CRONICAS DEL TEATRO PEREZ GALDOS (1 842-1 928).
LAS PALMAS DE GRAN CANARIA
Se podna objetar que de ahora en adelante, los teatros ten-drán
solamente una forma y que será necesario, como en la
Antigüedad, que todos los teatros sean prácticamente iguales.
Pero ¿por qué no? será un gran mal reducir todas las construc-ciones
al carácter más apropiado a su cometido, es decir, ver y
oir bien?
Pierre Patte escribió a finales del siglo xvrrr este párrafo y lo incluyó
en su libro Essai sur lArchitecture Théatrale, ou de 1'Ordenance la
plus avantagense á una salle de Spectacles (París, 1782) sin saber aún
cual podría ser la repercusión de sus afirmaciones. No podía sospechar
que su idea, que no sus palabras, iban a ser determinantes en la concep-ción
de un tipo de edificios concretos, los teatros; y que el espíritu en
que estaban envueltas no era otro que el Clasicismo contemporáneo.
El teatro como edificio fue descubierto por la Humanidad en los
lejanos días del clasicismo mediterráneo, pero en los inicios de la Edad
Contemporánea y como consecuencia de los cambios sociales que ad-miten
un tiempo para el ocio/cultural se revitalizan hasta el punto de ser
una pieza clave del puzzle urbano moderno. De ahí que durante todo el
siglo XVIII cualquier ciudad europea o americana que se preciara admite
como aspiración civilizadora el poseer un teatro de nuevo cuño en las
proximidades de su centro histórico. Es el caso de teatros tan prestigio-sos
como el de la Scala de Milán (1778), la Opera de Berlín (1742), la
Opera de Versalles (1770), el Teatro de Lyon (1 754), el Schauspielhaus
de Berlín (1 8 18), la Opera de Dresde (1 869), la Opera de París (1 81 6),
el Liceo de Barcelona (1847) o el Teatro Real de Madrid (1850).
El archipiélago canario, en este sentido no fue menos y se sintió
atraído por estos soplos de modernidad propios de una sociedad emer-
972 A. Sebasiián Hernández Gutiérrez
gente que pretendía ponerse a la altura de las localidades europeas con
similares recursos económicos. Por ello durante buena parte del siglo
XIXc, on cierto retraso frente a otras comunidades peninsulares eso sí, el
teatro como inmueble se constituyó en un asunto prioritario de las
municipalidades de Santa Cruz de Tenerife, Las Palmas de Gran Cana-ria,
La Laguna, Santa Cruz de La Palma y La Orotava. El triunfo de sus
respectivas políticas locales les llegó en momentos solemmes que ha-blaban
de inicios de las obras, es el caso del Teatro Guimerá de Santa
Cruz de Tenerife cuando en 1848 el arquitecto Manuel de Oraá entregó
al Ayuntamiento capitalino los planos del coliseo, o la inauguración del
teatro, como aconteció en el Pérez Galdós en 1890. Atrás quedaba la
legión de penalidades, la falanges de problemas y los ejércitos de obs- m
D
.rAa- . .~l - uiu; qüe se haXaii planteado para iecüiiei üria iaiga iiavesíd que
cuanto menos había durado décadas. O
n Como ya hemos apuntado el teatro Pérez Galdós, inicialmente Tirso -
=m
de Molina, fue inaugurado en 1890, y como empresa de envergadura O
E
que es, conoció las penalidades económicas y hasta culturales de sus E
2
coetáneos. Los dimes y diretes de su ubicación, la falta de recursos, los E
=
imperativos técnicos hicieron que la construcción tardase nada menos 3 que vanas décadas en concluirse. - -
0m
E
El teatro Cairasco O
n
La representación teatral en Gran Canaria tiene una larga tradición E a- que se enraiza con la incorporación de la isla a la corona de Castilla, l
pero la brillantez de los espectáculos quedaban deslucidos gracias a que n
0
la principal población de la ínsula no poseía un mal recinto donde se
diese una función digna. Esta situación, que duró por espacio de siglos, 3
O
se evidencio con toda su nitidez en el mes de julio de 1834 cuando
llegó a Las Palmas de Gran Canaria a bordo del barco Buen Mozo una
compañía de teatro de carácter cómico dirigida y regentada por Juan
Lazo. Este hecho histórico tiene una importancia trascendental por cuan-to
que era la primera vez que una empresa teatral como mandan los
canones arribaba a ia isia para escenificar una obra. Ei acontecimiento
fue un detonante. Hasta la fecha las actuaciones tenían diferentes mar-cos
pues sabemos que además de los aledaños de la Catedral de Santa
Ana donde se ejecutaban las obligadas loas, se hacía representaciones
en el patio de la casa Bethencourt (sita en la calle de los Balcones), en
la plaza de las Gradas o en la vivienda del mayorazgo de Arucas
situada en el Espíritu Santo. como ejemplo cualificado de tales celebra-
Crónicns del mu r o Pérez Gnldrís (1842-1928).. . 973
ciones tenemos el relatado por Romero Ceballos el 3 de enero de 1784
en el que un grupo de saltimbanquis anunciaba su espectáculo colocan-do
pasquines en lugares estratégicos de la población promocionando un
montaje que consistía en una ópera con linterna mágica. A é1 se accedía
después de abonar los correspondientes dos reales de vellón por la
entrada y un suplemento de otros dos por la obtención de un asiento.
Fue con estos antecedentes con los que se conjugó la idea de cons-truir
un local adecuado para desarrollar con dignidad una actividad
teatral. Y fue en 1840 cuando se iniciaron las gestiones para la erección
del anhelado anfiteatro con el protagonismo de Benito Lentini y
Messina, un profesor de piano de origen italiano pero ya afincado en
Gran Canaria, quien además en esos momentos poseía el cargo de
director de la capilla de música de la Catedral de Santa Ana. El y una
junta gestora aspiraban a poseer parte del solar que ocupaba el recién
derribado convento de ias monjas ciaras, sobre un punto de marcado
sabor lírico: la antigua habitación del poeta Bartolomé Cairasco de
Figueroa; a la postre el teatro merecería el nombre del literato.
Este teatro, el primero que mereció esta denominación se construyó
gracias a la fundación de una compañía financiera de carácter anónimo
que se valió de las acciones emitidas para recaudar los 257.833 rs. von.
que presupuestaron al alimón Santiago Barry y el maestro de obras
Esteban de la Torre. Entre 1842 y 1845 se ejecutaron las principales
obras de la edificación; las prisas de su realización pasaron pronto
factura y a los pocos años de su inauguración, 1845, se iniciaron las
lamentables obras de reparación.
La fachada del teatro Cairasco medía veinte metros de ancho por
quince de alto dando forma a una pantalla que albergaba una insípida
composición neoclásica que incluía un blacón volado sobre un pórtico
exástilo de orden toscano y el inevitable frontón triangular rematado
por un querubín trompetista alegórico al uso del inmueble.
Santiago Barry Massip sin ser arquitecto titulado, cuya profesión
res1 era !a & &sii!&or, ~ ~ U C ) ! VcI~~) fi\/efiiefitemefite grzres .-.S "L..
problemas constructivos que se le presentaron en la erección del teatro.
En 1845 entregó el proyecto de un edificio de planta rectangular con un
aforo de quinientos espectadores. Tal capacidad se deduce del número
de personas que en el día de la apertura oficial entraron al "coliseo"
para gozar de una obra de Zorrilla: Cada cual con su razón representa-da
a fin de obtener los fondos necesario para ia fundación ciei mítico
colegio de San Agustín.
La crónica particular de teatro Cairasco está jalonada de éxitos loa-bles
y primicias históricas en el terreno de la lírica, pero su débil
estructura junto a otros problemas de hechuras dictaban a la razón la
necesidad de levantar otro nuevo recinto más adecuado a los meneste-res
queridos y dejar de compartir el recinto con la sociedad cultural
Gabinete Literario.
El teatro Tino de Molina
Estas fueron las principales causas argumentadas por un grupo de
ciudadanos amantes fieles de la lírica para embarcarse en la "utopica
aventura" de construir un nuevo teatro. Así el 28 de octubre de 1866 se
iniciaban las gestiones para tal fin con la firma por parte de Vicente ,, -
Martínez, Nicolás Navarro Sortino y Edmundo Wood de una carta diri- E
-p.id- a. ~a..l. -A vuntamiento de Las Palmas que se define por sí sola como una -, . - - . .----
declaración de principios. Se vierten en este documento argumentos n-- m para el decoro, la cultura o la civilización, faltando tan solo la palabra O E
"patria" para completar la arenga tópica de un siglo repleto de arengas. SE
Antonio López Botas como alcalde de la ciudad acogió la idea y contri- -E
buyó a su desarrollo con el apoyo de su propia persona para hacerse
LaIgu A - 1- ----:A---:- A- ..,- T..-+- n-,+--+,, n:-t.+ ,,.. : ,,+,r, ,,,, 3 UG la p1C;xut;wla UG uua J uuLa rIuLcauu. YILua jullLa Fjxaua ~ u m -
tituida además por: Prudencio Morales (Secretario). José H. Hurtado de
- -
0
m
Mendoza (tesorero), Juan Melián y Caballero, Manuel Ponce de León , E
Vicente Martínez, Nicolás Navarro Sortino, Rafael Castro, Amaranto O
Martínez, Diego Wood, Edmundo Wood y Antonio Malos (en calidad n
de vocales). Este junto a una legión de ciudadanos de la isla se hacían -E
denominar accionistas habida cuenta que en aquellos días se había for- a
malizado la creación de una sociedad financiera con el interés de 2
n
recaudar fondos, primero, gestionar la construcción del nuevo teatro, n
segundo, y rentabilizar su inversión con la administración de espectácu- O3
los, tercero. Las primeras reuniones de tal sociedad se celebraron en
noviembre de ese mismo año y en ellas se puso de manifiesto cuáles
eran los principales obstáculos de la empresa: falta de fondos, solar de
ubicación y necesidad de contar con un arquitecto lo suficientemente
cualificado como para realizar un inmueble de la envergadura de-seada.
El dinero era en realidad un problema salvable por cuanto que la
erripiesa se niosiia"u atracUva al& iCiSi ilvenoies y & cuili~nUseu
emitían acciones que eran adquiridas por nuevos miembros de la socie-dad.
De ahí que el 1 de enero de 1867 y bajo la utorización del
Gobernador Provincial Alonso del Hoyo se editase en Santa Cruz de
Tenerife un Reglamento Provisional para la organización de la socie-
Crónicas del tearro Pérer Galrís (1842-1928) ... 975
dad de accionistas ... el proyecto de construcción de un nuevo teatro en
la ciudad de Las Palmas de Gran Canria.
Algo más conflictivo fue el segundo punto, la búsqueda del solar
adecuado para ubicarlo, pues existían, en este sentido, un cruce de
intereses político-económicos promovidos por grupos comerciales que
pretendían arropar sus sectores con la erección del nuevo teatro. Tanto
es así que se inauguró una batalla incruenta de la que, como veremos
más adelante, participa buena parte de la ciudadanía capitalina.
El enclave inicialmente elegido por la junta directiva estaba situado
en el margen norte del barranco de Guiniguada, en el punto conocido
como bocabarranco, frente por frente de la plaza de mercado de
Vegueta. Otros hipotéticos emplazamientos lo querían situar en la plaza
de San Francisco, el barrio del Terrero, San Bernardo, Triana, e incluso
en un solar usado tradicionalmente para las representaciones teatrales,
el Corral del Consejo, en la calle de los Balcones. Sin embargo todos
ellos fueron desechados después de ser conocido un informe técnico
firmado por Francisco de la Torre, un maestro de obras al que se
recurrió para poner paz a un litigio en el que unos y otros tenían la
rn7iín m.-e n riictndin -Ci-i epinlón se centró en Z1,~m~str!ai r fi&i!i&d 12
muralla de contención que coronaba el terraplén que sería la plaza
principal anexa al pórtico del teatro. Pero además debió responder ade-cuadamente
a las soluciones constructivas que se tomarían para atajar
los oleajes más agresivos en los tiempos invernales, pues esta preocu-pación
se sumaba la ya enunciada de las acostumbradas crecidas del
barranco en periodos lluviosos.
En realidad las respuestas no gustaron a los que custionaban la
ubicación del teatro en boca-barranco pues quedaban aclaraciones di-luidas
en un mar de hipotéticas cosas. Así lo reflejó un observador de
calidad del calibre de Benito Pérez Galdós, quien no tardó en tomar
partido en el asunto y criticar con agudeza la propuesta oficialista de
boca-barranco. Su discrepancia se muestra en un poema crítico que
reproducimos a continuación en sus secciones más claras:
¿Quien fue el patriota estúpido,
quien fue el patriota vándalo
ye..,u c :-..,:,A l.... LA..,rl^" L I I I ~ ~ I Vla > uuvcuaa
de este Teatro acuático?
Que a genio tan lunático
merece coronársele
con ruda y con espárragos
para que el tiempo próximo
en sus anales clásicos
A. Sebnstián Hernández Gutiérrez
lo aclamen por cuadrúpedo
con eterna1 escándalo
Pero también dedicó a este tema algunos de sus originales dibujos
que hoy se conservan en el museo que lleva su nombre y que están
recogidos en el álbum monográfico sobre lo mal que lo iban a pasar los
actores y el público cuando el mar penetrase en el interior del teatro sin
respetar orden ni condición. La serie de caricaturas poseen un texto
explicativo que en algunos casos responde a las leyendas tan elocuentes
como: Artistas con salvavidas. A la luz e los faroles. casi cubiertos por
las aguas, los hombres acuden nadando al teatro. En un día de tempo-ral,
un barco irrumpe en escena. O un apuntador inesperado. ,,
A pesar de todas las voces que se alzaron en contra de la ubicación D
E defendida poi la junta direciiva, Csia iogrt manieneria gracias a ia O confirmación de que su postura obtuvo después de realizar un riguroso
n-= referéndum entre los accionistas, auténticos propietarios del proyecto. m
O
E Las razones de su decisión se basan en la gratuidad del terreno, ya que E
el Ayuntamiento después de desplazar de allí a los viejos tinglados de 2
E
pescado les cedía el solar. Pero a su vez existe un empeño por ordenar =
ese rincón de la población, de establecer un núcleo de nexo entre 3
Vegueta y Triana; no debemos olvidar que por aquellos años se proyec- - - 0
taba el puente de palo y el Viejo Mercado se incorporaba al "zoco" que m
E
formaba la calle mayor de Triana. De ahí que la oferta del Ayuntarnien- O
to no fuese del todo desinteresada y que esta institución pusiese al
técnico municipal a las órdenes de la junta directiva, en especia1 bajo el n
E mandato de Manuel Ponce de León quien por sus dotes artísticas corrió -
a
con los detalles correspondientes. 2
n
Al mismo tiempo se pensaba en la realización de una explanada n
0
llamada a ser la plaza del teatro frente a la fachada sur donde el objeti- 3
vo de desahogar la afluencia de personas y carruajes, así como para O
darle el frontispicio la perspectiva necesaria que le otorga la elegancia
deseada. En tales cometidos se enfrascó el maestro de obras local Fran-cisco
de la Torre levantando los croquis necesario después de hacer la
alineación correspondiente a los ejes de las calles que allí confluían;
mientras esperaba los planos definitivos del edificio encargado al técni-ce
adecuudc
Esta era precisamente el tercer gran obstáculo que había que saltar
pues en el año 1867 la isla de Gran Canaria no contaba con ningún
técnico en materia arquitectónica con capacidad para levantar el pro-yecto
deseado. Imaginamos que entonces se recumó a los consejos de
Ponce de León, quien años atrás había estado estudiando Bellas Artes
Crónicas del teatro Pérez Gnldrís (1842- 1928) ... 977
en Madrid y podía tener algún contacto solvente, o cuanto menos cono-cimiento
de algún arquitecto de prestigio que pudiese hacerse cargo de
la obra. Fue así como la junta directiva encargó la obra a un arquitecto
de renombre en el Madrid de Isabel 11, a Francisco Jareño y Alarcón
(1 818-1892), un hombre nacido en Albacete, formado en la Real Aca-demia
de San Fernando que por estas fechas ostenta varios cargos
relevantes: Catedrático de Historia del Arte y Director de la Escuela de
Arquitectura y Arquitecto del Ministerio de Fomento y del de Hacienda.
Jareño mantuvo con la isla un doble contacto ya que a la vez que
estudiaba las soluciones para la constmcción del nuevo teatro, hacía lo
propio con la fachada principal de la catedral de Santa Ana de Las
Palmas de Gran Canaria por mandato del obispo Lluch y Garriga. De
manera que la ciudad y el arquitecto entablaron un gran vínculo Ilegán-dose
a cursar una invitación formal para que supervisase en persona
ambos proyectos. Tai visita, a pesar cie que ei Ayuntamiento capitaiino
destinó 200 escudos para sufragar el viaje desde Madrid, nunca se
realizó. El compromiso adquirido quedó tan solo en el envió del pro-yecto
del teatro por que el cobraría 15.000 rs. von. el 28 de mayo de
1867 y otros tantos en un segundo pago que se efectuaría el 13 de julio
de 1868 fecha tope para la entrega de los pliegos de condiciones, cálcu-los
y demás documentos técnicos.
A partir del día 27 de abril de 1867 su trabajo quedó expuesto en los
salones del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria; tanto los
planos como la Memoria remitida se colocaron en cuadros para su
mejor observación. Con este acto populista la empresa promotora que-ría
dar un impulso a la venta de acciones, pero en realidad la situación
fue controvertida por cuanto surgieron entre la opinión pública dos
curiosas objeciones, una de forma y otra de fondo. La una referida a la
denominación, Timo de M~ l i n a, ya que el teatro llevaría el nombre de
un autor que en esencia nada tenía que ver con el archipiélago y que
hizo pensar que el arquitecto había proyectado el teatro para otra loca-
!idx! espai!e!a, pere ante !?. premura de este encurge e n i h sus ~:iginu!es
a la ciudad de Las Palmas. El otro pero se centró en el gigantismo que
manifestaba el proyecto, puer era a juicio de la misma empresa un
teatro excesivamente grande para las exigencias de la población, amén
de elevar los costos muy por encima de los presupuestos que se baraja-ban
en la isla.
Ci primer obstácuio no pudo saivarse hasta ei año i90i cuando se
rebautizó el teatro, ya en pleno funcionamiento, con el nombre de Pérez
Galdós; el segundo corrió a cargo de los técnicos locales que redujeron
prudentemente las proporciones del proyecto original. Los retoques que
978 A. Sebastián Hernández Gutiérrez
le son atribuidos al maestro de la Torre y Cirilo Moreno consistieron en
un recorte del tamaño de la sala, aportarle algunos salones y darle al
patio la forma de herradura clásica que no constaba en el diseño jarreño.
Dichas reformas debían pasar obviamente la censura de la Real Acade-mia
madrileña por lo que toda la empresa tuvo que esperar algo más de
un año, hasta el 1 de julio de 1868 que la comisión de arquitectura le
diese el preceptivo vistobueno. Cinco días más tarde llegó a Las Palmas
el proyecto reformado para ser de nuevo expuesto en el atrio del Ayun-tamiento,
ya no habrían más problemas legalistas y el comienzo de las
obras podía ser inminente. Ahora bien desde la perspectiva histórica, y
ante los apaños realizados por los técnicos locales cabe hacemos una
pregunta ¿hasta donde se conservó el proyecto Jareño?. m
D
Ya hemos mencionado los nombres de Cirilo Moreno y Francisco E
de la Tnre en re!acibn a !a medificxión pzciz! de! prnyectn nrigir?~!,
pero a ambos debemos añadir la de algunos técnicos de la época que de n -
=m
una y otra manera intervinieron en la construcción del teatro Tirso de O
E
Molina. Nos referimos a los ingenieros Garaizabal y León y Castillo, a E
2
los arquitectos Arroyo y López Echegarreta, a los maestros de obra =E
León, Rosario, Moreno y Ramírez, a los carpinteros Acosta, Luis y
Francisco ... Sus respectivas intervenciones se cuentan en muititud ya 3
-
que la obra, que en principio pareció ser una empresa fácil, se complicó -
0m
con el tiempo y no quedó inaugurada convenientemente hasta 1890, es E
decir veinticuatro años después. O
Al margen de los trabajos previos que afectaban a las murallas de n
contención, en especial a la que transcurría en paralelo al barranco -E
Guiniguada, las intervenciones en el subsuelo del teatro se iniciaron en a
2
septiembre de 1868 con las aportaciones de las mamposterías Francisco n
de León y Nicolás del Rosario, quienes junto a sus cuadrillas y a las 0
órdenes del maestro Francisco de la Torre levantaron con rapidez los O3
cimientos de la fábrica. Trabajos que evidentemente fueron mal presu-puestados
hahida cuenta qw de inmediate zhsn!viernn e! dinern
recaudado para la empresa en la venta de sus acciones. La solución a
tan nefasta situación fue la de requerir a nuevos accionistas emitiendo
nuevas papeletas. El principal destino de las mismas, y en vista que el
"mercado" insular estaba ya saturado, fue la isla de Cuba, mejor dicho
a los canarios que residían en la isla caribeña. A ellos se le envió una
circular y un par de fotografías dei proyecro en ei que se ies expiica~an
las ventajas de las acciones. La campaña tuvo los resultados esperados,
visto que la empresa superó su bache financiero.
Ya por entonces se había hecho cargo de las obras un ingeniero
recién llegado de la peníncula Domingo de Garayzabal, a quien se le
atribuye de hecho lo que fue el primer cuerpo del teatro concluido allá
Crónicas del teatro Pérez Galdrís (1842-3928) ... 979
por 1870. Antes, en abril de 1869, él unido a la junta directiva había
realizado algunas consultas específicas al ingeniero local Juan de León
y Castillo, quien con el rabillo del ojo supervisaba los trabajos de cons-trucción.
En esta ocasión se le pidió permiso para extraer del barranco
Guiniguada la piedra necesaria para el edificio, ante lo que León y
Castillo no se opuso aclarando antes que la misma se sacaría sólo del
cauce del barranco. Más tarde este ingeniero fue de nuevo consultado
para que redactase un balance evaluatorio de la fábrica, expresando su
experta opinión en construcciones de envergadura.
Pero los principales obstáculos del teatro Tirso de Molina no se
encontraban ya en el campo de la construcción, sino en los aspectos
económicos, pues los caudales recaudados se evaporaban entre las com-pras
de materiales, los sueldos de los técnicos y operarios y en algunos
imprevistos. Así en un balance de gastos efectuado el 31 de noviembre
de 1884 se ofreció un total de 11.865.665 escudos; como consecuencia
el mes siguiente, el de diciembre, las obras sufrieron un grave parón
que precipitaron la caída definitiva de la junta directiva. La historia
empieza de nuevo: elección de junta, emisión de acciones, búsqueda
de nuevo técnico que se encargase del edificio, etcétera. Tal cometido
recayó en la persona de Cirilo Moreno, un ayudante de Obras Públicas
colaborador íntimo del ingeniero Juan de León y Castillo, quien sin
reparo concluyó en 1888 las obras del teatro Tirso de Molina. Para ello
hubo de construir la segunda planta del mismo, cubrirlo con su corres-pondiente
techumbre a dos aguas y organizar en parte el espacio interior
del recinto; tarea nada fácil que requirió todo su ingenio constructivo.
Parte de su experiencia en esta intervención la plasmó en un manuscri-to,
hoy perdido, conocido como "Historia del Teatro Nuevo, Tirso de
Molina, Pérez Galdós o Negrín-La Fe". Texto a decir de Néstor Alamo
en su Crónica de un Siglo. 1844-1944 redactado en tono jocoso y
salpicado de su gracia isleña en el que descubría los pormenores del
edificio y su sociedad promotora.
Eli adelalite las cosas marciiariari segíin 10s pianes previstos admi-tiendo
cómo no algún sobresalto especial como el que recibió Moreno
en 1888 cuando tanto la junta directiva como la municipalidad le pe-dían
prisas por concluir el edificio. La causa de estas improvisaciones
era el interés por aprovechar la escala del cantante italiano Roberto
Stagno en la isla. En realidad esta actuación era parte de un compromi-so
contraído por Vicente Ancheoti, auténtico nombre de Stagno, en el
mes de marzo de ese mismo año cuando el vapor Victoria en trave-sía
para el continente americano hizo un alto en la isla para
avituallarse.
980 A. Sebastián Hernández Gutiérrez
Ya por estas fechas el edificio presentaba un inmejorable aspecto
exterior pues las estructuras básicas del teatro estaban concluidas. Su
interior era otra cosa, no poseía el palco escénico, ni butacas, ni telón y
faltaban las decoraciones que le diesen la gracia decimonónica anhela-da.
Pero ante la inminente llegada del tenor Stagno, llegada que fue
comunicada desde la ciudad de Montevideo el 14 de agosto y que se
efectuó en la mañana del 18 de septiembre, se le encargó al recién
nombrado Arquitecto Municipal Laureano Arroyo que adecentara con
un costo mínimo la sala de conciertos. Así en un mes escaso el arqui-tecto
socorrido por el atrezzista Antonio E. Santana diseñaron y llevaron
a ejecución toda la tramoya y aparataje escénico que la ocasión reque-ría.
Al auxilio de ambos salieron la Sociedad Filarmónica que donó la
madera necesaria para hacer los palcos, Cirilo Moreno que proyectó el
ent&!aci^ y !nr carpinteris L ~ i ys Frrnriccn Arnstr qciener ta!!arnn
parte de la decoración lígnea del edificio. Todo apuntaba a un fácil
éxito que aseguraba a la junta directiva pingües beneficios, los necesa-rios
para en breve concluir la construcción del teatro. Loables
expectativas que no se cumplieron gracias a un accidente marítimo
acontecido en la boca del puerto de La Luz al colacionar los vapores
Sud-Ámérica y ¿a fiance dei que ei primero recibió ia peor parte ai
perecer unos cincuenta de sus pasajeros. La desgracia conmovió a la
junta directiva hasta el punto de tomar la decisión, a pesar de su grave
situación financiera, de destinar el dinero de la recaudación del con-cierto
de Stagno para socorrer a los supervivientes.
Sea como fuere la presencia del tenor siciliano cambió radicalmente
el curso de los acontecimientos teatrales ya que con él se inauguró
oficiosamente el teatro Tirso de Molina, dos años más tarde en 1890 se
haría con toda solemnidad, logrando con su "gesta" hacerse merecedor
de una plaza anexa al edificio.
Su participación en el teatro fue de tal impacto que la misma junta
Uirectivu pens6 r x y serimente en t n m S~E nndm p m r lencminxr al
edificio, pues aún coleaba el malestar de haberlo bautizado como Tirso
de Molina. Se abrió así una nueva polémica con sus correspondientes
pros y contras, vencieron en esta ocasión los contras que no veían con
buenos ojos un cambio coyuntural como el que defendía algunos con-ciudadanos.
Pero tal postura se vio como un agravio para el señor
Stagno ante io cuai ei Ayuntamiento de Las Paimas de Gran Canaria
tomó el acuerdo de dar su nombre a la plaza norte que se extendía
frente a la fachada norte del teatro. Dicha plaza estaba en aquellos días,
8 de marzo de 1889, proyectada por el arquitectos Laureano Arroyo,
quien además de delimitar el recinto se ocupó de elevar una propuesta
Crcíriicns del iearro Pérez Gnlrlrís (1842-1928) ... 98 1
de decoración y vegetación de la misma; con su construcción se cerra-ba
el primer capítulo de la historia de un teatro que de ahora en adelante
sería el único lugar válido para los espectáculos de calidad que se
celebraban en Gran Canaria.
Teatro Pérez Galdós. 1901
El teatro una vez acabado se presentaba en bocabarranco como una
gigantesca mole de proporciones cúbicas que mostraba en su principal
fachada, orientada hacia el sur, una portada en piedra de la cual sobre- ,,
salía un elegante pórtico. Su perfil a dos aguas contrastaban con la
h~rizinta!idad de SMS tres nive!es, !es parxmenfnc en h!xfic~h x h n !e E
propio con las molduras en piedra que guarnecían puertas y ventanas. O
n
Algunos historiadores, cronistas y arquitectos han pretendido enjui- =m
O
ciar al edificio etiquetándolo de neopalladiano, de neoclásico tardío ... EE
sin embargo encontramos en él las soluciones propias del primer S
E
eclecticismo tan característico de nuestras latitudes. Un eclecticismo
aiejacio dei romanticismo jarreniano a ia vez que muy próximo a ia 3
estética defendida por Garayzabal o Moreno. - 0 A los diez años de su inauguración, después de haber desplazado m
E
definitivamente al Cairasco , se empezó a pensar en cambiar el nombre O
del teatro, darle una denominación acorde a la sociedad canaria; ¿por
qué mantener el nombre de Tirso de Molina si nuestra tierra tenía n
E músicos y dramaturgos relevantes que merecían ser elogiados de este a
modo?. Fue entonces cuando se creyó oportuno rendir un homenaje al n
que ya a sus 58 años de edad era un célebre escritor grancanario n
afincado en Madrid, reconocido como una de las mejores plumas espa-
3 ñolas del momento: Benito Pérez Galdós. Así en enero de 1901 O
aprovechando ei estreno de su obra Eiectra se celebró un acro en ei
teatro por el que su nombre fue depuesto en favor del de Pérez Galdós.
Iniciándose de esta manera una nueva andadura que hacía justicia po-pular
con quien un día pensando en los beneficios de la población había
criticado con dureza el solar de ubicación.
Teatro Pérez Galdós 11. 1918-1925
Desde 1890, año inaugural, hasta 1918 la vida del teatro fue apaci-ble,
acogiendo como le correspondía las celebraciones culturales, y
hasta las reuniones políticas que por su interés eran siempre
multitudinarias. Pero en 1918 va a concluir precipitadamente la primera
etapa del teatro cuando en la noche del 29 al 30 de junio se declaró un
pavoroso incendio en el interior del coliseo. El incidente fue de origen
fortuito debido a un corto circuito de la instalación eléctrica situada en
la parte posterior del escenario. El hecho de que la mayoría de la
decoración del Pérez Galdós fuese de madera ayudó a que las llamas se
propagasen con facilidad, y en algo menos de dos horas el edificio
quedaba totalmente en ruinas. Las crónicas de la época que se hicieron
eco del accidente lo describieron con todo lujo de detalles, pues las
llamas se apreciaban desde la explanada del muelle de San Telmo:
primero se desplomó la cubierta del techo, luego cayó la techumbre del
patio, al final las llamas se extendieron por el ala derecha penetrando
sin pudor en la sala Sain Saenz.
El teatro Pérez Gáldos era ya desde hacía tiempo propiedad pública
y las autoridades locales quedaron desoladas ante tan terrible contra-tiempo
que les obligaba lógicamente a realizar nuevos desembolsos
económicos si se quería restablecer el local. Los problemas iban a ser
muchos, pero cuanto antes se acometiesen mucho mejor. Ello llevó a
requerir de inmediato ei cobro dei seguro de incendio, unas 4OO.OOO
ptas. que irían destinadas a las obras de reconstrucción. Pero las cosas
no iban a ser tan fáciles como se presumía, como imaginaban los
gacetilleros de la época, pues la historia, por raro que parezca, se repe-tía:
faltaba un técnico capacitado para el cometido específico. A tal
conclusión se llegó después de comprobar el poco atino que poseía el
anteproyecto de reconstrucción emitido por la oficina técnica munici-pal,
dirigida en solitario por Fernando Navarro desde 1910 año en el
que falleció en otro titular del gabinete, Laureano Arroyo.
Las soluciones apuntaban hacia la búsqueda de un técnico y la re-caudación
de un dinero para sufragar los gastos, y hasta 1921, tres años
después, se estuvo especulando sobre la idoneidad de tal o cual postura.
Al final de febrero de 1921 se subastaron las obras con arreglo a los
presupuestos calculados por un técnico catalán llamado al efecto, el
arquitecto Puig. Este formó tándem con Navarro y ambos conjugaron
un ambicioso plan de trabajo que a tenor de los resultados no se cum-plió:
julio '21 desescombros; septiembre '21, terminación de la
mampostería; octubre '21, conclusión de la cubierta; marzo '22, entrega
de las obras. Y en realidad sus labores se iniciaron con ímpetu pues a
finales de julio sobre el cascarón del teatro Pérez Galdós estaban traba-jando
80 obreros traídos exprofeso de Barcelona y Valencia, se había
adquirido un elevador eléctrico y se había encargado a la península
algunos trabajos prefabricados. En diciembre del 21 se mantenía la
Crónicas del teatro Pérez Goldrís (1842-1928) ... 983
misma euforia: habían llegado las vigas de hierro para el techo y los
volados de los palcos y de las galerías, se habían terminado la escalera
de servicio del escenario y se comenzaba a instalar la cincha del salón
Saint Saenz; todo un récord para la época.
Se estaba levantando un nuevo teatro a imagen y semejanza del
destruido, sin variar el proyecto original, copiando hasta los más ínfi-mos
detalles; Navarro tan solo se atrevió a prolongar el fondo y la
altura del escenario alterando la profundidad, por tanto, del edificio.
Era el proyecto de un hombre que pronto vería la muerte, en 1925, que
no quería arriesgarse a pesar de contar con la inestimable ayuda de un
joven arquitecto levantino llegado a la isla por aquellos años, Rafael
Massanet Faus.
El fallecimiento en Madrid del arquitecto coincidió con la bancarro-
*Lan a, 1"" $:,n,,nn rl,;,+:,n,-ln, n ln ,n,,,,,,.n,:,i, ,A, 1" Fnl~nA , 1:,i.:rl,, UG la3 IitiaiiLiaa ucauiiauaa a ia i ~ ~ u i i a ~ i u ~b~uiiiv iiai ,ia ira UG iiyuiu~r.
municipal, con la evaporación del dinero del seguro. Acarreando ello
un grave parón en las obras de la fábrica del que salió gracias a una
pericia económica del Cabildo Insular de Gran Canaria, institución que
se hizo cargo del proyecto después de firmar una peligrosa hipoteca
con una entidad bancaria, colocando como prenda el propio teatro.
Gracias a ella se reanudaron las obras, esta vez bajo la supervisión
técnica de los jóvenes artistas grancanarios, Miguel y Néstor Martín
Femández de la Torre.
El teatro Pérez Galdós. 1928
Miguel Martín Fernández de la Torre había concluido sus estudios
de arquitectura en Madrid por aquellos años, y después de trabajar
algún tiempo en la capital de España recibió la solicitud del Ayunta-miento
de Las Palmas para acometer remodelaciones urbanas en algunos
sectores de la.c iUdad. ~ ;ocü~r;z ieli ~1325 cuai,bu voyeciod e
reedificación del teatro entró en plena crisis; de ahí que ante mejores
circunstancias, e imaginamos que con algún recelo, se le encargó la
obra al joven arquitecto. Contó, como casi siempre, con la ayuda de su
hermano Néstor, pintor, decorador esteta y mil cosas más, quien le
ayudó como sabemos a resolver los problemas no-técnicos del edificio,
colaborando a la conformación de lo que hoy es una obra étnica dentro
de su vasta producción.
El proyecto del arquitecto Martín ha llegado intacto hasta nuestros
días y en breves palabras lo podemos definir como una obra
monumentalista al gusto de lo realizado en el periodo de la dictadura de
984 A. Sebastián Hernández Gutiérrcz
Primo de Ribera, o lo que es lo mismo, el último coletazo conocido del
eclecticismo canario. El autor mantuvo la esencia de la primitiva fábri-ca.
Conservando las pautas del viejo edificio y profundizando en los
postulados emitidos años atrás por Navarro y Puig: así prolonga el
perímetro de la planta por su lado septentrional ya que la práctica venía
demostrando la necesidad de contar con un escenario y anexos a él con
más fondo que permitiese un tránsito mayor de intérpretes o actores.
Al hacerlo se percató de que el conjunto quedaría en exceso aplastado y
decide incrementar el volumen, elevando el patio de butacas, a la vez
que reorganiza el volumen del edificio eliminando el ático, pero mante-niendo
en su estado de foyer original.
Su labor de mímesis fue tan escrupulosa que es difícil apreciar m
cambios sustanciales entre la obra acabada y los proyectos que le ante- E
cedieron, pero en aras a diferenciar sus aportaciones señalaremos tan O
solo tres: la eliminación de las ventanas sernicirculares, la colocación n - m
en la fachada de dos plintos coronados por jarrones de piedra realiza- O
E
dos por Gregono López que venían a delimitar la escalinata principal, y E
2
la organización de lo es la sala principal del edificio: la sala Saint E
--v..-.
El teatro Pérez Galdós tal como lo conocíamos hasta hace bien poco 3
fue reinaugurado el domingo 20 de mayo de 1928, tres años después de Om-haberlo
cogido los hermanos Martín, con ocasión de la representación E
de un clásico en el mundo operístico: Aida . O
n
E
Apoyos documentales y bibliográficos a
n
Manuscritos inéditos n
Archivos Histórico Provincial de Las Palmas de Gran Canaria. Sec- 3o
cidn Ayuntamiento. Serie Obras Públicas.
Leg. 4 Exp. 77. Año 1866 Expediente sobre la construcción de un
Nuevo Teatro en la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
Año 1876: Expediente sobre los desperfectos ocasionados por el
Guiniguada e la muralla que encausa al mismo frente al nuevo teatro.
k g . 1 U Exp. í 53 At-o í 88: Reformas en ios aueciedores dei NWVO Teatro.
Leg. 17 Exp. 454 Año 1912: Expediente sobre la faja de adoquines
y estadala junto a la muralla del barranco desde la calle de San Pedro
hasta el mar y arreglo de la plaza de Stagno.
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Crrjnicas del teatro Pérez Gn1dó.r (1842- 1928) ...
Plano de ubicación del teatro disetiado por el maestro de obras Francisco de la
Turre (!@iz schre nnnoJ1
YUY--,.
A. Sebastián Hernández Gutiérrez
Proyecto de urbanización y decorado de la Plaza de Stagno.
Urbanización de la plaza de Stagno. Agt. Lauremo Arroyo y Velasro (1889).
Tenrrn Coirasco segtin un dibujo de Alvnwz Rixo.
REGLAMENTO 1'ROVISIONAI~
PARA LA
ORGANIZACION DE LA SOCIEDAD DE ACCIONlSTAS
QUE TIERER,L~L EVAR h EFECPO EL PROYECIY)
DE
COIJSTRUCCIOlJ DE UN NUEVO TEATRO
Fa LA CIUI)AD DE
LAS PALMAS DE GRAN-CANARIA.
el. de Ir &eledad y medloa par8 poner en nna Memoria detatlda, laa m w a de ha*
ronaegtilrlo. elegido determinado sitio y de hibcrut fijado en b t w ~
minado! pluncm pan la mnstrncciob del t¿+o.-W
u, 4.' Ir Sociedad tícne p r úiii- y erclu- Memoria m publiurd en los pwiWiaa de eabdudhd, y
la eonstniccios do un teatro de nueva planta so repartid i m p m A d a un o de l a iooionirbis, I?I el
mismo plom que se ñja en 01 Yticnlo oniuior. ., ,:.:
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sin pnpir la cuo,a cnnospndieiite I¡ Iss ic- 1 Diytirs.-EL acto lo prui
e se hn siiscrito. será eonipelida para su si- ; curnendo iin. delegncion de
r Im medios judicinlw. ; but. (3. Coeitmido cl teatro, la h t r Dhdrr
El accionish qiie ni p r loa m d i a cxtm : llamad ti la Geucd de donistaa, y de hecho qued. di-ni
judiciales. satiafsgr la cantidad cormpon- suelta la prirnern.
dCliito. por doclnrémlc insolvente, ser6 obli- Aar. 14. d u t a 6 deapucs do amen&
nar dcadc luego au derecho de tal necionista. cl tcitro, la D i v m puede y debe Uimar i Y k w:
no h m l o en el thnino qiie la Dimtiia le ral pn orillar Isa difimltrdcs qud ss &;'m ;..
io exenlcrú ni tajará de dar nicccs, se en- ciándw, siempre qne lo uva conr e l i i t e , del mnssjo I-" .
cede su derecho d favor dc 1m dcmb aocio- tala. lrs wrmnas aue cstimsse dtil ,r m.rti ino. 1 - ART. ;S. U &trnperteiiecerá B la Junta de eaio- ,
Dlrr~clni id e Ik laeledad. ! nietas. qiticn. en =ion habi3a entre l a mismos, desig-
I nará las permnaa quc hayan de administrade, cuidarle.
t. 7.' Coniorrne con rl uciicrdo de i de kvicm- '&.'&.'ipImente que d dntino qiie haya de dim 6
del tcntrn cstmi 4 rnrgo de la Jnn- 1 los pmdoctos del mismo teatro.
ii lo coiiridera opriuiio. de Tenerife. l.' de Fnetcl d6 1W.-ApnieW
ir. 10. Scrá oliligacion de la Jiints Directiri ex- mcnlo.-El Gobernador.-Jlmo drl Upyo. ,...y,
lar. u u Yudb.
H ( i n idnnderti rq~arrid~erl ; 10 ciiirl<ri/d c Ltrs tJ<tl~~itcii.. rC . rltr~id((~i L.OIIOL.L'I.
los beneficios de la Sociedad de Accionisms por rearro.
Crrínicas del teatro Pérer Caldós (1842-1928) ...
Fachada principal del Teatro Tirso de Molina. Agt. Francisco Yareño Alarcón
(1867).
Alzado y planta principal del actual teatro Pérez Galdós de Las Palmas de Gran Canaria.