Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 701
ISSN 1698-014X
Pasquines anónimos de principios del siglo XIX
PASQUINES ANÓNIMOS DE PRINCIPIOS
DEL SIGLO XIX
Manuel Garrido Abolafia
A principios del siglo XIX, cuando aún no había llegado la imprenta a la isla de
La Palma, cuando aún el número de personas que sabían leer era limitado, pero con
una tradición que se remontaba a siglos anteriores, los palmeros, al igual que muchas
otras comunidades, solían protestar y criticar los actos de personas, entidades u or-ganismos
de gobierno de forma escrita, casi siempre anónima, dejándolas en sitios
públicos, preferiblemente centros de reunión de la población como plazas, mercados,
puertas de los templos o lugares de esparcimiento, con el claro objetivo de no solo
exponer las quejas, sino de hacerlo mediante la sátira o burla hacia la persona o en-tidad
criticada.
El origen del «pasquín» se pierde en el tiempo, además dado su carácter único y
manuscrito se conservan pocos originales. Puesto que el pasquín desaparecía cumpli-da
su misión, serán las copias del propio autor, o de terceros, las que nos aportan la
información que contenían. Generalmente estos pasquines hoy se pueden leer en al-gunos
archivos familiares o públicos, no dándoseles mucha importancia.
Con la llegada de la imprenta, el pasquín sigue cumpliendo su misión, pero ya
de forma masiva y con perdida de gran parte del anonimato pues entonces no se trata
de una o varias hojas escritas y distribuidas por una persona, ahora son decenas de
páginas que han sido realizadas por el autor, leidas por el o los cajistas, tipistas e
impresores. Se conservan un buen número de pasquines impresos en numerosos ar-chivos
y bibliotecas.
Algunos de estos «papeles en calidad de pasquines» aparecieron en la ciudad de Santa
Cruz de La Palma el año 1806, y aunque en un principio tenían como objetivo acla-rar
una confusión ocurrida cuando dos amigos, que son identificados, estando en la
casa de uno de ellos imitando el canto del gallo, acertó a pasar por la calle un veci-no
y sus hijas el cual creyó que lo hacían burlándose de él:
Nos Ortega y tío Miguel
decimos con verdad pura
que no fue nuestra locura
cantar ni a ellas, ni a él,
el curucucú, el cucuruquel,
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solo fue la tonadilla
terminar la fiestilla.
Como consecuencia de estos sucesos y la posterior denuncia ante la autoridad, las
sátiras de los pasquines, que aparecieron con los títulos de: «Glosa de los gallos»,
«Décimas al cucurucú palmense», «La Gallera», «Quejas de un patriota», «Quejas de
la tertulia de la plaza», «Anécdotas del Lenoroc de la Palma, recogidas por un apa-sionado,
con notas por otro», «Combate de el Quixote de La Palma con los gallos»,
pronto derivaron hacia la persona del Gobernador de la Isla, coronel Pinto. Antonio
de Guisla Pinto nació en Venezuela el 24 de noviembre de 17431 y embarcó en la
fragata «Polonia», según el documento, con rumbo a La Palma donde llegó el 2 de
febrero de 1764, para hacerse cargo del mayorazgo de Guisla en nombre de su pa-dre.
Tomó posesión del cargo haciendo ostentación de despotismo, abuso y arbitra-riedad
en el poder. «Ha pasado a la historia como un personaje intratable, dado en ex-ceso
a detenciones y sumarios, de lo que se tuvo que ocupar la Junta Suprema de La
Palma...2».
En los pasquines se identifica al personaje como ignorante, incapaz, engañadizo
y un tanto falto de luces. Veamos algunas estrofas sacadas del pasquín titulado «Anéc-dotas
del Lenoroc de la Palma, recogidas por un apasionado, con notas por otro al
personaje»:
Pusieronle en una escuela
de mucha reputación
para instruirle, mas nunca
supo que era educación.
Desde pequeño a trestista
fue solamente inclinado
y por eso de los indios
muchas veces fue apaleado.
......................................
En esta tomó amistad
con un Don Pedro Escobar (8)
1 PÉREZ GARCÍA, Jaime, Fastos Biográficos de La Palma III. CajaCanarias: Santa Cruz de La Palma,
1998, p. 54.
2 Ibídem.
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y casi todas las tardes
con él salía a pasear.
Cierto día que había ido
a un sitio muy retirado (9)
a su casa deseó
Escobar volver montado
mas para lograr su intento
empezó luego a gritar
Ay... ay... que me muero amigo
Ay... ay... que voy a espirar.
El bueno de Lenoroc
que esta burla no entendió
montó a su amigo en sus lomos
y a su casa lo llevó.
Durante la caminata,
Escobar decía al invitado
harre bestia que yo soy
quien primero te ha montado
..........................................
Sierto día se quejó
este hombre de comesones
probablemente causados
a importunos sabañones.
Don Pedro Escobar queriendo
burlarse de el otra vez
le preguntó si su mal
solamente era en los piés
Si señor, dijo el paciente
a lo qure añadió Escobar
pues amigo buen ánimo
que te voy a curar.
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Según dice el gran Tisot
y yo he podido observar
la suela de los zapatos
piojos suele criar.
Busquelos Vm. y no use
con ellos de composición
que no hay miedo que por eso
le nieguen la absolución.
El Lenoroc consolado
sus zapatos descosió
mas al verlos descosidos
su estupidez maldició.
......................................
Un día de Pascua que
se fue a la iglesia a rezar
encontró por accidente
con su querido Escobar.
Este queriendo, allí mismo,
armarle otro nuevo enrredo
le dijo al oido, amigo
hoy tenemos nuevo fuego
El Lenoroc que esto oyó
miró al fuego atentamente
y su ignorancia le hizo
creer que era diferente
¡Válgame Dios!, gritó luego
¿amigos, quien ha traido
este fuego que a mi ver
no puede ser más lucido?
Escobar, disimulando
la risa que le causó
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la estupidez de nuestro lenoroc
de esta manera le habló:
El deboto de esta fiesta
escribió en una ocasión
del Norte que le mandaran
fuego para la función.
Su puntual correspondiente
luego que la carta vió
una botija de fuego
a su amigo mandó.
Bueno, dijo Lenoroc
¿no he dicho yo muchas veces
que no hay gente más astuta
que el Diablo de los Ingleses?
Notas del autor:
8. Natural de esta, letrado y después alcalde mayor.
9. Más distante que la batería del Carmen, un cuarto de lengua de la ciudad, por un camino agrio.
El legajo que recoge las copias de estos pasquines3, forma un folleto de 60 folios
cosidos, en letra manuscrita y llevan por título: Papeles referentes a los gallitos y a otras
revueltas en esta isla de La Palma. Hechos del famoso escribano Bernardino Tapia. Jun-to
al legajo se encuentran dos folios sueltos con dibujos. En uno aparece dibujado
un caballo con las ropas de coronel y varios gallos alrededor, en el otro se exponen
las medidas que el Gobernador tenía preparadas para la defensa de la ciudad en caso
de ataque de los ingleses.
Independientemente de que estas medidas fueran tomadas realmente por el Co-ronel
o que fueran simplemente una burla más de las reflejadas en los pasquines, las
reproducimos por su curiosidad y simpleza4.
3 Archivo Alberto José Fernández García. Leg. C., Exp. 1.
4 En la trascripción se ha actualizado la ortografía y desarrollado las abreviaturas.
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En la guerra del inglés, para defender la isla, entre las muchas providencias que
dicho Pinto dio, fue una la que manifiesta la relación siguiente:
Número 1
Este número deberá llenarse
de piedras muy mannables (sic)
que llaman guijarros, capaces
de tirarse de una distancia
fuera de tiro de fusil en campo
horizontal, que entonces se deberán
tirar con la mano derecha
graduando el lance del brazo
derecho con el peso de la piedra
y distancia del terreno.
Número 2
Este número deberá contener
piedras de raja hechas al marrón,
que se tirarán después que el enemigo
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Haya hecho la primera descarga
de sus fusiles, que concluida esta
darán dos jóvenes tres pasos al frente
para avanzar el terrero proporcio-nado
para poder herir al contrario, que
se conseguirá tomando la raja per-pendicularmente
y arrojándola en esta
misma posición, pues tirandola horizon-tal
es facil coger el viento en facha
y no llegar a finalizar su movimiento
al punto a que se dirige.
Número 3
Este llevará priedras redondas que se tomarán con la
mano izquierda, pues se debe usar de ellas despues de estár
pecho a pecho con el enemigo a quien se le sacudirá
con ella en la oreja derecha trincándosela contra el
casco; y con la mano derecha se le estará pegando cache-tadas
por el lado opuesto para de este modo atormentarle
el juicio y conseguir aturdirlo, y que no pueda valerse de
sus armas que quedarán ilusorias executando esto con bue-na
disposición de alma y cuerpo.
Número 4
Irá cargado de arena blanca o limalla de acero para que se usa-rá
de esta defensa cogiendo puños a dos manos después de estar
el enemigo en tierra y tirándosela a los ojos, para que no viendo
lo mal herido que muere solo ponga su atención encomendarse
a Dios, y pedirle perdon de sus culpas pasadas, presentes, y las
que pueda cometer si casualmente sobrevive.
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Las hondas deberán ser proporcionadas a la
estatura del hondero, y de una materia elás-tica
como janequen o cuero de toro para dar más pu-janza
a las piedras, y con esto aliviar el cansan-cio
del brazo de la juventud, la que tomando la hon-da
apretada con el dedo pulgar y el inme-diato
al punto A de la honda, y engancha-rá
el dedo largo por el ojo del C y colocando la
piedra del punto B, empezará a darle giro
en circunferencia oblicua guardando la dis-tancia
capaz de salvar la cabeza del joven
inmediato, para evitar su muerte y que se glorie el
enemigo de que la victoria no sea completa.
Será tambien de mucha importancia tener alguna hon-da
de tamaño reducido, para si por acaso alguna bala desman-dada
del enemigo logra el partir alguno de los jóvenes, y que-dando
sin muslos no pueda bandear la honda de su ejer-cicio,
y tomándola proporcionada a su estatura media
pueda desde aquel sitio seguir haciendo estrago a su agresor.
Modelo de Honda
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Para que la piedra (sea) despedida con más rapidez, tendrá
el joven que girar sobre el carcañal izquierdo al tiempo de
soltar el extremo A de la honda y dando un paso a su fren-te
quedará en esta postura con la vista fija al enemi-go,
y el oido atento hasta oir el sonido del golpe que dará la
piedra en su contrario, pues ejecutado todo esto conforme
a esta instrucción, con la conciencia limpia no puede fallar
eternizando nuestro nombre por los siglos de los siglos.
Impreso por un Ingeniero Caraqueño
Aprobado por el consistorio y con las licencias necesarias de Santa Cruz de Tenerife.