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LA PRESENCIA DE CANARIOS EN PUERTO RICO, SIGLO XIX. DON GREGORIO DE MEDINA * * El estudio está basado principalmente en documentación que se encuentra en e! Aichi~u Genera! de Pieitu Rico y en e! Aichivu MUí;icipa! de Poiice, como: pie-tocolos notariales (1815-1838), repartos de subsidio, censos, informes de riqueza, de obras públicas, del fondo de los gobernadores españoles y otros. «...habiéndose hecho en ellas [las Américas] las principales fortunas de ias islas [Canarias], contándose por ~eriíeriaies 10s isleños que habiendo emigrado con un saco al hombro, han re-gresado y regresaron a sus aldeas, con capitales más o menos importantes pero siempre considerables para la condición del que los adquirió; quedando otros muchos establecidos en aquellos países, después de haber hecho sus fortunas, no pocos de ellas colosales y de cuyas riquezas hacen participar al suyo, siendo numerosas las familias pobres y poco acomodadas que reciben constantes auxilios y pensiones de sus parientes enriquecidos con su trabajo, el cual empleado en el suelo que les vio nacer, ja-más le hubiera sacado de su miserable condición ... » l . A principios del siglo XIX en la isla de Puerto Rico, la gente vi-vía en estancias dedicadas al cultivo de frutos menores, necesarios para el consumo y el trueque y contrabando, pues la corriente comercial de la Península discurría mas bien hacia Nueva España y Tierra Firme 2. La pobreza de la agricultura isleña, reducida a la cría de ganado, y con la ausencia de un comercio exterior facilitaba la intro-ducción ilícita de géneros y efectos procedentes de las islas vecinas, lo que frenaba el desarrollo de Puerto Rico 3. Se produjeron unos cambios que alteraron la situación previa. Los sucesos mundiales más importantes durante los primeros años del siglo XIX que determinaron el cambio en la coyuntura histórica de Puerto Rico en 1815 fueron: la emancipación del mundo americano (1808-1833) y la guerra de la independencia de España (1808-1814). Las guerras de independencia provocaron la emigración a una gran parte de la población de las colonias del Nuevo Mundo y de la Pe- 290 Ivette Pérez Vega de Soler nínsula hacia Puerto Rico, siendo éste de los lugares seguros en Amé-rica. Ayudaron al cambio en Puerto Rico el libre comercio entre las colonias de América con la apertura de los puertos en la Isla lo que evitó un poco el contrabando; y la llegada de migraciones desde muy temprano de diferentes partes del mundo que continuaron durante el siglo XIX '. Este fue unos de los principales factores que beneficiaron el crecimiento del país. Entre las más importantes tenemos la de ca-talanes de España facilitada por el libre comercio 6, la de españoles de la isla de Santo Domingo por la cesión de la parte española a Fran-cia ', y la de franceses de Saint Domingue y de Francia por la inva-sión de Napoleón a España «Los trastornos de Costa Firme en 1810 complementaron el fundamento de la prosperidad de este país [Puer-to Rico]» 9. Llegaron de Venezuela comerciantes, terratenientes, no-bleza criolla, militares, burócratas, religiosos, refugiados políticos 1. .3 1 - 1 1 ~ - ~ riuyeriuo oei ievaniamienio en ese iugar !'. La nueva oia inmigratoria, en su mayoría, en busca de refugio de los bienes que lograban ex-traer del continente o de las islas caribeñas, con la experiencia que portaban y con el sentido promotor que tenían, tuvo que provocar forzosamente nuevas y fructíferas actividades agrícolas y mercantiles en Puerto Rico. Desde principios del siglo XIX había en Canarias un gran desem-pleo debido a «las sequías, la pérdida del mercado de la cochinilla y el rápido aumento de la población». Había escasez de trabajos en la agricultura y la industria obligando a «un gran número de canarios a emigrar» ". En 1814 el gobierno peninsular facilitó la inmigración en Puerto Rico de familias de Islas Canarias que venían con el interés de cultivar la tierra. Así llegaron 160 canarios ". Se repartieron tie-rras a los que venían de dichas islas y del continente americano, y, más tarde a emigrantes que habían huido de sus patrias, por motivo de las guerras 13. Ya para esa fecha Puerto Rico presenta un aumento en todos los órdenes de su existencia, especialmente, en la población y en la producción de frutos tales como: azúcar, café, arroz, algodón y tabaco, siendo el primero el más notable 1 4 . Otra gran contribución al comercio y a la agricultura, como al bienestar de la Isla fue la concesión de la Real Cédula de Gracias del 1815 15, que tuvo una vigencia de quince años, «...para remunerar los servicios y lealtad de sus habitantes y fomentar su población, agricul-tura y comercio» 16. La Cédula vino a confirmar, asegurar y ampliar unas medidas que ya ejercían en la Isla: la entrada de extranjeros, el comercio de esclavos y el comercio con países neutrales y colonias La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo XIX. Don Gregorio ... 29 1 amigas. Afirmando lo que expresó Morales Carrión: La Cédula «marcó el abandono formal del viejo exclusivismo español, tanto en la prác-tica como en teoría ... » l7 El desarrollo de las haciendas, el comercio y la trata de esclavos comenzaron con rapidez. Era preciso poner en marcha toda la empresa azucarera, en especial el negocio de escla-vos, porque Inglaterra con su insistencia de abolir la trata, ponía en peligro su viabilidad. Había prisa en el «vivir». Esta actitud de prisa se reflejaba hasta en el estado civil de muchos hombres, en especial, los extranjeros. Porque no había tiempo para la responsabilidad que representaba una familia, tan sólo había lugar para el negocio, para la ganancia. Y muchos peninsulares dejaban sus esposas allá, y los que se casaban aquí lo hacían con mujeres de sus tierras, porque iban a retirarse a su patria. No se pensaba en permanecer en la Isla, ésta era un punto de tránsito. Sin embargo, hasta 1816, Puerto Rico permaneció aislado del co-mercio europeo, dependiendo principairnenie dei cüriiei~iü de la isla de Santomas l8 (Saint Thomas) y del contrabando con las colonias extranjeras. Los desórdenes coloniales en América abrieron el comer-cio británico a unos mercados hasta entonces reservados por la Coro-na española. Mientras tanto, los Estados Unidos fortalecían sus lazos comerciales con las colonias españolas, en especial, Cuba y Puerto Rico 19. A principios del siglo xrx existía en el municipio de Ponce al sur de Puerto Rico un comercio pobre compuesto por una tienda mixta, una pulpería y algunos ventorrillos. Pronto, cambió el ritmo de vida, pues con la llegada de inmigrantes el comercio tomó auge. Acudían a su puerto con asiduidad barcos que recogían azúcar, café, algodón, maderas, cueros, ganado vacuno y otros productos de segundo orden dejando a cambio comestibles, mercerías, materiales y equipo de la-branza y esclavos 20. Comerciantes, como Gregorio de Medina, toma-ron la iniciativa del comercio dominando la economía en general en la distribución de mercancías, inclusive esclavos, la moneda circulante y el crédito ' l . La economía agrícola dirigida a la exportación facili-taba el establecimiento de un poderoso sector comercial que actuaba como mediador entre el producto y los mercados 22. Don Gregorio de Medina fue uno de los hombres más sobresalien-tes de nuestra historia económica y social durante la primera mitad del siglo XIX. Igual que muchos otros españoles salió de Canarias hacia a América en busca de bienestar y fortuna con su esposa Francisca de la Cruz Artuzo y se estableció en Barcelona, Venezuela donde se dedicó al comercio 23. Sin embargo, Medina tenía un gran conocimien- 292 Ivette Pérez Vega de Soler La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 293 to del cultivo y la producción de la caña de azúcar, con seguridad adquirido en su patria Islas Canarias. Luego de radicarse en la región sureña de Ponce en 181 1 24, instala en 1820 una de las haciendas azu-careras más fructíferas del país, demostrando ese vasto conocimiento y experiencia en el desarrollo del producto. Medina hizo de su ha-cienda Vayas 25 una excepcional, como muy pocas en Puerto Rico durante la época esplendorosa del azúcar. La Isla, después de Cuba, será la segunda productora del mismo en el Caribe durante la prime-ra mitad del siglo 26. Poco conocemos de la vida de Medina en Canarias. Sus padres eran José Medina y Antonia Martín, naturales de Sauces, Islas Cana-rias, y «cuya existencia él ignora» según declara al llegar a Puerto Rico 27. SU esposa natural de Palma, era hija de Domingo de la Cruz y Rosa Artuzo, difunta. Sus seis hijos (cuatro mujeres y dos varones) eran Rosa, María de las Nieves, Antonia, Dolores, José, y uno de nombre desconocido 28. Tal parece que murió luego de su arribo a la Isla. Medina permaneció en Costa Firme con su familia hasta que comenzaron los disturbios revolucionarios y de independencia de Ve-nezuela 29. Se dirigió a Puerto Rico desde Santomas, isla danesa si-tuada al sur de Puerto Rico. Santomas era el enclave mercantil más importante del Caribe du-rante esta época donde se encontraban sucursales de las principales casas comerciales europeas y norteamericanas 30, y principal centro de comercio negrero. También servía como lugar de paso para los emi-grantes de todas partes del mundo que llegaban por diferentes razones, indecisos hacia dónde establecerse. Tal parece que Medina quedó en Santomas algún tiempo, ofreciéndole la oportunidad de conocer a fon-do ese dinámico comercio con el que tendría tanta relación cuando se estableciera en Puerto Rico. Fueron muchos los emigrantes que escogieron a Puerto Rico y, en especial, a Ponce para radicarse. Re-gión virgen sin explotar que comprendía de las tierras más fértiles de la Isla para el cultivo de la caña de azúcar. Sus extensísimas llanuras estahan favorecidas por un clima calido, ideal para la siembra del fru-to ". Además, le favorecía la cercanía de Santomas, tanto para reci-bir emigrantes como para comerciar con esa plaza. Para los del sur de Puerto Rico era más fácil comerciar con dicha isla que con la ca-pital San Juan situada al norte, ya que la última se encontraba más distante de Ponce, debido a las pésimas condiciones de las comuni-cacinfips rprrpstrps 32. En el tiempo que Medina llegó a Ponce también arribaron a Puerto Rico 72 canarios procedentes de Islas Canarias y 11 de Venezuela 33. 294 Ivette Pérez Vega de Soler El vino con su familia y una esclava, y con metálico para establecer de inmediato una tienda de mercerías en la zona urbana 34. Así decla-ra a las autoridades su propósito de establecerse en el país: «Para dedicarme solamente al comercio» 35. En 1815, el gobierno le conce-de un solar en el pueblo 36 donde establecerá la mercería y casa de habitación. Tan sólo había cinco comerciantes con licencia radicados en el pueblo, dos mercerías y cuatro pulperías. La otra mercería era del comerciante catalán Ventura Fornaguera, quien fue durante dos décadas otro de los grandes comerciantes de la región 37. Medina, en 1818, establece una pulpería 38, y ya para esa época sobresale como un comerciante mayor, propietario del principal del almacén del pue-blo y con negocios con importantes casas de Santomas, como Grunner y Co. (alemana) 39. Ese año vende al comerciante venezolano Joaquín Vargas una casa de vivienda en el pueblo en 4 mil pesos 40. Su acti-vidad mercantil se extiende hasta la Guaira donde envía productos, como meiao y azúcar ". Ei mapa cie Ponce que trazará ei Intendente Alejandro Ramírez en 1818 indicará su almacén en la Calle Comercio, como el principal del pueblo 42. Será el primer proveedor de mercan-cías de comerciantes mayores y menores y de hacendados. Es decir, en cuatro años Medina tiene instaurado el más valioso comercio de Ponce en el que obtiene cuantiosas ganancias. El municipio más im-portante de todo el sur y la segunda ciudad de toda la isla. Desde su llegada, lo vemos relacionado en negocios con las personas más destacadas del pueblo tanto peninsulares como extranjeros: los comer-ciantes catalanes José Pedrosa, Ventura Fornaguera y Bonocio Tió 43, el comerciante y hacendado corso Pablo Bettini 44, el hacendado fran-cés Pedro Gautier, a quienes servía de testigo en sus transacciones comerciales y de albacea testamentario. Más tarde estará de tasador de propiedades, principalmente haciendas 45. Medina es el comerciante más versátil del pueblo, participa en toda clase de negocios y actividades: desde comprar y vender cualquier propiedad (tierras, estancias, haciendas, casas, esclavos) que le pro-vea ganancias 46. Igual que el corso Francisco María Tristany (princi-pal negrero de la región), es uno de los pocos propietarios que adquiría casas tanto para arrendar como para revender. Por su deman-da, ésta era una inversión segura que podía vender cuando fuera ne-cesario sin gran dificultad y con buena ganancia. Medina prestaba dinero para las «urgencias» de cualquier persona 47, como también pedía dinero prestado a grandes comerciantes para invertirlo en dife-rentes lucrativos negocios. Desde 1815 está como encargado en la formación del reparto por el comercio, de partidor y recaudador del La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 295 subsidio (contribuciones) para el municipio, como de colector y de depositario de cuentas. Como también de contribuyente de cualquier recaudación del gobierno 48. Fue nombrado depositario de la cuenta (entrada y salida de caudales) de la construcción de la obra de la batería del fuerte de la Playa 49. Los recaudadores de impuestos como los depositarios de cuentas eran personas bien solventes ya que ase-guraban con su metálico la cantidad total que guardaban o la que iban a cobrar. Por muchos años fue miembro de la Junta Directora del Cabildo de Ponce siendo su presidente. Ocupó la posición de segun-do alcalde en 1820 y 1823. Desde su llegada a Ponce siempre estuvo presente en la mayoría de las reuniones del Cabildo participando en todo lo que concernía a los problemas y el bienestar del partido 50. En 1823 el ayuntamiento fue ubicado en la casa de Medina, por esta proveer mejores condiciones físicas Perteneció a la Junta Electoral Parroquia1 y fue «compromisario» de la parroquia. Durante esa déca-da y de la próxima, fue uno de los 14 «electores pudientes» (desig-nados por el Ayuntamiento de San Juan) quienes eran los más adine-rados del país Fue uno de los ciudadanos que más activamente participó en la vida pública del país. Ejecutarle la garantía de los deudores que no podían pagarle, y el no pagar a tiempo a sus acreedores fueron de los principales recursos que utilizó Medina desde su llegada, y que lo ayudaron a enriquecer-se con rapidez en corto tiempo. Usualmente, Medina con facilidad despojaba a sus deudores de sus posesiones que las habían gravado a su favor, sin embargo, paradójicamente, a sus acreedores les tomaba años en poder recuperar lo adeudado por Medina, aun con serias ame-nazas de demandas y embargos. Por ejemplo, así perdió la solterona Teodora Fernández 3 cuerdas de terreno en 1824, las que después vendió Medina al rico comerciante-hacendado - alemán Juan David Wedstein de Ponce 53. Algo similiar le sucedió a la Viuda Hurtado dos años antes. Al morir su esposo, éste tenía una deuda con Medina de 500 y pico de pesos, y al no poder satisfacer la deuda en dinero tuvo que entregarle unas tierras; aun cuando ella le informó que su dote aportada al matrimonio no respondería por la deuda54. Medina de-mandará al comerciante gallego Juan García ante el Tribunal de la Marina por deuda de 780 pesos, por la que responderá su casa hipo-tecada 55. Pero, al contrario, Medina, usualmente, se rehuía a saldar deudas. Por ejemplo, se niega a pagar en 1818 a la más grande casa mercantil de Santomas C.F. Cherman iim !ihrmz~ de 1.613 pews, exponiendo tranquilamente que no le debía nada; la misma la saldará tarde, muchos años después 56. Dicha situación se dio muchas veces 296 Iverte Pérez Vega de Soler en la vida de Medina, pero él siempre se ((salía con la suya» como vulgarmente decimos en mi tierra. Tan fue así, que en otra deuda de 1.800 pesos pagadera en 1821 en plata o en oro con la casa Gillio y Co. de Santomas, la que debía pagar en 8 meses, no fue hasta 1836, quince años más tarde, que el acreedor pudo ejecutar una casa que garantizaba la deuda, cuando ya Medina no residía en Ponce 57. ¿Cómo se las ingeniaba para lograrlo? Lo desconocemos. Su poder no tenía límites. De esta forma, sin pagar a tiempo ó pagando cuando quería, se enriqueció, y ya para 1820 era uno de los comerciante más ricos de Puerto Rico. Para 1820 Medina perdió su principal propiedad en el devastador fuego que destruyó prácticamente el pueblo de Ponce Todos los m principales comercios del pueblo desaparecieron. Estos pertenecían en a su mayoría a peninsulares. Medina perdió 80 mil pesos: 50 mil en el P comercio y 30 mil en su casa de vivienda, la que se encontraba en la -n parte superior de la propiedad j9. En su almacén se incendiarion ios - a bocoyes de ron almacenados, barriles de pólvora, aceite, alquitrán y E otros materiales inflamables. Se hizo una recolecta entre los vecinos B del pueblo para ayudar a los afectados, uno de los contribuyentes fue - Medina 60. El único auxilio que proporcionó el gobierno fue condonar 5 el pago de las contribuciones a los propietarios que perdieron sus - a casas. Es impresionante que existiera una residencia de un valor tan Q B alto en Puerto Rico durante este tiempo. La próxima de más valor era O de unos 20 mil pesos incluyendo el comercio, del catalán Salvador S Blanch 61. Los catalanes se distinguían en el comercio por ser de los n más adinerados. La casa de Medina, un pequeño palacete, contaría con $ un exquisito mobiliario y los adornos más finos y caros de ese tiempo A que llegaban a Puerto Rico provenientes principalmente de Europa 62. n n Igual sería la vestimenta, las joyas, y otras prendas que utilizaba la 5 S familia Medina, como también los comestibles y las bebidas que in- O gerían. Vemos que Ponce contaba con un mercado de artículos de lujo que sólo estaba al alcance de la clase opulenta, y el que estaba con-trolado en gran parte por Medina al ser el primer almacenista de la región. Medina logró sobrevivir a la gran pérdida de su propiedad con su liquidez monetaria y la compra que había hecho ese año de Vayas en vías de desarrollo 63, pudiendo transformarla en corto tiempo en una gran hacienda. Aún con lo sucedido en el fuego, el siguiente año Medina adquiere otra casa de vivienda en el pueblo con un valor de 3 mil pesos 64. Utiliza como vivienda ambas casas, la de la hacienda y la del pueblo, debido a sus múltiples negocios tanto en la zona ur- La presencia de canarios en Puerro Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 297 bana como en la rural. Además tenía establecido otro comercio en el pueblo, con un capital de 7 mil pesos en mercancías, valor superado por otro comerciante en sólo mil pesos ". Dicho comercio se man-tendrá como uno de los tres primeros hasta el 1825 66. SU poder de adquisición y liquidez monetaria impresiona. La evidencia nos demues-tra que Medina tendría mucho dinero en efectivo para poder conti-nuar adquiriendo propiedades y estableciendo negocios, y continuar el funcionamiento de Vayas, después de haber sufrido una pérdida tan funesta en su principal propiedad. Era muy difícil recuperarse econó-micamente luego de un suceso de esa índole. Tan sólo Medina pudo lograrlo sin dificultades. Es muy importante señalar que para la década del '20 muy pocos peninsulares, en especial comerciantes, estaban interesados en desa-rrollar haciendas azucareras, ni de otra clase. Por lo general, les in- *--.-.,.,. rr;ic;aab~ el caiercio. Siii embargo, para esa época ?v!ec!ina tenia a Vayas en su proceso de expansión, cuando el azúcar está en Puerto Rico alcanzando el gran momento de su boom. El fuego de Ponce le confirma a Medina que la diversificación es sumamente importante en las inversiones. Por eso adquirió tierras al poco tiempo de su llegada. Aprovechó el momento preciso del desarro-iio azucarero, aciquiriencio a precio moderado de ias mejores tierras, estancias, etc. Compraba toda tierra como inversión que consideraba en bajo precio, para revenderlas con jugosas ganancias. Por eso, ven-de al día siguiente de su compra en 1818, una estancia de 26 cuerdas al francés Luis Lamoutte en 1.500 pesos de contado. Esta le había costado 800 pesos en efectivo 67. En esa época, eran los extranjeros los que estaban enfrascados en la adquisición de grandes extensio-nes de tierra en la Isla. De esta forma compraron las mejores hacien-das del sur y sacaron del panorama agrícola a los criollos. Estos por su necesidad de metálico vendieron lo que vendría a ser en pocos años lo más preciado de la Isla: la tierra. Así la economía de Puerto Rico cayó en manos de un puñado de gente: unos poderosos extranjeros y peninsulares, y criollos de Venezuela. Me pregunto: ¿Cómo fue posible que una persona de esa época pudiera a la vez perder 80 mil pesos, pagar en efectivo casi 19 mil pesos de una propiedad, comprometerse a saldar 8 mil y pico de pe-sos en 4 años, comprar otra en 3 mil pesos, y continuar ascendiendo en sus negocios y acumulando dinero? Veamos cómo fue la compra de la hacienda Vayas por Medina en 1820. Al principio tenía una extensión de 60 a 70 cuerdas, con sólo 14 ó 15 sembradas de caña. El costo total fue de 27 mil pesos en 298 Ivette Pérez Vega de Soler «plata metálica fuerte»: 8.281 pagaderos en un término de cuatro años años con una prima de 6 por 100 anual. El resto sería pagadero en efectivo: 18.700 pesos a diferentes personas (siete), entre ellos había dos casas mercantiles, una local (Acevedo y Pardo) y la otra de Santomas (C. F. Overman) 68. Determinamos que Medina inicialmen-te construye a Vayas con la compra de una mediana hacienda y los terrenos adyacentes a la misma, a varias personas. La llamaría Vayas por la valla o verja que separaba un pedazo de tierra del otro cuando los adquirió -eran las vallas las que estaban como fieles indicadores de lo que pertenecía a cada cual. Su gran hacienda se creó de la unión de muchas vallas. Es interesante conocer cómo era Vayas en su comienzo de gran ,, hacienda o plantación: contaba con «24 negros, 112 yuntas de bue- D E yes, fondos, trapiche, alambique y todo lo necesario para el buen fun-cionumientn y !u fubricxiór! de! u z ú c ~ r i E~e~sd. e entnfices Medinu, O adquirió cualquier terreno, estancia, sin importar su tamaño, después - m O que fuera adyacente a su hacienda, y le sirviera para extender ésta ' O . E E Como también arrendaba tierras localizadas en el mismo sector, con 2 E igual propósito, las cuáles compraba cuando se presentaba la oportu- - nidad 71. En seis años, 1826, la hacienda había aumentado en exten- 3 . , sien ;v en la fuerza laboral de una forma espcciacülar: contaba con -- 0 «115 cuerdas de caña, 90 cuerdas de pastos, 111 negros de ambos m E sexos y todas las edades, caballos, trapiche con tambores de hierro, O puerto en su casa, alambique montado también en su casa, con los utensilios correspondientes, almacén, fondos y purga, también con n E los utensilios necesarios; un hospital, casa de tonelero, bagacero, - a cocinera para los negros, casa de mayordomo, caballería, palomar, casa nl de habitación, y dos casas para los negros con murallas de mampos- n n terían; además de «130 cuerdas de terrenos de pastos y montes en el barrio Portugués» 72. Había aumentado su esclavitud en 89 más de la 3 O anterior. Era la primera en esclavitud y la segunda productora de azú-car en la región sureña y una de las principales del país. Cuatro años más tarde, 1830, Vayas contaba con 130 esclavos y su valor era de 140 mil dólares 73. «Allí vivió SU dueño cómodamente, al estilo de vida de un caballero o gran señor» ". Como bien decía el visitante irlan-dés Coronel George Flinter, sobre Vayas y su propietario: «Un indi-viduo que compró una plantación hace unos años en Ponce, la que estaba valorada en 100.000 dólares, en cinco años, además de mante-nerse él y su hacienda, saldó la deuda en su totalidad, quedando la propiedad como ganancia» 75. Ya para 1826 Medina está deseoso de retirarse de sus negocios y La presencia de canarios en Puerro Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 299 regresar a su tierra. El sueño deseado de todo peninsular: disfrutar en su tierra de toda la ganancia acumulada en América, dejando a sus familiares a cargo de los negocios para que continuaran produciendo, y enviando metálico a España. «Las remesas invisibles que los emi-grantes envían a sus familiares como ayudas o soporte a su sosteni-miento », como dice Béthencourt Massieu 16. Esta fue la política económica general establecida por los peninsulares que dirigió sus empresas. De esa manera, se fue drenando la Isla de capital a través de todo el siglo XIX y su recuperación se hizo imposible. Para fines de siglo, la economía de Puerto Rico había descendido considerable-mente 17. Medina, siempre velando por sus intereses económicos. aprovecha el casamiento de su hija Rosa con el gran comerciante esclavista nor-teamericano de Rhode Island Arthur B. Rogers para asociarse con él vendiéndole la mitad de la hacienda Vayas en 1826. Decisión poco usual en esta época ya que al extranjero era visto por los españoles como al más fuerte competidor junto con los que procedían de Vene-zuela. Por eso, era muy raro que un peninsular se asociara con un extranjero. Medina fue el único peninsular en Ponce que se asoció con cri extrucjere en e! ~ e m e r c bd urante !a é p c u estudiada. Lu mxtali-dad de Medina en cuestiones mercantiles ó económicas siempre fue muy diferente a la del típico español de la época. Y, con seguridad él pensaría: ¡qué mejor socio que su yerno quien cuidaría de su parte si él decidía marcharse de Puerto Rico! De esa forma, eliminó un competidor en los negocios y lo hizo su aliado. Vende la mitad de la hacienda en casi 48 mil pesos, por ser el esposo de su hija. Los tér-minos fueron: un pronto de 10 mil pesos de contado, el restante a plazos de 5 mil pesos por año, con un 6 por 100 de interés sobre lo adeudado 18. ES decir, estaría salda en 7 años, en 1833. Sociedad muy ventajosa para Medina, ya que tiene en Rogers quien se haga cargo de todos sus negocios y hacienda cuando regrese a Canarias. Además tendría a Rogers, gran conocedor del mercado norteamericano, como intermediario en sus negocios con los Estados Unidos, su principal plaza de exportación. Tener como intermediario un ducho en el idio-ma inglés era una gran ventaja ya que la comunicación comercial se facilitaba completamente. El comercio de esa nación estaba en un momento de gran desarrollo con las colonias europeas americanas? como las de Inglaterra. En algunos años (en la década del '30), los Estados Unidos sustituiría a Santomas como principal enclave mer-cantil del Caribe 79. Y de gran peso para la familia Medina era que Rogers entrara a formar parte de la familia, de quien se esperaba ve- 300 Ivette Pérez Vega de Soler lara por los intereses económicos de ésta. No hay que olvidar que las uniones matrimoniales entre familias adineradas se hacían a conve-niencia del status económico y social de éstas. Y si se podía convinar un «buen partido matrimonial» (blanco, adinerado, extranjero o penin-sular) con un gran comerciante o hacendado, todavía el candidato se hacía más atractivo para la familia. Con Rogers, Medina obvió todos los intermediarios que antes necesitaba en la operación de negociar y exportar los productos agrícolas. Las ventajas de Rogers en este ma-trimonio y sociedad son incalculables e innumerables. Semejante si-tuación tenemos con el matrimonio de la otra hija de Medina, Dolo-res, con el comerciante alemán Carlos Teodoro Oppenheimer. Este había llegado a Ponce junto a su hermano Guillermo Gustavo desde Nueva York 80, y convenientemente se casó con la adinerada Isabel Bettini 'l. Tal parece que al ser la unión una de conveniencia, Oppen-heimer al enfermarse no pudo sostener la relación con Isabel por lar-go tiempo, y se marchó para su país (Hamburgo) con sus hijos. La sociedad Medina y Rogers, sumamente beneficiosa para el último, lo sitúa en la cima de la sociedad ponceña y le asegura afin-carse con fuerza económica en la zona sureña. Rogers se había enri-quecido en 1825 junto al norteamericano de Baltimore James Atkinson en el comercio de esclavos En dos meses vendieron mil negros en 130 mil pesos 83. SU posición económica lo ayudó a conseguir su ade-cuada consorte, Rosa de Medina, «el mejor partido del pueblo» y posiblemente de Puerto Rico. Además, logró asociarse con uno de los hombres más ricos del momento y, obtener la mitad de una de las mejores haciendas de la Isla fue el mejor negocio que pudo contraer en su vida. Además junto a Medina podía ejercer como comerciante, actividad que estaba vedada por el gobierno a los extranjeros, como también participar en el comercio marítimo y poseer una embarcación, según la Cédula de Gracias del 1815. De esta forma el gobierno obli-gaba a los extranjeros inmigrantes a dedicarse a la agricultura que era io de más urgencia para ei desarroiio económico aei país. Así, ei co-mercio en general, como la importación y la exportación quedaba ple-namente para los españoles. Los extranjeros podían participar del comercio si se asociaban con españoles. Rogers, igual que otros extranjeros, fueron los candidatos preferidos para las hijas de los peninsulares. Como era la costumbre al contraer matrimonio, entre fa-milias con dinero, Rogers entrega a Medina 2 mil pesos de fianza, «para responder a las resultas que puedan ocurrir» después del matri-monio », y Medina «obliga sus bienes presentes y futuros, especial y señaladamente su hacienda de caña en el barrio Portugués con todos La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 30 1 sus establecimientos de valor de más de 80.000 pesos»84. La canti-dad de la dote de Rosa no es estipulada en el contrato con Rogers, pero sí está garantizada con Vayas. En muchos casos el casamiento de la hija fue lo que vino a ofrecer seguridad, estabilidad y logro a la empresa. La familia de la chica le aseguraba al joven comerciante: hogar, trabajo, posición social y económica, y estabilidad: la máxima aspiración del joven comerciante. Este a cambio aportaba principal-mente, la continuidad de lo heredado. En su deseo de ampliar la hacienda, Medina solicita al gobierno terrenos baldíos, situados al fondo de Vayas, con el propósito de pas-tar animales y dedicarlos al cultivo de productos de subsistencia. De esa forma podía dedicar los terrenos que ocupaban estas labores en su hacienda a la siembra de azúcar. Ofrece a cambio construir un foso, entre un caño que desagua al Puerto de Caballón y el Río ~majagua, el següfi&(j a: pUe"u:o. so:icita gobiei-i;o e; :;:U-lo de propiedad de terrenos que comprenden su hacienda, una caba-llería y una cuerda 85. Entre 1823 y el '30 Medina se dedica a comprar terrenos para sembrarlos de caña fuera de su propiedad, lo que demuestra que ya la tierra en los lugares de mejor localización en Ponce están escasos. Para estas fechas ia gran invasión de inmigrantes de toaos iugares se hace patente. Tanto extranjeros como habitantes de Venezuela están comprando las mejores haciendas de la región. Medina adquiere 64 cuerdas de pasto y monte en el lugar llamado Barrero pagando 400 pesos de contado 86; 90 cuerdas en el Hato del Guanabo en el barrio Boquillas en 5 mil pesos en efectivo 87, y una hacienda de caña en el barrio Matojal en 3.500 pesos a plazos La asociación de Medina y Rogers es muy conveniente ya que no necesitan de intermediarios para mercadear su azúcar y otros produc-tos de la hacienda. Además se dedican a servir de agentes de otros productores del área y de la Isla con las casas compradoras de azú-car en el exterior. No hay que dudar que también eran refaccionistas para los productores. Su liquidez monetaria les permitía esta activi-dad tan lucrativa y conveniente por la que cobraban altísimos intere-ses. El refaccionista era el que proveía todo el dinero que necesitaba un hacendado en la producción total del producto durante la zafra, desde implementos agrícolas, dinero para comprar bueyes y caballos, esclavosj y hasta metSlico para e! diario vivir de la familia. Se supo-nía que la deuda se saldaba luego de la venta del fruto, cuando se obtenían las ganancias, pero la mayoría de las veces el hacendado quedaba con gran parte de la deuda para el próximo año, y así suce- 302 Ivette Pérez Vega de Soler sivamente, por largo tiempo. De esta forma las deudas se hacían eter-nas y los productores quedaban atrapados con unos onerosos intere-ses que a veces alcanzaban hasta un 21 por 100 anual. Esta fue una manera en que hacendados endeudados perdieron su propiedad en manos de refaccionistas. Al principio Medina y Rogers utilizaban para la exportación bar-cos que consignaban y enviaban, en especial, al mercado de los Esta-dos Unidos 89. Su primer comprador de azúcar era la companía de Baltimore: Harnmond & Newmann 90, la que estaría relacionada con la casa B. Hammond de Liverpoo19'. La primera era la principal com-pradora norteamericana de azúcar de los grandes hacendados de Ponce, y José Balecier y Co. de Nueva York y Baltimore 92, con quien el comercio mayor del sur estuvo relacionado desde años tempranos. Rogers conocía muy bien los comerciantes de Baltimore ya que su antiguo socio Atkinson radicaba en ese lugar. Baltimore era conocida por la construcción de barcos que se empleaban en el comercio de negros 93. Estas dos casas comerciales también actuarán de apodera-dos de Medina y Rogers en sus asuntos mercantiles en los Estados Unidos. Como por ejemplo, Hammond & Newmann se hacen cargo del reclamo de los aseyuros del bergantín norteamericano Columbia. principal navío que utilizaban los socios y el que parece ser de su propiedad o tenerlo en arrendamiento, ante el Tribunal de Justicia de Baltimore 94. Sin embargo, en 1827 Medina revoca el poder dado a Hammond & Newmann al enterarse de que dicha compañía no se en-cuentra muy sólida e~onómi c ament eE~l~lo. s temían que ésta se fue-ra a la quiebra y que pudiera apropiarse del dinero que recaudaran de los aseguros del reclamo. Medina, entonces, le otorga el poder a la antes mencionada Balecier y Co 96. La inestabilidad del mercado nor-teamericano en ese momento hará que Hammond & Newmann se vaya a la quiebra, como también la casa Balecier 97. Alexander Harang, hacendado de Ponce, demandará a Medina y a otros en 1828 por ser los deudores de Balecier de ia cantidad de í,5UU pesos ". iodavia en 1829 el asunto del reclamo está sin resolverse y Medina nombra a Rogers para que continúe a cargo del caso en los Estados Unidos. Le da el poder absoluto para «todos sus asuntos y negocios pendientes o que en adelante se le ofrezcan» 99. Esto denota la total confianza que tenía Medina en su yerno en la toma de decisiones en la sociedad. Para 1829 los socios utilizan una serie de buques para su comer-cio. Es interesante detallar la forma en que éstos llevan a cabo la actividad de intermediarios o agentes con productores locales. Tene-mos, por ejemplo, el hacendado Manuel Soltero de Marguetti y su La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo x~x.D on Gregorio. .. 303 socio (de nombre desconocido) del partido de Humacao (localizado en el noreste de la Isla, rica zona azucarera) que bajo contrato con Medina y Rogers, se ven obligados a unas severas estipulaciones. Veamos: «Conducirán al puerto de Arroyo, del pueblo de Guayama, por cuenta y riesgo de ellos, en el buque o buques que proporcionará Rogers a la consignación del los agentes que él destine, en cuales-quiera de los puertos que elija». Amén de obligarlos con los altos cargos que conllevaba la exportación y al alto interés (el legal era el 6 %) que pesaba sobre la cantidad adelantada por los acreedores para sufragar dichos cargos, hasta que éstos fuesen reembolsados de su principal con el producto del azúcar. Rogers entrega a los hacenda-dos una libranza de 500 pesos fuertes, pagadera en 60 días, contra una casa mercantil en Nueva York, no especificada. Esto sería aproxi-madamente la mitad de lo que calcula Rogers los cargos del embar-que teta!, 1,125 peses (8 4.5 npcnc mariiniiinnc e! n i i i n t ~ l ?_e & C Z ~ 6 Y'""" "'---Y- "'"" Y-""-- a 4 pesos españoles) 'O0. Para finalizar, expresa en el contrato: cual-quier saldo que le pueda resultar a favor del uno y10 el otro, en el último arreglo de cuentas, será reintegrado de su alcance, cuando se reciban las cuentas de los Estados Unidos» 'O'. La comisión de la casa del Norte sobre la venta será al respecto el 5 por 100 y el 2 1/2 por 166 de garai,das oheel pro&cto bmio de: azúcar, los demás gas-tos ordinarios que ocurran, los que podían aumentar considerablemente en esta clase de transacción. No cumpliendo Marguetti y su socio con las condiciones expresadas se apremiarán como era la costumbre 'O2. Hay que aclarar, que no era un interés de un 6 por 100 anual so-bre la deuda total, sino que, como hemos dicho antes, muchas veces cobraban hasta un 18 a un 21 por 100 anual, y le pagaban el azúcar al precio corriente de la plaza (Puerto Rico), el que usualmente era más bajo, no al precio mundial del azúcar, y la moneda se calculaba equivalente a macuquina, no en pesos fuertes o dólares. La gran ga-nancia la tenía el intermediario que se apropiaba de la diferencia en la moneda que pagaba al hacendado de menos valor como era la macuquina (venezolana), y la moneda en dólares o fuerte que recibía del comerciante del exterior. La macuquina, moneda de plata y muy gastada, desvalorizada aun en Venezuela, había sido aceptada como moneda corriente en Puerto Rico a principios del siglo 'O3. Fue con-veniente para la Isla por la escasez monetaria existente, como para los emigrantes de Venezuela que trajeron su dinero sin ningún pro-blema y lo pusieron a circular. El contrato descrito nos demuestra su rigurosidad y lo poco favorable que era para el hacendado, encontrán-dose en una situación sin posibilidades de mejorar las modalidades 3 04 Ivette Pérez Vega de Soler establecidas por los mercaderes. Solamente hacendados-comerciantes, que logran ser sus propios intermediarios tendrán un éxito pleno en ese mundo mercantil. La trata era el principal negocio lucrativo en Puerto Rico 'O4. El poder combinar todas las actividades agrícolas y mercantiles prin-cipales (hacendado, almacenista, dueño de tiendas, prestamista, re-faccionista, esclavista, exportador-importador, intermediario) fue lo enriqueció de manera contundente al inversionista de este tiempo. Te-ner la capacidad para llevarlas a cabo como lo hizo Medina y con éxito, no fueron muchos en Puerto Rico. Y menos siendo peninsular, los que generalmente no les interesaba el desarrollo de haciendas azucareras y eran pocos los que incursionaban eri el mercado de es-clavos. La realidad era que para participar en dicho mercado se necesi-taba disponer de un gran capital líquido, arriesgar grandes cantidades de dinero y poder aguantar o soportar esos riesgos por largo tiempo. La venta de negros se hacía de forma legal o ilegal. La ilegal era cuando no mediaba ninguna clase de documento, y era muy corrien-te. De esta forma no se pagaban impuestos al gobierno en la compra-venta. Encontramos muy pocas acreencias o ventas protocolizadas de la sociedad Medina y Rogers durante esos años, lo que demuestra que estaban vendiendo la mayoría de los esclavos que adquirían de con-tado. Dichas ventas se encuentran principalmente entre 1827 y el '30 'O5. Además ni Medina ni Rogers figuran como usuales compra-dores de esclavos en las varias listas que encontramos de los grandes vendedores de la época, indicándonos que importaban los esclavos que vendían, no utilizaban mediadores 'O6. Sin embargo, Medina en 1828 adquiere de la Co. Pedrosa y Rabasas de Ponce 46 esclavos los que creemos se utilizarán en Vayas, ya que su producción había aumenta-do inesperadamente. La adquisición se hizo en 2 compras consecuti-vas: 24 negros a crédito y 22 de contado, por el valor de 7 mil pesos en moneda corriente. Los que compró a crédito fueron saldados en un mes. Había 24 hombres, 10 mujeres, 10 chicas y 2 muleques 'O7. ivíuy pocos hacenaacios podían comprar esa cantidad de esciavos para pagarlos en tan corto tiempo. La liquidez de Medina es demostrada en todo momento. El débito por negros, a Medina y Rogers, de más relevancia eco-nómica fue el de Andrés Bello y esposa de Ponce, por la cantidad de 3.500 pesos en plata corriente, parte de la venta de unos esclavos, a quienes la sociedad demandó por cobros de pesos y la que saldarían en 5 años. Una deuda de esa monta pagadera en 5 años fácilmente alcanzaba unos cargos muy altos 'O8. Llama la atención la deuda de La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo x~x.D on Gregorio. .. 305 más importancia humana. Fue la de Manuel Fernández y su esposa Justa Molina, ponceños quienes solventaron en 1828 una deuda por cantidad desconocida con la estancia que habitaban (sembrada de caña, café y plátanos, con casa de vivienda, y casa con trapiche de madera y una paila montada para hacer melao). Medina les proporcionaría un pedazo de terreno en el que podrían vivir Justa Molina y sus hijos, a Fernández no lo incluiría en la dádiva 'O9. Este es otro triste ejemplo, de como el pequeño agricultor se endeudó y quedó privado de las pertenencias básicas para ganarse la vida y 'subsistir. Y eso, que Medina por lo menos les dió un pedazo de terreno, porque general-mente los deudores quedaban al abandono, desprovistos totalmente de algún lugar para vivir. Así, los grandes terratenientes se irían tragan-do sutilmente a los pequeños propietarios hasta convertirlos en sus trabajadores. Esta fue la regla general durante el siglo XIX. ¡La ex-plotación siempre estuvo vigente! Rogers también se asoció con el rico y sagaz comerciante alemán Fernando Overman en 1829 "O, ex-dueño de otra de las principales haciendas de la región, La Constancia "', en el negocio de envío de letras y libranzas al exterior. Asimismo, lo hizo con William Furnis, su tío, uno de los más importantes comerciantes esclavistas de Santo-mas. Este le facilitará a Medina y Rogers los negros que venden en Puerto Rico '12. Overman similar a Medina estaba involucrado en toda clase de negocios lucrativos. Esta sociedad fue conveniente para Medina porque a través de Rogers tenía acceso a la infinidad de ne-gocios que participaba éste junto a Overman y Furnis. Rogers fue una persona clave para Medina en el acercamiento que le proveyó hacia personas importantes y convenientes para sus múltiples negocios. Además, Medina estaría pensando en la experiencia de Overman en la producción y mercadeo del azúcar la que beneficiaría a su yerno después que él se retirara a Canarias. Rogers necesitará una persona no sólo con vastos conocimientos sobre la agricultura para que lo ayude en la administración de Vayas, sino también en el comercio, cumo Overmun, experk e:: !m mercades de Eurepa. 9irrrmm lur de tal ayuda para Medina que se encargará junto a Rogers de una de-manda que tuvo la sociedad (Medina y Rogers) en 1829 promovida en el Tribunal de Justicia Mayor de Ponce contra los Hnos. Archbald, Joseph y Robert, irlandeses, propietarios de la gran hacienda Palmas Afuera ' 1 3 . Los Archbald tenían también negocios con Hammond & Ncwiriaiifi. Al irse a la qüiebra los ú!:imos qüedaron !m Archbak! afectados con dinero adeudado de ventas de azúcar, aunque los Arch-bald adeudaban a Hammond & Newmann desde 1823, 22.500 pesos 306 Ivette Pérez Vega de Soler fuertes en contrato de refacción Il4. La situación económica de los Archbald provocó que no habían podido pagarle a Medina y Rogers desde 1826 la suma de 10.500 pesos por concepto de adquisición de 30 negros de ambos sexos '15. Anteriormente, en 1823, los Archbald habían estado en deuda con Medina por cantidad desconocida ' 1 6 . (Creemos que Medina y Rogers eran de los principales suplidores de esclavos de Palmas Afuera). Y de la situación se agarró Medina para no pagar a sus acreedores a tiempo. Situaciones como ésta suscitaban una serie de endeudamientos en forma de cadena en la que quedaban todos atrapados. Sobrevivirían los que tuvieran más liquidez econó-mica contando con gran cantidad de metálico, y los que estuvieran más diversificados en los negocios, como Medina y Rogers. El en-deudamiento de las grandes compañías del exterior provocaban una crisis en forma descendente afectando gravemente a los comerciantes y productores locales relacionados con dichas compañías. Los comer-ciantes locales y del exterior durante la época eran muy suceptibles a cualquier cambio en los mercados internacionales produciendo fácil-mente quiebras inesperadamente. Desde que Medina se establece en Ponce es uno de los principa-les contribuyentes a la Hacienda Pública l ' ' Debido a la elevada pro-ducción de Vayas, Medina y luego en sociedad, continuará pagando un alto subsidio (impuesto) al gobierno. La sociedad pagó 520 pe-sos por Vayas en 1830, igual que los ricos hacendados Pablo Bettini y Alejandro Harang, siendo los más que pagaron '19. Rogers y Overman también pagaron 180 pesos por su sociedad mercantil radicada en el Puerto, uno de los más altos subsidios de un negocio. Por lo general, los comercios pagaban uno más bajo que las haciendas ya que al de-terminarse el impuesto en base a la producción, era difícil calcular las verdaderas ganancias de un comercio. Un comercio tenía varias maneras de esconder y no declarar todas sus ganancias al fisco. Las grandes cantidades de ganancias que podían obviar y no declarar los vendedores de esclavos fueron incalculables ya que se introducían miichns de fnrma i!ega! y !a maynr cantidd de fmml sin pmt~m!izar. Según se comentaba, aún las haciendas declaraban sólo la mitad de sus ganancias, y mayor era la cantidad de mercaderías que entraba al país de contrabando que de manera legal. En 1829 doña Francisca, la esposa de Medina, fallece en Ponce. Los socios le otorgan el poder a Fernando Overman para que asista e! los inxíenturies y pafiicienrs. que se practicariuZ de! de Medina Izo. Esto denota una gran confianza de los socios en Overman, en especial por parte de Medina, ya que los españoles, por lo gene- La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo XIX. Don Gregorio ... 307 ral, demostraban poca confianza en los extranjeros en asuntos donde había dinero envuelto. Doña Francisca muere a los 50 años después de estar muy enferma de condición desconocida. Y tuvo un gran fu-neral, digno de la señora adinerada de la época. Un buen funeral costa-ba en los '30 en Ponce de «300 a 400 dólares». El féretro era lleva-do a la iglesia donde estaría por largo tiempo, al descubierto, con unas 50 velas alrededor, a semejanza de una «tumba espléndida», con continuos rezos y la mejor música sacra. Según la creencia católica, este rito y las misas que se estarían ofreciendo después, hasta por 6 días, tendían a «aquietar el alma» o darle «reposo». La ofrenda de dinero (por la persona antes de morir o después por sus familiares) para misas perpetuas por su alma, luego de fallecido, representaba la adquisición de «un pasaje directo al cielo sin ir al purgatorio». Estas misas también purificarían el alma del difunto. «A todo buen católi-co se le aseguraba el cielo» I 2 l . Se enterraría a Doña Francisca en el cementerio situado al lado de la iglesia. Ella había hecho una ofren-da para 200 misas luego de su muerte. Había dado su poder general 1 para todos sus asuntos a su esposo Iz2. Rogers tiene la gran suerte de que su suegra sintiera un especial afecto por Rosa y su hijo, y los beneficiara en la herencia sobre los demás hijos de Medina, dejándo-le además en su testamento el tercio de sus bienes. La señora Medina deja a cada uno de sus hijos una esclava, pero a Rosa «lo que ella guste tomar del caudal». Rogers es nombrado el curador de los hijos menores de Medina 12'. Fueron muy pocas las mujeres que declararon testamentos durante el siglo XIX, aun las de clase alta. Doña Francis-ca demuestra el conocimiento pleno que tenía sobre sus derechos legales y sus bienes. Por lo general, al morir la mujer, el esposo que-daba a cargo de todo el caudal y disponía de éste como el quería, frecuentemente sin acatar las leyes del país, sin respetar la partici-pación de los herederos. De esta manera también las dotes de las mu-jeres, que se integraban al capital del esposo al contraer matrimonio quedaban como parte del caudal del marido. Si los hijos eran meno-res, genera!men:e, perdian SU participacih en manos de sü podre. Al Medina enviudar, acongojado por lo acontecido, decide partir para Canarias, pero no lo hace, quedándose en su hacienda, y declara testamento (1830) «temeroso de la muerte» Il4. Don Gregorio conti-nuó su vida activa de siempre: en negocios, en demandas, ... Iz5 Y nos sorprend.e , .a l ser nuevamente dueño de la totalidad de la hacienda y sin asociaciones con ñogeis, poi razones desconocidas. Pero en 1033, vuelve a venderle a Rogers la mitad de la hacienda, sin gravámenes, la que había aumentado en tamaño, contenido, esclavitud, producción, 308 lverte Pérez Vega de Soler belleza, comodidad, y en ella «la casa de vivienda alta con balcones interiores y exteriores, con toda la servidumbre necesaria ... » La ven-de en 70 mil pesos de plata, 40 mil en efectivo y 30 mil restantes que deberá pagarlos a razón de 5 mil pesos por año hasta cumplir la deuda 126. Y Rogers, ese día, vende a Medina la mitad de su almacén, sin gravamen, ubicado en la Playa del Puerto, en 2 mil pesos de pla-ta en efectivo 12'. Entonces, es que Medina paga a sus hijos Rosa y José (parece que los otros tres eran menores) lo que les correspondía de herencia de su madre: 8.711 pesos y 311 maravedís a cada uno, según constaba en los inventarios y particiones I z a . Entiendo que Doña Francisca dejó 44 mil pesos para sus 5 hijos e igual cantidad (al ser la mitad de su capital) para don Gregorio. Para esa época, esa era una gran cantidad de dinero. En 1830, Medina había declarado que todo el capital heredado por sus 5 hijos de parte de su madre se encontra-ba incorporado en la hacienda. De inmediato, un día después de to-das estas transacciones de venta y pago, Medina y Rogers vuelven a asociarse, Co. Agrícola y Comercial Medina y Rogers, pero a dife-rencia de la primera vez, formalmente, mediando un documento notarizado. Y, haciendo aclaración que también incluyen en la socie-dad unas tierras (de pasto en el barrio Portugués y unas plantaciones de café y plátanos en el barrio Maraguez) de 3 caballerías de exten-sión que Don Gregorio había adquirido incultas. Los fondos de la sociedad ascienden a 148 mil pesos. La hacienda estará a cargo de Medina y el comercio a cargo de Rogers. Entre los gastos de la so-ciedad se incluirán los gastos alimenticios (1.200 anuales) y de vivien-da de ambos. La sociedad durará 5 años, hasta 1838 '29. Pero en 1836 Medina marchó para España. Se iría tranquilo, sa-tisfecho y orgulloso por haber logrado levantar durante sus años en Puerto Rico una familia «de respeto» y un gran capital en una época que era difícil hacerlo. Como también por haber ayudado a levantar un país que comenzaba su gran desarrollo socio económico, y haber sido una pieza clave de éste. El grandioso Rogers quedó a cargo de tedes sus asuntes y r?rgeries. A~ltesd e ml rch~rp mn tndn en nrden. Ya hacía tiempo había declarado su extenso testamento notarizado. Le dio importancia a todo, sin escapársele detalle, tanto asuntos familia-res y personales como económicos. Indicando que fuese sepultado con oficios de entierro doble y anotando el sinnúmero (100) de misas que deseaba se celebrasen en su memoria si moría, para el bienestar de SU alma, e:: !a !g!esia de N~e s t r aS esera de! Perpvtue Sererre rr? Ponce. Sin faltar el cobro de la última acreencia, como hasta el lega-do de la última propiedad adquirida. Esta vez no olvidó sus deudas, La presencia de canarios en Puerro Rico, siglo x~x.D on Gregorio. .. 309 inclusive las que no estuviesen anotadas en su libreta de cuentas. Transfería 500 pesos para los pobres y mil pesos para un hospital de la caridad, y sino se construía, los mismos serían repartidos entre los pobres. A sus padres ancianos les dejaba 3 mil pesos del quinto de los bienes, y si morían recaían sobre los cinco hermanos de Medina, y sino sobre sus hijos legítimos. Como también dejaba 500 pesos para la Iglesia de Nuestra Señora de la Monserrate en Sauces, sino se cons-truía una nueva iglesia en Ponce. De esta forma, en legados, salían capitales del país, afectando su economía. Y al final del testamento, solicita a D. Manuel More1 contador de sus bienes: «complacer el gusto de mis herederos para que todos queden cpntentos y no se pro-muevan disputas por intereses momentáneos». Ultima disposición de hombre acaudalado que dejaba todo de antemano estipulado, inquieto por el destino de su espíritu, familia, caudal y deudas, aún en su au-sencia. «Los capitales repatriados por la minoría de los que regresan triun-fantes: el indiano rico y bienhechor» I3O. Epílogo: Así describía el visitante Charles Walker a Vayas en el año de marcharse Medina: «Su casa tiene 100 pies de frente, con pórticos o galerías en ambos lados, y las habitaciones están empapeladas y pintadas y bien amuebladas. A los lados del final de la casa principal es-tán las casas para los negros, y también en ángulo recto de és-tas, hay hileras de casas en ladrillo para ellos, y los molinos, fábrica de azúcar y destilería, con el hospital al frente. Las edi-ficaciones forman un cuadrado, y desde el balcón de la "casa grande" se divisa lo que sucede abajo. Hay tres portones por los cuales se puede entrar, y los que después de cerrados, quedan sus negros [guardados] en casa. La plantación se llama Vayas, y con 130 negros está valorada en 150 mil dólares. En este lu-gar pasé una semana muy plácidamente, con el Señor Rogers quien es un caballero y fue en su juventud un intelectual. y tie-ne en el presente una buena biblioteca donde se pude encontrar todas las novelas y literatura apropidada. La Sra. Young, una jo-ven e inteligente viuda, su hermana, vive con él y es muy adic-ta a la lectura y a la sociedad, pero su esposa [Rita] es una señora española, muy hacendosa y buena madre de cuatro niños. Ya que la plantación está bajo la dirección de un administrador, ei dueño ia está ciisfrutando. Ei aumento de ios invitados es siem-pre anticipado en las operaciones ordinarias de la cocinera, quien asume que de tres a cuatro personas pueden venir diariamente Iverte Pérez Vega de Soler cuando la familia está en el desayuno o en la cena. El estilo de vida del Señor Rogers es el de un gran señor, que no aplica a todos los ricos hacendados de Puerto Rico» '". En 1838 aparece Rogers como único dueño de Vayas '32. Quizás, Medina había muerto. En 1845 Rogers y su familia no vivían en Ponce. Posiblemente, igual que otros adinerados, habían marchado a disfrutar su fortuna al exterior. La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo XIX. Don Gregorio ... 3 1 1 Siglas: AGPR = Archivo General de Puerto Rico AMP = Archivo Municipal de Ponce PNP = Protocolos Notariales de Ponce FG = Fondo de Gobernadores Españoles l . Sobre los canarios: HERNÁNDEGZA RC~JAul,i o: La emigración de las Islas Ca-narias en el siglo XIX. Ediciones del Excelentísimo Cabildo Insular de la Gran Ca-naria, 1981, p. 89. 2. FLORESCANEOn,r ique: Ensayos sobre el desarrollo económico de México y América Latina, 1500-1975. México: Fondo de Cultura Económica, 1979. 3. FERNÁNDEMZÉ NDEZE, ugenio: Crónicas de Puerto Rico (1493-1955), en «In-forme de Don Pedro de Irizarri, Alcalde Ordinario de San Juan sobre las instruccio-nes que debían darse a Don Ramón Power, Diputado por Puerto Rico ante las Cortes Españolas para promover el adelanto económico de la Isla, año 1 8 0 9~R. ío Piedras (P.R.): Editorial Universitaria, 1976, pp. 345-372. ZAMORYA CORONADJOo,s é María: Biblioteca de Legislación Ultramarina, 6 tomos. Madrid: Imprenta de Alegría y Charlain, 1844, tomo 11, p. 289. 4. COLL Y TOSTE, Cayetano: Boletin Histórico de Puerto Rico, 14 tomos. «El sis-tema prohibitivo y !a libertad de comercio de América», San Juan: Tipografía Cante-ro Fernández, 1920, tomo VII, pp. 272-3, 275. 5. CIFRED E LOUBRIEELs,t ela: La inmigración a Puerto Rico durante el siglo XIX. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1964, pp. XXVI, LXXXI. Llegaron de España un total de 4.397 personas: 245 de Canarias (5,6 %), 237 de Baleares (5,3 %), 373 de Gerona (8,5 %), 461 de Barcelona (10,s %), 561 de Oviedo (12,7 %). 6. VICÉNSV IVESJ,a ime et al.: Historia de España y América, social y económi-ca, 5 tomos. Barcelona: Editorial Vicéns Vives, 1971, tomo IV, pp. 176-177. Del mis-mo autor, Cataluña en el siglo XIX. Madrid: Ediciones Rialp, S.A., 1961. CIFRED E LOUBRIEELs,t ela: La formación del pueblo puertorriqueño: la contribución de los ca-talanes, baleáricos y valencianos. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1975. 312 Ivette Pérez Vega de Soler 7. RODR~GUDEEZM ORIZEI,m ilio ed.: Cesión de Santo Domingo a Francia, Ciu-dad Trujillo, República Dominicana: Imprenta Dominicana, 1958. Frank Moya Pons, Historia colonial de Santo Domingo. Santiago, República Dominicana: Universidad Católica y Maestra, 1978. 8. 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ALVARENZA ZARIOFr,a ncisco Manuel: «La inmigración canaria en Puerto Rico durante los siglos xviii y xixn, San Juan: Revista del Instituto de Cultura, vol. 33 (año IX, oct.-dic. 1966) pp. 52-6. COLL Y TOSTE: Boletín Histórico ..., «La emigra-ción de Canarias*, tomo VII, pp. 53-4. Durante la década del '20 llegaron muchos soldados canarios a P.R. del Archipiélago, y en el 1834 vinieron mayor cantidad de canarios que en las décadas anteriores por la situación económica de España. Infor-mación suministrada por la Dra. Estela Cifre de Loubriel en mayo 1994. 13. COLL Y TOSTE,t omo 1, pp. 308-309, 310. GUTIÉRREDZEL ARROYOI,s abel: El reformismo ilustrado en Puerto Rico. México: El Colegio de México, 1953, pp. 52, 97. El manifiesto del gobernador Salvador Meléndez en torno a la Ley de Tierra de 1813 con el propósito de que vinieran principalmente emigrados de Costa Firme y militares peninsulares a establecerse an P.R. fue muy efectiva. 14. Diario Económico de Puerto Rico, 1814-1815, 2 tomos. San Juan: Edicio-nes Borinquen (Editorial Coquí), 1972, tomo 1, núm. 6, f. 49, 25 marzo 1814. 15. BRAUS, alvador: Historia de Puerto Rico. Río Piedras: Editorial Edil, 1978, pp. 197-204. Livio Cruz Monclova, Historia de Puerto Rico (siglo XIX), 5 tomos. Río Piedras: Editorial Universitaria, 1952-1964, tomo 1, pp. 3-93. FERNÁNDEMZÉ NDEZ, Eugenio: Historia Cultural de Puerto Rico, 1493-1968. San Juan: Ediciones El Cemí, p. 213. GUTIÉRREDEZL ARROYOIs,a bel: El reformismo ilustrado en Puerto Rico. Méxi-co: El Colegio de México, 1953, pp. 68-73. 16. COLL Y TOSTE, Boletin Histórico ..., «Cédula de Gracias*, t. 1, p. 297.; t. IV, p. 7. 17. MORALECS A R R I ~ANrtu, ro: Puerto Rico and the Non-Hispanic Caribbean: A Study in the Decline of Spanish Exclusivism. Río Piedras: Universidad de Puerto Rico, 1974, pp. 118-121. 18. Saint Thomas se le llama Santomas en Puerto Rico y no San Tomás. 19. WHITAKEARr,t hur: The Origin of the Latin American Revolution, 1808-1826: Early Commercial Relations Behveen the U.S. and Latin America. New York: Borzoi Books, 1965. 20. NEWMANGNA ND~EAd,u ardo: Verdadera y auténtica historia de la ciudad de Ponce desde sus primitivos tiempos hasta la época contemporánea. San Juan: Imprenta Burillo, 1913. La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 3 13 21. Sobre la economía de hacienda y esclavista del siglo xix: GARC~RAO DR~GUEZ, Gervasio: Conferencia sobre el comercio en Puerto Rico durante el siglo XIX (gra-bación), Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y El Caribe, San Juan, sep-tiembre 1979. 22. CIPOLLAC,a rlos M., ed.: Historia económica de Europa. «La revolución in-dustrial », Barcelona: Editorial Ariel, 1979, p. 324. 23. AGPR, FG, Emigrados de Costa Firme 1815, Establecidos en la Jurisdicción de Coamo, c. 54. 24. AGPR, FG, Emigrados de Costa Firme 1815, Establecidos en la Jurisdicción de Coamo, c.54. CIFRED E LOUBRIELLa: inmigración. .., p. XXVI. 25. Vayas aparece escrita de esa forma, y no Vallas. 26. SCARANOFr,a ncisco A.: Sugar and Slavery in Puerto Rico: The Plantation Economy of Ponce, 1800-1850. Madison: The University of Wisconsin Press, 1984. 27. AGPR, PNP, fs. 260-263v, 1830. 28. AGPR, PNP, fs. 238-240, 1829; 260-263-V, 1830. 29. Para fines del siglo xviri el gobierno español obligó a los inmigrantes cana-rios que pasaban al continente a traer la esposa e hijos. T ~ o c o ~DiEs VERACOECHEA, Eiiiiiia: Ci proceso de la inmigración en Venezueia. Caracas: Acaaemia Nacionai de la Historia, 1986, p. 45. 30. SONESSONB,i rgit: «El papel de San Tomás en el Caribe hasta 1 8 1 5~A. nales de Investigación histórica (Universidad de Puerto Rico), vol. 4, núm. 1-2, 1977, pp. 42-75. Del mismo autor: Puerto Rico y San Tomás en Conflicto Comercial 1839-1843. Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, 1973, Tesis de Maestría. Johan Peter Nissen, Reminiscenses of a 46 Years Residence in the Island of St. Thomas in West Indies. iondo~i :N aaareih, i838. 31. SCARANOFr,a ncisco A,: Sugar and Slavery in Puerto Rico: The Plantation Economy of Ponce, 1800-1850. Madison: The University of Wisconsin Press, 1984. 32. NEWMANGNA NDIAV: erdadera y auténiica ..., p. 65. 33. Además llegaron junto a los canarios de Venezuela 21 personas entre espo-sas e hijos. Información suministrada por la Dra. Estela Cifre de Loubriel, en mayo 1994. 34. AGPR, FG, Asuntos políticos y civiles, Tiendas (licencias 1809-1852). Ju-risdicción de Coamo, mayo 1815-1816, c. 186, ent. 69. 35. Op. cit. Emigrados de Costa Firme 181 5... 36. Actas del Cabildo de Ponce, Puerto Rico. Transcrito y editado por Ilia del Toro Robledo. San Juan: Departamento de Estado, Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Tip. Porvenir, 1992. Acta no. 19. 37. Op. cit. Lista ..., tiendas de mercería y pulpería, 1815 y 1816, 1817, 1818, jurisdicción de Coamo, c. i86, ent. Ó9. 38. Ibídem. 39. AGPR, PNP, fs. 149, 162, 1818. 40. AGPR, PNP, fs. 240-241, 1818. 41. Ibidem. 42. AGPR, Fondo Mapas, Archivo 6, Gaveta 1, N. 918, Ponce 1818. 43. Para 1817 Bonocio Tió, llegado antes del 1815, era el segundo comerciante en riqueza. NEWMANSNA ND~VAer:d adera y auténtica, p. 72. 44. AGPR, PNP, f. 154, 1818. 45. Por ejemplo, acturará de tasador de la hacienda El Caño de los Jueyes al morir el gran hacendado Joaquín Vargas. AGPR, Fondo Tribunal de Justicia, 1830- 39, Caso civil contra la testamentaría de Joaquín Vargas, cajas sin numerar. 314 Ivette Pérez Vega de Soler 46. AGPR, PNP, fs. 240-41, 1818; 304-5, 1821; 52v-53, 1823; 319, 1826; 131v, 1830. 47. AGPR, PNP, fs. 46-47, 1819, 1." pieza. 48. AMP, Actas del Cabildo de Ponce de Puerto Rico, 1812-1830. Actas no. 5 1, 68. Medina aporta 500 pesos para el préstamo por la Intendencia en 1828 por estar sus arcas «vacías». Colectaron 3,355 pesos, y 6 dieron la cantidad de Medina. AGPR, FG, Serie Hacienda, 1826-28, exp. Intendencia 1828. Sin embargo, usualmente, se quejaba cuando el gobierno solicitaba dinero para sus urgencias. AGPR, FG, Diputa-ción Provincial, Cabildo Ordinario, 1814-67, c. 530, ent. 290. 49. Actas ..., no. 205. 50. Véase Actas ..., 1812-1830. Acta no. 202. 51. Actas ..., no. 202. El ayuntamiento fue ubicado en una parte desocupada de la casa de Medina «a efecto de lograr en sus sesiones así como en los asuntos de las alcaldías el silencio y aseo» deseado. 52. Actas del Cabildo ..., no. 172. AGPR, FG, Emigrados, 1821-1837, c. 54, ent. m D 21. AGPR, PNP, fs. 136-136v, 1818, 1 .a pieza. Actas del Ayuntamiento de San Juan, E 1834-35, fs. 57, 58, 67. Cruz Monclova ..., t. 1, pág. 312. NEWMANGNA ND~AVe:r da-dera ..., p. 72. AGPR, FG, Asuntos políticos y civiles, c. 152. QUINTERROI VERAA,n - o n - gel, et al.: Puerto Rico Identidad nacional y clases sociales. Río Piedras: Ediciones O =, Huracán, 1979, nota de p. 52. En 1834 fueron electos los más pudientes «para la E celebración a las cortes generales del Reino». E 2 53. AGPG, PNP, f. 167, 1824. E 54. AGPR, PNP, f. 45v, 1822. AGPR, FG, Instancia de Gregorio Medina, c. 526, = ent. 290. 3 55. AGPR, PNP, fs. 21v-22v, 29v-30v, 1830. - 56. AGPR, PNP, f. 136, 1818. - 0m 57. AGPR, PNP, fs. 25, 35-37, 40-43, 1821. E 58. COLL Y TOSTEB: oletín Histórico ..., t. X , p. 250. NEWMANGNA ND~VAe:r da- O dera y auténtica ..., p. 20. 59. AGPR, FG, Informe del Gobernador Arostegui, Fuego de Ponce 1820, c. 527, n ent. 290. Derecho de Tierras, Relación ... de las pérdidas ocasionadas en el incendio ... -E con expresión de casas y caudales mercantiles respectivos a sus dueños, c. 198. a 2 60. AGPR, FG, Relación de las personas con sus contribuciones para los afecta- n dos durante el fuego, 1820. Relación de los individuos que han sufrido pérdidas en o el incendio exclusos de pagar subsidio, 1820, c. 198, ent. 97. 61. AGPR, FG, Informe del gobernador Arostegui, 1820, c.198. 3 O 62. Para un detalle de los artículos provenientes de Europa a Ponce, véase: AGPR, FG, Entrada y salida de barcos, Ponce, 1816-30. 63. AGPR, PNP, fs. 120-122, 1820. 64. AGPR, FG, Asuntos políticos y civiles, Censo y riqueza, Ponce, Relación de las casas y bohíos, 1821, c. 12, ent. 19. 65. AGPR, FG, Asuntos políticos y civiles, Censo y riqueza, Ponce, Relación de los almacenes y tiendas de mercancías, pulpería, mixtas ... en el pueblo y campo, 1821, c. 12, ent. 19. 66. AGPR, FG, Censo y Riqueza, 1820-28, Relación de los almacenes, tiendas de mercería. pulperías y mixtas aue tiene el Partido de Ponce en el pueblo y campo con sus capitales. Tan sólo lo superaban las grandes compañías Pedroza y Co. y Ven-tura Forneguera. 67. AGPR, PNP, fs. 246v-247, 251-252, 1818. La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo XIX. Don Gregorio ... 3 15 68. AGPR, PNP, fs. 120-122, 1820. Aunque Medina compró a Vayas a Esteban Domenech, pagó a diferentes personas: 1 1.250 pesos fuertes al antiguo dueño Tiburcio Rodríguez, 487 pesos fuertes a Overman y Co., 2 mil a Acevedo y Pardo, 1.381 pe-sos fuertes a diversos individuos u 8.281 a Domenech. 69. Ibídem. 70. AGPR, PNP, fs. 268v, 1826; 464, 1830. 71. AGPR, PNP, f. 20, 1826. 72. AGPR, PNP, fs. 6-7, 8v-9v, 1826. 73. AGPR, PNP, fs. 455v-459v, 1833. 74. «Charles Walker's Letters from Puerto Rico, 1835-1837», Caribbeari Studies, vol. 5, núm. 1 (abril 1965), pág. 43. Traducción libre. 75. FLINTERG,e orge: An Account of the Present State of rhe Island of Puerto Rico. London: Longman, 1834, pp. 16, 46-50, 181. Traducción libre. Flinter fue un oficial del Ejército Británico en las Indias Occidentales. Visitó a P.R. entre 1829 al '32. 76. BETHÉNCOURMTA SSIEUA, ntonio: «Introducción», en HERNÁNDEGZA RC~LAa: emigración de las Islas Canarias, p. 20. Canarias como Cataluña durante el siglo XIX cubrió su déficit con un metálico muy «difícil de contabilizar, las remesas invisibles». Ibídem. 77. CURETJ, osé: De la esclavitud a la abolición (cuaderno 7). Río Piedras: CEREP (Centro de la realidad puertorriqueña), 1979. RAMOSM ATTEIA, ndrés: La hacienda azucarera y crisis en Puerto Rico, siglo XIX. San Juan: CEREP, 1981. 78. AGPR, PNP, f ~5.-7 , 1826. 79. SONESSONB,i rgit: Puerto Rico's Comrnerce, 1835-1865: From Regional to World Wide Market Relations. Ph.D. Thesis, New York, 1985. 80. En Nueva York habían sido socios de la casa mercantil Moller & Oppen-heimer. BARREIT, Walter: The Old Merchants of New York, 5 tomos.New York: tireen-wood Press, 1968, t. IV, pp. 75-6, publicado originalmente en 1870 por Carleton, New York. 81. AGPR, FG, Asuntos políticos y civiles, Lista de vecinos blancos ... Ponce. 1836, c. 14, ent.9. AMP, Matrícula de extranjeros, naturalizados y domiciliados en Ponce (1816-30), libro 1, c. 51, leg. 53, exp. 1. 82. AGPR, FG, Asuntos políticos y civiles, Pasaportes, 1820-1826, c. 153, ent. 51. Atkinson había estado establecido en el comercio de esclavos en Cuba. Posible-mente estaba emparentado con la compañía esclavista Atkinson de Londres residen-tes en esa isla. 83. AGPR, PNP, fs. 225, 1825, 290v-293v, 1829. 84. AGPR, PNP, f ~5.-6 , 1826. 85. AGPR, Obras Públicas, Ponce, Propiedad Pública, Compra-venta, deslinde de terrenos y mapas, 1818-1880, c. 149, leg. 2939. 86. AGPR, PXP, fs. i2iv-i22v. i823. 87. AGPR, PNP, fs. 8v-9. 264v-268, 1826. 88. AGPR, PNP, fs. 291-292, 1830. 89. AGPR, PNP, fs. 118v-119, 1827. 90. AGPR, PNP, fs. 118~-119, 1827. 91. KLEINH, erbert S.: The Middle Passage: Comparative Studies in the Atlantic Slave Trade. New Jersey: Princeton University Press, 1978, p. 172. 92. AC-?E, ?N?, S. 418-4!9v, !827. 93. MORALECS A R R I ~ANug: e y decadencia de la trata negrera en Puerto Rico, 1820-1860. San Juan: Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y El Caribe e Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1978, p. 59. 316 Ivette Pérez Vega de Soler 94. AGPR, PNP, fs. 118v-119, 1827. 95. AGPR, PNP, fs. 418-419v, 1827. 96. Ibídem. 97. AGPR, PNP, f ~ 7.1 6-719, 1829. 98. AGPR, Tribunal de Justicia Mayor de Ponce, 1820-29, Caso civil contra Medina, Martínez, Boscana y Davidson, 1828, cajas sin numerar. 99. Ibídem. 100. AGPR, PNP, fs. 406-408, 1827. 101. AGPR, PNP, fs. 631v-632v, 1828. 102. Ibídem. 103. COLL Y TOSTE: Boletín Histórico ..., «La moneda macuquina», t. 11, pp. 115- 121; «El papel moneda de Puerto Rico», t. 11, p. 225. 104. MORALECS A R R I ~ANug, e y decadencia ... D í ~ zSO LERL, uis M.: Historia de la esclavitud negra en Puerto Rico. Río Piedras: Universidad de Puerto Rico, 1974. George Flinter, Examen del estado actual de los esclavos de la isla de Puerro Rico m D bajo el gobierno español. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1976 (Im- E presión original: New York, 1932). PÉREZ VEGA, Ivette: «Las grandes introducciones O y ventas de esclavos en Ponce, 1816-1830~e. n Ricardo Alegría, ed., Primer Congre- n so Internacional de Historia Económica y Social de la Cuenca del Caribe, 1763-1898. - m O Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y El Caribe, San Juan. Santo Domin- E go: Editora Corripio, 1992, pp. 61-76. E 2 105. AGPR, PNP, fs. 86v, 119v-120, 1827; 4-4v, 1828; 133v-134, 221-221v, -E 279~-280, 1830. 106. Sólo encontramos una compra de un esclavo para la hacienda por Rogers. 3 AGPR, PNP, fs. 367-368, 1828. - - 107. AGPR, PNP, fs. 59v-60v, 66v-69, 1828. 0 m 108. AGPR, PNP, fs. 291-292, 660v, 1830. E 109. AGPR, PNP, fs. 615-618, 1828. O 110. AGPR, PNP,fs. 484-485, 1829. 111. AGPR, PNP, 33-34v, 1819. n E 112. AGPR, PNP, fs. 57v-59v, 1828; 197~-198, 1829. - a 113. Los Archbald eran procedentes de la isla caribeña inglesa Nevis. AGPR, l AMP, Padrón de Terrenos. 1819, c. 12, ent. 9, exp. 1, leg. 13. n 114. AGPR, PNP, fs. 213-213v, 230-230v, 1824. n 115. AGPR, PNP, 214. 1825; 156,-157, 1826; 57-v-59v, 1828; 197v-198, 1829. 3 116. AGPR, PNP, f. 1, 1823. O 117. AMP, Reparto de Subsidio, Ponce, 1818, 1819. 1822, libro 1, c. 28A, leg 29, exp. 30, 35, 56. AGPR, PNP, Reparto de Subsidio, Ponce, c. 531, ent. 290. 118. Actas del Cabildo de San Juan Bautista de Puerto Rico (Transcriprií>n, re-dacción y revisión por la Dra. Aida Caro de Delgado), San Juan, 1978, tomo 181 114, doc. 19, 27 abril 1814, doc. 37, 11 julio 1814. FERNÁNDEMZÉ NDEZE, ugenio: Cróni-cas ..., en «Memoria sobre todos las ramas de la administración de la Isla de Puerto Rico (1838) por el Coronel de Infantería Don Pedro Tomás de Córdova (Fragmen-tos). p. 379, nota 36: El subsidio se determinaba sobre las bases de los productos de las riquezas que producían el país o el 5 por 100 de la producción. Se nombraban vecinos del pueblo como repartidores y colectores del mismo para el a ñ n .Además. se cobraba un 6 por 100 para los colectores y el juez. 119. AGPR, FG, Reparto de subsidio 1830, Ponce, c. 531, ent. 290. 120. AGPR, PNP, fs. 487v-489v, 716-718v, 1829. La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 3 17 121. Walker's Letters ..., p. 44. 122. AGPR, PNP, fs. 484-485, 1829. 123. AGPR, PNP, fs. 238-240, 247-251, 1829. 124. AGPR, PNP, fs. 260v-263v, 1830. 125. Entre ellos una demanda a D. Andrés Bello y esposa de Ponce por el co-bro de 3,500 pesos de plata; se obligan a pagarle en 5 años y gravarán su hacienda. Además deben a Medina 1,400 pesos de plata. AGPR, PNP, fs. 291-292v, 292v-293, 1830. 126. AGPR, PNP, fs. 455v-459v, 1833. 127. AGPR, PNP, fs. 459v-460, 1833. 128. AGPR, PNP, fs. 460-461, 462-462v, 1833. 129. AGPR, PNP, fs. 463-466v, 1833. 130. BETHÉNCOURMTA SSIEUA, ntonio: «Introducción», en HERNÁNDEGZA RC~LAa: emigración de las Islas Canarias ..., p. 20. 131. «Charles Walker's Letters ..., p. 43. Traducción libre. 132. AGPR, FG, Reparto de subsidio 1838, Ponce, c, 531, ent. 290. Es posible que al no encontrarse Medina en Ponce la hacienda aparecería en el reparto de subsi-dio sola a nombre de Rogers. Para 1845 Rogers no se encuentra en Ponce por razones desconocidas. Durante esta época Vayas es todavía una de las principales haciendas de la región. AMP, Cuaderno de riqueza 1845, Ponce, c. 28 A, libro 1, leg. 29, exp. 309.
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Calificación | |
Título y subtítulo | La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo XIX, Don Gregorio de Medina |
Autor principal | Pérez Vega de Soler, Ivette |
Publicación fuente | XI Coloquio de historia canario - americano |
Numeración | Coloquio 11. Tomo 3 |
Tipo de documento | Congreso y conferencia |
Lugar de publicación | Las Palmas de Gran Canaria |
Editorial | Cabildo Insular de Gran Canaria |
Fecha | 1994 |
Páginas | P. 0288-0317 |
Materias | Congresos ; Historia ; Canarias ; América |
Copyright | http://biblioteca.ulpgc.es/avisomdc |
Formato digital | |
Tamaño de archivo | 1653091 Bytes |
Texto | LA PRESENCIA DE CANARIOS EN PUERTO RICO, SIGLO XIX. DON GREGORIO DE MEDINA * * El estudio está basado principalmente en documentación que se encuentra en e! Aichi~u Genera! de Pieitu Rico y en e! Aichivu MUí;icipa! de Poiice, como: pie-tocolos notariales (1815-1838), repartos de subsidio, censos, informes de riqueza, de obras públicas, del fondo de los gobernadores españoles y otros. «...habiéndose hecho en ellas [las Américas] las principales fortunas de ias islas [Canarias], contándose por ~eriíeriaies 10s isleños que habiendo emigrado con un saco al hombro, han re-gresado y regresaron a sus aldeas, con capitales más o menos importantes pero siempre considerables para la condición del que los adquirió; quedando otros muchos establecidos en aquellos países, después de haber hecho sus fortunas, no pocos de ellas colosales y de cuyas riquezas hacen participar al suyo, siendo numerosas las familias pobres y poco acomodadas que reciben constantes auxilios y pensiones de sus parientes enriquecidos con su trabajo, el cual empleado en el suelo que les vio nacer, ja-más le hubiera sacado de su miserable condición ... » l . A principios del siglo XIX en la isla de Puerto Rico, la gente vi-vía en estancias dedicadas al cultivo de frutos menores, necesarios para el consumo y el trueque y contrabando, pues la corriente comercial de la Península discurría mas bien hacia Nueva España y Tierra Firme 2. La pobreza de la agricultura isleña, reducida a la cría de ganado, y con la ausencia de un comercio exterior facilitaba la intro-ducción ilícita de géneros y efectos procedentes de las islas vecinas, lo que frenaba el desarrollo de Puerto Rico 3. Se produjeron unos cambios que alteraron la situación previa. Los sucesos mundiales más importantes durante los primeros años del siglo XIX que determinaron el cambio en la coyuntura histórica de Puerto Rico en 1815 fueron: la emancipación del mundo americano (1808-1833) y la guerra de la independencia de España (1808-1814). Las guerras de independencia provocaron la emigración a una gran parte de la población de las colonias del Nuevo Mundo y de la Pe- 290 Ivette Pérez Vega de Soler nínsula hacia Puerto Rico, siendo éste de los lugares seguros en Amé-rica. Ayudaron al cambio en Puerto Rico el libre comercio entre las colonias de América con la apertura de los puertos en la Isla lo que evitó un poco el contrabando; y la llegada de migraciones desde muy temprano de diferentes partes del mundo que continuaron durante el siglo XIX '. Este fue unos de los principales factores que beneficiaron el crecimiento del país. Entre las más importantes tenemos la de ca-talanes de España facilitada por el libre comercio 6, la de españoles de la isla de Santo Domingo por la cesión de la parte española a Fran-cia ', y la de franceses de Saint Domingue y de Francia por la inva-sión de Napoleón a España «Los trastornos de Costa Firme en 1810 complementaron el fundamento de la prosperidad de este país [Puer-to Rico]» 9. Llegaron de Venezuela comerciantes, terratenientes, no-bleza criolla, militares, burócratas, religiosos, refugiados políticos 1. .3 1 - 1 1 ~ - ~ riuyeriuo oei ievaniamienio en ese iugar !'. La nueva oia inmigratoria, en su mayoría, en busca de refugio de los bienes que lograban ex-traer del continente o de las islas caribeñas, con la experiencia que portaban y con el sentido promotor que tenían, tuvo que provocar forzosamente nuevas y fructíferas actividades agrícolas y mercantiles en Puerto Rico. Desde principios del siglo XIX había en Canarias un gran desem-pleo debido a «las sequías, la pérdida del mercado de la cochinilla y el rápido aumento de la población». Había escasez de trabajos en la agricultura y la industria obligando a «un gran número de canarios a emigrar» ". En 1814 el gobierno peninsular facilitó la inmigración en Puerto Rico de familias de Islas Canarias que venían con el interés de cultivar la tierra. Así llegaron 160 canarios ". Se repartieron tie-rras a los que venían de dichas islas y del continente americano, y, más tarde a emigrantes que habían huido de sus patrias, por motivo de las guerras 13. Ya para esa fecha Puerto Rico presenta un aumento en todos los órdenes de su existencia, especialmente, en la población y en la producción de frutos tales como: azúcar, café, arroz, algodón y tabaco, siendo el primero el más notable 1 4 . Otra gran contribución al comercio y a la agricultura, como al bienestar de la Isla fue la concesión de la Real Cédula de Gracias del 1815 15, que tuvo una vigencia de quince años, «...para remunerar los servicios y lealtad de sus habitantes y fomentar su población, agricul-tura y comercio» 16. La Cédula vino a confirmar, asegurar y ampliar unas medidas que ya ejercían en la Isla: la entrada de extranjeros, el comercio de esclavos y el comercio con países neutrales y colonias La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo XIX. Don Gregorio ... 29 1 amigas. Afirmando lo que expresó Morales Carrión: La Cédula «marcó el abandono formal del viejo exclusivismo español, tanto en la prác-tica como en teoría ... » l7 El desarrollo de las haciendas, el comercio y la trata de esclavos comenzaron con rapidez. Era preciso poner en marcha toda la empresa azucarera, en especial el negocio de escla-vos, porque Inglaterra con su insistencia de abolir la trata, ponía en peligro su viabilidad. Había prisa en el «vivir». Esta actitud de prisa se reflejaba hasta en el estado civil de muchos hombres, en especial, los extranjeros. Porque no había tiempo para la responsabilidad que representaba una familia, tan sólo había lugar para el negocio, para la ganancia. Y muchos peninsulares dejaban sus esposas allá, y los que se casaban aquí lo hacían con mujeres de sus tierras, porque iban a retirarse a su patria. No se pensaba en permanecer en la Isla, ésta era un punto de tránsito. Sin embargo, hasta 1816, Puerto Rico permaneció aislado del co-mercio europeo, dependiendo principairnenie dei cüriiei~iü de la isla de Santomas l8 (Saint Thomas) y del contrabando con las colonias extranjeras. Los desórdenes coloniales en América abrieron el comer-cio británico a unos mercados hasta entonces reservados por la Coro-na española. Mientras tanto, los Estados Unidos fortalecían sus lazos comerciales con las colonias españolas, en especial, Cuba y Puerto Rico 19. A principios del siglo xrx existía en el municipio de Ponce al sur de Puerto Rico un comercio pobre compuesto por una tienda mixta, una pulpería y algunos ventorrillos. Pronto, cambió el ritmo de vida, pues con la llegada de inmigrantes el comercio tomó auge. Acudían a su puerto con asiduidad barcos que recogían azúcar, café, algodón, maderas, cueros, ganado vacuno y otros productos de segundo orden dejando a cambio comestibles, mercerías, materiales y equipo de la-branza y esclavos 20. Comerciantes, como Gregorio de Medina, toma-ron la iniciativa del comercio dominando la economía en general en la distribución de mercancías, inclusive esclavos, la moneda circulante y el crédito ' l . La economía agrícola dirigida a la exportación facili-taba el establecimiento de un poderoso sector comercial que actuaba como mediador entre el producto y los mercados 22. Don Gregorio de Medina fue uno de los hombres más sobresalien-tes de nuestra historia económica y social durante la primera mitad del siglo XIX. Igual que muchos otros españoles salió de Canarias hacia a América en busca de bienestar y fortuna con su esposa Francisca de la Cruz Artuzo y se estableció en Barcelona, Venezuela donde se dedicó al comercio 23. Sin embargo, Medina tenía un gran conocimien- 292 Ivette Pérez Vega de Soler La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 293 to del cultivo y la producción de la caña de azúcar, con seguridad adquirido en su patria Islas Canarias. Luego de radicarse en la región sureña de Ponce en 181 1 24, instala en 1820 una de las haciendas azu-careras más fructíferas del país, demostrando ese vasto conocimiento y experiencia en el desarrollo del producto. Medina hizo de su ha-cienda Vayas 25 una excepcional, como muy pocas en Puerto Rico durante la época esplendorosa del azúcar. La Isla, después de Cuba, será la segunda productora del mismo en el Caribe durante la prime-ra mitad del siglo 26. Poco conocemos de la vida de Medina en Canarias. Sus padres eran José Medina y Antonia Martín, naturales de Sauces, Islas Cana-rias, y «cuya existencia él ignora» según declara al llegar a Puerto Rico 27. SU esposa natural de Palma, era hija de Domingo de la Cruz y Rosa Artuzo, difunta. Sus seis hijos (cuatro mujeres y dos varones) eran Rosa, María de las Nieves, Antonia, Dolores, José, y uno de nombre desconocido 28. Tal parece que murió luego de su arribo a la Isla. Medina permaneció en Costa Firme con su familia hasta que comenzaron los disturbios revolucionarios y de independencia de Ve-nezuela 29. Se dirigió a Puerto Rico desde Santomas, isla danesa si-tuada al sur de Puerto Rico. Santomas era el enclave mercantil más importante del Caribe du-rante esta época donde se encontraban sucursales de las principales casas comerciales europeas y norteamericanas 30, y principal centro de comercio negrero. También servía como lugar de paso para los emi-grantes de todas partes del mundo que llegaban por diferentes razones, indecisos hacia dónde establecerse. Tal parece que Medina quedó en Santomas algún tiempo, ofreciéndole la oportunidad de conocer a fon-do ese dinámico comercio con el que tendría tanta relación cuando se estableciera en Puerto Rico. Fueron muchos los emigrantes que escogieron a Puerto Rico y, en especial, a Ponce para radicarse. Re-gión virgen sin explotar que comprendía de las tierras más fértiles de la Isla para el cultivo de la caña de azúcar. Sus extensísimas llanuras estahan favorecidas por un clima calido, ideal para la siembra del fru-to ". Además, le favorecía la cercanía de Santomas, tanto para reci-bir emigrantes como para comerciar con esa plaza. Para los del sur de Puerto Rico era más fácil comerciar con dicha isla que con la ca-pital San Juan situada al norte, ya que la última se encontraba más distante de Ponce, debido a las pésimas condiciones de las comuni-cacinfips rprrpstrps 32. En el tiempo que Medina llegó a Ponce también arribaron a Puerto Rico 72 canarios procedentes de Islas Canarias y 11 de Venezuela 33. 294 Ivette Pérez Vega de Soler El vino con su familia y una esclava, y con metálico para establecer de inmediato una tienda de mercerías en la zona urbana 34. Así decla-ra a las autoridades su propósito de establecerse en el país: «Para dedicarme solamente al comercio» 35. En 1815, el gobierno le conce-de un solar en el pueblo 36 donde establecerá la mercería y casa de habitación. Tan sólo había cinco comerciantes con licencia radicados en el pueblo, dos mercerías y cuatro pulperías. La otra mercería era del comerciante catalán Ventura Fornaguera, quien fue durante dos décadas otro de los grandes comerciantes de la región 37. Medina, en 1818, establece una pulpería 38, y ya para esa época sobresale como un comerciante mayor, propietario del principal del almacén del pue-blo y con negocios con importantes casas de Santomas, como Grunner y Co. (alemana) 39. Ese año vende al comerciante venezolano Joaquín Vargas una casa de vivienda en el pueblo en 4 mil pesos 40. Su acti-vidad mercantil se extiende hasta la Guaira donde envía productos, como meiao y azúcar ". Ei mapa cie Ponce que trazará ei Intendente Alejandro Ramírez en 1818 indicará su almacén en la Calle Comercio, como el principal del pueblo 42. Será el primer proveedor de mercan-cías de comerciantes mayores y menores y de hacendados. Es decir, en cuatro años Medina tiene instaurado el más valioso comercio de Ponce en el que obtiene cuantiosas ganancias. El municipio más im-portante de todo el sur y la segunda ciudad de toda la isla. Desde su llegada, lo vemos relacionado en negocios con las personas más destacadas del pueblo tanto peninsulares como extranjeros: los comer-ciantes catalanes José Pedrosa, Ventura Fornaguera y Bonocio Tió 43, el comerciante y hacendado corso Pablo Bettini 44, el hacendado fran-cés Pedro Gautier, a quienes servía de testigo en sus transacciones comerciales y de albacea testamentario. Más tarde estará de tasador de propiedades, principalmente haciendas 45. Medina es el comerciante más versátil del pueblo, participa en toda clase de negocios y actividades: desde comprar y vender cualquier propiedad (tierras, estancias, haciendas, casas, esclavos) que le pro-vea ganancias 46. Igual que el corso Francisco María Tristany (princi-pal negrero de la región), es uno de los pocos propietarios que adquiría casas tanto para arrendar como para revender. Por su deman-da, ésta era una inversión segura que podía vender cuando fuera ne-cesario sin gran dificultad y con buena ganancia. Medina prestaba dinero para las «urgencias» de cualquier persona 47, como también pedía dinero prestado a grandes comerciantes para invertirlo en dife-rentes lucrativos negocios. Desde 1815 está como encargado en la formación del reparto por el comercio, de partidor y recaudador del La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 295 subsidio (contribuciones) para el municipio, como de colector y de depositario de cuentas. Como también de contribuyente de cualquier recaudación del gobierno 48. Fue nombrado depositario de la cuenta (entrada y salida de caudales) de la construcción de la obra de la batería del fuerte de la Playa 49. Los recaudadores de impuestos como los depositarios de cuentas eran personas bien solventes ya que ase-guraban con su metálico la cantidad total que guardaban o la que iban a cobrar. Por muchos años fue miembro de la Junta Directora del Cabildo de Ponce siendo su presidente. Ocupó la posición de segun-do alcalde en 1820 y 1823. Desde su llegada a Ponce siempre estuvo presente en la mayoría de las reuniones del Cabildo participando en todo lo que concernía a los problemas y el bienestar del partido 50. En 1823 el ayuntamiento fue ubicado en la casa de Medina, por esta proveer mejores condiciones físicas Perteneció a la Junta Electoral Parroquia1 y fue «compromisario» de la parroquia. Durante esa déca-da y de la próxima, fue uno de los 14 «electores pudientes» (desig-nados por el Ayuntamiento de San Juan) quienes eran los más adine-rados del país Fue uno de los ciudadanos que más activamente participó en la vida pública del país. Ejecutarle la garantía de los deudores que no podían pagarle, y el no pagar a tiempo a sus acreedores fueron de los principales recursos que utilizó Medina desde su llegada, y que lo ayudaron a enriquecer-se con rapidez en corto tiempo. Usualmente, Medina con facilidad despojaba a sus deudores de sus posesiones que las habían gravado a su favor, sin embargo, paradójicamente, a sus acreedores les tomaba años en poder recuperar lo adeudado por Medina, aun con serias ame-nazas de demandas y embargos. Por ejemplo, así perdió la solterona Teodora Fernández 3 cuerdas de terreno en 1824, las que después vendió Medina al rico comerciante-hacendado - alemán Juan David Wedstein de Ponce 53. Algo similiar le sucedió a la Viuda Hurtado dos años antes. Al morir su esposo, éste tenía una deuda con Medina de 500 y pico de pesos, y al no poder satisfacer la deuda en dinero tuvo que entregarle unas tierras; aun cuando ella le informó que su dote aportada al matrimonio no respondería por la deuda54. Medina de-mandará al comerciante gallego Juan García ante el Tribunal de la Marina por deuda de 780 pesos, por la que responderá su casa hipo-tecada 55. Pero, al contrario, Medina, usualmente, se rehuía a saldar deudas. Por ejemplo, se niega a pagar en 1818 a la más grande casa mercantil de Santomas C.F. Cherman iim !ihrmz~ de 1.613 pews, exponiendo tranquilamente que no le debía nada; la misma la saldará tarde, muchos años después 56. Dicha situación se dio muchas veces 296 Iverte Pérez Vega de Soler en la vida de Medina, pero él siempre se ((salía con la suya» como vulgarmente decimos en mi tierra. Tan fue así, que en otra deuda de 1.800 pesos pagadera en 1821 en plata o en oro con la casa Gillio y Co. de Santomas, la que debía pagar en 8 meses, no fue hasta 1836, quince años más tarde, que el acreedor pudo ejecutar una casa que garantizaba la deuda, cuando ya Medina no residía en Ponce 57. ¿Cómo se las ingeniaba para lograrlo? Lo desconocemos. Su poder no tenía límites. De esta forma, sin pagar a tiempo ó pagando cuando quería, se enriqueció, y ya para 1820 era uno de los comerciante más ricos de Puerto Rico. Para 1820 Medina perdió su principal propiedad en el devastador fuego que destruyó prácticamente el pueblo de Ponce Todos los m principales comercios del pueblo desaparecieron. Estos pertenecían en a su mayoría a peninsulares. Medina perdió 80 mil pesos: 50 mil en el P comercio y 30 mil en su casa de vivienda, la que se encontraba en la -n parte superior de la propiedad j9. En su almacén se incendiarion ios - a bocoyes de ron almacenados, barriles de pólvora, aceite, alquitrán y E otros materiales inflamables. Se hizo una recolecta entre los vecinos B del pueblo para ayudar a los afectados, uno de los contribuyentes fue - Medina 60. El único auxilio que proporcionó el gobierno fue condonar 5 el pago de las contribuciones a los propietarios que perdieron sus - a casas. Es impresionante que existiera una residencia de un valor tan Q B alto en Puerto Rico durante este tiempo. La próxima de más valor era O de unos 20 mil pesos incluyendo el comercio, del catalán Salvador S Blanch 61. Los catalanes se distinguían en el comercio por ser de los n más adinerados. La casa de Medina, un pequeño palacete, contaría con $ un exquisito mobiliario y los adornos más finos y caros de ese tiempo A que llegaban a Puerto Rico provenientes principalmente de Europa 62. n n Igual sería la vestimenta, las joyas, y otras prendas que utilizaba la 5 S familia Medina, como también los comestibles y las bebidas que in- O gerían. Vemos que Ponce contaba con un mercado de artículos de lujo que sólo estaba al alcance de la clase opulenta, y el que estaba con-trolado en gran parte por Medina al ser el primer almacenista de la región. Medina logró sobrevivir a la gran pérdida de su propiedad con su liquidez monetaria y la compra que había hecho ese año de Vayas en vías de desarrollo 63, pudiendo transformarla en corto tiempo en una gran hacienda. Aún con lo sucedido en el fuego, el siguiente año Medina adquiere otra casa de vivienda en el pueblo con un valor de 3 mil pesos 64. Utiliza como vivienda ambas casas, la de la hacienda y la del pueblo, debido a sus múltiples negocios tanto en la zona ur- La presencia de canarios en Puerro Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 297 bana como en la rural. Además tenía establecido otro comercio en el pueblo, con un capital de 7 mil pesos en mercancías, valor superado por otro comerciante en sólo mil pesos ". Dicho comercio se man-tendrá como uno de los tres primeros hasta el 1825 66. SU poder de adquisición y liquidez monetaria impresiona. La evidencia nos demues-tra que Medina tendría mucho dinero en efectivo para poder conti-nuar adquiriendo propiedades y estableciendo negocios, y continuar el funcionamiento de Vayas, después de haber sufrido una pérdida tan funesta en su principal propiedad. Era muy difícil recuperarse econó-micamente luego de un suceso de esa índole. Tan sólo Medina pudo lograrlo sin dificultades. Es muy importante señalar que para la década del '20 muy pocos peninsulares, en especial comerciantes, estaban interesados en desa-rrollar haciendas azucareras, ni de otra clase. Por lo general, les in- *--.-.,.,. rr;ic;aab~ el caiercio. Siii embargo, para esa época ?v!ec!ina tenia a Vayas en su proceso de expansión, cuando el azúcar está en Puerto Rico alcanzando el gran momento de su boom. El fuego de Ponce le confirma a Medina que la diversificación es sumamente importante en las inversiones. Por eso adquirió tierras al poco tiempo de su llegada. Aprovechó el momento preciso del desarro-iio azucarero, aciquiriencio a precio moderado de ias mejores tierras, estancias, etc. Compraba toda tierra como inversión que consideraba en bajo precio, para revenderlas con jugosas ganancias. Por eso, ven-de al día siguiente de su compra en 1818, una estancia de 26 cuerdas al francés Luis Lamoutte en 1.500 pesos de contado. Esta le había costado 800 pesos en efectivo 67. En esa época, eran los extranjeros los que estaban enfrascados en la adquisición de grandes extensio-nes de tierra en la Isla. De esta forma compraron las mejores hacien-das del sur y sacaron del panorama agrícola a los criollos. Estos por su necesidad de metálico vendieron lo que vendría a ser en pocos años lo más preciado de la Isla: la tierra. Así la economía de Puerto Rico cayó en manos de un puñado de gente: unos poderosos extranjeros y peninsulares, y criollos de Venezuela. Me pregunto: ¿Cómo fue posible que una persona de esa época pudiera a la vez perder 80 mil pesos, pagar en efectivo casi 19 mil pesos de una propiedad, comprometerse a saldar 8 mil y pico de pe-sos en 4 años, comprar otra en 3 mil pesos, y continuar ascendiendo en sus negocios y acumulando dinero? Veamos cómo fue la compra de la hacienda Vayas por Medina en 1820. Al principio tenía una extensión de 60 a 70 cuerdas, con sólo 14 ó 15 sembradas de caña. El costo total fue de 27 mil pesos en 298 Ivette Pérez Vega de Soler «plata metálica fuerte»: 8.281 pagaderos en un término de cuatro años años con una prima de 6 por 100 anual. El resto sería pagadero en efectivo: 18.700 pesos a diferentes personas (siete), entre ellos había dos casas mercantiles, una local (Acevedo y Pardo) y la otra de Santomas (C. F. Overman) 68. Determinamos que Medina inicialmen-te construye a Vayas con la compra de una mediana hacienda y los terrenos adyacentes a la misma, a varias personas. La llamaría Vayas por la valla o verja que separaba un pedazo de tierra del otro cuando los adquirió -eran las vallas las que estaban como fieles indicadores de lo que pertenecía a cada cual. Su gran hacienda se creó de la unión de muchas vallas. Es interesante conocer cómo era Vayas en su comienzo de gran ,, hacienda o plantación: contaba con «24 negros, 112 yuntas de bue- D E yes, fondos, trapiche, alambique y todo lo necesario para el buen fun-cionumientn y !u fubricxiór! de! u z ú c ~ r i E~e~sd. e entnfices Medinu, O adquirió cualquier terreno, estancia, sin importar su tamaño, después - m O que fuera adyacente a su hacienda, y le sirviera para extender ésta ' O . E E Como también arrendaba tierras localizadas en el mismo sector, con 2 E igual propósito, las cuáles compraba cuando se presentaba la oportu- - nidad 71. En seis años, 1826, la hacienda había aumentado en exten- 3 . , sien ;v en la fuerza laboral de una forma espcciacülar: contaba con -- 0 «115 cuerdas de caña, 90 cuerdas de pastos, 111 negros de ambos m E sexos y todas las edades, caballos, trapiche con tambores de hierro, O puerto en su casa, alambique montado también en su casa, con los utensilios correspondientes, almacén, fondos y purga, también con n E los utensilios necesarios; un hospital, casa de tonelero, bagacero, - a cocinera para los negros, casa de mayordomo, caballería, palomar, casa nl de habitación, y dos casas para los negros con murallas de mampos- n n terían; además de «130 cuerdas de terrenos de pastos y montes en el barrio Portugués» 72. Había aumentado su esclavitud en 89 más de la 3 O anterior. Era la primera en esclavitud y la segunda productora de azú-car en la región sureña y una de las principales del país. Cuatro años más tarde, 1830, Vayas contaba con 130 esclavos y su valor era de 140 mil dólares 73. «Allí vivió SU dueño cómodamente, al estilo de vida de un caballero o gran señor» ". Como bien decía el visitante irlan-dés Coronel George Flinter, sobre Vayas y su propietario: «Un indi-viduo que compró una plantación hace unos años en Ponce, la que estaba valorada en 100.000 dólares, en cinco años, además de mante-nerse él y su hacienda, saldó la deuda en su totalidad, quedando la propiedad como ganancia» 75. Ya para 1826 Medina está deseoso de retirarse de sus negocios y La presencia de canarios en Puerro Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 299 regresar a su tierra. El sueño deseado de todo peninsular: disfrutar en su tierra de toda la ganancia acumulada en América, dejando a sus familiares a cargo de los negocios para que continuaran produciendo, y enviando metálico a España. «Las remesas invisibles que los emi-grantes envían a sus familiares como ayudas o soporte a su sosteni-miento », como dice Béthencourt Massieu 16. Esta fue la política económica general establecida por los peninsulares que dirigió sus empresas. De esa manera, se fue drenando la Isla de capital a través de todo el siglo XIX y su recuperación se hizo imposible. Para fines de siglo, la economía de Puerto Rico había descendido considerable-mente 17. Medina, siempre velando por sus intereses económicos. aprovecha el casamiento de su hija Rosa con el gran comerciante esclavista nor-teamericano de Rhode Island Arthur B. Rogers para asociarse con él vendiéndole la mitad de la hacienda Vayas en 1826. Decisión poco usual en esta época ya que al extranjero era visto por los españoles como al más fuerte competidor junto con los que procedían de Vene-zuela. Por eso, era muy raro que un peninsular se asociara con un extranjero. Medina fue el único peninsular en Ponce que se asoció con cri extrucjere en e! ~ e m e r c bd urante !a é p c u estudiada. Lu mxtali-dad de Medina en cuestiones mercantiles ó económicas siempre fue muy diferente a la del típico español de la época. Y, con seguridad él pensaría: ¡qué mejor socio que su yerno quien cuidaría de su parte si él decidía marcharse de Puerto Rico! De esa forma, eliminó un competidor en los negocios y lo hizo su aliado. Vende la mitad de la hacienda en casi 48 mil pesos, por ser el esposo de su hija. Los tér-minos fueron: un pronto de 10 mil pesos de contado, el restante a plazos de 5 mil pesos por año, con un 6 por 100 de interés sobre lo adeudado 18. ES decir, estaría salda en 7 años, en 1833. Sociedad muy ventajosa para Medina, ya que tiene en Rogers quien se haga cargo de todos sus negocios y hacienda cuando regrese a Canarias. Además tendría a Rogers, gran conocedor del mercado norteamericano, como intermediario en sus negocios con los Estados Unidos, su principal plaza de exportación. Tener como intermediario un ducho en el idio-ma inglés era una gran ventaja ya que la comunicación comercial se facilitaba completamente. El comercio de esa nación estaba en un momento de gran desarrollo con las colonias europeas americanas? como las de Inglaterra. En algunos años (en la década del '30), los Estados Unidos sustituiría a Santomas como principal enclave mer-cantil del Caribe 79. Y de gran peso para la familia Medina era que Rogers entrara a formar parte de la familia, de quien se esperaba ve- 300 Ivette Pérez Vega de Soler lara por los intereses económicos de ésta. No hay que olvidar que las uniones matrimoniales entre familias adineradas se hacían a conve-niencia del status económico y social de éstas. Y si se podía convinar un «buen partido matrimonial» (blanco, adinerado, extranjero o penin-sular) con un gran comerciante o hacendado, todavía el candidato se hacía más atractivo para la familia. Con Rogers, Medina obvió todos los intermediarios que antes necesitaba en la operación de negociar y exportar los productos agrícolas. Las ventajas de Rogers en este ma-trimonio y sociedad son incalculables e innumerables. Semejante si-tuación tenemos con el matrimonio de la otra hija de Medina, Dolo-res, con el comerciante alemán Carlos Teodoro Oppenheimer. Este había llegado a Ponce junto a su hermano Guillermo Gustavo desde Nueva York 80, y convenientemente se casó con la adinerada Isabel Bettini 'l. Tal parece que al ser la unión una de conveniencia, Oppen-heimer al enfermarse no pudo sostener la relación con Isabel por lar-go tiempo, y se marchó para su país (Hamburgo) con sus hijos. La sociedad Medina y Rogers, sumamente beneficiosa para el último, lo sitúa en la cima de la sociedad ponceña y le asegura afin-carse con fuerza económica en la zona sureña. Rogers se había enri-quecido en 1825 junto al norteamericano de Baltimore James Atkinson en el comercio de esclavos En dos meses vendieron mil negros en 130 mil pesos 83. SU posición económica lo ayudó a conseguir su ade-cuada consorte, Rosa de Medina, «el mejor partido del pueblo» y posiblemente de Puerto Rico. Además, logró asociarse con uno de los hombres más ricos del momento y, obtener la mitad de una de las mejores haciendas de la Isla fue el mejor negocio que pudo contraer en su vida. Además junto a Medina podía ejercer como comerciante, actividad que estaba vedada por el gobierno a los extranjeros, como también participar en el comercio marítimo y poseer una embarcación, según la Cédula de Gracias del 1815. De esta forma el gobierno obli-gaba a los extranjeros inmigrantes a dedicarse a la agricultura que era io de más urgencia para ei desarroiio económico aei país. Así, ei co-mercio en general, como la importación y la exportación quedaba ple-namente para los españoles. Los extranjeros podían participar del comercio si se asociaban con españoles. Rogers, igual que otros extranjeros, fueron los candidatos preferidos para las hijas de los peninsulares. Como era la costumbre al contraer matrimonio, entre fa-milias con dinero, Rogers entrega a Medina 2 mil pesos de fianza, «para responder a las resultas que puedan ocurrir» después del matri-monio », y Medina «obliga sus bienes presentes y futuros, especial y señaladamente su hacienda de caña en el barrio Portugués con todos La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 30 1 sus establecimientos de valor de más de 80.000 pesos»84. La canti-dad de la dote de Rosa no es estipulada en el contrato con Rogers, pero sí está garantizada con Vayas. En muchos casos el casamiento de la hija fue lo que vino a ofrecer seguridad, estabilidad y logro a la empresa. La familia de la chica le aseguraba al joven comerciante: hogar, trabajo, posición social y económica, y estabilidad: la máxima aspiración del joven comerciante. Este a cambio aportaba principal-mente, la continuidad de lo heredado. En su deseo de ampliar la hacienda, Medina solicita al gobierno terrenos baldíos, situados al fondo de Vayas, con el propósito de pas-tar animales y dedicarlos al cultivo de productos de subsistencia. De esa forma podía dedicar los terrenos que ocupaban estas labores en su hacienda a la siembra de azúcar. Ofrece a cambio construir un foso, entre un caño que desagua al Puerto de Caballón y el Río ~majagua, el següfi&(j a: pUe"u:o. so:icita gobiei-i;o e; :;:U-lo de propiedad de terrenos que comprenden su hacienda, una caba-llería y una cuerda 85. Entre 1823 y el '30 Medina se dedica a comprar terrenos para sembrarlos de caña fuera de su propiedad, lo que demuestra que ya la tierra en los lugares de mejor localización en Ponce están escasos. Para estas fechas ia gran invasión de inmigrantes de toaos iugares se hace patente. Tanto extranjeros como habitantes de Venezuela están comprando las mejores haciendas de la región. Medina adquiere 64 cuerdas de pasto y monte en el lugar llamado Barrero pagando 400 pesos de contado 86; 90 cuerdas en el Hato del Guanabo en el barrio Boquillas en 5 mil pesos en efectivo 87, y una hacienda de caña en el barrio Matojal en 3.500 pesos a plazos La asociación de Medina y Rogers es muy conveniente ya que no necesitan de intermediarios para mercadear su azúcar y otros produc-tos de la hacienda. Además se dedican a servir de agentes de otros productores del área y de la Isla con las casas compradoras de azú-car en el exterior. No hay que dudar que también eran refaccionistas para los productores. Su liquidez monetaria les permitía esta activi-dad tan lucrativa y conveniente por la que cobraban altísimos intere-ses. El refaccionista era el que proveía todo el dinero que necesitaba un hacendado en la producción total del producto durante la zafra, desde implementos agrícolas, dinero para comprar bueyes y caballos, esclavosj y hasta metSlico para e! diario vivir de la familia. Se supo-nía que la deuda se saldaba luego de la venta del fruto, cuando se obtenían las ganancias, pero la mayoría de las veces el hacendado quedaba con gran parte de la deuda para el próximo año, y así suce- 302 Ivette Pérez Vega de Soler sivamente, por largo tiempo. De esta forma las deudas se hacían eter-nas y los productores quedaban atrapados con unos onerosos intere-ses que a veces alcanzaban hasta un 21 por 100 anual. Esta fue una manera en que hacendados endeudados perdieron su propiedad en manos de refaccionistas. Al principio Medina y Rogers utilizaban para la exportación bar-cos que consignaban y enviaban, en especial, al mercado de los Esta-dos Unidos 89. Su primer comprador de azúcar era la companía de Baltimore: Harnmond & Newmann 90, la que estaría relacionada con la casa B. Hammond de Liverpoo19'. La primera era la principal com-pradora norteamericana de azúcar de los grandes hacendados de Ponce, y José Balecier y Co. de Nueva York y Baltimore 92, con quien el comercio mayor del sur estuvo relacionado desde años tempranos. Rogers conocía muy bien los comerciantes de Baltimore ya que su antiguo socio Atkinson radicaba en ese lugar. Baltimore era conocida por la construcción de barcos que se empleaban en el comercio de negros 93. Estas dos casas comerciales también actuarán de apodera-dos de Medina y Rogers en sus asuntos mercantiles en los Estados Unidos. Como por ejemplo, Hammond & Newmann se hacen cargo del reclamo de los aseyuros del bergantín norteamericano Columbia. principal navío que utilizaban los socios y el que parece ser de su propiedad o tenerlo en arrendamiento, ante el Tribunal de Justicia de Baltimore 94. Sin embargo, en 1827 Medina revoca el poder dado a Hammond & Newmann al enterarse de que dicha compañía no se en-cuentra muy sólida e~onómi c ament eE~l~lo. s temían que ésta se fue-ra a la quiebra y que pudiera apropiarse del dinero que recaudaran de los aseguros del reclamo. Medina, entonces, le otorga el poder a la antes mencionada Balecier y Co 96. La inestabilidad del mercado nor-teamericano en ese momento hará que Hammond & Newmann se vaya a la quiebra, como también la casa Balecier 97. Alexander Harang, hacendado de Ponce, demandará a Medina y a otros en 1828 por ser los deudores de Balecier de ia cantidad de í,5UU pesos ". iodavia en 1829 el asunto del reclamo está sin resolverse y Medina nombra a Rogers para que continúe a cargo del caso en los Estados Unidos. Le da el poder absoluto para «todos sus asuntos y negocios pendientes o que en adelante se le ofrezcan» 99. Esto denota la total confianza que tenía Medina en su yerno en la toma de decisiones en la sociedad. Para 1829 los socios utilizan una serie de buques para su comer-cio. Es interesante detallar la forma en que éstos llevan a cabo la actividad de intermediarios o agentes con productores locales. Tene-mos, por ejemplo, el hacendado Manuel Soltero de Marguetti y su La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo x~x.D on Gregorio. .. 303 socio (de nombre desconocido) del partido de Humacao (localizado en el noreste de la Isla, rica zona azucarera) que bajo contrato con Medina y Rogers, se ven obligados a unas severas estipulaciones. Veamos: «Conducirán al puerto de Arroyo, del pueblo de Guayama, por cuenta y riesgo de ellos, en el buque o buques que proporcionará Rogers a la consignación del los agentes que él destine, en cuales-quiera de los puertos que elija». Amén de obligarlos con los altos cargos que conllevaba la exportación y al alto interés (el legal era el 6 %) que pesaba sobre la cantidad adelantada por los acreedores para sufragar dichos cargos, hasta que éstos fuesen reembolsados de su principal con el producto del azúcar. Rogers entrega a los hacenda-dos una libranza de 500 pesos fuertes, pagadera en 60 días, contra una casa mercantil en Nueva York, no especificada. Esto sería aproxi-madamente la mitad de lo que calcula Rogers los cargos del embar-que teta!, 1,125 peses (8 4.5 npcnc mariiniiinnc e! n i i i n t ~ l ?_e & C Z ~ 6 Y'""" "'---Y- "'"" Y-""-- a 4 pesos españoles) 'O0. Para finalizar, expresa en el contrato: cual-quier saldo que le pueda resultar a favor del uno y10 el otro, en el último arreglo de cuentas, será reintegrado de su alcance, cuando se reciban las cuentas de los Estados Unidos» 'O'. La comisión de la casa del Norte sobre la venta será al respecto el 5 por 100 y el 2 1/2 por 166 de garai,das oheel pro&cto bmio de: azúcar, los demás gas-tos ordinarios que ocurran, los que podían aumentar considerablemente en esta clase de transacción. No cumpliendo Marguetti y su socio con las condiciones expresadas se apremiarán como era la costumbre 'O2. Hay que aclarar, que no era un interés de un 6 por 100 anual so-bre la deuda total, sino que, como hemos dicho antes, muchas veces cobraban hasta un 18 a un 21 por 100 anual, y le pagaban el azúcar al precio corriente de la plaza (Puerto Rico), el que usualmente era más bajo, no al precio mundial del azúcar, y la moneda se calculaba equivalente a macuquina, no en pesos fuertes o dólares. La gran ga-nancia la tenía el intermediario que se apropiaba de la diferencia en la moneda que pagaba al hacendado de menos valor como era la macuquina (venezolana), y la moneda en dólares o fuerte que recibía del comerciante del exterior. La macuquina, moneda de plata y muy gastada, desvalorizada aun en Venezuela, había sido aceptada como moneda corriente en Puerto Rico a principios del siglo 'O3. Fue con-veniente para la Isla por la escasez monetaria existente, como para los emigrantes de Venezuela que trajeron su dinero sin ningún pro-blema y lo pusieron a circular. El contrato descrito nos demuestra su rigurosidad y lo poco favorable que era para el hacendado, encontrán-dose en una situación sin posibilidades de mejorar las modalidades 3 04 Ivette Pérez Vega de Soler establecidas por los mercaderes. Solamente hacendados-comerciantes, que logran ser sus propios intermediarios tendrán un éxito pleno en ese mundo mercantil. La trata era el principal negocio lucrativo en Puerto Rico 'O4. El poder combinar todas las actividades agrícolas y mercantiles prin-cipales (hacendado, almacenista, dueño de tiendas, prestamista, re-faccionista, esclavista, exportador-importador, intermediario) fue lo enriqueció de manera contundente al inversionista de este tiempo. Te-ner la capacidad para llevarlas a cabo como lo hizo Medina y con éxito, no fueron muchos en Puerto Rico. Y menos siendo peninsular, los que generalmente no les interesaba el desarrollo de haciendas azucareras y eran pocos los que incursionaban eri el mercado de es-clavos. La realidad era que para participar en dicho mercado se necesi-taba disponer de un gran capital líquido, arriesgar grandes cantidades de dinero y poder aguantar o soportar esos riesgos por largo tiempo. La venta de negros se hacía de forma legal o ilegal. La ilegal era cuando no mediaba ninguna clase de documento, y era muy corrien-te. De esta forma no se pagaban impuestos al gobierno en la compra-venta. Encontramos muy pocas acreencias o ventas protocolizadas de la sociedad Medina y Rogers durante esos años, lo que demuestra que estaban vendiendo la mayoría de los esclavos que adquirían de con-tado. Dichas ventas se encuentran principalmente entre 1827 y el '30 'O5. Además ni Medina ni Rogers figuran como usuales compra-dores de esclavos en las varias listas que encontramos de los grandes vendedores de la época, indicándonos que importaban los esclavos que vendían, no utilizaban mediadores 'O6. Sin embargo, Medina en 1828 adquiere de la Co. Pedrosa y Rabasas de Ponce 46 esclavos los que creemos se utilizarán en Vayas, ya que su producción había aumenta-do inesperadamente. La adquisición se hizo en 2 compras consecuti-vas: 24 negros a crédito y 22 de contado, por el valor de 7 mil pesos en moneda corriente. Los que compró a crédito fueron saldados en un mes. Había 24 hombres, 10 mujeres, 10 chicas y 2 muleques 'O7. ivíuy pocos hacenaacios podían comprar esa cantidad de esciavos para pagarlos en tan corto tiempo. La liquidez de Medina es demostrada en todo momento. El débito por negros, a Medina y Rogers, de más relevancia eco-nómica fue el de Andrés Bello y esposa de Ponce, por la cantidad de 3.500 pesos en plata corriente, parte de la venta de unos esclavos, a quienes la sociedad demandó por cobros de pesos y la que saldarían en 5 años. Una deuda de esa monta pagadera en 5 años fácilmente alcanzaba unos cargos muy altos 'O8. Llama la atención la deuda de La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo x~x.D on Gregorio. .. 305 más importancia humana. Fue la de Manuel Fernández y su esposa Justa Molina, ponceños quienes solventaron en 1828 una deuda por cantidad desconocida con la estancia que habitaban (sembrada de caña, café y plátanos, con casa de vivienda, y casa con trapiche de madera y una paila montada para hacer melao). Medina les proporcionaría un pedazo de terreno en el que podrían vivir Justa Molina y sus hijos, a Fernández no lo incluiría en la dádiva 'O9. Este es otro triste ejemplo, de como el pequeño agricultor se endeudó y quedó privado de las pertenencias básicas para ganarse la vida y 'subsistir. Y eso, que Medina por lo menos les dió un pedazo de terreno, porque general-mente los deudores quedaban al abandono, desprovistos totalmente de algún lugar para vivir. Así, los grandes terratenientes se irían tragan-do sutilmente a los pequeños propietarios hasta convertirlos en sus trabajadores. Esta fue la regla general durante el siglo XIX. ¡La ex-plotación siempre estuvo vigente! Rogers también se asoció con el rico y sagaz comerciante alemán Fernando Overman en 1829 "O, ex-dueño de otra de las principales haciendas de la región, La Constancia "', en el negocio de envío de letras y libranzas al exterior. Asimismo, lo hizo con William Furnis, su tío, uno de los más importantes comerciantes esclavistas de Santo-mas. Este le facilitará a Medina y Rogers los negros que venden en Puerto Rico '12. Overman similar a Medina estaba involucrado en toda clase de negocios lucrativos. Esta sociedad fue conveniente para Medina porque a través de Rogers tenía acceso a la infinidad de ne-gocios que participaba éste junto a Overman y Furnis. Rogers fue una persona clave para Medina en el acercamiento que le proveyó hacia personas importantes y convenientes para sus múltiples negocios. Además, Medina estaría pensando en la experiencia de Overman en la producción y mercadeo del azúcar la que beneficiaría a su yerno después que él se retirara a Canarias. Rogers necesitará una persona no sólo con vastos conocimientos sobre la agricultura para que lo ayude en la administración de Vayas, sino también en el comercio, cumo Overmun, experk e:: !m mercades de Eurepa. 9irrrmm lur de tal ayuda para Medina que se encargará junto a Rogers de una de-manda que tuvo la sociedad (Medina y Rogers) en 1829 promovida en el Tribunal de Justicia Mayor de Ponce contra los Hnos. Archbald, Joseph y Robert, irlandeses, propietarios de la gran hacienda Palmas Afuera ' 1 3 . Los Archbald tenían también negocios con Hammond & Ncwiriaiifi. Al irse a la qüiebra los ú!:imos qüedaron !m Archbak! afectados con dinero adeudado de ventas de azúcar, aunque los Arch-bald adeudaban a Hammond & Newmann desde 1823, 22.500 pesos 306 Ivette Pérez Vega de Soler fuertes en contrato de refacción Il4. La situación económica de los Archbald provocó que no habían podido pagarle a Medina y Rogers desde 1826 la suma de 10.500 pesos por concepto de adquisición de 30 negros de ambos sexos '15. Anteriormente, en 1823, los Archbald habían estado en deuda con Medina por cantidad desconocida ' 1 6 . (Creemos que Medina y Rogers eran de los principales suplidores de esclavos de Palmas Afuera). Y de la situación se agarró Medina para no pagar a sus acreedores a tiempo. Situaciones como ésta suscitaban una serie de endeudamientos en forma de cadena en la que quedaban todos atrapados. Sobrevivirían los que tuvieran más liquidez econó-mica contando con gran cantidad de metálico, y los que estuvieran más diversificados en los negocios, como Medina y Rogers. El en-deudamiento de las grandes compañías del exterior provocaban una crisis en forma descendente afectando gravemente a los comerciantes y productores locales relacionados con dichas compañías. Los comer-ciantes locales y del exterior durante la época eran muy suceptibles a cualquier cambio en los mercados internacionales produciendo fácil-mente quiebras inesperadamente. Desde que Medina se establece en Ponce es uno de los principa-les contribuyentes a la Hacienda Pública l ' ' Debido a la elevada pro-ducción de Vayas, Medina y luego en sociedad, continuará pagando un alto subsidio (impuesto) al gobierno. La sociedad pagó 520 pe-sos por Vayas en 1830, igual que los ricos hacendados Pablo Bettini y Alejandro Harang, siendo los más que pagaron '19. Rogers y Overman también pagaron 180 pesos por su sociedad mercantil radicada en el Puerto, uno de los más altos subsidios de un negocio. Por lo general, los comercios pagaban uno más bajo que las haciendas ya que al de-terminarse el impuesto en base a la producción, era difícil calcular las verdaderas ganancias de un comercio. Un comercio tenía varias maneras de esconder y no declarar todas sus ganancias al fisco. Las grandes cantidades de ganancias que podían obviar y no declarar los vendedores de esclavos fueron incalculables ya que se introducían miichns de fnrma i!ega! y !a maynr cantidd de fmml sin pmt~m!izar. Según se comentaba, aún las haciendas declaraban sólo la mitad de sus ganancias, y mayor era la cantidad de mercaderías que entraba al país de contrabando que de manera legal. En 1829 doña Francisca, la esposa de Medina, fallece en Ponce. Los socios le otorgan el poder a Fernando Overman para que asista e! los inxíenturies y pafiicienrs. que se practicariuZ de! de Medina Izo. Esto denota una gran confianza de los socios en Overman, en especial por parte de Medina, ya que los españoles, por lo gene- La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo XIX. Don Gregorio ... 307 ral, demostraban poca confianza en los extranjeros en asuntos donde había dinero envuelto. Doña Francisca muere a los 50 años después de estar muy enferma de condición desconocida. Y tuvo un gran fu-neral, digno de la señora adinerada de la época. Un buen funeral costa-ba en los '30 en Ponce de «300 a 400 dólares». El féretro era lleva-do a la iglesia donde estaría por largo tiempo, al descubierto, con unas 50 velas alrededor, a semejanza de una «tumba espléndida», con continuos rezos y la mejor música sacra. Según la creencia católica, este rito y las misas que se estarían ofreciendo después, hasta por 6 días, tendían a «aquietar el alma» o darle «reposo». La ofrenda de dinero (por la persona antes de morir o después por sus familiares) para misas perpetuas por su alma, luego de fallecido, representaba la adquisición de «un pasaje directo al cielo sin ir al purgatorio». Estas misas también purificarían el alma del difunto. «A todo buen católi-co se le aseguraba el cielo» I 2 l . Se enterraría a Doña Francisca en el cementerio situado al lado de la iglesia. Ella había hecho una ofren-da para 200 misas luego de su muerte. Había dado su poder general 1 para todos sus asuntos a su esposo Iz2. Rogers tiene la gran suerte de que su suegra sintiera un especial afecto por Rosa y su hijo, y los beneficiara en la herencia sobre los demás hijos de Medina, dejándo-le además en su testamento el tercio de sus bienes. La señora Medina deja a cada uno de sus hijos una esclava, pero a Rosa «lo que ella guste tomar del caudal». Rogers es nombrado el curador de los hijos menores de Medina 12'. Fueron muy pocas las mujeres que declararon testamentos durante el siglo XIX, aun las de clase alta. Doña Francis-ca demuestra el conocimiento pleno que tenía sobre sus derechos legales y sus bienes. Por lo general, al morir la mujer, el esposo que-daba a cargo de todo el caudal y disponía de éste como el quería, frecuentemente sin acatar las leyes del país, sin respetar la partici-pación de los herederos. De esta manera también las dotes de las mu-jeres, que se integraban al capital del esposo al contraer matrimonio quedaban como parte del caudal del marido. Si los hijos eran meno-res, genera!men:e, perdian SU participacih en manos de sü podre. Al Medina enviudar, acongojado por lo acontecido, decide partir para Canarias, pero no lo hace, quedándose en su hacienda, y declara testamento (1830) «temeroso de la muerte» Il4. Don Gregorio conti-nuó su vida activa de siempre: en negocios, en demandas, ... Iz5 Y nos sorprend.e , .a l ser nuevamente dueño de la totalidad de la hacienda y sin asociaciones con ñogeis, poi razones desconocidas. Pero en 1033, vuelve a venderle a Rogers la mitad de la hacienda, sin gravámenes, la que había aumentado en tamaño, contenido, esclavitud, producción, 308 lverte Pérez Vega de Soler belleza, comodidad, y en ella «la casa de vivienda alta con balcones interiores y exteriores, con toda la servidumbre necesaria ... » La ven-de en 70 mil pesos de plata, 40 mil en efectivo y 30 mil restantes que deberá pagarlos a razón de 5 mil pesos por año hasta cumplir la deuda 126. Y Rogers, ese día, vende a Medina la mitad de su almacén, sin gravamen, ubicado en la Playa del Puerto, en 2 mil pesos de pla-ta en efectivo 12'. Entonces, es que Medina paga a sus hijos Rosa y José (parece que los otros tres eran menores) lo que les correspondía de herencia de su madre: 8.711 pesos y 311 maravedís a cada uno, según constaba en los inventarios y particiones I z a . Entiendo que Doña Francisca dejó 44 mil pesos para sus 5 hijos e igual cantidad (al ser la mitad de su capital) para don Gregorio. Para esa época, esa era una gran cantidad de dinero. En 1830, Medina había declarado que todo el capital heredado por sus 5 hijos de parte de su madre se encontra-ba incorporado en la hacienda. De inmediato, un día después de to-das estas transacciones de venta y pago, Medina y Rogers vuelven a asociarse, Co. Agrícola y Comercial Medina y Rogers, pero a dife-rencia de la primera vez, formalmente, mediando un documento notarizado. Y, haciendo aclaración que también incluyen en la socie-dad unas tierras (de pasto en el barrio Portugués y unas plantaciones de café y plátanos en el barrio Maraguez) de 3 caballerías de exten-sión que Don Gregorio había adquirido incultas. Los fondos de la sociedad ascienden a 148 mil pesos. La hacienda estará a cargo de Medina y el comercio a cargo de Rogers. Entre los gastos de la so-ciedad se incluirán los gastos alimenticios (1.200 anuales) y de vivien-da de ambos. La sociedad durará 5 años, hasta 1838 '29. Pero en 1836 Medina marchó para España. Se iría tranquilo, sa-tisfecho y orgulloso por haber logrado levantar durante sus años en Puerto Rico una familia «de respeto» y un gran capital en una época que era difícil hacerlo. Como también por haber ayudado a levantar un país que comenzaba su gran desarrollo socio económico, y haber sido una pieza clave de éste. El grandioso Rogers quedó a cargo de tedes sus asuntes y r?rgeries. A~ltesd e ml rch~rp mn tndn en nrden. Ya hacía tiempo había declarado su extenso testamento notarizado. Le dio importancia a todo, sin escapársele detalle, tanto asuntos familia-res y personales como económicos. Indicando que fuese sepultado con oficios de entierro doble y anotando el sinnúmero (100) de misas que deseaba se celebrasen en su memoria si moría, para el bienestar de SU alma, e:: !a !g!esia de N~e s t r aS esera de! Perpvtue Sererre rr? Ponce. Sin faltar el cobro de la última acreencia, como hasta el lega-do de la última propiedad adquirida. Esta vez no olvidó sus deudas, La presencia de canarios en Puerro Rico, siglo x~x.D on Gregorio. .. 309 inclusive las que no estuviesen anotadas en su libreta de cuentas. Transfería 500 pesos para los pobres y mil pesos para un hospital de la caridad, y sino se construía, los mismos serían repartidos entre los pobres. A sus padres ancianos les dejaba 3 mil pesos del quinto de los bienes, y si morían recaían sobre los cinco hermanos de Medina, y sino sobre sus hijos legítimos. Como también dejaba 500 pesos para la Iglesia de Nuestra Señora de la Monserrate en Sauces, sino se cons-truía una nueva iglesia en Ponce. De esta forma, en legados, salían capitales del país, afectando su economía. Y al final del testamento, solicita a D. Manuel More1 contador de sus bienes: «complacer el gusto de mis herederos para que todos queden cpntentos y no se pro-muevan disputas por intereses momentáneos». Ultima disposición de hombre acaudalado que dejaba todo de antemano estipulado, inquieto por el destino de su espíritu, familia, caudal y deudas, aún en su au-sencia. «Los capitales repatriados por la minoría de los que regresan triun-fantes: el indiano rico y bienhechor» I3O. Epílogo: Así describía el visitante Charles Walker a Vayas en el año de marcharse Medina: «Su casa tiene 100 pies de frente, con pórticos o galerías en ambos lados, y las habitaciones están empapeladas y pintadas y bien amuebladas. A los lados del final de la casa principal es-tán las casas para los negros, y también en ángulo recto de és-tas, hay hileras de casas en ladrillo para ellos, y los molinos, fábrica de azúcar y destilería, con el hospital al frente. Las edi-ficaciones forman un cuadrado, y desde el balcón de la "casa grande" se divisa lo que sucede abajo. Hay tres portones por los cuales se puede entrar, y los que después de cerrados, quedan sus negros [guardados] en casa. La plantación se llama Vayas, y con 130 negros está valorada en 150 mil dólares. En este lu-gar pasé una semana muy plácidamente, con el Señor Rogers quien es un caballero y fue en su juventud un intelectual. y tie-ne en el presente una buena biblioteca donde se pude encontrar todas las novelas y literatura apropidada. La Sra. Young, una jo-ven e inteligente viuda, su hermana, vive con él y es muy adic-ta a la lectura y a la sociedad, pero su esposa [Rita] es una señora española, muy hacendosa y buena madre de cuatro niños. Ya que la plantación está bajo la dirección de un administrador, ei dueño ia está ciisfrutando. Ei aumento de ios invitados es siem-pre anticipado en las operaciones ordinarias de la cocinera, quien asume que de tres a cuatro personas pueden venir diariamente Iverte Pérez Vega de Soler cuando la familia está en el desayuno o en la cena. El estilo de vida del Señor Rogers es el de un gran señor, que no aplica a todos los ricos hacendados de Puerto Rico» '". En 1838 aparece Rogers como único dueño de Vayas '32. Quizás, Medina había muerto. En 1845 Rogers y su familia no vivían en Ponce. Posiblemente, igual que otros adinerados, habían marchado a disfrutar su fortuna al exterior. La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo XIX. Don Gregorio ... 3 1 1 Siglas: AGPR = Archivo General de Puerto Rico AMP = Archivo Municipal de Ponce PNP = Protocolos Notariales de Ponce FG = Fondo de Gobernadores Españoles l . Sobre los canarios: HERNÁNDEGZA RC~JAul,i o: La emigración de las Islas Ca-narias en el siglo XIX. Ediciones del Excelentísimo Cabildo Insular de la Gran Ca-naria, 1981, p. 89. 2. FLORESCANEOn,r ique: Ensayos sobre el desarrollo económico de México y América Latina, 1500-1975. México: Fondo de Cultura Económica, 1979. 3. FERNÁNDEMZÉ NDEZE, ugenio: Crónicas de Puerto Rico (1493-1955), en «In-forme de Don Pedro de Irizarri, Alcalde Ordinario de San Juan sobre las instruccio-nes que debían darse a Don Ramón Power, Diputado por Puerto Rico ante las Cortes Españolas para promover el adelanto económico de la Isla, año 1 8 0 9~R. ío Piedras (P.R.): Editorial Universitaria, 1976, pp. 345-372. ZAMORYA CORONADJOo,s é María: Biblioteca de Legislación Ultramarina, 6 tomos. Madrid: Imprenta de Alegría y Charlain, 1844, tomo 11, p. 289. 4. COLL Y TOSTE, Cayetano: Boletin Histórico de Puerto Rico, 14 tomos. «El sis-tema prohibitivo y !a libertad de comercio de América», San Juan: Tipografía Cante-ro Fernández, 1920, tomo VII, pp. 272-3, 275. 5. CIFRED E LOUBRIEELs,t ela: La inmigración a Puerto Rico durante el siglo XIX. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1964, pp. XXVI, LXXXI. Llegaron de España un total de 4.397 personas: 245 de Canarias (5,6 %), 237 de Baleares (5,3 %), 373 de Gerona (8,5 %), 461 de Barcelona (10,s %), 561 de Oviedo (12,7 %). 6. VICÉNSV IVESJ,a ime et al.: Historia de España y América, social y económi-ca, 5 tomos. Barcelona: Editorial Vicéns Vives, 1971, tomo IV, pp. 176-177. Del mis-mo autor, Cataluña en el siglo XIX. Madrid: Ediciones Rialp, S.A., 1961. CIFRED E LOUBRIEELs,t ela: La formación del pueblo puertorriqueño: la contribución de los ca-talanes, baleáricos y valencianos. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1975. 312 Ivette Pérez Vega de Soler 7. RODR~GUDEEZM ORIZEI,m ilio ed.: Cesión de Santo Domingo a Francia, Ciu-dad Trujillo, República Dominicana: Imprenta Dominicana, 1958. Frank Moya Pons, Historia colonial de Santo Domingo. Santiago, República Dominicana: Universidad Católica y Maestra, 1978. 8. DE C~RDOVPAed,r o Tomás: Memorias geográficas, históricas, económicas y estadísticas de la Isla de Puerto Rico, 6 tomos. San Juan: Instituto de Cultura Puer-torriqueña, 1968, tomo 111, pp. 172-173. 9. Ibídem. DE C~RDOVtAom, o 111, pp. 169-171, 173. Sobre las guerras de eman-cipación en Venezuela: Venezuela, 12 tomos. Barcelona: Editorial A. Bello, S.A., 1976, tomo IV, pp. 288-325. MORALEPS A D R ~FNra,n cisco: Historia general de América (tomo VI1 de Manual de Historia Universal, 7 tomos). Madrid: Espasa Calpe, 1975, pp. 114, 125, 128, 222. Antonio Ubieto, Introducción a la Historia de Espana. Bar-celona: Editorial Teide, 1979, p. 590. 10. COLL Y TOSTE: Boletín Histórico ..., «Socorro a los emigrados de Costa Fir-me », tomo VI, p. 317; «Circular del gobernador Meléndez para proteger a los emi-grados venezolanos», tomo XII, pp. 42-3, 145. 11. Llegó un grupo como de 160 canarios contratados para la agricultura por la compañía Anduze e Hijos. Cifre de Loubriel ..., p. LXVIII. 12. ALVARENZA ZARIOFr,a ncisco Manuel: «La inmigración canaria en Puerto Rico durante los siglos xviii y xixn, San Juan: Revista del Instituto de Cultura, vol. 33 (año IX, oct.-dic. 1966) pp. 52-6. COLL Y TOSTE: Boletín Histórico ..., «La emigra-ción de Canarias*, tomo VII, pp. 53-4. Durante la década del '20 llegaron muchos soldados canarios a P.R. del Archipiélago, y en el 1834 vinieron mayor cantidad de canarios que en las décadas anteriores por la situación económica de España. Infor-mación suministrada por la Dra. Estela Cifre de Loubriel en mayo 1994. 13. COLL Y TOSTE,t omo 1, pp. 308-309, 310. GUTIÉRREDZEL ARROYOI,s abel: El reformismo ilustrado en Puerto Rico. México: El Colegio de México, 1953, pp. 52, 97. El manifiesto del gobernador Salvador Meléndez en torno a la Ley de Tierra de 1813 con el propósito de que vinieran principalmente emigrados de Costa Firme y militares peninsulares a establecerse an P.R. fue muy efectiva. 14. Diario Económico de Puerto Rico, 1814-1815, 2 tomos. San Juan: Edicio-nes Borinquen (Editorial Coquí), 1972, tomo 1, núm. 6, f. 49, 25 marzo 1814. 15. BRAUS, alvador: Historia de Puerto Rico. Río Piedras: Editorial Edil, 1978, pp. 197-204. Livio Cruz Monclova, Historia de Puerto Rico (siglo XIX), 5 tomos. Río Piedras: Editorial Universitaria, 1952-1964, tomo 1, pp. 3-93. FERNÁNDEMZÉ NDEZ, Eugenio: Historia Cultural de Puerto Rico, 1493-1968. San Juan: Ediciones El Cemí, p. 213. GUTIÉRREDEZL ARROYOIs,a bel: El reformismo ilustrado en Puerto Rico. Méxi-co: El Colegio de México, 1953, pp. 68-73. 16. COLL Y TOSTE, Boletin Histórico ..., «Cédula de Gracias*, t. 1, p. 297.; t. IV, p. 7. 17. MORALECS A R R I ~ANrtu, ro: Puerto Rico and the Non-Hispanic Caribbean: A Study in the Decline of Spanish Exclusivism. Río Piedras: Universidad de Puerto Rico, 1974, pp. 118-121. 18. Saint Thomas se le llama Santomas en Puerto Rico y no San Tomás. 19. WHITAKEARr,t hur: The Origin of the Latin American Revolution, 1808-1826: Early Commercial Relations Behveen the U.S. and Latin America. New York: Borzoi Books, 1965. 20. NEWMANGNA ND~EAd,u ardo: Verdadera y auténtica historia de la ciudad de Ponce desde sus primitivos tiempos hasta la época contemporánea. San Juan: Imprenta Burillo, 1913. La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 3 13 21. Sobre la economía de hacienda y esclavista del siglo xix: GARC~RAO DR~GUEZ, Gervasio: Conferencia sobre el comercio en Puerto Rico durante el siglo XIX (gra-bación), Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y El Caribe, San Juan, sep-tiembre 1979. 22. CIPOLLAC,a rlos M., ed.: Historia económica de Europa. «La revolución in-dustrial », Barcelona: Editorial Ariel, 1979, p. 324. 23. AGPR, FG, Emigrados de Costa Firme 1815, Establecidos en la Jurisdicción de Coamo, c. 54. 24. AGPR, FG, Emigrados de Costa Firme 1815, Establecidos en la Jurisdicción de Coamo, c.54. CIFRED E LOUBRIELLa: inmigración. .., p. XXVI. 25. Vayas aparece escrita de esa forma, y no Vallas. 26. SCARANOFr,a ncisco A.: Sugar and Slavery in Puerto Rico: The Plantation Economy of Ponce, 1800-1850. Madison: The University of Wisconsin Press, 1984. 27. AGPR, PNP, fs. 260-263v, 1830. 28. AGPR, PNP, fs. 238-240, 1829; 260-263-V, 1830. 29. Para fines del siglo xviri el gobierno español obligó a los inmigrantes cana-rios que pasaban al continente a traer la esposa e hijos. T ~ o c o ~DiEs VERACOECHEA, Eiiiiiia: Ci proceso de la inmigración en Venezueia. Caracas: Acaaemia Nacionai de la Historia, 1986, p. 45. 30. SONESSONB,i rgit: «El papel de San Tomás en el Caribe hasta 1 8 1 5~A. nales de Investigación histórica (Universidad de Puerto Rico), vol. 4, núm. 1-2, 1977, pp. 42-75. Del mismo autor: Puerto Rico y San Tomás en Conflicto Comercial 1839-1843. Río Piedras, Universidad de Puerto Rico, 1973, Tesis de Maestría. Johan Peter Nissen, Reminiscenses of a 46 Years Residence in the Island of St. Thomas in West Indies. iondo~i :N aaareih, i838. 31. SCARANOFr,a ncisco A,: Sugar and Slavery in Puerto Rico: The Plantation Economy of Ponce, 1800-1850. Madison: The University of Wisconsin Press, 1984. 32. NEWMANGNA NDIAV: erdadera y auténiica ..., p. 65. 33. Además llegaron junto a los canarios de Venezuela 21 personas entre espo-sas e hijos. Información suministrada por la Dra. Estela Cifre de Loubriel, en mayo 1994. 34. AGPR, FG, Asuntos políticos y civiles, Tiendas (licencias 1809-1852). Ju-risdicción de Coamo, mayo 1815-1816, c. 186, ent. 69. 35. Op. cit. Emigrados de Costa Firme 181 5... 36. Actas del Cabildo de Ponce, Puerto Rico. Transcrito y editado por Ilia del Toro Robledo. San Juan: Departamento de Estado, Estado Libre Asociado de Puerto Rico, Tip. Porvenir, 1992. Acta no. 19. 37. Op. cit. Lista ..., tiendas de mercería y pulpería, 1815 y 1816, 1817, 1818, jurisdicción de Coamo, c. i86, ent. Ó9. 38. Ibídem. 39. AGPR, PNP, fs. 149, 162, 1818. 40. AGPR, PNP, fs. 240-241, 1818. 41. Ibidem. 42. AGPR, Fondo Mapas, Archivo 6, Gaveta 1, N. 918, Ponce 1818. 43. Para 1817 Bonocio Tió, llegado antes del 1815, era el segundo comerciante en riqueza. NEWMANSNA ND~VAer:d adera y auténtica, p. 72. 44. AGPR, PNP, f. 154, 1818. 45. Por ejemplo, acturará de tasador de la hacienda El Caño de los Jueyes al morir el gran hacendado Joaquín Vargas. AGPR, Fondo Tribunal de Justicia, 1830- 39, Caso civil contra la testamentaría de Joaquín Vargas, cajas sin numerar. 314 Ivette Pérez Vega de Soler 46. AGPR, PNP, fs. 240-41, 1818; 304-5, 1821; 52v-53, 1823; 319, 1826; 131v, 1830. 47. AGPR, PNP, fs. 46-47, 1819, 1." pieza. 48. AMP, Actas del Cabildo de Ponce de Puerto Rico, 1812-1830. Actas no. 5 1, 68. Medina aporta 500 pesos para el préstamo por la Intendencia en 1828 por estar sus arcas «vacías». Colectaron 3,355 pesos, y 6 dieron la cantidad de Medina. AGPR, FG, Serie Hacienda, 1826-28, exp. Intendencia 1828. Sin embargo, usualmente, se quejaba cuando el gobierno solicitaba dinero para sus urgencias. AGPR, FG, Diputa-ción Provincial, Cabildo Ordinario, 1814-67, c. 530, ent. 290. 49. Actas ..., no. 205. 50. Véase Actas ..., 1812-1830. Acta no. 202. 51. Actas ..., no. 202. El ayuntamiento fue ubicado en una parte desocupada de la casa de Medina «a efecto de lograr en sus sesiones así como en los asuntos de las alcaldías el silencio y aseo» deseado. 52. Actas del Cabildo ..., no. 172. AGPR, FG, Emigrados, 1821-1837, c. 54, ent. m D 21. AGPR, PNP, fs. 136-136v, 1818, 1 .a pieza. Actas del Ayuntamiento de San Juan, E 1834-35, fs. 57, 58, 67. Cruz Monclova ..., t. 1, pág. 312. NEWMANGNA ND~AVe:r da-dera ..., p. 72. AGPR, FG, Asuntos políticos y civiles, c. 152. QUINTERROI VERAA,n - o n - gel, et al.: Puerto Rico Identidad nacional y clases sociales. Río Piedras: Ediciones O =, Huracán, 1979, nota de p. 52. En 1834 fueron electos los más pudientes «para la E celebración a las cortes generales del Reino». E 2 53. AGPG, PNP, f. 167, 1824. E 54. AGPR, PNP, f. 45v, 1822. AGPR, FG, Instancia de Gregorio Medina, c. 526, = ent. 290. 3 55. AGPR, PNP, fs. 21v-22v, 29v-30v, 1830. - 56. AGPR, PNP, f. 136, 1818. - 0m 57. AGPR, PNP, fs. 25, 35-37, 40-43, 1821. E 58. COLL Y TOSTEB: oletín Histórico ..., t. X , p. 250. NEWMANGNA ND~VAe:r da- O dera y auténtica ..., p. 20. 59. AGPR, FG, Informe del Gobernador Arostegui, Fuego de Ponce 1820, c. 527, n ent. 290. Derecho de Tierras, Relación ... de las pérdidas ocasionadas en el incendio ... -E con expresión de casas y caudales mercantiles respectivos a sus dueños, c. 198. a 2 60. AGPR, FG, Relación de las personas con sus contribuciones para los afecta- n dos durante el fuego, 1820. Relación de los individuos que han sufrido pérdidas en o el incendio exclusos de pagar subsidio, 1820, c. 198, ent. 97. 61. AGPR, FG, Informe del gobernador Arostegui, 1820, c.198. 3 O 62. Para un detalle de los artículos provenientes de Europa a Ponce, véase: AGPR, FG, Entrada y salida de barcos, Ponce, 1816-30. 63. AGPR, PNP, fs. 120-122, 1820. 64. AGPR, FG, Asuntos políticos y civiles, Censo y riqueza, Ponce, Relación de las casas y bohíos, 1821, c. 12, ent. 19. 65. AGPR, FG, Asuntos políticos y civiles, Censo y riqueza, Ponce, Relación de los almacenes y tiendas de mercancías, pulpería, mixtas ... en el pueblo y campo, 1821, c. 12, ent. 19. 66. AGPR, FG, Censo y Riqueza, 1820-28, Relación de los almacenes, tiendas de mercería. pulperías y mixtas aue tiene el Partido de Ponce en el pueblo y campo con sus capitales. Tan sólo lo superaban las grandes compañías Pedroza y Co. y Ven-tura Forneguera. 67. AGPR, PNP, fs. 246v-247, 251-252, 1818. La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo XIX. Don Gregorio ... 3 15 68. AGPR, PNP, fs. 120-122, 1820. Aunque Medina compró a Vayas a Esteban Domenech, pagó a diferentes personas: 1 1.250 pesos fuertes al antiguo dueño Tiburcio Rodríguez, 487 pesos fuertes a Overman y Co., 2 mil a Acevedo y Pardo, 1.381 pe-sos fuertes a diversos individuos u 8.281 a Domenech. 69. Ibídem. 70. AGPR, PNP, fs. 268v, 1826; 464, 1830. 71. AGPR, PNP, f. 20, 1826. 72. AGPR, PNP, fs. 6-7, 8v-9v, 1826. 73. AGPR, PNP, fs. 455v-459v, 1833. 74. «Charles Walker's Letters from Puerto Rico, 1835-1837», Caribbeari Studies, vol. 5, núm. 1 (abril 1965), pág. 43. Traducción libre. 75. FLINTERG,e orge: An Account of the Present State of rhe Island of Puerto Rico. London: Longman, 1834, pp. 16, 46-50, 181. Traducción libre. Flinter fue un oficial del Ejército Británico en las Indias Occidentales. Visitó a P.R. entre 1829 al '32. 76. BETHÉNCOURMTA SSIEUA, ntonio: «Introducción», en HERNÁNDEGZA RC~LAa: emigración de las Islas Canarias, p. 20. Canarias como Cataluña durante el siglo XIX cubrió su déficit con un metálico muy «difícil de contabilizar, las remesas invisibles». Ibídem. 77. CURETJ, osé: De la esclavitud a la abolición (cuaderno 7). Río Piedras: CEREP (Centro de la realidad puertorriqueña), 1979. RAMOSM ATTEIA, ndrés: La hacienda azucarera y crisis en Puerto Rico, siglo XIX. San Juan: CEREP, 1981. 78. AGPR, PNP, f ~5.-7 , 1826. 79. SONESSONB,i rgit: Puerto Rico's Comrnerce, 1835-1865: From Regional to World Wide Market Relations. Ph.D. Thesis, New York, 1985. 80. En Nueva York habían sido socios de la casa mercantil Moller & Oppen-heimer. BARREIT, Walter: The Old Merchants of New York, 5 tomos.New York: tireen-wood Press, 1968, t. IV, pp. 75-6, publicado originalmente en 1870 por Carleton, New York. 81. AGPR, FG, Asuntos políticos y civiles, Lista de vecinos blancos ... Ponce. 1836, c. 14, ent.9. AMP, Matrícula de extranjeros, naturalizados y domiciliados en Ponce (1816-30), libro 1, c. 51, leg. 53, exp. 1. 82. AGPR, FG, Asuntos políticos y civiles, Pasaportes, 1820-1826, c. 153, ent. 51. Atkinson había estado establecido en el comercio de esclavos en Cuba. Posible-mente estaba emparentado con la compañía esclavista Atkinson de Londres residen-tes en esa isla. 83. AGPR, PNP, fs. 225, 1825, 290v-293v, 1829. 84. AGPR, PNP, f ~5.-6 , 1826. 85. AGPR, Obras Públicas, Ponce, Propiedad Pública, Compra-venta, deslinde de terrenos y mapas, 1818-1880, c. 149, leg. 2939. 86. AGPR, PXP, fs. i2iv-i22v. i823. 87. AGPR, PNP, fs. 8v-9. 264v-268, 1826. 88. AGPR, PNP, fs. 291-292, 1830. 89. AGPR, PNP, fs. 118v-119, 1827. 90. AGPR, PNP, fs. 118~-119, 1827. 91. KLEINH, erbert S.: The Middle Passage: Comparative Studies in the Atlantic Slave Trade. New Jersey: Princeton University Press, 1978, p. 172. 92. AC-?E, ?N?, S. 418-4!9v, !827. 93. MORALECS A R R I ~ANug: e y decadencia de la trata negrera en Puerto Rico, 1820-1860. San Juan: Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y El Caribe e Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1978, p. 59. 316 Ivette Pérez Vega de Soler 94. AGPR, PNP, fs. 118v-119, 1827. 95. AGPR, PNP, fs. 418-419v, 1827. 96. Ibídem. 97. AGPR, PNP, f ~ 7.1 6-719, 1829. 98. AGPR, Tribunal de Justicia Mayor de Ponce, 1820-29, Caso civil contra Medina, Martínez, Boscana y Davidson, 1828, cajas sin numerar. 99. Ibídem. 100. AGPR, PNP, fs. 406-408, 1827. 101. AGPR, PNP, fs. 631v-632v, 1828. 102. Ibídem. 103. COLL Y TOSTE: Boletín Histórico ..., «La moneda macuquina», t. 11, pp. 115- 121; «El papel moneda de Puerto Rico», t. 11, p. 225. 104. MORALECS A R R I ~ANug, e y decadencia ... D í ~ zSO LERL, uis M.: Historia de la esclavitud negra en Puerto Rico. Río Piedras: Universidad de Puerto Rico, 1974. George Flinter, Examen del estado actual de los esclavos de la isla de Puerro Rico m D bajo el gobierno español. San Juan: Instituto de Cultura Puertorriqueña, 1976 (Im- E presión original: New York, 1932). PÉREZ VEGA, Ivette: «Las grandes introducciones O y ventas de esclavos en Ponce, 1816-1830~e. n Ricardo Alegría, ed., Primer Congre- n so Internacional de Historia Económica y Social de la Cuenca del Caribe, 1763-1898. - m O Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y El Caribe, San Juan. Santo Domin- E go: Editora Corripio, 1992, pp. 61-76. E 2 105. AGPR, PNP, fs. 86v, 119v-120, 1827; 4-4v, 1828; 133v-134, 221-221v, -E 279~-280, 1830. 106. Sólo encontramos una compra de un esclavo para la hacienda por Rogers. 3 AGPR, PNP, fs. 367-368, 1828. - - 107. AGPR, PNP, fs. 59v-60v, 66v-69, 1828. 0 m 108. AGPR, PNP, fs. 291-292, 660v, 1830. E 109. AGPR, PNP, fs. 615-618, 1828. O 110. AGPR, PNP,fs. 484-485, 1829. 111. AGPR, PNP, 33-34v, 1819. n E 112. AGPR, PNP, fs. 57v-59v, 1828; 197~-198, 1829. - a 113. Los Archbald eran procedentes de la isla caribeña inglesa Nevis. AGPR, l AMP, Padrón de Terrenos. 1819, c. 12, ent. 9, exp. 1, leg. 13. n 114. AGPR, PNP, fs. 213-213v, 230-230v, 1824. n 115. AGPR, PNP, 214. 1825; 156,-157, 1826; 57-v-59v, 1828; 197v-198, 1829. 3 116. AGPR, PNP, f. 1, 1823. O 117. AMP, Reparto de Subsidio, Ponce, 1818, 1819. 1822, libro 1, c. 28A, leg 29, exp. 30, 35, 56. AGPR, PNP, Reparto de Subsidio, Ponce, c. 531, ent. 290. 118. Actas del Cabildo de San Juan Bautista de Puerto Rico (Transcriprií>n, re-dacción y revisión por la Dra. Aida Caro de Delgado), San Juan, 1978, tomo 181 114, doc. 19, 27 abril 1814, doc. 37, 11 julio 1814. FERNÁNDEMZÉ NDEZE, ugenio: Cróni-cas ..., en «Memoria sobre todos las ramas de la administración de la Isla de Puerto Rico (1838) por el Coronel de Infantería Don Pedro Tomás de Córdova (Fragmen-tos). p. 379, nota 36: El subsidio se determinaba sobre las bases de los productos de las riquezas que producían el país o el 5 por 100 de la producción. Se nombraban vecinos del pueblo como repartidores y colectores del mismo para el a ñ n .Además. se cobraba un 6 por 100 para los colectores y el juez. 119. AGPR, FG, Reparto de subsidio 1830, Ponce, c. 531, ent. 290. 120. AGPR, PNP, fs. 487v-489v, 716-718v, 1829. La presencia de canarios en Puerto Rico, siglo xrx. Don Gregorio ... 3 17 121. Walker's Letters ..., p. 44. 122. AGPR, PNP, fs. 484-485, 1829. 123. AGPR, PNP, fs. 238-240, 247-251, 1829. 124. AGPR, PNP, fs. 260v-263v, 1830. 125. Entre ellos una demanda a D. Andrés Bello y esposa de Ponce por el co-bro de 3,500 pesos de plata; se obligan a pagarle en 5 años y gravarán su hacienda. Además deben a Medina 1,400 pesos de plata. AGPR, PNP, fs. 291-292v, 292v-293, 1830. 126. AGPR, PNP, fs. 455v-459v, 1833. 127. AGPR, PNP, fs. 459v-460, 1833. 128. AGPR, PNP, fs. 460-461, 462-462v, 1833. 129. AGPR, PNP, fs. 463-466v, 1833. 130. BETHÉNCOURMTA SSIEUA, ntonio: «Introducción», en HERNÁNDEGZA RC~LAa: emigración de las Islas Canarias ..., p. 20. 131. «Charles Walker's Letters ..., p. 43. Traducción libre. 132. AGPR, FG, Reparto de subsidio 1838, Ponce, c, 531, ent. 290. Es posible que al no encontrarse Medina en Ponce la hacienda aparecería en el reparto de subsi-dio sola a nombre de Rogers. Para 1845 Rogers no se encuentra en Ponce por razones desconocidas. Durante esta época Vayas es todavía una de las principales haciendas de la región. AMP, Cuaderno de riqueza 1845, Ponce, c. 28 A, libro 1, leg. 29, exp. 309. |
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