PODER OLIGÁRQUICO Y PARTICIPACI~N POPULAR:
LA ELECCI~N DE PERSONERO EN LA ISLA
DE TENERIFE DURANTE EL ANTIGUO RÉGIMEN
Desde la Baja Edad Media en Castilla, los antiguos concejos abier-tos
que reunían a la totalidad de los vecinos, son sustituidos por conce-jos
cerrados, en los que progresivamente, al menos desde el reinado de
Alfonso XI ', los cargos dejan de ser de elección vecinal y pasan a ser
de designación real 2. Surge entonces el Regimiento, conjunto de oficiales
-los regidores- que acaparan el poder municipal y que logran final-mente
patrimonializar sus cargos de forma que éstos quedan vinculados
a un grupo de familias en cada municipio.
Este proceso de oligarquización del poder municipal, llevó apare-jado
el surgimiento de cargos que de alguna manera representasen e
hiciesen oír la voz de los vecinos, que habían quedado excluidos de
la nueva organización concejil: jurados, procuradores, personeros
y sesmeros, ocuparon ese estrecho margen reservado a la representa-ción
del «común» en los concejos castellanos tardomedievales y mo-dernos.
El surgimiento de estos cargos y su conservación por un periodo más
o menos dilatado de tiempo y con un carácter más o menos reivindicativo
frente al Regimiento, supuso en muchos casos duros enfrentamientos
entre los vecinos y las nligaqiifas ciudadanas. Sin emhxgn, en !2 m2-
yoría de los estudios locales, afortunadamente cada vez más abundantes
aunque aún a la espera de una obra general y de síntesis, apenas si se
profundiza en estos oficios que fueron los únicos que pudieron plantear
algún tipo de oposición a las oligarquías concejiles. Por otro lado, el
armazón institucional de los antiguos concejos castellanos y el manejo
de! misme pnr !es regidores, fiue tur! rfectivc a !u hma de garantizar e!
monopolio del poder por parte de un gmpo social concreto, que es im-posible
no desconfiar de estos cargos a los que en muchos casos los
778 Lourdes Fernández Rodríguez
trabajos sobre oligarquías locales aluden como auténticos representan-tes
del sentir popular y defensores de sus intereses 3.
El objeto de esta comunicación es precisamente el de intentar arro-jar
alguna luz sobre el papel que la figura del personero jugó en un
Concejo castellano sobre el que investigamos desde hace tiempo: el de
la isla de Tenerife, a través de los expedientes que se conservan sobre
su elección. En este municipio contamos con la existencia de jurados y
de personeros que además subsisten durante todo el Antiguo Régimen.
Asimilados los jurados desde fechas muy tempranas a la oligarquía de
regidores, como ocurrió en otros municipios castellanos, sobre todo desde
que lograron patrimonializar sus cargos en el año 1532, el personero
pareció ser el único verdadero representante vecinal en el Cabildo
tinerfeño. Sin embargo, su implantación y el control de sus elecciones
por parte de los vecinos no fue tarea fácil para .éstos ni exenta de
conflictividad. Hasta el año 1527, los regidores lograron mantener en sus
manos, de forma más o menos directa, los nombramientos de perso-neros
4. Ese año los vecinos consiguieron del Monarca el privilegio de
su elección, lo que demuestra la existencia de esa lucha entre vecinos y
regidores por el control del cargo El enfrentamiento no cesó por ello
sino que más bien se agravó. Hasta el año 1536 no lograron los veci-nos
que se les admitiera la elección que hicieron en Francisco de Mesa,
primer personero de elección vecinal del que tenemos. noticia, para lo
cual de nuevo fue necesaria la intervención de la Corona 6. En los años
siguientes regidores y vecinos mantuvieron un duro pulso ante la Real
Audiencia, exigiendo los primeros la desaparición de un cargo que con-sideraban
innecesario, puesto que en el Concejo había jurados, y luchan-do
los segundos por su mantenimiento, ya que se trataba de el único
cargo sobre el que tenían algún tipo de control '.
Algunos años incluso, el Regimiento, con ei apoyo de los goberna-dores,
logró impedir que se celebrara la elección, como ocurrió en 1549
y entre 1550 y 1556. En 1586 el pleito se hallaba ante el Consejo de
Castilla que llegó a solicitar que se le hiciese información sobre la pre-tensión
del Regimiento de que la elección volviera a recaer en un gru-po
de electores nombrados por los regidores. Sin embargo éstos no
parecían ya en aquel momento interesados en la cuestión. La informa-ción
solicitada por el Consejo de Castilla no fue enviada hasta el año
1711 - c o n 125 años de retraso, por tanto- con motivo de los distur-bios
provocados en la elección de aquel año en la que resultó designa-do
el presbítero Bachiller D. Lucas Esquier Cabrera. Como resultado
de todo ello la elección de personeros volvía a pasar en 1714 a manos
del Regimiento
Poder oligárquico y participación popular: la elección ... 779
Si nos centramos en el estudio del personero en esos dos siglos de
aparente control vecinal, inevitablemente surgen una serie de interro-gantes:
¿cómo lograron los vecinos preservar un cargo de este tipo por
tan largo periodo de tiempo dentro de una institución no concebida pre-cisamente
para la participación vecinal?, ¿qué ocurrió desde principios del
siglo XVIII para que los regidores se movilizaran y lograran finalmente
arrebatar la elección del personero a los vecinos?, ¿por qué esa movili-zación
no se produjo a finales del XVI cuando el poder central se mostró
receptivo a las demandas de los regidores? Creemos que el análisis de
las elecciones de los personero durante los años en que ésta correspon-dió
a los vecinos puede ayudarnos a dilucidar estas cuestiones.
Efectivamente, hoy se conservan las actas de algunas de las elec-ciones
que se realizaron entre 1536 y 1714. Son 178 años en los que
podrían haberse celebrado 89 elecciones si tenemos en cuenta que se trata
cie un cargo bianuai :. Sin embargo, ai existir periodos de tiempo sin
personero y al perderse algunas de las actas de elecciones, sólo conta-mos
con 33 de ellas. A través de estas actas podemos estudiar por un
lado el número de vecinos que efectivamente participaba en estas elec-ciones,
el grado de consenso que se dio en las mismas, que trataremos
de cuantificar a través del tanto por ciento de votos obtenido por el ele-gido,
y las variaciones de ambos índices a lo largo de los casi dos si-glos
en que hubo elección vecinal. Los datos obtenidos en este sentido
revelan lo siguiente:
- La media de participación en estas elecciones es de 55 vecinos
por elección, aunque se advierten importantes variaciones según las cua-les
pueden diferenciarse tres periodos distintos:
1 .O De 1561 (en que nos encontramos el primer acta de elec-ción
conservada) a 1581 la media de participación es de 74 ve-cinos
por elección.
2." De 1586 a 1706 esta media desciende a 36.
3." Entre 171 1 y 1713 la media se dispara alcanzando los
230 vecinos por elección.
- El grado de consenso de las elecciones puede establecerse para
todo el periodo en tomo al 73% pero tampoco éste permaneció estable.
Siguiendo las mismas etapas que establecimos para el grado de partici-pación,
el grado de consenso alcanzado habría evolucionado de la si-guiente
manera:
1." De 1561 a 1581 e! g:adc medic de cmsensc se esta-blece
en el 58%.
2." Entre 1586 y 1706 este consenso aumenta al 85%.
3." De 171 1 a 1713 este índice desciende hasta el 63%.
780 Lourdes Fernández Rodríguez
- En general, podemos establecer que a un mayor grado de parti-cipación
le corresponde un menor grado de consenso en los individuos
electos.,
Lo primero que llama la atención de los datos reseñados es la esca-sa
participación vecinal que se observa a lo largo de todo el periodo,
independientemente de las variaciones señaladas. El número de votan-tes,
incluso en la segunda década del siglo xvrrr, es demasiado bajo como
para pensar que en estas elecciones estaban realmente representados los
vecinos de la ciudad de San Cristóbal cuya población debió superar
los 5.000 habitantes en el primer cuarto del siglo XVI y los 7.000 en la
segunda mitad de aquel siglo y aunque en el siglo XVII estas cifras que-dasen
estancadas lo. A pesar, pues, de lo que ha solido dar por sentado ,,
0"
la historiografía y lo que parece desprenderse de la documentación que E
habla de los personeros, en su elección no participan todos los vecinos O
sifio solo dgünos. Se:: poca, pm tante, !es n,Ue enkur? er? e! pvqueh n--
juego político que la elección del personero posibilita dentro del Con- m
O
E cejo de la isla y son pocos, por consiguiente, los vecinos a quienes en E
2 propiedad podemos decir que el personero representa. E
Los datos proporcionados por las actas de las elecciones nos permi-
-
ten además establecer una cronología de la evolución del consenso y de 3
la participación vecinal según la cual el nivel de participación habría sido O--
moderadamente alto y el grado de consenso se habría mantenido en ci- m
E
fras moderadamente bajas hasta los años ochenta del siglo XVI. A partir O
de entonces la participación descendería bastante mientras que el con- 6
senso habría ascendido a los niveles más elevados del periodo estudia- n
E do (en tomo al 85%, como vimos). La participación vecinal finalmente -
a
crecería de forma desproporcionada en la segunda década del siglo XVIII, nl
mientras que el grado de consenso de nuevo disminuiría en esos años. n
n
Parece, por tanto, que a partir de los años ochenta del siglo XVI, las 3
elecciones de personero perdieron esa conflictividad que las había ca- O
racterizado en periodos anteriores y que tanto habían temido los
regidores. También a partir de esos años parece que el cargo deja de
ser molesto dentro del Concejo.
Ya señalamos al principio que fue en los años 40 y 50 del siglo XVI
cuando el Regimiento luchó de forma más enconada para que desapare-ciese
el cargo de personero. A partir de los años 60 y 70, la lucha con-tinúa
pero más suavizada, para amainar totalmente desde los 80. La
propuesta del Cabildo de 1586 para volver al sistema de elección indi-recta
por individuos designados por el Concejo, no debió de ser sino la
reaparición tardía y ya vacía de significado de un viejo tema que había
preocupado al Regimiento en décadas anteriores. Reaparición que final-
Poder oligórquico y participación popular: la elección ... 78 1
mente no tuvo mayores consecuencias puesto que la cédula real por la
que se ordenaba enviar información acerca de las elecciones de personero
no obtuvo nunca respuesta o, mejor dicho, no la obtuvo hasta mucho
después como ya vimos. ¿Significaba eso que la oligarquía concejil había
logrado un grado de control satisfactorio sobre el oficio de personero y
sobre su elección y no estaba dispuesta a invertir más tiempo ni dinero
en acabar con un cargo que en aquel momento no le daba ya excesivos
problemas? Seguramente la respuesta es afirmativa y, en tal caso, el
envío de tal información en 171 1 podría significar que ese control se
había vuelto a perder parcialmente y que la única manera de recuperar-lo
consistía en establecer el sistema de designación propuesto en 1586.
El razonamiento seguido hasta aquí nos lleva a las siguientes con-clusiones:
por un lado que el personero en la isla de Tenerife no repre-sentaba
a la generalidad de los vecinos, que al parecer se desinteresa-ron
mayoritariamente por su designación "; por otro que fue un cargo
incómodo dentro del Concejo, hasta el punto que los regidores intenta-ron
su supresión por todos los medios, hasta que dejó de serlo a partir
de los años 1580. Hasta entonces y sobre todo en los años centrales del
siglo XVI, según todo parece indicar, el personero representó a una mi-nona,
pero una minoría cuyos intereses estaban enfrentados a los de la
oligarquía concejil.
Creemos que la clave del motivo del enfrentamiento y de la solu-ción
final del conflicto puede dárnosla la comparación de la cronología
de la conflictividad entre oligarquía y personero que antes trazamos, con
la cronología de las ampliaciones del Regimiento y la introducción de
nuevos miembros en el mismo. De hecho hemos observado una impor-tante
correlación entre ambas.
De los seis regidores nombrados en 1497 por el Adelantado Alonso
Fernández de Lugo, se había pasado en 1520 a 16. Fue entonces cuan-do
la Corona ordenó reducir este número a 8 a medida que los cargos
fuesen quedando vacantes por muerte de su titular, de forma que en 1543
había ya sólo 9 regidores. A partir de entonces comienza un fuerte cre-cimienta
de! Xegi~ienta,p rimera mUy !en?a y qUe se acelera er, !as afias
cincuenta coincidiendo con una época de dificultades hacendísticas para
la Corona. En 1543 se acrecientan dos oficios de regidor y de nuevos
otros dos entre 1549 y 1550. Pero la gran avalancha de las ventas se
produce entre 1557 y 1560 y permiten acceder al Regimiento a 20 nue-vos
miembros. Los acrecentamientos continúan produciéndose en los años
sig~ientes aUnqUe a ün iitmo m& !eii:o de fama +e se vende üí; me-vo
oficio en 1562, dos en 1570 y cuatro en 1581. En los cuarenta años
siguientes sólo se acrecentaron otras siete regidurías.
782 Lourdes Fernández Rodríguez
La tesis que formulo sería pues la siguiente: desde 1520 no sólo no
hubo acrecentamientos de regidurías en la isla de Tenerife sino que es-tas
fueron reduciéndose hasta los años cuarenta del siglo XVI. Durante
esos años el cultivo y comercialización de cereales y de caña de azúcar
y desde mediados de siglo de un nuevo producto de exportación a par-tir
de entonces crucial, el vino, daría lugar al surgimiento de un grupo
económica y socialmente poderoso que, sin embargo, se veía excluido
del poder político y presionó con las armas que tuvo a su alcance
- c o n su dinero ante la Corona y utilizando el cargo de personero fren-te
a la oligarquía concejil establecida- para conseguir un puesto en el
Concejo 12. Tal cosa era vital para su mantenimiento como grupo de
poder, pues era desde esta institución desde donde se diseñaban toda una
serie de políticas fundamentales para este colectivo como eran las de
abastecimiento, fijación de precios, explotación de comunales, recauda-ción
de impuestos, etc, sin olvidar las posibilidades de encumbramiento
social que el cargo de regidor proporcionaba a sus titulares.
Corroborando esta tesis nos encontramos una serie de individuos que
ocuparon la personería de la isla entre los años 30 y 70 del siglo XVI y
cuyos apellidos acaban convirtiéndose en importantes linajes del Regi-miento.
Tal es el caso de Francisco de Mesa, Bartolomé Joven, Alonso
Vázquez de Nava, Gonzalo Hemández de Ocampo, Juan Guerra o Fran-cisco
de la Coba.
El fuerte incremento en el número de vecinos dispuestos a partici-par
en las elecciones de personero de los años 171 1 y 1714 pudo a su
vez reflejar un paralelo proceso de ascenso social de nuevos grupos aje-nos
a la vieja oligarquía y pertenecientes a la burguesía agraria y co-mercial
13. Ante esto, las familias que tradicionalmente habían detentado
el poder trataron de cerrar filas, consiguiendo de nuevo el control -ya
no sólo de hecho sino de derecho- de la única vía de participación ve-cinal
existente a través de la real cédula de 1714 que devolvió el con-trol
de las elecciones al Regimiento hasta la reforma municipal de 1766.
Sin duda la idea que aquí expongo deberá de ser confirmada a tra-vés
del estudio de la actuación de los distintos personeros que se suce-dieron
en la isla entre 1527 y 1714. La información que en este sentido
ofrece la documentación del antiguo Cabildo de la isla es bastante esca-sa,
aunque no podemos olvidar que la misma se haya fuertemente
mediatizada por la propia oligarquía concejil que lo controla. Sería ne-cesario,
seguramente, consultar los fondos de otras instituciones a las que
pudo acudir el personero con sus demandas. De hecho los principales
datos sobre actuaciones del personero en que claramente se enfrenta a
esa oligarquía, los tenemos a través de documentación proveniente de
Poder oligárquico y participación popular: la elección ... 783
instituciones externas: provisiones de la Real Audiencia y Reales Cédu-las
fundamentalmente.
El largo y duro pleito que sostuvieron, desde 1543 hasta 1579 ante
la Audiencia de Las Palmas, los gobernadores de la isla en compañía
de los personeros contra los regidores por la pretensión de éstos de poder
imponer penas, y por tanto dictar justicia, en materia de ordenanzas, sería
una de esas actuaciones que ayudaría a confirmar el enfrentamiento vi-vido
entre oligarquía y personero durante esos años 14.
En el estado actual de nuestra investigación la información de este
tipo es escasa a la espera de la consulta de archivos de instituciones de
ámbito superior al propio Concejo tinerfeño con la que podremos com-pletar
esta primera aproximación a la figura del personero en la isla de
Tenerife.
Laurdes Fernández Rodríguez
NOTAS
1. Parece probable que incluso antes, desde el reinado de Alfonso X a juzgar por
los trabajos de Emiliano González para el concejo de Burgos, según recoge ESCUDERO,
T A . P....",. A" U:"*,.":"
J . -.. ..,,,,.,, de! De ~ c h cM, adrid, 1985, p. %7; 9 dc LAE E ~Q LTESADA,
M. A,: La ciudad de Zumora en la época de los Reyes Católicos: economía y gobierno,
Zamora, 1991, pp. 112-1 15.
2. GIBERT, R.: El concejo de Madrid. Su organización en los siglos X!! al XV, Ma-drid,
1949, pp. 123-137; ESCUDEROJ.,A .: op. cit., pp. 586-588; LADEROQ UESADAM, .A.:
Historia de Sevilla. La ciudad Medieval (1248-1492), Sevilla, 1989, pp. 165-170.
3. BONACHIAH ERNANDOJ,. A,: El concejo de Burgos en la Baja Edad Media
(1345-1426), Valladolid, 1978, pp. 107-110; SÁNCHEZB REZ,A . J., Poder municipal y
oligarquía: El Concejo cacereño en el siglo xv//, CCáceres, 1987, pp. 70-72; GIBERT y
SÁNCHEZD E LA VEGA,R ., op. cit. pp. 259-268; ASENJOG ONZÁLEZM, .: Segovia. La
ciudad y su tierra a fines del Medievo, Segovia, 1989, pp. 421-429; BANUELOS
MARTINEZJ,. M.: El Concejo logroñés en los Siglos de Oro, Logroño, 1987, pp. 101-103;
BURGOSE STEBANF, . M.: Los lazos del poder:obligaciones y parentesco en una élite
local castellana en los siglos XVI y XW, Valladolid, 1994, p. 54; GUERREROM AYLLO,
A.: El gobierno municipal de Madrid, Madrid, 1993, pp. 52-54; LADEROQ UESADAM, .:
La ciudad de Zamora ..., pp. 129-140. Sí plantean mayores dudas respecto al teórico papel
de representante popular del personero GONZÁLEZJI MÉNEZM, .: El concejo de Carmona
afines de la Edad Media (1464-1523), Sevilla, 1973, pp. 160-166 y GUTIÉRREAZ LONSO,
Estudio sobre la decadencia de Castilla: la ciudad de Valladolid en el siglo XVII, Valla-dolid,
1989, pp. 320-321.
4. AZNAR VALLEJO, E.: La integración de las Islas Canarias en la Corona de
Cnrtt!!n (1478-!536!, l a s h!mas, 1992, pp. 97-101; DE.L A ROSA OLIVERAL; .: Evolu-ción
del Régimen Local en las Islas Canarias, Madrid, 1946, pp. 59-66.
5. AMLL, Cuaderno l." de Testimonios de Reales Cédulas y Provisiones, fol. 282
(Real Cédula de 6 de junio de 1527).
6. AMLL, E-111, núm. 4.
7. Ibidem.
8. AMLL, E-IV, núm. 9: Real Cédula de 18 de diciembre de 1714. El sistema de
elección que quedaría establecido hasta la reforma municipal de Carlos 111 ponía Ia elec-ción
en manos de 6 electores designados a su vez por el Regimiento. Para el estudio
del cargo de personero a partir de 1714 puede verse SEVILLAG ONZÁLEZM, . C.: El
Cabildo de Tenerife (1700-1766), La Laguna, 1984, pp. 154-161; DE LA ROSA OLIVERA,
Poder oligárquico y participación popular: la elección ... 785
L.: op. cit., pp. 66-71; NORENAS ALTOM, . T. y NÚÑEz PESTANOJ,. R.: «Reformismo y
reacción en la administración local a comienzos del reinado de Carlos IV. Los conflic-tos
entre el personero Soler Carreño y la oligarquía concejil de Tenerifen. Coloquio
Carlos 111 y su siglo, Madrid, 1988 y ARBELOG ARC~A.,: La Laguna durante el siglo
xvrrr. Clases dominantes y poder político, La Laguna, 1995.
9. Contamos con una serie concreta denominada Elecciones de Personeros, que
reúne 36 expedientes, de los que el más antiguo corresponde a la elección de 1561 y el
más moderno a la de 1713. (AMLL, E 111 y E IV).
10. AZNARV ALLEJOo, p. cit., pp. 191-192; DE LA ROSAO LIVERAL, .: «La tazmía
de Tenerife en 1531», Instituto de Estudios Canarios: 50 Aniversario (1932-1982), 11,
Humanidades, 1982, pp. 579-589; SANCHEZH ERREROJ,. : «La población de las Islas Ca-narias
en la segunda mitad del siglo xvtt (1676-1688)~. Anuario de Estudios Atlánticos,
n." 21, 1975, pp. 237-415; PÉREZG ONZALEZR, .: LLI Laguna: notas de Geografía Ur-bana,
1971, p. 15.
11. Ese creciente desinterés popular por los asuntos políticos a lo largo de los si-glos
XVI y XVII y en relación con el triunfo de una organización municipal que no de-jaba
vías a la participación vecinal ha sido puesto de manifiesto recientemente en LO-RENZO
CADARSOP,. L.: Los conflictos populares en Castilla (siglos XVI-xvll), Madrid,
1996, pp. 40-45 y en G ~MEUZR DAÑEZy LORENZOC ADARSOP,. L.: «Las comunidades
males frente al Estado Absoluto» en Las comunidades rurales españolas, siglos XVI-xix,
en Melanges de la Casa de Velazquez, t. XXIX-2, Madrid, 1993, pp. 79-92.
12. Esta opinión concuerda con la manifestada en GONZÁLEZJI MÉNEZM, .: El con-cejo
de Carrnona. .., p. 166, o en LORENZOC ADARSOP,. L.: Los conflictos populares ...,
p. 133. El primero precisamente al explicar las motivaciones que movieron a los
personeros del Concejo de Carmona en el corto espacio de tiempo en que existieron
(1503-1505) llega a la conclusión de que actuaban (<por el secreto deseo de incorporar-se
de alguna manera al sistema». El segundo al referirse en general al liderazgo
antioligárquico en los municipios castellanos de los siglos xvr y xvrr, constata que en
la mayoría de los casos es protagonizado por individuos que esperan que la moviliza-ción
popular «sirva para romper las barreras que el grupo dirigente había puesto al res-to
de los miembros de la élite local».
13. NÚNEz PESTANOJ,u an Ramón: «La crisis del modelo municipal en Canarias a
fines del Antiguo Régimen» en Antiguo Régimen y Liberalismo. Homenaje a Miguel
Artola, Madrid, 1995, pp. 253-274.
14. AMLL, P-XIV, núm. 2.
LA INCLUSIÓN DE CANARIAS EN UNA PROPUESTA
DE REFORMA DEL EJÉRCITO DE ULTRAMAR:
UN PROYECTO FRUSTRADO DE COLONIA
DE ACLIMATACIÓN A FINALES DEL SIGLO XIX
En el umbral de la década de 1890 España aparece como una vieja
y empequeñecida potencia, exhausta &te los graves problemas internos
que padece y obligada por las circunstancias a representar un papel se-cundario
en el concierto internacional, conservando unas pocas posesio-nes,
dispersas y lejanas, de lo que fue en el pasado un enorme imperio.
La competitividad ejercida por vigorosas naciones con aspiraciones
hegemónicas (EE.UU., Japón, Alemania) supone una amenaza externa
adicional para el manteninimiento de esos territorios, indefensos en su
gran mayoría y en permanente riesgo de conflicto. Por tal motivo, las
posesiones de ultramar, si bien es un tema todavía sujeto a debate, sir-vieron
de reducto a un ejército al que el régimen canovista pretendía
despolitizar y apartar de su tradicional intromisión en los asuntos me-tropolitanos,
lo cual contrastaba, no obstante, con su estructura medios
y preparación, que distaba mucho de ser los idóneos para garantizar la
conservación del poder colonial, encontrándose allí la institución militar
en una situación de gran precariedad moral y material l . Tales hechos,
motivaron que se desarrollara paulatinamente en el seno del propio ejér-cito
una conciencia reformista; la necesidad de llevar a cabo una serie
A n niin nnm";nr"n 1"" ..r\trir;n.- rlocn;nmn;nn niin mnnt~nhn.. lnn
UC CLLIIIVIVD YUCi CVlllejlClLUl lUJ llULUllUJ ULllClC11ClU3 YUG lllUJUUUUll 1UJ
fuerzas armadas.
Con la llegada al Ministerio de la Guerra del general Cassola en
1887, el debate sobre la modernización del ejército, hasta entonces más
o menos solapado, cobró un inusitado auge. Sin embargo sus serios in-tentos
de cambio tropezaron con la dura resistencia de sectores intere-
--A-,. -- :--^A:- 1- *--L.. A--.-- c 2- 1- : . . ^ L : A . . - : L . . S a u u a CII IIII~CUII la IClu1111a, LallLu UGIIUU GUIIIU I U C I ~ uc la IIISLILUC~VII,
provocando un enfrentamiento entre el poder civil, encarnado en el ga-binete
liberal-fusionista de Sagasta, y una importante facción del ejérci-
790 Javier Mcírquez Quevedo
to que se sentirá víctima de las contradicciones del Gobierno, al que
hacía principal responsable de sus males. La incapacidad política para
resolver estos problemas condujo inexorablemente al fracaso de la ini-ciativa
de Cassola 2. Será en la estela de estos frustrados planes
reformistas donde también surja un proyecto para la reorganización del
ejército de Cuba, en el que supuestamente se otorgaría a Canarias un
protagonismo fundamental.
En marzo de 1889 el capitán general de Cuba, general Manuel
Salamanca 3, remite a la sección de ultramar del Ministerio de la Gue-rra
su informe proponiendo cambios en la estructura del ejército de la
isla 4. Dicho informe mostrará de forma descarnada la situación real en
que se encontraban a finales del XIX las tropas destacadas en la Gran
Antilla. Recién llegado a la isla, Salamanca tendría la ocasión de com-probar
sobre el terreno, en sucesivas visitas de inspección, la insuficiencia
organizativa y la escasa preparación de este ejército, mal dotado y aje-no
a las condiciones especiales del país en que se hallaba. A este res-pecto
comenzará diciendo el General que la organización militar en la
isla no sólo la hallo deficiente para el objeto propuesto y las necesida-des
del Estado sino que adolece de vicios de gravísimas consecuencias
para la disciplina, principios de dudosa equidad y justicia, prácticas que
no producen el resultado apetecido, y finalmente, que hasta afectan a
la consideración que siempre disfrutó el español peninsular. De esta
forma, Salamanca no ofrecerá dudas desde un principio sobre, en su
opinión, desastroso estado de las fuerzas a su mando, que no hace más
que reflejar una crítica generalizada de parte del estamento castrense al
estado de abandono en que, según ellos, se encuentran. La constatación
del desprestigio social en que se haya inmerso el ejército junto al reco-nocimiento
de importantes defectos internos, que asumirá con valentía,
serán el eje en que centrará su discurso.
Su proyecto partía, en la línea de Cassola, de la denuncia del siste-ma
de reemplazos que consideraba inútil, además de inhumano y costo-so,
ofreciendo una posible solución alternativa que implicaría mayores
vvntujus =perativas ex? case de cenfiirtu interm e agrrsiSr! ex ter i~ry ur!
menor coste para las depauperadas arcas del Estado. Según Salamanca,
su oferta daría como resultado interior satisfacción de las tropas, eco-nomía
de vidas, conformidad de las familias de los destinados a este
ejército e instrucción, aclimatación y espíritu militar y de cuerpo en él 5.
Entre los numerosos males que aquejaban al ejército de Cuba, el
f."-:+- f.--..--" -n+nnn * ...nAoniinrlri n 0.1 o 0 t r i i l r t i i r o no,-,, 01 liin.,r nn Lapuau u<;u=laI dc.aLuuz !u ;uauLuutuu UL *u bauuuwca yuca e1 Iueu e11
donde ejerce su misión, siendo una mera trasposición del sistema orgá-nico
del ejército de la Península en un medio con unas condiciones to-
La inclusión de Canarias en una propuesta de reforma ... 79 1
talmente distintas. El mantenimiento, por otro lado, de una fuerza de
reserva de 7.000 hombres, la mitad del totai en m a s de la isla en esa
época, acarrea graves problemas sociales y económicos que no son afron-tados
por los poderes políticos y que producen el completo descrédito
del sistema en la isla de Cuba. Así, miles de hombres llegaban al Ca-ribe
6, abandonando sus pueblos, entorno familiar y trabajos para ser
transportados a clima adverso, donde a la vez sufren nostalgia por la
separación de sus familias; el pánico de la lectura de la ordenanza, la
penosa navegación, sobre todo para los procedentes del interior de la
Península, desembarco en país de costumbres totalmente distintas y en
que el soldado no tiene trato de otra especie que el de sus compañeros
y carece de mujeres. Este sombrío panorama descrito por Salamanca se
complicaba aún más si al quinto le tocaba "en suerte" el no incorporar-se
al servicio activo, quedando en situación de primera reserva como
excedente de la fuerza necesaria, sin manutención y abandonado por la
institución que io había desplazado hasta allí. El sistema le obliga a la
mendicidad o a mendigar su sustento con su propio trabajo y en com-petencia
con el negro y el chino, más acostumbrados al clima y a las
faenas, preferido por el propietario como más útil a sus intereses ...,
hecho que repercutía de manera muy negativa en la eficacia y disponi-bilidad
de la tropa en la colonia, al tiempo que animaba la posible apa-rición
de conflictos sociales, poco deseables dada la delicada situación
política de la isla '. A todo ello se unía, como un agravio comparativo
constatable por los quintos nada más arribar a ésta, la diferenciación con
el criollo cubano, el cual estaba eximido, al permanecer Cuba fuera del
marco constitucional con carácter de simple colonia, de prestar el servi-cio
de armas. La dureza del servicio en la Antilla será tal que el propio
Salamanca justificará lo necesario del cambio aludiendo a que en las filas
del ejército colonial se produce el doble de bajas que en los cuerpos de
la Península.
El efecto que todos estos males producían en el estado anímico de
la tropa era devastador. Salamanca dirá que el espíritu militar no existe
en el ejército de Cuba, que considera unánimemente una penalidad. una
desgracia servir en él. Para él, uno de los hechos más lamentables que
se produce en la isla es la rebaja en la consideración social del soldado
peninsular prácticamente al nivel de las razas china y negra, a que fue
siempre superior por naturaleza. El nulo atractivo que ofrecía el servi-cio
militar, debido, entre otras causas, a las tembles condiciones en que
se prestaba. constituía uno de los grandes problemas fnncioni!es de!
ejército español a lo largo del pasado siglo, donde proliferaban los re-cursos,
legales o no, para eludir las quintas '.
792 Javier Márquez Quevedo
El deplorable aspecto que exhibían los soldados de la Perla del Caribe
exige pues, a los ojos del Gobernador, actuar de forma drástica y ur-gente.
La solución ideal hubiera sido suprimir en Cuba la figura del
rebajado del servicio activo, lo que acarreaba un enorme desembolso
económico, o en su defecto, llevar allá solamente el contingente nece-sario
para cubrir las bajas, opción que también se descartaba por la
conveniencia de disponer de una fuerza en la reserva ante una previsi-ble
situación de emergencia, en la que fuera preciso apuntalar el siste-ma
defensivo de la isla. Desechadas ambas posibilidades, el General
pasará a exponer sus ideas sobre la reorganización de este ejército, en-caminadas
a superar los problemas que ha ido enunciando. Se proponía
someter a estudio, en primer término. la creación con cargo al presu-puesto
cubano de la llamada Brigada Expedicionaria de Canarias, pa-ralelamente
a la supresión en la Antilla de un regimiento de caballería
que sumaban en total 1.900 hombres y que, junto al añadido de 300 al
batallón de artillería en las islas, integrarían dicha brigada hasta com-pletar
un máximo previsto de 4.000 efectivos, radicados en el Archipié-lago
con el objetivo de su instrucción y aclimatación para el Caribe. Con
ello, manifiesta Salamanca, sin disminuir al ejército antillano se conta-ba
con unas reservas suficientes, y más aún, éste obtendría un aumento
real entre Cuba y Canarias, sumando activos y rebajados, de 2.750 sol-dados,
mediante el incremento de cincuenta miembros en cada batallón
cubano 9. Barajaba también una segunda hipótesis, muy similar a la an-terior,
que consideraba la formación de la brigada con tres batallones
de seis compañías cada uno, más dos escuadrones de caballería. Cons-taría
igualmente de 4.000 hombres y subiría de cincuenta a ochenta
soldados el aumento en los batallones de la colonia. En ambos casos,
llegarían a Canarias los reemplazos de la Península para ser instruidos
y, tras un año de permanencia, se les enviaría a Cuba. La previsión era
que viniese sólo el número necesario de mozos para ir nutriendo las
unidades cubanas, quedando el resto en sus casas hasta que se requirie-ra
su concurso. Finalmente, Salamanca calculaba el ahorro presupuesta-rio
que estas medidas producirían, deáucidos ios gastos en ei aumento
en los costes de transporte y refuerzo de los batallones cubanos, en
aproximadamente unos cincuenta mil pesos, pues los soldados destaca-dos
en Canarias disfrutarían de los haberes correspondientes a la resi-dencia
en Europa, inferiores a los establecidos para las colonias lo.
El fin último de todas estas medidas era, pues, el de no abandonar
al soldado forzoso en país extraño y de reforzarse el ejército de Cuba,
en caso preciso, con batallones organizados, aclimatados, con espíritu
de cuerpo y completa instrucción, y de soldados que han perdido ya la
La inclusión de Canarias en una propuesta de reforma ... 793
nostalgia de entrada en el servicio ... El asunto de la aclimatación era
considerado vital para mejorar el estado defensivo de la isla. El capitán
general de Cuba manifestaba, al respecto, la dificultad de garantizar una
respuesta efectiva a cualquier eventualidad bélica que se presentase con
unos hombres diezmados por enfermedades, muchos de ellos aniquila-dos
por la anemia o la tisis ", afirmando como si de una premonición
se tratase que al llamar a los rebajados en la organización actual se
llevarán rebaños al matadero. El principio de que las islas tenían unas
condiciones favorables para la adaptabilidad al clima del trópico, pen-sando
en la procedencia meseteña de muchos mozos, parece ser la ra-zón
principal para que fueran valoradas inicialmente como el lugar más
apropiado donde ubicar el experimento l 2 y se concebía como un pri-mer
paso hacia la creación de un sistema de aclimataciones sucesivas,
en uso en todos los ejércitos coloniales de Europa, utilizando nuestras
provincias similares y beneficiándolas, lo que traerá indudablemente su
desarrollo, conveniente a la patria y más aún a la seguridad y futuro
apoyo de esta isla en caso de guerra extranjera ... Si bien es discutible
que los soldados adquirieran una mayor protección ante las enfermeda-des
tropicales mediante su estancia en Canarias, cabría interpretar el
proyecto del General como el establecimiento de un depósito temporal
destinado a proporcionar iin mayor control sobre la reserva, evitando que
malviviesen en aquel país, fueran utilizados como mano de obra barata
o enfermaran por el clima o el contacto con los insalubres prostíbulos
de la época.
A medida que Salamanca señala los distintos aspectos de la refor-ma,
sus palabras transmiten la sensación de que el dominio español sobre
Cuba está entrando en una fase decisiva, con dudas preocupantes sobre
el futuro del mismo. La idea de una pacificación ficticia de la isla está
latente, consecuencia del desencanto que producen los frenos de la me-trópoli
a las últimas oportunidades de superar, tras la Paz del Zanjón y
por la vía de la legalidad, el status colonial de Cuba l 3 y resultado tam-bién
de la amenaza exterior que se cernía sobre ésta, a lo que el Gober-r~
iau2.-u...r apo.s. L:ulli-.i a; ...mso n suficientes esíus refürmüs yuru iü cornpieíu
organización militar del ejército de Cuba, llamada por su desarrollo y
su situación, una vez terminadas las obras del Canal de Panamá, a una
importancia que necesita estar apoyada en todo género de seguridades
de defensa contra cualquier agresión o ataque de las potentes naciones
que pudieran ambicionar su posesión ..., dando perfecta cuenta de la
compieja situación intemacionai en que se encontraba la coionia espa-ñola.
Su informe culminará con una apelación a promover los cambios
necesarios para incorporar a los jóvenes cubanos al servicio militar,
794 Javier Márquet Quevedo
desplegando críticas durísimas contra la organización administrativa del
ejército de Cuba, la inoperancia y pasividad de su aparato burocrático,
la lacra económica que supone y los escasos resultados que produce.
En mayo de ese mismo año, el Ministerio de la Guerra remite a la
Capitanía General de Canarias el proyecto para que, conjuntamente con
el Gobierno Militar de Gran Canaria, se valore su viabilidad y se re-suelva
dar una opinión al respecto 14. El capitán general del Archipiéla-go,
Morales de los Ríos, veterano oficial de artillería que había comba-tido
en Cuba, se mostraba personalmente de acuerdo con el planteamiento
global de Salamanca. Como aquél, criticaba la pésima condición social
del rebajado en la Mayor de las Antillas, vejatoria en alto grado, convi-niendo
que al no haber grandes colonias militares en aquella isla los
quintos deberían permanecer en filas, aunque es imprescindible la exis- m
0
tencia de un contingente de reserva porque el ejército que puede man- E
tenerse hoy allí, con las rentas de la isla, no es bastante para tenerla asegurada ... Con lo cual, Morales, concluye que hay que tener esta O--- m
reserva lo más próxima a Cuba para su aclimatación, que si sólo fuera O
E
para ésto, sería conveniente la isla de Puerto Rico, más como se impo- E
2
ne en este estudio o informe la economía, hay que aceptar las Islas -E
Canarias, como más próximas a Cuba, como propias para intentar la 3
prueba de la aclimatación ..., y pone como ejemplo a los ingleses, los -
cuales llevan sus contingentes a la India después de haberles hecho -
0
m
servir en las guarniciones de Gibraltar, Malta y Corfú, sin poder decir E
ahora cuánto tiempo los retienen en cada uno de estos puntos ... l5
O
En el aspecto formal, la máxima autoridad militar de Canarias soli- -6
cita que venga a las islas la oficialidad que haya servido en la colonia -E
o sea allí enviada, siendo los jefes y oficiales reemplazados en las islas a
2
por los jefes y oficiales que durante ese año o más de aclimatación que -
se fije, hayan pedido pasar o sean destinados a Cuba, siempre y cuan- -
do haya capacidad de reemplazo, pues de lo contrario, habrían de se- = o
guir en Canarias para formar los de los contingentes del próximo año.
Las posibilidades de alojamiento entre la capital y Las Palmas de Gran
Canaiia era:: es:imadas e:: unas 2.500 h~mhres en ese mmem, i-eca-bando
de entidades militares y civiles los datos necesarios sobre la in-fraestructura
con que contaba el Archipiélago para acomodarlos.
Por esas mismas fechas, el gobernador militar de Gran Canaria pide
a la alcaldía de Las Palmas que manifieste cúales son los edificios que
el municipio puede ofrecer, al no disponer el ramo de guerra de insta-iaciones
para coiocar a ia írupa. Ci día 22 de mayo, el Akalde convoca
una sesión extraordinaria del pleno del Ayuntamiento con el objeto de
deliberar sobre el asunto 16, reclamando la participación de los pnncipa-
La inclusión de Canarias en una propuesta de reforma ... 795
les representantes de la burguesía local. Dos días más tarde tiene lugar
bajo la presidencia del alcalde, D. Fernando Delgado y Morales, dicha
reunión. Reconocida la importancia del plan de aclimatación para la
ciudad, los asistentes al pleno manifestaron con los caracteres de evi-dente
unanimidad la absoluta disposición de la misma para posibilitar-lo,
convencida de las grandes ventajas e importantes beneficios que
reportaría. El Ayuntamiento ofertó cuatro edificios como los más ade-cuados
para alojar a mil hombres: el ex-convento dominico, que alber-gaba
por aquel entonces el Hospital de elefanciacos; el lazareto del Puerto
de La Luz, y dos propiedades particulares: el almacén secadero de Diego
Miller, en las inmediaciones de .la ciudad, y una casa de vecindad que
pertenecía a Salvador Cuyás, también en el Puerto. Pero por si acaso
estas propuestas no convencían a la autoridad competente, se anunciaba
la disposición de medios para construir barracones, ,prestando recursos
de todo género ". Según la Comandancia de Ingenieros, tan solo dos
de los edificios aconsejados por la alcaldía reunían unas mínimas con-diciones:,
el antiguo convento de la plaza de Santo Domingo, con capa-cidad
para mil hombres y necesitado de algunas reparaciones ligeras, y
el lazareto portuario, este último con el inconveniente de cubrir sólo cien
plazas. La nave comercial de Miller se hallaba junto a una charca pes-tilente
donde se empozaban aguas de regadío, cuyas emanaciones y el
peligro de inundación desaconsejaban la instalación de los soldados, y
el inmueble del Sr. Cuyás no tenía las dimensiones suficientes 1 8 .
La alcaldía de Telde, enterada a su vez del proyecto y las gestiones
del Ayuntamiento de Las Palmas, se dirige a la Capitanía General ma-nifestando
que queriendo contribuir por su parte al loable fin que se
propone el Exc. Sr. Ministro de la Guerra, desde luego ofrece en esta
ciudad dos locales donde cómodamente pueden alojarse cien individuos
de tropa 19. En el mismo sentido, la Real Sociedad Económica de Santa
Cruz de La Palma comunica por escrito que considerando que la per-manencia
de la mencionada tropa en estas islas ha de proporcionar en
el movimiento mercantil de los pueblos en que se establezca los consi-guientes
beneficios ... ruega al Capitán General del Archipiélago que se
&s:inea í; !vca!i&d *iiiieriios de: piuyecio de aclimata-ción.
La Sociedad alega en favor de tal petición la abundancia en sus
mercados de los productos necesarios para su alimentación, existirndo
también en esta localidad espaciosos edificios para su alojamiento, que
reunen las más recomendables condiciones higiénicas. Para ello se dis-ponía
del ex-convento franciscano, reformado y destinado a uso militar,
o ei ex-doiiiiiiico, que ya en el pasado se utilizó como cuartei de miii-cias,
contando La Palma además con un hospital (...) provisto del per-
796 Javier Márquez Quevedo
sonal facultativo necesario, en cuyo asilo han sido admitidos varios
individuos de tropa 20. Es, por tanto, indudable que los municipios ca-narios
interesados en la propuesta del general Salamanca veían como un
importante elemento de dinamización de la vida económica de sus pue-blos
la posible instalación en éstos de parte de la brigada, independien-temente
de que se pudieran generar otros problemas de carácter social,
como consecuencia del impacto que a buen seguro produciría en sus
modos de vida el asentamiento de un contingente militar de tales pro-porciones.
Pese a todas estas sugerencias, la Subinspección General de Inge-nieros
aconsejaba una ubicación preferente en zona de costa, puesto que
en el interior, como en La Laguna o en La Orotava y otros que disfru-tan
de temperatura fresca todo el año no sería verdadera la dicha acli-matación,
y en particular en Santa Cruz de Tenenfe o Las Palmas, por
su mayor capacidad y mejor vigilancia de las tropas. No obstante, en
su informe refleja que no puede contarse con edificios de tamaño ade-cuado
en toda la provincia: sólo en Santa Cruz (de Tenerife) podría tal
vez contarse con el lazareto, pero aparte de que pueda asimilarse este
servicio, su capacidad es bien reducida, dado que no podría alojar, y
ésto con algunas reparaciones, más de dos compañías, o sea unos dos-cientos
hombres. La realidad era que había que acudir a la construcción
de barracones de madera. La Subinspección proponía que se destinara
un batallón a Las Palmas de Gran Canaria y dos a Santa Cruz de
Tenerife y se construyeran doce barracones por cada uno, con espacio
para un número de cincuenta a cien soldados. La escasez de viviendas
de alquiler en ambas ciudades obligaría a construir algunos más para la
oficialidad, con un coste total calculado a la baja en unos 66.000 duros
a cargo presumiblemente del presupuesto militar del Archipiélago, in-cluyendo
la compra de terrenos para edificarlos ''.
Después de todos estos estudios, en los últimos días de junio de 1889
el Capitán General envió a Madrid los resultados, en principio favora-bles,
de sus indagaciones sobre las posibilidades de instalar en Canarias
la colonia de aclimatación. Las causas que explican porqué el proyecto
q- .u. -AcuA u apaicauA,u ,, ,,,,,,,, ,, 1, A ., -,,tnn:X, rnfnr;,4n no iiu apaicccii c i i ia uucuiii6iiLaciuii iblbiiua, auiiyub bir
posible intuirlas en el marco en que se desarrolló la propuesta de
Salamanca. Las complicadas relaciones que el entonces gobernador
de Cuba mantuvo a lo largo de varios años con el poder político no le
convertían precisamente en un personaje de poderosas influencias en la
Administración, lo que unido a su muerte unos meses más tarde, acaba-ría
biuquear ia ei, la ya & si lateliliiica r pcsa&
burocracia del Estado. A estas circunstacias habría que sumar, además,
La inclusión de Canarias en una propuesta de reforma ... 797
la paralización que las reformas militares sufren justo en esos momen-tos,
con la reciente caída de Cassola, fruto del inmovilismo y la insen-sibilidad
que sobre el tema tenían los que en última instancia decidían
los cambios. Para más dificultades, el relevo de Morales de los Ríos en
la Capitanía de Canarias en poco más de un año apartó de la escena a
uno de sus principales avalistas. Tampoco debía ser un secreto para la
Junta Consultiva de Guerra el ruinoso estado que presentaban las
infraestructuras en Canarias y el elevado coste de las inversiones, indis-pensables
para asumir el proyecto. Sin embargo, como veremos a con-tinuación,
la idea de montar en Canarias una base para aclimatar a las
tropas de ultramar volverá en pocos años a ser retomada.
En 1893, el Ministerio de la Guerra de nuevo da cuenta a la Capi-tanía
de Canarias de una instancia firmada por un tal Carlos Franqueda
Romero, al parecer con la autorización de los propietarios del islote de
Alegranza, para establecer en él una granja-cuartel o colonia militar
de ac;iiiiaia~l~li las Fuerzas que Se (jesíjnasen a ias Aniiiias. La me-moria
presentada aducía como factores recomendables para su instala-ción
la existencia de espacio, con tan sólo un faro y una casa en la isla;
que ésta producía cereales y que fácilmente daría vino, tabaco, azúcar,
aceite y legumbres, como también produce abundante caza y pesca. La
situación geográfica del islote permitiría además su utilización como base
de operaciones sobre la costa de Africa y como protección y defensa
del Archipiélago. En consecuencia, se ofrecía al Estado la compra de
Alegranza para tales fines o su arrendamiento por cinco años, prorro-gables
por otros cinco o más a su voluntad, abonando el 5% anual de
su valor en venta que serían 12.500 pesetas, puesto que se le da un valor
de 250.000 22.
El Gobierno Militar de Gran Canaria, bajo cuya jurisdicción se en-contraba
el islote, desestimó, nada más conocer la oferta, la realización
del proyecto en el lugar indicado. Sin embargo, la idea de crear una
colonia de aclimatación fue una vez más bien acogida por las autorida-des
locales. E1 brigadier Rafael Loste, gobernador militar, se dirigió en
junio de 1893 a la corporación municipal de Las Palmas para que eva-luara
tal posibilidad y se buscara un lugar alternativo en la isla de Gran
Canaria. El día 30 del citado mes el Ayuntamiento acogió favorablemen-te,
tras breve deliberación, la idea de impulsar su creación, recomen-dando
los puntos de Pico del Viento y Rehoyas, a las afueras de la
ciudad, donde en su caso, el municipio puede facilitar locales ?" En sus
ronr!!~sinn~Lso, ste ?-echn~ntn J'nn?e,me.~tqeg e Alegrm~a,f ne.rtr m h g a r
apto para tal pretensión, puesto que ocasionaría cuantiosos gastos sin
verdaderas ventajas. Habría que traer de fuera todo lo necesario para la
798 Javier Márquez Quevedo
construcción del cuartel y para la propia subsistencia de la tropa, pues
incluso carecía de agua potable suficiente, salvo unos escasos depósitos
que según el exponente Franqueda tenía la isla, y por lo demás se plan-teaban
serias dudas sobre las anunciadas facilidades para el desarrollo
agrícola. En cuanto a su aprovechamiento geoestratégico, la inexisten-cia
de un puerto donde verificar los embarques de tropa y material y la
ausencia de comunicaciones regulares con el resto de las islas y la Pe-nínsula
la descartaban en ese aspecto, toda vez que los puntos atacados
habían de ser necesariamente las islas de Tenerife o Gran Canaria, por
su mayor importancia, bastando al enemigo para bloquear la colonia y
aún para destruirla, destacar uno o dos cruceros de segunda o tercera
clase. Por esas razones, abogaba por elegir como punto de permanencia
de la colonia la isla de Tenerife o la de Gran Canaria, y mejor ambas
a la vez 24.
De nuevo se proclama lo esencial de aclimatar las tropas para
modernizar ai ejército coioniai. Ci gobernador miiitar de Gran Zana-ria
intentaba justzj2ar con datos cientqicos las bondades del Archipié-lago
para realizar los ensayos. Según él, Canarias se hallaba en la
misma banda isotérmica, o muy próxima a la de Cuba. Citando las in-vestigaciones
de Bertillon sobre las migraciones humanas, todo movi-miento
migratorio rápido, como el de nuestras expediciones a Cuba, sólo
puede contribuir a formar una colonia próspera y durable cuando se
verifica sobre la'rnisma banda isotérmica o con pequeña inclinación al
norte ..., y aportaba como prueba la cantidad de canarios que acuden
como temporeros a trabajar en la zafra cubana, repitiéndose estas expe-diciones
por muchos años sin que apenas se resienta su salud, a pesar
de lo penoso de las faenas a que se dedican Z5. Las grandes ventajas
que traería la formación de batallones expedicionarios en Canarias se-rían
las de disminuir la mortalidad de las tropas emigrantes y propor-cionar
a estas islas sin gasto para el Estado un contingente de fuerzas
que en caso de agresión contribuiría a la defensa del territorio, hoy casi
desguarnecido. Palabras que denotan la sensación de abandonismo e
indefensi6n que también vivía el archipiélago canario en aquella época
de crisis y que sería mitigada instalando una fuerza respetable para la
defensa del territorio y aún para proteger las islas de Lanzarote, Fuerte-ventura,
La Palma, Gomera y Hierro, hoy totalmente desguarnecidas,
de tal forma que la reorganización de las tropas destinadas a Cuba fue-ra
aprovechada desde la cúpula militar de Canarias como una oportuni-dad
única para fmtdecer sus desusistidus drfensus.
La alcaldía de Santa Cruz de Tenerife también se pone a disposi-ción
de las autoridades militares para colaborar en el proyecto, acordando
La inclusión de Canarias en una propuesta de reforma ... 799
en el pleno del 23 de abril de 1894 ofrecer locales gratuitos para aco-modar
a las fuerzas. Al mismo tiempo, el Ayuntamiento de Las Palmas
agradecía el interés puesto por el Gobierno Militar de Gran Canaria para
que de aprobarse instalar la colonia se hiciese en una de las islas orien-tales
del Archipiélago 26. Definitivamente, el proyecto destinado a Ale-granza
sería rechazado por la propia Capitanía en octubre de 1893,
cursándose a Guerra unos meses más tarde la nueva oferta 27. Como en
1889, pese a la buena disposición local a ofrecer otros lugares y solu-ciones,
el Ministerio nunca llegó a plasmar en la realidad la pretendida
colonia de aclimatación militar. La Revolución de Baire no permitiría
que se presentase una nueva oportunidad para discutir su realización en
Canarias.
NOTAS
Javier Márquez Quevedo
1. ESPADABS URGOSM, .: El ejército y la marina españolas antes del 98. Ponencia
general a la 2." sesión del Congreso Antes del .d es a. s tres: origenes y antecedentes de IU crisi: del 78, Resüi-neii de puiieacias y comünicacioxs. UC?N. ?.<ad:id. 23-25 de nc-viembre
de 1995, pp. 30-31.
2. NÚREz FLORENCIOR,. : Militarismo y antimilitarismo en España (1888-1906),
CSIC, Madrid, 1990, pp. 65-68.
3. MANUELSA LAMANCYA N EGRETE(B urgos, 1831La Habana, 1890), teniente ge-neral
de prestigio, fue también gobernador militar de Valencia. Participó en la 111 Gue-rra
Carlista (1872-1876). Elegido en 1876 diputado a Cortes por Tortosa y reelegido en
! 8?9-!88!, Desde esta$= se cGnii:&5 p=:taicz dr !es intereses de!
1889 es nombrado capitán general de Cuba, siendo sustituido tras su muerte por Polavieja.
En el desempeño de este cargo se enfrentó a los liberales y llegó a acusar al gobierno
Sagasta de malversación de bienes públicos.
4. Manuel Salamanca a José Chinchilla, ministro de la guerra. La Habana, 20 de
marzo de 1889. Archivo de la Capitanía General de Canarias (ACGC); 2." sección1
14.~d' ivisión. legajo 1 , Sanidad militar, exp. Aclimatación.
5. Ibidein.
6. Los quintos destinados a Cuba debían recorrer más de 3.000 millas náuticas en
pésimas condiciones, hacinados en los vapores de la Compañía Trasatlántica para una
travesía que duraba unos quince días aproximadamente. Cfr. ORTEGAV ALCÁRCELE.. :
Los purticlos l~o1írico.sd e izyltierdrr .v lrrs rerrcciones populares en Asturias ante la crisis
colonirrl. En UR~AJ .. y otros: Asturins y Cubo en torno al 98. Labor Universitaria. Bar-celona.
1994. p. 131. El coste por soldado del traslado a Cuba y retorno a su lugar de
ericen es c ~ ! c i i ! ~pdc~r e! gencr-! S-i!amancz en A6 peses, !o que suponfa u n teta! anua!
de 322.000 pesos por el trünsporte de los mozos a la isla. exp. cit.
7. Moreno Fraginals y Moreno Masó, a propósito de la situación social del solda-do
en Cuba comentan: En los sectores popultrres. el soldado fue un personaje popular
rndv. Recliiirido en los estrcitos rncís pobres de Espcifia, no se cliferencinbu, mús que en
el iiniji~nne.d e los hombres que en reciente olendrr nligrcitoria comenzaban a Ilegnr u
Crilxr. Coino ellos lwnícc eri rrlporgntcr.~,q ue eru el ccilecido de los humildes, y desde su
.I.l -u , rn..t- /.l. /. ~ u. .n ../ l !n, t?~!~. t?dNoI. !!!!(! . F O L . ~ ~ &c~r k//<l blllnco que ,~'?/ntoo IOFn iv~1e.rm dr trú-gicos
de c~.vplorucicírie .scltri~r exliibíu un orgulloso desarrollo. MORENOF RAGINALS,
M. R./MORENOM ASO.J . J.: Guerrrr. migrucicín y muerte: el ejército espofiol en Cuba
como víri rnigrcrrorici, ed. Júcar. Barcelona, 1993, p. 57. Sobre la relación entre reclu-
La inclusión de Canarias en una propuesta de reforma ... 801
tamiento y emigración comentan además que tradicionalmente la alta demanda local de
trabajo fue una las grandes fuerzas de atracción migratoria, y por ende, uno de los
motivos que llevaba a los soldados peninsulares a abandonar la vida militar para apli-carse
en tareas civiles (...) pero, también puede decirse que en este período (el que nos
ocupa) el ejército ha dejado de ser una vía migratoria (...) pues las vías migratorias
están abiertas y facilitadas por muchas empresas (...). Lo que sigue ofreciendo la emi-gración
es el camino para huir de las quintas. En Cuba era más fácil evadir el servicio
bien sirviéndose de la corrupción administrativa, bien trabajando en los grandes cen-trales
azucareros llamados colonias militares. MORENOF RAGINAL...S, op. cit., pp. 22
y 114.
8. El trabajo de referencia quizá más conocido, y uno de los pocos que existen hoy,
sobre los distintos aspectos del reclutamiento y las condiciones del ejército en el pasado
siglo es el de Nuria SALESD E BOHIGASS:e rvicio militar y sociedad en la España del
siglo xtx, en Sobre esclavos, reclutas y mercaderes de quintos. Ariel, Barcelona, 1974.
Es de destacar, también, el de Carlos SERRANO«:P rófugos y desertores en la guerra de
Cuba», en Estudios de Historia Social, Madrid, 1982, pp. 253-278. Otros trabajos más
recientes tienen carácter local o regional, como el de JosÉ M. CASTELLANGOI L: Quin-tas,
prófugos y emigración: La Laguna (1886-1935). CCPC. S.C. de Tenerife, 1990; el
de XESÚS L. BALBOA: Quintos e prófugos: os galegos e o servicio militar no século Xfx,
en VI Xornadas de Historia de Galicia, Ourense, 1992; o el de José M. MORRO
BARRANED«AE:l servicio militar en Asturias y la guerra de Cubas, en Asturias y Cuba
en torno al 98, op. cit., pp. 99-122. Motivado fundamentalmente por su excesiva dura-ción
y dureza, tres años de servicio activo más nueve en la reserva, según la Ley de
Reclutamiento y Reemplazos del Ejército de 11 de julio de 1885, y la injusticia del sis-tema
de redenciones legales, el servicio militar obligatorio gozó de una gran impopula-ridad
desde su universalización en 1837. Este rechazo social al reclutamiento se mani-festaba
principalmente en unas elevadas tasas de profuguismo y deserción que en Canarias
eran superiores a la media nacional y estaban íntimamente ligadas al fenómeno migra-torio.
Vid. CASTELLANGOI L, J. M.: op. cit., pp. 105 y SS.
a 9. En cifras globales, el grueso disponible de hombres aumentaría de 17.376 en
1889, sin contabilizar Guardia Civil y otras fuerzas de orden público, a 20.126. El in-forme
aporta además dos cuadros númericos sobre el estado de las fuerzas vigente y el
previsto, que sirven de apoyo estadístico a las proposiciones de Salamanca. Manuel
Salamanca a José Chinchilla ..., exp. cit.
10. La rebaja exacta en el gasto militar de la Isla de Cuba la había estipulado en
49.000 pesos para el primer caso y 45.505 si se optaba por la segunda propuesta. El
ahorro económico era una de las principales bazas esgrimidas por Salamanca a la hora
de defender su proyecto de reforma ante la Administración en este difícil período que
motivaba reducciones del presupuesto en los diferentes ministerios, como bien explica
Núñez Florencio, op. cit., p. 67.
1 1. Son de sobra conocidos los pavorosos efectos que las condiciones medioambien-tales
de Cuba tuvieron sobre las tropas españolas durante la Guerra de Independencia
de 1895 a 1898. Headrick, citando varias fuentes, cifra en más de 80.000 las bajas por
enfermedad y mal estado sanitario del ejército, considerándolo, sin embargo, un mal
inevitable, dado el clima de Cuba y la falta de conocimientos médicos de entonces.
HEADRICKR,. D.: Ejército y política en España, Tecnos. Madrid, 1981, p. 246.
12. La capacidad de resistencia de los canarios al clima cubano era generalmente
considerada mayor que la de los procedentes de otros lugares del territorio español.
Fraginals y Masó corroboran este dato alegando que la tasa de mortalidad de los
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inmigrantes canarios en el primer año de llegada era mucho más baja que la peninsu-lar
y (...) la rasa de retorno tendería a cero. M. FRACINALSIMM. AsÓ, op. cit., p. 62.
13. Vid. GARC~MAO RA,L . M.: Tras la revolución, las reformas: el Partido Libe-ral
cubano y los proyectos reformistas tras la Paz del Zanjón, en NARANJO ROVIOC, .
y MALLOG UTIÉRREZT.,: Cuba, la Perla de las Antillas, Actas de las 1 Jornadas sobre
Cuba y su Historia, CSIC, Madrid, 1994, pp. 197-212.
14. Ministerio de la Guerra a Capitanía General de Canarias. Informe sobre acli-matación
de tropas con destino a Cuba. Madrid, 23 de junio de 1889. ACGC; exp. cit.
15. Comentario de Morales de los Ríos a las propuestas de Salamanca. S.C. de
Tenerife, S/F. ACGC; exp. cit.
16. Sesión ordinaria del Ayuntamiento de Las Palmas, 22 de mayo de 1889. Ar-chivo
Histórico Provincial de Las Palmas (AHPLP); fondo Ayuntamiento de Las Pal-mas,
sección Actas Municipales, libro n." 52, rollo micr. n." 24.
17. AHPLP: fondo Ayuntamiento de Las Palmas, sección Intereses Generales (1643-
1928), legajo 2, exp. 76.
18. Informe de la Comandancia de Ingenieros de Gran Canaria, 3 de junio de 1889.
ACGC; exp. cit.
19. Alcaldía de Telde a Capitanía General, 21 de mayo de 1889. Ibidem.
20. RSEAP de S.C. de La Palma al Capitán General, 28 de junio de 1889. Ibidem.
21. Informe de la Comandancia General, Subinspección de Ingenieros. 22 de mayo
de 1889. Ibidem.
22. Ministerio de la Guerra a Capitanía General, Madrid, 1-31 de mayo de 1893.
Ibidem.
23. Sesión ordinaria del Ayuntamiento de Las Palmas, 30 de junio de 1893. AHPLP;
fondo Ayuntamiento de Las Palmas, sección Actas Municipales, libro de actas n." 56,
rollo micr. n." 25.
24. AHLP; fondo Ayuntamiento de Las Palmas, sección Intereses Generales (1643-
1928), legajo 3, exp. 104.
25. No queda claro si Loste se refiere a LOuiS ADOLPHEB ERTILLON(1 821-1883),
médico y estadístico francés, que es lo más probable, o a su hijo ALPHONSEB ERTILLON
(1853-1914), padre de la antropometría judicial. Determinar la efectividad de una hipo-tética
aclimatación en Canarias es algo que preocupa a los altos mandos del Archipiéla-go.
La Jefatura de Sanidad Militar, a la luz de estos proyectos, emitió un informe al
respecto a partir de las discusiones del personal de dicho cuerpo. Teniendo como base
la memoria Climatología de las Islas Canarias en sus aplicacrones al ejército del ofi-cial
médico DIEGO GUIGOUC OSTA,s e aprobó, con sólo una opinión contraria, una de-claración
reafirmando los efectos beneficiosos del clima de Canarias sobre la tropa que
habría de marchar a ultramar, ACGC; exp. cit.
26. ACGC; exp. cit.
27. Ibidem.