mdC
|
pequeño (250x250 max)
mediano (500x500 max)
grande
Extra Large
grande ( > 500x500)
Alta resolución
|
|
SEMINARIO V CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE CARLOS V Coordina: Dr. D. Manuel Lobo Cabrera. ULPGC 1921 CARLOS QUINTO Y HERNÁN CORTÉS Bartolomé Bennassar El Emperador y el Conquistador son hombres casi contemporáneos. Nacido en 1485, Hernán Cortés le lleva sólo 15 años a Carlos de Gante y, cuando muere en 1547, es sólo 9 años antes del fallecimiento de Carlos Quinto. Por otra parte, cuando surge en plena luz el personaje deslumbrante del conquistador de México, el año 1519, es precisamente cuando la elección imperial hace del rey de Castilla y Aragón el principe más prestigioso de la Cristiandad latina. En cierto modo los destinos de los dos hombres están estrechamente vinculados. Sin las remesas de Indias que, hasta los años 1536-38, proceden casi todas de Nueva España, no se sabe lo que hubiera sido la política del Emperador. Sin embargo, las relaciones directas entre los dos hombres fueron escasas. La primera entrevista, en Toledo, se demoró hasta el mes de julio de 1528, con la venida del conquistador a España. Después de la empresa de Argel de 1541, en la cual participó Hernán Cortés, con dos hijos suyos, y a pesar de la presencia casi constante del conquistador en la Corte, incluso, por ejemplo, en las Cortes de Monzón de 1542, parece que no hubo ya encuentro de consideración entre los dos hombres. Hernán Cortés escribió una y otra vez al Emperador. Además de las famosas cartas de relación que fueron cinco, redactadas de 1519 a 1526, y según los cuatro volúmenes de los Documentos Cortesianos de José Luis Martínez, publicados de 1983 a 1988, son once las cartas personales dirigidas al emperador, de 1522 a 1544, a las cuales hay que añadir cuatro importantísimos memoriales que tienen el valor de cartas, sin contar con las cartas, o informaciones o memoriales llevados por sus procuradores. Pero la mayoría de estas cartas, especialmente las tres últimas (el memorial de 1542 y las cartas de 1543 y 1544) quedaron sin contestación. Incluso, las primeras cartas no tuvieron ningún eco directo y, de hecho, en su carta expedida desde Coyoacán el 25 de mayo de 1522, Cortés se queja de que todas las cartas y relaciones que envió a Su Majestad y al Consejo de Indias desde tres años no hayan tenido contestación, ni tampoco la carta del ejército de Cortés al emperador de octubre de 1520.1 Efectivamente, la primera carta de Carlos Quinto a Hernán Cortés fue firmada solamente en Valladolid el 15 de octubre de 1522. Es una carta extensa y del máximo interés. Pero después de ésta, y según los Documentos Cortesianos ya citados aparecen únicamente dos cartas personales más, las de Toledo del 4 de noviembre de 1525 y de Zaragoza del 1 de abril de 1529. Todo lo demás es correspondencia oficial: cédulas, instrucciones, etc. Parece evidente que la Secretaría del Emperador, con Francisco de Los Cobos a su cabeza, asumió el papel esencial en las relaciones entre Cortés y Carlos Quinto: incluso, se puede leer en la última carta de Cortés un apunte de mano de Francisco de los Cobos: “No hay que responder”. XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1922 Así, es cierto que el conquistador no encontró en la persona del Emperador el apoyo que esperaba ni tampoco, según su opinión, el agradecimiento que merecían sus empresas, hechos y trabajos, el acrecentamiento de la Corona Real de que fue el artífice, el enriquecimiento de las rentas reales, etc. Al contrario, el conquistador, siempre leal con su soberano, denuncia los agravios constantes, a veces humillantes, que le proporcionaron los enviados reales: oidores, jueces de residencia, hasta el virrey Mendoza, pero en este último caso no le daríamos la razón al conquistador. De modo que los últimos textos de Cortés dirigidos al emperador (los de los años 1542-44, escritos durante su estancia en España) expresan una honda amargura y decepción. Pero, el intercambio epistolar entre los dos hombres, por desigual y poco equilibrado que sea, merece un estudio preciso. No pienso detenerme mucho en las Cartas de relación por ser tan conocidas, aludidas y usadas. Además cuentan con varias ediciones críticas, especialmente la de Ángel Delgado Gómez, publicada por las ediciones Castalia en 1993, que me parece excelente.2 Sin embargo, recordemos que su tono es muy positivo, halagüeño y desprovisto casi de reivindicaciones, por lo menos las cuatro primeras. Cortés está maravillado por el país que ha descubierto y conquistado, por la belleza de las ciudades, por los resultados increíbles, casi milagrosos, de su propia empresa, e intenta comunicar su entusiasmo y maravilla al propio emperador. A esta dimensión descriptiva y narrativa de las Cartas de Relación se une la función justificativa, ya que Cortés no pierde nunca la oportunidad de subrayar que su empresa está dedicada al doble servicio de Dios y de su rey, lo que explica “el tono legal” de éstas cartas que puso de manifiesto Ángel Delgado: sabor latino de la sintaxis, enorme uso de largos periodos de subordinación causal, introducidos por la conjunción porque, “típico reflejo del estilo legal”, según Delgado, y también la yuxtaposición de gerundios, la repetición del adjetivo dicho, etc....3 Hoy día, podemos en efecto sorprendernos del atraso con que Carlos Quinto contestó a las relaciones de Cortés que tanto éxito y tantas traducciones tuvieron en Europa, (a mediados del siglo XVI existían ya traducciones completas o parciales en latín, italiano, francés, flamenco y alemán) como si el emperador y sus consejeros y secretarios no se enteraban de la trascendencia del acontecimiento. Es probable que al joven Carlos le parecía más maravillosa su elección imperial que la conquista de la Nueva España, aunque no despreciara ésta: el hecho de que la primera copia manuscrita completa de las cinco relaciones, el llamado códice de Viena, haya sido hallada precisamente en Viena, parece sugerir que el emperador se llevó estos textos con él, pues se marchó a Viena después de recibir a los procuradores de Cortés. Hoy sabemos en efecto que la conquista de Nueva España era mucho más importante que la elección imperial. Pero no olvidemos que Carlos se enteró casi simultáneamente de la conquista de Mexico-Tenochtitlan y de su pérdida, fracaso debido a las diferencias y conflictos surgidos entre Diego Velázquez, adelantado de la Corona, y Cortés sin que el Emperador pudiese aún juzgar qué fueron exactamente las responsabilidades de uno y otro, ya que las informaciones recibidas eran muy contradictorias. Es cierto que Cortés tuvo la idea genial, con la fundación del municipio de la Vera Cruz, de crear una comunidad independiente bajo la soberanía directa de la Corona, aprovechando el hecho de que Velázquez no tenía autoridad explícita para poblar y que así resultaba lógico de su parte dirigirse a su rey, dándole cuenta de todo, lo que pretenden las Relaciones cortesanas. Sin embargo, en su primera carta a Hernán Cortés, la de Valladolid del 15 de octubre de 1522, esencial y, según mi opinión obra maestra de habilidad política, cualquiera haya sido el autor efectivo (Francisco de Los Cobos, el mismo Carlos?), el Emperador no deja Carlos Quinto y Hernán Cortés 1923 de subrayar las consecuencias negativas del conflicto entre Velázquez y Cortés. Veamos: “..... parece cuan dañosa ha sido para la poblacion de esa tierra y la conversion de los naturales de ella, y estorbo para que no nos fuésemos servidos y estos reinos e naturales de ellos aprovechados, las diferencias que entre vos y el dicho adelantado ha habido...”. En las líneas anteriores, el emperador puntualiza que se ha informado: “Quisé por mi real persona ver y entender vuestras Relaciones e las cosas de esa Nueva España”. Y, a continuación: “mandé oir a Martin Cortés, vuestro padre, y a Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo, vuestros procuradores de los pueblos de esta tierra, y los procuradores del adelantado Diego Verlazquez, asimismo al veedor Cristobal de Tapia…”.4 Es decir que, de entrada, Carlos Quinto se ha situado en una posición de fuerza mientras que Cortés y Velázquez, ambos, están en una posición débil, puesto que sus diferencias han resultado tan dañosas. Sigue: “Nuestro Señor ha seido muy deservido y nos habemos recibido desplacer”. Así que se remite la causa a justicia, especialmente “a los de nuestro Consejo de Indias”. Carlos Quinto aprovecha el enfrentamiento entre Velázquez y Cortés para tomar la iniciativa que el mismo conquistador le otorga. Y sigue la gran faena de la burocracia imperial: Por una parte, y so color de remitir la causa a justicia, elige a Cortés contra Velázquez: en efecto manda a este ultimo no emprender cualquiera operacion y reconoce los meritos de la accion de Cortés: “tengo la voluntad que es razon para vos favorecer y hacer la merced que vuestros servicios y trabajos merecen...”, así que “vos habemos mandar proveer del cargo de nuestro gobernador y capitan general de la Nueva España y provincias de ella...”. Pero, eliminando a Velázquez, la Corona nombra de inmediato a unos oficiales que van a controlar las acciones de Cortés y limitar su poder: la carta de 1522 anuncia el envío a Nueva España del tesorero Alonso de Estrada, del contador Rodilgo de Albornoz, del factor Alonso de Aguilar y del veedor Peralmindez Cherino, con este apunte: “vos encargo mireis e trateis bien como a criados e oficiales nuestros”. Y por si fuera poco, las cédulas expedidas el mismo día fijan el salario de Cortés a menos de 1.000 ducados anuales cuando el salario de los oficiales reales, Alonso de Estrada y Rodrigo de Albornoz, ¡rozaba los 1.500 ducados! Era auténtica provocación por parte de la burocracia real y esto dará pie a protestas legítimas de Cortés que aparecen por ejemplo en su carta reservada del 15 de octubre de 1524 que acompaña a la cuarta carta de relación. Según mi opinión, la carta de Carlos Quinto del 15 de octubre de 1522 es el modelo de toda la correspondencia enviada por el Emperador y sus secretarios al conquistador.Se mezclan casi siempre las alabanzas a los trabajos y méritos de Cortés, que son merecedores de distintas mercedes, y las amenazas más o menos abiertas de intervención de la justicia. Caso típico es la carta de Toledo del 4 de noviembre de 1525, que es también una contesta a la cuarta relación cortesana. Por una parte el rey agradece “la voluntad que teneis a mi servicio e la gran diligencia e cuidado conque en ellas siempre habeis entendido y conozco cuan provechosa ha sido vuestra persona”. Pero, a renglón siguiente, saca el veneno: “por muchas personas y cartas he tenido muchas relaciones contra vos y vuestra gobernacion”. El emperador admite que “los que lo escriben e dicen es con alguna pasion e envidia” pero esta consideración no impide que le parezca el momento de someter al conquistador a la XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1924 prueba de justicia: “he acordado tomar residencia”. El colmo es que, anunciando a Cortés la misión del licenciado Luis Ponce de León, nombrado juez de residencia, la carta imperial pone énfasis en la falta de experiencia de las cosas de Indias del dicho licenciado y pide a Cortés que informe y aconseje al juez. ¡Desafortunado juez que al llegar a las Indias se pone enfermo y no tardará en morir!. Es cierto que algunas de las cartas o instrucciones de Carlos Quinto a Cortés tienen un objeto preciso, una dedicación especial como la muy interesante de Valladolid, fechada del 26 de junio de 1523, relativa al tratamiento de los Indios, a los problemas de los repartimientos y encomiendas o del tributo, de los abusos cometidos por los Españoles con las mujeres indias, a varias cuestiones de gobernación, pero en la mayoría de los casos, las cartas del Emperador o de sus secretarios se refieren explícita o implícitamente a quejas contra Cortés, matizadas por la valoración de sus esfuerzos. Únicamente en las cédulas de los 22 de octubre y 10 de diciembre de 1523, Carlos ya informado de la reconquista de México y sospechando que el botín fue ingente, empieza por reinvidicar su derecho, pidiendo información exacta del repartimiento del botín entre los vencedores, y en la de diciembre casi suplica la colaboración de Cortés con motivo de “los grandes y continuos gastos que despues de mi eleccion al Imperio Romano habemos tenido”. Merece la pena citar: “teniendo vos por tan cierto y verdadero servidor nuestro y conocida la voluntad que en todo mostrais a nuestro servicio...”, Carlos envía a un procurador del mismo Cortés, Francisco de Montejo, para “rogaros y encargaros vos de alía proveais todo lo que vos fuere posible... trateis de me enviar la mas suma de oro que vos fuere posible...”.5 Esta situación explica que Cortés se sienta en fin en posición de fuerza. Acabada o casi la conquista, cree que puede ejercer su poder con toda plenitud y es significativo el tono de su larga carta del 15 de octubre de 1524 (dicha carta reservada), la cual salvando el respeto al rey y los agradecimentos por las mercedes otorgadas, es más bien una refutación casi sistemática de las intrucciones recibidas en los meses anteriores. Incluso, Cortés no duda en avisar casi de entrada que “no se efectuo el real mandado de Vuestra Majestad hasta le ser consultado...”.6 Hasta después del anuncio del juicio de residencia, Cortés mantiene mucha independencia en su comportamiento y no cumple la orden de volver a España que le da la cédula de Toledo de noviembre de 1525, hasta 1528 cuando ya no se puede excusar. Al contrario, organiza la expedición de Las Hibueras y consigue más o menos para eso la anuencia real pero esta expedición resulta un desastre y fragiliza la postura de Cortés.. Todo cambia después del viaje a España. Muchas mercedes y honores, el título de marqués del Valle, la concesión de los 23.000 vasallos pero la pérdida del poder efectivo que va a pertenecer ya a la Audiencia (especialmente a la segunda Audiencia) y al Virrey. Desde entonces, la relación entre Carlos Quinto y Cortés resulta ser un diálogo de sordos. El emperador no contesta casi nunca a las cartas y memoriales del conquistador: la última carta propiamente dicha de Carlos está fechada del 1 de abril de 1529. Todas las quejas de Cortés, especialmente las que se refieren a los 23.000 vasallos, merced que está efectivamente cumplida sólo en parte por las autoridades de la Nueva España, están mediatizadas por la burocracia carolina. Incluso, el nuevo viaje de Cortés a España, su presencia continua en la Corte donde pudo a lo menos salvar su fama y su futuro histórico gracias a su amistad con López de Gomara, hasta su participación a la empresa malograda de Argel en 1541, donde estuvo a punto de perder la vida, no le sirvieron de nada a Cortés. La frustración del conquistador fue inmensa y se desprende con evidencia de los textos amargos de 1542 y 1543. Carlos Quinto encarna entonces frente al conquistador atrevido, Carlos Quinto y Hernán Cortés 1925 al audaz hombre de empresa que fue Cortés, el silencio del Estado burocrático cuyos funcionarios y agentes cuentan con la erosión implacable del tiempo. La amargura y la frustración de Cortés son fáciles de entender. Se puede tachar a Cortés de muchas cosas. Se pueden subrayar su afán de poder, su dificultad, casi su imposibilidad a aceptar que el poder civil sustituya al suyo. Se vio en su relación con el virrey Antonio de Mendoza: gracias al talento político y diplomático de éste, que aplicó con mucha moderación las instrucciones recibidas de la corona para limitar los poderes de Cortés (especialmente la cédula de Barcelona del 17 de abril de 1535), que intentó resolver el problema de la merced de los 23.000 vasallos de modo satisfactorio para el conquistador, el marqués y el virrey quedaron amigos de 1533 a 1539 y celebraron juntos con fiestas extraordinarias la paz de Aguas Muertas entre Carlos Quinto y Francisco I. Pero cuando el virrey pretendió impedir las expediciones de Cortés al Mar del Sur y organizarlas él mismo, lo que podía hacer puesto que el emperador le había dado poderes para sustituir a Cortés en su cargo de capitán general cuando le pareciera conveniente, la amistad se quebró. Cortés tuvo la convicción, no falsa, que se le quitaba la última expresión de su poder. Se puede tachar a Cortés una explotación excesiva y una dureza a veces despiadada para con los indígenas. Sin embargo, es indudable que su visión de los Méxicas fue una visión positiva. Se dio cuenta inmediatamente que se encontraba “en un medio de civilizacion mucho más avanzado que el de las Islas”, que conocía muy bien pues había vivido en Santo Domingo y Cuba de 1504 a 1519. Tuvo el mérito de informar al Emperador de modo objetivo: “entre ellos hay toda la manera de buena orden y policia, y es gente de toda razon y concierto... hay la manera casi de vivir que en España, y con tanto concierto y orden como alía”. Por otra parte, Cortés entendió rápidamente que los pueblos de la Nueva España eran muy distintos: asi los chichimecas le parecían tan bárbaros y de tan poca razon que era legítimo esclavizarles. Segun lo señala con acierto Ángel Delgado, “Cortés es quien por primera vez rompe el molde único del indio ingenuo y pacífico, y ofrece un abanico de opiniones ciertamente diverso, que va de la admiración hiperbólica al contundente desprecio”.7 La poca consideración de Cortés hacia las mujeres, que persiguió sin cesar como objetos de placer y poco más, y su ingratitud final para con la Malinche a quien debió tanto nos chocan. Todo esto es verdad y es también cierto, cosa natural, que hacía siempre una presentación de los acontecimientos favorable a sus decisiones y a sus acciones. En cambio es imposible poner en duda la lealtad del conquistador de México hacia la persona de Carlos Quinto. José Luis Martínez es acertado cuando escribe que estaba “imbuido... por la concepcion medieval de la fidelidad a todo trance al rey” y nunca pensó en “alzarse con la tierra”.8 Cortés no tiene nada que ver con Gonzalo Pizarro. Cuando él no publica las instrucciones recibidas de Carlos Quinto relativas al tratamiento de los Indios, que prohiben encomiendas y repartimientos (Instrucciones de Valladolid del 26 de junio de 1523), no se trata de una rebelión; al contrario, Cortés procura así que los conquistadores españoles no se levanten contra su rey y da la explicación a Carlos en su carta reservada.9 No hay ningun motivo de rehusar la interpretación de Ángel Delgado que afirma la unidad ideológica del proyecto cortesano, su “firme creencia de que la conquista responde al fiel cumplimiento de un imperativo cristiano e imperial”.10 Y es cierto que para él la Nueva España merecía ser tratada como un reino auténtico y no una provincia cualquiera. XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1926 Hernán Cortés tenía una conciencia exacta de las hazañas verdaderamente extraordinarias que había llevado a cabo. Decía y repetía, legítimamente, que había engrandecido más que ningún vasallo los dominios de su rey y aumentado sobremanera el número de sus súbditos, así que los recursos del soberano. Tuvo siempre mucho cuidado de reservar el quinto de su rey. Sin embargo este mismo rey ni siquiera se esforzaba en el cumplimiento de su propia merced, ya que las autoridades oficiales de la Nueva España, especialmente la Audiencia, discutían su derecho a varios pueblos de los que se le habían concedido. Incluso, se inquietaban que hubiese entre estos pueblos puertos de mar, como si Cortés hubiera amenazado en rebelarse. No contestaba a sus memoriales, a sus peticiones, a sus relaciones de méritos, en fin a sus quejas. “Veome viejo y pobre”, escribe este vasallo “que tan limpia y lealmente sirvio no sólo con la tierra que gano, pero con mucha cantidad de oro y plata y piedras de los despojos que en ella hubo...”. “No hay que responder”, comentó Cobos,11 y durante años y decenios, los herederos de Hernán Cortés pelearon en vano con la Corona mientras que muchas de las cláusulas del Testamento de Cortés (así la construcción del convento y de la escuela de Coyoacan) no se pudieron cumplir.12 Carlos Quinto no entendió bien a un hombre cuyo genio, a mi parecer, superaba con mucho el del Emperador. Carlos Quinto y Hernán Cortés 1927 NOTAS 1 Véase MARTÍNEZ, José Luis. Hernán Cortés, UNAM, Fondo de Cultura Económica, México, 1990. Y Documentos Cortesanos, Vol. 1 a IV, UNAM, Fondo de Cultura Económica, México, 1983-1988. 2 DELGADO GÓMEZ, Ángel. Cartas de Relación, Ed. Clásicos Castalia, Madrid, 1993. 3 Ídem, pp. 37-48. 4 Documentos Cortesanos, op. cit., Vol. 1, Nº 26, pp. 254-56. 5 Documentos Cortesanos, op. cit., Vol 1, Nº 32 y 33, pp. 275-76. 6 Ídem, Nº 30, pp. 265-71. 7 DELGADO GÓMEZ, Ángel. op. cit., pp. 30-34. 8 MARTÍNEZ, José Luis. Hernán Cortés, op. cit., p. 815. 9 MARTÍNEZ, José Luis. Documentos Cortesanos, Op. cit., Vol 1, Nº 30 y 36, pp. 265-71 y 285-95 10 DELGADO GÓMEZ, Ángel. Op. cit., p. 37. 11 MARTÍNEZ, José Luis. Documentos Cortesanos, op. cit., Vol. IV, Nº 289, pp. 267-70. 12 MARTÍNEZ, José Luis. Hernán Cortés, op. cit., p. 777. 1928 DIFERENCIAS TÁCTICAS Y ORGÁNICAS ENTRE EL EJÉRCITO DE CARLOS V Y EL DE CORTÉS EN LA CONQUISTA DE MÉXICO Jesús F. Salafranca Ortega La primera cuestión a dilucidar antes de profundizar en los hechos básicos que dan título a nuestro trabajo, es ponernos de acuerdo si Cortés dirigía una hueste o mandaba una unidad militar. La profesora García-Lomas, en las Primeras Jornadas de Historiadores Americanistas y en su conferencia “Las huestes de Hernán Cortés” resuelve fácilmente la diatriba inclinándose por el concepto de hueste y aduce como reforzamiento a su postura que “a fines del siglo XV el ejército no existe como institución reglamentada y conformada como tal”. Si por fines del siglo XV entendemos 1469, casamiento de los más tarde llamados Reyes Católicos, ó 1480 inicio de la Guerra de Granada, estamos totalmente de acuerdo con la profesora de la Universidad de Sevilla. Pero si entendemos como fines del XV, 1492 fin de la Guerra de Granada ó 1495 comienzo de las campañas de Italia, no podemos aceptar que el ejército -por lo menos español- no existía como institución reglamentada, pues ésa es precisamente la gran labor llevada a cabo, en un proceso lento pero gradual, por Gonzalo Fernández de Córdoba el creador, o mejor dicho el remodelador de los célebres Tercios de Infantería española.1 Sin olvidarnos de las Ordenanzas del 18 de enero de 1496 que según Quatrefages2 fueron la savia “de aquella maravilla estructura técnica en que se convirtió el mecanismo militar español”. Por tanto en 1519-20 la organización militar española estaba totalmente consolidada y sus tercios lo estaban demostrando táctica y estratégicamente en los campos de batalla europeos a las órdenes de Carlos V. No compartimos por tanto las aseveraciones de la profesora García-Lomas, ni por supuesto las de Silvio Zavala, Demetrio Ramos, Mario Góngora, Juan Marchena y Ramón Romero que apoyan la tesis de que la Hueste indiana surge de la Guerra de Granada, por el simple hecho de que no aceptamos ni el término ni el concepto de hueste, ni la división que se hace entre hueste real y hueste indiana. Es posible que en algún otro lugar de América hubiera que hablar de hueste, pero no en el caso de México y menos llamar hueste real a los Tercios españoles, primera institución militar reglada o de ordenanza desde la desaparición de las legiones romanas. También nos parece demasiado simple la diferencia que se establece entre los objetivos o fines de una y otra hueste. Dejemos la cuestión aquí y analicemos la maquinaria bélica de Cortés comparándola con la española de la época y veamos la genialidad y las innovaciones militares del vencedor de Tenochitlan, sabiendo además la nula, por no decir ninguna, formación castrense que tenía y que al igual que el Cardenal-Infante Don Fernando aprendería o intuía en el mismo instante de hacerse cargo de la expedición y enfrentarse a los dilemas de orden táctico. Alistamiento La forma de reclutar de Cortés no presenta novedad alguna con la empleada en España. Inca bandera con las armas reales “y luego mandó dar pregones y tocar trompetas y Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1929 atambores.... para que cualesquiera personas que quisiesen ir en su compañía....”.3 La diferencia estribaba que el recluta peninsular se alistaba bajo bandera capitana de un oficial con nombramiento real y el que acudió al pregón de Cortés se alistó bajo capitán nombrado por Velázquez, funcionario real en Las Indias. El alistamiento era por tanto un “acto que sólo podía efectuarse bajo la orden del rey, pues en él quedaba comprometido con sus soldados. En este aspecto, el sistema feudal estaba completamente anulado. Nadie podía dar el carácter regular a unas tropas armadas, sin autorización del rey”.4 El contrato de alistamiento -en España, Italia o en Las Indias- no establecía límite de tiempo.5 El soldado podía abandonar su campañía -pidiendo licencia- y el ejército podía prescindir de él dándole igualmente licencia. Esta norma de reclutamiento tan distinta de la de nuestros días habrá que tenerla muy presente cuando algunos soldados españoles y en varias ocasiones soliciten a Cortés licencia para volverse a Cuba. Soldada En España el soldado que se alistaba bajo la bandera de Carlos V, tenía derecho a una soldada o paga mensual.6 Por el contrario en los pregones de alistamiento de Cortés en Santiago y en Trinidad se promete “fama y riquezas”7 y en consecuencia los alistados no tenían derecho a salario reglado sino “a sus partes de oro, plata y joyas que se hubiese, y encomiendas de indios después de pacificados”.8 Esta especie de contrato específico y no tácito9 era lo usual en los ejércitos de Europa: remunerar al soldado con una parte del botín. Si admitimos por tanto que tenía ascendencia medial -cuestión que no discutimos-esta excecrable forma de pago, estuvo vigente en Europa hasta 1815, y el último ejército que la practicó fue el napoleónico que en cuanto entraba en campaña vivía a costa del país ocupado y practicando la rapiña. Uniformidad y equipo Los soldados alistados bajo las banderas de Cortés tenían que llevar sus armas y pertrechos. La mayoría de ellos no disponían de erario suficiente y por tanto fue Cortés el encargado de entregarles dichas armas y pertrechos.10 Este hecho le induce a Martínez a considerar a Cortés como un capitán-empresario, lo cual y en cierta medida lleva razón. La misma que lleva a Cortés a quedarse también -al igual que el rey- con un quinto de los rescates11 para resarcirse de los gastos. Sin embargo el material de aprovisionamiento y las armas que son entregados a los soldados han de pagarlas tarde o temprano con su personal peculio,12 lo que representa un cierto paralelismo con el soldado peninsular que recibía sus armas del rey -lo que originaba homogeneidad en el armamento- pero se les desquitaba su importe de la paga.13 La ya varias veces citada profesora de la Universidad de Sevilla nos dice que “por lo general, fueron escasas las expediciones que presentaban una homogeneidad en sus pertrechos de guerra. Ello se debió a que no poseían sus integrantes filiación militar ni capacidad económica... su vestimenta era de tipo civil”.14 Vayamos por partes. El que los alistados bajo las banderas cortesianas no poseyeran capacidad económica, no viene al caso ni nos conduce a ninguna causa-efecto, pues hoy en día los reclutas de México, por ejemplo, no poseen capacidad económica y reciben un buen y homogéneo equipo militar y un uniforme de gran textura. La homogeneidad en los pertrechos militares no se consigue al cien por cien hasta el siglo XVIII, por lo cual no nos debe llenar de extrañeza que no la hubiera en Las Indias donde tanta dificultad había para adquirirlos. Pero además en la XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1930 misma Europa rica en maestranzas y parques, el soldado español recibía como ya hemos indicado unas armas básicas y en cierta medida homogéneas, pero podía cambiarlas a su antojo para mejorarlas.15 La falta de filiación militar se cae por su peso; y que esta premisa nos conduzca a que por eso utilizaban vestimenta de tipo civil es desconocer la iconografía militar española del siglo XVI. Según Quatrefages -gran especialista en temas militares de la Modernidad- el soldado de los Tercios sólo tenía que preocuparse de alimentarse, vestirse y alojarse.16 ¿Vestirse?. ¿No le uniformaba el Ejército?. ¡Pues no!. Se le administraba un vestuario básico de diferentes colores -no uniforme- y el soldado adquiría las prendas suplementarias -capa, sombrero, plumas, botas, etc.- que le placía de tal forma que “no había uniformidad”;17 es decir, los soldados españoles de los Tercios iban con vestimenta civil pese a ser militares, siguiendo una vez más a Quatrefages, “los mismos teóricos -a coro- se manifestaban contra la idea de uniformar a los Tercios”.18 En este aspecto como en tantos otros los soldados de Cortés no presentaban diferencia con sus militones de Europa. Para dejar zanjado el tema aconsejamos que se mire con delectación el célebre cuadro de Velázquez “La rendición de Breda” más conocido como el “Cuadro de las lanzas” y se podrá observar con facilidad que ninguno de los dos ejércitos combatientes lleva uniforme. Jerarquías y Unidades Castrenses La diferencia entre hueste medieval y tropa moderna estriba además de su origen, concepto, reclutamiento e instrucción, en la reglamentación de su función por ordenanza y en la creación de unidades orgánicas al frente de oficiales ayudados por suboficiales y cabos. Entre el jefe y la mesnada no hay escalones de mando; entre el general y sus soldados existen jerarquías castrenses que mandan unidades menores. A finales del siglo XV en España se había resucitado la normativa militar romana, superándola en los Tercios y creando el empleo de suboficial (sargento) y la figura imprescindible del cabo. Hernán Cortés nombrado por Velázquez Capitán General de la Armada, se convierte en Capitán General de Ejército y Justicia Mayor por la voluntad democrática del cabildo de la Villa Rica de la Vera Cruz. Pese a que sólo tiene poco más de medio millar de hombres,19 los estructura militarmente en cinco compañías o capitanías al mando de los capitanes Pedro de Alvarado, Francisco de Lugo, Diego de Ordaz, Alonso de Ávila y Alonso Hernández de Puerto Carrero; compuesta cada una por cien soldados, de los cuales unos diez eran ballesteros y escopeteros. Nombra Maestre de Campo a Cristóbal de Olid y segundo cabo (Subjefe) a Alvarado.20 Asimismo nombra a Francisco de Orozco capitán de Artillería.21 Cortés pese a tener sólo un 20% de los efectivos de un Tercio ha seguido a rajatabla la normativa orgánica del ejército español del siglo XVI. El Tercio era mandado por un Maestre de Campo, auxiliado por un Sargento Mayor, empleo militar que al ser tan exiguo el Tercio de Cortés no fue creado. Vuelve a reiterar Cortés la estructura orgánica de su ejército en el alarde pasado antes del definitivo ataque a Tenochitlán, que se llevó a cabo en Tezaco donde contaba entonces con un millar escaso de hombres, que distribuye en tres grandes unidades de tipo batallón con tres capitanías de 50 soldados de rodelas y unos 7 escopeteros cada una, divididas a su vez en cuadrillas de 20 hombres al mando de un cabo, y unos 30 jinetes estructurados en cuadrillas de a 10. Cada una de estas grandes unidades llevaba su tambor y su alférez abanderado que ejercía las funciones de sargento mayor y bajo su dependencia y Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1931 subordinación unos 8.000 indios aliados;22 sin olvidarnos los artilleros que manejaban dos piezas.23 El exiguo ejército de Cortés no era evidentemente una hueste o mesnada medieval, aseveración que sale una vez más reforzada con las instrucciones para su armada de bergantines a los que dota a cada uno con un capitán, 25 escopeteros, 12 remeros y una pieza de artillería.24 Hasta aquí hemos hecho hincapié en demostrar que Cortés pese a su falta de formación militar, estructura y dirige un pequeño ejército igual o parecido al de Carlos V, en el que ha introducido algunas reformas estructurales, sobre todo en la escala de mando, pero ahora vamos a indicar sin más preámbulos lo que consideramos innovaciones militares de Cortés, alguna de las cuales revolucionaron la poliercética y no han vuelto a repetirse hasta los siglos XIX y XX y cuyos campos a grosso modo son: I. Democracia militar II. Armamento III. Instrucción táctica y de combate IV. Fuerzas Regulares Indígenas I. Democracia militar Podrá sorprender a primer vista este epígrafe porque en principio los dos conceptos parecen antagónicos, pero no lo fueron en la sociedad ateniense ni en las estructuras militares de los bereberes norteafricanos, que no en balde estuvieron casi ocho siglos en la Península Ibérica. El fenómeno de democracia militar fue estudiado por Abderramán Ibn Jaldun en su “Historia de los bereberes”, señalando la creación de un pacto de “Primus inter pares” entre la hueste guerrera y su jefe que provoca un concepto tribal del mando y un espíritu de cuerpo que se conserva incólume mientras el jefe no se desvíe del acuerdo original y oiga a sus hombres como iguales y libres. Posiblemente este espíritu de libertad individual perdurará, transmitiéndose en tierras ibéricas al resto de las etnias de la España musulmana y también a los cristianos, pues según Madariaga en el siglo XVI “España era entonces un país hondamente democrático en el que cada hombre era dueño de sí mismo”.25 Concepto en el que incide e insiste varias veces a lo largo de su obra.26 Aceptamos plenamente las ideas de Madariaga respecto a la cualidad de hombres libres de los españoles del XVI -no olvidemos que en Castilla no hubo feudalismo- y también de las raíces democráticas de los castellanos, tan distintas, por supuesto de las de los tiempos actuales. Y también aceptamos esa ósmosis del espíritu de democracia militar berebere. Pero sobre todo el eje fundamental de esa democracia estribaba en el hecho de que se realizaba entre hombres libres a los que se consideraba caballeros por el hecho de elegir el difícil y peligroso camino de la milicia. El soldado, mejor diremos el espíritu del soldado gentil-hombre27 de los Tercios españoles de Italia cruzó el océano y se aposentó en Las Indias. Cortés cuando habla y arenga a sus hombres, no lo hace como el general que dirige vibrante alocución a sus soldados para enardecerlos antes de entrar en combate, sino por el XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1932 contrario las arengas de Cortés se dirigen al corazón de los hombres tratándolos con respeto -“Señores, soldados”, “Hermanos y caballeros”- y recordándoles su condición de españoles y cristianos, confiando plenamente en ellos. Es decir, Cortés sella y funde en cada arenga o parlamento el pacto de “Primus inter pares” y por si fuera poco les explica el orden de combate, su preparación, sus fines, objetivos e incluso su alcance político. Discurso éste que en el resto de los ejércitos iba destinado sólo a los oficiales.28 Ésta es precisamente la primera y primordial novedad que introduce Cortés en su ejército. Novedad que desaparecerá del panorama castrense y que resucitarán los israelíes para su pequeño ejército en 1948. Leyendo con detenimiento cualquiera de los libros que tratan sobre la conquista de México son muchísimos los ejemplos que afloran sobre la democracia militar, y que lógicamente dirige con sutilidad Cortés, pero uno de los más significativos es el parlamento que los soldados le dirigen solicitándole sin más dilación la marcha sobre México, y que “Cortés, en su respeto escrupuloso por las formas democráticas organizó un plesbicito en regla”.29 Ni que decir tiene que hubo unanimidad en el voto positivo. Bien sabemos que este aspecto de democracia militar choca frontalmente con las ideas de ciertos historiadores, en especial los mexicanos que más que democracia opinan que el ejército o las huestes de Cortés como inexactamente denominan estaban sumidas en la indisciplina, la cual fue cortada gracias a las Ordenanzas militares promulgadas por Cortés el 26 de Diciembre de 1520. Nada más lejos de ello. Estamos estudiando un ejército del siglo XVI y no del XX. La disciplina no es... o mejor dicho no era para los españoles de aquella época el reflejo de una obediencia ciega como se entiende hoy según el clásico esquema prusiano, máxime cuando los españoles cumplían a rajatabla la disciplina de fuego y de combate, disciplina que les salvó de perecer en Tlaxcala y Otumba. Pero fuera de las entradas, marchas, formaciones y combates, los españoles eran arrogantes y a veces impertinentes y sobre todo tenían un talante democrático en los parlamentos. El mismísimo Cortés da ejemplo de ese carácter democrático trabajando en la construcción de Veracruz como uno más y hasta llevando las populares alpargatas con la que se calzaba su ejército,30 pero sobre todo en las escaramuzas y batallas, combate personalmente -con riesgo de su vida- comportándose más como un jefe de batallón que como un general en jefe.31 Esto es una de las cosas que los soldados agradecen más de sus jefes que compartan sus penalidades y den ejemplo, rememorando aquella antigua consigna militar de que la orden más inmediata de un superior es el ejemplo y Cortés lo daba en demasía sobre todo en combate demostrando que era además un jefe nato, un auténtico líder guerrero. II. Armamento Es bien conocida la creencia de que uno de los elementos esenciales de la derrota de los mexicas ante los españoles se debió a la superioridad de las armas de fuego de estos últimos. Nada más lejos de la realidad. No negamos -como es evidente- que en las primeras algaradas los indios se asustaran y huyeran ante los primeros disparos -de arcabuz o de cañón- pero no fue así a lo largo de toda la campaña, razón por la cual no podemos aceptar la aseveración de Martínez de que “los mexicas estaban destinados a la derrota por la ventaja de las armas españolas” y mucho menos el tremendo disparate de Walter Krickeberg -aceptado por Martínez- que “las armas atómicas de entonces se llamaban mosquetes y culebrinas”.32 ¿También los soldados británicos del general Chelmsford en Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1933 1879 poseían un arma atómica llamada fusil “Remington”?. Y eso, que no hay ni punto de comparación entre el arcabuz y el remington que era un fusil de aguja con fulminante de retrocarga que disparaba balas de 11 m/m33 con una frecuencia de tiro de 15 segundos, frente al arcabuz que era un arma de mecha y avancarga con una frecuencia de tiro de 2 a 3 minutos y con la desventaja de que al mojarse se inutilizaba, lo cual ocurría en México frecuentemente sobre todo en la época de las lluvias. Pues bien, pese a poseer ese moderno fusil -para la época-, todo un ejército británico de 6.000 hombres pereció en Isandhwhana frente a unas huestes zulúes numéricamente superiores armados la mayoría con escudos, lanzas y azagayas.34 No haremos más comentarios, el ejemplo es elocuente por sí mismo. Pero aunque el arcabuz hubiese sido tan mortífero como lo fue cinco siglos más tarde la ametralladora “maxim”, en el alarde de Cozumel -10 de febrero de 1519- es decir al inicio de la campaña de conquista -Cortés contaba con 4 falconetes- pequeños cañones y nada más y nada menos que el portentoso número de 13 arcabuces.35 En el alarde que se hace en Tlaxcala el número de arcabuces asciende a 8036 “con bien poca pólvora”.37 Y en el ataque final a Tenochitlán momento culminante de la campaña se vuelve a realizar un nuevo alarde y el número de arcabuces ha descendido, pues hubo 118 ballestas y escopeteros.38 Suponiendo la mitad de uno y otro, no más de 60 arcabuces, lo cual seguía siendo un número ridículo. Pero estos números son para estadística histórica pues por ejemplo en la campaña de Tapeaca no se pudieron emplear las armas de fuego por no haber pólvora;39 y en la batalla de Tabasco nos lo aclara perfectamente Solís cuando nos dice gráficamente que “no bastando los arcabuces y las ballestas a detenerlos (a los indios), se llegó brevemente a las espadas”.40 El mismo Solís continúa indicándonos que en la batalla de Otumba “hicieron mayor daño las espadas y las picas”41 que lógicamente los arcabuces y ballestas. Arma ésta de gran potencia de tiro, pero lenta; un disparo cada 30 ó 50 segundos frente a los 6 ó 7 flechazos de un arquero en medio minuto. Evidentemente los arcabuces, ballestas y culebrinas no fueron las armas “atómicas” de la época, y aquí cerramos la cuestión, sin dejar de plantearnos ¿cuáles fueron entonces las causas de la derrota?. Fueron a nuestro modo de ver las siguientes: Los españoles poseían: a) Una alta moral de combate y una férrea disciplina de fuego b) Superioridad táctica y estratégica c) Superioridad técnica y de instrucción d) Ventaja logística e) Habilidad cortesiana para atraerse aliados y convertir la conquista en guerra civil. Hace algunos años el historiador y académico hispano-mexicano Juan A. Ortega y Medina nos comentaba que el éxito militar de Cortés no se debió sólo a la superioridad de sus armas de fuego o a sus caballos, sino sobre todo y fundamentalmente a que con Cortés venían Alejandro, Aníbal, César, Almanzor y el Gran Capitán, indicándonos de esta forma gráfica y metafórica que toda la táctica y la enseñanza militar de Europa a través de los siglos la poseía y conocía Cortés. Frente a esta táctica, la indígena no había pasado la fase XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1934 elemental de la caza.42 El combatiente indio cometió el error de intentar capturar a los españoles para sacrificarlos a los dioses en vez de aniquilarlo como hacían los españoles que “no daban golpe sin herida, ni herida que necesitase de segundo golpe”.43 En consecuencia y para acabar con esta argumentación, dos fueron las causas determinantes de la victoria española sobre los antiguos mexicanos: 1º) La habilidad cortesiana en atraerse aliados, convirtiendo la conquista en guerra civil de tal forma que hacemos nuestra la frase: “la conquista la hicieron los indios y la independencia los españoles”.44 2º) La teoría indígena de “cazar” al combatiente en vez de acabar con él. Como botón de muestra el rezultado de la función de Tabasco: más de 800 indios muertos, frente a 2 muertos y 70 heridos de parte española.45 Esta vez la fría elocuencia de los números son tremenda y definitivamente clasificadora. Hasta ahora no hemos visto las innovaciones de Cortés en orden a mejorar y perfeccionar el armamento, y en este aspecto la genialidad y adaptabilidad del conquistador es asombrosa, su principal innovación consiste en adoptar el armamento y equipo de los indígenas. Sin más preámbulos y a grosso modo éstas fueron: 1.- Se adopta la lanza de los chinantecas de 2 m y se sustituye su punta de obsidiana por 2 puntas de cobre haciéndola más mortífera.46 2.- Se utilizan chalecos indios antiflechas, los llamados por los españoles “escaupiles”47 y se calzaban con una especie de alpargata indígena llamada “huarache”. 3.- Se utilizan las rodelas indígenas.48 4.- Se ordena la lucha cuerpo a cuerpo, para evitar las largas espadas de obsidiana de los indios.49 5.- Se arma a la infantería en el sitio de Tenochitlán con lanzas largas indígenas. A fuerza de ser cansinos y repetitivos afirmamos una vez más que la derrota de los antiguos mexicanos no vino por ninguna superioridad “atómica”. Pero no acaban aquí las innovaciones de Cortés, pues aún tuvo la genialidad de proyectar dos más: la invención y construcción de unos carros de asalto y de unos bergantines. ¿Carros de combate?. Juzgue el lector por sí mismo. Durante el ataque al cuartel español en Tenochitlán, Cortés mandó construir “unos carros de asalto (de madera) que llevaban cada uno 20 hombres dentro, ballesteros y escopeteros, y otros con picos y azadones y varas de hierro para oradar casas y derrocar albarradas”.50 Estamos por tanto ante un antecedente prematuro de un moderno carro de combate o si se nos apura de un T.O.A (Transporte Oruga Acorazado) que al igual que los actuales tenía cabida para un pelotón de infantería de asalto o de ingenieros-zapadores. Tácticamente Cortés empleó los carros de asalto como punta de lanza de un ataque frontal a la calzada de Tacuba protegiendo y despejando el camino a la infantería que le precedía. Cuesta trabajo admitir un salto cronológico de 400 años para que la ingeniería militar resucite el viejo proyecto de Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1935 Cortés y reaparezca el carro de combate (aunque de acero) en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial. Del otro ingenio militar: el bergantín, hemos respetado la denominación histórica, pero nos puede confundir, pues más que bergantín fue el primer precedente de una lancha rápida armada. Veamos sus características técnicas. Tenían 12 m de eslora, 2'5 de manga, calado de 70 cm y altura libre 1'12 m de velas. Iba armado con un pequeño cañón y tripulado por un capitán y 12 remeros, reforzado por un pelotón de 25 infantes51 ¿de Marina?. Sí es así, otra innovación de la que trataremos más adelante. Y sobre todo era una lancha muy veloz. Al igual que los carros de asalto, este ingenio militar cortesiano tardaría siglos en utilizarse y perfeccionarse. Y como siempre una audacia repetida, las lanchas o bergantines fueron transportados por tierra hasta el lago, superando todas las dificultades de tan embarazoso transporte. III. Instrucción táctica y de combate En este campo las novedades fueron mayores pues Cortés aprendía, improvisaba e innovaba sobre el propio terreno a tenor de las dificultades y necesidades de la campaña. Fijaremos nuestra atención en siete puntos esenciales: 1.- Autonomía logística 2.- Retirada estratégica por escalones 3.- Rapidez de marcha 4.- Creación de batallones de tres compañías 5.- Táctica anfibia 6.- Ataque nocturno u operación de comando 7.- Mejoras en la disposición táctica del cuadro de combate 1.- Autonomía logística En el avance hacia Tlaxcala cuando se encuentran con la doble muralla que daba franqueo a la entonces república enemiga, organiza Cortés el tren de marcha con jinetes gastadores en vanguardia, seguidos por el alférez abanderado después del cual marchaban los infantes formando un cuadro defensivo protegido por ballesteros y arcabuceros. En el centro del cuadro iba la artillería, y cerrando la marcha los auxiliares indígenas que transportaban la impedimenta y los bastimentos.52 Precisión determinante en una columna de marcha que le proporcionaba autonomía logística sin necesidad de bases de apoyo y suministro en retaguardia. 2.- Retirada estratégica por escalones Algunos autores opinan que en las ocasiones de peligro como por ejemplo en la de Tacuba, más conocida por la “Noche Triste” hubo más desbandada que retirada o a lo sumo admiten el concepto de marchas forzadas. XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1936 Evidentemente toda retirada se lleva a cabo mediante marchas forzadas para intentar poner a salvo el mayor contingente posible, pero dentro de una férrea disciplina de marcha donde los combatientes siguen encuadrados en sus unidades naturales obedeciendo y reconociendo a sus oficiales orgánicos. Si hubiera habido desbanda en vez de retirada estratégica por escalones,53 los españoles habrían muerto con las espaldas atravesadas por las armas indígenas y hubieran perecido todos en la batalla de Otumba, lo que patentemente no ocurrió. En julio de 1921 -curiosa y exactamente cuatro siglos más tarde- un ejército español en desbandada pereció a manos de los rifeños. No hubiera habido tal desastre de Annual si se hubiera realizado una retirada estratégica como la llevada a cabo por Cortés que dió lugar a la función de Otumba. 3.- Rapidez de marcha Una de las claves del éxito de un ejército consiste en poder llegar a tiempo, en el momento oportuno y en condiciones óptimas al combate o al punto de encuentro estratégico. Esta cuestión ha sido y sigue siendo el quid fundamental que permite a un ejército triunfar o fracasar. Es decir, beber las mieles de la victoria o apurar la hiel de la derrota. Por ello las dos maquinarias bélicas más perfectas que han existido en la historia militar de la humanidad perfeccionaron la marcha en formación de columna -siempre preparadas para el combate o la celada- y la velocidad de la misma. La legión romana llegó a desarrollar una velocidad de marcha de 36 Km diarios. El Tercio español estableció en un reglamento orgánico una velocidad de marcha - dependiendo del terreno y del clima- que oscilaba entre un mínimo de 30 Km y un máximo de 40 Km al día. Cortés estableció y consiguió en su formación de columna la misma velocidad que el de los Tercios españoles. De 30 a 40 Km por día. Si tenemos en cuenta que Cortés realizó sus marchas estratégicas la mayoría de las veces campo a través y con las dificultades intrínsecas adherentes y no por caminos, vías o carreteras, como sucedía en Europa, el ejército de Cortés había superado en velocidad a sus compañeros del otro lado del Atlántico. Ese tren de marcha de casi 40 km diarios permitió a Cortés salir de Tenochitlán, vencer a Narváez y regresar a México en un tiempo que podemos considerar un auténtico record para la época. 4.- Creación de batallones de tres compañías En los Tercios españoles las unidades orgánicas y tácticas era la compañía y el Tercio y sólo ocasionalmente se encargaban misiones a unidades inferiores como dos compañías o medio Tercio. Cortés una vez más se adelanta a su tiempo y crea la unidad de tipo batallón en el sitio de Tenochitlán, triplicando la eficacia de un reducido ejército al crear tres frentes de ataque. El primero, el de Tacuba, al mando de Pedro de Alvarado con las compañías de Jorge de Alvarado, Gutierre de Badajoz y Andrés de Monjaraz, más dos piezas de artillería y unos millares de auxiliares Tlaxcaltecas. El segundo, el de Coyoacán, al mando de Cristóbal de Olid, con las compañías de Francisco Verdugo, Andrés de Tapia y Francisco Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1937 Lugo, además de un exiguo escuadrón de caballería, dos cañones y algunos millares de indios confederados. Y en el frente de Iztapalapa, puso el mando en manos de Gonzalo de Sandoval, con las capitanías de Luis Marín y Pedro de Ircio, al que reforzó con un pequeño escuadrón de caballería y como era usual un fuerte contingente de algunos millares de indios aliados.54 Más tarde estas unidades fueron reforzadas con los trece bergantines, pues cuatro fueron puestos a las órdenes de Alvarado, otros tantos a las de Gonzalo de Sandoval y los cinco restantes fueron destinados al frente de Coyoacán que mandaba Cristóbal de Olid en donde combatía el mismo Cortés.55 Dos siglos tendrían que transcurrir para que volviera a crearse en España el batallón como unidad orgánica y aún así no fue una genialidad militar española, pues la inspiración -si es que la hubo- nos llegó de Francia, ya que los Borbones españoles copiaron el sistema militar francés a base de regimientos, batallones y compañías. 5.- Táctica anfibia En abril de 1521 el ejército de Cortés atraviesa las sierras en dirección al valle de México y toma contacto con el enemigo en el lago de Xochimilco. El combate se generalizó y duró “tres días sin descanso ni siquiera por las noches con su táctica anfibia, sus ataques y defensas ya por tierra ya por agua, en canoas, calzadas, puentes y tierra firme”.56 Los españoles por indicación de su general habían adoptado una vez más la táctica anfibia de los mexicas y combatían a pie o en canoa combinando ambos sistemas que se perfeccionarán en el sitio de Tenochitlán. No deja de ser curioso que unos cincuenta años más tarde concretamente, el Maestre de Campo Mondragón, el 27 de junio de 1575 y en Flandes “se apoderaba de los polders de klundert, Fynaard y Ruigenhil con aquella nueva táctica que pudiera llamarse anfibia, pues participaba de terrestre y acuática, maniobrando las tropas con agua a la rodilla, cuando no al pecho”.57 Hazaña que se repetiría el 28 de septiembre del mismo año cuando los soldados españoles cruzan a pié los brazos del Escalda y toman las islas de Duivelan y Zierikree.58 Nueva táctica anfibia llama Almirante a la utilizada por los españoles en Los Países Bajos en la última mitad del siglo XVI. ¿No sabía este historiador militar que dicha táctica anfibia la había utilizado Hernán Cortés en el sitio de Tenochitlán?. Al parecer no, y no nos extraña pues en su obra Historia Militar de España las guerras de México y Perú no aparecen por ningún parte, como si no hubiesen sido llevadas a cabo por españoles. 6.- Ataque nocturno u operación de comando Al igual que en el punto anterior existe un cierto paralelismo entre el ataque nocturno de Cortés al ejército de Narváez y el asalto nocturno de Fernando de Avalos marqués de Pescara en Melzo (Italia). Aunque esta vez con una pequeña diferencia de años: en 1520 la acción de comandos de los hombres de Cortés y en 1524 la de la “encamisada” de Pescara.59 Una vez más Cortés se adelantaba a un empleo táctico desconocido hasta entonces. Veamos cómo ocurrió de la pluma de uno de los últimos biógrafos del genial y controvertido extremeño: “Poco después de la medianoche y en silencio Cortés decidió el asalto que debió ser semejante a una operación de comando en la que cada uno de sus capitanes, Pizarro, Sandoval y Velázquez de León, cumplieron con rapidez y precisión su XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1938 tarea”.60 Se consiguieron los objetivos a plena satisfacción con premisas: ataque nocturno, silencio y disciplina en la marcha de aproximación, factor sorpresa, y escasas bajas propias,61 rapidez en el ataque, y pocos efectivos. Estas arriesgadas y peligrosas acciones se realizaron por los españoles centenares de veces en Flandes y tales acciones se llamaron emboscadas o “encamisada”. Se trataba de enviar por la noche al campo enemigo una tropa numéricamente débil, pero muy selecta. Para “efectuar todas las destrucciones que debilitaran y desmoralizaran al enemigo”, cómo abatir el mayor número de hombres, “incendiar instalaciones, volar polvorines, etc...”.62 Para evitar el brillo de las armas cada soldado se ponía una camisa por encima de la coraza, de ahí el nombre de “encamisada”.63 El objetivo de Cortés en la noche del 29 de mayo de 1520, de su ataque sorpresa al real de Narváez en Cempoala era más ambicioso: derrotarlo totalmente e incorporar a los seguidores de Narváez a los de su parcialidad. Sin embargo, el método empleado fue el mismo que se repetiría años más tarde en Italia o Flandes. “¡Con unas pocas veintenas de soldados malamente vestidos, fatigados con marchas forzadas y toda clase de desventajas personales, faltos de armas y pertrechos militares, había atacado en sus propios cuarteles, derrotado y hecha prisionera a toda la fuerza enemiga, triple de la suya, bien provistos de artillería, admirablemente equipada y completa en todas las misiones de guerra!”.64 El comentario de Prescott es elocuente por sí solo, y creemos que cierra la cuestión. 7.- Mejoras en la disposición táctica del cuadro de combate El escuadrón o cuadro de combate se podía estructurar de muchas formas distintas, pero la infantería española utilizó los siguientes dispositivos: a) Cuadro de gente b) Cuadro de terreno c) Cuadro gran frente d) Cuadro prolongado Sin desdeñar a otros, como por ejemplo: - El cuadro de gente con volante - El cuadro de gente con cruz, etc...65 En líneas generales el escuadrón de combate más utilizado fue el cuadro de gente reforzado con mangas de arcabuceros cuyos disparos a quemarropa eran temibles...”.66 Gráficamente operaba así: Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1939 A = Arcabuceros = Infantería = Caballería = Artillería Cortés va a formar un cuadro de combate adoptándolos al escaso contingente con que cuenta y lo establece del siguiente modo: Las novedades son primordiales; las mangas protegen a las líneas de infantes que forman el cuadro y a su vez estos salvaguardan a la artillería y caballería, abriéndose los peones cuando es necesario para dejar salir a los jinetes o para el buen funcionamiento del fuego artillero.67 Cortés ha estructurado de tal forma su cuadro táctico que lo ha convertido en una unidad mixta y autosuficiente de combate, lo que hoy se llamaría una unidad de intervención rápida, adelantándose una vez más en cuatro siglos a innovaciones tácticas. IV. Fuerzas regulares indígenas No cometemos ningún dislate histórico si afirmamos que Cortés desde el primer momento, o mejor dicho desde las primeras derrotas de los indios y desde el instante de su pacificación y aceptación de obediencia al rey de España, se sirve de ellos y los utiliza como fuerzas regulares indígenas -aunque la denominación tarde todavía cuatro siglos en usarse- prestando a los españoles los siguientes servicios: XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1940 1.- Como fuerzas aliadas 2.- Actúan como zapadores, intendentes e ingenieros 3.- Cubren el hueco de la sanidad militar 4.- Se forman unidades de fuerzas auxiliares indígenas al mando de oficiales españoles. 1.- Como fuerzas aliadas En todas las campañas Cortés va a disponer además de su exiguo ejército de un número considerable de fuerzas indígenas aliadas encuadradas en unidades bajo sus propios mandos y tácticas. Así 1.500 cempoalenses y unos 300 Ixtacamaxtitlanos forman parte de su contingente en el primer enfrentamiento contra la república de Tlaxcala.68 Más tarde y ya convertidos en aliados incondicionales 4.000 Tlaxcaltecas marchan subordinados a Cortés hacia Tenochitlan69 y así continuaron hasta el final de la campaña, conjuntamente con otras minorías indígenas,70 como Tezcocanos, Chocaltecas, Huejotzingos y Chinantecas. 2.- Actúan como zapadores e intendentes e ingenieros Independientemente del número de auxiliares indígenas que participan como combatientes o mejor dicho en unidades orgánicas de combate, también los pueblos indígenas aliados proporcionaron a Cortés unos centenares de indios para servicios auxiliares, que fueron empleados en principio como portadores o tamemes, encargados de transportar la impedimenta y la artillería71 y como naborias o asistentes para preparar la comida y el alojamiento de los españoles.72 Hemos utilizado intencionadamente el término asistente (soldado que a partir del siglo XVIII y prácticamente hasta hace unos pocos años realizaba las funciones de criado de un oficial) para testimoniar el antecedente cortesiano de una función que aún tardará dos siglos en aparecer en el panorama castrense español. Pero sobre todo y ante todo se les empleó con profusión en acciones propias de zapadores como fueron: construir bergantines, canoas, xacales, trincheras, empalizadas y campamentos.73 Ni que decir tiene que sin el apoyo sistemático y eficaz de estos intendentes, zapadores e ingenieros indígenas no hubiese sido posible la victoria de los españoles. 3.- Cubren el hueco de la sanidad militar Aunque en el sitio de Tenochitlán los españoles contaban con un cirujano, un boticario-barbero y una curandera (enfermera), Isabel Rodríguez,74 el servicio de sanidad militar - como se denomina en la actualidad- también estuvo regido por los auxiliares indígenas que construyeron camillas; evacuaban a los heridos, curándolos con yerbas medicinales y con untos de indios muertos75 y enterraban los cadáveres de los combatientes.76 Tan primordial fue la labor en este campo de los indígenas que no pocos españoles y caballos salvaron sus vidas gracias a la farmacopea india. Entre esos numerosos españoles el propio Cortés que después de la batalla de Otumba, estando de descanso en Tlaxcala se le infectó una herida que había sufrido en dicha acción campal llegándose a temer por su vida lo que evitó la medicina empírica de los médicos Tlaxcaltecas.77 Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1941 4.- Se forman unidades de fuerzas auxiliares indígenas al mando de oficiales españoles Independientemente del uso de fuerzas auxiliares indígenas dirigidas por sus propios jefes, Cortés da muestra de otra de sus genialidades innovadoras formando unidades indígenas instruidas al modo táctico europeo y al mando de oficiales españoles. En el ataque nocturno a Cempoal contra las tropas de Narváez Cortés había dispuesto la formación de un contingente de 1.500 Chinantecos que al mando de un soldado distinguido llamado Barrientos debían dirigirse al real de la función, y aunque afortunadamente “llegaron tarde -así no tuvieron que matar a españoles- para influir sobre las suertes de las armas, su prestancia y disciplina -a su paso por las avenidas de Cempoal en filas de tres en tres, dos lanceros y un ballestero, al sonido ritmado de sus tambores de madera y sus trompetas de canela, al brazo unas rodelillas, vistosos plumajes en la cabeza, banderas desplegadas, dando gritos y silbos y diciendo a voces: “¡Viva el Rey nuestro señor y Hernando Cortés en su real nombre!”- produjeron hondo placer en los veteranos y dieron mucho que pensar a los soldados nuevos”.78 La instrucción de Barrientos había dado su fruto, pues los indígenas habían aprendido a desfilar, con una buena distribución de sus ballesteros protegidos por los lanceros. Pero no va a ser esta -la de Cempoal- la única ocasión de encuadrar a indígenas al mando de españoles, pues será una constante que se repetirá a lo largo de toda la campaña. Durante el sitio de Tenochitlán -como ejemplo más clarividente- dispone Cortés de un contingente de 6.000 Tlaxcaltecas (aunque algunos autores lo aumentan a 10.000) encuadrados, entrenados y mandados por dos oficiales españoles Ojeda y Márquez que dieron un magnífico resultado pues combatieron con eficacia, disciplina, ardor y valor.79 Las mejoras de orden táctico y técnico de estas unidades precedentes de las Fuerzas Regulares Indígenas que franceses y españoles crearon en el Norte de África a finales del siglo XIX y principios del XX fueron las siguientes: - Mejoran su armamento al guarnecer con moharias de cobre sus largas picas.80 - Se organizan en compañías al mando de cabos españoles para misiones específicas.81 - Se les instruye militarmente según la táctica española de combate. - Tácticamente se subordinan a las tropas españolas. ¿Cuál fue el resultado de estas unidades indígenas mandadas e instruidas por oficiales españoles?. Tuvieron una actuación magnífica derrotando casi siempre a sus enemigos mexicanos causándoles numerosísimas bajas y una gran mortandad a diferencia de las sufridas por ellos que se establecieron al mismo nivel que la de los españoles y a los hechos nos remitimos. En la campaña de Tepeaca “los Tlaxcaltecas pelearon tan valerosamente; y lo que más se pudo extrañar, tan atentos a las órdenes, que a fuerza de su mejor disciplina, murieron solamente dos o tres de su nación”.82 Y en esta función los españoles no utilizaron ni arcabuces ni cañones por falta de pólvora,83 lo que demuestra palpablemente que aún sin armas de fuego los españoles y sus aliados indígenas eran superiores gracias a su arma atómica, es decir la disciplina y la táctica. XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1942 Podemos concluir por tanto con las siguientes premisas: 1º.- Cortés manda una unidad militar y no una hueste. 2º.- Las armas “atómicas” de los españoles fueron: la táctica, la disciplina y la estrategia. 3º.- Cortés fue el precursor de Las Fuerzas Regulares Indígenas de tipo colonial que ingleses y franceses crearon en el siglo XIX en la India y Argelia, y los españoles en el XX en el Norte de África. 4º.- Cortés proporcionó un sentido de unidad entre sus aliados indígenas, que podría interpretarse como el antecedente del futuro ejército mexicano. 5º.- Cortés conquista México mediante una guerra civil. Pero queremos que sea otro autor, por cierto poco proclive a ensalzar a Cortés, el que apoye nuestra argumentación y cierre con su pluma el presente trabajo. .... la evidencia es de que esta guerra la hicieron principalmente Tlaxcaltecas y Tezcocanos, y los otros aliados menores, contra mexicas y Tlatelolcas, indios contra indios; y que Cortés y sus soldados, marinos, carpinteros y herreros se limitaron a planear la estrategia, a contribuir con su técnica y la superioridad de sus armas y sobre todo, a dirigir y organizar las acciones militares. Las fuerzas de choque, las que asaltaban y robaban, reparaban puentes y cegaban cortaduras, arrasaban y quemaban construcciones, cortaban y aserraban madera, transportaban bergantines a través de los montes, armaban trabucos,84 arrastraban cañones, alimentaban a los españoles y morían en primer lugar, fueron los indígenas. La conquista de México hubiera sido imposible sin el apoyo indígena, y por supuesto sin la conducción de Cortés y el arrojo decidido de sus capitanes y soldados. Cortés tuvo el acierto de obtener y organizar la colaboración indígena. Logró que lucharan los indios entre sí, conducidos por los españoles, para sojuzgar al México antiguo. Arturo Arnáiz y Freg solía decir: “La conquista de México la hicieron los indios y la independencia los españoles.”85 Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1943 BIBLIOGRAFÍA CORTÉS, H. Cartas de relación. Edt. Porrúa. México, 1978. DÍAZ del CASTILLO, B. Historia de la conquista de Nueva España. Edt. Porrúa. México, 1980. GARCÍA-LOMAS, C. “Las huestes de Hernán Cortés” en América, hombre y sociedad. Diputación Provincial de Granada. S.H.M. Granada, 1988. LACOSTE, Y. El nacimiento del tercer mundo: Ibn Jaldún. Edt. Península. Barcelona, 1971. MADARIAGA, S. Hernán Cortés. Edt. Sudamérica. Buenos Aires, 1973. MARTÍNEZ, J.L. Hernán Cortés. UNAM y F.C.E. México,1990. PEREYRA, C. Hernán Cortés. Edt. Porrúa. México, 1976. PRESCOTT, W. Historia de la conquista de México. Edt. Porrúa. México, 1970. PODDU, R. El soldado gentilhombre. Edt. Argós-Vergara. Barcelona, 1984. QUATREFAGES, R. Los Tercios. Edt. Ejército, Madrid, 1983. SEGRELLES, V. Armas que conmovieron al mundo. Edt. Afha. Barcelona, 1973. SOLÍS, A. de. Historia de la conquista de México. Edt. Porrúa. México 1978. XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1944 NOTAS 1 MONTGOMERY, Mariscal. Historia del Arte de la Guerra. Aguilar. Madrid, 1969. pp. 213-225 y Francisco LANUZA CANO El Ejército en tiempo de los Reyes Católicos. Geos. Madrid, 1953. pp 215- 221; 237-241; 243-251. Por el contrario para un estudio de las huestes véase Historia del Ejército Español. T. II. Servicio Histórico Militar. Madrid, 1984. pp 47-59. 2 René QUATREFAGES. Los Tercios. Ejército. Madrid 1983. p. 61 y LANUZA Op. cit. p 237. 3 Salvador de MADARIAGA. Hernán Cortés. Sudamérica. Buenos Aires 1973. p. 136. 4 QUATREFAGES. Op. cit. p. 127. 5 Ibídem. p 126. 6 Ibídem. p 127. 7 MADARIAGA. op. cit. pp 139. 8 Cristina GARCÍA LOMAS. “Las huestes de Hernán Cortés”. I Jornadas de Historiadores Americanistas. Diputación Provincial de Granada 1987. p 160. 9 José Luis MARTÍNEZ. Hernán Cortés. UNAM. FCE. México, 1992. p 139. 10 MADARIAGA. Op. cit. p 136. 11 MARTÍNEZ. Op. cit. p 140 y GARCÍA LOMAS. Op. cit. pp. 160-162. 12 MADARIAGA. Op. cit. p 537. 13 QUATREFAGES. Op. cit. p 181. 14 GARCÍA LOMAS. Op. cit. 162. 15 QUATREFAGES. Op. cit. p. 181. 16 QUATREFAGES. Op. cit. p. 362. 17 QUATREFAGES. Op. cit. p. 362. 18 QUATREFAGES. Op. cit. p. 363. 19 Bernal DÍAZ del CASTILLO en “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”. Porrúa. México 1980. p. 42. En el primer alarde mandado hacen por Cortés en tierras americanas (Cozumel) la expedición está compuesta por 508 soldados, 16 jinetes, 5 artilleros, 32 ballesteros, 13 escopeteros y 100 marineros, amén de 11 navíos, 16 caballos y 4 falconetes. 20 DÍAZ del CASTILLO. Op. cit. pp 51, 52 y 54. 21 DÍAZ del CASTILLO. Op. cit. p 42. 22 Sobre el número de indios aliados no se ponen de acuerdo ninguno de los historiadores consultados y su número oscila entre los 8.000 de Díaz del Castillo a los 80.000 de Solís. No nos inclinaremos naturalmente por ninguno de ellos, y aún así piense el lector los enormes problemas logísticos que plantean casi tres cuerpos de ejército con un tren de marcha y de sitio. 23 DÍAZ del CASTILLO. Op. cit. pp. 331-332; MARTÍNEZ. Op. cit. p. 288; Hernán CORTES. Cartas de Relación. Purrúa México, 1978. p. 105; Antonio de SOLÍS. Historia de la conquista de México. Porrúa. Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1945 México, 1978. pp. 332-333; Carlos PEREYRA. Hernán Cortés. Porrúa. México, 1976. p. 131. William H. PRESCOTT. Historia de la conquista de México. Porrúa. México, 1970. pp. 466-467. 24 SOLÍS. Op. cit. p. 333, Edt. Afh. Barcelona, 1973. pp. 74-75. 25 MADARIAGA. Op. cit. p. 64-65. 26 Ibídem. Op. cit. p 152. 27 Raffaele PUDDU. El soldado gentilhombre Argos-Vergara, Barcelona, 1984. 28 MADARIAGA. Op. cit. pp. 135-165-161. 29 MADARIAGA. Op. cit. pp. 206-207. 30 Ibídem. Op. cit. p. 198. PEREYRA, Carlos. Porrúa. México, 1976. p. 45. 31 Ibídem. Op. cit. pp. 459-461. 32 MARTÍNEZ. Op. Cit. pp. 28. 33 Vicente SEGRELLES. Armas que conmovieron al mundo. 34 MONTGOMERY. Op. Cit. “Historia del arte de la guerra”. Aguilar. Madrid 1969. p 450. 35 DÍAZ del CASTILLO. Ibídem. Op. cit. p. 42. 36 Ibídem. Op. cit. p. 245; MARTÍNEZ. Op. cit. p. 286. 37 HERRERA. Décadas. Citado por MARTÍNEZ. Op. cit. p. 286. 38 MARTÍNEZ. Op. cit. p. 295. Si bien Díaz del Castillo da la cifra de 194. 39 Antonio de SOLÍS. Historia de la Conquista de México. Porrúa. México 1978. p. 276. 40 Ibídem. Op. cit. p. 63. 41 Ibídem. Op. cit. p. 266. 42 Jesús F. SALAFRANCA ORTEGA, “Una trascendental decisión histórica de España. ¿África o América?” en “El descubrimiento de América y el impacto en la historia”. ZEA, Leopoldo, compilador. FCE e Instituto Panamericano de Geografía e Historia. México 1989. 43 SOLÍS. Op. cit. p. 266. 44 MARTÍNEZ. Op. cit. p. 332. 45 SOLÍS. Op. cit. p. 63. 46 PRESCOTT. Op. cit. p. 327. MADARIAGA. Op. cit. p. 419. 47 MARTÍNEZ. Op. cit. p. 327. MADARIAGA. Op. cit. p. 419. 48 MARTÍNEZ. Op. cit. p. 223. 49 PRESCOTT. Op. cit. p. 393. 50 MADARIAGA. Op. cit. p. 456 y 458. XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1946 51 MARTÍNEZ. P. Op cit. p. 294. 52 PEREYRA. Op. cit. p. 77. 53 PEREYRA. Op. cit. p. 117. PRESCOTT. Op. cit. p. 338. 54 SOLÍS. Op. cit. p. 333. 55 SOLÍS. Op. cit. p. 338. MAD. 507. 56 MADARIAGA. Op. cit. p. 500. 57 ALMIRANTE. Historia Militar de España. Vol. II. p. 274. QUATREFAGES. Op. cit. p. 246. 58 ALMIRANTE. Op. cit. p. 276. Historia de la Infantería Española. p. 202. 59 Historia de la Infantería Española. p. 137. QUATREFAGES Op. Cit. p. 246. 60 MARTÍNEZ, Op Cit. p. 260. 61 Sólo cuatro muertos en el bando de Cortés. DIAZ DEL CASTILLO Op. Cit. p. 241. 62 QUATREFAGES. Op. Cit. p. 246. 63 Ibídem. p. 246. 64 PRESCOTT. Op. cit. p. 337. 65 QUATREFAGES. Op. Cit. pp. 234-242. 66 Ibídem. pp. 241-242. 67 PEREYRA. p. 77. 68 MADARIAGA. p. 238. 69 MADARIAGA. pp. 298-299. 70 MADARIAGA. p. 494. MARTÍNEZ. pp 331 y 288. 71 MADARIAGA. pp. (226-227) - 190-202. 72 MADARIAGA. p. 514. 73 MADARIAGA. p. 514. 74 MADARIAGA. p. 537 y MARTÍNEZ. pp. 223-224. 75 MADARIAGA. p. 238 y MARTÍNEZ p. 224. SOLÍS p. 272. 76 SOLÍS. p. 347. 77 SOLÍS. pp. 273-274. 78 MADARIAGA. p. 437. 79 MADARIAGA. p. 489. MARTÍNEZ p. 288. Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1947 80 PEREYRA. p. 108. 81 SOLÍS. p. 347. 82 SOLÍS. p. 278. 83 BERNAL. p. 268. 84 MARTÍNEZ -autor del párrafo- ha debido decir arcabuz; el trabuco es un arma del siglo XIX. 85 MARTÍNEZ. p. 332.
Click tabs to swap between content that is broken into logical sections.
Calificación | |
Título y subtítulo | Carlos Quinto y Hernán Cortés |
Autor principal | Bennassar, Bartolomé |
Publicación fuente | XIV Coloquio de historia canario - americano |
Numeración | Coloquio 14 |
Sección | Seminario: V centenario del nacimiento de Carlos V |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 2000 |
Páginas | P. 1920-1927 |
Materias | Congresos ; Historia ; Canarias ; América |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 245480 Bytes |
Texto | SEMINARIO V CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE CARLOS V Coordina: Dr. D. Manuel Lobo Cabrera. ULPGC 1921 CARLOS QUINTO Y HERNÁN CORTÉS Bartolomé Bennassar El Emperador y el Conquistador son hombres casi contemporáneos. Nacido en 1485, Hernán Cortés le lleva sólo 15 años a Carlos de Gante y, cuando muere en 1547, es sólo 9 años antes del fallecimiento de Carlos Quinto. Por otra parte, cuando surge en plena luz el personaje deslumbrante del conquistador de México, el año 1519, es precisamente cuando la elección imperial hace del rey de Castilla y Aragón el principe más prestigioso de la Cristiandad latina. En cierto modo los destinos de los dos hombres están estrechamente vinculados. Sin las remesas de Indias que, hasta los años 1536-38, proceden casi todas de Nueva España, no se sabe lo que hubiera sido la política del Emperador. Sin embargo, las relaciones directas entre los dos hombres fueron escasas. La primera entrevista, en Toledo, se demoró hasta el mes de julio de 1528, con la venida del conquistador a España. Después de la empresa de Argel de 1541, en la cual participó Hernán Cortés, con dos hijos suyos, y a pesar de la presencia casi constante del conquistador en la Corte, incluso, por ejemplo, en las Cortes de Monzón de 1542, parece que no hubo ya encuentro de consideración entre los dos hombres. Hernán Cortés escribió una y otra vez al Emperador. Además de las famosas cartas de relación que fueron cinco, redactadas de 1519 a 1526, y según los cuatro volúmenes de los Documentos Cortesianos de José Luis Martínez, publicados de 1983 a 1988, son once las cartas personales dirigidas al emperador, de 1522 a 1544, a las cuales hay que añadir cuatro importantísimos memoriales que tienen el valor de cartas, sin contar con las cartas, o informaciones o memoriales llevados por sus procuradores. Pero la mayoría de estas cartas, especialmente las tres últimas (el memorial de 1542 y las cartas de 1543 y 1544) quedaron sin contestación. Incluso, las primeras cartas no tuvieron ningún eco directo y, de hecho, en su carta expedida desde Coyoacán el 25 de mayo de 1522, Cortés se queja de que todas las cartas y relaciones que envió a Su Majestad y al Consejo de Indias desde tres años no hayan tenido contestación, ni tampoco la carta del ejército de Cortés al emperador de octubre de 1520.1 Efectivamente, la primera carta de Carlos Quinto a Hernán Cortés fue firmada solamente en Valladolid el 15 de octubre de 1522. Es una carta extensa y del máximo interés. Pero después de ésta, y según los Documentos Cortesianos ya citados aparecen únicamente dos cartas personales más, las de Toledo del 4 de noviembre de 1525 y de Zaragoza del 1 de abril de 1529. Todo lo demás es correspondencia oficial: cédulas, instrucciones, etc. Parece evidente que la Secretaría del Emperador, con Francisco de Los Cobos a su cabeza, asumió el papel esencial en las relaciones entre Cortés y Carlos Quinto: incluso, se puede leer en la última carta de Cortés un apunte de mano de Francisco de los Cobos: “No hay que responder”. XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1922 Así, es cierto que el conquistador no encontró en la persona del Emperador el apoyo que esperaba ni tampoco, según su opinión, el agradecimiento que merecían sus empresas, hechos y trabajos, el acrecentamiento de la Corona Real de que fue el artífice, el enriquecimiento de las rentas reales, etc. Al contrario, el conquistador, siempre leal con su soberano, denuncia los agravios constantes, a veces humillantes, que le proporcionaron los enviados reales: oidores, jueces de residencia, hasta el virrey Mendoza, pero en este último caso no le daríamos la razón al conquistador. De modo que los últimos textos de Cortés dirigidos al emperador (los de los años 1542-44, escritos durante su estancia en España) expresan una honda amargura y decepción. Pero, el intercambio epistolar entre los dos hombres, por desigual y poco equilibrado que sea, merece un estudio preciso. No pienso detenerme mucho en las Cartas de relación por ser tan conocidas, aludidas y usadas. Además cuentan con varias ediciones críticas, especialmente la de Ángel Delgado Gómez, publicada por las ediciones Castalia en 1993, que me parece excelente.2 Sin embargo, recordemos que su tono es muy positivo, halagüeño y desprovisto casi de reivindicaciones, por lo menos las cuatro primeras. Cortés está maravillado por el país que ha descubierto y conquistado, por la belleza de las ciudades, por los resultados increíbles, casi milagrosos, de su propia empresa, e intenta comunicar su entusiasmo y maravilla al propio emperador. A esta dimensión descriptiva y narrativa de las Cartas de Relación se une la función justificativa, ya que Cortés no pierde nunca la oportunidad de subrayar que su empresa está dedicada al doble servicio de Dios y de su rey, lo que explica “el tono legal” de éstas cartas que puso de manifiesto Ángel Delgado: sabor latino de la sintaxis, enorme uso de largos periodos de subordinación causal, introducidos por la conjunción porque, “típico reflejo del estilo legal”, según Delgado, y también la yuxtaposición de gerundios, la repetición del adjetivo dicho, etc....3 Hoy día, podemos en efecto sorprendernos del atraso con que Carlos Quinto contestó a las relaciones de Cortés que tanto éxito y tantas traducciones tuvieron en Europa, (a mediados del siglo XVI existían ya traducciones completas o parciales en latín, italiano, francés, flamenco y alemán) como si el emperador y sus consejeros y secretarios no se enteraban de la trascendencia del acontecimiento. Es probable que al joven Carlos le parecía más maravillosa su elección imperial que la conquista de la Nueva España, aunque no despreciara ésta: el hecho de que la primera copia manuscrita completa de las cinco relaciones, el llamado códice de Viena, haya sido hallada precisamente en Viena, parece sugerir que el emperador se llevó estos textos con él, pues se marchó a Viena después de recibir a los procuradores de Cortés. Hoy sabemos en efecto que la conquista de Nueva España era mucho más importante que la elección imperial. Pero no olvidemos que Carlos se enteró casi simultáneamente de la conquista de Mexico-Tenochtitlan y de su pérdida, fracaso debido a las diferencias y conflictos surgidos entre Diego Velázquez, adelantado de la Corona, y Cortés sin que el Emperador pudiese aún juzgar qué fueron exactamente las responsabilidades de uno y otro, ya que las informaciones recibidas eran muy contradictorias. Es cierto que Cortés tuvo la idea genial, con la fundación del municipio de la Vera Cruz, de crear una comunidad independiente bajo la soberanía directa de la Corona, aprovechando el hecho de que Velázquez no tenía autoridad explícita para poblar y que así resultaba lógico de su parte dirigirse a su rey, dándole cuenta de todo, lo que pretenden las Relaciones cortesanas. Sin embargo, en su primera carta a Hernán Cortés, la de Valladolid del 15 de octubre de 1522, esencial y, según mi opinión obra maestra de habilidad política, cualquiera haya sido el autor efectivo (Francisco de Los Cobos, el mismo Carlos?), el Emperador no deja Carlos Quinto y Hernán Cortés 1923 de subrayar las consecuencias negativas del conflicto entre Velázquez y Cortés. Veamos: “..... parece cuan dañosa ha sido para la poblacion de esa tierra y la conversion de los naturales de ella, y estorbo para que no nos fuésemos servidos y estos reinos e naturales de ellos aprovechados, las diferencias que entre vos y el dicho adelantado ha habido...”. En las líneas anteriores, el emperador puntualiza que se ha informado: “Quisé por mi real persona ver y entender vuestras Relaciones e las cosas de esa Nueva España”. Y, a continuación: “mandé oir a Martin Cortés, vuestro padre, y a Alonso Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo, vuestros procuradores de los pueblos de esta tierra, y los procuradores del adelantado Diego Verlazquez, asimismo al veedor Cristobal de Tapia…”.4 Es decir que, de entrada, Carlos Quinto se ha situado en una posición de fuerza mientras que Cortés y Velázquez, ambos, están en una posición débil, puesto que sus diferencias han resultado tan dañosas. Sigue: “Nuestro Señor ha seido muy deservido y nos habemos recibido desplacer”. Así que se remite la causa a justicia, especialmente “a los de nuestro Consejo de Indias”. Carlos Quinto aprovecha el enfrentamiento entre Velázquez y Cortés para tomar la iniciativa que el mismo conquistador le otorga. Y sigue la gran faena de la burocracia imperial: Por una parte, y so color de remitir la causa a justicia, elige a Cortés contra Velázquez: en efecto manda a este ultimo no emprender cualquiera operacion y reconoce los meritos de la accion de Cortés: “tengo la voluntad que es razon para vos favorecer y hacer la merced que vuestros servicios y trabajos merecen...”, así que “vos habemos mandar proveer del cargo de nuestro gobernador y capitan general de la Nueva España y provincias de ella...”. Pero, eliminando a Velázquez, la Corona nombra de inmediato a unos oficiales que van a controlar las acciones de Cortés y limitar su poder: la carta de 1522 anuncia el envío a Nueva España del tesorero Alonso de Estrada, del contador Rodilgo de Albornoz, del factor Alonso de Aguilar y del veedor Peralmindez Cherino, con este apunte: “vos encargo mireis e trateis bien como a criados e oficiales nuestros”. Y por si fuera poco, las cédulas expedidas el mismo día fijan el salario de Cortés a menos de 1.000 ducados anuales cuando el salario de los oficiales reales, Alonso de Estrada y Rodrigo de Albornoz, ¡rozaba los 1.500 ducados! Era auténtica provocación por parte de la burocracia real y esto dará pie a protestas legítimas de Cortés que aparecen por ejemplo en su carta reservada del 15 de octubre de 1524 que acompaña a la cuarta carta de relación. Según mi opinión, la carta de Carlos Quinto del 15 de octubre de 1522 es el modelo de toda la correspondencia enviada por el Emperador y sus secretarios al conquistador.Se mezclan casi siempre las alabanzas a los trabajos y méritos de Cortés, que son merecedores de distintas mercedes, y las amenazas más o menos abiertas de intervención de la justicia. Caso típico es la carta de Toledo del 4 de noviembre de 1525, que es también una contesta a la cuarta relación cortesana. Por una parte el rey agradece “la voluntad que teneis a mi servicio e la gran diligencia e cuidado conque en ellas siempre habeis entendido y conozco cuan provechosa ha sido vuestra persona”. Pero, a renglón siguiente, saca el veneno: “por muchas personas y cartas he tenido muchas relaciones contra vos y vuestra gobernacion”. El emperador admite que “los que lo escriben e dicen es con alguna pasion e envidia” pero esta consideración no impide que le parezca el momento de someter al conquistador a la XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1924 prueba de justicia: “he acordado tomar residencia”. El colmo es que, anunciando a Cortés la misión del licenciado Luis Ponce de León, nombrado juez de residencia, la carta imperial pone énfasis en la falta de experiencia de las cosas de Indias del dicho licenciado y pide a Cortés que informe y aconseje al juez. ¡Desafortunado juez que al llegar a las Indias se pone enfermo y no tardará en morir!. Es cierto que algunas de las cartas o instrucciones de Carlos Quinto a Cortés tienen un objeto preciso, una dedicación especial como la muy interesante de Valladolid, fechada del 26 de junio de 1523, relativa al tratamiento de los Indios, a los problemas de los repartimientos y encomiendas o del tributo, de los abusos cometidos por los Españoles con las mujeres indias, a varias cuestiones de gobernación, pero en la mayoría de los casos, las cartas del Emperador o de sus secretarios se refieren explícita o implícitamente a quejas contra Cortés, matizadas por la valoración de sus esfuerzos. Únicamente en las cédulas de los 22 de octubre y 10 de diciembre de 1523, Carlos ya informado de la reconquista de México y sospechando que el botín fue ingente, empieza por reinvidicar su derecho, pidiendo información exacta del repartimiento del botín entre los vencedores, y en la de diciembre casi suplica la colaboración de Cortés con motivo de “los grandes y continuos gastos que despues de mi eleccion al Imperio Romano habemos tenido”. Merece la pena citar: “teniendo vos por tan cierto y verdadero servidor nuestro y conocida la voluntad que en todo mostrais a nuestro servicio...”, Carlos envía a un procurador del mismo Cortés, Francisco de Montejo, para “rogaros y encargaros vos de alía proveais todo lo que vos fuere posible... trateis de me enviar la mas suma de oro que vos fuere posible...”.5 Esta situación explica que Cortés se sienta en fin en posición de fuerza. Acabada o casi la conquista, cree que puede ejercer su poder con toda plenitud y es significativo el tono de su larga carta del 15 de octubre de 1524 (dicha carta reservada), la cual salvando el respeto al rey y los agradecimentos por las mercedes otorgadas, es más bien una refutación casi sistemática de las intrucciones recibidas en los meses anteriores. Incluso, Cortés no duda en avisar casi de entrada que “no se efectuo el real mandado de Vuestra Majestad hasta le ser consultado...”.6 Hasta después del anuncio del juicio de residencia, Cortés mantiene mucha independencia en su comportamiento y no cumple la orden de volver a España que le da la cédula de Toledo de noviembre de 1525, hasta 1528 cuando ya no se puede excusar. Al contrario, organiza la expedición de Las Hibueras y consigue más o menos para eso la anuencia real pero esta expedición resulta un desastre y fragiliza la postura de Cortés.. Todo cambia después del viaje a España. Muchas mercedes y honores, el título de marqués del Valle, la concesión de los 23.000 vasallos pero la pérdida del poder efectivo que va a pertenecer ya a la Audiencia (especialmente a la segunda Audiencia) y al Virrey. Desde entonces, la relación entre Carlos Quinto y Cortés resulta ser un diálogo de sordos. El emperador no contesta casi nunca a las cartas y memoriales del conquistador: la última carta propiamente dicha de Carlos está fechada del 1 de abril de 1529. Todas las quejas de Cortés, especialmente las que se refieren a los 23.000 vasallos, merced que está efectivamente cumplida sólo en parte por las autoridades de la Nueva España, están mediatizadas por la burocracia carolina. Incluso, el nuevo viaje de Cortés a España, su presencia continua en la Corte donde pudo a lo menos salvar su fama y su futuro histórico gracias a su amistad con López de Gomara, hasta su participación a la empresa malograda de Argel en 1541, donde estuvo a punto de perder la vida, no le sirvieron de nada a Cortés. La frustración del conquistador fue inmensa y se desprende con evidencia de los textos amargos de 1542 y 1543. Carlos Quinto encarna entonces frente al conquistador atrevido, Carlos Quinto y Hernán Cortés 1925 al audaz hombre de empresa que fue Cortés, el silencio del Estado burocrático cuyos funcionarios y agentes cuentan con la erosión implacable del tiempo. La amargura y la frustración de Cortés son fáciles de entender. Se puede tachar a Cortés de muchas cosas. Se pueden subrayar su afán de poder, su dificultad, casi su imposibilidad a aceptar que el poder civil sustituya al suyo. Se vio en su relación con el virrey Antonio de Mendoza: gracias al talento político y diplomático de éste, que aplicó con mucha moderación las instrucciones recibidas de la corona para limitar los poderes de Cortés (especialmente la cédula de Barcelona del 17 de abril de 1535), que intentó resolver el problema de la merced de los 23.000 vasallos de modo satisfactorio para el conquistador, el marqués y el virrey quedaron amigos de 1533 a 1539 y celebraron juntos con fiestas extraordinarias la paz de Aguas Muertas entre Carlos Quinto y Francisco I. Pero cuando el virrey pretendió impedir las expediciones de Cortés al Mar del Sur y organizarlas él mismo, lo que podía hacer puesto que el emperador le había dado poderes para sustituir a Cortés en su cargo de capitán general cuando le pareciera conveniente, la amistad se quebró. Cortés tuvo la convicción, no falsa, que se le quitaba la última expresión de su poder. Se puede tachar a Cortés una explotación excesiva y una dureza a veces despiadada para con los indígenas. Sin embargo, es indudable que su visión de los Méxicas fue una visión positiva. Se dio cuenta inmediatamente que se encontraba “en un medio de civilizacion mucho más avanzado que el de las Islas”, que conocía muy bien pues había vivido en Santo Domingo y Cuba de 1504 a 1519. Tuvo el mérito de informar al Emperador de modo objetivo: “entre ellos hay toda la manera de buena orden y policia, y es gente de toda razon y concierto... hay la manera casi de vivir que en España, y con tanto concierto y orden como alía”. Por otra parte, Cortés entendió rápidamente que los pueblos de la Nueva España eran muy distintos: asi los chichimecas le parecían tan bárbaros y de tan poca razon que era legítimo esclavizarles. Segun lo señala con acierto Ángel Delgado, “Cortés es quien por primera vez rompe el molde único del indio ingenuo y pacífico, y ofrece un abanico de opiniones ciertamente diverso, que va de la admiración hiperbólica al contundente desprecio”.7 La poca consideración de Cortés hacia las mujeres, que persiguió sin cesar como objetos de placer y poco más, y su ingratitud final para con la Malinche a quien debió tanto nos chocan. Todo esto es verdad y es también cierto, cosa natural, que hacía siempre una presentación de los acontecimientos favorable a sus decisiones y a sus acciones. En cambio es imposible poner en duda la lealtad del conquistador de México hacia la persona de Carlos Quinto. José Luis Martínez es acertado cuando escribe que estaba “imbuido... por la concepcion medieval de la fidelidad a todo trance al rey” y nunca pensó en “alzarse con la tierra”.8 Cortés no tiene nada que ver con Gonzalo Pizarro. Cuando él no publica las instrucciones recibidas de Carlos Quinto relativas al tratamiento de los Indios, que prohiben encomiendas y repartimientos (Instrucciones de Valladolid del 26 de junio de 1523), no se trata de una rebelión; al contrario, Cortés procura así que los conquistadores españoles no se levanten contra su rey y da la explicación a Carlos en su carta reservada.9 No hay ningun motivo de rehusar la interpretación de Ángel Delgado que afirma la unidad ideológica del proyecto cortesano, su “firme creencia de que la conquista responde al fiel cumplimiento de un imperativo cristiano e imperial”.10 Y es cierto que para él la Nueva España merecía ser tratada como un reino auténtico y no una provincia cualquiera. XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1926 Hernán Cortés tenía una conciencia exacta de las hazañas verdaderamente extraordinarias que había llevado a cabo. Decía y repetía, legítimamente, que había engrandecido más que ningún vasallo los dominios de su rey y aumentado sobremanera el número de sus súbditos, así que los recursos del soberano. Tuvo siempre mucho cuidado de reservar el quinto de su rey. Sin embargo este mismo rey ni siquiera se esforzaba en el cumplimiento de su propia merced, ya que las autoridades oficiales de la Nueva España, especialmente la Audiencia, discutían su derecho a varios pueblos de los que se le habían concedido. Incluso, se inquietaban que hubiese entre estos pueblos puertos de mar, como si Cortés hubiera amenazado en rebelarse. No contestaba a sus memoriales, a sus peticiones, a sus relaciones de méritos, en fin a sus quejas. “Veome viejo y pobre”, escribe este vasallo “que tan limpia y lealmente sirvio no sólo con la tierra que gano, pero con mucha cantidad de oro y plata y piedras de los despojos que en ella hubo...”. “No hay que responder”, comentó Cobos,11 y durante años y decenios, los herederos de Hernán Cortés pelearon en vano con la Corona mientras que muchas de las cláusulas del Testamento de Cortés (así la construcción del convento y de la escuela de Coyoacan) no se pudieron cumplir.12 Carlos Quinto no entendió bien a un hombre cuyo genio, a mi parecer, superaba con mucho el del Emperador. Carlos Quinto y Hernán Cortés 1927 NOTAS 1 Véase MARTÍNEZ, José Luis. Hernán Cortés, UNAM, Fondo de Cultura Económica, México, 1990. Y Documentos Cortesanos, Vol. 1 a IV, UNAM, Fondo de Cultura Económica, México, 1983-1988. 2 DELGADO GÓMEZ, Ángel. Cartas de Relación, Ed. Clásicos Castalia, Madrid, 1993. 3 Ídem, pp. 37-48. 4 Documentos Cortesanos, op. cit., Vol. 1, Nº 26, pp. 254-56. 5 Documentos Cortesanos, op. cit., Vol 1, Nº 32 y 33, pp. 275-76. 6 Ídem, Nº 30, pp. 265-71. 7 DELGADO GÓMEZ, Ángel. op. cit., pp. 30-34. 8 MARTÍNEZ, José Luis. Hernán Cortés, op. cit., p. 815. 9 MARTÍNEZ, José Luis. Documentos Cortesanos, Op. cit., Vol 1, Nº 30 y 36, pp. 265-71 y 285-95 10 DELGADO GÓMEZ, Ángel. Op. cit., p. 37. 11 MARTÍNEZ, José Luis. Documentos Cortesanos, op. cit., Vol. IV, Nº 289, pp. 267-70. 12 MARTÍNEZ, José Luis. Hernán Cortés, op. cit., p. 777. 1928 DIFERENCIAS TÁCTICAS Y ORGÁNICAS ENTRE EL EJÉRCITO DE CARLOS V Y EL DE CORTÉS EN LA CONQUISTA DE MÉXICO Jesús F. Salafranca Ortega La primera cuestión a dilucidar antes de profundizar en los hechos básicos que dan título a nuestro trabajo, es ponernos de acuerdo si Cortés dirigía una hueste o mandaba una unidad militar. La profesora García-Lomas, en las Primeras Jornadas de Historiadores Americanistas y en su conferencia “Las huestes de Hernán Cortés” resuelve fácilmente la diatriba inclinándose por el concepto de hueste y aduce como reforzamiento a su postura que “a fines del siglo XV el ejército no existe como institución reglamentada y conformada como tal”. Si por fines del siglo XV entendemos 1469, casamiento de los más tarde llamados Reyes Católicos, ó 1480 inicio de la Guerra de Granada, estamos totalmente de acuerdo con la profesora de la Universidad de Sevilla. Pero si entendemos como fines del XV, 1492 fin de la Guerra de Granada ó 1495 comienzo de las campañas de Italia, no podemos aceptar que el ejército -por lo menos español- no existía como institución reglamentada, pues ésa es precisamente la gran labor llevada a cabo, en un proceso lento pero gradual, por Gonzalo Fernández de Córdoba el creador, o mejor dicho el remodelador de los célebres Tercios de Infantería española.1 Sin olvidarnos de las Ordenanzas del 18 de enero de 1496 que según Quatrefages2 fueron la savia “de aquella maravilla estructura técnica en que se convirtió el mecanismo militar español”. Por tanto en 1519-20 la organización militar española estaba totalmente consolidada y sus tercios lo estaban demostrando táctica y estratégicamente en los campos de batalla europeos a las órdenes de Carlos V. No compartimos por tanto las aseveraciones de la profesora García-Lomas, ni por supuesto las de Silvio Zavala, Demetrio Ramos, Mario Góngora, Juan Marchena y Ramón Romero que apoyan la tesis de que la Hueste indiana surge de la Guerra de Granada, por el simple hecho de que no aceptamos ni el término ni el concepto de hueste, ni la división que se hace entre hueste real y hueste indiana. Es posible que en algún otro lugar de América hubiera que hablar de hueste, pero no en el caso de México y menos llamar hueste real a los Tercios españoles, primera institución militar reglada o de ordenanza desde la desaparición de las legiones romanas. También nos parece demasiado simple la diferencia que se establece entre los objetivos o fines de una y otra hueste. Dejemos la cuestión aquí y analicemos la maquinaria bélica de Cortés comparándola con la española de la época y veamos la genialidad y las innovaciones militares del vencedor de Tenochitlan, sabiendo además la nula, por no decir ninguna, formación castrense que tenía y que al igual que el Cardenal-Infante Don Fernando aprendería o intuía en el mismo instante de hacerse cargo de la expedición y enfrentarse a los dilemas de orden táctico. Alistamiento La forma de reclutar de Cortés no presenta novedad alguna con la empleada en España. Inca bandera con las armas reales “y luego mandó dar pregones y tocar trompetas y Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1929 atambores.... para que cualesquiera personas que quisiesen ir en su compañía....”.3 La diferencia estribaba que el recluta peninsular se alistaba bajo bandera capitana de un oficial con nombramiento real y el que acudió al pregón de Cortés se alistó bajo capitán nombrado por Velázquez, funcionario real en Las Indias. El alistamiento era por tanto un “acto que sólo podía efectuarse bajo la orden del rey, pues en él quedaba comprometido con sus soldados. En este aspecto, el sistema feudal estaba completamente anulado. Nadie podía dar el carácter regular a unas tropas armadas, sin autorización del rey”.4 El contrato de alistamiento -en España, Italia o en Las Indias- no establecía límite de tiempo.5 El soldado podía abandonar su campañía -pidiendo licencia- y el ejército podía prescindir de él dándole igualmente licencia. Esta norma de reclutamiento tan distinta de la de nuestros días habrá que tenerla muy presente cuando algunos soldados españoles y en varias ocasiones soliciten a Cortés licencia para volverse a Cuba. Soldada En España el soldado que se alistaba bajo la bandera de Carlos V, tenía derecho a una soldada o paga mensual.6 Por el contrario en los pregones de alistamiento de Cortés en Santiago y en Trinidad se promete “fama y riquezas”7 y en consecuencia los alistados no tenían derecho a salario reglado sino “a sus partes de oro, plata y joyas que se hubiese, y encomiendas de indios después de pacificados”.8 Esta especie de contrato específico y no tácito9 era lo usual en los ejércitos de Europa: remunerar al soldado con una parte del botín. Si admitimos por tanto que tenía ascendencia medial -cuestión que no discutimos-esta excecrable forma de pago, estuvo vigente en Europa hasta 1815, y el último ejército que la practicó fue el napoleónico que en cuanto entraba en campaña vivía a costa del país ocupado y practicando la rapiña. Uniformidad y equipo Los soldados alistados bajo las banderas de Cortés tenían que llevar sus armas y pertrechos. La mayoría de ellos no disponían de erario suficiente y por tanto fue Cortés el encargado de entregarles dichas armas y pertrechos.10 Este hecho le induce a Martínez a considerar a Cortés como un capitán-empresario, lo cual y en cierta medida lleva razón. La misma que lleva a Cortés a quedarse también -al igual que el rey- con un quinto de los rescates11 para resarcirse de los gastos. Sin embargo el material de aprovisionamiento y las armas que son entregados a los soldados han de pagarlas tarde o temprano con su personal peculio,12 lo que representa un cierto paralelismo con el soldado peninsular que recibía sus armas del rey -lo que originaba homogeneidad en el armamento- pero se les desquitaba su importe de la paga.13 La ya varias veces citada profesora de la Universidad de Sevilla nos dice que “por lo general, fueron escasas las expediciones que presentaban una homogeneidad en sus pertrechos de guerra. Ello se debió a que no poseían sus integrantes filiación militar ni capacidad económica... su vestimenta era de tipo civil”.14 Vayamos por partes. El que los alistados bajo las banderas cortesianas no poseyeran capacidad económica, no viene al caso ni nos conduce a ninguna causa-efecto, pues hoy en día los reclutas de México, por ejemplo, no poseen capacidad económica y reciben un buen y homogéneo equipo militar y un uniforme de gran textura. La homogeneidad en los pertrechos militares no se consigue al cien por cien hasta el siglo XVIII, por lo cual no nos debe llenar de extrañeza que no la hubiera en Las Indias donde tanta dificultad había para adquirirlos. Pero además en la XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1930 misma Europa rica en maestranzas y parques, el soldado español recibía como ya hemos indicado unas armas básicas y en cierta medida homogéneas, pero podía cambiarlas a su antojo para mejorarlas.15 La falta de filiación militar se cae por su peso; y que esta premisa nos conduzca a que por eso utilizaban vestimenta de tipo civil es desconocer la iconografía militar española del siglo XVI. Según Quatrefages -gran especialista en temas militares de la Modernidad- el soldado de los Tercios sólo tenía que preocuparse de alimentarse, vestirse y alojarse.16 ¿Vestirse?. ¿No le uniformaba el Ejército?. ¡Pues no!. Se le administraba un vestuario básico de diferentes colores -no uniforme- y el soldado adquiría las prendas suplementarias -capa, sombrero, plumas, botas, etc.- que le placía de tal forma que “no había uniformidad”;17 es decir, los soldados españoles de los Tercios iban con vestimenta civil pese a ser militares, siguiendo una vez más a Quatrefages, “los mismos teóricos -a coro- se manifestaban contra la idea de uniformar a los Tercios”.18 En este aspecto como en tantos otros los soldados de Cortés no presentaban diferencia con sus militones de Europa. Para dejar zanjado el tema aconsejamos que se mire con delectación el célebre cuadro de Velázquez “La rendición de Breda” más conocido como el “Cuadro de las lanzas” y se podrá observar con facilidad que ninguno de los dos ejércitos combatientes lleva uniforme. Jerarquías y Unidades Castrenses La diferencia entre hueste medieval y tropa moderna estriba además de su origen, concepto, reclutamiento e instrucción, en la reglamentación de su función por ordenanza y en la creación de unidades orgánicas al frente de oficiales ayudados por suboficiales y cabos. Entre el jefe y la mesnada no hay escalones de mando; entre el general y sus soldados existen jerarquías castrenses que mandan unidades menores. A finales del siglo XV en España se había resucitado la normativa militar romana, superándola en los Tercios y creando el empleo de suboficial (sargento) y la figura imprescindible del cabo. Hernán Cortés nombrado por Velázquez Capitán General de la Armada, se convierte en Capitán General de Ejército y Justicia Mayor por la voluntad democrática del cabildo de la Villa Rica de la Vera Cruz. Pese a que sólo tiene poco más de medio millar de hombres,19 los estructura militarmente en cinco compañías o capitanías al mando de los capitanes Pedro de Alvarado, Francisco de Lugo, Diego de Ordaz, Alonso de Ávila y Alonso Hernández de Puerto Carrero; compuesta cada una por cien soldados, de los cuales unos diez eran ballesteros y escopeteros. Nombra Maestre de Campo a Cristóbal de Olid y segundo cabo (Subjefe) a Alvarado.20 Asimismo nombra a Francisco de Orozco capitán de Artillería.21 Cortés pese a tener sólo un 20% de los efectivos de un Tercio ha seguido a rajatabla la normativa orgánica del ejército español del siglo XVI. El Tercio era mandado por un Maestre de Campo, auxiliado por un Sargento Mayor, empleo militar que al ser tan exiguo el Tercio de Cortés no fue creado. Vuelve a reiterar Cortés la estructura orgánica de su ejército en el alarde pasado antes del definitivo ataque a Tenochitlán, que se llevó a cabo en Tezaco donde contaba entonces con un millar escaso de hombres, que distribuye en tres grandes unidades de tipo batallón con tres capitanías de 50 soldados de rodelas y unos 7 escopeteros cada una, divididas a su vez en cuadrillas de 20 hombres al mando de un cabo, y unos 30 jinetes estructurados en cuadrillas de a 10. Cada una de estas grandes unidades llevaba su tambor y su alférez abanderado que ejercía las funciones de sargento mayor y bajo su dependencia y Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1931 subordinación unos 8.000 indios aliados;22 sin olvidarnos los artilleros que manejaban dos piezas.23 El exiguo ejército de Cortés no era evidentemente una hueste o mesnada medieval, aseveración que sale una vez más reforzada con las instrucciones para su armada de bergantines a los que dota a cada uno con un capitán, 25 escopeteros, 12 remeros y una pieza de artillería.24 Hasta aquí hemos hecho hincapié en demostrar que Cortés pese a su falta de formación militar, estructura y dirige un pequeño ejército igual o parecido al de Carlos V, en el que ha introducido algunas reformas estructurales, sobre todo en la escala de mando, pero ahora vamos a indicar sin más preámbulos lo que consideramos innovaciones militares de Cortés, alguna de las cuales revolucionaron la poliercética y no han vuelto a repetirse hasta los siglos XIX y XX y cuyos campos a grosso modo son: I. Democracia militar II. Armamento III. Instrucción táctica y de combate IV. Fuerzas Regulares Indígenas I. Democracia militar Podrá sorprender a primer vista este epígrafe porque en principio los dos conceptos parecen antagónicos, pero no lo fueron en la sociedad ateniense ni en las estructuras militares de los bereberes norteafricanos, que no en balde estuvieron casi ocho siglos en la Península Ibérica. El fenómeno de democracia militar fue estudiado por Abderramán Ibn Jaldun en su “Historia de los bereberes”, señalando la creación de un pacto de “Primus inter pares” entre la hueste guerrera y su jefe que provoca un concepto tribal del mando y un espíritu de cuerpo que se conserva incólume mientras el jefe no se desvíe del acuerdo original y oiga a sus hombres como iguales y libres. Posiblemente este espíritu de libertad individual perdurará, transmitiéndose en tierras ibéricas al resto de las etnias de la España musulmana y también a los cristianos, pues según Madariaga en el siglo XVI “España era entonces un país hondamente democrático en el que cada hombre era dueño de sí mismo”.25 Concepto en el que incide e insiste varias veces a lo largo de su obra.26 Aceptamos plenamente las ideas de Madariaga respecto a la cualidad de hombres libres de los españoles del XVI -no olvidemos que en Castilla no hubo feudalismo- y también de las raíces democráticas de los castellanos, tan distintas, por supuesto de las de los tiempos actuales. Y también aceptamos esa ósmosis del espíritu de democracia militar berebere. Pero sobre todo el eje fundamental de esa democracia estribaba en el hecho de que se realizaba entre hombres libres a los que se consideraba caballeros por el hecho de elegir el difícil y peligroso camino de la milicia. El soldado, mejor diremos el espíritu del soldado gentil-hombre27 de los Tercios españoles de Italia cruzó el océano y se aposentó en Las Indias. Cortés cuando habla y arenga a sus hombres, no lo hace como el general que dirige vibrante alocución a sus soldados para enardecerlos antes de entrar en combate, sino por el XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1932 contrario las arengas de Cortés se dirigen al corazón de los hombres tratándolos con respeto -“Señores, soldados”, “Hermanos y caballeros”- y recordándoles su condición de españoles y cristianos, confiando plenamente en ellos. Es decir, Cortés sella y funde en cada arenga o parlamento el pacto de “Primus inter pares” y por si fuera poco les explica el orden de combate, su preparación, sus fines, objetivos e incluso su alcance político. Discurso éste que en el resto de los ejércitos iba destinado sólo a los oficiales.28 Ésta es precisamente la primera y primordial novedad que introduce Cortés en su ejército. Novedad que desaparecerá del panorama castrense y que resucitarán los israelíes para su pequeño ejército en 1948. Leyendo con detenimiento cualquiera de los libros que tratan sobre la conquista de México son muchísimos los ejemplos que afloran sobre la democracia militar, y que lógicamente dirige con sutilidad Cortés, pero uno de los más significativos es el parlamento que los soldados le dirigen solicitándole sin más dilación la marcha sobre México, y que “Cortés, en su respeto escrupuloso por las formas democráticas organizó un plesbicito en regla”.29 Ni que decir tiene que hubo unanimidad en el voto positivo. Bien sabemos que este aspecto de democracia militar choca frontalmente con las ideas de ciertos historiadores, en especial los mexicanos que más que democracia opinan que el ejército o las huestes de Cortés como inexactamente denominan estaban sumidas en la indisciplina, la cual fue cortada gracias a las Ordenanzas militares promulgadas por Cortés el 26 de Diciembre de 1520. Nada más lejos de ello. Estamos estudiando un ejército del siglo XVI y no del XX. La disciplina no es... o mejor dicho no era para los españoles de aquella época el reflejo de una obediencia ciega como se entiende hoy según el clásico esquema prusiano, máxime cuando los españoles cumplían a rajatabla la disciplina de fuego y de combate, disciplina que les salvó de perecer en Tlaxcala y Otumba. Pero fuera de las entradas, marchas, formaciones y combates, los españoles eran arrogantes y a veces impertinentes y sobre todo tenían un talante democrático en los parlamentos. El mismísimo Cortés da ejemplo de ese carácter democrático trabajando en la construcción de Veracruz como uno más y hasta llevando las populares alpargatas con la que se calzaba su ejército,30 pero sobre todo en las escaramuzas y batallas, combate personalmente -con riesgo de su vida- comportándose más como un jefe de batallón que como un general en jefe.31 Esto es una de las cosas que los soldados agradecen más de sus jefes que compartan sus penalidades y den ejemplo, rememorando aquella antigua consigna militar de que la orden más inmediata de un superior es el ejemplo y Cortés lo daba en demasía sobre todo en combate demostrando que era además un jefe nato, un auténtico líder guerrero. II. Armamento Es bien conocida la creencia de que uno de los elementos esenciales de la derrota de los mexicas ante los españoles se debió a la superioridad de las armas de fuego de estos últimos. Nada más lejos de la realidad. No negamos -como es evidente- que en las primeras algaradas los indios se asustaran y huyeran ante los primeros disparos -de arcabuz o de cañón- pero no fue así a lo largo de toda la campaña, razón por la cual no podemos aceptar la aseveración de Martínez de que “los mexicas estaban destinados a la derrota por la ventaja de las armas españolas” y mucho menos el tremendo disparate de Walter Krickeberg -aceptado por Martínez- que “las armas atómicas de entonces se llamaban mosquetes y culebrinas”.32 ¿También los soldados británicos del general Chelmsford en Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1933 1879 poseían un arma atómica llamada fusil “Remington”?. Y eso, que no hay ni punto de comparación entre el arcabuz y el remington que era un fusil de aguja con fulminante de retrocarga que disparaba balas de 11 m/m33 con una frecuencia de tiro de 15 segundos, frente al arcabuz que era un arma de mecha y avancarga con una frecuencia de tiro de 2 a 3 minutos y con la desventaja de que al mojarse se inutilizaba, lo cual ocurría en México frecuentemente sobre todo en la época de las lluvias. Pues bien, pese a poseer ese moderno fusil -para la época-, todo un ejército británico de 6.000 hombres pereció en Isandhwhana frente a unas huestes zulúes numéricamente superiores armados la mayoría con escudos, lanzas y azagayas.34 No haremos más comentarios, el ejemplo es elocuente por sí mismo. Pero aunque el arcabuz hubiese sido tan mortífero como lo fue cinco siglos más tarde la ametralladora “maxim”, en el alarde de Cozumel -10 de febrero de 1519- es decir al inicio de la campaña de conquista -Cortés contaba con 4 falconetes- pequeños cañones y nada más y nada menos que el portentoso número de 13 arcabuces.35 En el alarde que se hace en Tlaxcala el número de arcabuces asciende a 8036 “con bien poca pólvora”.37 Y en el ataque final a Tenochitlán momento culminante de la campaña se vuelve a realizar un nuevo alarde y el número de arcabuces ha descendido, pues hubo 118 ballestas y escopeteros.38 Suponiendo la mitad de uno y otro, no más de 60 arcabuces, lo cual seguía siendo un número ridículo. Pero estos números son para estadística histórica pues por ejemplo en la campaña de Tapeaca no se pudieron emplear las armas de fuego por no haber pólvora;39 y en la batalla de Tabasco nos lo aclara perfectamente Solís cuando nos dice gráficamente que “no bastando los arcabuces y las ballestas a detenerlos (a los indios), se llegó brevemente a las espadas”.40 El mismo Solís continúa indicándonos que en la batalla de Otumba “hicieron mayor daño las espadas y las picas”41 que lógicamente los arcabuces y ballestas. Arma ésta de gran potencia de tiro, pero lenta; un disparo cada 30 ó 50 segundos frente a los 6 ó 7 flechazos de un arquero en medio minuto. Evidentemente los arcabuces, ballestas y culebrinas no fueron las armas “atómicas” de la época, y aquí cerramos la cuestión, sin dejar de plantearnos ¿cuáles fueron entonces las causas de la derrota?. Fueron a nuestro modo de ver las siguientes: Los españoles poseían: a) Una alta moral de combate y una férrea disciplina de fuego b) Superioridad táctica y estratégica c) Superioridad técnica y de instrucción d) Ventaja logística e) Habilidad cortesiana para atraerse aliados y convertir la conquista en guerra civil. Hace algunos años el historiador y académico hispano-mexicano Juan A. Ortega y Medina nos comentaba que el éxito militar de Cortés no se debió sólo a la superioridad de sus armas de fuego o a sus caballos, sino sobre todo y fundamentalmente a que con Cortés venían Alejandro, Aníbal, César, Almanzor y el Gran Capitán, indicándonos de esta forma gráfica y metafórica que toda la táctica y la enseñanza militar de Europa a través de los siglos la poseía y conocía Cortés. Frente a esta táctica, la indígena no había pasado la fase XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1934 elemental de la caza.42 El combatiente indio cometió el error de intentar capturar a los españoles para sacrificarlos a los dioses en vez de aniquilarlo como hacían los españoles que “no daban golpe sin herida, ni herida que necesitase de segundo golpe”.43 En consecuencia y para acabar con esta argumentación, dos fueron las causas determinantes de la victoria española sobre los antiguos mexicanos: 1º) La habilidad cortesiana en atraerse aliados, convirtiendo la conquista en guerra civil de tal forma que hacemos nuestra la frase: “la conquista la hicieron los indios y la independencia los españoles”.44 2º) La teoría indígena de “cazar” al combatiente en vez de acabar con él. Como botón de muestra el rezultado de la función de Tabasco: más de 800 indios muertos, frente a 2 muertos y 70 heridos de parte española.45 Esta vez la fría elocuencia de los números son tremenda y definitivamente clasificadora. Hasta ahora no hemos visto las innovaciones de Cortés en orden a mejorar y perfeccionar el armamento, y en este aspecto la genialidad y adaptabilidad del conquistador es asombrosa, su principal innovación consiste en adoptar el armamento y equipo de los indígenas. Sin más preámbulos y a grosso modo éstas fueron: 1.- Se adopta la lanza de los chinantecas de 2 m y se sustituye su punta de obsidiana por 2 puntas de cobre haciéndola más mortífera.46 2.- Se utilizan chalecos indios antiflechas, los llamados por los españoles “escaupiles”47 y se calzaban con una especie de alpargata indígena llamada “huarache”. 3.- Se utilizan las rodelas indígenas.48 4.- Se ordena la lucha cuerpo a cuerpo, para evitar las largas espadas de obsidiana de los indios.49 5.- Se arma a la infantería en el sitio de Tenochitlán con lanzas largas indígenas. A fuerza de ser cansinos y repetitivos afirmamos una vez más que la derrota de los antiguos mexicanos no vino por ninguna superioridad “atómica”. Pero no acaban aquí las innovaciones de Cortés, pues aún tuvo la genialidad de proyectar dos más: la invención y construcción de unos carros de asalto y de unos bergantines. ¿Carros de combate?. Juzgue el lector por sí mismo. Durante el ataque al cuartel español en Tenochitlán, Cortés mandó construir “unos carros de asalto (de madera) que llevaban cada uno 20 hombres dentro, ballesteros y escopeteros, y otros con picos y azadones y varas de hierro para oradar casas y derrocar albarradas”.50 Estamos por tanto ante un antecedente prematuro de un moderno carro de combate o si se nos apura de un T.O.A (Transporte Oruga Acorazado) que al igual que los actuales tenía cabida para un pelotón de infantería de asalto o de ingenieros-zapadores. Tácticamente Cortés empleó los carros de asalto como punta de lanza de un ataque frontal a la calzada de Tacuba protegiendo y despejando el camino a la infantería que le precedía. Cuesta trabajo admitir un salto cronológico de 400 años para que la ingeniería militar resucite el viejo proyecto de Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1935 Cortés y reaparezca el carro de combate (aunque de acero) en las postrimerías de la Primera Guerra Mundial. Del otro ingenio militar: el bergantín, hemos respetado la denominación histórica, pero nos puede confundir, pues más que bergantín fue el primer precedente de una lancha rápida armada. Veamos sus características técnicas. Tenían 12 m de eslora, 2'5 de manga, calado de 70 cm y altura libre 1'12 m de velas. Iba armado con un pequeño cañón y tripulado por un capitán y 12 remeros, reforzado por un pelotón de 25 infantes51 ¿de Marina?. Sí es así, otra innovación de la que trataremos más adelante. Y sobre todo era una lancha muy veloz. Al igual que los carros de asalto, este ingenio militar cortesiano tardaría siglos en utilizarse y perfeccionarse. Y como siempre una audacia repetida, las lanchas o bergantines fueron transportados por tierra hasta el lago, superando todas las dificultades de tan embarazoso transporte. III. Instrucción táctica y de combate En este campo las novedades fueron mayores pues Cortés aprendía, improvisaba e innovaba sobre el propio terreno a tenor de las dificultades y necesidades de la campaña. Fijaremos nuestra atención en siete puntos esenciales: 1.- Autonomía logística 2.- Retirada estratégica por escalones 3.- Rapidez de marcha 4.- Creación de batallones de tres compañías 5.- Táctica anfibia 6.- Ataque nocturno u operación de comando 7.- Mejoras en la disposición táctica del cuadro de combate 1.- Autonomía logística En el avance hacia Tlaxcala cuando se encuentran con la doble muralla que daba franqueo a la entonces república enemiga, organiza Cortés el tren de marcha con jinetes gastadores en vanguardia, seguidos por el alférez abanderado después del cual marchaban los infantes formando un cuadro defensivo protegido por ballesteros y arcabuceros. En el centro del cuadro iba la artillería, y cerrando la marcha los auxiliares indígenas que transportaban la impedimenta y los bastimentos.52 Precisión determinante en una columna de marcha que le proporcionaba autonomía logística sin necesidad de bases de apoyo y suministro en retaguardia. 2.- Retirada estratégica por escalones Algunos autores opinan que en las ocasiones de peligro como por ejemplo en la de Tacuba, más conocida por la “Noche Triste” hubo más desbandada que retirada o a lo sumo admiten el concepto de marchas forzadas. XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1936 Evidentemente toda retirada se lleva a cabo mediante marchas forzadas para intentar poner a salvo el mayor contingente posible, pero dentro de una férrea disciplina de marcha donde los combatientes siguen encuadrados en sus unidades naturales obedeciendo y reconociendo a sus oficiales orgánicos. Si hubiera habido desbanda en vez de retirada estratégica por escalones,53 los españoles habrían muerto con las espaldas atravesadas por las armas indígenas y hubieran perecido todos en la batalla de Otumba, lo que patentemente no ocurrió. En julio de 1921 -curiosa y exactamente cuatro siglos más tarde- un ejército español en desbandada pereció a manos de los rifeños. No hubiera habido tal desastre de Annual si se hubiera realizado una retirada estratégica como la llevada a cabo por Cortés que dió lugar a la función de Otumba. 3.- Rapidez de marcha Una de las claves del éxito de un ejército consiste en poder llegar a tiempo, en el momento oportuno y en condiciones óptimas al combate o al punto de encuentro estratégico. Esta cuestión ha sido y sigue siendo el quid fundamental que permite a un ejército triunfar o fracasar. Es decir, beber las mieles de la victoria o apurar la hiel de la derrota. Por ello las dos maquinarias bélicas más perfectas que han existido en la historia militar de la humanidad perfeccionaron la marcha en formación de columna -siempre preparadas para el combate o la celada- y la velocidad de la misma. La legión romana llegó a desarrollar una velocidad de marcha de 36 Km diarios. El Tercio español estableció en un reglamento orgánico una velocidad de marcha - dependiendo del terreno y del clima- que oscilaba entre un mínimo de 30 Km y un máximo de 40 Km al día. Cortés estableció y consiguió en su formación de columna la misma velocidad que el de los Tercios españoles. De 30 a 40 Km por día. Si tenemos en cuenta que Cortés realizó sus marchas estratégicas la mayoría de las veces campo a través y con las dificultades intrínsecas adherentes y no por caminos, vías o carreteras, como sucedía en Europa, el ejército de Cortés había superado en velocidad a sus compañeros del otro lado del Atlántico. Ese tren de marcha de casi 40 km diarios permitió a Cortés salir de Tenochitlán, vencer a Narváez y regresar a México en un tiempo que podemos considerar un auténtico record para la época. 4.- Creación de batallones de tres compañías En los Tercios españoles las unidades orgánicas y tácticas era la compañía y el Tercio y sólo ocasionalmente se encargaban misiones a unidades inferiores como dos compañías o medio Tercio. Cortés una vez más se adelanta a su tiempo y crea la unidad de tipo batallón en el sitio de Tenochitlán, triplicando la eficacia de un reducido ejército al crear tres frentes de ataque. El primero, el de Tacuba, al mando de Pedro de Alvarado con las compañías de Jorge de Alvarado, Gutierre de Badajoz y Andrés de Monjaraz, más dos piezas de artillería y unos millares de auxiliares Tlaxcaltecas. El segundo, el de Coyoacán, al mando de Cristóbal de Olid, con las compañías de Francisco Verdugo, Andrés de Tapia y Francisco Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1937 Lugo, además de un exiguo escuadrón de caballería, dos cañones y algunos millares de indios confederados. Y en el frente de Iztapalapa, puso el mando en manos de Gonzalo de Sandoval, con las capitanías de Luis Marín y Pedro de Ircio, al que reforzó con un pequeño escuadrón de caballería y como era usual un fuerte contingente de algunos millares de indios aliados.54 Más tarde estas unidades fueron reforzadas con los trece bergantines, pues cuatro fueron puestos a las órdenes de Alvarado, otros tantos a las de Gonzalo de Sandoval y los cinco restantes fueron destinados al frente de Coyoacán que mandaba Cristóbal de Olid en donde combatía el mismo Cortés.55 Dos siglos tendrían que transcurrir para que volviera a crearse en España el batallón como unidad orgánica y aún así no fue una genialidad militar española, pues la inspiración -si es que la hubo- nos llegó de Francia, ya que los Borbones españoles copiaron el sistema militar francés a base de regimientos, batallones y compañías. 5.- Táctica anfibia En abril de 1521 el ejército de Cortés atraviesa las sierras en dirección al valle de México y toma contacto con el enemigo en el lago de Xochimilco. El combate se generalizó y duró “tres días sin descanso ni siquiera por las noches con su táctica anfibia, sus ataques y defensas ya por tierra ya por agua, en canoas, calzadas, puentes y tierra firme”.56 Los españoles por indicación de su general habían adoptado una vez más la táctica anfibia de los mexicas y combatían a pie o en canoa combinando ambos sistemas que se perfeccionarán en el sitio de Tenochitlán. No deja de ser curioso que unos cincuenta años más tarde concretamente, el Maestre de Campo Mondragón, el 27 de junio de 1575 y en Flandes “se apoderaba de los polders de klundert, Fynaard y Ruigenhil con aquella nueva táctica que pudiera llamarse anfibia, pues participaba de terrestre y acuática, maniobrando las tropas con agua a la rodilla, cuando no al pecho”.57 Hazaña que se repetiría el 28 de septiembre del mismo año cuando los soldados españoles cruzan a pié los brazos del Escalda y toman las islas de Duivelan y Zierikree.58 Nueva táctica anfibia llama Almirante a la utilizada por los españoles en Los Países Bajos en la última mitad del siglo XVI. ¿No sabía este historiador militar que dicha táctica anfibia la había utilizado Hernán Cortés en el sitio de Tenochitlán?. Al parecer no, y no nos extraña pues en su obra Historia Militar de España las guerras de México y Perú no aparecen por ningún parte, como si no hubiesen sido llevadas a cabo por españoles. 6.- Ataque nocturno u operación de comando Al igual que en el punto anterior existe un cierto paralelismo entre el ataque nocturno de Cortés al ejército de Narváez y el asalto nocturno de Fernando de Avalos marqués de Pescara en Melzo (Italia). Aunque esta vez con una pequeña diferencia de años: en 1520 la acción de comandos de los hombres de Cortés y en 1524 la de la “encamisada” de Pescara.59 Una vez más Cortés se adelantaba a un empleo táctico desconocido hasta entonces. Veamos cómo ocurrió de la pluma de uno de los últimos biógrafos del genial y controvertido extremeño: “Poco después de la medianoche y en silencio Cortés decidió el asalto que debió ser semejante a una operación de comando en la que cada uno de sus capitanes, Pizarro, Sandoval y Velázquez de León, cumplieron con rapidez y precisión su XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1938 tarea”.60 Se consiguieron los objetivos a plena satisfacción con premisas: ataque nocturno, silencio y disciplina en la marcha de aproximación, factor sorpresa, y escasas bajas propias,61 rapidez en el ataque, y pocos efectivos. Estas arriesgadas y peligrosas acciones se realizaron por los españoles centenares de veces en Flandes y tales acciones se llamaron emboscadas o “encamisada”. Se trataba de enviar por la noche al campo enemigo una tropa numéricamente débil, pero muy selecta. Para “efectuar todas las destrucciones que debilitaran y desmoralizaran al enemigo”, cómo abatir el mayor número de hombres, “incendiar instalaciones, volar polvorines, etc...”.62 Para evitar el brillo de las armas cada soldado se ponía una camisa por encima de la coraza, de ahí el nombre de “encamisada”.63 El objetivo de Cortés en la noche del 29 de mayo de 1520, de su ataque sorpresa al real de Narváez en Cempoala era más ambicioso: derrotarlo totalmente e incorporar a los seguidores de Narváez a los de su parcialidad. Sin embargo, el método empleado fue el mismo que se repetiría años más tarde en Italia o Flandes. “¡Con unas pocas veintenas de soldados malamente vestidos, fatigados con marchas forzadas y toda clase de desventajas personales, faltos de armas y pertrechos militares, había atacado en sus propios cuarteles, derrotado y hecha prisionera a toda la fuerza enemiga, triple de la suya, bien provistos de artillería, admirablemente equipada y completa en todas las misiones de guerra!”.64 El comentario de Prescott es elocuente por sí solo, y creemos que cierra la cuestión. 7.- Mejoras en la disposición táctica del cuadro de combate El escuadrón o cuadro de combate se podía estructurar de muchas formas distintas, pero la infantería española utilizó los siguientes dispositivos: a) Cuadro de gente b) Cuadro de terreno c) Cuadro gran frente d) Cuadro prolongado Sin desdeñar a otros, como por ejemplo: - El cuadro de gente con volante - El cuadro de gente con cruz, etc...65 En líneas generales el escuadrón de combate más utilizado fue el cuadro de gente reforzado con mangas de arcabuceros cuyos disparos a quemarropa eran temibles...”.66 Gráficamente operaba así: Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1939 A = Arcabuceros = Infantería = Caballería = Artillería Cortés va a formar un cuadro de combate adoptándolos al escaso contingente con que cuenta y lo establece del siguiente modo: Las novedades son primordiales; las mangas protegen a las líneas de infantes que forman el cuadro y a su vez estos salvaguardan a la artillería y caballería, abriéndose los peones cuando es necesario para dejar salir a los jinetes o para el buen funcionamiento del fuego artillero.67 Cortés ha estructurado de tal forma su cuadro táctico que lo ha convertido en una unidad mixta y autosuficiente de combate, lo que hoy se llamaría una unidad de intervención rápida, adelantándose una vez más en cuatro siglos a innovaciones tácticas. IV. Fuerzas regulares indígenas No cometemos ningún dislate histórico si afirmamos que Cortés desde el primer momento, o mejor dicho desde las primeras derrotas de los indios y desde el instante de su pacificación y aceptación de obediencia al rey de España, se sirve de ellos y los utiliza como fuerzas regulares indígenas -aunque la denominación tarde todavía cuatro siglos en usarse- prestando a los españoles los siguientes servicios: XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1940 1.- Como fuerzas aliadas 2.- Actúan como zapadores, intendentes e ingenieros 3.- Cubren el hueco de la sanidad militar 4.- Se forman unidades de fuerzas auxiliares indígenas al mando de oficiales españoles. 1.- Como fuerzas aliadas En todas las campañas Cortés va a disponer además de su exiguo ejército de un número considerable de fuerzas indígenas aliadas encuadradas en unidades bajo sus propios mandos y tácticas. Así 1.500 cempoalenses y unos 300 Ixtacamaxtitlanos forman parte de su contingente en el primer enfrentamiento contra la república de Tlaxcala.68 Más tarde y ya convertidos en aliados incondicionales 4.000 Tlaxcaltecas marchan subordinados a Cortés hacia Tenochitlan69 y así continuaron hasta el final de la campaña, conjuntamente con otras minorías indígenas,70 como Tezcocanos, Chocaltecas, Huejotzingos y Chinantecas. 2.- Actúan como zapadores e intendentes e ingenieros Independientemente del número de auxiliares indígenas que participan como combatientes o mejor dicho en unidades orgánicas de combate, también los pueblos indígenas aliados proporcionaron a Cortés unos centenares de indios para servicios auxiliares, que fueron empleados en principio como portadores o tamemes, encargados de transportar la impedimenta y la artillería71 y como naborias o asistentes para preparar la comida y el alojamiento de los españoles.72 Hemos utilizado intencionadamente el término asistente (soldado que a partir del siglo XVIII y prácticamente hasta hace unos pocos años realizaba las funciones de criado de un oficial) para testimoniar el antecedente cortesiano de una función que aún tardará dos siglos en aparecer en el panorama castrense español. Pero sobre todo y ante todo se les empleó con profusión en acciones propias de zapadores como fueron: construir bergantines, canoas, xacales, trincheras, empalizadas y campamentos.73 Ni que decir tiene que sin el apoyo sistemático y eficaz de estos intendentes, zapadores e ingenieros indígenas no hubiese sido posible la victoria de los españoles. 3.- Cubren el hueco de la sanidad militar Aunque en el sitio de Tenochitlán los españoles contaban con un cirujano, un boticario-barbero y una curandera (enfermera), Isabel Rodríguez,74 el servicio de sanidad militar - como se denomina en la actualidad- también estuvo regido por los auxiliares indígenas que construyeron camillas; evacuaban a los heridos, curándolos con yerbas medicinales y con untos de indios muertos75 y enterraban los cadáveres de los combatientes.76 Tan primordial fue la labor en este campo de los indígenas que no pocos españoles y caballos salvaron sus vidas gracias a la farmacopea india. Entre esos numerosos españoles el propio Cortés que después de la batalla de Otumba, estando de descanso en Tlaxcala se le infectó una herida que había sufrido en dicha acción campal llegándose a temer por su vida lo que evitó la medicina empírica de los médicos Tlaxcaltecas.77 Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1941 4.- Se forman unidades de fuerzas auxiliares indígenas al mando de oficiales españoles Independientemente del uso de fuerzas auxiliares indígenas dirigidas por sus propios jefes, Cortés da muestra de otra de sus genialidades innovadoras formando unidades indígenas instruidas al modo táctico europeo y al mando de oficiales españoles. En el ataque nocturno a Cempoal contra las tropas de Narváez Cortés había dispuesto la formación de un contingente de 1.500 Chinantecos que al mando de un soldado distinguido llamado Barrientos debían dirigirse al real de la función, y aunque afortunadamente “llegaron tarde -así no tuvieron que matar a españoles- para influir sobre las suertes de las armas, su prestancia y disciplina -a su paso por las avenidas de Cempoal en filas de tres en tres, dos lanceros y un ballestero, al sonido ritmado de sus tambores de madera y sus trompetas de canela, al brazo unas rodelillas, vistosos plumajes en la cabeza, banderas desplegadas, dando gritos y silbos y diciendo a voces: “¡Viva el Rey nuestro señor y Hernando Cortés en su real nombre!”- produjeron hondo placer en los veteranos y dieron mucho que pensar a los soldados nuevos”.78 La instrucción de Barrientos había dado su fruto, pues los indígenas habían aprendido a desfilar, con una buena distribución de sus ballesteros protegidos por los lanceros. Pero no va a ser esta -la de Cempoal- la única ocasión de encuadrar a indígenas al mando de españoles, pues será una constante que se repetirá a lo largo de toda la campaña. Durante el sitio de Tenochitlán -como ejemplo más clarividente- dispone Cortés de un contingente de 6.000 Tlaxcaltecas (aunque algunos autores lo aumentan a 10.000) encuadrados, entrenados y mandados por dos oficiales españoles Ojeda y Márquez que dieron un magnífico resultado pues combatieron con eficacia, disciplina, ardor y valor.79 Las mejoras de orden táctico y técnico de estas unidades precedentes de las Fuerzas Regulares Indígenas que franceses y españoles crearon en el Norte de África a finales del siglo XIX y principios del XX fueron las siguientes: - Mejoran su armamento al guarnecer con moharias de cobre sus largas picas.80 - Se organizan en compañías al mando de cabos españoles para misiones específicas.81 - Se les instruye militarmente según la táctica española de combate. - Tácticamente se subordinan a las tropas españolas. ¿Cuál fue el resultado de estas unidades indígenas mandadas e instruidas por oficiales españoles?. Tuvieron una actuación magnífica derrotando casi siempre a sus enemigos mexicanos causándoles numerosísimas bajas y una gran mortandad a diferencia de las sufridas por ellos que se establecieron al mismo nivel que la de los españoles y a los hechos nos remitimos. En la campaña de Tepeaca “los Tlaxcaltecas pelearon tan valerosamente; y lo que más se pudo extrañar, tan atentos a las órdenes, que a fuerza de su mejor disciplina, murieron solamente dos o tres de su nación”.82 Y en esta función los españoles no utilizaron ni arcabuces ni cañones por falta de pólvora,83 lo que demuestra palpablemente que aún sin armas de fuego los españoles y sus aliados indígenas eran superiores gracias a su arma atómica, es decir la disciplina y la táctica. XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1942 Podemos concluir por tanto con las siguientes premisas: 1º.- Cortés manda una unidad militar y no una hueste. 2º.- Las armas “atómicas” de los españoles fueron: la táctica, la disciplina y la estrategia. 3º.- Cortés fue el precursor de Las Fuerzas Regulares Indígenas de tipo colonial que ingleses y franceses crearon en el siglo XIX en la India y Argelia, y los españoles en el XX en el Norte de África. 4º.- Cortés proporcionó un sentido de unidad entre sus aliados indígenas, que podría interpretarse como el antecedente del futuro ejército mexicano. 5º.- Cortés conquista México mediante una guerra civil. Pero queremos que sea otro autor, por cierto poco proclive a ensalzar a Cortés, el que apoye nuestra argumentación y cierre con su pluma el presente trabajo. .... la evidencia es de que esta guerra la hicieron principalmente Tlaxcaltecas y Tezcocanos, y los otros aliados menores, contra mexicas y Tlatelolcas, indios contra indios; y que Cortés y sus soldados, marinos, carpinteros y herreros se limitaron a planear la estrategia, a contribuir con su técnica y la superioridad de sus armas y sobre todo, a dirigir y organizar las acciones militares. Las fuerzas de choque, las que asaltaban y robaban, reparaban puentes y cegaban cortaduras, arrasaban y quemaban construcciones, cortaban y aserraban madera, transportaban bergantines a través de los montes, armaban trabucos,84 arrastraban cañones, alimentaban a los españoles y morían en primer lugar, fueron los indígenas. La conquista de México hubiera sido imposible sin el apoyo indígena, y por supuesto sin la conducción de Cortés y el arrojo decidido de sus capitanes y soldados. Cortés tuvo el acierto de obtener y organizar la colaboración indígena. Logró que lucharan los indios entre sí, conducidos por los españoles, para sojuzgar al México antiguo. Arturo Arnáiz y Freg solía decir: “La conquista de México la hicieron los indios y la independencia los españoles.”85 Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1943 BIBLIOGRAFÍA CORTÉS, H. Cartas de relación. Edt. Porrúa. México, 1978. DÍAZ del CASTILLO, B. Historia de la conquista de Nueva España. Edt. Porrúa. México, 1980. GARCÍA-LOMAS, C. “Las huestes de Hernán Cortés” en América, hombre y sociedad. Diputación Provincial de Granada. S.H.M. Granada, 1988. LACOSTE, Y. El nacimiento del tercer mundo: Ibn Jaldún. Edt. Península. Barcelona, 1971. MADARIAGA, S. Hernán Cortés. Edt. Sudamérica. Buenos Aires, 1973. MARTÍNEZ, J.L. Hernán Cortés. UNAM y F.C.E. México,1990. PEREYRA, C. Hernán Cortés. Edt. Porrúa. México, 1976. PRESCOTT, W. Historia de la conquista de México. Edt. Porrúa. México, 1970. PODDU, R. El soldado gentilhombre. Edt. Argós-Vergara. Barcelona, 1984. QUATREFAGES, R. Los Tercios. Edt. Ejército, Madrid, 1983. SEGRELLES, V. Armas que conmovieron al mundo. Edt. Afha. Barcelona, 1973. SOLÍS, A. de. Historia de la conquista de México. Edt. Porrúa. México 1978. XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1944 NOTAS 1 MONTGOMERY, Mariscal. Historia del Arte de la Guerra. Aguilar. Madrid, 1969. pp. 213-225 y Francisco LANUZA CANO El Ejército en tiempo de los Reyes Católicos. Geos. Madrid, 1953. pp 215- 221; 237-241; 243-251. Por el contrario para un estudio de las huestes véase Historia del Ejército Español. T. II. Servicio Histórico Militar. Madrid, 1984. pp 47-59. 2 René QUATREFAGES. Los Tercios. Ejército. Madrid 1983. p. 61 y LANUZA Op. cit. p 237. 3 Salvador de MADARIAGA. Hernán Cortés. Sudamérica. Buenos Aires 1973. p. 136. 4 QUATREFAGES. Op. cit. p. 127. 5 Ibídem. p 126. 6 Ibídem. p 127. 7 MADARIAGA. op. cit. pp 139. 8 Cristina GARCÍA LOMAS. “Las huestes de Hernán Cortés”. I Jornadas de Historiadores Americanistas. Diputación Provincial de Granada 1987. p 160. 9 José Luis MARTÍNEZ. Hernán Cortés. UNAM. FCE. México, 1992. p 139. 10 MADARIAGA. Op. cit. p 136. 11 MARTÍNEZ. Op. cit. p 140 y GARCÍA LOMAS. Op. cit. pp. 160-162. 12 MADARIAGA. Op. cit. p 537. 13 QUATREFAGES. Op. cit. p 181. 14 GARCÍA LOMAS. Op. cit. 162. 15 QUATREFAGES. Op. cit. p. 181. 16 QUATREFAGES. Op. cit. p. 362. 17 QUATREFAGES. Op. cit. p. 362. 18 QUATREFAGES. Op. cit. p. 363. 19 Bernal DÍAZ del CASTILLO en “Historia verdadera de la conquista de la Nueva España”. Porrúa. México 1980. p. 42. En el primer alarde mandado hacen por Cortés en tierras americanas (Cozumel) la expedición está compuesta por 508 soldados, 16 jinetes, 5 artilleros, 32 ballesteros, 13 escopeteros y 100 marineros, amén de 11 navíos, 16 caballos y 4 falconetes. 20 DÍAZ del CASTILLO. Op. cit. pp 51, 52 y 54. 21 DÍAZ del CASTILLO. Op. cit. p 42. 22 Sobre el número de indios aliados no se ponen de acuerdo ninguno de los historiadores consultados y su número oscila entre los 8.000 de Díaz del Castillo a los 80.000 de Solís. No nos inclinaremos naturalmente por ninguno de ellos, y aún así piense el lector los enormes problemas logísticos que plantean casi tres cuerpos de ejército con un tren de marcha y de sitio. 23 DÍAZ del CASTILLO. Op. cit. pp. 331-332; MARTÍNEZ. Op. cit. p. 288; Hernán CORTES. Cartas de Relación. Purrúa México, 1978. p. 105; Antonio de SOLÍS. Historia de la conquista de México. Porrúa. Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1945 México, 1978. pp. 332-333; Carlos PEREYRA. Hernán Cortés. Porrúa. México, 1976. p. 131. William H. PRESCOTT. Historia de la conquista de México. Porrúa. México, 1970. pp. 466-467. 24 SOLÍS. Op. cit. p. 333, Edt. Afh. Barcelona, 1973. pp. 74-75. 25 MADARIAGA. Op. cit. p. 64-65. 26 Ibídem. Op. cit. p 152. 27 Raffaele PUDDU. El soldado gentilhombre Argos-Vergara, Barcelona, 1984. 28 MADARIAGA. Op. cit. pp. 135-165-161. 29 MADARIAGA. Op. cit. pp. 206-207. 30 Ibídem. Op. cit. p. 198. PEREYRA, Carlos. Porrúa. México, 1976. p. 45. 31 Ibídem. Op. cit. pp. 459-461. 32 MARTÍNEZ. Op. Cit. pp. 28. 33 Vicente SEGRELLES. Armas que conmovieron al mundo. 34 MONTGOMERY. Op. Cit. “Historia del arte de la guerra”. Aguilar. Madrid 1969. p 450. 35 DÍAZ del CASTILLO. Ibídem. Op. cit. p. 42. 36 Ibídem. Op. cit. p. 245; MARTÍNEZ. Op. cit. p. 286. 37 HERRERA. Décadas. Citado por MARTÍNEZ. Op. cit. p. 286. 38 MARTÍNEZ. Op. cit. p. 295. Si bien Díaz del Castillo da la cifra de 194. 39 Antonio de SOLÍS. Historia de la Conquista de México. Porrúa. México 1978. p. 276. 40 Ibídem. Op. cit. p. 63. 41 Ibídem. Op. cit. p. 266. 42 Jesús F. SALAFRANCA ORTEGA, “Una trascendental decisión histórica de España. ¿África o América?” en “El descubrimiento de América y el impacto en la historia”. ZEA, Leopoldo, compilador. FCE e Instituto Panamericano de Geografía e Historia. México 1989. 43 SOLÍS. Op. cit. p. 266. 44 MARTÍNEZ. Op. cit. p. 332. 45 SOLÍS. Op. cit. p. 63. 46 PRESCOTT. Op. cit. p. 327. MADARIAGA. Op. cit. p. 419. 47 MARTÍNEZ. Op. cit. p. 327. MADARIAGA. Op. cit. p. 419. 48 MARTÍNEZ. Op. cit. p. 223. 49 PRESCOTT. Op. cit. p. 393. 50 MADARIAGA. Op. cit. p. 456 y 458. XIV Coloquio de Historia Canario Americana 1946 51 MARTÍNEZ. P. Op cit. p. 294. 52 PEREYRA. Op. cit. p. 77. 53 PEREYRA. Op. cit. p. 117. PRESCOTT. Op. cit. p. 338. 54 SOLÍS. Op. cit. p. 333. 55 SOLÍS. Op. cit. p. 338. MAD. 507. 56 MADARIAGA. Op. cit. p. 500. 57 ALMIRANTE. Historia Militar de España. Vol. II. p. 274. QUATREFAGES. Op. cit. p. 246. 58 ALMIRANTE. Op. cit. p. 276. Historia de la Infantería Española. p. 202. 59 Historia de la Infantería Española. p. 137. QUATREFAGES Op. Cit. p. 246. 60 MARTÍNEZ, Op Cit. p. 260. 61 Sólo cuatro muertos en el bando de Cortés. DIAZ DEL CASTILLO Op. Cit. p. 241. 62 QUATREFAGES. Op. Cit. p. 246. 63 Ibídem. p. 246. 64 PRESCOTT. Op. cit. p. 337. 65 QUATREFAGES. Op. Cit. pp. 234-242. 66 Ibídem. pp. 241-242. 67 PEREYRA. p. 77. 68 MADARIAGA. p. 238. 69 MADARIAGA. pp. 298-299. 70 MADARIAGA. p. 494. MARTÍNEZ. pp 331 y 288. 71 MADARIAGA. pp. (226-227) - 190-202. 72 MADARIAGA. p. 514. 73 MADARIAGA. p. 514. 74 MADARIAGA. p. 537 y MARTÍNEZ. pp. 223-224. 75 MADARIAGA. p. 238 y MARTÍNEZ p. 224. SOLÍS p. 272. 76 SOLÍS. p. 347. 77 SOLÍS. pp. 273-274. 78 MADARIAGA. p. 437. 79 MADARIAGA. p. 489. MARTÍNEZ p. 288. Diferencias tácticas y orgánicas entre el ejército de Carlos V y el de Cortés… 1947 80 PEREYRA. p. 108. 81 SOLÍS. p. 347. 82 SOLÍS. p. 278. 83 BERNAL. p. 268. 84 MARTÍNEZ -autor del párrafo- ha debido decir arcabuz; el trabuco es un arma del siglo XIX. 85 MARTÍNEZ. p. 332. |
|
|
|
1 |
|
A |
|
B |
|
C |
|
E |
|
F |
|
M |
|
N |
|
P |
|
R |
|
T |
|
V |
|
X |
|
|
|