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EL TRASLADO DEL MODELO AZUCARERO CANARIO A AMÉRICA. (Siglo XVI) JUSTO L. DEL m0 MORENO Introducción En nuestra tesis doctoral advertimos que el contacto entre el Viejo y el Nuevo Mundo no sólo supuso el trasvase de una serie de plantas, sino también, la transposición de las formas sociales, cultu-rales y económicas asociadas a su cultivo y transformación1. En este artículo queremos exponer nuestra visión sobre el traslado del «modelo» socioeconómico azucarero canario a las Antillas, así como determinar la evolución que sufrió dicho «paradigma» en el Caribe. Teniendo en cuenta que los términos ((modelo)) o ((paradigma)) tienen distintos matices según los autores, trataremos de aclarar la acepción con que los empleamos aquí. Cuando hablamos de «modelo económico)) nos estamos refiriendo a un conjunto de carac-terísticas, que tenían en común las explotaciones dedicadas a la pro-ducción de azúcar, y que nos sirven para definirlas. Naturalmente, el «modelo» es una creación nuestra, abstrayendo determinadas varia-bles de casos concretos y generalizándolas. Sin embargo, no es sim-ple teoría. Todos los ingenios azucareros que funcionaban en el siglo Xvi en Europa y América tenían un mismo proceso productivo, de origen mediterráneo. ¿os primeros cultivos aparecieron en China e india, pero el desarrollo e irradiación de la caña sólo se inició a partir del siglo IV a. C., cuando el vegetal llegó a Persia, con la dinastía de los Sasánidas. Al tomar contacto los árabes con la planta, coincidiendo con la expansión de este pueblo, trasladaron el cultivo y las formas de explotación a él vinculadas hacia las riberas mediterráneas. Y fue allí, en Egipto, Chipre, Sicilia y el levante español, donde se gesto una 5 10 Justo L. del Rb Moreno cierta uniformidad cultural, tecnológica y productiva, con los auspi-cios omeyas. Con posterioridad, en Madera y Canarias, la homogeneidad cultural continuó siendo evidente. Sin embargo, en las Antillas, comenzaron a producirse ciertas modificaciones que dieron una especial idiosincrasia a las plantaciones. Apareció la esclavitud organizada, desarrollándose una sociedad marcada profundamente por la amalgamación de civilizaciones y la heterogeneidad étnica. Aunque, la transposición de las normas y preceptos azucareros ckarios, recogidos en -algunas ordenanzas como las de Gran Cana-ria, influyeron en la configuración de la sociedad antillana. Estos dictámenes no hacían sino reflejar el sistema contractual y consuetu- m dinario canario2. D E Nuestro fin principal es recoger aquellos aspectos socioeconó- O micos que fueron más importantes en el surgimiento y evolución de --- m la plantación. El esquema que queremos seguir para la exposición O E de este trabajo atiende al empleo de los medios de producción en SE Canarias, a su traslado a América y a las modificaciones que sufrie- -E ron en el Nuevo Mundo. Las primeras referencias que tenemos sobre la transportación 3 de cañas azucareras desde las Afortunadas a América datan de - - 0 1493, fecha en la que Colón llevó a la Isabela algunos esquejes3. El m E Almirante debió conocer este tipo de agricultura en Madera o Cana- O rias y, es posible que idease su práctica en el Nuevo Mundo. Sin - embargo, ante la inexistencia de técnicos que supiesen elaborar el -E azúcar, el experimento fracasó4. La reintroducción del vegetal se a 2 produjo poco después, en 1501, también desde Canarias, por mano - de Pedro de Atienzas. Con todo, la construcción de fábricas no pros- - pero hasta que no llegaron especialistas canarios a finales de la O3 década de 15 10. La primera arribada de técnicos de que tenemos referencias data de 15 18, fecha en la que Cristóbal de Tapia, socio del licenciado Velosa, obtuvo licencia real para trasladar diez maes-tros y oficiales que supiesen construir ingenios y hacer azúcar6. Con posterioriáad, ia situacitñ clave de Íiw Idcts, como peitvs abastece-dores de los barcos que navegaban hacia América, facilitó la emi-gración de los naturales. Sin embargo, la salida de especialistas en el cultivo y transformación de la caña debió preocupar tanto a las auto-ridades que prohibieron su partida. Aunque, ante las presiones de los Concejos caribeños, la Corona tuvo que dictar distintas cédulas para permitir ei exocio a partir de 15 19'. El traslado del modelo azucarero canario a América (siglo XVI) 51 1 1. La producción Es lógico que portugueses y canarios realizasen en las Antillas las actividades productivas tal y como las habían desarrollado en Madera y Canarias. Más si tenemos en cuenta que estos hombres introdujeron los modelos técnicos que conocían, construyendo trapi-ches e ingenios a imagen y semejanza de los existentes en los dos archipiélagos atlánticos. Las diferencias que surgieron en las Anti-llas, en el proceso agrícola e industrial, estaban marcadas por tres aspectos: el distinto índice de población trabajadora, la divergencia climática y la disminución del tráfico comercial, En la Española, los trabajos del ingenio eran realizados por esclavos negros mayoritariamente. Por el contrario, en Canarias, eran labradores y técnicos blancos -ya fuese en aparcería o bajo sueldo- los que efectuaban las labores agrarias e industrialesg. Con respecto a la producción, distintas informaciones de con-temporáneos corroboraban que en Canarias los molinos no sobrepa-saban las 3.000 arrobas por zafra, pues extraían pocos azúcares quebrados y para conseguir esta cantidad tenían que ser ((ingenios poderosos», con grandes reservas de agua. Comúnmente, los caña-verales daban hoja, qoca y recoca. En las tierras malas sólo conse-guían hoja y coca, pero en las buenas también obtenían un tercer y cuarto corteg. En Santo Domingo, las fábricas trituraban zafras algo mayores, porque disponían de más caudales y cañaveraleslo. En las riberas de Hayna y Nigua, sólo molían hoja y coca, aunque en San Juan de la Maguana y Azua, así como en aquellos lugares donde utilizaban el riego, también molturaban hasta la quinta y sexta coca. El clima de la Española era mas propicio para el cultivo extensivo de la caña - e n contraposición a la explotación intensiva que llevaban a cabo en Gran Canaria-, aunque tenía el gran inconveniente de la frecuente aparición de huracanes que destrozaban las cosechas y todo el sis-tema & c g n g ! ~h~i& -&!i~~slI e En los dos archipiélagos los ingenios funcionaban al año durante un periodo oscilante entre 4 y 6 meses. Sin embargo, era habitual que en el antillano parasen cada 15 ó 20 días por falta de cualquier elemento necesario para la elaboración azucarera, como leña o piezas metálicas. En general, a partir de 1540, Santo n,,:,,, ,,+ ...., -..-.. :A-UUIIIU~ U GJLUVU ~ C U I ~IUVCIUU de impleineñivs que Gran Canaria". 512 Justo L. del Rh Moreno 11. La tierra Los repartos de tierra -y agua- para el cultivo de cañas comenzaron en América a partir de 15 19-1520. Carlos 1 dio instruc-ciones a Rodrigo de Figueroa y a Cristóbal de Tapia para distribuir lotes proporcionales a la capacidad molturadora de los molinos que comenzaban a levantarse. No tenemos otra explicación sobre la extensión de las tierras cedidas. Sin embargo, sabemos que la media de cañas que podían triturar las industrias de la época era de ocho «suertes)) por zafra. Teniendo en cuenta que cada una de estas par-celas equivalía a tres «fanegadas))y media13, la cantidad de terrenos que recibieron los nuevos inversores sería de un mínimo de 28 ,, ((fanegadas)). Aunque no sabemos si también se cedieron suelos para D E barbecho y otros usos agrícolas como plantaciones de yuca, etc. O La distribución de heredades surgió como remedio al despobla- n-- miento de las Antillas. Las condiciones jurídicas estaban inspiradas m O E en las prácticas que se habían llevado a cabo en el sur de España y E 2 en Canarias. Se otorgaron tierras y solares como remuneración de E servicios a los conquistadores y a posteriores colonos que se com- - prometieron a cultivarlas y permanecer en las islas por un mínimo 3 de cinco años14. - - 0 Las medidas de superficie usadas en América fueron la peonía m E y la caballeríaI5. Pero, por influencia canaria, en algunas zonas del O Caribe predominó la medición del suelo en «suertes». Aunque, claro está, las extensiones de éstas variaron. Al introducirse como patrón n E de medición el montón -utilizado en el trópico para el cultivo de la - a yuca-, el espacio pasó a contabilizarse en camellones y no en baras 2 n o brazas. En Canarias cada suerte tenía 8.000 brazas medidas a cor- n n deli6, aunque en Santo Domingo fueron de 6.500 montones y en 3 Puerto Rico de 6.000". O Inicialmente, la explotación era personal y directa, ya fuese con la ayuda de esclavos o asalariados. Aunque, tambien por influencia canaria, se introdujeron formas de arrendamiento y aparcería, así como contratos «a partido)) que en pocos años evolucionaron para adquirir una idiosincrasia propiamente antillana, esclavista. Respecto al cultivo, en general, en las Antillas fue de temporal aunque, siguiendo los ejemplos canario y levantino, el riego tuvo especial ,vigencia en algunas zonas como Azua, San Juan de la Mzguna o ?i?a?o P!ata. En deterr?iinadzs escritura aparecen dife-rencias entre las suertes con riego y aquellas que carecían de él, El traslado del modelo azucarero canario a América &$o XVZ) 513 como si la propiedad de la tierra llevara aneja la de cierto numero de días de agua, tantos como correspondiese a la inversión que hubiese hecho su dueño en la acequia. Esta circunstancia es bien evidente en las propiedades del trapiche que tenían en Azua Pedro de Heredia y Damián de Peralta8. Las desemejanzas existentes entre la calidad y cantidad de sue-los de las Afortunadas y las Antillas eran tan considerables que ello condicionó el cultivo. Mientras que en las primeras la producción agraria se desarrollaba en minifindios irrigados y explotados de forma intensiva, en las segundas disponían de amplias terrazas cos-teras de gran riqueza, donde, de forma extensiva, obtenían cosechas ,, de temporal. D Presumiblemente, el reparto del suelo en los dos archipiélagos E fue muy semejante, tanto en las cantidades asignadas, como en el O n - propio sistema empleado para su distribución. Si bien, la evolución =m O de la propiedad fue muy distinta. A mediados el siglo XVI, las tie- EE rras de que disponían los ingenios canarios eran escasas, sobre todo, S E por el aumento poblacional y la división de la propiedad entre los = miembros familiares. No ocurría así en la Española y Puerto Rico. 3 En estas islas las plantaciones acapararon cada vez más cantidades -- de suelo, mediante la implantación de mayorazgos, las relaciones 0m E endogámicas entre las familias propietarias de ingenios y el progre- O sivo éxodo de los contingentes poblacionales más pobreslg. Durante la primera mitad del siglo xvi asistimos a un fenómeno n E que gestó una distinta evolución social en los dos archipielagos. Mientras - a que en Canarias los dueños de molinos carecían de suelos y tenían que nl alquilar fincas, comprar cañas o agua y moler las cosechas de n 0 pequeños y medianos agric~ltores*e~n, l as Antillas, dada la escasez 3 de labradores y la abundancia de espacios vírgenes, el fenómeno fue O inverso. Es decir, faltando una base social campesina, los propieta-rios de molinos cedían heredades a todos aquellos individuos dis-puestos a sembrar y molturar cañas en el ingenio. Sin embargo, esruseLqdG laUriegvs, buierocniUe rezU2 r12r ii;r-;li ;ofiaziSn masiva de africanos2' En las Antillas parece que el terruño no escaseó, por lo menos, en el interior de las islas la disponibilidad de tierras era grande. Sin embargo, la selección del espacio acrecentó el valor de los predios costeros, los más fácilmente comunicables con los puertos de mar. Ai ocuparse ios mejores sueios en ias primeras décadas de ia coioni-zación, se produjo un notable aumento de la demanda de aquellos 514 Justo L. del Rw Moreno que estaban cercanos a los ingenios. Dicho con otras palabras, las plantaciones necesitaban grandes reservas de tierra, porque, no regándolas ni abonándolas, quedaban esquilmadas en pocos años. Además, por su alta demanda, las fincas mejor situadas comenzaron a alcanzar precios importantes a partir de la década de 1530. Lorenzo Solano llegó a pagar 4.000 pesos por las posesiones de doña María de Villoria. Doña Inés de Fuentes adquirió las hereda-des de doña Aldonza Manrique por 2.000 castellanos, porque esta-ban junto a su ingenio de Casuy. El licenciado Estévez hizo lo mismo con las propiedades de Juan Caballero de la Puebla, rema-tándose éstas en 3.500 pesos22. Rodrigo Peláez pagó por sólo dos caballerías 2.400 castellanos. Cuando aclaro el porqué de esta "2 D astronómica cifra adujo que se debía a que <<...todolo bueno que hay alrededor de Santo Domingo está todo poblado de inge-nio~...))~~. 111. Los trabajadores a) El lealdador Los hombres llegaron a la Española e introdujeron y difundie-ron desde esta isla sus práctic.as y comportamientos por todo el Nuevo-Mundo. Pero, bien pronto, tuvieron que modificarlos en vir-tud de los distintos intereses económicos imperantes y de las nuevas condiciones en las que tenían que operar. El lealdador era un cargo que en Canarias remuneraban los Cabildos para inspeccionar la calidad de las exportaciones azucare-ras24, En Santo Domingo, también existió este oficio ya en los pri-meros años de la década de 1520. Sin embargo, al no interesarles a los regidores -señores de ingenio- que se fiscalizara la calidad, el citado no cumplió con su misión. Para reducir gastos, los producto-res elaboraron azúcares bajos que vendieron sin mayores problemas gracias a las presiones que e~ercieron sobre ei ieaiaador desde sus puestos en las instituciones de gobierno25. b) El cañaverero Este trabajador era el encargado de las labores agrícolas y diri-gía a los gañanes que se ocupaban de la siembra, cuidado, riego y El traslado del modelo azucarero canario a América (siglo XVI) 515 corte de la caña. En Canarias no podían tomar a su cuidado más de dos suertes, procedimiento empleado para que los palantíos fuesen adecuadamente cultivados. Su sueldo era fijado por acuerdo con el dueño del sembradío, ofreciendo distintas variantes según las veces que tuviesen que cortar y poner las plantas26.E n Gran Canaria, con-forme a las ordenanzas de la isla, lo normal era que recibiesen un diez por ciento del total de la producción, junto con otras aportacio-nes complementarias que variaban según los contratos. Aunque, en las ordenanzas de Melgarejo, la retribución era de un 20% de los haces de caña, antes de molturarse ésta2'. En Santo Domingo y otras zonas de América, como Nueva España o Brasil, fueron los organizadores.de la producción agrícola, asignando a los esclavos las funciones que habían de realizar, así como las cantidades a sembrar o cortar, encargándose también de que no faltase caña al molino y leña a las calderas28.A l introducirse el trabajo esclavo, el salario ya no estaba en relación a la produc-ción, ni se limitaban las suertes de cañas a labrar. El sueldo pasó a ser en metálico y anual. c) Los desburgadores Estos individuos limpiaban las cañas de hojas y cabos, dejando-las listas para la molturación. En Canarias estaban obligados a cor-tar las plantas con puñales y eran contratados por el dueño del cañaveral. Si éste pertenecía a un labrador, el señor de ingenio sólo corría con el transporte a la fabrica29. Sin embargo, las ordenanzas de Gran Canaria establecían el desburgue de la «coca» a medias, entre el labrador y el dueño del molino. Los desburgadores realiza-ban sus trabajos en cuadrillas, recibiendo la comida y un sueldo mensua130. En Santo Domingo, si la producción había sido en apar-cería, el desburgue corría por cuenta del campesino, pero siendo la cosecha de! ingeíiiu, tales actividades las redizaban los esciavos, normalmente, las mujeres3'. d) Los labradores En Canarias ia mayor parte de ias cosechas estaban en manos de un pequeño y mediano campesinado que molturaba sus cañas en 516 Justo L. del Rió Moreno los ingenios comarcanos. Los azúcares eran distribuidos a medias entre el productor agrícola y el transformador industrial. Este tipo de producción en aparcería se trasladó a Santo Domingo, aunque con algunas variantes. Un buen número de los labradores ya no trabajaban sus propias tierras, sino las del ingenio, percibiendo sólo el azúcar «macho», es decir, la mitad de todos los azúcares obtenidos menos las espumas y panelas. A cambio, al iguaI que hacían en Canarias, tenían que desburgar las cañas3*. Sin embargo, las diferencias poblacionales entre ambos archipiélagos eran tan grandes que bien pronto condicionaron la evolución laboral. En las Antillas, a mediados del siglo XVi (en 1553) la isla más poblada era la Española y ésta no rebasaba los 600 vecinos. Santo Domingo tenía poco más de 300 cabezas de familia, mientras que Santiago sólo contaba con 60 habitantes. Un importante contingente de los residentes en la primera ciudad eran mercaderes y ((otros son pobres, de forma que hay pocos labradores)). Para el caso antillano es conveniente señalar la identificación entre hombre rico y labra-dor, pues pocos, individuos sin recursos podían comprar esclavos con lo que cultivar la caña. No ocurría así en Canarias, donde pre-dominaba un campesinado medio que explotaba sus propias tierras per~onalmente~~. En.la década de 1550-1560 las Afortunadas tenían más de 8.000 vecinos, aunque casi la mitad de dicho contingente residía en Gran Canaria. La mayor parte de la población se dedicaba a la labranza «y no tienen otras granjerías salvo algunos mercaderes que son muy pocos»34. Esta particularidad laboral revitalizó la agricul-tura y facilitó la consolidación de una emprendedora clase campe-sina, posibilitándose el desarrollo de otros cultivos alternativos como el trigo, la vid o la hortofruticultura en los tiempos muertos. Con dichas producciones -y un boyante comercio con Inglaterra, Italia y los Países Bajos- mantuvieron una baja inflación que per-miti6 -1 crecimiento pohlaciona! y orienti la soci-d_ad_ hacia un-cierta homogeneidad racial. Aunque en las islas disponían de abun-dantes esclavos a precios bajos, los señores de ingenios no emplea-ban esta fuerza laboral, porque, ante los riesgos de muertes o huidas, resultaba mas económico servirse de «cristianos»35.A demás, Ilega-ban tantos portugueses, levantinos y «otras gentes)), que los dueños de moiinos siempre enconúaban hombres ii'ires por un módico jor-na136. Sin embargo, tal abundancia no existía, ni en la Española, ni en Puerto Rico, donde debían utilizar esclavos. Esta mano de obra El traslado del modelo azucarero canario a América (siglo XVI) 51 7 era ((trabajosa)), porque tenían que transcurrir algunos años hasta que los bozales aprendían las complejas labores azucareras. Ade-más, resultaba cara y arriesgada, pues las huidas eran habituales3', las muertes por zafra en cada plantación oscilaban entre ocho y quince aherrojados y el precio de un esclavo equivalía a dos salarios anuales3x. e) Los técnicos y los sueldos En Canarias los señores de ingenio empleaban en cada zafra a un número que variaba entre 20 y 50 «hombres libres cristianos)), además de los 10 o 15 esclavos africanos con que contaba cada fábrica. Los trabajos realizados en las agroindustrias del archipié-lago estaban en manos de una variada gama de profesionales con sueldos relativamente altos. - 1 mayordomo 60-100 doblas al año . . . . . . . . . 50.000 mara ve di^^^. - 1 maestro de azúcar 90-100 doblas al año 50.000 maravedís40. - 1 purgador 60-80 doblas al año . . . . . . . . . . . . . . 40.000 maravedís4'. - 1 criado de purgador 1,5 doblas al mes... . 750 maravedís . - 1 espumero 100 doblas al año . . . . . . . . . . . . . . . . 50.000 mara ve di^^^. - 1 reespumero 50 doblas al año.. . . . . . . . . . . . . . 25.000 mara ve di^^^. - 1 refinador 100 doblas al año.. . . . . . . . . . . . . . . . 50.000 rnaravedí~~~. - 7 prenseros 2,5 doblas al mes cada uno.. . 1.250 mara ve di^^^. - 1 calderero mayor 4 doblas al mes. . . . . . . . . . 2.000 mara ve di^^^. A ,,1A ,,,, 2 C ,4A.lnn -1 -,O -.A- ..-- - ~ c n ---m-.- A : - A ~ -r LLUUGIGIUJ J,J uuu~aa LU 1 1 1 ~ 3 L a u a UIIU .... 1. I JU IIMI ¿ivt;u~b-'. - 12 desburgadores 2,5 doblas al mes cada uno 1.250 mara ve di^^^. - 6 almocrebes 2,5 doblas al mes cada uno . . . . . 1.250 mara~edís~~. - 1 cañaverero 40 doblas al año.. . . . . . . . . . . . . . . . . 20.000 maravedís50. - 1 mandador 2,5 doblas al mes... . . . . . . . . . . . . . . . 1.250 maravedis5'. - 1 despensero 2 doblas al mes.. . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.000 rnaravedi~~~. - 2 gañanes 2 doblas al mes cada uno... ......... 1.000 maravedís . - 2 aperadores 50 doblas al año cada uno.. ..... 25.000 maravedíss3. 518 Justo L. del Río Moreno En Santo Domingo, las plantillas se redujeron, de 30-40 indivi-duos que tenían en la década de 15 20, a menos de 10 personas en el decenio de 1540 y a sólo 5 ó 6 individuos en 1550-1 560. Las infor-maciones de los contemporáneos en relación con los sueldos anuales que precibían estos variaban sustancialmente. En una de lasfuentes que hemos utilizado, un pleito entre el cabildo catedralicio y el secu-lar, las diferencias son notables: C. Secular C. Catedralicio "2 1 mayordomo . . . . . . . . . . . . . . . . .300 pesos ...... 100- 150 pesos 45 .O00 mrs. 1 maestro de azúcar.. . . . . . ,300 pesos.. .. 1 purgador .................... .80-100 pesos 1 mandador. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .80-100 pesos O ,100- 150 pesos 45.000 mrs. n - m O 30-40 pesos . . .13.500 mrs. E E 2 30-40 pesos . . . 13.500 mrs. 1 boyero. .80-100 pesoss4 30-40 pesosS5 13.500 m r ~ . ~ ~ 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - - 0 m En el trapiche «La Magdalena)) el mayordomo cobraba 200 E pesos anuales, es decir, 90.000 maravedis. El maestro de azúcar O ganaba poco, 12,5 pesos mensuales, unos 5.600 maravedís. El n boyero únicamente percibía 5 pesos al mes, 2.250 maravedís, y -E herreros y carpinteros sólo eran contratados esporádicamente para a 2 algunas obrass7. n n De todas formas, no hay uniformidad en los criterios. Entre otras cosas, porque ante la elevada inflación y ausencia de moneda, 3 O se utilizaban tantas modalidades de resarcimiento que, ya en aque-llos años, resultaban difíciles de cuantificar. Por ejemplo, Ruy Díaz Caballero admitía que en algunos ingenios pagaban sueldos más altos de los señalados M... por la flata que hay de español es...^^^. Rodrigo Alvarez de Lora reconocia que aígunos mayordomos y maestros de azúcar ganaban más de 200 pesos, así como una pipa de vino y una esclava para que les sirviese. Aunque, también había algunos que percibían 150 castellanos, dos pipas de vino y una esclava59. Las diferencias en los sueldos entre ambos archipiélagos eran notables. En Santo Domingo un oficial albañil o carpintero cobraba El traslado del modelo azucarero canario a América (siplo XVZ) 5 19 por reparar los ingenios un peso diario junto con un caballo para desplazarse y la comida «e vino aventajadamente ... e aún no se hallan Por este motivo, a mediados del XVI, si exceptuamos a 5 ó 6 especialistas blancos, la mayoría de los trabajadores existentes en las Antillas eran africanos. En Canarias los salarios eran más bajos, porque había más individuos dispuestos a realizar dichos oficios6'. La escasez de trabajadores cualificados y la consecuente eleva-ción de las soldadas motivaron la simplificación de la producción. Ante el paralelo aumento de las hipotecas y el mayor coste de los réditos, la solución fue el acrecentamiento de las moliendas. Tal remedio sólo fue viable desatendiendo la calidad de los azúcares, importando más esclavos para las explotaciones, aumentando el horario de trabajo y endureciendo las relaciones sociales de producción. No habiendo suficientes técnicos para el servicio de los inge-nios, la responsabilidad de la producción recayó en los maestros de azúcar, los cuales ejercitaban su oficio y al mismo tiempo dirigían a los negros y restantes oficiales62.E stos especialistas realizaban tam-bién las labores del purgador, espumero, reespumero y refinadoF3. Así lo confirmaba Rodrigo Alvarez de Lora, él solo, refinaba, pur-gaba y «beneficiaba» los azúcares64. En Canarias este fenómeno no se produjo. Para competir en el mercado internacional los producto-res atendieron más a aspectos cualitativos que a valores cuantitativos65. Además, hubo un cambio importante. Mientras que en Cana-rias los trabajadores cualificados respondían con su soldada de la calidad de la producción, en la Española, los técnicos no se respon-sabilizaban de las pérdidas que ocasionase su negligencia laboral. Aunque disponemos de algunos casos, en el decenio de 1520, que demuestran la introducción de la práctica66. A partir de la década de 1530, no hemos advertido este fenómeno, quizás, porque ante la escasez de este tipo de especialistas, los dueños de molinos se dispu-taban SUS s-mi~i~s67. Con todo, una cosa sí es clara, en las Antillas tenían mayores gastos en trabajadores que en las Afortunadas y esto por dos razo-nes. Porque importaban todos los productos de primera necesidad y porque el grueso de las actuaciones laborales recaían en africanos que, con frecuencia, perecían o huían. Como, además, la inversión era reniabiiizaiia tenían que ocup.=&ios toao ei ano, aunque sólo molieran tres meses. En Canarias, por el contrario, si exceptua- 520 Justo L. de! Rió Moreno mos a los arrieros, cortadores de leña, cañavereros, mayordomo, mandador y refinadof18, los restantes'contratados eran despedidos cuando acababa la zafrab9. f) Los esclavos Las explotaciones canarias se diferenciaban de las antillanas, fundamentalmente, en el uso de esclavos, puesto que el principal medio de producción era la ((gente de trabajo)). Los molinos segun-dos tenían porcentajes que oscilaban entre 100 y 120 piezas, los pri-meros no sobrepasaban los 15 individuos, cuando más. "2 En Canarias, hacia 1553, los bozales oscilaban entre 50 y 90 doblas, mientras que los ladinos, si sabían oficios del ingenio, alcan- O zaban con facilidad las 100 doblas. Para comparar este valor, sirva n =m saber que la soldada anual de un español era de 20 doblas y la de un O E oficial de azúcar de 50 doblas70. En Santo Domingo los oficiales de SE azúcar ganaban entre 200 y 300 pesos de oro, mientras que un E esclavo negro valía 250-300 pesos y el salario de un español entre 60 y 70 castellanos anuales7'. Hasta 1550 el valor de la pieza estuvo 3 tasado en 65 pesos. En 1551, cuando quitaron la tasa, valieron a - 0m 100 pesos. En 1552 llegaban ya a los 150 castellanos y en 1553, E sobrepasaban los 200 pesos con creces7*. Una década despues, en O 1562, si el negro era oficial «de cualquier oficio principal en el dicho n ingenio como es carpintero, herrero o maestro de azúcar valía 1 .O00 E pesos y de otros oficios 500 y 600 pesos»73. a n n IV. Las inversiones de capital y los costes de producción 3 w a) El dinero de los mercaderes En su gran mayoría, la procedencia de los recursos invertidos para la construcción y mantenimiento de los ingenios que funciona-ban en Canarias y Santo Domingo tenia uñ orige~ii -iiercaiiil. Ape-nas en unas décadas después de las primeras edificaciones asistimos en los dos archipiélagos a un proceso de cambios en la ostentación de la propiedad. Pronto intervinieron en el sector los grupos y com-pañías de mercaderes más importantes, en especial, genoveses, ale-manes, burgaleses y sevillanos. Naturalmente, este proceso se advierte primero en Canarias, desde donde no tardo en despiazarse El traslado del modelo azucarero canario a América (siglo XVZ) 521 a Santo Domingo por parte incluso de las mismas compañías. Un caso bien concreto es el de los Welser. El procedimiento que siguieron para introducirse y controlar los mecanismos productivos del azúcar siempre fue el mismo. Pri-mero, realizaron algunos anticipos de capital a los señores de inge-nios con cargo a sus producciones. Paralelamente, también prestaron artículos de importación, desde hierros y alimentos hasta vestidos y esclavos. En un corto tiempo, cuando las deudas fueron sustanciales y los azucareros incapaces de pagarlas tomaron cargo de las industrias y propiedades anejas74. En algunos otros casos, adquirieron tierras y construyeron sus propios ingenios, aunque tarn-bién se asociaron con algunos empresarios para llevar a cabo el negocio. Para el caso canario son bien conocidos algunos ejemplos, como los de los genoveses Lorenzo de Riberol y Francisco Lerca, entre otros muchos75. Tampoco nos faltan los ejemplos en Santo Domingo. El ingenio «Sanctiespíritus» fue erigido por una cornpa-ñía de esclavistas genoveses en asociación con dos de las personas más ricas de la isla, Juan de Villoria y María de Camp~zano~~. Con todo, el procedimiento más usual empleado por los merca-chifles fue el de prestar determinadas cantidades para el «avío» del molino, esto es, para sufragar los costes de producción, a cambio de libranzas pagaderas en azúcares. Veamos en qué se gastaba el dinero destinado al aprovisionamiento del ingenio. b) Las ropas En la Española la mayor parte de la mano de obra era esclava y tenía que ser alimentada y vestida por sus dueños. Los negros de Santo Domingo recibían al año una camisa, unos zaragüelles de cañamazo y una manta. Los que eran oficiales obtenían mas y mejo-res ropas, para incentivarles en el trabajo y aumentar así la produc-ción. Esta vestimenta, comparada con la que se proporcionaba a los aherrejud~sm i d e ~ t e se n Czmrias, eia escasa. "Un embargo, supo-nían un mayor coste, porque el proveimiento antillano era menor y más caro que el canario7'. En este último archipiélago los africanos vestían de paño y lienzo, tal y como lo hacían los españoles. Es decir, recibían anualmente un capote de «bruel», media manta de jerga, una o dos camisas, dos pares de zaragiielles de cañamazo y dos calzülies de anjeo. Y, muchos de eiios, conseguian tambien uno o dos pares de zapatos de Justo L. del Rb Moreno c) La comida Respecto a la alimentación también había diferencias sustan-ciales. En la Española la base dietética de los ((cristianos)) la pro-porcionaban el cazabe y, sobre todo, la carne vacuna. A los esclavos se les daba maíz y carne de ternera e, incluso, sólo carne79. Una carga de cazabe valía en la Española un peso y una fanega de maíz otro castellano. Estos precios eran los comunes, salvo si había hura-canes o esterilidades. Una persona se mantenía bien al mes con una carga de cazabeg0, mientras que dos negros podían sustentarse con una fanega y media de maízg1. La carne de una vaca costaba en Santo Domingo menos de medio peso de oro, que eran 55 cuartos -moneda de la isla-, es decir, 216 maravedis. La ternera se divi-día en cuatro partes -también llamadas cuartos- que solían pesar 4 arrobas cada una, aunque a veces no llegaban a las 3 arrobasg2. Este último alimento era el mayoritario en el Caribe, junto a otras carnes como la de cerdo y la de los mas escasos corderos. Al ser un nutrimento abundante, resultaba barato. El gasto era pequeño, por-que, aun comprando el ganado, sacaban del cuero y sebo lo que pagaban por la resesg3.E l coste mensual de la comida consumida en un ingenio con cien esclavos y diez españoles rondaba los 15-20 pesos de carne y los 50-60 pesos de maíz y yuca, es decir, unos 75 castellanos. Pero desconocemos las proporciones gastadas en pes-cado, aceite, vino y otros habituales mantenimientos. En Canarias los trabajadores «cristianos» comían pan, carne y vino. Los africanos recibían sólo pan y carne. Los días de pescado consumían todos, pan, pescado, vinagre y aceite. Por costumbre, se proporcionaba a cada persona una fanega de trigo al mes, alimento predominante en la dieta. Normalmente, el coste de cada fanega era de una dobla. Sin embargo, en los habituales años de malas cose-chas el precio subía hasta 2 y 3 doblasg4. Respecto a la carne, cada trabajador consumía una libreta de ternera al día, pero no siempre disponían los empresarios de suficientes cantidades. Al ser escaso el ganado mayor, ei coste de cada iibreta era de 7,5 maravedís o de 30 maravedís el arrelde. Cada libreta tenía el peso de una libra, poco más de 400 gramosg5. Pero la carne era escasa en la alimentación de la población canaria. Como reconocían en la época: «...hay mucha falta della, pero mientras la hay se la dan y mientras no hay les dan a toda la gente pescado y sardinas e aceite e vinagre e pan e vino e queso e ajos e cebollas e otros muchos mantenimiento^...))^". ¿os El traslado del modelo azucarero canario a América (riplo XVI) 523 días de pescado salían también caros, porque el aceite se consumía en grandes cantidades y tenía que ser importado de Andalucíag7. En este segundo caso, nos resulta mas difícil cuantificar los costes men-suales de la nutrición del personal de cada ingenio. De cualquier forma, sólo en trigo, las cantidades gastadas debían rondar las 50 doblas. Los precios eran cuatro veces mas elevados en Santo Domingo que en Canarias pues, aunque en estas últimas hubiese falta de carne, en la Española la tenían de pescado, vino, aceite «y de todo lo demás necesario a la sustenta~iÓn»~~. Especialmente importante era el consumo de vino. Los mayor-domos y maestros de azúcar de los. ingenios dominicanos incluían como parte de su salario una pipa de vino al año. Algunos otros ofi-ciales de la plantación también recibían cantidades importantes cada vez que se desplazaban a la ciudad. Lope de Bardecí el Viejo, señor de ingenio, llegó a declarar que éstos se nutrían mejor que sus amos ((porque comen de todo lo que tienen y quieren sin que les cueste dinero ... y generalmente dicen que les den del mejor vino que hay en la ciudad»g9. Diego de Herrera, confirmaba la opinión ante-rior especificando que «como no pagaban nada, hordinariamente tienen ocho e diez combidados a costa de su amo»90. Rodrigo de Marchena mantenía que el vino que se daba a mayordomos y maes-tros de azúcar, como parte del sueldo, era un gesto grande «e cosa muy recia»g1. Ugicamente, el coste de la vida era mucho más alto en Santo Domingo que en Canarias. En la primera isla el sustento anual de una persona requería mas de 250 pesos de oro. Las necesidades de un estatus medio exigían la compra de un par de vestimentas, comida y medicinas, alquiler de una casa, pago de un médico, del servicio de un mozo y de una mujer para guisar y lavar la ropa. En Canarias este mismo modo de vida podía mantenerse con 100 doblas anuales92. d) La leña En 155 3, los ingenios que aún funcionaban en Canarias se con-centraban en Gran Canaria. La madera era tan escasa que tenían que transpvrtaria por mar desde Tenerife y otras ínsuias. Cada carga pesaba entre 10 y 14 arrobas, valiendo en los puertos de mar de 3 a 524 Justo L. del Rw Moreno 5 reales de plata. Ya dijimos que los almocrebes cobraban por tras-ladar el combustible al ingenio, dos doblas y media al mes. Cada tarea necesitaba entre 20 y 25 carretas de leña -una carreta tenía 6 ó 7 cargas de leña de una «muy buena acémila»-. Como un ingenio molía por zafra un promedio de 200 tareas, el combustible que con-sumía era de aproximadamente 4.000 carretas. Es decir, de más de 24.000 cargas. Por esta lógica, según nuestros calculos, la cantidad de leña quemada anualmente para obtener el azúcar de una zafra rondaba los 2.760.000 kilos. En las Afortunadas los ingenios moltu-raban entre 3 y 6 meses, es decir, lo mismo que en la Española. Así pues, las cantidades gastadas eran muy semejantes93. Sin embargo, las disponibilidades no eran idénticas. ' ~ Snan to Domingo no se advierten carencias hasta 1550-1560, pero en Gran Canaria las arboledas eran ya escasas en las décadas de 1520-1530, mientras que en 1560-1570 casi carecían de ellasg4. En Santo Domingo parece que hubo gran abundancia de madera durante los primeros decenios del siglo xvi, aunque ya a mediados de la centuria existía un preocupante alejamiento del bos-que. El único coste lo hacían los esclavos que tenían que cortar y transportar la madera. Pero los dineros invertidos para la obtención de este recurso eran muchos, tenian que destinarse 8 ó 10 negros a la corta y otros tantos al transporte, se quebraban las carretas, morían bueyes y había que pagar a un mandador blanco. Cuando las arbole-das estaban lejos del molino compraban los carros de leña por 4 rea-les de plata, es decir, por 166 maravedís. Aunque lo más usual era ofrecer un real de plata (42 maravedís) por cada carretada cortada y amontonada en el «a r c abuc~»U~n~ i.n formante, Rodrigo Alvarez de Lora, especificaba en 1562 que los ingenios localizados en las ribe-ras de los ríos Ocoa y Nigua tenian ya una gran escasez de madera9'. f) El herraje En relación con las herramientas de cobre o hierro, los gastos no eran pequeños. En Santo Domingo, los precios que disponemos para 1553 parece que son muy altos: El traslado del modelo azucarero canario a América (siglo XVZ) 525 1 libra de acero.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 338 maravedís. 1 libra de cobre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . entre 225 y 450 maravedís. 1 libra de clavos ....................... entre 100 y 225 maravedis. 1 quintal de hierro.. .................. entre 1.350 y 1.800 maravedis. 1 carreta herrada.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . entre 13.500 y 18.000 maravedis. En Canarias, por el contrario, la cuantía de estos productos era dos terceras partes más reducidag7. Además, el coste de la comercia-lización era muchísimo menos elevado que en las Antillas. g) El transporte y los precios El flete de una caja de azúcar desde Santo Domingo a Sevilla era en 1553 de una cantidad oscilante según los informantes entre 750 y 1.500 maravedís. Por el contrario, desde Canarias al puerto de las Muelas se cobraba por el mismo peso sólo 200 maravedí~~~. El peso de cada caja era muy variable, dependiendo del tipo de azú-car que portase. En Santo Domingo una caja de azúcar lealdado lle-vaba 13 ó 1 3 3 arrobas; la de quebrados 2 1 Ó 22 arrobas y el cuarto de mazcabados, espumas, mieles o remieles 31-32 arrobas99. Sin embargo, algunas otras fuentes nos advierten que las cajas de que-brados podían contener hasta 28 arrobas, mientras que las que transportaban mazcabados a veces no llegaban a los 29 arrobaslW. Algunos datos que tenemos de Canarias difieren en las dimensiones de los recipientes o en el refinado de los azúcares. Una caja de azú-cares «sanos» o purgados tenía 24 arrobas, de quebrados 30 y las pipas con mieles 25 arrobaslO'. En cGnsonancia con este y ~ ú - í6-0~ j + ~de produccióil tenemos los precios. Hasta 15 5 2 el valor máximo que había llegado a tener el azúcar en Santo Domingo era de 1 peso y 5 tomines, es decir, de 73 1 maravedís por arrobalo2. Las cuantías abonadas oscilaban entre 600 y 700 maravedís por arroba, aunque en la flota de 1553 se car-garon azúcares a 900 y 1 .O00 maravedís, pero por escasez de oro y a faita de mejor moneda. Por ei contrario, por estas mismas fechas, en Canarias, cada arroba de azúcar ascendía a promedios de 1.200- 526 Justo L. del Rw Moreno 1.500 maravedís. Además, comercializaban las mieles, remieles y coguchos, mientras que en la Española se perdíanlo3: Un infor-mante, Juan de Guipmo, advertía que los barcos canarios llevaban a las Antillas harinas, vinos y otros bastimentos, porque valían más en el Caribe. Esta atestación nos advierte de la reorientación que estaba sufriendo la economía pues, por el contrario, debido a los mayores costes de producción, el azúcar era más caroIo4. "2 D NOTAS E O --n Oo> 1. Río Moreno, Justo Lucas del: l o s inicios de la agricultura europea en el E E Nuevo Mundo, (1492-1542). Tesis Doctoral presentada en la Universidad de Sevi- 2 Ila, 1990. -E 2. Fabrellas, Mana Luisa:Laproducción de azúcar en Tenenfe. ((Revista de Historia)), no 100, p. 471. 3 3. Femández de Navarrete, Martin: Obras de Martín Fernández de nava- -- rrete. Madrid, Edit. Atlas, t. 1, p. 198. 0 m 4. Río Moreno, ob. cit., t. 11, p. 50. E 5. &pez de Gómara, Francisco de: Historia General de las Indias. Hispa- O nia Victrix. Barcelona, Edit. Orbis, t. 1, p. 69. 6. Real Cédula, 2-111-1518. AGI, Indiferente General, 419, lib. 7, f. n E 697v. - a 7. R.C. a los gobernadores de Gran Canaria y Tenerife, para que procuraran A enviar a la Española maestros de azúcar y oficiales de hacer ingenios. Lope de Sosa, n gobernador de Gran Canaria, tenía ingenios azucareros en la isla. Barcelona, 16- n VIII-15 19. AGI, Indiferente General, 420, lib. 8, f. 120v. En 1569 se redactó una R. 3 C. para que los oficiales de Gran Canana autorizasen el pase a Puerto Rico de dos O oficiales maestros de azúcar, dos carpintero, dos herreros y dos caldereros. Morales Padrón, Francisco: Colonos Canarios en Indias. «Anuario de Estudios America-nos », t. VIII, 195 1, p. 400. 8. Respuesta a la pregunta 5 de la probanza del cabildo catedralicio. AGI, Justici~, 983, pieza 3, E. 4337. y SS 9. Respuestas a las preguntas 4 y 3 1 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., pieza 3, ff. 433, 433, 473 y 493. 10. Respuesta a la pregunta 2 de la probanza del cabildo catedralicio. Bid., pieza 3, ff. 433, 435, 443, 487 y SS. 11. Pregunta 18 de la probanza del cabildo secular. Bid., pieza 1, f. 210. 12. Res~uestaa la pregunta 19 de la probanza del cabildo secular. Bid., pieza 3, ff. 593, 609 y 619. El traslado del modelo azucarero canario a América (siglo XVI) 527 13. Este es el cálculo que hace para Canarias Guillermo Camacho y Pérez Galdós: El cultivo de la caña de azúcar y la industria azucarera en Gran Canaria (1510-1535). ((Anuario de Estudios Atlánticos)), 1961, no 7, p. 23. 14. Guimerá Ravira, Agustin: ¿Canarias, ensayo de la colonización ameri-cana ?:el repartimiento de la tierra en la Española. «América y la España del Siglo x v i ~M. adrid, CSIC, 1983, t. 11, p. 186. 15. Ibid. 16. Declaración de Sebastián Hernández. AGI, Justicia, 14, no 1. 17. Cada montón tenia, según las ordenanzas de Santo Domingo, tres baras y una ochava. Declaración de Hernando López Portugués. AGI, Justicia, 14, no 1. 18. AGI, Justicia, 12, no 2, ramo 4. 19. Probanza del cabildo secular. AGI, Justicia, 983, pieza 3, f. 593v. 20. Respuestas a la pregunta 19 de la probanza del cabildo catedralicio.Ibid., pieza 3, ff. 436, 450, 469v., 480 y 503. * 21. Respuestas a la pregunta 3 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., ff. 450, 469. 22. Respuestas a la pregunta 5 de la probanza del cabildo secular. Ibid., ff. 599, 605 y 616v. 23. Ibid., f. 640v. 24. Ortiz, Fernando: Los primeros técnicos azucareros de América. La Habana, 1955, p. 19. 25. Carta del doctor Cuenca, Santo Domingo 15-IV-1578. AGI, Santo Domingo, 5 1, ramo 1, doc. núm. 10. 26. Morales Padrón, Francisco: Ordenanzas del Concejo de Gran Canaria (1531). Sevilla, Gráfica Salesiana, 1974, pp. 49-50. 27. En la citada reglamentación se especificaba que, si el dueño de las cañas las vendía antes de un año para planta, tenia que dar al cañaverero un uno por ciento. Si la venta era por vicio de la caña o porque tenia gusano, dos haces de cada quince y, si era para moler, dos haces de cada diez. Camacho y Pérez Galdós,ob. cit., nota 65, p. 17. 28. Antonil, André Joao: Cultura e opulencia do Brasil por suas drogas e minas. Paris, Institut des hautes études de 1'Amerique Latine, 1968, p. 110. Sando-val, Fernando: La industria del azúcar en Nueva España. Mexico, Edit. Jus, 195 1, p. 152. 29. Morales Padrón, ob. cit. 1261, p. 146. 30. Camacho y Pérez Galdós, ob. cit., p. 18. 31. Río Moreno, ob. cit., t. 11, p. 62. 32. Pregunta 16 de la probanza del cabildo secular. AGI, Justicia, 983, pieza !, f. 209-2!0. 33. Pregunta 34 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., pieza 3, f. 438v. 34. Declaración de Antón de la Torre y Diego Méndez a la pregunta 40 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., pieza 3, ff. 503 y 5 0 5 . 35. Respuesta de Ruy Diaz de la Puebla y otros testigos a la pregunta 22 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, ff. 594v. y 609v. 36. Respuesia de Ruy Diaz de ia Puebla a la pregunta 21 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid. pieza 3, ff. 594. 528 Justo L. del Rw Moreno 37. Atestación de Rodrigo Peláez. Ibid., f. 621. 38. Testimonio de Lope de Bardecí el Viejo. Respuesta a la pregunta 21 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., f. 619v. 39. Según declaraba Cristóbal Hernández, mercader canario, no les daban mas de 50 doblas al año «porque tienen en el dicho ingenio otros provechos e granje-rías que le valen por el año con el salario que le dan más de ciento e cincuenta doblas ... »lbid., pieza 3, f. 487v. Aunque u n criterio para el establecimiento del sala-rio era la producción o el rendimiento en el trabajo, por ordenanza, todos los salarios tenían que abonarse en moneda y no en azúcares. Morales Padrón, ob. cit. [26], p. 150. 40. Cristóbal Hernandez manifestaba que recibían por templar toda la zafra 100 doblas. AGI, Justicia, 983, pieza 3, f. 487v. 41. De este salario pagaba al criado que le asistía. Declaración de Pero Dominguez, maestro de azúcar.Ibid., pieza 3, f. 471v. Cristóbal Hernandez manifes-taba que ganaba al año 60 doblas. Ibid., f. 487v. 42. Pero Dominguez reconocia que no percibían salario, sino un porcentaje que podía ser de 20 arrobas 1 ó de 14 arrobas 1, según se concertasen. Ibid., pieza 3, f. 471v. Cristóbal Hemández manifestaba que le daban 1 de cada 6 ó 7 arrobas que hacia de espumas. Zbid., f. 487v. 43. Pero Domínguez mantenía que ganaba de 10 arrobas 1 ó de cada 6 arrobas 1, según determinaran en el contratro y fuera la zafa del ingenio. Ibid., f. 471v. 44. Ganaba de cada 14 arrobas 1 ó según acordara con el dueño el molino. Ibid., f. 471v. Tal y como manifestaba Cristóbal hemández, un refinador cobraba 1 de cada 6 ó 7 arrobas que refinaba o según especificaran en el convenio. Ibid., f. 487v. 45. Pero Dominguez mantenía que eran sólo 6 los prenseros, percibiendo al mes 1.100 maravedis o más y dándoles al día un cuartillo y medio de vino. Ibid . 46. El calderero mayor llevaba del azúcar que llamaban «nieta» uno de cada tres panes producidos, lo cual equivalía a unas 4 doblas al mes. Pregunta 2 1 de la pro-banza del cabildo catedralicio. Ibid. pieza 3, f. 436-436v. 47. Testimonio de Pero Dominguez. Ibid., pieza 3, f. 471v. 48. Cristóbal Hemández manifestaba que cada ingenio no tenia más de 6 des-burgadores. lbid., f. 487v. Pero Dominguez aclaraba que eran sólo 9 ó 10 los desbur-gadores, recibiendo al mes 1.1 50 maravedis cada uno, si tenia el señor del molino la tarea. No siendo las cañas del ingenio, y dándolas a partido, pagaban por cada cal-dera entre 100 y 125 maravedis. Ibid, p. 471v. 49. Según la respuesta de Pero Domínguez sus emolumentos eran de 1.100 maiavedis iíieiij~riksI. bid . 50. El sueldo del cañaverero mayor ascendia a 40 doblas anuales, porque tenía cargo de mirar lo que hacían los otros y era responsable del cuidado de las cañas. Los demás ganaban a 1.000-1 .lo0 maravedis al mes. Ibid.. 5 1. En algunos sitios percibían al año 24-30 doblas. Ibid. 52. Tanto este, como los dos gañanes, ganaban al mes 1.000 rnaravedis. ibid . El traslado del modelo azucarero canario a América (siplo XVI) 529 53. Pregunta 21 de la probanza del cabildo catedralicio.Ibid., pieza 3, f. 436- 436v. El testigo Pero Domínguez mantenía que cada aperador tenía una soldada de sólo 24 pesos anuales. Ibid., pieza 3, f. 471v. 54. Pregunta 8 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, f. 591. 55. Pregunta 7 de la probanza del cabildo eclesiástico. Ibid., pieza 3, f. 434. 56. Nótese que en los salarios que ofrecemos para Canarias el paso de doblas a maravedies lo hemos realizado con las soldadas más altas, mientras que en el caso de Santo Domingo, esta misma operación la hemos llevado a cabo con los jornales más bajos. Ademas, téngase también en cuenta que en el primer cuadro ofrecemos las cifras en maravedís canarios, más bajos en valor que los castellanos. 57. AGI, Escribanía, 1-B, pieza 1, ff. 63-65. 58. Respuesta a la pregunta 8 de la probanza del cabildo secular. Ibid., f. 607. 59. Respuesta a la pregunta 7 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., f. 476. 60. Pregunta 15 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 1, f. 210. 61. Ibid. 62. Pregunta 26 de la pronza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, f. 595. 63. Pregunta 22 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., pieza 3, f. 436v. 64. Ibid. f. 477v. 65. Pregunta 17 de la probanza del cabildo eclesiástico. Ibid, pieza 1, f. 210. 66. Río Moreno, ob. cit., t. 11, p. 45 y SS. 67. Pregunta 24 de la probanza del cabildo secular. Ibid. pieza 3, f. 594v. 68. Declaración de Pero Domhguez, maestro de azúcar en la Española que habia trabajado en Gran Canarias en el mismo oficio. Ibid., f. 471. 69. Pregunta 7 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, f. 590- 591. 70. En el pleito que mantuvieron los Cabildos eclesiástico y secular, algunos informantes corroboraban que en Canarias valía un africano, en 1553, entre 25 y 30 doblas.lbid., pieza 1, f. 207. Esta afirmación no es muy creible y, en todo caso, debe referirse a bozales, porque los ladinos costaban, ya en la década de 1530, a 50 y 55 doblas. Carnacho y Pérez Galdos, ob. cit., p. 38. 71. Suplicación de los señores de ingenios. AGI, Justicia, 983, pieza 1, ff. 182v. -183. 72. Respuestas a las preguntas 14 y ! 9 de la prnhzrzii de! cihi!de crtedra!icio. Ibid, pieza 3, ff. 435, 473, 481, 489v. 73. Pregunta 29 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, f. 596. 74. Juan Fernández de las Varas tuvo que vender la mitad de su ingenio a una compañía esclavista alemana -de los Welser- para pagar las deudas que habia wn-traido con el rey y con el mercader catalán Diego Hernández de Barcelona. AGI, justicia, 12, no 2, ramo 2. Catalina Guerra, viuda de Juan de Siverio y dueña del ingenio canario de Tenoya, adeudaba cantidades importantes al genovés Luis de 530 Justo L. del Rió Moreno Salucio. Fernando de Aguayo también debía significativas sumas al mercader catalán Juan Vendrell, mientras que Francisco Quesada, mayordomo del comendador Lope Sánchez de Valenzuela, rrecibió recursos del mercader portugués Alonso Alvarez. Camacho y Pérez Galdós, ob. cit., pp. 32-33. 75. Camacho y Pérez Galdós, ob. cit., pp. 11-12. 76. Río Moreno, ob. cit., t. 11, pp. 188 y SS. 77. Pregunta 20 de la probanza del cabildo secular. AGI, Justicia, 983, pieza 3, f. 596. 78. Respuesta a la pregunta 30 de la probanza del cabildo catedralicio.Zbid., pieza 3, ff. 438, 473 y 48.5. 79. Pregunta 8 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., pieza 3, f. 434. 80. Opinión de Antón de la Torre. Zbid., pieza 3, f. 444. 81. Parecer de Hernán Martin, mayordomo de ingenio. Ibid., pieza 3, f. m 451. 82. Declaración de Antón de la Torre. Ibid., pieza 3, f. 444v. E 83. Preguntas 9 y 10 de la probanza del cabildo catedralicio. Zbid., pieza O 3, f. 434. = m 84. Preguntas 23 y 24 de la probanza del cabildo catedralicio. Zbid., O E pieza 3, f. 437. E 85. Un arrelde tenia 4 libras, cada libra castellana - d e 16 onzas- pesaba 2 E 460,093 gramos, luego el peso del arrelde era de 1,8 kilogramos. 86. Declaración de Cristóbal Hernández. AGI, Justicia, 983, pieza 3, f. 489. 3 87. Preguntas 26, 27 y 28 de la probanza del cabildo catedralicio.Ibid., pieza e- 3, f. 437. m 88. Pregunta 27 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, f. 5 9 5 . 89. Zbid., pieza 3, f. 617v. 90. Ibid., f. 630v. 91. Zbid., pieza 1, f. 208. 92. Preguntas 38 y 41 de la probanzadel cabildo catedralicio.Ibid., pieza 3, ff. 439 y 453. 93. Respuestas de las preguntas 12, 13, 32 y 33 de la probanza del cabildo catedralicio. Respuestas a las preguntas 32 y 33 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, ff. 434v. y SS., 452 y SS. y 596 y SS. 94. Pregunta 32 de la probanza del cabildo secular. Ibid., p. 596. 95. Respuesta a las preguntas 12 y 13 de la probanza del cabildo catedralicio. Zbid., f. 434 y SS. 96. Ibid., f. 476vv. n? n .- 7,. ricguiiut 14 de la probanza del ca'jiido secular. fiid., pieza 1, ff. 209 y 215. 98. Respuestas a la pregunta 10 de la probanza del cabildo secular.Ibid., pieza 1, f. 208. También en la suplicación de los señores de ingenios. Ibid., pieza 1, f. 183. 99. Pregunta 13 de la probanza de Hernando Gorjón. AGI, Justicia, 16, no 2, pieza 2. 100. AGI, Justicia 981, no 2, pieza 2. El traslado del modelo azucarero canario a América (iiglo XVZ) 531 101. Camacho y Pérez Galdós, ob. cit., p. 27-28. 102. Declaración de Heman Martin a la pregunta 16 del cabildo catedralicio. AGI, Justicia, 983, pieza 3, f. 452. 103. Pregunta 10 de la probanza del cabildo secular.Ibid., pieza 1, ff. 208,211, 213v. y 215v. 104. Ibid., p. 215v.
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Calificación | |
Título y subtítulo | El traslado del modelo azucarero canario a América (siglo XVI) |
Autor principal | Río Moreno, Justo L. del |
Publicación fuente | IX Coloquio de historia canario - americano |
Numeración | Coloquio 09. Tomo 2 |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1990 |
Páginas | P. 0508-0531 |
Materias | Congresos ; Historia ; Canarias ; América |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1203227 Bytes |
Texto | EL TRASLADO DEL MODELO AZUCARERO CANARIO A AMÉRICA. (Siglo XVI) JUSTO L. DEL m0 MORENO Introducción En nuestra tesis doctoral advertimos que el contacto entre el Viejo y el Nuevo Mundo no sólo supuso el trasvase de una serie de plantas, sino también, la transposición de las formas sociales, cultu-rales y económicas asociadas a su cultivo y transformación1. En este artículo queremos exponer nuestra visión sobre el traslado del «modelo» socioeconómico azucarero canario a las Antillas, así como determinar la evolución que sufrió dicho «paradigma» en el Caribe. Teniendo en cuenta que los términos ((modelo)) o ((paradigma)) tienen distintos matices según los autores, trataremos de aclarar la acepción con que los empleamos aquí. Cuando hablamos de «modelo económico)) nos estamos refiriendo a un conjunto de carac-terísticas, que tenían en común las explotaciones dedicadas a la pro-ducción de azúcar, y que nos sirven para definirlas. Naturalmente, el «modelo» es una creación nuestra, abstrayendo determinadas varia-bles de casos concretos y generalizándolas. Sin embargo, no es sim-ple teoría. Todos los ingenios azucareros que funcionaban en el siglo Xvi en Europa y América tenían un mismo proceso productivo, de origen mediterráneo. ¿os primeros cultivos aparecieron en China e india, pero el desarrollo e irradiación de la caña sólo se inició a partir del siglo IV a. C., cuando el vegetal llegó a Persia, con la dinastía de los Sasánidas. Al tomar contacto los árabes con la planta, coincidiendo con la expansión de este pueblo, trasladaron el cultivo y las formas de explotación a él vinculadas hacia las riberas mediterráneas. Y fue allí, en Egipto, Chipre, Sicilia y el levante español, donde se gesto una 5 10 Justo L. del Rb Moreno cierta uniformidad cultural, tecnológica y productiva, con los auspi-cios omeyas. Con posterioridad, en Madera y Canarias, la homogeneidad cultural continuó siendo evidente. Sin embargo, en las Antillas, comenzaron a producirse ciertas modificaciones que dieron una especial idiosincrasia a las plantaciones. Apareció la esclavitud organizada, desarrollándose una sociedad marcada profundamente por la amalgamación de civilizaciones y la heterogeneidad étnica. Aunque, la transposición de las normas y preceptos azucareros ckarios, recogidos en -algunas ordenanzas como las de Gran Cana-ria, influyeron en la configuración de la sociedad antillana. Estos dictámenes no hacían sino reflejar el sistema contractual y consuetu- m dinario canario2. D E Nuestro fin principal es recoger aquellos aspectos socioeconó- O micos que fueron más importantes en el surgimiento y evolución de --- m la plantación. El esquema que queremos seguir para la exposición O E de este trabajo atiende al empleo de los medios de producción en SE Canarias, a su traslado a América y a las modificaciones que sufrie- -E ron en el Nuevo Mundo. Las primeras referencias que tenemos sobre la transportación 3 de cañas azucareras desde las Afortunadas a América datan de - - 0 1493, fecha en la que Colón llevó a la Isabela algunos esquejes3. El m E Almirante debió conocer este tipo de agricultura en Madera o Cana- O rias y, es posible que idease su práctica en el Nuevo Mundo. Sin - embargo, ante la inexistencia de técnicos que supiesen elaborar el -E azúcar, el experimento fracasó4. La reintroducción del vegetal se a 2 produjo poco después, en 1501, también desde Canarias, por mano - de Pedro de Atienzas. Con todo, la construcción de fábricas no pros- - pero hasta que no llegaron especialistas canarios a finales de la O3 década de 15 10. La primera arribada de técnicos de que tenemos referencias data de 15 18, fecha en la que Cristóbal de Tapia, socio del licenciado Velosa, obtuvo licencia real para trasladar diez maes-tros y oficiales que supiesen construir ingenios y hacer azúcar6. Con posterioriáad, ia situacitñ clave de Íiw Idcts, como peitvs abastece-dores de los barcos que navegaban hacia América, facilitó la emi-gración de los naturales. Sin embargo, la salida de especialistas en el cultivo y transformación de la caña debió preocupar tanto a las auto-ridades que prohibieron su partida. Aunque, ante las presiones de los Concejos caribeños, la Corona tuvo que dictar distintas cédulas para permitir ei exocio a partir de 15 19'. El traslado del modelo azucarero canario a América (siglo XVI) 51 1 1. La producción Es lógico que portugueses y canarios realizasen en las Antillas las actividades productivas tal y como las habían desarrollado en Madera y Canarias. Más si tenemos en cuenta que estos hombres introdujeron los modelos técnicos que conocían, construyendo trapi-ches e ingenios a imagen y semejanza de los existentes en los dos archipiélagos atlánticos. Las diferencias que surgieron en las Anti-llas, en el proceso agrícola e industrial, estaban marcadas por tres aspectos: el distinto índice de población trabajadora, la divergencia climática y la disminución del tráfico comercial, En la Española, los trabajos del ingenio eran realizados por esclavos negros mayoritariamente. Por el contrario, en Canarias, eran labradores y técnicos blancos -ya fuese en aparcería o bajo sueldo- los que efectuaban las labores agrarias e industrialesg. Con respecto a la producción, distintas informaciones de con-temporáneos corroboraban que en Canarias los molinos no sobrepa-saban las 3.000 arrobas por zafra, pues extraían pocos azúcares quebrados y para conseguir esta cantidad tenían que ser ((ingenios poderosos», con grandes reservas de agua. Comúnmente, los caña-verales daban hoja, qoca y recoca. En las tierras malas sólo conse-guían hoja y coca, pero en las buenas también obtenían un tercer y cuarto corteg. En Santo Domingo, las fábricas trituraban zafras algo mayores, porque disponían de más caudales y cañaveraleslo. En las riberas de Hayna y Nigua, sólo molían hoja y coca, aunque en San Juan de la Maguana y Azua, así como en aquellos lugares donde utilizaban el riego, también molturaban hasta la quinta y sexta coca. El clima de la Española era mas propicio para el cultivo extensivo de la caña - e n contraposición a la explotación intensiva que llevaban a cabo en Gran Canaria-, aunque tenía el gran inconveniente de la frecuente aparición de huracanes que destrozaban las cosechas y todo el sis-tema & c g n g ! ~h~i& -&!i~~slI e En los dos archipiélagos los ingenios funcionaban al año durante un periodo oscilante entre 4 y 6 meses. Sin embargo, era habitual que en el antillano parasen cada 15 ó 20 días por falta de cualquier elemento necesario para la elaboración azucarera, como leña o piezas metálicas. En general, a partir de 1540, Santo n,,:,,, ,,+ ...., -..-.. :A-UUIIIU~ U GJLUVU ~ C U I ~IUVCIUU de impleineñivs que Gran Canaria". 512 Justo L. del Rh Moreno 11. La tierra Los repartos de tierra -y agua- para el cultivo de cañas comenzaron en América a partir de 15 19-1520. Carlos 1 dio instruc-ciones a Rodrigo de Figueroa y a Cristóbal de Tapia para distribuir lotes proporcionales a la capacidad molturadora de los molinos que comenzaban a levantarse. No tenemos otra explicación sobre la extensión de las tierras cedidas. Sin embargo, sabemos que la media de cañas que podían triturar las industrias de la época era de ocho «suertes)) por zafra. Teniendo en cuenta que cada una de estas par-celas equivalía a tres «fanegadas))y media13, la cantidad de terrenos que recibieron los nuevos inversores sería de un mínimo de 28 ,, ((fanegadas)). Aunque no sabemos si también se cedieron suelos para D E barbecho y otros usos agrícolas como plantaciones de yuca, etc. O La distribución de heredades surgió como remedio al despobla- n-- miento de las Antillas. Las condiciones jurídicas estaban inspiradas m O E en las prácticas que se habían llevado a cabo en el sur de España y E 2 en Canarias. Se otorgaron tierras y solares como remuneración de E servicios a los conquistadores y a posteriores colonos que se com- - prometieron a cultivarlas y permanecer en las islas por un mínimo 3 de cinco años14. - - 0 Las medidas de superficie usadas en América fueron la peonía m E y la caballeríaI5. Pero, por influencia canaria, en algunas zonas del O Caribe predominó la medición del suelo en «suertes». Aunque, claro está, las extensiones de éstas variaron. Al introducirse como patrón n E de medición el montón -utilizado en el trópico para el cultivo de la - a yuca-, el espacio pasó a contabilizarse en camellones y no en baras 2 n o brazas. En Canarias cada suerte tenía 8.000 brazas medidas a cor- n n deli6, aunque en Santo Domingo fueron de 6.500 montones y en 3 Puerto Rico de 6.000". O Inicialmente, la explotación era personal y directa, ya fuese con la ayuda de esclavos o asalariados. Aunque, tambien por influencia canaria, se introdujeron formas de arrendamiento y aparcería, así como contratos «a partido)) que en pocos años evolucionaron para adquirir una idiosincrasia propiamente antillana, esclavista. Respecto al cultivo, en general, en las Antillas fue de temporal aunque, siguiendo los ejemplos canario y levantino, el riego tuvo especial ,vigencia en algunas zonas como Azua, San Juan de la Mzguna o ?i?a?o P!ata. En deterr?iinadzs escritura aparecen dife-rencias entre las suertes con riego y aquellas que carecían de él, El traslado del modelo azucarero canario a América &$o XVZ) 513 como si la propiedad de la tierra llevara aneja la de cierto numero de días de agua, tantos como correspondiese a la inversión que hubiese hecho su dueño en la acequia. Esta circunstancia es bien evidente en las propiedades del trapiche que tenían en Azua Pedro de Heredia y Damián de Peralta8. Las desemejanzas existentes entre la calidad y cantidad de sue-los de las Afortunadas y las Antillas eran tan considerables que ello condicionó el cultivo. Mientras que en las primeras la producción agraria se desarrollaba en minifindios irrigados y explotados de forma intensiva, en las segundas disponían de amplias terrazas cos-teras de gran riqueza, donde, de forma extensiva, obtenían cosechas ,, de temporal. D Presumiblemente, el reparto del suelo en los dos archipiélagos E fue muy semejante, tanto en las cantidades asignadas, como en el O n - propio sistema empleado para su distribución. Si bien, la evolución =m O de la propiedad fue muy distinta. A mediados el siglo XVI, las tie- EE rras de que disponían los ingenios canarios eran escasas, sobre todo, S E por el aumento poblacional y la división de la propiedad entre los = miembros familiares. No ocurría así en la Española y Puerto Rico. 3 En estas islas las plantaciones acapararon cada vez más cantidades -- de suelo, mediante la implantación de mayorazgos, las relaciones 0m E endogámicas entre las familias propietarias de ingenios y el progre- O sivo éxodo de los contingentes poblacionales más pobreslg. Durante la primera mitad del siglo xvi asistimos a un fenómeno n E que gestó una distinta evolución social en los dos archipielagos. Mientras - a que en Canarias los dueños de molinos carecían de suelos y tenían que nl alquilar fincas, comprar cañas o agua y moler las cosechas de n 0 pequeños y medianos agric~ltores*e~n, l as Antillas, dada la escasez 3 de labradores y la abundancia de espacios vírgenes, el fenómeno fue O inverso. Es decir, faltando una base social campesina, los propieta-rios de molinos cedían heredades a todos aquellos individuos dis-puestos a sembrar y molturar cañas en el ingenio. Sin embargo, esruseLqdG laUriegvs, buierocniUe rezU2 r12r ii;r-;li ;ofiaziSn masiva de africanos2' En las Antillas parece que el terruño no escaseó, por lo menos, en el interior de las islas la disponibilidad de tierras era grande. Sin embargo, la selección del espacio acrecentó el valor de los predios costeros, los más fácilmente comunicables con los puertos de mar. Ai ocuparse ios mejores sueios en ias primeras décadas de ia coioni-zación, se produjo un notable aumento de la demanda de aquellos 514 Justo L. del Rw Moreno que estaban cercanos a los ingenios. Dicho con otras palabras, las plantaciones necesitaban grandes reservas de tierra, porque, no regándolas ni abonándolas, quedaban esquilmadas en pocos años. Además, por su alta demanda, las fincas mejor situadas comenzaron a alcanzar precios importantes a partir de la década de 1530. Lorenzo Solano llegó a pagar 4.000 pesos por las posesiones de doña María de Villoria. Doña Inés de Fuentes adquirió las hereda-des de doña Aldonza Manrique por 2.000 castellanos, porque esta-ban junto a su ingenio de Casuy. El licenciado Estévez hizo lo mismo con las propiedades de Juan Caballero de la Puebla, rema-tándose éstas en 3.500 pesos22. Rodrigo Peláez pagó por sólo dos caballerías 2.400 castellanos. Cuando aclaro el porqué de esta "2 D astronómica cifra adujo que se debía a que <<...todolo bueno que hay alrededor de Santo Domingo está todo poblado de inge-nio~...))~~. 111. Los trabajadores a) El lealdador Los hombres llegaron a la Española e introdujeron y difundie-ron desde esta isla sus práctic.as y comportamientos por todo el Nuevo-Mundo. Pero, bien pronto, tuvieron que modificarlos en vir-tud de los distintos intereses económicos imperantes y de las nuevas condiciones en las que tenían que operar. El lealdador era un cargo que en Canarias remuneraban los Cabildos para inspeccionar la calidad de las exportaciones azucare-ras24, En Santo Domingo, también existió este oficio ya en los pri-meros años de la década de 1520. Sin embargo, al no interesarles a los regidores -señores de ingenio- que se fiscalizara la calidad, el citado no cumplió con su misión. Para reducir gastos, los producto-res elaboraron azúcares bajos que vendieron sin mayores problemas gracias a las presiones que e~ercieron sobre ei ieaiaador desde sus puestos en las instituciones de gobierno25. b) El cañaverero Este trabajador era el encargado de las labores agrícolas y diri-gía a los gañanes que se ocupaban de la siembra, cuidado, riego y El traslado del modelo azucarero canario a América (siglo XVI) 515 corte de la caña. En Canarias no podían tomar a su cuidado más de dos suertes, procedimiento empleado para que los palantíos fuesen adecuadamente cultivados. Su sueldo era fijado por acuerdo con el dueño del sembradío, ofreciendo distintas variantes según las veces que tuviesen que cortar y poner las plantas26.E n Gran Canaria, con-forme a las ordenanzas de la isla, lo normal era que recibiesen un diez por ciento del total de la producción, junto con otras aportacio-nes complementarias que variaban según los contratos. Aunque, en las ordenanzas de Melgarejo, la retribución era de un 20% de los haces de caña, antes de molturarse ésta2'. En Santo Domingo y otras zonas de América, como Nueva España o Brasil, fueron los organizadores.de la producción agrícola, asignando a los esclavos las funciones que habían de realizar, así como las cantidades a sembrar o cortar, encargándose también de que no faltase caña al molino y leña a las calderas28.A l introducirse el trabajo esclavo, el salario ya no estaba en relación a la produc-ción, ni se limitaban las suertes de cañas a labrar. El sueldo pasó a ser en metálico y anual. c) Los desburgadores Estos individuos limpiaban las cañas de hojas y cabos, dejando-las listas para la molturación. En Canarias estaban obligados a cor-tar las plantas con puñales y eran contratados por el dueño del cañaveral. Si éste pertenecía a un labrador, el señor de ingenio sólo corría con el transporte a la fabrica29. Sin embargo, las ordenanzas de Gran Canaria establecían el desburgue de la «coca» a medias, entre el labrador y el dueño del molino. Los desburgadores realiza-ban sus trabajos en cuadrillas, recibiendo la comida y un sueldo mensua130. En Santo Domingo, si la producción había sido en apar-cería, el desburgue corría por cuenta del campesino, pero siendo la cosecha de! ingeíiiu, tales actividades las redizaban los esciavos, normalmente, las mujeres3'. d) Los labradores En Canarias ia mayor parte de ias cosechas estaban en manos de un pequeño y mediano campesinado que molturaba sus cañas en 516 Justo L. del Rió Moreno los ingenios comarcanos. Los azúcares eran distribuidos a medias entre el productor agrícola y el transformador industrial. Este tipo de producción en aparcería se trasladó a Santo Domingo, aunque con algunas variantes. Un buen número de los labradores ya no trabajaban sus propias tierras, sino las del ingenio, percibiendo sólo el azúcar «macho», es decir, la mitad de todos los azúcares obtenidos menos las espumas y panelas. A cambio, al iguaI que hacían en Canarias, tenían que desburgar las cañas3*. Sin embargo, las diferencias poblacionales entre ambos archipiélagos eran tan grandes que bien pronto condicionaron la evolución laboral. En las Antillas, a mediados del siglo XVi (en 1553) la isla más poblada era la Española y ésta no rebasaba los 600 vecinos. Santo Domingo tenía poco más de 300 cabezas de familia, mientras que Santiago sólo contaba con 60 habitantes. Un importante contingente de los residentes en la primera ciudad eran mercaderes y ((otros son pobres, de forma que hay pocos labradores)). Para el caso antillano es conveniente señalar la identificación entre hombre rico y labra-dor, pues pocos, individuos sin recursos podían comprar esclavos con lo que cultivar la caña. No ocurría así en Canarias, donde pre-dominaba un campesinado medio que explotaba sus propias tierras per~onalmente~~. En.la década de 1550-1560 las Afortunadas tenían más de 8.000 vecinos, aunque casi la mitad de dicho contingente residía en Gran Canaria. La mayor parte de la población se dedicaba a la labranza «y no tienen otras granjerías salvo algunos mercaderes que son muy pocos»34. Esta particularidad laboral revitalizó la agricul-tura y facilitó la consolidación de una emprendedora clase campe-sina, posibilitándose el desarrollo de otros cultivos alternativos como el trigo, la vid o la hortofruticultura en los tiempos muertos. Con dichas producciones -y un boyante comercio con Inglaterra, Italia y los Países Bajos- mantuvieron una baja inflación que per-miti6 -1 crecimiento pohlaciona! y orienti la soci-d_ad_ hacia un-cierta homogeneidad racial. Aunque en las islas disponían de abun-dantes esclavos a precios bajos, los señores de ingenios no emplea-ban esta fuerza laboral, porque, ante los riesgos de muertes o huidas, resultaba mas económico servirse de «cristianos»35.A demás, Ilega-ban tantos portugueses, levantinos y «otras gentes)), que los dueños de moiinos siempre enconúaban hombres ii'ires por un módico jor-na136. Sin embargo, tal abundancia no existía, ni en la Española, ni en Puerto Rico, donde debían utilizar esclavos. Esta mano de obra El traslado del modelo azucarero canario a América (siglo XVI) 51 7 era ((trabajosa)), porque tenían que transcurrir algunos años hasta que los bozales aprendían las complejas labores azucareras. Ade-más, resultaba cara y arriesgada, pues las huidas eran habituales3', las muertes por zafra en cada plantación oscilaban entre ocho y quince aherrojados y el precio de un esclavo equivalía a dos salarios anuales3x. e) Los técnicos y los sueldos En Canarias los señores de ingenio empleaban en cada zafra a un número que variaba entre 20 y 50 «hombres libres cristianos)), además de los 10 o 15 esclavos africanos con que contaba cada fábrica. Los trabajos realizados en las agroindustrias del archipié-lago estaban en manos de una variada gama de profesionales con sueldos relativamente altos. - 1 mayordomo 60-100 doblas al año . . . . . . . . . 50.000 mara ve di^^^. - 1 maestro de azúcar 90-100 doblas al año 50.000 maravedís40. - 1 purgador 60-80 doblas al año . . . . . . . . . . . . . . 40.000 maravedís4'. - 1 criado de purgador 1,5 doblas al mes... . 750 maravedís . - 1 espumero 100 doblas al año . . . . . . . . . . . . . . . . 50.000 mara ve di^^^. - 1 reespumero 50 doblas al año.. . . . . . . . . . . . . . 25.000 mara ve di^^^. - 1 refinador 100 doblas al año.. . . . . . . . . . . . . . . . 50.000 rnaravedí~~~. - 7 prenseros 2,5 doblas al mes cada uno.. . 1.250 mara ve di^^^. - 1 calderero mayor 4 doblas al mes. . . . . . . . . . 2.000 mara ve di^^^. A ,,1A ,,,, 2 C ,4A.lnn -1 -,O -.A- ..-- - ~ c n ---m-.- A : - A ~ -r LLUUGIGIUJ J,J uuu~aa LU 1 1 1 ~ 3 L a u a UIIU .... 1. I JU IIMI ¿ivt;u~b-'. - 12 desburgadores 2,5 doblas al mes cada uno 1.250 mara ve di^^^. - 6 almocrebes 2,5 doblas al mes cada uno . . . . . 1.250 mara~edís~~. - 1 cañaverero 40 doblas al año.. . . . . . . . . . . . . . . . . 20.000 maravedís50. - 1 mandador 2,5 doblas al mes... . . . . . . . . . . . . . . . 1.250 maravedis5'. - 1 despensero 2 doblas al mes.. . . . . . . . . . . . . . . . . . 1.000 rnaravedi~~~. - 2 gañanes 2 doblas al mes cada uno... ......... 1.000 maravedís . - 2 aperadores 50 doblas al año cada uno.. ..... 25.000 maravedíss3. 518 Justo L. del Río Moreno En Santo Domingo, las plantillas se redujeron, de 30-40 indivi-duos que tenían en la década de 15 20, a menos de 10 personas en el decenio de 1540 y a sólo 5 ó 6 individuos en 1550-1 560. Las infor-maciones de los contemporáneos en relación con los sueldos anuales que precibían estos variaban sustancialmente. En una de lasfuentes que hemos utilizado, un pleito entre el cabildo catedralicio y el secu-lar, las diferencias son notables: C. Secular C. Catedralicio "2 1 mayordomo . . . . . . . . . . . . . . . . .300 pesos ...... 100- 150 pesos 45 .O00 mrs. 1 maestro de azúcar.. . . . . . ,300 pesos.. .. 1 purgador .................... .80-100 pesos 1 mandador. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .80-100 pesos O ,100- 150 pesos 45.000 mrs. n - m O 30-40 pesos . . .13.500 mrs. E E 2 30-40 pesos . . . 13.500 mrs. 1 boyero. .80-100 pesoss4 30-40 pesosS5 13.500 m r ~ . ~ ~ 2 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . - - 0 m En el trapiche «La Magdalena)) el mayordomo cobraba 200 E pesos anuales, es decir, 90.000 maravedis. El maestro de azúcar O ganaba poco, 12,5 pesos mensuales, unos 5.600 maravedís. El n boyero únicamente percibía 5 pesos al mes, 2.250 maravedís, y -E herreros y carpinteros sólo eran contratados esporádicamente para a 2 algunas obrass7. n n De todas formas, no hay uniformidad en los criterios. Entre otras cosas, porque ante la elevada inflación y ausencia de moneda, 3 O se utilizaban tantas modalidades de resarcimiento que, ya en aque-llos años, resultaban difíciles de cuantificar. Por ejemplo, Ruy Díaz Caballero admitía que en algunos ingenios pagaban sueldos más altos de los señalados M... por la flata que hay de español es...^^^. Rodrigo Alvarez de Lora reconocia que aígunos mayordomos y maestros de azúcar ganaban más de 200 pesos, así como una pipa de vino y una esclava para que les sirviese. Aunque, también había algunos que percibían 150 castellanos, dos pipas de vino y una esclava59. Las diferencias en los sueldos entre ambos archipiélagos eran notables. En Santo Domingo un oficial albañil o carpintero cobraba El traslado del modelo azucarero canario a América (siplo XVZ) 5 19 por reparar los ingenios un peso diario junto con un caballo para desplazarse y la comida «e vino aventajadamente ... e aún no se hallan Por este motivo, a mediados del XVI, si exceptuamos a 5 ó 6 especialistas blancos, la mayoría de los trabajadores existentes en las Antillas eran africanos. En Canarias los salarios eran más bajos, porque había más individuos dispuestos a realizar dichos oficios6'. La escasez de trabajadores cualificados y la consecuente eleva-ción de las soldadas motivaron la simplificación de la producción. Ante el paralelo aumento de las hipotecas y el mayor coste de los réditos, la solución fue el acrecentamiento de las moliendas. Tal remedio sólo fue viable desatendiendo la calidad de los azúcares, importando más esclavos para las explotaciones, aumentando el horario de trabajo y endureciendo las relaciones sociales de producción. No habiendo suficientes técnicos para el servicio de los inge-nios, la responsabilidad de la producción recayó en los maestros de azúcar, los cuales ejercitaban su oficio y al mismo tiempo dirigían a los negros y restantes oficiales62.E stos especialistas realizaban tam-bién las labores del purgador, espumero, reespumero y refinadoF3. Así lo confirmaba Rodrigo Alvarez de Lora, él solo, refinaba, pur-gaba y «beneficiaba» los azúcares64. En Canarias este fenómeno no se produjo. Para competir en el mercado internacional los producto-res atendieron más a aspectos cualitativos que a valores cuantitativos65. Además, hubo un cambio importante. Mientras que en Cana-rias los trabajadores cualificados respondían con su soldada de la calidad de la producción, en la Española, los técnicos no se respon-sabilizaban de las pérdidas que ocasionase su negligencia laboral. Aunque disponemos de algunos casos, en el decenio de 1520, que demuestran la introducción de la práctica66. A partir de la década de 1530, no hemos advertido este fenómeno, quizás, porque ante la escasez de este tipo de especialistas, los dueños de molinos se dispu-taban SUS s-mi~i~s67. Con todo, una cosa sí es clara, en las Antillas tenían mayores gastos en trabajadores que en las Afortunadas y esto por dos razo-nes. Porque importaban todos los productos de primera necesidad y porque el grueso de las actuaciones laborales recaían en africanos que, con frecuencia, perecían o huían. Como, además, la inversión era reniabiiizaiia tenían que ocup.=&ios toao ei ano, aunque sólo molieran tres meses. En Canarias, por el contrario, si exceptua- 520 Justo L. de! Rió Moreno mos a los arrieros, cortadores de leña, cañavereros, mayordomo, mandador y refinadof18, los restantes'contratados eran despedidos cuando acababa la zafrab9. f) Los esclavos Las explotaciones canarias se diferenciaban de las antillanas, fundamentalmente, en el uso de esclavos, puesto que el principal medio de producción era la ((gente de trabajo)). Los molinos segun-dos tenían porcentajes que oscilaban entre 100 y 120 piezas, los pri-meros no sobrepasaban los 15 individuos, cuando más. "2 En Canarias, hacia 1553, los bozales oscilaban entre 50 y 90 doblas, mientras que los ladinos, si sabían oficios del ingenio, alcan- O zaban con facilidad las 100 doblas. Para comparar este valor, sirva n =m saber que la soldada anual de un español era de 20 doblas y la de un O E oficial de azúcar de 50 doblas70. En Santo Domingo los oficiales de SE azúcar ganaban entre 200 y 300 pesos de oro, mientras que un E esclavo negro valía 250-300 pesos y el salario de un español entre 60 y 70 castellanos anuales7'. Hasta 1550 el valor de la pieza estuvo 3 tasado en 65 pesos. En 1551, cuando quitaron la tasa, valieron a - 0m 100 pesos. En 1552 llegaban ya a los 150 castellanos y en 1553, E sobrepasaban los 200 pesos con creces7*. Una década despues, en O 1562, si el negro era oficial «de cualquier oficio principal en el dicho n ingenio como es carpintero, herrero o maestro de azúcar valía 1 .O00 E pesos y de otros oficios 500 y 600 pesos»73. a n n IV. Las inversiones de capital y los costes de producción 3 w a) El dinero de los mercaderes En su gran mayoría, la procedencia de los recursos invertidos para la construcción y mantenimiento de los ingenios que funciona-ban en Canarias y Santo Domingo tenia uñ orige~ii -iiercaiiil. Ape-nas en unas décadas después de las primeras edificaciones asistimos en los dos archipiélagos a un proceso de cambios en la ostentación de la propiedad. Pronto intervinieron en el sector los grupos y com-pañías de mercaderes más importantes, en especial, genoveses, ale-manes, burgaleses y sevillanos. Naturalmente, este proceso se advierte primero en Canarias, desde donde no tardo en despiazarse El traslado del modelo azucarero canario a América (siglo XVZ) 521 a Santo Domingo por parte incluso de las mismas compañías. Un caso bien concreto es el de los Welser. El procedimiento que siguieron para introducirse y controlar los mecanismos productivos del azúcar siempre fue el mismo. Pri-mero, realizaron algunos anticipos de capital a los señores de inge-nios con cargo a sus producciones. Paralelamente, también prestaron artículos de importación, desde hierros y alimentos hasta vestidos y esclavos. En un corto tiempo, cuando las deudas fueron sustanciales y los azucareros incapaces de pagarlas tomaron cargo de las industrias y propiedades anejas74. En algunos otros casos, adquirieron tierras y construyeron sus propios ingenios, aunque tarn-bién se asociaron con algunos empresarios para llevar a cabo el negocio. Para el caso canario son bien conocidos algunos ejemplos, como los de los genoveses Lorenzo de Riberol y Francisco Lerca, entre otros muchos75. Tampoco nos faltan los ejemplos en Santo Domingo. El ingenio «Sanctiespíritus» fue erigido por una cornpa-ñía de esclavistas genoveses en asociación con dos de las personas más ricas de la isla, Juan de Villoria y María de Camp~zano~~. Con todo, el procedimiento más usual empleado por los merca-chifles fue el de prestar determinadas cantidades para el «avío» del molino, esto es, para sufragar los costes de producción, a cambio de libranzas pagaderas en azúcares. Veamos en qué se gastaba el dinero destinado al aprovisionamiento del ingenio. b) Las ropas En la Española la mayor parte de la mano de obra era esclava y tenía que ser alimentada y vestida por sus dueños. Los negros de Santo Domingo recibían al año una camisa, unos zaragüelles de cañamazo y una manta. Los que eran oficiales obtenían mas y mejo-res ropas, para incentivarles en el trabajo y aumentar así la produc-ción. Esta vestimenta, comparada con la que se proporcionaba a los aherrejud~sm i d e ~ t e se n Czmrias, eia escasa. "Un embargo, supo-nían un mayor coste, porque el proveimiento antillano era menor y más caro que el canario7'. En este último archipiélago los africanos vestían de paño y lienzo, tal y como lo hacían los españoles. Es decir, recibían anualmente un capote de «bruel», media manta de jerga, una o dos camisas, dos pares de zaragiielles de cañamazo y dos calzülies de anjeo. Y, muchos de eiios, conseguian tambien uno o dos pares de zapatos de Justo L. del Rb Moreno c) La comida Respecto a la alimentación también había diferencias sustan-ciales. En la Española la base dietética de los ((cristianos)) la pro-porcionaban el cazabe y, sobre todo, la carne vacuna. A los esclavos se les daba maíz y carne de ternera e, incluso, sólo carne79. Una carga de cazabe valía en la Española un peso y una fanega de maíz otro castellano. Estos precios eran los comunes, salvo si había hura-canes o esterilidades. Una persona se mantenía bien al mes con una carga de cazabeg0, mientras que dos negros podían sustentarse con una fanega y media de maízg1. La carne de una vaca costaba en Santo Domingo menos de medio peso de oro, que eran 55 cuartos -moneda de la isla-, es decir, 216 maravedis. La ternera se divi-día en cuatro partes -también llamadas cuartos- que solían pesar 4 arrobas cada una, aunque a veces no llegaban a las 3 arrobasg2. Este último alimento era el mayoritario en el Caribe, junto a otras carnes como la de cerdo y la de los mas escasos corderos. Al ser un nutrimento abundante, resultaba barato. El gasto era pequeño, por-que, aun comprando el ganado, sacaban del cuero y sebo lo que pagaban por la resesg3.E l coste mensual de la comida consumida en un ingenio con cien esclavos y diez españoles rondaba los 15-20 pesos de carne y los 50-60 pesos de maíz y yuca, es decir, unos 75 castellanos. Pero desconocemos las proporciones gastadas en pes-cado, aceite, vino y otros habituales mantenimientos. En Canarias los trabajadores «cristianos» comían pan, carne y vino. Los africanos recibían sólo pan y carne. Los días de pescado consumían todos, pan, pescado, vinagre y aceite. Por costumbre, se proporcionaba a cada persona una fanega de trigo al mes, alimento predominante en la dieta. Normalmente, el coste de cada fanega era de una dobla. Sin embargo, en los habituales años de malas cose-chas el precio subía hasta 2 y 3 doblasg4. Respecto a la carne, cada trabajador consumía una libreta de ternera al día, pero no siempre disponían los empresarios de suficientes cantidades. Al ser escaso el ganado mayor, ei coste de cada iibreta era de 7,5 maravedís o de 30 maravedís el arrelde. Cada libreta tenía el peso de una libra, poco más de 400 gramosg5. Pero la carne era escasa en la alimentación de la población canaria. Como reconocían en la época: «...hay mucha falta della, pero mientras la hay se la dan y mientras no hay les dan a toda la gente pescado y sardinas e aceite e vinagre e pan e vino e queso e ajos e cebollas e otros muchos mantenimiento^...))^". ¿os El traslado del modelo azucarero canario a América (riplo XVI) 523 días de pescado salían también caros, porque el aceite se consumía en grandes cantidades y tenía que ser importado de Andalucíag7. En este segundo caso, nos resulta mas difícil cuantificar los costes men-suales de la nutrición del personal de cada ingenio. De cualquier forma, sólo en trigo, las cantidades gastadas debían rondar las 50 doblas. Los precios eran cuatro veces mas elevados en Santo Domingo que en Canarias pues, aunque en estas últimas hubiese falta de carne, en la Española la tenían de pescado, vino, aceite «y de todo lo demás necesario a la sustenta~iÓn»~~. Especialmente importante era el consumo de vino. Los mayor-domos y maestros de azúcar de los. ingenios dominicanos incluían como parte de su salario una pipa de vino al año. Algunos otros ofi-ciales de la plantación también recibían cantidades importantes cada vez que se desplazaban a la ciudad. Lope de Bardecí el Viejo, señor de ingenio, llegó a declarar que éstos se nutrían mejor que sus amos ((porque comen de todo lo que tienen y quieren sin que les cueste dinero ... y generalmente dicen que les den del mejor vino que hay en la ciudad»g9. Diego de Herrera, confirmaba la opinión ante-rior especificando que «como no pagaban nada, hordinariamente tienen ocho e diez combidados a costa de su amo»90. Rodrigo de Marchena mantenía que el vino que se daba a mayordomos y maes-tros de azúcar, como parte del sueldo, era un gesto grande «e cosa muy recia»g1. Ugicamente, el coste de la vida era mucho más alto en Santo Domingo que en Canarias. En la primera isla el sustento anual de una persona requería mas de 250 pesos de oro. Las necesidades de un estatus medio exigían la compra de un par de vestimentas, comida y medicinas, alquiler de una casa, pago de un médico, del servicio de un mozo y de una mujer para guisar y lavar la ropa. En Canarias este mismo modo de vida podía mantenerse con 100 doblas anuales92. d) La leña En 155 3, los ingenios que aún funcionaban en Canarias se con-centraban en Gran Canaria. La madera era tan escasa que tenían que transpvrtaria por mar desde Tenerife y otras ínsuias. Cada carga pesaba entre 10 y 14 arrobas, valiendo en los puertos de mar de 3 a 524 Justo L. del Rw Moreno 5 reales de plata. Ya dijimos que los almocrebes cobraban por tras-ladar el combustible al ingenio, dos doblas y media al mes. Cada tarea necesitaba entre 20 y 25 carretas de leña -una carreta tenía 6 ó 7 cargas de leña de una «muy buena acémila»-. Como un ingenio molía por zafra un promedio de 200 tareas, el combustible que con-sumía era de aproximadamente 4.000 carretas. Es decir, de más de 24.000 cargas. Por esta lógica, según nuestros calculos, la cantidad de leña quemada anualmente para obtener el azúcar de una zafra rondaba los 2.760.000 kilos. En las Afortunadas los ingenios moltu-raban entre 3 y 6 meses, es decir, lo mismo que en la Española. Así pues, las cantidades gastadas eran muy semejantes93. Sin embargo, las disponibilidades no eran idénticas. ' ~ Snan to Domingo no se advierten carencias hasta 1550-1560, pero en Gran Canaria las arboledas eran ya escasas en las décadas de 1520-1530, mientras que en 1560-1570 casi carecían de ellasg4. En Santo Domingo parece que hubo gran abundancia de madera durante los primeros decenios del siglo xvi, aunque ya a mediados de la centuria existía un preocupante alejamiento del bos-que. El único coste lo hacían los esclavos que tenían que cortar y transportar la madera. Pero los dineros invertidos para la obtención de este recurso eran muchos, tenian que destinarse 8 ó 10 negros a la corta y otros tantos al transporte, se quebraban las carretas, morían bueyes y había que pagar a un mandador blanco. Cuando las arbole-das estaban lejos del molino compraban los carros de leña por 4 rea-les de plata, es decir, por 166 maravedís. Aunque lo más usual era ofrecer un real de plata (42 maravedís) por cada carretada cortada y amontonada en el «a r c abuc~»U~n~ i.n formante, Rodrigo Alvarez de Lora, especificaba en 1562 que los ingenios localizados en las ribe-ras de los ríos Ocoa y Nigua tenian ya una gran escasez de madera9'. f) El herraje En relación con las herramientas de cobre o hierro, los gastos no eran pequeños. En Santo Domingo, los precios que disponemos para 1553 parece que son muy altos: El traslado del modelo azucarero canario a América (siglo XVZ) 525 1 libra de acero.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 338 maravedís. 1 libra de cobre . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . entre 225 y 450 maravedís. 1 libra de clavos ....................... entre 100 y 225 maravedis. 1 quintal de hierro.. .................. entre 1.350 y 1.800 maravedis. 1 carreta herrada.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . entre 13.500 y 18.000 maravedis. En Canarias, por el contrario, la cuantía de estos productos era dos terceras partes más reducidag7. Además, el coste de la comercia-lización era muchísimo menos elevado que en las Antillas. g) El transporte y los precios El flete de una caja de azúcar desde Santo Domingo a Sevilla era en 1553 de una cantidad oscilante según los informantes entre 750 y 1.500 maravedís. Por el contrario, desde Canarias al puerto de las Muelas se cobraba por el mismo peso sólo 200 maravedí~~~. El peso de cada caja era muy variable, dependiendo del tipo de azú-car que portase. En Santo Domingo una caja de azúcar lealdado lle-vaba 13 ó 1 3 3 arrobas; la de quebrados 2 1 Ó 22 arrobas y el cuarto de mazcabados, espumas, mieles o remieles 31-32 arrobas99. Sin embargo, algunas otras fuentes nos advierten que las cajas de que-brados podían contener hasta 28 arrobas, mientras que las que transportaban mazcabados a veces no llegaban a los 29 arrobaslW. Algunos datos que tenemos de Canarias difieren en las dimensiones de los recipientes o en el refinado de los azúcares. Una caja de azú-cares «sanos» o purgados tenía 24 arrobas, de quebrados 30 y las pipas con mieles 25 arrobaslO'. En cGnsonancia con este y ~ ú - í6-0~ j + ~de produccióil tenemos los precios. Hasta 15 5 2 el valor máximo que había llegado a tener el azúcar en Santo Domingo era de 1 peso y 5 tomines, es decir, de 73 1 maravedís por arrobalo2. Las cuantías abonadas oscilaban entre 600 y 700 maravedís por arroba, aunque en la flota de 1553 se car-garon azúcares a 900 y 1 .O00 maravedís, pero por escasez de oro y a faita de mejor moneda. Por ei contrario, por estas mismas fechas, en Canarias, cada arroba de azúcar ascendía a promedios de 1.200- 526 Justo L. del Rw Moreno 1.500 maravedís. Además, comercializaban las mieles, remieles y coguchos, mientras que en la Española se perdíanlo3: Un infor-mante, Juan de Guipmo, advertía que los barcos canarios llevaban a las Antillas harinas, vinos y otros bastimentos, porque valían más en el Caribe. Esta atestación nos advierte de la reorientación que estaba sufriendo la economía pues, por el contrario, debido a los mayores costes de producción, el azúcar era más caroIo4. "2 D NOTAS E O --n Oo> 1. Río Moreno, Justo Lucas del: l o s inicios de la agricultura europea en el E E Nuevo Mundo, (1492-1542). Tesis Doctoral presentada en la Universidad de Sevi- 2 Ila, 1990. -E 2. Fabrellas, Mana Luisa:Laproducción de azúcar en Tenenfe. ((Revista de Historia)), no 100, p. 471. 3 3. Femández de Navarrete, Martin: Obras de Martín Fernández de nava- -- rrete. Madrid, Edit. Atlas, t. 1, p. 198. 0 m 4. Río Moreno, ob. cit., t. 11, p. 50. E 5. &pez de Gómara, Francisco de: Historia General de las Indias. Hispa- O nia Victrix. Barcelona, Edit. Orbis, t. 1, p. 69. 6. Real Cédula, 2-111-1518. AGI, Indiferente General, 419, lib. 7, f. n E 697v. - a 7. R.C. a los gobernadores de Gran Canaria y Tenerife, para que procuraran A enviar a la Española maestros de azúcar y oficiales de hacer ingenios. Lope de Sosa, n gobernador de Gran Canaria, tenía ingenios azucareros en la isla. Barcelona, 16- n VIII-15 19. AGI, Indiferente General, 420, lib. 8, f. 120v. En 1569 se redactó una R. 3 C. para que los oficiales de Gran Canana autorizasen el pase a Puerto Rico de dos O oficiales maestros de azúcar, dos carpintero, dos herreros y dos caldereros. Morales Padrón, Francisco: Colonos Canarios en Indias. «Anuario de Estudios America-nos », t. VIII, 195 1, p. 400. 8. Respuesta a la pregunta 5 de la probanza del cabildo catedralicio. AGI, Justici~, 983, pieza 3, E. 4337. y SS 9. Respuestas a las preguntas 4 y 3 1 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., pieza 3, ff. 433, 433, 473 y 493. 10. Respuesta a la pregunta 2 de la probanza del cabildo catedralicio. Bid., pieza 3, ff. 433, 435, 443, 487 y SS. 11. Pregunta 18 de la probanza del cabildo secular. Bid., pieza 1, f. 210. 12. Res~uestaa la pregunta 19 de la probanza del cabildo secular. Bid., pieza 3, ff. 593, 609 y 619. El traslado del modelo azucarero canario a América (siglo XVI) 527 13. Este es el cálculo que hace para Canarias Guillermo Camacho y Pérez Galdós: El cultivo de la caña de azúcar y la industria azucarera en Gran Canaria (1510-1535). ((Anuario de Estudios Atlánticos)), 1961, no 7, p. 23. 14. Guimerá Ravira, Agustin: ¿Canarias, ensayo de la colonización ameri-cana ?:el repartimiento de la tierra en la Española. «América y la España del Siglo x v i ~M. adrid, CSIC, 1983, t. 11, p. 186. 15. Ibid. 16. Declaración de Sebastián Hernández. AGI, Justicia, 14, no 1. 17. Cada montón tenia, según las ordenanzas de Santo Domingo, tres baras y una ochava. Declaración de Hernando López Portugués. AGI, Justicia, 14, no 1. 18. AGI, Justicia, 12, no 2, ramo 4. 19. Probanza del cabildo secular. AGI, Justicia, 983, pieza 3, f. 593v. 20. Respuestas a la pregunta 19 de la probanza del cabildo catedralicio.Ibid., pieza 3, ff. 436, 450, 469v., 480 y 503. * 21. Respuestas a la pregunta 3 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., ff. 450, 469. 22. Respuestas a la pregunta 5 de la probanza del cabildo secular. Ibid., ff. 599, 605 y 616v. 23. Ibid., f. 640v. 24. Ortiz, Fernando: Los primeros técnicos azucareros de América. La Habana, 1955, p. 19. 25. Carta del doctor Cuenca, Santo Domingo 15-IV-1578. AGI, Santo Domingo, 5 1, ramo 1, doc. núm. 10. 26. Morales Padrón, Francisco: Ordenanzas del Concejo de Gran Canaria (1531). Sevilla, Gráfica Salesiana, 1974, pp. 49-50. 27. En la citada reglamentación se especificaba que, si el dueño de las cañas las vendía antes de un año para planta, tenia que dar al cañaverero un uno por ciento. Si la venta era por vicio de la caña o porque tenia gusano, dos haces de cada quince y, si era para moler, dos haces de cada diez. Camacho y Pérez Galdós,ob. cit., nota 65, p. 17. 28. Antonil, André Joao: Cultura e opulencia do Brasil por suas drogas e minas. Paris, Institut des hautes études de 1'Amerique Latine, 1968, p. 110. Sando-val, Fernando: La industria del azúcar en Nueva España. Mexico, Edit. Jus, 195 1, p. 152. 29. Morales Padrón, ob. cit. 1261, p. 146. 30. Camacho y Pérez Galdós, ob. cit., p. 18. 31. Río Moreno, ob. cit., t. 11, p. 62. 32. Pregunta 16 de la probanza del cabildo secular. AGI, Justicia, 983, pieza !, f. 209-2!0. 33. Pregunta 34 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., pieza 3, f. 438v. 34. Declaración de Antón de la Torre y Diego Méndez a la pregunta 40 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., pieza 3, ff. 503 y 5 0 5 . 35. Respuesta de Ruy Diaz de la Puebla y otros testigos a la pregunta 22 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, ff. 594v. y 609v. 36. Respuesia de Ruy Diaz de ia Puebla a la pregunta 21 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid. pieza 3, ff. 594. 528 Justo L. del Rw Moreno 37. Atestación de Rodrigo Peláez. Ibid., f. 621. 38. Testimonio de Lope de Bardecí el Viejo. Respuesta a la pregunta 21 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., f. 619v. 39. Según declaraba Cristóbal Hernández, mercader canario, no les daban mas de 50 doblas al año «porque tienen en el dicho ingenio otros provechos e granje-rías que le valen por el año con el salario que le dan más de ciento e cincuenta doblas ... »lbid., pieza 3, f. 487v. Aunque u n criterio para el establecimiento del sala-rio era la producción o el rendimiento en el trabajo, por ordenanza, todos los salarios tenían que abonarse en moneda y no en azúcares. Morales Padrón, ob. cit. [26], p. 150. 40. Cristóbal Hernandez manifestaba que recibían por templar toda la zafra 100 doblas. AGI, Justicia, 983, pieza 3, f. 487v. 41. De este salario pagaba al criado que le asistía. Declaración de Pero Dominguez, maestro de azúcar.Ibid., pieza 3, f. 471v. Cristóbal Hernandez manifes-taba que ganaba al año 60 doblas. Ibid., f. 487v. 42. Pero Dominguez reconocia que no percibían salario, sino un porcentaje que podía ser de 20 arrobas 1 ó de 14 arrobas 1, según se concertasen. Ibid., pieza 3, f. 471v. Cristóbal Hemández manifestaba que le daban 1 de cada 6 ó 7 arrobas que hacia de espumas. Zbid., f. 487v. 43. Pero Domínguez mantenía que ganaba de 10 arrobas 1 ó de cada 6 arrobas 1, según determinaran en el contratro y fuera la zafa del ingenio. Ibid., f. 471v. 44. Ganaba de cada 14 arrobas 1 ó según acordara con el dueño el molino. Ibid., f. 471v. Tal y como manifestaba Cristóbal hemández, un refinador cobraba 1 de cada 6 ó 7 arrobas que refinaba o según especificaran en el convenio. Ibid., f. 487v. 45. Pero Dominguez mantenía que eran sólo 6 los prenseros, percibiendo al mes 1.100 maravedis o más y dándoles al día un cuartillo y medio de vino. Ibid . 46. El calderero mayor llevaba del azúcar que llamaban «nieta» uno de cada tres panes producidos, lo cual equivalía a unas 4 doblas al mes. Pregunta 2 1 de la pro-banza del cabildo catedralicio. Ibid. pieza 3, f. 436-436v. 47. Testimonio de Pero Dominguez. Ibid., pieza 3, f. 471v. 48. Cristóbal Hemández manifestaba que cada ingenio no tenia más de 6 des-burgadores. lbid., f. 487v. Pero Dominguez aclaraba que eran sólo 9 ó 10 los desbur-gadores, recibiendo al mes 1.1 50 maravedis cada uno, si tenia el señor del molino la tarea. No siendo las cañas del ingenio, y dándolas a partido, pagaban por cada cal-dera entre 100 y 125 maravedis. Ibid, p. 471v. 49. Según la respuesta de Pero Domínguez sus emolumentos eran de 1.100 maiavedis iíieiij~riksI. bid . 50. El sueldo del cañaverero mayor ascendia a 40 doblas anuales, porque tenía cargo de mirar lo que hacían los otros y era responsable del cuidado de las cañas. Los demás ganaban a 1.000-1 .lo0 maravedis al mes. Ibid.. 5 1. En algunos sitios percibían al año 24-30 doblas. Ibid. 52. Tanto este, como los dos gañanes, ganaban al mes 1.000 rnaravedis. ibid . El traslado del modelo azucarero canario a América (siplo XVI) 529 53. Pregunta 21 de la probanza del cabildo catedralicio.Ibid., pieza 3, f. 436- 436v. El testigo Pero Domínguez mantenía que cada aperador tenía una soldada de sólo 24 pesos anuales. Ibid., pieza 3, f. 471v. 54. Pregunta 8 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, f. 591. 55. Pregunta 7 de la probanza del cabildo eclesiástico. Ibid., pieza 3, f. 434. 56. Nótese que en los salarios que ofrecemos para Canarias el paso de doblas a maravedies lo hemos realizado con las soldadas más altas, mientras que en el caso de Santo Domingo, esta misma operación la hemos llevado a cabo con los jornales más bajos. Ademas, téngase también en cuenta que en el primer cuadro ofrecemos las cifras en maravedís canarios, más bajos en valor que los castellanos. 57. AGI, Escribanía, 1-B, pieza 1, ff. 63-65. 58. Respuesta a la pregunta 8 de la probanza del cabildo secular. Ibid., f. 607. 59. Respuesta a la pregunta 7 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., f. 476. 60. Pregunta 15 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 1, f. 210. 61. Ibid. 62. Pregunta 26 de la pronza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, f. 595. 63. Pregunta 22 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., pieza 3, f. 436v. 64. Ibid. f. 477v. 65. Pregunta 17 de la probanza del cabildo eclesiástico. Ibid, pieza 1, f. 210. 66. Río Moreno, ob. cit., t. 11, p. 45 y SS. 67. Pregunta 24 de la probanza del cabildo secular. Ibid. pieza 3, f. 594v. 68. Declaración de Pero Domhguez, maestro de azúcar en la Española que habia trabajado en Gran Canarias en el mismo oficio. Ibid., f. 471. 69. Pregunta 7 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, f. 590- 591. 70. En el pleito que mantuvieron los Cabildos eclesiástico y secular, algunos informantes corroboraban que en Canarias valía un africano, en 1553, entre 25 y 30 doblas.lbid., pieza 1, f. 207. Esta afirmación no es muy creible y, en todo caso, debe referirse a bozales, porque los ladinos costaban, ya en la década de 1530, a 50 y 55 doblas. Carnacho y Pérez Galdos, ob. cit., p. 38. 71. Suplicación de los señores de ingenios. AGI, Justicia, 983, pieza 1, ff. 182v. -183. 72. Respuestas a las preguntas 14 y ! 9 de la prnhzrzii de! cihi!de crtedra!icio. Ibid, pieza 3, ff. 435, 473, 481, 489v. 73. Pregunta 29 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, f. 596. 74. Juan Fernández de las Varas tuvo que vender la mitad de su ingenio a una compañía esclavista alemana -de los Welser- para pagar las deudas que habia wn-traido con el rey y con el mercader catalán Diego Hernández de Barcelona. AGI, justicia, 12, no 2, ramo 2. Catalina Guerra, viuda de Juan de Siverio y dueña del ingenio canario de Tenoya, adeudaba cantidades importantes al genovés Luis de 530 Justo L. del Rió Moreno Salucio. Fernando de Aguayo también debía significativas sumas al mercader catalán Juan Vendrell, mientras que Francisco Quesada, mayordomo del comendador Lope Sánchez de Valenzuela, rrecibió recursos del mercader portugués Alonso Alvarez. Camacho y Pérez Galdós, ob. cit., pp. 32-33. 75. Camacho y Pérez Galdós, ob. cit., pp. 11-12. 76. Río Moreno, ob. cit., t. 11, pp. 188 y SS. 77. Pregunta 20 de la probanza del cabildo secular. AGI, Justicia, 983, pieza 3, f. 596. 78. Respuesta a la pregunta 30 de la probanza del cabildo catedralicio.Zbid., pieza 3, ff. 438, 473 y 48.5. 79. Pregunta 8 de la probanza del cabildo catedralicio. Ibid., pieza 3, f. 434. 80. Opinión de Antón de la Torre. Zbid., pieza 3, f. 444. 81. Parecer de Hernán Martin, mayordomo de ingenio. Ibid., pieza 3, f. m 451. 82. Declaración de Antón de la Torre. Ibid., pieza 3, f. 444v. E 83. Preguntas 9 y 10 de la probanza del cabildo catedralicio. Zbid., pieza O 3, f. 434. = m 84. Preguntas 23 y 24 de la probanza del cabildo catedralicio. Zbid., O E pieza 3, f. 437. E 85. Un arrelde tenia 4 libras, cada libra castellana - d e 16 onzas- pesaba 2 E 460,093 gramos, luego el peso del arrelde era de 1,8 kilogramos. 86. Declaración de Cristóbal Hernández. AGI, Justicia, 983, pieza 3, f. 489. 3 87. Preguntas 26, 27 y 28 de la probanza del cabildo catedralicio.Ibid., pieza e- 3, f. 437. m 88. Pregunta 27 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, f. 5 9 5 . 89. Zbid., pieza 3, f. 617v. 90. Ibid., f. 630v. 91. Zbid., pieza 1, f. 208. 92. Preguntas 38 y 41 de la probanzadel cabildo catedralicio.Ibid., pieza 3, ff. 439 y 453. 93. Respuestas de las preguntas 12, 13, 32 y 33 de la probanza del cabildo catedralicio. Respuestas a las preguntas 32 y 33 de la probanza del cabildo secular. Ibid., pieza 3, ff. 434v. y SS., 452 y SS. y 596 y SS. 94. Pregunta 32 de la probanza del cabildo secular. Ibid., p. 596. 95. Respuesta a las preguntas 12 y 13 de la probanza del cabildo catedralicio. Zbid., f. 434 y SS. 96. Ibid., f. 476vv. n? n .- 7,. ricguiiut 14 de la probanza del ca'jiido secular. fiid., pieza 1, ff. 209 y 215. 98. Respuestas a la pregunta 10 de la probanza del cabildo secular.Ibid., pieza 1, f. 208. También en la suplicación de los señores de ingenios. Ibid., pieza 1, f. 183. 99. Pregunta 13 de la probanza de Hernando Gorjón. AGI, Justicia, 16, no 2, pieza 2. 100. AGI, Justicia 981, no 2, pieza 2. El traslado del modelo azucarero canario a América (iiglo XVZ) 531 101. Camacho y Pérez Galdós, ob. cit., p. 27-28. 102. Declaración de Heman Martin a la pregunta 16 del cabildo catedralicio. AGI, Justicia, 983, pieza 3, f. 452. 103. Pregunta 10 de la probanza del cabildo secular.Ibid., pieza 1, ff. 208,211, 213v. y 215v. 104. Ibid., p. 215v. |
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