EL ÚLTIMO AYUNTAMIENTO DE LA MONARQUÍA.
LA GESTI ~ND E JOSÉ MESA Y L ~ P E Z(1 929-193 1 )
M." LUISAM ONTEIROQ UINTANA
José Mesa y López inició su andadura política en 1915, de la mano
de los liberales Agustín Bravo de Laguna y Juán Melián Alvarado, he-rederos
políticos del leonismo y del Partido Liberal Canario. Éste cons-tituyó
durante la Restauración, desde 1876 a 1923, el instrumento de la
oligarquía de las Canarias Orientales para ejercer el poder, siendo Don
Fernando León y Castillo su protagonista indiscutible hasta su muerte
en 1918. Desde los Ministerios de Ultramar y Gobernación, se convir-tió
en benefactor de las clases dominantes, y sólo él supo mantener la uni-dad
de las familias liberales y capas dirigentes de Las Palmas, en torno
al partido que éste había fundado. Se convirtió además, en intermediario
entre la oligarquía que representaba y el Gobierno Central, y su influencia
en el nombramiento de gobernadores civiles, designación de diputados y
senadores, alcaldes, etc ..., refleja el hecho de que todo lo que ocurría en
la política local pasaba por las manos de Don Fernando l .
La muerte del fundador del Partido Liberal Canario desató una lu-cha
entre las familias que lo habían integrado: agustinos (Agustín Bra-v9
de hgiina), francircan~r (_Francircrz Manriqiie de I z a ) y nanistas
(Vicente Ruano), que desembocó en una auténtica recomposición del
Partido y sus integrantes a partir de 1918.
Es en este contexto en el que el joven abogado y nieto de Antonio
López Botas, José Mesa y López, es llamado por Bernardino Ponce
Martín para ofrecerle el puesto de consejero del Cabildo Insular, siendo
:ef:en&do por !os ::!eonistüs pürcs::, A p t i f i &-ave de Lugum y Juág
Melián Alvarado. Mesa acepta el ofrecimiento, comenzando así su ca-rrera
política de la mano de los liberales agustinos ya mencionados.
76 M." Luisa Monteiro Quintana
A partir de este momento, el protagonismo de José Mesa y López
dentro de las filas liberales va a ir creciendo. Fué el encargado de reor-ganizar
el partido tras la muerte de León y Castillo, y acabó convirtién-dose
en el máximo exponente del caciquismo isleño. Presidente del
Cabildo Insular entre 1916 y 1919, Alcalde de Las Palmas de Gran
Canaria entre 1921 y 1923, será la persona más influyente en la políti-ca
local de entonces, interviniendo, como antes ya había hecho Fernan-do
León y Castillo, en la designación de cargos de todo tipo, y contan-do
con su primo y diputado Leopoldo Matos como intermediario en
Madrid.
El golpe de Estado de septiembre de 1923 sorprendió a Mesa al fren-te
de la Alcaldía de la Ciudad. La disolución de los ayuntamientos y el
nombramiento de alcaldes y concejales con intervención de la autoridad
militar, el desplazamiento del poder de los partidos del turno, con los
intentos de desmantelamiento de los sistemas clientelísticos en los que
se basaba el régimen de la Restauración, la «persecución» contra el
caciquismo, con la acometida contra personalidades del «viejo régimen»,
supuso el retiro de la política activa de José Mesa y López hasta 1929.
Es precisamente este año, cuando Mesa regresa a la política aceptando
la Alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria, el que marca el inicio del
presente trabajo, cuyo objetivo es analizar la gestión llevada a cabo por
Don José en el último Ayuntamiento monárquico de la Ciudad, hasta la
proclamación de la 11." República, el 14 de abril de 1931, volviendo a
recuperar el protagonismo perdido, consolidando la influencia que nun-ca
había dejado de tener, y demostrando que, a pesar de los casi siete
años transcurridos, la capacidad de organizar la maquinaria caciquil y
mantenerla sin apenas fisuras, seguía siendo posible gracias a él.
EL REGRESO DE MESA Y LÓPEZ
El 25 de octubre de 1929, tras haber estado más de seis años retira-do
de la política activa, José Mesa y López accede, por segunda vez en
su vida, a la alcaldía de Las Palmas de Gran Canaria, a petición del
Gobernador Civil de la Provincia, Mariano de Cáceres.
La decisión de Mesa había sido tomada después de las reiteradas
proposiciones hechas al mismo por Mariano de Cáceres. En sus Memo-rias
inéditas, Mesa deja constancia de las reuniones mantenidas con el
Gdemador Civil a lo largo del mes de octubre de 1929 2i algo que tam-bién
podemos constatar en la correspondencia privada que José Mesa y
López mantuvo en esas mismas fechas, con Leopoldo Matos y Benito
El último ayuntamiento de la monarquía ... 77
Pérez Armas, a los que consulta y solicita consejo sobre la decisión que
ha de tomar '.
Mesa detalla así la visita realizada por Mariano de Cáceres a su fin-ca
del Monte, en la que le manifestó su preocupación y disgusto por la
situación en la que se encontraban algunas corporaciones locales <<espe-cialmente
la del Ayuntamiento de Las Palmas», habiendo pensado en
Mesa como la única persona que pudiera sacar a la Corporación muni-cipal
de la situación en que se encontraba.
Las reticencias iniciales de José Mesa y López a aceptar el ofreci-miento
del Gobernador se basaban, según él mismo relata, en la amis-tad
con el alcalde que entonces estaba al frente de la Corporación, Do-mingo
Bello del Toro (a pesar de no dudar de su incapacidad mental y
administrativa) 4; a SU oposición a la mediatización de Unión Patriótica,
en la que se encontraban enemigos políticos de Mesa, tales como To-más
Quevedo y Gustavo Navarro, a los que acusa de implantar una tor-pe
política entre 1924 y 1926, de asañuda» persecución contra los ami-gos
de Matos y de él mismo. Y, fundamentalmente, Mesa basó su
negativa en su aversión a la dictadura, bajo la cual había sido relegado
al ostracismo político y sufrido «persecuciones sin justificación», refi-riéndose
evidentemente a las llevadas a cabo por Tomás Quevedo y Gus-tavo
Navarro, y que en carta a su primo Matos detalla extensamente.
Pero a través de la correspondencia privada de Don José con su
primo Leopoldo Matos, hemos podido conocer más en profundidad, las
negociaciones entre Mesa y el Gobernador Civil de la provincia, que se
remontan al mes de abril del mismo año. Mesa le detalla a Matos, siem-pre
de manera confidencial, estas entrevistas, en las que Mariano de
Cáceres se refiere a la situación de la «cosa pública», insistiendo en la
del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, «que se agrava por
días», y culpando a Mesa de cuanto ocurre «por su retraimiento».
Las respuestas de Matos insisten en la existencia de garantías para
poder desenvolverse en el Ayuntamiento «constituyendo un completo
cantón», pero duda de las mismas, aconsejando a su primo «no perder
e! prestigio ganado, sirviendo a quien no se ha distinguido por la consi-deración
hacia la obra anterior».
Durante los meses de junio a agosto prosiguieron los encuentros, y
Mesa renuncia una y otra vez al ofrecimiento del Gobernador. Pero en
septiembre del mismo año hay un cambio de actitud que viene dado por
la aceptación de Mariano de Cáceres de cada una de las condiciones
e ~ i g i &ynA,. ~nr HMA"eUur,a caco u"- CuIP- .w..,w~y.n-, t a rv ny-., i i ~ m p g ~ i c g ap g SGS Memo-rias:
designación de concejales y no renegar de su historia política, ha-ciendo
público en la prensa local los motivos de su nombramiento.
78 M." Luisa Monteiro Quintana
«¿Acepto o rechazo?», en tales términos pedía Mesa consejo a su ami-go,
y le recordaba que la dictadura tocaba su fin y que cuando el trán-sito
llegase convendría encontrarse en circunstancias de marcar yo el
rumbo llevando el timón que ahora empuñe». Evidentemente, Mesa era
consciente del declive del régimen, y como otras personalidades de la
vieja política, optó por estar presente personalmente en dicho tránsito.
Como ha señalado el historiador Tuñón de Lara, «Numerosos políticos,
enteramente responsables de la esclerosis de España durante años, de la
injusticia permanente en beneficio de la oligarquía, comprendían que la
Dictadura se gastaba, y que podía llegarles la hora de tomar de nuevo
los puestos de mando y salvar así la Monarquía y, con ella, las estruc-turas
políticas y económicas que perpetuasen los privilegios de las gran-des
familias» 5. NO era ajeno José Mesa y López a este proceso, en el
que, como afirmaba en carta a Matos, prefería encontrarse en circuns-tancias
de marcar él mismo el rumbo a seguir en la transición política
que se preparaba. Y para eiio necesitaba una piataforma desde la que
dirigir el cambio, y ésta era, sin duda, la Alcaldía de la Ciudad.
El 25 de octubre Mesa comunica a su primo que acaba de posesio-narse
de la Alcaldía ante la disyuntiva de responsabilidad en que se le
había colocado: «No existe hoy ni quien gobierne, formando triste con-traste
con lo que sucede en Tenerife. Si V. a pesar del respeto que se
concede a su significación política y a su historia y convicciones, y de
la carta en blanco que se le firma para que vaya a la alcaldía, no se
decide a ello, me obliga a entregar el Ayuntamiento en manos de los
que para sus fines particulares e inconfesables vienen pretendiendo asal-tarlo
».
Efectivamente, el 25 de octubre de 1929, José Mesa y López se
posesiona, en presencia del Gobernador Civil, de la Alcaldía, y tal como
había planteado al mismo, se reafirma en su pasado político al afirmar
en su discurso: «una sola cosa no sacrifico. Mi historia política, peque-ña
y breve, pero diáfana. Soy lo que antes y no renuncio a mi pasado».
Ese mismo día aparecía en el «Diario de Las Palmas», una nota expli-cativa
del Gobierno Civil, sobre las razones que habían llevado a Mesa
a aceptar el ofrecimiento del Gobernador, insistiendo en que ello «no
significa renuncia ni rectificación de su significación política, de todas
bien conocida» 6.
Mesa es presentado de esta forma como el salvador del país, que
sacrifica su vida personal y profesional «austera y laboriosa», por dos
más sagrados intereses de la ciudad».
La segunda condición impuesta por don José fué la elección de los
72 concejales (36 suplentes). Mesa se rodeó de algunos de los hombres
El último ayuntamiento de la monarquía ... 79
que procedían de lo que él mismo llamaba «Antiguo Régimen»; hom-bres
de significada relevancia política y económica, formando algunos
de ellos parte en anteriores corporaciones.
Algunos de los concejales designados por Mesa, lo acompañarían,
posteriormente, en su aventura política republicana, cuando éste funda
el Partido Popular Agrario Autónomo, que tal y como su nombre indi-ca,
venía marcado por una defensa de los intereses agrarios.
POLÍTICA Y GESTIÓN MUNICIPAL
A partir de este momento y hasta la proclamación de la 11." Repú-blica,
podemos decir que la gestión municipal se va a caraterizar, entre
otras cosas, por el protagonismo absoluto de José Mesa y López, cen-tralizándose
y concentrándose en su persona la gran mayoría de las pro-puestas,
mociones y, como no, decisiones, a io iargo de ios casi ciiesiocho
meses que estuvo al frente de la alcaldía de la ciudad. No podemos ol-vidar
que contaba, tanto en este momento, como en la posterior reorga-nización
municipal llevada a cabo en marzo de 1930, con una mayoría
clara de concejales fieles a su política y persona.
Mesa plantea su alcaldía como la ejecución de lo que en su anterior
etapa de alcalde, entre 1922 y 1923, no hizo sino preparar y planear. Se
esforzó asimismo, en aparecer como un auténtico gestor de la cosa pú-blica
a lo largo de estos diesiocho meses, más que como un político, ya
que al fin y al cabo fué llamado para «laborar por la salvación y pro-greso
del país». Así, en sus Memorias afirmará que en el Ayuntamiento
que él presidió «no había oradores, ni discursos, de ahí que hubiera tiem-po
para estudiar, pensar y proceder con eficacia». Pero si bien esta afir-mación
puede tener validez para los cuatro primeros meses de alcaldía
mesista, la situación cambiará con la entrada de nuevos concejales en
marzo de 1930, no tan vinculados a Mesa y su entorno político y eco-nómico,
como eran Tomás Quevedo, Bernardino Valle y Gracia o Er-nesto
Pérez Miranda, con cuya presencia se contribuyó a fomentar y
politizar más el debate municipal, como ocurrió por ejemplo con el asun-to
de la distribución de concejales por distrito o con todos los asuntos
relacionados con la City y la escasez de agua en la ciudad.
En octubre de 1929, Mesa parecía tener claro sus objetivos. Encon-traba
éste una hacienda municipal en bancarrota, sobre la que pesaba
un empréstito de 12 millones de pesetas contratado en 1926. A la tarea
de sanear la hacienda municipal dirigió sus primeros pasos. Por otra
parte, y a juzgar por la cantidad de mociones presentadas por él mismo
80 M." Luisa Monteiro Quintana
y por lo descrito en sus Memorias, Mesa centró sus esfuerzos en la trans-formación
de la ciudad: asfaltado de calles principales, instalación de la
red de alcantarillado ', etc ... Pero «hubo dos obras a las que dediqué mi
especial afán y entusiasmo: la carretera del Puerto de la Luz y el Cami-no
de Chil».
El 7 de noviembre de 1929 se celebra un pleno municipal sobre la
situación económica del Ayuntamiento. La intervención de Mesa se cen-tra
en la necesidad de recortar los gastos, reduciendo personal y no
contrayendo deudas que no puedan ser satisfechas. Es partidario tam-bién
de establecer nuevos arbitrios de fácil exaccción. El objetivo de
Mesa es corregir el déficit para lograr la nivelación entre ingresos y
gasta. E! p:esüpUest= de 19% será e! ;es~!:ac!o de !os i;!an:eamien:os
anteriores, con la supresión de partidas que figuraban en anteriores pre-supuestos,
o la reducción de las mismas; así como la revisión del Re-glamento
de empleados y régimen interior, con vistas al cese, destino o
supresión de plazas, en definitiva, a la redución de plantilla.
Mesa afirma que cuando llegó a la Alcaldía aún quedaban tres mi-llones
del empréstito, y que éste en sus 18 meses de gestión empleó dos
para las obras ejecutadas por la Corporación y que aún pudo dejar un
millón a los ayuntamientos siguientes. Sin embargo, cuando en abril de
193 1 se proclama la 11." República, los ediles republicanos-socialistas van
a lamentarse a lo largo de su gestión de la situación económica en que
han encontrado las arcas municipales, y las dificultades para afrontarla
debido a la obligación de amortizar el famoso empréstito de 12 millo-nes,
contratado en 1926.
CARRETERDAE L PUERTO
En cuanto a ia urbanizacion de ia carretera del Puerto, no faltaron
mociones, proyectos y discusiones para su ejecución, pero la escasez de
tiempo para llevarla a cabo y los trámites burocráticos para la misma,
hizo que hasta marzo de 1931, no pudieran dar comienzo las obras de
alcantarillado y pavimentación, proyectadas desde el Hotel Metropol
hasta la Estación del Tranvía.
El esfuerzo realizado en este sentido se manifiesta a través de las
actas y expedientes municipales: en noviembre de 1929 se acordó que
El último ayuntamiento de la monarquía ... 8 1
el Ayuntamiento se hiciera cargo de la carretera del Puerto en su tota-lidad,
ya que ésta había sido cedida por el Estado al Municipio en 1922,
y en 1929 sólo había recibido dos kilómetros, solicitando del Goberna-dor
Civil y de la Junta de Obras del Puerto los tres kilómetros restan-tes.
También se aprobó la imposición de las contribuciones especiales a
todos los propietarios de edificios y solares que limitaban con la carre-tera,
se presentaron y discutieron varios proyectos de pavimentación,
alcantarillado y obras complementarias de dicha carretera, adjudicándo-se
definitivamente la subasta de las obras a Fernando Navarro Masotti
en agosto de 1930, no sin cierta polémica y disconformidad por parte
de algunos concejales que discrepaban de.la «marcha que se imprimió
a la subasta». Pero, el 3 de septiembre Mesa y su corporación sufren
un varapalo del Gobierno Central, al anular por R.O., el Ministerio de
Economía dicha subasta, por la denuncia presentada por Aurelio Pérez
García, por no ajustarse el anuncio de subasta publicado en la Gaceta
de ivíadrid ei 24 de juiio de i930 a preceptos iegaies que se haiiaban
vigentes.
Mesa reacciona defendiendo la legalidad del procedimiento llevado
a cabo por el Ayuntamiento que él preside y arremetiendo contra la de-cisión
del Ministerio de Economía por lo que supone de interferencia en
las prerrogativas de los municipios «que han sido olvidadas por la Supe-rioridad
». Cuestiona el que cualquier autoridad pueda anular un acuerdo
de la Municipalidad tomado legalmente, y afirma que la administración
municipal se halla emancipada de la ingerencia del poder ejecutivo.
Mesa va a contar con el apoyo unánime de la corporación, que acuer-dan
proseguir con el acuerdo tomado, otorgando la escritura para la in-mediata
ejecución de las obras subastadas, que dan comienzo inmedia-tamente.
CAMINOD E CHILY OTRAS OBRAS
Las obras del Camino de Chil se encontraban suspendidas cuando
Mesa accede a la Alcaldía, proponiendo éste en noviembre de 1929 que
la Oficina Técnica Municipal elabore un proyecto y presupuesto de obras
y de mejoras en dicho Paseo, estableciendo, además toda una normativa
reguladora para las construcciones a lo largo del mismo.
La gestión de Mesa atendió también a la construcción de escuelas
unitarias en Tafira Baja, la compra y el anuncio de susbasta de los te-rrenos
para la construcción del cementerio de Tafira, la apertura de la
ciudad al mar, construcción de casas baratas, etc ...
M." Luisa Monteiro Quintana
Hubo un asunto en el que Mesa centró también sus esfuerzos: la
creación de una zona franca en la Ciudad. En las discusiones para apro-bar
el presupuesto ordinario para 1931, en el artículo 10, apartado de
compromisos varios, Mesa da explicaciones de la inclusión en este artí-culo
de una suma de 50.000 pesetas, como aportación municipal para la
creación y sostenimiento de dicha zona franca. Posteriormente, en car-tas
dirigidas a su primo Matos (Mtro. de Gobernación), Mesa le plantea
la necesidad de su establecimiento. Contestándole al primero sobre las
candidaturas idóneas para las futuras elecciones, le pregunta: «¿Por qué
no das el empujón final a lo de la zona franca? Esa sería la mejor pro-paganda
electoral». Esto sucedía en enero de 1931, y, poco después,
Mesa le vuelve a insistir sobre la misma idea: «Yo creo también que
hay que dar un goipe de efecto otorgando io de ia zona franca. Perdó-name
esta franqueza, pero la gente murmura que en estos doce meses
no hemos logrado nada importante para Gran Canaria. Basta que tú se
lo pidas a Berenguer para que en el acto esté concedido». Como casi
treinta años antes hiciera el político grancanario y líder del Partido Li-beral
Canario, Fernando León y Castillo, los políticos canarios volvían
a vincular éxitos políticos con concesiones administrativas, y es, en este
sentido, en el que Mesa, como político local, azuza a Matos, grancanario
y Mtro. de Gobernación con el Gobierno Berenguer, para que logre, con
sus influencias, la zona franca para la ciudad, lo que se traduciría en
votos a favor de la candidatura que Matos encabezara o apoyara.
En sus Memorias, Mesa se refiere a esta cuestión como uno de los
tantos asuntos que propuso a Matos y éste aceptó gestionar en Madrid.
Para Mesa, el asunto era de gran importancia, debido a que el crecimien-to
del Puerto estaba decreciendo, y no lo salvaría sino la creación de la
zona franca. Cuenta éste que tras obtener el apoyo de Matos, logró del
Cabildo y Ayuntamiento las consignaciones necesarias para su estable-cimiento,
confeccionándose el Reglamento y haciéndose la petición for-mal.
Al parecer, todo iba por el buen camino hasta la salida de Matos
del Gobierno tras la caída de Berenguer, quedando suspendidos los trá-mites,
intentando Mesa retomarlos en 1933 cuando fue elegido diputa-do.
Pero el expediente no apareció, quejándose Mesa de la desidia de la
Administración Central hacia las comarcas más alejadas de la capital
española.
Sin profundizar más en este asunto, sería interesante, como hipótesis
de trabajo, el analizar los intereses que movían a Mesa, e intentaba de-
~1 último ayuntamiento de la monarquía ... 8 3
fender, solicitando de su primo el establecimiento de la zona franca. No
se nos puede escapar su vinculación profesional, como abogado y con-sejero,
a algunas de las más importantes compañías consignatarias y
carboneras de capital inglés, establecidas en el Puerto de la Ciudad, y que
habían prestado un importante apoyo a los gobiernos de la Monarquía.
No obstante, no podemos olvidar que, debido a la cortedad del man-dato
mesista, fué éste más una demostración de intenciones y proyectos
que de ejecuciones, pues además de las trabas burocráticas que llevaba
aparejada la aprobación y discusión de cualquier proyecto, apenas 18
meses después de llegar Mesa a la Alcaldía se proclamaba la 11." Repú-blica,
suspendiéndose algunos de los proyectos elaborados por la Corpora-ción
que José Mesa y López presidió y personalizó en este año y medio.
REORGANIZACI~N MUNICIPAL
En enero de 1930 dimitía Primo de Rivera y el Rey encargaba al
también General Dámaso Berenguer formar nuevo Gobierno. Berenguer
y su Gobierno pretendían el retorno a las prácticas constitucionales an-teriores
a la Dictadura, y una de las medidas tomadas en tal sentido fué
la constitución de nuevos ayuntamientos. El 8 de marzo de 1930 se
proclamaban los nuevos concejales que habrían de constituir el nuevo
Ayuntamiento de la Ciudad. El Gobernador Civil de la Provincia, Anto-nio
Bascón, daba lectura al R.D. del Ministro de la Gobernación, por el
que, por un lado, se establecía la designación de nuevos concejales de
acuerdo a la lista de mayores contribuyentes según la de compromisarios
que se formó en enero para la elección de senadores, y, por otro, de
acuerdo también, a la lista por orden de mayor a menor votación obte-nida
dentro de cada distrito electoral de cuantos han desempeñado el
cargo de concejal en virtud de las elecciones celebradas en noviembre
de 1917, enero de 1920, y 1922.
Se establecía así la designación de 37 concejales, 19 mayores con-
&&qyntes y 18 CQEC~ ~ . I ! ~ ~& 1.1s ú!timls &~~jnf iecn. p Y~UPT-do
con el mencionado decreto, José Mesa y López no figuraba entre los
18 mayores contribuyentes, ocupando el número 25, ni tampoco entre
los concejales más votados, pues si bien era el tercer concejal más vo-tado
de su distrito, sólo a los dos primeros correspondía ocupar las
concejalías. Quedaba Mesa, por tanto, fuera de la nueva Corporación
Muniripa!, de rnemeritcx
Sin embargo entraban a formar parte del nuevo Ayuntamiento vie-jos
conocidos de Mesa y de la política local: Tomás Quevedo por el
84 M." Luisa Monteiro Quintana
distrito de Vegueta, Saturnino Bravo de Laguna por Triana, Emilio Valle
y Gracia por Santa Catalina, Ernesto Pérez Miranda por La Isleta, Juán
Artiles Fabelo o Bruno Naranjo por Tafira.
El 11 de marzo toman posesión los nuevos concejales y, atendiendo
al R.D. de 15 de febrero de 1930 se encargaba la alcaldía de la ciudad
al concejal de mayor edad, correspondiendo en Las Palmas de Gran
Canaria a Domingo López Fonte.
Apenas un mes permaneció el señor López Fonte en dicho cargo.
El 15 de marzo del mismo año se celebra una sesión extraordinaria para
la doma de posesión del Sr. Alcalde D. José Mesa y López nombrado
por R.O. de 13 del corriente».
Evidentemente Mesa no había estado ajeno a todo el proceso de
designación de concejales y alcalde. Desde febrero estaba en contacto
con su primo Leopoldo Matos, Ministro de Fomento. Así en carta que
le dirige el 23 de febrero le expone su opinión y también su ruego en
cuanto a la constitución del Cabildo y Ayuntamientos, en los que parti-cipa
Matos como miembro del nuevo Gobierno.
Sobre los ayuntamientos, Mesa es de la opinión que, en Las Palmas,
Guía y Telde era necesario hacer el nombramiento por el Gobierno, pero
en las demás poblaciones se debía dejar libertad a los ayuntamientos para
nombrar a su alcalde «evitando así intervenir en cuestiones locales que
pudieran producir el enojo de personas amigas».
En el caso de Las Palmas, exponía Mesa a su primo que los 18
primeros contribuyentes constituían una serie de calamidades, salvo dos
o tres, que no especifica. «Gentes sin cultura y sin otras cosas para hacer
apetecible su compañía. Yo hago el número 25, de suerte que no llega
a mí el turno»
Tampoco le llegaba el turno por los ex concejales, como ya hemos
comentado anteriormente.
Ante esta situación Mesa escribe con bastante claridad a Matos: «De
manera que si he de ser alcalde, es menester que el Gobierno me nom-bre,
aún no siendo de la nueva Corporación». El argum. en.t,o de Mesa se h&. . en !es p r q p c t ~ s p ~ ~ ddie~ enjetru~c~ii n y la ilusion por prose-guir
al frente de la ciudad, aunque aceptaría gustoso cualquiera que fuera
la decisión de su primo. Pero, una vez más, Mesa ponía sus condicio-nes:
la Permanente debía ser nombrada por el Gobierno, «esto es indis-pensable
por cuanto de lo contrario la Permanente se constituirá como
quisiesen estos expendedores del alcohol. Dentro de unos cuantos días
te enviurC !os. nombres de !as perrenzs q w dehen c~nstitiiire sa firma-nenten.
Nuevamente, se aseguraba Mesa la presencia y el apoyo de
personas fieles a su gestión política.
El último ayuntamiento de la monarquía ... 85
Pero en el nombramiento de Mesa por orden gubernamental, (las
ironías de la vida hicieron que posteriormente, en septiembre de 1930,
y a raíz del asunto de la subasta de la obras de la carretera del Puerto,
éste defendiera la autonomía de los ayuntamientos con respecto al Go-bierno,
y condenara la ingerencia del Poder Ejecutivo en los municipios.
El mismo Poder Ejecutivo que ahora lo nombraba Alcalde de la ciudad)
no faltaron las quejas de concejales como, no podía ser menos, Tomás
Quevedo Ramírez, que muestra su disconformidad con la designación
del señor Mesa, al no haber sido de libre elección por los concejales,
sino por R.O., «cosa que se hubiese explicado en tiempos de la Dicta-dura
». El señor Quevedo aclara que no hay nada personal detrás de esta
protesta, y que lo que no acepta es el procedimiento llevado a cabo en
el momento político en que se encontraban. En agosto de 1930, se in-corporará
a la corporación el concejal Bemardino Valle y Gracia, y éste
no dejará pasar la oportunidad de protestar por la forma en que se cons-tituyó
el ayuntamiento del que forma parte, extrañándose que como
mayores contribuyentes figuran los que trabajan «y no los verdaderos
pudientes, los que viven sin trabajar, lo que demuestra la existencia de
una injusta tributación». Protesta igualmente del nombramiento de alcalde
por R.O., declarando que sus palabras dejan a salvo los respetos y con-sideraciones
personales que le merece; y protesta finalmente del modo
de funcionar de los ayuntamientos, conforme a un Estatuto que consi-dera
promulgado ilegalmente, entendiendo por lo mismo que no debe
prestar acatamiento a un régimen municipal contrario a la Ley que con-sidera
vigente.
Aclara Valle que regresa a la Corporación como se marchó, <<sinu n
solo momento de traición a sus ideas. Salió liberal, independiente, diri-gente
del Partido Liberal Canario, y regresa militando entre los republi-canos,
convencido de que no es posible la conciliación de la Democra-cia
con la Monarquía».
Poco más de un año, hasta abril de 1931, regiría Mesa los destinos
de la Ciudad. La gestión municipal continuó en la linea trazada en octu-bre
de 1929. El acuerdo y, en muchos casos, la unanimidad, estuvieron
presentes en la Corporación a la hora de aprobar medidas y proyectos
* A --:,.. .-.. +-,.-A? ---- l.. n : . - A - A / - l - - - & - - : l l - A - :---
rr;iiur;iirr;a Lc iiicjuial y uaiisluiiiiai id ~ i u u d u[i LILiLiILaIIIiauu, ~ V I I I I G I I -
tación, construcción de viviendas y escuelas, etc ...). Pero este acuerdo
se tornó en senas discrepancias a la hora de tratar y debatir otros asun-
86 M." Luisa Monteiro Quintana
tos que se convirtieron pronto en los más polémicos de la alcaldía
mesista, por el grado de desacuerdo en que se desenvolvieron, y que
revelaban que detrás de las diferencias de opinión, lo que había real-mente,
eran diferentes maneras de entender la política local y los inte-reses
municipales. Estos asuntos, que Mesa no menciona en sus Memo-rias,
fueron: las diferencias con la Compañía abastecedora de aguas, la
City, de la que Mesa era desde 1913, accionista, vocal y consejero, y la
distribución de concejales por distritos.
La Compañía londinenese «The City of Las Palmas Water and Power
Company Limited in Gran Canaria», era la encargada del abastecimien-to
de agua a la Ciudad desde la concesión del servicio en 1912, «mer-ced
al apoyo especial del alcalde leonino Felipe Massieu» 9.
a
N
El problema, uno de ellos, pues las diferencias entre la City y las E
distintas corporaciones fueron frecuentes hasta su fin, producido duran- te la dictadura franquista en que se adquieren todos los bienes de la O--- m
empresa, se plantea desde 1926 cuando la City comunica al Ayuntamien- 0
E
to que no tendría para el verano suficiente agua para toda la población, E
2
pidiéndole que cooperase en la compra de otras aguas con que aumen- -E
tar su caudal, a lo que accederían los diferentes alcaldes.
Así lo vuelve a plantear la compañía inglesa en junio de 1930, y es 3
-
en este aspecto donde surgen las discrepancias en el seno de la Corpo- -
0
m
ración capitalina al entender algunos de los concejales que el Ayunta- E
miento no tiene porqué pagar esta agua. En este sentido se manifiesta O
el señor Pérez Miranda para el cual, la compañía de abastecimiento es n
la que está obligada a adquirir toda el agua necesaria para las atencio- -E
nes del vecindario, no estando conforme con la solución adoptada por a
2
la Permanente de que sea el Ayuntamiento el que compre el agua. En n
este sentido solicita se lea el acta que contiene el acuerdo de la Perma- n
nente sobre este particular, no encontrando más que objeciones burocrá- O3
ticas, no leyéndose finalmente dicho acuerdo.
Mesa, por su parte, defiende la rectitud con la que ha obrado la
Alcaldía y la mayoría de la Permanente y la necesidad de poner rápida
so!xión a! prnh!ema. Dem~estra con datos y cifras que la escasez de
aguas no es una añagaza de la Compañía, basándose en el aumento de
la población y de las viviendas en Las Palmas de Gran Canaria desde
1923 en adelante. Para el Alcalde, (no hay que olvidar su vinculación
personal y profesional a la Compañía inglesa), sólo hay una solución:
buscar agua y comprarla, y recuerda que esta misma resolución fué
üd~ptadrp: : =t:m u!ru!des cazo Su!vudor Mmr i q x de L-rn o e! se-ñor
Bosch Millares, en 1926 y 1927 respectivamente, aunque ello supu-siera
una vulneración del contrato, y que «al encontrarnos hoy con el
El último ayuntamiento de la monarquía ... 87
mismo conflicto planteado hemos seguido el camino anteriormente tra-zado)).
Mesa se defiende así de lo que él mismo denomina «ataques no
justificados de elementos de oposición».
Después de un debate sobre si procedía o no la ratificación del acuer-do
de la Permanente de 25 de junio, éste se somete a votación, y por
17 votos contra 2 (sres. Pérez Miranda y Campos), el acuerdo de com-pra
de agua por el Ayuntamiento queda ratificado. No estaban presen-tes
en la votación ni Tomás Quevedo, ni Bemardino Valle y Gracia, con
cuya presencia, seguramente, hubiera aumentado el número de votos en
contra.
En septiembre de 1.930, el señor Valle presentará una proposición
tendente a mejorar el servicio de abastecimiento de aguas, y, aunque no
lo propusiera explícitamente, a denunciar y controlar también los posi-bles
excesos y arbitrariedades de la City. Algunos puntos de la proposi-ción,
consistían en la instalación de aparatos contadores en el empalme
de acometida de agua particulares a la del abastecimiento municipal;
deducir del caudal de agua que se compre al final de cada mes para
aumentar el caudal municipal, el volumen que haya sido vendido por la
City a consumidores que radiquen fuera del término municipal de Las
Palmas; que se rectifiquen las cifras liquidadas por cuentas de años
anteriores, a favor de la City, por concepto de aguas extra compradas,
deduciendo de sus importes los correspondientes a las aguas vendidas
fuera del municipio; limitar el consumo personal a dos metros cúbicos
por habitante y mes, sancionando económicamente el Ayuntamiento si
se excede del límite marcado.
El sr. Valle solicita se trate este asunto con la energía con que de-ben
defenderse los intereses municipales, sin encerrar censura alguna
contra nadie.
Finalmente, la proposición de Valle es admitida por la presidencia
en dos de sus puntos. Los referidos a la colocación de contadores y a
que no se compute como pago el agua que la City suministre fuera del
término municipal. Sobre los otros particulares se nombra una comisión
(Valle y Gracia, Rodríguez Hernández, Millán Jaubert, Melián y Pérez)
designada por el Alcalde para estudiar y proponer sobre los demás par-ticulares
de la proposición que acaban siendo aprobados el 12 de no-viembre.
Entrar en cada una de las propuestas acerca de la City, su debate y
discusión y otros particulares, supondría dedicar casi un monográfico a
este asunto, que, por o@. parte, ha sido estl~diado por Agmtín Millares:
Para éste, la City, junto a las Heredades de aguas, concretamente la de
Satautejo y la Higuera que presidía José Mesa y López, y los propieta-
88 M." Luisa Monteiro Quintana
rios particulares habían montado un negocio ilegal a costa del pueblo
de Las Palmas, favorecido y protegido por el viejo aparato caciquil. Será
el Ayuntamiento republicano-socialista de 193 1, el que desate una ofen-siva
contra una situación injusta, recumendo la Compañía, apoyada por
las Heredades y propietarios, a todo tipo de artimañas jurídicas para
perpetuar su negocio, apoyándose unos a otros 'O.
En cuanto a la distribución de concejales por distritos, el 15 marzo
de 1931 se convoca una sesión extraordinaria para fijar el número de
concejales que debían ser elegidos para la renovación total del Ayunta-miento.
La discusión se va a centrar en el criterio de distribución del núme-ro
de concejales por distrito. El Ministerio de Gobernación establece que
para determinar el número de concejales servirá de base el número de
residentes que arroja la rectificación anual de 1929. La Presidencia es-tima,
por lo tanto, que siendo en dicha rectificación el número de habi-tantes
de Las Paimas de 70.964, corresponcie eiegir 39 concejales en ios
nueve distritos del término municipal.
El criterio de distribución de los 39 concejales entre los diferentes
distritos va a ser la fuente de la prplongada discusión entre la Presiden-cia
y el concejal Valle y Gracia. Este discrepa de la distribución, pues
opina que no se puede hacer sin saber los residentes de cada distrito.
Afirma que en el Puerto de la Luz es donde principalmente ha crecido
la población, por lo que propone hacer una distribución en la que los
distritos de Santa Catalina y Arrecife obtendrían un concejal más en de-trimento
de los del Teatro y San José (distrito por el que Mesa se pre-sentaba
como concejal). Esta distribución,era la única legal para Valle,
pues la ley, según dice, no habla del número de electores, sino del de
residentes, y, por lo tanto, con el número de estos debe hacerse la distri-bución
y no por el censo electoral como está haciendo la Presidencia, en
detrimento, por tanto, de los distritos donde más ha crecido la población,
como son los del Puerto de la Luz (Valle se presentaba por Santa Cata-lina),
a los que correspondería el aumento de representación municipal.
La Presidencia discrepa del parecer del sr. Valle, y propone una
distribución en la que los distritos de Lazareto, Arenales y San José
tendrían seis concejales cada uno; Santa Catalina, cinco; Vegueta, Triana
y Teatro, cuatro cada uno; Arrecife y Tafira, dos cada uno. Para Valle
y Gracia esta distribución no es legal, no aceptando otro criterio que el
de la designación por el número de habitantes residentes y no por el de
votantes. .
Los concejales Quevedo y Pérez Miranda, una vez más, apoyan a
Valle. Los tres han demostrado a lo largo del año trancurrido que for-
El último ayuntamiento de la monarquía ... 89
man la única «oposición» a Mesa y sus fieles concejales, que se han
limitado a lo largo de la gestión a votar a favor de las proposiciones y
mociones de la Presidencia. La oposición de Valle, Pérez y Quevedo no
ha sido destructora ni demoledora, pues han apoyado con su voto mu-chas
de las propuestas de la Alcaldía, pero, en este caso, como en el de
la City, reflejan una manera distinta de entender la política municipal y
sus intereses en los albores de la proclamación de la 11." República.
Finalmente se someten a votación los dos extremos planteados. Sólo
los tres concejales mencionados, junto a los Srs. Roca, y Campos, votan a
favor de restársele un concejal al distrito de San José para aumentar en uno
el de Santa Catalina; los mismos concejales, salvo Campos, votan a favor
de restársele un concejal al distrito del Teatro en favor del de Arrecife.
En definitiva, con el apoyo de una Corporación que desde el princi-pio
le demostró su fidelidad personal y política, Mesa logra imponer su
criterio basado en la distribución según el número de electores, quedan-do
de esta manera la distribución numérica: Vegueta, 4; Teatro, 4; Triana,
4; Arenales, 6; San José, 6; Santa Catalina, 5; Lazareto, 6; Arrecife, 2;
Tafira, 2.
En unas elecciones municipales en las que Mesa y sus aliados polí-ticos
se jugaban mucho, no podían ceder en sus pretensiones lo más
mínimo, al tener asegurado el voto en aquellos distritos que tradicional-mente
les habían sido fieles. Aceptar el criterio de Valle, por muy legal
que fuera, suponía entregar dos concejales a dos distritos de tradición
obrera en los que republicanos y socialistas empezaban a tener gran
influencia. En un momento de movilización y tensión política importante,
lo fundamental era garantizar el voto allí donde era más seguro, y estos
eran los distritos de San José y Teatro, entre otros.
Este asunto ya había tenido un precedente en enero del mismo año,
cuando se produce el cese de todos los tenientes de alcalde por R.O. y
se disponía la Presidencia a elegir a los sustitutos. Mesa manifiesta su
intención, de acuerdo con la mayoría de los concejales, de elegir nue-vamente
a los concejales cesantes, a lo que se opone el sr. Pérez Mi-randa,
que considera que debía darse entrada en la Permanente a los
representantes de los distintos sectores de opinión que forman parte del
Ayuntamiento. Se refiere a aquellos concejales «representantes de lo que
pudiera llamarse la oposición, a fin de que los diferentes sectores polí-ticos
colaboraran con la mayoría en toda obra de administración muni-cipal
». De no ser así Pérez Miranda avisa que renunciaría, con carácter
inevocahlej a su <i=pde teniente de &a!&.
Finalmente se procede a la votación, dando el siguiente resutado:
Primer Teniente de Alcalde: David Ramírez Acosta, 19 votos; 2." Antonio
90 M." Luisa Monteiro Quintana
Roca Bosch, 18 votos; 3." Rafael Avellaneda Rdguez., 17 votos; 4." José
Rdguez. Hdez., 15 votos; 5." Juán Artiles Fabelo, 13 votos; 6." Bernardo
Suárez Talavera, 12 votos; 7." Juán Díaz Benítez, 11 votos; 8." Bruno
Naranjo Díaz, 8 votos; 9." Manuel Campos Padrón, 7 votos.
Pero el 12 de febrero se va a unir a la protesta de Pérez Miranda,
Valle y Gracia, pidiendo se haga constar en acta su extrañeza por lo
tardío de la rectificación del Gobierno en la sustitución de los Tenien-tes
de Alcalde que fueron nombrados por R.O., protestando de lo dis-puesto
sobre destitución de los alcaldes, también designados por R.O.,
por no hacerse efectiva a los de las capitales de provincia, lo que juzga
un absurdo y contrario a la Ley Municipal. Añade que esta protesta es
de carácter doctrinal y nada va con lo personal y que está conforme con
el criterio de que ha debido darse a la Permanente intervención a todos
los sectores políticos que integran la Corporación; si bien él no la hu-biera
aceptado por creer que dichas comisiones son ilegales en su cons-titución
y en su funcionamiento.
Pero la oposición a la política y gestión de Mesa también se hacía
desde fuera de la Corporación. Rafael Guerra del Río, miembro del
Partido Radical, manifiesta a Leopoldo Matos en agosto de 1.930, sus
protestas por considerar que se ejerce por parte de Mesa, un poder sin
control, trasladándole la queja de todos los periódicos de la Provincia,
salvo «El Liberal» de Mesa, contra la forma con que se ejerce la censu-ra.
Para Guerra del Río, el encargado de ejercer tal censura, Cipriano
Fernández de Angulo, no es más que un servidor de Mesa, que permite
publicar cuanto se escriba contra el Rey y la Monarquía, pero «pobre
del que se meta con la administración municipal». Si bien Guerra del
Río reconoce las altas dotes políticas y organizadoras de su contrincan-te
político, dice que no se le puede dar un poder sin control, «porque
fatalmente su carácter (rasgo de toda la familia) lo lleva a la dictadura
absoluta, que no admite ni contradicción». Para Guerra del Río, Mesa
está ejerciendo a través de la Alcaldía un poder sin control, que se
manifiesta en la censura de los periódicos, pidiendo a Matos interceda
en favor de estos.
CONCLUSIONES
La persona de Mesa y López consolidó en esta etapa la autoridad, in-fluencia
o preponderancia que había tenido desde su acceso a la Presidencia
del Cabildo Insular en 1916, con el paréntesis de 1923 a 1929, convirtién-dose
en una de las máximas figuras del caciquismo isleño de la época.
El último ayuntamiento de la monarquía ... 9 1
A lo ya señalado en este trabajo, se une el informe de diciembre de
1930, del Gobernador Civil de la Provincia, Luis de León, respondien-do
a los requerimientos del Ministerio de Gobernación pidiendo infor-mación
sobre la situación política de la Provincia de Las Palmas ". Luis
de León no duda en señalar al alcalde de la Capital, sr. Mesa, como la
persona más destacada en ese momento en la política actual, y lo hace
«sin temor a equivocación». Y no se equivocaba Luis de León. En la
correspondencia mantenida con su primo Leopoldo Matos mientras éste
fué Mtro. de Fomento y Gobernación, vemos como Mesa no sólo estará
presente en la política local a través de su gestión como Alcalde, sino
que también interviene indirectamente en las constituciones de otros
Ayuntamientos de la isla, proponiendo, aconsejando y desaprobando
sobre los nombramientos de alcaldes y Tenientes de Alcaldes, así como
Presidente y Vicepresidente del Cabildo, a través de su interlocutor en
el Gobierno Central, Matos. Mesa propone en Las Palmas y Matos ges-
A: --- riuiia efi Madiid. La ififhieficia del priimru estará presente taiíibién ea
la designación de Gobernador Civil en marzo de 1930, escribiendo Matos
a éste en los siguientes términos: «creo que te satisfará por tratarse de
persona completamente legal y que lleva las instrucciones necesarias para
poder desenvolver ahí una política de acuerdo contigo»
Son muchos los ejemplos en los que podríamos basarnos para de-mostrar
que las afirmaciones que hace el Gobernador Civil en su infor-me,
eran del todo ciertas, siendo José Mesa y López la persona más
destacada e influyente en todos los aspectos de la vida política y eco-nómica
de la Provincia.
Parece que, lejos de lo que sucedió en parte de la Península, la Dic-tadura
de Primo de Rivera no supuso en las islas la desaparición de la
maquinaria caciquil. En 1930 ésta reaparece con sus redes y engranajes
muy bien articulados, casi sin fisuras. Así, en vísperas de proclamarse
la 11." República, los mecanismos electorales de la vieja política, seguían
imperando en las islas orientales. No se entendería esta situación sin la
presencia en la actividad política y sin la capacidad de reorganización
de quien fuera el máximo exponente, cuando no el último, del caciquis-mo
isleño, en los albores de la proclamación de la 11." República.
M." Luisa Monteiro Quintana
NOTAS
1. MILLARESC ANTEROA, .: «La política en Canarias durante el siglo XX», en
VV. AA.: Canarias, siglo xx. Edirca, Las Palmas de Gran Canaria, 1983, p. 21.
2. MESA Y LÓPEZ, J.: Memorias de un Cacique. Fols. 43-44, fotocopia del origi-nai,
mecanografiado en e¡ Arcnivo Privaao de Don íosé esa y López. Las Paimas de
Gran Canana.
3. Archivo Histórico Provincial de Las Palmas, Fondo Documental Leopoldo
Matos. Legajo 187, 2369. (En adelante AHPLP-FDLM). Archivo Mesa y López (en
adelante AML), sin catalogar.
4. Así se lo expresa Mesa a Matos en carta de 28 de septiembre de 1929: AHPLP-FDLM,
Legajo 187-2369.
5. TuNÓN DE LARA, M.: La España del siglo XX. La quiebra de una forma de
Estado (1898-1931) Laia, Barcelona, 1981 : p. 201.
6. Actas Municipales del Excmo. Ayto. de Las Palmas de Gran Canaria. Libro 85.
7. Idem. Libros 86 y 87. AHPLP, Sección Ayto. de Las Palmas de Gran Canaria.
Serie: alcantarillado y pavimentación. Legajo 11.
8. En carta a Leopoldo Matos le escribe también: «las listas de mayores contri-buyentes
son un conjunto de inexactitudes, apareciendo los mercanchifles a la cabeza y
los grandes propietarios e industriales a la cola». AHPLP-FDLM, Leg. 7-494 a 628.
9. MILLARECSA NTEROA,. : «Sobre el papel de las compañías imperialistas en Gran
Canaria* en Aguayro, número 98, p. 34.
10. MILLARECSA NTEROA, .: «Sobre el papel de las compañías impenalistas en Gran
Canaria*, en Aguayro, n." 99, p. 33
11. AHPLP-FDLM. Legajo 29-993.