1463
EL TRASPASO DE LA VIDA RELIGIOSA SEVILLANA A
LA CATEDRAL CANARIA:DEVOCIÓN INMACULISTA
EN SU HERMANDAD SACRAMENTAL1
Sonia Mª Izquierdo Gutiérrez
Conocidos son los vínculos que ha tenido, desde siempre, Andalucía y Canarias,
principalmente con Sevilla, primer puerto hacia Indias hasta el siglo XVIII. Ya desde el siglo
XIV, antes de comenzarse la conquista, arriban a Canarias vecinos del Reino de Sevilla; en
1390 Enrique III de Castilla, concede la conquista de canarias a Hernán Pereza, caballero
veinticuatro de la ciudad, y un año más tarde una nave con nombre Santa Ana “significativo y
premonitorio nombre”,2 sale desde la capital hispalense rumbo a Canarias.
El propio Juan de Betencourt se hace nombrar rey de Canarias en la capital andaluza. Las
expediciones continúan, y las relaciones comerciales y sociales comienzan a ser un hecho.
Pero la religión, con sus principales manifestaciones, y su derivación en el campo artístico,
son probablemente, el principal legado que Sevilla ha dejado a Canarias; el primer obispo de
Canarias con sede en el Rubicón, fue sevillano, Fray Alberto de las Casas, como también lo
fue el primer obispo de la sede canariense, llegado en 1488.3
Los siglos XVI, XVII, y XVIII en menor medida, hay que tener en cuenta la pérdida por parte
de Sevilla de la casa de la contratación a favor de Cádiz, serán testigos de la traída de
numerosas piezas artísticas, pero también de pobladores que traen sus costumbres y
creencias, y de un nutrido grupo de arquitectos, artistas cuya referencia para sus realizaciones
está en su ciudad de origen.
La Catedral de Canarias, bajo el título de Santa Ana, reúne en sí misma todo este cúmulo
de influencias. La propia ciudad de Las Palmas, poblada en gran parte por hispalenses,
pretende ser una Sevilla en el Atlántico. Sevilla y Triana, separadas por el Guadalquivir, Las
Palmas y Triana, al otro lado, separadas por el barranco de Guiniguada. Santa Ana, patrona y
reina de los marineros de Triana, como patrona de la catedral Canaria.4
Y precisamente en la Catedral, confluyen todo este conjunto de analogías; no sólo desde el
punto de vista arquitectónico, queriendo tener como referencia a la Catedral hispalense, o de
otros campos artísticos, sino del traslado de la vida religiosa sevillana a la ciudad de Las
Palmas, teniendo su centro de irradiación en la propia catedral.
Como ya hizo mención en su momento el profesor Hernández Perera, desde los primeros
tiempos se acude a Sevilla. De esta ciudad vendrán los canteros, como también los canónigos
y hasta las devociones como la de la Virgen de la Antigua, de tanto arraigo, y que ha tenido
capilla propia siempre en el templo catedralicio. El edificio es deudor en su estructura del
gótico sevillano. Incluso el plan constructivo pretende ser el mismo, comenzando el edificio
por los pies, coservando la primitiva iglesia gótico mudéjar, posterior parroquia del Sagrario,
al igual que en Sevilla se quiere respetar la capilla real y sepulcro de San Fernando. Incluso
algo tan característico como es el “Patio de la Naranjos” sevillano, tiene su réplica en Santa
Ana.5
XIV Coloquio de Historia Canario Americana
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A lo largo de la historia de la Catedral, son numerosas las piezas artísticas, esculturas,
pinturas, orfebrería, artes suntuarias… que llegarán al puerto canario desde la capital
andaluza. En numerosas ocasiones el Cabildo Catedral se servía de residentes en la ciudad
que de alguna u otra manera, estaban vinculados a la Catedral y que le servían de
intermediarios. Cabe destacar al Deán Mexía, que por su estancia a principios del XVI se vio
ampliamente favorecida la Catedral. Como regalo suyo envió unos lienzos del “Señor en el
Huerto” y un “San Jerónimo”. Asimismo por encargo del cabildo, llegaron sendas pinturas de
“Santa Ana” y “San Sebastián”, atribuidos a Roelas. Pero no faltaron piezas de orfebrería
como incensarios de plata, atriles dorados, cuatro campanillas pascualeras etc.6
Otro de los intermediarios sería Jerónimo de Medina, ministril, o Juan de Álvarez, a los
que se les encarga una cruz rica de plata traída en 1701, y las andas del corpus en 1615,
respectivamente. Andas que pretendían imitar a las de Juan de Arfe de la catedral hispalense.7
Todas estas referencias nos sirven como introducción de lo que fueron los parámetros que
siguió la Catedral de Santa Ana con respecto a su matriz. Como ya dijimos anteriormente fue
un trasplante de toda la vida religiosa y del funcionamiento de ésta en la Catedral. Y como
principales manifestaciones de ese sentir religioso están las cofradías y hermandades. Entre
ellas las que realmente nos interesan las hermandades del santísimo, de tanta relevancia y
significación en la religiosidad barroca.
Citando al Abad Sánchez Gordillo en su libro de religiosidad sevillana, nos damos cuenta
de este hecho: “Las cofradías que están fundadas en veneración del Santo sacramento son
más estimadas, y más honrradas, más antiguas y más ricas, devotas y espirituales que otras
ningunas y como tales deben ser frecuentadas, servidas y reverenciadas”.8 Sin embargo la
devoción al Santísimo Sacramento y las hermandades que se reúnen en torno a su culto ya
habían comenzado a tener auge desde el siglo XVI, a instancias en la península, y sobre todo
en Sevilla de la que se conocía como “la Loca del sacramento”, Teresa Enríquez. Se acepta la
fecha de 1511 como la del inicio de las hermandades sacramentales en Sevilla figurando en
sus primeras reglas, algunas de ellas, precisamente a Teresa Enríquez como su fundadora. Ya
en 1508, como acompañante del séquito del rey Fernando el Católico, trae consigo la Bula
papal que autoriza la fundación de las Hermandades sacramentales. Su modelo estaría en
Roma, en San Lorenzo in Dámaso, de la que la propia Teresa había sido protectora y
beneficiaria de la procesión de impedidos.9
La Hermandad del sagrario Catedral hispalense va a ser la principal y de ella emanarán sus
homónimas, en el resto de las parroquias sevillanas. Pero no va a ser sólo el foco sevillano el
que acoja e imite estas fundaciones. La Catedral de Las Palmas tendrá en su matriz sevillana,
el modelo para la institución de su esclavitud del santísimo. Como hemos visto anteriormente
éste no fue un caso aislado.
Los tres pilares de las sacramentales sevillanas, son la devoción eucarística, las honras por
los cofrades difuntos y el fervor inmaculista. Pues bien éstas son asimismo las bases y
fundamentos de la hermandad del Santísimo de la Catedral de Santa Ana.
Tanto el culto al Santísimo Sacramento como la devoción y defensa de la Pura
Concepción de María, van a tener su mayor impulso tras el Concilio de Trento. Si bien con
anterioridad ambas devociones estaban ya de alguna manera cimentadas, no cabe duda que
las resoluciones trentinas, encaminadas en reforzar lo que las herejías protestantes se
El traspaso de la vida religiosa sevillana a la Catedral Canaria: devoción…
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empeñaban en negar, consiguieron el gran culto público a la Eucaristía y la defensa a
ultranza de aquel misterio mariano.
Las primeras constituciones con las que contamos de la Catedral de Canarias son de
1663, dando a entender que se trata de una refundación. Precisamente se le pretende dar un
nuevo impulso a la procesión eucarística de visita a enfermos “por el descuido y tibiesa de los
fieles en el divino culto y veneración, especialmente del santísimo sacramento del altar que
sale a los enfermos”.10 El nuevo empuje que se le pretende dar a la institución viene dado por
el Cabildo Catedral como ya ocurriera en la Real parroquia de Santa Ana de Triana donde
son los curas clérigos y capellanes los que deciden crear una hermandad en torno a su culto
divino.11 Es común en las ordenanzas sacramentales sevillanas como menciona el profesor
Roda Peña, el que aparezca como institución canónica que la hermandad surja “para efecto de
servir y acompañar al Santísimo Sacramento al tiempo que sale a visitar a los enfermos, con
candelas de cera encendidas en las manos”.12 Pues bien en el estatuto tercero de las
mencionadas constituciones de 1663 en lo referente al acompañamiento del Santísimo
Sacramento dice: “la primera obligación de los congregantes es acompañar al Santísimo
quando sale a los enfermos (…) para lo qual han de asistir todos los mas hermanos que
pudieren(…) pues es el más principal servicio de dios para que se instituye esta hermandad
(…)”.13 Esta procesión es fundada por el obispo Fray Juan de Toledo, quien la dota pagando a
tres ministriles, encargados de tocar los instrumentos, trescientos reales cada año. La manera
de salir el Santísimo a la correspondiente visita era exactamente igual que se hacía en Sevilla.
El Santísimo bajo palio con su guión, hachas, corporales, campanilla, faroles etc.14 Una copia
exacta de la que sería la procesión de la catedral hispalense, o de la hecha por la hermandad
de Santa Ana de Triana, pudiendo comparar ambas descripciones y ver sus similitudes.15
Estos hechos vienen a demostrar el carácter asistencial de las cofradías del santísimo, en
clara semejanza con otras cofradías parroquiales, como las de ánimas o misericordia,
presentes en toda iglesia, y que en sus orígenes basaban su existencia en el servicio a los
más desfavorecidos, aunque más adelante en su evolución fueran asumiendo otras funciones,
o simplemente perdiendo su carácter de asistencia.
Pretendemos reflejar en este presente artículo las enormes similitudes de la hermandad
sacramental canaria con sus hermanas sevillanas para llegar al punto que verdaderamente nos
interesa reflejar: la fervorosa devoción a la Inmaculada Concepción de María, y el acogerla
como protectora, conjuntamente con el Santísimo, de la hermandad.
En el libro Las hermandades sacramentales de Sevilla se nos relata como el culto a la
Inmaculada en las sacramentales sevillanas fue una constante desde sus principios. Era una
manera de unir en su seno dos devociones que calaban profundamente en el pueblo, y por
supuesto defendidas teológicamente, no sin estar exentas de polémica; sobre todo en lo
referente a la Inmaculada que dividió a la propia iglesia católica. Todos admitían que María
fue santificada antes de nacer pero lo que se discutía era que lo hubiera sido desde el
momento de su concepción.16 Pero estas desavenencias sólo consiguieron que sus defensores
fueran mas acérrimos, llegando incluso hermandades sevillanas a hacer voto de sangre en su
defensa.
A comienzos del XVII, el pueblo multiplica sus manifestaciones a favor de esta creencia. En
España habrá tres fechas claves para aumentar este culto: 1617, se autoriza a creer en el
dogma; 1622 en que se prohibe defender que María no había sido concebida sin pecado
original, y 1661, año en que ya se permite celebrar su fiesta. Claro que esto sólo son fechas
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oficiales, puesto que España se caracterizó siempre por el apoyo al futuro dogma, celebrando
su fiesta según Stratton desde el siglo XIII, y como ha sido siempre costumbre el día 8 de
diciembre, día en que Santa Ana y San Joaquín se dieron el abrazo en la Puerta Dorada.17
Diferentes grupos religiosos, entre ellos los dominicos, no llegaron a aceptar esta defensa
siguiendo lo escrito por santo Tomás de Aquino. Lo cual se suma a los muchos
enfrentamientos entre esta orden y la franciscana, que junto con los jesuitas, aunque estos a
partir del siglo XVI, fueron algunos de los principales abanderados de la defensa de la
purísima.
La Inmaculada Concepción de La Virgen, fue venerada, defendida, y celebrada siempre
con entusiasmo en España. No sólo la Iglesia sino la propia monarquía, fue siempre
defensora, ratificando este hecho la denominación de la Inmaculada como patrona de España
por el rey Carlos III el 7 de noviembre de 1760.
Sevilla fue desde siempre una de las ciudades donde más fervor gozó esta piadosa
creencia y sus hermandades sacramentales, no dudaron en hacerla su patrona y benefactora, y
convertirse ellos así mismo en benefactores de su culto y sus fiestas, pasando a ser
solemnidad todas las fechas que anunciaban un nuevo triunfo sobre su defensa. La propia
Catedral canaria fue siempre devota de esta creencia, y no han faltado en sus altares imágenes
de esta advocación, como el lienzo que mandó el deán Mexía desde Sevilla a comienzos del
XVII; el que regaló Baltasar Pérez Calzadilla, canónigo de la catedral de ascendencia tinerfeña,
y que realizó en su momento el pintor Cristóbal Hernández de Quintana, o el que lo
sustituiría realizado en el XVIII por Juan de Miranda.18
Una de las principales consecuencias de estos aconteceres será la proliferación de
imágenes de la Concepción, lo que ocurrirá también en las hermandades sacramentales,
presidiendo sus retablos y formando parte de sus insignias y ornamentos.
La hermandad del Santísimo de la catedral canaria también acoge bajo su título y
protección a la Purísima, denominándose “Congregación de esclavos del santísimo
sacramento y de la Purísima concepción de nuestra señora”;19 sus opas veneran por un lado
al Santísimo y por el otro a la Purísima. Con la entrada de cada hermano además de la
promesa de esclavitud al santísimo sacramento se juraba defender la concepción inmaculada
de la Virgen, por acuerdo del cabildo de 16 de enero de 1664.20 Naturalmente su fiesta estará
entre las de obligada asistencia de la hermandad. Después de la festividad del Corpus sería la
segunda celebración en importancia, siendo el domingo infraoctavo el día principal. Fue esta
celebración fundada por D. Lucas Fernández de Olivera, canónigo de la catedral, en
1663”para amor memoria y reverencia de la Virgen María”.21 La celebración sería con
aparato de fiesta de primera clase “ y la ha de decir un sor. Dignidad y por todo ello ha de
haber y elevar quatro doblas”.22 La Purísima se merecía todo el esplendor y boato, y para ello
no se escatimaba en nada: La iglesia del Sagrario, sede de la hermandad, y su altar mayor
debían estar engalanados con las mejores flores y colgaduras, pólvora en fuego, y sin faltar la
cera, que debía iluminar el altar mayor hasta el día catorce de mes con seis luces. Las
limosnas de los hermanos contribuían a todos estos gastos, pero el cabildo catedral también
favorecía esta fiesta, con colgadura, repiques, madera incluso criados para actuar en las
comedias.23
No podemos olvidar lo costoso de todas estas celebraciones, con una gran presencia de
arte efímero, y lo que significaba su montaje y desmontaje, no sólo en cuanto a las
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representaciones teatrales, sino en todo el adorno que formaba parte de la fiesta. No
olvidemos la importancia de la fiesta barroca, y todo lo que la rodeaba, desde los aparadores,
donde se exponía la mejor plata, altares móviles, tapices, bordados en seda, relicarios,
imágenes etc.; y las bambalinas teatrales; el teatro como parte esencial de la fiesta. Se
representaban dos comedias, no siempre las mismas. Al hermano o hermanos que les tocare
debían escogerlas, sacar y repartir los papeles.24 Toda una escenografía al servicio del culto
inmaculista, que entraba dentro de ese gusto barroco por la fiesta, por el esplendor de lo
efímero, el boato.
Pero toda esta dignificación del culto debía contar además de con los elementos ya
mencionados, con una imagen titular, con la protagonista de la fiesta: una talla de la Purísima.
En el año de 1691, la hermandad no contaba con una imagen propia y necesitaba de una
prestada para colocar en su altar y así celebrarle la fiesta y rendirle culto.
Es este año cuando se acuerda traer una imagen de la Concepción. Se pide que quepa en el
hueco que para ella hay en el altar mayor” y se le encarga esta diligencia al sr. Cano.
“Don Franco. Ferrer conciliario eclesiástico pa. q. la mande haser y conciertte q. estando echa
acordara la Hermd. Lo mas que conbenga para su colocacion y bestuario”.25 Tanto la imagen
como la corona de plata para su adorno fueron donación de Don Diego Zejudo Hidalgo, A su
vez la hermandad mandaba traer de España “lana azul y rasso blanco para manto y bestido y
escapulario y guernnicion pa. Ello y su costo se reparta y saque entre todos los hermanos.26
En 1723, tenemos constancia de nuevos adornos para la imagen contribuyendo a que
estuviera más “decente”. Para ello se le hizo un solio plateado, así como un velo de tafetán
carmesí para su nicho.27 Un inventario de 1748 para verificar los bienes de la hermandad se
hace además alusión a que la Virgen posee rostrillo y pulsos de encajes, así como las cintitas
encarnadas de dichos pulsos.28 Pero no se debió considerar suficiente todo este adorno, pues
en 1739, aparece entre los acuerdos de la hermandad que se mande a buscar una imagen de
nuestra señora de la concepción”para poner en el altar mayor el dia de su festividad por lo
qual se pide a los hermanos, y con la limosna que dieren y sinquenta pesos que ofrese
anticipo el hermo. Mayordomo, se costee dha santa ymagen traiendola de genova o sevilla”.29
Por supuesto no se escatimaba en gastos, se pedía que la imagen fuera realizada en dos de los
centros artísticos más importantes del momento. La entidad y buena posición de la
hermandad se ven demostradas en este último punto. Génova fue uno de los focos artísticos
más importantes del siglo XVIII y más del gusto de las Canarias. Son numerosas las tallas
genovesas enviadas a Canarias de sus talleres a lo largo de este siglo. Autor de algunas de
ellas fue el escultor Antonio María Maragliano que precisamente trabajaba por las fechas
mencionadas en que se pide la imagen y no faltaron entre sus obras Inmaculadas como la que
conserva el convento lagunero de Santo Domingo.
Los talleres de Sevilla, por su parte, nutrieron a Canarias desde la conquista y a lo largo
de todo el barroco. Probablemente fue desde esta ciudad enviada la primera imagen y como
veremos más adelante fue Sevilla el lugar elegido para que se realizara la talla. Una vez más
se hacía notar el vínculo.
Es en las cuentas de la hermandad que abarcan de 1748-50, cuando volvemos a encontrar
la mención a la traída de una imagen de la Concepción, donde ya queda claro que es sevillana
y parece darnos a entender que la imagen ya estaba realizada:”por otros pps. que entreguer a
el ermano dn. Isidoro Romero (roto)de la Hermd.pa Ilustración 1costear en sevilla la ymagen
de la Concepcin. de que tengo Reco. Can”.30 También en un libro de inscripciones y tributos
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se hace mención a gastos irregulares de la hermandad en 1748: “Por 1000 rls. Que entrege a
Dn. Isidoro Romero con orden de la hermd. Pa. Costear en Sebilla una ymagen de
Concepon.Cana. y Julio 10 de 1748... En el mismo descargo aparece así mismo el coste del
oficial que compuso el nicho de la Virgen. Sabemos por el libro de estatutos y acuerdos
consultado que Isidoro Romero era abogado de los reales consejos y hermano de dicha
hermandad, donde ejercía las funciones de secretario al menos desde el año de 1726. Su
entrada como esclavo fue el 9 de abril de 1716, entrada que realizó junto a su esposa Andrea
Antonia Rivero.
En las mismas cuentas aparecen las diferentes limosnas que entregaron los distintos
hermanos para el costo de la imagen. Como el hermano “Salvador Manrrique que da 20rls, el
propio Isidoro Romero otros 20, Don franco. Hernández 20 rls., Don Roque Benítez 20 rls
igualmente, o Don Franco. De Matheos70 rls”.31
En el tesoro de la Catedral de Las Palmas se halla una talla de la Concepción de María.
Hasta ahora atribuida por el profesor Hernández Perera al escultor sevillano Duque Cornejo,
el hallazgo de estos documentos abundan en esta posibilidad. Lo que no podemos asegurar es
que la imagen realmente llegara, tampoco se puede asegurar que la talla que hoy
conservamos sea la que en su momento encargó la hermandad, aunque la tradición de que la
imagen ha pertenecido a los hermanos del santísimo, así como los datos cronológicos
hallados, parecen llevarnos a esta conclusión.
Entre sus numerosas tallas no faltaron Inmaculadas como la que realizó en 1743 para la
capilla de los burgaleses del convento de San Francisco, que procesionaba y que actualmente
se encuentra en la iglesia del santo Ángel; olas que realizó para la Compañía de Jesús en
Carmona en 1719, o para el colegio de las Becas en 1709.32
La Inmaculada que hoy conserva la catedral canaria acusa el arte de Duque Cornejo:
rostro sereno, candoroso, al que se une caprichosos volúmenes, expresados sobre todo en el
movimiento de los paños, y con sus característicos pliegues acuchillados. Dos características
propias del escultor como son el utilizar una rica policromía y el que cabezas de querubines
sean el reposo de los pies de la virgen, los vemos también presente en esta imagen.
Esta representación iconográfica es el resultado de anteriores tipologías de la Inmaculada.
En principio en realizaciones pictóricas se utilizó de una manera más descriptiva y
genealógica, puesto que era difícil encontrar la representación ideal a una idea tan abstracta.
El resultado sería mostrar el misterio mediante el “árbol de Jesse”, pero no sólo carecía de
fuerza, sino que resultaba bastante inaccesible.33
Poco a poco se fue depurando la iconografía, intentando conseguir un resultado sintético
pero claro “sin acudir a circunvalaciones históricas, ni conglomerados simbólicos, que no
llegaban a sensibilizar completamente a la mujer ideal, cantada por poetas, místicos y
predicadores…”.34 Así se nos mostraría la imagen de María Pura y limpia.
La devoción a la Purísima de la Catedral de Santa Ana no fue un caso aislado en la isla de
Canaria. El hallazgo de constituciones de diversas hermandades sacramentales de la isla
formados bajo la protección de esta devoción, no hacen más que aumentar lo dicho
anteriormente con respecto al influencia sevillana. Al igual que la Catedral Hispalense sirvió
de modelo al resto de las parroquias sevillanas, así la catedral canaria será la matriz y
precursora de esta iniciativa.
El traspaso de la vida religiosa sevillana a la Catedral Canaria: devoción…
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El ser un caso aislado en Canarias, ya que en el resto de las islas sólo se da en aquellas
hermandades que se encuentran en parroquias bajo la advocación de la Concepción, nos lleva
a querer realizar un trabajo más profundo que sería un capítulo más de lo que pretendemos
sea el estudio de la devoción a la Purísima Concepción de María, como un eslabón más de lo
que ha significado esta devoción en la historia de España.
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NOTAS
1 Agradecimiento al personal de Archivo Histórico Diocesano de Las Palmas y del Archivo de la Catedral de
la misma ciudad.
2 MORALES PADRÓN: Sevilla, Canarias y América, p.27.,
3 Ídem, p. 28.
4 MORALES PADRÓN: Prólogo del libro Historia de la catedral de Canarias, Las Palmas, 1992 de
CAZORLA LEÓN, S.
5 HERNÁNDEZ PERERA, J.: Canarias, Barcelona, 1984, Fundación Juan March, p. 154.
6 CAZORLA LEÓN, S.: Historia de la Catedral de Canarias, Las Palmas, 1992.p.118 y119. p.355 y 361.
7 Ídem
8 SÁNCHEZ GORDILLO: Religiosas estaciones que profesa la religiosidad sevillana, Sevilla, 1990.
9 RODA PEÑA, J.: Hermandades sacramentales de Sevilla, Sevilla, 1996, p.26 y 27.
10 Archivo de la Catedral de las Palmas. Archivo secreto(A.S), leg.57. Fundación de la congregación de
esclavos del santisso. Sacramto. Y de la purissa. Concepon. De nra. sra. concebida sin mancha de pecado
original desde el primer instante de su ser.
11 O. Cit., num.2, p.40.
12 O. Cit., num.2, p.57.
13 A.C.L.P. (A.S), leg. 57, Fundación…
14 A.C.L.P. Libro de Acuerdos y Estatutos, f.28.
15 Opus. Cit. num.8: “otro sí, ordenamos que todas las veces que el Santissimo Sacramento saliese a visitar
algún enfermo, se den primero tres golpes en la campana mayor…hasta que salga el Santissimo
Sacramento, e el guión e la Palia e cajeta con los paños para comulgar…evayan con debocion…, p.58
16 Opus. Cit. núm.8, p.82.
17 SEBASTIÁN, S.: Contrarreforma y Barroco, Madrid, 1989, p.222
18 Opus. Cit. núm. 5.
19 A.C.L.P, (A. S), leg.57, Fundación…
20 “ Y en cumplimiento de uno de estos estatutos jura que defendere la concepcion inmaculada de la Virgen
Santissima nra. Sra. Sin mancha de pecado original desde el primer instante de su ser y assi Dios me ayude
y los sanctos evangelios...”
21 A.C.L.P.Libro I de acuerdos y estatutos de la hermandad del santísimo, f.25.
22 Ibídem, f. 45 - 46 y f. 57.
23 Ibídem, f.181.
24 Ibídem, f.57.
25 Ibídem, f. 181 vto.
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26 Ibídem, fol. 259.
27 A. D. L. P. 10 Asociaciones piadosas, 10.1 cofradías Gran canaria
28 A. C L. P. Libro de Estatutos y acuerdos, fol.277 vto.
29 Opus. Cit, num.27.
30 A.D.L.P, opus. cit, num. 26
31 Ibídem
32 BALLESTEROS, J.B. y GARCÍA DE LA CONCHA, F. Delgado: Imagineros andaluces de los siglos de
oro, Sevilla, 1986, p.84.
33 CÁMARA, A.: “Bartolomé Esteban Murillo”, El arte y sus creadores, num.18, p.54.
34 TRENS, M.: Iconografía de la Virgen en el arte español, Barcelona, 1946, p.164.