Revista de Estudios Generales de la Isla de La Palma, Núm. 2 (2006) 165
ISSN 1698-014X
Apuntes sobre el incendio y pérdida del vapor de S.M. “General Álava” en la isla de La Palma
APUNTES SOBRE EL INCENDIO Y PÉRDIDA DEL VAPOR
DE S.M. «GENERAL ÁLAVA» EN LA ISLA DE LA PALMA
Jesús Manuel Lorenzo Arrocha
Resumen: El «General Álava», vapor de
transporte de la Armada Española, naufraga
a consecuencia de un incendio en la bahía
de Santa Cruz de La Palma el 12 de no-viembre
de 1863. Transportaba en total 805
hombres, entre soldados y tripulación, en-viados
desde la península a La Habana y
Puerto Rico, como consecuencia de la gue-rra
de Restauración de la independencia
dominicana. Los náufragos fueron acogidos
en la capital palmera y trasportados en días
sucesivos hacia Tenerife, desde donde fueron
enviados a su destino en América. El pecio
del «General Álava» quedó sepultado en los
años ochenta por la construcción de la ave-nida
exterior de acceso a la ciudad de San-ta
Cruz de La Palma.
Palabras Clave: Armada Española, Ge-neral
Álava, Santa Cruz de La Palma, La
Habana, Puerto Rico.
El vapor «General Álava» ex «Lebanon» ( «Líbano») de 1.500 toneladas y 280
caballos nominales, se construyó en los astilleros escoceses de J&B Thomson de Clyde-bank
en 1855. La Armada Española lo adquirió en Inglaterra, en 1859, con motivo
de la Guerra de África (1859-1860) junto con otros ocho vapores trasportes de héli-ce:
«San Quintín», «San Francisco de Borja», «Marqués de la Victoria», «Patiño»
«Malaespina», «D. Antonio de Escaño», «San Antonio» y «Ferrol»1.
El «Líbano» zarpa de Liverpool con rumbo a Cádiz el 22 de junio de 1859. Com-prado
el 6 de junio a la Compañía Cunard por la cantidad de cuarenta mil libras
esterlinas, medía doscientos cincuenta pies de eslora y desplazaba mil quinientas to-neladas;
estaba acondicionado para transportar, en sus dos entrepuentes, dos mil hom-bres
y mil doscientos en travesías hacia ultramar. El director de ingenieros de la Ar-
1 Ver Apéndice I.
Abstract: The «General Alava», steam-ship
of the Spanish Navy, is shipwrecked
due to a fire in the bay of Santa Cruz de La
Palma on the 12th of November in 1863.
The ship transported 805 men, amongst
soldiers and.crew, sent from the mainland to
Havana and Puerto Rico, as a result of the
war of Restoration of Dominican Indepen-dence.
The shipwrecked were received in the
capital and transported in successive days
towards Tenerife, from where they were sent
to their destiny in America. The shipwreck
of General Alava was buried in the Eighties
by the construction of the outer avenue ac-cess
to the city of Santa Cruz de La Palma.
Key Words: steamship of the Spanish
Navy, General Álava, Santa Cruz de La Pal-ma,
La Habana, Puerto Rico.
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mada comunicó al Ministro de Marina Española su perfecto estado de navegación2.
El 28 de junio llega a la bahía de Cádiz.
Por Real Orden de 2 de julio de 1859, se le bautiza como «General Álava» en
honor del insigne marino español Ignacio María de Àlava y Navarrete, considerado
como héroe en la batalla de Trafalgar y que, después de múltiples servicios a la pa-tria,
llegó a ser, en 1817, Capitán General de la Armada Española.
El «Álava» comienza su andadura
llevando a Mahón el batallón provin-cial
de Lérida, después, en la penínsu-la,
presta sus servicios de transporte
de soldados de tropa, de caballos3 e
incluso de presidiarios4; en 1860, al
mando del teniente de navío José Do-mingo
y López, se integra como par-te
de la Escuadra del Comandante
General de las Fuerzas Navales de
operaciones en las costas de África5.
En los cuatro años escasos que es-tuvo
al servicio de la Corona Españo-la,
el «Álava», en julio de 1860, nave-ga
desde Cartagena a Alejandría
(Egipto) conduciendo al Capitán Ge-neral
nombrado para las Filipinas y al
Comandante General de aquel aposta-dero;
en septiembre de 1860, forma
parte de la comitiva que llevaba a la
reina Isabel II en la travesía desde Alicante a Baleares y Barcelona; en octubre del mis-mo
año, viaja desde Cartagena a Nápoles; el 7 de agosto de 1861, conduce al 6º
batallón de infantería de Marina a su acuartelamiento de Cádiz, que regresaba a la
Península desde Marruecos. Llevaba a bordo tres militares distinguidos con la Lau-reada
Individual de San Fernando, concedidas a los tenientes Félix Angosto y Virgi-lio
Cabanella y al subteniente José Sevillano, y otros ocho militares más con ascen-
Retrato de Ignacio María de Álava y Sáenz
de Navarrete (1750-1817). Capitán General
de la Real Armada.
2 El único hecho notable que se cita sobre el «Àlava», según la documentación que llega a España anun-ciando
su adquisición, es que había llevado a Crimea cuatrocientos caballos. La guerra de Crimea (1853-
1856) enfrentó a Rusia con las fuerzas aliadas de Inglaterra, Francia, el imperio otomano y el reino
de Cerdeña.
3 Construcción de jaulas para el transporte de caballos en el «General Álava» de Barcelona a Algeciras.
4 Transporte de Valencia a Mahón de 400 presidiarios.
5 Por Real Orden de 4 de enero de 1860 es nombrado José María de Bustillos y Barreda, conde de
Bustillos, Comandante general de las Fuerzas Navales de operaciones en las costas de África.
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sos por méritos de guerra; por último, en 1862 y comienzos de 1863 efectúa varios
servicios a las Antillas.
EL ÚLTIMO VIAJE
Con motivo de la guerra de Restauración de la independencia dominicana (1863-
1865)6, se escoge al «General Álava» para transportar a La Habana y Puerto Rico 799
individuos de tropa, incluyendo los 90 tripulantes, un comandante y cinco oficiales,
en total 8057 personas. Aparte de los soldados de reemplazo, el vapor fue comisio-nado
para llevar en sus bodegas 2.500 fusiles para entregar en la Plaza de Puerto Rico,
a disposición del comisario de guerra afecto al material de artillería en dicha plaza y
a la orden del Excmo. Sr. Capitán General de Santo Domingo. En el documento del
interventor de la Maestranza de Artillería de La Coruña, estas armas para la Infante-ría
y piezas sueltas correspondientes a ellas en número de dos mil quinientos eran:
Fusiles Yngleses (sic) transformados, del calibre de a 15 pabonados (sic), con bayo-neta,
según el último modelo, así como setenta y seis cajones para empaque de los
fusiles8. Asimismo trasportaba, para entregar en Puerto Rico. 2000 tiendas sacos y
otros efectos militares9.
Fusil modelo 1859 empleado por las tropas españolas durante la guerra en Santo Domingo (1863-1865).
Preparado para zarpar, el «General Àlava» recibe la orden y parte desde La Coru-ña
al mando del teniente de navío Gabriel Pita da Veiga, el 5 de noviembre de 1863,
haciendo derrota para pasar entre las islas de Madeira y Canarias. La navegación no
6 El 18 de marzo de 1861 fue arriada en Santo Domingo la bandera tricolor de la República y enar-bolada
la enseña de la reina de las Españas, Isabel II. La soberanía fue entregada por su Presidente, el
General Pedro Santana, con el argumento de preservar su país de la amenaza de Haití. El 19 de mayo
la Reina española aceptaba la anexión y después de varias escaramuzas independentistas, el 16 de agosto
de 1863 estalla la revolución y la guerra contra España que restauraría en 1865 la soberanía domini-cana.
7 Tanto Cesáreo Fernández en su obra Naufragios de la Armada Española, como escrito del Alcalde de
S/C de La Palma al Gobernador Civil de la Provincia, coinciden en este número. En el Apéndice II
trascribimos, por su interés, este escrito.
8 Ver documento en Apéndice III.
9 Ver documento en Apéndice III.
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ofreció ningún incidente hasta el día 9 por la tarde en que se observó la salida de
gases de la carbonera del centro. Al abrirla para reconocer el combustible, se consta-tó
que no estaba en combustión, pero sí en fermentación en las capas más profun-das
y cuya temperatura era mucho más elevada que en la superficie. Para evitar una
combustión espontánea, se decidió tapar herméticamente con mantas las bocas de la
carbonera, excepto la puerta de la cámara de la máquina, y, aprovechando el gran
número de brazos disponibles con la tropa de transporte, se intentó extraer el car-bón
y alcanzar el centro de fermentación, pero no fue posible debido al vacío causa-do
con el trasiego que, unido al calor de la caldera contigua, crearon un corriente de
aire que hacía muy peligrosa la tarea. El vapor se encontraba en latitud N. 29º 36`
y longitud O. 11º 37`, y el comandante decidió poner rumbo a la isla de La Palma.
Arribó al puerto de su capital, Santa Cruz de La Palma, el día 11 a las siete y media
de la mañana.
Santa Cruz de La Palma y su bahía a principios del siglo XX.
El «Álava» fondeó en la bahía a una milla escasa de la ciudad, cerca de la extensa
playa de arena de Bajamar, junto al imponente risco de La Concepción, y, sosegada
la tripulación y la tropa, se apagaron los hornos volviéndose con la tarea de la ex-tracción
del carbón10 que se prolongaría hasta las 11 de la noche en que, debido a
la gran cantidad de gases y al insoportable calor que se desprendía de la carbonera,
10 A las 8 y media de este día 11 se había solicitado a tierra que, por la mañana, se necesitaría un pai-lebot
al costado del vapor para trasladar el carbón.
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se tuvo que suspender de nuevo el trabajo, ya que algunos hombres presentaban sín-tomas
de asfixia. A las once y media aparece en el buque el farol rojo e, inmediata-mente,
se enviaron desde tierra seis lanchas y dos más que estaban a bordo de los
buques «Amparo» y «San Miguel» para auxiliar el desembarco de la tropa, si fuera
necesario. Cuando todo estaba preparado para el desembarco de la tropa y tripula-ción,
el comandante Pita da Veiga comunica al ayudante de marina que, una vez ta-pada
herméticamente la carbonera, el desembarco de la gente se efectuaría al día si-guiente.
Y en efecto, al amanecer del día 12 desembarca toda la tropa sin ninguna
novedad y con el mejor orden.
El ayudante de marina, ultimado con éxito el desembarco de la tropa, subió a bordo
del «Àlava» donde se encontraba toda la tripulación ocupada en llevar el buque al punto
más conveniente del puerto con el fin de, si el fuego no se pudiera sofocar, anegarlo.
Después de agotar todos los recursos, como el inyectar vapor en la carbonera que se
intentó sin ningún resultado, la junta de oficiales, con el parecer de los maquinistas,
no hallaron otra solución que la de abrir las válvulas para anegar el casco. Tomada la
decisión, se trató de hacerlo de modo que fuera posible volver a ponerlo a flote, y se
eligió un lugar de fondo limpio, a unas cinco brazas de agua inmediatas a la playa y
a una milla al sur de la ciudad. Cuando se iniciaba la maniobra, un cabo se enredó en
la hélice; ante este accidente, con la mayor rapidez, largaron las velas de cuchillo. El
buque quedó con la proa hacia el mar y la popa hacia tierra, pero aún lejos de la playa,
a unas quince brazas de agua y a dos millas de la ciudad. A las dos de la tarde se soltó
el ancla. A las cuatro de la tarde, una vez abiertas las válvulas, toda la marinería y
oficiales, al no poder permanecer más tiempo en el vapor, desembarcaron y se trasla-daron
al bergantín «Amparo», donde se había transportado, el mismo día, los equipa-jes
y víveres que se pudieron salvar. Inmediatamente se dispuso una guardia de vigi-lancia
en tierra con soldados de la tropa y un bote de guardia en la proa del vapor
con tripulación del mismo. En este estado se pasó la noche.
Al amanecer del día 13, apareció el «General Àlava» completamente anegado. Se
dispuso el intento de desaparejarlo, pero fue imposible debido a una fuerte mareja-da;
solo pudieron recogerse algunos fragmentos que eran arrojados a la playa por un
mar embravecido.
El 14 de noviembre de 1863, se procedió a cortar el cable de la proa y el «Gene-ral
Àlava», partido por la mitad por la parte de la carbonera, descansaba definitiva-mente
en su tumba marina, convertido desde ese día en «pecio», a unos diez metros
de profundidad, en el fondo arenoso de la playa de Bajamar, en la isla de San Mi-guel
de La Palma.
Los habitantes y autoridades de la ciudad de Santa Cruz de La Palma vivieron con
preocupación la tragedia del naufragio, pero su respuesta fue, sin duda, ejemplar como
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demuestran las crónicas de la época. La tropa fue alojada en el cuartel de San Fran-cisco
y los oficiales en casas particulares. La Alcaldía11 se ocupo de proveer suminis-tros
y como decía un periódico de la isla
«habiéndose visto al Sr. Alcalde y algunos Sres. Concejales entrar tienda en tien-da
con los soldados destinados a hacer las compras, impidiendo así que los
artículos de primera necesidad subiesen de precio en prejuicio del pueblo. El
Sr. Gobernador militar interino, en el acuartelamiento de la tropa, ha desple-gado
también el mayor celo y actividad, lo mismo que el Sr. Ayudante de
Marina en la parte que a su departamento correspondía».
Imagen de la bahía y de la ciudad de Santa Cruz de La Palma (principios del siglo XX) en el que se
aprecia el risco de La Concepción y dos navíos fondeados cerca del lugar donde reposa el pecio del
«General Álava».Archivo J. L. Vandewalle
Cuando la noticia del siniestro llega a la capital de la provincia, Santa Cruz de
Tenerife, se enviaron dos navíos con auxilios; desde Cádiz y con el mismo objetivo
partió la goleta «Concordia». El 22 de noviembre, apareció en Santa Cruz de La Palma
el pailebot «General Prim» que llevaba a bordo al segundo comandante de marina,
quien determinó que se habilitasen algunos de los buques que se encontraban en la
bahía para trasladar a la tropa a Tenerife. Los elegidos fueron el «Rosario», el «San
Miguel» y el «Amparo». El 23 llegó la polacra «Gravinia» con el mismo objetivo.
Partió, el mismo día, con cien hombres.
11 Lorenzo Rodríguez, Juan B. Noticias para la Historia de La Palma. Tomo III, pág. 355.
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El día 24, arribó a la bahía el vapor británico «Speedwell», que había salido tam-bién
de Tenerife por ofrecimiento espontáneo de su comandante Mr. Cottam12. Re-cogió
y trasladó a 685 hombres, el resto embarcaron en el «General Prim» con des-tino
a Tenerife.
El miércoles 25 del mismo mes, y como colofón nefasto al siniestro, tuvo lugar
un acontecimiento aciago. En el «Speedwell» se habían trasladado, desde Tenerife, dos
buzos para extraer el armamento de las bodegas del «Àlava» y, al sumergirse uno de
ellos llamado Santiago Gerónimo Hernández, se ahogó mientras intentaba rescatar
algunos fusiles. Realizada la autopsia por el médico del «Àlava» Don Domingo Pa-zos
Martínez y el facultativo Don José María Kabana, fue enterrado en el cemente-rio
católico de esta ciudad.
El 9 de diciembre llegó al puerto el «Concordia» al mando del teniente de navío
Gabriel Campo. El buque arribaba para intentar rescatar efectos del vapor siniestra-do.
Cuatro buzos estuvieron algunos días sumergiéndose en el pecio y lograron ex-traer,
entre otros enseres, la mayor parte de las cajas de fusiles y algunos sueltos que
aún quedaban en sus bodegas.
En la noche del día 13, la oficialidad del batallón provincial de esta isla obsequió
a los jefes y oficiales del «Álava» y del «Concordia», con un brillante baile y un es-pléndido
refresco en la casa del capitán mas antiguo don Francisco García Pérez13.
12 El Gobierno español, como testimonio de gratitud por su servicio de auxilio, le obsequió un sable
de honor de buena hoja toledana.
13 Lorenzo Rodríguez, Juan B.: Ibidem.
Casa señorial en la calle Real de San-ta
Cruz de La Palma, donde se ofre-ció
el baile y refresco.
Retrato del capitán Don Francisco García
Pérez. Archivo M. Garrido.
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La tripulación del «General Álava» se embarca en el «Concordia» con rumbo a Cádiz,
donde llegan el 27 de diciembre. Se procedió, de inmediato, a la formación de un
tribunal competente con objeto de averiguar lo sucedido con la consiguiente pérdida
del vapor. El 12 de marzo se celebra el Consejo de Guerra que absuelve de todo cargo
al Comandante Gabriel Pita da Veiga, y reconoce, también, que todos los individuos
de la dotación se habían hecho dignos de elogio por su ejemplar comportamiento.
EL COMANDANTE
Fotografía
de Gabriel Pita
da Veiga y Sollosso.
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Gabriel Pita da Veiga, nació en el Ferrol, provincia de La Coruña, el 2 de junio
de 1826. Era hijo del capitán de navío Andrés Pita da Veiga. Guardia Marina en 1842
asciende a alférez de navío en 1848 y a teniente de navío el 5 de noviembre de 1856.
Navega por las costas de la Península y África, Europa y las Antillas, Filipinas y China
(1845-1860). Estaba condecorado con la Cruz de Caballero de la Orden de Isabel La
Católica.
Entre otros servicios, fue comandante del vapor «D. Antonio Escaño» (1860); 2º
comandante del vapor «Isabel II» así como también 2º comandante de la fragata
«Cortés» (1861). Su último destino fue el de comandante interino del vapor «Gene-ral
Álava» el 28 de octubre de 1863.
Desde el mismo 11 de noviembre, Pita da Veiga comunica al comandante de
marina del Tercio de Canarias lo sucedido con el vapor y, el día 15, en escrito que
trascribimos a continuación, que recoge el proceso sumario, informa de su pérdida.
«En mi oficio del 11 del corriente, tuve el honor de participar a V.S. la fer-mentación
del carbón que me había obligado a arribar a este Puerto y mani-festarle
la creencia en que estábamos entonces de que podría sofocarse para
continuar nuestra comisión, pero lejos de suceder así, el incremento que tomó
me obligó a desembarcar los transportes y en completo estado de combustión
el carbón a las 10 de la mañana del 12 y sin posibilidad de dominarlo, oído
el parecer de los oficiales se resolvió a anegar el buque en fondo proporciona-do
con objeto de poderlo salvar. Lo que ejecuté a las 12 horas y 30 minutos;
pero la mar del NE que empezó a recalar una hora después y que fue en au-mento
nos quitó toda esperanza de lograrlo y posibilidad de trabajar en la sal-vación
de pertrechos, hallándose el día completamente desfondado y desarbo-lado
el vapor.
El Ayudante de Marina me asistió con la mayor eficacia proporcionando
cuantos recursos se podían reunir y permaneció a bordo todo el tiempo que
no le ocupaba en tierra aquel trabajo; en un almacén que proporcionó se me-tieron
los pocos efectos salvados y en un edificio que por su mediación cedió
el Alcalde de esta ciudad estábamos todos alojados esperando las órdenes del
Excmo. Capitán General del Departamento de Cádiz, al que es esta fecha doy
cuenta detallada de lo ocurrido.
Dios guarde a V.S.
Santa Cruz de la Palma 15 de noviembre de 1863
(Firmado) Gabriel Pita da Veiga».
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EL PROCESO
Las primeras averiguaciones sobre lo sucedido comienzan con el informe que,
desde Santa Cruz de La Palma, la Ayudantía Militar de Marina del distrito de La
Palma, firmado por Antonio Felipe Carmona, envía al Comandante Principal de la
provincia con fecha 15 de noviembre.
El 22 de noviembre, llega a Santa Cruz de La Palma el 2º comandante militar de
la provincia Carlos Mac Mahon, como fiscal instructor de la causa y nombra como
escribiente a José Fernández y Rodríguez. Toman declaración bajo juramento a las
siguientes personas:
— Al comandante del vapor, Gabriel Pita da Veiga y Sollosso.
— Al 2º comandante y segundo piloto graduado de alférez de fragata, Manuel
Pulleyro.
— Al piloto de derrota, Ramón Galera.
— A los cuatro maquinistas y ayudantes de maquinas, médico, capellán y con-tramaestre,
entre otros.
Toda esta documentación se envía a Cádiz y el 11 de enero de 1864 y en un oficio
cuyo membrete dice:
Ramón de Bustillo y Barreda, comendador de la Real y Distinguida Orden de
Carlos III, de Isabel la Católica y de San Gregorio de Roma, caballero de la
Firma manuscrita de Gabriel Pita da Veiga.
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de San Hermenegildo y de San Jorge de la reunión de Nápoles, condecorado
con la Cruz de la Marina de diadema Real, brigadier de la Armada Nacional
y mayor general del departamento de Cádiz; de orden del Excmo. Sr. Capitán
General del mismo.
El escrito dirigido al capitán de fragata Federico Lobatón y Prieto, nombrado juez
fiscal de la causa, dice: «Acompaño a U. la sumaria instruida para aclarar las causas
que motibaron (sic) la pérdida del vapor Gral. Álava, para que proceda a la instrucción
de ella, para ser oída y fallada en Consejo de Guerra…»
Como defensor de Pita Da Veiga se designa al capitán de fragata Juan Bautista
Topete y Carballo, que el 11 de marzo de 1864, expone un discurso encendido, com-pleto
y clarificador que raya en la perfección, y exculpa de toda culpa a su defendi-do
y que, entre otros brillantes argumentos, alude al objetivo cumplido de salvar a
la tripulación, diciendo:
«¿Quién no ha de comprender siquiera sea por un instante su horrible y
desesperada posición ante una muerte oscura y olvidada, que se espera, que se
ve venir, que se acerca, que casi te toca y que no acaba de llegar? Pero una ma-niobra
pronta, enérgica, decisiva, audaz y abenturada (sic) le salva de aquel
inminente peligro ¿Quién ha presenciado su lucha? ¿Quién aplaude su valor?
¿En donde se le preparan los laureles del triunfo? ¿Dónde está su recom-pensa?...
».
El 12 de marzo de 1864, el Consejo de Guerra instruido al comandante del va-por
«General Álava» El teniente de navío Gabriel Pita da Veiga y Sollosos falla y le
absuelve de toda culpa en el siniestro disponiendo que no constase nota desfavora-ble
alguna en su hoja de servicios14.
EPÍLOGO
Algo más de un siglo estuvo el pecio del «Álava» durmiendo, sin sobresaltos, en
su lecho de arena negra de la playa de Bajamar. Quizás solo incordiado por la mira-da
de algún que otro pescador que arrojaba sus artes en la zona de su descanso, has-ta
que a partir de la década de los años setenta del pasado siglo, fue sistemáticamen-te
saqueado en lo poco, o mucho, que todavía debía atesorar en su interior e
14 Archivo General de La Marina Álvaro de Bazán. Causas. Leg. 3625/5.
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inmediaciones15. Solo se han salvado algunos objetos que sepamos, gracias al celo del
director del Museo Naval de Santa Cruz de La Palma, José Feliciano Reyes, y que se
conservan en dicho Museo16.
En los años noventa con motivo de la construcción de la nueva avenida exterior
de acceso a la ciudad de Santa Cruz de La Palma y el acondicionamiento de una
nueva playa en Bajamar, el pecio del « General Álava» quedó sepultado y, quizás, ol-vidado
para siempre.
15 Es posible que alguna actuación hubiera obtenido el permiso necesario, aunque no nos consta ac-tualmente
ninguna operación de este tipo, ni donde se encuentra el fruto de la misma, exceptuando
un informe técnico y un posterior reportaje fotográfico realizado en 1989 por el C.N. de Investiga-ciones
arquelógicas submarinas perteneciente al Ministerio de Cultura.
16 Solo son pequeños objetos: restos de un fusil, culata, cubre gatillos y adornos; una pieza manual de
bomba de achique, un porta quinqué de pared en bronce y una bomba de inodoro.
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APÉNDICE I
En 1859 el Ministro de Marina de su majestad la reina Isabel II (1833-1868), pro-mulga
la ley de «incremento de Fuerzas Navales» que representó un paso importante para
conseguir una escuadra moderna. Se adquiere en Inglaterra para el servicio en Filipinas
de las goletas de hélice y casco de hierro de la «Santa Filomena», «Constancia» «Valien-te
» y «Animosa» y para trasportes los vapores descritos y de los que hemos encontrado
alguna información que relacionamos:
Sobre estos vapores hemos encontrado un documento de la Dirección de Armamen-tos,
custodiado en el Archivo Álvaro de Bazán, en el que se dice literalmente:
Nota de los nombres que tenían los cinco vapores adquiridos en Inglaterra para el
servicio de transportes y del que deben tener según Real orden de esta fecha.
Alpes San Francisco de Borja
Andes San Quintín
Tenerife Patiño
Taurus Marqués de La Victoria
Lebanon General Álava
Madrid 2 de Julio de 1859
En otro documento se acusa recibo de la Real Orden sobre los nombres que deben
tomar los dos últimos vapores adquiridos para el apostadero de Filipinas y que son el
«Luna» y el «Duque Rothesay» y que deben tomar los nombres de «Malaespina» y «D.
Antonio de Escaño».
Y por último encontramos una comunicación del director de ingenieros de la Arma-da
José Manuel Pareja, de 8 de junio de 1859, en el que comunica y remite al Ministro
de Marina el contrato y plano de un buque de vapor para transportar madera o carbón
y hasta quinientos hombres en la Península que se está terminando de construir en Cork
y que ha adquirido para el Gobierno de Su Majestad. La nota original se encuentra en
el expediente del vapor «Ferrol».
Estos vapores adquiridos como transportes de guerra con motivo de la guerra de África
(1859-1860) prestaron servicio a la Armada Española según relacionamos a continuación:
«General Álava» de 1500 toneladas y 280 caballos. Se perdió el 14 de noviem-bre
de 1863 en Santa Cruz de La Palma (Isla de La Palma–Canarias). Su coste fue
de 1.088.041,43 pesetas (cuarenta mil libras esterlinas)17.
«San Francisco de Borja» de 1300 toneladas y 300 caballos. Prestó servicio en
la Península y Cuba, causa baja en 1883. Su coste ascendió a 691.899,26 pesetas
(25.000 libras esterlinas).
17 Entre paréntesis coste en libras esterlinas según documentación original consultada.
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«San Quintín» de 1300 toneladas y 300 caballos. Prestó servicio en Cuba y Fi-lipinas
y causa baja en 1894. Costó 770.011,58 pesetas (25.000 libras esterlinas).
«Marqués de la Victoria» de 1200 toneladas y 160 caballos. Estuvo asignado
a la Escuadra del Pacífico y al Apostadero de Filipinas, causando baja en 1884. Su
coste ascendió a 558.068,25 pesetas (37.500 libras esterlinas).
«Patiño» de 1200 toneladas y 160 caballos, asignado al Apostadero de Filipi-nas
causando baja en 1880.Su coste fue de 526.471.53 pesetas (37.500 libras es-terlinas).
«Malaespina» de 800 toneladas y 150 caballos. Para Filipinas naufragó a con-secuencia
de un tifón en 1867.
«D.Antonio de Escaño» de 800 toneladas y 130 caballos. Prestó servicio en la
Península causando baja en 1871.
« San Antonio» de 600 toneladas y 90 caballos. Prestó servicio en la Penínsu-la
y causa baja en 1884.Coste, 484.004 ptas.
«Ferrol» de 800 toneladas y 120 caballos. Para el servicio en la Península cau-sa
baja en 1878. Coste, 379.684,55 ptas.18
18 Fuente: Lledó Calabuig, José. «Buques de Vapor de la Armada Española» Madrid, 1997.
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Apuntes sobre el incendio y pérdida del vapor de S.M. “General Álava” en la isla de La Palma
APÉNDICE II
Trascripción literal de un escrito enviado por el Alcalde de la ciudad de Santa Cruz
de La Palma, Miguel Pereyra Pérez, al Gobernador de la Provincia con motivo del nau-fragio
del «General Àlava».
Alcaldía
Al Sr. Gobernador Civil de esta Provincia
Noviembre de 1863
El 11 de los corrientes llegó a este puerto por arribada forzosa a causa de haberse incen-diado
una de las carboneras, el vapor de Guerra Español nombrado General «Alava» que fue
embarrancado en la tarde del 12, su comandante Don Gabriel Pita da Veiga, procedente de
La Coruña y con destino a las Antillas, conduciendo 799 individuos de tropa y 6 Gefes y
oficiales que fueron desembarcados en la mañana del 12, y no teniendo el Comandante re-cursos
para socorrer a la tropa, acudió a esta Alcaldía para que facilitase alojamiento y de-más
necesario. La Tropa fue alojada en el Cuartel y los oficiales en casas particulares: les he
suministrado pan, leña, luz, calderos, etc.; y lo demás necesario para el rancho se ha tomado
en un almacén con promesa de pago, y siendo tan urgente el suministro de esta tropa porque
carecen de todo, he dispuesto tomar el dinero de la cantidad existente del 50 por ciento que
debe suplir este Ayuntamiento para la obra del muelle de esta ciudad y atendiendo a lo apu-rado
del caso, espero que S.S. aprobará la medida adoptada por mi se servirá dar sus dispo-siciones
a fin de que ingrese el reintegro de la cantidad tomada, que pagado que sea el todo
accenderá a dos mil reales diarios aproximadamente.
Dios Guarde.
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APÉNDICE III
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APÉNDICE IV
Apéndice fotográfico
Astilleros de J&B Thomson, Rio Clyde, en Escocia, donde fue construido el vapor «General Álava».
Acuarela de época donde aparecen los barcos fondeados en la rada de Santa Cruz de La Palma, el 2 de
mayo de 1876, y donde se encuentran el «San Miguel» y el «Rosario», que tuvieron parte activa en la
ayuda prestada el «General Álava» en noviembre de 1863. Museo Naval de Santa Cruz de La Palma.
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Nombre de los barcos
1 «La Verdad» 11 «Ciscar»
2 «El Milagro» 12 «Adriano»
3 «Tres de Mayo» 13 «Panchito»
4 «San José» 14 «Mensajero»
5 «San Miguel» 15 «Mosquito»
6 «Santiago» «Patiño» 16 «Rosario»
7 «Pensamiento» 17 «PaquetedeVenezuela»
8 «Triunfo» 18 «María Luisa»
9 «Águila» 19 «Adelaida»
10 «Carmen» 20 «Pollito»
21 «Santa Ana»
Goleta de hélice «Concordia» junto a la fragata «Numancia». A la derecha el vapor «Ferrolano». Bu-ques
de vapor de la Armada Española. Josè Lledó Calabuig. (Agualarga Editores S.L. Madrid 1997).
El Comandante Pita da Veiga y su tripulación se embarcaron rumbo a Cádiz en la
Goleta «Concordia» a donde llegan el 27 de diciembre de 1863.
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Pecio sepultado del «General Álava». Museo Naval de S/C de La Palma.
Plano del pecio del «General Álava». Museo Naval de Santa Cruz de La Palma.
Plano fotométrico del «General Álava». Museo Naval de S/C de La Palma
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Recreación realizada por Andrés Guillén Pérez sobre una fotografía de la bahía de Santa Cruz de La
Palma, insertando el vapor «General Álava» en el lugar que, aproximadamente, naufragó.
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ARCHIVOS CONSULTADOS
Archivo del Excmo. Ayuntamiento de Santa Cruz de La Palma.
Archivo General de la Marina «ALVARO DE BAZAN» Ciudad Real.
Archivo del Museo Naval, Madrid.
Archivo del Museo Naval de Santa Cruz de La Palma.
Archivo de la Sociedad Cosmológica de Santa Cruz de La Palma.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Calabuig, José Lledó: Buques de vapor de la Armada Española, Madrid, 1997.
Fernández, Cesáreo: Naufragios de la Armada Española, Madrid, 1867.
Lorenzo Arrocha, Jesús Manuel: Galeón, Naufragios y Tesoros, S/C de La Palma, 1999.
Lorenzo Rodríguez, Juan Bautista: Noticias para la Historia de La Palma, I Tomo, La
Laguna(Tenerife)-Santa Cruz de La Palma,1987.
Lorenzo Rodríguez, Juan Bautista: Noticias para la Historia de La Palma, II Tomo, La
Laguna (Tenerife)-Santa Cruz de La Palma, 1997.
Lorenzo Rodríguez, Juan Bautista: Noticias para la Historia de La Palma, III Tomo, Santa
Cruz de La Palma, 2000.
Yanes Carrillo, Armando: Cosas Viejas de la mar, S/C Palma, 1953.
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Dibujo de Francisco Noguerol, cortesía del autor.