PROYECTO DE REPARACI~ND, E PEDRO MAFFIOTTE,
DE LA IGLESIA DE SAN BERNARDO DE LAS PALMAS
A MEDIADOS DEL SIGLO XIX
Desde antes de su fundación, la ciudad de Las Palmas de Gran
Canaria acogió a la primera comunidad religiosa, los franciscanos, que
habría de contribuir a la transformación de toda una cultura, hasta
entonces de carácter aborígen. Progresivamente, se fueron sumando
otros grupos de religiosos que imprimieron a la ciudad un carácter
conventual que habría de perdurar hasta casi la segunda mitad del
siglo XIX.
El Convento de Religiosas de San Bernardo de Las Palmas hunde
sus raíces históricas en el siglo xvr. Había empezado a construirse
desde 1576 cuando el Obispo Don Cristóbal Vela resolvió fundar un
convento junto a la ermita de la Concepción, en la zona de la ciudad
llamada El Terrero. Daba así oportunidad a la decisión de un grupo
de mujeres canarias que habían optado por una vida religiosa de re-cogimiento
y oración en absoluta austeridad. Se retiraron a aquel lu-gar,
alojándose en unas construcciones muy modestas en torno a la
ermita. En 1592, se funda definitivamente una congregación, filial de
las Bernardas cis'rercienses del Convenio de Santa María de las Due-ñas,
de Sevilla. Con los auspicios del monje benedictino Pedro Basilio
de Peñalosa y la licencia aprobatoria del entonces Obispo de Cana-rias
Don Fernado Suárez de Figueroa, se consolidó el convento de
Recoletas Bernardas de la Concepción de Las Palmas, con la forma-ción
de las novicias por parte de las religiosas que Fray Pedro Basilio
trajo ciei citacio convento seviilano l .
Cuatro grandes hechos sintetizan el devenir histórico de este con-vento
femenino. Primero fue su fundación en 1592. Le siguió la in-
44 Edilia Rosa Pérez Peñare
vasión holandesa de 1599, nefasta para Las Palmas. Las tropas de Van
der Doez saquearon e incendiaron iglesias, conventos y edificios pú-blicos
y arrasaron una ciudad consolidada en torno a los tres grandes
monasterios que había en ella, el de San Francisco, el de Santo
Domingo y el de Recoletas Bernardas. Tras el incendio del cenobio
femenino que tratamos y su reedificación, en 1609 se vuelve a la nor-malidad
conventual, así como urbana. Nuevamente, en 1777, el fue-go
puso aquel recinto en ruinas, sobre todo el frontis que miraba a la
plaza de San Benardo. En 1794 ya se dispone de un nuevo conjunto
de celdas para las hermanas recoletas. Además, se coloca en el cen-tro
de la plaza un pilar de agua para abastecimiento propio, financiado
por el mismo convento en 1792. Por último, el siglo XIX va a con-templar
otro hecho fundamental en el cambio de los designios de la
Historia de España. La Desamortización (Mendizábal: 1836; Madoz:
1855) supuso un golpe decisivo a la vida conventual que extendía su
influencia por todas las islas 2. La capital grancanaria estaba perfec-tamente
articulada entre seis conventos (San Francisco, Sto. Dornin-go,
San Agustín, San Ildefonso, San Bernardo y Sta. Clara). Una po-blación
decimonónica, impregnada de los aires renovadores que
llegaban de otros lugares, necesitaba una serie de cambios que se
habrían de materializar en la expropiación conventual, en el cambio
de uso de las propiedades, en el crecimiento de la ciudad fuera de
sus límites históricos, y, en definitiva, en la transformación de una
vida completamente religiosa a otra de carácter secular, con la adop-ción
de nuevos valores, nacidos desde el espíritu ilustrado del siglo
XVIII (beneficio público, urbanidad, ornato,...). Una ciudad moderna que
abre sus fronteras hacia el progreso, hacia las actividades que se de-sarrollan
fuertemente durante el siglo XIX en el Puerto de La Luz.
1. SOBRE LA ESTRUCTURA CONVENTUAL DE SAN BER-NARDO
Del convento creado desde el siglo XVI nada nos ha quedado de-bido
a las transformaciones urbanas. Como única referencia actual
tenemos la calle arbolada de San Bernardo, y sabemos que la iglesia
estaba en el solar que hoy ocupa las inmediaciones del Círculo Mer-cantil.
Sin embargo, podemos rememorar aquel recinto gracias a los
p!ams de !a ciUdad debidus a !a ñma de Pr6spero Casola (!570),
Torriani (1599), Pedro Agustín del Castillo (1687) y de Antonio
Pereira (1833), así como a los dibujos del profesor D. Antonio Mar-
Proyecto de reparacidn, de Pedro MafSiotte, de la iglesa de San Bernardo ... 45
Dibujo del Convento de San Bernardo. Reproducido en Bo s c ~M ILLARESJ,. :
«Los leprosos ... »
tín Santana evocando planos de los siglos XVIIX, VIII y xrx. Estas ilus- m
D
traciones se completan con las descripciones que nos han llegado de E
Viera y Clavijo. Pascua1 Madoz o Domingo José Navarro, éste últi-mo
en con una visión típicamente crítica y mordaz, algo característi- n -
=m
co en él 3. Todas estas fuentes nos proporcionan la visión de un con- o
E
vento de gran envergadura, capaz de albergar más de un centenar de E
2
monjas. Guiándonos por la descripción de Madoz «este convento, el =E
mayor de las Canarias, constaba de cuatro grandes patios, un hermo-so
;ur& y ,qagn&cü I,.;e,-tü cvn e! agua para ;ega- 3
dío y todo dentro de la clausura. Cuatro grandiosos claustros sosteni-
- -
0m
dos por infinidad de columnas, contenían las celdas de las monjas, E
refectorio, enfermería, cocinas y demás dependencias, pareciendo más O
bien un gran barrio de la c.[ciudad] que habitación de unas pobres n
monjas». Subyace de esta forma un cierto tono crítico en Madoz, pues -E
contrasta el espíritu austero y humilde que alimentaba a la comuni- a
2 dad religiosa en sus inicios con la aparatosidad que alcanza en el si- n
glo xrx, al poseer el referido cenobio todos los servicios necesarios 0
en cualquier infraestructura urbana cotidiana, que en este caso se re- =
sumen en una clausura. Esta idea nos hace recordar que tal grado de O
desarrollo en los conventos se alcanzó también en los recintos ameri-canos,
verdaderas ciudades dentro de la ciudad.
La ciudad de Las Palmas estaba ceñida entre murallas, rodeada de
mar y riscos, de viviendas populares y de vida conventual, en torno a
los seis monasterios que llegó a tener en el siglo xrx, y que llegaron
a constituir el motor de todas las actividades urbanas. Ocupaban bue-na
parte de la superficie de la referida urbe, tanm por !a extensiSn de
sus huertas como por la ocupación de terrenos destinados a habita-ciones,
claustros y templos.
Con el proceso desamortizador desaparecen en poco tiempo de la
morfología urbana de Las Palmas los conventos, que habían consti-
46 Edilia Rosa Pirez Peñate
tuido importantes capítulos de su historia desde la fundación de la
ciudad 5. De aquellos complejos religiosos quedaron algunos sacros
recintos como San Agustín, San Francisco, Santo Domingo y San
Bernardo. El resto de las instalaciones sucumbieron a la ley del cam-bio
de propiedad y de uso. La intención del beneficio público se
materializó en huertas que se conviertieron en alamedas para el pa-seo
y manzanas de modernas casas particulares (Santa Clara, San Ber-nardo
y San Ildefonso), pilares de agua para fuentes de uso público
(San Bernardo) o dependencias que servirían para beneficencia e insta-laciones
hospitalarias (San Pedro Mártir -o de Santo Domingo-) e
incluso para cuarteles (San Francisco) y docencia (San Agustín).
El Convento de Bernardas Recoletas de San Bernardo no cam- ,, -
bió de uso, no tuvo fines prácticos -de ello se lamenta Pascua1 Ma- E
doz-, sino que fue destruido para aprovechar su solar y sus materia-les
en la construcción de casas particulares 6. Acogiéndose a la Real n-- m Orden de 9 de diciembre de 1841, los ayuntamientos podían solicitar O E
el uso público para edificios expropiados ', y por momentos fue alo- SE jamiento de leprosos del Hospital de San Lázaro y también hubo in- -E
tención de trasladar allí a los enfermos elefancíacos, pero, por último
se opt6 pui si veíita Desde 1843 el coi~vonto empezS a ser destmi- 3
do por la parte norte 9. Subsistió tan sólo su iglesia «bonita, aunque - -
0
pequeña, y está dedicada a ayuda de parr. [parroquia] del barrio de m
E
Trianan 'O. La lenta desaparición de aquel grandioso convento culmi- O
nó con su derribo en la revolución de 1868 'l.
n
11. LA IGLESIA DE SAN BERNARDO COMO EJE DE ACTUA-CIÓN
URBAN~STICA. PROBLEMAS EN LA FELIGRESÍA
En 1861 se abre un expediente sobre la iglesia de San Bernardo,
reducto de aquel antiguo cenobio 12. Empieza precisamente con una
carta de Sor María de San Bernardo, Abadesa del Convento de
Recoletas Bernardas, denunciando el estado de deterioro del recinto
«...que las religiosas que por razón de sus oficios deben ocuparlas
están espuestas a inminente peligro, como sucede entre otras piezas
ruinosas en el refectorio, enfermería y algunos p[roto]». Podemos
(1_ed~cqiíc e hasta efit~firese ste ~ ~ m p lreeljig~io so no había sucum-bido
a la expropiación, al menos totalmente. La Abadesa alude a la
importancia de su reparación puesto que «... la necesidad de que se
fabriquen de nuevo algunas celdas para que el convento pueda admi-tir
el número de monjas que está a él asignado lo cual es tanto más
Proyecto de reparación. de Pedro Maflotte, de la iglesa de San Bernardo ... 47
necesario cuanto que es la Única casa de religiosas de esta Diócesis 5-
de Canarias». m
r
Por Real Decreto de 4 de octubre de 1861 se habían creado las U
llamadas Juntas Diocesanas para Construcciones y Reparaciones de S
Edificios Eclesiásticos 13. Muchos templos de las islas que por enton- O
E ces presentaban desperfectos y necesarias reparaciones se favorecie- -
a
ron de la labor de la Junta creada en la Diócesis de Canarias. 3
La Abadesa dirije su súplica a este órgano que, atendiendo a la m
m
urgencia del caso, solicita los servicios del Maestro de Obras don Es- 5$
teban de La Torre, «para que desempeñando las funciones de arqui-tecto,
se sirva examinar las circunstancias en que se encuentra el enun-ciado
edificio, levantando caso necesario, los presupuestos y planos
que sean precisos para las obras que se requieran».
No sabemos qué pasa hasta que en febrero de 1864 se reabre el
expediente para tratar sobre el mal estado de la iglesia. Ya no se cita
más ni al convento ni a las monjas, por lo que suponemos que en este
tiempo debieron de abandonar el edificio buscando otros destinos.
Una descripción somera de la iglesia en cuestión la encontramos
en un informe de Pedro Maffiotte sobre su estabilidad. Dice este
Ayudante 1 ." de Caminos que «dicha Yglesia consta de una sola nave,
formada por cuatro lienzos de pared, dos longitudinales que corren de
48 Edilia Rosa Pkrez Pefiate
E. a Oeste, y otros dos que se extienden de Norte a Sur, y forman f
los testeros de la misma nave. El muro del Norte contiene las puer-
--- 0
m
tas del servicio interior de la Yglesia (...) el del Oeste contiene los -
huecos que dan luz al coro (...) y se halla contiguo a un callejón; el U
del Sur da a la plaza y se encuentran practicados en él las puertas S - principales y algunos huecos de luz (...); y por último, el del Este sirve E
de apoyo al Altar Mayor» 14. Esta descripción y orientación se corres- P
9
ponde con la que observamos en los planos reseñados, así como en -
el dibujo que publica el Dr. Bosch Millares en su artículo de la re- -
vista El Museo Canario, ya especificado. Otro dibujo de gran valor -
3
gráfico apareció en Falange en 1949, con motivo del primer centena-rio
de la parroquia de San Bernardo ". La parte correspondiente al coro
estaba cubierta de artesonado, resuelto al exterior con tejado, mien-tras
que la nave principal tenía techumbre en forma de bóveda de
medio punto o de cañón, poco habitual en las construcciones isleñas
de tanta preferencia por el artesonado mudéjar '< En el siglo XVIII se
hizo de bóveda de cañón, siguiendo el modelo jesuita de la iglesia de
San Francisco de Borja, en Las Palmas, el de la iglesia de la Con-cepción,
en La Orotava 17.
Esteban de la Torre, como Maestro Titular de Obras, inspecciona
Proyecto de reparación, de Pedro Mafiotte, de la iglesa de San Bernardo ... 49
la iglesia. De la Torre fue maestro de mampostería, alarife y cons-tructor
18. NO existen noticias de las fechas de su nacimiento -tal vez
finales del siglo xvrrr- ni de su muerte, pero su trabajo se desarro-
116 en Gran Canaria al comedio del siglo xrx. Intervino en multitud
de obras, especialmente cuando la desamortización dejó amplios so-lares
en la ciudad donde proyectar nuevas casas así como espacios
cívicos. Así, participó en la obra del primer Teatro de Las Palmas (hoy
Gabinete Literario) que se levantó en el extinguido convento de
clarisas de San Bemardino de Siena. Su línea constructiva tuvo un
heredero, su hijo Francisco de la Torre, también maestro de obras y
de cantería, de afamada labor, autor de una ingente cantidad de pro-yectos
especialmente de viviendas particulares y populares como las
que se alzaron en la calle de Triana y en los Riscos 19. A Francisco
de la Torre se debe, precisamente, una intervención en la prolonga-ción
de la calle de San Francisco, entre la plaza de San Bernardo y
la calle de Bravo Murillo, para empatar con la carretera del norte
y facilitar la construcción de nuevas edificaciones *O.
Esteban de la Torre redacta un informe que encabeza con el con-sejo
de cierre inmediato de la parroquia al presentar un estado tan
ruinoso que amenaza con desplomarse. El mayor problema lo encuen-
54 Edilia Rosa Pérez Peñate
vincia. Entre sus trabajos más significativos destacan el proyecto
y diseño de la Fuente de Isabel 11, en Santa Cruz de Tenerife, así
como su intervención en la construcción del muelle de la capital
tinerfeña. Su formación tuvo como punto álgido los viajes que hizo a
Argel, Italia y Francia, promovido por la Junta de Comercio, para
aprender del arte de construir las obras hidraúlicas en aquellos luga-res
24. También habría de desarrollar una destacada labor docente como
catedrático de Matemáticas en la Escuela de Bellas Artes de Santa
Cruz de Tenerife y como director de la Academia de Dibujo Lineal,
en el Gabinete Literario de Las Palmas, que comprendía las enseñan-zas
de «dibujo lineal y principios de geometría aplicados a las artes,
proporciones de arquitectura, perspectiva y fabricación» 25. En 1852, m
D
la Junta del Gabinete Literario acuerda el proyecto de crear una Aca- E
demia de Dibujo a cargo de Maffiotte y de Manuel de León y Fal- o
con, este ultimo a cargo de las enseñanzas de Dibu~o Natural y de n -
=m
Ornato. O
E
Una importante labor documental para la Historia de Canarias la E
2
desarrollaría su hijo Luis Maffiotte y la Roche con la recopilación de =E
fuentes 26.
Con todos sus méritos y conocimientos ingenieriles en el arte de 3
-
construir, Maffiotte era, ciertamente, la persona idónea para acometer -
0m
la labor de reparación del templo de San Bernardo. Señalemos que E
Manuel de Oraá y Arcocha fue el primer arquitecto titulado por la o
Escuela Superior de Arquitectura de Madrid en llegar a Canarias, y n
que el maestro de obras Francisco de la Torre ostentaba el cargo de -E
Arquitecto Municipal hasta la llegada de José Antonio López de a
2 Echegarreta en 1872 que se hizo con la titularidad. Hasta entonces, n
sólo los expertos, y no los arquitectos, eran los profesionales más 0
idóneos para acometer el tipo de obras que aquí nos ocupa. O3
El 18 de marzo de 1864 Maffiotte presenta una detallada Memo-ria
con los planos de actuación para la restauración. Primeramente
q ~ y ae !a ner.eSi&d ron-emw la iglesia p y e « en una @la-ción
como la Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, cuyos habitan-tes
se distinguen por su acendrada religiosidad, la edificación de un
edificio consagrado al Culto Divino debe considerarse como un acon-tecimiento
feliz, la destrucción de una Yglesia, por el contrario, es
un suceso desgraciado». La población -unos siete mil habitantes en
e! bLIiG de TriLqa y UnGs ncerJe mi! e: VeFetu- estaba
en el servicio religioso por 21 templos, para los barrios de Vegueta
(encabezados por la Catedral y las parroquiales de San Agustín y Santo
Domingo) 27; de Triana (con las Parroquias de San Bernardo y de San
Proyecto de reparación, de Pedro MafSiotte, de la iglesa de San Bernardo ... 55
Francisco) 28; y por último, para la zona extramuros de la ciudad, con
las Ermitas de Santa Catalina, San Cristóbal y de la Virgen de La Luz.
Maffiotte hace notar el despliegue creciente del barrio de los Are-nales,
contiguo al de Triana, por lo que «repetidas veces muchos fie-les
en Triana oyen la palabra de Dios desde la puerta de los templos,
por no poder penetrar en ellos a causa del mucho concurso». Efecti-vamente,
la capital grancanaria dirigía su crecimiento urbano de for-ma
lineal hacia el Puerto de La Luz. Arruinar un edificio para el cul-to
religioso significaría desasistir aún más a una población en alza que
lo requería. La posibilidad de construir un nuevo templo suponía un
excesivo costo y Maffiotte garantiza una intervención restauradora
rápida y de presupuesto modesto.
Indicaba que «la destrucción de la iglesia podría dar lugar a la
prolongación de la calle de San Francisco, sin producir más ventaja
q ~ eL ~ ElL l , i~& CQ!!~, ningfinz -&!i&d púh!ica (2 n f i ~ r t jru~i ci~) ,
su conservación es adorno más imponente para la ciudad, y su anti-gua
fundación timbre de más gloria en los fastos de la misma ciu-dad
» 29. En este punto creemos radica lo más significativo del expe-diente
sobre la iglesia de San Bernardo que aquí desglosamos. En un
momento en que la ciudad ha colmado sus límites históricos, primero
en Vegueta y luego en Triana, la necesidad de expandirse le lleva a
liberarse de sus murallas y desarrollarse hacia el Puerto (donde to-man
auge creciente las actividades comerciales) y en menor medida
hacia el Sur, con el progreso del Barrio de San José como eje de
comunicación con Telde y la zona sureste de la isla.
El templo en cuestión estaba ubicado en un punto de gran interés
especulativo para una actuación viaria, resurgiendo el debate conser-vación-
ruina. La superficie que ocupaba el extinguido convento esta-ba
en este límite norte de la ciudad, y en 1864, cuando se pretendía
seguir una dirección lineal de las vías de comunicación para posibili-tar
un desarrollo ordenado de la capital se chocó con obstáculos como
el del templo en cuestión o la plaza cerrada y arbolada. La prolonga-
-:L- 2 - 1- --ii- 2- n-- P- --- :---I L- - . n ----- 1 n \ L--:- 1- - -
GIUII ut: ia caiit: ut: ami rraiicibcu (iiuy uciicrai Dravu) riacia ia a&-
tual de Pérez Galdós, la de Cano hacia la de Viera y Clavijo, llevó
la ciudad hasta sus límites (Paseo de los Castillos, hoy Bravo Murillo)
en 1893, con las actuaciones del arquitecto municipal López Eche-garreta.
En defintiva, se trataba de abrir la ciudad no sólo hacia el
puerto sino también hacia las poblaciones del norte y oeste de la isla.
La junta Diocesana, aprobó ei pian de actuación de ivíafiotte, fi-nanciando
las obras con recursos propios, e inmediatamente el Prela-do
don Joaquín Lluch ordenó el desalojo del templo y traslado de la
56 Edilia Rosa Pérez Peñate
parroquia hasta que acabasen las obras. El Cura Ecónomo de la refe-rida
parroquia se encargará de trasladar «el archivo parroquial, imá-genes,
ropas y enseres pertenecientes a la misma, a la de San Fran-cisco
de esta Ciudad, en donde deberán tener lugar las funciones
parroquiales de la de S. Bernardo, escepto la misa pro populo en los
domingos y fiestas, que celebrará V.[el Cura Ecónomo D. Felipe de
Armas y Hernández] en la hermita de S. Telmo del barrio de Triana.
Al efecto se pondrá V. de acuerdo con el Ven. Cura Párroco y Ma-yordomo
de las expresadas Yglesia y Hermita» 30.
Tras analizar varios sistemas de reparación, Maffiotte optó por el
de «engrosar el muro por la parte exterior con un vestido de marn-postería
de cal, llevando al exterior los huecos de puertas y venta-nas
» 3'. De esta forma, esta nueva pared actuaría como contrafuerte
recogiendo los empujes de la bóveda pues «el muro [interior] queda-ra
rrf~izudop or siete r egu!~~xrnetsrp zciades??e n !as czcfis-tías,
en la Capilla de Bautismos y en el patio.
Se interesa nuestro artífice por el buen «aspecto público» que debe
presentar el conjunto. De ahí que su Memoria esté salpicada de ex-presiones
como «conseguir aún mejor decoración», «las dos ventanas
que dan luz a la nave se adornarán con una faja de cantería cortada
bajo plantilla», pintar molduras de madera «al óleo imitando cante-ría
», fingir ventanas en el coro, y así todos los trabajos de acabado
de los muros, enlucidos, etc ... Con todo, Maffiotte se pone en sintonía
con el sentimiento urbano decimonónico de vivir de la apariencia hacia
la calle. Pero además, especifica los materiales que se han de emplear
en la reparación, como los elementos férreos que se usarán como ti-rantes
de la bóveda, cuyo «hierro será inglés de primera clase; no se
emplea el de Suecia, aunque es mejor, porque no se halla redondo en
el comercio y porque es mucho más caro», y «se sellarán con obra
fuerte de cal, y arena mezclándole un poco de cemento hidraúlico de
Holanda del que se halla en los almacenes de Comercio de Canaria».
En el modo de hacer el nuevo muro, en la instalación de apuntalados
y de ios tirantes, así como en ei iraiamiento ale ia cantería, ciescubri-mos
en Maffiotte a un verdadero detallista que demuestra su intensa
formación ingenieril. Completa su Memoria con un pormenorizado
presupuesto (Apuntalado, Cimientos, Mampostería, Cantería, Sillería,
Azoteas, Enlucidos, Operarios, Medios de Transporte,...), ascendien-do
el total de la obra a casi 16.000 reales, cobrando unos 900 Rvn.
Apreciamos que tai cantidad entraba en ios iímites dei citado artlcu-lo
8 del R.D. de 4 de octubre de 1861.
Aprobada la Memoria por la Junta, se dio principio a la obra, no
Proyecto de reparación, de Pedro Maffiotte, de la iglesa de San Bernardo ... 57
sin problemas. Tras unos meses de trabajos, el Ayuntamiento parali-za
la obra, sin contar con la opinión del Prelado, al parecer porque
se había ocupado más espacio de la vía pública del especificado por
Maffiotte en su Memoria. Lo cierto es que el autor del proyecto en-tiende
la paralización como una crítica personal a su quehacer; recor-demos
que no era arquitecto, y alega haber estudiado y aprendido de
teorías de reconocidas personas, inspirándose «en el Arte de edificar
de Mr. Rondelet, cuya obra goza de una reputación universal, y es la
fuente en que beben hoy los buenos constructores», y también «en el
Aide Mémorie de los Yngenieros de Mr. Tom Richard, otra obra de
suma importancia en el arte de construir». Ciertamente demuestra su
formación y su inquietud de poner en práctica la teoría de reconoci-dos
constructores.
En este punto polémico es donde cobra mayor fuerza la idea que
hemos venido esbozando a lo largo del trabajo sobre ei interes estra-tégico
de la parroquia. Maffiotte está consolidando un templo que
estorba a la apertura de la calle de San Francisco. El progreso del
trazado urbano de Las Palmas está estancado en este punto: el calle-jón
de San Bernardo, que «conduce por otros, algunos más estrechos
y pendientes, a algunos cercados y al barrio del risco, y por los cua-les
no han pasado nunca ruedas por no ser posible»; «la acera de San
Bernardo confluye en la de la calle Cano»; «desde la iglesia hasta esta
esquina [calle Cano] no hay más que un muro ruinoso del extinguido
convento que no tardará en desplomarse»; «la plaza [de San Bernar-do]
no la utiliza el público como paseo, y sólo se aprovecha un ex-tremo
en que hay una fuente de cuatro a seis bocas de agua, quedan-do
el resto completamente sin uso».
En 1866, la Real Academia de las Tres Nobles Artes de San Fer-nando
aprobó los planos de Maffiotte manifestando la conveniencia
de añadir al talud del muro que proponía unos tirantes de hierro como
medio de precaución. Las obras proyectadas se reanudaron, pero nues-trn
zrtifire vivh pnr mt~n-er en Santa Cruz be Tenmife y no aceptcí
dirigir desde allí los trabajos.
E: proyecto de repasaci.o ,íi fio !!e& a h e n fin, p e s en 1868 se
creó la Junta Revolucionaria en la ciudad, como reflejo de la Revo-lución
que había destronado a Isabel 11, extinguiendo definitivamente
a las mojas bernardas.
5 8 Edilia Rosa Pérez Peñate
El convento-monasterio del Císter de Teror, hoy vigente, es el
sucesor directo de aquel cenobio de bernardas de Las Palmas. La co-munidad
(tanto las de la Concepción como las Descalzas del Convento
de San Ildefonso) siguió presente a pesar de haber sido oficialmente
expulsada. Se distribuyeron en casas particulares y algunas se trasla-daron
a las clarisas de La Laguna. Otras servían en el Palacio Epis-copa1
de Teror hasta que el Prelado Don José Pozuelo y Herrero in-tercedió
por ellas y el Obispo Don José María Urquinaona tramitó
la construcción de un nuevo monasterio en 1880, para acogerlas
en la vida contemplativa 32.
El expediente al que nos hemos referido en este trabajo recoge una
copia del acuerdo de la Junta Revolucionaria tomado sobre la iglesia
en cuestión, que transcribimos por su expresividad: «En consideración
al estado ruinoso de la Yglesia y accesorias de la Parroquia de San
Rernarrin, myn edificio hace años hu sids ahandcnad~ y=: td caüsa,
motivando la traslación de dicha Parroquia a la Yglesia de San Telmo;
a que dicho edificio amenaza ruina con grave exposición de las vidas
de los transeúntes; a que afea sobremanera uno de los puntos nota-bles
de esta Ciudad, y muy principalmente a que es obstáculo para la
prolongación de la calle de San Francisco, una de las principales de
la población, precisamente por el punto que ha de empalmar con la
carretera del Norte, la Junta acordó ceder y entregar desde luego di-cho
edificio al Ecxmo. Ayuntamiento de esta Ciudad, para sin pérdi-da
de momento proceda a su derribo, a fin de prolongar la referida
calle destinando el sitio sobrante al ensanche de la plaza de San Ber-nardo,
(...) y que el retablo y enseres existentes en dicha Yglesia rui-nosa,
se entreguen bajo el correspondiente inventario a la misma Pa-rroquia
a que pertenece». Hemos podido saber que el retablo en
cuestión es el que hoy se encuentra en la Iglesia del Santo Cristo de
Tafira, de líneas barrocas por las columnas tipo salomónicas que po-demos
apreciar en el plano alzado del templo de San Bernardo que
Maffiotte añadió a la Memoria.
Ei solar resuiianie, como se preveía, sirvió para ampiiación de ia
plaza, pero sobre todo para la ansiada prolongación de la calle de San
Francisco, «y lo restante en edificación de grandes casas de lujo, para
lo que se acostumbra en esta población (...) son de las mejores y más
importantes de la ciudad por su elevación por el gusto con que están
construidas y por el sitio que ocupan que es de los más espaciosos y
apreciados en Las Paimas».
En 1886 se abrió otro expediente para la construcción de una nueva
parroquia, contándose con un importante legado para tal fín procedente
Proyecto de reparación, de Pedro Majfiotte, de la iglesa de San Bernardo ... 59
de D. Pablo Romero. El proyecto no tuvo éxito. La importante feli-gresía
de San Bernardo siguió asistiendo a los cultos de San Telmo,
pequeña ermita que «carece de coro, de baptisterio, de archivo y has-ta
de campanario, que no puede servir ni siquiera para Parroquia de
aldea». Las ermitas de Santa Catalina, aunque ruinosa, y la de La Luz,
afrontaron la feligresía que se había instalado en las zonas anexas al
Puerto (Arenales, Santa Catalina, El Refugio).
En conclusión, sin el derribo del obstáculo que suponía la perma-nencia
de la iglesia de San Bernardo, no hubiese sido posible la aper-tura
de la ciudad hacia el norte, con la puesta en marcha de una im-portante
red de carreteras, ni trazar las vías de comunicación
necesarias para la construcción de una de las obras de ingeniería más
importantes de la Historia de Las Palmas de Gran Canaria, el Puerto
de La Luz proyectado por León y Castillo 33.
Edilia Rosa Pérez Peñate
1. Los pormenores de la fundación los recoge el Doctor D. Juan B o s c ~M ILLA-RES
en «Los leprosos en el Monasterio de San Bernardo», Revista El Museo Canario,
núm. 12, 1944.
2. Vide capítulos sobre la desamortización conventual en Canarias en MARTÍN
GALÁNF, .: La formación de Las Palmas, ciudad y puerto. Cinco siglos de evolución,
Santa Cruz de Tenerife, 1984; OJEDAQ UINTANAJu,a n José: «La Desamortización en
Canarias (1836 y 1855)», en Cuadernos de Ciencias Sociales, núm. 3, Centro de In-vestigación
Económica y Social de la Caja Insular de Ahorros de Gran Canaria, 1977;
OIEDAQ UINTANAJ. , J.: «Desamortización en Canarias (1836 y 1855)»; MILLARES
TORRESA, gustín: Historia General de las Islas Canarias, tomo IV, Las Palmas, Edirca,
1977 pp. 340-348.
3. NAVARRODo, mingo J.: Recuerdos de un noventón, Las Palmas de Gran Ca-naria,
1971.
4. MADOZP, ascual: Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus
posesiones de ultramar, Madrid, 1845-1850. Ed. facsímil de Ramón Pérez González,
Valladolid, 1986, p. 175.
5. MART~GNA LÁNF, .: op. cit., p.148.
6. MADOZP, .: op. cit., p, 175.
7. MILLARETSO RRESA, .: Anales de las Islas Canarias, Museo Canario, Las Pal-mas.
1849' t. VII. p. 183.
8. B o s c ~M ILLARESJ.,: op. cit., p. 9.
9. MILLARETSO RRESA, ,: op. cit., p. 187.
10. MADOZP, .: op.cit., p. 175
11. JIMBNEZF UENTESC,. : Incidencia de la Desamortización Eclesiástica en la
arquitectura conventual, Tesis doctoral inédita, Copia mecanografiada existente en el
Museo Canario, junio 1992, p. 396.
12. A.D.L.P. (Archivo Diocesano de Las Palmas): Legajo con Expedientes so-bre
la reparación de la Yglesia del convento de San Bernardo de Las Palmas, 1861-
1864.
13. Gaceta de Madrid, 6 de octubre de 1861.
Proyecto de reparación, de Pedro Maffiotte, de la iglesa de San Bernardo ... 61
14. A.D.L.P.: Informe de Pedro Maffiotte para el «Expediente para la reparación
del templo parroquia1 de San Bernardo*, firmado el 11 de febrero de 1864, fo1.4 r.
15. Falange, Las Palmas de Gran Canaria, 16, 17, 18, y 19 de agosto de 1949.
16. FRACAG ONZÁLEZM, . C.: Aspectos de la Arquitectura mudéjar en Canarias,
Colección Guagua, núm. 77, Excmo. Cabildo Insular de Gran Canaria, 1994 (2." edi-ción).
17. FRACAG ONZÁLEZM, . C.: Arte Barroco en Canarias, Col. Arte en Canarias 11,
Enciclopedia Temática Canaria, 1980, p. 12.
18. TARQUISP,e dro: «Diccionario de arquitectos, alarifes y canteros que han tra-bajado
en las Islas Canarias. Siglo xix (Conclusión)», en Anuario de Estudios Atlán-ticos,
núm. 16 (1970), pp. 264-265.
19. TARQUISP,e dro: op. cit., p. 265; ROSARIOLE ÓN, María Teresa del: «Revi-sión
legislativa sobre la figura del maestro de obras en Gran Canaria», en Vegueta,
Servicio de Publicaciones de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, núm. O,
mayo 1992, pp. 239-242.
20. TARQUISP,. : op. cit., p. 266.
21. CAZORLALE ÓN,S antiago: Historia de la Catedral de Canarias, Las Palmas
C!P Crr~tCl m-ria, 1992, p. 60.
22. Firmada en 11-febrero-1864, incluida en el Expediente sobre la reparación ...,
ff. 6-7 P.
23. Gaceta de Madrid, 6-octubre-1861.
24. TARQUISPe, dro: op. cit., pp. 169-171; HERNÁNDERZO DR~CUECZan, delaria:
Los maestros de obras en las Canarias Occidentales (1785-1940), Santa Cruz de
Tenerife, 1992.
25. HERNÁNDESZO CORROM, .= de los Reyes: «Las enseñanzas del Dibujo y de la
Pintura en Las Palmas durante el Ochocientos», en Vegueta, núm. O, mayo 1992, pp.
208-209.
26. MAFFIOTTEL,u is: Periódicos de las Islas Canarias.
27. Iglesia Catedral, Parroquia de San Agustín, Parroquia de Santo Domingo,
Iglesia del Seminario Conciliar, del Convento de San Ildefonso, del Hospital de San
Martín, Ermita de San Antonio Abad, del Espíritu Santo, de San Roque, de San Juan,
de los Reyes, de San José y Capilla y Oratorio de la Audiencia.
28. Además, la Ermita de San Telmo, de San Justo y de San Nicolis.
29. ADLP: Memoria del Proyecto de reparación de la Yglesia de San Bernardo
de Las Palmas, fol. 16 va.
30. Fray Joaquín Lluch envía el dictámen al Cura Ecónomo, firmado el 12 de
febrero de 1864, en Expediente sobre la reparación ..., op.cit., fol. 8 recto.
31. ADLP: Memoria del Proyecto ..., op.cit., fol. 17 v.
32. VIERA DENIZ, Sor Esperanza (Monja del Císter de Teror): Historia de la
Comunidad del Císter de Teror. Sus monasterios, Las Palmas de Gran Canana, 1988;
CAZORLASa, ntiago y QUINTANAIg,n acio: La Vírgen del Pino en la Historia de Gran
Canaria, Las Palmas de Gran Canaria, 1971, pp. 355-367.
33. MART~GNA LÁNF, .: op.cit.