UNA PROPUESTA DE ESTUDIO DE LA BASE SOCIAL
DEL CLERO REGULAR FEMENINO EN CANARIAS
EN EL ANTIGUO RÉGIMEN: EL CONVENTO BERNARDO
n E T A P ~ ~ T P C D P1 ETn 7~ 1~ A lT A
UL Lli L V L Y LLl L L V L Y , 1 J7L-IUJ7
Kay carianausri grave de esiudios ilioiiacaio fe-menino
en la Edad Moderna. Ello es así, pese a los augurios favorables
del siglo XVIII ', que no fueron seguidos de la adecuada continuidad
historiográfica. En el siglo xx, la obra de Inchaurbe y Adalpe dejó un
testigo que sólo se ha retomado esporádicamente, y lo que es peor, sin
una sistematización investigadora 3.
- - Uno de ios~muchoste mas que no ha recibido un tratamiento especí-fico,
es el origen social de las religiosas. Desde los tiempos de Viera y
Clavijo 4, pasando por Millares Torres 5, hasta el más reciente trabajo de
Hernández González 6, se ha resaltado la estrecha relación entre noble-za
(en el sentido bastante laxo que este término recibe en Canarias) y
clero regular femenino. Ha sido el último de los autores citados quien
ha dedicado .a la cuestión las líneas más interesantes. Quizá su mayor
acierto sea el contacto que establece entre la consolidación de la menta-lidad
aristocrática isleña en el XVII, el auge fundacional de este siglo y
el elevado número de monjas procedentes de la élite social; y, a la in-versa,
entre los cambios operados en la mentalidad nobiliar -(y en las
condiciones económicas de la isla) y el descenso de las profesiones, par-ticularmente
acusado desde la segunda mitad del Setecientos '.
Aunque se trata de un planteamiento correcto, no deja de apreciarse
algunos inconvenientes. Para empezar, se apoya no tanto en un sólido
aparato documental como en consideraciones de carácter general (lo que
no supone necesariamente un problema). Por otro lado (y esto si es
&sta-ah!e), se encuentra !imitadi en e! espacio (isla & Ten~"fe) y en
la cronología (fundamentalmente el siglo xv~n)P. ara evitar estos incon-venientes
-y la clase de abusos a que pueden dar lugar %-, sería acon-sejable
proceder a una investigación de las fuentes de reclutamiento de
Esteban Alemán Ruiz
monjas en cada isla, en cada población y, si cabe, en cada convento.
Con seguridad, esto no haría variar sustancialmente lo expuesto por
Hernández González para Tenerife. Pero en otros territorios hasta ahora
insuficientemente atendidos, enriquecería nuestros escasísimos conoci-mientos
actuales. Este es el caso de Gran Canaria, donde no hubo no-bleza
titulada hasta bien entrado el Setecientos, y aún entonces su pre-sencia
fue poco menos que testimonial g.
Las líneas que siguen quieren ser un primer paso en esta dirección.
Vamos a ocuparnos de las religiosas del monasterio de monjas más
antiguo de la isla: La Concepción, de la Orden de San Bernardo, consi-derado
tradicionalmente como el claustro emparentado con sus más en-cumbradas
familias. Ofrecemos sólo una muestra que abarca de 1592
(año de la fundación del convento) a 1634 (en que aparece una segunda
casa de religión, esta vez de bernardas recoleras). Para su elaboración
hemos recumdo a la documentación notarial (promesas y cartas de dote,
renuncias de bienes), ante la infructuosa búsqueda de los libros de to-mas
de hábito y profesiones del monasterio, fuente de primera mano para
un estudio de estas características lo. Para el rastreo genealógico, socio-profesional
y económico de las respectivas familias de las monjas, aparte
de los propios documentos ", se ha dispuesto además del imprescindi-ble
auxilio bibliográfico 12.
El mal estado de conservación (o retirada al uso) de muchos legajos
impide establecer un censo completo de monjas para el período que
hemos acotado. Sin embargo, a partir de las distintas fuentes consulta-das,
se puede concluir sin demasiado margen de error que su número
no debió superar en mucho la centena (entre novicias y profesas). Más
importante, hemos averiguado la filiación de 92 de ellas. Dato de enor-me
utilidad, puesto que el origen familiar constituye un excelente punto
de partida para establecer, tras el preceptivo examen, el grupo social del
que ambas (religiosa y familia) proceden.
Ante las limitaciones de espacio que se nos imponen, hemos optado
por atender a la condición socio-profesional de los padres de las reli-giosas
!?. A patir de indicador, obielieíl,cis el siguiciiie cUa&u:
Una propuesta de estudio de la base social ... 273
CONDICI~SNO CIO-PROFESIONAL DE LOS PADRES DE LAS MONJAS
DEL MONASTERIODE LA CONCEPCI~(1N5 92-1634)
Regidor .........................................
Escribano ......................................
Real Audiencia de Canarias ........
Mercader .....................................
Médico ..........................................
Milicia ...........................................
Receptor de la Inquisición ..........
Piloto de la Carrera de Indias ....
hb~nrtrn rln rihroo
I.I',ULIU" U\, ""l',., .........................
Sastre .............................................
Lanero ...........................................
Desconocido .................................
Total ................................................ 1 62
Nota: Escribanos: 1 público, 2 públicos y del Cabildo, y 1 público y del Juzgado
de Indias de Gran Canaria; 1 público y del Juzgado de Indias de Tenerife.
Real Audiencia de Canarias: 1 oidor, 1 abogado, 1 receptor, 1 ejecutor y al-guacil
mayor.
Milicia: 1 maestre de campo, 1 sargento mayor, 2 alféreces.
Entre los padres de oficio desconocido hay un vecino de Tenerife.
Hemos de hacer dos advertencias a esta clasificación. La primera,
que abundan los ejemplos de padres con dos hijas monjas (16 casos),
pero no faltan los de tres (3) o cinco (1). La segunda, su relativa arbi-trariedad,
ya que oculta la duplicación (o triplicación) de cargos y acti-vidades
en una misma persona. Es cierto que esto no supone ninguna
sorpresa para el investigador familiarizado con la estructura social ca-naria
del Antiguo Régimen. Menos todavía con respecto a Gran Cana-ria,
donde (al menos hasta nuestro período) los destinos político-admi-nistrativos
y militares locales estuvieron copados por personajes y
familias que, a su vez, detentaban un porcentaje sustancial de la propie-dad
de la tierra y de participación en los circuitos comerciales.
Tomemos como ejemplo a los regidores. Su posición dentro del or-denamiento
político y social canario, seguramente no precisa de expli-
274 Esteban Alemán Ruiz
cación 14. En Gran Canaria es frecuente encontrarlos como dueños o
arrendatarios de cañaverales e ingenios azucareros, así como exportadores
de azúcar y vino (los productos por excelencia del comercio exterior
grancanario en el siglo XVI y primer tercio del XVII); destaca, como es
sabido, la presencia extranjera, particularmente la italiana en el Quinien-tos
15. En efecto, uno de los padres de nuestras monjas es un genovés
establecido en el ecuador del XVI en la isla, donde casó: Nicolás de
Fránquiz, del albergo de su apellido. Desde la década de 1570 tomó a
renta el ingenio de Agaete, cuya azúcar (en compañía de palo brasil,
conserva, orchilla y vino) exportaría a Cádiz, Italia, Francia e Indias.
Estos negocios probablemente le permitieron acumular una apreciable
fortuna; buena prueba de ello es el derecho a sepultura que tenía en la m
capilla mayor (la capilla de los Genoveses) de la iglesia del convento a
de San Francisco de Las Palmas, y la regiduría que ostentó entre 1595 P
y 1604. Otro genovés, Andrea de Argirofo, está en Canarias desde 1542 n--
e igualmente contrae matrimonio en ella. Exportador de azúcar a Cádiz, a
de vino a Flandes, y de vino y vinagre a Indias, importador de cueros E
vacunos indianos, y co-propietario de una fragata; ya era regidor en 1560, B
oficio que antes de morir renunció en su hijo Juan Bautista. Un tercer -
S
genovés fue Jerónimo de Viñol, inscrito como su padre Antonio Viñol $
(que ya era vecino de Gran Canaria en 1523) en el Libro de Oro de la -- 0 república ligur. Sabemos que importaba y vendía telas, y cueros de vaca m
indianos, y que en 1582 era fiel del pósito de la isla; al profesar su hija P
Tomasina de San Pedro en 1608, ya se le titula regidor. También fue S
mercader Hemando Moreo, un francés que llegaría a ser capitán de la n
gente de a caballo y regidor durante ocho años 16. Su cuñado, Andrés $
Vandama (hijo de un mercader flamenco socio de Moreo), se había ini- An
ciado desde muy tierna edad en la trata comercial; pero, de los bienes n
n
que declara poseer en su testamento ", se desprende que la tierra le re- S $
portaría unos ingresos nada despreciables. Por último, un ejemplo na- o
cional: Francisco de la Mata, un «cargador almacenista que andando el
tiempo llegó a ser regidor; pudo haber comprado el cargo con el bene-ficio
obtenido en los negocios. Fue hombre importante en el trato con
Indias en lo que se refiere a las remesas de vinos y derivados» 1 8 .
Otros mercaderes no llegaron a ocupar estos importantes (e influ-yentes)
oficios concejiles, pero no desdeñaron la posibilidad de expan-dirse
profesionalmente (y salarialmente): Sebastián Díaz, procurador del
número durante tres años (1594-1597), también diezmero, receptor de
1a Audiencia, y almojarife cuando miirií, en 1599 combatiendo contra
el invasor holandés; Miguel Ortiz, capitán y alférez de milicias, y ad-ministrador
de las Rentas Reales de Gran Canaria en 1625. Ambos as-
Una propuesta de estudio de la base social ... 275
piraron a dos de los oficios locales más apetecibles: de hecho, Díaz fue
nombrado en 1594 escribano público, aunque renunció de inmediato;
Ortiz parece que intentó hacerse con una regiduría en 1620 y 1625, años
en que hubo sendas cartas-súplicas del Cabildo de la isla al Rey, pero
si lo llegó a ser (y perpetuo, como afirma el Nobiliario de Canarias 1 9 )
dudamos que lo gozara, ya que falleció en 1626. Otro mercader, Juan
de Santo Domingo, fue agraciado con una escribanía en 1591, pero tam-poco
la ejerció, y como Díaz la renunció sin pérdida de tiempo.
Unos y otros, se trata de personas que figuran en la documentación
desde un principio (antes de desempeñar otras actividades) como merca-deres.
Distinta es la posición de los individuos que, sin ejercer estricta-mente
de tales, se acercaban al mundo mercantil de manera ocasional o
secundaria (suponemos que complementando sus fuentes de ingresos
habituales). Entre ellos destacan el escribano público y del Cabildo Pe-
&- e h~rf, vpz.yvVLn nrtU...VAa rlnr de S'ificS 2 América e iEpcfiadcr es&-
vos de Guinea a mediados del xvr), el regidor Juan Bautista Argirofo
Osorio (tomador de letras de cambio en 1603), o Juan Alvarez (piloto de
la Carrera de Indias, hacia donde precisamente exportaba vino en 1590).
A ellos habría que añadir a las familias que, en función de descen-der
de conquistadores y tempranos colonizadores de la isla, constituían
-1 -1 *- - -L: l : - - :-. ,-7--*:11- n n. --:.- -T 7- --- Gl ClGlllGIILU llUUll1dl ~ S d l I L d l l d l l U . LdSLISIU, lVlUAlLd LCLLdllU, LCSpd
Padilla, Jaraquemada, etc ... Estas grandes casas (grandes dentro de los
parámetros canarios del momento, se entiende) practicaron entre ellas,
a lo largo y ancho del Antiguo Régimen, una política de enlaces matri-moniales
que no sólo favoreció la concentración de la propiedad de la
tierra (vinculándola por medio de mayorazgos y fundando capellanías)
sino que además tenía por consecuencia la acumulación de títulos, car-gos
y oficios en un grupo relativamente reducido de linajes (y lo que
ello conlleva de control de los órganos de gobierno locales). Dan fe de
ello los siguientes individuos (por supuesto, todos padres de monjas de
nuestro convento): Hemando del Castillo Cabeza de Vaca y Benavente,
sargento mayor, maestre de campo y regidor; Pedro de Zerpa Padilla,
regidor perpetuo por juro de heredad, capitán de la artillería de campo
de la isla y su visitador de armas y fortificaciones, sucesor a la muerte
de su hermano mayor Cristóbal en el mayorazgo instituido en 1562 por
su padre el conquistador Antón de Zerpa; su hijo, del mismo nombre
que su abuelo, quinto mayorazgo, fue escribano público y del Juzgado
de Indias, y por supuesto disfrutó la regiduría vinculada a su casa, sien-do
amparado en posesión de nobleza e hidalguía en 1620; Juan de
Jaraquemada y Codina, descendiente por línea materna de un conquis-tador
extremeño, fue sucesivamente capitán, maestre de campo, gober-
276 Esteban Alemán Ruiz
nador de Larache, capitán general del reino de Chile, y gobernador y
capitán general de Navarra, siendo, además, el único caballero de hábi-to
de nuestra lista (de la Orden de Santiago); Alonso de Olivares del
Castillo, capitán y regidor, nieto del conquistador Cristóbal García del
Castillo, fundador de la ciudad de Telde; su pariente el capitán y regi-dor
Gregorio del Castillo Jaraquemada (emparentado además con los
Muxica Lezcano por su matrimonio con Leonor de Muxica Lezcano y
Ramírez, su tía), último sucesor en su rama del mayorazgo fundado por
el conquistador arriba citado, su tatarabuelo (una vez fallecido, le suce-dió
el hijo mayor de Alonso); Bemardino de Lezcano Muxica, regidor,
nieto del célebre regidor homónimo, y segundo poseedor del mayoraz-go
fundado por su abuelo; su primo el capitán Juan de Siverio Lezcano, ,,
asimismo regidor perpetuo, hijo del también regidor y maestre de cam- D
po Hernando de Muxica Lezcano.
Estos ejemplo< deben bastar para lo que venimos aseverando. Aho- O
n ra bien, aunque es lógico pensar que la base de su posición económica -
m
O
descansaba en la tierra (directamente o en forma de renta) 2', en modo E
alguno parece que se tratara de individuos que despreciaran el trato S
E mercantil. Una constatación que no tiene nada de extraordinaria, habida -
cuenta las posibilidades de traficar con América, Europa e incluso Afri- 3
ca, que otorgaba a las Islas su envidiable situación geográfica. De este --
modo, Hemando del Castillo Cabeza de Vaca y Benavente, amén de sus 0
m
emolumentos y privilegios como sargento mayor de la isla, regidor y
O maestre de campo, obtenía los beneficios correspondientes a ser co-pro-pietario
de un navío. También Alonso de Olivares del Castillo, exporta- n
ba diversos productos a Cádiz y se introducía como capitalista en el -E
a
negocio de la pesca. l
Por el contrario, mercaderes y otras personas en principio ajenas a n
n
la nobleza isleña, dirigían su interés a la tenencia o arrendamiento de
bienes raíces. Suele tratarse de cañaverales y viñas cuyos frutos explo- 3
O
taban comercialmente 22. En algún caso es imposible distinguir, por la
cuantía de los bienes, a estos hombres de los arriba señalados 23. Una
posición bien distinta, desde luego, a ia de aquei abogado ae ia Keai
Audiencia que, en su testamento, declaraba tener <<muy pocos bienes [...]
porque yo antes e gastado que acresentadon 24.
En resumen, son hijas de la terratenencia, de la burguesía mercantil
y de profesionales liberales 25, las que mayoritariamente 26 profesan como
monjas de coro o de velo negro 27. ES natural que así fuera, dada la
necesidad de pagar una dote (incluso aunque esta fuera reducida por
privilegio o licencia de la autoridad eclesiástica). Pero esto nos introdu-ce
en un tema que no nos hemos propuesto abordar. En cambio, se nos
Una propuesta de estudio de la base social ... 277
permitirá llamar la atención brevemente sobre dos últimos puntos. En
primer lugar, el parentesco que muchas religiosas guardan entre sí:
madres e hijas 28, hermanas 29, primas 30, tías y sobrinas 3', las genera-ciones
se suceden suministrando al monasterio el imprescindible relevo
humano.
Igual, o más interesante, es constatar la relación que las familias de
las religiosas mantenían con la Iglesia. Una relación que se evidencia
en la nómina de frailes y clérigos seculares hermanos, primos, tíos, etc.,
de monjas 32, incluso de algún padre que toma los hábitos una vez viu-do
33. Pero también en la presencia de legos en la administración de las
haciendas, o en la representación ante el siglo, de distintas instituciones
del clero: síndicos de conventos 34, mayordomos de ermitas 35, e inclusi-ve
del propio monasterio de La Concepción 36. Tampoco conviene olvi-dar
que en nuestro listado encontramos a un médico, un abogado, del
Fisco, dos familiares y receptores, y tres familiares del Santo Oficio de
la Inquisición. Por último, tenemos la fundación y posesión de capellanías
y memorias de misas; si bien (es justo reconocerlo) esto no puede to-marse
como un elemento distintivo, sino como un comportamiento pa-rejo
al de otros muchos de sus contemporáneos 37.
En conclusión, las notas que ofrecemos aquí apretadamente nos tras-miten
la imagen de un clero regular femenino que se recluta con prefe-rencia
entre las familias que detentan una situación de relieve en la je-rarquía
social, político-administrativa, militar y económica de la isla. El
problema estriba en dilucidar si esto (la colocación de hijas -y de hi-jos-
en el estamento eclesiástico) supone por su parte una actitud
-consciente o no- propia de un estatus social privilegiado (por em-brionario
o indefinido que este fuera); o si, por el contrario, la entrada
en el claustro, precisamente de estas mujeres y no de otras, obedece fun-damentalmente
a la conjunción de dos factores: la voluntad de consa-grar
su existencia a Dios y la posibilidad de pagar la correspondiente
dote. La respuesta va más allá de nuestra intención al redactar estas 1í-neas,
y en todo caso merece por sí mismo un estudio monográfico.
Esteban Alemán Ruiz
NOTAS
1. José de Viera y Clavijo, en sus Noticias de la Historia General de las Islas Ca-narias
(tomo IV, libro XVIII, Madrid, 1783; t. 11, pp. 783-804, de la 8." ed., introduc-r
i h J netas de A1e;undro Ciormevcu, Smtu Cxz .ir Trmrifr, !9E) hizc !I primera
relación completa de las fundaciones conventuales, que muchos historiadores posterio-res
se han limitado a repetir sin apenas añadiduras.
2. INCHAURBYE ADALPED, iego de, OFM: Historia de los conventos de Santa Clara
de La Laguna y de San Pedro Apóstol y San Ci-istóbal de Garachico, Sevilla, 1943.
3. La ausencia se extiende al clero regular masculino. Vid. BETHENCOURY T
MAsSrEu, Antonio de: «Historia de la Iglesia en Canarias: estado de la cuestión»,
X C[oloquio] de H[istoria] C[anario]-A[mericana] (1992), Las Palmas de Gran Cana-ria,
1994, t. 11, p. 424; «Valoración de los estudios eclesiásticos en Canarias durante el
siglo XVII», en actas de las V Jornadas deHistoria de la Iglesia en Canarias (1993),
Almogaren, núm. 13 (junio 1994), pp. 89-90. HERNÁNDEGZO NZÁLEZM, anuel: «La Igle-sia
en Canarias», VII C.H.C.A. (1986), Las Palmas de Gran Canaria, 1990, t. 11, pp. 172-
175. Desde que se publicaron estas reseñas hasta hoy, la situación no ha variado osten-siblemente.
4. VIERAY CLAVIJOJ,o sé de: Op. cit., por ejemplo pp. 788, 789, 791, 793.
5. MILLARETS ORRESA, gustín: Biografías de canarios célebres, Las Palmas de Gran
Canaria, 1982, t. 1, pp. 22-23.
6. HERNÁNDEGZO NZÁLEZM, anuel: Clero regular y sociedad canaria en el Anti-guo
Régimen: los conventos de La Orotava, La Orotava, 1983.
7. Ibíd., pp. 7-53.
8. El mismo Hernández González peca de exceso de generalización en su artículo:
«La familia canaria en el Antiguo Régimen», Tebeto, núm. 1 (1988), pp. 46-47.
9. Hay referencias a las congregaciones de monjas grancanarias en pequeños tra-bajos
publicados en revistas y actas de congresos. Ninguno de ellos aborda monográ-ficamente
la cuestión de la procedencia social. Que sepamos, sólo Enrique Pérez Herre-ro,
hablándonos de las primeras monjas del convento de clarisas de Las Palmas,
proporciona algún dato al estilo que propugnamos en estas líneas. Véase su artículo:
«Notas para la historia del convento de San Bernardino de Sena, Orden de Santa Clara,
de Las Palmas, 1664-l671», 111 C.H.C.A. (1978), Las Palmas de Gran Canaria, 1980,
t. 1, pp. 419-453.
10. Los libros de tomas de hábito y profesiones son manejados con frecuencia por
los historiadores del monacato femenino, basta con echar una ojeada a las diversas
Una propuesta de estudio de la base social ... 279
monografías, actas de congresos y artículos que se han publicado sobre esta materia. El
valor de los fondos notariales lo subraya, por ejemplo, Soledad G~ME Z«:C ontribución
de la documentación notarial al conocimiento del monacato femenino de la Edad Mo-derna:
las escrituras de dote de monjas en la Córdoba del Antiguo Régimen», en La mujer
en los siglos XVIII y XIX, actas del VI1 Encuentro De la Ilustración al Romanticismo
(Cádiz, América y Europa ante la modernidad), Cádiz, 1993, pp. 221-229. En nuestro
caso hemos consultado la que se custodia en el A[rchivo] H[istórico] P[rovincial] de L[as]
P[almas]. Otras fuentes con obvias posibilidades son las secciones Clero del Archivo
Histórico Nacional y Conventos del mismo A.H.P.L.P.; pero su contenido (o el que a
nosotros nos incumbe) es fundamentalmente también de naturaleza notarial.
11. Las promesas y cartas de dote de las religiosas suelen proporcionar el nombre,
ocupación u oficio (en el caso del padre) y vecindad de los otorgantes, normalmente los
progenitores. Los testamentos y particiones de bienes, y los pleitos a que estos actos
podían dar lugar (que se amontonan en los fondos de la Real Audiencia de Canarias), si
se tiene la suerte de dar con ellos, posibilitan un mayor conocimiento del ámbito perso-nal,
familiar y social de los mismos.
12. Sin pretender ser exhaustivos, pero con el objeto de no sobrecargar aun más el
texto de notas, he aquí algunos títulos: LOBOC ABRERAM, anuel: Indices y extractos de
los protocobs de He¡-iiáii Gorrz&z y de Luis Fernández Rasco (í550-i552j, Yaiencia,
1980; «Los vecinos de Las Palmas y sus viajes de pesquería a lo largo del siglo xvr. Otros
datos para su estudio», 111 C.H.C.A. (1978), Las Palmas de Gran Canaria, 1980, t. 11, pp.
401-429; «Gran Canaria e Indias hasta la creación del Juez de Registros. 1556», IV
C.H.C.A. (1980), Las Palmas de Gran Canaria, 1982, t. 1, pp. 109-152; «Pedro de Narea,
arquitecto de la Catedral de Canarias», A[nuario] de E[studios] A[tlánticos], núm. 32
(1986), pp. 539-553; El comercio canario europeo bajo Felipe 11, Funchal, 1988; Gran
Canaria e Indias durante los primeros Austrias. Documentos para su historia, Madrid,
1990; «Flamencos en la Carrera de Indias, vía Gran Canaria», VI11 C. H. C.A. (1988), Las
Palmas de Gran Canaria, 1991, t. 11, pp. 5-20; El comercio del vino entre Gran Canaria
y las Indias en el siglo XVI, Las Palmas de Gran Canaria, 1993; «Vascos en el comercio
canario-americano: los Narea», IX C.H.C.A. (19901, Las Palmas de Gran Canaria, 1993,
t. 11, pp. 551-565. Nobiliario de Canarias, ed. Juan Régulo, 4 ts.. La Laguna, 1952-1967.
PÉREZH ERREROE,n rique: Alonso Hernández, escribano público de Las Palmas (1557-
1560). Estudio diplomático, extractos e indices, Las Palmas de Gran Canaria, 1992.
RUMEU DE ARMAS, Antonio: Piraterías y ataques navales contra las Islas Canarias, 3
ts. en 5 vols., Madrid, 1947-1950. TORRESS ANTANAE,l isa: El comercio de las Cana-rias
Orientales en tiempos de Felipe 111, Las Palmas de Gran Canaria, 1991; La burgue-sía
mercantil de las Canarias Orientales (1600-1625), Las Palmas de Gran Canana? 1991.
13. Excluimos a la única monja que lo fue siendo viuda, y otra cuyo progenitor
masculino no hemos precisado. Se incluye, en cambio, a dos con filiación probable, pero
no confirmada, y a las dos hijas naturales del capitán y regidor perpetuo Francisco de
Osorio Truxillo.
14. DARIASY PADRÓND, acio V.: «Los antiguos regidores en Canarias*, Hidalguía,
t. 11, núm. 5 (1954), pp. 293-304. PERAZAD E AYALAJ, osé: «El elemento nobiliar en la
vida social de las islas de realengo)), en Nobiliario ..., t. 1, pp. XXVI-XXVII; «Notas para
un estudio del cargo de regidor perpetuo en Tenerifen, Revista de Historia, t. XXI, núms.
109-1 12 (1955), pp. 1-5. ARBELOG ARC~AA,d olfo: «Elite social y poder poítico en
Tenerife a fines del Antiguo Régimen: los regidores del Cabildo de La Laguna (1750-
,o,-, .J. n r. n A , , n n , ,
I O ~ L J » , ni L.n.L.n. ( Irrr), Las Paimas cie Gran Canaria, i996, t. 1, pp. 427-447.
15. Muy activos los genoveses en las primeras décadas de este siglo. Vid. el clási-co
de Leopoldo DE LA ROSAO LIVERA«:F rancisco de Riberol y la colonia genovesa en
280 Esteban Alemán Ruiz
Canarias», en Estudios históricos sobre las Canarias Orientales, Valencia, 1978, pp. 169-
289. Más centrado en Gran Canaria, Manuel LOBOC ABRERA«:L os mercaderes italia-nos
y el comercio azucarero canario en la primera mitad del siglo xvr», en Aspetti della
vita economica medievale, Firenze, 1985, pp. 262-282.
16. De su solvencia monetaria da fe una carta de 8 de febrero de 1609 dirigida
por el corregidor Luis Mendoza y Salazar a la Cámara de Castilla, suplicando el título
de regidor para Moreo, en la que observa que el francés es un rico mercader que «nos
lo pagará de contado lo que otros venden fiados». (Archivo General de Simancas: Cá-mara
de Castilla, Memoriales y Expedientes, leg. 955, exp. 130).
17. A.H.P.L.P.: Real Audiencia, Procesos, exp. 181, fols. 129 rto.-143 vto.
18. LOBOC ABRERAM, anuel: «Gran Canaria e Indias...», p. 146.
19. Nobiliario ..., t. 1, pp. 71 1-71?, nota.
20. SUÁREZG RIM~NVi,c ente J.: La propiedad pública, vinculada y eclesiástica en
Gran Canaria, en la crisis del Antiguo Régimen, Las Palmas de Gran Canaria, 1987,
t. 1, p. 63, y más en extenso t. 11, pp. 545-731.
21. A guisa de ejemplo, esto es lo que figura en el inventario de bienes de Alonso
de Olivares del Castillo: una suerte de tierra en Tenoya, con una suerte de agua que le
pertenece, que llaman la suerte de Acebedo; tres cuartas de tierra en el mismo
heicdamieiitu de Tenoya, qUe !!-a= !a ?.!i!~ne:n; 12 U ~deU Mn slgn, q ~ !e!i mm de
Olivares, frontera a lo anterior, que serán 10 6 12 fanegas; tres cuartas de tierra con un
día de agua en el mismo heredamiento de Tenoya; en el mismo Tenoya, una casita baja
y unos solares que están por encima; en Tamaraceite, una suerte de tierras (29 fanegas),
en el Llano de la Ermita de Machicao; en el Lugarejo de la ciudad de Las Palmas, en
los Caserones, un pedazo de tierra de 2 fanegas; un tributo de una dobla de rédito que
paga Simón Lorenzo, sobre unas tierras y cuevas en El Dragonal; una dobla de rédito
de un tributo que pagan los herederos de Miguel Jerónimo sobre el Cercado de Tafira;
una suerte de tierra que llaman La Longuera; la cuarta parte de unas tierras montuosas
que está cerca de lo precedente; en la Vega de Arriba de Santa Brígida, una dobla de
un tributo perpetuo que paga Cristóbal González sobre su hacienda; una huerta de hor-taliza
en Las Palmas, dada a tributo a Antón de Lozano, en la calle de la Herrería; un
tributo de 2.500 ducados en la villa de Guía, sobre bienes de Felipe de Soberanis, que
le fue dado en dote a Olivares en su segundo matrimonio; además, antes había vendido
una viña a Luis de León Cárdenas. (A.H.P.L.P.: Protocolos Notariales, escribano Antón
de Zerpa, leg. 1.037, año 1620, fols. 846 rto.452 rto.).
22. El escribano Pedro de Escobar destaca en los años 1558-1565 por su especia-lización
en la caña de azúcar: sucesivamente, hace reconocimiento de deuda por una
suerte de planta en Agüimes, a pagar con el primer fruto que den; recibe en arriendo
dos suertes y media de tierras y agua en Telde, por espacio de seis años, que también
plantará de caña; compra la suerte de tierras sin agua en Agüimes; arrienda por cuatro
años una suerte de tierras puesta de caña de azúcar de planta de dos años en la ciudad
de Telde, con su agua de ia p g a Mayor ae leiae; y en ia venia de cierta caniidad de
arrobas de azúcar, el Doctor Angel Lercaro declara tener en compañía de Escobar un
cañaveral de soca y otro de planta en el Carrizal.
Siguiendo con el azúcar, Hernando de Lezcano Muxica poseía cañaverales y un in-genio
en Tenoya en compañía de sus parientes Miguel de Muxica y Hernando de
Lezcano. El genovés Jerónimo de Viñol también tenía tierras plantadas de caña en 1560.
Juan Bautista Argirofo Osorio en 1614 pagaba al convento de La Concepción una deu-da
dqüiri& dos ~ 5 0 sa f i t q i;or í+,rdiude !1 4 a;~&asd e a&a: y 37 & u+ge.
Pedro de Narea, maestro mayor de las obras de la Catedral de Canarias, tras con-traer
matrimonio en la ciudad de Telde, se hizo con tierras y aguas de su Vega Mayor,
Una propuesta de estudio de la base social ... 28 1
con cañas y cepas, vendiendo después el azúcar y el mosto, aprovechando además que
su primo Diego y su hermano Juan traficaban con Indias. Francisco de Casares, escri-bano
público y del Concejo, gozaba de una hacienda con su agua en el mismo lugar
desde, cuando menos, 1590; a principios del xvri otorgaba poder para dar a medias sus
parrales y comercializar sus frutos, y arrendar la tierra y el agua. También el sargento
mayor Cristóbal de Heredia poseía tierras y hacienda en El Gamonal. Juan de San Juan
Toscano, escribano del número, regidor y contador de cuentas y particiones de la isla,
tenía un hacienda en Satautejo.
Entre los bienes del mercader Nicolás de Ortiz, padre del alférez del mismo apelli-do,
figuran en 1591: unos parrales en El Dragonal; una suerte y tres cuartas de tierra de
regadío en la Vegueta de San Sebastián, con siete horas de agua; una suerte y media de
parral en el barranco de la ciudad de Las Palmas, con su lagar y casa, con seis horas y
media de agua; un molino de moler pan en el mismo barranco, con su parral anexo; y
era arrendatario de una heredad de parral viejo y nuevo en el barranco de Antón Suárez.
en la Vega, con su huerta, tierra calma, lagar y cueva. Otro Ortiz, el mercader Andrés.
en su testamento declara entre sus escasos bienes, un parral con tierra calma en el ba-rranco
de Las Palmas, con hora y media de agua. Por su parte, Nicolás de Fránquiz
compró en 1590 25 fanegas de sembradura y una cueva de unas tierras en el término de
Pino Santo. que al año siguiente transformó en parral y majuelo.
23. Los bienes inmuebles de Andrés Vandama, mercader y regidor, consistían a su
fallecimiento en: unas casas altas sobradadas en Las Palmas; 40 fanegas en el Puerto de
Las Galgas; otras 40 fanegas de tierras en el Pinar de Ojeda; un cercado de tierra cal-ma,
con 5 ó 6 fanegas, en El Dragonal, con algunos árboles; unas tierras en el Cardona1
de Tamaraceite donde dicen el Barranquillo de Jacomar, que sería 40 fanegas; 30 fane-gas
de tierras en el Lomo de Gutiérrez; la mitad de 17 ó 20 fanegas de tierras de parral
en los Lomos de Arucas; la mitad de 40 fanegas de tierras en La Alcantarilla, en la villa
de Firgas; unas casas junto al puente de palo de Las Palmas; un cercado de tierra calma
en la Vega del Campillo, en la ciudad de Telde; un cercado de viña y majuelo, también
plantado de arboleda, en el Barranco de Alonso Suárez, con su lagar, cuevas, bodega y
tierra calma; un cercado de tierras en el paraje de la guía del barranco de Las Palmas;
un cercadillo de tierra calma en la Vega Baja; un cercado en la misma vega, con dos
fanegas y media; una heredad de viña con las tierras calmas y montuosas, encima de lo
anterior, en el Llano de Pedro Suárez, que llaman la Caldera del Lentiscal, con casa,
bodega, huerta, arboleda y majuelos. Muchos de estos bienes los había recibido en dote
con su primera mujer y en la mejora en el tercio de sus bienes que le hizo su padre.
(A.H.P.L.P.: Real Audiencia, Procesos, exp. 18 1, fols. 129 rte.- 143 vto.).
24. A.H.P.L.P.: Protocolos Notariales, escribano Luis de Betancourt, leg. 970, año
1600, s. fol.: Testamento del Licenciado Luis Parrado de León, otorgado en 23 de octu-bre
de 1600.
,.:/... 25. Hacemos uso de estos términos con todas las reservas inherentes a su aplica- n.. r'n..n..;nr ,.,. ,., ,.,., y e" mfi~e:o en !a Gran Canaria de! Seiscientos. De !o u!eutorio de
su empleo (de su empleo rígido, se entiende) puede dar una idea lo que exponemos en
este trabajo.
26. Teniendo en cuenta la entrada en el claustro de varias hijas de una misma fa-milia,
empequeñece el relieve de los diez padres sin estatus socio-profesional conocido.
De alguno sospechamos su condición de hombre de Leyes, artesano, mercader o labra-dor
acomodado. Tampoco falta, entre las monjas sin filiación conocida, algún apellido
(Vereara) que deja pocas dudas acerca de su procedencia familiar y social. Y a la in-versa:
una relación de las veintiún mujeres que estaban recibidas en el convento en 1593.
con obligación de pagar dote, incluye a las hijas de los regidores Gaspar de Ayala y
282 Esteban Alemán Ruiz
Alonso de Venegas, del escribano público Rodrigo de Mesa, y del mercader Juan Anto-nio
de Soberanis; pero no sabemos sus nombres, o si llegaron a profesar.
27. En contraposición a las monjas de velo negro, las legas o de velo blanco procede-rían
de las capas más humildes de la sociedad. Desgraciadamente, este postulado, corriente
en la historiografía del monacato moderno, no lo hemos podido verificar en nuestro caso,
dado que, dentro del período elegido, no se encuentran noticias suyas en la documentación.
28. Hay un sólo caso de esta índole. Corresponde a Catalina Rodríguez, viuda de
Pedro de Narea, maestro mayor de las obras de la Catedral que también marcó las di-rectrices
para la obra del convento; profesó después de que lo hubiera hecho su hija Bea-triz
de San Miguel. Aunque fuera ya de nuestra cronología, se le puede sumar el de
Estefanía de Balboa, madre de Ana de la Encarnación: profesó en 1636 con el nombre
de Estefanía de la Pasión.
29. Ya hemos dicho algo sobre esto. Adviértase que los cálculos son provisiona-les,
tomando en consideración únicamente a las monjas cuyos ascendientes directos (los
dos o uno solo) conocemos con absoluta -o casi- seguridad. Al margen de aquellas
de las que apenas sabemos su nombre o la fecha en que profesaron, hay otras de las
que se hace referencia indirecta en la documentación. Por ejemplo, a las tres hijas de
Andrea de Argirofo probablemente hay que añadir una cuarta que de momento no he-mos
podido identificar.
30. Las cinco hijas del regidor y abogado Francisco de Alfaro eran primas herma-nas
de Susana de Santa Teresa. También lo eran Estefanía de Santiago, hija del merca-der
Nicolás de Ortiz, y Tomasina de San Gregorio; y María de San Clemente, vástaga
del hijo de Nicolás, el capitán y alférez Miguel de Ortiz, prima de María de San Gon-zalo,
a la que dotó su tío. Las dos hijas del francés Hernando Moreo lo eran de las de
Andrés Vandama, por su primer matrimonio con una hermana de este último.
31. Aquí la lista sería casi interminable, sobre todo si añadimos las generaciones
que llegan hasta finales del XVII.
32. Un análisis en esta dirección nos alejaría demasiado de los límites que nos he-mos
propuesto. Aun conectado con nuestro tema, supondría adentrarse en uno de mu-cha
mayor complejidad; esto es (por emplear la terminología al uso entre los historia-dores
de la familia): la colocación de hijos e hijas en el mercado matrimonial, o su
detracción ingresando en el clero o permaneciendo sin estado. Nos bastará en esta oca-sión
con observar que Canarias no parece que fuera una excepción al modelo nacional.
33. El Licenciado Luis Ruiz de Alarcón fue regidor perpetuo de Gran Canaria, te-niente
de gobernador de Tenerife y La Palma, alcalde mayor y auditor general de la gente
de guerra de las plazas de Mazarquivir y Orán durante cinco años, y abogado de la Real
Audiencia de Canarias; antes de ordenarse sacerdote y emprender una carrera eclesiás-tica
que le llevaría de presbítero a canónigo, Arcediano de Tenerife, Prior de la Cate-dral
y Provisor y Vicario General del Obispado.
34. Juan Bautista de Soberanis, síndico del convento de San Antonio de Gáldar en
!599; Andrés Ortiz, de! de Sin Francisco de Lis !%!mis en !589-!S??; Migue! Ortiz,
del mismo en 1620-1625.
35. Andrés Ortiz, mayordomo de la ermita de San Sebastián en 1578.
36. Lorenzo de Palenzuela, primer mayordomo hasta su muerte en 1595; Francisco
de Casares, que ya lo era en 1601 y continuó siéndolo hasta 1607; Alonso de Olivares
del Castillo, entre mayo de este último año y 1615; Juan de San Juan Toscano, en 1624-
1627 y 1632-1635.
37. SUÁREZG RIM~NVi,c ente J.: Op. cit., t. 11, pp. 761-796; «Propiedad y clero:
las capellanías en Gran Canaria en el siglo XVII», en actas de las V Jornadas de Histo-ria
de la Iglesia en Canarias, Almogaren, núm. 13 Cjunio 1994), pp. 121-147.