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UNA HERMANDAD EN SIETE ROMANCES OLGAF ERNANDELZA TOURDE BOTAS Siete romances tradicionales en los pueblos de Canarias y de la Argentina constituyen el motivo central elegido para esta Comunica-ción, en el marco conmemorativo del Año D de América. Ninguno tiene nombre cierto. Se les ha llamado por lo que reza su primer verso, pero quienes los dicen no siempre empiezan de la misma manera; también por el tema central de su argumento aunque muchas veces quien los recuerda recrea sus textos con imágenes e incidentes procedentes de otros romances. Llegaron a América formando parte del más entrañable patrimonio de cantares religiosos del pueblo español, pero en varios casos habían sido antes composiciones de tema profano; contrahechos "a lo divino", muchas veces generaron posteriores can-cioncitas o simplificadas coplas "a lo humano", cuando el motivo del amor confunde los sentimientos: aproxima lo sagrado, enaltece lo secular. Las versiones argentinas eran bien conocidas por mí, como que algu-nas de elks las he anotado en viajes de investigación por el interior del país en sus versiones más completas. De otras he tenido noticias directas por recolectores a un tiempo participantes y eruditos, como el profesor Bruno C. Jacovella y el gran salvador del foklore poético de nuestro noroeste, Juan Alfonso Carrizo. Aunque podía suponerla -como la supongo y estoy esforzándome por rescataria en Fiiipinas-, ignora~aia existencia ae tal ciocumenta-ción en Canarias, hasta que mi querida y admirada amiga la doctora Elena Rojas me obsequió una obra, parva en cuanto a volumen pero notable por su contenido conceptual: Los romances religiosos en la tradición oral de Canarias de D. Maximiano Trapero (Madrid, Nieva, 1990). ! 202 Olga Fernández Latour de Botas No pude entonces resistir el deseo de confrontar sus romances marianos -que constituyen el verdadero núcleo de esta antología críti-ca- con los que sobre el mismo tema se cantan en la Argentina extrayendo estos Últimos, para el caso, de entre los ya procesados en gnllas como paso previo a su ubicación cartográfica para el Atlas de la Cultura Tradicional Argentina (ACTA,B uenos Aires, 19 78 hasta la fecha). De todos los romances españoles dedicados a la Santísima Virgen sólo siete piezas estructuradas son, al parecer, patrimonio común a las tradiciones vigentes en la República Argentina y en las Islas Canarias. Pero, como ocurre siempre con los materiales del foikiore, ellos son en realidad emergentes de contextos.culturales y cosmovisionales comple-jos y riquísimos que se muestran fragmentados y modularmente m desestructurables para integrarse a voluntad del pueblo, Iibérrimo crea-dor, en un constante devenir por el espacio y por el tiempo. O Siete romances, vencedores de distancias y de siglos -entre otros n =m muchos bienes culturales de los que ellos son muestra- hermanan a O E Canarias con la Argentina en un mismo canto filial a quien Cristo nos E 2 dio por madre nuestra, la Virgen María. E La riqueza del tema obliga a una no fácil selección de elementos útiles para representar, ante este Honorable Congreso, las características 3 más sobresalientes de la devoción mariana en mi país en cuyo panorama - 0m fenoménico viven estos romances que con Canarias compartimos. Por E ello debemos destacar que este trabajo es sólo una apretada síntesis y O que ponemos a disposición de quienes se interesan por el tema todo el n material que la Base de Datos del ACTA posee al respecto. E El plan del trabajo comprende: a n a) caracterización de las manifestaciones más típicas de la devoción mariana en el folklore argentino; O3 b) aproximación al romancero en la Argentina, con especial referen-cia al de tema religioso; C) el romancero mariano en Canarias y en la Argentina: un enfoque comparatista. Los siete romances que motivan nuestro estudio, que en homenaje al criterio adoptado por el estudioso de Canarias Maximiano Trapero designa-remos como él lo hace en su libro citado, son: "A Belén llegar", "Nacimiento", 'La Virgen y el ciego", "Llanto de la Virgen", "Madre, en la puerta hay un niño", "Soledad de la Virgen" y "Por el camino del cielo". Una grilla indicadora de la presencia de estos romances en la biblio-grafía argentina y un mapa de dispersión, completan el trabajo. Una hermandad en siete romances 1203 Pareciera que, a partir del momento en que Cristóbal Colón cambió por el de Santa María el antiguo nombre de una de sus carabelas, el aún desconocido continente americano comenzó a cumplir su destino de consagración a la Virgen. El culto a María, de profundo arraigo en toda América, tuvo en la Argentina, desde los primeros tiempos de la evangelización, el más destacado lugar entre todas las devociones populares. Si la ciudad de Buenos Aires es, antes que eso, puerto "d Santa María; si la provincia de Buenos Aires guarda como su más preciado tesoro el santuario de la que quiso quedarse en esta tierra milagrosamen-te -Nuestra Señora de Luján-; es en el interior del país donde se exterioriza, si no con más vigor, sin duda con mayor originalidad y pintoresquismo, el bello culto de la Virgen. Esas manifestaciones tradi-cionales, hacia las que apunta ahora nuestro interés, constituyen el folklore del culto mariano en la Argentina. 2. FOLKLORE Y RELIGIOSIDAD Tradiciones anónimas recibidas en forma oral y empírica y conserva-das con el respeto y el afecto que el pueblo mantiene para lo consagrado por la vigencia colectiva en muchas generaciones de su gente y en su tierra, constituyen la esencia de lo que iiamamos folklore. No es mi objetivo entrar aquí en los aspectos teóricos del problema aunque, para fijar mi posición diré que considero al foiiúore una "síntesis esencial del ejercicio de la libertad creadora por parte del pueblo, en relación con sus modelos", es decir no un residuo sino una quintaesencia y que, a las muchas metáforas acuñadas para representarlo, he agregado la del kaleidoscopio, que concentra los elementos de las clásicas referidas al acopio (Thoms), la latencia (Menéndez Pidal), la transformación por devenir (Alfonso Reyes) y las contemporáneas alusivas a estructuras como el mosaico (Mukarowski) y la cristalización (Foster). El folklore, como patrimonio de cultura tradicional de las comunida-des populares y particuiarmente de las aldeanas, dentro de las naciones civilizadas, comprende todo tipo de bienes. Entre ellos, algunos son de carácter religioso: aditamentos a la liturgia oficial, prácticas piadosas y rituales caseros, producciones líricas y plásticas, celebraciones comuni-tarias y familiares con que la gente busca su más eficaz y gratificante acercamiento a lo sobrenatural. 1204 Olga Fernándaz Lotour de Botas Aunque los fundamentos espirituales de estas prácticas se encuen-tran también en la ciudad, ellas están más claramente manifiestas en el comportamiento social de las comunidades campesinas, más homogé-neas y cohesionadas por la tradición como factor axiológico de prestigio y generador, por lo tanto, de modelos perdurables. Privan allí dos carac-terísticas fundamentales. Una se vincula con la relación del hombre, como individuo, con los otros hombres: es su fuerte sentido de solidari-dad de grupo, que se manifiesta a partir del núcleo familiar considerado como verdadera unidad de acción. La otra se refiere a la relación del género humano con lo sobrenatural: es su actitud sacralizante, o sea la adopción de un orden de valores en el que lo sagrado prevalece sobre lo-secular y que conduce al pueblo a extender dicha condición de "sagra-de" ir?c!t~se u r!e~~?emsm ukridrs, socides y espirittmks z;enns d culto oficial de su religión pero presentes en su vida cotidiana. Ciertos objetos, ciertas ceremonias públicas y acciones privadas, ciertas pala-bras, poesías y narraciones, ciertos cantos y danzas se revisten así, en la sociedad foik, de una sacralidad que es, al mismo tiempo, causa y efecto de su perdurable vigencia. Entre estos bienes existen algunos -como los conjuros, por ejem-plo- que funcionan en forma independiente, aunque siempre conexos a una cosmovisión compartida por la comunidad y a esa condición sacralizada del mundo a que me he referido, mientras que otros -como las fiestas patronales- constituyen complejos densamente integrados en los cuales confluyen elementos de variada función, procedencia y tipología. El origen de estos elementos culturales anexados al culto católico es sumamente heterogkneo y se pierde históricamente en la más remota antigüedad. En el caso de la Argentina existe una gran mayoría de bienes aportados por España -no pocos de los cuales habían llegado, a su vez, a la Madre Patria, desde las fuentes de la civilización occidental y aún desde el oriente, por influencias arábiga y judáica- pero también confluyen, en desiguales proporciones según la especie folklórica que se considere, supervivencias de culturas aborígenes, que se manifiestan con función nueva en las comunidades criollas, así como elementos a- -p-dr-ad-un v;, A: - r tnman+m -r\r 1- r-rin; i í - .u\t.\i~latA - arto navtca do A r n 6 G r ~ uri~ui i i i~ipiki i a W. X IC~ JpI ~p u- uu UD- p a nw uw A YI IYI IWY. El tema de la religiosidad popular es, sin duda, uno de los que han atraído la atención de más estudiosos en los últimos tiempos. Ello se debe a que, mientras un gran número de bienes del folklore ha perdido funcionalidad -por influencia de la llamada "cultura de masa7', difundida por los medios contemporáneos de comunicación social-, aquellos vincu-lados con la religiosidad han mantenido y hasta intensificado su vigencia Una hermandad en siete romances 1705 Es más, las manifestaciones folklóricas de la religiosidad se encuen-tran en una etapa expansiva (lo que no quiere decir canónica) pues 13 cultura urbana, desgastada en sus recursos espirituales y poderosamente influida por filosofías secularizantes, ha vuelto sus ojos hacia ese repo-sitorio de arcaicas y prestigiosas maneras de aproximación a lo sobrenatural. No entraré aquí en consideraciones sobre este proceso, que tiene facetas positivas y negativas y que no sólo requiere sino reclama una , detenida y profunda reflexión. Bástenos recordar que antropólogos. folkloristas, sociólogos, teólogos y hasta psicólogos han advertido la importancia creciente que asume el análisis de este tema en sus aspectos teóricos y, particularmente, en la aplicación de las consecuencias de este análisis a planificaciones pastorales, educativas y de política cultural. 2.1. La devoción mariana en América Fruto de una cuidada planificación fue, precisamente, el trasplante del culto católico de España a América y por ello, como lo ha demostra-do el antropólogo estadounidense George M. Foster, con depurada metodología, en su libro Cultura y conquista. La herencia espaiiola de América (1962), trajo al Nuevo Mundo un catolicismo depurado. decan-tado, al que trató de liberar de lo que podía haber agregado de superfluo y no estrictamente dogmático el traspaso generacional del culto popular allende el océano. Expresa, por ejemplo, el autor citado: "Por supuesto, la Iglesia afrontó, una vez aue estuvo en América, los mismos problemas que había tenido 500 años an-tes; como pasó en Europa, durante la conquista espiritual del Nuevo Continente, ciertas creencias y prácticas religiosas nati-vas asumieron también formas católicas, produciendo variantes religiosas hispanoamericanas que no se encuentran en España. Pero estas concesiones fueron nominales. El año ceremonial ca-tólico de Hispanoamérica debe su forma al hecho de que la Iglesia sabía lo que quería y lo que no quería, y de que tuvo la fuerza necesaria para alentar lo primero y para desalentar lo segundo. Mediante ios Autos sacramentales se enseñó La doctn-na cristiana y de ahí que fueran útiles en la conversión de los indios analfabetos; las ceremonias del carnaval se señalaron como un peligro para la moral y el orden, y fueron reprimidas. pero no suprimidas completamente, tanto en América como en España." (Foster, 1962, p. 42.) 1206 Olga Ferndndez iatour de Botas Foster demuestra su tesis de la simplificación o "despójo" de la cultura española trasladada a América en todos los órdenes del quehacer humano. Y es de destacar que nuestro Juan Alfonso Carrizo, el máximo recolector de folklore poético de América, había dicho lo mismo en 1945 en sus Antecedentes hispano-rnedioevales de la poesía tradicional argentina. Su punto de mira son los cantares pero, a través de ellos, desentraña toda una cosmovisión y una actitud vital de nuestro pueblo. Señala el maestro Canizo que "la evangelización y con ella la pene-tración de la cultura española en América, se llevó a cabo en los precisos momentos en que España, habiendo conseguido su unidad temtonal y espiritual, entraba en el apogeo de su cultura, en su Siglo de Oro" (Carrizo, 1945). Y, ya con referencia a la Argentina, resume brillante-mente: "La Edad Media y el Renacimiento viven en el alma del pueblo de nuestras provincias, manifestándose espontáneamente en muchos ac-tos de la vida pública y privada, en el chiste, en el cuento, en las canciones, como el perfume de nuestra civilización cristiana que no es sino una glosa a lo divino de la portentosa civilización greco-latina" (op. cit.). La evangelización ibérica, tanto española como lusitana, aportó a América, desde sus primeras fundaciones de ciudades y puertos, el signo cristiano, la adoración a la Santísima Trinidad, el culto de nume-rosos santos (con su inseparable contenido de tradiciones regionales europeas) y, por fin, no en último lugar sino en el primero por el número de sus santuarios y lo entrañable de su devoción, el culto a variadísimas advocaciones de la Santísima Virgen. "La iglesia latinoamericana es históricamente mariana" ha dicho Mons. Joaquín Alliende L. en su interesantísimo libro titulado Hacia una pastoral de la religiosidad popular y destaca con lúcidos conceptos la importancia de la presencia de María en la etapa actual de la labor evangelizadora y misional de América (Alliende, 1970). Efectivamente, en las manifestaciones tradicionales del catolicismo argentino comprobamos que la devoción mariana es una constante pre-sente en el culto popular con la vitalidad más plena, en todas las regiones del país y en todos los tiempos. 2.2. María entre ios dos poios de ia reiigiosidaa' popuiar El folklore del culto mariano incluye elementos de muy diversa índole entre los que reconocemos los del siguiente listado -asistemático y no necesariamente exhaustivo-: creencias regionales etiológicas o explicativas de fenómenos naturales o sobrenaturales, oraciones que se Una hermandad en siete romances 1207 emplean con distintas finalidades concretas, agrupamientos de devotos en cofradías, danzas o desplazamientos rituales con sus toques instrumentaies característicos, vestimenta, comidas y bebidas ceremo-niales, cantos para el culto y canciones "a lo divino" independientes de él, fórmulas de iniciación o conclusión ("cogollos", "finidas") de piezas poéticas de diversa temática "a lo humano", m i l o s y viliancicos, ro-mances y romancillos monommos con estribillos y sin ellos, refranes, cuentos, leyendas y "casos" en que interviene la Santísima Virgen, en salmos y conjuros, artesanías en que se refleja la devoción mariana, el arte de la imaginería y los ex-votos que representan a la Madre de Dios y, finalmente, para resumir en una especie el más nutrido complejo de temas marianos propios del culto tradicional campesino, las fiestas de la ,, Virgen, ocasiones ideales para que afloren del alma popular todas las D E ofrendas que los fieles desean brindar a su intercesora y abogada. Si analizamos estas manifestaciones del culto popular advertimos -" - que presentan características que permiten situarlas entre lo sustancialmente =m O cosmobioldgico y lo esencialmente abstracto o racionalizado. E E En sus formas extremas, los fenómenos cosmobiológicos de la reli- 2 E giosidad popular se hallan muy relacionados con la magia. Surgen de = una posición en !a que e! ser humm~ac tíia C O ~ Qsi p~dierzs emiro de 3 Dios o de quienes oficien ante El como intercesores, en el momento en e-- que lo deseen. Es posible documentar este tipo de hechos tanto en las m E culturas menos evolucionadas como en las sociedades contemporáneas O y es a esta faceta de la religiosidad popular a la que acude con mayor frecuencia la masa urbana, a veces en procura de "fórmulas" para rever- - E tir el destino, otras para asignar un sentido entre fetichista y lúdico a - a ciertas prácticas y ciertos elementos en función de amuletos. 2 - La otra posición extrema es la que remite la realidad a los momentos - 0 finales de la vida y pone el acento casi exclusivamente en el "mis allá". 3 Esta posición, por influencia de los grandes poetas del Siglo de Oro, se O refleja consecuentemente en el folklore poético de tema religioso de la Argentina y desemboca en una preocupación metafísica que, si bien tiene mucho de escatológico, no deja de alcanzar niveles reveladores de una verdadera aspiración a la trascendencia espiritual de base religiosa. Para denominar a estos dos "polos" de la religiosidad popular entre !QS ~ u g l p s-y fin !QS CQ&~- o ~j@Jz1 2 mqqr p < e de b s bienes redes del patrimonio espiritual en las comunidades folk, se han emplea-do los términos inmanentismo, para el primero, y trascendentalismo, para el segundo. Así los utilizan, por ejemplo, Joel Gajardo y Arturo Chacón, Profesores de la Comunidad Teológica Evangélica de Santiago 1208 Olga Fernández Latour de Botas de Chile, en su trabajo titulado Desviaciones de la Religiosidad Po-pular (1975, p. 49-59). Por mi parte, prefiero evitar la aplicación de esa terminología por el hecho de que en algún momento ella $e empleada en contextos de netas finalidades ideologizantes, lo cual impide su uso objetivo. No obstante, reconozco la necesidad de seña-lar la existencia de esos dos polos en la religiosidad del pueblo como marco referencia1 para situar los hechos que nos revela la tarea de documentación. El folklore del culto mariano en la Argentina presenta manifestacio-nes ubicables en ambos extremos de la mencionada polarización, pero sobre todo una rica proliferación de formas intermedias en las que la vivencia comunitaria de la Fe evidencia que sus portadores se mantie-nen fieles a la gran tradición de la "comunidad en comunión" que o q ~ n &si &"as m& ~ Q de!S ~ f i ~ ~ ~ f i ~PS~G nmnc~i~i.hn Y-"----" intermedia donde se encuentra mejor ubicada la influencia de María como presencia viva en la existencia humana: María intercesora, María madre, María paradigma y camino de salvación. La Virgen María, como mujer santa y como madre de Dios es, en sí misma, respuesta a la necesidad de consuelo inmediato y promesa de eternidad. Por eso ias manifestaciones de ia devoción mariana en ei folklore argentino constituyen uno de los aspectos más valiosos y dig-nos de ser difundidos de entre todas las expresiones de nuestra religiosidad popular. 3. PRESENCIA MARLANA EN EL "CICLO VITAL" Y EN EL "CICLO ANUAL" DE LA COMUNIDAD FOLK Como consecuencia de la necesidad de despejar caminos para el estudio de los bienes de la cultura tradicional del pueblo y de acuerdo con ia experiencia recogida en ios viajes de investigación y expuesta en la cátedra, hemos propiciado una metodología esencialmente práctica que no excluye el uso de otras consagradas o renovadoras. Se trata de planificar una indagatoria guidada por los acontecimientos que se eslabonan formando los ciclos vital y anual de la existencia humana, coordenadas estas que permiten ubicar todos los hechos culturales del patrimonio de una co-munidad folk mediante una adecuada selección de informantes calificados complementada con técnicas comprobatorias por muestreo. El ciclo de la vida humana, que comprende desde las incidencias culturales en la gestación hasta los rituales post-mortern de la funebria, complementa su panorama funcional con los datos relacionados con el Una hermandad en siete romances 1209 ciclo anual de la existencia de la comunidad, jalonado de faenas, festivi-dades y rituales. Aunque numerosos bienes del patrimonio tradicional no parecen es-trictamente vinculados con ninguna de las dos coordenadas cíclicas que hemos mencionado -como la narrativa y la lírica "puras" en contrapo-sición con las netamente "ocasionales" o "aplicadas", ciertos entretenimientos, quehaceres y artesanías que se efectúan independien-temente de cualquier etapa anual y casi sin discriminación de edades para los participantes-, la aplicación del sistema propuesto pone de manifiesto, siempre, aspectos dinámicos relacionados con el "dónde", el "cuándo", el "cómo" y el "por qué" de su vigencia. En el caso del folklore del culto mariano resulta evidente que algu-nos de los materiales recogidos apuntan más hacia el individuo que hacia la comunidad o, al menos, tienen un carácter más intimista, mien-tras que otros constituyen fenómenos de manifestación netamente grupal, aunque ese grupo no esté constituido sino por los tres o cuatro integran-tes de un "misachico". Por ello, siguiendo el criterio expuesto, los hemos organizado bajo dos títulos: Presencia mariana en el folklore del ciclo vital y Presencia mariana en el folklore del ciclo anual. Naturalmente la selección de ejemplos será considerada como una mínima muestra de lo que constituye, en la realidad actual de la Argen-tina, un riquísimo acervo. 3.1. Presencia mariana en el folklore del "ciclo vital" Como lo hemos dicho el ciclo vital o ciclo de la vida del hombre comprende todas las etapas por las que pasa, en su evolución como individuo, desde su nacimiento hasta su muerte. Los estudios sobre la existencia pre-natal nos han llevado a incluir la incidencia de factores culturales, positivos y negativos, en esta etapa. Por otra parte, la proyec-ción que la vida de una persona adquiere para los vivos, después de su muerte, nos induce a ampliar este ciclo a la inclusión de los comporta-mientos relativos a la funebria. En las culturas más conservadoras de c ~ m p m t h t mtr idicinn-les, la transición entre una y otra fase del ciclo vital se halla por lo general bien marcada con las llamadas "ceremonias de transición", que Arnold van Gennep denominó "rites de passage" (1938). En la cultura fok se mantienen en vigencia muchos rasgos derivados de esas ceremonias de transición y en eilos, así como en otros actos ligados al ciclo vital humano, aparece en nuestro país el culto a la Santísima Virgen. 1210 Olga Fernández Latour de Botas 3.1.1. El nombre de María El nombre de MarÍa es, tal vez, el primer elemento del culto a la Santísima Virgen que llega a los cat6licos cuando niños. La Virgen es el paradigma de la Madre, por ello, los arrullos que las mujeres cantamos a nuestros hijos nombran muchas veces a María o se confunden con los villancicos que ponen, en voca de la Santísima Ma-dre, versos dedicados al Niño Jesús. Arrorró mi niño, arrom6 mi sol, arrorró pedazo de mi corazón dice la nana más tradicional entre nosotros, mas con su misma música se O n cantan también o m c oplitas que son, en verdad, villancicos navideños: =m O María lavaba La rueda de un coche los siete pañales, a un niño mató ... José los tendía La Virgen María en los romerales lo resucitó. (Draghi Lucero, 1938) @raghi Lucero, 1938) María lavaba, San José tendía y el Niño lloraba del frío que hacía (Camzo, 1937) Así, la maternidad humana se acerca pura e ingenuamente a la de la Madre de Dios, toma ejemplo de su humildad, reconoce su poder mila-groso y hace, de la Virgen María, una presencia viva en la existecia popular. Hemos oído en todo el país -para empezar en mi propia casa-, en boca de madres, abuelas y niñeras surgir, para mecer a los chiquitos, las coplas que evocan diversas etapas reales o imaginarias de la infancia de Cristo. Una variante de la conocida coplita Ahí viene la vaca por el calIej6n trayendo la leche para el Niño Dios Una hermandad en siete romances ha buscado insertar en ella el nombre de María y lo hace así: Ahí viene María por el callejón trayendo las flores para el Niño Dios. Otra cancioncita supone a la Virgen hablando con su esposo: -Levanta, José, -Son los angelitos encendé la vela que andan de carrera y mirá quien anda despertando al Niño por la cabecera. para ir a la escuela. &unas iiarias se a la n-&grosa de la '"Tiigeii pero nombran a su madre, como en el caso de Señora Santa Ana ¿Qué dicen de vos? Que sos soberana y abueia de Dios o de estas con reminiscencias del pecado original y su redención: Señora Santa Ana Dile que no llore, ¿Por qué llora el Niíio? yo le daré dos, Por una manzana una para el Niño que se le ha perdido. y otra para vos. Sin embargo, es evidente que el pueblo prefiere pronunciar el nom-bre de María y por eso, aunque el verso carezca de sentido, se han recogido muchas versiones del cantarcito que comienza diciendo: "Ma-ría Santana ..." María es, para todo católico, el nombre de mujer por antonomasia, María es sinónimo de "mujer". Por eso muchas coplas "a lo humano" se refieren a ese nombre o a sus formas afectivas o hipocorísticas. Así las que expresan: Todas las Mariquitas Tengo una M de plata, son muy bonitas, la hice grabar en oro, solteritas o viudas porque María se llama o casaditas. la prenda que más adoro. (Carriño, 1942, t. 3) (Carrizo, 1942, t. 3) 1212 Olga Ferndndez Latour de Botas El nombre de María es, sin duda, cuantitativamente, el primero de los nombres cristianos; le siguen el de Juan. Pese a ser predilecto entre los femeninos hasta tal punto que, como se ha dicho, llega a emplearse frecuentemente para reemplazar a la palabra "mujer" su valor indicativo de consagración a la Virgen hace que se lo imponga muchas veces a los varones, generalmente como segundo nombre, en combinaciones tan usuales como José Mm'a, Jesús María, Juan María, Carlos María, Ma-nuel María, Luis María, etc. De él deriva Mariana y también Mariano, que son nombres consagrados a la Virgen. Pero además de María a secas, en la mayoría de los casos se da a las niñas el nombre de una advocación de la Virgen: María de la Candelaria, María de las Merce-des, María del Pilar, María de Lourdes, María del Carmen, María del ,, Rosario, María del Valle, María de los Dolores, María de las Nieves, D E Mm'a de la Paz, cuando no de la advocación solamente, con el nombre u de María elíptico y sobreentendido, como en Candelaria, Mercedes, n - = Rosario, Victoria, Guadalupe, etc. Los hipocorísticos de formación hispana m O E como Mecha, Lola, Charo, Lupe o inglesa como Vicky, -ponen el nombre E de María. Por fin, varios de los nombres de las advocaci&es marianas son 2 E frecuentes en los bautizos de varones, especialmente en el interior del país: = PChmen, Rnsmh, Mercedes, den cem e;emp!os rlifiw!id~~. 3 La devoción a María es, por lo demás, el distintivo- de nuestra iglesia - - 0 y por eso, ya en el cancionero adulto, nos encontramos con una cuarteta m E que lo proclama: O Sepa el moro y el judío y el inglés que anda enla mar que María es concebida sin pecado original. (Carrizo, 1942, t. 3) 3.1.2. Diversos matices de la advocación mariana en el cancionero popular relacionables con el ciclo vital del hombre Alabanza por su poder El demonio está muy malo Lucifer está enojado, y no tiene mejoría lleno de melancolía, porque no puede estorbar porque rezan el rosario el rosario de María. las devotas de María. (Carrizo, 1942) Una hermandad en siete romances Alabanza por su belleza i Señora Santa María y San José, que no es menos! ¡El se le parece al sol y ella a la estrella de Venus! (Carrizo, 1937, T. 2) Belleza y valor de los objetos de la Virgen La Virgen se está peinando debajo de una palmera; el peine es de plata fina, las cintas de primavera. (Carrizo, 1937, T. 2) Sacralización del amor humano por mediación de la Virgen A las plantas de la Virgen La Virgen de los Dolores quiero llegar a hacer votos vió mi lágrima primera, de no olvidarte en la vida yo le regalaba flores ni dejarte a ti por otro. para que tú me quisieras. (Carrizo, 1942, T. 3) Ponete el vestido blanco, A la Virgen le pedía Ponete el manto celeste, que ampare nuestro cariño, y andá pedile a la Virgen ahora pido llorando que nos una para siempre que me conceda el olvido (Carrizo, 1942, T. 3) Si usted fuera mi señora yo l'habría de venerar como a la Virgen del Carmen que está puesta en el altar. (Camzo, 1934) El amor a la Virgen como máxima expresión del afecto humano Si vos fueras Virgencita, yo sena tu penitente, si vos fueras mañanita, yn seria h! SQ! xdiente A las morenas quiero desde que supe, que morena es la Virgen de Guadalupe. 1214 Oiga Fernández Latour de Botas Mucho te quiero, vidita, más que a mi padre y mi madre y, si no fuera delito, más que a la Virgen del Carmen (Carrizo, 1934) Sacralización del amor filial, de la amistad, el parentesco y otros afectos, por mediación de la Virgen A la Virgen del Valle ¡Viva Dios, viva la Virgen! debo una luz, ¡Vivan las flores del campo! porque a mi madrecita Este brindis que yo tomo le di6 salud es por don Graciano Ocampo. (Carrizo, 1942, T. 3) (Draghi Lucero, 1938) ¡Vivan novios y padrinos y el cura que los casó! La Virgen les dé su gracia y el Señor su bendición. (Carrizo, 1942, T. 3) Impertnción ¡Ay! Madrecita del Valle, ¡Ay Virgen del Carmen! con toda el alma te pido, Favorecemé, que me estoy aborbojando el diablo me lleva, como se aborboja el trigo yo no sé por qué. (O. F. L. 1956) (Carrizo, 1934) Sacralización del canto (Fórmulas de iniciación tradicionales para cantares narrativos y payadas de contrapunto, especialmente) ¡Madre mía del Rosario En nombre de Dios comienzo dale luz a mis sentidos porque sin Dios no soy nada; para poder explicarme nombro a la Virgen María; delante los entendidos! favorézcanme sus gracias. (Carrizo, 1942, T. 3) Cuando me pongo a cantar iViügame Dios de los cielos, a Dios le pido la Gloria por la Virgen del Rosario! y a la Virgen de Luján ¡NO se equivoque mi lengua explicación y memoria. ni se perturben mis labios! Una hermandad en siete romances 1215 Estas invocaciones, que aparecen en las cuartetas introductorias de cantares novelescos o históricos, o en los "cogoilos" o cuartetas finales de esos mismos, constituyen'tal vez lo más patético de la utilización del nombre de María en el cancionero de adultos del folklore argentino. Muchos de los ejemplos conservados en la memoria popular fueron publicados en los Cancioneros de Juan Alfonso Carrizo y de otros gran-des compiladores. Yo he reunido varios en Cantares histdricos de la tradición argentina (1960) y destaco de entre todos la singular versión que publica Terrera en su Primer Cancionero popular de Cdrdobal ... l (1948), del romance de la muerte de Facundo Quiroga, en el que las intervenciones de la Virgen son una constante. Tras las ejecuciones de los asesinos de Quiroga y con referencia a Santos Pérez, dice la cuarteta final La Virgen llora de pena la muerte del gaucho Santos. Fue criminal, no lo niega, pero fue uno de los tantos. La fuerza de la invocación, es decir el llamado mediante el acto de prnnnndirt e! nnmho de ser hgmmn e sehontiitd es iin tez2 de inmemorial tradición universal -podría escribirse un tratado sólo sobre ésto- y las leyendas marianas contienen preciosos ejemplos de "sucedidos" en nuestro país. Uno de los más famosos es el de la payada de don Domingo Díaz, persona real, con el Diablo, que, como introduc-ción, tuvo una invocación a la Virgen: ¡Madre mía del Rosario ayudale a tu devoto! ¡NO permitas, Madre mía, que a mi ciencia la lleve otro! luego, según recuercian los guitarreros tucumanos Domingo Díaz cantando por el Credo comenzó. No cantó cuatro palabras que el maldito reventó. No sólo en las piezas históricas o novelescas aparecen invocaciones a la Santísima Virgen. Siguiendo los patrones poéticos consagrados, también en las canciones de carácter jocoso o festivo se menciona a la santa mediadora con estrofas como ' Olga Fernández Latour de Botas ¡Madre mía de Alpachin, ¡Madre mía del Rosario! ayudame con coraje! ¿Por qué me tienes tan flaco? Si me vienen a cobrar Unos pitan, yo no pito ¡Nuestra Madre los ataje! porque no tengo tabaco. (Carrizo, 1937, T. 1) La despedida de la vida, solemnizada con variados rituales en nues-tras comunidades regionales, incluye muchas veces invocaciones y cantos a María, como la estrofita del Canto de Animas santiagueño que expresa iOh! Virgen del cielo niega y alcanza no viva ni muera con culpay mortal (Martínez Moreno, 1980) 3 Por fin, la confianza en la Virgen no podía estar ausente en ninguna despedida y, como el pueblo sabe aquello de que "partir es morir un - 0m poco", canta una copla tradicional E O n i Señora dueña de casa, E adiós, será hasta otro día! a Cuando sepa que m'hi muerto n ¡Réceme un Ave María! (Femández Latour, 1957) 3 O 3.1.3. Otras muestras de la presencia mariana en las costumbres del "ciclo de la vida" S610 podemos, en esta ocasión, brindar una enumeración de las mu-chas, ricas, creativas y bellas maneras en que la devoción mariana se u~c~emp:r.e secte efi !a vida de fiwst,'g~e~fi te. La siSte~?Utkay fmctifu= ra labor de los grandes compiladores del folklore que tuvo la Argentina en la primera mitad de este siglo han dejado materiales reveladores que, disminuida ahora en cantidad esa tarea & relevarniento, pueden ser confir-mados como vigentes en buena parie por quienes tratarnos de continuarla. Una hermandad en siete romances 1217 Las oraciones pidosas despliegan allí toda la gala heredada de Espa-ña en materia de artificios formales: glosas, intercalaciones de series predeterminadas (mandamientos, preceptos, etc.), contrahechuras "a lo divino", paráfrasis, son recursos que no han perdido todavía su vigencia en nuestras provincias. Las oraciones cantadas, cuyo mayor número ha sido registrado por Isabel Aretz en sus extraordinarios corpus de Tucumán (1946) y La Rioja (1978), incluyen el numeroso grupo de las Alabanzas. De las cincuenta y ocho registradas en La Rioja, por ejemplo, diecinueve se dedican a distintas advocaciones de la Virgen: "de la Purísima Concep-ción" (n." 255), "a nuestra Señora del Rosario" (n." 256, 257, 261, 263, 274, 275), "de la Virgen de las Mercedes" (n." 259, 260, 280, 281), de ,, la "Virgen de Andacollo" (n." 267, 268, 305). "a la Virgen del Valle" D E (n." 282,294), de "Nuestra Señora de los Desamparados" (n." 286), "de u Nuestra Señora de Pompeya" (n." 298), "para la Virgen del Cannen" n (n." 299). - m O En esta breve síntesis no podemos pasar por alto, entre los cantares E E conexos con la devoción mariana en el folklore argentino, el famoso 2 E Aiio Nuevo Pacari que cantan los ayllis, cofrades del Niño Alcalde, - . . hrrnte !r nnve!r. de San Nire!& -de! 16 U 25 de diciembre de c2dn 3 año- en el atrio de la iglesia matriz de la ciudad de Todos los Santos O-- de la Nueva Rioja de la cual dicho santo es el vicepatrono. El texto del m E cantar, en un quechua muy deturpado que ni los mismos cantores com- o prenden en su totalidad, presenta varias versiones distintas publicadas, entre ellas una que recogí junto con el equipo técnico del hoy instituto n E Nacional de Antropología dirigido por Julián Cáceres Freyre, en 1957. - a El estribillo del cantar suele ser, según las variantes, "Mama y Virgen 2 n Santisima" o "Mama y Virgen Copacá" y, como muestra, reproduzco n n una de sus estrofas referidas a la Madre de Dios de un texto traducido al 3 castellano por J. M. Farfán, que publicó Carrizo en su Cancionero O popular de La Rioja (1942, t. 2). Canaán chimpa, rosa sisa, Mamay Virgen Copacá Ñan pach (a) paqari (n) Virgen mama, mayta(n) rinki? Jerusalen Yayarki Crustallaspa facillasta Canáan chimpa, Niño Jesiis, Canáan chimpa, rosa sisa Mamay Virgen Copacá .... Flor de rosa de la banda de Canaán, Virgen de Copacabana, Madre mía, El día amanece ya, Madre Virgen ¿dónde vas? Tu Padre de Jemsalen, Hará fácil tu caz. Niíío Jesús de la banda de Canáan, Flor de rosa de la banda de Canaan, Virgen de Copacabana, Madre mía. 1218 Olga Ferncíndez Latour de Botas Muchos temas de estudio surgen de estos versos, que no podemos desarrollar aquí pero sí enunciar parcialmente: las metáforas en la invo-cación a María (itan rica herencia hispano-medieval!), el de la oración bilingüe y bicultural americana (con sus sincretismos, yuxtaposiciones y creaciones nuevas), el de la naturaleza no americana cantada en America (la rosa), el de las Sagradas Escrituras como fundamento del cantar popular, etc. Todo lo expuesto espero haya contribuido a comprobar la presencia mariana en las distintas etapas del ciclo de la vida del pueblo en la Argentina. 3.2. Presencia mariana en el folklore del "ciclo anual" E Si se tiene en cuenta que es "toda ia cuilura" ia que se manifiesta, O remozada, ubérrima, esperanzada, desatada, en la fiesta, se comprenderá - que no pueda intentarse una síntesis de esos esplendores campesinos -tan m O E modestos en recursos como ricos en espiritualidad- que el calendario E 2 litúrgico siembra a través del año. Por ello s61o incluiremos un no E exhaustivo "calendario mariano" y destacaremos brevemente, por Io que esta celebración significa para las Islas Canarias, la fiesta de Nuestra 3 Señora de la Candelaria en el noroeste argentino. O-m 3.2.1. Calendario mariano M& Día Enero 6 Febrero 2 2 2 2 2 12 Mayo 8 i O Julio 16 Agosto 15 15 Setiembre 15 24 24 Fiesta Virgen de Belén Virgen de los Reyes Magos Virgen de la Candelaria la Candelaria la Candelaria Nuestra Sra. de la Candelaria Virgen de las Candelarias Virgen de Lourdes La Pura y Limpia Concepción de Luján a-, A---..- UGl ruripiuo Virgen de Itatí Virgen del Tránsito Fiesta de la Asunción Virgen del Milagro Virgen de las Mercedes Idem Lugar Comentes Silípica Moljnos Maimará Villismao Las Palmitas El Challao Luján IX--.- m:-- lVlUIlLG NLU Itatí La Porf~adita Casabindo Salta Anguinán Villa Bustos Provincia Corrientes Santiago del Estero Salta Jujuy Catamarca Catamarca Mendoza Buenos Aires aa--i.:u..-i-u agu Corrientes Catamarca Jujuy Salta La Rioja La Rioja Una hermandad en siete romances M& Dla Fiesta Lugar Provincia Setiembre 24 de la Merced Tejada C6rdoba 24 de las Mercedes Anguinaco Catamarca Río Colorado Catamarca Alto de San Pedro Córdoba Octubre 2 Virgen del Rosario Sotelos Santiago 7 Nuestra Sra. del Rosario Calera del Sauce Catamarca 7 Idem Corrientes Gral. Paz Comentes 7 Idem Guanacache Mendoza 7 Idem (Auto sacramental) Ituya Salta 31 Nuestra Señora del Río Blanco y Paypaya Río Blanco Ju_iuy Noviembre 26 Virgen de la Consolación de Sumampa Sumarnba Santiago Diciembre 8 la Inmaculada Concepción E1 Cóndor Jujuy 8 la Purísima Concepción Tuama Santiago 8 Virgen del Valle Catamarca Catamarca 8 La Purísima San Salvador Jujuy 26 Nuestra Sra. del Rosario Puesto del Marqués Jujuy 26 Idem Anjullón La Rioja 26 Nuestra Señora del Rosario de Andacollo Varias localidades (Ullúm) San Juan, La Rioja Fiwias movibles son la de La Virgen de la Consolación de Huachana (Santiago del Eslero). la de la Virgen de hinta Corral (Semana Santa-Jujuy), la de la Virgen de los Dolores en Matar6 (Santiago). (Bibl. principal: Coluccio, 1972; Cortazar. 19 ; lacovella. 1953.) 3.2.2. Fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria Sin poder entrar en mayores detalles por no extenderme indebida-mente diré que esta fiesta, que posee en el noroeste argentino todas las caracteri'sticas de la fiesta religiosa del catolkismo americano (Colecta o derrama, Novena, Vísperas, Misa, Procesión, Octava, Promesantes, Dan-zas -torito, caballitos, suris o samilantes-, Cargos en Cofradías -esclavo, mayordomo, Presidente de Comisión, guardias), Procesión de santitos, Fuegos artificiales, Luminarias, Insüumentos musicales -sh, erke o corneta, caja, bombo, anata o turuma, matraca, banda oficial), 1220 Olga Fernández Latour de Botas Descansos en Calvarios,'posas y apachetas, Arcos, Bombas, Camaretas, Ferias, Juegos, Elementos de valor terapéutico asociados (tierra de la Virgen, agua de la Virgen, medida de la Virgen, velas, arcos hechos con ramas de molle, frutas y flores), costumbre de la '"pisada del santo", ha sido estudiada de manera ejemplar. Me refiero al libro de la malograda investigadora Licenciada Josefa Luisa Santander La fiesta de la Cande-laria (Quebrada de Humahuaca y Puna), que, de poder asistir a este Congreso, me comprometo a dejar en poder de sus organizadores como hubiera deseado hacerlo Pepita. 4. EL ROMANCERO RELIGIOSO EN LA ARGENTINA m El romancero de forma monomma que encontramos en la Argentina O comprende exclusivamente piezas de origen español. Las aportaciones n - m locales al patrimonio de cantares épico-líricos han sido hechas, todas, en O E cuartetas romanceadas gabcb, raramente en décimas espinelas -estmc- E 2 tura muy cultivada en nuestro país pero en función exclusivamente E lírica, como estrofa de glosas o textos no glosados de estilos, tonadas 3 cuyanas y rnilongas pampeanas. Casi todas las piezas de este romancero mariano se relacionan con el - 0 m ciclo de Navidad y, funcionalmente, son cantadas por las mujeres a los E niños y a veces repetidas por éstos como juegos de ronda. Viven en O variantes locales, por lo que, según lo ha dicho el eminente maestro n Ramón Menéndez Pidal, deben ser consideradas como parte integrante aE del foiklore argentino. Su vigencia actual es total en muchas áreas del noroeste argentino, mientras que en el resto del tenitono se conserva n n especialmente memoria de los romancillos que generan composiciones mono o bi-estrqficas, muchas veces incorporadas funcionalmente al gru- 3 O po de los arrullos o nanas. 5. EL ROMANCERO MARIANO EN CANARIAS Y EN LA ARGENTINA: UN ENFOQUE COMPARATISTA Si bien, considerando las piezas canarias que hemos conocido a través de la obra de D. Maxirniano Trapero, sólo siete presentan estruc-turas netamente reconocibles en el patrimonio que se ha relevado en mi país, es necesario señalar que los motivos que aparecen en otros de esa colección canaria se encuentran en piezas de la narrativa en prosa (como Una hermandad en siete romances 1221 es el caso de las maldiciones a la perdiz, a la mula, al labrador que dice sembrar piedras, etc ...). Faltan, no obstante, las composiciones sobre el tema de María al pie de la Cruz y aspectos conexos. El romancero mariano de la Argentina es, como ya lo he dicho, esencialmente navideño. 6. CONCLUSIONES Pienso que, a través del panorama de la presencia mariana en el foiklore argentino, el lector canario -y todo otro interesado en el tema-podrá hallar muchos más elementos para la comparación cultural que los que yo analizo en este trabajo. Para facilitar la percepción de la cantidad de fuentes básicas utilizadas y de la difusión de estos hechos en ei territorio argentino .agrego una griiia y un mapa según ia metodología del ACTA, que he elaborado especialmente. La exposición del trabajo estaría acompañada por versiones grabadas del canto de las piezas a que nos referimos. Siete romances, que no son sino perlas de una mar rica en tesoros culturales nos muestran que éstos son los que realmente -perduran y vencen las distancias y doblegan al tiempo. Que a través de esa mar se hermanen más que nunca, en este año, dos pueblos, canario y argentino, por su filiación común en la Virgen María. OIga Fernández Latour de Botas m BIBLIOGRAF~A E O ALLENDE, Mons. Joaquín. Hacia una pastoral de la religiosidad popular, San- - - m tiago de Chile, 1970. O E ARETZIs,a bel. Música tradicional argentina. Tucumán. Histaja y Foiklore, Bs. E 2 As. 1946. E Música tradicional de La Rioja. Venezuela, INIDEF, 1978. CACEREFS REYREJ,u lián. 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Consejo Nacional de Educación, 1921. Legajos en el Instituto Nacional de Antropología (INA) Bs. As. Olga Fernández Lotour de Botas Versión de Agüimes, (ay. Agüimes, Gran Canaria). GC, 1, 120.1 Pa Belén camina, 2 zr! hombre a deshow Iban caminando 4 un portal oscuro, Le dice María: 6 antes de las doce Dieron las tres cuartas 8 y José comendo Se levantó José 10 en ver que no tiene Le dice María: 12 en mi humilde toca Llegó las doce 14 y en su humilde toca quisiera saber, CUI? UI?Y 3ujer. y se han encontrado mucho se alegraron. -Acuesta, José, yo te llamaré.- y ella lo llamó fue y se levantó. muy afligidito ni un paííalito. -No llores, José, yo lo envolveré.- y el Niño nació ella lo envolvi6. Una hermandad en siete romances Camina, camina Bibl. n." 4 Camina, camina la Virgen María. A San José lleva en su compañía. Compañia más dulce no podrá encontrar. A Belén camina; no pueden parar, que antes de las doce desean llegar. Siguen caminando, San José a la par. «-Camina, María, si puedes andar; ya los gallos cantan: cerca está el lugar*. Siguen caminando y se han encontrado unos viajeros, y le han preguntado si para Belén hay mucho que andar. Ellos le responden: «Ya los gallos cantan: cerca está el lugar*. Siguen caminando y ya se encontraron una posadita, donde se acercaron, y dice María: «-Llégate, José, a peair posaaa para una mujem. Despierta José, muy afligidito de ver que no tiene ni un pañalito. Se allega José a pedir posada para un hombre anciano y una embarazada. Asoma el ventero por una ventana: «-¿Quién el majadero que a mis puertas llama? Quita de mis puertas, yo no doy posada a más a deshora, si ia trae hurtada». «-No la traigo hurtada, no ha de imaginar: me la hadado el Cielo. Él la pudo dan>. Siguen caminando, y ya se encontraron con un pesebrito muy mal arreglado. Le dice María: <<-Acuesta, JosB, que siendo la hora yo te llamaré». Dieron los tres cuartos, y eiia conoció que el Verbo Divino hizo movición. Le dice María: «<-Despierta, JosC, que el Rey de los Cielos ya quiere nacen>. Nace el Verbo Eterno dando resplandores, y fue celebrado entre los pastores. 1226 Olga Ferndndez Larour de Botas Le dice María: Ellos lo celebran «-No afiijas, José: con admiración, En mi triste toca porque conocieron yo lo envolveré». que era el Niño Dios. NACIMIENTO (La) Bibl. n." 24 Versión de Cercados de Espino (ay. San Bartolomé de Tirajana, Gran Canaria). RGC, m, 71.1 Cuando por el mundo andaba 2 entronaba y enventaba !2 virgen come de!~cada 4 -iDónde nos arrimaremos San José la consolaba 6 que allá arriba hay un portal San José toca en la puerta, 8 -Que si da posada a un pobre que la traip delicada 10 Él la dice que no, -Que me pueden robar de noche 12 La Virgen como delicada -iDónde nos animaremos 14 San José la consolaba que allá arriba hay una cueva, 16 donde duermen los pastores Se llegaron a la cueva, 18 San José barre la cueva San José pone la mesa 20 -Siéntate a comer, mi esposa, -Coma usted, mi san José, 22 San José hizo la cama -Anda a acostarte, mi esposa, 24 -Duerma usted, mi san José, San José como hombre viejo 26 Allá por la medianoche entre la mula y el buey 28 El buey lo tapa con I'heno, ella le echa maldición: 30 Que venga un ángel del cielo uno le trae pañales, 32 otro le trae la cuna de oro san Josk y su compañia y temporales que había; !!QK&z ! 6 g h 2 ~V~ VZS: hasta que amanezca el día?- con: -Calla, calla, María, un portal que yo sabía.- la Virgen queda en la esquina: y a una mujer que traía, que al sereno no donnh-a quien yo no conocía: lo que me han visto de día.- lloraba lágrima viva: hasta que amanezca el día?- con: -Calla, calla, María, una cueva que yo sabía en el invierno cuando llovía. la hallan de bellanía. con rosas y clavellinas, con pan y gloria que traía: siéntate a comer, María. que yo ganas no traía.- con rosas y clavelinas: anda acostarte, María. que yo sueño no traía.- muy pronto se dormiría. san José despertaría, halla la Virgen parida. la mula se lo comía; -Fruto no des en la vida.- a acompañar a María; otro le trae mantillas, donde el Niño Dios dormía. Una hermandad en siete romances La Virgen y San José Bibl. n." 8 h Virgen y San Jo si i ban o una rome U d o: la Vir gen M hn can' S da ca mi nar 'no po di a. La Virgen y San José iban a una romería. La Virgen va tan cansada que caminar no podía. Cuando llegan a Belén toda la gente dormía «Abra la puerta, portero a San José y María». «Estas puertas no se abren hasta que amanezca el día». Se fueron a guarecer a un portalito que había. Entre la mula y el buey nació el Hijo de María. La mulita no coceaba y el manso buey lo lamía. ¡Malhaya sea tal res que no sufre compañía, ni con el Hijo de Dios ni con la hermosa María! Tan pobre estaba la Virgen que ni pañales tenía: se quitó la toca blanca que sus cabellos cubría, la hizo cuatro pedazos y al Niñito lo envolvía. Bajó un ángel del cielo, unos pañales traía: los unos eran de lino, los otras de holanda fina. Volvió el ángel para el cielo cantando el AVE m. Olga Fernández Latour de Botas LLANTO DE LA VIRGEN (La) Bibl. n." 24 Versión de Fuerteventúra, s.1. FM, 633 En el cielo hay un castillo 2 que lo labró Dios del cielo En la capilla más alta 4 con el niño Dios en brazos, Mientras el niño mamaba, 6 -¿Por qué lloras tú, mi madre? -Lloro por los pecadores 8 -No llores tú, mi madre, que yo cargando la cruz 10 a los chicos les doy pan, y también les doy la gloria labrado de maravilla, para la Virgen María. está la Virgen María, de mamar le pediría. la Virgen que lloraría. ¿por qué lloras, madre mía? que en el otro mundo había. no llores tú, madre mía, a todos consolaría; a los grandes salva y vida, si la tienen merecida. En la punta de aquel cerro Bibl. n." 18 " En ia punta de aquel cek hay u M ca n muy linda Nocs he En la punta de aquel cerro hay una casa muy linda. No es hecha por carpintero ni por la carpintería, que l'hecho Nuestro Señor para ia Virgen Maria, las ventanas son de oro, las puertas de pedrería. Por una ventana abierta está lavirgen María con el Niñito en los brazos que llorando lo mecía. «¿Por qué llora mi Señora? ¿Por pañales, por mantillas?». «Yo no lloro por pañales - - ni tampoco por mantiiias; lloro por los pecadores que mueren todos los días; el Infierno ya está lleno y la Gloria está vacía». Una hermandad en siete romances MAPA 1 SIETE ROMANCES MARIANOS ' I ~ L O G I AT: E MA~ICA/ OBJETIVO: COMPARACION ROMANCEROC ANARIO 1 11 111 IV v VI VI1 JUJUY m m SALTA & ? a k E i % RBfd TUCUMAN SANTIAGO 5 % f a ~ ! ? d % B ~ CHACO FORMOSA MISIONES CORRIENTES ENTRE RIOS SANTA FE BUENOS CAPiTAL FED.ERAL LA PAMPA RIO NEGRO NEUQUEN CHUBLJT SANTA CRUZ TIERRA DEi IWEGO 1 . A Belén llegar 11 . Nacimiento III . La Vigen y el ciego IV . Llanto de la Virgen V . Madre., en la puerta hay uin Nitio ... VI . Soledad de la Virgen VI1 . Por el (Camino del cielo ... Bibliograffa Aretz, Tucumán, 1946 Aretz, La Rioja, 1978 Cáceres Freyre, Navidad en la Rioja, 1962 Carrizo, Tucumán, 1938 Carrizo, La Rioja, 1942 Carrizo, El cristianismo, 1978 Catálogo Col. de FolMore de 1921 Jacovella, Los villancicos folki6ricos, Moya, Romancero, 194 1
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Calificación | |
Título y subtítulo | Una hermandad en siete romances |
Autor principal | Fernández Latour de Botas, Olga |
Publicación fuente | X Coloquio de historia canario - americano |
Numeración | Coloquio 10. Tomo 1 |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1992 |
Páginas | P. 1200-1229 |
Materias | Congresos ; Historia ; Canarias ; América |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1346985 Bytes |
Texto | UNA HERMANDAD EN SIETE ROMANCES OLGAF ERNANDELZA TOURDE BOTAS Siete romances tradicionales en los pueblos de Canarias y de la Argentina constituyen el motivo central elegido para esta Comunica-ción, en el marco conmemorativo del Año D de América. Ninguno tiene nombre cierto. Se les ha llamado por lo que reza su primer verso, pero quienes los dicen no siempre empiezan de la misma manera; también por el tema central de su argumento aunque muchas veces quien los recuerda recrea sus textos con imágenes e incidentes procedentes de otros romances. Llegaron a América formando parte del más entrañable patrimonio de cantares religiosos del pueblo español, pero en varios casos habían sido antes composiciones de tema profano; contrahechos "a lo divino", muchas veces generaron posteriores can-cioncitas o simplificadas coplas "a lo humano", cuando el motivo del amor confunde los sentimientos: aproxima lo sagrado, enaltece lo secular. Las versiones argentinas eran bien conocidas por mí, como que algu-nas de elks las he anotado en viajes de investigación por el interior del país en sus versiones más completas. De otras he tenido noticias directas por recolectores a un tiempo participantes y eruditos, como el profesor Bruno C. Jacovella y el gran salvador del foklore poético de nuestro noroeste, Juan Alfonso Carrizo. Aunque podía suponerla -como la supongo y estoy esforzándome por rescataria en Fiiipinas-, ignora~aia existencia ae tal ciocumenta-ción en Canarias, hasta que mi querida y admirada amiga la doctora Elena Rojas me obsequió una obra, parva en cuanto a volumen pero notable por su contenido conceptual: Los romances religiosos en la tradición oral de Canarias de D. Maximiano Trapero (Madrid, Nieva, 1990). ! 202 Olga Fernández Latour de Botas No pude entonces resistir el deseo de confrontar sus romances marianos -que constituyen el verdadero núcleo de esta antología críti-ca- con los que sobre el mismo tema se cantan en la Argentina extrayendo estos Últimos, para el caso, de entre los ya procesados en gnllas como paso previo a su ubicación cartográfica para el Atlas de la Cultura Tradicional Argentina (ACTA,B uenos Aires, 19 78 hasta la fecha). De todos los romances españoles dedicados a la Santísima Virgen sólo siete piezas estructuradas son, al parecer, patrimonio común a las tradiciones vigentes en la República Argentina y en las Islas Canarias. Pero, como ocurre siempre con los materiales del foikiore, ellos son en realidad emergentes de contextos.culturales y cosmovisionales comple-jos y riquísimos que se muestran fragmentados y modularmente m desestructurables para integrarse a voluntad del pueblo, Iibérrimo crea-dor, en un constante devenir por el espacio y por el tiempo. O Siete romances, vencedores de distancias y de siglos -entre otros n =m muchos bienes culturales de los que ellos son muestra- hermanan a O E Canarias con la Argentina en un mismo canto filial a quien Cristo nos E 2 dio por madre nuestra, la Virgen María. E La riqueza del tema obliga a una no fácil selección de elementos útiles para representar, ante este Honorable Congreso, las características 3 más sobresalientes de la devoción mariana en mi país en cuyo panorama - 0m fenoménico viven estos romances que con Canarias compartimos. Por E ello debemos destacar que este trabajo es sólo una apretada síntesis y O que ponemos a disposición de quienes se interesan por el tema todo el n material que la Base de Datos del ACTA posee al respecto. E El plan del trabajo comprende: a n a) caracterización de las manifestaciones más típicas de la devoción mariana en el folklore argentino; O3 b) aproximación al romancero en la Argentina, con especial referen-cia al de tema religioso; C) el romancero mariano en Canarias y en la Argentina: un enfoque comparatista. Los siete romances que motivan nuestro estudio, que en homenaje al criterio adoptado por el estudioso de Canarias Maximiano Trapero designa-remos como él lo hace en su libro citado, son: "A Belén llegar", "Nacimiento", 'La Virgen y el ciego", "Llanto de la Virgen", "Madre, en la puerta hay un niño", "Soledad de la Virgen" y "Por el camino del cielo". Una grilla indicadora de la presencia de estos romances en la biblio-grafía argentina y un mapa de dispersión, completan el trabajo. Una hermandad en siete romances 1203 Pareciera que, a partir del momento en que Cristóbal Colón cambió por el de Santa María el antiguo nombre de una de sus carabelas, el aún desconocido continente americano comenzó a cumplir su destino de consagración a la Virgen. El culto a María, de profundo arraigo en toda América, tuvo en la Argentina, desde los primeros tiempos de la evangelización, el más destacado lugar entre todas las devociones populares. Si la ciudad de Buenos Aires es, antes que eso, puerto "d Santa María; si la provincia de Buenos Aires guarda como su más preciado tesoro el santuario de la que quiso quedarse en esta tierra milagrosamen-te -Nuestra Señora de Luján-; es en el interior del país donde se exterioriza, si no con más vigor, sin duda con mayor originalidad y pintoresquismo, el bello culto de la Virgen. Esas manifestaciones tradi-cionales, hacia las que apunta ahora nuestro interés, constituyen el folklore del culto mariano en la Argentina. 2. FOLKLORE Y RELIGIOSIDAD Tradiciones anónimas recibidas en forma oral y empírica y conserva-das con el respeto y el afecto que el pueblo mantiene para lo consagrado por la vigencia colectiva en muchas generaciones de su gente y en su tierra, constituyen la esencia de lo que iiamamos folklore. No es mi objetivo entrar aquí en los aspectos teóricos del problema aunque, para fijar mi posición diré que considero al foiiúore una "síntesis esencial del ejercicio de la libertad creadora por parte del pueblo, en relación con sus modelos", es decir no un residuo sino una quintaesencia y que, a las muchas metáforas acuñadas para representarlo, he agregado la del kaleidoscopio, que concentra los elementos de las clásicas referidas al acopio (Thoms), la latencia (Menéndez Pidal), la transformación por devenir (Alfonso Reyes) y las contemporáneas alusivas a estructuras como el mosaico (Mukarowski) y la cristalización (Foster). El folklore, como patrimonio de cultura tradicional de las comunida-des populares y particuiarmente de las aldeanas, dentro de las naciones civilizadas, comprende todo tipo de bienes. Entre ellos, algunos son de carácter religioso: aditamentos a la liturgia oficial, prácticas piadosas y rituales caseros, producciones líricas y plásticas, celebraciones comuni-tarias y familiares con que la gente busca su más eficaz y gratificante acercamiento a lo sobrenatural. 1204 Olga Fernándaz Lotour de Botas Aunque los fundamentos espirituales de estas prácticas se encuen-tran también en la ciudad, ellas están más claramente manifiestas en el comportamiento social de las comunidades campesinas, más homogé-neas y cohesionadas por la tradición como factor axiológico de prestigio y generador, por lo tanto, de modelos perdurables. Privan allí dos carac-terísticas fundamentales. Una se vincula con la relación del hombre, como individuo, con los otros hombres: es su fuerte sentido de solidari-dad de grupo, que se manifiesta a partir del núcleo familiar considerado como verdadera unidad de acción. La otra se refiere a la relación del género humano con lo sobrenatural: es su actitud sacralizante, o sea la adopción de un orden de valores en el que lo sagrado prevalece sobre lo-secular y que conduce al pueblo a extender dicha condición de "sagra-de" ir?c!t~se u r!e~~?emsm ukridrs, socides y espirittmks z;enns d culto oficial de su religión pero presentes en su vida cotidiana. Ciertos objetos, ciertas ceremonias públicas y acciones privadas, ciertas pala-bras, poesías y narraciones, ciertos cantos y danzas se revisten así, en la sociedad foik, de una sacralidad que es, al mismo tiempo, causa y efecto de su perdurable vigencia. Entre estos bienes existen algunos -como los conjuros, por ejem-plo- que funcionan en forma independiente, aunque siempre conexos a una cosmovisión compartida por la comunidad y a esa condición sacralizada del mundo a que me he referido, mientras que otros -como las fiestas patronales- constituyen complejos densamente integrados en los cuales confluyen elementos de variada función, procedencia y tipología. El origen de estos elementos culturales anexados al culto católico es sumamente heterogkneo y se pierde históricamente en la más remota antigüedad. En el caso de la Argentina existe una gran mayoría de bienes aportados por España -no pocos de los cuales habían llegado, a su vez, a la Madre Patria, desde las fuentes de la civilización occidental y aún desde el oriente, por influencias arábiga y judáica- pero también confluyen, en desiguales proporciones según la especie folklórica que se considere, supervivencias de culturas aborígenes, que se manifiestan con función nueva en las comunidades criollas, así como elementos a- -p-dr-ad-un v;, A: - r tnman+m -r\r 1- r-rin; i í - .u\t.\i~latA - arto navtca do A r n 6 G r ~ uri~ui i i i~ipiki i a W. X IC~ JpI ~p u- uu UD- p a nw uw A YI IYI IWY. El tema de la religiosidad popular es, sin duda, uno de los que han atraído la atención de más estudiosos en los últimos tiempos. Ello se debe a que, mientras un gran número de bienes del folklore ha perdido funcionalidad -por influencia de la llamada "cultura de masa7', difundida por los medios contemporáneos de comunicación social-, aquellos vincu-lados con la religiosidad han mantenido y hasta intensificado su vigencia Una hermandad en siete romances 1705 Es más, las manifestaciones folklóricas de la religiosidad se encuen-tran en una etapa expansiva (lo que no quiere decir canónica) pues 13 cultura urbana, desgastada en sus recursos espirituales y poderosamente influida por filosofías secularizantes, ha vuelto sus ojos hacia ese repo-sitorio de arcaicas y prestigiosas maneras de aproximación a lo sobrenatural. No entraré aquí en consideraciones sobre este proceso, que tiene facetas positivas y negativas y que no sólo requiere sino reclama una , detenida y profunda reflexión. Bástenos recordar que antropólogos. folkloristas, sociólogos, teólogos y hasta psicólogos han advertido la importancia creciente que asume el análisis de este tema en sus aspectos teóricos y, particularmente, en la aplicación de las consecuencias de este análisis a planificaciones pastorales, educativas y de política cultural. 2.1. La devoción mariana en América Fruto de una cuidada planificación fue, precisamente, el trasplante del culto católico de España a América y por ello, como lo ha demostra-do el antropólogo estadounidense George M. Foster, con depurada metodología, en su libro Cultura y conquista. La herencia espaiiola de América (1962), trajo al Nuevo Mundo un catolicismo depurado. decan-tado, al que trató de liberar de lo que podía haber agregado de superfluo y no estrictamente dogmático el traspaso generacional del culto popular allende el océano. Expresa, por ejemplo, el autor citado: "Por supuesto, la Iglesia afrontó, una vez aue estuvo en América, los mismos problemas que había tenido 500 años an-tes; como pasó en Europa, durante la conquista espiritual del Nuevo Continente, ciertas creencias y prácticas religiosas nati-vas asumieron también formas católicas, produciendo variantes religiosas hispanoamericanas que no se encuentran en España. Pero estas concesiones fueron nominales. El año ceremonial ca-tólico de Hispanoamérica debe su forma al hecho de que la Iglesia sabía lo que quería y lo que no quería, y de que tuvo la fuerza necesaria para alentar lo primero y para desalentar lo segundo. Mediante ios Autos sacramentales se enseñó La doctn-na cristiana y de ahí que fueran útiles en la conversión de los indios analfabetos; las ceremonias del carnaval se señalaron como un peligro para la moral y el orden, y fueron reprimidas. pero no suprimidas completamente, tanto en América como en España." (Foster, 1962, p. 42.) 1206 Olga Ferndndez iatour de Botas Foster demuestra su tesis de la simplificación o "despójo" de la cultura española trasladada a América en todos los órdenes del quehacer humano. Y es de destacar que nuestro Juan Alfonso Carrizo, el máximo recolector de folklore poético de América, había dicho lo mismo en 1945 en sus Antecedentes hispano-rnedioevales de la poesía tradicional argentina. Su punto de mira son los cantares pero, a través de ellos, desentraña toda una cosmovisión y una actitud vital de nuestro pueblo. Señala el maestro Canizo que "la evangelización y con ella la pene-tración de la cultura española en América, se llevó a cabo en los precisos momentos en que España, habiendo conseguido su unidad temtonal y espiritual, entraba en el apogeo de su cultura, en su Siglo de Oro" (Carrizo, 1945). Y, ya con referencia a la Argentina, resume brillante-mente: "La Edad Media y el Renacimiento viven en el alma del pueblo de nuestras provincias, manifestándose espontáneamente en muchos ac-tos de la vida pública y privada, en el chiste, en el cuento, en las canciones, como el perfume de nuestra civilización cristiana que no es sino una glosa a lo divino de la portentosa civilización greco-latina" (op. cit.). La evangelización ibérica, tanto española como lusitana, aportó a América, desde sus primeras fundaciones de ciudades y puertos, el signo cristiano, la adoración a la Santísima Trinidad, el culto de nume-rosos santos (con su inseparable contenido de tradiciones regionales europeas) y, por fin, no en último lugar sino en el primero por el número de sus santuarios y lo entrañable de su devoción, el culto a variadísimas advocaciones de la Santísima Virgen. "La iglesia latinoamericana es históricamente mariana" ha dicho Mons. Joaquín Alliende L. en su interesantísimo libro titulado Hacia una pastoral de la religiosidad popular y destaca con lúcidos conceptos la importancia de la presencia de María en la etapa actual de la labor evangelizadora y misional de América (Alliende, 1970). Efectivamente, en las manifestaciones tradicionales del catolicismo argentino comprobamos que la devoción mariana es una constante pre-sente en el culto popular con la vitalidad más plena, en todas las regiones del país y en todos los tiempos. 2.2. María entre ios dos poios de ia reiigiosidaa' popuiar El folklore del culto mariano incluye elementos de muy diversa índole entre los que reconocemos los del siguiente listado -asistemático y no necesariamente exhaustivo-: creencias regionales etiológicas o explicativas de fenómenos naturales o sobrenaturales, oraciones que se Una hermandad en siete romances 1207 emplean con distintas finalidades concretas, agrupamientos de devotos en cofradías, danzas o desplazamientos rituales con sus toques instrumentaies característicos, vestimenta, comidas y bebidas ceremo-niales, cantos para el culto y canciones "a lo divino" independientes de él, fórmulas de iniciación o conclusión ("cogollos", "finidas") de piezas poéticas de diversa temática "a lo humano", m i l o s y viliancicos, ro-mances y romancillos monommos con estribillos y sin ellos, refranes, cuentos, leyendas y "casos" en que interviene la Santísima Virgen, en salmos y conjuros, artesanías en que se refleja la devoción mariana, el arte de la imaginería y los ex-votos que representan a la Madre de Dios y, finalmente, para resumir en una especie el más nutrido complejo de temas marianos propios del culto tradicional campesino, las fiestas de la ,, Virgen, ocasiones ideales para que afloren del alma popular todas las D E ofrendas que los fieles desean brindar a su intercesora y abogada. Si analizamos estas manifestaciones del culto popular advertimos -" - que presentan características que permiten situarlas entre lo sustancialmente =m O cosmobioldgico y lo esencialmente abstracto o racionalizado. E E En sus formas extremas, los fenómenos cosmobiológicos de la reli- 2 E giosidad popular se hallan muy relacionados con la magia. Surgen de = una posición en !a que e! ser humm~ac tíia C O ~ Qsi p~dierzs emiro de 3 Dios o de quienes oficien ante El como intercesores, en el momento en e-- que lo deseen. Es posible documentar este tipo de hechos tanto en las m E culturas menos evolucionadas como en las sociedades contemporáneas O y es a esta faceta de la religiosidad popular a la que acude con mayor frecuencia la masa urbana, a veces en procura de "fórmulas" para rever- - E tir el destino, otras para asignar un sentido entre fetichista y lúdico a - a ciertas prácticas y ciertos elementos en función de amuletos. 2 - La otra posición extrema es la que remite la realidad a los momentos - 0 finales de la vida y pone el acento casi exclusivamente en el "mis allá". 3 Esta posición, por influencia de los grandes poetas del Siglo de Oro, se O refleja consecuentemente en el folklore poético de tema religioso de la Argentina y desemboca en una preocupación metafísica que, si bien tiene mucho de escatológico, no deja de alcanzar niveles reveladores de una verdadera aspiración a la trascendencia espiritual de base religiosa. Para denominar a estos dos "polos" de la religiosidad popular entre !QS ~ u g l p s-y fin !QS CQ&~- o ~j@Jz1 2 mqqr p < e de b s bienes redes del patrimonio espiritual en las comunidades folk, se han emplea-do los términos inmanentismo, para el primero, y trascendentalismo, para el segundo. Así los utilizan, por ejemplo, Joel Gajardo y Arturo Chacón, Profesores de la Comunidad Teológica Evangélica de Santiago 1208 Olga Fernández Latour de Botas de Chile, en su trabajo titulado Desviaciones de la Religiosidad Po-pular (1975, p. 49-59). Por mi parte, prefiero evitar la aplicación de esa terminología por el hecho de que en algún momento ella $e empleada en contextos de netas finalidades ideologizantes, lo cual impide su uso objetivo. No obstante, reconozco la necesidad de seña-lar la existencia de esos dos polos en la religiosidad del pueblo como marco referencia1 para situar los hechos que nos revela la tarea de documentación. El folklore del culto mariano en la Argentina presenta manifestacio-nes ubicables en ambos extremos de la mencionada polarización, pero sobre todo una rica proliferación de formas intermedias en las que la vivencia comunitaria de la Fe evidencia que sus portadores se mantie-nen fieles a la gran tradición de la "comunidad en comunión" que o q ~ n &si &"as m& ~ Q de!S ~ f i ~ ~ ~ f i ~PS~G nmnc~i~i.hn Y-"----" intermedia donde se encuentra mejor ubicada la influencia de María como presencia viva en la existencia humana: María intercesora, María madre, María paradigma y camino de salvación. La Virgen María, como mujer santa y como madre de Dios es, en sí misma, respuesta a la necesidad de consuelo inmediato y promesa de eternidad. Por eso ias manifestaciones de ia devoción mariana en ei folklore argentino constituyen uno de los aspectos más valiosos y dig-nos de ser difundidos de entre todas las expresiones de nuestra religiosidad popular. 3. PRESENCIA MARLANA EN EL "CICLO VITAL" Y EN EL "CICLO ANUAL" DE LA COMUNIDAD FOLK Como consecuencia de la necesidad de despejar caminos para el estudio de los bienes de la cultura tradicional del pueblo y de acuerdo con ia experiencia recogida en ios viajes de investigación y expuesta en la cátedra, hemos propiciado una metodología esencialmente práctica que no excluye el uso de otras consagradas o renovadoras. Se trata de planificar una indagatoria guidada por los acontecimientos que se eslabonan formando los ciclos vital y anual de la existencia humana, coordenadas estas que permiten ubicar todos los hechos culturales del patrimonio de una co-munidad folk mediante una adecuada selección de informantes calificados complementada con técnicas comprobatorias por muestreo. El ciclo de la vida humana, que comprende desde las incidencias culturales en la gestación hasta los rituales post-mortern de la funebria, complementa su panorama funcional con los datos relacionados con el Una hermandad en siete romances 1209 ciclo anual de la existencia de la comunidad, jalonado de faenas, festivi-dades y rituales. Aunque numerosos bienes del patrimonio tradicional no parecen es-trictamente vinculados con ninguna de las dos coordenadas cíclicas que hemos mencionado -como la narrativa y la lírica "puras" en contrapo-sición con las netamente "ocasionales" o "aplicadas", ciertos entretenimientos, quehaceres y artesanías que se efectúan independien-temente de cualquier etapa anual y casi sin discriminación de edades para los participantes-, la aplicación del sistema propuesto pone de manifiesto, siempre, aspectos dinámicos relacionados con el "dónde", el "cuándo", el "cómo" y el "por qué" de su vigencia. En el caso del folklore del culto mariano resulta evidente que algu-nos de los materiales recogidos apuntan más hacia el individuo que hacia la comunidad o, al menos, tienen un carácter más intimista, mien-tras que otros constituyen fenómenos de manifestación netamente grupal, aunque ese grupo no esté constituido sino por los tres o cuatro integran-tes de un "misachico". Por ello, siguiendo el criterio expuesto, los hemos organizado bajo dos títulos: Presencia mariana en el folklore del ciclo vital y Presencia mariana en el folklore del ciclo anual. Naturalmente la selección de ejemplos será considerada como una mínima muestra de lo que constituye, en la realidad actual de la Argen-tina, un riquísimo acervo. 3.1. Presencia mariana en el folklore del "ciclo vital" Como lo hemos dicho el ciclo vital o ciclo de la vida del hombre comprende todas las etapas por las que pasa, en su evolución como individuo, desde su nacimiento hasta su muerte. Los estudios sobre la existencia pre-natal nos han llevado a incluir la incidencia de factores culturales, positivos y negativos, en esta etapa. Por otra parte, la proyec-ción que la vida de una persona adquiere para los vivos, después de su muerte, nos induce a ampliar este ciclo a la inclusión de los comporta-mientos relativos a la funebria. En las culturas más conservadoras de c ~ m p m t h t mtr idicinn-les, la transición entre una y otra fase del ciclo vital se halla por lo general bien marcada con las llamadas "ceremonias de transición", que Arnold van Gennep denominó "rites de passage" (1938). En la cultura fok se mantienen en vigencia muchos rasgos derivados de esas ceremonias de transición y en eilos, así como en otros actos ligados al ciclo vital humano, aparece en nuestro país el culto a la Santísima Virgen. 1210 Olga Fernández Latour de Botas 3.1.1. El nombre de María El nombre de MarÍa es, tal vez, el primer elemento del culto a la Santísima Virgen que llega a los cat6licos cuando niños. La Virgen es el paradigma de la Madre, por ello, los arrullos que las mujeres cantamos a nuestros hijos nombran muchas veces a María o se confunden con los villancicos que ponen, en voca de la Santísima Ma-dre, versos dedicados al Niño Jesús. Arrorró mi niño, arrom6 mi sol, arrorró pedazo de mi corazón dice la nana más tradicional entre nosotros, mas con su misma música se O n cantan también o m c oplitas que son, en verdad, villancicos navideños: =m O María lavaba La rueda de un coche los siete pañales, a un niño mató ... José los tendía La Virgen María en los romerales lo resucitó. (Draghi Lucero, 1938) @raghi Lucero, 1938) María lavaba, San José tendía y el Niño lloraba del frío que hacía (Camzo, 1937) Así, la maternidad humana se acerca pura e ingenuamente a la de la Madre de Dios, toma ejemplo de su humildad, reconoce su poder mila-groso y hace, de la Virgen María, una presencia viva en la existecia popular. Hemos oído en todo el país -para empezar en mi propia casa-, en boca de madres, abuelas y niñeras surgir, para mecer a los chiquitos, las coplas que evocan diversas etapas reales o imaginarias de la infancia de Cristo. Una variante de la conocida coplita Ahí viene la vaca por el calIej6n trayendo la leche para el Niño Dios Una hermandad en siete romances ha buscado insertar en ella el nombre de María y lo hace así: Ahí viene María por el callejón trayendo las flores para el Niño Dios. Otra cancioncita supone a la Virgen hablando con su esposo: -Levanta, José, -Son los angelitos encendé la vela que andan de carrera y mirá quien anda despertando al Niño por la cabecera. para ir a la escuela. &unas iiarias se a la n-&grosa de la '"Tiigeii pero nombran a su madre, como en el caso de Señora Santa Ana ¿Qué dicen de vos? Que sos soberana y abueia de Dios o de estas con reminiscencias del pecado original y su redención: Señora Santa Ana Dile que no llore, ¿Por qué llora el Niíio? yo le daré dos, Por una manzana una para el Niño que se le ha perdido. y otra para vos. Sin embargo, es evidente que el pueblo prefiere pronunciar el nom-bre de María y por eso, aunque el verso carezca de sentido, se han recogido muchas versiones del cantarcito que comienza diciendo: "Ma-ría Santana ..." María es, para todo católico, el nombre de mujer por antonomasia, María es sinónimo de "mujer". Por eso muchas coplas "a lo humano" se refieren a ese nombre o a sus formas afectivas o hipocorísticas. Así las que expresan: Todas las Mariquitas Tengo una M de plata, son muy bonitas, la hice grabar en oro, solteritas o viudas porque María se llama o casaditas. la prenda que más adoro. (Carriño, 1942, t. 3) (Carrizo, 1942, t. 3) 1212 Olga Ferndndez Latour de Botas El nombre de María es, sin duda, cuantitativamente, el primero de los nombres cristianos; le siguen el de Juan. Pese a ser predilecto entre los femeninos hasta tal punto que, como se ha dicho, llega a emplearse frecuentemente para reemplazar a la palabra "mujer" su valor indicativo de consagración a la Virgen hace que se lo imponga muchas veces a los varones, generalmente como segundo nombre, en combinaciones tan usuales como José Mm'a, Jesús María, Juan María, Carlos María, Ma-nuel María, Luis María, etc. De él deriva Mariana y también Mariano, que son nombres consagrados a la Virgen. Pero además de María a secas, en la mayoría de los casos se da a las niñas el nombre de una advocación de la Virgen: María de la Candelaria, María de las Merce-des, María del Pilar, María de Lourdes, María del Carmen, María del ,, Rosario, María del Valle, María de los Dolores, María de las Nieves, D E Mm'a de la Paz, cuando no de la advocación solamente, con el nombre u de María elíptico y sobreentendido, como en Candelaria, Mercedes, n - = Rosario, Victoria, Guadalupe, etc. Los hipocorísticos de formación hispana m O E como Mecha, Lola, Charo, Lupe o inglesa como Vicky, -ponen el nombre E de María. Por fin, varios de los nombres de las advocaci&es marianas son 2 E frecuentes en los bautizos de varones, especialmente en el interior del país: = PChmen, Rnsmh, Mercedes, den cem e;emp!os rlifiw!id~~. 3 La devoción a María es, por lo demás, el distintivo- de nuestra iglesia - - 0 y por eso, ya en el cancionero adulto, nos encontramos con una cuarteta m E que lo proclama: O Sepa el moro y el judío y el inglés que anda enla mar que María es concebida sin pecado original. (Carrizo, 1942, t. 3) 3.1.2. Diversos matices de la advocación mariana en el cancionero popular relacionables con el ciclo vital del hombre Alabanza por su poder El demonio está muy malo Lucifer está enojado, y no tiene mejoría lleno de melancolía, porque no puede estorbar porque rezan el rosario el rosario de María. las devotas de María. (Carrizo, 1942) Una hermandad en siete romances Alabanza por su belleza i Señora Santa María y San José, que no es menos! ¡El se le parece al sol y ella a la estrella de Venus! (Carrizo, 1937, T. 2) Belleza y valor de los objetos de la Virgen La Virgen se está peinando debajo de una palmera; el peine es de plata fina, las cintas de primavera. (Carrizo, 1937, T. 2) Sacralización del amor humano por mediación de la Virgen A las plantas de la Virgen La Virgen de los Dolores quiero llegar a hacer votos vió mi lágrima primera, de no olvidarte en la vida yo le regalaba flores ni dejarte a ti por otro. para que tú me quisieras. (Carrizo, 1942, T. 3) Ponete el vestido blanco, A la Virgen le pedía Ponete el manto celeste, que ampare nuestro cariño, y andá pedile a la Virgen ahora pido llorando que nos una para siempre que me conceda el olvido (Carrizo, 1942, T. 3) Si usted fuera mi señora yo l'habría de venerar como a la Virgen del Carmen que está puesta en el altar. (Camzo, 1934) El amor a la Virgen como máxima expresión del afecto humano Si vos fueras Virgencita, yo sena tu penitente, si vos fueras mañanita, yn seria h! SQ! xdiente A las morenas quiero desde que supe, que morena es la Virgen de Guadalupe. 1214 Oiga Fernández Latour de Botas Mucho te quiero, vidita, más que a mi padre y mi madre y, si no fuera delito, más que a la Virgen del Carmen (Carrizo, 1934) Sacralización del amor filial, de la amistad, el parentesco y otros afectos, por mediación de la Virgen A la Virgen del Valle ¡Viva Dios, viva la Virgen! debo una luz, ¡Vivan las flores del campo! porque a mi madrecita Este brindis que yo tomo le di6 salud es por don Graciano Ocampo. (Carrizo, 1942, T. 3) (Draghi Lucero, 1938) ¡Vivan novios y padrinos y el cura que los casó! La Virgen les dé su gracia y el Señor su bendición. (Carrizo, 1942, T. 3) Impertnción ¡Ay! Madrecita del Valle, ¡Ay Virgen del Carmen! con toda el alma te pido, Favorecemé, que me estoy aborbojando el diablo me lleva, como se aborboja el trigo yo no sé por qué. (O. F. L. 1956) (Carrizo, 1934) Sacralización del canto (Fórmulas de iniciación tradicionales para cantares narrativos y payadas de contrapunto, especialmente) ¡Madre mía del Rosario En nombre de Dios comienzo dale luz a mis sentidos porque sin Dios no soy nada; para poder explicarme nombro a la Virgen María; delante los entendidos! favorézcanme sus gracias. (Carrizo, 1942, T. 3) Cuando me pongo a cantar iViügame Dios de los cielos, a Dios le pido la Gloria por la Virgen del Rosario! y a la Virgen de Luján ¡NO se equivoque mi lengua explicación y memoria. ni se perturben mis labios! Una hermandad en siete romances 1215 Estas invocaciones, que aparecen en las cuartetas introductorias de cantares novelescos o históricos, o en los "cogoilos" o cuartetas finales de esos mismos, constituyen'tal vez lo más patético de la utilización del nombre de María en el cancionero de adultos del folklore argentino. Muchos de los ejemplos conservados en la memoria popular fueron publicados en los Cancioneros de Juan Alfonso Carrizo y de otros gran-des compiladores. Yo he reunido varios en Cantares histdricos de la tradición argentina (1960) y destaco de entre todos la singular versión que publica Terrera en su Primer Cancionero popular de Cdrdobal ... l (1948), del romance de la muerte de Facundo Quiroga, en el que las intervenciones de la Virgen son una constante. Tras las ejecuciones de los asesinos de Quiroga y con referencia a Santos Pérez, dice la cuarteta final La Virgen llora de pena la muerte del gaucho Santos. Fue criminal, no lo niega, pero fue uno de los tantos. La fuerza de la invocación, es decir el llamado mediante el acto de prnnnndirt e! nnmho de ser hgmmn e sehontiitd es iin tez2 de inmemorial tradición universal -podría escribirse un tratado sólo sobre ésto- y las leyendas marianas contienen preciosos ejemplos de "sucedidos" en nuestro país. Uno de los más famosos es el de la payada de don Domingo Díaz, persona real, con el Diablo, que, como introduc-ción, tuvo una invocación a la Virgen: ¡Madre mía del Rosario ayudale a tu devoto! ¡NO permitas, Madre mía, que a mi ciencia la lleve otro! luego, según recuercian los guitarreros tucumanos Domingo Díaz cantando por el Credo comenzó. No cantó cuatro palabras que el maldito reventó. No sólo en las piezas históricas o novelescas aparecen invocaciones a la Santísima Virgen. Siguiendo los patrones poéticos consagrados, también en las canciones de carácter jocoso o festivo se menciona a la santa mediadora con estrofas como ' Olga Fernández Latour de Botas ¡Madre mía de Alpachin, ¡Madre mía del Rosario! ayudame con coraje! ¿Por qué me tienes tan flaco? Si me vienen a cobrar Unos pitan, yo no pito ¡Nuestra Madre los ataje! porque no tengo tabaco. (Carrizo, 1937, T. 1) La despedida de la vida, solemnizada con variados rituales en nues-tras comunidades regionales, incluye muchas veces invocaciones y cantos a María, como la estrofita del Canto de Animas santiagueño que expresa iOh! Virgen del cielo niega y alcanza no viva ni muera con culpay mortal (Martínez Moreno, 1980) 3 Por fin, la confianza en la Virgen no podía estar ausente en ninguna despedida y, como el pueblo sabe aquello de que "partir es morir un - 0m poco", canta una copla tradicional E O n i Señora dueña de casa, E adiós, será hasta otro día! a Cuando sepa que m'hi muerto n ¡Réceme un Ave María! (Femández Latour, 1957) 3 O 3.1.3. Otras muestras de la presencia mariana en las costumbres del "ciclo de la vida" S610 podemos, en esta ocasión, brindar una enumeración de las mu-chas, ricas, creativas y bellas maneras en que la devoción mariana se u~c~emp:r.e secte efi !a vida de fiwst,'g~e~fi te. La siSte~?Utkay fmctifu= ra labor de los grandes compiladores del folklore que tuvo la Argentina en la primera mitad de este siglo han dejado materiales reveladores que, disminuida ahora en cantidad esa tarea & relevarniento, pueden ser confir-mados como vigentes en buena parie por quienes tratarnos de continuarla. Una hermandad en siete romances 1217 Las oraciones pidosas despliegan allí toda la gala heredada de Espa-ña en materia de artificios formales: glosas, intercalaciones de series predeterminadas (mandamientos, preceptos, etc.), contrahechuras "a lo divino", paráfrasis, son recursos que no han perdido todavía su vigencia en nuestras provincias. Las oraciones cantadas, cuyo mayor número ha sido registrado por Isabel Aretz en sus extraordinarios corpus de Tucumán (1946) y La Rioja (1978), incluyen el numeroso grupo de las Alabanzas. De las cincuenta y ocho registradas en La Rioja, por ejemplo, diecinueve se dedican a distintas advocaciones de la Virgen: "de la Purísima Concep-ción" (n." 255), "a nuestra Señora del Rosario" (n." 256, 257, 261, 263, 274, 275), "de la Virgen de las Mercedes" (n." 259, 260, 280, 281), de ,, la "Virgen de Andacollo" (n." 267, 268, 305). "a la Virgen del Valle" D E (n." 282,294), de "Nuestra Señora de los Desamparados" (n." 286), "de u Nuestra Señora de Pompeya" (n." 298), "para la Virgen del Cannen" n (n." 299). - m O En esta breve síntesis no podemos pasar por alto, entre los cantares E E conexos con la devoción mariana en el folklore argentino, el famoso 2 E Aiio Nuevo Pacari que cantan los ayllis, cofrades del Niño Alcalde, - . . hrrnte !r nnve!r. de San Nire!& -de! 16 U 25 de diciembre de c2dn 3 año- en el atrio de la iglesia matriz de la ciudad de Todos los Santos O-- de la Nueva Rioja de la cual dicho santo es el vicepatrono. El texto del m E cantar, en un quechua muy deturpado que ni los mismos cantores com- o prenden en su totalidad, presenta varias versiones distintas publicadas, entre ellas una que recogí junto con el equipo técnico del hoy instituto n E Nacional de Antropología dirigido por Julián Cáceres Freyre, en 1957. - a El estribillo del cantar suele ser, según las variantes, "Mama y Virgen 2 n Santisima" o "Mama y Virgen Copacá" y, como muestra, reproduzco n n una de sus estrofas referidas a la Madre de Dios de un texto traducido al 3 castellano por J. M. Farfán, que publicó Carrizo en su Cancionero O popular de La Rioja (1942, t. 2). Canaán chimpa, rosa sisa, Mamay Virgen Copacá Ñan pach (a) paqari (n) Virgen mama, mayta(n) rinki? Jerusalen Yayarki Crustallaspa facillasta Canáan chimpa, Niño Jesiis, Canáan chimpa, rosa sisa Mamay Virgen Copacá .... Flor de rosa de la banda de Canaán, Virgen de Copacabana, Madre mía, El día amanece ya, Madre Virgen ¿dónde vas? Tu Padre de Jemsalen, Hará fácil tu caz. Niíío Jesús de la banda de Canáan, Flor de rosa de la banda de Canaan, Virgen de Copacabana, Madre mía. 1218 Olga Ferncíndez Latour de Botas Muchos temas de estudio surgen de estos versos, que no podemos desarrollar aquí pero sí enunciar parcialmente: las metáforas en la invo-cación a María (itan rica herencia hispano-medieval!), el de la oración bilingüe y bicultural americana (con sus sincretismos, yuxtaposiciones y creaciones nuevas), el de la naturaleza no americana cantada en America (la rosa), el de las Sagradas Escrituras como fundamento del cantar popular, etc. Todo lo expuesto espero haya contribuido a comprobar la presencia mariana en las distintas etapas del ciclo de la vida del pueblo en la Argentina. 3.2. Presencia mariana en el folklore del "ciclo anual" E Si se tiene en cuenta que es "toda ia cuilura" ia que se manifiesta, O remozada, ubérrima, esperanzada, desatada, en la fiesta, se comprenderá - que no pueda intentarse una síntesis de esos esplendores campesinos -tan m O E modestos en recursos como ricos en espiritualidad- que el calendario E 2 litúrgico siembra a través del año. Por ello s61o incluiremos un no E exhaustivo "calendario mariano" y destacaremos brevemente, por Io que esta celebración significa para las Islas Canarias, la fiesta de Nuestra 3 Señora de la Candelaria en el noroeste argentino. O-m 3.2.1. Calendario mariano M& Día Enero 6 Febrero 2 2 2 2 2 12 Mayo 8 i O Julio 16 Agosto 15 15 Setiembre 15 24 24 Fiesta Virgen de Belén Virgen de los Reyes Magos Virgen de la Candelaria la Candelaria la Candelaria Nuestra Sra. de la Candelaria Virgen de las Candelarias Virgen de Lourdes La Pura y Limpia Concepción de Luján a-, A---..- UGl ruripiuo Virgen de Itatí Virgen del Tránsito Fiesta de la Asunción Virgen del Milagro Virgen de las Mercedes Idem Lugar Comentes Silípica Moljnos Maimará Villismao Las Palmitas El Challao Luján IX--.- m:-- lVlUIlLG NLU Itatí La Porf~adita Casabindo Salta Anguinán Villa Bustos Provincia Corrientes Santiago del Estero Salta Jujuy Catamarca Catamarca Mendoza Buenos Aires aa--i.:u..-i-u agu Corrientes Catamarca Jujuy Salta La Rioja La Rioja Una hermandad en siete romances M& Dla Fiesta Lugar Provincia Setiembre 24 de la Merced Tejada C6rdoba 24 de las Mercedes Anguinaco Catamarca Río Colorado Catamarca Alto de San Pedro Córdoba Octubre 2 Virgen del Rosario Sotelos Santiago 7 Nuestra Sra. del Rosario Calera del Sauce Catamarca 7 Idem Corrientes Gral. Paz Comentes 7 Idem Guanacache Mendoza 7 Idem (Auto sacramental) Ituya Salta 31 Nuestra Señora del Río Blanco y Paypaya Río Blanco Ju_iuy Noviembre 26 Virgen de la Consolación de Sumampa Sumarnba Santiago Diciembre 8 la Inmaculada Concepción E1 Cóndor Jujuy 8 la Purísima Concepción Tuama Santiago 8 Virgen del Valle Catamarca Catamarca 8 La Purísima San Salvador Jujuy 26 Nuestra Sra. del Rosario Puesto del Marqués Jujuy 26 Idem Anjullón La Rioja 26 Nuestra Señora del Rosario de Andacollo Varias localidades (Ullúm) San Juan, La Rioja Fiwias movibles son la de La Virgen de la Consolación de Huachana (Santiago del Eslero). la de la Virgen de hinta Corral (Semana Santa-Jujuy), la de la Virgen de los Dolores en Matar6 (Santiago). (Bibl. principal: Coluccio, 1972; Cortazar. 19 ; lacovella. 1953.) 3.2.2. Fiesta de Nuestra Señora de la Candelaria Sin poder entrar en mayores detalles por no extenderme indebida-mente diré que esta fiesta, que posee en el noroeste argentino todas las caracteri'sticas de la fiesta religiosa del catolkismo americano (Colecta o derrama, Novena, Vísperas, Misa, Procesión, Octava, Promesantes, Dan-zas -torito, caballitos, suris o samilantes-, Cargos en Cofradías -esclavo, mayordomo, Presidente de Comisión, guardias), Procesión de santitos, Fuegos artificiales, Luminarias, Insüumentos musicales -sh, erke o corneta, caja, bombo, anata o turuma, matraca, banda oficial), 1220 Olga Fernández Latour de Botas Descansos en Calvarios,'posas y apachetas, Arcos, Bombas, Camaretas, Ferias, Juegos, Elementos de valor terapéutico asociados (tierra de la Virgen, agua de la Virgen, medida de la Virgen, velas, arcos hechos con ramas de molle, frutas y flores), costumbre de la '"pisada del santo", ha sido estudiada de manera ejemplar. Me refiero al libro de la malograda investigadora Licenciada Josefa Luisa Santander La fiesta de la Cande-laria (Quebrada de Humahuaca y Puna), que, de poder asistir a este Congreso, me comprometo a dejar en poder de sus organizadores como hubiera deseado hacerlo Pepita. 4. EL ROMANCERO RELIGIOSO EN LA ARGENTINA m El romancero de forma monomma que encontramos en la Argentina O comprende exclusivamente piezas de origen español. Las aportaciones n - m locales al patrimonio de cantares épico-líricos han sido hechas, todas, en O E cuartetas romanceadas gabcb, raramente en décimas espinelas -estmc- E 2 tura muy cultivada en nuestro país pero en función exclusivamente E lírica, como estrofa de glosas o textos no glosados de estilos, tonadas 3 cuyanas y rnilongas pampeanas. Casi todas las piezas de este romancero mariano se relacionan con el - 0 m ciclo de Navidad y, funcionalmente, son cantadas por las mujeres a los E niños y a veces repetidas por éstos como juegos de ronda. Viven en O variantes locales, por lo que, según lo ha dicho el eminente maestro n Ramón Menéndez Pidal, deben ser consideradas como parte integrante aE del foiklore argentino. Su vigencia actual es total en muchas áreas del noroeste argentino, mientras que en el resto del tenitono se conserva n n especialmente memoria de los romancillos que generan composiciones mono o bi-estrqficas, muchas veces incorporadas funcionalmente al gru- 3 O po de los arrullos o nanas. 5. EL ROMANCERO MARIANO EN CANARIAS Y EN LA ARGENTINA: UN ENFOQUE COMPARATISTA Si bien, considerando las piezas canarias que hemos conocido a través de la obra de D. Maxirniano Trapero, sólo siete presentan estruc-turas netamente reconocibles en el patrimonio que se ha relevado en mi país, es necesario señalar que los motivos que aparecen en otros de esa colección canaria se encuentran en piezas de la narrativa en prosa (como Una hermandad en siete romances 1221 es el caso de las maldiciones a la perdiz, a la mula, al labrador que dice sembrar piedras, etc ...). Faltan, no obstante, las composiciones sobre el tema de María al pie de la Cruz y aspectos conexos. El romancero mariano de la Argentina es, como ya lo he dicho, esencialmente navideño. 6. CONCLUSIONES Pienso que, a través del panorama de la presencia mariana en el foiklore argentino, el lector canario -y todo otro interesado en el tema-podrá hallar muchos más elementos para la comparación cultural que los que yo analizo en este trabajo. Para facilitar la percepción de la cantidad de fuentes básicas utilizadas y de la difusión de estos hechos en ei territorio argentino .agrego una griiia y un mapa según ia metodología del ACTA, que he elaborado especialmente. La exposición del trabajo estaría acompañada por versiones grabadas del canto de las piezas a que nos referimos. Siete romances, que no son sino perlas de una mar rica en tesoros culturales nos muestran que éstos son los que realmente -perduran y vencen las distancias y doblegan al tiempo. Que a través de esa mar se hermanen más que nunca, en este año, dos pueblos, canario y argentino, por su filiación común en la Virgen María. OIga Fernández Latour de Botas m BIBLIOGRAF~A E O ALLENDE, Mons. Joaquín. Hacia una pastoral de la religiosidad popular, San- - - m tiago de Chile, 1970. O E ARETZIs,a bel. Música tradicional argentina. Tucumán. Histaja y Foiklore, Bs. E 2 As. 1946. E Música tradicional de La Rioja. Venezuela, INIDEF, 1978. CACEREFS REYREJ,u lián. 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Consejo Nacional de Educación, 1921. Legajos en el Instituto Nacional de Antropología (INA) Bs. As. Olga Fernández Lotour de Botas Versión de Agüimes, (ay. Agüimes, Gran Canaria). GC, 1, 120.1 Pa Belén camina, 2 zr! hombre a deshow Iban caminando 4 un portal oscuro, Le dice María: 6 antes de las doce Dieron las tres cuartas 8 y José comendo Se levantó José 10 en ver que no tiene Le dice María: 12 en mi humilde toca Llegó las doce 14 y en su humilde toca quisiera saber, CUI? UI?Y 3ujer. y se han encontrado mucho se alegraron. -Acuesta, José, yo te llamaré.- y ella lo llamó fue y se levantó. muy afligidito ni un paííalito. -No llores, José, yo lo envolveré.- y el Niño nació ella lo envolvi6. Una hermandad en siete romances Camina, camina Bibl. n." 4 Camina, camina la Virgen María. A San José lleva en su compañía. Compañia más dulce no podrá encontrar. A Belén camina; no pueden parar, que antes de las doce desean llegar. Siguen caminando, San José a la par. «-Camina, María, si puedes andar; ya los gallos cantan: cerca está el lugar*. Siguen caminando y se han encontrado unos viajeros, y le han preguntado si para Belén hay mucho que andar. Ellos le responden: «Ya los gallos cantan: cerca está el lugar*. Siguen caminando y ya se encontraron una posadita, donde se acercaron, y dice María: «-Llégate, José, a peair posaaa para una mujem. Despierta José, muy afligidito de ver que no tiene ni un pañalito. Se allega José a pedir posada para un hombre anciano y una embarazada. Asoma el ventero por una ventana: «-¿Quién el majadero que a mis puertas llama? Quita de mis puertas, yo no doy posada a más a deshora, si ia trae hurtada». «-No la traigo hurtada, no ha de imaginar: me la hadado el Cielo. Él la pudo dan>. Siguen caminando, y ya se encontraron con un pesebrito muy mal arreglado. Le dice María: <<-Acuesta, JosB, que siendo la hora yo te llamaré». Dieron los tres cuartos, y eiia conoció que el Verbo Divino hizo movición. Le dice María: «<-Despierta, JosC, que el Rey de los Cielos ya quiere nacen>. Nace el Verbo Eterno dando resplandores, y fue celebrado entre los pastores. 1226 Olga Ferndndez Larour de Botas Le dice María: Ellos lo celebran «-No afiijas, José: con admiración, En mi triste toca porque conocieron yo lo envolveré». que era el Niño Dios. NACIMIENTO (La) Bibl. n." 24 Versión de Cercados de Espino (ay. San Bartolomé de Tirajana, Gran Canaria). RGC, m, 71.1 Cuando por el mundo andaba 2 entronaba y enventaba !2 virgen come de!~cada 4 -iDónde nos arrimaremos San José la consolaba 6 que allá arriba hay un portal San José toca en la puerta, 8 -Que si da posada a un pobre que la traip delicada 10 Él la dice que no, -Que me pueden robar de noche 12 La Virgen como delicada -iDónde nos animaremos 14 San José la consolaba que allá arriba hay una cueva, 16 donde duermen los pastores Se llegaron a la cueva, 18 San José barre la cueva San José pone la mesa 20 -Siéntate a comer, mi esposa, -Coma usted, mi san José, 22 San José hizo la cama -Anda a acostarte, mi esposa, 24 -Duerma usted, mi san José, San José como hombre viejo 26 Allá por la medianoche entre la mula y el buey 28 El buey lo tapa con I'heno, ella le echa maldición: 30 Que venga un ángel del cielo uno le trae pañales, 32 otro le trae la cuna de oro san Josk y su compañia y temporales que había; !!QK&z ! 6 g h 2 ~V~ VZS: hasta que amanezca el día?- con: -Calla, calla, María, un portal que yo sabía.- la Virgen queda en la esquina: y a una mujer que traía, que al sereno no donnh-a quien yo no conocía: lo que me han visto de día.- lloraba lágrima viva: hasta que amanezca el día?- con: -Calla, calla, María, una cueva que yo sabía en el invierno cuando llovía. la hallan de bellanía. con rosas y clavellinas, con pan y gloria que traía: siéntate a comer, María. que yo ganas no traía.- con rosas y clavelinas: anda acostarte, María. que yo sueño no traía.- muy pronto se dormiría. san José despertaría, halla la Virgen parida. la mula se lo comía; -Fruto no des en la vida.- a acompañar a María; otro le trae mantillas, donde el Niño Dios dormía. Una hermandad en siete romances La Virgen y San José Bibl. n." 8 h Virgen y San Jo si i ban o una rome U d o: la Vir gen M hn can' S da ca mi nar 'no po di a. La Virgen y San José iban a una romería. La Virgen va tan cansada que caminar no podía. Cuando llegan a Belén toda la gente dormía «Abra la puerta, portero a San José y María». «Estas puertas no se abren hasta que amanezca el día». Se fueron a guarecer a un portalito que había. Entre la mula y el buey nació el Hijo de María. La mulita no coceaba y el manso buey lo lamía. ¡Malhaya sea tal res que no sufre compañía, ni con el Hijo de Dios ni con la hermosa María! Tan pobre estaba la Virgen que ni pañales tenía: se quitó la toca blanca que sus cabellos cubría, la hizo cuatro pedazos y al Niñito lo envolvía. Bajó un ángel del cielo, unos pañales traía: los unos eran de lino, los otras de holanda fina. Volvió el ángel para el cielo cantando el AVE m. Olga Fernández Latour de Botas LLANTO DE LA VIRGEN (La) Bibl. n." 24 Versión de Fuerteventúra, s.1. FM, 633 En el cielo hay un castillo 2 que lo labró Dios del cielo En la capilla más alta 4 con el niño Dios en brazos, Mientras el niño mamaba, 6 -¿Por qué lloras tú, mi madre? -Lloro por los pecadores 8 -No llores tú, mi madre, que yo cargando la cruz 10 a los chicos les doy pan, y también les doy la gloria labrado de maravilla, para la Virgen María. está la Virgen María, de mamar le pediría. la Virgen que lloraría. ¿por qué lloras, madre mía? que en el otro mundo había. no llores tú, madre mía, a todos consolaría; a los grandes salva y vida, si la tienen merecida. En la punta de aquel cerro Bibl. n." 18 " En ia punta de aquel cek hay u M ca n muy linda Nocs he En la punta de aquel cerro hay una casa muy linda. No es hecha por carpintero ni por la carpintería, que l'hecho Nuestro Señor para ia Virgen Maria, las ventanas son de oro, las puertas de pedrería. Por una ventana abierta está lavirgen María con el Niñito en los brazos que llorando lo mecía. «¿Por qué llora mi Señora? ¿Por pañales, por mantillas?». «Yo no lloro por pañales - - ni tampoco por mantiiias; lloro por los pecadores que mueren todos los días; el Infierno ya está lleno y la Gloria está vacía». Una hermandad en siete romances MAPA 1 SIETE ROMANCES MARIANOS ' I ~ L O G I AT: E MA~ICA/ OBJETIVO: COMPARACION ROMANCEROC ANARIO 1 11 111 IV v VI VI1 JUJUY m m SALTA & ? a k E i % RBfd TUCUMAN SANTIAGO 5 % f a ~ ! ? d % B ~ CHACO FORMOSA MISIONES CORRIENTES ENTRE RIOS SANTA FE BUENOS CAPiTAL FED.ERAL LA PAMPA RIO NEGRO NEUQUEN CHUBLJT SANTA CRUZ TIERRA DEi IWEGO 1 . A Belén llegar 11 . Nacimiento III . La Vigen y el ciego IV . Llanto de la Virgen V . Madre., en la puerta hay uin Nitio ... VI . Soledad de la Virgen VI1 . Por el (Camino del cielo ... Bibliograffa Aretz, Tucumán, 1946 Aretz, La Rioja, 1978 Cáceres Freyre, Navidad en la Rioja, 1962 Carrizo, Tucumán, 1938 Carrizo, La Rioja, 1942 Carrizo, El cristianismo, 1978 Catálogo Col. de FolMore de 1921 Jacovella, Los villancicos folki6ricos, Moya, Romancero, 194 1 |
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