LA ISLA DE LA GRACIOSA:
ENTRE LA GESTI ~NA MBIENTAL
Y LA FXP LOT ~ C I ~TNT -JRÍSTTCA
Todas las islas que componen el Archipiélago Canario se han visto,
en mayor o menor medida, afectadas por el fenómeno turístico. Dicha
actividad se inicia, de manera masiva, en la década de los sesenta en
las islas centrales, pasando a principios de los setenta a Lanzarote. En
coi,iento La Graciosa, la y iTiL& peq"efia de las islas haIDiiia-das,
tampoco se sustrae del proceso, desarrollándose en ella actualmen-te
un incipiente negocio turístico de tipo familiar. Sin embargo, sobre
ella se han realizado proyectos que tenían como finalidad la implanta-ción
de infraestnicturas turísticas a gran escala y de mejora sustancial
de los transportes como paso previo al desarrollo turístico. Al mismo
tiempo, la existencia de valores naturales en la isla la han incluido, desde
la década de los setenta, en diferentes figuras de protección, al objeto
de mantenerla al margen de usos turísticos-residenciales que repercuti-rían
negativamente en la estructura y dinámica del ecosistema. La pug-na
de estas dos fuerzas por predominar en un mismo espacio han mar-cado
las dos últimas décadas, aunque los proyectos inmobiliarios habían
comenzado mucho antes.
Entre los elementos naturales que confieren valor a esta isla se en-cuentra
el hecho de ser una escala en la ruta migratoria de aves, encon-trarse
una colonia de aves rapaces, poblaciones de flora endémica, el
valor que adquieren los ecosistemas marinos y por los valores geomorfo-lógicos,
en el que conviven conos volcánicos, aparatos hidromagmáticos,
malpaises, mantos de piroclastos, hoyas endorreicas y arenales.
En esta comunicación se realiza un repaso de la historia reciente
tanto de los proyectos urbanizadores-turísticos como de los intentos de
158 J. Ezequiel Acosta Rodríguez - Francisco Martel González
gestión ambiental del espacio insular para, finalmente, realizar una va-loración
general.
La isla de La Graciosa forma parte del conjunto de islotes localiza-dos
al norte de Lanzarote (Figura 1). Posee aproximadamente 27 km2
de superficie y está separada de Lanzarote por un brazo de mar deno-minado
El Río, el cual presenta una profundidad que apenas sobrepasa
los 10 m y un ancho entorno a 1 km.
FIGURA 1. ÁREA DE ESTUDIO
La isla de La Graciosa: entre la gestión ambiental ... 159
La isla es una llanura arenosa de la cual sobresalen cuatro conjun-tos
volcánicos aislados. Su origen se relaciona directamente con los
episodios volcánicos que configuran la isla de Lanzarote. Una vez aca-bada
la primera fase constructiva de Lanzarote, con la formación de los
macizos de Farnara y Los Ajaches, la acción erosiva, principalmente del
mar, destruye gran parte del primitivo relieve del macizo de Famara,
acantilándolo y dejando ante si una plataforma o rasa marina donde
surgieron La Graciosa y los restantes islotes.
La escasez de precipitaciones confiere a La Graciosa un carácter de
clima desértico, aunque suavizado por las temperaturas moderadas, en
tomo a los 20" C de media, y sin grandes amplitudes térmicas, pues el
medio marino que la rodea ejerce un papel temoregulador.
Los cuatro edificios volcánicos existentes se distribuyen por toda la
isía. En ei extremo sur se encuentra Montaña Ámariiia, en ei centro
Montaña del Mojón y Las Agujas, y en el extremo septentrional Mon-taña
Bermeja. Entre estos conjuntos volcánicos aparecen abundantes
depresiones recubiertas fundamentalmente por arenas de origen orgáni-co
que, transportadas por el viento, llegan a desarrollar importantes
campos de dunas. También existen otras depresiones que configuran
cuencas endorreicas donde se depositan limos y arcillas, que fueron
utilizadas en el pasado como campos de cultivo.
Las características climáticas y las condiciones del sustrato de la isla,
fundamentalmente arenoso, determinan el desarrollo de las formaciones
vegetales. En general se trata de vegetación xerófila, con especies que
poseen un alto grado de adaptación, como halófilas y psanmófilas. Pre-sentan
un carácter subarbustivo, abundando las Quenopodiáceas, espe-cialmente
sobre las arenas. Cuando el sustrato varía, por ejemplo en los
conos y coladas volcánicas, las Quenopodiáceas dejan paso a otras es-pecies
como Launaea Arborescens (aulaga) y Euphorbia ssp. (tabaibas).
Este espacio insular era ya conocido por los pueblos antiguos, mu-cho
antes de la llegada de los conquistadores normandos y castellanos,
como confirman las fuentes escritas y arqueológicas.
El islote ha estado deshaliitado hasta hace aproximadamente un si-glo,
aunque ha sido utilizado desde tiempo inmemorial por multitud de
pueblos antiguos, como demuestra el hallazgo de varias ánforas de ori-aop-
n. rnmmn p n c t ~ r i n rm~ nset ~c ~ l r ~ r l i ~ rennn $i!pgggr ~nicnrlinc& S - . A - . - - - - - A - - * - - - - -A -r-------
la conquista bethencouriana. Desde entonces y hasta principios del si-glo
xx fue utilizada por los conejeros como dehesa común, para apro-vechamiento
de sus pastos, al tiempo que se usaba para recogida de
cosco y barrilla, caza de pardelas y conejos, marisqueo y pesca. Parale-lamente
sirvió de base de operaciones, lugar de descanso y reparación
160 J. Ezequiel Acosta Rodríguez - Francisco Martel González
de buques a los piratas ingleses y franceses que atacaban a los navíos
que hacían la ruta Canarias-América.
A fines del siglo pasado un infructuoso intento de instalar en la isla
una factoría de salazón de pescado permitió la formación de un peque-ño
núcleo de población, que ante la drástica situación por la que estaba
pasando la isla de Lanzarote tras la crisis de la cochinilla, decidieron
quedarse en el islote. Tras unos primeros momentos de incertidumbre,
consiguieron adaptarse a la nueva situación, creando una economía de
autosubsistencia basada en la pesca y el marisqueo. Posteriormente, esta
economía se abrió al exterior mediante relaciones de intercambio, so-bre
todo con el vecino municipio de Haría, posibilitando una nueva
emigración hacia el islote que creó un nuevo caserío, Pedro Barba.
En la actualidad La Graciosa sólo cuenta con un núcleo de pobla-
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menos de 600 personas. Su economía actual ya no sólo depende de la
pesca artesanal como antaño, sino que poco a poco se está abriendo paso
una nueva actividad: el turismo.
3. LOS LITIGIOS POR LA PROPIEDAD DE LA ISLA
Desde la conquista de Canarias por el normando Juan de Bethencourt
La Graciosa ha estado bajo jurisdicción señorial hasta que el marqués
de Lanzarote, Agustín de Herrera y Rojas, la cedió, a fines del siglo xv,
al Cabildo de Lanzarote para propios '. Pero en el año 1808 el rey
Carlos IV cede La Graciosa al Coronel Francisco de La Cruz Guerra,
sin tener en cuenta la última voluntad del marqués.
El 14 de julio de 1808 el Cabildo elabora un detallado informe so-bre
La Graciosa, exponiendo el perjuicio que para la isla de Lanzarote
significaba esta enajenación. El citado informe estuvo tramitándose hasta
el 28 de agosto de 1816, cuando Fernando VII, tras recibir otro infor-me
del Supremo Consejo de la Guerra, mandó expedir una Real Orden
por la que declaró nula la cesión al Coronel, quedando sus pastos y
aprovechamientos a favor de los vecinos de Lanzarote.
Sin embargo, las pretensiones del Coronel no terminan con esta
resolución del Cabildo. En 1834 pidió a la Reina Regente, María Cris-tina,
que se le devolviese el islote, solicitando ésta un informe al Ca-bildo,
el cual aportaría una serie de pruebas que demostraban la titula-ridad
de la isla a favor de los vecinos de Lanzarote.
Pocos años después, en 1835, un descendiente de Agustín Herrera,
nuevo Marqués de Lanzarote o de Santa Coloma, reclama también La
La isla de La Graciosa: entre la gestión ambiental ... 161
Graciosa ante el Gobierno Civil. El Ayuntamiento, basándose en las
pruebas anteriores, resolvió oponerse a la citada reclamación, pues
Agustín de Herrera había cedido el dominio directo a la Corona y el
islote a los propios de Lanzarote, por lo que su sucesor no tenía dere-cho
alguno sobre éste.
Pero, a pesar de todo, el Coronel no cesó en sus pretensiones, vol-viendo
a reclamarlo en 1836, basándose en que La Graciosa no perte-necía
ni a la Corona ni a los propios de Lanzarote, sino al marqués de
Santa Coloma, pidiendo a la Reina la reducción del islote a cultivo a
favor de éste. Ante esta nueva petición el Ayuntamiento elabora un
nuevo informe, en el que, además de las pruebas presentadas anterior-mente,
añade otras nuevas, desestimándose su petición. Después de sus
infructuosas gestiones el Coronel no volvió a repetir su empeño, que-dando
La Graciosa como propiedad de los vecinos de Lanzarote para
pastos.
Años más tarde, el Gobierno de Estados Unidos intenta comprar la
isla. Esta venta no se llevó a cabo, pues La Graciosa no estaba inclui-da
en los bienes desamortizables. Es muy posible que los americanos
la quisieran para establecer una factoría de salazón y pescado seco,
aprovechando la cercanía del banco pesquero canario-sahariano.
Sin embargo, no va a quedar definitivamente resuelto el problema
del dominio, pues las instancias al presidente del Consejo de Ministros,
en 1918 y 1919, por el presidente del Cabildo de Lanzarote y el presi-dente
del Ateneo Científico y Literario de Arrecife solicitando equipa-miento
para La Graciosa despertaron la atención de la Administración
española, interesándose ésta por la propiedad de La Graciosa. En 1919
la Dirección General de Propiedades e Impuestos solicita de la Delega-ción
de Hacienda de Tenerife la confirmación de la titularidad pública
de La Graciosa o, en caso de no ser así, pide su incautación. Comienza
así, una serie de indagaciones y solicitudes de documentos con el fin
de aclarar la propiedad de la isla. En 1930 el Ayuntamiento de Teguise,
a cuyo término municipai pertenecía ia isia, argumenta que había sido
cedida por el primer marqués de Lanzarote al Cabildo de esta isla para
aprovechamiento comunal y que la corporación municipal la adminis-traba
desde la división municipal de 1812. La Administración de Ren-tas
Públicas solicitó varias veces al Ayuntamiento que remitiera docu-mentos
acreditándolo, pero nunca fueron aportados.
La Guerra Civil hizo que el tema quedase olvidado, hasta que en
1963 se reanudó el expediente sobre la propiedad del islote, que había
quedado paralizado en 1934, solicitándose del Ayuntamiento el envío
de los documentos que no habían aportado entonces. En 1964 el Ayun-
162 J. Ezequiel Acosta Rodr&uez - Francisco Martel González
tamiento responde que los documentos eran ilegibles por ser de los si-glos
XVI y XVII. Sin embargo, la defensa de la titularidad de La Gra-ciosa
por parte del Ayuntamiento de Teguise es infructuosa, pasando la
mayor parte de ésta, 25.252.180 m2, a ser propiedad del Estado, dejan-do
una zona para la expansión de los pueblos de Caleta del Sebo y Pedro
Barba. Posteriormente permitió al Ministerio de Información y Turismo
enajenar una parte sustancial de la misma, transfomándola en Zona de
Interés Turístico Nacional.
Sin embargo, en 1984 se reanuda la vieja polémica a causa de una
nota informativa del Gobierno Civil de Las Palmas en la que se men-ciona
la propiedad de La Graciosa por parte del Estado. Ante esto, El
Ayuntamiento de Teguise envía una nota de prensa a los medios de
comunicación asegurando que el Estado había conseguido la titularidad
iegis&a: sohetu ellpaai -Le de la isia siii ifi-uio dguñoqu e lo justifique,
considerándolo un simple «acto de despojo», por lo que el Alcalde ha-bía
puesto el asunto en manos de los Tribunales de Justicia, aportando
las mismas pruebas que en el pasado.
Este repentino interés del Ayuntamiento por la propiedad del islote
se apoya en las posibilidades turísticas que ofrecía la isla. En esa épo-ca
ya había comenzado el «boom» tunstico de Lanzarote y el despegue
de la urbanización Costa Teguise era un hecho, con el consiguiente
aumento de las arcas municipales. Por tanto, la intención del Ayunta-miento
era la promoción turística de la isla, con vistas a un sustancial
incremento del patrimonio municipal, bien a través de los impuestos o
mediante la gestión directa de los recursos que la isla ofrece para la
industria del ocio.
. . &a:: parte de !as instalxiones y se;ricios con qüe ac:Ua!meí;:e
cuenta La Graciosa se remontan a los años cuarenta, cuando el Estado,
a través del Mando Económico y Militar, decide intervenir en la isla y
dotarla de servicios básicos. Así, entre 1943 y 1945 se construyó un
pequeño muelle en Caleta de Sebo, a lo que siguió una iglesia, un ce-menterio,
una escuela y casa habitación para los maestros, un depósito
de agua y cuatro djibes '.
Con esta escasa infraestructura subsistieron los habitantes de las isla
hasta mediados de los años 70, cuando se les dotó de un motor de com-bustión
interna para producir energía eléctrica, pero que sólo funciona-ba
durante 12 horas diarias, lo que suponía un grave inconveniente para
La isla de La Graciosa: entre la gestión ambiental ... 163
la conservación del producto de la pesca, principal actividad productiva.
de la isla por entonces. De estos años data también la desalinizadora,
que tenía una capacidad de 75-80 toneladas de agua.
Los años 80 suponen un avance importante en la dotación de servi-cios
de la isla. Se mantiene el motor suministrando energía durante 24
horas diarias y, más tarde, llega el tendido eléctrico desde Ye, mediante
unos torreones que bajan por el Risco de Famara y un cable submarino.
Se construyó también un centro sociocultural y un polideportivo acon-dicionado
para la práctica de diversos deportes. Quizás, lo más interesante
en cuestión de dotación de servicios de esa década fue la instalación de
un Consultorio Médico, atendido por dos médicos que se turnan y por
una A.T.S. Este centro cuenta con los servicios elementales, teniendo que
trasladar a los enfermos de importancia a Arrecife. También se ha am-pliado
la antigua escuela, que actualmente cuenta con 8 maestros.
A principios de 1990 llega, a través de una tubería submarina, el
agua corriente desde Ye. El último paso en la dotación de servicios en
ia isia se ha dado por Ei Fondo Europeo de Desarrollo Regional de las
Comunidades Europeas (FEDER), el Ayuntamiento de Teguise y el
Gobierno de Canarias (enero de 1991), con la proyección, a cargo de
sus respectivos «Planes de Explotación de Energías Altemativas», de una
planta solar para producción de energía eléctrica que tendría una capaci-dad
de 25 Kw.
Como hemos visto, la dotación de servicios básicos en La Graciosa
es relativamente reciente, durante la década de los 70 y 80, pero uno
de los principales problemas de la isla ha estado hasta hace muy poco
tiempo sin resolver: el aislamiento.
El único medio de acceso a la isla era, y sigue siendo, la vía maríti-ma,
lo que supone que cuando entran los temporales del norte, que, por
otra parte, son los más frecuentes, la isla queda totalmente incomunica-da
por varios días, sin suministros de todo tipo, puesto que depende para
su abastecimiento totalmente del exterior. En los años 60 comenzó un
servicio regular de transporte, mediante dos falúas, propiedad de la fa-milia
Toledo, que hacían el recorrido Caleta del Sebo-Orzola dos veces
al día, encargándose de trasladar a los pasajeros y los suministros para
los dos comercios de la isla. Era éste el único medio de transporte que,
como se puede apreciar, resultaba totalmente insuficiente. Desde esos
años se han proyectado multitud de medios para mejorar la accesibili-dad
de la isla, pero por diversas causas no se han llevado a cabo.
En 1968 se planeó la construcción de un puente que uniría las islas
de Lanzarote y La Graciosa, que tendría una longittid total de 1400'?5 m
y una altura libre de 42 m, lo que permitiría el paso sin dificultad de
164 J. Ezequiel Acosta Rodriguez - Francisco Martel González
las embarcaciones que frecuentan dicha zona. El coste global de la obra
ascendía a 299.978.800 ptas.
El puente estaba pensado para permitir el acceso a una urbaniza-ción
turística de 25.000 camas, por lo que se pretendía amortizar el
capital invertido mediante el cobro de un peaje por persona y vehículo
de 12 ptas, no sólo para los visitantes sino también por el paso de los
obreros y de los materiales para la construcción de la misma. Pero la
urbanización no se llevó a cabo y el puente quedó totalmente olvidado.
En 1976, a petición de la Mancomunidad de Cabildos de Las Pal-mas,
se planteó la construcción de un embarcadero bajo el Risco de
Famara, en la zona llamada Gusa. Esta obra estaba justificada por la
necesidad tanto de comunicar La Graciosa de una forma constante y
segura, como para el desembarco de las capFuras de los pescadores de
Orzola y La Graciosa, ya que el muelle de Orzola, habitualmente utili-zado
para este fin, tiene el grave inconveniente de que con mal tiempo
se dificulta notablemente las maniobras de entrada y salida de las em-barcaciones,
tanto de pesca como de pasaje.
Con este muelle quedaría resuelta la comunicación de la isla, pero
todavía quedaba otro problema por solucionar: el acceso a la zona de
Gusa. En un principio se pensó en el camino de servicio que la Direc-ción
General de Obras Hidráulicas y el Cabildo habían construido en
1968 para facilitar el acceso a las galerías de Famara; pero este camino
se mostró pronto inoperante, pues con las primeras lluvias se desman-teló
completamente.
Por ello el Cabildo de Lanzarote propone a diversos ingenieros que
elaboren varios proyectos que permitan el acceso al futuro puerto de
Gusa, surgiendo varias ideas, algunas de ellas muy extravagantes y otras
altamente perjudiciales para el ecosistema de Famara, pero ninguna de
ellas resultó viable.
Uno de los proyectos consistía en excavar un túnel, de 1.150 m de
longitud, a través del Macizo de Famara, comunicando así Órzola con el
puerto de Gusa. Se habían estudiado dos posibles secciones: una con cal-zau>
a uJ.t : cairiiii rcversi:urllr-;, icgui1i-lAu-u p--u-l s--c-iLiiCc-u--u iu, ~-u,ia,i-,p ,u, r+,aA u,u,,,u a y,,a,i,a -1 u
caso de avería y otro con calzada de doble sentido de circulación más dos
aceras. Este proyecto también incluía la dotación, a través del túnel, de
energía eléctrica a Gusa, para la fábrica de hielo y frigoríficos, y al resto
de la isla por medio de un cable submarino. También incluía explotar la
galería de Famara y dotar al islote de agua a través de una tubería sub-marina.
Los inconvenientes de esta propuesta íos constituían, además de
los graves impactos ambientales que se generarían, su elevado coste y la
imprevisibilidad de las dificultades que se podían presentar.
La isla de La Graciosa: entre la gestión ambiental ... 165
En 1983 dos nuevas soluciones se suman a las propuestas con ante-rioridad:
construcción de una pista de aterrizaje, de tierra batida, para
avionetas y la construcción de un helipuerto, para un enlace rápido con
la isla de Lanzarote en casos de emergencia. Esta última obra se reali-zó
en el año 1989, ubicándose al norte de Caleta del Sebo.
Uno de los más recientes proyectos (1988) es el de un teleférico que
uniría, salvando una longitud inclinada de 1.200 m y un desnivel de 450
m, el Mirador del Río con el proyectado embarcadero de Gusa. Se espe-raba
amortizar el capital mediante el billete, 800 ptas. ida y vuelta, ya que
estimaban que un porcentaje muy alto (alrededor de un 25 por 100) de
los visitantes al mirador del Río (277.000 visitantes en 1987) se decidi-rían
a hacer una excursión a La Graciosa. El servicio se complementaría
con dos pequeños barcos, tipo Ferry, de 45 plazas cada uno, que transpor-tarían
a los pasajeros desde el muelle de Gusa hasta Caleta del Sebo. Se
suponía tan rentable el servicio que se pensó en prestarlo gratuitamente a
los residentes de La Graciosa sin ningún tipo de subvención oficial.
Este proyecto respondía, más que a las necesidades de transporte de
la isla, a intereses turísticos, pues se pretendía crear un medio rápido y
atractivo, que despertase el interés de los turistas por visitar la isla de
La Graciosa. Esta obra, además de los impactos paisajísticos que supo-nía
su realización, estaba sujeta a los riesgos y eventualidades debidas
a las condiciones del lugar, en especial a los efectos que generan los
temporales al chocar contra el macizo de Famara.
Sin embargo, el problema del aislamiento de La Graciosa se resol-vió,
en parte, de la forma más sensata y menos impactante, con una
pequeña flota de embarcaciones destinadas a este fin (Líneas Marítimas
Romero), que presenta gran capacidad de pasaje y una adecuada fre-cuencia
de viajes, adaptada a las necesidades de cada momento, modi-ficando
la frecuencia de los trayectos, los cuales se realizan, aproxima-damente,
en 16 minutos.
La Graciosa cuenta con dos de las condiciones primordiales que
atraen al turismo a Canarias: espléndidas playas de arenas doradas con
un mar limpio y en calma y un clima idóneo para la práctica turística,
es decir con unas temperaturas suaves, una gran insolación y escasísimas
precipitaciones.
Estas características llamaron la atención del Estado en los años 60,
siendo Manuel Fraga ministro de Turismo, cuando se pretendía el de-
166 J. Ezequiel Acosta Rodrfguez - Francisco Martel González
sarro110 del país mediante la explotación turística. Así, se intentó insta-lar
un gran complejo turístico en la isla. La ley 5411969 de 26 de abril
autoriza al Ministerio de Información y Turismo para convocar un con-curso
de promoción turística de la isla, quedando ésta como Zona de
Interés Turístico Nacional. Asimismo, se autoriza al Ministerio de Ha-cienda
para que, a propuesta del de Información y Turismo, pueda ena-jenar
hasta una superficie de 500 Has que se segregarían del temtono
objeto de concesión administrativa.
Conforme a esta ley se celebraron dos concursos (Decretos 2.0401
1969 y 3.07811970) en los que se hicieron públicas las bases para la
urbanización del islote. Consistían en la transmisión del pleno dominio
de 500 Has, para construir una urbanización de 25.000 camas, a favor
del concesionario y a cambio, éste, tenía que ejecutar la infraestructura
de acceso a la isla, las vías de acceso a los polígonos planificados, el
abastecimiento de agua y las líneas generales de suministro eléctrico y
de comunicaciones telefónica y telegráfica.
La transmisión de la propiedad se verificaría íntegramente en cada
polígono cuando se hubiesen cumplido los supuestos anteriores y así,
cuando se hubieran planificado y dotado de servicios todos los polígonos,
pasaría al concesionario la totalidad de las 500 Has. El proyecto con-temp!
iha tmhién m i rcperficie de 200 Has de eso restringido, gce no
sería enajenable, pero podía ser objeto de explotación (para instalacio-nes
deportivas, club de campo, cotos, etc.) por los concesionarios o por
terceros subrogados, siempre que se contara con la previa autorización
del Gobierno.
Una vez transcurridos los 50 años de concesión las edificaciones,
equipo e instalaciones, así como todas las mejoras incorporadas al sue-lo,
y éste mismo, revertirían al Estado libres de cargas y gravámenes.
Se pretendía, cuando el aumento de población lo hiciese necesario,
la creación de un nuevo municipio que incluyese únicamente a la isla.
En este sentido, se planteaba la construcción de un centro cívico prin-cipal,
integrado, como mínimo, por un edificio administrativo para la
instalación de servicios del Estado, Cabildo y Municipio, Delegación de
Gobierno, Juzgado, Policía y los edificios de administración del puerto
franco, aeropuerto o helipuerto, central de comunicaciones, centro sani-tario
y acuartelamiento para los servicios de vigilancia y orden público.
Sin embargo, ambos concursos fueron declarados desiertos. Los
motivos se deben a que se trata de un territorio que es patrimonio esta-tal,
donde se impedían las actividades especulativas mediante la com-pra-
venta de suelo, actividad ésta que resulta mucho más rentable que
la explotación turística en sí. Además de ello, el Estado exigía una se-
La isla de La Graciosa: entre la gestión ambiental ... 167
rie de fianzas que, en conjunto, superaban los 50 millones de ptas, y
que se devolverían paulatinamente hasta el término de la concesión. Esto
suponía la paralización de un capital durante un tiempo demasiado pro-longado
como para que resultase a los inversores.
Años más tarde, en 1986, el Ayuntamiento de Teguise propuso la
creación de un paseo marítimo desde el muelle hasta el comienzo de la
playa de Caleta del Sebo, con malecón y veredas para visitar el Parque,
en él se instalaría una zona hotelera con 250 camas, bares y restauran-tes,
además del equipamiento municipal y escolar. En un principio este
proyecto se denegó por no adecuarse a la normativa del Plan Insular de
Lanzarote, pero se ha llevado a cabo el paseo marítimo, donde se están
instalando algunos bares y, posiblemente, con el paso del tiempo se
creará una pequeña zona hotelera para el gran número de turistas que
actualmente llega a la isla, que ya en 1986 se cifraban en más de 15.000.
Actualmente se intenta promocionar el turismo en la isla, prueba de ello
es el gran interés que en los últimos años han tenido los organismos
públicos en crear una infraestructura de transportes que excede las ne-cesidades
reales de la población de La Graciosa, el ejemplo más claro
lo tenemos en el intento, por parte del Ayuntamiento de Teguise, de
instala1 un telef&ico en e! Risco de Famara
Hasta hace pocos años el volumen de visitantes a la isla era muy
reducido. Sin embargo desde mediados de los años 80 y, sobre todo,
desde principios de los 90 el interés del Ayuntamiento de Teguise por
mejorar las comunicaciones junto con la promoción de la isla como «Par-que
Natural», han contribuido a incrementar notablemente el número de
visitantes. Estos turistas los podemos clasificar en cuatro grandes grupos:
- No pernoctantes. Estas visitas son parte del paquete turístico que
los turistas adquieren cuando llegan Lanzarote, como las excursiones a
los Jameos, a Timanfaya, etc. Esta modalidad se ha desarrollado a par-tir
de la mejora de las comunicaciones del islote.
- Camping. Lo ocupa un sector de población joven que aprove-cha
sus vacaciones, sobre todo de Semana Santa y verano, para esta-blecerse
en el «camping» que se ha adecuado para tal fin en una zona
de la Playa del Salado. Su estancia no suele superar los cinco días.
- De pensiones y apartamentos. Se trata de un grupo que se esta-blece
en el reducido sector hotelero de la isla. Generalmente es un tu-rismo
canario y su estancia suele ser de una a dos semanas.
El sector cuenta con dos pensiones que juntas no superan las 40
camas de capacidad. Ambas se establecieron en los años 70 cuando el
transporte ya era regular. Además existen alrededor de 20 apartamen-tos,
repartidos por Caleta del Sebo, aunque su máxima densidad se centra
168 J. Ezequiel Acosta Rodríguez - Francisco Martel González
en Playa del Salado. Estos últimos comenzaron a construirse a media-dos
de los 80, pero disputas por la propiedad del suelo detuvieron las
obras hasta finales de la década.
- De segunda residencia. Se engloban en este grupo las estancias
de mayor duración, centradas preferentemente en el período estival, pro-tagonizadas
por el estrato medio-alto de la sociedad canaria, fundamen-talmente
de Gran Canaria y Tenerife, que a principios de los años 80
adquirieron los inmuebles de los antiguos habitantes de Pedro Barba,
transformando la aldea en un complejo residencial.
6. LA PROTECCIÓN DEL PATRIMONIO NATURAL ,,
La propuesta de protección de La Graciosa como espacio natural no
es un hecho reciente, como pudiera pensarse, ya que este tema ha sido
objeto de debate desde hace unas dos décadas, promovido por sectores
científicos y grupos conservacionistas. Efectivamente, G. KUNKEL y
ASCAN proponen, durante el 1 Congreso Internacional Pro Flora
Macaronésica, la protección de un selecto número de espacios natura-les
de la Provincia de Las Palmas entre los que se encontraban los is-lotes
del Norte de Lanzarote 4.
Años más tarde, en el Inventario de los Recursos Naturales Reno-vables
de la Provincia de Las Palmas, publicado en 1975 y elaborado
por conocidos estudiosos (KUNKELÁ, LAMO TAVÍO,J . M. HERNÁNDEZ)
y asociaciones internacionales (UICN, WWF) y locales (ASCAN), se
insiste en la necesidad de la conservación de los espacios naturales, pero
esta vez se realiza una propuesta global para la protección del medio
natural de las islas, en la que buena parte de La Graciosa queda inclui-da
en un parque marítimo-terrestre denominado Parque Integral del Norte
de Lanzarote.
Estas dos propuestas no gubernamentales crearán las bases a partir
de las cuales la Administración Pública iniciará la realización de pro-yectos
de conservación de ios espacios naturaies insuiares. Eiio se jus-tifica
además por la presión que ejerce la actividad turística sobre el
medio. Si bien, en ocasiones, eran propuestas un tanto contradictorias,
como la presentada en 1983 por el Patrimonio del Estado (dependiente
del Ministerio de Hacienda) que propone, en un Plan de Protección para
la isla de La Graciosa, combinar la explotación turística, la agrícola
intensiva y la «protección».
El Plan Especial de Protección de los Espacios Naturales (PEPEN)
de Lanzarote, promovido por el Cabildo Insular de Lanzarote y auxilia-
La isla de La Graciosa: entre la gestión ambiental ... 169
do por el Gobierno de Canarias, se presenta en 1983, proponiéndose una
red insular de espacios protegidos, entre los que destaca la creación de
una Reserva Integral de Interés científica que abarcaba buena parte del
territorio insular graciosero. Sin embargo, este documento no tuvo un
carácter vinculante, quedando, dado su nivel científico, como un docu-mento
de carácter técnico que se utilizaría, posteriormente, en las suce-sivas
propuestas de protección de espacios naturales.
En 1986, la promulgación del Decreto 89/86 de Declaración del
Parque Natural de los islotes del norte de Lanzarote y de los riscos de
Farnara, efectuada por el Gobierno canario, supone la primera protec-ción
jurídica de este singular enclave como espacio natural. Esta medi-da
declarativa se vio forzada, en buena medida, por las protestas de los
pescadores gracioseros ante los destrozos que causaban los barcos
pesqueros en los fondos marinos de los islotes y por las presiones in-mobiliarias
y turísticas promovidas por la Administración del Estado en
la isla. Por estos motivos, junto con el interés de los valores existentes,
la protección incluye las áreas marinas que se encuentran entre los is-lotes
y los riscos de Famara, hecho que constituye el primer precedente
en la legislación autonómica. Este Decreto fue impugnado por el Ayun-
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LallllGLlLU Ut: 1t;gUISG y UGLGLIILlII¿tUUS p¿ULIC;Ul¿UGS ¿illLt: Gl UIUGIL JUIIXiIC-cional
contencioso-administrativo, el cual desestimó los recursos inter-puestos,
respaldando la legalidad de la protección. Ello hizo desistir a
la corporación local de sus pretensiones ubanísticas-turísticas y, en con-secuencia,
finalizaron los litigios por la propiedad de la isla.
Poco más tarde se inicia, por la vía de la legislación urbanística, la
elaboración del Plan Especial de Protección de dicho Parque Natural,
presentándose el estudio en abril de 1987. Este instrumento de gestión
tiene por objetivo «...establecer un régimen de usos que permita com-patibilizar
la protección, regeneración y potenciación de los valores y
recursos del Parque Natural con el aprovechamiento beneficioso de es-tos
últimos por sus habitantes y con el disfrute de las personas que lo
visiten» De esta forma se pretende proteger y aumentar los valores
naturales al mismo tiempo que los rendimientos socioeconómicos de la
comunidad local, para lo cual se realizan estudios sobre las caracterís-ticas
socioeconómicas y se integran las repercusiones que causarían, en
este sentido, las propuestas de gestión del medio. Sin embargo, este
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natural y la población, nunca fue aprobado, quedando como un estudio
de carácter técnico más que de gestión.
En ese mismo año se aprueba la Ley 12/87 de Conservación de los
Espacios Naturales de Canarias, la denominada ley «catálogo» o
170 J. Ezequiel Acosta Rodríguez - Francisco Martel González
declarativa, que sigue las directrices de la Ley 15/75 de Espacios Natu-rales
Protegidos. La ley canaria tiene una finalidad de política territorial
global 6, aunque se basa en la protección pasiva de los espacios. En esta
norma La Graciosa queda incluida en la misma figura de protección con-siderada
en el Decreto 89/86 (Parque Natural), abarcando prácticamente
el mismo ámbito señalado por éste. De acuerdo a esta ley se elabora,
posteriormente, el Plan Rector de Uso y Gestión, apoyándose en el Plan
Especial de Protección, pero tampoco se ha aprobado. En este estudio,
al igual que en el Plan Especial, se realiza una zonificación del territorio
según unidades de paisaje a las que se les asigna usos, para ello se tie-nen
en cuenta sus valores naturales y el grado de fragilidad. De esta for-ma
buena parte de La Graciosa posee un uso restringido, las área agrí-colas
abandonadas y las playas tienen uso moderado, mientras que los
núcleos habitados (Caleta del Sebo y Pedro Barba) pr.e, senta uso especial. La proiiiülgaciSíi de !a Ley 4/89 de C~nser~aciodrei los Espacios
Naturales y de la Flora y la Fauna Silvestre, que tiene carácter de nor-ma
básica, obliga a la adaptación del régimen jundico de protección de
los espacios naturales canarios a sus criterios y determinaciones. Así se
elabora un proyecto, en discusión actualmente en el Parlamento canario
(julio 1994), que considera a La Graciosa, los Riscos de Famara y el
entorno marino como un Parque Natural mdependiente de los islotes
(Parque Natural de la Graciosa), quedando éstos como Reserva Natural
Integral. Se trata esta vez no de una ley «declarativa» sino de una ley
«reguladora», basada en la protección activa de los espacios naturales,
ya que la Ley 4/89 establece el contenido, finalidad y determinaciones
propias de los instrumentos de planificación y gestión de los espacios
naturales protegidos. La declaración de Parque Natural, según la referi-da
ley, tiene por objeto la conservación de los recursos naturales que
alberga (fauna, flora y geomorfología) y el uso educativo-recreativo, sin
que sean compatibles los usos residenciales. Esta categona de protec-ción
es una de las de mayor rango que contempla la ley y todo el es-pCiG
c-as~fira~~ c3rr.G tu!, según e! preyrcte & !ey, se r!usifiru, u
tos de la legislación urbanística, como suelo rústico de protección
especial 7. Además, como Parque Natural tiene la consideración también
de A.S.E. (Área de Sensibilidad Ecológica) a efectos de la legislación
de impactos ecológicos.
Por último, cabe destacar la reciente propuesta de Reserva Marina,
por parte de ia Dirección Senerai de Estructuras Pesqueras de ia Se-cretaría
General de Pesca Marítima y la Dirección General de Pesca del
Gobierno de Canarias, destinada a proteger el entorno marino del Ar-chipiélago
Chinijo, con la finalidad de proteger la flora y fauna mari-
La isla de La Graciosa: entre la gestión ambiental ... 171
na, retomando, en parte, propuestas que se venían realizando desde la
década de los setenta.
Hasta el momento el único aspecto relacionado con la gestión am-biental
de La Graciosa se refiere a las labores de vigilancia y control
que realiza un guardia «medioambiental», que tiene como función, des-de
la segunda mitad de la década de los 80, velar por la conservación
del paisaje y de todos los valores naturales del parque.
Por todo lo anteriormente dicho se puede concluir que el interés por
la naturaleza y la necesidad de protección de la Graciosa se inicia hace
más de dos décadas, debido al deterioro que estaban realizando las
infraestructuras turísticas en diferentes enclaves de las islas en general
y de Lanzarote en particular. En los años setenta se elaboran propues-tas
que, si bien no progresaron por si mismas, han sido los pilares so-bre
los que se ha dotado de cuerpo jurídico a la protección del espacio
insular. Sin embargo, aunque desde 1986 un decreto realiza esa función
y al año siguiente lo recoge una ley de ámbito autonómico, la gestión
ha estado ausente de este espacio, si bien no han faltado documentos
redactados a tal fin (Plan Especial, Plan Rector de Uso y Gestión). Este
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discute en el Parlamento y la realización y aprobación del instrumento
básico de planeamiento de un Parque Natural: el Plan Rector de Uso y
Gestión, en el que se debe recoger las normas, directrices y criterios
generales para la gestión del espacio, la zonificación y las directrices
para la elaboración de los programas de actuación que desarrollen ob-jetivos
concretos en relación a la conservación, investigación, educación
ambiental, visitas y desarrollo socioeconómico de las comunidades lo-cales.
En definitiva, será este documento el que determinará el futuro
de la isla, no sólo en cuanto a conservación y gestión ambiental sino
también en lo relativo a los aspectos socioeconómicos de sus habitan-tes,
para lo cual se debe tener en cuenta su participación directa, como
en ocasiones ha ocurrido. No obstante, aunque la gestión haya estado
prácticamente ausente de la isla, parece evidente que las medidas legis-lativas
proteccionistas han surtido el efecto esperado en el medio insu-lar:
han preservado el entorno de la explotación turística intensiva.
7. CONCLUSIONES: LAS PERSPECTIVAS AMBIENTALES-TU-RÍSTICAS
La conciencia en las dos últimas décadas del valor de los espacio fí-sico
j de la posibilidad de su degradación ha posibilitado la intervención
172 J. Ezequiel Acosta Rodríguez - Francisco Martel González
jurídica y la propuestas de planificación con la finalidad de realizar un
uso racional del medio y preservar los recursos más significativos.
En la práctica, la conservación de los recursos naturales ha seguido
una evolución escalonada, iniciándose actuaciones de conservación de
carácter pasivo, mediante la promulgación del Decreto 89/86 y de la Ley
12/87, que se limitan a proteger los recursos, para pasar en la actuali-dad,
aunque todavía no se haya aprobado el proyecto de ley, a actua-ciones
de carácter activo, consistentes en la gestión de los recurso, no
sólo con el objeto de conservarlos sino también de mejorarlos.
La existencia de la Ley 12/87 y el nuevo proyecto de Ley de Espa-cios
Naturales Protegidos suponen, hoy por hoy, garantías hacia el res-peto
de la naturaleza de la isla. Asimismo, el escaso desarrollo de los
transportes extrainsulares han actuado favorablemente en la conserva-ci5g
&! me&^, pger hg ~ q g ~ g e!im ite . !. .figpn& & -++jt.gt~~
que recibe La Graciosa. Este aspecto debe tenerse en cuenta a la hora
de mejorar las infraestructuras de transportes y al optar por un medio u
otro, puesto que una mayor accesibilidad se puede traducir en un incre-mento
del fragilidad del sistema natural, lo que puede repercutir nega-tivamente
en el equilibrio del medio insular
Pur otro lado, ia limitación del número de turisra pennire ia dedica-ción
a la pesca de un amplio sector de la población, aspecto que debe
tener cuenta si se quiere impulsar el desarrollo turístico, ya que podría
desequilibrar la economía de la isla al tiempo que el medio natural.
Esperemos que La Graciosa atraiga a un turismo «ecológico», que
muestre un gran respeto por el medio ambiente, aunque la publicidad
que se le está dando a la isla, junto con la sustancial mejora que en los
últimos años ha tenido el transporte arroja cierta pesimismo al respec-to,
pues sin duda se multiplicarán las visitas a la isla.
Confiemos que el desarrollo del proyecto de ley sobre los espacios
naturales y los instrumentos de planificación no se demoren y puedan
controlar situacioneq que podrían ser irrever4bleq; conjugando de ma-nera
adecuada el medio social y el medio natural con la definición de
una política territorial de equilibrio entre protección y promoción, ya
que no sena deseable para nadie la destrucción de uno de los espacios
naturales que no ha sucumbido a la acción depredadora del turismo,
como así ha ocurrido en otros espacios de canarios.
La isla de La Graciosa: entre la gestión ambiental ...
NOTAS
' VIERAY CLAVIJOJ.,: Noticias de la historia general de las Islas Canarias. In-troducción
y notas por A. Cioranescu. Goya Ediciones. Santa Cruz de Tenerife. Tomo 1,
1967. Tomo 11, p. 745, 1971.
NAVARROSE GURAM, .: La arquitectura del Mundo Económico en Canarias. La
postguerra en el Archipiélago. Aula de Cultura de Tenerife, Santa Cruz de Tenerife,
pp. 144-145, 1982. ' Las dimensiones eran de 600 por 20 m.
El resto de los espacios eran Timanfaya, el islote de Lobos, Los Tiles de Moya,
las dunas de Maspalomas y Ayagaures-Pilancones.
BELTRÁNE SPINOSAW, . et al. Plan Especial de Protección del Parque Natural
de los islotes del Norte de Lanzarote y de los riscos de Fumara. Dir. Gener. de Medio
Ambiente y Conservación de la Naturaleza, Consejena de Política Territorial del Go-bierno
de Canarias. Las Palmas, 1987, p. 10.
Díaz Reixa, J.: El patrimonio natural de Canarias: los espacios naturales en la
perspectiva de su reforma legislativa. Inédito, 1993.
Proyecto de Ley de Espacios Naturales de Canarias (PL 21). B.O. del Parlamen-to
de Canarias, núm. 97, 31 de Diciembre de 1993, art. 17.1, p. 2000.
La Ley 4/89 define las áreas de sensibilidad ecológica (ASE) como aquéllas Que.
por sus valores naturales, culturales o paisajísticos, o por la fragilidad de los equilibrios
ecológicos, son sensibles a la acción de factores de deterioro o susceptibles de sufrir
ruptura en su equilibrio o armonía de conjunto.