3.º Sus alimentos Sus alimentos son en los ricos gofio, pescado, y algunos dias carne; y en los pobres el pan que hacen con harina de la raiz del helecho, que caban, pican, secan y muelen, lo que suelen mezclar con salvado ó afrechos de trigo, haciendo panes negros y correosos, pero de buen sabor; y los muy pobres nada le mezclan, y lo llaman bollo estreme, que regular-mente cosinan en un tostador, á lo que suelen agregarles mojos de mucha pimienta, ó 588 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo alguna otra cosa que llaman conduto, y viene á ser pescado seco, fruta pasada &. Pues todo lo que puede valerles algo lo traen á vender á la Ciudad41 para sus otras necesidades. El Helecho de que hacen el pan lo caban en los montes á larga distancia de sus pue-blos donde van en ranchos ó carabanas, y estan treinta ó cuarenta dias comiendo frutas solas y durmiendo en chozas, vienen los sabados á mitad del camino con sus haces al hombro, ó á la cabeza, y alli van á descargarlos y llevarles de comer el resto de las fami-lias, quedadas en las casas; y cuando vienen de retirada causa compasion verlos tan ne-gros de la tierra y tan cargados, pero alegres dando ajijides y cantando. N. 4.º Sus enfermedades y desatinadas curaciones Suelen gozar de buena salud, pero cuando se enferman se hacen todos cuantos des-atinos les recetan los curanderos de su lugar y los inmediatos, siendo muy raros los que ocurren por medico á la Ciudad. Lo primero que presentan á sus doctores, son las aguas, ú orines, las cuales estos miran atentamente diciendo como el pasiente tiene cuatro ó seis enfermedades reunidas; y asi es que les recetan una multitud de cosas á la vez. He visto aplicarles para diarréa, huebos fritos en cera, violentandolos para que los traguen: Para ite-ricia, huebos llenos de piojos: Para hydropesia, beber los orines del mismo paciente: Para disenteria, agua con polbos de cuatro caminos: Para paralisis, orin de caballo cansado: Para asma, caldo de gato negro: Para elefancia, polvos de oreja de raton; y agua asentada, que es poner á herbir una caldera de agua, y ya hirbiendo botarle encima otra de agua fria. Y asi por este tenor cuantos desatinos les ocurre. Alimentan á los enfermos con huebos y pescado fresco, y cuando estan ya sin cono-cimiento se les mata una gallina de la cual ponen media al fuego con doce tazas de agua, y saben graduar la cosa de manera, que cuando mueran, les quede la otra mitad de di-cha ave colgada donde todos la vean para decir en sus lamentos, que no murio por falta de alimento, señalando para el que quedó sobrado. Por curioso me entré á ver un anciano que estaba agonisando de hydropesia de pe-cho; y le hallé tendido de espaldas sin nada de cabezera, y con un crucifijo de media vara de largo sobre el vientre, cuya peana era un tronco que pesaria media arroba. Me apre-suré á alibiarle de aquel peso, pero mi determinacion la tubieron por irreligiosa, y creo que despues de yo salir se lo repondrian encima. En aquel lance, asimismo que de antemano, se les llena la casa de gente, y todos á la vez le estan gritando; sus familias con llantos descompasados, y los extraños ausilian-doles las almas, pero en tono y con espresiones tan barbaras que causa risa el oirles. N. 5.º Sus duelos y entierros Asi que espiran los sacan corriendo de la cama para que sus almas no sufran tanta pena42, y luego todos los presentes van pasandoles por encima para no tenerles mie- 41 [Huelga señalar que así se ha llamado tradicionalmente y se sigue haciendo en la actualidad en las zonas rurales de la isla a la ciudad de Santa Cruz de La Palma.] 42 [Igual en El Escobonal y Tacoronte. Véase Bethencourt Alfonso, Costumbres populares canarias de na-cimiento, matrimonio y muerte, págs. 246, 259.] Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 589 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular do43. Los ligan y envuelven en una sabana de las mas viejas que tienen y colocan al me-dio de la casa sobre una manta ó estera, donde todos se reunen á velarlo hasta el dia si-guiente. Todo á la vista é inmediacion de los padres, hermanos, hijos ó esposas del di-funto, uno de los cuales cada 10, á 12 minutos dá un grande ay! y todos recomienzan con nueva monserga de llantos y lamentos, en los que mezclan las buenas cualidades del difunto y la falta que les va á hacer: todo lo que se alterna con buenos tragos de vino á boca de barrilete, fruta fresca ó pasada, y á veces comida de caliente. Es de notar, que los pesares y sensibilidad entre ellos son bien debiles, siendo sus gritos y llantos efecto de mera ceremonia, pues los mismos estremos hacen por la muerte so-segada de un tio paralitico de 90 años, como por un hijo unico que improvisamente le entran por la puerta ahogado o derriscado. Yo mismo vi á una joben, muger de un arro-gante mozo, que este murio repentinamente, y como estaban en una casa mia y eran ahijados, pasé al siguiente dia á ver la viuda; y á tiempo que en la parroquia se estaba doblando por el entierro del marido, se hallaba la muger ajustando en venta con una vecina, los mejores calzones del difunto! pero con un semblante lleno de serenidad, solo me dijo: ay Padrino! ¿porque no vino antes, hubiera visto á José que le llenaron toda la mortaja de lazos violados, que daba mil gustos de verlo, y dicen que todos se somaron al camino á mirarlo pasar? Continuando mi relacion diré; que antes de llevar el cuerpo á la Parroquia, hacen un almuerzo de secantes y vino, y al tiempo de sacarlo de la casa, es tal la griteria que ha-cen, que parece el infierno; y de los de la familia y conocidos unos van con el muerto y otros quedan en la puerta de la casa viendo la procesion y abanandole con las tocas y sombreros, subiendo de tono los gritos á proporcion que se va ausentando. Los clamo-res se dividen en tres grados, primero á la salida, segundos y mas fuertes á media dis-tancia, terceros y fuertisimos á la ultima vista, pudiendo llamarse la deshecha, pues gri-tan tanto que quedan roncos por mucho tiempo, empeñandose á cual mas ha de pregonar las virtudes del difunto en terminos, que á veces causa risa. Los parientes mas cercanos van á la Parroquia, con los cabellos tendidos, y si sucede no haber quien abra el hoyo, he visto á los padres enterrar á sus hijos, y los hijos á sus padres. Despues vuelven á la casa mortuoria donde les tienen almuerzo de caliente. Siendo tambien costumbre entre ellos que el pariente mas cercano traiga en la mano la almo-hada que llevó el muerto, sobre la cual les he visto almorzar: no se si esto tambien es por costumbre ó seremonia. Comen muy bien todos, y al concluir, la dolorida principal dá un grande ay! y todos le siguen con llantos y plegarias terribles, concluyendose todo yendose los extraños á sus casas, y los de la familia á sus tareas de labranza, al monte ó al mar, segun sus respectivos egercicios. Pero si hay bienes que partir, desde antes de es-pirar el paciente, entran las divisiones y desabenencias; de forma que á veces se van á las greñas, y tienen los vecinos que volver á entrar la paz. Si se les muere algun niño, seria minorarles la gloria si lloraran por ellos44: vienen todas 43 [En Tacoronte y Los Realejos, todo el que veía un cadáver, debía pasarle por encima tres veces para que el cadáver no le dejara miedo. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 246, 291.] 44 [En Valle Gran Rey, cuando moría un niño, bailaban y cantaban por la seguridad de que fuera al cielo. Si los padres y la familia lo lloraban —antes de los 7 años, es decir, cuando aún no se dobla— le hacían cargos porque decían que le quitaban al niño la carrera de salvación. También hay referen-cias de esto para Güímar y Teguise. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 71, 258, 259, 267.] 590 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo las vecinas á adornarlo, y cada una de las madres y hermanas de los que hayan muerto anteriormente vienen á traerles y ponerles una flor, para que lleven á los suyos45. A di-chos parbulos tienen sus padres á mucha gala sepultarlos ellos mismos. N. 6.º Su poca Religion y mucha superticion46 Entre estos Aldeanos aun hay algunos que creen en todos los dogmas y misterios de la religion cristiana; pero los mas ya no creen en nada de eso, al paso que generalmente todos creen en brujas, duendes, almas que se aparecen47, maleficio, mal de ojo, y cuan-tos agüeros y superticiones pueden figurarse. Si al salir de sus casas para evacuar alguna diligencia encuentran con un hombre, siguen muy contentos, persuadidos en que ten-dran buen excito: pero si encuentran con muger; ya creen que nada conseguiran, y casi siempre se vuelven á sus casas. Si á prima noche oyen cantar un Pedro-luis, adivina bar-co de America con buenas noticias; pero si oyen un Apagado, adivina muerte de alguno del vecindario48. Y por este estilo mil abusos ó creencias superticiosas. Tambien todos tienen en sus terrenos algunos animales que crian por propia utilidad, y por estar per-suadidos que si por disposicion divina debe morir alguno de la familia suele Dios revo-car su sentencia muriendo alguno de dichos cuadrupedos49. N. 7.º Su perniciosa educacion filial Hay entre ellos muy poca obediencia y respeto á sus mayores, y á causa de la mala educacion se hacen los padres esclavos de sus hijos. Pues desde que estos tienen uso de razon, empieza entre ellos cierta especie de perniciosa emancipacion; porque sus padres les dan una oveja ó un cabrito, y con motivo de cuidar aquella rez, se consideran esen-tos de todas las tareas domesticas, principiando á hacer suyo todo el producto de sus la-bores. Rarisimos son los padres que ven el premio de sus fatigas y trabajos en criarlos y alimentarlos, puesto que solo cuando niños les sirven en cuidar el ganado y dar algunas vueltas al campo que cultivan. Pero á los 16, ó 18, años se casan ó van para la America, teniendo los padres que darles el dote ó flete, siendo igualmente raros los que casados, acomodados con amo, ó desde la America les atienden en su ancianidad. 45 [Se trata de los recados o encargos. Algunos de los asistentes se acercan al cadáver del niño y con alfileres le prenden en la ropa alguna flor o bien un trocito de cinta o trapito como señal para que el angelito recuerde el encargo que se le hace, como pueden ser recados a las personas queridas que mo-ran en el cielo bien para recordarlos, bien para que sirvan de intermediarios ante Dios para que la cosecha sea buena, para recobrar la salud, etc. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 261.] 46 [También Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 207, recoge supertición y superticioso en el habla popular de Tenerife.] 47 [Se refiere, sin duda alguna, a la célebre alma de Tacande. Véase Viera y Clavijo, Historia, lib. XV, cap. 88; Lorenzo Rodríguez, Noticias, págs. 237-240; y Pérez Vidal, «El alma de Tacande».] 48 [En Tacoronte, cuando había un enfermo y lloraba un perro o se posaba en la casa un apagado era señal de que moría pronto. En Vallehermoso, la presencia de un tapagado barruntaba desgracia. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 246, 250.] 49 [También en Güímar se creía que si moría un animal en la casa era porque Dios había revocado la sentencia de pena de muerte de uno de la familia. Y por esto convenía tener animales. Véase Bethen-court Alfonso, op. cit., pág. 249.] Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 591 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular N. 8. Sus amores y sus casamientos Las jovenes caminan solas hasta el estremo de sus lugares; pero si salen á otros, han de llevar una chaqueta del padre ú hermano doblada en el brazo, y pueden ir acompa-ñadas de algun otro joven. Cuando se encuentran solas con alguno de sus queridos, se estan horas y tardes enteras hablando en los caminos con ellos; pero siempre en conti-nuo movimiento con la vista baja, sacando motas de la ropa que llevan, ó partiendo pa-litos; y los novios escarbando la tierra con el bordon ó palo que traen en la mano. Si crece la amistad, el novio ronda la casa, van juntos á todas partes aunque sea al mar ó al monte, suelen aliviarse las cargas mutuamente, llevandola á sus hombros respectivos, se citan para todas sus salidas, y aunque caminen de noche á distancias largas nadie lo censura. Si piensan seriamente en matrimonio, entra en la casa de la novia con mucho comedimiento: si repite hasta tercera vez la visita, toma el padre la palabra diciendole lo siguiente: «tio N. con que fin entra Vd. en mi casa?» Y él ha de responder rascandose la cabeza: «Yo tio N. entro por casarme con su hija». Entonces prosigue el padre. «Pues entre Vd. y salga, y beba agua de la talla». Con cuya espresion le dá toda la franqueza que aquel puede desear, mirandosele desde entonces como uno de la familia. Se hacen sus regalos de parte á parte; pero si sucede arrepentirse del proyecto, se devuelven todo, ó el importe de lo que se haya consumido. Concertados los planes de la boda, tienen los padres que dar á las hijas una casa ó fabricarsela, sino la poseen, la cual es de mas ó menos comodidad segun sus haberes; y concluida, se elige la Madrina que siempre debe ser la parienta ó vecina mas rica y que mas proporciones tenga de pedir ropa prestada para la novia, quien ha de ir vestida á la española antigua. Se nombran los convidados, y todos tienen que equiparse de cajeta de tabaco de polvo, para desde el dia de la primera amonestacion andar dando á cuantos encuentran, aunque sea á los niños; considerandose como desaire el no admitir el ob-sequio. Regularmente van á la Parroquia á caballo el dia de la boda. La bestia en que va la novia el novio la facilita, y un hermano ó sobrino de aquel la lleva de reata ó rienda. Antes de salir para la Iglesia es el almuerzo, reducido á unas enormes tasas de sopas de pan amasado cuatro dias antes para que no se gaste tanto. Los novios no almuerzan por que han de comulgar, y la pobre novia tiene que estar doce ó mas horas sin comer y sin dormir porque desde media noche hasta el dia se lo llevan en vestirla y atabiarla. A la salida de la casa toma la bendicion á sus padres y unos y otros han de llorar por pre-cision50. Marcha el rancho todos a caballo; pero á la ida va la Madrina delante de la novia, y á la vuelta por detras. Por donde quiera que pasan salen á los caminos los habitantes á verlas y felicitarlas. Pero la novia con la vista en el suelo, ni mira á nadie ni se rie, ni tampoco ha de hablar nada en todo aquel dia. El novio con su padrino y convidados van por separado, teniendo tambien su convite á parte. Unos y otros de dichos convidados contribuyen con 4 rta. cada uno, que llaman ellos el taburete. 50 [Se trataba de un detalle ampliamente difundido en las Islas. Hay referencias de El Hierro y Fuerte-ventura. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 195, 197.] 592 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo Las mugeres van asimismo con ropas antiguas que piden prestadas, y muy prendadas. Llegadas á la Iglesia se ponen sobre las dichas ropas sus mantos y sayas y sus sombreros: y la novia que al preguntarle el Parroco, si quiere por marido á N. responde luego, es tildada de poca verguenza; por lo que tomando el estremo contrario, ha habido ocacio-nes que se han obstinado tanto en no contestar, que ha tenido el Parroco que irse á la sacristia y desnudarse, siendo preciso grandes empeños para volver á la ceremonia. Concluido el casorio, vuelven para sus casas dando jijides, en ranchos separados, y de todas partes salen á felicitarles, deteniendo ellas las bestias para dar tabaco á todos y bo-tarles almendras confitadas, que nunca pasan de tres en puño. Antiguamente se les tira-ba flores y trigo, pero ya cesó este uso51. Cuando dan los jijides se destoca la novia y la madrina. Y si acontece que el rancho del novio pasa por la casa de la novia, se destaca un propio con pan y vino para obsequiar á todos, sucediendo lo mismo si el acompaña-miento de la novia es quien pasa por el domisilio del novio. Colocados en la mesa con los asientos muy retirados de ella; comen con tanto des-aseo que las personas finas quedan enfermas. Al concluir entra la cocinera con un gran-de plato lleno de agua y hojas de flores, la cual dice: «Lavense Señores las manos en flo-res, soltaran tostones». Todos se laban y ponen los cuartos ó monedas que quieren, las cuales se reparten con las cocineras52. En tales días, la madre de la novia, ni se lava, ni se viste de limpio, sino metida en la cocina; puesto que lo contrario seria mirar con desprecio á los convidados. Pero á mitad del convite pone la novia una fineza en un plato el cual levanta en alto, y todos se tiran á el, llevandolo á la madre, quien de juro ha de llorar al recibirlo. Concluida la comida, van ambos ranchos dando jijides para la casa del bayle, que siempre suele ser la mas larga del Lugar, aunque lejos quede. Alli estan ya las paredes cubiertas con sabanas y colchas, con una fila de asientos que denominan el talimo, te-niendose mucho cuidado en la colocacion de las damas, á saber: la desposada al centro, la madrina á la derecha; y por un lado las parientas del novio y por el otro las de la novia. Suele acontecer que habiendo dos en un grado, se disputan la preferencia; pero la ma-drina advitrariamente decide la cuestion, de cuya sentencia no se apela; aunque la parte agraviada permanece mohina toda la tarde. Rompen el bayle dos mozos de los mas entremetidos. Primero sacan á la madrina, despues á la desposada; y una por una á las convidadas: En seguida alternan con estas y las demas concurrentes, que siempre son tantas y tantos que suele concluirse el bayle por no caber en la pieza. 51 [En otros puntos del Archipiélago se mantuvo este uso mucho más tiempo. Véanse las referencias que para Tenerife, El Hierro y Vilaflor recoge Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 195, 198.] 52 [Este uso también se daba en Tenerife, aunque era la madrina la que, al concluir la comida del me-diodía, traía agua con flores dentro, para lavarse las manos y cada convidado tenía obligación de dejar caer en el agua, con disimulo, las monedas que quería y podían. También en Tetir se pasaba una pa-langana con flores después de la comida, y el dinero era para la cocinera. En cualquier caso, no se tra-taba de una costumbre limitada al convite de la boda, sino que se daba en otras celebraciones de la vida familiar, como en el agasajo del bautizo de un hijo. Así, en Santa Cruz de Tenerife, concluido el agasajo, aparecía la cocinera, toalla al hombro, llevando en las manos el lebrillo de agua cubierta de flores deshojadas, para que se laven los invitados, y éstos iban dejando caer en el fondo a guisa de pro-pina una o dos perras, excepto el padrino que corría con alguna monedilla de plata y era el primero a quien presentaban la palangana. Otro tanto se hacía en Lanzarote y Fuerteventura. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 137, 138, 197, 198.] Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 593 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular Mientras baylan, arrojan confituras, atropellandose por cogerlas bayladores y concu-rrentes. Cuando ellas quieren volver á baylar ponen una mano sobre otra encima de la barriga, pero de lo contrario, hacen un besa mano. Y desde el principio al fin de la fies-ta no cesan de tirarse unos á otros las cajas del tabaco envueltas en los pañuelos, lo cual se recibe como distinguido obsequio aunque les den en la cara como he visto algunas veces. Es el bayle en las mugeres un continuado sarandeo, abriendo y cerrando los brazos; al paso que en los hombres consiste en variedad de mudanzas de mucho merecimiento por la agilidad de la egecucion e igualdad de ambos bayladores que siempre han de ser dos hombres y una muger. Su musica carece de variedad y melodia, pues se reduce á uno ó dos tambores, á que acompañan las castañuelas de los que baylan; llevando el compaz los concurrentes con sus palos en el suelo. Siempre el canto es uno mismo, en la responsion de largos y va-riados romances compuestos por ellos propios; á veces improvisados. Habiendo casos, que cansados de cantar por una clave, ó que violentamente han subido de ella, desienden á otra con tal destreza que no pierden el compaz. Si los cantadores y tocadores paran la musica repentinamente; tiene que decir uno de los bayladores su copla á la dama continuando el bayle hasta que al dar la vuelta vuel-ven á parar para que ella conteste con otra, las cuales se dicen requiebros amorosos, y a veces insultos grocerisimos. He visto en estos bayles tanto concurso, que se han roto las tablas y tráves del solla-dio, como tambien caer de la armadura del techo gotas de tanto vapor reunido. Y en casas altas y largas, se mece a un tiempo sin cesar dicho solladio, siendo especie de milagro que algunos no se ahoguen en aquel infierno. De manera, que cuanto para ellos es un dia de placer muy deseado, ha sido para mi de gran martirio, mayormente cuando he tenido que desempeñar el papel de padrino. Duran dichos bayles hasta tarde de la noche; y el alumbrado de la pieza consiste solo en una vela puesta en el tirante de la casa, ya sea en palmatoria si la piden, ó en una botella, cuya luz por falta de ayre suele apagarse. Entonces la reunion de ambos sexos es bien peligrosa; pero todo se mira inocentemente por los unos y con apetencia por otros: acontenciendo sus folliscas de palos, en las cuales dandose á ciegas salen descalabrados sin saber de donde les vino el golpe. El novio suele ir á cenar casa de la novia, pero hasta pasados seis ú ocho dias no se reunen; y para esto va la madrina á hacer entrega de la ahijada al novio. N. 9. Sus partos y bautismos Cuando se aproxima un parto, las vecinas y conocidas se preparan cada una con su docena de huebos, para el regalo de la parida; y ésta en igual ocasion tiene que pagarles la visita llevandoles dos docenas, y si la primera vuelve á parir le aumentan el regalo con una docena mas; de modo que va doblandose aquella contribucion en tantos cuantos sean los partos. Al salir á luz la criatura, ha de disparar el marido cuantos fusilazos puede con arre- 594 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo glo á sus haberes, pero con el notable cuidado, que si es varon los tiros han de ser pa-res, y si hembra han de ser nones; con lo cual todo el vecindario queda sabedor de la felicidad del parto, y que lo recien nacido. Si en el parto hay alguna tardanza, se la pone el sombrero del marido53: Si la demo-ra sigue, se la pone la chuga54 ó chaqueta del mismo; y si para este ó para las secundi-nas55 hay tambien retardo se la cuelga á la espalda un sapato de un Juan. Y aunque la paciente sepa lo que es, no ha de verlo, porque en tal caso se la subiria el parto á la ca-beza. La cama y el suelo del domisilio de la parida se siembra con mostaza por las bru-jas56, poniendose a su cabezera una espada, ó bien cuchillo, y una cabeza de ajos. Reba-nadas muy gruesas de pan cubiertas con huebo batido y miel de abejas, es el alimento de las paridas, de cuyas rebanadas se regala á los padrinos y personas mas llegadas en amistad y parentesco. Para fortalecerse despues de este lance suelen estar diez ó doce dias de cama en los cuales por las noches se reune el vecindario entreteniendose con bayles y juegos hasta el dia, sin que la parida nada duerma57. Ponenle al recien nacido un cuernecito ú digito afin de preservarle de mal de ojo, ó maleficio; y si en aquellas noches sucede cantar un gallo á deshora, se tiene por mal presagio, creyendose ha visto espiritus malos, y se le mata prontamente. Si acaso oyen jijides creen que son brujas, trancan las puertas, y se ponen á rezar sobre la criatura porque creen vienen á chuparle la sangre. Si sucede acercarse á la casa algun cochino, se le persigue hasta cortarle una oreja ó hacerle sangre. La madrina tiene que regalar al ahijado los faldellines y un rosarito con una bolcita de razo que contenga alguna reliquia, y ademas un cuarto agujerado pendiente de un cordon58, el cual se conserva durante la joventud como el mejor antidoto para el malefi-cio. Los Parrocos perciben por cada bautismo 4 rta, que dá la madrina, y la parida le envia una gallina. N. 10. Sus Romerias En todos los lugares de la Isla, se celebran funciones en varias epocas á los Patronos de las Parroquias ú Ermitas á las cuales concurren los aldeanos con disculpa que hicie-ron promesas; á saber, á San Amaro, por desconciertos ú dolores de huesos59: A S.n Blaz, 53 [En Tenerife ponían a la parturienta el sombrero del marido o de otro que se llamara Juan. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., pág. 67.] 54 [Esta forma se vuelve a citar en la relación de voces adulteradas del apartado final. Obviamente se trata del español chupa, aquí deformado en chuga, si es que no estamos ante el resultado de una co-rrupción en la transmisión textual.] 55 [Placenta y membranas que rodean el feto.] 56 [También en Tenerife, regar el pavimento con mostaza era uno de los métodos profilácticos contra las brujas. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., pág. 90.] 57 [Se trata de los velorios o velas de parida. En muchos puntos de las Islas duraban las nueve noches siguientes al parto, hasta que se bautizaba la criatura, como en Teguise y Betancuria. Véase Bethen-court Alfonso, op. cit., pág. 139.] 58 [También en Tenerife uno de los medios profilácticos para evitar el mal de ojo era atar a la muñeca derecha de la criatura una fisca o realillo de vellón, o dobloncito de a duro, que regala la madrina. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 73, 133, 135.] 59 [San Amaro figura habitualmente en los santiguados con referencia específica a los males de pies, piernas y brazos. Véase Bethencourt Alfonso, op. cit., págs. 74, 78, 84.] Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 595 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular por la toz ó mal de pecho: A S.ta Lucia, por la vista: A la Angustia por algun disgusto o cuidado extraordinario: y á las Nieves, por que les traiga cartas ó remesas de America. Yendo tambien á otras partes por cualesquiera abogacion que ellos suponen. Y con tal que las jovenes contratadas con sus novios digan á sus padres que hicieron promesa á los Santos por tal ó cual cosa, las dejan ir á su libertad juntos ó con sus vecinas: asi es que suele haber malos resultados60. Llevan regularmente algunos efectos que vender ó permu-tar; pero por lo regular es por mera diversion, para gastar, en cuyos viages estan ahorrando mucho tiempo, los que duran de 24 á 48 horas. En este espacio parece increible las le-guas que andan: Todos suelen venir cantando y tocando tambores, dando al llegar á sus casas á cada uno de sus familias y conocidos, una almendra si vienen de las Angustias, un higo si vienen de Punta Gorda &. Duermen apiñados en el suelo sin separacion de sexos en las tales romerias, por tanto, acontece lo que cantan ellos mismos: Si fueres a S.n Amaro Mira que el santo es bellaco; Que yo mande mis dos hijas, Fueron dos, vinieron cuatro. N. 11. Sus habitaciones y muebles Las casas separadas generalmente á mucha distancia unas de otras, son construidas de piedra seca cubiertas de paja, y su piso formado con bosta de buey bien apisonada hace un suelo bastante parejo y duradero. Las de los vecinos mas pudientes suelen ser de pie-dra y barro encaladas. Sus muebles son igualmente mesquinos y miserables. Un molino de mano, ganigos de barro, talla para el agua, un morterito y cucharas de palo, alguna banca rustica de la propia materia, algunas cajas para su poca ropa, y se come en el suelo sobre el cual es-tienden un paño de mantel, siendo uso que el padre de familia sea el primero á entrar la mano en el plato. Cama la constituye un haz ó camada de helechos secos, y los mas ricos son los que tienen algun colchon de paja ó lana61 y algunos telares. N. 12. Voces adulteradas que usan en estos campos Anteojo = Enteujo Administrador de correo = curreyero Beneficiado = Moneficiado 60 [La posición de Álvarez Rixo a este respecto puede verse en su trabajo inédito «Las romerías son causa de varias inmoralidades y atrasos perjudiciales para la agricultura y las artes», que incluye como entra-da 40 del índice del legajo C dentro de sus Catálogos de los diversos manuscritos de mi pertenencia y personal trabajo.] 61 Entre las bancas hay una de tres pies, á la cual llaman el Mancebo, destinada á tener encima una teja y dentro de esta las teas encendidas que les sirven para alumbrarse. Esta voz á la verdad revela el uso antiguo, porque hubo un Mancebo en las casas pudientes de la Peninsula q.e celaba este rustico alumbrado interin sus amos cenaban. 596 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo Boticario = Proticario Correa = Curreya Cadaver = Calabre62 Chaqueta = Chuga ó Jibon Chaleco = Chuleque Chocolate = Chacolate Café = Alcafé Continuo = Perenál Cuchara = Cochara Cochino = Cuchino Costumbre = Constelacion Domingo = Dumingus63 Diputado = Deputado Durasno = Lorasno Escribano = Escrebano Familia = Apégo Fiel de Fechos = Fiel de Afrechos Faldriquera = Mariano La Olla = Lolla La Iglesia = Liglesia Las Medias= Las Pedorras64 La Pechera = La Chorrera Corte de zapatos = el rostro Mateo = Mateyos Maria = Mariya Me alegro mucho = Jindi bien Nombrar = Mentar65 Superior = Supriyor Mediano = Soménos Infimo = Fañunco Estomago = Estogamo Platano = Plantano Vomitos = Gomitos, ó lancias trueques Contribucion = Contrabencion Consiliatorio = Consolatorio Garguero = Gurguerino Diferente = Ferente Epoca = Comenos Tratar, Comunicar = Alentar Robusto = Rustigo 62 [Régulo Pérez, op. cit., pág. 102; Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 43.] 63 [Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 76.] 64[Adviértase la cercanía a la forma pedorreros ‘calzones ajustados, llamados escuderiles porque los usa-ban los escuderos’ (DRAE).] 65 [Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 155.] Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 597 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular Observacion Del contesto de la precedente Memoria se saca en limpio la verdad del refran isleño: Palmero, gilméro. Con efecto, aquella falta de generosidad de los novios de recoger los mesquinos regalos (vease el N. 8) que hacen á sus novias y padres de ellas cuando se retraen de la amistad. El ardid de que el pan esté duro para que se coma menos el dia de la boda: Enfin, la ridicula fineza de ir repartiendo á dos ó tres almendras confitadas, no pueden manifestarlo mas claro. La variedad de vocablos q.e se nota entre los Palmeses y los habitantes de las otras Islas Canarias dá motivo á una observacion filosofica. Pues si solo en 350, años transcurridos desde la conquista, al presente en q.e la comunicacion es continua con las demas Islas y con España misma, al paso q.e la lengua castellana fija ya p.r los escritores, sinembargo, hay esta alteracion y voces meramente del capricho de estos camponeses: no es maravi-lla q.e cuando solo estaban pobladas estas Islas p.r barbaros iliteratos sin comunicacion entre si, se notase la variedad de lenguaje de las unas á las otras apesar de conocerce pro-ceder de una raiz comun. Entre rusticos, son faciles estas alteraciones; p.r q.e cualquiera padre de una numerosa familia, q.e p.a subsistir con mas comodidad se situa á distancia de otras, si naturalmente tiene alguna falta en la pronunciación, los hijos q.e no tienen mejor corrector se habituan á pronunciar como el padre. Y he aquí p.r q.e si este carece de facilidad p.a pronunciar v.g. la P. resultará una lengua sin ella, ó confundida con la B. si con falta de la R. lo mismo q.e las lenguas chinesca y mexicana q.e carecen de esta. Si confunde cualesquiera de las vocales, resulta q.e las voces q.e tal pueblo principia p.r A. otro lo hace por E. &. De esto ult.o se nota bien claro en el articulo Arabe al, que nosotros decimos el. 598 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo APELLIDOS Y APÓDOS DE LOS PALMEROS Otra ridicula costumbre de los habitantes de la Isla de la Palma es, que todas las fa-milias y personas son conocidas entre si por Apodos, ó lo que tambien es lo mismo, por el mal entendido sonido de varios patronimicos los cuales construyen de manera que les suene y signifique algo en castellano burlesco ú denigrativo: v.g. á la familia oriunda de Flandes, Vanderwall, dicen los Vendavales. A otros los apodan y conocen de una en otra generacion por su origen, por algun defecto fisico, por su profecion &. p. e. el Frances, el Portugues, el Manco, el Calafate. &. D.n Antonio de Lemos tubo tambien el capricho de recapitular gran parte de los di-chos Apellidos y Apódos de su patria interpolandolos bajo la ingeniosa Alegoria que ve-remos: me recomendó le corrigiese la ortografia de su borrador; y yo advierto que unos y otros nombres son precisamente los que se hallaran subrayados, aunque de suyo se dejan desde luego conocer. Al Norte de la Equinocial, á los 28, grados 30, minutos de latitud; y 00.50, minu-tos de longitud occidental del Pico de Teyde, se ha descubierto una Isla de cosa de 10 leguas de largo y 27, dichas de bogeo en la cual encontramos lo siguiente. Montañas, Montes-verdes, Fuentes, Rios, Barrancos, Breñas, Roques, Volcanes, Laderas, Cuevas y Quebradas, donde se sufren Chubascos y Silvan los Vendavales. Tambien Prados, Huertas, Soto-mayores y Menores, con Linares, Pinos, Naranjos, Palmas, Viñas Bien-plantadas, Morales, Moreras, Sabinas, Romeros, Rosas, Clavellinas, Rolos y Troncos de palo. Item, Millares de Casas Blancas, con Canales, Goteras y Torres que Espantan. Igle-sias con Cruces, Santos, Cuadros, Estampas. Vicarios, Sochantres, Cantores y Mona-cillos. A ellas concurren Reyes, Duques, Condes, Marqueses, Obispos, Frailes, Monjas, Sas-tres y Sapateros. Portugueses que Cortan largo, Lioneses, Franceses, Ingleses, Herreros, Vizcainos, Gitanos, Mallorquines, Mercantes de Rapaduras, Alfileres, Mantas blancas y Negras. Tambien Medias-señoras con rostros llenos de Placer parecen Luceros, Peinadas sus Cabelleras, vestidas de finos Batistas y lucidas Martas, tratando con Amadores Tunantes Barbudos y Perdidos que van y vienen Veloces á modo de Voladores; cuya reciproca pa-rola que semeja á los Papagayos y Cotorras les causa Complacencia, aunque no vale dos Carambolas. Hay Paseadores que Madrugan con Capotes en Rebozo, Feligreses de Ginebra y Chim-bo, que tornan á sus Barracas con Canjilones y Gabetas llenas. Item Canastras y Sero-nes de Arbejas, Chicharos, Nueces, Brevas, Batatas, Cebollas, Peregil, Cilantro, Pimien-tas, Pimentones, Jaramagos, Mantecas y Huevos, con lo cual para sus Remedios hacen Cazuelas y Calderones de Potages, Ahogados y Salcochos. Encuentranse Monteros y Cazadores de Palomas y Pichones, Corrales de Gansos, Pa-bos Patos, Gallinas, Pollos, Gallos y Capones; de cuyo conjunto resulta haber mucha Basura y Gallinaza. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 599 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular Hay Molineros y Panaderos que amasan Pan-bonito. Caleros que con Picos y Marrones rompen Caleras y Canteras. Viejos Chochos Foños Ñoños Calbos y Regañados que Can-sados de vivir con Santa-fé, anhelan una Buena-muerte. En sus campos se ven Pastores, Serranas y Zagalas Hermosas y Pintadas como Estre-llas, que en Dias Serenos y de Victorias, bajan Vencedoras y Galanas, vestidas de Zara-zas y Franelas, con Perlas, Rubies, Esmeraldas y otras Prendas, Tañendo Panderos, Tam-bores, Cencerros, Sonajas y Castañetas. Hay en sus Costas Pescadores que en Barcas y Canoas, carenadas por Calafates, con Cañas-secas y Carnadas de Ventrechas, cogen Cabrillas, Dorados Chicharros, Chopas, Meros, Picudas, Salemas, Pulpos66 y Morenas. Aunque Temerosos por las Balandras y Tartanas de Moros e Insurgentes, quienes con Gorras Coloradas, Chafalotes y Fusiles á fuer de Verdugos Matan y Pillan. Pues apesar de haber Armas y Castillos con Banderas y Pulidos Cañones, Cureñas, Cabrias; sus Vigilantes y Soldados son Mancos, Cojos, Tuer-tos, Ciegos, Mudos y Corcobados, inutiles en Paz y en Guerra: por lo cual nunca tocan á Rebato; noobstante haber Paisanos Guapos y Bizarros que Fanfarrones dicen con Jac-tancia que cualesquiera facilmente Raja-riscos puesto que descienden de los Mata-moros. Se hayan Bueyes, Vacas, Becerros y Vaqueros, Cabras y Cabreras, Carneros, Burros-blan-cos y Negros. Cochinos, Gatos, Perros-Galgos y Chinos. Conejos, Cuerbos, Grajos, Aguili-llas, Corujas, Mirlos, Pajaros Pintos. Arañas Moscones, Cigarras Cantadoras, Mariposas, Grillos, Escarabajos, Hormigas, Chinches, Cucarachas Perenquenes, Salamancas y Lagartijas. Asimismo Monos, Machangos ó Macacos de grandes Boquetas y Manoplas con Tufos en los Cachetes ó Carrillos, los cuales sostenidos en sus Tiesos Perniles mueven sus Coditos y Cogotes á par que sus Ojitos, Pestanas, Rabadillas y Rabitos. Tambien hay Bravos Leones cogidos en Valles Obscuros y asegurados con Barrenas, Cadenas y Tranquillas de Fierro. Finalmente se hallan Baños, Piletas y Bebederos á donde se concurre á ver varias cla-ses de gentes desconocidas en nuestros Paises, cuyos raros nombres son: Arrio, Cafuri-ños, Calamochos, Casamondas, Chamorros, Churingos, Fiallos, Fofos, Gaifolos, Grimies, Moriacos, Morriñas, Mozanas, Papetos, Tarecos &. Todos propensos a Trampas, Menti-ras y Marañas, que sin Fundamento arman Pendencias tomando Rabiscas apesar de ser Medrosos á Brujas, Duendes y Diablos. La imperfecta civilización y vulgarismo de los Palmeses lo demuestra tambien esta practica de conocerse por Apódos, que á ellos les parece notable agudeza adaptar á sus convecinos, cuando hay tantas otras cosas en que tienen necesidad de egercitar sus inge-nios. Pues entre los defectos ó señales que descubren en todas partes á las gentes vulga-res aunque se vistan de seda, son, el prurito de apostar á cada paso; el de jurar y malde-cir con frecuencia; y el de conocerse por Apódos, sin advertir, que ademas de agraviar al proximo, se pierde el tiempo en hacer explicaciones sea de palabra ó por escrito y á veces se ocasionan dudas y confuciones. Pero como entre ellos las personas mismas de rango tienen los suyos y apodan á los demas, se confirma el vulgo en la mania por ser incapaz de distinguir que la educación de sus capataces tambien es poca y de consiguiente son vulgo, aunque por su propia ignorancia de lo contrario presuman. 66 [Pumlmos en el original.] 600 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo OTROS EPISODIOS ISLEÑOS Las personas civilizadas que habitan en las ciudades y poblaciones mayores y concu-rridas de nuestras Islas Canarias quienes no han tenido alguna necesidad de haber de recidir algunos dias en ciertas poblacioncillas internas de las mismas Islas para observar el sistema de vida llevado por sus pobres habitadores67, no es posible que sepan ni aun imaginen de la tosca manera que se vegeta en ellas. Y como la triste revelacion de estos hechos sirve para ilustrar asi á los que mandan y perciben el poco ó ningun fruto de sus ordenes, como á los demas vecinos de las Canarias para que no vivamos tan confiados en nuestro progreso, cuando á dos pasos de nosotros existen hermanos y lugarejos á quie-nes tenemos que compadecer y avergonzarnos de lo poco ó nada que hemos hecho por ellos cual si nos quedaran situados en los antipodas, queremos regalarles con estos cor-tos extractos, por via de muestra, á fin que no se maravillen ni censuren porque no se han puesto escuelas, porque no hay mas aguas utilizadas, porque el pueblo no se alimenta mejor, porque las casas se construyen mal dispuestas, y porque los caminos y callejones no guardan orden ni regla racional, & &. Isla de la Gomera Al Ayuntamiento del Lugar de Chipúde de la Isla de la Gomera habia oficiado di-versas veces la Diputacion Provincial á fin que eligiese los oficiales de civicos ó naciona-les, y mandasen razon de quienes como y cuando eran los sugetos elegidos. Mas como no hubiese contestacion jamas; á un individuo de la Diputacion le ocurrió, valerse de D.n Agustin Peña, persona bien conocida y vecina de la Laguna, quien se hallaba desempe-ñando cierta comision de rentas en la Gomera el año 1855.— D.n Agustin se trasladó á Chipude, viose con el Secretario de aquel Ayuntam.to á quien hizo cargos sobre tal insu-bordinacion ó descuido, previniendole citase á Ayuntam.o afin de no detenerse.— Ofre-cio hacerlo asi el Secretario, quien se aprontó á cargar una escopeta; y como Peña le diese priesa68 para escribir la convocatoria contestó: Que alli no se usaba ni podia hacerse eso (talvez ning.o de los Consejales sabia leerla), sino que con la escopeta disparaba un esco-petazo sobre la loma tal, dos escopetazos sobre la loma cual &, y era la señal para que concurriesen los Regidores á la misa mayor del domingo en que habia precision de cele- 67 [En la actualidad no es voz frecuente en nuestra lengua, pero sí lo era en otros periodos. Para el español insular véase las Memorias de Lope Antonio de la Guerra, pág. 93: «Amaneció este día alegre, i la Ciudad llena de los leales habitadores de toda la isla: resonaban por sus calles los tambores, víanse ocupadas de gente forasteras con nuevos adornos, mirábanse sus casas pintadas, i encaladas de nuevo: conocíase en sus habitadores el júbilo i regocijo, que ocupaba sus corazones por el nuevo Monarcha». Otros registros vienen en las págs. 146, 165, 282, 289, 303, 327, 368, 701. También Viera y Clavijo se sirve de este término.] 68 [Numerosos registros pueden verse en los autores de los siglos XVIII y XIX. Entre los insulares, cabe citar a Lope Antonio de la Guerra, Memorias, pág. 218. En la actualidad, esta forma la da el DRAE para Andalucía y América, pero también se da en Canarias. Véase Reyes Martín, Serie de barbarismos, pág. 179]. Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 601 ISSN 1698-014X Sobre Álvarez Rixo, Lemos Smalley y la etnografía insular brarse sesion.— Efectivamente, el domingo despues de salir de misa se juntaron alli por fuera de la puerta parroquial en pie derecho, porque no habia bancos, mesa, ni techo que les cubriera, los Sres. Alcalde y consejales, siendo una canastra vieja la que servia de ar-chivo conteniendo varios papeles revueltos entre los cuales muchos oficios todavia sin abrir.—Al observar Peña tan grotesca escena y tan grotesco teatro, puesto que la iglesia con dos ó tres retablitos torcidos de medio lado, dos ó tres casitas inmediatas en una de las cuales habitaba el Cura, y las demas á cosa de un cuarto de legua distantes unas de otras en que moraban diseminados los Sres. consejales ocupados en pastorear sus piarras de cerdos y otros cuadrupedos, contestó á la Diputacion: Que no habia que estrañar la falta de cumplimiento de aquellas gentes agrestes, y para que la Autoridad no perdiese tiempo ni papel inutilmente; aconsejaba, que la Diputacion agregase aquel rustico vecin-dario á otro mas capaz donde á lo menos se hallase algun vecino con quien poder en-tenderse y contar.—Asi se hizo, y se agregó aquella aldea al lugar de Vallehermoso. De manera, que apesar de titularse de muy ilustres á las Corporaciones bajo el actual regi-men, no por eso se les ha infundido mas ilustracion, sinó, traslado á Chipúde y sus si-miles: es decir, que titulos, por pomposos que sean no son los que constituyen la gente. Astucia picaresca. D.n Agustin Peña tubo ocasion de saber que aquellos naturales en medio de su habitual ignorancia son astutos para hacerse mal unos á otros, egecutando venganzas crueles con los animales pertenecientes á sus enemigos ú ofensores.—Ya ha-biamos oido en años pasados algunos relatos que nos parecieron exageraciones. Pues el de 1828, que estubo en la Gomera el Lic.do D.n Juan Juarez de la Guardia quien de mandato de la R.l Audiencia reasumio en si la jurisdicion de la Isla, pudo observar los maliciosos ardides de sus habitantes para ofenderse y evadirse de las pruebas y consiguien-tes castigos. Entre tantas, le oimos: que cierto rustico que acusado de haber estado por mucho tiempo robando cerdos, ya de las piarras que apastaban en el monte, ya de las pocilgas contiguas á las habitaciones de las Aldeas. El hecho era positivo. Pero admirado el Lic.do de que aquel hombre pudiese sustraer y cargar con cerdos sin que estos dejasen de gruñir y armar algazarra segun acostumbran, puesto que nadie daba razon de la hora en que se perpetraban los robos, sacó de la carcel al reo y ofrecio la libertad y guardarle el secreto, con tal, que le manifestase el ardid con que se conducia. Y despues de varias dudas y escitaciones, le declaró: Que se introducia y echaba entre los cerdos en sus dor-mitorios, provisto de un canuto de caña, y aquel que mejor le parecia le soplaba poco á poco por el orificio, hasta que el animal se iba inchando, y efectuado esto lo cogia y lle-vaba sin que chistase69. Alimento. El alimento ordinario de la clase pobre en la Gomera, es el pan ó tortas de la raiz del helecho á la manera que en la Palma; pero los Gomeros tienen ademas las abultadas raices de los ñames los cuales cultivan á las orillas de los barrancos, porque su Isla tiene mas aguas que la de la Palma.— El ñame no fue conocido por los primeros pobladores; parece haber sido introducido de la costa de Guinea, (donde es comun y alimenticia) por los armadores que iban alli á esclavisar negros, y estos lo hubieron de usar acá para alimento en los ingenios de azucar que hubo antiguamente en la Go-mera. 69 Al Lic.do Guardia le incendiaron la casa q.e habitaba p.r lo q.e se dio prisa á salir de la Gomera. 602 Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) Carmen Díaz Alayón y Francisco Javier Castillo Vocablos. En esta Isla se conservan todavia muchos vocablos de los aborigenes, asi en los nombres que retienen los lugares, playas, y barrancos como en el uso de la conver-sacion70. Agilidad. La agilidad de los Gomeros es sorprendente, suben y bajan cargados por aquellas sendas y precipicios de su Isla, á que dan el equivocado nombre de caminos, lo mismo que cabras monteses. Y es evidente, que á seres de tales costumbres no les im-porta que haya ó no caminos carreteros ni cuanto se hable ó publique sobre tal materia. Medidas. Lo mismo puede decirse sobre variacion de medidas y sus radicados nom-bres castellanos. La Gomera conserva las suyas peculiares en aridos y liquidos, estableci-das desde el tiempo de sus condes y señores territoriales, las cuales son algo diversas de las usadas en las tres Islas reales que son las que guardan mas armonia entre si. Pero la vara desde el año 1835 fue abolida la territorial y substituida por la de Burgos, lo mis-mo q.e en todas las demas Islas Canarias. La dicha territorial tenia cosa de un dos á un tres por ciento mayor que la de Burgos. De todo cuanto hemos recopilado se evidencia, que si acaso los Sres. novadores de nuestros dias se creyeron que llamando muy ilustres á cierta clase de hombres, esto se habian de estimular para hacerse merecedores del epiteto, se llevaron un clavo, puesto que solo vemos realizado el refran castellano de, la cabra siempre tira al monte. BIBLIOGRAFÍA ÁLVAREZ RIXO, José Agustín (1846) Usos y costumbres de los Aldeanos de la Palma. Idem de la Gomera, manuscrito autógrafo, Puerto de la Cruz. — (1870) Catálogos de los diversos Manuscritos de mi pertenencia y personal trabajo con varias estampas originales análogas a cada cuaderno. Además de muchos otros borradores sobre dis-tintos asuntos referentes a nuestro país, manuscrito autógrafo, Puerto de la Cruz. — 1955) Cuadro histórico de estas Islas Canarias o Noticias Generales de sus estados y aconteci-mientos más memorables durante los cuatro años de 1808 a 1812, prólogo de S. 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